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La caja de Pandora Un dia, poco antes de enviar a Prometeo al C: ucaso, Zeus bajd del Olimpo para visitar a su I jo Hefesto. Hefesto era herrero, y trabajaba en una oscura cueva subterrdnea situada en la soleada isla de Lemnos.' Su fragua? era lo mas parecido al infierno. fuego estaba siempre encendido, y el hierro al rojo vivo irradia- ba un calor insoportable. Y, sin embargo, Hefesto se sentia muy a gusto en aquel lugar, donde trabajaba sin descanso, dia y no- che, fabricando cadenas para los presos, herraduras para los ca- ballos, cascos y espadas para los guerreros... En realidad, Hefes- to utilizaba el trabajo para aislarse de los otros dioses, que se burlaban de él porque era feo y cojo. Nunca recibia visitas, asi que se quedé de lo mas sorprendido el dia en que Zeus entré en su fragua. —;Qué te trae por aqui, padre? —pregunto. Zeus tenia la mirada ausente. Parecia perturbado por un gra- ve disgusto. —Prometeo nos ha engaftado de nuevo —dijo—. Primero, nos dejo sin carne, y ahora ha subido en secreto al Olimpo y les 1 Hefesto era el dios griego del fuego y de la herrerias Lemnos es una isla del mar Fgeo, situada cerca de Turquia. 2 fragua: taller donde trabaja el herrero, calentando los metales con fuego para darles forma. 15 Escaneado con CamScanner ha devuelto el fuego a los hombres. lo! Pero voy a demo: iNos ha dejado en tidicu. arle hasta donde llega nuestro Poder, Les daré un escarmiento a los hombres que nunca olvidaran, 2Quie- res ayudarme, Hefesto? uralmente, padre, Dim : 3qué debo hacer? —Quiero que crees a una mujer. — iA una mujer? En aquel tiempo, ya existian las diosas, pero la 1 habia sido pisada por ninguna mujer. erra atin no —la utilizaré para vengarme de los hombres —explicé Zeus, —iY cémo quieres que sea? —Ha de ser muy hermosa. Fijate en Afrodita y hazla como ella. Afrodita era la diosa del amor, Y poseia una belleza perfecta. Saltaba a la vista que cualquier mujer que se le pareciera desper- taria grandes pasiones entre los hombres. Hefesto, pues, modelé una figura con arcilla a imagen y semejanza de Afrodita. Empleo toda la fuerza de sus grandes manos para dar forma al tronco, a la cabeza, a los brazos y a las piernas, y luego fue modelando los finos labios, el largo cuello, la espesa melena... La belleza de la criatura era tan deslumbrante que Zeus, sentado en la sombra, qued6 impresionado. —Se llamaré Pandora —le dijo a Hefesto—, porque Hevari €n si todos los dones imaginables,? Entonces, Hefesto se inclind sobre Pandora con la intencion de soplarle en la boca, Pues asi era como se les infundia a los hombres el aliento de la vida. Pero Zeus lo detuvo. 3 Pandora, en griego, nifica ‘lena de don 16 Escaneado con CamScanner pera, Hefesto —dijo—: una criatura perfecta merece ¢| soplo perfecto. Entonees, Zeus llamé a los cuatro vientos: el del norte, que traia el frio; el del sur, que trafa el calor; el del este, que traia las penas y las alegrias; y el del oeste, que traia palabras, muchas pa- labras. En cuanto los vientos soplaron sobre Pandora, la criatura empez6 a moverse. Luego, Zeus convocé a los dioses y les dijo: —Quiero que le concedais a esta mujer todos los dones que pueda tener un ser humano. Durante todo un dia, los dioses desfilaron por la fragua de Hefesto para concederle a Pandora los mis variados dones: dul- zura y gracia, inteligencia y picardia, habilidad para tejer y la- brar la tierra, fertilidad para dar a luz muchos hijos, buena voz para cantar, una sonrisa amable que inspiraba confianza... Cuan- do Pandora hubo recibido todos los dones, Zeus le dijo: —Ahora ya ests preparada para ir junto a los hombres. Pero antes debo entregarte mi regalo... Miralo. Zeus sacé una preciosa caja de oro y se la tendi6 a Pandora. —Es muy bonita... —dijo ella—, Qué hay en el interior? —Es mejor que no lo sepas, Pandora. Ahora prométeme que nunca, bajo ningtin concepto, abriras esta caja. —Lo prometo, Escaneado con CamScanner LA CATA DE PANDORA —Tienes mi bendicién, Pandora —dijo Zeus, y tocé con sua- vidad la cabeza de la joven—. jAh, se me olvidaba! Quiero ha- certe un ultimo regalo... Entonces, Zeus hinché sus pulmones de aire y soplé sobre el cuerpo de P: ndora. De ese modo, le proporcioné un ultimo don, el mas peligroso de todos: la curiosidad. Luego, Hermes, el mensajero de los dioses, condujo a Pando- ra hasta la Tierra, y la dejé a las puertas de la casa del titan Epi- meteo. Epimeteo era el hermano de Prometeo, pero no se le pa- recia en nada. Mientras que Prometeo era habil y astuto, Epime- teo destacaba por su torpeza y su ingenuidad. Cuando Epimeteo vio a Pandora, quedo tan deslumbrado por su belleza que deci- did casarse de inmediato con ella. —No lo hagas —le dijo Prometeo. — Por qué no? —replicé Epimeteo—. ;Qué hay de malo en casarse con una mujer? La soledad, hermano, es una carga muy pesada, y estoy seguro de que Pandora me alegrara la vida... —Es detestan desde que les robé el fuego. — Quieres decir que Pandora es un castigo? {Menudo dispa- rate! ;Cémo va a ser un castigo una mujer tan hermosa, que can- a muchacha es un regalo de los dioses, y los dioses nos ta como los pajaros y me mira con tanta dulzura? —Te olvidas de que puedo ver el futuro —concluyé Prome- teo—, y sé que Pandora no nos traera nada bueno. ba tan enamorado que no hubo. Epimeteo, sin embargo, ¢s ar de opinion. A los pocos dias se casé forma de hacerle camt con Pandora, y fue feliz con ella durante cierto tiempo. Con los dones que habia recibido de los dioses, Pandora lend la casa de mas her- su’ marido de bonites tejidos y planto en su jardin | 19 Escaneado con CamScanner MITOS GRIEGOS mosas flores. A todas hor ofan risas y cantos en aquel hogar afortunado. Pandora aprovechaba cualquier ocasién para acari- ciara su esposo y dirigirle tiernas miradas, asi que Epimeteo no podia pedirle nada mis a la vida. Pandora, en cambio, no logra- ba ser feliz del todo, porque, noche y dia, ofa en su interior una voz que preguntaba sin descanso: —iQué habrd en la caja de oro? ;Que habré en la caja de oro? La invisible avispa de la curiosidad se habia apoderado del al- ma de Pandora, y zumbaba en sus ofdos con virulencia: —iQué habra en la caja de oro? ;Que habra en la caja de oro? Antes de dejarla partir, Zeus le habia colgado a Pandora una cadena de oro al cuello. La joven la miraba de continuo, con cierta ansiedad, pues de la cadena colgaba una Ilavecita dorada que servia para abrir la caja de oro. Mas de una vez, Pandora es- tuvo a punto de descolgar la lave y abrir la caja, pero siempre acababa por decirse: «No, no puedo hacerlo, Le prometi a Zeus que jamés abriria esa caja», Sin embargo, llegé un dia en que Pandora no pudo aguantar mas. Su curiosidad era tan fuerte que ni siquiera podia dormir, asi que cedié al fin a la tentacién y abrié la caja. Al instante, so- n6 un zumbido atronador, como el de un enjambre de miles de abejas enloquecidas. Pandora comprendiéd que habia cometido un grave error. ¥ es que Zeus habia encerrado en aquella caja to- das las desgracias que arruinan la vida de los seres humanos: la fealdad y la mentira, la trist y la angustia, el odio furibundo, gota y no sirve de nada, la peste que mati caja mas -- Pandora no levanté la tapa de la caja m= due un poquito, pero fue el trabajo inutil que a hombres y bestias, noe i ° suficiente para que salieran al mund! todas las desgracia: . . jad, la “Mpujadas por los vientos, la maldad, 20 Escaneado con CamScanner METOS GRIEGOS mentira y la enfermedad alcanzaron todas las casas de la Tierra, y enseguida empezaron a oirse gemidos de dolor y Ilantos de lastima. Era lo que Zeus esperaba: su venganza acababa de completar- se, Desde las alturas del Olimpo, el dios sonrié y dijo con solem- nidad: —Ahora los hombres comprenderan de una vez para siem- Pre que no se debe enganar a los dioses. La Tierra habria quedado completamente aniquilada de no haber sido por la tiltima cosa que salié de la caja: un leve alien- to, una bendicién. Hefesto la habia colocado a escondidas en el fondo de la caja, porque amaba a Pandora, que era su creacién, y no queria verla morir, Aquella bendicién era la esperanza. Mo- vidos por ella, los hombres decidieron seguir adelante a pesar de todas las desgracias. No importaba lo mucho que tuvieran que sufrir: los hombres conservarian siempre la esperanza en una vida mejor, en la que no existieran el dolor ni la pena, la guerra nila muerte. Escaneado con CamScanner

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