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Huerteando Por Bogota
Huerteando Por Bogota
Huerteando por Bogotá: crónicas de la agricultura urbana / Jhon Jairo Barros Franco. Primera edición.
–Bogotá, D. C.: Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, ©2023.
ISBN: 978-958-8576-82-4
1. Agricultura urbana -- Bogotá (Colombia) 2. Ecología agrícola -- Bogotá (Colombia) 3. Agricultura sostenible
-- Bogotá (Colombia) I. Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis II. Barros Franco, Jhon Jairo.
Comité Editorial
Editores
Edgar Germán Herrera Guzmán Diseño y Diagramación
Jhon Jairo Barros Franco Lady Mireya Sánchez
Foto Los huerteros y huerteras de la ciudad se alimentan saludable con las plantas de las huertas.
3 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
ÍNDICE
PRESENTACIÓN 10
INTRODUCCIÓN 12
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CAPÍTULO 3: PROTOCOLO DE HUERTAS EN ESPACIO PÚBLICO 57
7.1 La venezolana que floreció en las huertas del sur de Bogotá 135
8.2 La llanera que floreció en las huertas del sur de Bogotá 157
Foto El color de las flores de las huertas urbanas le dan vida a los barrios de Bogotá.
4 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
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PRESENTACIÓN
El Jardín Botánico de Bogotá (JBB), como entidad responsable de la
gestión integral de las coberturas verdes de la ciudad y de la implemen-
tación de programas distritales de educación ambiental, ha liderado ac-
tividades de agricultura urbana desde 2004 y se ha consolidado como un
referente en el Distrito, Colombia y Latinoamérica.
Este liderazgo se ha fortalecido con el apoyo integral y mancomunado
de las comunidades, mujeres, hombres, jóvenes, adultos mayores y familias
que han encontrado en la agricultura urbana una forma de expresión y
fortalecimiento del tejido social, la conservación de los saberes ancestrales
y la transferencia de tecnologías.
Esta práctica en medio de la jungla de cemento también incide direc-
tamente en la biodiversidad, paisaje, construcción de espacios urbanos,
seguridad y soberanía alimentaria y nutricional y, en general, en la soste-
nibilidad ambiental de Bogotá.
Foto Los agricultores urbanos elaboran varios procesados con los frutos de las huertas.
5 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Foto La unión comunitaria le ha dado vida a varias huertas prósperas y agroecológicas en Bogotá.
6 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
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INTRODUCCIÓN
“Huerteando por Bogotá: crónicas de la agricultura urbana” es un via-
je literario contado a través de las experiencias de varias de las personas
que siembran vida, alimento y ancestralidad en las huertas caseras, comu-
nitarias, escolares e institucionales de la capital.
Sus relatos abarcan diferentes contextos de la agricultura urbana en la
ciudad, una práctica que busca la producción de alimentos sanos en espa-
cios urbanos y periurbanos y permite la integración de saberes, el aprove-
chamiento de residuos y la utilización de recursos sin alterar las dinámicas
de los ecosistemas capitalinos.
Los capítulos de esta publicación abarcan diferentes momentos y líneas
de tiempo de la agricultura urbana en Bogotá. Es una recopilación de his-
torias que plasman los cambios representativos en los espacios públicos y
privados, las características de las huertas, los conocimientos técnicos, y las
motivaciones y posibilidades de la comunidad huertera.
Varios huerteros icónicos de la ciudad, campesinos que fueron pione-
ros en el arte de sembrar hortalizas y plantas en las zonas urbanas; y los
custodios de semillas, ciudadanos que llevan décadas conservando e inter-
cambiando los alimentos de nuestros antepasados; reciben un homenaje en
varias de las crónicas de este libro.
Foto El trabajo de los agricultores urbanos de Bogotá reivindica la labor de los campesinos.
7 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
También destaca las historias de algunos huerteros y huerteras jóvenes que mantienen vivo el
espíritu de esta práctica y motivan a las nuevas generaciones a subirse en el bus de la agricultura
urbana; al igual que los emprendedores locales que venden sus productos saludables en los Mercados
Campesinos Agroecológicos.
Las “Mujeres que Reverdecen” del JBB, varios de los líderes de las huertas que hacen parte de
las rutas turísticas y agroecológicas de la capital y los ciudadanos que cumplieron con el protocolo de
huertas en espacio público, también son protagonistas en este viaje huertero.
Esta publicación se constituye en un espacio de comunicación de esas historias que han marcado
las pautas iniciales para nuevos sistemas agrícolas como modelos de producción de plantas alimenti-
cias, medicinales o aromáticas con manejos agroecológicos.
Aunque esta recopilación de crónicas no abarca todas esas historias que se generan a diario en
torno a la agricultura urbana, sí plasma de manera general los sentires del fortalecimiento del tejido
social a través de la siembra.
Los invitamos a sumergirse en las letras y fotografías de este libro y así adentrarse en los concep-
tos de la huerta de una forma simple y contada a partir de las experiencias de nuestros agricultores
y agricultoras urbanas, ejemplos de vida que todos deberíamos conocer.
Foto El maíz, uno de los alimentos ancestrales del país, predomina en las huertas urbanas de Bogotá.
8 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
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CAPÍTULO 1
HUERTEROS
ICÓNICOS
Entender las dinámicas de una huerta y los procesos por los que tiene que pasar un huertero hasta
llegar al punto de ser reconocido como un ejemplo para iniciar nuevos proyectos, es un trabajo que
conlleva muchos años y experiencias personales.
Es allí cuando contar una historia se vuelve una forma directa de conectar con las personas y que
así se identifiquen con situaciones o vivencias que marcan las vidas de un agricultor en la ciudad.
Las huertas icónicas son esos espacios que se han constituido a lo largo de los años como lugares que
cuentan con una planificación desde la siembra hasta la cosecha, generalmente con manejo agroecoló-
gico, y donde se promueve el acceso a la alimentación, el autoconsumo y a procesos de transformación
o comercialización.
Son sitios que, por el trabajo comunitario o familiar, han permitido que sean reconocidos como ejem-
plos de construcción de conocimientos y conservación de saberes, así como terrenos para la educación
ambiental y el trabajo social, político y económico; en pocas palabras son huertas integradoras.
En las siguientes crónicas encontrarán las historias de Hermencia, María Elena y Hugo, personas
que con mucho esfuerzo, constancia, ensayo y error han logrado realizar cambios considerables en los
sistemas productivos de la ciudad.
Foto Hermencia Guacaneme es una de las huerteras y líderes sociales más importantes de Cerro Norte.
9 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Se trata de Cerro Norte, un barrio construido en los años 50 del Cuando cumplió los 15 años, sus padres vendieron la casa y se
siglo pasado por las manos de miles de campesinos que salieron mudaron a un predio de Suba Rincón, donde el patriarca cons-
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
huyendo de sus pueblos por la cruda violencia en busca de un truyó otra huerta casera. A finales de la década del 60, la familia
mejor futuro para sus familias. volvió a cambiar de rumbo y llegaron a Cerro Norte.
Hermencia Guacaneme Orjuela sale muy temprano de su apar- “Subir esa montaña era terrible. Mi papá montó otra huerta y mi
tamento para recorrer las calles empinadas del barrio, por donde mamá siguió con sus gallinas, chivos y marranos. Recuerdo que
transitan decenas de viejos jeeps que transportan a los habitantes. nos tocaba lavar la ropa en una quebrada”.
“La gente me dice Menchis y me conocen porque llevo más de 35 La joven huertera interrumpió los estudios para ayudar a sus
años liderando procesos comunitarios y de agricultura urbana en padres con los gastos. A los 16 años encontró trabajo como
Cerro Norte, un barrio que se convirtió en mi motor. Desde muy interna en una casa en Suba, una experiencia amarga que aban-
pequeña comprendí que mi misión era ayudar a la comunidad”. donó a los pocos días.
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Foto El trabajo de Menchis ha beneficiado a cientos de adultos mayores, niños y jóvenes de Cerro Norte.
10 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
A mediados de los 80, el barrio no contaba con jardines infan- La comunidad del barrio donó ollas, licuadoras y estufas para
tiles. Todo cambió cuando Lucy González, una señora chilena darle forma al jardín. Hermencia, con varias mujeres de la zona,
llegó al territorio a liderar procesos sociales. empezaron a atender a los niños e hicieron ollas comunitarias
para brindarles alimentos.
“Lucy hizo una asamblea con varios habitantes de los barrios
informales de Usaquén y comenzamos a hablar de las necesida- “Con la ayuda de una fundación, en 1985 creamos jurídicamen-
des sociales, como la falta de jardines infantiles. Así empezó mi te la Asociación de los Derechos de los Niños y Niñas de Cerro
vida como líder social”. Norte y le dimos vida al jardín infantil para atender a 50 niños”.
La unión comunitaria liderada por Lucy González y su esposo Las mujeres fueron contratadas como profesoras del jardín.
arrojó el primer Comité de Defensa de los Niños, proyecto que “Eso me cambió la vida porque encontré trabajo fijo. Yo me
luego se transformó en la Asociación de los Derechos de los encargaba de los niños de párvulos, sala cuna y hasta de bebés
Niños y Niñas. “Comencé a participar en la asociación”. de hasta 20 días de nacidos”.
Nuevos Proyectos
La Asociación de los Derechos de los Niños y Niñas de culturales para niños y adolescentes; y la Casa Juvenil para jóve-
Cerro Norte amplió su campo de acción. Uno de los nuevos pro- nes desescolarizados.
yectos fue la Escuela Popular Infantil, un sitio donde asistían los
niños con problemas de comportamiento. Menchis atesora el trabajo con los jóvenes en la Casa Taller, don-
de estuvieron sus cuatro hijos. “Hacíamos talleres de panadería y
“En esa escuela hicimos talleres culturales para despertar las ha- ebanistería. Mis hijos elaboraban escobas y traperos y luego los
bilidades de los niños, como danza, música y recorridos de reco- vendían; aprendieron a hacer ponqués y churros”.
nocimiento por el barrio. Esto fue posible gracias al apoyo de la
organización alemana Terres Des Hommes (TDH)”. Con el apoyo de la ONG alemana, los jóvenes de la Casa Taller
viajaron a Medellín y Cartagena a intercambiar experiencias con
En los primeros años de los 90, Menchis ayudó a darle vida a dos otros grupos. También pintaron muchos murales e hicieron jor-
íconos del barrio: la Casa Taller, proyecto basado en actividades nadas de limpieza y plantaciones de árboles en Cerro Norte.
Foto Las huertas que lidera Menchis reverdecen con la ayuda de los adultos mayores.
12 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
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Huertas Comunitarias
Las mujeres de la asociación también se dedicaron a la ticipación de cerca de 15 adultos mayores y varios niños y jóvenes.
agricultura urbana. Montaron una huerta comunitaria en un lote “Los abuelos volvieron a sentirse útiles a través de la siembra”.
del barrio para sembrar alimentos saludables. La asociación, la Universidad CUN, el hospital de Usaquén y
otros huerteros conformaron la red de agricultores urbanos de la
Menchis y sus compañeras se percataron de que algunas de las localidad, la cual les permitió enriquecer sus conocimientos como
personas de la tercera edad tenían lotes en sus casas donde antes huerteros y liderar otras iniciativas.
sembraban hortalizas y plantas medicinales.
“Una plataforma rural de Bogotá nos invitó a un encuentro en Popa-
“Los abuelos nos abrieron las puertas de los lotes para dar marcha yán (Cauca) y aprendimos mucho sobre las semillas nativas y la trans-
a un proyecto de soberanía alimentaria. El objetivo era sembrar formación de los alimentos en productos medicinales y comestibles”.
hortalizas y plantas de una manera agroecológica para que el jardín
de niños y la Casa Taller de jóvenes tuvieran alimentos sanos”. Menchis aprovechó esos conocimientos y empezó a elaborar
pomadas y cremas con las plantas medicinales de las huertas.
La asociación creó cuatro huertas comunitarias: El Acacio, Los Así se fue convirtiendo en un referente de la agricultura urbana
Abuelos, El Arbolito y El Sauco, un trabajo que contó con la par- en la localidad.
“El primer paso fue mejorar el Club de los Abuelitos. Como aso- A finales de los 90, la asociación creó la Granja Agroecológica
ciación evidenciamos que las personas de la tercera edad vivían Comunitaria Experimental Hugo Fernández, proyecto financia-
solas y tenían mucha tristeza; decidí apoyar sus actividades lúdi- do con recursos de una embajada y del dinero recolectado por la
cas, culturales y de salud”. comunidad en varias rifas y bazares.
Foto Desde las huertas de Cerro Norte se aprecia una panorámica del norte de la ciudad.
13 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
En 2002 la comunidad creó el evento insignia de Cerro Norte: la La feria, realizada durante una semana de agosto, cuenta con ac-
Feria del Maíz. “Como teníamos conocimientos sobre semillas, nos tividades educativas sobre el papel de los campesinos y el signi-
pusimos como meta crear un gran evento al año con varias activi- ficado de la tierra, además de venta de productos como masato,
dades que girarán en torno a los productos ancestrales del campo”. envueltos, mute, gallina, pescado y cerdo.
Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis
El objetivo de la Feria del Maíz es rescatar el conocimiento La agricultura urbana y las personas de la tercera edad son los
ancestral, en especial los muiscas, indígenas que cultivaban protagonistas del trabajo social de Menchis. “Me encargo de seis
productos como amaranto, quinua, yacón y maíz en la sabana huertas: El Acacio, Saberes y Sabores, Los Abuelos, El Arbolito,
de Bogotá. El Sauco y La Granja, sitios a donde llevo a mis abuelos”.
Foto Menchis fue una de las más de 1.000 “Mujeres que Reverdecen” del JBB.
14 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Una de las mejores experiencias que vivió durante el programa Hace poco, Menchis recibió la pensión por los años de trabajo en
fue ver cómo sus demás compañeras se sensibilizaron sobre la la asociación, grupo que también le permitió graduarse como ba-
importancia de las huertas. “Todas sanamos las heridas del pasado chiller a una edad avanzada. Sin embargo, no tiene la más mínima
con el trabajo en las huertas, terruños que sirven como terapia”. intención de abandonar su trabajo social y ambiental.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
Visitar los colegios de Usaquén para darles charlas de agricultura “Seguiré participando en los diferentes proyectos comunitarios y
urbana a los niños y jóvenes, la llenó de felicidad. “Dejar semillas huerteros de Cerro Norte hasta que Dios me lo permita. Aunque
en los pequeños es lo que llevo haciendo desde hace 35 años. mis cuatro hijos y ocho nietos me dicen que le baje el ritmo al
Todas las generaciones deben trabajar juntas”. trabajo, yo creo que si me quedo quieta me muero”.
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1.2
El símbolo de la resistencia y la agricultura urbana
del centro de Bogotá
María Elena Villamil logró fusionar la gastronomía y la agricultura urbana, sus dos pasiones, en la huerta que montó en su casa, ubicada
en la localidad de Santa Fe. Allí prepara helados, mermeladas, mayonesas y postres saludables con las plantas de su terruño agroecológico.
La Niñez en el Centro
Casi no para en su casa, una antigua construcción ubicada Elena nació en La Perseverancia, uno de los barrios más
en el barrio San Martín, en pleno centro internacional de Bogotá. tradicionales de la capital y que colinda con La Macarena. Su
María Elena Villamil, una bogotana de estatura baja, piel trigueña mamá la parió en la habitación de una casa ubicada en la carrera
y cabello platinado, no tiene mucho tiempo libre. 1 con calle 32, donde vivía con sus otros dos hijos.
Su celular no deja de sonar por las llamadas o mensajes que recibe En esa casa esquinera solo estuvo los primeros dos años de
de personas que quieren montar una huerta o ciudadanos que la vida. Su madre decidió cambiar de hogar cuando encontró un
contactan para pedirle helados, mermeladas, patés o postres que espacio más amplio y adecuado en La Perseverancia para criar
elabora con remolachas, acelgas, perejiles, quinuas, cebollas, fre- a sus tres retoños.
sas, zanahorias y caléndulas.
“Nos mudamos a una casa mucho más grande donde arrenda-
“Llevo más de 15 años como huertera, un largo viaje en el que me ban piezas y apartamentos pequeños. Allí vivíamos muchas fa-
he formado como agricultora urbana. Mi propósito siempre ha milias y recuerdo que había hasta 57 niños, con quienes jugaba
sido aprender para luego replicar los conocimientos con la comu- en cuatro patios enormes”.
nidad, en especial con los habitantes de la localidad de Santa Fe”.
Durante la infancia, Elena se enamoró de la cocina. Las mujeres que Luego de que las mujeres servían los almuerzos, Elena se metía
habitaban en la casa sobrevivían de la venta de platos tradicionales en en las cocinas para probar la comida y compararla con la sazón de
una cancha de tejo que abría sus puertas los fines de semana. su mamá, quien hacía las mejores sopas del barrio.
“Recuerdo mucho a Olimpia, una señora que hacía rellena y chi- “Amaba ver a mi mamá cocinar y por eso decidió enseñarme. Me
cha. En los patios de la casa veíamos el maíz tirado en el piso tocaba hacer las cosas al pie de la letra para no recibir un golpe en
bajo los rayos del sol y también había conejos y muchos cultivos”. la cabeza o un pellizco”.
Cuando cumplió siete años y la familia se mudó a otra casa del barrio, Elena replicaba las técnicas de su mamá para preparar sopas.
la pasión por la cocina creció. “En la nueva casa las mujeres sem- “Ella se escondía para observarme cocinar: si fallaba se ponía de
braban cilantro, cebolla, tallos, habas, frijoles, plantas aromáticas y mal genio, me pellizcaba o me daba un cocotazo”.
cerezos para cocinar. Nadie le decía huerta, era el solar de las matas”.
“Lo malo era que le gustaba tomar. Cuando nos íbamos a casar,
un carro lo atropelló por estar borracho y estuvo en cama durante
dos años, tiempo en el que lo cuidé y le ayudé económicamente”.
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Foto Elena se convirtió en una maestra de la agricultura urbana.
17 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
El alcoholismo de su compañero la llevaron a regresar a La Perse- La vida le empezó a sonreír en el barrio San Martín. Un día, una
verancia, en un apartamento en arriendo. Una de sus hermanas le señora muy elegante del barrio le propuso participar en un pro-
cedió una tienda, la cual abría todos los días de siete de la noche yecto de la Alcaldía Local de Santa Fe que pretendía pintar las
a las tres de la mañana. fachadas de las casas y poner materas.
Luego de varios años dejó el negocio de la tienda y se organizó La señora vivía en una casa amplia y repleta de verde ubicada en
con sus tres hijas en una casa del barrio San Martín, abajo de La la carrera 5A con calle 31, en el mismo barrio. “Me enamoré de
Perseverancia. En esa época se estaba construyendo el edificio inmediato cuando la conocí porque tenía un patio grande con
del Tribunal de Orden Público y los obreros le preguntaron si muchos frutales”.
preparaba almuerzos y desayunos.
Elena quedó perpleja cuando su nueva amiga le propuso que se
“Me puse a cocinar. Sin embargo, sentía la necesidad de estudiar quedara con la casa. “El dueño era su papá. Luego de varias reu-
algo, inspirada en mi hija mayor que estaba a punto de graduarse niones, acordamos que les pagaría un arriendo mensual de 50.000
como bachiller: lo hice en el SENA, en un técnico en panadería, pesos, una buena cifra”.
pastelería y repostería”.
Con la muerte del dueño de la casa, uno de los hijos intentó sacar-
Un profesor del SENA le recomendó que hiciera un curso de la de su casa soñada. “Llamé a la viuda para contarle lo sucedido
complementación en cocina y al poco tiempo la postuló para tra- y ella fue enfática en decir que nadie me iba a sacar de ahí. Le hice
bajar en un reconocido restaurante de Bogotá. muchos arreglos a la vivienda”.
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Mujer Innovadora
En 2015, Elena tomó la decisión de cerrar las puertas sopas. Empecé con las mermeladas de cebolla, cilantro y remola-
de su restaurante. “Me dediqué a la huerta Santa Elena, nombre cha y luego experimenté con los helados”.
dado por Alberto Mogollón, un profe del SENA; me da risa por- La huertera no está interesada en registrar sus productos ante el
que yo de santa no tengo nada”. INVIMA ni en vender al granel por toda la ciudad. “El que quiera
probar mis productos debe venir a la huerta y conocer mi histo-
La cocina no salió de su vida. Creó un emprendimiento don- ria; me pueden contactar por Facebook (Huerta Santa Elena)”.
de fusiona sus dotes culinarios con los productos de la huerta:
helados, mermeladas, dulces, postres, patés, salsas y encurtidos Cuando recibe llamadas de los clientes, lo primero que les infor-
elaborados con remolacha, brócoli, cebolla, zanahoria, espinaca, ma es cuáles hortalizas o plantas hay en la huerta. “Las huertas
acelga y plantas aromáticas. deben ser dinámicas, es decir cosechar todo lo que dan. En Santa
Elena hay épocas en las que no puedo hacer preparados porque
“Esa idea nació en el restaurante, cuando comprendí que no solo todo ya fue cosechado”.
podía utilizar los productos de la huerta para hacer ensaladas y
Foto La huerta Santa Elena es visitada por los amantes de la agricultura urbana y la cocina.
20 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Esta mujer de La Perseverancia asegura que no le gusta ver una Los más de 15 años que lleva como agricultora urbana la han
huerta con los cultivos intactos. “Eso siempre me preocupa por- convertido en una de las huerteras más reconocidas de Bogotá
que significa que no están utilizando las plantas para alimentarse y un orgullo para sus tres hijas, cuatro nietos y dos bisnietos.
o comercializarlas. La agricultura urbana tiene que basarse en la Muchas personas la contactan para que ofrezca talleres, capacita-
siembra y la cosecha”. ciones y charlas.
Uno de sus mayores orgullos es el compostaje que hace en el “Me defiendo bastante porque empecé de cero y sigo aprendien-
patio de la casa con los residuos de la cocina, los cuales deposita do a diario. Pero no me gusta quedarme con ese conocimiento
en una cama de madera larga y ancha. “Tengo un lombricultivo sino transmitírselo a la comunidad, para que así la agricultura ur-
para elaborar los sustratos y abonos de la huerta”. bana continúe con fuerza en toda la ciudad”.
Hugo Pedraza Barón tiene una rutina inamovible de lunes Su oficina son los 16.501 metros cuadrados de la Quinta, de los
a viernes en las mañanas: viajar desde su casa, ubicada en barrio cuales 15.000 son zonas verdes con árboles, arbustos, jardines, hor-
Altamira (localidad de San Cristóbal) hasta la Casa Museo Quinta talizas y plantas medicinales. No tiene escritorio ni computador,
de Bolívar, en el centro de la ciudad. solo utiliza una radio para comunicarse con sus jefes y compañeros.
“Este es mi viaje diario desde hace 39 años, cuando ingresé a “Desde que entré a trabajar aquí, siempre escucho atento lo que
trabajar en este paraíso natural e histórico donde me encargo de les dicen los guías a los turistas. Así aprendí que Simón Bolívar fue
cuidar los jardines, árboles patrimoniales, el bosque andino y la propietario de la Quinta por 10 años, pero solo la habitó 423 días”.
huerta Mestiza”.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
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Viaje al Pasado
Nació en 1963 en San Andrés, municipio de Santander Su padre y abuelo fueron sus maestros en el arte de sembrar.
que hace parte del páramo del Almorzadero, un tesoro de agua “Esos dos pilares me enseñaron a deshierbar el maíz y sembrar
cristalina donde sobrevuela el imponente cóndor de los Andes. trigo, cebada, lechuga, cebolla y arracacha”.
La Vida en la Capital
El santandereano asegura que siempre ha sentido un amor des- Luego de reverdecer los parques de Bucaramanga, Hugo
bordado por la naturaleza, en especial por los árboles y las flo- trabajó unos años como jardinero en Girón y Piedecuesta. Sin
res que veía en el camino que recorría para ir a la escuela. embargo, los contratos laborales eran cortos y poco estables.
“Me fascinaba treparme en los árboles, Un día me caí de un ár- “En 1981, a los 18 años, un primo me dijo que en Bogotá se
bol y me fracturé el fémur de la pierna izquierda; por eso quedé conseguía trabajo fácil y solo se necesitaba saber hacer algo.
un poco cojo”. Llegamos al barrio Marsella a la casa de una tía”.
A los 12 años salió del pueblo natal para buscar mejores opcio- El joven de acento golpeado se enteró que estaban buscando
nes en Bucaramanga, donde encontró trabajo como jardinero. personal para construir el edificio de la Universidad América,
“Duré dos meses arreglando los jardines de varios parques”. un lugar ubicado en las faldas de los cerros orientales.
Foto Hugo se encarga de mantener intactos los jardines y la huerta de la Quinta de Bolívar.
23 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Trabajo de Ensueño
Unos días después del encuentro, un empleado de la También se enamoró de unos cipreses, pinos americanos, san-
Quinta fue hasta el edificio de la Universidad América para in- gregados, cedros rojos y negros y eucaliptos. “Los expertos dicen
formarle a Hugo que iba a ser parte del grupo de trabajadores. que son árboles patrimoniales porque tienen edades que superan
los 200 años”.
“Me convertí en su jardinero fiel. Desde que empecé, en 1982,
me enamoré más del lugar porque iba a cuidar las plantas y los Según Hugo, en 1991 el Gobierno Nacional le solicitó a la Socie-
árboles que fueron testigos de la historia del país”. dad de Mejoras y Ornato de Bogotá restaurar la Quinta, trabajo
que duró más de siete años.
Una de las primeras actividades que le encargaron fue cuidar un
vivero. “Una de mis labores es sacar los piecitos de las plantas “Los jardines y zonas verdes de la Quinta reverdecieron aún más
para plantarlos cerca; se demoran como 15 días en prender”. con la plantación de nuevas especies, en su mayoría nativas del
bosque andino colombiano”.
Este campesino de estatura mediana y cuerpo robusto quedó
maravillado con varios árboles de gran porte, troncos anchos y Su extensa oficina al aire libre fue llamada Jardín Bolivariano, un
edades avanzadas. área que fue dividida en zonas como el bosque andino, las bellas
del jardín, el oasis y agua del río Vicachá (hoy San Francisco),
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
“El que más me llamó la atención fue ‘El Ahorcado’, un árbol los laberintos con caminos que conducen hacia un mirador y la
que al parecer tenía más de 380 años y fue testigo de un altercado huerta Mestiza.
entre Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander”.
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Foto La huerta Mestiza es un icono histórico de la capital.
24 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Hugo el Huertero
Cuando llegó a la Quinta, Hugo se transportó a su época En esos años fue descubierto un antiguo pozo que almacena el
como campesino al ver una pequeña huerta ubicada en la parte tra- agua cristalina del río Vicachá, que nace en lo más alto de los
sera de la casona que habitaron Simón Bolívar y Manuelita Sáenz. cerros orientales.
“Era un terreno chiquito donde se sembraba cilantro, ajo, toronjil “La maleza mantenía oculto el pozo. En su interior encontraron
y cebolla. Los expertos me dijeron que esta huerta era muy anti- platos rotos de la vajilla del Libertador que hoy en día están en
gua, tanto así que se remonta a la época del Libertador”. algunos de los salones del museo de la Quinta”.
Entre 1993 y 1998, años en los que se realizó la restauración, Al revisar las crónicas de antaño, los académicos descubrieron que
arqueólogos de las Universidades Nacional y Andes evidenciaron la huerta surtió al Libertador de verduras y condimentos, alimen-
que la huerta era mucho más amplia de lo que se pensaba. tos con los que sorprendía a sus invitados preparando ensaladas.
Untarse de Tierra
Desde que salió de su pueblo natal, a Hugo nunca se le Hugo es un gran conocedor de las propiedades de las plantas de
pasó por la cabeza volver a sembrar y cosechar hortalizas. Aunque la huerta. Por ejemplo, asegura que el hinojo es bendito para las
el destino le permitió seguir con su amor y cuidado por las plantas, mujeres que acaban de dar a luz porque al beber infusiones les
las labores agrícolas del campo parecían condenadas al olvido. sale más leche de los pechos.
“Pero Dios me dio ese gran regalo en la huerta de la Quinta de “Tenemos muchos tallos, plantas que son la base para hacer el cu-
Bolívar, algo que la mayoría de campesinos que salen de sus tie- chuco de maíz, la sopa de trigo, la mazamorra chiquita boyacense
rras nunca vuelven a hacer”. e incluso las frijoladas. Con el ruibarbo hago mermeladas delicio-
sas y saludables y se las unto a las galletas y calados de las onces”.
Afirma que el trabajo de la tierra debe realizarse de manera direc-
ta. “Cuando veo personas sembrando con guantes me pongo de
mal genio. La tierra se trabaja con las manos desnudas: los guantes
maltratan las plantas y contaminan los suelos con sus químicos”.
Foto Carlos, uno de sus hijos, heredó su amor por la naturaleza y el campo.
26 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
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Los Herederos
Hugo lleva 31 años casado con Miriam Martínez, una san-
tandereana que también nació en el municipio de San Andrés y a
quien conoció desde muy niño.
RUTAS
AGROECOLÓGICAS
Las rutas agroecológicas “De Huerta en Huerta” son una iniciativa liderada por el Jardín Botánico
de Bogotá y el apoyo del Instituto Distrital de Turismo que buscan promover nuevas oportunidades
de crecimiento económico para los agricultores urbanos a través de recorridos turísticos en sus huertas.
Suba, La Candelaria, Santa Fe, Kennedy, Teusaquillo, Engativá y Chapinero son las localidades
que ya cuentan con sus propias rutas agroecológicas, agrupaciones de huertas urbanas y periurbanas
que poseen una oferta de servicios y actividades con un enfoque turístico.
Las huertas que hacen parte de esta novedosa estrategia del Distrito, desarrollan actividades de
interpretación ambiental, guianza y transferencia de conocimiento desde una temática base que es la
educación ambiental y agrícola.
Los habitantes de la capital y turistas nacionales e internacionales que la visitan ya pueden sumer-
girse en “De Huerta en Huerta”. En los recorridos conocen la historia de estos espacios comunitarios
o familiares y la diversa oferta de servicios que ofrecen.
Estas rutas valoran las prácticas tradicionales, ancestrales y conocimientos prácticos, técnicos y cien-
tíficos. Su espíritu es fortalecer el reconocimiento de la agricultura urbana y periurbana como una
práctica cultural desarrollada por las comunidades en los territorios.
También promueven estilos de vida saludable y la sana alimentación, ya que el consumo de alimentos
producidos agroecológicamente contribuye a una calidad de vida y al disfrute de una buena salud.
De igual manera, con el desarrollo de las experiencias definidas por cada una de las huertas, se
promueve el conocimiento y apropiación de los entornos naturales, es decir que se genera una mayor
conciencia sobre la creación y protección de espacios verdes dentro de la ciudad.
La cultura también hace parte de esta iniciativa ambiental y turística. Los recorridos huerteros
rescatan y resignifican los conocimientos ancestrales alrededor de la sana convivencia, la cultura del
no daño, la integración de la naturaleza y el cultivo de especies de especial interés.
En esta publicación resaltamos varias historias que hacen parte de las rutas agroecológicas de Bogo-
tá, experiencias auténticas alrededor de la agricultura urbana.
Foto Las huerteras del barrio Marsella siembran la semilla de la agricultura urbana en la comunidad.
27 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
En el municipio cundinamarqués de Junín nació una de “Estoy dedicada de lleno a liderar esta huerta comunitaria que
las personas que más ha trabajado por la comunidad y los recur- tiene alma y corazón de mujer. Con mis amigas nos encargamos
sos naturales de la localidad de Kennedy, una madre y abuela con de sembrar, cosechar y darle mucho amor y cariño a este espacio
sangre campesina y un corazón que solo bombea cariño. tan especial para la comunidad”.
Se trata de Flor Marina Vargas, quien lideró un proceso comuni- El grupo de 13 mujeres ha recibido varios reconocimientos por
tario que muchos ciudadanos consideraban como imposible: po- su trabajo comunitario de una década, como la mención de honor
ner fin a un botadero de escombros y basura en el barrio Marsella entregada en 2019 por el Jardín Botánico de Bogotá debido al
para convertirlo en una huerta repleta de verde. compromiso, dedicación y contribución al medio ambiente.
Con la ayuda de varias vecinas del barrio, esta juninense le dio “Además de sembrar y cosechar en la huerta, logramos conso-
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
vida a la huerta agroecológica Marsella, un terreno de 600 metros lidar un fuerte proceso de reciclaje. Las vecinas del barrio nos
cuadrados cubierto por hortalizas, frutales y plantas medicinales entregan los residuos orgánicos de las cocinas para convertirlos
ubicado cerca de la Avenida Las Américas con carrera 69. en abono en nuestra compostera”.
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Foto Flor Marina Vargas es el corazón de la huerta Marsella.
28 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Niña de Campo
Marsella, además de ser aprobada por el protocolo de huertas en Flor Marina tiene frescos los recuerdos de su niñez en
espacio público, fue seleccionada como una de las cinco iniciati- Junín, un territorio montañoso de Cundinamarca lleno de agua
vas comunitarias de la localidad de Kennedy que conforman la ubicado en la provincia del Guavio.
ruta agroecológica ‘De huerta en huerta’ de Bogotá.
“Junín es un paraíso terrenal donde su principal atractivo es el
Mientras recorre la huerta, un sitio cerrado con mallas y rodeado agua. Este recurso abunda en todo el municipio, como en la
por grandes árboles que fueron plantados hace años por las mu- cordillera, los frondosos árboles y lagunas como La Bolsa, Juan
jeres del grupo, los ojos de Flor Marina se llenan de lágrimas de Vaca, Tembladares y El Soche”.
alegría y satisfacción.
Según la juninense, la explosión de agua del sitio que la vio nacer
“Lograr consolidar esta hermosa huerta no ha sido fácil. Lleva- es la principal razón de que la zona sea bastante productiva para
mos más de una década luchando por sacarla adelante y creando los cultivos de papa, arveja, maíz, fríjol y frutales.
un fuerte tejido social en el barrio”.
“Cuando era niña, mi papá me enseñó a sembrar sin la necesi-
dad de utilizar químicos y además me inculcó un gran amor por
los árboles y toda la naturaleza. Con mis hermanos dividimos el
tiempo entre el colegio y las actividades del campo”.
“Hace 14 años visitamos el barrio Marsella y me enamoré del Los miembros de la JAC se trazaron una meta: poner fin al bo-
sector. Había muchas zonas verdes, calles sin tanto tráfico y era tadero de escombros y convertirlo en un sitio que pudiera ser
un sitio muy residencial”. utilizado por la comunidad.
Al poco tiempo de mudarse a una nueva casa, Flor Marina se Miriam Velazco, una de sus amigas que lleva décadas viviendo en
vinculó a la Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio. Otra de Marsella, recuerda que, antes del botadero, en la zona se constru-
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
“Me propuse convertirme en una líder para solucionar las princi- “El vivero quedó abandonado por la falta de agua y por eso se convir-
pales problemáticas sociales y ambientales del barrio”. tió en un botadero. Mi esposo, miembro de la JAC, dijo que debíamos
recuperar el espacio para que fuera utilizado por los adultos mayores”.
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Foto Esta huerta recuperó un antiguo botadero de escombros y basuras en Marsella.
30 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
“En 2010 decidimos que era lo mejor para poner fin al botadero, “Hicimos una nueva convocatoria y consolidamos un grupo de
una chispa de sabiduría que entusiasmó a varios de los habitantes más de 10 mujeres mayores del barrio Marsella, todas compro-
del barrio y decidieron apoyar a la JAC”, recuerda Flor. metidas con sacar adelante la huerta comunitaria agroecológica”.
La comunidad no contaba con los conocimientos para limpiar Luego de adecuar y limpiar el terreno, el grupo femenino lo co-
y adecuar la zona. “Llamamos al Jardín Botánico, entidad que menzó a reverdecer con la siembra de plántulas y semillas de hor-
llevaba varios años trabajando la agricultura urbana en la ciudad”. talizas, frutales y plantas medicinales.
Con ayuda del JBB y las manos de muchas personas, el predio “El JBB nos envió a una ingeniera que nos ayudó a montar la
cambió de aspecto. “Sacamos muchos escombros y basuras. Con huerta. Todos los días veníamos al sitio entre las siete de la maña-
el retiro de ese material dimos paso a la desinfección, adecuación na y las seis de la tarde para hacer las camas y sembrar”.
de lugar y remoción de la tierra”.
A los pocos meses, el arduo trabajo dio sus frutos. “Consolida-
mos unos cultivos hermosos, resultado que no hubiéramos alcan-
zado sin el apoyo del JBB”.
Nunca Paran
En los meses críticos de la pandemia, muchas huertas co- “Nos dolían mucho nuestras planticas”, afirmó Flor Marina.
munitarias sufrieron profundos estragos al quedar abandonadas “Por eso decidimos seguir con las actividades huerteras, que rea-
por miedo al contagio. lizamos tres días a la semana; todas usamos tapabocas”.
La huerta Marsella no fue una de ellas. Flor Marina, Miriam Ve- Pero la huerta no quedó invicta. Al no contar con una presencia
lazco, Estella Piza, Alicia Ayala, Lucía Serrato, Nancy Torres, tan seguida por parte de las mujeres, varios habitantes del barrio
Olga Salcedo, Sandra Daza y Socorro Correa, siguieron trabajan- ingresaron sin permiso al predio a sacar las hortalizas.
do en la huerta.
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“No nos gusta que ingresen sin permiso porque pueden afectar
los cultivos al retirar las plantas en sitios que aún no están listos
para cosechar”.
“Muchas personas vienen a la huerta con sus talegos para que les
ayudemos con una lechuga, una rama de cilantro, papas o toma-
tes. Como somos un aula de puertas abiertas, jamás le decimos a
alguien que no”.
Manos Amigas
La huerta agroecológica Marsella ha contado con el apoyo El sueño actual es que la huerta se convierta en un sitio de
del Jardín Botánico, la Alcaldía de Kennedy, el IDPAC y la Secre- aprendizaje para los niños y jóvenes del barrio y de la localidad
taría de Desarrollo Económico. de Kennedy.
“Estudiantes de carreras ambientales de las Universidades Nacio- “Hemos visitado varios colegios con el propósito de que los más
nal y La Salle hicieron varios estudios de suelos en la huerta y nos pequeños visiten la huerta y aprendan sobre agricultura urbana”.
dieron recomendaciones para mejorar la producción”.
Las mujeres huerteras también quieren consolidar su proyecto de
La alianza más reciente fue la Universidad Uniminuto, jóvenes compostaje, iniciativa en la que participan varios de los habitantes
que visitan la huerta para hacer sus trabajos de grado y les ayudan del barrio.
a las mujeres con nuevos insumos técnicos y conocimientos.
“Esta huerta es nuestro proyecto de vida. Aún nos falta mucho
“Nuestra huerta es un sitio de saberes de puertas abiertas para por hacer y aprender, pero estamos seguras que, con nuestro
toda la comunidad que quiera participar. No le cobramos a nadie amor, respeto y compañerismo, vamos a seguir cosechando gran-
por el ingreso”, dice Flor Marina. des frutos”, concluyó Flor Marina.
Foto Varias de las mujeres del barrio Marsella volvieron a sembrar en esta huerta.
33 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Su primer amor fue el río Chicamocha, un afluente que Su padre la matriculó en el proyecto Escuela Hogar, donde nació
zigzaguea por Boyacá y Santander en medio de un cañón catalo- su amor por los tejidos. Durante tres años, Gladys aprendió a
gado como una de las maravillas naturales del mundo. tejer a mano y en máquina con la lana de las ovejas.
“Nací en Capitanejo, un pueblo donde mis padres nos sacaron A los 17 años, luego de terminar el bachillerato, la joven campesi-
adelante con el tabaco, maíz y frijol que cultivaban en la finca”, na salió del cálido pueblo bastante famoso por el cabro, el tamal
recuerda Gladys Duarte. y el mute santandereano.
La casa familiar tenía un extenso solar donde su madre sembraba “Me fui a vivir donde un hermano a Bogotá. Gracias a Dios en-
cebolla, cilantro y plantas de jardín. “Desde muy pequeña aprendí contré trabajo rápido tejiendo sacos para niños de colegio”.
a cultivar y me enamoré del campo”.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
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Foto Más de 15 personas trabajan y cuidan la huerta Monserrate.
35 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
“En 1991 encontramos uno cerca de los barrios Castilla y Valla- El hogar se convirtió en la casa de los buñuelos de Monterrey.
dolid. Lo que más me gustó fue ver tanto verde y naturaleza, un “Los vendía en el supermercado. La casa sabe y huele a buñuelo
paisaje que me recordaba en algo a Capitanejo”. por ese negocio que nos permitió sacar adelante a los tres hijos”.
“Cerramos la zona con polisombra y malla delgada. Recuerdo En 2013, el grupo comunitario recibió la ayuda de la Universidad
que los cultivos que más se dieron fueron el perejil y la acelga, dos Uniminuto. “Los estudiantes vienen a este sitio a prestar su servi-
plantas que se regaron por toda la huerta”. cio social; nos han ayudado a arreglarla y limpiarla”.
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Verde en Medio del Cemento Pomadas de la Huerta
La huerta se consolidó como uno de los pocos espacios Gladys afirma que la huerta Monterrey ha recibido mu-
verdes del barrio Monterrey, una zona donde el cemento, los la- cho apoyo del Jardín Botánico, entidad que los asesora para que
drillos y el asfalto son el común denominador. mejoren los cultivos de una forma agroecológica.
“Pasamos de cuatro a 10 camas de cultivos. Esta es la única huer- “Nunca hemos utilizado químicos para sembrar. El JBB nos en-
ta comunitaria del barrio y por eso somos bastante conocidos. El señó a hacer los biopreparados para controlar las plagas y nos
que quiera sembrar y participar tiene las puertas abiertas”. capacita seguido en temas como compostaje y lombricultivos”.
Aunque la huerta cuenta con más de 50 especies de hortalizas, La santandereana valora inmensamente las lecciones de Evelyn,
frutales, plantas medicinales y aromáticas, hay dos emblemáticas: una profesional del Jardín Botánico que la ayudó a crear su pro-
la lechuga con sabor a limón y la sangría. pio emprendimiento: pomadas con las plantas de la huerta.
“Una estudiante universitaria me regaló cinco lechugas con sabor “Pomadas de la huerta” está conformado por plantas calientes:
a limón. Ella me aseguró que las trajo de La Palma (Cundinamar- marihuana, tabaco, romero, eucalipto y la flor del borrachero; esta
ca) y creo que por eso es su sabor; allí se cultivan cítricos”. última era una de las especies insignia de los muiscas.
La planta de sangría la trajo Gladys de la finca de un familiar en Luego de cosechar las plantas, Gladys las macera por aparte y lue-
Cúcuta. “Allá la utilizan mucho para bajar la fiebre y combatir go las fusiona con vaselina para hacer las pomadas. “Las pongo
el Chikunguña”. en baño María para que suelten sus jugos y aromas; posterior-
mente dejó enfriar toda la sustancia y así suelta sus propiedades”.
El número de participantes en la huerta disminuyó. Según Glad-
ys, algunos de los adultos mayores se enfermaron o fallecieron, La santandereana también elabora aceites y pomadas con calén-
mientras que otros decidieron no volver. dula. “Con ella hago el mismo proceso. Mis pomadas son ben-
ditas para los dolores de las articulaciones, músculos y huesos”.
“En promedio participamos 15 personas, pero solo ocho esta-
mos metidos de lleno. Nuestro objetivo es mantenerla hermosa y Estos productos los vende en su casa y en las ferias locales don-
desarrollar proyectos ambientales”. de la invitan. “La gente que las usa queda muy contenta con los
resultados. Son pomadas que ayudan a afrontar los quebrantos
Los huerteros van todos los días a la huerta a hacer el riego y de la salud”.
deshierbe. “Cuando hay cosecha no la repartimos entre todos los
que hemos trabajado”.
Foto Los vecinos de la cuadra fueron los que recuperaron este espacio público con una huerta.
39 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
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Sin Fronteras
La fundación Monterrey Ecohídrico ha ayudado a forta-
lecer otras iniciativas comunitarias, como las huertas Laureles en
Bosa y Doña Fidelia en Lagos de Castilla.
Foto Las pomadas de Gladys son benditas para algunos quebrantos de salud.
40 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Foto Los habitantes del barrio Fábrica de Loza cuidan una huerta con mucha historia.
41 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
A Luis Alberto Tovar, un hombre con el cabello total- Los habitantes del barrio lo saludan con respeto. Luis detiene su
mente platinado, le gusta madrugar. Todos los días despierta an- caminata en un predio ubicado en la Avenida Los Comuneros
tes de escuchar el canto de los gallos y en medio de la penumbra con carrera 2A; saca del bolsillo una moneda para golpear la reja.
de la madrugada.
Tres perros criollos salen de sus casas de madera y comienzan a
A las seis de la mañana ya está vestido. Luego de desayunar coge ladrar. Arturo Moreno aparece al final de un largo recoveco y le
un bastón y sale de su casa, ubicada en la Fábrica de Loza (locali- abre la puerta. Decenas de personas esperan a Luis en una zona
dad de Santa Fe), un barrio que aún conserva varias de las huellas cubierta donde están los 34 lavaderos de ropa fundados por Jorge
del pasado. Eliécer Gaitán en 1936.
A paso lento, Lucho, como le dicen sus amigos, se mete por va- Lucho organiza a la comunidad en un pequeño invernadero si-
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
rios recovecos empedrados y rodeados en su mayoría por vivien- tuado al frente de un estanque de aguas verdosas desde donde se
das de un solo piso con tejas de ladrillo y fachadas viejas. divisa una huerta escalonada repleta de lechugas, acelgas, arvejas,
caléndulas, tomates de árbol, lulos y espinacas.
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Foto Luis Tovar es una leyenda viva del barrio Fábrica de Loza.
42 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
“Esta huerta nació hace 19 años y es fruto del trabajo de Mari- En 1845, la fábrica donde se elaboraban platos, tazas y vajillas
na Caballero, Juan Avendaño, Euclides Rojas y mío. Hoy los cité fue comprada por Nicolás Leyva, un empresario antioqueño que
para que el proceso continúe sin intrigas, roscas y conflictos”. la tuvo a su cargo hasta 1887, año en el que falleció y la empresa
quedó abandonada.
El líder comunitario apunta con un dedo hacia una zona ubicada
en lo más alto de la huerta y que colinda con el Centro de Desa- Según la comunidad, los terrenos aledaños a la fábrica fueron
rrollo Comunitario (CDC) Lourdes. ocupados por los antiguos operarios. La gente del barrio también
asegura que bajo el suelo hay túneles que conectan varias zonas.
“Allí voy a sembrar acelga, apio, perejil, cilantro y lechuga en cua-
tro camas. Además, estoy pensando en revivir el fondo para la La familia de Luis Alberto fue testigo de esta parte de la historia
comunidad con la venta de los productos de los cultivos”. del centro de Bogotá. Por ejemplo, sus abuelos trabajaron en la
fábrica. Su madre nació en la zona cuando la empresa ya no fun-
Joaquín Ramírez y cerca de 20 mujeres de la tercera edad de su cionaba y los trabajadores ocuparon el área.
grupo cultural, se encargaron del cuidado de la huerta durante
la pandemia, trabajo que contó con la asesoría técnica del Jardín “Yo nací en el barrio hace más de 70 años en una época donde
Botánico de Bogotá. éramos conocidos como la escoria del centro por los robos y
venta de droga. La policía hacía operativos todos los días y nos
“El trabajo que ustedes hicieron en los meses de la pandemia sacaban de las casas como si todos fuéramos malandros”.
fue muy valioso y espero que continúen. El futuro de esta huerta
necesita de la unión comunitaria, el respeto y la disciplina”. Las reminiscencias de su niñez son amargas. “Tuve una infancia
dura. Me tocaba buscar la plata para llevarles comida a mis her-
manos y mi padrastro me daba palo”.
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“Los lavaderos se convirtieron en un fumadero, violadero y lugar Varias mujeres fueron seleccionadas para cuidar los lavaderos, in-
de venta de drogas. Como yo andaba armado y tenía el apoyo de cluidas la mamá y esposa de Luis Alberto. “Yo fundé la primera
la comunidad, saqué corriendo a esos malandros y comenzamos junta de mejoras y decidimos cobrar 50 pesos por lavar”.
a recuperar la zona”.
Los habitantes de El Cartucho ingresaron a los lavaderos y Lucho
se puso iracundo. “Venían a robar las cosas de la casa que hay en
los lavaderos y hacer sus necesidades. Los saqué con el revólver”.
Mejoras en el Barrio
La delincuencia y la drogadicción gobernaban la Fábrica Luego de varias luchas, Lucho logró obtener la personería jurídi-
de Loza. Según Luis, el barrio era conocido como El Túnel por ca del barrio. Luego continuó tocando puertas para pavimentar
los recovecos que hay entre las casas, por donde se movían con las calles y poner la luz, agua, alcantarillado y teléfono.
agilidad los ladrones y vendedores de droga.
“Pero los vendedores de droga seguían en el barrio. Los reuní y
“Me propuse sanear el barrio y obtener la personería jurídica para les dije que tenían que pagar por cada persona que asesinaran; fue
que tuviéramos los servicios básicos. El alcalde local me dijo que una batalla larga que llegó a un buen término”.
debía conformar una Junta de Acción Comunal y reuní a más de
80 personas”.
Foto Luis es uno de los líderes sociales que ayudó a montar la huerta.
45 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Llega la Huerta
Hace 19 años, el líder de la Fábrica de Loza inició un nue- “Adecuamos el terreno a punta de azadón, pico y pala. Hicimos
vo proyecto comunitario en un predio contiguo a los lavaderos de más de ocho camas con tablas y maderas que la gente dejaba en
Gaitán, una zona de alta pendiente que estaba invadida por pasto. la calle y poco a poco fuimos sembrando semillas y plántulas”.
“Con Marina Caballero, Juan Avendaño y Euclides Rojas nos La huerta fue bautizada Fábrica de Loza como homenaje al barrio
propusimos montar una huerta. Andrea Navia, de la Asociación que los vio nacer. Luis recuerda que lo primero que sembraron fue-
Manos Amigos, nos ayudó bastante”. ron lechuga, perejil, tomate cherry, acelga, calabacín, fresa y cilantro.
Los cuatro líderes recibieron cursos de agricultura urbana por parte “Todo lo que salía de la huerta era para el consumo de nuestras
de la asociación, conocimientos que fueron aplicando en el terreno. familias y las personas necesitadas. Luego empezamos a vender
los productos y con el dinero creamos un fondo para comprar
más plántulas y semillas”.
Renacer
El coronavirus causó cicatrices en la huerta Fábrica de “Llamamos a Joaquín Sánchez, un líder social que lleva muchos
Loza y sus cuatro custodios. Por las restricciones de la pandemia, años con su grupo cultural de adultas mayores. Con la asesoría
la zona quedó sin quien la cuidara y le hiciera mantenimiento. del JBB, dejaron la huerta muy hermosa”.
Como somos personas mayores, nuestros hijos no nos dejaban Con el renacer de Fábrica de Loza, hoy repleta de hortalizas, fru-
salir de las casas. El techo de plástico que protegía la huerta se tales y plantas aromáticas, el JBB la incluyó en la ruta agroecoló-
cayó durante la pandemia y afectó todos los cultivos”. gica ‘De huerta en huerta’ del centro de la ciudad, la segunda de
la capital.
Los líderes de la huerta sufrieron problemas de salud y permane-
cieron encerrados en las casas. “Todos los cultivos se murieron “Es muy importante que la ciudadanía conozca este sitio histórico
y la huerta quedó invadida por la maleza. No poder estar allí nos de la ciudad. Las personas que nos visiten por medio de esta ruta
enfermó más el alma”. turística, podrán conocer el proceso de la huerta, la historia del
barrio y los lavaderos de Jorge Eliécer Gaitán”, asegura Lucho.
Hace dos años, el Jardín Botánico decidió reverdecer esta huerta
icónica del centro de la ciudad, una mano amiga que Lucho y sus
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
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Foto Joaquín Ramírez y su grupo de mujeres mayores, son los que ahora cuidan la huerta.
47 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Heredero Cultural
Al caminar por los senderos de la huerta, Luis no puede
evitar sentirse nostálgico. El sentimiento aparece en sus ojos azu-
les, los cuales se cubren de lágrimas.
PROTOCOLO DE HUERTAS
EN ESPACIO PÚBLICO
En 2020, debido a la pandemia, las huertas urbanas en el espacio público se convirtieron en un
lugar de escape y reconciliación con el medio ambiente, una zona de terapia y reflexión ante una
situación que limitaba el acceso a los alimentos de varias familias en Bogotá.
La agricultura urbana en el espacio público fue una actividad que se viralizó para combatir los
coletazos de las cuarentenas. En las huertas, los ciudadanos, guardando las normas de bioseguridad,
volvieron a compartir con sus vecinos a través de la siembra.
Debido al incremento de las huertas en parques y andenes, la Alcaldía Mayor y las entidades dis-
tritales que administran el espacio crearon una normatividad para reglamentar esta actividad en el
espacio público.
El Jardín Botánico y la Secretaría de Ambiente fueron designadas como entidades gestoras, es decir
quienes coordinarán con las otras entidades administradoras el desarrollo de la agricultura urbana
en espacio público.
Asimismo, al Jardín Botánico se le asignó dar la viabilidad técnica agrícola y social del uso del
espacio público en actividades de agricultura urbana.
La resolución incluyó la generación de un protocolo que debía desarrollar los elementos técnicos ne-
cesarios para la localización e implementación en cada uno de los elementos constitutivos de espacio
público donde se habilite la agricultura urbana.
En 2021, el Jardín Botánico identificó 284 huertas en espacio público distribuidas en las diferentes
localidades. Un año después, esta cifra fue 220 huertas, un hallazgo que demuestra la fuerza de la
organización comunitaria.
Como la agricultura urbana fortalece el tejido social, el “Protocolo de Agricultura Urbana y Periur-
bana Agroecológica en Espacio Público” fue un proceso de construcción colectiva con la comunidad,
los directivos, equipo profesional y técnico.
Su creación contó con la participación de entidades administradoras del espacio público. La nueva
reglamentación fue presentada en diferentes espacios de participación ciudadana y se realizaron
pruebas piloto en varias localidades.
En septiembre de 2021, el protocolo fue aprobado en la Comisión Intersectorial del Espacio Público.
Luego de varias socializaciones masivas, en diciembre se recibieron las primeras solicitudes de los
agricultores urbanos.
En febrero del 2022 se autorizaron las primeras huertas por parte del Instituto de Desarrollo Ur-
bano. A junio de 2023, el JBB ha recibido 227 solicitudes de diferentes grupos comunitarios para
tramitar el protocolo; se han autorizado 74 huertas en espacio público.
Foto Varios habitantes del barrio Mirandela trabajan en un corredor ambiental y huertero.
48 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Aunque nació en Suecia y pasó parte de la niñez en varios tener una vida más estable. En las tierras del Cauca estuve hasta
países europeos, Marisabel Téllez tiene marcadas las raíces cam- los 12 años”.
pesinas colombianas. Sus manos están llenas de ampollas y su voz
mezcla los tonos andinos con los caribeños. La familia Téllez Rojas se organizó en un apartamento en la loca-
lidad de Usaquén. “A los 18 años conocí a Jaime Romero, el amor
“No tengo linaje europeo. Mi papá es boyacense y mi mamá de de mi vida. Como siempre he sentido una gran pasión por la
Mompox. Por eso soy igual o más colombiana que la arepa, la biodiversidad, estudié biología en la Universidad de Los Andes”.
papa o el ajiaco. Mis padres se conocieron en Bogotá mientras
estudiaban en la universidad y fueron novios desde muy jóvenes”. Interrumpió sus estudios de biología para trabajar en proyectos
agroecológicos en el Valle del Cauca y Risaralda. “Luego regresé
Durante sus primeros cinco años de vida, recorrió con sus padres a Bogotá para terminar la carrera, pero en los Andes no me sentía
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
Suecia, Alemania, Francia, Inglaterra, Checoslovaquia y Austria. a gusto y me pasé a la Universidad Javeriana”.
La aventura extranjera terminó cuando su papá encontró trabajo
fijo en Popayán, capital del Cauca. En los años universitarios y laborales consolidó su relación con
Jaime. “Duramos 13 años de novios. Luego llegó nuestra primera
“Mi papá viajaba mucho por el país y por eso mi mamá le puso hija, Clara Elisa, nos casamos y empezamos a buscar el sitio para
un tatequieto: salir de Popayán para echar raíces en Bogotá y así formar un hogar”.
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Foto Marisabel Téllez es la líder del proyecto agroecológico La Llovizna.
49 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Líder Ambiental
En 2002, Marisabel y Jaime encontraron un apartamento La bióloga recuerda que, con algunos vecinos del barrio, trató
en una de las torres del conjunto residencial Mirandela 6, en la de recuperar el predio, sitio que colinda con el patio zonal 191
localidad de Suba, donde al poco tiempo llegó Santiago, su se- de TransMilenio.
gundo hijo.
“Limpiamos un poco la zona y construimos un camino con la-
Luego de dedicarse a la crianza de sus hijos, la bióloga retomó su drillos. Fuimos al IDU para continuar con el proyecto, pero nos
vida laboral. “Me metí en el Consejo Local de Suba y soy conse- informaron que era una zona de reserva ambiental y vial y no
jera local de gestión de riesgo de cambio climático”. estaba permitido hacer ningún tipo de infraestructura”.
Desde la ventana de su apartamento, Marisabel veía con tristeza Marisabel, su esposo y varios vecinos pusieron sus ojos en el patio zo-
un corredor verde que se había convertido en un botadero de es- nal. “En esa época muchas personas se enfermaron por los gases que
combros por parte de las constructoras y vecinos irresponsables. arrojaban los buses del patio zonal más grande de Latinoamérica”.
“Lo que hicieron las constructoras fue echar tierra sobre los es- El ruido de los buses no dejaba descansar a la comunidad de Miran-
combros, sembrar árboles y dejar el terreno a la deriva. El corre- dela. “Mi esposo, que es abogado, se encargó de liderar una acción
dor verde se convirtió en el botadero de basura del barrio”. popular para que frenaran las problemáticas, pero fue negada”.
Juan Guillermo montó una pérgola para colgar decenas de cojines El 30 de diciembre de 2020, el DADEP emitió la resolución con la
llenos con tierra y plántulas elaborados por la comunidad. “Hicimos reglamentación de la agricultura urbana agroecológica en el espacio
el proceso de carga y los amarramos con cabuyas, pero unos meses público. “Nosotros ya llevábamos cuatro meses trabajando en La
después se cayeron porque las cuerdas no resistieron el peso”. Llovizna y nos había visitado el Jardín Botánico de Bogotá“.
El huerto de Mirandela 6 debía tener un nombre. Lo bautizaron La Según Marisabel, esto permitió que La Llovizna se constituyera como
Llovizna, un homenaje a Lluvina Dilullo, una amiga de la bióloga un sitio del espacio público habilitado solo para las actividades de agri-
que falleció de cáncer; su nombre italiano significa llovizna ligera. cultura urbana. “Hice el logo de la huerta, un colibrí con una rama del
guayacán de Manizales, el árbol emblemático de la zona”.
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Luz Verde
El proyecto comunitario no consiste en montar una sola “Consolidar las huertas y asociarlas al arbolado del corredor no será
huerta al lado de Mirandela 6. El objetivo es recuperar y conservar el tarea sencilla. Por ejemplo, es necesario trabajar en cerca de siete zo-
corredor ambiental que abarca cerca de 49 conjuntos residenciales. nas que deben contar con cerramiento; es un proyecto ambicioso
donde requerimos de la participación activa de muchas personas”.
“El reto es montar varios huertos a lo largo del corredor, pero
conservando el bosque de Quintas de San Pedro II, el arbolado En 2021, el Jardín Botánico convocó a la ciudadanía para que
y la fauna nativa. Buscamos consolidar un corredor huertero y participara en la creación del protocolo de huertas urbanas y pe-
ambiental en Suba que llegue hasta los cerros de La Conejera”. riurbanas en espacio público, un proceso en el que Marisabel par-
ticipó activamente.
Con los 12 vecinos que participaron desde el inicio del primer
huerto, la bióloga constituyó el colectivo agroecológico La Llo- “En agosto, cuando el protocolo fue aprobado, reuní toda la do-
vizna, grupo que espera crecer. cumentación requerida para enviar la solicitud de La Llovizna,
como las evidencias del trabajo comunitario y un plan de trabajo
para el desarrollo de la agricultura urbana”.
A finales de octubre, Marisabel envió toda la documentación al En enero de 2022, Marisabel se sintió mal de salud: tenía dos
JBB. Luego, profesionales de la entidad visitaron el huerto para tumores grandes en el útero, uno de ellos con espículas. “Me ope-
evaluar los criterios técnicos, agrícolas y sociales. “Nos fue muy raron y estuve meses eternos en la clínica, donde no paraba de
bien y el Jardín Botánico radicó todo en el IDU”. llorar por no estar en el huerto”.
Mientras esperaban la respuesta, los miembros del colectivo El 3 de marzo de 2022 se enteró que el IDU había dado viabili-
agroecológico continuaron con sus labores diarias en el huerto, dad para continuar con el futuro corredor. “Llevaba dos días en
es decir sembrando hortalizas, plantando plantas medicinales y casa recuperándome de la cirugía cuando recibí la noticia”.
haciendo abonos en el lombricultivo que montaron.
Con la luz verde del IDU, los miembros de La Llovizna pueden
continuar con las actividades agroecológicas en el primer huerto
del corredor huertero. “Anhelaba estar trabajando en el huerto,
pero debí cumplir con los 40 días de incapacidad para así estar
fuerte y alentada”.
Foto En la Llovizna no solo se siembra en el suelo. Esta pérgola es uno de los nuevos proyectos.
53 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
En las eras la comunidad sembró más semillas de perejil liso, del corredor. “Estoy hablando con las administraciones para que
rúgula, rábanos y zanahorias. “Vamos a reactivar la pérgola: te- se metan en el proyecto”.
nemos 60 cojines listos donde caben 540 plántulas. El ideal es
experimentar para ver si crecen mejor en la pérgola o en las eras”. El Jardín Botánico va a brindar cursos de agricultura urbana a los
habitantes que estén interesados en participar. “El ideal es que
El colectivo La Llovizna también aumenta los envases plásticos se motiven y conozcan todo lo que podemos hacer si sacamos a
para las fresas y ajíes y ya trabaja en una compostera y un peque- flote este corredor huertero y ambiental”.
ño vivero. “El primer paso para el corredor huertero es dejar bien
montado el huerto de Mirandela 6: es el piloto”. El ambicioso proyecto de este colectivo agroecológico, incluirá
el componente social. “Cuando montemos las huertas queremos
Marisabel toca las puertas de los demás conjuntos residenciales llevar alimentos sanos a nuestras casas y ayudar a las personas que
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
63
Foto Estas dos mujeres son las que mantienen verde a La Llovizna.
54 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Foto Wilson Quiroga es el líder de una huerta con espíritu ancestral en Tunjuelito.
55 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Aunque no viste las túnicas blancas de los indígenas de Estudió tecnología en electricidad, pero nunca tuvo que hacer
la Sierra Nevada de Santa Marta y tampoco tiene el rostro pinta- una instalación eléctrica. “Me dediqué a administrar proyectos en
do con las figuras coloridas que plasman las etnias amazónicas, varias empresas, donde me encargaba de manejar la caja menor,
varias partes de su cuerpo le rinden un homenaje a la ancestra- nómina, compras, logística y contratación de personal”.
lidad colombiana.
Durante más de 12 años, Wilson lideró cerca de 30 proyectos de
Un largo collar con cuarzos, semillas y artesanías que parecen ingeniería en varias zonas del país y el extranjero, trabajos donde
colmillos cuelgan de su cuello; una mochila indígena carmelita tuvo que presenciar múltiples crímenes ambientales.
entrecruza su tronco; y tres manillas con pequeñas pepas de color
amarillo, naranja, azul, verde y rojo cubren sus muñecas. “En un proyecto en Montería contratamos una motosierra para
talar un árbol enorme. En Cartagena nos llevamos 200 mangles
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
Wilson Andrés Quiroga, un bogotano con más de 40 años, utiliza con retroexcavadora de oruga y en Florencia (Caquetá) la cons-
un sombrero de paja para protegerse del sol y su mano derecha trucción de una vía de 50 kilómetros tumbó 15 kilómetros linea-
sostiene un largo palo de madera. A simple vista parece un cha- les de árboles”.
mán o sabedor, pero su rol es ser un protector del espacio.
Esas hecatombes ambientales le apachurraron el corazón. “No me
Desde muy pequeño tuvo un contacto directo con la Pacha Mama sentía feliz y de repente recibí el fuerte llamado de la Madre Tierra,
en Pacho (Cundinamarca) y la región del río Negro. “Mis padres un mensaje poderoso que me dio la fuerza para renunciar a ese tra-
son de origen campesino y por eso aprendí a valorar su trabajo y bajo depredador y empezar a convertirme en una nueva persona”.
respetar los recursos naturales. Pero la naturaleza se demoró en
hacerme el llamado”.
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Foto Esta huerta es una explosión de hortalizas, frutales y plantas medicinales.
56 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
A Reverdecer Tunjuelito
En esa época, Wilson vivía solo con su esposa en una casa “Por los sabedores indígenas empecé a fumar las hojas del tabaco,
del barrio Nuevo Muzú (localidad de Tunjuelito), hogar que luego mambear coca y tomar yagé, una medicina espiritual que sana el
se fue ampliando con la llegada de sus dos hijos: Gabriela y Felipe. cuerpo y el alma. Hice mi propia medicina con tabaco, llamada
rapé, que tiene propiedades analgésicas y sirve para la sinusitis y
Su transformación en un nuevo hombre inició con el descubri- el aparato digestivo”.
miento de las plantas medicinales con las que los indígenas ela-
boran las bebidas y alimentos para sus rituales ancestrales: las
plantas de poder.
Foto Una maloca indígena es utilizada por los indígenas para sus encuentros ancestrales.
57 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
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Punto Ancestral
La huerta Chihiza-le se convirtió en un espacio de reunión
comunitaria en torno a los alimentos y la recuperación de las semi- “Chihiza-le no es solo una huerta. Es un sitio con responsabili-
llas nativas, como maíz, frijol, papa y cubio. dad espiritual donde hacemos reuniones en torno al fuego para
hacer la limpieza espiritual del territorio. El collar que tengo en el
“Logramos tener una amplia variedad de semillas nativas, como nue- cuello no lo compré: me lo entregó un indígena amazónico para
ve tipos de frijol, cuatro de papas y algunas de maíz. También sem- resguardar el territorio”.
bramos hortalizas, plantas medicinales y aromáticas y frutales, ali-
mentos que pueden cosechar las personas que trabajan en la huerta”. Este lugar de Tunjuelito es un punto de encuentro de varias cul-
turas indígenas del país, como los taitas de la Sierra Nevada de
Wilson construyó un banco de semillas nativas, el cual custodia Santa Marta y el valle de Sibundoy (Putumayo), y los muiscas que
en su casa. “Me dieron varias semillas nativas de papas de Tiba- aún habitan en varias zonas de Bogotá.
cuy. Con una compañera bióloga y su hermana, que es profesora
de la Universidad Distrital, hacemos trueques”. “El taita es el sabedor y encargado de hacer los rituales, mientras
que mi rol es cuidar, proteger y mantener limpio el espacio donde
En 2015, el cerramiento perimetral de la huerta restringió el ingreso nos reunimos. También vienen seguido los jóvenes del centro
de habitantes de calle y las barras bravas, un mecanismo que dismi- experimental del Tunjuelo, los muiscas de Usme y los Guakes
nuyó el robo de las hortalizas y plantas medicinales y dio paso a la del Zuque”.
consolidación del lugar como un espacio para la ancestralidad.
Wilson lideró la construcción de una maloca para hacer los ri- Las plantas medicinales de la huerta son utilizadas para los ritua-
tuales de las comunidades indígenas. La guadua se la donaron les ancestrales de la maloca. “Los indígenas que vienen traen coca
los Guakes del Zuque, grupo comunitario en la localidad de San para mambear y me regalan manillas y esencias que mantengo en
Cristóbal, y unos jóvenes bioconstructores ayudaron a hacer el mi mochila y no se las muestro a todo el mundo”.
techo con madera y plástico.
Foto Wilson tuvo un cambio de vida radical desde que conoció la agricultura urbana.
59 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Las paredes del salón comunal que limitan con la huerta también
exhiben muestras de la ancestralidad y la naturaleza, como el mis-
terioso jaguar, colibríes, princesas guerreras y figuras indígenas.
Foto Los adultos mayores del barrio le ayudan con el cuidado de la huerta.
60 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
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Presente y Futuro
El espíritu de la huerta Chihiza-Ie es la construcción de Tiene su propio lombricultivo, una crianza y manejo de lombrices
tejido social a partir de las prácticas agroecológicas y ancestrales. de la que se obtienen productos como el humus para fertilizar los
Según Wilson, el objetivo es transformar escenarios negativos a cultivos. Los miembros de la huerta también hacen compostaje
partir de las intervenciones artísticas y ambientales. con los residuos orgánicos que salen de las cocinas.
“Queremos generar un espacio de encuentro y de aprendizaje cons- Este grupo comunitario recoge botellas plásticas y las llenan con
tante de las labores agrícolas, así como de las actividades que consi- material plástico como las envolturas de las golosinas. La Asocia-
deramos tradicionales del territorio y que fortalecen nuestra esencia”. ción de Recicladores de Bogotá las recoge para luego transfor-
marlas en madera plástica.
Chihiza-Ie es un espacio de puertas abiertas para las familias, in-
dígenas, docentes, niños, jóvenes y estudiantes. “Es un lugar de Como las culturas indígenas son las protagonistas, uno de los
encuentro alrededor de la siembra, el círculo de la palabra y la objetivos es recuperar y cuidar las semillas ancestrales de papa,
soberanía alimentaria”. maíz, frijol y cubio. La huerta también cuenta con árboles nativos
de Bogotá, como carbonero, chicalá, sauco, cerezo, borrachero y
Además de la siembra agroecológica y el rescate de la ancestralidad caucho sabanero.
y las semillas nativas, esta huerta fomenta el acopio y transforma-
ción de la materia orgánica e inorgánica por medio del reciclaje. “Queremos que nuestra huerta sea un referente comunal, regio-
nal y nacional de la agricultura urbana familiar basado en las prác-
ticas ancestrales, además de ser un modelo a replicar en cultivos
orgánicos de hortalizas, hierbas aromáticas, medicinales y flores”.
MERCADOS CAMPESINOS
AGROECOLÓGICOS
Aportar a la reactivación económica de la ciudad como respuesta a parte de las consecuencias que
dejó la pandemia del covid-19. Así fue concebida “Bogotá es mi Huerta”, una estrategia del Jardín
Botánico de Bogotá que nació a mediados de 2021.
El objetivo era identificar a los huerteros y huerteras con emprendimientos ambientales o una can-
tidad significativa de hortalizas, frutas, plántulas o aromáticas en sus huertas para que pudieran
generar ingresos a partir de sus productos.
Los Mercados Campesinos Agroecológicos, que se suman al programa distrital de Mercados Cam-
pesinos liderado por la Secretaría de desarrollo Económico, serían la ventana para comercializar sus
productos de la agricultura urbana.
Estos mercados, que se realizan el primer fin de semana de cada mes, buscan potenciar la producción
agroecológica y el rescate de productos ancestrales, además de impulsar la economía campesina y
fomentar los encadenamientos productivos accediendo a nuevos nichos de mercado.
El encuentro mensual con el campo le ha permitido a los agricultores urbanos generar ganancias con
los excedentes de sus huertas, productos que no pueden competir con la oferta agropecuaria rural e
industrial que en Bogotá se realiza principalmente en sitios como Corabastos, las plazas distritales
o tiendas de barrio.
Se cuenta actualmente con 82 huertas que de manera rotativa han asistido a estos espacios, logrando
ventas superiores a los 400 millones de pesos por la comercialización de acelga, lechuga, brócoli, apio,
papas nativas, plantas aromáticas, frutas, jaleas, mermeladas, miel de abeja, encurtidos, antipastos,
frutas deshidratadas, galletas, entre otros.
Nuestros Mercados Campesinos han permitido que la población de huerteros se conecte con orga-
nizaciones y entidades como la Secretaría de Desarrollo Económico, el Instituto para la Economía
Social, el Instituto Distrital de Turismo, el SENA y el Concejo de Bogotá.
Varios de los huerteros han accedido a programas, subsidios, capacitaciones y espacios para comer-
cialización de productos a través de estos contactos. Por eso, ahora son reconocidos en la ciudad por
contar con productos frescos y de buena calidad.
Este capítulo está dedicado a algunos de los huerteros y huerteras que siempre reciben a los ciuda-
danos con sus brazos abiertos y una sonrisa contagiosa el primer fin de semana en los Mercados
Campesinos Agroecológicos del JBB.
Foto Lolita Salazar es una de las huerteras más queridas de los Mercados Campesinos.
62 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Bogotá es un territorio que huele a campo. Cerca del 76% Sus abuelos sembraban papa, cebolla, arveja, haba, maíz, cubios,
de su extensión es considerado territorio rural, zonas con una chuguas, ibias y cilantro, una actividad que heredaron los hijos y
gran biodiversidad distribuidas en las localidades de Suba, Usa- nietos. “Mi papá y tíos trabajaban en los cultivos de cebolla de
quén, Chapinero, San Cristóbal, Usme, Ciudad Bolívar y Sumapaz. los barrios San Miguel y La Victoria, productos que vendían en
varias plazas de mercado”.
María Dolores Salazar o Lolita, como le gusta que la llamen, nació
en uno de esos terruños rurales. Sus abuelos y padres le enseñaron Lolita aprendió a sembrar y cosechar en la huerta de la casa fami-
el arte de labrar la tierra y le inculcaron un enorme amor y respeto liar, un terreno que ha pasado de generación en generación. “Mi
por los cultivos, los recursos naturales y el trabajo de los campesinos. hermano y yo nos criamos en esa huerta y aprendimos a trabajar
la tierra gracias a nuestros padres y abuelos”.
“Nací en La Victoria, barrio de la localidad de San Cristóbal.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
Cuando era niña el cemento y los ladrillos no hacían parte del Aunque le encantaba untarse con la tierra y sembrar las semi-
paisaje: todo era verde y solo había fincas con extensos cultivos llas, esta bogotana comprendió que el trabajo del campo es muy
de hortalizas, verduras y plantas medicinales y corrales para las ingrato. “Muchas personas no valoran a los campesinos y nos
vacas, gallinas y ovejas”. hacen el feo. Eso lo vi desde niña y me da mucha tristeza”.
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Foto Lolita prepara pesto y chimichurri con las plantas de su huerta.
63 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Trabajo Comunitario
A los siete años, Lolita ingresó al colegio Madre Elisa munidad de Las Malvinas, una zona de invasión conformada por
Roncallo, donde las monjas salesianas le permitieron estudiar y gente desplazada y habitantes de calle.
formarse para trabajar por el bienestar de la comunidad.
“Les ayudamos a crear microempresas, panaderías y cultivos hi-
“En ese colegio hice la primaria y bachillerato y poco a poco dropónicos. Con el hospital de La Victoria hicimos el programa
fui escalando como trabajadora: ya graduada pasé de portera a Extramuros, donde médicos voluntarios atendían gratis a la co-
bibliotecaria y secretaria. Con el dinero que ganaba estudié de munidad. En las mañanas daba clases en el colegio y en las tardes
noche la licenciatura en filosofía y ciencias religiosas en la Uni- hacía trabajo comunitario”.
versidad Santo Tomás”.
Lolita quería viajar fuera del país para adquirir nuevos conocimien-
Cuando obtuvo su diploma universitario, las religiosas la contra- tos y experiencias. Como había ahorrado bastante, se fue para Ita-
taron como docente de filosofía del colegio, donde estuvo varias lia, un país que siempre le llamó la atención por su historia religiosa.
décadas. “También trabajé en otros planteles educativos del ba-
rrio La Victoria, lo que me abrió los ojos para hacer algo por la “Tenía 32 años y nada me impedía viajar. Mi familia seguía en la
población vulnerable”. casa del barrio La Victoria y todos estaban bien económicamente.
Por eso me fui a Italia con una tía del ex presidente César Gavi-
Con una fundación de la parroquia María Auxiliadora, Lolita dio ria que conocí en mi labor social, quien me contrató para que le
inició a su trabajo comunitario. Por muchos años ayudó a la co- cuidara al nieto”.
Foto Lolita también es una gran conocedora de las propiedades del ají.
64 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
“Estuve nueve años en tierras italianas. Luego regresé a Colombia “Desde pequeña aprendí que los cultivos no necesitan de quími-
porque mis padres estaban enfermos. Volví a la La Victoria y los cui- cos para ser prósperos. Con mucho cuidado y amor empecé a con-
dé hasta que murieron, primero mi mamá y al mes mi papá; ellos se solidar una huerta bastante próspera y con un manejo agroecoló-
amaron eternamente durante los 56 años que estuvieron casados”. gico, un espacio que me permite llevar comida sana a la mesa”.
Luego de hacer la sucesión de la casa, Lolita le compró la parte Al comienzo, las hortalizas y plantas medicinales de la huerta eran
de su hermano y conformó su hogar. Lo que más la sorprendió solo para el consumo de la familia o para venderlas en el barrio.
cuando regresó fue ver la huerta donde aprendió a cultivar en su Sin embargo, Lolita vio que gran parte de la cosecha se perdía por
niñez, un terruño que sus padres cuidaron con mucho amor. la gran cantidad de productos que salían.
“Me propuse seguir con el legado campesino de mis abuelos y “La huerta me daba comida suficiente para llevar a la mesa y ven-
padres. Intercalaba mi tiempo entre el cuidado de la huerta, la dérsela a mis amigas, pero sobraba mucho. Entonces comencé a
crianza de mi hijo y un trabajo en el IDIPRON como tallerista y buscar espacios o iniciativas que me permitieran comercializar los
catequista, donde estuve como 13 años”. excedentes: no podía permitir que los alimentos se perdieran”.
Foto Los productos de Lolita, libres de químicos, están entre los más vendidos del Mercado Campesino.
65 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
A Vender
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
Una de sus amigas le contó que el Jardín Botánico de Bo- Lolita decidió elaborar algunos productos procesados con lo que
gotá tenía un proyecto de agricultura urbana y periurbana que le sale de la huerta. “Hago chimichurri con ajo, cebolla, tomillo y
ayudaba a los ciudadanos a mejorar sus huertas y además les daba aceite de oliva, y pesto. Los llevo en frascos de vidrio y son muy
espacios para comercializar los productos. sabrosos y naturales”.
“Se trataba de los Mercados Campesinos Agroecológicos, eventos Durante la pandemia del coronavirus, Lolita mejoró la herencia
que se realizan el primer fin de semana de cada mes. Me inscribí en verde de sus familiares. Como ya estaba pensionada y no podía
un link y los expertos visitaron mi huerta; mi felicidad fue absoluta salir por las cuarentenas, tenía el tiempo suficiente para arreglar
cuando dijeron que me iban a dar un espacio en los mercados”. las eras de los cultivos.
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“Le pedí asesoría al JBB y me dieron tierra y herramientas. Los
ingenieros me enseñaron a hacer compostaje con los residuos or-
gánicos de la cocina, los cuales pico, echo en canecas y finalmente
aplico en los cultivos”.
Foto La licenciada en filosofía aprendió a sembrar desde que era una niña.
66 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Cada vez que asiste a los mercados campesinos, Luis Felipe lleva
a su mamá en una moto cargada con hortalizas y procesados.
“La gente sale muy satisfecha por la calidad de los productos:
ninguno tiene químicos y lucen frescos y con colores hermosos”.
María Elsy Rivas exhibe con orgullo el Pacífico colom- “Recuerdo que toda la familia sobrevivía de los cultivos de maíz
biano en todo su cuerpo. Tiene el cabello trenzado y siempre y arroz, la pesca y la minería artesanal, aquella que no degrada los
utiliza prendas de colores llamativos, además de aretes y collares ríos. Mi abuelo me enseñó a sembrar, pescar y amar la naturaleza”.
grandes con figuras de la biodiversidad chocoana.
Cuando cumplió los 15 años y estudiaba bachillerato en el colegio
Nació en un pueblo del Chocó llamado Istmina. Se crio con sus integrado San Pablo Industrial, sus abuelos tomaron la decisión
dos abuelos, Pedro Rafael y María Isidra, su mamá y 10 herma- de enviarla a Bogotá para que tuviera un mejor futuro.
nos. “A mi papá no lo conocí porque falleció al poco tiempo que
llegué a este mundo”. “Teníamos muchas dificultades económicas y el pueblo empeza-
ba a padecer por el conflicto armado. Yo me fui primero por ser
Esta morena alta tiene muy frescos los recuerdos de su niñez, la mayor de mis hermanos; llegué a donde unos familiares a un
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
como bañarse a diario en los ríos Atrato y San Juan, estudiar en barrio de la localidad de Rafael Uribe Uribe”.
escuelas rodeadas por la selva húmeda del Pacífico y alimentarse
de los regalos de la naturaleza.
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Foto María Elsy aprendió a hacer transformados con los productos de las huertas.
68 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
La nueva vida en la gran ciudad la golpeó. “Fue muy traumático Se trataba de Mujeres que Reverdecen y María Elsy se inscribió
llegar a Bogotá porque me sentía enjaulada. Yo me bañaba en en el Jardín Botánico de Bogotá. “El 14 de octubre fui a la en-
los ríos, sacaba los peces de esos afluentes y recogía las frutas tidad por primera vez y me enamoré de inmediato por toda su
de los árboles”. hermosa naturaleza”.
La chocoana encontró refugio en el atletismo y compitió varios Ingresó al grupo de Lucero Alto, en Ciudad Bolívar, donde tuvo
años en la Liga de Atletismo. A los 24 años se enamoró de Jairo una conexión especial con Dannis Sequeira y Alejandra Vivas,
Enrique Torres, un hombre de Pacho (Cundinamarca) y tuvieron dos mujeres del Caribe y Pacífico colombiano.
tres hijas: Vivian Nicol, Ana María y Sara Linney.
“Somos mujeres echadas para adelante que hemos luchado mu-
“Compramos una casa en el barrio Bosa Recreo. En septiem- cho por sacar adelante a nuestras familias. Reverdeciendo Bogotá
bre de 2021, mi hija mayor le informó que la Alcaldía de Bogotá forjamos fuertes lazos de amistad y compartimos nuestras histo-
estaba buscando mujeres para que participaran en un novedoso rias de vida”.
programa ambiental y social”
Foto Pomadas y aceites con las plantas de las huertas, es su emprendimiento ambiental.
69 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
“Nací en Plato, Magdalena. Con mis tres hermanos padecimos de Su mamá la envió a la casa de una de sus hermanas en un barrio
maltrato intrafamiliar, en especial por mi papá que tomaba mucho del norte de Bogotá, donde obtuvo algo de calma. “Me puse a es-
alcohol; pasamos mucha hambre y dificultades”. tudiar auxiliar de enfermería, tecnología en primera infancia y con-
tabilidad; también hice varios cursos de cocina y manualidades”.
Cuando sus padres se separaron las cosas mejoraron un poco. “Mi
madre, una docente muy luchadora, nos sacó adelante con lo ne- En esos años como estudiante y trabajadora se enamoró y tuvo
cesario y todos pudimos terminar el bachillerato”. tres hijas: Lina María, Elvia Tatiana y Yeilin Paola. “Nos organiza-
mos en el barrio Bosa Porvenir, pero el matrimonio no funcionó
y me convertí en madre soltera”.
Una condición de salud de su hija mejor la hizo mermar el ritmo El programa “Mujeres que Reverdecen” le cayó como anillo al dedo
laboral. “Mi niña tiene un hueso de cristal en la pierna derecha. porque era para madres cabeza de hogar y víctimas de la violencia.
Tuve que dejar de trabajar en empresas porque tengo que estar
pendiente de ella y llevarla a sus controles médicos”. María Elsy y Alejandra fueron su gran apoyo. “Ellas han sido mis
ángeles. Al comienzo del programa me tuve que ausentar porque
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
Su objetivo siempre ha sido sacar adelante a sus hijas, pero como mi niña estuvo hospitalizada y ellas me colaboraron mucho”.
no puede trabajar durante las ocho horas exigidas por las em-
presas, le ha tocado ingeniárselas para pagar el arriendo y darles
comida y estudio.
81
La Risueña
Alejandra Vivas es una joven risueña y extrovertida que Se vio obligada a radicarse en Bogotá, en la casa de una prima en
no para de sonreír. La timidez no hace parte de su ser y a todo el el barrio Bosa Porvenir. Luego arrendó una pieza y en las noches
que conoce lo enamora con su candor y dentadura blanca. terminó el bachillerato. Alejandra se matriculó en una universidad
para hacer un técnico en preescolar.
“Nací en Tumaco, un paraíso de Nariño bañado por el océano
Pacífico. Mis padres me enseñaron desde muy pequeña a sembrar El amor fue agridulce. La relación con su pareja no funcionó,
cacao y plátano, además de pescar en el mar”. pero le dejó dos grandes regalos: María Valentina e Ian Felipe,
sus hijos.
En su niñez y parte de la adolescencia, se la pasaba metida con En “Mujeres que Reverdecen” construyó una nueva familia con
sus 10 hermanos en el mar y en las selvas húmedas. Todo llegó a Danny y María Elsy. “Las tres somos madres y compartimos el
su fin cuando cumplió los 24 años y le tocó abandonar el pueblo amor por la naturaleza”.
por el conflicto armado.
Huerta y Emprendimiento
El Centro de Encuentro para la Paz y la Integración Lo- Según la chocoana, les tocó empezar de cero. “Con la ayuda de
cal de Víctimas del Conflicto Armado de la localidad de Bosa se Miguel Herrera, uno de los psicólogos del centro, adecuamos la
convirtió en el salón de clases para estas tres mujeres del Pacífico zona, que estaba llena de piedras y escombros”.
y Caribe colombiano.
Las mujeres sembraron ruda, manzanilla, albahaca, hierbabuena,
En este lugar del barrio Metrovivienda, María Elsy, Dannis y Ale- cilantro, lavanda, romero, toronjil, canelón y caléndula.
jandra le dieron vida a una huerta de plantas medicinales y aro-
máticas, trabajo que contó con la ayuda de dos compañeras más: El objetivo de la huerta era contar con la materia prima para po-
Yolanda Rodríguez y Betzaida Estupiñán. der crear su propio emprendimiento femenino y ambiental, uno
de los requisitos del programa “Mujeres que Reverdecen”.
“Las directivas del centro de encuentro nos dieron un pequeño
espacio para que montáramos una huerta con manejo agroecoló-
gico, es decir sin utilizar ninguna clase de químicos y realizando
prácticas con bases ecológicas”, recuerda María Elsy.
“Nos fuimos por el lado de los aceites, pomadas, ungüentos y ja- Los productos de Rosemary Herbal Orgánica son benditos para
bones orgánicos. Lo llamamos Rosemary Herbal Orgánica: Rose- sanar las heridas y quebrantos de salud. “El aceite de ruda sirve
mary significa romero en inglés, Herbal es hierbas y Orgánica es para combatir los calambres y dolores musculares, mientras que
porque todo es orgánico y libre de químicos”, recuerda Dannis. el de manzanilla combate el estrés y las alergias”.
La elaboración de los productos la hacen en sus casas. “Luego de El ungüento de caléndula mejora mucho la piel manchada y hasta
limpiar muy bien las plantas, las maceramos entre 30 y 60 días y lue- hace desaparecer los orzuelos. “Todas las personas que han probado
go las fusionamos con los aceites neutros y colorantes naturales”. nuestros productos naturales quedan satisfechos con los resultados”.
Estas tres nuevas empresarias han presentado el emprendimiento Hace poco inscribieron su emprendimiento en el Fondo Em-
en varias ferias locales de Bosa y en los Mercados Campesinos prender y recibieron recursos económicos con los que compra-
Agroecológicos del Jardín Botánico. ron un deshidratador y un destilador.
“Mejoramos el logo y la publicidad del emprendimiento y luego abri- “Nuestro objetivo es mejorar cada día más para que nuestro ne-
mos cuentas en redes sociales para ofrecer los aceites, esencias, po- gocio ambiental crezca y podamos vivir de él y sacar adelante a
madas y jabones orgánicos. Nos encuentran en Instagram (@rose- nuestros hijos. Ahora soñamos con montar nuestro propio local,
maryherbalorganica) y en Facebook (Rosemary Herbal Orgánica)”. algo en lo que estamos trabajando”.
Foto Los Mercados Campesinos han sido una de sus mayores ventanas para vender.
73 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
83
4.3
La bonaverense que se enamoró del amaranto
Soley Durán, una de las “Mujeres que Reverdecen”, elabora vinagretas naturales con las plantas de las huertas. A algunas les aplica ama-
ranto, una semilla ancestral que la enamoró por su sabor y contenido nutricional.
Foto Soley Durán aprendió sobre agricultura urbana y montó su emprendimiento de vinagretas.
74 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Su cabello crespo y pintado de rubio resalta entre los nutricionales que tiene, como altas concentraciones de hierro y
campos púrpuras y violetas de las plantas de amaranto de ASO- calcio, y menos que era la carne de los vegetarianos”.
GRANG, una huerta comunitaria de la localidad de Ciudad Bolívar.
La espigada morena quedó enamorada del amaranto desde que
Soley Durán, nacida hace 44 años en Buenaventura, Valle del ingresó al programa “Mujeres que Reverdecen” con el Jardín Bo-
Cauca, visita seguido este terruño agroecológico del sur de Bogo- tánico de Bogotá, una iniciativa que le permitió fortalecer varias
tá para obtener las semillas negras y diminutas de esta planta de huertas urbanas, parques y jardines de Ciudad Bolívar y Tunjuelito.
tres metros de alto considerada por los muiscas como alimento
de los dioses. “De todas las plantas que conocí en este programa, el amaranto
definitivamente es mi favorita. Al saber la explosión de nutrientes
“Nunca había visto a esta hermosa planta porque no la cultivan que tiene, ahora le echo esas semillas a todas mis recetas, como
en el Pacífico colombiano. Tampoco conocía todos los poderes arroces, sopas, lentejas, jugos y pescados”.
Las personas que lideran la huerta ASOGRANG, creada hace Soley experimentó con las semillas de amaranto en la vinagreta
aproximadamente 16 años por Saulo Benavides, le enseñaron a de cidrón, un ensayo que no pensaba que le iba a gustar a la
sacarle las semillas a estas plantas con espigas púrpuras y violetas, clientela. “Las llevé a una feria de emprendimientos en la lo-
proceso al que Soley quisiera dedicarse de lleno. calidad de La Candelaria. Cuando les di demostraciones a los
turistas, quedaron maravillados”.
“En la maloca de la huerta, una de las mujeres me enseñó el proce-
so para sacar las semillas. Primero se cortan las largas espigas y lue- Su hijo menor, Santiago, con quien vive en el barrio Jerusalén de
go se ponen en unas sábanas pegadas al techo para que se sequen. Ciudad Bolívar, también quedó flechado con el amaranto. “Cuan-
Cuando están bien secas, las semillas son extraídas con el viento”. do hago arroz, él siempre me dice que le eche las pepitas negras”.
Además de sacar las semillas del amaranto y fusionarlas en sus Esta mujer del Pacífico asiste todos los primeros fines de sema-
platos del Pacífico, Soley las incluyó en el emprendimiento am- na de cada mes a los Mercados Campesinos Agroecológicos del
biental de vinagretas que creó durante el programa con la ayuda Jardín Botánico, un evento que le ha permitido mostrar y vender
de los expertos del Jardín Botánico. sus vinagretas.
“Diana Castro, ingeniera del JBB encargada de liderar nuestro gru- “Estoy muy comprometida y entusiasmada con mis vinagretas.
po de mujeres, me ayudó a crear las vinagretas saludables, productos Me ha ido muy bien y hace poco gané unos recursos económicos
que elaboro con plantas de las huertas como cilantro, perejil, ajo, con la Alcaldía de Ciudad Bolívar y pude mandar a hacer el afiche
cidrón, amaranto, albahaca, menta, uchuva, lulo, feijoa y ruibarbo. y la publicidad. Ahora soy una empresaria verde”.
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Del Pacífico a la Nevera
Soley vivió durante 35 años en Buenaventura. Por sus ve- La morena rubia asegura que tuvo una niñez tranquila. “Nací en
nas corre sangre del Pacífico: su papá nació en El Charco (Nari- el barrio Mata Siete, pero me crie en San Luis y El Cambio. Mi
ño) y su mamá en la zona de Naya (Valle del Cauca), dos campe- infancia estuvo libre de conflictos o violencia, pero cuando llegué
sinos expertos en la pesca y algunos cultivos. a la adolescencia todo cambió”.
“Cuando era niña no me enseñaron a cultivar o pescar porque Buenaventura se convirtió en una zona roja por el accionar de los
con mis siete hermanos nos criamos en los barrios urbanos de grupos armados y las bandas locales. “Mi hermoso pueblo quedó
Buenaventura. Lo que sí aprendí fue a cocinar los manjares del gobernado por la violencia y la delincuencia. Pero como no había
Pacífico y heredé la sazón de mi madre y abuela”. más opciones, nos tocó quedarnos”.
Pero como el dinero escaseaba, su esposo la dejó trabajar y hacer Las mafias de Buenaventura le pedían vacunas para que pudiera
cursos de manicurista. Soley montó un puesto ambulante en el seguir con el puesto de bebidas. “La cuota era cada vez más alta y
muelle turístico de Buenaventura, donde vendía jugos, gaseosas todas las ganancias eran para ellos”.
y aguas.
Una amiga con la que trabajaba en el muelle le propuso alzar vue-
“Mi pareja me puso los cachos y la relación se deterioró. Lo per- lo hacia Bogotá para buscar una mejor suerte. Ambas se fueron
doné e intentamos seguir adelante, pero el amor se fue. Nos sepa- en flota y Soley dejó a sus tres niños al cuidado de familiares.
ramos y yo me quedé con los dos niños, trabajando en el muelle
o haciendo oficio en casas de familia”. “En 2015 llegué al barrio Jerusalén de Ciudad Bolívar. Fui a va-
rias entidades del Distrito para declararme como desplazada y me
Volvió a darle una oportunidad al amor y tuvo a su tercera hija. aprobaron todos los papeles; me quedé 15 días en la casa de una
“Seguí con el puesto ambulante y haciendo otras actividades para conocida de mi amiga”.
llevarles comida a mis hijos. Así estuve muchos años, hasta que la
situación se tornó insoportable”.
Foto El amaranto se convirtió en su semilla favorita y uno de los ingredientes de las vinagretas.
78 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Venció la Timidez
Soley estuvo varios meses en la obra de construcción Soley ingresó a un grupo de 30 “Mujeres que Reverdecen” de las
mientras Santiago crecía en su vientre. También pasó papeles en localidades de Ciudad Bolívar y Tunjuelito. “Al ver a todas esas
varios programas sociales de Ciudad Bolívar para tener más re- mujeres se me alborotó la timidez. Aunque soy del Pacífico me
cursos económicos o mercados. cuesta mucho socializar y me considero una persona tímida”.
“Cuando nació Santiago dejé de trabajar en la obra y a los siete Según la vallecaucana, antes de empezar a aprender sobre agri-
meses me metí de vigilante. No seguí porque me tocaba ir de do- cultura urbana, jardinería y arbolado, Diana Castro, la formado-
mingo a domingo y yo quería criar y cuidar a mi bebé”. ra del grupo, les hizo varios talleres de meditación, autoconoci-
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
miento y perdón.
En septiembre de 2021, una amiga del barrio le comentó que la
Alcaldía de Bogotá estaba buscando mujeres para reverdecer la “Al comienzo me daba pena hasta hablar. Siempre he creído que
ciudad y le envió un link para que se inscribiera. por mi dialecto del Pacífico la gente no me va a entender y pienso
mucho antes de pronunciar una sola palabra”.
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Poco a poco se fue soltando con la ayuda de sus compañeras, Una de las lecciones que más atesora es el reciclaje de los residuos
“unas mujeres espectaculares que me acogieron muy bien. Logra- sólidos. “Yo no sabía que era reciclar y todo lo botaba mezclado
mos crear un grupo muy bonito basado en el respeto, compañe- en la misma bolsa. Ahora separo todo en la casa y le enseño a mi
rismo y amor propio”. hijo Santiago”.
Las 30 ciudadanas ayudaron a reverdecer huertas como Chihi- Además de enamorarse de las semillas de amaranto e incluirlas
za-Ie, El Edén, Renacer, ASOGRANG y Años Dorados. “Apren- en el emprendimiento de vinagretas, esta vallecaucana aprendió a
dimos mucho sobre las plantas y las formas correctas para sem- alimentarse mejor. “Ahora me la paso haciendo ensaladas con las
brar y cosechar”. hortalizas, platos que saboreo con mis vinagretas”.
Foto En “Mujeres que Reverdecen” venció la timidez y aprendió sobre coberturas vegetales.
79 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
HUERTAS CASERAS
Ser huertero o huertera implica una sensibilidad particular que puede ser difícil de explicar. Sin
importar cuál sea su origen, nivel socioeconómico o circunstancias que los llevaron a sembrar, los
huerteros dan al cuidado de las plantas una parte fundamental en su vida y le dedican tiempo, espa-
cio y energía; les alimenta el alma y el cuerpo.
Hay un reconocimiento, un valor especial o un darse cuenta que puede producir parte de su alimento
en un contexto urbano, en familia y con niveles de relajación. También puede ser el medio por el cual
interactúa con vecinos o hace nuevos amigos o una necesidad de contribuir al medio ambiente; como
vemos, las motivaciones pueden ser diversas.
Decidir darle un lugar en el hogar a un espacio con tierra y plantas; a un aprovechamiento de resi-
duos para hacer abono; a un sistema de aprovechamiento de agua de lluvia; o a un encerramiento
para la protección del cultivo; no es para todos.
Es para personas que van más allá de la profesión o la actividad económica y de las prioridades
familiares. Ciudadanos que se convierten en huerteros y huerteras y dedican un espacio importante
para transformar sus vidas y la ciudad.
Este estilo de vida reconoce ventajas como poder cosechar cualquier hortaliza por cuatro meses y
obtener sus semillas; saber que los residuos que quedan al cocinar sirven de alimento a las plantas;
que de las mismas plantas de las que se alimentan pueden alimentar la huerta y cuidarla de plagas
y enfermedades.
Todo ello y muchas cosas más son parte del encanto de la agricultura urbana. Los huerteros y huerte-
ras valoran tanto esta actividad que quisieran invitar a todos sus conocidos a que se dejen enamorar
por la siembra.
Esto es lo que tienen en común los y las agricultoras urbanas de Bogotá y lo vemos en los relatos
que acompañan este capítulo. Es inevitable inspirarse en las personas de estas crónicas, ciudadanos
que, ya sea por cultura, herencia, pasión o amor por las plantas, demuestran que cualquier persona
lo puede hacer.
La mayoría de agricultores urbanos tienen huertas caseras, estructuras sencillas que son posibles
en cualquier contexto. Basta una ventana por la cual entre luz cuatro horas al día, que puede ser
suficiente para que cierto tipo de plantas con los cuidados necesarios pueda desarrollarse.
Con el conocimiento del desarrollo de las diferentes especies, como portes, ciclos y necesidades, puede
estructurarse una huerta en espacios reducidos o en materas y botellas, en su mayoría de material
reciclado. No hace falta mucho dinero ni largas horas de sacrificio: solo amor por la tierra.
Foto Julio Salazar quiere que su huerta sea un aula para los niños y jóvenes.
80 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
No viene de una familia campesina y tampoco tuvo una A Julio le llegó la idea descabellada de estudiar una carrera rela-
crianza en medio de cultivos. Julio Roberto Salazar pasó toda su cionada con el arte de labrar la tierra, algo que su papá trató de
niñez y adolescencia en una casa humilde en el sur de Bogotá disuadir. “Me dijo: ¿qué le pasa chino?, usted nunca ha estado en
junto a sus dos padres y ocho hermanos. el campo y nosotros ni siquiera tenemos finca”.
Al terminar el bachillerato quiso estudiar medicina, pero le pare- Sin embargo, recordó que cuando tenía siete años y pasó unas
cía imposible ingresar a la Universidad Nacional por lo difícil que vacaciones en una finca de un tío en Neiva (Huila), tuvo contacto
es pasar el examen. Descartó matricularse en un plantel privado con los cultivos de arroz.
por lo costoso de la carrera.
“Me acordé que visité esa finca con varios de mis hermanos. El tío
nos mostró una cajita de madera con tierra y cubierta con un vidrio,
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
91
Agricultor y Comerciante
Julio encontró la mejor opción para estudiar agronomía
en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC)
de Tunja, un plantel público que lo desmotivó por las protestas y
marchas estudiantiles.
El amor puso fin a su nuevo reto académico. Ya llevaba varios Como la familia de su esposa trabajaba en Corabastos, el agró-
años de noviazgo con Martha, una compañera de la universidad, logo decidió participar en el negocio. “Aprendí bastante sobre
y por eso le pidió matrimonio. el mercado de la papa y sus precios; hacía acarreos y fui suba-
sistente financiero”.
Corría la mitad de la década de los 80. Con el cartón de agrólogo,
Julio cumplió el sueño de sembrar maíz en Cáqueza (Cundina- Los esposos se organizaron en Mandalay (Kennedy) y tuvieron
marca) y en la localidad de Bosa. tres hijos. Aunque el negocio en Corabastos era próspero, Julio
buscaba mejores opciones laborales y académicas para aprender
“En esos terrenos sembramos apio y otras hortalizas. En esa épo- más sobre el arte de cultivar.
ca el río Bogotá se desbordó y acabó con muchos cultivos, pero
los nuestros se salvaron y sacamos buenas cosechas”. “Estudié licenciatura en química y biología en la Universidad An-
tonio Nariño; sembré cilantro en Fusagasugá; y estuve más de un
año en Caldas en un proyecto para una central hidroeléctrica en
el río La Miel, donde aprendí de fotointerpretación”.
“En la CTB dicté la materia de geografía económica de Colom- Julio estuvo varias horas tratando de quitarse las ataduras. “Un
bia. También trabajé como profesor en la Universidad Tadeo, mi año después del incidente, vi a uno de los atracadores cuando me
alma mater, y otras universidades”. dirigía en un bus a dictar clases; quedé petrificado en el momento
de cruzar miradas, pero él no me reconoció”.
Meses antes de divorciarse, al agrólogo le pasó un episodio que
casi le arrebata cuando fue víctima de un robo en Soacha. El docente cortó raíces con Corabastos y se dedicó de lleno a dar
clases. Sus tres hijos decidieron quedarse con la mamá porque así
tendrían una mejor vida económica por los frutos del negocio.
Nace un Huertero
Julio encontró trabajo en cuatro planteles educativos de “En el barrio Mandalay había un albergue de niños de la calle con
la capital donde dictó clases de ciencias naturales y química du- una zona ideal. Hablé con la señora que los cuidaba y me dio luz
rante 10 años. verde para el proyecto. Con los niños hice semilleros, trasplantes
de plantas, deshierbes, riegos y cosechas de zanahoria, remolacha
“En todos los colegios hice huertas, algo con lo que estaba fa- y espinaca”.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
93
Durante esos años el amor volvió a tocar a su puerta. En la CTB
conoció a Victoria Neuta, quien llevaba algún tiempo como estu-
diante pero nunca se había fijado en ella.
Foto Con los regalos de su huerta, Julio prepara platos saludables para su familia y amigos.
83 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
La Muralla Verde
El agrólogo y licenciado no dejó a la deriva los lotes en Hace más de cuatro años, cuando los contratos en los colegios termi-
Usme. En uno de ellos, con los estudiantes de la CTB, trabajó en naron, Julio empezó a darle forma a su nuevo proyecto: una huerta
proyectos de investigación sobre biosólidos y fertilizantes. que sirviera como aula para aprender sobre agricultura urbana.
“El primer paso fue construir un tipo de invernadero. Luego, mis
Sin embargo, su mente curiosa le decía que montara una hijos me enviaron residuos sólidos de Corabastos para nutrir el
huerta. “El problema era que no tenía mucho tiempo. En las suelo, el cual es ácido y tenía algunos escombros”.
mañanas y tardes daba clase en los colegios y por las noches
estaba en la corporación”. Julio elaboró un plano para montar la huerta, que abarca cerca de
144 metros cuadrados. La dividió en más de 20 melgas, es decir
parcelas de tierra que señaló con números y letras.
Foto Los niños y adultos mayores del barrio aprenden de agricultura urbana en su huerta.
84 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
El Reverdecer
Durante seis meses, Julio alistó el terreno de su huerta, un Según Julio, el Jardín Botánico ha sido una mano amiga en el pro-
proceso que consistió en echar azadón, sembrar y ensayar. “Poco ceso de la huerta. Varios de sus profesionales lo visitan para darle
a poco, cada melga fue reverdeciendo; todo llegó a su máximo asesoría técnica e insumos como semillas, abonos y plántulas.
esplendor durante los meses más duros de la pandemia”.
“Con Daniela Cubillos, ingeniera del JBB, preparamos bioprepa-
Hortalizas como lechugas, acelgas, remolachas, habas, ajos y rados para controlar las plagas sin necesidad de químicos. Tam-
coliflores; frutales como lulo, uchuva, fresa y curuba; y plantas bién sembramos plantas aromáticas en medio de los demás cul-
medicinales, condimentarias y aromáticas como caléndula, sábila, tivos, ya que estas se encargan de repeler o atraer a los insectos”.
menta, cilantro y perejil, hacen parte de la Muralla Verde.
Con la asesoría del Jardín Botánico, el suelo de la huerta ahora es
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
95
Foto Julio pesa todo lo que sale de la huerta y consigna los números en una libreta.
85 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Cada vez que siembra una semilla, Julio aplica en el suelo los abo- Para el riego, el docente utiliza tanto el agua del acueducto como
nos orgánicos que elabora con los residuos de la cocina que los ve- la de la lluvia. “Hice varias canaletas que conducen el agua lluvia
cinos le regalan. “Dos señoras me dan las cáscaras de frutas, verdu- a dos canecas. Prefiero utilizar más este líquido, ya que el agua del
ras y huevos y yo les doy aromáticas, lechugas y otros productos”. acueducto tiene mucho cloro y no beneficia los cultivos”.
Todos los cultivos rotan, es decir que cada vez que hay cosecha se El agrólogo también hizo una huerta más pequeña en el otro
cambia el producto. “La rotación debe ser constante, además de te- lote que tiene en Usme, donde está la casa prefabricada. “Es una
ner una amplia diversidad y no mucha cantidad en las eras o camas”. huerta donde siembro el alimento del gallo y las 11 gallinas que
tengo en un corral”.
El reciclaje hace parte de la huerta. Julio reutiliza las cajas de leche
y envases plásticos para hacer pequeños semilleros de hortalizas
y aromáticas. También hizo un lombricultivo que nutre con los
residuos orgánicos que le dan las vecinas.
Aula Verde
La comercialización no es el objetivo de Julio. Todo lo Aunque la Muralla Verde está oculta por las paredes de ladri-
contrario, descarta la idea porque lo transporta a sus duras épocas llo, es un espacio de puertas abiertas para todas las personas
en Corabastos. que quieran aprender. “Este trabajo educativo empezó con los
vecinos del barrio, quienes ya conocen la huerta y ahora la ven
“Lo que quiero con mi huerta es enseñarle a la ciudadanía sobre como parte del territorio”.
la agricultura urbana. También sigo aprendiendo y por eso me
inscribí en un curso de seguridad alimentaria en el SENA”. 12 niños del barrio Tihuaque sembraron en la huerta y bautiza-
ron los cultivos con sus nombres. “Aprendieron sobre agricultura
urbana y al final del curso les regalé libros”.
97
5.2
Un amor por las plantas que nació en el humedal Córdoba
Johanna Marinkelle, una psicóloga, artista y ambientalista, lleva más de 10 años cuidando la huerta que montó en el patio de su casa. Esta
madre de tres hijos asegura que no existen las malas hierbas y que cada pedazo de verde tiene su propósito.
Nació en Bogotá y gran parte de su niñez la pasó en el la gran cantidad de aves que sobrevolaban por el espejo de agua y
barrio Ilarco, una zona residencial de la localidad de Suba donde el canto de las ranas bajo la luz de la luna”.
sus padres llenaron de verde el patio de la casa con plantas de
varias especies y propiedades medicinales. Johanna recuerda que en esa época, el humedal Córdoba no es-
taba tan fragmentado. Debido a la construcción de corredores
“Mi papá era un médico y científico holandés y mi mamá una va- viales, sus 40,5 hectáreas quedaron distribuidas en tres sectores.
lluna experta en el arte de cocinar. Sembraron muchas plantas en la
casa y en la finca que teníamos en Pandi, donde mi padre descan- “En mi infancia no estaba presente el puente de cemento que hay
saba luego de sus investigaciones”, recuerda Johanna Marinkelle. sobre el humedal por la Avenida Suba. En esos años, en el río
Molinos podíamos ver muchos renacuajos”.
Aunque se la pasaba jugando con sus hermanos en el patio verde
de la casa, su amor profundo por las plantas nació en un ecosiste- La curiosa niña iba el humedal con sus hermanos y amigos del
ma que los muiscas nombraron Itzatá, la princesa del agua. barrio. Uno de sus sitios favoritos era el parque del Oso, donde
se sentaba horas a apreciar el verde de las plantas.
“Conocí el humedal Córdoba cuando era niña y enseguida me
enamoré de sus plantas y árboles. También quedé maravillada con “Me conecté profundamente con el humedal, tanto así que todas
las noches soñaba con sus plantas, aves y ranas”.
Lecciones de Vida
Cada vez que regresaba a la casa luego de recorrer el hume- “Comencé a pintar las plantas que recordaba del humedal, un
dal, Johanna conversaba con su papá y le contaba sobre las plantas ecosistema que con el paso de los años se vio afectado por la
que observaba. Su progenitor le dio una lección que atesora. acelerada urbanización y la presencia de vertimientos”.
“Me dijo que las llamadas malas hierbas tienen propiedades es- En Cartagena estuvieron tres años. La familia regresó a Bogotá,
peciales y como yo veía tantas de esas plantas en el humedal, esa pero a una casa del barrio Tierra Linda, en la Autopista Norte
lección me marcó”. con calle 128.
Por cuestiones laborales de su padre, la familia se mudó a Carta- Luego regresaron a Ilarco. Johanna, ya adolescente, fue la más fe-
gena. Sin embargo, Johanna no se desprendió del humedal que liz por volver a recorrer el humedal Córdoba. “Nuestra conexión
tanto la había maravillado. seguía intacta. Aunque vi muchas aves y plantas, evidencié que
estaba muy afectado por las aguas residuales”.
99
Épocas Estudiantiles
Johanna tuvo un gran dilema para escoger su carrera. Pri- “Mi papá fue mi gran maestro. Nos trasnochamos conversando
mero pensó en estudiar botánica debido a su pasión por las plan- sobre las plantas y animales; no me he conectado con un adulto
tas y luego quiso convertirse en artista. como él y aún tengo muchos de sus libros aún sin leer”.
Las cosas del destino la llevaron a matricularse en psicología en Al cumplir los 30 años formó su propio hogar. Con su pareja se
la Universidad de los Andes. Al graduarse trabajó en el área or- fue a vivir al barrio Batán e hizo una pausa en su vida laboral para
ganizacional de varias empresas. “Mi amor y conexión con las convertirse en madre, un sueño que la perseguía.
plantas me llevó a hacer una maestría en gestión ambiental en la
Universidad Javeriana”. “Primero llegaron un par de gemelos hermosos y al poco tiempo
otro niño hermoso. Ser madre me dio duro porque yo era una
Mezcló sus dos pasiones: la naturaleza y las relaciones humanas. mujer libre. Me alejé de mis intereses personales y laborales”.
Sin embargo, no abandonó la pintura, actividad que le permitía
comunicar y plasmar sus emociones. Cuando sus hijos crecieron, trató de retomar su vida laboral. Sin
embargo, no encontró opciones que le permitieran trabajar y es-
tar pendiente de ellos. “Para una madre no es fácil dar con un
trabajo formal que te deje tiempo para la familia”.
Huerta Rústica
Uno de los objetivos de la huerta era investigar y co- En los libres empezó a investigar sobre plantas y descubrió que al-
nocer más a fondo las malas hierbas que su papá le había pre- gunas presentan asociaciones. “La lavanda se pone negra con la or-
sentado cuando era niña. Por eso, en una época no le metió la tiga y a otras se les tuerce el tronco cuando están cerca del romero”.
mano al terreno.
Un profesional del Jardín Botánico de Bogotá le comentó sobre
“Aprendí que no todas son malas hierbas. Luego de deshierbar otras asociaciones. “La zanahoria y el cilantro se llevan bien: prime-
durante varios meses, tres especies me dieron una lucha dura: la ro sale el cilantro y da cosechas enormes y luego aparece la zana-
primera fue una con forma de estrella y espinas, la cual se regaba horia a ras de suelo. El maíz y el frijol también están conectados”.
por todo lado y me tocó dejarla aislada en un sitio”.
Sin hacer una erradicación total de las malas hierbas, Johanna
La ortiga también hizo estragos porque se riega con facilidad. empezó a sembrar nuevas hortalizas en la huerta.
“La tengo controlada en un punto porque tiene usos medicinales
increíbles, como depurar y combatir las alergias; también sirve “La abundancia de la tierra y la comunicación que hay entre las
para hacer los purines que controlan las plagas”. plantas son maravillosas. Por eso guardo las semillas en tarros para
hacer un reservorio en el futuro y así contar con estos alimentos”.
La otra planta que le ha costado bastante trabajo es la verbena.
“Deshierbar el monte que forma es muy complicado. Sin embar- ‘La huerta de Joha’ ya supera las 50 especies, como barbasco, man-
go, también la dejé en una zona porque tiene varios usos y sus zanilla dulce y amarga, lavanda, amaranto, ruda, sígueme, hierba-
flores son hermosas”. buena, romero, mora, frambuesa, acelga, repollo, uchuva, oréga-
no, granadilla, zanahoria, menta, mejorana, cidrón, mirto y sábila.
La nueva huertera tomó la decisión de no quitar las plantas arven-
ses o malas hierbas. “Aunque no se el uso de la mayoría, ellas si lo
saben y por eso las dejo. Mi huerto es un terreno rústico y salvaje
donde las plantas nacen donde quieren”.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
101
Foto Johanna define su huerta como una selva urbana donde todo crece a su antojo.
92 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Laboratorio de Aprendizaje
Johanna asegura que las plantas de su huerta son sus Uno de los recuerdos que más atesora es una calabaza que apareció
maestras, tesoros que la convirtieron en una agricultora urbana. por obra de los pájaros. “Yo no la había y de repente una parte de la
“Este terruño es un laboratorio de aprendizaje y experimentos”. huerta quedó cubierta por las hojas de la planta y salió una calabaza
naranja enorme; fueron las semillas que trajeron los pájaros”.
Aprendió que el agua donde prepara los frijoles y las lentejas sir-
ven para que la tierra sea más fértil, y que algunas plantas crecen “Las plantas de mi huerta crecen, invaden, aparecen y desapare-
más vigorosas si tienen a su lado pepas de aguacate. cen. Sueño con hacer un libro con todos los aprendizajes y hacer
talleres con niños y jóvenes para que aprendan sobre los poderes
“En una época sembré maíz y experimenté bastante. Evidencié de las plantas”.
que compite mucho por el espacio y la luz y en una ocasión un
maíz que llegó a un tamaño grande, se desplomó”. La pintura también ha estado presente en el proceso agroecológi-
co de la huerta: la casa de Johanna está llena de cuadros de plantas
y naturaleza, “una inspiración que me llega luego de contemplar y
estudiar la biodiversidad durante horas”.
Foto Johanna sueña con convertir su huerta en un aula de clases al aire libre para los niños.
93 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
“Es experto en las propiedades de las plantas medicinales, un co- “Mi emprendimiento es de aromaterapia (bolsitas solo para oler)
nocimiento que ha adquirido de varios grupos indígenas. Cuando y plantas para hacer infusiones. El objetivo es llevar salud a la
empecé a sembrar varias de estas plantas, dejé de ir tanto a urgen- gente y dejar el mensaje de nutrir la tierra”.
cias porque solo bastaba con hacer infusiones”.
Su casa es la oficina del nuevo negocio, el cual arrancó formal-
Nutrió su mente con nuevos aprendizajes sobre las plantas me- mente en diciembre de 2021. Allí cosecha las plantas medicinales,
dicinales que encontraba en libros de botánica. “Estudié sobre las lava, las deja secar y las empaca en pequeñas bolsas artesanales.
aceites esenciales, sembré plantas medicinales que traje del Jardín
Botánico de Cota y pensé que debía hacer algo con eso”. “El valor agregado es el arte: cada bolsita está perfectamente
decorada y ahora tengo proyectado fusionar mis dibujos en las
Como en su huerta contaba con la materia prima suficiente, Jo- bolsitas. El nombre del emprendimiento aún está en fase de crea-
hanna decidió vender plantas medicinales en algunas ferias de ción: quiero que fusione la salud, la tierra y el arte”.
Suba, emprendimiento que fusionó con su espíritu de artista.
103
5.3
El actor de comerciales que huertea en Suba
Luis Francisco Valderrama, un campesino de los Llanos Orientales, ha grabado más de 100 comerciales. Además de actuar en la caja mágica,
monta huertas caseras en los antejardines del barrio Puerta del Sol.
Su rostro es bastante conocido entre los amantes de la Dos o tres días a la semana hace castings desde su casa, ubicada
televisión colombiana. Su sonrisa contagiosa, ojos expresivos y en el barrio Puerta del Sol II sector de la localidad de Suba, vi-
bigote mexicano han aparecido en un centenar de comerciales y deos que él mismo graba y luego se los envía a los canales nacio-
varias novelas y series nacionales. nales o empresas digitales de publicidad.
Luis Francisco Valderrama lleva 28 años como actor de comer- “He hecho comerciales de jabones, detergentes, bancos, tiendas,
ciales, trabajo que le llegó por casualidad y con el que ha sacado vitaminas, aplicaciones de celulares y para entidades. Mi papel de
adelante a sus dos hijos. Su talento es empírico: nunca ha hecho campesino no es actuado: nací en Guamal, municipio del Meta
un curso de actuación. donde aprendí a trabajar la tierra”.
“Mi aspecto físico, el campesino tradicional colombiano, fue el Aunque salió de su tierra en los últimos años de su infancia, la
que me abrió las puertas del mundo de la actuación. Hoy en día agricultura nunca lo ha abandonado. Lleva tres décadas sembran-
he aparecido en más de 100 comerciales, tanto en la televisión do hortalizas, frutales y plantas medicinales en una huerta que
como en las redes sociales”. montó al frente de su casa.
“Con mis hermanos hacíamos todas las labores campesinas, “El señor le dijo a mi papá que una señora de Choachí (Cundi-
como cocinar, lavar, sembrar, cosechar y alimentar los animales, namarca), que estaba desahuciada, lo mandó a buscar para que
actividades que combinamos con las horas en la escuela”. la curara”.
Sus padres le enseñaron el arte de labrar la tierra, dos campesinos Su progenitor aceptó la propuesta y se fue en la Toyota a Choa-
de San Vicente de Chucurí (Santander) que recién casados tuvie- chí, un pueblo que Luis jamás había escuchado. “Mi papá combi-
ron que salir de la tierra por la violencia, naba las medicinas tradicionales de esa época con las plantas. Le
dio su medicina a la señora y regresó a Guamal”.
“Mi mamá era una gran conocedora de la agricultura. Cada vez
que arrancaba una yuca la partía en cinco pedazos y nos ponía A los tres días el mismo carro llegó a la finca. “La señora de
a sembrarlos”. Choachí, ya curada, le envió un mensaje a mi papá: que se fuera a
vivir a ese municipio porque nos iba a ir bien”.
Su padre era experto en curar las enfermedades con los poderes
de las plantas: era conocido como el curandero del pueblo. “Una Así sucedió. Desde que llegó a Choachí, el papá de Luis se con-
vez rezó la tierra para curar 200 vacas enfermas”. virtió en una eminencia para curar los quebrantos de salud. Todos
los días las personas del pueblo hacían filas para que les prestara
Luis estudió en una escuela ubicada a más de una hora a pie de la sus servicios de curandero.
finca. “Cuando tenía nueve años conocí por primera vez un te-
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
levisor. Lo llevaron a la escuela y yo me asomaba por detrás para “Tenía 13 años cuando llegué a Choachí. Ingresé al colegio a ha-
ver cómo se metían esas personas en la caja mágica”. cer quinto de primaria, una edad muy avanzada para ese grado y
por eso era el más viejo del curso”.
105
Foto La arveja es la reina en la huerta casera de Luis.
97 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Mientras estudiaba bachillerato, la curiosidad lo llevó a hacer cur- Cuando se acercaba la época de prestar el servicio militar regresó
sos de primeros auxilios, conocimientos que lo convirtieron en a Choachí. “Me dijeron que podía hacer un curso para ser policía.
jefe de la seccional de la Cruz Roja en el pueblo. Lo hice y me mandaron para El Espinal”.
“Mi curiosidad siguió creciendo. Cuando terminé tercero de ba- En ese municipio del Tolima, Luis se volvió policía. “Me comuni-
chillerato me fui a escondidas de mis padres para Barrancaberme- caba frecuentemente con mis padres por telegrama; en esa época
ja donde unos familiares y trabajé en una ferretería”. la tecnología no existía”.
De Policía a Actor
Como policía trabajó en la Cuarta Compañía de Antinar- “Mi esposa me dijo que dejara de cargar neveras y mejor compra-
cóticos en Santa Marta, fue escolta del presidente Belisario Be- ra un taxi, un nuevo trabajo en el que hacíamos las diligencias de
tancur y estuvo en la toma del M-19 al Palacio de Justicia. los trámites de mi esposa”.
Su paso por la Policía duró seis años. Según Luis, lo sacaron de la Un domingo, una señora paró su taxi y le dijo que necesitaba
institución por ser un trabajador bueno y honesto. conseguir un cassette de Betamax. “Ella estaba grabando un co-
mercial. Al terminar la carrera la dejé en un canal de televisión y
Pero no todo fue negativo. Por ejemplo, en la Policía conoció a me dijo que sí me gustaría hacer un casting”.
Clara Inés Reina, una mujer que trabajaba como agente de tránsi-
to. “Nos casamos cuando yo estaba en la institución”. Le informó a su familia sobre la novedosa propuesta. “Mi hijo
me dijo: papá no le da pena salir en televisión con esa barriga”.
Compraron una casa en el barrio Puerta del Sol de Suba, un ho-
gar que construyeron con mucho esfuerzo hace más de 30 años. Luis fue al casting, no se dejó intimidar por las cámaras y memo-
Al poco tiempo llegó el primer hijo. rizó los diálogos. “Dos días después sonó el teléfono fijo. Mi hijo
contestó y me dijo que me habían escogido”.
Su suegro, que tenía una empresa de acarreos, le dijo que com-
prara un camión. Luis le hizo caso y se puso a trabajar haciendo
trasteos y transportando mercancía.
“Ellos me dieron consejos para manejar el celular y me ayudaron “No sé si es por la tierra o por mi técnica de campesino, pero
a abrir redes sociales. Antes pedían un book impreso para hacer todo lo que siembro se da bien. Nunca le he aplicado un solo
los castings, pero ahora todo es digital”. químico al terruño agrícola que tengo al frente de mi casa”.
El miedo a la tecnología es cosa del pasado. Además de manejar Al comienzo, ninguno de los vecinos quiso replicar su huerta ca-
el celular y las redes, Luis aprendió a hacer directos. “Eso fue para sera. Es más, quitaron el césped y cubrieron la zona con cemento.
una marca de cervezas”.
La pequeña huerta casera de Luis se convirtió en el espacio más
verde de la cuadra. En ese trabajo llegó el cultivo insignia de su
proyecto del campo en medio de la ciudad: la arveja.
107
Foto La huerta casera de Luis arroja cosechas grandes y prósperas.
99 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Asesor Verde
Luis siempre ha soñado con ver su cuadra llena de horta- Su proyecto de agricultura urbana se basa en el orden. “Las 15
lizas, frutales y plantas medicinales. Sin embargo, los vecinos se huertas que montamos en la cuadra están organizadas y bonitas.
demoraron en subirse al bus de la agricultura urbana. No es sembrar por sembrar: todo debe tener un orden”.
“Hace más de un año, Juan, mi vecino, aceptó la propuesta de Actualmente siembran arveja, zanahoria (tradicional, amarilla y
retirar el cemento y montar la huerta casera. Lo asesoré y juntos morada), mora, ají, cebollín, acelga, lechuga, remolacha, frijol, ce-
sembramos varias especies”. bolla cabezona, ajo, hierbabuena, tomillo y manzanas.
Al ver que la zona de huerta amplió sus dominios, otros vecinos “La mía, ‘La huerta de Don Pacho’, es una representación a peque-
contactaron al actor para que los asesorara. “Hoy ya somos 15 ña escala de todos esos cultivos. Lo que más tengo es la arveja”.
huerteros en la cuadra”.
Las huertas caseras en las cuadras del barrio son solo una parte
La arveja es la gran protagonista de esas huertas caseras de Suba. del sueño agrícola de Luis. Por ejemplo, lidera la puesta en mar-
“Muchos piensan que es difícil de sembrar, pero si se hace de una cha de una huerta comunitaria.
manera ordenada, germina fácil”.
“La huerta San Isidro la conformamos 20 vecinos del barrio. He-
mos sembrado varias especies y tenemos una compostera para
hacer abonos con los residuos orgánicos de las cocinas”.
Según Luis, el Jardín Botánico le ha ayudado a mejorar su sue- “No hay un solo día que no trabaje en la huerta. Casi siempre
ño huertero. Ha recibido insumos como mallas para encerrar las le meto la mano en horas de la mañana para realizar el deshier-
huertas, tierra abonada, biopreparados para las plagas y semillas. be, revisar si hay plagas, aporcar, traer nueva tierra y cosechar
cuando se puede”.
Cero químicos es una política inamovible en estos terruños agro-
ecológicos de Suba. Para combatir las plagas, como la palomilla, Con su trabajo como agricultor urbano quiere motivar a más per-
el JBB los asesora y entrega insumos agroecológicos. sonas y dejar un mensaje poderoso. “Si yo tuviera una finca me
volvería loco cultivando. Debería ser una obligación que todos
tuviéramos una huerta, mucho más ante la actual crisis alimenta-
ria mundial”.
109
CAPÍTULO 6
CUSTODIOS
DE SEMILLAS
Los custodios de semillas están generalmente constituidos por iniciativas culturales, tradición familiar
o motivos propios de comunidades que han decidido conservar, rescatar y preservar semillas criollas o
nativas esenciales en su dieta básica y cultura. Otros han dedicado sus vidas a preservar la soberanía
e independencia alimentaria de los territorios rurales.
Las semillas han caminado por nuestros territorios durante siglos, acompañadas de sus sabores,
olores y saberes. Esa es la riqueza que un custodio día a día lleva a su parcela para sembrar, cuidar,
cosechar y compartir e intercambiar las semillas, siendo asimismo un pilar de conservación en man-
tener las semillas y dependencias de las mismas aptas al cambio climático.
Los custodios de semillas están convencidos que su trabajo y conocimientos son una manera de re-
sistir al modelo agroindustrial que promueve el monocultivo, el uso masivo de paquetes tecnológicos
a base de agroquímicos y semillas de semillas modificadas genéticamente ‘Transgénicas’ actualmente
(Chacón, 2016).
El Jardín Botánico de Bogotá tiene como meta conformar nueve bancos de semillas agroecológicas
comunitarios en la ciudad, reservorios ubicados en las localidades de Fontibón, Ciudad Bolívar,
Usme, Usaquén, Rafael Uribe Uribe, Bosa, San Cristóbal, Sumapaz y Suba.
Estos reservorios tienen la misión de custodiar, propagar, intercambiar y velar por la soberanía e
independencia alimentaria de las localidades y al mismo tiempo promover las diferentes prácticas de
la agricultura urbana.
En este capítulo revelamos la historia de cinco custodios de semillas de Bogotá, hombres y mujeres
que, a pesar de las vicisitudes o problemas diarios, no han flaqueado en la lucha de salvar estos
tesoros ancestrales.
Foto Isabel Guevara es una reconocida huertera y custodia de semillas en todo el país.
102 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Las personas que transitan por la carrera 73 con calle 67A, En un pequeño cuarto de la terraza, Isabel tiene más de un cen-
una cuadra del barrio Boyacá Real en la localidad de Engativá, tenar de frascos de vidrio de diversos tamaños donde conserva
ignoran que una casa de dos pisos esconde uno de los mayores tanto las semillas que salen de su huerta como las que ha obteni-
tesoros ancestrales y biodiversos de Bogotá. do de diversas partes de Colombia.
Es la huerta de Isabel Guevara Benavides, una nariñense que pin- “Soy una de las custodias o guardianas de semillas nativas de Bo-
tó la terraza de su hogar con los colores y formas de miles de gotá, algo que digo con mucho honor porque lo aprendí de mis
hortalizas, frutales y plantas medicinales y aromáticas. padres y abuelos en la tierra que me vio nacer: el municipio nari-
ñense de Ipiales”.
Este terruño de cinco metros cuadrados y conformado por 220
materas, envases y camas altas, va mucho más allá de sembrar y
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
113
Legado Familiar
Isabel pasó la niñez en una pequeña finca del corregi- Ese amor pasó de generación en generación en su familia. Por
miento La Victoria, una zona rural de Ipiales repleta de maíz, ejemplo, Leonidas, su abuelo paterno, fue el que le enseñó a su
trigo, cebada, papa, arveja, haba, repollo y calabaza. padre todos los secretos de los cultivos nativos.
José Guevara, su padre, le inyectó un amor infinito por el campo. “Mi abuelo le dijo a mi papá que tocaba almacenar las semillas
“De él aprendí a amar la tierra, sembrar y cosechar, además de durante todo el año. Mi padre se encargó de inmortalizar ese con-
valorar los platos tradicionales de la región”. sejo en sus seis hijos”.
Leonidas era conocido como recolector de semillas. Cuando viajaba En esa actividad se enamoró del maíz y la papa por sus diversos
a Ecuador, regresaba con su morral repleto de semillas de papa y colores y formas. “Recuerdo que organizábamos las papas de-
maíz de todos los colores y formas y se las repartía a los compadres. pendiendo de su color, es decir rojo, rosado y negro, al igual que
las pepas de maíz”.
Los platos típicos elaborados con maíz también se aferraron a su
corazón. “El maíz es la base de muchas sopas en la región, como En su niñez también aprendió que no es necesario aplicar quími-
la de cojongo. En Nariño aún sobreviven varias de esas sopas an- cos en los cultivos. “Mi abuelo y papá jamás aplicaron abonos, a
cestrales que hacemos con los productos nativos como el maíz”. pesar de que la Caja Agraria llegó con el lema de que por un bulto
de papas con abono salían 100 más”.
Uno de los recuerdos de su niñez que más atesora es el secado de
las semillas, actividad en la que participaban todos sus hermanos.
“Extendíamos unas carpas de lona para poner a secar las semillas.
Yo me acostaba en las de trigo y me sentía como en el paraíso”.
Estuvo durante seis años en el convento y las monjas no cumplie- Aguantó cuatro años en la residencia con el corazón arrugado
ron la promesa del estudio. “Fue un cambio de vida enorme porque por la falta de caridad. “Luego me puse a trabajar como ayudante
no podía sembrar. Me quedé porque mi mamá necesitaba de mi de cocina o en empresas de modistería haciendo dobladillos”.
ayuda para cuidar a mi papá y sacar adelante a mis cinco hermanos”.
Foto Isabel conserva semillas nativas desde que era una niña en Nariño.
104 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
El Amor de su Vida
Luego de 10 años conviviendo con monjas, el amor tocó “No aguanté el rechazo y me fui para donde un primo a La Hor-
a su puerta. En la casa de un familiar conoció a Pedro William miga, en el departamento de Putumayo. Allí nació Nujad Natali,
Martínez y se convirtió en su eterno compañero de vida. mi primera hija. Pedro nos visitó al año y nos llevó de nuevo a
Nariño, donde nos pagó una casa en arriendo”.
“Desde que cruzamos miradas nos enamoramos. Estuvimos de
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
novios cuatro años hasta que quedé embarazada y me mandó Luego de cinco años de relación a la distancia, Isabel y Pedro se
para mi pueblo natal mientras se organizaba bien en Bogotá”. organizaron en una casa de dos pisos ubicada en el barrio Boyacá
Real (Engativá).
Su anhelado regreso a la tierra no fue como lo esperaba. Por estar
embarazada recibió miradas de rechazo por parte de sus familia- “La casa era de mis suegros, pero como ellos vivían en otra vi-
res y por eso volvió a cambiar de rumbo. vienda en el barrio El Gaitán nos propusieron que les pagáramos
arriendo. Allí llegaron nuestros otros dos hijos: Erika y Pedro”.
115
A Reverdecer el Hogar
Mientras Pedro trabajaba para sacar adelante a la familia,
Isabel se dedicó a criar a sus tres retoños y a las actividades diarias
que requería la casa de sus suegros.
A mi esposo le aprobaron un crédito en la empresa donde traba- Alma Melo, técnica en agricultura urbana, fue su maestra. “Es
jaba y con eso compramos una casa en el barrio La Española. La muy exigente, comprometida y una profesora invaluable. Ella se
arrendamos y nos quedamos en el Boyacá Real porque nos gusta interesó mucho en nuestro proceso en la terraza y nos asesoró
mucho el sector”. para mejorarla”.
En 2006 se enteró que el Jardín Botánico acababa de lanzar el En esa época su huerta carecía de orden. Alma le dio varias re-
proyecto de agricultura urbana en la ciudad, estrategia que ayuda- comendaciones y en ese proceso nació el nombre de la huerta: la
ba a los huerteros con capacitaciones, asistencia técnica y entrega Terracita Orgánica.
de insumos.
“Mi hija Erika se interesó en la agricultura urbana y nos acompa-
“Un compadre de mi suegro me dijo que el JBB iba a hacer un ñó al curso. “El día del grado, mi niña dio un discurso hermoso.
curso de agricultura urbana y me inscribí. Fui con Pedro y asisti- Alma nos continuó asesorando y se convirtió en una amiga”.
mos a los talleres de siembra, donde poco a poco fui fortalecien-
do mis conocimientos ancestrales”.
Alma Melo consiguió un predio en el antiguo ancianato El Bos- “Varias universidades se enteraron de la iniciativa y enviaron a
que, ubicado en la localidad de Engativá, para que las 25 personas sus estudiantes para que aprendieran de las semillas nativas que
del curso dieran marcha al proyecto de semillas nativas. sembramos. Eso me llevó a dar charlas en universidades como la
Nacional, el Rosario y los Andes”.
“Fue maravilloso. Recuerdo que Jaime nos dio un cuarto de papa
que, a pesar de estar afectada con gusanos, nos dio tres bultos. Yo Al darse a conocer en el medio académico, Isabel se convirtió en
sabía que la cosecha se iba a dar porque se trataba de papa nativa”. un icono de las semillas nativas. “Primero entré a la Red Nacional
de Semillas y luego me invitaron a un encuentro de la Red de
Guardianes de Vida en Ecuador”.
Semillas a Granel
Isabel define a los custodios de la Red de Guardianes Lo mismo ocurrió con unas semillas de arveja tres lados que le obse-
de Vida como personas organizadas y con trabajos impecables. quió a un custodio de Ecuador. “Esas semillas las tenía en la huerta
“Además de resguardar semillas, hacen reservorios de agua”. de mi terraza y ahora están presentes en varios terrenos de Ecuador”.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
En uno de esos encuentros con los guardianes recibió uno de sus Isabel asegura que las semillas no deben permanecer guardadas:
mayores regalos. Llevó cuatro maíz pira que sacó de la huerta y hay que sembrarlas y renovarlas para hacer experimentos. “Eso
se los regaló a un señor que le informó que esa variedad se había hago en mi huerta: tengo semillas desde 2001 y las siembro para
perdido en el territorio. ver qué germinación tienen”.
“A los dos años volví y me dijo que de mis cuatro semillas habían sa- Sembrar, cosechar, experimentar y guardar son las actividades
cado muchas más y ya tenía sembrado maíz pira en media hectárea”. que esta nariñense hace durante todo el año. “Uno se vuelve cien-
tífico como custodio. Me la paso experimentando con la siembra
de las semillas y la verdad me ha ido muy bien”.
117
Foto Isabel le está dando forma a una huerta comunitaria en su barrio.
107 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
En su reservorio de semillas tiene más de 400 frascos con semi- El Legado Sigue Vivo
llas de 72 variedades de frijol, 63 de tomate, 23 de maíz, 11 de ají y
papa, 10 de cebolla, ocho de trigo, seis de arveja, cinco de pepino La Terracita Orgánica no ha sido un logro individual. Pe-
dulce y cuatro de amaranto. dro, su amor eterno y sus dos hijas, en especial Erika, son sus
grandes coequiperos.
“Todas las siembro en la huerta para experimentar. Mis semillas
están bien preservadas y conservadas y por eso me salen cosechas “Mi esposo construyó un pequeño invernadero durante la pan-
bastante prósperas. Mi terraza es un aula o un laboratorio donde demia y ahí he experimentado con muchas variedades de tomates
experimento y aprendo a diario”. y pimentones. Pedro es el corazón de mi huerta y por eso mi
mundo se llenó de tristeza cuando subió al cielo”.
Todos los aprendizajes los lleva al encuentro anual que hace la
Red de Guardianes de Vida en Nariño, organización conformada María Salomé Nahicha, sus dos nietas, la ayudan a afrontar la
por 220 custodios. “Cada uno presenta las problemáticas y retos pérdida del amor de su vida, en especial porque ambas han dado
que va descubriendo al experimentar con las semillas”. muestras de seguir con el legado ancestral que le enseñaron sus
padres y abuelos.
El último día del encuentro, los custodios hacen trueques. “Inter-
cambiamos las semillas que sembramos en los territorios. Yo soy “Las dos han crecido en la huerta. Cuando ven que las semillas
conocida por el maíz, cultivo con el que crecí y del cual me siento están cayendo, las recogen y meten en bolsas y me preguntan que
como parte de su raíz”. dónde las vamos a poner a secar”.
Isabel también hace suelo con los residuos de la cocina en una com-
postera que le dio un profesor de la Universidad Nacional. Además,
le dio vida a una huerta comunitaria en el barrio Boyacá Real.
119
6.2
La ecóloga que custodia las semillas nativas de Colombia
Las semillas nativas siempre han estado presentes en la vida de Carol Rojas, tesoros ancestrales que conoció en la finca boyacense de su abuelo.
Se convirtió en custodia o guardiana y hace 15 años creó su propio proyecto: Semilla Nativa Colombia.
Foto El objetivo de Carol Rojas es conservar las semillas nativas con las comunidades.
109 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Carol Rojas es una bogotana con sangre campesina. Su “Primero pensé en veterinaria porque desde pequeña me gustan
familia materna es de Boyacá, uno de los emporios agrícolas más los animales, pero la descarté al conocer la biología. Comencé a
grandes del país, y la paterna proviene de La Mesa, municipio de estudiar esa carrera hasta que descubrí una ciencia que cambió mi
Cundinamarca conocido por la caña. rumbo académico”.
Por eso se define como agrodescendiente. “Los recuerdos más Se trataba de la ecología, ciencia que estudia las relaciones entre
bonitos de mi infancia están en Chinavita, territorio boyacense los organismos y su entorno. “Solo dos universidades contaban
donde Liborio, mi abuelo materno, tenía dos fincas llenas de café, en ese momento con la carrera en Colombia, la Javeriana y la del
plátano, papa, ganado, gallinas y ovejas”. Cauca en Popayán. Me matriculé en la primera”.
En esas fincas, Carol conoció de dónde provenían los alimentos En la Javeriana se enamoró perdidamente de la ecología. “Me
que llegaban a la mesa. “Mi abuelo guardaba en un zarzo varias encantó porque iba a aprender sobre las relaciones que tienen las
semillas de maíz y en la finca recogía frijoles y arvejas, sus alimen- plantas y los animales con el hombre, es decir entender las diná-
tos favoritos”. micas de los ecosistemas”.
Ese contacto constante con el campo y la biodiversidad fue el Las semillas que conoció gracias a su abuelo también estuvieron
detonante para que Carol estudiara algo relacionado con la natu- presentes en sus años universitarios, aunque admite que no les
raleza o la siembra luego de terminar el bachillerato. prestaba tanta atención. “Hice mi tesis sobre plantas medicinales,
donde investigué sobre su uso y reproducción”.
Cuando dejó de lactar, la nueva madre empezó a preocuparse por Carol recuerda que en esa época le gustaba hacer germinados con
la alimentación de su hijo. No quería que creciera consumiendo lentejas y trigo, una pasión que la llevó a preguntarse de dónde
los productos tradicionales que hay en el mercado, todos llenos vienen esos alimentos. Empezó a leer e investigar sobre el tema
de azúcar y carbohidratos. de las semillas nativas.
“El consumismo en la ciudad nos vende una alimentación poco En esa investigación, encontró varios campesinos en Chinavita
saludable para los niños. Por eso, con el papá de mi hijo nos que custodiaban las semillas. “Entendí que el custodio de semi-
fuimos a vivir a La Calera, municipio donde podríamos cultivar llas cumplía una función fundamental para la vida: conservar la
nuestros propios alimentos”. agrodiversidad y la biodiversidad”.
Foto Las semillas del maíz fueron unas de las primeras que conoció.
110 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Redes de Custodios
Mientras trabajaba en varios proyectos de educación am- “Esta red empezó como un proceso liderado por dos organiza-
biental con las comunidades, Carol empezó a guardar y conservar ciones, Swissaid Colombia y el Grupo Semillas, que impulsaron
semillas nativas en su casa de La Calera y en la finca de su abuelo un fuerte trabajo para darle reconocimiento a los custodios y
en Chinavita; también creó su iniciativa propia. guardianes de semillas”.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
“Semilla Nativa Colombia empezó como un proyecto familiar Según Carol, en esa época entró con fuerza el Tratado de Libre
y ahora busca recuperar y conservar las semillas criollas, apoyar Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos, lo que causó
proyectos comunitarios y prestar diferentes servicios. Llevo 15 serias preocupaciones en los custodios de semillas nativas.
años con este hijo y lo divulgo en las redes sociales”.
“Los transgénicos entraron con toda al país, especialmente el
En 2012 conoció a la Red de Semillas Libres de Colombia (RSL), maíz. Empecé a preguntarme qué va a pasar con nuestras varie-
un proceso abierto y descentralizado conformado por campesinos, dades nativas y criollas y por eso decidí vincularme como custo-
indígenas, afrodescendientes, organizaciones, asociaciones y per- dia en la RSL”.
sonas que trabajan por la soberanía alimentaria de los territorios.
121
Foto El JBB fue su casa por más de 10 años.
111 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
A Salvar el Maíz
Cuando era niña, Carol veía una gran explosión de culti- Lo mismo pasó con la chicha, la bebida insignia de los muiscas.
vos de maíz en los extensos campos de Boyacá y Cundinamarca, “La figura social de la chichera empezó a desaparecer, tanto así que
terrenos que con el paso de los años comenzaron a palidecer. actualmente solo hay dos abuelas que permanecen escondidas”.
“Los campesinos dejaron de sembrar maíz porque aumentó la Al evidenciar cómo la llegada de las semillas foráneas alteraba la
actividad ganadera y reemplazó la agricultura”. alimentación, tradición y cultura del territorio, el rescate y conserva-
ción de las semillas ancestrales se convirtieron en su misión de vida.
La gastronomía tradicional también se vio alterada por la llegada
del maíz extranjero. “En Chinavita ya no se veía la abundancia “Comprendí que mi propósito era cuidar las semillas originarias
de envueltos, almojábanas y amasijos, productos que mis abuelos del territorio, entre ellas el maíz, para que así no se pierda la me-
hacían con el maíz que sembraban”. moria de mis ancestros”.
Esta red trabaja en seis nodos: Caribe, zona cafetera, centro, noro- Estos conocimientos los ha adquirido gracias a su trabajo en el eje de
riente, suroccidente y suroriente. “Cada uno cuenta con un dina- conservación, recuperación y formación de la red, donde se encarga
mizador que está en constante contacto con los custodios y se en- de articular a los custodios para hacer investigación participativa.
carga de liderar acciones de recuperación, conservación y defensa”.
“A través de este eje aprendemos a seleccionar, conservar y alma-
El accionar de la red está organizado en tres ejes de acción: con- cenar en buenas condiciones las semillas agroecológicas, es decir
servación, recuperación y formación en el manejo de las semillas libres de transgénicos; identificar enfermedades o plagas que las
criollas; incidencia sobre políticas y leyes (acciones judiciales); y afectan; y recuperar las semillas en nuestras parcelas”.
una estrategia de comunicación.
Con el apoyo de Swissaid Colombia, la red creó cinco escuelas
La ecóloga ha tenido la oportunidad de conocer a varios de los regionales para formar nuevos custodios y guardianes. “También
custodios de semillas que hacen parte de los seis nodos de la red, hacemos encuentros nacionales y regionales y ahora estamos tra-
quienes le han compartido sus experiencias y sabiduría ancestral. bajando en la creación de casas de semillas para poder comercia-
lizarlas a futuro”.
“Las redes más fuertes están en el Caribe, zona cafetera, Cauca y
Nariño. Los indígenas zenú (Córdoba) manejan muchas variedades
de maíz, mientras que las comunidades de los resguardos Caña-
momo y Lomaprieta (Caldas) conservan muchos frijoles nativos”.
Foto Carol lideró el nodo Cerros Orientales del JBB en San Cristóbal.
113 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
123
Paso por el Jardín Botánico
Carol estuvo vinculada 10 años en el Jardín Botánico de Culminado su trabajo con las huertas escolares, Carol ingresó al
Bogotá, entidad que considera como una familia y donde tuvo la proyecto Conexión BIO (Nodos de Biodiversidad), un convenio
oportunidad de aplicar sus conocimientos sobre semillas nativas. entre el JBB, Instituto Humboldt y Secretaría de Ambiente.
“Mi primer trabajo fue en el herbario, donde aprendí sobre la ta- Esta iniciativa de innovación, presentada al Fondo de Ciencia, Tec-
xonomía de las plantas. Yo pensaba que las semillas de los árboles nología e Innovación del Sistema General de Regalías, tenía como
se podían propagar igual a las de las plantas de bajo porte, pero objetivo crear un modelo para la investigación, apropiación social,
son muy diferentes”. valoración y aprovechamiento de los servicios ecosistémicos.
Luego pasó a Colegios Verdes, proyecto donde trabajó con niños El reto era consolidar nodos de biodiversidad en ocho sitios de la
y jóvenes de colegios para que montaran huertas. “Fue algo ma- región capital para mejorar las coberturas vegetales a través de la
ravilloso por la parte pedagógica, pero sentía que me hacía falta renaturalización, restauración y rehabilitación de los ecosistemas.
algo: las semillas”.
A Carol le correspondió coordinar el nodo de los Cerros Orien-
Al poco tiempo le cedieron un contrato para que se encargara de la tales, ubicado en la localidad de San Cristóbal, un sitio con pro-
parte técnica del proyecto, un nuevo reto donde pudo trabajar con blemas de remoción en masa y proliferación de especies exóticas.
las semillas. “La propagación y la siembra son mis fuertes y por eso
pude involucrar las semillas con los niños de 40 colegios de la ciudad”.
Estuvo metida durante cinco años en las montañas de San Cris- Varios habitantes de San Cristóbal se encargaron de contarle so-
tóbal liderando el reverdecer de este nodo, pero sin dejar de lado bre el pasado del lugar. “Nos dijeron que la zona fue habitada por
su trabajo como custodia de semillas en la red. algunas personas del M-19, quienes guardaron en sus casas las
armas que utilizaron en la toma del Palacio de Justicia”.
“Lo primero que hicimos fue conocer la historia del territorio,
habitado desde hace varios años por cientos de familias que cons- El objetivo inicial del nodo era hacer una restauración ecológica,
truyeron sus viviendas en un área de alta pendiente”. pero la idea fue descartada debido a las placas de cemento de las
casas demolidas.
Esto llevó al Distrito a realizar un proceso de reasentamiento y
demolición de las viviendas. “Por eso, cuando llegamos al terre- En la limpieza de los escombros y acondicionamiento del suelo,
no, lo primero que vimos fue una cantidad enorme de escombros Carol y los operarios que tenía a su cargo encontraron monedas
y residuos”. y cucharas viejas, además de ropa y juguetes.
125
Nuevos Aires
Cuando llegó la pandemia, Carol se fue a vivir con su fa- “La otra fue con Swissaid Colombia en la escuela de formación
milia a Boyacá, a la finca de su abuelo, donde volvió a sembrar, de custodios de semillas en Boyacá, un trabajo que me ha per-
recoger más semillas y cuidar las gallinas. mitido estar mucho más activa en la Red de Semillas Libres de
Colombia en la región cundiboyacense”.
En esas épocas de confinamiento cumplió otro de sus sueños:
hacer una especialización sobre agricultura familiar. “Lo mío es Su vida ahora se divide entre las tierras de Boyacá, Cundinamarca
trabajar con las comunidades rurales y por eso me matriculé en y Bogotá. “En la capital también hay varios custodios y guar-
una especialización de manera virtual”. dianes de semillas que hacen parte de la red, comunidades con
mucho conocimiento sobre papas nativas”.
Luego le salieron dos nuevas ofertas laborales: la primera fue con
la Corporación Autónoma Regional de Chivor (Corpochivor)
para trabajar en el páramo de Rabanal con comunidades campe-
sinas en el tema de reconvención productiva.
Foto Andrea Moya es conocida en Sumapaz como la señora de las papas nativas.
117 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Antes de que el reloj marque las cuatro de la mañana, An- Su destino es Nazareth, uno de los tres corregimientos de la lo-
drea Moya comienza a alistarse para dirigirse a Sumapaz, un titán calidad de Sumapaz. Aunque el camino es largo, más de 85 kiló-
hídrico y biodiverso de 333.000 hectáreas catalogado como el pá- metros con trochas sin pavimentar, esta ingeniera agrónoma no
ramo más grande del mundo. enciende el radio.
Luego de tomar una taza de café cargado, esta bogotana se des- “Casi siempre paro en la laguna de los Tunjos, un sitio rodeado
pide de su esposo, Fernando Díaz, y le da un beso en la frente a por miles de frailejones donde nace el río Tunjuelo. Respiro y me
Natalia, su única hija de cinco años que aún duerme en una cama recargo con la energía de la naturaleza”.
llena de cobijas de lana.
Al llegar a Nazareth, saluda a algunos de los campesinos y luego
En el parqueadero de la casa, ubicada en el barrio Santa Lucía, la coge rumbo por una trocha empinada hacia su oficina: el Parque
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
espera una camioneta vino tinto con las ruedas, puertas y venta- Temático Chaquén, un predio de 2,2 hectáreas donde lidera va-
nas llenas de barro. Este vehículo la acompaña desde hace varios rios proyectos de seguridad alimentaria.
años en sus recorridos por las trochas paramunas de Sumapaz.
“Llevo 17 años trabajando con los campesinos de Sumapaz en te-
En la parte de atrás del vehículo, mete decenas de costales y cajas mas como huertas agroecológicas, plantas medicinales, sistemas
con productos agrícolas. Cuando toda la mercancía queda organi- productivos ambientales y papas nativas, una experiencia maravi-
zada, enciende el carro y hace una llamada por celular: “ya voy sa- llosa que espero continuar”.
liendo y creo que llego en unas tres horas; si el tráfico lo permite”.
127
Andra viaja en promedio dos o tres días a la semana a Sumapaz,
aunque a veces se queda largos tiempos en algunas de las habita-
ciones que el hospital de Nazareth habilitó para sus trabajadores.
Foto Sumapaz, el páramo más grande del mundo, es su oficina desde hace 17 años.
118 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
En 2005, cuando terminaba las últimas materias, buscó la pasan- La pasantía duró seis meses y Andrea ayudó a varios campesinos
tía para lograr el título, un proceso que define como complejo a montar huertas con manejo agroecológico. Luego de graduarse
porque solo encontraba prácticas en los cultivos industriales de como ingeniera agrónoma, tenía el sueño de seguir en Sumapaz.
flores, palma y cacao y sin comunidades.
Parque Chaquén
En 2007, el hospital de Nazareth, que hace parte de la El primer paso fue limpiar la maleza y piedras del predio. Luego
Subred Sur, trabajaba en un programa de ecoterapia con personas se diseñó la huerta con técnicas de conservación de uso del suelo
con enfermedades mentales y habitantes de calle, pacientes que a través de terrazas que fueron construidas con las piedras y ma-
vivían en el salón comunal del corregimiento. dera de árboles exóticos.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
“El gerente del hospital gestionó recursos para conseguir un espa- Para la construcción de la huerta, senderos, pequeñas casas y el
cio donde se harían la ecoterapia y otros proyectos de seguridad vivero del Parque Chaquén, el hospital contrató a varios campe-
alimentaria. Encontraron un predio de 2,2 hectáreas a 20 minutos sinos de Sumapaz. “Realizamos mingas con la comunidad para
del casco urbano, una antigua finca desocupada y sin producción”. hacer las terrazas”.
El objetivo era montar una huerta agroecológica para los pacientes El Parque Chaquén se convirtió en el sitio ideal para los proyec-
de ecoterapia. “El predio fue llamado Parque Temático Chaquén. tos de sistemas productivos saludables y seguridad alimentaria
Le dije a la coordinadora de seguridad alimentaria que quería ser del hospital.
parte de la iniciativa y me contrataron como ingeniera agrónoma”.
129
“El objetivo era consolidar un espacio donde los campesinos pu-
dieran aprender sobre seguridad alimentaria, sistemas producti-
vos y plantas medicinales, trabajo que nosotros hacíamos en las
casas de los habitantes de Sumapaz”.
Foto El sueño de Andrea es ayudar a los campesinos a vender sus papas nativas.
120 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Tubérculos Andinos
“Identificaron 104 especies de plantas medicinales y nosotros es- Desde 2007, uno de los componentes más importantes
cogimos 25 (las más utilizadas) para el proceso de formación en del Parque Chaquén es consolidar un lote exclusivo para la siem-
Chaquén. El hospital contrató a una fundación para profundizar bra de tubérculos y raíces andinas, como yacón, cubio, quinua y
en esas especies”. algunas variedades de papas nativas.
En varios talleres, los campesinos aprendieron que estas plantas “El ideal era sembrar estas especies en el parque, darles semillas
pueden ser productivas. “Un grupo participó en un curso de ma- a los campesinos para que las cultivaran en sus predios y que las
nejo agronómico de plantas medicinales de la Universidad Na- pudieran comercializar; es decir brindarles una alternativa econó-
cional y nosotros elaboramos material pedagógico sobre el uso mica a las comunidades”.
de las plantas”.
El yacón fue el primero en generar ganancias a la comunidad.
Los profesionales del parque trabajaron el manejo de residuos José Muñoz, un campesino de Nazareth, obtuvo buenos resulta-
orgánicos para darle vida a la huerta, un terruño donde se sem- dos con las cosechas en su predio.
braron 25 especies de hortalizas y plantas medicinales.
“Le dimos varias semillas de yacón y él las sembró en su finca.
“También iniciamos con el compostaje, el lombricultivo y la restaura- Cuando varios de los habitantes de las veredas vieron que estaba
ción ecológica del predio con más de 60 especies de árboles nativos”. sembrando y vendiendo, decidieron hacer lo mismo”.
131
Foto Andrea vende las papas nativas de los campesinos de Sumapaz en los Mercados Campesinos del JBB.
122 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
JUVENTUD
HUERTERA
Eventos como la pandemia del coronavirus nos han dejado varias enseñanzas. Entre ellas sale a
flote la necesidad de desarrollar modelos urbanos que permitan el aprovechamiento de espacios para
la obtención de alimentos saludables y de calidad.
Las generaciones actuales tienen grandes retos frente al constante crecimiento de la población mun-
dial, en donde conviene reflexionar sobre la relevancia y el sincretismo intergeneracional para dar
continuidad a los procesos agroalimentarios.
Los grupos de juventudes están cada vez más organizados y conscientes en reconocer las memorias y
los saberes de la agricultura urbana a partir del conocimiento ancestral.
En consecuencia, las siguientes crónicas resaltan el papel de los jóvenes en un momento histórico en el
cual la salud mental y la reconexión con la tierra son claves en el desarrollo humano como individuos
y como comunidad.
Se destaca el trabajo de personas como Saray, Aura, Alejandra, Brayan, Xavier, Jose, Sandra,
Johnny, Marco y Marcela, quienes con su esfuerzo y tenacidad contribuyen a una transformación
positiva y sostenible del territorio.
Foto Saray Frías fue una de las mujeres que más floreció con el JBB.
123 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
La mente de Saray Frías Ramos está llena de reminiscen- En sus años universitarios se enamoró. Salió de la casa de sus pa-
cias bonitas de Valencia, la capital y ciudad más poblada del esta- pás y se organizó con su nueva pareja, con quien tuvo tres hijos:
do de Carabobo en Venezuela. Valentina, Valeria e Isaac.
Allí tuvo una niñez libre de necesidades, sufrimientos y tristezas. “La relación se tornó tóxica por sus comportamientos: me aco-
Durante muchos años sus padres consolidaron una familia en saba y perseguía cuando me iba a trabajar o estudiar. Me separé y
medio de una vida próspera, cómoda y feliz. regresé a la casa de mis padres”.
“Por mi buen rendimiento académico fui becada en la universidad En 2018, cuando la crisis económica y social de Venezuela estalló,
para estudiar ingeniería industrial, donde me gradué con méritos”. el amor volvió a tocar a su puerta. “Me volví a organizar y por
suerte di con un buen hombre. Quedé embarazada en medio de
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
En esa época, la joven venezolana trabajó en una empresa de dis- la situación más crítica del país”.
tribución de quesos en la parte administrativa y en varias tiendas
manejando la contabilidad y la supervisión.
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Foto En “Mujeres que Reverdecen”, Saray volvió a sentirse valiosa y hermosa.
124 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Mientras Giselle crecía en su vientre, la familia sufría por la escasez En noviembre de 2018 le dijeron adiós a Venezuela. Primero lo
de comida. “Yo ganaba un buen sueldo, pero el dinero no alcanza- hizo su esposo y a los pocos días Saray con sus cuatro hijos. “Una
ba para nada; había muchas mafias que controlaban los alimentos”. amiga que estaba en Arauca me dijo que se iba a radicar en Ciu-
dad Bolívar, una localidad de Bogotá, y que allá nos esperaba”.
La poca comida que conseguía era para sus tres hijos. Saray, sus Saray cruzó la frontera con sus cuatro hijos, la más pequeña re-
padres y esposo se limitaban a comer lo que les daban en sus cién nacida. Lo primero que vio antes de llegar a Cúcuta fue el
trabajos. “Mis hijos se pusieron flaquitos”. letrero en el puente Simón Bolívar que dice ‘Bienvenido a Co-
lombia’, palabras que le generaron sentimientos encontrados.
Cuando nació Giselle, Saray y su pareja decidieron irse a Colom-
bia a buscar suerte. “La niña nació bien de peso, pero como no “Me ataqué a llorar porque era decirle adiós a todo. Me calmé
había leche se adelgazó mucho. Mi mamá incluso me dijo que si porque era una nueva oportunidad para empezar de cero y hacer
no me iba de Venezuela, ella se iba a morir”. una vida bonita con mis hijos y esposo”.
Luego de una larga travesía, Saray llegó a la casa que había arrenda-
do su amiga en el barrio San Francisco, donde la esperaba su esposo.
Foto Saray y su hermana hacen champú con las plantas de las huertas.
125 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
En octubre de 2021, Yarinel le dijo que la habían llamado del Jar- En sus días de depresión casi no se veía en el espejo y había per-
dín Botánico para entrar al programa “Mujeres que Reverdecen”, dido las ganas de arreglarse. “Cuando uno es mamá muchas veces
el cual vinculaba ciudadanas para fortalecer las huertas urbanas, se pierde como mujer. Eso cambió con el programa porque me
arbolado y jardines de la ciudad. sentí plena, hermosa y valiosa; mi interior reverdeció y ahora soy
una nueva mujer”.
“No quise participar porque tenía que llevar a los niños al colegio,
ayudarles con las tareas, hacer oficio y preparar la comida mien- Saray y Yarinel crearon un emprendimiento de champús sólidos
tras mi esposo trabajaba. De solo pensarlo me estresé más”. que elaboran con algunas plantas medicinales de las huertas de
Ciudad Bolívar.
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Foto Saray floreció en las huertas de Ciudad Bolívar.
127 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
“Kaia: lo mejor de la tierra para ti, son champús con varias pro-
piedades para el cabello: sábila para hidratar, romero para evitar
la caída, manzanilla para los rubios, menta para el pelo normal y
jengibre con limón para el graso”.
A las seis de la mañana, el silencio de la madrugada llega a En la mitad de la transitada carrera 17, un edificio de cinco pisos
su fin en la carrera 17 con calle 70, un sector del barrio Colombia y ocho ventanas llama la atención de los transeúntes. Uno de ellos
(localidad de Barrios Unidos) donde el verde escasea. detiene su paso acelerado y eleva la mirada hacia lo más alto de
la edificación.
Decenas de vehículos pasan a toda velocidad por la opaca aveni-
da, un tránsito que aumenta con el paso de las horas y despierta a “Parece que en esa terraza hay un jardín de plantas. Ojalá fueran
los habitantes de la zona con el ruido. más altas y frondosas para que la zona no se viera tan opaca y gris”,
le dice el joven a una muchacha que agarra de su mano derecha.
Algunos vendedores se apoderan de las esquinas y los restau-
rantes abren sus puertas para ofrecer desayunos. El olor de los
tamales se mezcla con el humo de los carros.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
139
Una Guardería de Suculentas
El curioso ciudadano no se equivoca. En la terraza del edi- “Jefferson, mi esposo, y mis dos hijas, también se enamoraron
ficio habitan más de 3.000 suculentas, plantas que se caracterizan de la suculenta, que creció y dio varios hijos. Luego compré más
por tener hojas, tallo y raíces carnosas y almacenar mucha agua. plantas y llegué a tener 15 en el apartamento; como son pequeñas
y resistentes, todas crecieron hermosas”.
Alejandra Mogollón es la mamá de esas plantas, una colección
que inició hace más de una década cuando se enamoró de una Poco a poco, el apartamento se llenó con más suculentas y las
suculenta que vio en el Bioparque La Reserva, en Cota. ubicó en los bordes de las ventanas y en el mesón de la cocina.
“Tenía más de 60. Como quería comprar más, Jefferson me dijo
“Hace 12 años me enfermé de estrés y los médicos me recomen- que las subiera a la terraza”
daron visitar un espacio natural. En el bioparque me enamoré de
una suculenta de la especie Graptosedum Bronze”. Alejandra compró estibas para ubicar algunas de sus suculentas
en una zona de la terraza. Para evitar que el sol y la lluvia las afec-
La joven compró una de estas suculentas de color bronce roji- taran, su esposo construyó un techo. “Puse otras en un espacio
zo y que alcanza a medir 15 centímetros de altura. La llevó a su descubierto para ver cómo se comportaban”.
apartamento, ubicado en el tercer piso del edificio, inmueble que
es de su papá. Al constatar que la mayoría de suculentas no sufrían por las fuer-
tes lluvias, la bogotana las subió a la terraza y sembró más. “Por
recomendación de una sobrina que estudia ingeniería sanitaria,
sembré algunas en botellas plásticas”.
Huerta e Importaciones
Durante el primer año de la pandemia, Alejandra le dio Su papá le informó que también podía sembrar en tarros de pintu-
vida a su jardín de suculentas, plantas que sembraba en varios ra. “Luego de seis meses todo floreció y alcancé a sacar 25 papas
envases como botellas plásticas, materas y hasta en guacales. criollas y 10 pastusas. Así nació mi huerta casera, proyecto que me
unió con mi papá”.
“Con este último contenedor no me fue bien y muchas suculentas
murieron. Destiné varios guacales para sembrar papa con ayuda de La nueva huertera sembró lechugas, repollos, acelgas y tomates en
mi padre, un campesino de Norte de Santander”. guacales, cajones y botellas. “A las hortalizas y plantas de la huerta
no les aplicaba ningún tipo de químico y toda la cosecha era para
el consumo de mi familia”.
Nuevo Negocio
Cuando la terraza del edificio se tornó más verde, Alejan- Un sobrino le propuso nombrar el emprendimiento como ‘La
dra comenzó a venderles suculentas a sus conocidos; lo hizo para loca de las plantas’. “Se me ocurrió adaptarlo y quedó como ‘La
ayudarle a su esposo con los gastos de la casa. señora de las sucus’. Busqué en internet para ver si había otro
negocio llamado así y no encontré ninguno”.
Lo primero que hizo fue el inventario de suculentas, que arrojó más
de 3.000 plantas. Luego utilizó su cuenta personal de Facebook La mayoría de sus clientes son de Medellín, Popayán, Manizales,
para comercializarlas y comenzó a publicar fotografías y videos. Pereira y Cúcuta. “Aprendí a empacar las suculentas en un tutorial
de YouTube”.
“Así comencé a vender las suculentas. Un día, una prima me pre-
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
guntó si también ofrecía las plantas por Instagram, una red social Además de sus cuentas en las redes sociales, Alejandra utiliza
que no me gustaba. Cuando le dije que no me regañó, porque otras herramientas tecnológicas para vender sus suculentas. “Es-
según ella era el espacio ideal para comercializarlas”. toy en muchos grupos de WhatsApp donde se hacen subastas,
intercambios y se promocionan eventos”.
141
Foto Alejandra tiene más de 3.000 suculentas en la terraza de su casa.
131 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
¡A la Calle!
Esta madre y emprendedora es fanática de inscribirse en Luego de apreciar las más de 3.000 suculentas que decoran la terraza,
los cursos gratuitos que encuentra en el ciberespacio, en especial Intencipa le propuso ofrecer sus plantas en los Mercados Campesi-
los que están relacionados con temas ambientales o marketing. nos Agroecológicos, evento que se realiza el primer fin de semana de
cada mes.
Así se topó con una publicación en la página de Facebook del
Jardín Botánico de Bogotá que anunciaba un curso de agricultura En los mercados conoció a varios funcionarios de la Secretaría de
urbana. “Como tenía mi huerta casera y quería aprender a mane- Desarrollo Económico, quienes también le abrieron las puertas
jar plagas como la polilla, me inscribí”. de sus ferias. “Voy casi todos los fines de semana a diversas ferias
y mercados por toda la ciudad”.
Rodrigo Intencipa, profesional del JBB, la contactó para conocer
su huerta. Cuando el experto subió los cinco pisos del edificio y Al poco tiempo, ‘La señora de las sucus’ se enteró que el Instituto
llegó a la terraza, quedó sorprendido con las suculentas. para la Economía Social (IPES) también apoyaba a los empren-
dedores de la capital.
Alejandra recuerda las primeras palabras que le dijo Rodrigo
cuando vio el jardín. “Lo que tienes es una huerta de suculentas. “Me inscribí en uno de sus cursos de marketing y luego me invita-
Yo me reí y le dije que esa no era mi huerta, pero él insistió en ron a varias de sus ferias; mi esposo es el que me lleva en el carro
decir que sí”. a todos los eventos: yo detesto utilizar el transporte público y no
puedo llevar las suculentas en la bicicleta”.
Foto Alejandra vende sus suculentas en los Mercados Campesinos del JBB.
132 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
143
7.3
De ingeniero forestal a huertero y cuidador de las abejas
Johnny Ramírez lleva más de tres años sembrando y cosechando hortalizas y frutales sin químicos en una huerta del barrio Salitre en Suba.
Allí también tiene un apiario que le permite comercializar la miel, polen y propóleo de las abejas.
Los árboles y las plantas siempre le causaron curiosidad. “Pero no fue así. Cuando recibí el diploma no encontré nada
Desde niño empezó a leer libros de botánica para conocer las bueno. Eso me desmotivó mucho y me puse a pensar en otras
propiedades de las especies que veía en las zonas boscosas cer- opciones que involucraran temas ambientales”.
canas a su casa, ubicada en la zona rural de la localidad de Suba.
Un amigo que vive en Tena (Cundinamarca) le comentó que es-
Al terminar el colegio, Johnny Steven Ramírez escogió como carre- taba haciendo agricultura orgánica en su finca. “Fui a visitarlo
ra la ingeniería forestal, ciencia que se dedica al cuidado y gestión de para ver cómo cultivaba cítricos sin aplicar químicos. Me contó
los bosques y los recursos naturales de los ecosistemas forestales. que con la agricultura orgánica tenía mejores resultados por los
bajos costos”.
Mientras estudiaba en la universidad, este joven de 28 años pen-
saba que al terminar la carrera le iban a llover las ofertas laborales Johnny fue varias veces a la finca de su amigo para ampliar su cono-
porque más de la mitad de Colombia está pintada con el verde cimiento. Esto lo motivó a sembrar en un predio de dos hectáreas
del bosque. ubicado al frente de su casa, en el barrio Salitre de Suba. “El dueño
del terreno se lo había arrendado hace muchos años a mi papá”.
“Luego fui a la Universidad Jorge Tadeo Lozano para comprar “Como es una zona rural, varios habitantes han construido col-
varias plántulas y sembrarlas en la huerta con ayuda de mi padre menas para las abejas. Las de mi familia, ubicadas en el predio
y un tío. Apliqué varios abonos foliares orgánicos y las cosechas arrendado, están desde hace 30 años, un proyecto que empezó mi
se dieron muy bien”. abuelo y luego se lo heredó a mi papá”.
Consultando estudios científicos, libros e información en inter- Un día, mientras se untaba con la tierra fértil de la huerta, Johnny
net, Johnny fue aprendiendo sobre los nutrientes y minerales que vio que su papá y un primo iban a cosechar la miel de las colme-
necesita la tierra y los procesos para hacer abonos orgánicos. nas, un cuadro que lo motivó a aprender sobre la apicultura.
La huerta, de aproximadamente 2.000 metros cuadrados, está “Luego de ver el proceso en el apiario le propuse a mi padre
ubicada en una ladera desde donde se aprecia la majestuosidad de ampliar el proyecto. Sabía que de las colmenas podíamos extraer
los nevados del Tolima y Ruiz. miel, propóleo, polen y jalea real”.
Los cultivos, todos con un manejo agroecológico, son variados: Pero el joven no quería aventurarse sin contar con conocimientos
hay hortalizas como cebolla larga, acelga, espinaca, coliflor y bró- específicos. Se inscribió en un diplomado en la Universidad Nacio-
coli; tubérculos como papas nativas; y frutales como tomate de nal dictado por el entomólogo Jorge Tello, un experto en abejas.
árbol, lulo, fresa, granadilla, curuba y mora.
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
145
Foto Johnny cuida a las abejas en varias colmenas.
136 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Con lo aprendido en la Universidad Nacional, Johnny realizó va- Con la miel que sacan de las 10 colmenas, Johnny y su padre
rios cambios en el apiario familiar. Primero trasladó las 10 colme- venden botellas de diversos tamaños. La más grande es de 750
nas a la zona más alejada del predio, sitio que cerró con una tela mililitros y pesa un kilogramo.
para disminuir la agresividad de las abejas.
“El propóleo se cosecha bruto por medio de un proceso de ex-
“Sin la tela, las abejas tendían a atacarnos cuando pasábamos cer- tracción con alcohol etílico de 96%. Eso da un líquido o tintura
ca, algo que ya no sucede. Para las cosechas de la miel, época en la que es el extracto de propóleo, producto que vendemos en fras-
que las abejas se alborotan mucho, adecuamos una zona pequeña cos de 30 mililitros”.
con cerramiento para no tener inconvenientes”.
En septiembre de 2021, el Jardín Botánico y el Instituto Distrital “El ideal es distribuir bien los tiempos para hacer otras cosas. Sin
de Turismo lanzaron la primera ruta agroecológica ‘De huerta en embargo, no me veo buscando trabajo en una empresa o encerra-
huerta’ de Bogotá, conformada por cinco huertas de la localidad do en una oficina; quiero seguir experimentando con alternativas
de Suba. ‘Coba: el hogar de las abejas’, fue una de ellas. que me llenen y hagan feliz”.
147
CAPÍTULO 8
MUJERES
QUE REVERDECEN
2020 pasará a la historia como el año en que comenzó el covid-19, una pandemia mundial que
declaró la emergencia sanitaria y económica y la cual nos hizo valorar mucho más el solo hecho de
respirar y estar vivos.
Las oportunidades laborales se redujeron a su mínima expresión. Gran parte de la población perdió
su empleo y los ingresos para sobrevivir, lo que generó indicadores negativos en cuanto a alimentación
y acceso a servicios públicos.
La población femenina se vio bastante afectada por los coletazos del coronavirus. Además de verse sobre-
cargada en sus actividades diarias, en Colombia la tasa de desempleo fue de 66% superior en mujeres.
Según el DANE, su participación en el mercado laboral fue 20,8% menor en relación con las tasas
estimadas para hombres. Debido a la educación en casa por el cierre de las instituciones educativas,
muchas mujeres tuvieron que renunciar a sus empleos o fueron despedidas.
La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, tomó la decisión de generar un plan de rescate social. Con
una aprobación presupuestaria por parte del Concejo, fue posible desarrollar programas que facilita-
ran la generación de ingresos a través de la inclusión en dinámicas relacionadas con apropiación del
conocimiento y actividades.
Así nació “Mujeres que Reverdecen”, un programa que beneficiaría económica y socialmente a las
mujeres más vulnerables de la capital con el compromiso de que ayudaran a reverdecer las diferentes
coberturas vegetales, como huertas, jardines y arbolado.
El Jardín Botánico, con una adición presupuestal inicial de $5.000.000.000, estructuró el pro-
grama con un enfoque técnico y pedagógico. Para esto, elaboró un plan de temas o Syllabus para un
grupo de profesores o formadores de perfiles variados.
El objetivo principal del proceso de formación fue cualificar los conocimientos ambientales, procedi-
mentales y actitudinales de las mujeres frente a las coberturas vegetales y que dichos aprendizajes
fueran transferidos a sus realidades territoriales y aplicados en la naturaleza.
Fueron más de mil pares de manos que aportaron al reverdecer de Bogotá con sus prácticas en la
elaboración de huertas, plantación de árboles, conformación de jardines y actividades de embolse,
deshierbe, riego, poda y fertilización.
De las más de 1.000 mujeres, el 79,9% eran madres cabeza de familia y el 80% tenían personas
a cargo, entre hijos menores de edad o adultos mayores. Cerca del 8% tenían alguna discapacidad
física, auditiva, visual, intelectual o múltiple.
El programa tuvo una participación de grupos poblacionales diversos, tanto indígenas, afrocolombia-
nas, gitanas, raizales, campesinas y personas de la comunidad LGTBIQ+.
A partir de los conocimientos ambientales adquiridos, varias de las mujeres lograron crear más
de 100 emprendimientos de transformación de productos de las huertas, como jaleas, mermeladas,
vinagretas, panes, jabones, shampoo y velas ecológicas.
Más allá de aprender y practicar en las coberturas vegetales, estas mujeres conformaron redes de
vecinas, amigas y compañeras, nuevos apoyos que les permitieron realizar las tareas diarias de una
manera más llevadera.
151
8.1
Una amistad huertera en el barrio Ciudad Berna
Stella Mendoza y Jorge Barreto se conocieron en un curso de pintura al óleo: él era el profesor y ella la aplicada alumna que quería olvidar las
tristezas en el arte. Entre pinceles y lienzos forjaron una gran amistad y revivieron la huerta que él tenía en el patio de su casa.
Foto Stella Mendoza y Jorge Barreto le dieron vida a una próspera huerta.
139 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Aunque pasó toda su niñez en una finca de Villavicencio, El amor tocó a su puerta a los 22 años. Stella se casó y con su
donde sus padres cultivaban arroz, maíz y soya y criaban vacas y esposo se radicaron en Bogotá, en una casa en el barrio Restrepo
caballos, Stella Mendoza admite que el trabajo de la tierra no le de la localidad de Antonio Nariño.
llamaba la atención.
“Tuvimos tres hijos. Yo me dediqué a las actividades de la casa y
“Las plantas y los cultivos estuvieron presentes en toda mi infan- criar a mis niños, mientras que mi esposo trabajaba como inge-
cia, pero en esa época no les prestaba mucha atención. Quería niero mecánico”.
salir de la capital del Meta para hacer mi bachillerato en Bogotá;
el estudio siempre me ha apasionado”. Lograron darles estudios bachilleres y universitarios a sus tres hi-
jos, pero la relación amorosa se resquebrajó. Stella se independizó
Cuando cumplió 17 años comenzó a darle forma a su sueño. Se y arrendó otra casa en Restrepo, donde vive con su hijo menor.
fue a vivir a la capital donde estaban dos de sus hermanos y se
matriculó en un colegio, estudio que ella misma pagó. “Mis hijos son mi mayor orgullo. La mayor se radicó en Suiza
y el menor está terminando inglés y filología en la Universidad
“La vida en la gran ciudad era muy dura y no encontraba buenas Nacional; los tres me ayudan económicamente porque sola no
opciones laborales. Por eso regresé a los llanos, hice un curso de puedo con todos los gastos”.
secretariado auxiliar contable en el SENA y conseguí trabajo en
varias empresas como secretaria”. La separación y los problemas económicos le causaron angustias y
tristezas. “Necesitaba ocupar la mente en algo. Quería dejar salir toda
esa tristeza con algo productivo o artístico: siempre me gustó pintar”.
Líder y Huertero
Jorge Alberto Barreto nació en Ibagué, donde tuvo el pri- El patio de la casa fue lo que más le gustó. Tiene dos zonas: una
vilegio de conocer algunos de los cultivos más emblemáticos de para colgar la ropa y otra bastante amplia donde con su esposa
la zona, como el arroz y el algodón. empezaron a sembrar algunas plantas de jardín.
“La casa familiar era amplia y desde pequeño pensé que era un El tolimense intentó montar una huerta, pero su trabajo como di-
espacio ideal para sembrar. Pero mi objetivo era estudiar y por señador gráfico no le dejaba tiempo libre. “Hace siete años decidí
eso me fui para Bogotá a los 17 años a estudiar diseño gráfico”. construirla. No quería sembrar a ras del piso porque con los años
me empezaron a doler las rodillas y la cintura”.
Luego de conocer a Catalina, el amor de su vida, Jorge conformó su
hogar. Primero encontraron una casa en arriendo en el barrio Ciudad Luego de conseguir varias tablas de madera, Jorge montó las cua-
Berna (localidad de Antonio Nariño), donde llegaron sus dos hijos. tro camas grandes de su huerta. “Tienen una altura de 60 centíme-
tros y fueron rellenadas con una tierra que un vecino me regaló”.
“Estuvimos en arriendo 10 años, hasta que gracias a un crédito
empecé a pagar la casa propia en el mismo barrio”. Según Catalina, a quien llaman Tata, lo primero que sembraron
fueron acelgas, lechugas, maíz, uchuva, perejil y espinacas, pero
estas últimas no se dieron muy bien. “En una época salió un bos-
que de lechugas hermoso y se las regalamos a los vecinos”.
Foto Jorge conoció a Stella cuando ella tomó uno de sus cursos de pintura.
141 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
153
Las Cosas del Destino
Además de la pintura y la agricultura urbana, el diseñador Entre pinturas, pinceles y lienzos, las tristezas de Stella se desva-
gráfico siempre ha sentido una gran pasión por el trabajo comu- necieron un poco. “Al pintar con las lecciones que nos daba Jor-
nitario. Esto lo llevó a ser parte de la Junta de Acción Comunal ge, me fui tranquilizando y los problemas se fueron agachando”.
del barrio Ciudad Berna.
Jorge les puso un reto a las alumnas del curso, más de 50 mujeres
“Me dediqué a hacer proyectos que beneficiaran a la comunidad, de la tercera edad: ayudar a darle vida a un mural muy grande en
como talleres de pintura al óleo a las personas de la tercera edad. el parque principal del barrio Ciudad Berna.
Por ese trabajo social descuidé bastante la huerta y se convirtió
en una selva de plantas”. “Yo fui una de las más juiciosas en la elaboración del mural, una
obra de arte que cuenta con varios dibujos de la naturaleza”.
Hace cinco años, cuando Stella buscaba alguna actividad para
dejar salir sus tristezas, dio con el curso de pintura al óleo y en Stella y Jorge forjaron una buena relación y se convirtieron en
acrílico que Jorge hacía en el salón comunal del barrio. grandes amigos. Luego de la pandemia se propusieron trabajar
juntos en un nuevo proyecto.
“Yo estaba en una crisis emocional. El primer día conocí a Jorge,
un hombre sociable que sería nuestro profesor; las demás com-
pañeras me recibieron muy bien”.
155
Seguirán de la Mano
Una de las paredes de la huerta Berna Reverdece exhibe siempre estarán abiertas para ella y vamos a seguir trabajando en
una de las obras que Stella hizo en las clases de pintura al óleo de nuestro proyecto”, aseguró Jorge.
Jorge. Se trata de un mural con dos campesinas de espaldas, varios
cultivos de todos los colores y una imponente cadena montañosa. Catalina solo tiene palabras de agradecimiento para la guerrera y
disciplinada mujer. “Stella fue la que mejoró la huerta. Gracias a
“Lo dibujé en el salón comunal y Jorge dijo que debía ser parte su trabajo ahora podemos hacer infusiones con plantas aromáti-
de la huerta. Es una obra muy bonita que me recuerda cómo la cas que nos ayudan mucho con los problemas de salud”.
pintura y el apoyo de mi amigo me ayudaron a dejar la tristeza y
ser una nueva mujer”. Los amigos trabajan en un nuevo proyecto: un banco de semillas.
Según Jorge, el objetivo de la huerta nunca ha sido comercializar las
Aunque Jorge trabaja como presidente de la Junta de Acción Co- hortalizas o abastecer las necesidades alimenticias de las dos familias.
munal de Ciudad Berna, y Stella ahora es operaria del JBB, ambos
seguirán cuidando la huerta. “Lo que queremos es consolidar un banco de semillas para que
las plantas de la huerta se mantengan a futuro y también hacer
“El reverdecer de esta huerta es fruto del trabajo, dedicación, intercambios con otros huerteros. Nuestro espíritu nunca ha sido
disciplina y amor de Stella. Por eso, las puertas de nuestra casa la comercialización, sino el aprendizaje”.
Foto Gloria Jiménez fue una de las “Mujeres que Reverdecen” más aplicada y comprometida.
145 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Gloria Nelsy Jiménez tuvo una infancia maravillosa en “Mi padre compró una casa en el barrio San Jorge, hoy llamado
medio de los cultivos, el ganado y la naturaleza de la Orinoquia Granjas de San Pablo, en la localidad de Rafael Uribe Uribe. Re-
colombiana. Nació y se crio en una finca ubicada a las afueras de cuerdo que la nueva adquisición no le gustó a mi mamá porque la
Villavicencio (Meta), donde sus padres le enseñaron a sembrar, casa era muy pequeña”.
ordeñar y montar caballo.
El nuevo hogar solo tenía un piso, dos habitaciones y un sótano, y
“Con mis tres hermanos sembramos mucho maíz, algodón, plá- carecía de agua y luz. Sin embargo, los cuatro hermanos quedaron
tano, yuca, frutas y aguacate. Nos despertaban a las tres de la ma- felices porque la zona estaba llena de árboles y cuerpos de agua.
ñana para ordeñar las vacas y luego cogíamos los caballos para
arrear el ganado”. “No existía la jungla de cemento que vemos hoy. La montaña
estaba llena de árboles y hasta había una laguna con renacuajos.
Las caminatas para ir a la escuela eran eternas pero cargadas de Nos sentimos muy felices porque era algo muy similar a lo que
vida. Los hermanos tenían que atravesar ríos, quebradas y bosques vivimos en la finca llanera”.
en alpargatas. “Nos demoramos dos horas de ida y otras dos de
HUERTEANDO POR BOGOTÁ. Crónicas de la Agricultura Urbana
vuelta, pero éramos felices en medio de esa naturaleza del Llano”. Cuando terminó el quinto grado de primaria, sus papás le infor-
maron que no podía estudiar más. “Mi papá decía que las mujeres
A los siete años tuvo que dejar atrás su vida campesina. Su mamá eran solo para las actividades del hogar y mi mamá aseguraba que
estaba cansada de cocinarles a los trabajadores de la finca y por eso con saber leer, escribir, sumar y restar, era más que suficiente”.
vendió su parte del terreno para buscar mejores opciones en Bogotá.
La joven llanera no compartía esos pensamientos: soñaba con
estudiar el bachillerato. “Empecé a trabajar en varias casas de fa-
milia haciendo oficio y con lo que me pagaban, me matriculé en
un colegio nocturno”.
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Foto Gloria hizo una bitácora con todo lo aprendido en “Mujeres que Reverdecen”.
146 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Ángeles y Desgracias
A los 16 años, mientras estudiaba, Gloria se enamoró de
un joven del barrio y quedó embarazada. La noticia no le gustó a Aunque el amor que sintió por su pareja ya no existía, Gloria
su madre y le dijo que debía casarse. aceptó casarse por la iglesia y siguió viviendo bajo las órdenes de
su esposo y suegra. Allí tuvo dos hijos más.
“Mi mamá nos llevó a donde un cura para que nos casara, pero
no quise hacerlo. Esa decisión fue un escándalo en la familia y “Seguí soportando la infidelidad y los malos tratos de mi esposo.
por eso me fui a vivir a la casa de mi suegra en el barrio Marco Harold, mi hijo mayor que ya estaba grande y trabajaba, me dijo
Fidel Suárez”. que me separara y le hice caso”.
La suegra era machista y le daba consejos que solo beneficiaban a Gloria metió algo de ropa en unas maletas y se fue con sus hijos
su pareja. “Desde que llegué a la casa me dijo que una mujer debe a vivir en una pieza en el barrio Santa Lucía. Cuando su mamá se
soportar todo lo que le haga el hombre. Me dijo que si me llegaba enteró de la separación, la trató de disuadir.
a pegar, yo debía dejarme”.
“Me dejé convencer y regresé con mi esposo. Al poco tiempo
Cuando nació Harold, la felicidad de convertirse en madre se nu- quedé embarazada, una noticia que no le gustó”.
bló por culpa de su pareja. “Él era mujeriego y me daba mala vida.
Pero como no tenía para dónde coger y era muy joven; soporté Con seis meses de embarazo y 45 años de edad, Gloria dejó a su
el maltrato”. verdugo. “Nos fuimos a vivir en una pieza chiquita. Yo trabajaba
en lo que sabía hacer: lavar, planchar, cocinar y hacer oficio”.
Seis años después llegó su segundo hijo, una nueva alegría que
tampoco fue completa. “Mi pareja me dijo que dejara de trabajar Juan Pablo, su quinto hijo, nació con síndrome de Down, una
para dedicarme a la crianza de los niños y el hogar. Me convertí discapacidad que no le asustó. “Todo lo contrario, la llegada de
en una mujer sumisa”. mi Juanpis me llenó de fuerzas para seguir adelante”.
aunque me ayudan cuando pueden, tengo que seguir trabajando”. hice como un homenaje a esa amiga del alma y compañera de vida”.
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Foto Gloria montó su huerta en la terraza de la casa de sus padres.
148 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Uno de los primeros retos fue fortalecer la huerta La Carlota de la Fun- Mientras aprendía sobre agricultura urbana, Gloria decidió ren-
dación Hospital San Carlos, ubicada en el barrio Gustavo Restrepo. dirle un homenaje a su amiga Fanny con la plantación de un ár-
bol, el cual representará su eterna amistad.
Gloria y 37 mujeres del sur de Bogotá, la revivieron. “Empeza-
mos de cero con Miguel Tobar, un ingeniero agrónomo del JBB “Los expertos del JBB me recomendaron plantar el árbol en una
que se encargó de volver a diseñar la huerta; lo primero que hici- zona de ladera cerca de la huerta, para que en el futuro ayude a
mos fue quitar los ladrillos viejos”. sostener la tierra. Escogí una eugenia”.
En la huerta se volvieron arquitectas. “Luego de darle forma de Todo el trabajo en la huerta La Carlota fue inmortalizado por
pandereta con ladrillos y baldosas, el paso a seguir fue arreglar el Gloria en un pequeño cuaderno. “Con mi celular saqué muchas
suelo revolviendo la tierra negra con el compost”. fotos del proceso de la huerta. Este cuaderno es un testigo del
trabajo arduo y la amistad de las Mujeres que Reverdecen”.
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Proyecto de Vida
Con la huerta casera, Gloria aprendió que la agricultura Gloria vive con Juan Pablo en una habitación pequeña en la casa
urbana es un trabajo diario, constante y de dedicación. “A veces de sus padres. Sus otros hijos ya cortaron el cordón umbilical y
se secan los cultivos y otras veces no salen. Pero hay que seguir tienen sus propias familias.
dándole amor a la huerta y mejorarla”.
“A Juan Pablo le encanta estar en la huerta y nos ayuda a regar
Escoger el nombre de la huerta fue un proceso demorado. La las plantas y sembrar las semillas. Está en una edad donde solo
llanera le propuso a su hermano llamarla Jiménez, el apellido fa- quiere explorar y replica todo lo que yo hago; nos va muy bien
miliar, pero él lanzó otra opción: Juan Pablo, un niño que ama juntos y por eso somos un buen equipo”.
sembrar y regar las plantas.
“Yo prefería el apellido de la familia porque quiero que mi herma- La huerta casera es el nuevo proyecto de vida, un terruño al que
no sea parte del proceso; gracias a él pude construir las camas y le inyecta todo el esfuerzo. También creó un emprendimiento de
está muy comprometido con la huerta. Pero él decidió nombrarla suculentas, hortalizas y otras plantas que vende en ferias locales.
Juanpis, mi hijo hermoso y compañero de vida”.
“Nunca dejaré de ser una “Mujer que Reverdece”. El Jardín Botánico
se convirtió en un nuevo hogar, una entidad a la que le debo mucho”.
Foto Gloria asegura que pasar por el JBB fue una de las mejores experiencias de su vida.
151 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Siempre utiliza ropa y accesorios de colores vivos, tonos Su casa, ubicada en lo más alto de una montaña de Ciudad Bolí-
que la transportan a los amaneceres que vio desde niña en el mar var, le rinde homenaje a la biodiversidad y las tradiciones ances-
que baña una parte de El Charco, paraíso biodiverso ubicado en trales del Pacífico. En la entrada tiene varios frascos de arrechón
el norte de Nariño. y tumbacatre, bebidas artesanales de su tierra.
A veces cubre su cabello negro trenzado con turbantes, prendas “La naturaleza está presente en un extenso jardín que monté y
que ella misma elabora y representan el liderazgo y jerarquía de la me recuerda al verde de los manglares que tanto defendí en mi
mujer. Tiene una mirada misteriosa, enigmática y felina, parecida a municipio. En otros sitios de la localidad tengo varias huertas de
la de los jaguares que se refugian en las selvas húmedas del Pacífico. plantas medicinales y hortalizas”.
Cuando habla del territorio que la vio nacer, una zona lluviosa y Yalile hizo parte de “Mujeres que Reverdecen”, un programa de
biodiversa, sus ojos brillan con mayor intensidad. Su sonrisa se la Alcaldía de Bogotá que le permitió volver a tener un contacto
torna más expresiva y la voz se entrecorta al recordar las reminis- directo con los recursos naturales.
cencias del pasado.
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Ciudad Bolívar le permitió montar varias huertas ancestrales.
153 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
“Mis padres conformaron una familia humilde y numerosa de Cuando terminó la primaria, se fue a vivir a Guapi, municipio del
12 hijos que nos criamos en medio de la naturaleza y los culti- Cauca donde la recibieron algunos familiares. “Allá hice el bachi-
vos. Yo soy la menor de las siete mujeres y la penúltima de todos llerato y seguí deleitándome con la magia del manglar”.
mis hermanos”.
Su regreso a El Charco fue agridulce. Los grupos armados sem-
Aún conserva vivos los recursos de la casa de uno de sus abuelos, braban zozobra y pánico en el municipio y el bosque de manglar
donde no había asientos sino tablas sobre bultos de maíz y cacao. ya no era tan abundante. El sonido de la motosierra entorpecía
“Vengo de una familia cultivadora, una labor que hace parte de la el canto de las aves.
historia del pueblo”.
“Se me apachurró el corazón al ver lo que estaba pasando. Quería
El agua y la selva húmeda tropical fueron su hogar durante la ni- hacer algo por la naturaleza y la población, pero para eso debía
ñez, en especial el río Tapaje, el océano Pacífico y los manglares. prepararme académicamente. La vida me sonrió y gané una beca
“Me crie en medio de un cielo verde donde desde muy pequeña para estudiar en Pasto”.
aprendí a nadar y pescar”.
En la capital de Nariño estudió una licenciatura en comercio y
El manglar, ecosistema único de las zonas tropicales o subtropi- contaduría, un cambio de vida que le dio muy duro por el clima
cales y conformado por plantas que viven entre el agua salada del frío, una comida que jamás había probado y la ausencia del mar
mar y el agua dulce de los ríos, se aferró a su corazón. y el manglar.
¡A salvar el Manglar!
Yalile cumplió la promesa de trabajar por la comunidad y “También evitan la erosión y disminuyen los riesgos de desastres
los recursos naturales que tanto ama. Al graduarse como docente, naturales para la población al actuar como barreras frente a los
regresó a su territorio y encontró trabajo como profesora provi- oleajes y huracanes. Almacenan cinco veces más carbono que los
sional en una escuela. bosques tropicales”.
“La situación del manglar era crítica. El río Tapaje zigzagueaba lle- ASOMAV no solo protegió el manglar. Las más de 800 mujeres
no de basura, residuos que se quedaban atrapados en los manglares. rescataron las semillas y plantas medicinales que utilizaban las
Además, el municipio estaba muy afectado por las fumigaciones”. parteras a través de la conformación de huertas comunitarias.
La nariñense no se quedó de brazos cruzados. Reunió a más de “El glifosato de las fumigaciones tenía en aprietos a las semillas de
800 mujeres de El Charco y le dio vida a la Asociación de Mujeres nuestras parteras, tesoros con los que hacemos bebidas como el
Afrodescendientes por la Vida (ASOMAV), grupo que empezó a arrechón, tumbacatre, parapalo, toma seco, guarapillo y el aprieta”.
limpiar y cuidar los manglares.
Las mujeres le dieron vida a 15 huertas comunitarias de gran ta-
Las mujeres se metieron de cabeza a limpiar los manglares, algu- maño, donde sembraron plantas medicinales y alimenticias como
nos secos y llenos de trapos viejos enredados en sus plantas. “Hi- frijol y maíz en sitios que no padecían por la fumigación.
cimos muchas jornadas de limpieza por el ecosistema, además
del río y el mar”. “Recuerdo que sembramos plantas que ayudan a combatir el ve-
neno de las serpientes en zonas como las raíces de los árboles.
Según Yalile, el trabajo femenino arrojó frutos sorprendentes en Nos llenó de felicidad consolidar esas huertas poderosas”.
el territorio. Los manglares reverdecieron y volvieron a aparecer
los peces, cangrejos y pianguas. Cuando bajaba la marea apare- Yalile mezclaba su defensa ambiental con las clases de etnoedu-
cían miles de pargos rojos. cación que daba en un colegio del corregimiento de San José. A
los niños también les hablaba del manglar.
La nariñense nutrió su mente para curtirse como defensora del
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bosque, el río y el mar. Consultó libros donde aprendió que los “El trabajo con ASOMPAV lo empecé a los 24 años, cuando creé
manglares contribuyen con la formación del suelo, retienen sedi- el grupo y era la representante legal. Pero todos los frutos fueron
mentos y acumulan materia orgánica. gracias a las manos de las más de 800 mujeres del territorio”.
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Yalile monta huertas de plantas de jardín y hortalizas en Ciudad Bolívar.
155 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Época Fatal
Por defender el manglar, salvar las semillas ancestrales y Primero estuvo en un corregimiento del municipio con su mamá y
trabajar por la comunidad, Yalile se convirtió en una de las líderes varios de sus familiares. Luego se fue para Buenaventura, donde el
sociales y ambientales más conocidas y visibles de El Charco. conflicto armado era igual o peor; por eso cogió rumbo hacia Cali.
“La única forma que tenemos de sobrevivir en esos territorios “Llegué a un barrio donde había mucha gente desplazada. Mi
donde no hay presencia del Estado es trabajar en colectivo. Las espíritu de líder me dijo que hiciera algo por la comunidad y em-
mujeres somos muy dadas a esas iniciativas comunitarias”. pecé a trabajar por ellos”.
La visibilidad le jugó en contra y comenzó a recibir amenazas. Entre los recuerdos más dolorosos de violencia está la de Porfilio
“En esa época el conflicto armado se tornó crítico y los más Quiñónez, su padre, quien no quiso abandonar El Charco. “Mi
vulnerables éramos los líderes sociales”. papá se quedó en el municipio sin su familia, algo que le partió el
corazón y al poco tiempo falleció”.
En 2007 tuvo que abandonar el territorio del Pacífico. “En El
Charco se presentó uno de los desplazamientos masivos más Ponerle freno a la defensa del manglar y el rescate de las semillas an-
grandes del país, cuando más de 8.000 personas tuvimos que salir cestrales aún le arruga el alma. “Fue un trabajo maravilloso liderado
por la violencia; el río quedó desocupado”. por mujeres hermosas que fue silenciado por el conflicto armado”.
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Todas las plantas de su huerta llevan el nombre de sus amigas y familiares.
157 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
A Huertear en la Nevera
Yalile encontró un lote en lo más alto de la montaña, una “Encontramos un terreno y con 150 familias montamos una
zona donde el cemento luce pálido. “Lo primero que pensé fue huerta comunitaria enorme donde sembramos papa, arracacha,
que iba a poder sembrar y tener mis huertas”. lechugas, acelgas, repollos y otros alimentos libres de químicos”.
Con la ayuda de conocidos y un santandereano del que se enamo- Yalile conformó una red de agricultores urbanos en los barrios
ró, la líder social y ambiental construyó su casa en el barrio Santa de la montaña de Ciudad Bolívar, tejido social que conformó 250
Marta, un lugar montañoso donde se respira aire puro. huertas. “Tenemos desde huertas pequeñas hasta grandes terre-
nos comunitarios en suelo blando”.
Consolidó su hogar en una casa sencilla de un piso donde la
acompañan su esposo y varios perros y gatos. Yalile le dio vida a Con 10 mujeres ayudó a montar una huerta comunitaria a pocos
un amplio jardín conformado por más de 100 plantas que sem- metros de su casa, donde siembran muchas plantas medicinales y
bró en baldes y canecas plásticas. aromáticas, frutales y hortalizas.
“Tonga es una huerta de plantas ornamentales que me recuerda “La caléndula es una de las protagonistas de esa huerta comuni-
los colores de la naturaleza de El Charco. Fue mi primer trabajo taria, una planta con muchas propiedades medicinales con la que
ambiental y agrícola en la localidad de Ciudad Bolívar”. elaboramos aceites benditos para los quebrantos de salud”.
A los pocos días la llamaron para que participara. “Les propuse “Aunque tenía muchos conocimientos huerteros, en el programa
que visitaran la montaña para que se pudieran vincular otras mu- aprendí mucho sobre la parte técnica, como ordenar mejor las
jeres del sector; 18 ciudadanas aceptaron la propuesta”. eras de los cultivos y hacer mezclas naturales que ayudan a con-
trolar las plagas”.
Yalile se convirtió en una de las más de 1.000 “Mujeres que Re-
verdecen” a cargo del Jardín Botánico. Ingresó al grupo de 34 Esta mujer del Pacífico también fue maestra durante el programa.
ciudadanas de los barrios Paraíso-Mirador, Bella Flor y Los Alpes Sus compañeras aprendieron a conservar semillas y sembrar de
en Ciudad Bolívar. una manera ancestral las plantas medicinales, además de probar
varias de las bebidas tradicionales.
Recuerda que estaba entusiasmada porque iba a incrementar sus
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conocimientos sobre las plantas. “También iba a aportar la sabi- “Les enseñé varias tradiciones de mi cultura, como sembrar y cose-
duría ancestral que tengo desde que nací, como el cuidado de las char a través de los ciclos de la Luna y del Sol. Todas probaron las be-
semillas y la preparación de las bebidas tradicionales”. bidas emblemáticas de mi terruño y por eso me llamaban arrechón”.
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Yalile tuvo que salir del Pacífico por el conflicto armado.
159 Foto: Jhon Barros (Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, 2023).
Sigue Reverdeciendo
En mayo de 2022, Yalile recibió su diploma por participar “En mi territorio, cada vez que una hija salía a hacer su vida, las
en el programa ambiental y social que fortaleció las coberturas ancestras sembraban una planta y la bautizaban con sus nombres
vegetales de la ciudad y ayudó a ciudadanas vulnerables. para poder hacerles seguimiento. Yo repliqué esa tradición en mi
huerta de ornamentales”.
“Como sigo liderando varios proyectos sociales con las víctimas
del conflicto armado y de agricultura urbana en Ciudad Bolívar, Las más de 100 plantas que tiene llevan el nombre de sus coma-
no pude participar en la segunda fase”. dres, compañeras del grupo que defendían el manglar o funcio-
narias del Distrito que la han ayudado con su labor comunitaria.
La huerta de plantas ornamentales de su casa, donde también
tiene varias gallinas que le dan huevos orgánicos para el desayuno,
tiene un significado muy especial que la conecta con el bosque de
manglar de El Charco.
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