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Tumbando Pinares

No es un secreto para nadie que una de las causas más comunes de daño al medio
ambiente es la deforestación y República Dominicana no es una excepción en este caso;
pocos dominicanos saben que todavía a principios del siglo XX nuestros inmensos
bosques de las cordilleras eran inexplorados totalmente, en ese entonces la deforestación
no afectaba el medio forestal del país. Al ser el país parte de una isla boscosa cada vez
más reducida especialmente en la zona Occidental, es lógico que el Estado sea el
facilitador principal de la protección y conservación de los escasos recursos forestales
que poseemos.
Aunque en la segunda mitad del siglo XIX se realizaron algunos intentos por tomar
pinos de la Cordillera Central entre Santiago y La Vega para ser exportados dicha
acción resultó mínima , aún así visitantes extranjeros se quedaban admirados por la
belleza y viveza de nuestros bosques rodeados de pinos dominicanos. Un informe
realizado en 1916 decía que habían alrededor de 46 millones de tareas de bosques de
diferentes tipos; se dice que gracias a la apertura de carreteras y puentes compañías
Norteamericanas instalaron aserraderos e industrias azucareras y la exportación de
madera redujo, ya que las maquinarias poseían métodos que no se conocían en la Isla.
Para 1930, a inicios del gobierno de Trujillo, la cobertura boscosa era alrededor de un
70%; Trujillo descubrió el valor económico de los bosques luego del reporte que hizo
Carlos Chardón, un experto puertorriqueño que preparó un informe para el gobierno.
Con el conocimiento que adquirió Trujillo se hizo industrial maderero y se asoció con
personas que ya se beneficiaban del negocio. La “Era de Trujillo” resultó una verdadera
catástrofe para los bosques dominicanos y a consecuencia cayeron en manos de un
conjunto del gobierno de su misma clase social encargados de los aserraderos.
Agotados ya los bosques de las partes llanas, se trasladaron a las cuencas de los ríos
grandes del país donde se encontraban los mejores pinos criollos, aún pidiendo el Dr.
Canela Lázaro que se crearan áreas reservadas en el nacimiento de los ríos y alertó
sobre la importancia de conservarlas. Es así como al paso de algunas décadas se agotó el
bosque dominicano; si se fuera a otorgar un título como “Padre de la deforestación” sin
duda sería para Trujillo. Los pinos fueron los más afectados por los aserraderos y
posteriormente suplantados. Chardón calculó en 1939 que habían 12 millones de tareas
de pinos y ya en 1967, cuando el gobierno puso fin a los aserraderos apenas habían 3.5
millones de tareas de pino.

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