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LA AUTORIDAD DEL SEÑORIO DE CRISTO

INTRODUCCION
Hablamos mucho en la iglesia acerca de la necesidad de la salvación, y si
bien sabemos que la palabra “Jesús” significa “salvador” y que él vino a
salvarnos, no siempre está claro qué es. Muchas veces cuando le
preguntamos a la gente: ¿De que te salvó Jesús?, dicen muchas cosas pero
no tienen un concepto claro sobre qué es ser salvo. Este tema enla
Bibliaes central, es fundamental, porque Cristo vino a salvarnos y a darnos
la certeza de la salvación.

La salvación tiene que ver con la pertenencia al reino de Dios, con tener
carta de ciudadanía de ese reino. Es muy importante saber si
pertenecemos al reino o no porque la salvación se recibe aquí en la tierra.
Jesucristo vino a predicar: “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha
acercado”. La palabra arrepentíos no es una petición sino una orden, Dios
manda a todos los hombres que se arrepientan. Dicela Bibliaque los
hombres están perdidos en sus delitos y pecados y la salvación tiene que
ver con la obediencia a esa orden, eso predicaba Juan el bautista y Jesús.

LA OBEDIENCIA TE INTRODUCE EN EL REINO DE DIOS


Existe un reino en los cielos, su Rey es Jesucristo, al que se le llama “Rey
de Reyes y Señor de Señores”, es decir, Él es sobre todos los reyes y
señores de la tierra, está por encima de todos. La salvación tiene que ver
con la pertenencia al reino de los cielos y que Jesucristo sea mi Rey y mi
Señor, esto significa que me haya puesto bajo la soberanía de Dios.

Hay una doctrina enla Biblia, que tiene que ver con el señorío de
Jesucristo, que no está muy clara en la iglesia y en el mundo, porque para
que la gente no se ponga mal no se la hemos explicado bien. A la gente le
decimos que Jesús es muy bueno y misericordioso, y hasta llegan a creer
que Dios no castiga. Les pregunto: Aquel padre que no disciplina a sus
hijos, ¿es bueno? ¡No! ¡Habría que meterlo preso a ese padre! Los hijos
deben ser disciplinados porque si no, tendremos la calle llena de
drogadictos, subversivos y violentos, de jóvenes a los que sus padres no
les pusieron límites y no ejercieron autoridad para que fueran contenidos.
Estos chicos no aceptan leyes, órdenes, directivas, ni autoridad de ninguna
clase. No hemos entendido bien el señorío de Jesucristo y hemos
enseñado mal las cosas para que la gente no se ofenda. Entonces se le
llama cristiano a una clase de gente que tiene cierta simpatía por el
evangelio.

¿Qué significa que Jesucristo es mi Señor? Muchas personas dicen que


Jesús es su Señor pero cuando los vemos actuar nos damos cuenta que no
lo es, esos cristianos no están bajo la autoridad del Rey de reyes y Señor
de señores y se van a ir al infierno. Tienes que asegurarte que eres un
súbdito del reino de los cielos, y que Jesucristo es tu Señor. No es una
cuestión sentimental, hay gente que le simpatiza el evangelio pero el trato
con Jesús no tiene que ver con eso, porque si eres un simpatizante, Dios
no puede exigirte nada, el día que demande algo, te ofenderás. Si
Jesucristo es el Señor, Él ordena todas las cosas en tu vida, si Él no lo hace,
entonces no es tu Señor.

Existe otro error, hay quienes creen que Jesús está de acuerdo con ellos y
dicen: “Bueno yo pienso que…” ¡No tienes que pensar que…! ¡Tienes que
saber si lo que estás pensando es lo mismo que esta pensando Cristo! Si
no es así, entonces estás contra él.

Vamos a analizar varios pasajes de la Bibliaque tienen que ver con esto.
Lucas 19 versículo 1 relata: “Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba
pasando por la ciudad.Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era
jefe de los publicanos, y rico,procuraba ver quién era Jesús; pero no podía
a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.Y corriendo delante,
subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por
allí.Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo:
Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu
casa.Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.Al ver esto, todos
murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre
pecador.Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la
mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno,
se lo devuelvo cuadruplicado.Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a
esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.Porque el Hijo del
Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

Si observamos estos versículos nos daremos cuenta que Jesús dio órdenes
a Zaqueo. Le dijo: bájate, apresúrate y se invitó solo… “date prisa… porque
hoy es necesario que pose yo en tu casa”. ¡Zaqueo no entendía nada!
Porque él no conocía a Jesús; quería conocerlo y como era bajito se subió
a un árbol para poder ver quien era este Jesús. Ya en su corazón algo muy
fuerte estaba ocurriendo y Jesús lo sabía, de tal manera que, cuando llegó
a ese lugar, Jesucristo ya tomó el señorío sobre su vida.

Imagínate esta otra conversación: “¿Usted es un cobrador de impuestos?


Sí, lo soy… Entonces usted tiene mucho dinero y es jefe, ¿verdad? Sí, yo
doy órdenes.” E imagínese a Jesús preguntándose: “¿Y ahora cómo le
explico que el jefe soy yo?” Le podría decir: “Mire señor Zaqueo, no se
vaya a ofender, usted está interesado en conocerme, en saber quién soy…
bueno, yo soy Rey de reyes y Señor de señores y también soy jefe de
todos los que están debajo mío. Lo que puede hacer es comenzar a
conocerme y va cambiando de a poquito… traigo un evangelio tremendo
pero no le puedo enseñar en un ratito todo… ¿Qué le parece si tomamos
un cafecito juntos?” Jesús mete la mano en el bolsillo y dice: “Yo traigo
dinero y lo pago…” Y Zaqueo dice: “¡No, por favor! Vamos a mi casa.” A lo
que Jesús responde: ¡No, por favor, vamos a molestar a su señora!” ¡No
hubo lugar para una conversación de ese tipo! ¡Jesús se invitó solo a la
casa de Zaqueo! ¡¡Y fue con los doce discípulos!! Así que Zaqueo apareció
en su casa con Jesús y los doce discípulos, y su señora le habrá dicho:
“Zaqueo, ¿qué me hiciste? ¿Por qué no me avisaste que vendrías a comer
con invitados?” A lo que Zaqueo habrá respondido: ¡No los invite! ¡Se
invitaron solos!

Cuando una persona entiende quién es Jesús automáticamente se pone


bajo su autoridad. Estaban conversando y comiendo, y de repente Zaqueo
se levanta, el jefe, y le dice a Jesucristo: “Señor”. En aquel entonces había
una palabra muy específica para los que eran jefes, amos, y la palabra es
“Kurios” que significa “Señor, el que manda”. No es como la que usamos
actualmente para llamar a cualquier hombre. Zaqueo le dijo: “Señor, voy a
devolver el dinero a todo el que le he robado, multiplicado por cuatro.” Y
Jesús dijo: “Ha entrado la salvación a esta casa”. La pregunta es: ¿Cuándo
entró la salvación a la casa? ¡Cuando se arrepintió! ¿No le explicó los
cuatro pasos de la salvación? ¡No! ¡No hubo que explicarle nada! Ni la
sangre, ni la cruz de Cristo, ni que Él era el verbo encarnado que
descendió del cielo. La salvación se manifiesta automáticamente en el que
decide en su corazón que Jesucristo es su Señor. Aquel que se arrepiente
de vivir como lo está haciendo y decide que Jesús es el Señor, ¡ese es
salvo!

Cuando una persona dice que va a aceptar a Jesús como su salvador, y


repite una oración, nosotros le decimos: ¡Ya eres salvo! Ahora tienes que
bautizarte… ¿Bautizarme? Sí, porque Jesucristo dijo que todo el que creía
debía bautizarse… Ah… ¡pero esta muy frío! ¡No lo siento! Me pregunto:
¿De qué sirve la oración que hizo? ¡¿Es Jesús el Señor o no?!

Yo me doy cuenta rápido cuando una persona es oveja mía o no, cuando
como pastor le doy órdenes; la oveja conoce la voz del pastor, le obedece
y le sigue. El verdadero hijo de Dios, el que tiene salvación, tiene una
pasión por obedecer a Jesús, seguirle y hacer lo que Él quiere, porque
entiende que Jesús es el Señor.

La iglesia no ha entendido bien como es el tema del señorío de Cristo.


Jesús dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa, ¿Por qué? ¿Porque se
había aprendido todo el evangelio? ¡No! Porque se puso bajo el señorío de
Jesucristo y creyó en Él; ya no importaba que más pudiera enseñarle Jesús,
Zaqueo seguiría creyendo, y obedecería cada orden. Si no obramos como
Zaqueo tendremos que vivir decidiendo a diario si Jesucristo es el Señor, si
mañana me manda a hacer algo que yo no quiero, entonces me salgo del
reino. Debemos entender bien que estamos al servicio del Señor
Jesucristo quien es Rey de reyes y Señor de señores.
ESTAR BAJO EL SEÑORIO DE CRISTO, TE DA AUTORIDAD
Veamos lo que dice Lucas 17:7: “¿Quién de vosotros, teniendo un siervo
que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa,
siéntate a la mesa?¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y
sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe
tú?¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado?
Pienso que no.Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os
ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos
hacer, hicimos.”

No entendemos bien estas cosas, yo tengo problemas cuando le doy


órdenes a algunos hermanos, porque empiezan a decir: “¿Este tipo quién
se piensa que es? Creí que era mejor este Márquez…”

Yo soy representante de Jesús en la tierra, y quiero que sepas que si eres


oveja y eres de Misión Vida, debo ordenarte, para que sepas como
funciona el reino de los cielos, y tú debes obedecer. Estoy aquí
ayudándote a crecer en la vida cristiana por orden de Jesucristo, ¡Ay de mí
si Cristo no me hubiera levantado! Estaría dando órdenes no de parte de
Él, pero estoy puesto por Él. Entonces, siempre se plantea un paralelo
entre el mundo visible y el mundo espiritual, Jesús no le da órdenes a la
gente personalmente, Él nos ha puesto a todos bajo autoridad delegada.
Ahí se pone difícil porque algunos, si fuera Jesús en persona quien les
diera órdenes, sí obedecerían, pero viéndole la cara al pastor Márquez ¡No
les da ganas!

Jesús conocía los corazones que ya estaban preparados preparados.


Mateo 9:9 dice: “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo,
que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y
se levantó y le siguió.” Este era otro cobrador de impuestos, estaba
sentado en la mesa cobrando impuesto y tenía una fila de personas
esperando. Jesús ya sabía que Mateo creía que Él no era uno más.
Seguramente a Mateo le ardía el corazón al pensar: “¿Qué hago en esta
mesa cobrando impuestos? ¡Cómo me gustaría ser uno de sus discípulos!
He oído tantas cosas de Jesús que me arde el corazón… pero aquí estoy
atado a esta mesa haciendo siempre lo mismo.” Un día pasa Jesús y le
dice: ¡Sígueme! Y dejándolo todo le siguió y vino a ser uno de los
discípulos. Jesús no le dijo: “Buen día señor Mateo, si tiene un minutito
me gustaría explicarle algo que puede ser muy conveniente para usted.
¿Sabe lo bien que le vendría arrepentirse? ¡Seria fenomenal!” ¡No le
explicó nada! No le dijo ni siquiera ¡arrepiéntete! Ya sabía Jesús que ese
hombre estaba con un corazón dispuesto a obedecerle.

Donde se manifiesta el Señorío de Cristo, ahí hay salvación. Jesús no le


preguntó si podía hablar con él, le dijo ¡Sígueme! A muchos les dijo lo
mismo pero no todos le obedecieron. “Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo:
Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.Jesús le dijo: Deja
que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de
Dios.Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me
despida primero de los que están en mi casa.Y Jesús le dijo: Ninguno que
poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de
Dios.”

No estamos para que el Señor nos obedezca, estamos para obedecerle. Si


tu corazón está dispuesto, tu eres salvo. Si tu corazón es obediente, la
salvación reposa en tu vida. Si cuando Jesús requiere algo de ti, tú
respondes, entonces Él es tu Señor y Salvador. Pertenecer al reino de los
cielos no significa que tenemos que explicarte cada situación sino que
simplemente tenemos que decirte lo que Dios quiere y tú tienes que estar
a la orden. Si Cristo te puede dar órdenes y en Él estás dispuesto a
obedecer, entonces tú has creído al evangelio, y estás bajo el Señorío de
Jesucristo. Quien está bajo ese Señorío, está en el reino de Dios. La
obediencia te introduce en el reino de Dios. No son necesarias muchas
doctrinas, ni muchas enseñanzas, es simplemente aceptar que Jesucristo
es tu Señor.

CONCLUSION
El evangelio del reino no está basado en los beneficios que recibimos de
Cristo sino en sus exigencias, no en que yo reciba a Cristo, sino en que Él
me reciba a mí.

Si puedes declarar que le vas a obedecer en todo lo que te mande, que Él


va a ser lo primero en tu vida, que no le vas a poner excusas como el joven
rico, y que le vas a seguir como Mateo o Zaqueo sin preguntarle a donde
va, entonces el reino de los cielos viene a tu vida.

Si hoy decides ponerte bajo la autoridad y el señorío de Cristo, haz esta


oración: “Jesús, te pido perdón porque hasta hoy sólo he venido a ti a
pedir y a buscar los beneficios del reino pero no he conocido lo que es ser
obediente. Hoy decido que te pertenezco y que todo lo que me pidas lo
voy a hacer, declaro tu Señorío sobre mi vida. Declaro que viene sobre mí
el reino de los cielos y la vida eterna, y declaro que el Espíritu Santo me
llena y la vida de Cristo se manifiesta en mí. En el nombre de Jesús,
amén.”

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