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NOTA DE QUINTA

Diciembre es uno de los meses más esperados por los niños, las familias,
los amigos y todos quienes por razones de estudio emigraron a las grandes
ciudades. Pues es el mes de la navidad, los niños esperan ansiosos sus
juguetes, los más jóvenes esperan disfrutar de sus vacaciones, los que
emigraron regresan al seno familiar y amical. Pero para los estudiantes
secundarios, la noticia que se nos dio fue terrible, triste.

A mediados de los ochentas, a uno de esos funcionarios del ministerio de


Educación, se le ocurrió una genialidad, una magnifica idea. Pues
inventaron una manera de tortura estudiantil, una forma muy peculiar y
singular de prolongar el sufrimiento a los estudiantes a la cual le llamaron
QUINTA NOTA.

Los profesores, trataron de justificar, que dicha medida era para consolidar
además de justificar que los contenidos trabajados durante los ocho meses,
sea corroborado, además de poder medir si realmente los estudiantes habían
aprendido las lecciones.

A fines del mes de noviembre, los docentes de cada curso, nos daban un
balotario de 80 a 100 preguntas, las mismas que debíamos desarrollarlas, ya
que, de todas esas preguntas, el docente seleccionaría entre 5 a 10 para el
examen final LA QUINTA NOTA que se aplicaba la penúltima semana del
mes de diciembre.

Desde los primeros días del mes de diciembre, desde muy temprano, casi
junto al ocaso de la luna entre las 3 a 4 de la mañana, la ciudad cobraba un
inusual movimiento, las calles, los parques y plazas se veían invadidas por
centenares de jovencitos. Todos enfundados en gruesas casacas, solían
apostarse al pie de los postes, en las bancas tratando de aprovechar al
máximo las tímidas luces de los focos que emitían sus pálidas luces.
Algunos aprovechaban esta coyuntura para acrecentar los vínculos
amicales, otros más creciditos, veían propicio la oportunidad para ir tras la
jovencita que inquietaba sus sueños, algunas de ellas fueron exitosas
gracias a la constancia, otras solo fueron triste ilusión. Podríamos decir que
pese a tener el cuaderno de comunicación, las parejitas más encendidas,
hacían el curso de biología, en especial el de anatomía comparada.

Las calles se iban vaciando en cuanto por las cumbres hacia su aparición el
sol que dejaba expuesto en muchos casos las oscuras intenciones de
muchos preocupados estudiantes.

En las casas, las mamás orgullosas de sus muy responsables hijos, tenía
listo el uniforme, el contúndete desayuno que le permitirá recuperar las
muchas energías usadas en las aceleradas lecturas, en la memorización de
las innumerables preguntas que podrían venir en el examen. Algunos solían
jugar al adivino e instaban a sus compañeros a estudiar con más fervor tales
o cuales preguntas que según ellos eran las fijas.

Cuando el reloj marcaba las ocho de la mañana, el colegio estaba repleto de


estudiantes, algunos abatidos, otros eufóricos, otros concentrados para no
olvidar lo estudiado.

Cuando la campaña sonaba entre las diez de la mañana, señal que el


examen había terminado, ahí podías ver rostros eufóricos, otros
preocupados otros al borde del llanto. Pues de ese examen dependía si
aprobabas o desaprobabas el curso.

Para suerte de las nuevas generaciones, al cabo de unos años de


experimento, la QUINTA NOTA desapareció quedando solo en el sinsabor
de muchos estudiantes.

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