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Publicadorfd, Journal Manager, 43879-154291-1-CE
Publicadorfd, Journal Manager, 43879-154291-1-CE
AD MINISTRATIVO
ALBERTO RA«ióx REAL
Ex Profesor de Derecho Administrativo y ex Decano de la Facultatl
de I7crcclio y Ciencias Sociales Universidad de la Repú blica
(Clon tevidco) .
S U M A R I O
INaRODUccio
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má s verdadera que nunca la clá sica afirmació n de Berthé lemy: en
el derecho constitucional se encuentran las cabezas de co9íftdn def
derecho administrat ivo. Sin constitucionalismo vivo no hay verdadero
derecho administrativo, ni ciencia del mismo, que valga la pena. Esa
es nuestra tesis. A su demostració n nos aplicaremos principalmente.
I. P R E c i s i o N E R M i N O L O G I C A
Y C O N C EP T U A L
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de {undoittrtHaciÓn y darle al concepto toda la amplitud que tiene
en la realidad jurídica, que va má s allá de los llamados motivos.
Entre los autores que emplean estrictamente el vocablo motivació n
mencionaremos a hlarienhoff y a Waline.
Marienhoff° entiende por motivació n la expresió n de los motivos
que indujeron a la administració n pú blica a la emisió n del acto y,
para é l, rriotico equivale a cnuin como “an teceden tes o circunstancias
de hecho o de derecho que en cada caso llevan a dictar el acto”°.
También Waline4 entiende por motiuaci ón la explicació n de los
motivos de lo resuelto, just ipicar lo “po› nio cierl a situ mci ón ble hecho
existente en el momento en que es tomada la decidió n”. Distingue
precisamente, de estos motivos los mómiles concebidos como “el sen-
timiento, el deseo que ha inspirado al autor del acto” y que puede
determinar el vicio de de5viació n de poder*.
Pero en el uso general de la doctrina (y especialmente de la ita-
liana) motivació n abarca tanto la expresió n de los motivos, antece-
dentes o presupuestos, como de la finalidad perseguida y en general,
toda la justificació n o fundamentació n del acto.
García de Enterría6 expresa el concepto amplio: “mo tim ar un
acto obliga a fijar, en primer té rmino, los hechos de cuya considera-
ció n se parte y a incluir tales hechos en el supuesto de una norma
jurídica; y, en segundo lugar, a razonar có mo tal norma jurídica im-
pone la resolució n que se adopta en la parte dispositiva del acto”.
Bielsa entiende por motivació n la “exposició n de razones o funda-
mentos (motivos) que justifican la decisió n respecto a los actos jurí-
dicos”*. Pero su concepto de motivos es amplio y abarca los motivos
presupuestos (situació n antecedente) y los motivos determinantes (el
elemento teleoló gico)
Alessi° expresa un concepto amplísimo de motivació n: es la expo-
siciÓ n de los motivos que han inducido a la administració n a dictar
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el acto, y motivo es “la serie de representaciones psicoló gicas que
han determinado la voluntad de la autoridad a dictar el acto. Pre-
cisamente a travé s de la motivació n se exterioriza el momento de
la evaluació n comparativa entre el interés a realizar y el medio a
elegir”.
Gordillo en un agudo pá rrafo sobre la inoticeció r ¡10 enseñ a que
constituye “la fundamentació n fá ctica y jurídica con que la adminis-
traciÓ n entiende sostener la legitimidad y oportunidad de la decisió n
tomada”. Precisamente si es la fundamentació n, preferimos llamar-
la así.
Este alcance, tan amplio, de la palabra “motivació n”, desbordan-
te de los precisos motivos antecedentes e inclusivo de los propó sitos
finales, y de toda la justificació n, tanto jurídica como de oportuni-
dad y mé ri to, me lleva a preferir el vocablo y concepto fundamen-
tació n, que es orr.nicomprensivo y que cuenta con el patrocinio del
tratadista portugué s II arcelo Caetano en su ú ltima obra, editada en
Brasil, sobre los principios fundamentales del derecho administrati-
vo1'. El alcance del concepto fundamentació n es amplio y abarca, se-
gú n Caetano, los motivos en sentido muy amplio: “las razones por
las que el ó rgano administrati o tomó cierta decisió n y pueden con-
sistir en f undamentos de derecho o en hechos”.
Eisenmann, seguido por Guy Isaac1'^'•, rechaza la noció n de moti-
vos concebidos como condiciones de fondo (de hecho y de derecho)
del acto. Esta noció n lleva ló gicamente a restringir el alcance de la
motivació n (Of ar-enhoff y Tt'aline) como exposició n de los motivos
antecedentes. Eisenmann entiende que motivació n tiene un sentido
amplio, procedente del derecho r• ocesal, que alude a la justificació n
total contenida en el acto y que por ello es confuso y objetable usar
la palabra motivos (y por ende motivació n) en sentido estrecho y
referido a los antecedentes. Si se acepta este sentido, documental y
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amplio, de la palabra motivos y de la motivació n (como premisas
ló gicas o razones tenidas en cuenta para dictar la decisió n, conside-
raciones sobre los hechos y el derecho) entonces no es necesario cam-
biar motivació n por fundamentació n. Pero dada la difusió n de la
idea de motivos como antecedentes objetivos, creemos preferible
emplear fundament‹ición, que evita toda confusió n. Este alcance es el
que se atribuye a la motivació n en el dereclio procesal.
Tomo el concepto de motivació n del Vocabulario Jurídico de
nuestro procesalista Couture: “iMotiuación (de sentencia) . Cionjunto
de razonamientos, de hecho y de derecho, en los cuales el juez apoya
su decisió n y que se consignan habitualmente en los considerandos
de la sentencia”. Ejemplo: la sentencia deberá ser motivada por la
aplicació n de la ley a los hechos.
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sentencia justificaba la admisió n del recurso extraordinario ite nuli-
dad notoria, aú n contra la cosa juzgada segú n el art. 679 del mis-
mo Có digo que lo acordaba contra las sentencias de tercera ins-
tancia y las de segunda confirmatorias de las de primera. Ahora
tenemos el recurso de casació n por erró nea aplicació n de derecho.
La necesidad de fundamentar las sentencias es un medio tendien-
te a obtener la fidelidad del juez a la ley escrita, en el Estado cons-
titucional de derecho, basado en la sumisió n de los jueces a las le-
yes, segú n la enseííanza clá sica de hIontesc[uieu: El juez es la voz
de la ley que se hace viva por su medio. La exigencia de fundamen-
tació n legal de las sentencias no sú lo procura el convencimiento de
las partes sino la sujeció n del juez a la ley. Es una “ligaclura psico-
ló gica extraordinariamente eficaz que une al juez con la ley”, escri-
be Hans Reichell3/ p rque permite “fiscalizar al juez con respecto
a su fidelidad legal, impidiendo sentencias inspiradas en una vaga
equidad o en el capricho”.
Esta aplicació n a lo judicial del ideal del gobierno por las leyes
y no por los hombres, del constitucionalismo liberal, o sea la nomo-
cracia, se reflejó en el discurso del miembro informante de la Asam-
blea Consti tuyente y Legislativa de 1830 del Uruguay, Dr. José
Ellauri: la independencia del Poder Judicial “bastará para asegurar-
nos que no será n en lo sucesivo los hombres quienes nos jueguen si-
no las leyes”. La fó rmula de la nomonacia viene de la Gonstitución
de Massachusetts de 1780 (art. xxx) que la expresó como finalidad
de la separació n de poderesl4 Esta fórmula encierra cierto simplis-
mo, ya que tambié n son hombres los que hacen las leyes, como ob-
servó Harrington en el siglo xvul6 pero las leyes, mediante su ge-
neralidad, procuran asegurar el trato igualitario a los gobernados.
Por otra parte, los jueces tambié n son hombres y por eso a veces se
habló del gobierno de los jueces para descalificar los abusos ideoló -
gicos del Poder Judicial norteamericano del pasado.
Desde luego, hoy tambié n se considera irreal e ilusoria la concep-
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ció n mecanicista y silogística de la funció n jurisdiccional, como me-
ra ejecució n de la ley, supuesta omnipotente y omnisapiente. Aú n
en los países de derecho escrito se ha reconocido el papel creador de
la interpretaciÓ n judicial, sobre todo en ciertos casos de lagunas de
la legislació n. El poder normativo de la jurisprudencial° sobre to-
do de la administrativa, se disimula a veces con la invocació n de
principios generales de derecho, descubiertos o explicitados por la
jurisprudencia para suplir la omisió n del legislador*°.
En la jurisprudencia contencioso-administrativa francesa tenemos
precisamente el mejor ejemplo de lo expuesto: ella proclama como
r•incipio general de derecho el de que toda decisió n jurisdiccional
administrativa debe ser fundada. El Consejo de Estado francé s ha
reiterado, como una regla general que se impone a todas las juris-
dicciones administrativas, aú n en ausencia de texto, la de que toda
decisió n dictada por una jurisdicció n debe ser motivada' .
En ltalia 1a propia Constitució n republicana vigente dispone en
su art. 11I: “todas las medidas jurisdiccionales deben ser motivadas”.
La elevació n del requisito de motivació n de la sentencia a garan-
tía constitucional, en Italia, mereció un bellísimo y profundo estu-
dio de Calamanñ rei, pleno de sabiduría, contenido en su libro so-
bre proceso y democracia10 Afirmó el gran maestro italiano que “el
signo má s importante y má s típico de la “racionalizació n” de la
funció n jurisdiccional es la motivació n”°°
Indica que la motivació n es tenida, hasta tal punto, como esen-
cial garantía de la impugnació n, que el derecho italiano, como otras
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legislaciones, ha previsto como especial motivo del recurso de casa-
ció n, “la omisa, insuficiente o contradictoria motivació n acerca de
un punto decisivo de la controversia” (art. 360, N°. 5, crc) .
Es conveniente recordar tambié n, que bajo el antiguo ré gimen
absolutista la solució n era distinta, de tipo autoritario; es destaca-
ble la innovació n garantista de la Revolució n Francesa en esta ma-
teria, que no ha hecho má s que afirmarse y extenderse con el desa-
rrollo del constitucionalismo democrá tico°*.
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El desarrollo gigantesco de la administració n ae nuestro tiempo,
la amplitud y diversidad de sus misiones y de sus posibilidades de
opresió n, por un lado y, por otro el desenvol intento de la civili-
zació n jurídica democrá tica, llevaron a la revisió n paulatina del mo-
delo autori tario de la administració n napoleó nica. Una de las vías
seguidas para esa revisió n fue la adopció n, para la acció n adminis-
trativa, de ciertas formas de dehate contradictorio previo y otras ga-
rantías similares a las establecidas por las leyes procesales civiles. La
bené fica influencia del ejemplo de los derechos anglosajones fue no-
table y se recibió incluso en la reciente codi ficació n alemana del
procedimiento administrativo, de la que nos ocupamos en el libro
que la Universidad de Montevideo acaba de editar en homenaje a1
centenario de la Cá tedra.
Ya que los anglosajones nos enseñ aron, en el xix, los modelos vi-
vos del derecho constitucional, es lú gico que de ellos recibamos, tam-
bié n, en el siglo xx, los buenos ejemplos de la aplicació n, al proce-
dimiento administrativo, de los principios de “justicia natural”, de-
mocrá ticos y liberales. los latinoamericanos no necesi tamos modelos
absolutistas ni bonapartistas. Por el contrario, con toda evidenci‹i
nos sobra producció n propia, exr rtable, de tales modelos.
Nos hemos ocupado de este asunto en trabajos anteriores sobre
la evolució n contemporá nea del procedimiento administrativo, en
los que hemos destacado, tambié n, la decadencia actual del mito del
contencioso admini strativo, por su pesadez, tardanza, carestía e inefi
cacia prá ctica°*.
La tendencia a ciertos procedimientos, como la represió n discipli-
naria, “a jurisdiccionalizarse”, al decir de Duguit-*, no supone la
conversió n del procedimiento administrativo en jurisdiccional. Sim-
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“La fundamentació n ejerce, en el acto resultante del ejercicio de
poderes el mismo papel que en la sentencia: muestra có mo los lie-
chos probados justifican la aplicació n de cierta norma y la deduc-
ció n de determínada conclusió n, esclareciendo el objeto del acto”.
En la doctrina italiana post constitucional también hemos halla-
do la “calificació n del precepto relatlvo a la motivació n como pre-
cepto del ordenamiento general” vinculado a la extensió n de las
garantías del debido proceso a la administració n y a la consecuente
exigibilidad de la imparcialidad admłnistrativa. Tal es la posició n
sostenida por Gian Carlo Moretti en su amplio libro sobre la rnoti-
vación en el accc etamenIo tributario^°, donde concuerda con Alle-
gretti en la necesidad “de dar relieve externo a todos los momentos
del iter formativo del acto, ú nicamente a través de los cuales en-
cuentra expresió n cada una de las posiciones relevantes en el siste-
ma de la parte imparcial”.
Concurren aquí las mismas finalldades de convencimiento del.
perdidoso, mediante la consideració n de sus razones, de publicidad
de la ge*tió n democrá tica, para poder responsabilizar a los autores
de los actos y facilitar su interpretació n e impugnació n y con-
tralor.
rsta justa asimilació n de garantías procesales “no puede llevarnos
a confundir la esencia de lo administratix o con lo jurisdiccional’’.
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ciudadano, partícipe de la formació n de la voluntad del Estado—,
requiere la justificació n legal de la competencia y de su ejercicio ra-
cional. El gobierno por persuasió n y consentimiento tiende a susti-
tuir, en lo posible, a la dominació n coactiva.
La fundamentació n facilita la interpretació n y el contralor del
acto y defiende a la buena administració n, ademá s de garantir los
derechos de 1os administrados. El imperio de la legalidad y de la mo-
ralidad administrativas interesa a todo ré gimen político sano. Por tan-
to, lo que es bueno para los administrados lo es tambié n para los
entes estatales, cuyo prestigio y eficiencia requiere la convicció n po-
pular de su rectitud. Precisamente el juicio de la opinió n pú blica
es facilitado por la fundamentació n.
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dispone en su art. 104, incisos 2 y 3, que dichos actos deben conte-
ner resultados “en los que se deben exponer los hechos que consti-
tuyen los antecedentes del acto administrativo de que se trata” y uno
o varios consi deran dos “en los que se desarrollan los fundamentos
de derecho y doctrinas aplicables”. De modo que se alude, implícita-
mente, al modelo formal de las sentencias judiciales. Se comprueba
asi la “jurisdiccionalizació n” antes mencionada.
tir, má s bien que imponerla para todos los casos. El decreto de 9 de ju-
lio de 1954 aprobó , como parte integrante del mismo, unas “notas expli-
cativas sobre terminología a emplear, que se refieren a resoluciones, de-
cretos ... “etc, considerando que es conveniente uniforinar la terminolo-
gía que se emplea en la redacció n de las decisiones administrativas y en
la sustanciació n de recursos”.
Entre las reglas contenidas en las “notas explicativas” se prescribe
(pá g. fi02 del Reg. N. de Leyes, etc. de 1954) que “desde un punto de
vista formal” la parte expositiva de una resolució n puede contener un
visto o varios resultandos “en los que se debe exponer lo que resulte pro-
bado de los hechos cuestionados” y uno o varios coiuíderanílos en los
cuales se desarrollan “los fundamentos legales conducentes, citando las
leyes y doctrinas aplicables”. (Esta transcripció n corresponde a1 art. 466
del crc) . Evidentemente la preocupació n dominante fue la de enseñ ar e
imponer a los redactores de los Ministerios el empleo correcto de las pa-
labras, resultandos y considerandos, a menudo mal utilizadas.
Se explica que: ’en los considerandos’ se exponen los fundamentos de
la resolució n. En consecuencia en ellos debe ir el aná lisis ló gico de los
hechos y el derecho aplicable”.
El decreto 575/ 966, de 23 de noixembre de 1966 que compiló las noc-
mas sobre procedimiento administrativo, reprodujo, con modificaciones,
en su art. 67, el decreto de 9 de julio de 1954 y lo derogó por su art.
315. El art. 67 se incluyó bajo el tí tulo “estructura formal fie los actos
y algunas formalidades exigidas”. Dicho art. 67 en la fuente del 104 del
decreto 640/9Ífl á CtUal. S'i bien sigue regulá ndose el empleo correcto de
los vocablos en los actos administrativos, la redacció n cambiÓ en 1966 y
197$, de modo que permite sostener, como ha entendido la doctrina
(Real, A. R., Nwroi Estudios (1976) 34) incluída en nuestro derecho la
garantía de la defensa consistente en la obligación de fundar las decisio-
nes. Conforme, J. Prat, derecho Admínistral ivo, t. iii (1978) , 84, nota
291 (por error Ó e imprenta se cita el artículo 124 en vez del l(l4 del de-
creto 640/973) . Teó ricamente, sin embargo, parece adherirse Pra t (83) a
la solució n tradicional, de origen francés, de la “casi unanimidad” de la
doctrina.
El cambio operado en I9G6 en la reglamentació n uruguaj a, resulta de
la Sustitució n de las palabras “puede contener” (1954) por "debe conte-
ner” (1966-1975) , referidas a la parte expositiva de los actos.
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La jurisprudencia del Tribunal de lo Contencioso-Administrativo
del Uruguay ha exigido, con frecuencia, la fundamentació n como
condició n de i'alidez de decisiones como la eIecc.‘ó n para el ascenso ble
altos funcionarios con menor punta je de antigü edad calificada ‹¡ue
los postergados°°.
La solució n coincide con la jurisprudencia francesa sobre el as-
censo por elecció n que cita Stassinopoulos.
Dicha j urisprudencia se tia mantenido en casos má s recientes°° y
se ha afirmado con cará cter general en fallos de notoria repercusió n
anulatorios de una decisió n administrativa del Poder Ejecutiv 34
de otra de la ex-Suprema Corte de J'lsticia°^, ambas referentes a
funcionarios pú blicos.
En la sentencia N°. 165, de 21 de julio de 1978, falló el Tribunal
en el caso de un pase a disponibilidad de una funcionaria del ser-
vicio exterior “la prescindencia de motii'ació n que exhibe el acto im-
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D E F U N D A II E N T A R
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como excepció n, donde no rige la obligació n general de motivar.
Admitida con cará cter general la obligació n de motivar, la sanció n
debe ser la misma, de nulidad, en todos los casos de infracció n al
deber de fundar debidamente el acto. Otra solució n, admitir la prue-
ba contenciosa ulterior de los motivos, como defensa, implica cam-
biar el sistema y de hecho admitir la solució n general francesa, o sea
la posibilidad de emitir actos sin fundamentació n, lo que contraria
el principio general aceptado.
VII. N A T U R A L E Z A D E L Y I C I O D E F A L T A
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claró el derecho al cargo del funcionario amovible y a no ser priva-
do de é l sino mediante el debido procedimiento, solució n que, ror
otra parte, halla só lido asidero en el contexto de los arts. 66, 12 y
72 de la Constitució n uruguaya.
VIII. L A F U N DA M E N T A C I O N D E B E SE R
C O N G R U E N T E Y E X A C T A
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monumental, etc., implican sutiles lazos entre el derecho y la políti-
ca administrativa. A veces es difícil trazar la frontera del predio
reservado a la discrecionalidad autoritaria y el ámbito pasible del
control de juricidad. Este avanza cada vez más, con la afirmación
del Estado de derecho. El cerco es más estrecho cuando existe con-
trol del mérito de los actos. La administración debe pues ser ver az
no sólo en cuanto a la existencia de los motivos, sino tambien en
cuanto a su calificación juríd-ca y a la subsunción de las situaciones
de hecho en el tipo de los conceptos jurídicos indeterminados. No
obstante las interpretaciones evolutivas que contemplan las cambian-
tes exigencias de la vida social, siempre hay límites o marcos de co-
rrección institucional que no se pueden transgredir. Pero no ‹jte-
remos deslizarnos al tema vecino del control de los motivos.
La expresión obligatoria de los f undamentos facilita la persua-
sión de la razonabilidad de las decisiones acertadas y f ac /1ita tam-
bién el descubr.miento de los errores y fraudes de las metlidas ar-
bitrarias, pasibles de anulación.
1 X. L r N D A E N T A C I O A D E B E
P R O N U N C I A R S E S O B R E L A S D E F E N SAS
A L E G A D A S E N E L P R O cr n i I I E x ’r o
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X. C O N €i L U S I O N E S
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2. ° Este nuevo principio general del derecho administrativo se
arraiga en las bases constitucionales del Estado de derecho y tiene
comunidad de fundamentos con la necesidad de fundar los actos ju-
risdiccionales. Es un aspecto de la “jurisdiccionalizació n” o exten-
sió n de los principios del debido proceso a la actividad administra-
tiva.
3. ° La fundamentació n obligatoria es prenda de buena adminis-
tració n, a la vez que garantía democr á tica de los administrados*0,
4º. La omisió n o defecto grave de la fundamentació n produce
nulidad por vicio de un elemento esencial del acto, que excede su
formalidad y toca su contenido y racionalidad.
5º. La fundamentació n debe ser congruente y exacta y debe
pronunciarse, en favor o en contra, sobre las defensas alegadas por
los interesados en el procedimiento previo.
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