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Historia de Prometeo

Zeus, convencido de que debía castigar tanta burla, mandó llamar a


Hefesto y le ordenó que creara una mujer hecha de arcilla. Una vez que
estuvo terminada, le dió vida y la envió con Hermes, dios de los viajeros,
ante Epimeteo, hermano de Prometeo. Esta mujer, llamada Pandora, y
llevaba con ella una caja llena de terribles males que jamás debía de ser
abierta. Prometeo intentó en vano que su hermano se alejara de cualquier
cosa que proviniera de los dioses, pero Epimeteo se había enamorado
perdidamente y quiso desposarla.

Pandora, que había sido creada con virtudes y también con grandes
defectos, abrió la caja prohibida y los males se extendieron por el mundo.
Ya Zeus había conseguido vengarse de los hombres.

¿Qué pasó con Prometeo, cuál fue su castigo?

En cuanto a Prometeo, lo mandó Zeus capturar para ser encadenado por


Hefesto, dios del fuego y de los metales forjados, a un alta montaña
donde, cada jornada, un águila hambrienta le devoraría el hígado. Como
era inmortal, el órgano le crecía de nuevo, así que cada noche volvía tan
cruel depredador a comérselo, con lo cual el sufrimiento era inimaginable
y eterno.

MITO DE ATLAS
Atlas, el más fuerte de los Titanes, era hijo de Jápeto y Clímene, titán y
ninfa respectivamente. Prometeo, su hermano, fue castigado por los
dioses por haberles robado el fuego y llevárselo a los hombres. Su otro
hermano, Epitemeo, se casó con la curiosa e imprudente Pandora, la
responsable de abrir la caja que contenía todos los males de la
humanidad. El tercero, Menecio, murió por un rayo de Zeus y acabó en el
Tártaro, el infierno de la Antigüedad.

Cuando los Titanes se rebelaron contra Zeus, fue Atlas quien los lideró,
posicionándose a favor de Cronos. Por otra parte, Prometeo y Epimeteo se
aliaron con el enemigo. Esta guerra duró diez largos años, al final de los
cuales los Titanes fueron derrotados y desterrados al Tártaro. Todos

menos Atlas, para el que Zeus, que tenía mente retorcida, preparó una
castigo ejemplar: cargar con la bóveda celeste para toda la eternidad y ser
responsable del correcto movimiento de las estrellas.

Atlas aparece en varias historias. Una de ellas fue la de su encuentro con


Hércules.

Sabéis que para ser un dios y alcanzar la inmortalidad, Hércules debía


llevar a cabo doce tareas. Una de ellas era la de conseguir las manzanas
doradas para Eristeo, las cuales se encontraban en el jardín de las
Hespérides. Como Atlas era el padre de las criaturas, el famoso héroe
pensó que éste podría ayudarle. Así que hizo un trato con el Titán:
Hércules sustituiría a Atlas sosteniendo el firmamento un par de horitas de
nada para que el gigante fuera en busca de las manzanas.

Atlas regresó puntual con las dichosas manzanas, pero viendo que
Hércules sostenía divinamente el cielo, pensó que era la ocasión de
tomarse unas largas vacaciones y darse de baja en su pesado trabajo. Y,
claro, trató de engañar al héroe diciéndole que él mismo llevaría las
manzanas a Euristeo si le dejaba irse unos mesecitos de nada.

Pero Hércules se dio cuenta de la faena y le pidió cortésmente a Atlas que


antes le ayudara a ponerse alguna especie de soporte en la cabeza porque
le dolían las cervicales. Atlas estuvo de acuerdo, porque sabía lo fastidioso
que era aquello para la espalda. Así que dejó las manzanas en el suelo y le
sostuvo un segundo el firmamento para que pudiera ponerse cómodo.
Hércules aprovechó la ocasión, cogió las manzanas y se largó de allí, no sin
antes darle las gracias a Atlas por el favor concedido, porque era muy
educado.

MITO DE HERACLES
Tampoco era fácil educar al joven Heracles, algunos consiguieron iniciarlo
en el manejo del arco, del carro, o del pugilato, sin embargo su profesor
de música (Lino), fué asesinado en un arranque de ira del héroe. A muy
temprana edad (contados apenas dieciocho años), ya acometió su primera
aventura: dar caza a un león que rondaba las tierras de su padre mortal
Anfitrión. Durante los cincuenta días y noches que transcurrieron hasta
que finalizase la cacería, fué hospedado en casa del rey Tespio.

Por supuesto y como cualquier mortal, Heracles no pudo resistirse a los


placeres carnales, sucumbiendo así en el lecho ante las cincuenta hijas del
rey Tespio, que ansiaba tener como nietos a descendientes del héroe. De
ellas nacieron los cincuenta Tespíadas.

Cuando finalizó la caza, emprendió el regreso a Tebas. Unos emisarios de


Orcómeno intentaron presionarlo para que pagase tributos, sin embargo
se libró con suma facilidad de ellos. Cuando los emisarios regresaron a las
tierras de Orcómeno sin nariz y sin orejas, pronto Ergino (el Rey de
Orcómeno) se presentó en Tebas dispuesto a invadirla.

Heracles lo derrotó, y fué entonces cuando el rey de Tebas, Creonte, le


ofreció en matrimonio a su hija mayor, Mégara.

Por supuesto Hera permanecía en la sombra, dispuesta a esperar y


provocar cualquier acontecimiento que perjudicase seriamente la vida del
héroe.

Así que, por primera vez sus planes dieron con la senda del éxito, logrando
provocar un episodio de locura en Heracles, provocando que el héroe
asesinase a sus propios hijos y a los de su hermano. Cuando recuperó la
lucidez, Heracles se sintió tan profundamente mal que repudió a su
esposa, y emprendió el camino a Delfos, en donde se cambió de nombre
de Alcides a Heracles (que significa Gloria de Hera), para mas tarde acudir
a Argos para ponerse al servicio de Euristeo.

Continúan los viajes del héroe

La razón por la que acudió hasta Argos fué para realizar doce trabajos,
pudiendo quedar de esta manera purificado, expiando el error de asesinar
a sus propios descendientes y a los de su hermano mortal, y pudiendo
además conseguir la inmortalidad.
Era tal el aspecto de Heracles que Euristeo siempre le tuvo pánico.
Durante el tiempo en el que el héroe trabajaba a sus órdenes, el Rey le
entregaba las instrucciones de los trabajos a través del correo, siempre
evitando verlo en persona. Incluso llegó a ordenar que le construyeran un
jarrón por si se diera el caso de que Heracles quisiera atacarlo.

Tras quedar liberado de Euristeo al conseguir realizar los doce trabajos, el


héroe se dirigió hacia a Eucalia, donde el rey Éurito había prometido la
mano de su hija a quien le venciese a él y a sus hijos en una prueba de
arco. Pese a vencer, Éurito le negó el premio a Heracles, temiendo que se
repitiese el episodio de locura que dió al traste con su descendencia.

Columnas de Hércules

Heracles no se lo tomó nada bien y juró venganza, y se marchó llevándose


consigo algunas yeguas del rey. Uno de los hijos de éste salió tras el héroe
con la intención de recuperar a los animales, pero encontró la muerte en
manos de Heracles. Una vez mas, el héroe, atormentado, acudió a dos
cortes para encontrar la purificación, no lo logró en la primera, pero sí en
la de Amiclas.

Ya desesperado, decidió volver a Delfos para hallar la manera de librarse


de sus ataques de ira incontrolada. Para ser liberado, tuvo que servir
como esclavo durante tres años en la corte de Ónfale, tras los cuales, fué
liberado gustosamente por la reina, siendo colmado de regalos a su
partida.

Tras su partida pasó por Troya, la asaltó y venció, como siempre.

Después de recorrer toda la tierra conocida, Heracles decidió que había


llegado la hora de cumplir una antigua promesa que hizo a Meleagro en el
Hades, así que emprendió el camino hacia Calidón, para cortejar a
Deyanira.

Tampoco le darían nada regalado, tuvo que vencer al dios Aqueloo para
poder casarse con la doncella. Con ella compartió protagonismo en
muchas aventuras, y tuvo además, cuatro hijos. La relación con Deyanira
sería la perdición y el final de Heracles.

Sus contínuas infidelidades desesperaron a Deyanira, quien finalmente


sucumbió al ofrecimiento del centauro Neso, y cuando el héroe se
encaprichó de la joven Yole, tuvo Deyanira tal pánico a que la repudiase
que decidió impregnar una camisa de Heracles con el ungüento que le
indicó el centauro Neso. Heracles sintió un profundo dolor al colocarse la
camisa, intentó quitársela, pero no podía. Intentó quitársela con tamaña
fuerza que acabó por arrancarse con la camisa la piel, dejando al
descubierto ya sus huesos. Deyanira se suicidó al ver con sus propios ojos
lo que había provocado.

Heracles decidió que lo quemasen en una pira, y así su cuerpo mortal


pereció. Al llegar al Olimpo, se reconcilió al fin con Hera, y volvió a tener
otra esposa: Hebe.

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