Está en la página 1de 17

Antonio Arias Bernal

Material publicitario de
Fantasía Ranchera
1944
Col. Agrasánchez
Film Archive

El cine en color en México:


figuras esenciales
Elisa Lozano

64 Alquimia
Alquimia
Tehuanas bailando un zapateado, chinacos que portan capas de un azul inten-
so, chinas poblanas cubiertas con mantillas españolas, un conjunto musical que
interpreta una canción tradicional a ritmo de conga. Ésas y otras excentricidades
vieron los espectadores de la capital que acudieron al cine Regis la tarde del 28
de noviembre de 1934. Se trataba del corto musical La cucaracha, y si bien su
director Lloyd Corrigan incurrió en todo tipo de imprecisiones históricas y cultu-
rales, esta producción de la compañía independiente Pioneer Pictures, Inc., fue
un suceso para la RKO. El motivo: el impacto causado por los colores saturados

Alquimia 65
Alquimia
del “glorioso Technicolor”, un proceso que tras veinte años de invención se per-
feccionaba gracias al uso de tres tiras de negativo, que permitían registrar en la
película virgen los colores primarios.1

IZQUIERDA La cucaracha tuvo un costo de 65 mil dólares, una cifra muy por encima de una
Material publicitario de
La Cucaracha producción similar en blanco y negro cuyo costo promedio era de 15 mil.2 Y es
1943
Cine Mundial que el proceso que empezaba a utilizarse exitosamente de manera comercial re-
enero de 1935
quería de una intensa iluminación, además de un impecable proceso de revelado
DERECHA para no alterar los colores. Resultaba tan caro, que su uso en Hollywood se limi-
El cinefotógrafo Ross
Fisher en un anuncio tó en un primer momento a la producción de grandes musicales, películas épi-
publicitario de la
compañía Multicolor cas, de aventura, fantasía o de dibujos animados. El uso de la película policroma
The International
Photographer transformó para siempre la manera de narrar historias y de ver el cine; implicó un
enero de 1930
Tomado de Lantern cambio en el esquema financiero de las casas productoras, la adaptación física
Media History Digital
Library, University of de los estudios para introducir los nuevos dispositivos de iluminación, la incorpo-
ración en el equipo creativo de nuevas figuras como los directores de arte y los
Wisconsin-Madison
Department of
diseñadores de producción (que a partir de entonces trabajaron con una paleta
Communication Arts

de color), hasta la invención de un nuevo maquillaje “pancromático” por parte de


la casa Max Factor.

66 Alquimia
Precedida por el éxito alcanzado durante su exhibición en los Estados Unidos,
donde su productor Kenneth Mcgowan obtuvo el Oscar al mejor cortometraje en
1935, La cucaracha se convirtió en un referente para los creadores nacionales,
que vieron en la explotación del folklore un filón comercial.

El primero en hacerlo fue Roberto A. Morales, ex-senador de Sonora, quien en 1936


produjo Novillero, bajo la dirección de Boris Maicon, cineasta ruso afincado en nues-
tro país. Al hacer la selección de los roles estelares, Maicon consideró el mercado
extranjero, y en lugar de elegir a los galanes del momento se decidió por el astro Escena de Novillero
Cine Mundial
del toreo Lorenzo Garza, el compositor de moda, Agustín Lara y la debutante Lucha Hollywood, 1936
Tomado de Lantern
María Bautista, para presentar un musical similar a La cucaracha. Y es que en este Media History Digital
Library, University of
cortometraje también coexistían por igual manolas y chinas poblanas, retratadas Wisconsin-Madison
Department of
aquí por el fotógrafo estadounidense Ross Fisher,3 quien había llegado a México en Communication Arts

1932 avalado por una larga y exitosa carrera iniciada en Nueva York y en California,
como miembro de las compañías Christie Comedies, Universal, Fox, Multicolor y Ci-
necolor.4 Fisher se especializó en el manejo de la policromía, y una vez establecido
definitivamente en la capital del país, enseñó el oficio a sus operadores de cámara,
los jóvenes José Ortiz Ramos5 y Jorge Gutiérrez Zamora.6

Alquimia 67
El Cine Gráfico La obra de Baicon ofrecía una visión pintoresquista totalmente alejada a nuestra
Anuario
1938 realidad cultural —diametralmente opuesta a la presentada un par de años atrás
por su paisano, Serguei M. Eisenstein en la inconclusa ¡Qué viva México!—, pese
a ello se le recibió con júbilo en el ambiente cinematográfico, como señaló el pe-
riodista Hugo del Mar:

La innovación en México de la cinematografía a colores viene a sentar un


nuevo y alentador precedente […] vimos a Lucha María Bautista cantando
Amanecer y hasta el verde nítido de sus ojos lo pudimos apreciar perfec-
tamente, así como la policromía de un jardín cubierto de flores y el desfile
de unos charros y chinas poblanas, siendo de llamar la atención el colorido
intachable.7

La película llamó la atención del público y la prensa, e incluso fue nota de primera
página en las revistas cinematográficas de Estados Unidos,8 país al que Morales
viajó constantemente para promover y distribuir Novillero, el primer cortometraje
filmado a color no sólo en México, sino en Hispanoamérica.

Otra aportación de Morales es la que concierne al cine de animación a color, del


que también fue precursor. En la misma década filmó los cortos La cucaracha y
el sapo, Las abejas y Los cinco cabritos, que al igual que sus películas fueron
procesadas en los laboratorios mexicanos Cinecolor,9 propiedad de Gabriel Gar-
cía Moreno (1880-1943), otro versátil cinematografista, que además de fundar los
estudios que llevaron su nombre, registró “El proceso de color García Moreno”,
también conocido como Mexicolor.10

68 Alquimia
Un amante del cine: Carlos Véjar
“Desde niño, cuando el cine aún era mudo, ya me fascinaba y era mi pasatiempo
favorito. Mi afición por el cine se acrecentó cuando éste se hizo sonoro, ya que así
se complementaba de lo que le hacía falta. Pero luego, llegó la magia del color,
que vino a borrar los tonos grises que le daban un aspecto fantasmal”, así recorda-
ba su infancia Carlos Véjar,11 dibujante, guionista, diseñador, actor, caricaturista,
pero sobre todo, un realizador apasionado. En 1936 dirigió Alegría mexicana, un
corto musical a colores que mostraba “la vida sentimental y pintoresca de México”.
El protagonista de la misma fue el célebre compositor Lorenzo Barcelata, también
autor de la música y de las letras de las canciones que ahí aparecen. Los jóvenes
Emilio “Indio” Fernádez, Raúl de Anda, María Teresa Carrasco y el cómico “Cha-
flán”, completaron el reparto. Boris Maicon participó como asesor técnico, y una
vez más, la fotografía en “colores naturales” estuvo a cargo de Ross Fisher. Desa-
fortunadamente la película desapareció, pero los stills de la misma, en los que los
actores aparecen con vestidos típicos, revela el interés del director en llevar a la
pantalla un espectáculo folkórico-musical.

Equipo de producción de
Alegría mexicana
1936
Col. Fotofija

Aparecen Lorenzo
Barcelata (tercero al
fondo), Carlos Véjar
(de corbata y de pie
junto a la cámara); a su
derecha, el fotógrafo
Ross Fisher; a su lado,
Jorge Gutiérrez Zamora;
Silvestre Bonard (detrás
y de traje a su derecha);
Carlos López “Chaflán”;
José Ortiz Ramos (abajo
de la cámara); delante
de él, Ismael Rodríguez,
y Raúl de Anda (extrema
derecha, vestido
de charro)

Alquimia 69
Las aventuras de Cucuruchito y Pinocho
Dibujos de Blanca Nieves y los siete enanos, el primer largometraje de dibujos animados rea-
Salvador Bartolozzi
en el cartel de la película lizado en Technicolor por Walt Disney, fue el hito cinematográfico internacional de
Las aventuras de
Cucuruchito y Pinocho 1937. Con esa obra el creador demostró a sus detractores que hacer cine infan-
1942
Col. Lluis Benejam til era cosa seria, y que los niños del mundo estaban ávidos de buenas historias.
Archivocine
Sin duda, el éxito técnico y comercial logrado por este singular creador, estimuló
a Véjar para realizar un producto dirigido a los pequeños espectadores naciona-
les, un público históricamente ignorado por los productores. Él, que en su juven-
tud había trabajado como dibujante para la compañía de Disney, en 1942 dirigió
Las aventuras de Cucuruchito y Pinocho, adaptación propia de los cuentos de la

70 Alquimia
escritora y actriz Magda Donato —quien por cierto apareció en la película como
la bruja—, ilustrados por su esposo, el notable ilustrador Salvador Bartolozzi, tam-
bién diseñador del vestuario del film, coprotagonizado por Francisco Jambrina y
la pequeña Alicia “La Pipa” Rodríguez. Los tres citados y el escenógrafo Vicente
Petit, eran republicanos españoles exiliados en nuestro país a raíz de Guerra Civil.
Francisco Gabilondo Soler, el popular Cri-Cri, se encargó de sincronizar la músi-
ca. El responsable de la imagen fue Agustín Jiménez.12

Desde su primera proyección el film dividió opiniones. En México la crítica alabó “los
colores primorosos, los sets de encanto y la actuación plena de gracia de todos sus
intérpretes”, y la comparó con los dibujos animados de Disney.13 En cambio, durante
su exhibición en España recibió comentarios negativos, entre ellos el del periodista
Antonio Barbero, quien escribió: “Unos cómicos malos y unos chistes pésimos y unos
decorados inadmisibles y un dragón intolerable. Y para colmo de males un tecnico-
lor [sic] peor que los cómicos, que los chistes, que los decorados y el dragón”.14 La
prensa nacional fue benévola, y la española, sospechosamente lapidaria. En pleno
franquismo, no debió ser bien visto un film hecho en su mayoría por republicanos,
pero más allá de las evidentes deficiencias y limitaciones de toda índole, Véjar sentó
un precedente importante tanto para el cine en color, como para el despliegue de un
nuevo género: el cine infantil, que aún tardaría décadas en desarrollarse.

El “auténtico” color local: ¡Así se quiere en Jalisco!


Fernando de Fuentes, pionero en tantos frentes —el cine de terror, el cine urba-
no, la comedia ranchera y las películas históricas—, abrió en 1936 los mercados
internacionales a México con la cinta Allá en el Rancho grande, que dio el primer
premio a nuestro cine, en la fotografía de Gabriel Figueroa. Sin proponérselo Fer-
nando de Fuentes detonó que a raíz de ese éxito, los productores saturaran las
pantallas con temas similares, como acusaba el periodista Rubén Salazar:

La fiebre del folklore ha paralizado al cine mexicano, lo ha atado a una


inexorable monotonía, insistentemente señalada por los críticos y tan tenaz,
sin embargo, que nada puede desplazarla […] El charro, la china poblana,
la canción quejumbrosa, o fanfarrona, todo eso son cosas que se repiten
incesante, implacablemente. Se diría que México es, sobre todo, cantores,
sombreros anchos y guitarras o bien, palurdos más o menos cómicos.15

Pero De Fuentes, hombre audaz y el creador de la fórmula original —charros


apuestos, indias bonitas, duelo de canciones —, filmó en 1942 Así se quiere en
Jalisco (antes La Lupe se va del rancho) con Jorge Negrete, considerado ya “el
artista más admirado en el cine de habla hispana”, y María Elena Marqués.16 Y es
que la apuesta del realizador no estaba en el tema, sino en la estética y la técnica.

Alquimia 71
“Por primera vez en la historia, la industria cinematográfica de un país ajeno a Ho-
llywood, llevará a la pantalla una cinta de largo metraje realizada totalmente a co-
lores”, anunció la primera plana de Cinema Reporter el 29 de mayo de ese año. El
proceso elegido fue el Cinecolor, y los cinefotógrafos fueron John W. Boyle, que
vino desde Hollywood,17 y el experimentado Agustín Martínez Solares, quien ha-
bía iniciado su carrera en los años veinte como fotógrafo de estudio, al lado de
sus hermanos Gilberto y Raúl, y de Gabriel Figueroa.18

Al estreno del film, aunque parezca increíble “gustaron sobre manera las cancio-
nes y el tipismo”,19 pero resultó una comedia fallida “porque todo se subordinó al
color y el color fue lo peor de la película”, como diría García Riera.

Una diva a todo color


Había realizado sólo una cinta, pero tenía la gloria de haber descubierto a María
Félix, una tarde de 1940 en la Avenida Madero. Desde entonces, Fernando A. Pa-
lacios abrigó la idea de dirigirla y pudo hacerlo tres años después, cuando llevó
a la pantalla La china poblana, la historia de la infortunada Catarina de San Juan,
una princesa oriental que vivió en el siglo xvii y luego fue vendida en la ciudad de
Puebla, donde nació la leyenda de ese personaje y su singular traje típico.

¿Por qué un director inexperto se arriesgó a filmar un largometraje interpretado por


una sonorense caracterizada de oriental y en película a color? ¿Por qué María Fé-
lix, quien ya había filmado como actriz estelar El peñón de las ánimas, María Elena
y Dona Bárbara, aceptó ese papel que nada tenía que ver con su personalidad?
Según Paco Ignacio Taibo I, el esfuerzo de Palacios tenía un solo fin: rendirle un
justo homenaje a la belleza de María, y eso sólo podía conseguirse con la película a
colores, por eso eligió filmarla en Cinecolor, bajo la dirección de fotografía de Raúl
Martínez Solares.20 La película a color, se dijo en aquel momento, también era idó-
nea para lucir el espectacular vestuario diseñado por el fotógrafo Luis Márquez.21

Por su parte, la propia María Félix expresó en reiteradas ocasiones que accedió
a participar por una deuda de gratitud con Palacios, “a sabiendas de que no era
un personaje para mí: yo tengo de china lo que un guajolote tiene de pavorreal”.22
Cualquiera que fuese la razón, esta ambiciosa producción despertó una gran cu-
riosidad en los medios impresos, gracias a que la compañía productora distribuyó
gacetillas en las que se afirmaba:

No sería audaz afirmar que es México en donde se ha obtenido mayor adelanto


en estos aspectos (el tratamiento del color). Una prueba de ello la van a tener
los cinéfilos, cuando aparezca en alguna importante pantalla la película de

72 Alquimia
Alquimia
Clasafilms, que por primera vez presenta la belleza fresca de María Félix a
colores naturales y que está bordada en la leyenda de la famosa princesa
china capturada por los piratas y traída a América en donde fue comprada
por un capitán español, hombre piadoso que la convirtió al cristianismo e
hizo de ella una santa.23

Así mismo, la premier se planeó para reinaugurar el cine Lindavista, el 8 de abril Material publicitario
impreso en España
de 1944, bajo el eslogan “María Félix, la más bella artista del Cine Nacional, en la de la película
Así se quiere en Jalisco
gran producción a colores La china poblana”. Sin duda el despliegue publicitario 1942
Col. Agrasánchez
funcionó, ya que desde ese día los espectadores abarrotaron la sala. A su vez, los Film Archive

comentarios sobre la actuación de “La Doña” fueron entusiastas, pero el proceso


de color utilizado en la película resultó deficiente, pese haber sido procesada en
Hollywood. Al respecto aparecieron en la prensa comentarios hilarantes sobre la

Alquimia 73
Revista de Revistas peluca entrecana utilizada por el recio actor Miguel Ángel Ferriz, que daba visos
México, abril de 1944
Col. Hemeroteca unas veces en rojizos y otras azulados. Sobre María Félix se comentó que parecía
Nacional de México
un luminoso árbol de Navidad con sus trajes de colores. Desafortunadamente no
existe una copia de la película para juzgarla, “dicen que se quemó en el incendio
de la Cineteca y que mis fans han removido cielo, mar y tierra buscando una copia.
Ojalá esté bien escondida y nunca la encuentren”, declaró irónica María Félix. No
obstante, el afán por localizar esa singular pieza continúa. Actualmente La china po-
blana es una de las diez películas más buscadas en la historia del cine mexicano.24

Un pintor en el cine: Juan José Segura


Diez años habían transcurrido desde la filmación de Novillero, pero el uso del co-
lor en el cine nacional seguía siendo una excepción. En ese sentido sobresale el
caso del pintor, arquitecto, director de arte y cineasta, Juan José Segura. Incan-
sable experimentador, desarrolló su propia teoría cinematográfica, en la que la
fotografía era un elemento fundamental: ésta “debe armonizar con el sonido y la

74 Alquimia
actuación […] debe dársele una importancia primordial, ya que tiene una belleza Manolita Saval y
y Pedro Vargas
plástica propia”.25 Segura adquirió experiencia en el uso del color con los cortos entre otros
en Fantasía ranchera
La cucaracha mexicana (1936), Extravaganza torera y Extravaganza mexicana Col. Agrasánchez
Film Archive
(1942), y en 1943 realizó el largometraje Fantasía ranchera, protagonizado por
Manolita Saval y Pedro Vargas. En aquella ocasión el director de fotografía fue
Alex Phillips,26 el padre de la cinefotografía nacional, quien literalmente colocó la
primera piedra del oficio desde su participación en Santa (Antonio Moreno, 1931).
Maestro e inspiración de varias generaciones, —desde Gabriel Figueroa hasta Toni
Kuhn— estuvo acompañado del operador de cámara Carlos Carbajal, quien a la
postre desarrollaría una interesante carrera. Pero ni la esmerada producción, ni el
atractivo del color, ni la parafernalia del vestuario, fue suficiente para convencer
al público local, cansado ya del pintoresquismo.

Un caso singular: Luis Osorno Barona y Río escondido


La relación entre pintura, fotografía y cine encontró un modelo ejemplar en la obra
de Luis Osorno Barona (Ciudad de México, 1907-1993) artista plástico formado en
la Academia de San Carlos bajo la tutela de Antonio García Núñez, Germán Gedo-
vius, y Agustín Jiménez. Los temas nacionalistas signaron tanto su obra plástica
como la fotográfica, así dan cuenta las imágenes de su autoría que se publicaron
en las revistas México al día, Revista de Revistas, Hoy, Sucesos, Así es México,
Ferronales, entre otras, en las que sus modelos portan trajes típicos de las distin-
tas regiones del país. Algunas de las imágenes ilustrarían incluso los calendarios
de la compañía Offset Galas.27

Al mismo tiempo, Osorno Barona se inició en el cine. Eligió el formato de 16 mm


para filmar en Technicolor (proceso del que fue especialista) cortos turísticos so-
bre todos los estados del país, en los que documentó los paisajes naturales, la
flora y la fauna, los bailes y costumbres o los sitios arqueológicos.

Alquimia 75
Luis Osorno Barona La difusión de los mismos a nivel internacional lo llevó a ser contratado por com-
Col. Luis Osorno
pañías importantes (Paramount Pictures, Metro Goldwyn Mayer y los Estudios Dis-
ney), y reconocido por publicaciones especializadas como Home Movies, que en
el mes de julio de 1945 lo nombró “el cinefotógrafo número 1 de México en el ma-
nejo del formato 16 mm”.

No extraña entonces que el meticuloso productor Raúl de Anda, en acuerdo con el


director Emilio “Indio” Fernández, eligiera a Osorno como el cinefotógrafo que fil-
maría a color una de las secuencias iniciales de Río escondido (1947), aquella en
la que Rosaura, la maestra rural interpretada por María Félix, recorre el Palacio Na-
cional, deteniéndose ante los murales que conforman “La epopeya del pueblo mexi-
cano” ejecutados por Diego Rivera en 1935, mientras una voz en off narra la historia
de nuestro país, desde la época prehispánica hasta el periodo post revolucionario.

Cabe apuntar aquí que la relación entre el pintor y el cineasta era cercana, como
da cuenta Adela Fernández, hija del “Indio”:

El nacionalismo, los movimientos de izquierda, y la clase media estaba en


pleno brote. Se luchaba por rescatar las raíces culturales y fue la época más
brillante del muralismo. El alma de todo ese mundo fue Diego Rivera y gracias
a la amistad que tuvieron el Indio y él la casa se convirtió en una especie de
cuartel de lucha y taller de ideologías […] además de las inquietudes políticas
se vivía una gran avidez por la difusión y apreciación de las obras de arte.28

Por ello la presencia de dichos murales a colores en el film es significativa. A nivel


narrativo, funcionó para adentrar al espectador al relato; a nivel estético, creó un
gran impacto visual al romper con la monocromía del resto del film, y en el ámbito

76 Alquimia
personal, significó un homenaje a la obra del artista.29 Se dice que a Gabriel Figue- La actriz Stella Inda
en un corto turístico
roa, el cinefotógrafo titular de Río Escondido, le pareció inadecuada la inserción filmado por Luis Osorno
ca. 1948
del fragmento a color porque consideraba que rompía con la estética de la película
—sin duda una de sus mejores propuestas—, su opinión tiene lógica. Recuérdese
que a lo largo de su exitosa y longeva carrera, Figueroa ponderó la supremacía
de la película blanco y negro. Él afirmaba: “Quizás porque el cine nació blanco y
negro, yo tengo esa, digamos fijación: creo que el blanco y negro tiene una fuerza
expresiva, una calidad onírica, que la contundencia, el realismo del color anula”.30

Pero la inserción de esa secuencia no fue un capricho. Fernández y Mauricio Mag-


daleno la concibieron así desde la escritura del guión original, que dice textual-
mente: “Escena 46. Shots de los frescos con Rosaura en primer término. Estas
escenas deberán tomarse en Technicolor”.31

Verdad o mito, lo cierto es que el crédito de Osorno Barona sí aparece en la pelí-


cula, pero no en los materiales publicitarios. Cierto es también que las copias que
se conocen son totalmente en blanco y negro. Al respecto, Jaime Jiménez Pons,
uno de los niños protagonistas de Río Escondido, recuerda que la copia proyec-
tada el día del estreno en el cine Orfeón (el 12 de febrero de 1948), no incluía la
citada secuencia a color. Raúl de Anda Sánchez, nieto del productor, comenta
que al hacer el transfer de la película de 35 mm a otros formatos suelen omitirse
los minutos en color. Queda ahí otro misterio sin resolver.

El caso anterior evidencia que eran contados los cinefotógrafos capaces de en-
frentar el reto de manejar el color, como ya lo hacían exitosamente los de otras ci-
nematografías. Varios factores influían en ese rezago, además del ya comentado

Alquimia 77
costo de producción y la falta de laboratorios especializados en el país, como era
la ausencia de una escuela de cine o institución en la que los cinefotógrafos y otros
técnicos pudieran tomar cursos. Conscientes de esa problemática, los miembros
de la Comisión Nacional de Cinematografía editaron en 1949 el libro El cine en
color, una recuperación histórica de los procesos utilizados desde el siglo xix, y
un manual técnico para actualizar a los camarógrafos mexicanos en el uso de los
nuevos procedimientos, como expone el propio Figueroa en el prólogo.

La transición al color en nuestra cinematografía se dio a cuenta gotas, y en los


primeros años de su desarrollo, siempre asociada a temáticas nacionalistas o al
cine infantil. Y aunque a partir de Río Escondido otras películas integraron, al me-
nos, una secuencia a color como ocurrió en Escuela de música (Miguel Zacarías,
1955) y El médico de las locas (Miguel Morayta, 1956), será hasta finales de los
años cincuenta cuando la frase “a todo color” se vuelva una realidad.

Ernesto García Cabral


Cartel de la película
El médico de las locas
Col. Agrasánchez
Film Archive

78 Alquimia
1 Una buena historia de este proceso se encuentra en James Layton y David Pierce, The down of
Technicolor, 1915-1935, Rochester, George Eastman Museum, 2015. El presente artículo hace énfa-
sis en el trabajo y aportaciones de figuras poco reconocidas en la historiografía del cine mexicano,
por lo que no ahonda en las trayectorias de Alex Phillips, Agustín Jiménez, Gabriel Figueroa o Emilio
“Indio” Fernández, ampliamente estudiadas.

2 Anthony Slide, The New Historical Dictionary of the American Film Industry, Nueva York, Fitzroy Dear-
born Publishers, 1998.

3 Ross Fisher (Montana, 1887-Ciudad de México, 1951) alcanzó notoriedad desde muy joven por su
singular estilo de iluminar. Así lo prueban las notas y loas que le dedicó la prensa especializada de su
país. Lo mismo sucedió en México, a partir de su afortunado debut en la cinta El anónimo (1932) de
Fernando de Fuentes, para el que fotografió también El prisionero trece (1933), El compadre Mendoza
(1933) y El Fantasma del convento (1934). Puede verse más sobre él en el artículo “Ross Fisher” en
Cuartoscuro, núm. 110, oct-nov. 2011, disponible en: https://issuu.com/f.arbos/docs/cuartoscuro110.

4 La compañía patentó un sistema que utilizaba dos colores. Era competidora de Technicolor.

5 José Ortiz Ramos (Tacámbaro, Michoacán, 1911-Ciudad de México, 2009) ascendió pronto a cine-
fotógrafo, fue uno de los más importantes del cine mexicano. Realizó la fotografía de clásicos como
Nosotros los pobres (1947) y Ustedes los ricos (1848) dirigidas por Ismael Rodríguez; y de Alejandro
Galindo: Una familia de tantas, Hay lugar para… dos (ambas 1948), Esquina bajan (1949), y La casta
divina (Julián Pastor, 1976).

6 Jorge Gutiérrez Zamora inició su carrera en el cine silente junto a Ezequiel Carrasco, Miguel Contreras
Torres y Manuel Ojeda. Colaboró activamente con Agustín Jiménez como su operador de cámara.

7 Hugo del Mar, “Luces y sombras del cine nacional”, Revista de revistas, 15 de marzo de 1936.

8 The Film Daily, en su edición del 23 de febrero de 1937, anunciaba en primera plana “First Spanish All-Color
Pix Clicks; Seconda Slated”, a su vez, Cine Mundial le dedicó varias notas ilustradas al cortometraje.

9 “Casos y cosas del cine nacional”, Filmográfico, julio 1938, p. 36.

10 Según la investigadora Esperanza Vázquez Bernal, estudiosa de su obra, este sistema se basaba en
el uso de los colores primarios y era similar al Technicolor. Elisa Lozano, “Entrevista a Esperanza Váz-
quez Bernal”, Ciudad de México, 1º de junio de 2016.

11 Entre 1936 y 1955, Carlos Véjar (Colima, 1906- Ciudad de México, 1996) filmó una decena de títulos
que no alcanzaron mayor repecusión. Véase el artículo de Claudia Camberros Vaca, “Carlos Véjar
Cervantes: precursor del cine colimense”, en Eduardo de la Vega (coord.), Microhistorias del cine
en México, México, Universidad de Guadalajara-Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto
Mexicano de Cinematografía-Cineteca Nacional-Instituto Mora, 2000, p. 183.

12 Sobre la trayectoria cinematográfica de Agustín Jiménez véase: Carlos Córdova, Agustín Jiménez y la
vanguardia fotográfica mexicana, México, 2004; Jesse Lerner, Elisa Lozano y José Antonio Rodríguez,
Agustín Jiménez. Memorias de la vanguardia, México, RM, 2007, y Alquimia, núm. 11, enero-abril, 2001.

13 Xóchitl Agrasánchez, en: http://www.mexfilmarchive.com/documents/las_aventuras_de_cucuruchito_y_


pinocho_carlos_vj.html

14 Antonio Barbero, “Cartelera madrileña”, Cámara, 15 de mayo de 1946, p. 46, citado en Ángel Miquel,
Crónica de un encuentro. El cine mexicano en España, 1933-1946, México, Universidad Nacional Au-
tónoma de México, Difusión Cultural, Filmoteca de la unam, Publicaciones Fomento Editorial, Centro
de Estudios Mexicanos en España, 2016, p. 149.

15 “Más calidad y menos cantidad”, Cine, octubre, 1938, citado en Emilio García Riera, Historia docu-
mental del cine mexicano, t. 2, México, Universidad de Guadalajara, 1993, p. 8.

16 El Cine Gráfico. Anuario, 1944-1945. Fuentes regresó al uso del color en 1948, cuando filmó la segun-
da versión de Allá en el Rancho grande con Jorge Negrete al frente del reparto, y fotografía de Jack
Draper, otro gran cinefotógrafo estadounidense residente en México.

17 Ya en 1924 la revista American Cinematographer consideraba a Boyle (1891-1951) uno de los “big
leaguer” de la profesión.

Alquimia 79
Alquimia
18 Agustín Martínez Solares (Ciudad de México, 1902-1965) fue el mayor de los hermanos. Desarrolló
una productiva carrera como cinefotógrafo, que inició en 1932 y concluyó el año de su fallecimiento.
Fue padre del actor Agustín Martínez Solares, galán de los años sesenta y setenta.

19 El Cine Gráfico. Anuario, 1944-1945, p. 325.

20 Al igual que sus hermanos, Raúl Martínez Solares (Ciudad de México, 1908-1972), se inició en la foto-
grafía de estudio y fue un prolífico stillman. Entre sus películas destacan sus colaboraciones con Ro-
berto Gavaldón en El socio (1945), Rosauro Castro (1950) y Doña Macabra (1971); con Luis Buñuel
en Una mujer sin amor (1952), La ilusión viaja en tranvía (1953), El río y la muerte (1954), y junto a Luis
Alcoriza en Tiburoneros (1964).

21 Paco Ignacio Taibo I, María Félix, 47 pasos por el cine, México, Ediciones B, 2004, p. 39.

22 María Félix, Todas mis guerras, México, Clío, 1993, p. 69.

23 Taibo, op. cit., p. 58.

24 Alejandro Cárdenas Ochoa, “La china poblana, se convierte en la cinta más buscada”, El Universal,
10 de abril de 2002.

25 Juan José Segura, “La cinematografía desde el punto de vista de un pintor”, Filmográfico, octubre
de 1933.

26 Juan José Segura (Guadalajara, Jal. 1901-Ciudad de México, 1964) y Alex Phillips se conocían de tiem-
po atrás, él fue asesor técnico de Hoy comienza la vida, la única película dirigida por Phillips. Claudia
Negrete álvarez, ha realizado un profundo estudio del gran maestro canadiense en su tesis doctoral
“Historias narradas con luz. tres décadas de labor cinefotográfica de Alex Phillips (1921-1949)”, Mé-
xico, unam, Facultad de Filosofía y Letras, 2009.

27 Al respecto véase: Alfonso Morales Carrillo, La patria portátil. 100 years of Mexican Chromo Art Ca-
lendars, catálogo de exposición, México, Museo Soumaya, 1999. La Cineteca Nacional conserva en
su acervo buena parte de los materiales fílmicos de Luis Osorno Barona, forman parte del proyecto
“Archivo Memoria”, y están a consulta pública en la Videoteca Carlos Monsiváis.

28 Adela Fernández, El Indio Fernández. Vida y mito, México, Panorama, 1986, pp. 153-154.

29 Sobre la presencia de la obra de Rivera en el cine mexicano, véase el interesante artículo de Eduardo
de la Vega, “Puentes entre Río Escondido y La fórmula secreta (I)” en: http://www.correcamara.com.
mx/inicio/int.php?mod=columnas_detalle&id_columna=1578.

30 Alberto Isaac, Conversaciones con Gabriel Figueroa, México, Universidad de Guadalajara-Universidad


de Colima, 1993, p. 71.

31 Emilio Fernández, Mauricio Magdaleno, Río Escondido, guión mecanoescrito. Clasificación: G-02099/A,
Centro de Documentación. Cineteca Nacional.

Agradecimientos
A Luis Osorno y Guillermo Osorno, por los datos e imágenes de su padre,
Raúl de Anda Sánchez, Jaime Jiménez Pons, Martha Montero y Nacho Mén-
dez. En la Cineteca Nacional a Dora Moreno, Tzutzumatzin Soto Cortés,
Marícarmen López Ortiz, Raúl Miranda y todo el personal del Centro de Do-
cumentación y Videoteca. Un agradecimiento especial a Xóchitl Fernández
(Agrasánchez Film Archive) siempre generosa, por la localización, y envío
de materiales que ilustran este artículo, así como a Francisco Montellano
(Fotofija) y al investigador Ángel Miquel, por dar a conocer el rico archivo
de Lluis Benejam (Archivo Cine, España) al que contacté gracias a él, quien
a su vez, generosamente me envió y permitió la reproducción de una de las
imágenes que ilustran este artículo.

80 Alquimia
Alquimia

También podría gustarte