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Kaschnitz
estudio pretende complementar su punto de vista analizando tres focos de tensión que
articularon los debates teóricos que se estaban librado en su época: la delimitación entre la
ABSTRACT: Although Kaschnitz was never interested in theorizing about her work as
a writer, circumstantially she did present some ideas about the nature of literature. This
study aims to complement her point of view by analyzing three points of tension that
articulated the theoretical debates of her time: the delimitation between psychology and
metaphysics, the relation of language to reality and the inability of reason against the
irrationalism.
literatura del siglo XX: Marie Luise Kaschnitz (1901-1974). Considerada en vida ya una
autora clásica (Bönnighausen y Vogt: 444), fue refrendada por numerosos y prestigiosos
inclasificables -v.g. Beschreibung eines Dorfes, 1966-; impregnada siempre de una gran
carga autobiográfica. Una obra que poco a poco se va haciendo de un lugar, gracias a las
universo hispanohablante.
quehacer como escritora. Ella, es verdad, rehusó explícitamente especular sobre cuestiones
Frankfurt, prefirió incitar a los alumnos a forjarse sus propias ideas sobre la creación, antes
época que giraban en torno a tres puntos de fricción o a tres binomios conceptuales que
situación presentada por sus atormentados personajes con ayuda de una terapia, o quizá el
temor, proveniente de zonas ignoradas por el propio personaje, radica como tal en la
constitución ontológica de nuestro más íntimo ser, siendo por ende irrebasable, a riesgo de
esta dualidad, puesto que en su misma definición ya es problemática, dado que existen
visiones en la presentación de sus personajes: a veces son tratados más desde una óptica
psicoanalítica, y otras veces, más desde una perspectiva ontológica (Martín Arnedo, Das
Unheimliche: 93).
La idea de la metafísica en Kaschnitz tiene que ver más con la dicotomía del bien y
del mal que con la estructura y naturaleza del cosmos. Es decir, aún contando con una
precisa y exhaustiva descripción del universo, facilitada por la ciencia, siempre cabe
preguntarse por el sentido de tal o cual acción práctica. Este sentido proviene de la religión :
“existen hombres que no pueden darse por satisfechos sin metafísica, o por expresarlo más
claramente, sin Dios” (Kaschnitz 1982: 397)1. Es necesario aclarar que el dios al que alude
1
Todas las traducciones de originales son del autor de este trabajo.
casi panteísta, respecto a la Naturaleza. La ausencia no obstante de un juez cósmico capaz
lenguaje impotente que intenta apresar la realidad, es decir, conservarla más allá de su
fugacidad temporal y su singularidad subjetiva. Parece una tarea tan imposible como
necesaria, pues ahí se juega la posibilidad de la comunicación, más allá de los límites del
espacio y del tiempo. Allende las diferentes corrientes de interpretación sobre la naturaleza
del lenguaje, este estudio se centrará en analizar cómo Kaschnitz violenta la descripción
importante lo no contado en sus historias (zonas de sombra), que lo propiamente dicho (la
mera anécdota).
historias quedan abiertos, los argumentos por completar. Frente a la frustración de alcanzar
la palabra exacta, la escritora reconoce: “todo lo que aquí escribo no es más que un
lo que, como suele decirse, me gustaría darle forma, algo que no haré, o bien de algo a lo
los problemas de la vida. La razón no puede dar “razón” de sí misma. Ni siquiera sabe por
qué existe. Por tanto, el misterio siempre prevalece. El último paso en la cadena de los
(Kaschnitz, Beschreibung eines Dorfes: 72): recela de los adelantos científicos-técnicos que
presuponen una imagen simplificada del hombre, de la tecnología que convierte al hombre
en una pieza más de un ensamblaje funcional; rechaza los cambios urbanísticos que
(Wohin denn ich, 1963) por dar su opinión y así lo reflejó en sus escritos, lo que da idea de
la importancia que para ella tuvo este binomio. No se trata de un rechazo ingenuo del papel
movilizar los resortes de la ilusión, de la motivación, de las ganas de vivir. Éstas han de
Analicemos con más detalle estas tres tensiones dialécticas, para exponer luego las
transformó con el tiempo en una vocación y en una actividad literaria profesional. Es decir,
heimnis), lo íntimo.
los niños al jardinero en su relato Nesemann (1952), como vergüenza al qué dirán en Ein
Mann, eines Tages (1952), como temor a la soledad en los juegos infantiles en Das dicke
Kind (1952), etc.-; y otras veces su concepción parece descansar sobre una
Weltanschauung, sobre una antropología general, que tiene que ver más con la naturaleza
humana que con una carencia determinada que pudiera superarse a través de una terapia
Valga como ejemplo de esto último la resolución de su relato Die Füße im Feuer
(1966). En este relato, que podemos traducir como “Los pies en el fuego”, se presenta con
crudeza el aislamiento de una mujer que es incapaz de sentir dolor, tanto psicológico como
físico. Ella se sabe radicalmente diferente de los demás. Por más que, a modo de prueba, se
naturaleza se ilustra a través de ejemplos cada vez más extremos, en los que llega a
automutilarse. El dolor no sólo es señal de vida -y los únicos que no siente dolor son los
muertos-, sino que es el mecanismo más eficaz para preservarla. Por eso acaba muriendo,
Kaschnitz desvela y redime la carencia de esta mujer, que confiesa: “no soy inmortal,
puedo llorar, y mis dedos se agarran violentamente a un despojo de papel sobre el que está
recordatorio del amor. Pero ¿de qué tipo de amor se trata? ¿Del amor a un amante ausente?
Faust: 185), no obstante quizá su perfil no sea una anomalía. A lo mejor su sensación es la
materia de la que está hecha la existencia. La autora afirma a este respecto que “una
En una de sus entradas de la obra Tage, Tage, Jahre (1968), Kaschnitz relata una
describe de pequeña como una alumna muy tímida, solitaria y muy responsable: “hacía
todo lo que se me exigía de forma cuidadosa y rápida, muchas veces hubiera querido saber
más, pero me quedaba sin preguntar” (1982: 45-46). Un día, en clase, el profesor explicó
explicación y se disponía a abrir el libro de matemáticas, ella le preguntó que qué había por
encima de las estrellas. El profesor contestó abruptamente que había más estrellas,
nebulosas, y cosas que los escolares todavía no podían entender. Ante tal reacción, ella se
ruborizó, no tanto por las risas y las burlas de sus compañeros, como por otra razón que ella
luego aclara: “ya presentía que enseguida tendría conciencia de algo terrible” (1982: 46).
En el camino de regreso a casa, se siente humillada por la situación, por el ridículo. Pero la
razón última de esta desazón da un vuelco sorprendente: “de modo que al sufrimiento por el
abandono de Dios se unió la pena de la soledad” (1982: 46). La anécdota comienza con un
apunte social: un profesor que no responde o lo hace de mala gana, unos compañeros que se
Es en sus relatos sobre todo donde bordea esa indefinición de los sentimientos,
volcados hacia algo concreto (contenido) en algunas ocasiones, y en otras, hacia el mismo
Juni (1960), que nadando en el fondo del mar relativiza el mundo en su conjunto, y ya no
encuentra razón por la que volver a la orilla (1983: 292), o la de Die Schlafwandlerin
(1949), que antes de ser atropellada, descubre que todo podría ser un sueño (1983: 127).
Con lo cual, siendo las cosas como son, la posibilidad de una “cura” ofrecida por “ese
su fabular. ¿Qué es ese "no literario", ese fondo opaco, al que se enfrenta Kaschnitz ya
desde niña, que le resulta tan desconsolador y que impulsa y fecunda su actividad literaria?
Para “de-finirlo” no queda otra que acudir al lenguaje, que hace surgir un segundo foco de
que se salen de lo corriente. En este sentido cabe emparentarla lejanamente con Franz
Kafka, pues muchas veces, desde la frialdad de la distancia, introduce como si fuera normal
algo que no lo es. Esta técnica le permite acercarse al lector proponiéndole una situación
cotidiana (en una casa, en un parque, sin dar nombres propios incluso) con la que
real: “los críticos han señalado con frecuencia como lo característico de mis historias […]
muertos y los vivos se difumina, como en Eisbären (1965), aparece la duplicación del
protagonista, cfr. Das dicke Kind (1952), surgen premoniciones, por ejemplo en Jennifers
El efecto de describir tan sencillamente una situación inquietante puede ser más
esconden las zonas más enrevesadas (no olvidemos que vivió las dos guerras mundiales, y
debilidades más inconfesables. Cada frase sencilla tiene más de un sentido, los pasajes más
Por tanto en ella, confeccionar un estilo que no llame la atención sirve para crear en
el lector la angustiosa sensación de completa inseguridad. Por eso lo que calla tiene tanta
potencia, lo que sugiere es tan nítido. Su estilo parece querer devorarse a sí mismo.
Pero existe un nivel de sospecha respecto al lenguaje más radical que atañe a los
estéticas de la época ¿De dónde proviene esta desconfianza histórica hacia el lenguaje? A
capacidad de decir algo o pensar en algo que se relacione con las demás cosas”
Como hija de su época, también tiene que hacer frente a esta desconfianza
modo que Kaschnitz va a eludir tanto una línea convencional de realismo como una
rupturista de corte vanguardista: “yo misma nunca escribo poemas sin sentido ni intención
tradición y ruptura.
La palabra no es solamente insuficiente para sobrepasar los límites del tiempo y de
existencia como un abismo (Abgrund), esto es, como falta de fundamento (Ab-grund), cuyo
ficción de sentido que impregna la literatura de consumo. Sus palabras, las de Kaschnitz,
parecidos de familia. Ella confiesa (1982: 836) que las novelas de vampiros le producen
meramente malestar físico; y las de ciencia ficción o del espacio le aburren. Le parecen sólo
una mezcla, ingeniosa si se quiere, de elementos conocidos con otros desconocidos, por
política. Su interés es más existencial y en ese sentido más individual. En cualquier caso,
Menos aún cabe encuadrarla bajo la llamada Schöne Literatur, esto es, la escritura
pero el arte encierra también fealdad, de hecho, dice “los malos tiempos son mejores para la
no puede jamás renunciar a aspirar al máximo de comunicación. Y toda retórica sobra. Sin
grandes aspavientos, sus relatos parecen ser una conversación entre dos, una confidencia,
grandilocuencia y épicas, tal y como leemos en muchos de sus relatos: Wer kennt seinen
característico de Kaschnitz: “pienso que no hay vida que no esté marcada por lo
extraordinario y en la que lo sobrenatural no juegue su papel” (1983: 733). De ahí que entre
sus recursos se cuenten los propios del romanticismo: los fantasmas, los secretos, la noche,
el bosque. Pero no, como ya hemos indicado, para crear un mundo de fantasía, de mero
entretenimiento evasivo, sino porque ella está convencida de que la realidad en el fondo es
explicables racionalmente ante los cuales se someten o bien se caen por un abismo” (Cit. en
irrazonable rebasa lo previsible. Los personajes, a raíz de este nuevo elemento, cambian
radicalmente su perspectiva sobre aquello que era familiar o acostumbrado. Su vida cambia.
A causa de esta “ruptura del destino” (Karaschwili: 190), los personajes (y el lector con
ellos) reflexionan sobre sí mismos y sobre lo que pensaban que era su vida. Amplían de
experiencia (del miedo, del abismo, de lo extraordinario) acarrea consigo un conocerse más
profundo, nunca implica la transparencia. Ya que las tinieblas que rodean el punto de luz
Para los románticos -a quienes tanto criticó Hegel precisamente por contentarse con
en este nivel de verdad incompleta- esta zona oscura, a la que jamás llega la luz del
conocimiento o de la razón (Malami: 422), era precisamente lo más importante, aquello que
se escurre y que sin embargo es lo que más interesa cazar, porque remite al fondo
Kaschnitz pudo haber elegido entre dos caminos para enfrentarse a su inseguridad y
relaciones causales, tomar distancia del mundo y objetivarlo como hace el científico con su
poético, las medias luces y las sombras de lo místico, presentir siempre de forma
incompleta pero muy intensa un algo que no se deja atrapar, que siempre se escapa. Y ella
optó por este romanticismo de lo irracional. Optó por servirse de la fuerza psicológica de la
magia de la palabra para conjurar el peligro. Fuerza de la que fue consciente desde niña: la
palabra tenía el poder “de proteger a los niños del miedo y de la agresión emocional” (Cit.
en Seo: 40).
279).
características más de su forma de escribir que nos servirán para completar el análisis de la
En primer lugar, nos advierte el carácter inconcluso y variable de sus obras, en cierto
modo huérfanas de un todo que cierre el sentido. Rasgo que es totalmente compatible, e
incluso complementario, con los señalados más arriba. Como excusa para reflexionar sobre
su propia obra literaria, Kaschnitz escoge la figura de Büchner -quien, por otra parte, daba
el nombre al premio que estaba recibiendo-, al que ve como su contrapartida. Se compara
con él, y encuentra pocos puntos en común. Al contrario que aquél, que confeccionó una
obra coherente y como erigida de una sola planta, Kaschnitz no rastrea en su propia obra
ninguna línea matriz” (Cit. en Schweikert: 278). Parece como si se concibiera a sí misma
como una autora circunstancial, fragmentaria, tan tornadiza como la misma circunstancia
que le toca vivir ¿Se trata de una apreciación desacertada y subjetiva o es la característica
restablecida la inocencia, donde las relaciones estén mediadas por el espíritu y el amor.
palabra sirve para caracterizar toda su producción: autobiográfica. Como ella misma
explica: “si llega el caso, entraré a formar parte de la historia de la literatura como una
escritora encerrada en su propio círculo, como una eterna autobiógrafa” (1982: 827). El
según sus palabras- “hasta las sorprendentes posibilidades y los peligros mortales del
hombre” (Cit. en Schweikert 279) en una especie de ascetismo, donde lo que regenera y
aprecia, pues, un carácter casi gnóstico en su literatura. El lector ha de asumir este camino
admitir que los malos tiempos son para la poesía mejores que los tiempos aparentemente
recuerda los numerosos lugares en los que ha vivido (eterna viajera), afirma: “se aman las
Acorde con esta fragmentariedad del sentido resulta su predilección por la forma
breve. Esta sería una cuarta característica, si bien de índole más formal. Amén de ese
oscuro aliento pesimista que fecunda toda su obra, destaca su detallismo: es la autora de las
pequeñas formas. Es una obra breve (sobre todo relatos o poemas) compuesta por exiguas
pinceladas. En su relato v.g. Ein Tamburin, ein Pferd (1966), en el que tematiza los efectos
del nazismo sobre la población (como hiciera también en Lupinen, Das rote Netz,
Märzwind, entre otros), su mirada recorre los pequeños escondrijos, los mínimos gestos, los
Es una autora además que es incapaz de mantener el pulso durante mucho tiempo.
Ella es consciente, le cuesta escribir una obra larga. Escribió tempranamente dos novelas y
Büchner. Kaschnitz cuenta una anécdota preciosa, que vale la pena recrear aquí, porque
ciertamente es muy solvente para iluminar su concepción de la palabra como última fuente
de luz. La acción de la anécdota, nos cuenta la escritora, transcurre en Grecia, durante el
último día de unas vacaciones que había compartido con unos amigos:
“
En ese día habíamos subido con unos amigos hasta el monte Himeto,
celdas de los monjes […] Mucho más tarde, cuando ya oscurecía y teníamos
vimos nuestras velas a través de un ventanuco que antes nos había pasado
La luz como metáfora de la literatura. Una iluminación siempre parcial, en la que las
tinieblas siempre hacen pequeñas a las luces. El consuelo de la visión de sus velas
encendidas tiene una doble naturaleza: por un lado, las luces han perdurado unidas más allá
del destino particular de cada uno de ellos, y por otro lado, aunque ellos -sus amigos
excursionistas- no estén presentes, la luz sigue irradiando cierto tiempo después de ser
encendida, quizá iluminando a otros que vendrán, aunque sean desconocidos. El símbolo
La tarea del poeta, asegura Kaschnitz, aparece diversa según las circunstancias:
advierte, sublima, conmueve, consuela, etc. Por eso la corriente comunicativa que se
establece entre el poeta y su lector que es muy azarosa. Puesto que “el corazón del lector
está como el del poeta conmovido por sensaciones encontradas” (Cit. en Schweikert: 253).
punto de encuentro gracias al cual un lector del siglo XXI es capaz de revivir la emoción
Esta concepción que tiene Kaschnitz de la poesía es a su vez poética. Cree, abriendo
una rendija de esperanza, en la comunicación más allá del tiempo, aunque las distorsiones
siempre pueden aparecer. La poesía vendría a ser el medio para conectar, sirviéndose de
medios temporales, con el “Reino de un ser eterno”. (253). Parece esta una tarea imposible,
buscar el momento del tiempo en el que el tiempo se anula, utilizar un lenguaje efímero -las
canto en el devenir de los siglos, según reza en el autorretrato que la escritora nos legó:
Es ging nicht.
Es ging nicht.
Man kann nicht schreiben
2
“Escribiendo ansiaba yo/ salvar mi alma./ Intenté hacer versos./ No funcionó./Intenté contar historias./ No
funcionó./ No se puede escribir/ para salvar el alma./ Lo dado por perdido persiste y canta”. (1984, p. 320).
BIBLIOGRAFÍA
Verlag, 2009.
subjektiven Prosa”. Ed. Stephan, Inge y Schöne, Albrecht. Kontroversen, alte und neue:
Kaschnitz’ autobiographischem Roman “Das Haus der Kindheit”. Marie Luise Kaschnitz.
Verlag, 1984.
Editores, 2016.
Springer-Verlag, 2013.
1973.
NOTA BIOGRÁFICA
Santiago Martín Arnedo, doctor por la Universidad de Granada y profesor de Filología
lírica alemana. Ed. Rilke. 2015, Vida de Marie Luise Kaschnitz. Eila Editores. 2016, Los
grandes himnos de Goethe. Ed. Rilke. 2017. Entre sus traducciones figuran: Las islas de los
pinos de M. Poschmann. Ed. Hoja de Lata. 2019, Bajo el muro del dragón de A. Geiger.
Ed. Hoja de Lata. 2019 o Brahms. Compositor de estío. Ed. Silex 2019.