La muralla
‘0 podia decirse que aquello fuera vivir. Era durar apenas,
Ni rancho estaba como a ocho leguas de Fortin Lugones# hacia
este, bien sobre el Pilcomayo. Un rancho demasiado pobre, balito, e
techo remendado por donde se lo mirara y el adobe desprendiéndose de
las paredes al menor suspiro. Tal vez lo més seguro y celosamente cui
dado era el corral para las cabras. Es que ese corral era decisivo como
que de él dependia la subsistencia, como que de alli salia leche y came,
El horno estaba bajo un hermoso algarrobo, lo tinico que se podia
lamar hermoso en aquel mundo descorazonador. Y lo de hermoso sa-
lia simplemente por comparacién, porque no tenia nada de especial,
pero al menos era imponente y rompia la chatura del paisaje agobiado
y triste.
Al sur, y perdiéndose en el horizonte hacia el oeste estaba el pal-
meral eterno, acunando en sus altas copas el canto del viento norte con
18 \-del E. Fortin Cabo tro Lugones, localidad del departamento Patio en ls pro
vincia de Formosa Se trata de un érea fronteriza conocida en las primeras cas
siglo XX como “Zona militar* Se trataba de una franja comprendida entre el Rio Pi”
mp Tas vias del errocarril Formosa-Embarcacién. Fue la iltima zona enn
an rane del Regimiento de Gendarmerfa de Linea, las ai
ono 7 Conquista del Chaco, Comenzé con pequefias casas as ene
ximadamente yf tt Precaria pista de aterriajeconsttuda porte oF
tones 1300 metros de argo 30 de acho, (Beck, H. 2007 A
abovigen 1s oe terior formoseio, La naturaleza host dl ting
Letras, tama ‘ntereseuelas, Departamento de Historia, Fact! i
“vdniaorscoosapen Miguel de Tucumén. Disponible &m , i
IR
Escaneado con CamScanner-_
re acento. Y en las noches claras los largos troncos enhiestos, con
como garras, semejaban fantasmas implacables, gritando
un silencio tan cruel que se metia por todas las rendi
tanto que la vista apenas alcanzaba, alld donde se sabia
que corrian los riachos y siguiendo su curso, se antojaba el perfil del
monte. Pero ese monte con el canto de los pajaros, el grito de los ani-
males, el susurro de los insectos, el verdor de las hojas y la frescura de
Ja fronda, quedaba demasiado lejos, tan lejos que ni valia la pena pen-
jagub?
sus penachos
saren él
El padre volvia de tarde en tarde, bien montado, es cierto, pero con
elcansancio-dibujado en su cara angulosa, barbuda y triste, la ropa con
Jos signos y las rasgaduras cosechadas en esa vida dura arreando tro-
pas, corriendo montes, todo ese trabajo cargado de riesgos, de infor-
tunios y de poca recompensa. Cuando regresaba, por un dia, 0 dos a lo
sumo, dejaba un poco de provista, un rollito de plata y se iba de nuevo
silencioso, huraiio, la espalda cargada de largas jornadas sin descanso.
Estaban acostumbrados a verlo alejarse al paso cansino, dejando atras
elpirizal®, rumbear medio al oeste por entre las palmeras indiferentes,
camino de nuevas luchas, derrotado de antemano por una naturaleza
cargada de fatalismo.
Hacia poco tiempo por lo menos estaban todos: su hermana, su
hermano mayor y él. Pero la hermana se habia juntado con un puestero
de El Porteiito, y otro buen dia el hermano mayor lio sus pocas pilchas
y se fue para algiin pueblo de la linea en busca de trabajo y de destino,
orque él también pensaba que aquello no era vida.
Y ahora, avanzando febrero, con sequia desde octubre del aiio pa-
sado, todo parecia mas ltigubre, mas duro, més denso, mas pesado
de amarguras y sinsabores. Los pastos amarillos y marchitos, la po-
bre hacienda flaca y apestada, el agua del madrején sucia y con gusto a
1S N.del E. Los esteros y bafiados de la zona poseen especies palustre pit, pala
™ansa,huajé,jancos,y lotantes como repollitos de agua y camalotes,(Entrocassi F
“nao. Espnol, R206. Topontmia del Parque Naconal Rio Pcomayo. BAS. A-
"tiistrciGn de Parques Nacionales: Editorial APN)
Escaneado con CamScanner\
oe
el hilito de esperanza que todavia COrria Dor et ne
podrido.y elhilito Por et pj
jo v con gusto a pescado.
ee ese habia conv ertido en un bar
enda que queria Hegar h
ra morir luego de una lucha estéril y desesperada, Ye ya,
para mo uitos, llegaba no se Sabe como, by lag Noches
rria una gota de viento, el olor nauseabundo de |; pong
Aveces durante el dia soplaba el norte caliey
do en fantasticos remolinos la tierra de los camin
las quejas en lo alto de las palmeras,
Hasta el algarrobo sintié el impacto de la sequia Y parecig ties,
doblarse de infortunio,
Aquello no era vivir, y mucho menos en ese rancho miseral
prolijo. Y lo del rancho no era culpa de la madre,
mas. Habia luchado por aiios, y ahora estaba enfen
desesperacién, haciendo apenas las cos; ortantes, arrastrin.
dose, mientras el marido siempre Seguia en la Dbiisqueda de esa
Suerte que seguramente no iba a encontrar jamas,
Los hijos mayores ya se habia n ido, a ti
‘os atrapara también a ellos para siempre.
Aquello no era viv ir,
mientos también se hubie
idea de que era el Unico
izal PeBajose
sta el Pilcomayo enh
lon
haci Wei
raba la hac DUse,
serenas, plagadas de mos
ve Nag
as, Osamentas, .
nte, itritante
leva
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Tesecosy alentandy
ble y des.
La madre NO podia
Ma, quebrada pop la
as Mas imp
ausente
MPO, antes de que el paisaje
y él, con sus once afios endurecidos de sufti-
era ido, si no fuera Porque lo dominaba la vaga
aliento y esperanza de la madre.
Las cosas se Precipitaron una mafiana en que la madre amanecié
‘an mal que creyé que se le moria ahi mismo, Y mas por miedo encu-
trarse a solas con la madre muerta que por otra cosa, até el carro, y bid
el fuego del so} abrasador de febrero la levé hasta Fortin Lugones.&
ocho horas de infernal traqueteo, de tierra, de calor, de transpiracst
¥ de angustias,
dad e84
Enel Destacamento de Gendarmeria vieron que en realidad
Mujer se Moria
cio
un suen ¥'mandaron un radiograma a la ciudad. ee
anne una levenda. Vig Con ojos asombrados, como cosas scent
cna pin SU Mundo reac horas mis tarde dee
ga sta de Lugones un majestuoso avién azul de dos moto!
Dués vig, sin Poder
: ‘an a su Ma
"t de su asombro, cémo ponian St
mw
Escaneado con CamScannercamilla y Ja subian al avin, que un instante después en medio de
veda y Un agudo aullar de motores, se perdia en el cielo brumoso
rumbo a la ciudad 4 ja hubiera querido acompajiar, pero la
fue tal que cuando quiso reaccionar ya se habian ido. En reali-
do y cuando regresaba al rancho aturdido y confuso, pre-
us pobres once aiios sintieron la casi certeza de
que habi rlo mas claramente, y que
a causa de ello su madre quedaba sola y desamparada. La imagen del
jvion perdido como un punto insignificante en el azul sucio de aquel
“elo sin nubes le agigant6 una rara sensacién de soledad que tuvo a-
nas de llorar. Pero primero lo apremié la noche que se venia encima, y
apuré el carro antes de que lo atraparan las sombras y los ruidos de las
horas temidas. Tenia gusto amargo en la boca y los ojos ardientes.
Por supuesto que no pudo dormir. Trancé la puerta del rancho por-
que no se animaba a dejarla abierta en la noche y en la soledad. £1 sa-
bfa lo que era luchar en la vida. Se endurecié con el sol del mediodia de
enero y con las heladas del invierno. Lo bautiz6 tropero la polvareda de
quién sabe cuantos senderos y el poco tiempo que estuvo al lado de su
padre, este le ensefié a manejar un cuchillo, a ensillar con todas las de
la ley, a tirar un lazo, a pialar, a tomar un torito por las astas, y hasta
eso tan dificil que es correr el monte sin dejar el pellejo en las espinas.
Era capaz de hacer diez leguas a caballo sin pestafiear. Tenfa once afios,
pero era ya todo un hombrecito. Es que un nifio de once afios puede
hacerse hombre muy temprano apurado por la vida, pero en el fondo
del alma y en las cosas tremendas sigue siendo lo que es: un nifio. Podia
trotar diez leguas seguidas y correr en el monte haciendo chiicara, pero
cuando se quedaba solo en el rancho en una noche de angustia porque
lamadre enferma estaria quién sabe adénde, tenia miedo como un chi-
Co cualquiera y era capaz de llorar.
Lloré en silencio, sin fe y sin testigos. Lo sobresaltaron los ruidos
clernos de la noche, el canto monétono del viento norte en lo alto de
las palmeras, las voces indescifrables que llegaban desde el Pilcomayo
¥ que tantas leyendas habfan construido, las pisadas tenues, casi ala-
ts, de los misteriosos andariegos habitantes de la noche. Tal vez un
&lope lefano, rompiendo con la certidumbre de la vide aquellos otros
unt
polar
de sequ
sorpre’
dad. twvo mie
co de estraiias idea
. sido un flojo, un amargo para de
us
Escaneado con CamScanneristeriosos ruidos cargados de presagios, le trajo un ee
misteriosos .
ivi HO ay
roso alivio. a
Una claridad opaca y lechosa se filtrs por las "ajadurag deh
x porlayentan, cuando al fin se habia edd dormido, Venej lo iad)
cansancioy el suefio. Ces6 elv iento, yla madrugada We ya er a
presagiaba un dia agobiador, y sin sefias de que hubierg algiin cam
de tiempo para poner fin a la seq ‘uando Se desperts, Mig
maiana. FI fuego apagado, el rancho silencioso y
cotidianos le trajeron por primera vez la certidum
In.
Yae
Med
la falta de log ni
bre de SUSoledag te
su abandono.
Pero lo que mas lo abrumaba era la idea de su mad,
ma, alla lejos, y la obsesién de que él la habia abandon;
mas lo necesitaba.
Te Sola y enter.
lado Cuando ely
Sacé agua del cantaro con un viejo cucharén y la tomé con
temblorosos. Después se lavé la cara y miré hacia e}
por la bruma se veia a lo lejos el monte como un mu
su madre estaba més alla de aquellos montes,
¥ de los riachos. £1 sabia que aquello quedaba
la menor idea de cémo se llegaba, y
hacia falta andar noche y dia: cab:
ferrocarril. Su hermano le habia h:
dia formar una idea exacta, Animal
tragos
Sur. Desdibyjady
0 gris. El sabia que
més allé de los esters
lejos y que él no tenia
menos en qué medio. El sabia que
allo, carro, ferrocarril. Qué seria el
ablado alguna vez, pero él no se po-
les, viboras, malvivientes, peligrosen
acecho y atras de ese muro imposible, la ciudad donde su madre estaba
enferma. La ciudad, Como con el ferrocarril. Se preguntaba como seria
*auello yun escalofrio de angustia le llegaba hasta lo mas hondo del set
haciéndolo sentir débil y miserable,
El vio cémo la madre habia sido transportada por sobre todas wa
COsas a través del cielo azul Sucio de la sequfa, en ese barbaro mister?
increible del avicn, Recordala el episodio del avién con vergiienza. PO
o ‘ t
We estaba seguro de ue le habia tenido miedo. Que le volveria ate
‘miedo si llegaba e} caso,
| sabia toda
lo "renunciable.
Sabla Dor sobre
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'S €8a8 cosas y lag Desaba con la dolorosa sensé¢*
5 era.
+ de lo que es asi Y no puede ser de otra man ee
todas las Cosas, que su madre estaba enferm® 1
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obable ane Jo necenitara, ¥en Lado cai, sunqie ini ne tierd, él que
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Ire Le produjo wna enioeiin tin grande que
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aban las mejillas, Horaba por exo, por li emociin de wna idew
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como el calor le nubia a la cara en ole
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_algo tan grande que janis habla penvado nada semejante en wi
ancay, madrejon, caballo, bicherfo de low montes,
enorme,
vida silvestre de ba
senderos polvorientos, palmeras elernay, exteron misteriovos, ruidos
dela noche, escarcha, rocto, viento norte y soledad
Vlloré porque estaba decidido a hacerlo y tenia miedo, como puede
tenerle miedo a lo desconocido cualquier persona y com méw razén un
nifio de once aiios.
antes de que el sol calcinante mar
ra el mediodsa se habla pues:
toen marcha con el viejo y destartalado carro, como en el dia ant
nferma hasta Lugones, No tenia una ides fia,
jor
cuando llevé a su madre
unplan, nada, Qué plan podfa tener, pobre nifio de once afiow marchan
oda como si fuera en ka noche ind negra y en la
do en el sol del med
mis completa oscuridad,
Por lo menos, hasta Fortin Lugones, iba seguro y hasta Posta San
Martin se animaba. Después veria qué pasaba, fl sabia que, siguien-
do hacia el sur, si conseguia pasar el riacho ‘Tatd-Piré, y andando otra
sezel mismo rumbo, se iba a encontrar con las vias del ferrocarril y el
ferrocarril lo iba a Hevar a la ciudad, alli donde estaba Ja madre enfer
ma. Ya era noche cuando divis6 las luces y el caserio de Lugones, pero
tras de los
pasé de largo, amparado por un montecito de expinillos,
corrales,
EL calor apenas si habia disminuido, y como el aire estaba en calma,
¢l ambiente era sofocante, 1a luna cuarto creciente comenzé a ilumi-
nar con Juz opaca el paisaje amarillento de sequta, Pero lo iluminaba a
bedlazos tapada cada tanto por gruesos nubarrones tormentosow que
(nloalto del cielo se movfan velozmente hacia ¢l sur, Eran las primeras
Tubes en muchos meses, como un presagio de la Hluvia que podia llegar,
‘Me lenfa que llegar para bendicidn de los campos sedientos. Esa luvia
m
Escaneado con CamScannerEr
al mismo tanto habia deseado y que ahora TOgaba pay
que él
fas, hasta 3 ue
ra por fo menos dos ds, hasta que pudiera cruzer Tmt
ara es
TOY de.
CET ca
TUN hon, 7"
Cato ng
vrohia escuchado demasiadas historias Sobre los peligros del
dean hos cadaver que legaban las llvias eomo ara no hy
ls rao pensamientos se encontraba sumido, ctand ¢
‘etn inesperado, rompié una de las ruedas del carro, E}
una fortuna, pero valia lo suyo. Sin embargo, ahora, firme en SUS popg
sitos, resolvid que ya no podia serle stil y lo abandong a} COstadg te
huellaarenosa, Tal vez algtin dia pudiera rescatarlo, perp ahora ge
hacia la tremenda aventura de llegar hasta la ciudad donde taba gy
madre enferma, y ya nada en el mundo lo iba a detener.
Siguid a caballo, ese ruinoso caballo de tirar e} cay
19, lleno de magullones, y sobre todo que no era de
dice una desgracia de animal, pero no quedaba otro
de montura un viejo cojinillo, al paso, alumbrado de
cuarto creciente, fue marchando hacia Posta San M;
tino cierto. De ahi en més, ya lo sabia de anteman
nebulosa de las dudas tremendas,
Para la madrugada, la luna se recosté Sobre el oeste, poniéndole
fondo a las palmeras que Parecian un inmévil ejército de fantasmas,
alargando sus sombras tenues sobre la marca polvorienta del camino y
Consus hojas dibujadas en el suelo como garras en acecho, Un ratomis
y la luna se hundié antes de tiem
nubarrones que se amontonaban
cabeza el cielo estaba despejado
ardientes y misteriosas,
ITO, flaco, Mate.
Montar. Lo que se
Temedio y usanig
@ratos por la hing
lartin, su tiltimo des.
10, todo quedaba ena
Po, naufragando tapada por gruesos
en el poniente. Sin embargo, sobre su
Y vio brillar las estrellas como brasas
Se quedé dormido abrazado al cuello del animal. Los gendarmestel
Puesto de San Martin lo miraron entre intrigados y compasivos aes¢
Pobre nitio de once aiios, muerto de cansancio, de sueiio y de hambre.
Flles conts lo mejor que pudo la historia y sus intenciones de ieee
!a ciudad para Cuidar a su madre enferma. Cuando hablé de cruz" :
Foret. E Salado, el Tati-Pitéy los esteree para encontrar el fem
Ly de ali targarse a la Ultima gran etapa de su bisqueda, nadie _
: enter comentario Sargento lo palmeé con carifio, lo mando ‘a
"S'PFmer, después ala cura dormir plan craved
ig
Escaneado con CamScannerrod ese d
bie = alli oa
regrsar a Lagones y cle ali verian la forma de hacerle desande
‘ocho leguas que lo separaban del rancho que habia al
salir on procura de su madre
ir esas
bandonado para
H1 dia volsio a ser calur0so, agobiante, con canto ensp
it rdecedor de
arras. Fl viento del norte
tie Soplaba a incretble velocidad haciendo
gemir las palmeras. Sin embargo, a media tarde el vien
, to calmé por
campleto y cl sol se fue cubriendo @ medias por una te
nue capa de ci-
ielo. Calma chi-
Si Seguro, Casi només, porque des-
yués de estos cinco meses de sequia, ya nadie se animaba a formular
vaticinios, ni en base a los sintomas mas seguros,
Se escape a la madrugada, a eso de las cuatro, llevindose su pobre
matungo que tuvo que montar en pelo, El aire estaba inmévil, pesado,
tan saturado que parecia a punto de estallar. En el cielo encapotado
colgaban gruesos nubarrones de tormenta. Tal vez fuera nada mas que
un aguacero, uno de esos chaparrones tipicos de verano. Sin embargo,
cuando dej6 a sus espaldas el monte de paraisos y ante sus ojos que-
dé la llanura salpicada de palmeras, vio que desde el sur, mas alld del
‘Tatu-Piré, una muralla de relémpagos verticales traducian la amenaza
inexorable del temporal.
El riacho Portefio era apenas un hilito de agua, que sin embargo
cruz6 con dificultad porque el lodo de la costa estaba blando yresbalo-
so, hecho una costra superficial en algunas partes, pero donde después
se hundian y pegoteaban los cascos del caballo. Ramas secas, troncos,
maleza y barro aumentaban las dificultades. Una vaca muerta, oliendo a
Podrido y medio comida por los cuervos que revoloteaban en circulo en
elaire inmévil y saturado de amenazas, le devolvié la imagen trigica de
| sequia que ahora, cuando él menos lo hubiera querido, parecia tocar
au fin. Consiguié cruzarlo y fue tal la satisfaccién que le reports esta
Pequefia victoria parcial, que no le hizo el menor caso a una lampalagua
Teptando viscosa entre los charcos.
Del otro lado del riacho se extendié ante su vista el estero, seco, de
Dastizales amarillos, salpicado aqui y all4 por animales muertos, y otra
rus que semicjaba un delicado bordado en lo alto del ¢
cha abajo, cirrus arriba, presagio c:
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