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Las economías domésticas están compuestas por las personas, que pueden vivir
solas o en familia, y también por las agrupaciones culturales o deportivas que
no tengan ánimo de lucro y cuyo fin sea el de maximizar la satisfacción de sus
necesidades mediante el consumo de bienes y servicios. Para obtener los
ingresos que necesitan a la hora de adquirir los bienes para satisfacer sus
necesidades ofrecen sus recursos en forma de factores productivos.
Otro agente económico son las empresas. Éstas son las encargadas de
transformar los factores productivos en bienes y servicios, para ofrecerlos a los
otros agentes económicos y de esta forma conseguir unos beneficios lo más alto
posible. Para poder elaborar los bienes y servicios, necesitan recursos naturales,
trabajo y capital, es decir, lo que hemos denominado factores productivos.
Las familias demandan bienes y servicios en la medida en que les son útiles, es
decir, satisfacen sus necesidades. La gran variedad de necesidades que
presentan las personas está relacionada con la amplísima gama de bienes y
servicios que las empresas ofertan para ajustarse a las diferentes necesidades.
La simple observación de nuestro entorno nos muestra como de cada tipo de
bien existen numerosas variedades con características ligeramente diferentes.
Si, por ejemplo, analizamos el calzado, podemos comprobar que se presentan
numerosos tipos de zapatos, desde los deportivos hasta los más elegantes y
sofisticados de fiesta. Esta variedad responde a las diferentes necesidades de los
consumidores a los que trata de ajustarse la oferta de las empresas.
Para satisfacer las necesidades que se presentan, las familias adquieren los
bienes y servicios que permite su disponibilidad de renta. Por este motivo, las
características económicas de las familias, sus niveles de ingresos y las fuentes
de donde los obtienen son relevantes para la economía. Las limitaciones pre-
supuestarias o de tiempo disponible son datos importantes a la hora de analizar
la demanda de las familias. Pero en general se puede afirmar que todos los datos
sobre las características económicas y demográficas de la población tienen una
gran importancia para la economía. Por una parte, la población es la que
experimenta las necesidades para las que deben obtenerse los bienes que las
satisfagan. Por otra, la población representa la fuerza laboral de un país y es en
buena medida la base para el desarrollo de la actividad económica. El tamaño
de la familia, su nivel de ingresos, el tipo de ocupación, las zonas de residencia,
etc. son datos que interesan a las empresas y al Gobierno para poder adoptar sus
decisiones futuras.
De entre las variables anteriores, las relativas a la situación laboral tienen una
importancia decisiva. Para llevar un registro de la situación laboral, la población
total se divide en población activa y población no activa. La población activa
comprende a las personas en edad de trabajar que tienen trabajo, más las que
están desempleadas y están buscando trabajo. La población activa se clasifica en
población ocupada y población desocupada (desempleada o en paro). En el
lenguaje corriente utilizamos el término empleo, que se opone al de paro. La
población no activa engloba a las personas que no están en edad de trabajar y a
las que estando en edad de trabajar no buscan empleo.
Para la mayoría de los bienes, a medida que aumenta su precio nuestros deseos
y posibilidades de compra disminuyen, y viceversa: a medida que dis- minuye
el precio, nuestros deseos y posibilidades de compra aumentan. La relación
entre precio y cantidad demandada es, por tanto, inversa. Esta relación entre la
cantidad demandada y las variables que la determinan puede expresarse, para
un bien genérico x, en una función matemática denominada función de
demanda, que se expresaría como sigue: