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“Respetemos nuestras reuniones”

Cuando somos huéspedes de alguien respetamos su propiedad, no causándole ningún daño, y


no alteramos la actividad normal de la familia. ¡Cuánto más respeto hemos de guardar cuando
somos huéspedes de Jehová! Deberíamos saber cómo conducirnos en su casa (Sal. 15:1;
1 Tim. 3:15). Sea que la reunión cristiana se celebre en el Salón del Reino, o en un edificio
local, la inmensa mayoría de nosotros siempre debemos respetar nuestro lugar de adoración
como si fuera la casa de Jehová, cuya “majestad está por encima de tierra y cielo” (Sal.
148:13).
Sin duda, las reuniones forman parte de nuestra adoración, por lo que durante ellas debemos
mantener una actitud reverencial y atender respetuosamente. Acudimos a ellas para estudiar
la Palabra de Dios, orarle y cantarle alabanzas.
Sea que nos reunamos un grupo grande o pequeño, todas nuestras reuniones merecen nuestro
respeto, el cual se manifiesta tanto por nuestra actitud como por nuestra conducta.
Existen maneras concretas de mostrar respeto por nuestras reuniones. Una de ellas es estar
presentes a la hora de entonar los cánticos del Reino. Muchas de estas composiciones
musicales son oraciones, por lo que hay que cantarlas con actitud reverente.
Citando del Salmo 22, el apóstol Pablo puso las siguientes palabras en boca de Jesús, lo
podemos leer allí en la carta (Hebreos 2:12):

“Declararé tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré con


canción”.

Por eso, que tal si nos proponemos a estar sentados antes de que el presidente de la reunión
anuncie el cántico, y luego cantemos concentrados en el significado de la letra. De modo que
cantar alabanzas a Jehová es una buena razón para llegar temprano a las reuniones y
quedarnos hasta el final.
Si apreciamos lo digno y sagrado de nuestra adoración a Dios, de ningún modo querremos
distraer a otros cuchicheando, haciendo ruido, comportándonos como si la información que se
está presentando fuera de poca importancia, comiendo, mascando chicle, haciendo crujir
papeles, yendo repetidamente al baño sin necesidad o llegando tarde a las reuniones por
costumbre, conversando innecesariamente en el baño o fuera del Salón del Reino.
Y si tenemos niños pequeños, tratar en lo posible de que eviten jugar durante el transcurso de
la reunión y ayudarlos a que estén concentrados en el programa y puedan sacar el mayor
provecho.
Por lo tanto, mostremos siempre respeto a nuestras reuniones sagradas asistiendo con
regularidad, y comportándonos como es debido. Así demostraremos que nos adherimos al
criterio de Jehová sobre las cosas sagradas, y nos sentiremos como el salmista, que expresó lo
siguiente en el (Salmo 84:10):

“¡Porque un día en tus patios es mejor que mil en cualquier otro lugar! Yo prefiero
estar de pie a la entrada de la casa de mi Dios antes que vivir en las tiendas de la
maldad.”

Si recordamos siempre qué propósito tienen nuestras reuniones cristianas, velaremos porque
tanto nosotros como nuestros hijos, demostremos el debido respeto a la adoración de Jehová
en el lugar donde hemos “escogido estar de pie”.

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