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PRESENTACION DEL TEMA

Podemos situar los orígenes de las teorías de la recepción con la aparición de la corriente
de los Estudios Culturales, surgida en Inglaterra con epicentro en Birmingham, donde se
encontraba el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos.

Encontramos en esta escuela a autores como Raymond Williams, Edward Thompson o


Stuart Hall que consideran a la cultura como un sistema significante por lo que toda
práctica social implica una significación de sentido.

Surge así la reflexión sobre el vínculo entre la comunicación y la cultura. Siguiendo a


estos pensadores, no podemos considerar ninguna situación de comunicación al margen
de las condiciones sociales y culturales en las que se desarrolla. Es decir, la cultura
estaría compuesta por el conjunto de acciones que para los miembros de una sociedad
tienen algún significado (prácticas, rutinas, consumos, etc.)

Una de las cuestiones centrales fue la reflexión en torno a la recepción y el consumo de


los mensajes y productos de los medios masivos: radio, tv, cine, etc. Así comienza a
esbozarse algunas miradas alternativas a la Escuela de Frankfurt que centraba sus
reflexiones en la idea de manipulación de las masas por las industrias culturales.

Se comienza a pensar en un receptor activo en el marco de una revalorización del sujeto.


Por ejemplo, para Stuart Hall hay tres maneras de leer un texto (libro, programa de tv,
radio, etc.): 1. Una lectura preferente donde se realiza la interpretación esperada por el
emisor, 2. Una lectura negociada donde sólo se coincide con una parte del mensaje y 3.
Una lectura opositora donde el receptor se posiciona críticamente con el mensaje que
recibe. De modo que hay un abanico de lecturas posibles cuando un sujeto recibe un
mensaje.

Otra cuestión importante es que estas diversas formas de “leer” el mensaje es que éste se
caracteriza por su polisemia. El carácter polisémico señala que cada individuo entiende y
decodifica el mensaje de acuerdo a una variedad de motivos (grupo social, contexto
histórico, características psicológicas, etc.).
De ningún modo, los autores de esta corriente niegan las relaciones de poder y las
desigualdades en las sociedades modernas. Pero relativizan el poder monolítico de los
medios de comunicación que propugnaban los autores de Frankfurt. Hay un rescate del
filósofo italiano Antonio Gramsci y el concepto de hegemonía. Si bien la clase dominante
intenta reproducir su dominación en la sociedad, también es cierto que existen
resistencias capaces de articular una mirada contrahegemonica. De lo contrario, sería
imposible pensar en procesos de cambio social.

En América Latina, el campo de estudios en comunicación y cultura comienza a formarse


en las décadas del sesenta y setenta. Aparecen enfoques que conceptualizan en la
instancia de reconocimiento, en las resistencias de los sectores populares y en las luchas
por el sentido.

Este desplazamiento teórico tiene el objetivo de reconstruir el lugar de los sujetos, con
una crítica de los enfoques que sólo ponían el acento en el análisis de la propiedad de los
medios o en los mensajes.

En nuestro país, las investigaciones sobre el tema se agruparon en tres revistas que
fueron trascendentales para la investigación en el campo de la comunicación: Lenguajes
(Oscar Traversa, Oscar Steimberg, Eliseo Verón), Comunicación y Cultura (Héctor
Smucler, Armand Mattelart) y Crisis (Eduardo Galeano, Julio Cortázar, etc).

Si bien hay miradas y enfoques diferentes entre estas tres revistas, aparece un sustrato
común que es la preocupación central por la instancia de recepción pensada desde la
recuperación del conflicto simbólico en su dimensión político – cultural.

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