INDICE El vínculo matrimonial y el vínculo familiar

Los hijos y el divorcio

Antecedentes Los hijos, rehenes de la pareja
Introducción La justicia del Rey Salomón
El matrimonio La custodia de los hijos
Se casaron y fueron felices El divorcio, la economía y la paternidad
Sinrazones para contraer matrimonio La copaternidad
La edad El dolor
La libertad La resonancia mórfica
Un noviazgo prolongado Reconocer. Reconocerse. Reconocimiento
Desilusión La Conciencia
Interés Ser responsable
Necesidad de afecto Agradecer
El embarazo Dar y recibir
El enamoramiento
La elección de pareja
La balanza
Sacrificio de amor
La mujer en la relación de pareja
El Quinto Sol
El nacimiento de los Macehuales
Sacrificio
Renuncia. Privación
¿Qué desean las mujeres?
El hombre en la relación de pareja
Divorcio por amor
Amor propio
Comunicación y amor propio
La separación
El divorcio
¿Mala suerte? ¿Buena suerte?
El divorcio en la etapa media del matrimonio
La culpa
El divorcio como posibilidad
Violencia intrafamiliar
Los hijos y el derecho de pertenencia

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Información de registro y Digito identificador Divorcio Sano
No. De Registro: 03 - 2006 - 070511395000 - 01 Prologo Dr. Ernesto H. Lammoglia.

ISBN 970 - 95032 - 0 - 0 Sin lugar a duda, el divorcio es un acontecimiento en el que

están involucrados muchos sentimientos, especialmente de
dolor. Las implicaciones de un suceso de esta magnitud
impactan no solamente a la pareja, sino a toda la familia.

El divorcio es el fin de una relación que proporcionó a la

pareja tantas amarguras como momentos alegres. El divorcio
es la muerte de una relación y como tal, es necesario vivir el
luto de este trauma, de esta perdida. El divorcio se da en tres
etapas: Muerte de la relación, luto y adaptación. Es
importante aclarar que no todas las personas son capaces de
superar las tres etapas y se quedan en la muerte de la
relación, pero nunca ponen fin al matrimonio y siguen casados
durante años, aun cuando la relación de pareja ya haya
muerto; otras permanece en la etapa de luto en la que ya no
pueden volver a construir una vida satisfactoria e incluso
quedan ligadas a la ex pareja con enojo, utilizando toda su
energía en preocuparse por saber si la otra persona ya
construyó su vida nuevamente. Esta actitud hace un lazo
invisible que no se rompe con la firma del divorcio.

Por otra parte, en el divorcio además de la dolorosa perdida

del cónyuge se presenta una perdida de algunas relaciones
sociales. La pareja probablemente tenía amistades en común,
que ahora tendrán que reestructurarse a la nueva situación de
la ex pareja. Incluso muchas de las personas que se han
divorciado mencionan que no “encajan” en el circulo de los
solteros, ni de los casados. Aun en la actualidad muchos
grupos tienen un trato particularmente cruel hacia las
personas divorciadas, especialmente hacia las mujeres.

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La mayoría de las parejas que se unen en matrimonio tiene el
sueño de permanecer juntos toda la vida; aun y cuando los
problemas han sobrepasado la capacidad de los cónyuges y
la convivencia se ha vuelto imposible, el divorcio es una
decisión sumamente difícil de tomar. Incluso, muchos
matrimonios en los que ya no existe una relación de pareja,
permanecen casados por miedo al juicio de los demás,
creencias religiosas, culpa, o “sacrificio” por los hijos; sin pensar
siquiera en la posibilidad del divorcio; como si la disolución
legal del matrimonio fuera el principio de todos los problemas
de la familia. Pero no es así, el divorcio es la consecuencia o el
resultado de muchas causas como: falta de conocimiento
sobre uno mismo, carencia de comunicación, problemas
económicos, problemas sexuales, enfermedades como el
alcoholismo, o problemas de violencia intrafamiliar. Esta última
es la principal causa de divorcio. Se entiende como violencia
intrafamiliar toda forma de abuso de poder o maltrato ya sea
físico, psicológico, económico o sexual. Aquel que ejerce la
violencia es el miembro más poderoso de la familia, y la sufren
aquellos más débiles. En la mayoría de los casos, aunque
existen sus excepciones, es el hombre quien la ejerce y somete
a la mujer y a los hijos.
Existen otras causas que muy pocas veces son observadas en
un divorcio. Cuando una pareja se casa por las razones
equivocadas es muy probable que el matrimonio no funcione.
No únicamente es necesario conocer a la pareja con la que
se va a convivir, también es muy importante conocerse a uno
mismo, como somos, que necesitamos, como convivimos en
pareja, que expectativas tengo puestas en mi pareja que
realmente no le corresponde cumplir. Comúnmente no se
reflexiona sobre esto.
Así como el matrimonio puede estar basado en expectativas
erróneas, por situaciones personales que aun no se han
resuelto, la pérdida de la pareja puede remontar a
sentimientos del pasado muy dolorosos de separación, sin
estar conciente de ello. Es común que el “yo racional” este
preparado para el divorcio, pero el “yo emocional” aun no lo
este. Es normal que durante el proceso haya muchos
sentimientos desagradables. Es importante la aceptación y
canalización de estos sentimientos, como por ejemplo el
enojo, que puede expresarse de muchas maneras; pero que si
llega a reprimirse puede causar, en algunos casos depresión o
enfermedades psicosomáticas.
Pero no todo en el divorcio es malo. El divorcio puede ser visto
como una fuerza creadora para madurar y como un
instrumento para crear una relación con los hijos mas
profunda. Además hay que recordar que existieron dentro del
matrimonio muchos aspectos positivos y de lo que no
funciono, siempre se puede aprender. De esta manera si el
divorcio se vive como un momento de reflexión y de
crecimiento es posible encontrar la manera de establecer
relaciones más íntimas y satisfactorias con nuestros hijos y con
nuestra futura pareja.
El divorcio da la oportunidad de madurar y conocer más sobre
nosotros mismos. Es importante reconocer cuales son las
necesidades propias, no las de mi ex pareja, no las de mis
hijos, no las de mi familia, no las de la sociedad. De esta
manera se va construyendo una identidad propia.
Reconocerse como una persona independiente que no
necesita de una pareja o de hijos para encontrar su identidad.
Una persona que se conoce, que sabe lo que quiere, que es
capaz de vivir y resolver su vida sola, no en función de cuidar,
atender o proteger a alguien más. Si se aprende sobre la
relación pasada, y se conoce a uno mismo en estos aspectos,
se perderá el miedo a la intimidad y se estará preparado para
establecer una nueva relación de pareja más sana y duradera
en el futuro.
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Padres e hijos ante el divorcio
De la misma manera en que hay parejas que se pasan toda su
vida peleando sin llegar a la separación definitiva; el divorcio
tampoco es garantía de que los problemas desaparecerán. El
matrimonio puede disolverse legalmente, pero los cónyuges
aun tendrán que mantener contacto para llegar a algunos
acuerdos, sobretodo si existen hijos. En el caso de familias con
hijos es muy importante que los cónyuges no agreguen carga
dolorosa a este proceso que ya es demasiado difícil para toda
la familia. Los padres deben proteger en todo momento, la
salud física, emocional y psicológica de los hijos y evitar daños
que serán irreparables. Por lo que no se debe presionar a los
hijos a estar de parte de alguno de los padres. En el divorcio se
rompe un vínculo marital, pero el vínculo familiar que esa
pareja ha creado al procrear un hijo existirá siempre entre ellos
y con los hijos. Ese vínculo es indisoluble y no se rompe ni con
la muerte de los miembros de la familia. El divorcio termina
con la pareja, pero no termina con la familia.
Frente a un divorcio toda la dinámica familiar cambia. Es
frecuente que aquellos padres con culpa ante la decisión de
su divorcio y que piensan equivocadamente que no están
dando una “verdadera familia” a su hijo, o de no haber hecho
el suficiente “sacrificio” para mantener a la familia unida por el
bienestar de los niños, suelen utilizar conductas de
compensación. Estos padres tienden a dar todo lo que los hijos
les piden y se vuelven padres consentidores creando hijos
prepotentes; establecen una nueva relación que no es sana
para ninguno de ellos.
Por otra parte están los padres que depositan toda la
responsabilidad que corresponde a los adultos, en manos de
los hijos, haciendo comentarios como: que bueno que te
quedaste conmigo, no podría vivir sin ti. O que tratan de
ganar el cariño y el “voto” de los hijos hablando mal de la ex
pareja, colocando a los hijos en una situación muy compleja
en la que tiene que decidir a quien le son fieles y a cual de los
padres traicionan. O someterlos a pleitos legales en los que se
disputa quien se quedará con ellos. Es importante que los
niños, según su edad y nivel de desarrollo, conozcan la
verdadera situación del divorcio sin que se le oculte, pero
tampoco se debe responsabilizarlos, ni del divorcio, ni de
decidir o de cuidar a alguno de los padres. Los detalles de la
situación marital pertenecen a la pareja únicamente, los niños
no tienen porque conocerlos. Los niños son mucho más aptos
que los adultos para reconocer la verdad emotiva de una
situación, pese a las racionalizaciones con que la ex pareja
haya cubierto la convivencia.
Es importante estar al pendiente de las actitudes y cambios de
comportamiento de los hijos. Facilitar que los hijos expresen sus
sentimientos, y explicarles que aunque estos sean
contradictorios es natural y normal, que no tienen que temer a
expresarlos. Hay que recordar que no porque un niño no hable
del divorcio y no de muestras de enojo o tristeza, quiere decir
que este se sienta bien; hay que poner especial atención ante
estos casos y abrir un canal de comunicación con ellos.
Así como el divorcio es una oportunidad para conocerse a
uno mismo y aprender a establecer mejores relaciones de
pareja; también es una oportunidad para mejorar las
relaciones con los hijos. Es preciso recordar que con el
divorcio, la pareja será ahora, ex cónyuges, no ex padres. Es
posible tener un cambio positivo de actitud ante la
paternidad y maternidad donde los padres y los hijos se
redescubran. Podrán experimentar nuevas formas, momentos
y espacios para comunicarse y para compartir. Los padres
que cuidan de si mismos son los más indicados para cuidar a
los hijos, ya que han formado una identidad propia separada
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de sus hijos, lo que les permite estar capacitados para no
manipularlos, ni manipular al ex cónyuge por medio de ellos.
El divorcio puede ser una oportunidad para aprender sobre
uno mismo y sus necesidades y así poder establecer
nuevamente una relación de pareja más equilibrada donde
exista conciencia de igualdad. Además es un instrumento
para mejorar la relación con los hijos, pero ¿Como lograrlo?
¿Cómo lograr que en un proceso tan doloroso podamos
mejorar, aprender y crecer? ¿Cómo mejorar la relación con
los hijos y estar mas unidos a ellos cuando los padres se están
separando? Este libro nos enseña como reconociendo,
agradeciendo y dejando ir con amor, podemos lograr un
Divorcio Sano.
Maya y Alberto logran condensar en este excelente y objetivo
tratado sobre el divorcio la conciliación entre lo conceptual y
lo pragmático; la clínica y la experiencia terapéutica de la
mano con la teoría y la funcionalidad. Cómodo, ameno, ligero
pero sólido como pocos, este libro nos enseña a aceptar el
divorcio como: la “solución” para los casos “sin solución”; y a
sabernos desprender de la pareja, el conflicto y hasta el duelo,
reconociendo al otro todo lo bueno que nos dio, ilustrándonos
para hacernos cargo de nuestra responsabilidad a partir de
este doloroso pero necesario evento.
En relación a los hijos del divorcio es tan claro que no dudo en
afirmar que es terapéutico desde su primera lectura y que
aligera o atenúa el enorme sentimiento de culpa que la
ignorancia o la desinformación, así como la inexperiencia en
esa lid, tienen todos los que empiezan el camino de esta a
veces necesaria solución.
Antecedentes
Existen un sinnúmero de situaciones que pueden marcar la vida de
las personas, pero éstas no necesariamente determinan sus destinos.
*Maya Sigala
Una de las primeras preguntas a la que nos someten las
personas que “conocen” nuestra relación como pareja es
¿Qué los motivó a escribir sobre el tema del divorcio?
En principio, nuestra propia relación, la cual
independientemente de nuestra formación, no se vio
entonces, ni ahora, exenta de padecer los trastornos que
provocan la coexistencia y la escasa conciencia con la que
hombres y mujeres nos aventuramos a las relaciones de
pareja.
Por supuesto que como todo anhelado principio, el amor, la
felicidad, el deseo, el ánimo, los sueños compartidos y más,
estaban en pleno. Sin embargo la convivencia diaria y la
escasa y hasta a veces nula conciencia con la que hombres y
mujeres nos aventuramos a las relaciones de pareja
consiguieron muy a pesar de nuestro amor, que la energía
fuera decayendo. En contraste, detalles impensados de
nuestra personalidad se fueron manifestando y nuestra tan
idealizada y sublimada relación tomó tintes de realidad.
Inesperadamente nos descubríamos discutiendo
prácticamente por cualquier cosa y aunque de alguna u otra
manera lo resolvíamos o pretendíamos que lo hacíamos, no
era así, podríamos decir más bien que lo posponíamos, hasta
que llegó el día en que no pudimos posponerlo más y la
opción de separarnos nos asaltó, pero al llenarnos de pánico
ante tal posibilidad, consentimos postergarlo una vez más, sin
embargo en el fondo, ambos sabíamos que de seguir así, el fin
de nuestra relación no estaba lejos. Lo triste era que aún
amándonos y considerándonos capaces, no lográbamos
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descifrar la fórmula que nos ayudara a conciliar y seguir
compartiendo nuestra vida juntos.
Este libro entonces, formaba parte de otro de nuestros sueños
compartidos, e incluso durante nuestras múltiples discusiones,
ambos pensábamos que al final, este iba a ser un texto
autobiográfico de nuestra relación. Felizmente no fue así.
Ambos tuvimos la humildad y la sensatez suficiente para
buscar toda la ayuda posible y rescatarnos a nosotros mismos
y a nuestra relación.
Es a partir de esa búsqueda que nos introducimos en el estudio
de la filosofía de las Constelaciones Familiares, una eficaz y
profunda terapia sistémica desarrollada por Bert Hellinger, que
junto con el enfoque terapéutico No Convencional y los
Patrones de Comunicación descubiertos y desarrollados por el
doctor Milton H. Erickson, logramos encontrar nuestro buen
lugar, primero como individuos y después como integrantes de
una pareja.
Sin embargo la posibilidad del divorcio existe y ésta, más que
desalentarnos o preocuparnos, nos motiva a seguir
construyendo nuevas y mejores formas de consolidar nuestra
relación y sobre todo a “divorciarnos” no el uno del otro, sino
de comportamientos propios que impiden que nuestra
relación como pareja prospere.
Introducción
Si reflexionamos un poco acerca de la forma cómo nos
hemos relacionado en pareja, descubriremos que los roles que
desempeñamos tanto hombres como mujeres (todavía en la
época actual) son prácticamente los mismos que fueron
determinados desde el origen por nuestra conducta más
primitiva, misma que marginó nuestros comportamientos
estrictamente a cuestiones “representativas” de género,
funcionales, tal vez, en algún momento, pero obsoletas casi
por completo en la actualidad.
A principios del siglo pasado y específicamente durante los
últimos cincuenta años, la relación entre el hombre y la mujer
ha evolucionado más, que en toda la historia de la
humanidad. Los roles arcaicos y estereotipados del matrimonio
patriarcal hoy en día se desmoronan precipitosamente. La
participación activa de la mujer más allá del hogar y el
cuidado de los hijos va en aumento, al igual que la necesidad
de desarrollar nuevas y mejores formas de convivencia que
permitan a la pareja una mejor funcionalidad.
Esta necesidad de desarrollar nuevas y mejores formas de
relación entre hombres y mujeres ha traído consigo una serie
de cambios trascendentales, no sólo al interior de la pareja,
sino más allá de ésta, a la familia y a la sociedad en general.
Consideramos que uno de estos grandes cambios es el
representado por el creciente número de parejas separadas,
divorciadas o en proceso de...
Las cifras de divorcio han rebasado toda proporción. Un alto
porcentaje de parejas que contrajeron matrimonio a partir de
los años ochentas han optado por la separación o el divorcio
y dicho fenómeno va en aumento.
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El desarrollo de nuevas formas de convivencia, ha causado
conmoción en la pareja y ha puesto al descubierto la muy
endeble y caduca forma como hasta ahora nos hemos
relacionado.
En la actualidad los jóvenes descubren en su mayoría, que
carecen de buenos modelos primarios de relación de pareja
(padres, abuelos) y aun cuando los antecedentes
matrimoniales de generaciones anteriores hayan sido
duraderos, hoy se revela que esto no necesariamente se
debió o se debe a que hayan sido matrimonios “felices”
(entendiendo por felicidad: una relación de amor,
comunicación, respeto, confianza, equidad, etcétera.) sino
que en la mayoría de los casos, los integrantes de la pareja se
“aguantaban”, se “toleraban” o se “sacrificaban”, a pesar de
lo conflictivo de su relación.
Tomando en cuenta lo anterior, el incremento en el número
de parejas que deciden divorciarse hoy día, puede no ser tan
sorprendente. Y mucho menos lo sería que la próxima
consecuencia de esta carencia de buenos modelos de
respeto, confianza, comunicación positiva y otros, propios de
una relación de pareja constructiva, sea la de generaciones
de jóvenes “voluntariamente” solteros, en unión libre o como
sucede ahora en países de primer mundo, la nueva
modalidad de la relación de pareja (Living apart together)
“viviendo separados, juntos”, es decir, se mantiene una
relación amorosa, pero cada uno vive en su propia casa. Todo
esto, hasta entonces, no construyamos mejores formas de
coexistencia que permitan equilibrar la relación entre el
hombre y la mujer.
Lo esperanzador es que a pesar de todo, hombres y mujeres,
seguimos buscando fomentar y consolidar nuestro desarrollo
individual dentro de una relación amorosa constructiva.
Por lo anterior y por ser como lo mencionamos antes, una
pareja como tantas, que hemos palpado la posibilidad de
separarnos, es que abordamos con respeto el tema, pero
sobre todo con la conciencia de que el estado ideal del ser
humano adulto se logra compartiendo su vida en pareja.
El tema del divorcio es sin duda controversial y provoca a que
todo tipo de opiniones se hagan escuchar, algunas a favor y
otras en contra. Sin embargo, consideramos de suma
importancia e invitamos al lector, a no caer en la tentación de
juzgar con la nefasta simpleza del bueno y/o malo, un
fenómeno social de tanta trascendencia que esta
revolucionando la forma como nos relacionamos en pareja.
La palabra “divorcio” es simplemente un término que se
define principalmente como;
La disolución legal del vínculo matrimonial.
Pero para efectos de este texto, deseamos que sea mucho
más que eso y tenemos la certeza de que así será. Dado que
la palabra “divorcio” podrá representar para cada uno de los
participantes de esta lectura, situaciones, sentimientos y
emociones de intensas experiencias vividas.
Todos los matrimonios tienen en principio el deseo de
permanecer unidos. (Con excepción de aquellos que son
forzados o convenidos como sucedía y sucede aun en una
gran cantidad de culturas). Sin embargo, la convivencia diaria
encierra circunstancias muchas veces imprevisibles, que
pueden no sólo lograr que ese deseo de permanencia
disminuya a veces hasta desaparecer, sino que incluso puede
llegar también en algunos casos, a desequilibrar gravemente
la estabilidad emocional y mental de los integrantes de la
pareja y de los hijos de ésta, cuando los hay. Es en estos casos
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cuando la separación y/o el divorcio llegan a convertirse en
una alternativa viable que puede prevenir un daño mayor.
Muchas personas consideran el divorcio como el final del
vínculo familiar, sin embargo esto no es así. Lo que concluye
con el divorcio es la unión matrimonial, ya que el vínculo
familiar es indisoluble.
El alto índice de parejas divorciadas o en proceso de, hace
que de forma directa o indirecta todos nos descubramos
involucrados, ya sea porque nosotros mismos lo estemos
considerando, o enfrentando, o porque algún familiar, amigo
o amiga lo esté haciendo. Cualquiera que sea el caso, el
reflexionar sobre el tema puede ayudarnos a vislumbrar una
perspectiva diferente y por tanto más completa y sobre todo
puede motivarnos a desarrollar una nueva conciencia de
respeto y conciliación, muy necesaria en estos casos.
Las razones por las cuales las personas deciden separarse o
divorciarse, pueden ser muchas y muy diversas,
necesitaríamos escribir no un libro, sino decenas de ellos para
analizar cada una. Preferimos partir de la premisa de que los
sentimientos son completamente personales, respetables e
incuestionables.
De ahí que el principal propósito de este texto es ofrecer un
enfoque alternativo acerca del tema del divorcio, con la
intención de motivar la reflexión y la búsqueda de opciones
que permitan comprender y trascender (si es el caso) esta
experiencia de vida, de la forma más sana y benéfica para los
implicados. Sin olvidar que el divorcio, para muchas personas,
es sólo parte del intento por concluir una serie de situaciones
no resueltas y conflictivas presentes a lo largo de toda la
relación.
Divorcio sano. La propuesta puede considerarse pretenciosa,
sobre todo tomando en cuenta que una pareja que llega
hasta las instancias del divorcio, seguramente no logró
establecer oportunamente una relación sana. Sin embargo el
trance del divorcio por difícil que resulte, es también una
oportunidad para que cada persona involucrada en éste, se
conozca más a sí misma y aprenda a controlar y/o evitar
conductas que no le permitieron consolidarse como un
individuo capaz de integrarse a una vida en pareja, aunque
aparentemente lo haya hecho por años. Valorando que a
través de la convivencia con otro, que es diferente, el ser
humano puede lograr nuevos niveles de conciencia personal.
Conforme nos introduzcamos en la lectura nos encontraremos
con algunas de las implicaciones, o tal vez sería mejor
llamarlas complicaciones, más importantes y difíciles de
superar con las que se enfrenta una pareja que llega hasta el
divorcio.
Culpa, miedo, tristeza, inseguridad, dolor, ira, resentimientos,
reproches y un sinnúmero de emociones más, que no
precisamente son originadas por el hecho del divorcio como
tal, sino que en la mayoría de los casos tuvieron su origen
mucho tiempo antes. En ocasiones desde el comienzo de la
relación prácticamente, (aunque no hayan sido percibidas de
forma consciente) éstas han acompañado a la pareja y a los
hijos a lo largo de todo el trayecto que recorrieron para llegar
hasta la separación o el divorcio.
Es también debido a estas implicaciones/complicaciones no
superadas, que la mayoría de las parejas en proceso de
divorcio siguen atrapadas en los conflictos durante y aún
después de éste, sin lograr llegar a acuerdos sanos y de
respeto, prolongando el sufrimiento de todos los implicados.
Incluso en muchos casos los involucrados especialmente los
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hijos de la pareja separada o divorciada llegan a expresar lo
siguiente:
De qué sirvió que se divorciaran si los pleitos aún continúan.
Al final siempre hay paz, sino hay paz, entonces todavía no es el final.
*Anonimo
Asimismo es importante señalar que existen algunas parejas,
las menos, que logran divorciarse de forma más o menos
concertada y respetuosa, sin embargo aun en estos casos, los
implicados no están exentos de experimentar con intensidad
algunas de las emociones antes mencionadas, sobre todo
cuando hay hijos de por medio.
Por ahora, consideramos que es factible esperar una
disminución significativa en el número de parejas que optan
por el divorcio, solo si logramos una profunda transformación
cultural y toma de conciencia sobre lo trascendental de las
relaciones entre hombres y mujeres.
Queremos hacer patente que no estamos a favor ni en contra
del divorcio, sino a favor del amor, el respeto y la sana
comunicación entre las personas, estén o no atravesando por
este difícil momento.
Nuestra intención es analizar el tema objetivamente,
aportando un enfoque fundamentado principalmente en la
Terapia Familiar, Constelaciones Familiares y en los Patrones de
Comunicación (Dr. Milton H Erickson) que despierte la reflexión
y por que no hasta el debate en cada uno de los lectores,
confiando en que son sobradamente capaces y responsables
para generar su propia opinión, y buscar y encontrar su propia
solución, sea esta la separación, el divorcio o bien la
consolidación de la relación.
El matrimonio
El matrimonio, como la vida, es algo terriblemente difícil, que hay que
volver a empezar desde el principio todos los días y todos los días de
nuestra vida. El esfuerzo es constante y agotador, pero vale la pena.
*Gabriel García Márquez
Llegado el momento de la elección de pareja: Más importante que
conocer bien al otro, es conocerse bien uno mismo.
*Alberto Romero
El matrimonio es la principal causa de divorcio.
*Groucho Marx
En principio el vínculo matrimonial surge precisamente como
una forma de establecer un orden a la necesidad natural del
ser humano de vivir en pareja. Este lazo fue creado
básicamente como un contrato mediante el cual sé buscó la
unión de dos familias y una forma de establecer ciertos
lineamientos de conducta entre los contrayentes que
permitieran, fundamentalmente, la procreación, pero sobre
todo la conservación patrimonial, por tanto los contrayentes
no estaban comprometidos a relacionarse emocionalmente.
El matrimonio desde su origen no suponía un compromiso
amoroso entre los consortes, sin embargo en muchas
ocasiones se llegaba a dar.
La celebración y el ritual del matrimonio tiene su origen en la
idea de que éste genera mayor compromiso entre los
contrayentes, ya que al participar a un mayor número de
personas, entre las cuales se encuentran indudablemente
familiares y amigos, la pareja se siente muchas veces obligada
a permanecer unida pese a lo conflictivo de su relación, sólo
por la presión que sobre ellos ejerce la sociedad. Por fortuna
esto es cada vez menos visto.
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Para comprender mejor el fenómeno del divorcio es necesario
profundizar en las razones que pueden llevar a una pareja a
unirse en matrimonio. Algunas de ellas pueden ser el origen de
una relación destinada a enfrentar serias dificultades y en la
mayoría de los casos a la separación y/o el divorcio.
A veces resulta asombroso cuánto puede cambiar una
relación antes del matrimonio y después de éste. Algunos
expertos en el tema opinan que esto se debe principalmente
a que después de casarse, el miedo de perder al otro
disminuye considerablemente y al sentir esa seguridad
aparecen detalles impensados de la personalidad.
Se casaron y fueron felices
Esta famosa frase extraída del final de la mayoría de los
cuentos de hadas, novelas e historias de amor forma parte
importante del concepto que la mayoría de los seres humanos
tenemos acerca del matrimonio o para ser más precisos, de la
relación de pareja. Gracias a ella aprendemos a visualizar el
matrimonio como la consumación de la relación y no como lo
que en realidad es: El inicio de la verdadera unión. Por
sorprendente que parezca, son pocas las personas que se
ocupan de los pormenores que van más allá del día de su
boda y de su luna de miel.
Siguiendo con esta enseñanza de los cuentos de hadas,
muchos jóvenes viven esperando encontrar a su príncipe azul
o a su princesa encantada. Y motivados por esta idea
fantástica se aventuran incipientemente a la relación, se
idealizan el uno al otro, ocultando por completo sus pequeñas
idiosincrasias, tal y como sucede en los cuentos de hadas. En
ellos nunca se menciona si a la Cenicienta le hedían los pies,
de haber sido así, seguramente el príncipe lo hubiera pensado
un poco antes de correr a buscarla cuando ésta olvidó su
zapatilla. O que tal si el príncipe era un ebrio o un misógino,
indudablemente la Cenicienta no hubiese sido feliz como
presume el final del cuento.
Sin embargo propongámonos que ser optimistas y tomar lo
positivo. Para muchos de nosotros, como tal vez lo pudo ser
para los propios creadores de los cuentos, esa opción
fantástica de amor perfecto se convirtió en una realidad
alternativa, en un anhelo que muy probablemente nos ayudó
y ayuda aún a muchos a mantener viva la ilusión en las
relaciones de pareja.
Pero más allá de los cuentos de hadas la realidad de la vida
en pareja implica una infinidad de cuestiones. Algunas de las
cuales, las menos, es posible preverlas durante el noviazgo,
pero la gran mayoría de éstas sólo es posible descubrirlas con
la convivencia diaria, y aun y cuando el amor es un buen
principio, éste no llega a ser suficiente.
La distorsionada forma como las jóvenes parejas perciben la
relación amorosa se pone de manifiesto en frases
“románticas” (frecuentemente adoptadas por éstos) como:
“Tu y yo somos uno mismo” o “Somos almas gemelas” y otras
más, que son tomadas de forma literal y llegan a confundir
seriamente a la joven pareja en cuanto al valor de la
individualidad y la importancia de ésta para el desarrollo de la
relación. O bien frases nada románticas, inadmisibles e injustas
para una relación de pareja, como: “Yo que no vivo sin ti” o
“Sin tu amor me muero” o “La vida no es vida sin ti” o “Yo te
amo mas” otras similares que connotan fundamentalmente
inequidad y dependencia.
Otra idea irrealizable que tienen muchas jóvenes parejas
acerca de la relación y del amor, sobre la que es importante
reflexionar, es la idea del amor incondicional.
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El Amor incondicional posee una particularidad, no es posible
entre personas que se mueven en un mismo orden. Es decir, es
posible entre padres e hijos, pero no entre la pareja.
Sinrazones para contraer matrimonio
Existen muchas razones por las cuales una pareja de novios
decide contraer matrimonio. En el mejor de los casos lo hacen
por amor, pero en muchos otros lo hacen por motivos que
muy poco o nada tienen que ver con este sentimiento. A
continuación mencionamos las más comunes.
La edad
En nuestra cultura especialmente para las mujeres, el alcanzar
cierta edad manteniéndose solteras se convierte en un motivo
de presión suficiente, que en muchos casos las lleva a tomar
una decisión precipitada.
- En un pequeño pueblo del interior del país, toda mujer que
llegue soltera a los veintidós años de edad es considerada
como “quedada” (considerémoslo algo extremo) y debe
acostumbrarse a escuchar casi con tanta familiaridad como
un “buenos días”; un “ya se te está yendo el tren” o “te vas a
quedar para vestir santos” y si bien parecen comentarios
inofensivos, conllevan una carga de comportamiento
femenino generacional que muy pocas mujeres pueden
soportar.
Martha a sus veintiséis años no pudo soportar más la situación
y el buscar un hombre para casarse, pronto se convirtió casi
en su razón para vivir.
Por supuesto que con la presión del tiempo encima, ni siquiera
un buen par de zapatos se puede elegir.
La Libertad
Muchos jóvenes que forman parte de un núcleo familiar muy
restrictivo deciden aventurarse al matrimonio como un intento
por “liberarse” de sus familias de origen. Sin darse cuenta que
el casamiento implica también ciertas restricciones y muchas
más responsabilidades.
- Éste fue el caso de Leticia, una joven muy atractiva a la que
sus padres tenían prácticamente custodiada. Sólo salía de
casa para ir a la escuela, y si el recorrido para regresar era de
treinta minutos, la tolerancia máxima que le daban para
llegar, era de diez minutos, y las consecuencias de un retraso
eran importantes. Ni hablar de ir a reuniones o fiestas con sus
amigos. Sin embargo como ocurre en la mayoría de estos
casos, ella se las ingeniaba para verse a escondidas con un
compañero de la preparatoria con el cual inició un noviazgo,
luego de un año de una velada relación y cansada de las
restricciones de su familia decidió que lo mejor era casarse.
Cinco años después y ya divorciada, Leticia reconoce que lo
que realmente deseaba era un poco libertad.
Un noviazgo prolongado
Si bien en muchos casos un noviazgo prolongado únicamente
encubre la falta de seguridad (generalmente en uno
consciente y en otro inconsciente) de ambos miembros de la
pareja para ir más allá con la relación. Muchos jóvenes son
prácticamente empujados al matrimonio, no solo por la
presión social, (familia y amigos) sino también por el
compromiso que implica mantener la ilusión de su pareja
durante mucho tiempo.
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- Miguel tenía dieciocho años y Claudia dieciséis cuando
comenzaron su noviazgo, catorce años después por fin se
casaron. Dos años más tarde se divorciaron.
Miguel siempre tenía un pretexto para posponer la boda,
comenta Claudia: la escuela, el trabajo, su familia, mi familia,
la crisis, la guerra, etc. Yo esperaba un tiempo prudente y
nuevamente insistía, no me daba cuenta o no quería darme
cuenta de que él realmente no deseaba casarse. Pero
cuando por fin lo convencí o mejor dicho se dejó convencer,
la situación se tornó muy clara. Después de la boda Miguel
prácticamente me abandonó, se consagró a trabajar y el
poco tiempo que tenía libre se lo dedicaba a sus amigos. Sin
temor a exagerar puedo decir que de los dos años que duró
nuestro matrimonio, de tiempo efectivo juntos, tal vez no
llegamos ni al mes.
Desilusión
Este es el caso tanto de hombres como mujeres que después
de enfrentar la ruptura de su relación y sufrir la consiguiente
desilusión amorosa, toman la decisión de casarse
prácticamente con el primero que se atraviesa por su camino.
- Arturo y Laura estaban a un par de meses de su boda
después de tres años de una muy buena relación de
noviazgo. Familiares y amigos los describían como la pareja
perfecta, pero cierto día una combinación de circunstancias
los llevó al rompimiento. A pesar de los esfuerzos de ambos no
fueron capaces de resolver el conflicto. Varios meses después
aún expresaban cada uno por su cuenta el gran amor que se
decían tener, sin embargo no lograron retomar su relación Un
año más tarde Laura se comprometió y se casó con un
compañero de trabajo, al saberlo Arturo se casó
apresuradamente. Al final no fueron solo dos los infelices, sino
cuatro, ya que sumaron también a sus actuales parejas.
Interés
Puede ser por dinero, por posición social, por reconocimiento,
etc. Ésta era y sigue siendo una poderosa razón para contraer
matrimonio tanto para hombres como para mujeres.
- Elena era una mujer muy ambiciosa, con apenas dieciocho
años de edad cuando aceptó casarse con Luís, un hombre
veinte años mayor que ella y una amplia solvencia
económica. Varias personas trataron de persuadirla para que
no se casara, pero ella tenía muy claro lo que quería:
Deseaba ser la esposa de un hombre rico y poderoso. Poco a
poco fue descubriendo la clase de hombre con el que se
había casado. Luís se enredaba prácticamente con cualquier
mujer. Era conocido por todos en la ciudad y también por
Elena, que por lo menos era padre de cinco pequeños.
También se rumoraba y se cuestionaba sobre lo lícito de su
gran fortuna, sin embargo parecía no haber razones
suficientes para que Elena repensara su posición en esa
relación, incluso poco tiempo después se embarazó y le dio un
hijo. Durante los siguientes ocho años Elena gozó de todos los
beneficios que puede dar el dinero, pero nada más que eso,
Luís le pidió el divorcio y ella se negó lo cual provocó un
divorcio difícil, pero al final él con su poder, no sólo le quitó la
casa y el dinero, además la acusó del robo de unas joyas y
una camioneta que ella alegaba que Luís le había regalado.
Elena tuvo que enfrentar en prisión todo el proceso judicial.
Finalmente Luís se desistió de su demanda a cambio por
supuesto, de que ella renunciara a la patria potestad del
pequeño.
Elena comenta: Yo tenía todo lo que económicamente
deseaba y creí que al darle un hijo aseguraría mi futuro. Creo
que la relación nunca me importó. Sin embargo el precio que
tuve que pagar fue muy alto.
13
Necesidad de afecto
La necesidad de afecto generalmente está más relacionada
con carencias de atención por parte de los padres que con
una pareja, sin embargo esta emoción no es fácil de
identificar, se mantiene oculta y muchas veces sólo se
descubre después de algún tiempo de convivencia en pareja.
- Tania tiene siete hermanos, ella es la tercera de cinco
mujeres y la cuarta en el orden al incluir a sus hermanos, tres
hermanos más grandes que ella y cuatro más pequeños, eran
razones suficientes para que la atención que recibía por parte
de sus padres fuera casi nula. A esto habría que sumarle que
desde pequeña fue una niña muy sana y muy independiente.
A los diecinueve años Tania se mudó a otra ciudad para seguir
sus estudios y ahí conoció a Héctor, un profesor de la
universidad, divorciado y quince años mayor que ella. En
poco tiempo Héctor fue más que su profesor. Se casaron y de
inicio todo parecía marchar bien, pero al cabo de los primeros
dos años y casi imperceptiblemente aquello se convirtió en
una prisión para Tania. Héctor poco a poco fue tomando el
control de todo lo que ella hacía, a tal grado que él decidía
qué ropa debía usar y con quién podía hablar y de qué. De
pronto Tania dejó de ser aquella persona sana e
independiente. Comenzó a padecer de molestias en general,
no graves, pero incómodas. Acudió con varios médicos y éstos
coincidieron en que su problema era de tipo emocional y no
físico, esto la hizo reaccionar y darse cuenta en dónde y con
quién estaba. Después de pocos meses recobró su libertad, su
salud y su amor propio.
El embarazo
Esta sigue siendo sin lugar a dudas una de las principales
causas por la que los jóvenes en ocasiones muy jóvenes, son
en muchos casos prácticamente obligados a casarse y saltan
de la etapa del galanteo y elección de pareja a uno de los
ciclos fundamentales de la vida, el de la paternidad. Para
dimensionar claramente este cambio: Equivaldría más o
menos a que un niño que cursa estudios de nivel primario,
fuera de pronto inscrito para cursar estudios a nivel
profesional.
- Patricio y Marlene tuvieron que casarse cuando apenas
cumplían los diecisiete. Sólo tenían cuatro meses de
conocerse cuando quedaron embarazados. Al conocer la
noticia, Patricio comenzó a trabajar por las tardes, consciente
de los gastos que se aproximaban. Ambos estaban dispuestos
a asumir su responsabilidad parental, pero no deseaban
casarse. Así se lo hicieron saber a sus padres, pero éstos sin
tomar en cuenta siquiera la opinión de sus hijos, planearon la
boda con premura y en menos de un mes ya estaban
casados. Por supuesto la relación no duro.
Éstos son sólo algunos de los factores culturales y sociales que
han empujado y/o motivado a muchos jóvenes a optar por el
matrimonio. Y no es de extrañar que muchas de las uniones
que tuvieron o tienen su origen en alguno de estos factores se
integren tarde o temprano a las cada día más numerosas filas
del divorcio o de las relaciones infortunadas.
La pregunta sería entonces:
¿Por qué los matrimonios precedentes sí se mantenían hasta
que la muerte los separaba?
Tomando como referencia los de hace dos o tres
generaciones. Debemos asentar:
Que el promedio de vida entonces, era ostensiblemente más
bajo que el que tenemos ahora, por tanto la vida marital en
contados casos lograba sobrepasar los 20 años.
14
Que anteriormente y en muchos casos aún en la actualidad,
la relación de pareja no se consideraba tan importante como
la relación con la familia de origen (padres y hermanos) por
tanto, la función principal de la relación matrimonial se
centraba en la procreación, el cuidado de los bienes y la
representación ante la sociedad.
Que los matrimonios subsistieran no se debía precisamente a
que lograran una convivencia armoniosa, sino más bien a los
roles culturales, sociales y educativos que permitían al hombre
someter a la mujer. Sin considerarse como maltrato las
múltiples vejaciones a las que muchas eran expuestas.
La vida en pareja es como tal, todo un reto. Principalmente a
la capacidad del desarrollo personal. Un reto al amor, a la
paciencia, a la comunicación, a la comprensión, a la
confianza, a la fe, al respeto, etc. Es mucho más que lo que las
jóvenes parejas se imaginan que es. El matrimonio es un acto
de adultez que va más allá de la firma de un papel. Es asumir
un compromiso. Es un si a una persona y un no al resto
(Incluyendo a la familia de origen) y es también el primero de
muchos acuerdos a los que debe llegar una pareja y para los
cuales, en la mayoría de los casos no está preparada.
El enamoramiento
En la etapa de galanteo los jóvenes comentan
emocionadamente:
Conocí a alguien perfecto para mí. Le encanta la comida
china como a mí. Su color favorito es el rojo y el mío también.
Le encanta ir al cine como a mí. Le gusta bailar tanto como a
mi, en fin, “Es mi alma gemela”.
Las coincidencias pueden ser un buen comienzo, aunque
durante el enamoramiento estas no necesariamente son
auténticas.
Pero más allá de eso, lo realmente trascendental y que
contribuye a acrecentar la relación entre la pareja, no es
precisamente todo aquello en lo que coinciden, sino
justamente todo aquello en lo que no se coincide. Ya que por
principio natural el hombre busca una mujer y la mujer busca
un hombre, justamente por que son diferentes, pero al mismo
tiempo, complementarios. El hombre para ser hombre
necesita una mujer y la mujer para ser mujer necesita un
hombre.
Durante el enamoramiento la pareja siente que se necesitan
mutuamente, que pueden ayudarse el uno al otro, es decir,
que uno puede ofrecer al otro algo que ese otro no tiene, y al
mismo tiempo tomar de ese otro algo que a él le falta. Este
intercambio de diferencias es lo que le permite a una pareja
enriquecer la relación y desarrollar todo su potencial individual
en beneficio de la misma, pero puede ser también lo que
consiga llevarlos a una separación, si no desarrollaron
oportunamente los recursos que les permitan respetarse,
reconocerse y aceptarse.
El enamoramiento muchas veces es producto de la
idealización de la persona y de la relación, y es también un
comportamiento que con el tiempo puede poner en riesgo el
desarrollo armónico de la unión, debido a que la pareja estará
dispuesta a ignorar todo tipo de desavenencias entre ellos,
pero éstas, evidentemente a futuro, serán la causa de cuando
menos un grave conflicto y en muchos casos de una probable
separación.
La convivencia diaria pone al descubierto todas las
diferencias que de forma consciente o inconsciente se
15
ocultaban o se disfrazaban durante el noviazgo, pero que una
vez unidos es prácticamente imposible ocultar.
No hay crítico más competente ni más implacable que aquel
que se ve directamente afectado o beneficiado por el
desarrollo del otro. Esta es la posición de los integrantes de la
pareja. De ahí que consideramos que sólo las parejas capaces
de respetarse y de comunicarse positivamente, pueden lograr
que las diferencias propias de la individualidad, no lleguen a
convertirse en obstáculos insalvables para la relación, sino por
el contrario, en inspiraciones que les permitan seguir
desarrollando su potencial individual conjuntamente.
Recordamos que el abuelo decía: “En cinco días de
matrimonio puedes descubrir más, que lo que has descubierto,
previamente, en cinco años de noviazgo”. (Sin tomar en
cuenta la luna de miel).
El amor siempre es un buen principio para las parejas que
toman la decisión de unirse o casarse, Se ha comprobado que
el amor sigue siendo fundamental para que una relación de
pareja perdure. Sin embargo también se ha comprobado que
el estar enamorado, es semejante a estar bajo un estado
alterado de conciencia (hipnotizado) el cual no permite
analizar con objetividad lo conveniente y mucho menos lo
inconveniente de la relación. Los enamorados sólo ven lo que
desean ver. Incluso llegan a magnificar hasta la más oculta de
las cualidades de su pareja y a minimizar hasta el más
evidente de sus defectos. Aunado a esto, está el hecho de
que difícilmente aceptan opiniones ajenas, quizá de ahí surge
la tan nombrada frase de que: “El amor es ciego”
El amor es ciego, pero el matrimonio le devuelve la vista.
*Anónimo.
Muchos psicoterapeutas definen el enamoramiento como:
“Estado ilusorio y de proyección distorsionada”.
Asimismo es importante tomar en cuenta que una pareja
durante la etapa del noviazgo comparte una mínima fracción
de su tiempo, tiempo que generalmente aprovechan para
acudir al cine, al teatro, a bailar, a comer o bien para
expresarse cuánto se aman, cuanto se gustan para hacer el
amor y más. Seguramente si conservaran este mismo
comportamiento durante su matrimonio habría menos
problemas.
La elección de pareja
Un gran número de personas cree que para unirse en
matrimonio lo más importante es conocer bien a la persona
con la que han decidido compartir su vida. Pero más
importante aún que conocer bien al otro, es conocerse bien
uno mismo. Tal vez éste sea uno de los grandes inconvenientes
llegado el momento de la elección de la pareja, de ahí que
las decisiones tomadas puedan no ser las correctas.
Podríamos hacer una analogía tomando como ejemplo el
calce de su pie, seguramente sabe exactamente de qué
número calza y cuando decide comprar un par de zapatos no
sólo elige el que más le gusta, sino también aquellos con los
que se va a sentir cómodo/a de acuerdo a la necesidad. Si
son para hacer ejercicio, seguramente optará por unos tenis. Si
va de día de campo, tal vez prefiera unas botas para
montaña. Las personas de estatura baja elegirán zapatos con
algo de tacón para compensar su carencia, En fin, los
resultados están íntimamente ligados al conocimiento que se
tenga de sí mismo.
Y siguiendo con el ejemplo anterior. Es sorprendente el gusto
que la mayoría de las mujeres tienen por los zapatos, pero más
16
sorprendente son la exigencia y la paciencia que emplean a
la hora de decidir cuál escoger. Podría ser muy conveniente
que siguieran el mismo principio llegado el momento de
seleccionar pareja.
Se dice que a mayor nivel de información, mucho mejor será
la decisión.
La elección de pareja está en muchos casos determinada
sobre todo por la experiencia personal y el modelo primario
conocido, es decir, el de los padres. Esto puede confundir y
complicar sobremanera la elección, porque muchos jóvenes
que atraviesan por la etapa de galanteo y selección de
pareja, simultáneamente están atravesando por una etapa
critica en la relación con sus padres, propia de la transición
entre la adolescencia y la edad adulta, lo cual los confunde
sobre lo que puede ser correcto o no para ellos mismos.
Elizabeth comenta:
A veces me parece increíble la similitud de los
comportamientos de mi marido, con los de mi propio padre,
incluso he llegado a decirle que parece más hijo de mi papá
que yo misma.
Sumado a lo complejo de hacer una buena elección de
pareja y una subsiguiente relación amorosa, está la poca o
nula preparación que se recibe sobre el tema. Pareciera ser
que toda información y formación referente a la vida misma
estuviera condicionada o restringida única y exclusivamente a
la esfera del hogar, de la familia, pero dados los antecedentes
habría que replantear la posibilidad de llevar esta información
y formación a otros espacios.
Muchos temas se tratan con particular importancia dentro de
nuestra formación cuando somos infantes. Por lo menos el 40 %
de nuestro tiempo en edad escolar primaria (dentro y fuera de
la escuela) lo dedicamos a desarrollar nuestra capacidad
para resolver problemas relacionados con las matemáticas,
(sumas, restas, multiplicaciones, divisiones, problemas de
razonamiento matemático, etc.). Otro 40% a nuestra
capacidad para las palabras (leer y escribir). Y el 20 % restante
a otras materias diversas (Ciencias Sociales, Ciencias
Naturales, Música u otras).
Sin embargo la reflexión sería:
¿Cuánto tiempo dedicamos específicamente a desarrollar
nuestra capacidad para respetar al prójimo? ¿Cuanto tiempo
dedicamos a aprender a escucharnos a nosotros mismos y a
otros? Que si lo analizamos, puede ser incluso mucho más
importante que las propias Matemáticas, sobre todo ahora
que la violencia intrafamiliar y por consecuencia el deterioro
social ya es inocultable.
¿Cuánto tiempo dedicamos para desarrollar nuestra
capacidad de ser leales u honestos o nuestra capacidad para
comunicarnos positivamente?
Se cree y se da como un hecho que todo esto lo deben o lo
tienen que aprender los infantes en casa, en el seno familiar,
pero la realidad actual nos demuestra que sólo en contados
casos es así. Las exigencias económicas y laborales del mundo
de hoy están llevando a las personas al límite, tanto en tiempo
como en cordura. La convivencia entre padres e hijos es día
con día más escasa y de menor calidad. Bajo estas
circunstancias, si no se toman las medidas adecuadas es
altamente probable que este menoscabo continúe.
En la actualidad es fundamental que regresemos al origen, al
individuo, a la pareja, a la familia y se rescaten valores
17
universales como la vida, el amor, el respeto, la honestidad, la
lealtad, el agradecimiento, la amistad, la disciplina.
La solución para la mayoría de los conflictos del individuo, de
la pareja, de la familia y por ende de la sociedad, dependen
mucho más en este momento de nuestra capacidad para
respetarnos, ser honestos y comunicarnos positivamente, que
de nuestra capacidad para resolver problemas matemáticos.
Es vital reflexionar sobre eso.
La relación entre el hombre y la mujer evoluciona
aceleradamente. La participación activa de la mujer en
actividades extramaritales y extra familiares ha transformado
radicalmente el sistema tradicional que condicionaba a los
contrayentes a roles determinados por el género. Las labores
del hogar y el cuidado de los hijos ya no son exclusivos de la
mujer. Cada día es más frecuente la participación del hombre
en dichas tareas.
El matrimonio o la relación de pareja en la actualidad tienden
a integrarse por dos personas libres e independientes, cada
una de los cuales pretende mantener su individualidad y su
capacidad de desarrollo personal aun dentro de la relación y
en beneficio de la misma. El matrimonio ha dejado de ser
considerado como la única posibilidad de realización
personal, pero como toda decisión, exige un compromiso y
una entrega total.
La balanza
Un gorrión que era seguido por una enorme águila se introdujo
entre las ropas de Buda.
- Protégeme -decía el gorrión- un águila viene siguiéndome
para comerme.
- No te preocupes -dijo Buda- la naturaleza enseña que hay
que proteger al débil, así que yo te protegeré.
Llegó el águila y de inmediato exigió a Buda le entregase la
pequeña ave.
- Momento. -dijo Buda- La naturaleza enseña que hay que
proteger al débil, así que lo único que estoy haciendo es
seguir sus preceptos.
Pero el águila que era muy inteligente, dijo:
- Así que tú sigues los preceptos de la naturaleza. Pues bien, la
naturaleza me dotó de estas garras, de este pico y de estas
enormes alas para que pudiera alimentarme de animales más
pequeños que yo y si no me lo entregas, estarás yendo en
contra de la naturaleza.
Buda pensó, -el águila tiene razón, pero debo ser justo- y sacó
de entre sus cosas una balanza, la colocó frente al águila y
dijo:
- Voy a colocar al gorrión en la balanza, cortaré pedazos de
mi carne y los colocaré en el otro lado de la balanza. Cuando
los pedazos de mi carne sean el equivalente al peso del
gorrión, tú comes mi carne y yo salvo al gorrión.
- Bien.- dijo el águila- Yo lo que deseo es comer.
Buda comenzó a cortar pedazos de si, pero observó que aún
cuando era evidente que los pedazos de su carne superaban
en peso al gorrión, la balanza no se movía. Entonces Buda
pensó:
18
Algún mensaje debe haber en esto. Así que meditó por un
momento y al salir del trance se colocó todo él en la balanza y
la balanza solo se niveló.
La moraleja es: No te pongas a pedazos. Ponte completo en
todo lo que hagas.
Sacrificio de amor
Cuentan que en un lejano reino vivía un joven príncipe que
buscaba una mujer para desposarla. Sus padres preocupados
porque la elección fuera la correcta, organizaron una gran
fiesta a la que fueron invitadas todas las damas que se
consideraran dignas del amor de su joven hijo. Hasta el reino
llegaron miles de mujeres, todas de noble cuna, excepto una
joven y muy bella mujer que lo único que tenía para ofrecer al
príncipe era el gran amor que ésta decía sentir por él.
Durante la fiesta todas las damas y sus familias presumieron sus
dotes ante el joven príncipe y cuando tocó el turno de la
joven y bella mujer, ésta dijo al príncipe: Yo sólo te pido cien
días con sus noches para demostrarte el gran amor que siento
por ti. En el día, haré todo lo posible porque tú te sientas bien y
por la noche velaré tu sueño para que puedas descansar. Una
vez transcurrido este plazo, serás libre para elegir.
El príncipe lo pensó un momento, pero estando acostumbrado
a que se cumplieran todas sus exigencias, consideró que tal
ofrecimiento era digno de tomarse en cuenta y decidió que si
la joven mujer lograba satisfacerlo, el compromiso de la boda
sería un hecho.
Al día siguiente muy temprano por la mañana la prueba
comenzó y la joven y bella mujer empezó a hacerse cargo de
todas las necesidades del príncipe. Lo despertó a las seis de la
mañana como era costumbre, ordenó su ropa y preparó su
desayuno. Después de limpiar el comedor, la cocina y la
habitación, se dio a la tarea de conseguir lo necesario para
preparar la comida, acto seguido ordenó la mesa y se dispuso
a servir la comida justo en el momento en que llegaba el joven
príncipe, sin embargo ella no pudo comer con él, debido a
que las exigencias del príncipe se multiplicaban cuando éste
se sentaba a la mesa. (Sírveme agua, pásame otra cuchara,
dame otra servilleta, etc.) En fin, en pocos días las labores que
realizaban para el príncipe una decena de sirvientes,
prácticamente ya dependían sólo de la bella mujer. El trabajo
era extenuante y apenas le dejaba a la joven mujer unos
minutos para ella. Minutos que aprovechaba para reflexionar
sobre sus sentimientos.
El tiempo pasó y faltando sólo un par de días para que se
cumpliera el plazo fijado y cuando todos en el reino se
preparaban para la gran boda, sucedió algo inesperado. La
joven y bella, pero cansada e insatisfecha mujer abandonó el
palacio ante la mirada atónita de los presentes. Muchas
personas la siguieron para preguntarle: ¿Qué había sucedido?
A lo cual ella sólo respondió: Descubrí la importancia del amor
propio.
Amarse a sí mismo tiene una gran ventaja: No hay rivales.
*Georg Christoph Lichtemberg
La mujer en la relación de pareja
La tarea es más dura para la mujer que para el hombre.
Porque es doble tarea: El trabajo y la casa.
*Indira Gandhi
¡Venciste mujer! Con no dejarte vencer.
*Pedro Calderón de la Barca
19
Ninguna mujer se ha perdido sin la ayuda de un hombre.
*Abraham Lincoln
Todo tema que cite a reflexionar sobre el rol que ha
desempeñado la mujer en un mundo tutelado por el hombre,
se puede prestar como ha sucedido con anterioridad ha ser
criticado y catalogado como feminista. No es nuestro
propósito provocar pugnas de género, sin embargo más allá
de este riesgo, estimamos que es de primordial importancia
conocer y considerar objetivamente los antecedentes de la
condicionada conducta de la mujer en la relación de pareja,
en la familia y en la sociedad, con el fin de reconocer los
errores cometidos, ser responsables y de ser necesario
modificar nuestros actuales comportamientos.
La situación de la mujer con respecto a su relación con el
hombre ha estado condicionada culturalmente en una gran
cantidad de países a enfoques muy radicales que privilegian
la posición del hombre sobre la mujer. Uno de éstos, propio de
nuestra cultura religiosa (nótese que hemos citado religiosa.
No de Dios.) Aplicable a una gran cantidad de mujeres en
todo el mundo, y con una fuerte influencia sobre nuestra
formación como individuos, es el aportado por el libro del
Génesis que paradójicamente, parece fomentar la
desigualdad en la relación entre el hombre y la mujer, al citar
lo siguiente:
Entonces Yahvé formó al hombre con polvo de la tierra y sopló
en sus narices aliento de vida y existió el hombre con aliento y
vida. Yahvé Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.
Después dijo Yahvé:
No es bueno que el hombre esté solo. Haré entonces un ser
semejante a él para que lo ayude. Formó entonces de la tierra
todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los
llevó ante el hombre para que les pusiera nombre y cada ser
viviente había de llamarse como el hombre lo había llamado.
El hombre puso nombre a todos los animales, a las aves del
cielo y a las fieras salvajes. Pero no se encontró en ellos un ser
semejante a él para que lo ayudara. Entonces Yahvé hizo caer
en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Y le sacó
una de sus costillas, tapando el hueco con carne. De la costilla
que Yahvé había sacado al hombre, formó a la mujer y la
llevó ante el hombre para que le pusiera un nombre. Entonces
el hombre exclamó:
Ésta si es hueso de mis huesos, y carne de mi carne. Ésta será
llamada varona porque del varón ha sido tomada. Por eso el
hombre deja a sus padres para unirse a una mujer y son los dos
una sola carne.
Los dos estaban desnudos, hombre y mujer, pero no se
avergonzaban.
La serpiente que era la más astuta de todos los animales del
campo que Yahvé había hecho, dijo a la mujer: ¿Es cierto que
Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del
jardín? La mujer respondió: Podemos comer los frutos de los
árboles del jardín, menos del fruto del árbol que está en medio
del jardín, pues Dios nos ha dicho: No coman de él, ni lo
toquen siquiera, porque si lo hacen morirán.
La serpiente replicó: De ninguna manera morirán. Es que Dios
sabe muy bien que el día en que coman de él se les abrirán a
ustedes los ojos y serán como dioses y conocerán el bien y el
mal.
La mujer vio que el árbol era apetitoso, que atraía la vista y
que era muy bueno para alcanzar la sabiduría. Tomó su fruto y
20
comió y se lo pasó en seguida a su marido, que andaba con
ella, quien también lo comió.
Entonces se les abrieron los ojos y se dieron cuenta de que
estaban desnudos y se hicieron unos taparrabos cosiendo
unas hojas de higuera.
Oyeron después los pasos de Yahvé que se paseaba por el
jardín, a la hora de la brisa de la tarde. El hombre y su mujer se
escondieron, para que Dios no los viera, entre los árboles del
jardín.
- La serpiente me ha engañado y comí.
Entonces Yahvé Dios dijo a la serpiente:
- Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y
entre todos los animales del campo. Andarás arrastrándote y
comerás tierra todos los días de tu vida. Haré que haya
enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya,
ésta te pisará y tú te abalanzarás sobre su talón.
A la mujer le dijo:

Yahvé Dios llamó al hombre y le dijo: - Multiplicaré tus sufrimientos en los embarazos. Con dolor
darás a luz a tus hijos, necesitarás a tu hombre y el te
- ¿Dónde estás? dominará.

Éste contestó: Al hombre le dijo:

- Oí tu voz en el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo, Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol
por eso me escondí. del que yo te había prohibido comer: maldita sea la tierra por
tu culpa. Con fatiga sacarás de ella tu alimento por todos los
Yahvé replicó: días de tu vida. Espinas y cardos te dará y comerás la hierba
del campo. Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta
- ¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Porque eres
acaso del árbol que te prohibí? polvo y al polvo volverás.

El hombre respondió: ¿Qué representa que la mujer haya sido formada de una
costilla del hombre?
- La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y
comí. ¿Debemos pensar, que la mujer es menos lista que una
serpiente?
Yahvé dijo a la mujer:
¿Qué podemos o debemos entender?
- ¿Qué es lo que haz hecho?
Mujer necesitarás a tu hombre y él te dominará.
Y la mujer respondió:

21
Por haber escuchado la voz de tu mujer.
¿Qué significa eso?
Si ya de por sí, para los seres humanos nos es bastante difícil
liberarnos de nuestras propias sentencias, imaginen lo
complicado que puede ser liberarnos de sentencias hechas
(según la Biblia) supuestamente por Dios.
Ciertamente si bien el anterior es un elemento contundente,
existen muchos otros propios de la cultura social a los que
podemos recurrir con el fin de reflexionar sobre la
menospreciada situación de la mujer. Por ejemplo los tan
mencionados refranes o dichos populares, que si bien, no
aplican para la generalidad de las mujeres en el mundo, por
lo menos en nuestra sociedad son un claro ejemplo.
“La mujer vive a costilla del hombre.”
“La mujer como la escopeta; cargada y atrás de la puerta.”
“Los quehaceres para las mujeres.”
“A las mujeres, ni todo el amor, ni todo el dinero.”
También podemos analizarlo desde un contexto más amplio y
más generalizado. El de los famosos cuentos de hadas.
Recordemos la historia de Blanca Nieves:
Blanca Nieves como todos sabemos es en realidad una
“princesa”, que gracias a su madrastra, que es una “bruja”,
(mujer contra mujer) se ve obligada a huir de su casa y se
esconde en el bosque, por suerte encuentra la casita de los
enanos y se instala en ella, no sin antes acordar con ellos su
estancia.
Este acuerdo prácticamente convierte a Blanca Nieves de
princesa a ama de llaves, y en poco tiempo casi hasta en
madre de los enanos, ya que no sólo se encarga de preparar
la comida, lavar los trastes, la ropa, el baño, etc. Sino que
también en un momento dado, hasta de educar a los enanos.
La bruja que no ceja en su intento de encontrar a Blanca
Nieves, por fin da con ella y se apresura a cumplir con su plan.
Disfrazada de una anciana vendedora de manzanas llega
hasta la casita de los enanos ofreciendo a Blanca Nieves,
(como en otra historia) una “manzana” envenenada, Blanca
Nieves que era muy “buena” acepta comer de la manzana y
de inmediato cae en un sueño profundo. Hasta que por
supuesto, aparece el Príncipe Azul que la libera de su letargo
con solo un beso de amor.
Este es un clásico entre los cuentos para niños, junto con La
Cenicienta y La Bella Durmiente, y sin distinción, en los tres
cuentos podemos descubrir condicionamientos muy similares
para los comportamientos de mujeres y de hombres.
Tal vez para muchos esta conjetura pueda resultar algo
extrema, sin embargo el grado de influencia que tienen tanto
los refranes o dichos populares, como los cuentos de hadas,
puede llegar a ser sumamente significativo.
Una historia de menosprecio y desigualdad puede llegar a
provocar mucho dolor, resentimiento, coraje y represalia. El
feminismo a ultranza de mediados del siglo pasado fue una
muestra palpable de esto. Las mujeres partidarias de este
movimiento denostaban todo valor que se relacionara con lo
masculino, cayendo sin darse apenas cuenta en el mismo
comportamiento contra el que supuestamente luchaban. Por
fortuna, los movimientos feministas contemporáneos más que
22
contrariar se ocupan por reivindicar e integrar el valor de lo
femenino, tanto en hombres como en mujeres.
Todavía hoy es difícil comprender la desigualdad en la que
viven por lo menos el 80% de las mujeres en el mundo. Como
referencia mencionaremos que en países de la Unión Europea
que son considerados como los más desarrollados del planeta,
las mujeres ganan hasta un 30% menos en salario que los
hombres, no obstante desempeñen exactamente las mismas
labores. De otras naciones mejor ni hablar.
Partiendo de la creencia de que Dios concibió al hombre a su
imagen y semejanza, y después de una costilla de éste creó a
la mujer, resulta comprensible porqué existe tanta desigualdad
en la relación entre el hombre y la mujer. Sin embargo esta no
es más que una historia, una leyenda, como muchas otras y
entre esas existe una poco conocida: Una leyenda
prehispánica acerca de la creación del hombre y la mujer,
que a propósito, puede hacer que nos sintamos orgullosos de
nuestra cultura.
El quinto sol
El nacimiento de los Macehuales
Se cuenta que los dioses y las diosas, Citlalinicue, Citlatónac,
Apantecuhtli, Tepanquizqui, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl, se
reunieron porque estaban afligidos y preocupados por
quienes habitarían la Tierra.
Habiendo hecho ya varios intentos por crear a un hombre y
una mujer (Leyenda de los Cinco Soles) lo más perfecto
posibles. Concluyeron que el siguiente intento consistiría en
viajar hasta el Míctlan (Reino de los Muertos) y rescatar los
huesos preciosos de las generaciones pasadas, y con ellos
nuevamente crear al hombre y a la mujer que habitarían la
Tierra, para lo cual designaron a Quetzalcóatl como el
encargado de tan importante y difícil tarea.
Quetzalcóatl acepta su misión y viaja hasta el Mictlan donde
reinaba Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, señor y señora de la
muerte. Frente al señor de la muerte, Quetzalcóatl pide le
sean entregados los huesos preciosos del hombre y la mujer.
Mictlantecuhtli preguntó:
- ¿Que harás con ellos?
- Los Dioses desean poblar nuevamente la Tierra. Dijo
Quetzalcóatl.
Mictlantecuhtli accede, pero no sin antes poner a prueba a
Quetzalcóatl.
Quetzalcóatl logra superar todas las pruebas, pero
Mictlantecuhtli no cumple con su compromiso. Quetzalcóatl
espera a que el Señor de la Muerte se retire a descansar y
aprovecha para tomar las dos vasijas que contenían los
huesos, una contenía los huesos preciosos del hombre y otra
los huesos preciosos de la mujer, sin embargo cuando
intentaba salir fue descubierto y echó a correr. Mictlantecuhtli
hizo un pozo en el camino de Quetzalcóatl, éste cayó y murió,
pero después de unos instantes revivió y se dio cuenta de que
las vasijas que contenían los huesos se habían roto y los huesos
preciosos del hombre y la mujer se habían entreverado, sin
mucho tiempo tomó todos los huesos, los colocó en un bolso y
salió a toda prisa.
Quetzalcóatl llegó con su carga hasta Tamoanchan. (Lugar
donde moran los dioses) Quilatzi fue la encargada de recibir
los restos preciosos del hombre y la mujer. Quetzalcóatl explicó
23
lo sucedido, de cómo los huesos preciosos de la mujer y el
hombre se habían revuelto. Quilatzi tomó el bolso con los
huesos tal y como estaban, los del hombre y la mujer por igual,
los colocó en una vasija y los molió hasta hacer un fino polvo
con ellos, después Quetzalcóatl sangró su miembro y dejó
caer unas gotas de sangre en el recipiente, con ello se
conformó una pasta con la cual fueron creados tanto el
hombre como la mujer que habitarían la Tierra.
Esta es una leyenda náhuatl que en nuestra opinión resulta
una historia bastante más justa e inteligente. En ella la
igualdad entre hombres y mujeres se pone de manifiesto no
sólo por como concluye la historia, sino también por la
importancia del consenso entre dioses y diosas sin distinción.
Ojalá que las condiciones actuales entre hombres y mujeres
fueran similares a las de la leyenda náhuatl. Sin embargo
todavía hoy en día las condiciones en las que viven muchas
mujeres son de profunda desigualdad, y no sólo dentro del
matrimonio, sino dentro de la sociedad en general.
La mayoría de los matrimonios de nuestros antecesores no
fueron precisamente ejemplos de armonía y mucho menos de
respeto y equidad. Esta desequilibrada forma de relacionarse
estaba tan generalizada y socialmente aceptada, que la
mayoría de las mujeres ni siquiera llegaban a darse cuenta de
su infortunada condición, (creían que era normal, así habían
sido educadas) y aun cuando llegaban a tomar conciencia
de ello, era muy poco lo que podían hacer, ya que entonces
en nuestra cultura como en muchas otras, carecían casi
completamente de oportunidades de desarrollo personal,
profesional o vida social propia.
Para la mujer su vida era primero su marido, después sus hijos y
por último ella, había sido educada para el sacrificio, no para
el amor y no obstante un sinnúmero de personas puedan
argumentar: que amor es sacrificio. Consideramos que no
necesariamente es así y menos en la relación de pareja.
No obstante sea una idea suficientemente generalizada,
creemos que este asunto del sacrificio es uno de los
malentendidos más importantes que hay que dilucidar para
poder establecer una relación de pareja, pareja.
Lograr lo anterior implica infinidad de cuestiones: amor,
respeto, comunicación, confianza, responsabilidad, deseo,
sexo, igualdad, empatía, sueños compartidos, crecimiento
mutuo y muchas cosas más, pero no sacrificio.
Sacrificio
El término “sacrificio” se define principalmente como:
Ofrecer algo a una divinidad en señal de adoración y/o
expiación.
Renuncia. Privación.
Acción a que uno se sujeta con gran repugnancia, por
razones que a ello le mueven.
En las sociedades cristianas, se dice que Jesús se sacrificó por
nosotros para expiar nuestros pecados. A partir de este hecho,
el término “sacrificio” ha sido indiscriminadamente usado,
especialmente como un elemento de poder y manipulación,
gracias a su íntima relación con el dolor y el sentimiento de
culpa. (Chantaje)
Como ejemplo citaremos un par de frases frecuentemente
usadas como medida de presión psicológica:
“Yo me sacrifiqué por ti”.
24
“Tu padre y tu madre se matan trabajando para que a ti no te
falte nada”. (Sacrificio / chantaje)
Frases con tal carga influyen de manera determinante en
nuestros comportamientos, especialmente si las hemos
escuchado desde pequeños. De tal forma que nos sentimos
comprometidos ya sea consciente o inconscientemente a
pagar por dichos sacrificios, sin darnos cuenta que la única
forma de pagar un sacrificio, es con otro y así la cadena de
dolor y culpa puede llegar a ser interminable.
Lo anterior aplica tanto a hombres como a mujeres. Pero son
estas últimas especialmente las que han sentido y sienten el
peso de lo que implica el sacrificio, ya que el sacrificarse ha
sido parte de un comportamiento ancestral de la mujer dentro
de la relación de pareja, de ahí que muchas hoy en día, se
sienten con la responsabilidad de compensar los sacrificios
hechos por sus madres(y en algunos casos hasta por sus
abuelas, y sin siquiera darse cuenta se involucran en relaciones
conflictivas y peor aun, se obligan a tolerarlas (sacrificio) sin
percatarse de que no sólo se están sacrificando ellas mismas,
sino que en realidad están sacrificando a toda la familia y
especialmente a sus propios hijos. Mientras sigamos
relacionando el sacrificio con el amor y aceptándolo como
propio de la relación de pareja, será difícil modificar los
patrones de conducta que llevan a la pareja y a la familia
hasta el punto de quiebra.
Es claro que si una persona hace algo por amor no se le
puede llamar sacrificio. Se convierte en sacrificio cuando el
hecho le provoca pena. Es justo en este punto cuando
comienza a ser algo insano, que a la larga incitará
resentimiento y dolor.
Citando a la Madre Teresa de Calcuta cuando se referían al
enorme “sacrificio” que ésta hacía dedicando su vida al
cuidado de los enfermos. Ella únicamente decía:
“Para mi, ayudar es un placer”.
Es paradójico que los sacrificios realizados en la etapa
prehispánica sean considerados como producto de la
barbarie, y los “sacrificios” que hacen muchas mujeres
soportando una relación evidentemente violenta y en muchos
casos hasta fatal, sean considerados como producto del
amor.
No es coincidencia que los temas que ocupan a la
humanidad hoy en día sean: Violencia intrafamiliar,
separación y divorcio. Temas, sin duda, íntimamente
relacionados.
El divorcio se ha convertido en todo un fenómeno social de
actualidad. El índice en países de primer mundo alcanza
prácticamente el 50%. Sin embargo el dato más significativo
puede ser que en el 90% de los casos, es la mujer la que lo
promueve.
¿Tendrá esto alguna relación con el gran número de mujeres
maltratadas?
Recientemente un estudio realizado por la UNICEF “Domestic
Violence Against Women and Girls” (Violencia domestica
contra mujeres y niñas, por citar sólo alguno) arrojó cifras
estremecedoras: Se dice que de cada diez familias, siete
sufren de violencia intrafamiliar y en el 94% de los casos las
afectadas son las mujeres. (Madres, esposas, hijas) Las
estadísticas refieren que del 100% de las mujeres golpeadas, el
90% son víctimas de sus propias parejas.
25
Evidentemente la separación y el divorcio de infinidad de
parejas sacó a la luz un problema que antes era socialmente
aceptado como parte del “sacrificio” que se tenía que hacer
en aras del “amor”, por lo tanto, no trascendía: la violencia
intrafamiliar
Por fortuna estamos viviendo tiempos de cambio y es
fundamental que nos demos cuenta de que el viejo concepto
del matrimonio idealizado, novelesco y de cuento de hadas
poco o nada tiene que ver con la realidad. Principalmente
porque la princesa hace mucho tiempo que despertó y no
precisamente con besos, y está aprendiendo que el
compromiso es primero con ella misma.
Esto no significa de ninguna manera que la mujer no desee ser
esposa y/o madre. Significa que quiere y está natural,
emocional y mentalmente facultada para ser mucho más,
además de esposa y/o madre.
En la actualidad la mujer poco a poco, sobre todo en países
desarrollados, ha ido encontrando y generando
oportunidades de crecimiento personal y profesional que le
permiten tener mucha mayor seguridad en sí misma, no sólo
en el aspecto económico, sino más importante aún en el
aspecto emocional, afectivo y de respeto.
A principios de la década de los ochentas pudimos apreciar
en el cine Kramer contra Kramer, una película dirigida
inteligentemente por Bob Benton, basada en la novela
“Divorciados” del autor Avery Corman. Esta película reflejaba
perfectamente lo que estaba sucediendo ya desde entonces
con infinidad de parejas. La historia presenta en principio, a
una mujer desesperada e insatisfecha interpretada por Merryl
Streep y a un marido absorto en el trabajo interpretado
magistralmente por Dustin Hoffman que por cierto, no sólo
enfrentaba un divorcio en escena, sino también en la vida
real.
A propósito del tema, hay una historia que nos puede ayudar
a comprender mejor esta transición. Es la del Rey Arturo y la
enigmática pregunta: ¿Qué desean las mujeres?
¿Qué desean las mujeres?
Siendo muy joven, el Rey Arturo fue sorprendido cazando en
los bosques de un reino vecino, este era un grave delito que
sólo se podía pagar con la muerte. Pero el rey vecino
conmovido por la juventud y la gracia del joven Rey Arturo, le
ofreció darle la libertad a cambio de la respuesta a una
pregunta sumamente difícil para lo cual le dio de plazo un
año para encontrar la respuesta. La pregunta era: ¿Qué es lo
que desea realmente una mujer? Esta pregunta ha dejado
perplejo al más sabio de los hombres y parecía imposible de
superar por el joven rey. Pero era mejor intentarlo que morir
ahorcado, así que Arturo volvió a su reino y empezó a
preguntar a todas las personas con las que se encontraba.
Monjas y rameras, princesas y reinas, sabios y bufones, todos
fueron cuestionados, pero nadie pudo dar una respuesta
satisfactoria. Sin embargo todos coincidían en que existía una
persona que sabría la respuesta: La vieja bruja. El joven rey
tenía la certeza de que el costo de la respuesta seria muy alto.
Ya que era de todos conocido, que la vieja bruja demandaba
precios ruinosos por sus servicios.
Cerca ya del último día para que se venciera el plazo, al joven
rey no le quedó más remedio que ir a consultar a la vieja
bruja. Ésta estuvo de acuerdo en darle una respuesta que
dejara satisfecho a cualquiera, pero no sin antes acordar el
precio. Y el precio como siempre era muy alto, la vieja bruja
pidió a cambio casarse con el más noble caballero de la
26
Mesa Redonda y mejor amigo de Arturo, Gwain. Arturo quedó
petrificado con la petición de la vieja bruja. No imaginaba a
Gwain casado con semejante esperpento, la vieja bruja tenía
un sólo diente, exhalaba un aliento que desmayaría a un
puerco, era jorobada, parecía no haberse bañado en años y
por si esto fuera poco carecía completamente de la menor
decencia. Arturo no estaba dispuesto a pedirle a su mejor
amigo y más leal caballero que asumiera semejante carga
por él. Pero cuando Gwain se entero de la petición de la vieja
bruja, estuvo de acuerdo en cumplir, si esto le salvase la vida a
su mejor amigo.
La vieja bruja entonces compartió su inmensa sabiduría:
-- ¿Qué desea realmente una mujer?
-- El dominio de su propia vida – Contestó.
Al escuchar aquella respuesta todo el mundo supo que era
producto de la gran sabiduría femenina y estuvieron seguros
de que su joven rey estaba a salvo. El rey acusador por
supuesto, otorgó su libertad a Arturo cuando escuchó la
respuesta.
Pero llegó la hora de la retribución. Toda la corte al igual que
Arturo experimentaba sentimientos encontrados, por un lado
estaban felices por la liberación de su joven rey y por otro
sentían una gran pena por Gwain. Sin embargo la boda se
llevó a cabo y la vieja bruja aprovechó para mostrar sus
peores modales, hablaba en forma grosera, tragaba la
comida emitiendo toda clase de desagradables sonidos y
expelía olores casi insoportables, a pesar de esto Gwain en
todo momento se mostró cortes, amable y respetuoso con la
vieja bruja.
Sin embargo lo peor estaba por venir pensaban todos. Los
esperaba su primera noche juntos y según cuenta la leyenda,
estando ya en su lecho matrimonial Gwain estaba esperando
a la novia para unirse a ella, cuando de pronto, ésta apareció
como la mujer más bella que jamás hubiese visto y deseado
hombre alguno. Sorprendido Gwain le preguntó:
- ¿Qué está sucediendo?
La extraordinariamente bella mujer le contestó:
- Como agradecimiento a que te has portado como todo un
caballero a pesar de mi mal comportamiento, te voy a
mostrar mi peor parte sólo la mitad del tiempo, y voy a ser esta
bella, amable y deseable mujer la otra mitad del tiempo.
Entonces ella preguntó a Gwain:
- ¿Cuál de las dos prefieres para el día y cuál para la noche?
Esta sí que era una pregunta difícil de responder, así que
Gwain reflexionó un poco. ¿Quería una encantadora y bella
mujer que pudieran ver sus amigos durante el día y tener una
repugnante bruja en su cama durante la noche? O ¿Quería
una bruja repugnante durante el día a la vista de todos y una
hermosa mujer con la cual compartir sus momentos íntimos
durante la noche? Siendo Gwain un hombre justo y noble, le
respondió:
- Decídelo tu misma.
Al escuchar esto, la bella mujer, sorprendida le respondió:
- Seré bella y encantadora todo el tiempo, tanto en el día
como en la noche, puesto que has respetado mi libertad para
decidir y me has otorgado el dominio de mi propia vida.
27
Si bien estamos de acuerdo en que el rol de la mujer en la
relación de pareja y en la sociedad ha sido poco privilegiado,
también es importante considerar algo que en principio
puede parecernos discordante, pero que reflexionando sobre
ello, no lo será tanto.
Esta condición de sumisión que aún hoy acepta una infinidad
de mujeres les permite de alguna incoherente manera, vivir
“cómodamente” responsabilizando únicamente al hombre de
su miserable situación.
Afortunadamente son cada día más las mujeres que están
dispuestas a asumir responsablemente un lugar justo y
participativo, tanto en la relación de pareja como en la
familia y en la sociedad. Evidentemente esta nueva
participación de la mujer está motivando grandes
transformaciones no sólo al interior de la pareja, sino mucho
más allá de ésta, cambios de actitud y comportamiento en la
sociedad en general, y particularmente en el hombre que está
siendo inducido a desarrollar una conciencia integradora,
aprendiendo a reconocer y valorar lo femenino. Tal vez el
beneficio no es aún del todo visible, sin embargo podemos
afirmar con certidumbre que en un futuro cercano la relación
de pareja será realmente pareja, y el alto índice de divorcios
podrá ser cosa del pasado.
Cuando una mujer se da por vencida es porque ya murió.
*Anónimo
El hombre en la relación de pareja
Es mejor ser hombre que mujer, porque hasta el hombre mas
miserable tiene una mujer a quien mandar.
*Isabel Allende
Un hombre no es hombre, hasta que no se descubre librando una
batalla codo a codo al lado de su mujer.
*Maya Sigala
La conducta del hombre al igual que la de la mujer ha estado
sujeta a condicionamientos culturales, sociales y educativos,
que lamentablemente coartaron durante mucho tiempo su
derecho a vincularse emocionalmente.
La expresión abierta de sus sentimientos y emociones era y
sigue siendo algo con lo que el hombre contiende por reprimir.
Su masculinidad, su fuerza y su pertenencia son puestas en
duda cuando se atreve a manifestar su amor, su felicidad y
hasta su dolor. Como si la insensibilidad fuera sinónimo de
hombría o de fuerza, la principal característica con la que se
identifica al sexo masculino. El hombre tristemente aceptó esta
condición a cambio del poder, sin darse cuenta de que al
renunciar a expresar su sensibilidad, estaba renunciando
también a manifestar su sentido de humanidad, su amor, su
respeto, su compasión, su bondad, su justicia y su
congruencia.
Tomando en cuenta los antecedentes no deben
sorprendernos las consecuencias de tal determinación. La
sociedad las padece (guerras), la familia las padece
(violencia intrafamiliar), pero sobre todo, la pareja las padece
(divorcio). El aumento indiscriminado en el número de casos
de divorcio y de violencia intrafamiliar son sólo una muestra de
lo ruinosa que puede llegar a ser la supuesta superioridad de
un ser humano sobre otro.
Tal vez la siguiente hipótesis pueda pensarse como extrema,
sin embargo motiva a la reflexión.
¿Podríamos considerar que el aumento en los casos de
violencia intrafamiliar es el resultado de la incomprensión del
28
hombre ante el incremento de la participación activa de la
mujer?
Creemos que sí. Que el atrevimiento de la mujer por lograr el
equilibrio está poniendo en evidencia la inflexibilidad y la
incapacidad del hombre para controlar adecuadamente las
sensaciones y emociones que esto le provoca. Además de
que compartir el poder y sobre todo entre “opuestos” es algo
que los seres humanos por siglos creímos utópico, irrealizable o
cuando menos nunca antes visto. Venturosamente el
desarrollo de una nueva conciencia integradora nos permite
concebirlo, desearlo y empezar a lograrlo, por lo menos en la
pareja, lo cual es un excelente comienzo.
Si bien no ha sido nada fácil para la mujer atreverse a romper
con los estereotipos impuestos injustamente por la sociedad, la
cultura y la educación. Por extraño que parezca tampoco lo
ha sido para el hombre. Éste, al igual que la mujer, ha tenido
que armarse de valor para enfrentar su historia, para
enfrentarse a sí mismo y para arriesgar su pertenencia. Porque
aunque en la actualidad son cada vez más los hombres que
colaboran con su mujer en las labores del hogar y el cuidado
de los hijos, éstos son catalogados por los partidarios del viejo
modelo (los cuales no conocen la equidad) como
“mandilones”, haciendo alusión a una posición de inferioridad
de estos ante su mujer.
No obstante un sinnúmero de personas consideran que la
posición del varón ha sido muy ventajosa. Tal vez lo haya sido
en aspectos prácticos o funcionales, pero esta condición de
supuesta superioridad ha provocado en el hombre un gran
vacío afectivo y emocional que ha limitado significativamente
su capacidad para descubrirse como un ser apto para poder
vincularse sentidamente.
Los sentimientos son inherentes al ser humano, la represión de
los mismos sólo puede generar desdicha y dolor. Por lo tanto
resulta injusto, incomprensible y muy doloroso que un hombre
no sea capaz de recibir un abrazo, un beso, una caricia o
simplemente un “te amo” de alguien quien lo ama y a quien
ama, sólo por no descubrirse como un ser sensible capaz de
corresponder.
Felizmente el viejo patrón que correlacionaba la fuerza y la
insensibilidad como sinónimos de hombría está en
decadencia. Hoy, el hombre goza de mucha mayor libertad
para expresar abiertamente sus sentimientos, y está
descubriendo que la verdadera fuerza emana del amor.
Aún hay mucho por hacer, pero hombre y mujer ya están en
acción, así que el futuro puede ser alentador.
Divorcio por amor
Una gran mayoría de personas que han enfrentado el divorcio
afirma que fue una etapa sumamente difícil, pero que
definitivamente había mejorado su vida después de éste.
Divorcio por amor, esta frase se puede considerar como
paradójica, sin embargo vamos a partir de ella con la
intención de comprender porque para muchas personas el
divorcio puede ser un primer paso hacia el amor.
Uno de los principios fundamentales para lograr relaciones
armónicas entre personas es:
“Ama a tu prójimo como a ti mismo”. (Autoestima)
Este es un principio de vida que parece fácil de entender y
también de practicar, sin embargo la realidad en las
29
relaciones de pareja y esencialmente en el rol que
desempeña la mujer dentro de ésta, nos demuestra que no es
tan sencillo.
En teoría no suena tan complicado, pero en la práctica
puede llegar a serlo, sobre todo por cuestiones psicológicas,
sociales, culturales y educativas.
Amor propio
El amor propio es el instrumento de nuestra conservación. Se asemeja
a la mecánica de la reproducción del género humano: es necesario,
nos causa placer, pero debemos ocultarlo.
*Francois-Marie Arouet de Voltaire
Por ejemplo en nuestra cultura, cuando una persona
desarrolla su amor propio, sintiéndose capaz, inteligente,
atractiva, segura, etcétera; generalmente se le cataloga
como presuntuosa o engreída y casi irreflexivamente puede
llegar a ser rechazada. Pierde su derecho a pertenecer.
Hace algunos años tuvimos la fortuna de escuchar de boca
de un empresario extranjero con un amplio currículum como
director de empresas en varios países, las palabras que dirigió
a su personal durante una convención de su filial en México.
Dijo algo más o menos como esto:
“He viajado por muchos países de América Latina y Europa
como director de esta empresa y sólo en muy pocos de ellos,
entre los cuales se incluye México, he notado que la gente se
quiere tan poco, y aun teniendo todos los recursos
intelectuales y físicos, no logran tener éxito”.
Y compartió una experiencia:
El otro día escuché por casualidad una conversación que
sostenían tres de las secretarias que aquí laboran,
comentaban acerca de una nueva asistente de contabilidad
que recién contratamos, que por cierto en mi opinión, es una
chica muy simpática, atenta e inteligente. Sin embargo mi
concepto no coincide con el de estas secretarias, porque ellas
estaban planeando cómo hacerle imposible su estancia en la
empresa. Incluso hasta la forma como sonreía les molestaba,
tanto, que escuché cuando una de ellas decía: -“pues hay
que tirarle los dientes a ver si sigue sonriendo igual”– Lo triste es
que en lugar de reconocer lo mejor en ella y tratar de
aprender cómo lo hace, estaban tratando de afectarla.
Ciertamente esa es una actitud conocida. ¿Cuántas veces
hemos escuchado o nosotros mismos hemos criticado a
personas exitosas, sólo por el hecho de serlo? Inclusive antes
de conocerlas siquiera.
El amor propio es la base de la seguridad y la confianza
personal. Desafortunadamente no todos hemos tenido la
suerte de crecer en un ambiente donde se promueva y se
valore. Incluso hasta la forma como nos comunicamos
muchas veces llega a ser contraproducente.
Un elemento esencial para el desarrollo del amor propio es la
aceptación de los padres y también una comunicación
positiva.
Comunicación y amor propio
Los seres humanos así como los seres vivos en general
necesitan comunicarse para sobrevivir. En la actualidad la
comunicación es reconocida como el instrumento más
poderoso que existe.
El ser humano ha encontrado múltiples formas de
comunicarse, la más generalizada por su eficacia es a través
de palabras tanto verbales como escritas, pero también
30
existen otras formas de comunicación que llegan a producir
respuestas incluso más eficaces. Esta comunicación puede ser
a través de signos, símbolos, gestos o expresiones faciales,
movimientos corporales y más. Se dice que el éxito de la
comunicación está dado por la respuesta que se obtiene.
Hay un ejercicio de comunicación muy sencillo que
aprendimos hace ya algún tiempo en un taller sobre el
desarrollo de la Conciencia de Prosperidad. Éste consistía en
elegir al azar una pareja en el grupo, una vez formadas, uno
de los integrantes debía decir al otro enfáticamente durante
dos o tres minutos, tres afirmaciones de “poder”, en este caso
particular las afirmaciones eran:
Eres Poderoso/a
Eres Creativo/a
Eres amoroso/a
En teoría el ejercicio parecía algo inocuo, sin embargo el
efecto que provocaba en cada persona y principalmente en
quien escuchaba las afirmaciones era sorprendente. Las frases
nos llegaron a conmover significativamente.
Posteriormente la pregunta al grupo era: ¿Quién de los
presentes había escuchado durante su infancia o juventud
frases como estas? Las treinta personas que estábamos ahí,
nos mirábamos inocentes e incrédulos unos a otros, esperando
que alguno se distinguiera, pero no. Entonces vino una
pregunta aún más comprometedora: ¿Quién de los presentes
le decíamos a nuestros hijos frases como estas? Una vez más
nos volvimos a mirar unos a otros, pero ya no inocentemente,
sino con un sentimiento de culpa, incluso hubo alguien que
por ahí liberó un suspiro al tiempo que decía: “Bueno yo no
tengo hijos”, sin embargo no logró escapar del sentimiento
colectivo.
Ese ejercicio nos motivó primero a usar frases de poder con
nuestros hijos y también a ser atentos en las palabras que
empleamos y la forma como estructuramos las frases o
instrucciones que les damos y que son las que utilizan la
mayoría de las personas para comunicarse regularmente con
los infantes. He aquí algunos ejemplos:
Mientras que en países de primer mundo la mayoría de los
padres cuando utilizan un sobrenombre para su hijo, lo llaman:
“Campeón”, “Tigre”, “Oso”, “Príncipe”, “Rey”
En nuestra cultura le dicen:
“Enano”, “Gordito”, “Pollito” “Pelón” “Flaquito”, “Negrito”
En nuestra cultura, cuando un niño agarra un vaso de cristal, lo
primero que se le dice es:
“No lo vayas a romper” o “No lo vayas a tirar”
En países de primer mundo le dicen:
“Sujétalo bien”
Y como estos hay una infinidad de ejemplos.
Generalmente nuestra comunicación está basada más en lo
que no queremos que suceda. Aparentemente el mensaje es
el mismo, sin embargo se ha comprobado que no es así,
porque cuando uno habla en términos de lo que no desea, la
fuerza del mensaje se centra en algo negativo. Sin embargo
hay algo más importante que esto. Se ha descubierto que
nuestro cerebro no procesa la negación de una experiencia,
luego entonces la comunicación no es eficaz.
31
Ejemplo:
No se imagine un elefante.
Seguramente lo primero que vino a su mente fue la imagen de
un elefante, lo cual es perfectamente normal a pesar de que
la instrucción fue que no lo imaginara. Incluso es probable que
tenga tiempo de no ver uno ni siquiera por televisión.
Así funciona nuestro cerebro al procesar la negación de una
acción. Primero se centra en la acción para después decidir si
hacerlo o no. Esto es mucho más claro, por ejemplo, en las
escuelas con sus poco eficaces letreros prohibitivos de:
“No correr” “No empujar” “No gritar”
- Hace algunos días fuimos invitados a un juego de fútbol del
equipo donde juega José Miguel, hijo de José Luís, un amigo
nuestro. Disputaban el campeonato de la liga infantil. El
partido había estado muy parejo y cerca del final del tiempo
regular de juego, el defensa del equipo contrario cometió una
falta dentro del área y el árbitro marcó penalti. De inmediato
uno de los niños tomó el balón con seguridad y lo colocó para
hacer el tiro.
Entonces José Luís comentó:
- Ojalá que no falle -y agregó- es que siempre los fallan.
Y justo antes de que el niño en cuestión se perfilara para tirar el
penalti, el entrenador le gritó:
- ¡Vamos Jorge! “No vayas a fallar”.
Por supuesto Jorge falló.
- No puede ser -dijo José Luís- no lo van a creer, pero
prácticamente todos en el equipo han fallado a la hora de
tirar un penal.
- ¿También tu hijo?- pregunté.
- No, él todavía no porque nunca ha tirado uno.
El juego continuó empatado y así se fue hasta la definición por
serie de tiros penales. Obviamente el ánimo de los pequeños e
incluso el de sus padres fue disminuyendo al igual que los
minutos del juego. Al final del segundo tiempo extra los
pequeños salieron del campo de juego con la cara baja,
ciertos de que no ganarían en los penaltis, y si bien sus padres
y el entrenador con palabras intentaban animarlos, las
expresiones en sus rostros decían lo contrario.
Entrenador, padres y pequeños se reunieron para definir
quiénes serían los que tirarían los penales. Los pequeños se
escondían unos tras otros para no ser escogidos. Algunos
padres alentaban a sus hijos, pero ante la historia, la pregunta
generalizada de los pequeños era: ¿Y si fallo? La respuesta era
prácticamente uniforme: No te preocupes hijo, si fallas no
pasa nada. Yo me preguntaba porqué en lugar de responder
eso, no los alentaban diciéndoles: ¡Lo vas a hacer bien! ¡Tira
con fuerza! ¡Vas a meter gol!
José Miguel jugaba como portero, así que era el único que
estaba emocionado por los penales.
- ¿Cómo estás hijo?- le preguntó José Luís.
- Contento papá, porque yo no puedo fallar y por lo menos
voy a parar uno de los tiros.- respondió.
- Tal vez pares dos,- le dije.
32
- O tal vez todos - respondió emocionado ante la posibilidad.
- ¿Y qué pasaría si además metieras uno?- pregunté.
Sonrió y de inmediato le gritó al entrenador que él quería tirar
uno de los penaltis. Así fue y aunque no ganaron el
campeonato José Miguel detuvo dos de los penaltis y metió el
que le correspondía.
La comunicación negativa empobrece. La comunicación
positiva empodera. Se dice que un buen comunicador puede
lograr casi cualquier cosa.
Pero retomando nuestro tema sobre el amor propio.
Paulina tenía 12 años de casada, una hija de diez años y de lo
único que estaba segura es de que quería divorciarse, de
hecho tenia ya algunos meses separada de su esposo, el
motivo: Maltrato físico y emocional. (Violencia intrafamiliar)
Cuando se le preguntó: ¿Desde hace cuánto comenzó el
maltrato? La respuesta fue asombrosa: “Ocho días antes de la
boda.”
- Habíamos quedado Pedro y yo de vernos el sábado para ir al
cine, pero me llamó para decirme que sus amigos le habían
organizado una despedida de soltero, le dije que estaba bien,
que entonces iría a verlo el domingo por la mañana. Así
quedamos y el domingo fui a su casa. Él todavía estaba un
poco tomado, (alcoholizado) le pregunté que si se había
portado bien y eso bastó para que se pusiera furioso, me gritó
que qué me importaba, me aventó y levantó su mano como
para darme un golpe. Salí corriendo de su casa dispuesta a
cancelar la boda, sin embargo al llegar a la mía y contarle a
mi mamá, ella me dijo que cómo se me había ocurrido
preguntarle esa tontería, que a los hombres no se les pregunta
cómo se portaron cuando van con sus amigos, que yo tenia la
culpa de que él se hubiera puesto violento y que: ¡Cómo creía
que se iba a cancelar la boda si ya estaba todo listo y
además pagado!
Después de todos estos años de maltrato por parte de Pedro y
de abnegación por mi parte, sucedió algo que me abrió los
ojos. Mi hija pintó de morado parte de la cara de una de sus
muñecas, cuando le pregunté porqué lo había hecho, me
contestó que su esposo la había golpeado por tonta.
Los relatos anteriores son solo algunas de las muchas historias
que reflejan la realidad acerca de nuestra pobre concepción
sobre el amor propio o autoestima, y si bien se cree que el
amor propio es un recurso inherente en el ser humano, éste
puede perderse como en los casos anteriores cuando no se le
desarrolla y se le valora.
Esta falta de conciencia acerca de la importancia del amor
propio puede ser una de las principales causas por las cuales
muchas personas se involucran en relaciones conflictivas,
incluso desde el noviazgo que por supuesto, no les permite
establecer relaciones armoniosas y de respeto después en el
matrimonio.
No siempre es fácil desarrollar nuestra conciencia sobre
asuntos que creemos son inherentes a la vida misma, un claro
ejemplo de esto es la salud física, mental y emocional. Si
hemos sido personas saludables creemos que así será siempre
y sin darnos cuenta vamos descuidando aspectos que con el
paso del tiempo pueden afectarnos seriamente. Todos
sabemos que tenemos amor propio, así como sabemos que
poseemos un órgano llamado corazón, pero quien más
conciencia tiene que lo tiene, es aquel que ha sentido dolor,
que ha estado a punto del infarto o que tal vez ya lo ha sufrido
y tuvo la fortuna de salir con vida. Entonces lo procura y lo
valora.
33
 En la mayoría de los matrimonios que terminan en divorcio el
maltrato mutuo sea de la índole que sea, es prácticamente
una constante. Uno o ambos miembros de la pareja han
resultado lo suficientemente heridos, como para darse cuenta
que ya no pueden más. Y no nos referimos a heridas físicas,
aun cuando en muchos casos también las hay. Nos referimos
a heridas que duelen en lo más profundo y que son difíciles de
sanar; heridas en el amor propio. Sin embargo una vez que
toman conciencia de su dolor y de lo que el amor propio
significa, el divorcio puede ser el primer paso en el camino
hacia su propio rescate.
Mario tenía ya ocho años de casado y un hijo de siete años de
edad cuando tomó la decisión de separarse.
- Me casé enamorado, los primeros meses todo iba bien, yo
tenía algún dinero ahorrado con el cual compramos un
departamento y un auto, sin embargo poco antes de cumplir
nuestro primer año de casados y ya con el compromiso del
próximo nacimiento de nuestro hijo, las cosas en mi trabajo se
complicaron. Empezamos a tener problemas económicos más
o menos importantes y aunque yo salía a trabajar con mucho
entusiasmo, la situación no mejoraba y peor aun, empezaron
las discusiones en casa. La escasez de dinero y principalmente
los constantes e incisivos reclamos de mi esposa me llevaron a
un punto desesperante. Me sentía completamente inútil e
incomprendido. Los reclamos pronto se convirtieron en
ofensas.
Encontré apoyo con mis padres. Me ofrecieron un
departamento que tenían desocupado para que nos
mudáramos y me sugirieron que vendiera el que nosotros
habíamos adquirido para que no estuviera tan presionado
económicamente. Lo hablé con mi esposa y a regañadientes
aceptó. Poco a poco me fui involucrando en nuevos negocios
y afortunadamente nuestra situación económica mejoró
radicalmente. En los siguientes dos años compramos una casa,
autos nuevos y empezamos a viajar. La intención era que
también nuestra relación mejorara, sin embargo las heridas de
las ofensas recibidas en los días difíciles estaban siempre
latentes y eran un elemento presente y constante en cualquier
discusión. El respeto hacia mi persona se había perdido hacía
tiempo y no se recuperó. Hoy, después de ocho años de un
matrimonio muy conflictivo finalmente decidí separarme por
mi bien, por el de mi hijo y quizás hasta por el de mi esposa.
En el ámbito de la terapia grupal del programa de
recuperación de Alcohólicos Anónimos, hay un par de frases
con las que se motiva a las personas a la progresión:
“El dolor es la piedra angular del crecimiento espiritual”.
“A veces para salir del hoyo, hay que tocar fondo”.
Es posible que hoy el divorcio sea “el tocar fondo” de la forma
como nos relacionamos en pareja y puede ser, si aprendemos,
el inicio del crecimiento que necesitamos para mejorar como
individuos y por supuesto como integrantes de una pareja.
La separación
Hay quienes pasan por un bosque y sólo ven leña para el fuego.
*Proverbio ruso.
Es altamente probable que en un futuro inmediato hablemos
más de separación que de divorcio, ya que dadas las
circunstancias actuales consideramos que no estamos lejos de
ser testigos de que la mayoría de las parejas se decidan por la
unión libre sin llegar a vincularse legal o religiosamente. De
cualquier modo, lo importante sigue siendo desarrollar una
nueva conciencia acerca de nosotros mismos para poder
establecer mejores relaciones humanas.
34
La opción de la separación es para la pareja enfrentada y los
hijos de ésta, una etapa intermedia que puede ser muy
benéfica además de recomendable antes de tomar la
decisión definitiva de divorciarse. El periodo de separación no
sólo les brinda cierta calma, sino que también les ofrece
espacio y tiempo que pueden ser de mucho provecho si son
utilizados para reflexionar y buscar toda la ayuda posible con
el fin de lograr conciliar aspectos de conflicto.
Se ha observado que muchas parejas que pasan por un
periodo de separación antes tomar una decisión definitiva, ya
sea que ésta fuera la de divorciarse o la de seguir juntos
trabajando por la reconciliación, lograron establecer cuando
menos una mucho mejor comunicación que les permitió
alcanzar acuerdos antes imposibles.
El periodo de separación permite también a la pareja
reflexionar sobre la forma como se han relacionado, muchas
veces dicha separación marca el término de la vieja relación
y les ofrece la oportunidad de establecer nuevas y mejores
reglas de convivencia para un mejor trato entre ellos.
Así mismo en estos casos, la separación les sirvió a los hijos
como un periodo de adaptación y de ubicación, ya que
como lo veremos más adelante en el capitulo referente a
ellos, cuando una pareja enfrenta problemas serios, los hijos se
desubican completamente dentro de su contexto familiar y
todo el orden se trastoca, y ya sea por amor o por su deseo de
ayudar, empiezan a desempeñar roles que no les
corresponden.
Se ha podido advertir que si bien las diferencias entre
separación y divorcio son principalmente del orden legal, en el
aspecto emocional existen también ciertas diferencias entre
estar separados y estar divorciados, y no obstante muchas
personas que viven ya separadas manifiestan que es igual si se
divorcian o no, argumentando que finalmente ya no están
juntos; los sentimientos experimentados por varias parejas que
han atravesado ya por este proceso, nos muestran que no
precisamente es así, ya que muchos de estos matrimonios que
finalmente deciden divorciarse, descubren que cuando llega
el momento de legalizar la separación, los embargan
sentimientos muy similares a los que experimentaron cuando
sólo se separaron.
Lo anterior se debe fundamentalmente a que muchas de
estas personas que viven únicamente separadas pueden estar
inconscientemente albergando la esperanza de que algo
suceda, algo que pueda favorecer una reconciliación, pero
una vez que firman la sentencia de divorcio sienten que la
separación es definitiva.
El Divorcio
Queremos hacer la felicidad de los que amamos; pero si no es
posible, hacemos la infelicidad. Y así hay matrimonios desavenidos
que si les ofrecieran la anulación, no la aceptarían, sólo por el gusto
de seguir atormentándose.
*Gaspar Melchor de Jovellanos
¿Mala suerte? ¿Buena suerte?
En una aldea de la antigua China vivía una familia la cual era
considerada como la más rica del lugar debido a que poseían
un caballo. El caballo les servía no sólo como medio de
transporte, sino también para llevar carga y para labrar la
tierra. Cierta noche padre e hijo al guardar su caballo
olvidaron asegurar la puerta del establo y por la noche éste
escapó. Al día siguiente por la mañana, al enterarse los
vecinos, acudieron a visitarlo y dijeron:
-“Pero hombre, que mala suerte.”
35
El padre los miró y respondió sabiamente:
- “Mala suerte, buena suerte. ¿Quién lo sabe?”
Esa misma noche despertó a la familia un gran ruido de
pesuñas contra el suelo, al asomarse pudieron ver que su
caballo que había escapado, había regresado con un gran
número de caballos salvajes tras él. Padre e hijo se levantaron
y al encontrarse los caballos en el establo de inmediato
cerraron la puerta. Ahora eran dueños de cuando menos diez
caballos. Al día siguiente por la mañana al enterase los
vecinos, nuevamente acudieron a visitarlos y dijeron:
-“Pero hombre, qué buena suerte.”
El padre los miró y dijo:
- “Buena suerte, mala suerte ¿Quién lo sabe?”
Ese mismo día por la tarde. El hijo tratando de domar uno de
los caballos, cae al suelo, el caballo lo pisa y le rompe una
pierna. Al día siguiente por la mañana al enterarse los vecinos,
una vez más acudieron a visitarlos y dijeron:
-“Pero hombre qué mala suerte.”
El padre los miró y dijo:
- “Mala suerte, buena suerte. ¿Quién lo sabe?”
Ese mismo día por la tarde, pasó por la aldea un regimiento
del ejército reclutando jóvenes para la guerra, pero al ver al
hijo con la pierna rota, no lo reclutaron. Al día siguiente por la
mañana al enterase los vecinos, acudieron una vez más a
visitarlos y dijeron:
-“Pero hombre, qué buena suerte.”
El padre los miró y dijo:
- “Buena suerte, mala suerte. ¿Quién lo sabe?”
Divorcio. ¿Mala suerte? ¿Buena suerte?...
Si antes de tomar la decisión de casarse, uno reflexionara por
lo menos el 10% de lo que reflexiona antes de tomar la
decisión de divorciarse, no tendríamos tema para este libro.
Los sentimientos son algo completamente personal. Muchas
veces son tan intensos que llegan a ser prácticamente
inexpresables. Sólo uno mismo sabe cuánto ama o cuánto
sufre, eso es incuestionable y totalmente respetable.
El divorcio ha sido siempre un tema estigmatizado
considerado convencionalmente por muchos como algo
prohibido, negativo o malo. Como si el divorcio como tal,
fuera un suceso independiente, ajeno, absoluto que llega de
pronto y acaba con una relación amorosa, respetuosa y
consistente.
Antes de abordar el tema, no queremos dejar pasar la
oportunidad de invitar a todos aquellos que están
considerando la posibilidad de divorciarse a buscar toda la
ayuda posible para rescatar su relación o cuando menos para
rescatarse a sí mismos. Con la conciencia de que el dolor, el
sufrimiento y el sacrificio, no forman parte de una sana
relación de pareja.
En la actualidad existen varios procesos psicoterapéuticos
eficaces que pueden ayudar a la pareja a conciliar
situaciones de conflicto, independientemente de que la
relación como pareja continué o no. Acotamos lo anterior
36
porque muchos matrimonios creen que acudir a terapia
garantiza su reconciliación, pero no necesariamente es así.
Desafortunadamente una gran mayoría de las parejas que
busca ayuda profesional no lo hacen, sino hasta que la
situación es ya intolerable. Aunado a esto, está el hecho
frecuente de que en gran parte de los casos solo uno de los
integrantes de la pareja tiene la disposición de que la
situación mejore, (generalmente la mujer) y esto limita
enormemente las probabilidades de regenerar de la relación.
Lo que si podría garantizarse con la psicoterapia es el
reconocimiento y la reconciliación personal.
María decidió buscar ayuda después de cinco años de una
muy conflictiva relación con Paco.
María es una mujer de treinta y dos años, proveniente de una
familia económicamente muy solvente. Estudió la carrera de
Medicina en el extranjero y se especializó en Medicina Interna.
Paco es un hombre de origen humilde, su padre se jubiló
como empleado de gobierno y su madre se dedicó siempre al
hogar. Paco estudió Medicina también y fue en el trabajo
hospitalario donde se conocieron.
María sintetizó así su propio caso después de asistir a terapia:
Desde pequeña sabía que iba a estudiar Medicina, siempre fui
una alumna destacada y ahora en mi trabajo soy una persona
muy apreciada y reconocida. Sin embargo en casa fue todo
lo contrario. Paco no perdía oportunidad para devaluar mis
logros y todo lo hecho por cualquier otra persona que no
fuera él mismo.
Nos conocimos hace siete años en el trabajo. A los pocos
meses iniciamos un noviazgo que nos llevó hasta el altar. Paco
nunca fue muy sociable y menos con mi familia, pero yo lo
justificaba porque ni siquiera con su familia lo era, incluso a
veces llegaba a hacerme comentarios negativos
principalmente sobre su padre, al cual tachaba de mediocre
y conformista. Yo entonces no me percataba de que si él era
capaz de criticar y calificar de esa manera a su propio padre
porqué no habría de hacerlo conmigo o con mi familia. Fue
justo después de casarnos, en la luna de miel que comenzó a
criticar a mi familia y a cuestionar sus comportamientos. Yo no
le di mucha importancia, pensando que había sido un simple
comentario, además que de ninguna manera deseaba tener
una discusión con él y menos en nuestra luna de miel. El
tiempo pasó y la postura de Paco contra mi familia comenzó
a ser muy radical, ya no solo no me acompañaba a visitarlos,
sino que incluso llegaba a oponerse a que yo lo hiciera. Por
supuesto que las criticas entonces ya eran desmedidas y
cuando yo le preguntaba porqué lo hacía, él se limitaba a
decirme que se había casado conmigo, no con mi familia.
Que a poco yo creía que él no se daba cuenta de que mi
familia pensaba que era muy poco para mí. (Lo cual no era
cierto) Y que si yo quería criticar a su familia lo hiciera también,
que a él no le importaba, que a él, la única persona que le
importaba era yo.
Al final siempre me convencía. Yo no quería comprender que
cada insulto de Paco contra mis padres, era un insulto contra
mí misma y menos que cada insulto contra su padre era un
insulto contra él mismo. Las cosas empeoraban a medida que
nuestra relación avanzaba, Paco cada día era más agresivo
conmigo y aunque nunca me golpeó, sus palabras me hacían
mucho daño.
En mi trabajo la situación era completamente diferente, poco
a poco comencé a ganarme el reconocimiento de mis
colegas, lo cual me llevó a asumir la jefatura de enseñanza en
otra institución médica más importante, Paco se oponía
terminantemente a que aceptara, atreviéndose incluso a
pedirme que ya no trabajara. Yo le respondía que sólo iba a
37
dejar de trabajar cuando tuviéramos un hijo, a lo que él me
contestaba exaltadamente: ¡Que para qué quería tener un
hijo, para que lo mantuviera mi papá!
Su deseo de imponerse aumentaba simultáneamente con mi
deseo de progresar. En mi cumpleaños treinta y dos mis padres
me regalaron un espacio en una torre médica para que
montara mi consultorio. Esa fue la gota que derramó el vaso,
Paco me dijo que se iba de la casa por un tiempo para que
yo pensara que era lo correcto. Curiosamente se fue a quedar
a la casa de sus padres. Después de unas semanas me sentí
muy sola y cedí. Le pedí que regresara. Por suerte, él me
condicionó. Sólo regresaría si yo dejaba de trabajar. Lo
platiqué con una buena amiga y esta a su vez me remitió con
una amiga de ella, psicoterapeuta de pareja.
Asistí a la terapia desesperada, pero también ilusionada. La
sesión comenzó con un par de preguntas:
- ¿Por qué estás aquí? y ¿Para qué estás aquí?
Le expliqué parte de la problemática entre Paco y yo y
después le dije que esperaba que con la terapia pudiéramos
continuar con nuestra relación. La psicoterapeuta me explicó
que posiblemente con la terapia descubriría asuntos que
podrían incluso alejarme aún más de él. Siendo honesta no era
lo que yo esperaba escuchar, sin embargo la terapeuta me
indujo mediante un ejercicio a que yo pudiera escucharme a
mí misma relatando algunos de los sucesos más importantes
que había experimentado en mi relación con Paco, tanto
buenos como no tan buenos. Conforme avanzó la sesión fui
dándome cuenta de la realidad, una que yo había elegido no
mirar durante años. Al final, la psicoterapeuta me dijo:
- Invita a tu marido para la siguiente sesión, si no quiere venir,
dile que yo te dije que sabia que no aceptaría.
Hablé con Paco y lo invité a asistir conmigo a la terapia, al
principio no aceptó, pero cuando le dije que la
psicoterapeuta me había asegurado que no aceptaría,
entonces accedió. Asistimos juntos a la siguiente sesión. La
psicoterapeuta lo hizo pasar primero. La entrevista con Paco
fue muy breve, al salir me miró molesto y me dijo que la loca
era yo, me quedé desconcertada, de inmediato le pregunté a
la psicoterapeuta qué había pasado.
- Tú conoces a tu marido, ¿Qué crees que pudo haber
pasado?
- Pensé que me ibas a ayudar,- dije.
- Si tú lo deseas, te puedo apoyar,- me respondió.
Me quedé a la terapia aunque mi mente no estaba del todo
ahí. En cuanto salí llamé por teléfono a Paco para saber que
había pasado. Me dijo que la que estaba mal era yo y que a
lo único que había ido conmigo a la terapia era a poner a la
loquera en su lugar. Yo simplemente corté la llamada.
Asistí a tres sesiones más y entre la reflexión y el tiempo,
descubrí que mi relación con Paco era más una ilusión que
una buena relación. Y recordé una frase que siempre dice mi
madre: “Los milagros ocurren, siempre y cuando uno crea que
ocurren”. Yo creía que podría ocurrir, pero Paco sólo creía en
sí mismo. Poco tiempo después le pedí el divorcio y aunque se
negó, al final tuvo que ceder.
Generalmente al asistir a una terapia psicológica pueden
descubrirse cosas que hasta antes permanecían ocultas; y
pueden ser éstas las que originen comportamientos poco
sanos para la persona. Ahora bien, independientemente de
que se asista a una terapia individual, de pareja, familiar o
38
grupal, el objetivo en cualquier caso es el mismo, el desarrollo
del individuo y su sana integración.
Después de un evento traumático siempre hay daños que
subsanar. La separación y/o divorcio se conforman no por
uno, sino por una serie de eventos que dañan profundamente
a la pareja y a los hijos. De tal forma que el resarcimiento de
los daños es imprescindible para evitar en todo lo posible
afectar mayormente a los pequeños.
La manera más eficaz de encontrar la solución a un conflicto
es que exista por lo menos una mínima disposición por parte
de los involucrados para buscarla.
El divorcio como tal no es más que un trámite legal y así como
la firma del acta de matrimonio no garantiza una relación
amorosa y duradera entre los contrayentes, tampoco la
diligencia del divorcio garantiza el finiquito definitivo de los
conflictos entre éstos.
Como lo mencionamos con anterioridad nuestra intención no
es manifestarnos a favor o en contra del divorcio, mucho
menos situarnos como jueces cuestionando o validando las
razones que pueden llevar a una pareja hasta el punto de
quiebra, sino simplemente analizar el tema del modo más
objetivo posible, aportando un enfoque práctico con la
finalidad de despertar la reflexión en cada uno de los lectores,
confiando en que son sobradamente capaces y responsables
para generar su propia opinión, y buscar y encontrar su propia
solución.
Desde lo mas profundo del ser, los humanos estamos
orientados naturalmente hacia la relación de pareja y no sólo
por razones de índole sexual y reproductivas, sino también
para establecer vínculos emocionales. Por tal motivo nos
embarcamos en esa empresa llenos de expectativas,
invirtiendo no sólo amor, también sueños, fe, confianza y
muchas emociones más. De ahí que resulta inaceptable la
opinión de aquellos que se atreven a declarar que el divorcio
es el camino más fácil para las parejas que se encuentran en
problemas. Hasta ahora no hemos conocido a ninguna
persona que haya pasado por el divorcio sin haber sentido un
dolor profundo.
Una de las principales complicaciones que enfrenta una
persona que está considerando divorciarse, es el sentimiento
de culpa. Este sentimiento es el que provoca que muchas
personas decididas a divorciarse, no lo hagan sin antes
haberse condenado a sufrir lo suficiente como para justificarlo.
Sólo de esta forma sienten que pueden separarse con la
conciencia más tranquila.
El divorcio no es el mejor camino, pero mucho menos lo son: la
violencia, el abandono, la indiferencia, la desigualdad, el
desamor, etc.
La invitación es primero a reconocer y dimensionar la
importancia que tiene el divorcio dentro de la sociedad
actual, y segundo ofrecer un punto de vista alternativo que
nos permita reestructurar y comprender mejor un fenómeno
de tanta trascendencia, que ha alcanzado todos los estratos
de nuestra sociedad.
Cuando se habla de divorcio un sin fin de opiniones se hacen
presentes, una de las cuales comienza a generalizarse y a
usarse como justificación ante dicho fenómeno, y es la
siguiente:
“Los seres humanos no estamos hechos para compartir nuestra
vida siempre con la misma persona.”
39
Hay algo de certeza en la anterior afirmación, pero no desde
el escuetismo con el que muchos expresan la frase.
La vida misma implica un constante cambio, la evolución es
inherente a nuestra naturaleza, de ahí que consideramos que
el desarrollo personal y el respeto a la individualidad son
esenciales para la relación de pareja. Una persona en
constante evolución de ningún modo es la misma persona y
esto la prepara para el incesante intercambio que exige la
vida en pareja.
El divorcio en la etapa media del matrimonio
“El alto índice de divorcios se debe principalmente a que los
jóvenes no saben lo que quieren”, opinan algunos.
No es tan simple, ya que no sólo las parejas jóvenes se están
enfrentando al divorcio.
Los jóvenes de hoy, (más que los de ayer) ciertamente saben
lo que quieren, el inconveniente se origina cuando la joven
pareja descubre que no quieren lo mismo y peor aun, cuando
descubren que no desarrollaron los suficientes elementos para
negociar, respetar y establecer acuerdos que permitan el
crecimiento de ambos como individuos.
A medida que una incipiente relación avanza, la joven pareja
va dejando atrás todas las cosas que tienen que ver con la
funcionalidad de su vida en común, sin embargo durante este
proceso también va descubriendo aquellas cosas que los
hacen diferentes, por lo que deben ir diseñando formas de
afrontar los desacuerdos. No obstante, lo mas probable es que
en esta fase inicial de la relación, la joven pareja evite tener
cualquier discusión abierta sobre sus diferencias y prefiera
cada uno romper sus propios límites pasando por encima de sí
mismos, cediendo terreno antes que herir los sentimientos de la
persona amada.
Sin embargo esta no es la mejor forma de hacer frente a los
desacuerdos, ya que con el paso del tiempo y sin darse
cuenta, esas evitadas discusiones y esa permisividad se
convierten en detonantes ocultos de estados de irritabilidad
que logran provocar serios conflictos en la relación.
Y como lo mencionamos antes, el divorcio no es propio sólo
de parejas jóvenes o con pocos años de matrimonio. También
muchas parejas con diez, quince o más años de matrimonio
llegan a enfrentar serias dificultades. Indudablemente,
numerosas parejas que han alcanzado este período medio de
su vida en común, pueden disfrutar de los logros alcanzados y
de la libertad que les brinda el que sus hijos ya adolescentes
no les demanden tanta atención. Pero para muchas otras
parejas este puede ser un periodo sumamente difícil, ya que la
desilusión por las ambiciones no consumadas puede también
hacerse presente.
Así mismo puede darse el caso de que el marido haya podido
obtener éxito profesional y laboral, situándose como un
hombre importante fuera de casa. Mientras que en ésta, el
trato con su pareja sigue siendo el mismo que cuando él no
era tan importante, (reconocimiento) esto puede llegar a
generar también ciertas tensiones.
Si a lo anterior le agregamos que un hombre que ha
alcanzado la mitad de su vida y ha logrado tener éxito se
vuelve mucho más atractivo para las mujeres jóvenes, el riesgo
de conflicto aumenta. Sobre todo porque esta es una prueba
que no muchos hombres logran superar, y terminan
involucrándose en situaciones que dañan profundamente su
matrimonio.
40
En contraste, el rol que ha desempeñado la mujer
mayormente, es al interior del hogar, participando
activamente en la educación y el cuidado de los hijos, y
siendo un apoyo también para el éxito de su pareja. Sin
embargo esta labor la deja fuera del contexto exterior en el
que se desenvuelve su marido, limitándola a sentirse sólo
como madre y ama de casa, que a pesar de ser una
responsabilidad compleja y extenuante, es considerada
muchas veces como irrelevante, sin reconocimiento. Esto
puede llevarla a un estado de profunda frustración.
Ahora, están los casos en los que ambos integrantes de la
pareja están tan entregados a alcanzar el éxito profesional
deseado, que imperceptiblemente van descuidando su
relación como pareja y no obstante, en apariencia pueden
ser matrimonios muy funcionales. Con el paso de los años, al
volver su atención a la relación amorosa, descubren que no
hay tal y que lo único que han logrado es el tan deseado éxito
profesional. Esto en muchos casos los lleva hasta el
rompimiento.
También se ha observado que el trascender un conflicto en la
etapa media del matrimonio o más allá de ésta, puede ser
mucho más complicado que el resolverlo cuando éste
atraviesa por sus primeros años. Sobre todo porque los
conflictos con los que se enfrenta una pareja joven son
principalmente de funcionalidad. Es decir: sobre temas como
donde vivir, las visitas a los padres, las salidas con amigos, la
división de los quehaceres, la administración de los recursos,
etc.
Pero los conflictos con los que se enfrenta una pareja que ha
llegado ya a la etapa media o la ha superado, más que de
funcionalidad son de individualidad. Aquí ya no se trata de
resolver asuntos comunes, sino que las cuestiones son mucho
más intrincadas y personales. El individuo se cuestiona sobre su
vida misma, sobre sus logros, sobre sus sentimientos, en esta
etapa a diferencia de los primeros años juntos, la pregunta
entre ellos (aunque no se exprese) no es: ¿Me amas? Sino más
bien: ¿Te amo?
Las parejas que han superado ya su vida media juntos tienen
pautas bien establecidas que los han librado de conflictos
anteriores, pero muy probablemente no aplicarán de igual
forma para superar los problemas que se les presenten en esta
etapa.
Una de las pautas típicas e inconscientes de muchas jóvenes
parejas para evitar enfrentar sus desacuerdos es que la
relación gire en torno a los hijos, lo cual seguramente
provocará problemas durante el periodo medio de la relación
y más allá de éste. Porque una vez que los hijos han crecido,
son suficientemente independientes y están próximos a salir de
casa, los padres de pronto se encuentran solos como pareja y
se percatan de que el único tema de conversación que
tenían, era el referente a sus hijos. Frecuentemente estas
parejas se descubren disputando sobre situaciones no
resueltas en el pasado, pospuestas por la llegada de los hijos.
Esta es otra de las razones por las que llega a ser común el
divorcio en la etapa media o más allá de ésta, porque
cuando los hijos son menos dependientes y se van, se llevan
con ellos el único eslabón que mantenía unida la relación
entre sus padres. (El nido vacío)
Gloria estaba por cumplir veinticinco años de casada
cuando…
- Al principio no sabía con certeza qué me pasaba. Cuando
mi primera hija se fue de la casa a estudiar fuera del país, más
allá del sentimiento de tristeza que me embargó por su
ausencia, sentí un profundo temor de pensar que pronto su
hermana también seguiría sus pasos. Así fue, dos años después
41
mi hija menor me informó que se casaba y lo que en principio
fue sólo un pensamiento se convertía en realidad, el temor se
hizo presente, me quedé sin mis dos hijas y me encontré sola
con mi marido. Él trabajaba prácticamente todo el día,
mientras tanto yo aprovechaba para arreglar la casa y los
pendientes de ésta principalmente. Mi marido llegaba y como
siempre le servia de cenar. Durante la cena él me
cuestionaba como si estuviera supervisando mis funciones, yo
le informaba y después nos acostábamos a ver televisión
prácticamente sin hablar hasta quedarnos dormidos. Después
de varios meses de la misma rutina, la tristeza y el hastío
invadieron nuestra casa. Me sentía completamente sola,
como si mi misión en la vida hubiera terminado. Mi
desesperación era evidente, mi marido me decía que era la
menopausia y que era una exagerada, hasta que una vecina
me recomendó que fuera con su psicoterapeuta y sin
pensarlo, al día siguiente acudí a mi primera cita.
Comenté a la psicoterapeuta mi sentir, me desahogué y
regresé a casa mucho más tranquila. Después de varias
sesiones descubrí que mi temor principal era encontrarme sola
con mi marido. Yo me sentía animada y motivada a intentar
casi cualquier cosa para salir de la rutina que había invadido
mi matrimonio. Hice un plan para que por lo menos una vez a
la semana saliéramos a cenar juntos, al cine o algún lugar,
pero sólo lo hicimos un par de veces, luego el argumentó que
tenia mucho trabajo y empezó a llegar una hora o dos más
tarde. Ante esta evidente negativa a compartir conmigo, lo
invité a un par se sesiones con la psicoterapeuta, accedió más
por mi reiterada insistencia que por gusto propio. Según él no
teníamos ningún problema. Continuamos así un año más y
poco antes de nuestro veinticinco aniversario y aprovechando
que surgió la plática del festejo, le dije con la intención de ver
cuál sería su reacción: Que no se preocupara por el festejo,
que probablemente no llegaríamos juntos a esa fecha. A lo
que él contestó:
- ¿Qué, me piensas dejar?
Yo no respondí, sólo me quedé mirándolo. Dio media vuelta y
dijo con tono despectivo:
- A estas alturas ya para qué. Te hubieras ido hace veinte
años.
Al siguiente día me fui de la casa.
Uno de los pocos sucesos en la vida de los seres humanos que
implica tantos sentimientos es el divorcio. Éste traspasa las
fronteras de la pareja y de la familia, incluso llega a afectar
hasta a las familias de origen y también a las amistades
mutuas. De ahí su complejidad e importancia. Y a diferencia
del matrimonio que está motivado por el amor y los más
nobles sentimientos, el divorcio generalmente está motivado
por los más tristes y dolorosos sentimientos.
El divorcio es la consecuencia de una serie de eventos
punzantes para la pareja y éstos, todavía lo son más, si
consideramos que la gran mayoría de las personas que
deciden unirse en matrimonio comparten el sueño de
permanecer juntas el resto de sus vidas.
Para muchos el divorcio es el resultado del deterioro de la
relación de pareja. Es cuestionable, porque una gran mayoría
de las parejas comienzan su relación deterioradamente. En tal
caso podríamos decir que el divorcio es más bien es el
resultado del poco conocimiento que la persona tiene de si
misma y de la carencia de recursos para comunicarse y para
respetarse, pero también es la oportunidad para aprender a
establecer nuevas, mejores y más equilibradas formas de
relacionarse.
42
En muchos casos el divorcio puede llegar a convertirse sólo en
una ilusión para un sinnúmero de personas involucradas en
una relación desdichada, sobre todo para aquellas parejas
con hijos o que ya han alcanzado una vida media juntos y una
historia compartida, pues además de armarse de valor para
enfrentar sus propios miedos, culpas, inseguridades, creencias
y más, tienen también que estar preparados para enfrentar
juicios y opiniones de muchas personas que de una u otra
forma pueden asimismo sentirse afectadas. Y por si todo esto
fuera poco existe el hecho de dialogar con la pareja para
intentar establecer ciertos acuerdos, lo cual es algo que
innegablemente ha sido muy difícil o hasta imposible de
hacer. Todo esto puede ser más que suficiente para intimidar
a cualquiera sin importar lo conflictivo de su relación. Sin
embargo, debe ser triste un matrimonio donde la ilusión de
alguno de los cónyuges sea la de divorciarse.
Pueden ser muchas y muy diversas las causas que llevan a una
pareja hacia la separación y/o el divorcio: Violencia física,
violencia emocional, económica, problemas de índole sexual,
falta de comunicación o comunicación agresiva, celos,
infidelidad, adicciones (alcoholismo, drogas, etc.), falta de
atención, de amor, de igualdad y muchas más. Todas sin
duda, razones incuestionables para quien se encuentra
inmerso en dichas circunstancias.
Para nadie resulta fácil tomar la decisión de divorciarse. No lo
es para aquellas personas que descubren que los motivos que
los llevaron al matrimonio son completamente ajenos a éste,
tampoco para las personas que sufren dentro de la relación, y
mucho menos lo es para las personas que se casan
enamoradas y llenas de expectativas acerca del matrimonio,
aunque éste no resulte ser lo que esperaban. El divorcio
encierra cuestiones mucho más recónditas que las aparentes,
una infinidad de sentimientos se ponen de manifiesto: tristeza,
dolor, miedo, coraje, angustia, odio y más. Pero tal vez el más
importante de ellos puede ser la culpa.
La culpa
La culpa es un sentimiento que posee dos características muy
particulares:
Primera: Involucra siempre a más de una persona. Incluso hay
un refrán o dicho de la sabiduría popular que reza:
“La culpa nunca cae al piso.”
Segunda: Es un sentimiento que sólo se compensa con
sufrimiento o dolor.
Esta puede ser la razón principal por la cual muchas personas
se mantienen en una relación destructiva a pesar de estar
sufriendo los estragos que implica.
- Roció tiene dos hijas, la mayor de trece años de edad y la
menor de nueve. Recién había cumplido quince años de un
muy difícil matrimonio. El problema principal era el alcoholismo
de Ernesto su marido, que se agravó durante su tercer año de
matrimonio, dice ella que por una crisis económica muy fuerte
por la que atravesaron. A raíz de esto, Roció comenzó a
trabajar como enfermera y en su poco tiempo libre preparaba
pasteles que ella misma vendía entre sus amistades, gracias a
esto pudieron sobrellevar sus problemas económicos, sin
embargo el alcoholismo de Ernesto y las consecuencias de
éste, eran cada vez más graves y frecuentes.
Después de ocho años de matrimonio la desesperación y la
desilusión formaban parte de la familia. Algunas amistades le
preguntaban a Rocío si ya había considerado la posibilidad
43
de divorciarse, sin embargo ella de inmediato rechazaba esa
posibilidad argumentando que “había jurado estar con él en
las buenas y en las malas” (sacrificio). Proveniente de una
familia católica muy conservadora, el divorcio era
considerado casi una fatalidad y prácticamente no existía
razón que alcanzara para justificarlo. Así pasaron los años y
aunque el sufrimiento crecía a la par de sus hijas y de la
enfermedad de su marido, esto aún no era suficiente.
Cierta noche Ernesto llegó a la casa acompañado de un par
de amigos a seguir la borrachera, Roció tenía que cubrir el
turno de la noche en el hospital donde trabajaba, así que dio
de cenar a sus hijas y les preparó sus camas para que se
acostaran. Cuando regresó eran casi las siete de la mañana,
la puerta principal estaba abierta. Inquieta entró rápidamente
a la casa, en la sala encontró a Ernesto tirado en el piso
completamente ebrio, corrió a la habitación de sus hijas y vio
a la menor durmiendo bajo la cama, pero su hija mayor no
estaba en la habitación. De pronto escuchó el llanto de ésta,
la encontró en el baño envuelta en una toalla llorando sin
parar, había sido violada por uno de los amigos que Ernesto
invitó la noche anterior.
Ahora el dolor y el sufrimiento eran suficientes para compensar
y compartir la culpa. Esa misma mañana se fue de la casa
junto con sus hijas.
Por fortuna cada día son menos los casos en los que las
personas se permiten llegar hasta esos extremos. Esto gracias a
que en la actualidad el estigma que pesaba sobre el divorcio
está desapareciendo y la sociedad está tomando conciencia
que el divorcio es un fenómeno social mundial, originado
principalmente por la necesidad de los seres humanos de
encontrar mejores y más equilibradas formas de convivencia
que nos lleven a establecer relaciones de amor, de respeto y
equidad con nuestra pareja.
El divorcio como posibilidad
Hace algunos días en una reunión surgió el tema del divorcio y
causó cierto debate entre los ahí presentes. Escuchamos un
par de comentarios que llamaron especialmente nuestra
atención. El primero fue dado por un religioso católico y el
segundo por un abogado. Curiosamente coincidían en gran
parte. La pregunta fue la siguiente:
¿Cómo la posibilidad del divorcio puede afectar a las parejas
que sostienen una buena relación?
La respuesta del religioso fue literalmente esta:
El que las parejas cuenten con la posibilidad del divorcio
comienza a afectar la relación desde el principio,
independientemente de que se amen y se sientan unidos. Y
continuó diciendo: La posibilidad de divorciarse no permite
que las parejas se entreguen totalmente.
El abogado respondió así al mismo cuestionamiento:
La tasa de divorcios en países que han promulgado una ley de
divorcio es muy alta. Debe haber una relación intima entre la
promulgación de dicha ley y el hecho de que las parejas
opten por divorciarse. Y mencionó algunas de esas naciones:
Reino Unido, Suecia, Holanda, Estados Unidos.
No es una opinión que compartamos, porque el hecho de
pensar que la posibilidad del divorcio no permite a la pareja
entregarse por completo a la relación, seria como pensar que
la certeza de morir, no nos permite vivir. Sin embargo le
otorgamos su crédito al reconocer que nos puso a discurrir y a
investigar más sobre el tema.
44
Otros países que han promulgado una ley de divorcio son:
Dinamarca, Canadá, Bélgica, Alemania, Australia… La gran
mayoría de éstos, pertenecen al bloque de naciones
conocidas como desarrolladas o de primer mundo, en las
cuales por supuesto, existe mucha mayor conciencia acerca
de la igualdad de géneros. Las mujeres tienen más
posibilidades de desarrollarse tanto profesional como
laboralmente, y esto les permite su autonomía económica,
que como bien sabemos es una razón poderosa que
mantiene a muchas mujeres de países menos desarrollados
soportando situaciones lamentables dentro de su relación.
Aprovechando el dato sobre los países que cuentan con la ley
de divorcio, qué mejor modelo que éste para validar nuestra
hipótesis. Aun estas sociedades no escaparon a la necesidad
de establecer mejores acuerdos para regenerar las relaciones
entre la pareja.
Es cierto que en estos tiempos el índice de divorcios es muy
alto, pero si creemos que es porque existe la posibilidad del
mismo, sería devaluar completamente lo hecho hasta ahora
por infinidad de personas y especialmente por muchas
mujeres que se han preocupado y ocupado porque las
relaciones entre ambos sexos sean de mucho mayor respeto e
igualdad.
También es innegable que existen muchos matrimonios
equilibrados cuya relación está cimentada en el amor, el
respeto, la comunicación, la confianza, etc., donde la pareja
comparte derechos y responsabilidades, logrando establecer
y conservar un buen matrimonio, y el divorcio no es ni siquiera
considerado como opción.
Todavía hasta hace algunos años había varios países que se
oponían terminantemente al divorcio. Algunos en extremo no
permitiendo el divorcio prácticamente por ninguna causa y
otros aprobándolo sólo cuando las causales fueran realmente
graves. Sin embargo estas naciones tampoco escaparon a la
necesidad del ser humano por establecer nuevas y mejores
formas de relacionarse en pareja.
En los países donde el divorcio era casi imposible la gente se
las ingeniaba para anular sus matrimonios, en algunos casos
falsificando documentos, en otros comprando testigos que
declararan falsamente, y una gran mayoría simplemente
separándose.
Malta es uno de los pocos países donde todavía no se admite
el divorcio. En Chile, en mayo del 2004, finalmente, y después
de más de un siglo de prohibición, la Ley Chilena de
Matrimonio Civil permite que éste se lleve a cabo.
En los países en los que el divorcio estaba condicionado sólo a
causales graves, los juicios se tornaban en disputas muy
cruentas que producían serios daños a todos a los
involucrados, provocando con esto un importante aumento
en el índice de problemas de adicción y violencia entre los
jóvenes.
Lo anterior nos lo confirmó durante una plática un amigo que
estudió Leyes.
En principio yo deseaba especializarme en Derecho Civil, pero
conforme me fui adentrando en la materia, me di cuenta que
la carga principal del trabajo de un abogado civilista tiene
mucho que ver con asuntos familiares y particularmente con
divorcios, y para mi buena o mala fortuna, la mayoría de los
casos de divorcio a los que me tocó asistir me parecieron
demasiado violentos. Así que mejor me decidí por el Derecho
Penal.
Generalmente en un juicio penal hay un presunto responsable
al que hay que defender de un hecho en particular. Pero en
45
un juicio de divorcio, no hay sólo un presunto responsable,
(aunque los implicados crean que sí y hagan hasta lo
imposible intentando demostrar que es el otro) ni tampoco
una acción en particular, así que todo hecho,
comportamiento, actitud y mas, pueden ser cuestionables y
usados en contra. En los alegatos de divorcios difíciles
podemos escuchar cualquier cantidad de injurias sin importar
la presencia de los hijos o de los padres de los involucrados, los
cuales, inclusive, muchas veces llegan hasta a ser utilizados
para denigrar al otro.
Pedro y Lucia decidieron después de quince años juntos y de
haber procreado una hija, entonces con trece años de edad,
que lo mejor era divorciarse. Y si su matrimonio había sido
difícil, su divorcio resultó trágico.
La relación de pareja nunca había sido una prioridad para
ninguno de los dos, en lo único que habían estado de
acuerdo desde el principio era en trabajar arduamente. Así lo
hicieron y al paso de los años lograron hacerse de varias
propiedades y un buen capital, sin embargo la relación
emocional entre ellos y con Laura su hija, más allá de la
indiferencia inicial comenzó a tornarse insoportable.
Finalmente tomaron la decisión que habían venido
postergando, divorciarse.
Intentaron acordar sobre la repartición de los bienes, pero no
lo lograron, pues siendo éste un tema primordial para ambos,
la situación comenzó a complicarse. Cada uno por su cuenta
contrató a un abogado. Se reunieron un par de veces y no
logrando acuerdo alguno, los dos demandaron el divorcio
necesario. Tanto uno como el otro argumentaron sentirse
profundamente ofendidos. Se culpaban mutuamente de
infidelidades, maltrato físico y emocional. Ella lo acusaba de
alcohólico y golpeador. Él de adúltera y de enferma mental
(neurótica). En la primera audiencia el juez amablemente los
conminó a que llegaran a un acuerdo, pero su esfuerzo fue
inútil, tan es así que Lucia perdió el control varias veces
llegando incluso a ofender hasta al juez, lo cual reforzó el
alegato de Pedro. Sin embargo lo peor estaba por venir. Para
la segunda audiencia, al sentir que no le había ido bien en el
primer encuentro, Lucia acordó con su abogado presentar a
su hija Laura como testigo para que reforzara su posición, no
sin antes haberla aleccionado para que declarara falsamente
en contra de su propio padre. Así sucedió, la niña obligada
por su madre y con profundo dolor, declaró contra su padre.
Esa noche ambos recibieron una dura lección. Su hija Laura se
suicido.
Si por sí solo el divorcio provoca un profundo dolor a todos los
implicados, el conflicto los puede llevar al límite de la cordura
y provocar daños irreparables en su interior, especialmente en
el caso de los hijos, sin importar lo pequeños o grandes que
sean.
En México, La Suprema Corte de Justicia de la Nación
estableció que antes de que se llame a un pequeño a
testificar en el juicio de divorcio de sus padres, deben
estudiarse los posibles daños psicológicos que eso le
ocasionaría. La salud mental de los menores es una garantía
individual protegida por el artículo cuatro constitucional y la
Convención de los Derechos del Niño.
En Alemania como en algunos otros países de primer mundo
se ha tomado una postura inteligente con respecto a los
juicios de divorcio. Se les conmina a los implicados a no llegar
a extremos más dolorosos. Si ambos cónyuges desean el
divorcio por los motivos que sean, no son necesarias más
razones. En el entendimiento de que una vez que se llega
hasta este punto, lo mejor es alcanzar acuerdos benéficos
para todos. De tal forma que se ha eliminado de los fallos de
divorcio todo detalle tortuoso o humillante y, en caso de tener
46
hijos, ambos padres tienen el mismo derecho a mantener
contacto con sus pequeños.
El término “divorcio” se define como: La disolución legal del
vínculo matrimonial, y literalmente, no es más que eso.
Por supuesto que no hay que ser un experto o un gran
estudioso del comportamiento para correlacionar al divorcio
con los problemas sociales más frecuentes, (alcoholismo,
drogadicción y delincuencia juvenil) pero tampoco hay que
serlo para darse cuenta que el divorcio es o intenta ser la
conclusión de una serie de situaciones dolorosas por las que
atraviesa no sólo la pareja.
Una pareja no se divorcia solo por que sí, porque se le ocurrió.
Se divorcia mayormente porque las situaciones conflictivas
entre ambos son prácticamente inaguantables, incluso hay
infinidad de casos en los que las parejas se mantienen unidas
a pesar de estar padeciendo los estragos de una relación
miserable. Obviamente esas situaciones conflictivas acarrean
graves daños no sólo al matrimonio, sino también a los hijos,
decidan o no divorciarse.
Luego entonces, no es precisamente el divorcio el origen de
nuestros problemas sociales como muchos han señalado.
Existen muchas razones, pero entre éstas, algunas de las más
trascendentales pueden ser: La falta de respeto, la poca o
nula comunicación, la falta de atención, la comunicación
negativa (gritos, insultos, amenazas, situaciones frecuentes en
innumerables parejas y familias que viven enfrentadas, ya sea
que estén atravesando o no por el divorcio).
Una prueba fehaciente de esto nos la proporciona uno de los
temas que también recientemente ha cobrado capital
importancia, no por ser un tema nuevo, sino más bien por ser
un tema ignorado por años, pero que hoy se le reconoce, y en
un sinfín de casos llega a ser una de las principales causas de
divorcio.
Violencia intrafamiliar
“La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos
que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en
el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría en
derredor nuestro, precisamos que toda familia viva feliz."
*Madre Teresa de Calcuta
Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos.
*Indira Gandhi
En muchos países las Comisiones de Derechos Humanos están
pugnando porque se agilicen al máximo los casos de divorcio
donde la causal sea la violencia intrafamiliar.
En México el Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar
informa que las mujeres son las víctimas en la gran mayoría de
los casos (85.6 %); siete de cada diez son agredidas por el
cónyuge (61.7 %) y (14.2 %) por el excónyuge. Hasta hace
pocos años estos ultrajes eran considerados normales por
importantes sectores de la sociedad.
La violencia intrafamiliar por definición incluye todas las formas
de abuso de poder o maltrato sea este:
Físico: Golpes, patadas, rasguños, mordidas, empujones,
jalones, apretones, reclusión, etc.
Moral y/o psicológico: Humillar, ridiculizar, ironizar,
comunicación paradójica, chantaje, incongruencia, insultos,
amenazas, indiferencia, silencio verbal, celos, aislamiento,
poca o nula libertad familiar y social, vigilancia, desacreditar,
etc.
47
Económico: Restricción en el uso del dinero, prohibición a
trabajar como medida de control y dependencia,
condicionamiento monetario, etc.
Sexual: Imposición a tener relaciones sexuales contra la propia
voluntad, imposición o prohibición del uso de anticonceptivos,
presiones para engendrar o abortar, etc.
El abuso o maltrato es causado por alguno de los miembros de
la familia en perjuicio de uno o más miembros de la misma.
El que ejerce la violencia es el miembro con más poder dentro
del orden jerárquico de la familia. En una cultura patriarcal es
virtualmente el hombre el primero en el orden, de ahí que sea
éste el responsable directo en la mayoría de los casos de
violencia intrafamiliar. Las mujeres se destacan como el
objetivo principal del abuso. En primera instancia la esposa o
la pareja, seguida por las hijas y después los hijos, los ancianos
y los pluses válidos.
Recientes datos demuestran que existe una íntima relación
entre el nivel de preparación de las mujeres, los eventos de
violencia contra las mismas y los casos de divorcio.
Concluyendo que a mayor nivel de preparación, menor índice
de violencia y mayor índice de divorcios.
Debido a la alta incidencia de violencia contra las mujeres, se
ha hecho preciso definir específicamente el tipo de violencia
que éstas sufren. En principio se determinó como violencia de
género y de ésta derivó la violencia doméstica, conyugal o en
la pareja. Este tipo de violencia, según estadísticas
internacionales, se ejerce prácticamente de forma
unidireccional: Del hombre hacia la mujer. La violencia
doméstica, conyugal o en la pareja se lleva a cabo
principalmente al interior del hogar, pero también más allá de
las fronteras de éste, ya que el espacio donde conviven
puede considerarse como todo aquel donde ésta interactúa.
Y para estos efectos se considera como pareja aquellas
personas que sostienen o han sostenido una relación afectiva
importante, sea en matrimonio, unión libre o noviazgo.
En la actualidad la violencia intrafamiliar ha alcanzado cifras
alarmantes al igual que muchos de los problemas que ésta
origina: Alcoholismo, drogadicción, delincuencia juvenil,
depresión, ausentismo escolar e incluso suicidios, se hacen
presentes no sólo en la mayoría de los matrimonios que
terminan en divorcio, sino que tristemente también en muchos
matrimonios y familias que permanecen unidas a pesar estar
sufriendo las terribles consecuencias que la violencia
intrafamiliar provoca.
Tomando en cuenta lo anterior, resulta paradójico e
incongruente cuando ciertas doctrinas religiosas que profesan
principios como el amor, el respeto, la igualdad, la paz, etc.,
se oponen terminantemente a la separación de matrimonios
que de manera abierta no respetan tales principios.
Tal vez ésta sea una de las razones por la cual cada día más
jóvenes están dejando de darle importancia a la ceremonia
religiosa.
Pero más allá de la inflexibilidad de sus políticas como
institución y apelando a la indudable conciencia y sentido de
humanidad de quienes la conforman, es muy importante que
los guías religiosos se preparen para brindar un apoyo efectivo
y objetivo, porque así como mucha gente recurre a una
terapia psicológica, otra recurre a sus guías espirituales en
busca de ayuda.
Sin duda alguna el divorcio es uno de los temas más
importantes y que genera mayor controversia en la
actualidad. Considerado por quien no lo ha vivido como una
48
salida fácil, pudo ser para quien ya lo vivió, no una salida fácil
sino una salida de emergencia.
La breve duración de los matrimonios, ha inducido a un hotel en las
Cataratas del Niágara reconocido por ser un lugar luna mielero, a
redactar el siguiente letrero: Pase su segunda luna de miel con
nosotros el siguiente año. Obtenga el 20% de descuento si viene con
la misma pareja.
Los hijos y el derecho de pertenencia
No sé bien, si el primer derecho al que un ser humano tiene derecho,
es a vivir o a pertenecer. Lo que si sé, es que no existen el uno sin el
otro.
*Alberto Romero
Muchos de los más grandes conflictos de la humanidad han
sido provocados precisamente por la violación al derecho de
pertenencia.
La naturaleza nos dota de ciertos derechos innegables y uno
de éstos es el derecho a pertenecer.
Naturalmente pertenecemos en principio al conjunto de los
seres vivos, en seguida a la especie humana y
subsiguientemente, como mujeres u hombres al género
masculino o femenino. Sin embargo el ser humano se ha
encargado de crear una serie de subdivisiones que han
condicionado y complicado sobremanera la sana
convivencia entre las personas. Cuestiones de género,
raciales, culturales y económicas, han sido manipuladas para
establecer grupos segregacionistas. Al grado tal que parece
que se ha olvidado nuestra original pertenencia.
El deseo de pertenencia ha motivado al ser humano a hacer
lo que sea necesario para identificarse, integrarse y
pertenecer. Y una forma muy eficaz que hemos descubierto
para lograr pertenecer es la de asistir o colaborar. Ya que:
Colaborando pertenecemos.
Eso es precisamente lo que hicimos nosotros en su momento y
lo que hacen los hijos cuando llegan a integrarse al núcleo
familiar. De una u otra manera, algunas veces consciente y las
más de las veces inconscientemente, los hijos participan
ayudando a resolver situaciones intrínsecas a la relación de la
pareja, que la mayoría de las ocasiones ni siquiera tienen que
ver con ellos mismos.
Alejandro y Mayra lograron descubrir que sus hijas les
ayudaban con la carga de una relación difícil.
- Yo sabía que nuestro matrimonio no marchaba del todo
bien, ciertamente Mayra y yo no teníamos la mejor
comunicación, pero como quiera ahí la llevábamos, además
nos justificábamos comparándonos con otras parejas que
estaban mucho peor que nosotros. Sin embargo la realidad
era que nuestra relación menguaba día a día.
Cuando nació Paula, nuestra primera hija, la relación se
estabilizó un poco. Ambos pusimos toda nuestra atención en
ella y esto nos ayudó a sustraernos de nuestros problemas,
pero a los pocos meses reaparecieron acompañados de
fuertes discusiones. Casi simultáneamente a estos eventos
Paula presentó una fuerte infección de garganta que le
afectó los oídos. Esto nos llevó hasta el hospital donde
impotentes y asustados ante la posibilidad de que Paula
perdiera la audición del oído derecho, nos prometimos
mutuamente no volvernos a gritar y menos delante de nuestra
pequeña.
Nuevamente nuestra relación sé estabilizó y los dos cumplimos
lo prometido, dejamos de discutir, de hecho dejamos casi de
49
hablarnos, prácticamente toda nuestra comunicación giraba
en torno a Paula.
Durante los siguientes ocho años me entregué al trabajo,
Paula siguió padeciendo continuamente de infecciones en la
garganta, el estómago, los oídos y más, que sorprendían hasta
al pediatra y si bien no llegaban a ser graves, requerían de
toda nuestra atención.
La relación entre Mayra y yo ya ni siquiera era una relación, los
únicos momentos que pasábamos juntos eran cuando Paula
enfermaba o cuando la paseábamos los fines de semana.
Decidido a cambiar esta situación hablé con Mayra y
acordamos intentarlo una vez más. Antes de lo pensado
estábamos nuevamente embarazados. Meses después nació
Brenda y ésta se encargó de ayudar a Paula con su misión, en
breve Paula se tornó una niña completamente sana, pero
ahora sumamente rebelde, mientras Brenda tomaba su lugar
como una niña enfermiza. Ambas nos ayudaban a Mayra y a
mí a mantener una relación sin futuro. Dos años después nos
divorciamos amigablemente. Hoy Paula es una adolescente
contenta y Brenda una niña perfectamente sana y feliz.
En el ámbito familiar no es necesario que los hijos hagan algo
para pertenecer, (al ser concebidos ya son parte integrante)
sin embargo sucede naturalmente. Los hijos por amor y por su
sentido de pertenencia están dispuestos a darlo todo, incluso
hasta su propia vida, por el bien de sus padres y el de su
familia.
Los hijos se ocupan de ayudar con la preservación de la
familia y buscan la identificación con los integrantes de ésta,
principalmente con sus padres. Entendiendo que al
identificarse logran llegar a ser como ellos, lo cual es sano si
tomamos en cuenta que un hijo posee tanto del padre como
de la madre, y le pertenece tanto al padre como a la madre.
Así como éstos le pertenecen a él también. Sin embargo
muchos padres y /o madres que se enfrentan con las
complicaciones de una relación difícil estén enfrentando o no
el divorcio, olvidan esto y exigen a sus hijos de forma
consciente o inconsciente que no se parezcan a su padre o
madre, llegando en muchos casos a sentirse con el derecho
de quitarles la pertenencia, lo cual es naturalmente imposible
y psicológicamente grave.
Olga se separó de su marido hacia ya once años, pero no fue
sino hasta que comenzó a tener múltiples problemas con su
hijo Omar, que decidió buscar ayuda.
- ¿Cuál es el motivo de tu asistencia?
Olga - Voy a cumplir once años de separada del papá de mi
hijo. Nos divorciamos porque él era muy desobligado, además
era alcohólico y teníamos muchos problemas.
- ¿Cómo se llama el padre de tu hijo?
Olga - Se llama Omar.- Contestó haciendo una mueca de
molestia.
- ¿Cuánto tiempo vivieron juntos?
Olga - Casi cinco años.
- ¿Aún tienes contacto con él?
Olga - No, por fortuna ya no tenemos ningún contacto con él,
aunque hace como cinco años estuvo llamando a mi casa,
pero cambié el número de teléfono. De hecho para mi es
como si estuviera muerto.
- ¿Y para tu hijo?
50
Olga - Creo que para él también. Yo nunca le he mentido. Le
dije que su padre era un alcohólico, desobligado que nos
abandonó, que no le importamos y que ahora ya hasta tiene
otros hijos.
- Bien, parece que tienes todo muy claro. - Dije con cierta
ironía - Te preguntaré nuevamente ¿cuál es el motivo real de
tu asistencia?
Olga - (permaneció callada unos segundos) Es que ya no sé
qué hacer con mi hijo, desde hace prácticamente un año
estoy teniendo muchos problemas con él.
- Era de esperarse ¿No crees? Cualquiera que haya crecido
con esa historia de que su padre lo abandonó y que no lo
quiere, tarde o temprano tendría y daría problemas. ¿Cuántos
años tiene tu hijo?
Olga - Va a cumplir dieciséis. Siempre fue un niño bien
portado, pero desde que entró a la preparatoria se ha vuelto
muy rebelde, me contesta muy feo y ahora tiene fiestas todos
los fines de semana y está empezando a llegar muy tarde,
incluso la ultima vez me di cuenta que llego con un ligero
aliento a alcohol.
- ¿Y tú qué hiciste?
Olga - Yo estaba enfurecida y lo primero que se me ocurrió,
fue decirle que cada día se parecía más a su padre.
- ¿Qué hizo él?
Olga - Me miró retadoramente y me gritó. -al mismo tiempo
que azotaba la puerta de su cuarto- ¿Y qué? ¿Eso es tan
malo? Yo me quedé asustada con su respuesta.
- ¿Eso es tan malo? - pregunté por mi parte, pero no obtuve
respuesta alguna y continué.- En esta hoja vas a escribir diez
formas de cómo te gustaría que fuera tu hijo.
Olga escribió sólo seis y en los siguientes términos:
1. No quiero que seas un desobligado como tu padre.
2. No quiero que seas un borracho como tu padre.
3. No quiero que llegues tarde a la casa.
4. No quiero que vayas a tantas fiestas.
5. No quiero que faltes a tus clases.
6. No quiero que te juntes con esos vagos.
Recibí la hoja con lo escrito y de inmediato se la regresé
pidiéndole nuevamente que escribiera como le gustaría que
fuera su hijo. No como no le gustaría que fuera.
Pasaron treinta minutos y ella no había completado ni una sola
oración. Entonces le pedí que se llevara esa tarea y que
regresara la siguiente semana para comentarla. Y que si era
posible, viniera acompañada de su hijo.
Olga llegó puntual a la segunda sesión acompañada de
Omar, un muchacho bien parecido como de 1.85 m de
estatura, tez blanca, ojos azules y cabello castaño claro y
rizado. De primera impresión era difícil creer que era su hijo.
Olga - Hola, él es Omar. Si, ya sé que no parece mi hijo, pero
yo lo parí.
- ¿Por qué la aclaración?- pregunté sonriendo.
Olga - Es que todo mundo me pregunta que a quién se
parece, con decirte que una vez se perdió por un momento
en un parque de diversiones y cuando lo encontró un
51
vigilante, le preguntó varias veces al niño que si de verdad yo
era su mamá.
- Bueno, seguramente se parece a su papá. - Dije en tono
retador.
A Olga pareció no agradarle, pero Omar esbozó una leve
sonrisa. Omar permaneció en la sala mientras Olga y yo
pasábamos a un privado.
- Empecemos con tu tarea.
Olga - Es que no pude hacerla porque no entendí bien.
- ¿Qué fue lo que no entendiste bien? Si lo único que te pedí
es que todo lo que pusiste en términos negativos, lo
sustituyeras por frases en términos positivos. Todas tus oraciones
comienzan con un “No”. Quiero que elimines la palabra “No”
de todas tus oraciones. Mientras haces esto yo voy a hablar
con tu hijo.
Salí a encontrarme con Omar en la sala y comenzamos a
hablar.
- ¿Cómo estás? – Pregunté - ¿Te gustaría platicarme algo
importante? Es entre tú y yo.- Dije.
Lo pensó un par de minutos y comenzó a hablar.
Omar - Estoy teniendo muchos problemas con mi mamá,
siempre ha sido muy controladora, pero últimamente hemos
llegado a un punto que ya no estoy dispuesto a soportar.
Pareciera que nada le gusta de mí. Es como si todo el tiempo
estuviera enojada conmigo.
- Eso lo sé, pero lo que me gustaría saber es si en tu vida ha
pasado algo trascendental o si tú estás reflexionando sobre
algo importante.
Nuevamente se quedó callado unos instantes y después dijo
con gusto mirándome a los ojos.
Omar - Desde hace algún tiempo estoy viendo a mi papá. Por
supuesto que mi mamá no lo sabe y creo que ni siquiera se lo
voy a decir. Hace como dos años mi mamá me dijo algo que
se me quedó muy grabado: que si yo algún día me fuera con
mi papá ella se moriría. Me ha dicho tantas cosas.- Expresó
desconcertado y continuó:
- En realidad no sé que hacer, yo la quiero mucho, pero siento
que estoy enojado con ella. ¿Sabe que mi mamá siempre me
dijo que yo me parecía a mi abuelo? Y yo lo creí. Pero ahora
que volví a ver a mi papá me di cuenta a quién realmente me
parezco, soy igual a él. Bueno, el otro día me gritó mi mamá
que cada día me parecía más a él, pero se refería a otra
cosa. En fin, me siento como partido. Quiero mucho a mi
mamá, pero también quiero a mi papá y no entiendo porqué
eso puede molestarla tanto.
- Gracias por compartir algo tan importante conmigo. –Dije -
Vamos a ver qué podemos hacer, lo único que quiero pedirte
es: Que siempre tengas presente que a través de tus padres
recibiste lo más valioso que tienes.
Regresé con Olga y por fin había terminado con su tarea. Y si
bien ahora las oraciones estaban en términos positivos había
reducido éstas a sólo tres y por supuesto, en ninguna hacia
mención del padre de Omar. Hice énfasis en eso y aproveché
para preguntar si se había casado enamorada y qué era lo
que le había hecho enamorarse del padre de Omar.
52
Olga - Me casé muy enamorada. Como te habrás dado
cuenta por mi hijo, Omar mi ex, cuando joven, era un hombre
muy guapo, también muy inteligente, muy educado y muy
atento. Pero después tuvo un problema con unos negocios
familiares y esto lo deprimió mucho, empezó a tomar (alcohol)
y poco a poco fue cambiando por completo. Pero bueno, eso
ya no importa.
- Bien. - Dije - Creo que hay una solución, pero no sé si seas
capaz de hacer lo que te voy a pedir, si tengas el valor.
Ella se mantuvo expectante.
- Es importante que hables con tu hijo y le digas que está bien
que se parezca a su padre, porque su padre es un hombre… Y
le dices todas las cosas que te enamoraron de su papá.
Ella se quedó en silencio por unos instantes para luego decir
muy molesta:
- No creo que eso nos ayude en nada, así que no tengo
porque hacerlo.
Tomó su bolsa apresuradamente y mientras buscaba su
cartera yo aproveché para decir:
- No te extrañe perderlo.
Así terminó la sesión.
Pasaron tres meses, antes de volver a saber de Olga. Había
llamado para concertar una nueva cita. Nos encontramos y al
verme de inmediato dijo:
Olga - No se que hacer, estoy desesperada, mi hijo ha estado
viendo a su papá desde hace ya mucho tiempo. Estoy segura
de que le está lavando el cerebro, y que me lo quiere quitar.
- ¿A qué te refieres cuando dices que le está lavando el
cerebro y que te lo quiere quitar?
Olga - Pues a que quién sabe qué tantas cosas le ha de estar
inventando de mí, de seguro lo quiere poner en mi contra
para que se vaya a vivir con él.
- ¿Tú lo harías? ¿Inventarías cosas de su papá para alejarlo de
él?- Pregunté con sospechosa certeza.
Olga se quedó callada y bajó la mirada, casi no podía
contener el llanto.
- No importa - dije - lo que importa es que puedes hacer algo,
tal vez ahora ya estás preparada, puede ser sencillo si tú
quieres.
Continué:
- El que ustedes hayan sido padres está mucho más allá de lo
enamorados o no que hayan estado tú y Omar, el padre de tu
hijo. Más allá de que si su relación era para siempre o no y más
allá de toda cuestión moral que tenga que ver con “lo bueno
o malo” que sean o hayan sido tanto uno como otro. Con
todo eso tu hijo no tiene nada que ver, lo que no funcionó
entre ustedes es sólo responsabilidad de ustedes, no de tu hijo.
Él te pertenece tanto a ti, como a su padre y tiene el derecho
de tenerlos a ambos. Ni tú ni su padre pueden quitarle ese
derecho, aunque lo intenten. Creo que ahora lo estás viendo.
Si tú no respetas a su padre, entonces tampoco lo respetas a
él, porque él es como su padre, por lo menos en un 50% y en el
53
caso de tu hijo un poco más, porque hasta lleva el mismo
nombre.
Olga - Pero es que él nunca se preocupó por Omar, nunca fue
un buen padre. Cómo es posible que ahora que ya no lo
necesitamos quiera aparecer.
- Recuerdo que me comentaste que hace como cinco años él
estuvo llamando a tu casa. ¿Qué quería entonces?
Olga - Me preguntó por el niño ¿Que cómo estaba? ¿Que si
era posible verlo? ¿Que si me podía ayudar en algo? Yo por
supuesto le dije que como se le ocurría llamar a mi casa, que
dejara de molestarnos, que yo no lo necesitaba y Omar
menos.
- ¿Por qué crees que tú sabes lo que tu hijo necesita? ¿Por qué
no reconoces que el papá de Omar te dio mucho? Cuando
menos te ayudó a ser madre. ¿Qué te hace pensar que tú
eres mejor que él?- Pregunté seria e incisivamente.
- En estas cuestiones como en muchas otras no hay ni mejores,
ni peores, sólo diferentes. - Dije - Tu hijo no es un trofeo por el
que tengas que competir contra su padre, y si crees que hasta
ahora has ganado te equivocas, en esta situación nadie
gana, pero el que más pierde definitivamente es tu hijo.
Olga no contestó, pero por su expresión percibí que mis
preguntas y mis comentarios estaban haciendo mella en su
coraza.
- ¿Tu hijo sabe que tú sabes que está viendo a su padre?
Olga sólo movió la cabeza negándolo.
- La última vez que nos vimos te dije que había una solución.
¿Recuerdas cuál era?
Olga - Sí, pero es que no sé como hacerlo ¿Cómo le digo
ahora que está bien que se parezca a su padre?
- Se parece a su padre ¿no? Y no me refiero sólo al aspecto
físico.
Olga - Sí claro.- Dijo con lágrimas en los ojos.- Tiene tantas
cosas de él que a veces me parece como si fueran una misma
persona.
- Date cuenta de que los problemas no resueltos son con
Omar padre, no con Omar hijo. Él no tiene por qué pagar sus
cuentas pendientes. Dale la libertad de elegir, antes no la tuvo
y sin embargo ha actuado con justicia, por lo menos ha sido
mucho más justo que tú y que su padre. Además esta justicia
te va a alcanzar a ti también y te va a liberar. Permite que
sanen sus heridas.
Así terminó la sesión. Dos meses después Olga regresó, sólo
para reportar lo ocurrido. A propósito lucía mucho mejor que
antes.
Olga - Hablé con mi hijo. Le dije que en ningún momento quise
hacerle daño, que lo que había pasado entre su padre y yo
era asunto sólo nuestro y que esperaba que no fuera tarde
para corregir mis errores. Que él se parecía a su padre y que a
mí me daba gusto que así fuera, porque su padre era un
hombre inteligente, trabajador y bueno que me había hecho
muy feliz al darme un hijo como él. Mi hijo me abrazó
fuertemente y me dijo que me quería, me confesó que se
había encontrado varias veces con su padre y hasta me
informó que tenía dos hermanitas preciosas que lo querían
mucho. Que su padre le dijo que yo era una gran mujer y que
54
para mí había sido imposible seguir viviendo con él por sus
problemas de alcoholismo. Al escuchar aquello no pude evitar
llorar, lloré como nunca, pero después me sentí como aliviada,
como si me hubiera desecho de una pesada carga.
Olga regresó un par de veces más a consulta.
Hoy, cuatro años después, sabemos que Olga y su hijo
continúan viviendo juntos. Omar sigue conviviendo con su
padre y sus hermanas. Ingresó a la universidad y su padre
cubre todos sus gastos.
La pertenencia fortalece al ser humano. Si al reflexionar sobre
el propio origen uno pudiera sentir toda la energía de sus
ancestros, (dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos,
dieciséis tatarabuelo…) la historia podría ser distinta. El sentido
de pertenencia es instintivo en la mayoría de los seres vivos, y
en los seres humanos con mayor razón, es una necesidad,
principalmente cuando se trata del vínculo familiar.
El vínculo matrimonial y el vínculo familiar
Existen muchas clases de vínculos, pero los que consideramos
importante analizar por su correlación con el tema que nos
ocupa son: el vínculo matrimonial y el familiar.
Sobre el vínculo o unión matrimonial hoy en día hay poco que
agregar. Como lo mencionamos con anterioridad, el vínculo
matrimonial surge como una medida para establecer cierto
orden a la necesidad natural del ser humano de vivir en
pareja. Éste fue creado originalmente como un contrato que
tenía como principal propósito la conservación patrimonial,
derivándose posteriormente otros lineamientos para los
contrayentes.
Se conoce como vínculo matrimonial a aquel que une
legalmente a dos personas. Éste concluye cuando la pareja se
divorcia.
Muchos relacionan el vínculo matrimonial con el familiar, sin
embargo la única relación que llega a existir entre ellos está
condicionada por el suceso de la procreación. No obstante, la
procreación no es exclusiva de la unión matrimonial.
El vínculo familiar posee una característica exclusiva que le da
su carácter de indisoluble. Prácticamente en el 98% de los
casos es también un vínculo consanguíneo.
La única persona que puede formar parte del vínculo familiar
y con la cual no nos une el vínculo consanguíneo es
justamente aquella con la que se haya procreado un hijo, sin
importar su estatus (novio/a, esposo/a, amante u otro.) Porque
por soez que suene, una pareja sin hijos no llega a constituirse
como una familia. (Para los casos de adopción,
psicológicamente aplica otra perspectiva)
El vínculo consanguíneo une poderosamente a las personas,
especialmente a padres e hijos sin importar las condiciones
bajo las cuales los últimos fueron concebidos.
El divorcio puede poner fin a la unión matrimonial, pero no
existe poder sobre la Tierra que pueda poner fin al vínculo
familiar o consanguíneo, ni siquiera la muerte logra romper los
lazos que unen a una familia. La familia está constituida por el
padre, la madre y los hijos, y sin importar geográficamente
donde se encuentren cada uno de éstos, juntos o separados o
incluso si se conocen o no entre ellos, interiormente siempre
estarán unidos.
Guadalupe tenía diecisiete años cuando ella y Sergio se
embarazaron. La relación entre ellos terminó poco antes de
que él decidiera viajar al extranjero a trabajar. Guadalupe, a
55
pesar de saber unos días antes que Sergio se marcharía y que
estaba esperando un hijo de él, no se lo hizo saber. Y éste se
fue sin tener conocimiento de que Guadalupe se quedaba
embarazada. Pocos meses después nació el pequeño.
Guadalupe, experta en guardarse las cosas importantes,
decidió no hacer saber a su hijo quién era su padre. Los años
pasaron sin que Guadalupe tuviera noticia alguna de Sergio,
hasta que un día, después de quince años, por fin supo algo.
Sergio había muerto en un accidente automovilístico. La
noticia la impactó, pero no tanto como cuando le
comunicaron, justo el mismo día que murió Sergio, pero cinco
años después, que su hijo había muerto también en un
accidente automovilístico.
El vínculo consanguíneo forja alianzas que trascienden la
razón.
Los hijos y el divorcio
Los hijos son el producto de una mediación divina. Sin importar las
circunstancias de su concepción, los hijos son siempre una
bendición.
*Maya Sigala
Todo tema concerniente con los hijos merece especialmente
nuestra atención, sobre todo aquellos en los que se trate su
bienestar físico, mental y emocional.
Los pequeños no son tan frágiles como se piensa, en general
se adaptan mucho más fácilmente a los cambios que los
adultos.
Los hijos, por ser en su mayoría fruto del amor entre la pareja,
dan a ésta una sensación de consolidación y mayor
compromiso. Sin embargo son también los que en muchas
ocasiones con su llegada pueden desequilibrar seriamente la
relación. Los hijos llegan a requerir e incluso muchas veces a
demandar tanta atención, amor y tiempo, que la pareja se
puede ver afectada en su convivencia.
Las parejas que le dan más importancia a la paternidad que a
su unión, de forma inconsciente imponen sobre sus hijos la
responsabilidad de la relación, este comportamiento tarde o
temprano provocará conflictos no sólo a la pareja que tendrá
que enfrentar asuntos que por la paternidad fueron
posponiendo, sino también a los hijos que de alguna u otra
manera son los que controlan la relación.
Cuanto más ame y/o respete a la madre o al padre de sus
hijos, más podrá amarlos a éstos y no al revés.
Mucho se ha escrito acerca de cómo los sucesos que
confluyen en el divorcio quebrantan la esperanza, el amor y
hasta el ímpetu de los hijos. Síntomas, comportamientos,
emociones y más, han sido abordados con sapiencia en gran
cantidad de textos, de tal forma que consideramos que es
poco lo que podríamos aportar en ese sentido. Así que nos
enfocaremos más en el origen, en el orden y en el amor entre
los padres.
Uno se convierte en padre o madre por razones estrictamente
naturales. La “buena” o “mala” conciencia no tienen cabida
en este proceso, es decir; uno no se hace padre o madre por
ser buena persona, simplemente sucede y el hecho no tiene
que ver con moral alguna.
En este proceso no intervienen sólo el hombre y la mujer. En él
se hace presente también un poder superior que de alguna
misteriosa manera, aún incomprensible para el ser humano,
permite que se de la concepción. Por tanto podríamos
sentirnos afortunados de ser partícipes directos del milagro de
la vida.
56
Para introducirnos en este tema nos gustaría invitarlos a hacer
una introversión que nos guíe a tomar conciencia sobre lo que
esencialmente significan los padres para un hijo.
Para un hijo, su padre y su madre son el primer contacto que
tienen con Dios y al mismo tiempo también con la humanidad.
La primera caricia, el primer beso, el primer abrazo, las
primeras palabras de amor. La sola presencia de sus padres
representa para el hijo confianza, seguridad, amor, lealtad,
verdad y más. El hijo está dispuesto a entregarlo todo por sus
padres. Es posible que no haya un mejor ejemplo de amor
incondicional, que el que siente un hijo por su padre y madre.
De ahí que es capaz de hacer prácticamente cualquier cosa
por el bienestar de sus padres, incluso dar la vida por éstos si es
necesario. Por esta razón es imperioso que como padres nos
responsabilicemos al máximo de nuestros comportamientos
para que no permitamos que nuestros hijos se hagan cargo de
asuntos que sólo nos competen a nosotros.
Una prerrogativa que nos ayudará a comprender mejor este
tema es que todos hemos sido hijos, si bien no necesariamente
involucrados en situaciones de divorcio, muy probablemente sí
involucrados en situaciones complicadas dentro de nuestro
núcleo familiar.
El creciente número de pequeños y jóvenes con problemas de
comportamiento ha motivado a muchos investigadores a
realizar numerosos estudios con el fin de descubrir los patrones
de conducta problemática que afectan el desarrollo
individual de los pequeños. Los resultados arrojados han
esclarecido el panorama, se ha descubierto que no es
esencialmente el divorcio lo que afecta y modifica el
comportamiento de éstos, sino más bien el constante conflicto
en el que viven, ya sea que sus padres estén separados o no.
Concluyendo que no es el suceso del divorcio en sí lo que
afecta y desequilibra a los hijos, sino el penoso proceso que
antecede a éste.
Muchos de los síntomas que exteriorizan los pequeños
involucrados en situaciones de divorcio tienen más que ver
con las manifestaciones de ira, amargura, tristeza,
desesperación, falta de respeto, falta de comunicación y más,
que caracterizan la relación entre sus padres, que con el
hecho de enfrentarse a la separación familiar.
En el caso de adultos con problemas de comportamiento,
(hijos de parejas divorciadas) muchos afirman que el divorcio
de sus padres afectó significativamente su vida. Sin embargo
habría que analizar hasta qué punto ese evento es usado
como justificación para no responsabilizarse por su actual
conducta.
Los hijos tienen la certeza de que son el producto del amor
entre sus padres, y algunos, los involucrados en una relación
difícil entre la pareja, creen también que su participación es
esencial en la relación. Esto los lleva a albergar el
pensamiento mágico de que ellos son capaces de solucionar
los problemas entre sus padres, y cuando no es así sienten que
ya no son tan importantes e incluso muchos pueden llegar a
creer y/o sentir que sus padres se arrepienten de haberlos
tenido
Los hijos cuando son pequeños, si sus padres tienen una pelea
sienten que ellos han hecho algo que la provocó. Y cuando
son más grandes, si sus padres tienen un problema, sienten
que el conflicto es por su propia existencia.
57
Los hijos, rehenes de la pareja
En el desconcierto de las parejas en conflicto son muchas
veces los hijos los que toman el control de la familia
trastocando así el orden de la misma. En múltiples casos los
pequeños tienden a volverse enfermizos, rebeldes, inseguros,
temerosos, etc. En esas circunstancias es fundamental que los
padres aun separados, mantengan su posición como padres
custodios y proveedores. Esto automáticamente situará a los
pequeños en el lugar que les corresponde y su
comportamiento se regularizará.
No obstante, esta alteración al orden familiar acontece de
forma inconsciente .Muchas de estas parejas en caos,
declaran irresponsable y convincentemente que se mantienen
juntos sólo por sus hijos. Sin embargo ellos son los menos
responsables de lo que acontece al interior de la relación de
la pareja y es muy importante hacérselos saber para que no
sientan que recae sobre sus hombros una responsabilidad que
no les pertenece.
Alejandra es una mujer de treinta y tres años que todavía
hasta hace algunos años, creyó que la funcionalidad de la
relación entre sus padres dependía de ella.
- No recuerdo con exactitud cuando comenzaron los
desacuerdos entre mi papá y mi mamá, lo que sí recuerdo es
que eran bastante frecuentes. Yo cumplía con mi función de
ser por lo menos un motivo de acuerdo entre ellos. Antes de
los cuatro años ya me habían hospitalizado dos veces, nada lo
suficientemente serio, sin embargo ahí estaba yo en un
hospital con mi mamá, mientras mi papá estaba de viaje por
negocios. Por supuesto que entonces no comprendía porqué
yo enfermaba justo cuando papá estaba próximo a viajar o
durante sus viajes. Hoy, después de algo de ayuda psicológica
lo comprendo. Mi mamá siempre refunfuñando porque mi
papá no la atendía, porque mi papá siempre estaba
trabajando, porque mi papá viajaba mucho por negocios. Y si
bien eso tenía sus ventajas en cuanto a comodidades y hasta
lujos, contra la continua queja de mi mamá nada era
suficiente. Así transcurrió mi infancia, en medio de leves
enfermedades que mantenían a papá cerca de casa con
periodos de fuertes discusiones entre ellos, seguidos por otros
de fríos y prolongados silencio.
Por fin llegué a la adolescencia y muchos cuestionamientos
llegaron a mi mente. Aproveché uno de esos típicos silencios
familiares de paseo de fin de semana para preguntarles: ¿Por
qué seguían juntos si no se querían? Recuerdo perfectamente
que mi mamá de inmediato volteó para con mi papá y el
reclamo no se hizo esperar, después volteó hacia mí y me
preguntó:
- ¿Por qué dices eso?
Yo, como la mayor parte del tiempo elegí callar. ¿Cómo
decirles que ambos le ponían más atención a la televisión que
a sí mismos? ¿Cómo decirles que el perro era el único que
podía sentirse amado en nuestra casa?
Mi papá, calmado como siempre dijo:
- Seguimos juntos porque te amamos y porque así son las
relaciones de pareja, son como una montaña rusa, algunas
veces sube y otras veces baja.
Yo simplemente escuché y pensé: Pues su montaña rusa está
descompuesta porque ni sube ni baja. Entonces sin darme
cuenta me quedé como la única razón para que mis padres
siguieran juntos.
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Pasé con indiferencia por la adolescencia y así continué
prácticamente hasta los veinte, cuando por fin me armé de
valor y les dije a mis padres que no era justo que ellos fueran
infelices por mi culpa, ambos me miraron como si no supieran
de qué hablaba. Les recordé cuántas veces me habían dicho
o hecho sentir que yo era el único motivo por el que
mantenían esa farsa de relación de pareja. Ninguno dijo
nada y las cosas siguieron igual. Hoy tengo treinta y tres años y
la ilusión de formar una familia, pero me aterra el pensar que
pudiera ser como la mía.
Hay muchos casos de matrimonios que viven enfrentados o
indiferentes que argumentan su permanencia juntos sólo por
sus hijos. No hay mejor excusa que ésta, ya que los libera de la
responsabilidad de tomar decisiones sensatas como
integrantes de la pareja y los postula como “buenos” padres
dispuestos a “sacrificar” su propia felicidad por el “bien” de sus
hijos. Pero debemos recordar que nadie puede dar lo que no
tiene, y un hombre o una mujer infeliz solo pueden ofrecer
infelicidad.
Una pareja que se mantiene como tal, a pesar de lo belicosa
de su relación, no debe usar a sus hijos como justificación.
Primero: Porque es falso. Si la pareja sigue adelante a pesar de
lo conflictivo de su relación es responsabilidad irrestricta de
ambos. Generalmente el uno al otro se necesitan para cubrir
las necesidades inconscientes que pueden provenir de sus
familias de origen.
Segundo: Porque es injusto. Los hijos no son responsables de lo
que acontece al interior de la pareja, aun y cuando ésta se
haya unido prematuramente por estar embarazados. Una
responsabilidad tal, es una gran carga para los hijos. Éstos no
tienen ni porqué, ni cómo garantizar que la pareja o la familia
funcione, y si bien lo intentan de forma inconsciente y muchas
veces conscientemente, la injusticia está en que si finalmente
la pareja se separa, ellos sienten que han fallado y por
supuesto resultan sumamente afectados.
Además la experiencia ha demostrado que un gran número
de estas parejas que han utilizado a sus hijos como justificación
para mantenerse en una relación miserable, no dudan en
usarlos de cualquier otra forma, incluso hasta como rehenes a
la hora del conflicto.
No es fácil que los padres enfrentados tomen conciencia
sobre las heridas que les están causando a sus hijos, sin
embargo algunos cuestionamientos que podrían hacerlos
reconsiderar antes de seguir intrincando su vida y la de sus
pequeños, podrían ser los siguientes:
¿Qué está enseñando a sus hijos con un comportamiento así?
¿Le gustaría que el día de mañana sus hijos experimentaran lo
mismo que usted en su relación de pareja?
¿Le gustaría que su hijo o hija, llegado el momento, se
involucrara sentimentalmente con una persona como usted?
Los pequeños que viven dentro de un núcleo familiar muy
conflictivo (estén aún juntos sus padres o no) generalmente se
topan con una encrucijada establecida por sus propios
padres. Entre los argumentos de uno y otro, lo difícil para los
hijos sin importar la edad es lograr mantenerse al margen de
las disputas de la pareja. Sobre todo cuando son
precisamente sus padres los que de alguna u otra forma los
involucran en ellas. Este problema no sólo lo enfrentan los hijos,
también las familias de origen e incluso hasta los amigos
comunes de la pareja, mismos que muchas de las veces
resultan divididos, ya que son prácticamente obligados a
tomar partido por uno u otro.
59
Los malentendidos provocados por una mala comunicación
entre la pareja enfrentada es otro de los grandes obstáculos
que se deben superar para evitar un daño mayor a los
pequeños.
Eduardo y Mariana divorciados desde hace dos años eran
adeptos a los malentendidos y aprovechaban cualquier
comentario para crearlos.
Eduardo le dijo a Diego su hijo de seis años, mientras
compartían el fin de semana:
- Hijo yo te amo más que nadie en el mundo.
Al regresar a casa con su madre, Diego le dice:
- Mi papá me dijo que él me ama más que nadie en el
mundo.
Mariana de inmediato le dijo:
- No es cierto. Yo te amo más que nadie en el mundo.
En el caso de los hijos pequeños cuyos padres están
atravesando por un divorcio difícil, es muy complicado que
logren interpretar de forma real los acontecimientos, lo cual se
presta para que los niños saquen sus propias conclusiones
acerca de lo que está sucediendo.
A continuación damos tres ejemplos:
1. Andrea a sus cuatro años de edad, lloraba profusamente
porque creía que Luís su padre había muerto, ya que escuchó
a su madre hablando por teléfono diciendo: “Luís para mí está
muerto y enterrado.”
2. Pablo a sus siete años, aseguraba que la nueva pareja de
su papá era una bruja, porque escuchó cuando su madre le
gritó a su padre: “Esa vieja con la que andas te tiene
embrujado.”
3. Jorge de ocho años, no dormía por las noches cuidando la
casa debido a que escuchó cuando su mamá le decía a una
amiga: “Esa mujer con la que anda Jorge (padre)
seguramente hasta la casa nos quiere quitar.”
Así mismo, es común que muchos padres en oposición,
aprovechen intencionadamente a sus hijos como confidentes
causándoles gran confusión. Esto provoca en múltiples casos
que los hijos inconscientemente asuman el lugar del cónyuge
ausente, lo cual es un error grave. Al hacerlo sitúan a sus
propios hijos en un nivel que no les corresponde y los lleva a
sentirse desconcertados en cuanto a sus sentimientos, a su
lealtad y a su identidad, y pueden llegar a sentirse obligados a
determinar quién de sus padres es bueno y quién es malo,
(encrucijada de todas funesta) En tal caso, podríamos
aseverar que el que más daño les causa a los hijos, es
justamente el padre o madre que menos respeta al otro.
Después de un divorcio difícil llega a ser muy tentador entre los
padres utilizar a sus hijos para seguir agrediéndose. Una
estrategia común es el intentar hacer pasar al otro como
incompetente y/o irresponsable.
Santiago frecuentemente después de pasar el fin de semana
con su padre regresaba a casa con una receta médica, con
medicamentos y con una larga lista de instrucciones que
debía seguir su madre. La primera, la segunda y hasta la
tercera vez fueron recibidas por su madre como un acto de
buena intención, pero nada más. Se hizo evidente que la
finalidad del acto era desacreditarla. Curiosamente Santiago
era un niño perfectamente sano cuando estaba con su
60
madre, (la mayor parte del tiempo) pero al estar con su padre,
éste siempre descubría algún síntoma en Santiago y Santiago
lealmente, enfermaba.
También es frecuente que en muchas ocasiones el padre
custodio absorba de tal forma al hijo, que no deja lugar para
el padre no custodio.
Y por si todo esto no fuera suficiente, debemos considerar que
muchos de los hijos que viven ya separados de alguno de sus
padres a causa del divorcio, llegado el momento de visitar al
padre no custodio, experimentan sentimientos encontrados
que los hacen sentirse culpables. Ya que una parte de sí
mismos desea ir y otra desea quedarse.
Gabriela es una pequeña de siete años afectada por el
divorcio difícil de sus padres. Ella se angustiaba y se
preguntaba si su mamá se quedaba llorando el fin de semana
que visitaba a su papá o si ésta se molestaría por que ella
deseaba ir con su padre. Llegaba a sentir un miedo profundo
de dejar de ver a alguno de sus padres, incluso al regresar con
su madre, cuando ésta le preguntaba como le había ido con
su papá. No obstante Gabriela hubiera disfrutado el fin de
semana con su padre, mentía diciéndole que no muy bien
para no hacerla sentir mal. Sin embargo esto provocaba de
inmediato un interrogatorio exhaustivo seguido de una
llamada telefónica para reclamar al padre de Gaby su
malestar.
Cuando una madre o un padre a la hora del divorcio difícil se
disputan a sus hijos como botín, son capaces de hacer o decir
cualquier cosa con tal de persuadirlos de su razón sin darse
cuenta de que esto puede traer graves consecuencias para
los pequeños, que tal vez en un principio no sean perceptibles,
pero que a la larga afectaran su vida profundamente.
Alfonso de ocho años de edad tenía un sueño recurrente
Hacía ya varios meses que no tenía contacto con su padre
debido a lo difícil que estaba resultando el divorcio.
En el sueño Alfonso miraba a su padre en el parque y corría
para tratar de llegar hasta él, cuando de pronto aparecía su
madre para impedir que se acercara diciéndole que su padre
era un ogro gigante, que sólo estaba tratando de engañarlo
para que se acercara y pudiera comérselo. Él a pesar de lo
que su madre le decía, seguía intentando acercarse a su
padre y al no poder superar en fuerza a su madre, sentía
como poco a poco él mismo se convertía también, al igual
que su padre, en un ogro gigante y cuando estaba apunto de
hacer a un lado a su madre con su tremenda fuerza, asustado
despertaba.
El desarrollo de los hijos depende en gran medida del
desarrollo de sus padres y de la capacidad que éstos tengan
para cubrir sus necesidades físicas, mentales y emocionales.
Los hijos tarde o temprano son o se hacen como sus padres,
incluso se ha podido observar que aun y cuando un hijo no
llega a tener ningún contacto con su padre o madre, éste
termina pareciéndose a él o ella.
Resulta bastante difícil hacer entender a una pareja en
disputa que solo ellos mismos pueden decidir lo mejor para sus
propios hijos.
La decepción, el dolor, la ira y la gran mayoría de los
sentimientos que conllevan al divorcio, suelen ser los peores
consejeros, llegado el momento de tomar las decisiones
importantes. Asociado a esto, están las muchas opiniones bien
intencionadas, pero no precisamente versadas de personas
que de una u otra forma se sienten o son involucradas en el
asunto.
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Yolanda decidió luego de doce años de matrimonio y un
pequeño hijo de siete años, que la única solución a su
problemática de pareja era divorciarse. Sin embargo no
imaginó la cantidad de opiniones con las que se enfrentaría y
hasta qué grado éstas influenciarían su comportamiento.
- Mi matrimonio había sido una batalla permanente por todo,
Enrique y yo discutíamos hasta porque la mosca volaba.
Ambos siempre queríamos tener la razón. Finalmente me
decidí por el divorcio. No tenía muy claro como iniciar el
proceso, pero lo que sí tenía claro era que de alguna u otra
forma yo lograría lo que me proponía. Por supuesto yo
contaba mi versión de los hechos a todo el que me
escuchaba y aprovechaba para ponerlos en contra de
Enrique. Claro que él no se quedaba atrás y hacia lo propio.
Mis amigas prestas opinaban:
- “Sí, déjalo en la calle.” “Quítale hasta la camisa.” “No le
permitas que vea al niño.”
- Consulté con un abogado que me presentó una amiga y
éste se encargó de echarle más leña al fuego, me convenció
de dejar a Enrique en la calle, por supuesto que lo que el
abogado buscaba era ganarse el 30% de lo que le pudiera
quitar a Enrique, según el acuerdo que tontamente, yo misma
había firmado.
Los argumentos de mi demanda eran casi como un libreto de
telenovela trágica, el abogado se encargó de interpretar
todo lo que yo le contaba y entre los dos logramos hacer de
Enrique un personaje realmente malvado. Él por supuesto no
se iba a dejar y así lo demostró en la contrademanda.
Cuando leí el documento no podía creer lo que decía de mí.
Era evidente que el juicio no iba a ser nada fácil y que ambos
estábamos dispuestos a hacernos todo el daño necesario.
Mientras tanto yo tenía la sartén por el mango porque logré
que se fuera de la casa y me quedé con el niño. (En ese
tiempo así decía cuando me refería a mi propio hijo, “el niño”)
Yo estaba cegada por el pleito con Enrique, tanto que no me
percataba del enorme daño que nos estaba provocando a
mi misma, a mi hijo y por supuesto a Enrique, aunque en ese
momento él era quien menos me importaba. Olvidé por
completo que era el padre de mi hijo y que todo el daño que
le causara era prácticamente como si se lo estuviera
causando a nuestro hijo. Finalmente me justificaba diciendo:
Que si él no pensaba en nosotros porqué yo tendría que
pensar en él.
- Le prohibí a Enrique que viera al niño mientras no llegáramos
a un acuerdo. No me daba cuenta que el mal no era solo
para él, también para nuestro hijo y por ende para hasta para
mi.
- Las audiencias pasaban, los meses también y como en
nuestro matrimonio ninguno de los dos cedía, involucramos en
ese pleito a todo aquel que se dejó, incluso obligándolos a
declarar falsamente. El tiempo pasaba y yo notaba la falta
que le hacia el niño a Enrique y pensé aprovecharme de eso
para finalmente ganarle el juicio, sin embargo pasó algo que
yo no esperaba. Enrique me llamó una tarde para invitarme a
tomar un café, después de consultarlo hasta con mi abogado
accedí. Cuando llegué al lugar acordado, ya me esperaba.
Me senté frente a él orgullosa y altiva, pero al mirar su cara lo
noté extraño, su expresión era diferente. Empezó a contarme
que había asistido a un taller de Constelaciones Familiares el
fin de semana anterior y que se había dado cuenta de
muchas cosas. Yo no tenía la menor idea de lo que me estaba
hablando, pero me pareció algo distinto a todo lo
anteriormente tratado entre nosotros, así que logró captar mi
atención, tanto que apenas noté que se acercó a nosotros un
hombre algo mayor el cual Enrique me presentó y al tiempo
62
que jalaba la silla para sentarse, dijo antes de que yo pudiera
reaccionar:
- Muchas veces me he preguntado ¿Cómo es posible que una
pareja con hijos prefiera que un juez, siendo éste una persona
completamente ajena a los sentimientos de ellos mismos y que
será un experto en leyes, pero no necesariamente en
comportamiento o cuestiones emocionales, decida sobre
algo tan delicado como puede ser el bienestar de sus propios
hijos? Y continuó diciendo: Les voy a contar una historia.
La justicia del Rey Salomón
Hace muchos años en los tiempos del Rey Salomón, conocido
como el rey más justo que ha existido, hubo dos mujeres que
coincidentemente tuvieron cada una un hijo varón nacido el
mismo día y casi hasta a la misma hora. A los pocos días de
nacido uno de los pequeños enfermó gravemente y murió. La
madre enloquecida por el dolor tomó al pequeño de la otra
mujer y lo reclamó como propio. Las autoridades, al no poder
comprobar quién tenía la razón, decidieron llevarlas ante el
Rey Salomón para que éste juzgara. El rey escuchó a ambas
mujeres y ordenó entonces que trajeran una espada para
partir al pequeño en dos y así cada una pudiera llevarse una
mitad. Por supuesto la verdadera madre de inmediato se
opuso y dijo:
- No, por favor, está bien, que esa mujer se quede con mi hijo.
El Rey Salomón al escuchar esto, de inmediato supo quien era
la verdadera madre, tomó al pequeño, se lo entregó y ordenó
llevar presa a la otra mujer.
Yo escuché con atención, pero la desconfianza no me
permitió en principio comprender. Me levanté de la silla y me
dispuse a marcharme cuando Enrique me dijo con lágrimas en
los ojos:
- Voy a ceder a todo lo que pides, pero por favor períteme
estar cerca de nuestro hijo.
Me quedé sin palabras y salí prácticamente corriendo del
lugar. Al llegar a la casa fui directamente al cuarto de mi hijo y
lo miré mientras dormía, pasé gran parte de la noche
contemplándolo, pensando si realmente lo amaba, y si así era
entonces porqué le hacía tanto daño al negarle la presencia
de su papá.
Por la mañana desperté a mi hijo, lo metí a bañar y le di su
ropa para que se vistiera. Le extrañó que no fuera su uniforme
de la escuela, incluso me dijo:
- Hoy es viernes mamá. ¿No voy a ir a la escuela?
- No hijo. - Y continué: - Hoy es un día especial.
Salimos de la casa. No pasó mucho tiempo para que se diera
cuenta de que nos dirigíamos rumbo a la oficina de su papá.
Su carita se iluminó y me preguntó:
- ¿Vamos a donde creo que vamos?
Sólo moví la cabeza afirmativamente y él emocionado me
dijo:
- Gracias mami. Gracias porque este es el mejor día de mi
vida.
No pude contener las lágrimas. Subimos hasta la oficina de
Enrique y éste, al ver a nuestro hijo, tampoco pudo evitar llorar
de gusto y lo abrazó fuertemente. Me miró y me dio las
63
gracias. Me preguntó a qué hora quería que lo fuera a dejar a
la casa. Le dije que si podía y quería pasaran juntos todo el fin
de semana. Cruzaron una mirada de feliz complicidad y
ambos dijeron al unísono:
- Está bien.
Enrique se acercó a mí, me dio un beso en la mejilla y un
fuerte abrazo al tiempo que decía:
- Gracias Yolanda, por todo, eres una gran mujer y pase lo que
pase siempre tendrás un buen lugar en mi vida y en mi
corazón.
Estaba totalmente confundida, era la primera vez en todos los
años de conocer a Enrique que me decía algo tan sentido tan
desde el fondo de su alma. No sabía si reír o llorar al escuchar
sus palabras. Salí de su oficina y lo primero que se me ocurrió
fue averiguar qué era eso de Constelaciones Familiares. No
tardé mucho en conseguir información y para mi buena
fortuna había un taller próximo. Asistí y empecé a comprender
lo nefasto de mi comportamiento. La comunicación con
Enrique mejoró sustancialmente y aunque al final nos
divorciamos, llegamos a acuerdos sanos y de respeto para
todos, lo cual se hace patente en lo saludable, seguro y feliz
que se le ve a mi hijo.
Todos aquellos que han tenido la oportunidad de viajar en
avión, han escuchado las siguientes instrucciones antes del
despegue, dicen algo más o menos como esto: “En caso de
una descompresión se abrirá una pequeña puerta encima de
usted de donde caerá una mascarilla, si usted viaja con algún
pequeño, primero colóquese usted su mascarilla y después
asista al pequeño”.
Pueden ser varias las razones para esta instrucción, nosotros
identificamos claramente tres:
La primera, porque los pequeños no tienen la habilidad
suficiente para colocarse su propia mascarilla.
La segunda, porque comprobadamente los pequeños se
adaptan mucho más fácilmente a los cambios que los adultos.
Y la tercera, porque la única forma de procurar a otro es
cuando uno se ha procurado primero a sí mismo.
Puede llegar a sorprendernos la capacidad que tienen los
pequeños para sobreponerse a las adversidades generadas
por la difícil relación entre sus padres y el consiguiente
divorcio, sobre todo cuando éste se lleva a cabo de forma
responsable y civilizada, esto no significa que no experimenten
confusión, miedo, enojo, etc., pero es más factible que estos
sentimientos puedan trascenderse rápidamente. De hecho, se
ha podido advertir que tanto a los padres en general como a
los hijos cuando ya son adultos les cuesta más trabajo asimilar
una situación de “ruptura” familiar que cuando pequeños,
probablemente porque el sentido de justicia de los humanos
cuando somos niños, está aún intacto.
Cabe hacer una precisión, escribimos “ruptura” familiar, pero
en realidad no es precisamente una ruptura, sino más bien
una transformación, porque bajo cualquier circunstancia el
vínculo que da la familia es perenne.
Son innumerables las razones que hacen de los hijos seres de
tanta trascendencia, empezando, como lo mencionamos en
principio porque los hijos son en la mayoría de los casos el fruto
del amor entre la pareja y mucho más importante o mucho
más significativo, porque representan la unión de dos familias,
la unión de la sangre, la representación viva del otro, muchas
64
veces incluso con sus defectos y virtudes. De ahí que cuando
madre y padre no se respetan, tampoco respetan a sus hijos.
Una mujer nunca será una buena madre si no respeta al
hombre que le dio hijos. Así mismo un hombre no será nunca
un buen padre si no respeta a la mujer que le dio hijos.
Independientemente de su status como casados, divorciados
o cualquier otro.
El divorcio puede llegar a ser mucho menos complicado para
las parejas sin hijos, ya que entre ellos sólo existen lazos
emocionales del uno para con el otro además de
responsabilidad individual y/o material. En algunos casos las
disputas por los bienes llegan a tornarse cruentas, pero por lo
general una vez que se reparten, la relación termina
definitivamente; no así para las parejas con hijos, estas
disputas son en muchos casos interminables, ya que en ellas
están en juego asuntos que van mucho más allá de aspectos
materiales, además de emocionales entre ambos.
La custodia de los hijos
Las parejas con hijos tienen que enfrentar una problemática
más durante el proceso de divorcio: La custodia de sus hijos.
Generalmente después del divorcio la custodia de los hijos
queda a cargo de la madre. Varios eran los factores que
intervenían para fuera así. El más importante sin duda es el
aspecto natural. En una gran mayoría de especies animales
entre las cuales se encuentra la especie humana los hijos son
criados por la madre cuando menos hasta cierta edad. Sin
embargo, erróneamente la especie humana situó por encima
del aspecto natural cuestiones culturales y sociales que por
mucho tiempo condicionaron los roles de hombres y mujeres,
limitando a estos a comportamientos excluyentes no vistos en
otras especies animales.
Todavía hasta hace algunos años era inusual que el hombre
participara en el cuidado y educación de sus hijos. Incluso era
poco común observar a un padre expresar con palabras,
caricias, abrazos y besos el amor hacia sus pequeños. Está
claro que no lo hacia porque no lo sintiera, sino porque estaba
restringido cultural y socialmente al igual que la mujer a
conducirse de una determinada forma. Su función principal
como padre se limitaba a proveerlos de casa, vestido y
sustento, además también de fungir como la figura con más
autoridad dentro del hogar y de la familia. Su presencia
mayormente generaba temor ya que era el encargado de
determinar e imponer los castigos a los pequeños.
Así mismo la función principal de la mujer con respecto a los
hijos era la de cuidarlos y educarlos. Independientemente de
su preparación y su capacidad profesional o laboral, ella tenía
que dedicarse única y exclusivamente a su rol de madre.
Bajo esta antigua perspectiva es entendible que en la mayoría
de los casos de divorcio la custodia le fuera otorgada casi en
exclusiva a la madre, sin embargo en la actualidad hombres y
mujeres estamos aprendiendo no sólo a liberarnos de aquellos
antiguos condicionamientos separatistas, sino también a
desarrollar una conciencia integradora que permita
establecer relaciones más equilibradas en las cuales
compartamos tanto derechos como responsabilidades.
Si bien hemos logrado avances, aún hoy estamos lejos de
comprender sin juzgar que una mujer decida compartir la
custodia de sus hijos con el padre y peor si ésta decide
cedérsela por completo. Esto la colocaría en el blanco de
adjetivos como irresponsable, libertina, egoísta, “mala madre”,
etc. Incluso por parte de su familia de origen.
65

Otro aspecto que consideramos influyente sobre la
determinación de otorgarle la custodia a la madre es que
generalmente después del divorcio el padre es el que
abandona la casa. Esta separación afecta lo suficiente a los
pequeños, de ahí que se pretenda que éstos no sufran los
cambios que implicaría también mudarse de casa.
El divorcio afecta profundamente a todos los implicados, pero
por razones culturales y sociales (idealización y realización) las
más de las veces, es precisamente la mujer la que de una u
otra forma resulta más afectada por la mala relación de
pareja y el concluyente divorcio. Esto puede tener su origen
en el hecho de que muchas creen que la única forma de
realizarse es a través del matrimonio. Las mujeres atrapadas
por el dolor, la ira, la culpa y los incontables sentimientos
provocados por una relación que llega hasta el divorcio,
muchas veces toman decisiones equivocadas muy dolorosas
para toda la familia y especialmente para sus propios hijos.
Muchas mujeres, madres solteras, separadas o divorciadas
llegan a declarar con soberbia: “Que sus hijos no necesitan un
padre, que para eso tienen mucha madre”. Incluso intentan
convertirse en padre y madre de sus hijos, lo cual resulta
imposible, independientemente de que una buena parte de
la sociedad ensalce semejante presunción. Una actitud así
puede ser extremadamente nociva para los pequeños ya que
no sólo devalúa el valor de la paternidad y de lo masculino,
sino que deja a los hijos interiormente incompletos y
vulnerables a experimentar en adelante una tristeza profunda.
Los sentimientos provocados por el conflicto que lleva a una
pareja hasta el divorcio no les permiten muchas veces
comprometerse a la paternidad.
El divorcio, la economía y la paternidad
El divorcio acarrea una serie de cambios muy importantes
tanto internos como externos para toda la familia. Como lo
mencionamos anteriormente, después del divorcio es el
hombre quien tiene que abandonar la casa y buscar un
nuevo lugar para vivir, esto implica un gasto adicional que
debe sumarse a los gastos anteriores o a la pensión acordada.
Los gastos familiares se incrementan sustancialmente después
de la separación, lo cual puede llegar a provocar una crisis
económica importante para la familia y éste puede
convertirse en otro factor de tensión entre los padres, si no es
que ya lo era.
Se dice que: “El precio que tiene que pagar un padre para
poder seguir teniendo contacto con sus hijos después del
divorcio es el asignado como pensión alimenticia”
Lamentablemente es muy alto el porcentaje de padres que
después del divorcio se desentienden de su responsabilidad
como proveedores materiales. Y más lamentable aún e
incomprensible es que también un alto porcentaje se
desentiendan por completo además, como proveedores
emocionales, prácticamente abandonándolos. Este
comportamiento puede catalogarse inclusive como
contranatural. Muchos padres en tales circunstancias intentan
justificar su comportamiento arguyendo lo difícil que fue y es la
relación con la madre de sus hijos, ante un comportamiento
así no existe justificación válida alguna.
Esta falta de responsabilidad por parte del padre deja en un
estado de tremenda inseguridad, confusión y desesperación a
la madre, quien es la que comúnmente se queda con la
custodia. Y si la educación, la cultura y la sociedad son
factores que limitan considerablemente sus posibilidades de
66
conseguir un empleo bien remunerado, el quedarse al
cuidado de los hijos, sobre todo si son pequeños, puede
coartar aún más esas posibilidades.
Las madres en tales circunstancias muchas veces en su
desesperación utilizan lo que ellas consideran
equivocadamente su último recurso de presión contra el
padre: Los hijos.
Desafortunadamente en muchos casos se ha podido observar
que el comportamiento irresponsable del padre persiste
independientemente de que el costo sea perder todo
contacto con sus hijos, pero el asunto no termina ahí, muchos
de estos padres se justifican argumentando que es la madre la
que les impide relacionarse con sus hijos. Y aunque es lo
evidente, es consecuencia de algo más profundo. Cualquiera
que sea el caso o las razones de uno u otro, ambos se
equivocan al actuar de esa manera y los más perjudicados
siempre serán los menores.
Desde una perspectiva psicológicamente sana para todos,
pero principalmente para los hijos, el aspecto económico no
debería ser una condición ineludible para que un padre
pueda seguir en contacto con ellos.
Teresa comparte su experiencia:
Marcos y yo nos divorciamos después de muchas
desavenencias, cuando asistimos con el abogado habíamos
logrado ya varios acuerdos, y fue el mismo Marcos el que
propuso el monto de la pensión alimenticia que me daría para
la manutención de Mario, nuestro hijo. Me pareció justa y
estuve de acuerdo. Al principio, digamos que durante los
primeros cuatro meses cumplió lo acordado, sin embargo
después dejó de cumplir y sólo me daba lo que podía. Yo me
mostraba comprensiva porque sabía que no le estaba yendo
del todo bien. Además gracias al apoyo de mis padres que
cuidaban a Mario, yo podía trabajar y con mi sueldo
alcanzaba a cubrir algunas de nuestras necesidades. Así
transcurrieron los primeros dos años y la situación de Marcos
no mejoraba, incluso dejó de darme dinero por completo.
Tampoco yo la estaba pasando del todo bien y mucho menos
cuando conocía la opinión de quienes se enteraba de mi
difícil situación económica: “Que no era justo que Marcos no
me diera ni siquiera para las necesidades básicas de su hijo”.
“Que ya no dejara que viera al niño y menos que se lo llevara
los fines de semana como había acordado con Marcos”.
“Que de todas maneras él no estaba cumpliendo con la
pensión alimenticia”, en fin, la situación se estaba tornando
tensa. Yo sentía que estaba defendiendo lo indefendible. Mis
argumentos no eran lo suficientemente convincentes para
todos aquellos que me aconsejaban restringir el contacto de
Marcos con nuestro hijo. Hablé con él al respecto, pero seguía
en su plan de victima, yo no entendía como era posible que
no pudiera darme ni siquiera lo de colegiatura de la escuela
de Mario, que equivalía a menos de la mitad de lo estipulado
originalmente como pensión. ¿Qué gastos podría tener si vivía
en la casa de su mamá y ella siempre le daba todo?
Finalmente tomé la determinación de que ya no se llevara a
nuestro hijo los fines de semana acordados. Esto afectó más a
su madre y hermana (abuela y tía de Mario) que a Marcos
mismo. Incluso ellas me buscaron para tratar de que
reconsiderara mi posición, pero al no lograrlo se mostraron
agresivas conmigo y me dijeron:
- “Que yo iba a ser la culpable de que Mario creciera sin su
padre”.
- Yo no quiero que Mario pase por lo mismo que pasó Marcos.
- Respondí rápida y certeramente - Justamente por eso quiero
67
hacer algo para que Marcos reaccione, pero ya veo que
como reza el dicho: “De tal palo tal astilla”.
- Así terminó aquella entrevista con mi exsuegra y mi
excuñada. Los días pasaban, después las semanas y los meses
y Marcos no era ni siquiera capaz de llamar a nuestro hijo.
Resolví demandarlo por incumplimiento de pensión
alimenticia. Mi abogado me dijo que era seguro que le
ganaríamos. Entonces yo pregunté:
- ¿Qué pasaría en caso de que él no tuviera para pagar?
- Lo demandamos penalmente y se va a la cárcel.- Dijo mi
abogado.
Poco tiempo después recibí una mejor oferta de trabajo y la
tomé. El sueldo me permitía sentirme tranquila en lo
económico, pero había algo más que no me dejaba en paz y
decidí acertadamente asistir a una consulta psicológica.
Comenté brevemente con la terapeuta cuál era la situación y
ella me cuestionó:
- ¿Es por dinero que no permites que su padre vea a tu hijo?
- No es el dinero precisamente. - Respondí de inmediato y
agregué - Es que Marcos tiene que aprender a ser
responsable.
- La terapeuta me miró a los ojos y dijo: - Perdón, creí que
hablaba con la exesposa de Marcos, no con su madre.
Tomé un respiro, pero no pude articular palabra. La terapeuta
aprovechó mi silencio y me preguntó:
- ¿Tú Teresa, necesitas algo de Marcos?
- No. Respondí segura.
- Entonces no entiendo.- Dijo la terapeuta y me preguntó:
- ¿Estas segura de que ya no lo amas?
- Completamente. Pero ¿Por qué me preguntas eso?
- Porque por tu comportamiento pareciera que tú aún estás
esperando que él cambie. ¿Me explico?- Preguntó la
terapeuta.
- Más o menos.- Contesté algo confundida.
- Es como si en el fondo tuvieras la esperanza de que si Marcos
fuera diferente tendrían otra oportunidad.- Dijo la terapeuta y
continuó: - Lo cual seria valido, pero no depende de ti.
- De ninguna manera es lo que espero. Sólo quiero que sea
responsable con nuestro hijo. - Dije enfáticamente.
- Desafortunadamente eso tampoco depende de ti. - Dijo la
terapeuta y siguió: - ¿Crees que el mandar preso a Marcos sea
algo bueno para tu hijo o para ti?
- La madre de Marcos intentó hacer de madre y padre.
¿Crees que eso le hizo bien a Marcos? Y no me refiero
estrictamente a contar con la presencia física de tu exsuegro,
sino a que él, hasta ahora no tiene un buen lugar en la vida de
Marcos y tampoco en su familia. Y no es por justificar a tu
exesposo, sino simplemente para que comprendas que la
historia puede repetirse y ser una carga muy pesada.
Así terminó aquella, realmente, terapéutica sesión. Me tomé
un par de días antes de llamar a mi abogado para pedirle que
ya no continuara con la demanda. Brevemente le expliqué
68
mis razones y para mi sorpresa él sólo dijo: Que me felicitaba
por tal decisión, que era lo mejor para todos. Posteriormente
llamé a Marcos y le dije que necesitaba verlo para hablar con
él. Increíblemente al principio se mostró renuente, pero cedió
cuando le dije:
- Entiendo que no sepas cómo ser padre, ya que no tuviste la
fortuna de estar cerca del tuyo. No me gustaría que nuestro
hijo sufriera lo mismo que tú.
- Al día siguiente nos encontramos, por supuesto aproveché
para llevar a Mario conmigo. En cuanto se vieron un impulso
los acercó y se abrazaron de tal forma que a pesar de todo,
tuve la certeza de que estaba haciendo lo correcto.
Si bien nos hemos centrado en el grave daño que causa a los
hijos perder el contacto con alguno de sus padres, debemos
tomar en cuenta que esta exclusión generalmente también les
quita el derecho a convivir con sus abuelos, tíos, primos y más
integrantes de la familia por parte del padre o madre
excluido. La injusticia no es sólo para los pequeños. Hoy en día
existen casos documentados de abuelos que demandan
legalmente su derecho a tener contacto con sus nietos.
No existe una fórmula mágica para evitar el daño causado a
los hijos inmersos en una complicada relación entre sus padres.
Incluso el divorcio muchas veces puede ayudar a liberar la
tensión provocada por la mala relación de la pareja, pero
también implica el distanciamiento de uno de los padres, lo
cual genera otro tipo de emociones difíciles de manejar. Si el
deseo es que los pequeños sufran lo menos posible, los padres
pueden hacer mucho para que así sea.
Durante el desarrollo de este tema hemos sido enfáticos en la
importancia que los hijos conserven su lugar dentro de la
estructura familiar. Si los padres logran que así sea, estarán
evitando de un modo significativo el daño que la separación
puede causar a sus hijos.
La copaternidad
Una mujer nunca será una buena madre, si no respeta al hombre que
le dio hijos. Así mismo un hombre no será nunca un buen padre, si no
respeta a la mujer que le dio hijos.
*Alberto Romero
Ciertamente es poco probable que el alto índice de divorcios
disminuya considerablemente en los próximos años. Sin
embargo cada día son más las parejas que al enfrentarse a
esta situación se preocupan por las repercusiones que pueda
tener sobre sus hijos.
Una forma muy eficaz para que los pequeños se sobrepongan
a las emociones provocadas por el trance del divorcio es la
copaternidad, permitiéndoles con ella que el orden familiar y
el contacto emocional se mantengan y además conservar el
sentido de pertenencia y su seguridad. La copaternidad
implica también gestiones que la pareja evidentemente no
pudo lograr durante su convivencia, como lo son
esencialmente, el respeto y una comunicación positiva.
La copaternidad no es una opción para aquellas parejas que
padecieron de violencia física, psicológica, enfermedades mentales
o adicciones.
Lograrla no es sencillo, pero un buen principio es que ambos
reconozcan que los dos son igualmente importantes para su
hijo, es decir, que uno no es mejor que el otro.
El respeto, la honestidad y la comunicación son esenciales
llegado el momento de la separación. Los hijos por pequeños
que sean se percatan de muchas cosas, entre ellas de los
69
desacuerdos y desencuentros entre sus padres. Por esta razón
es fundamental que se les hable con la verdad, por supuesto
omitiendo todo tipo de detalles y descalificaciones,
asumiendo plenamente cada uno de los padres su
responsabilidad en lo acontecido y procurando mantener
invulnerable el orden familiar. Si el niño tiene la certeza de que
puede seguir contando tanto con su madre como con su
padre, logrará superar rápidamente esta etapa por difícil que
parezca.
Es inevitable no descubrir en los hijos a la pareja, no sólo por el
parecido físico, sino más importante aún por lo parecido de los
comportamientos. Es común escuchar a un padre o una
madre decir a su hijo/a cuando tiene un comportamiento
considerado como no tan bueno: ¡Cómo te pareces a tu..!
Porque cuando es algo bueno generalmente la expresión es:
“Te pareces a mí” y si bien son frases que muchas veces se
dicen sin pensar sería muy grato y sano para un hijo/a bajo
cualquier circunstancia, escuchar a su padre decir por
ejemplo: “Eres muy inteligente, te pareces a tu madre”, o a
una madre decir: “Eres muy responsable, te pareces a tu
padre”. Destacando lo mejor del otro.
Divorcio Sano
¿A que persona decidida a divorciarse no le gustaría hacerlo
de la forma más respetuosa, honrosa, civilizada y justa posible?
Divorcio sano. Esta expresión ha generado cierta confusión ya
que es interpretada por muchos como: “El divorcio es sano”.
Sin embargo es importante precisar que “Divorcio sano” es
una propuesta y “El divorcio es sano” es una afirmación.
Probablemente cierta para muchas personas involucradas en
una relación destructiva, pero como lo mencionamos en un
principio y lo reiteramos ahora, deseamos que el enfoque
aportado en este libro sea lo más objetivo posible y permita
que más personas implicadas en situaciones tristes y dolorosas
dentro de su relación de pareja estén o no enfrentándose al
divorcio, descubran que es mucho lo que pueden hacer por sí
mismas para superar lo más sanamente posible este pasaje.
El ascendente número de parejas que optan por la
separación y/o el divorcio ha motivado a la sociedad
moderna a preocuparse por aprender a controlar mejor las
emociones provocadas por una difícil relación de pareja, pero
sobre todo la ha motivado a encontrar mejores y más
equilibradas formas de establecer y fomentar el desarrollo de
la relación entre el hombre y la mujer.
Hoy en día, el amor sigue siendo el principal estímulo que une
a la pareja. Aun las personas que han sufrido los estragos de
una relación destructiva siguen creyendo y confiando en el
amor. Esto las motiva a buscar ayuda con el fin de descubrir
los comportamientos que los llevaron hasta el punto de
quiebra.
De alguna forma más inconsciente que consciente los seres
humanos sabemos que la relación amorosa nos impulsa a
70
desarrollar al máximo nuestra capacidad personal. Nadie
llega a conocer más a una persona que aquella con la que
ha compartido la vida como pareja, así mismo, nadie está
más facultado que ésta para ofrecer una opinión calificada
de los comportamientos del otro, porque también nadie
resulta más beneficiado o afectado por el desarrollo y la
autorrealización de aquél. Esto sucede inevitablemente en
toda relación, y al reconocerse y valorarse llega a convertirse
en un elemento de crecimiento. Sin embargo en la mayoría
de las ocasiones, principalmente por causa de una endeble
comunicación, llega a convertirse en algo contraproducente
en la relación.
En un principio, antes siquiera de que Divorcio sano fuera
considerado como el fundamento del texto, nuestra idea
original era escribir sobre los principales aspectos de la
relación de pareja. Sin embargo al estudiar y analizar
detalladamente las condiciones en las que se encuentra la
relación entre el hombre y la mujer en la actualidad,
descubrimos que la tendencia no nos conduce hacia una
relación de pareja estable y al ideal de un matrimonio
indisoluble, sino por el contrario.
Ser testigos lastimeros de un sin fin de conflictos entre sus
padres y verse afectados por un posible divorcio entre estos,
ha logrado intimidar a una gran cantidad de jóvenes que lo
que menos desean es entablar una relación de pareja como
la que percibieron en su hogar. Sin embargo la seducción y el
potencial de desarrollo que conlleva la relación amorosa los
incita a aventurarse desconocidamente a ella, aunque para
su infortunio en principio sólo cuenten con dos opciones, sin
importar el género la primera, comportarse como su madre y
la segunda, como su padre.
Creemos que la relación amorosa sigue siendo un factor
esencial para el desarrollo humano, pero en la actualidad
(esperemos, transitoriamente) también lo son la separación
y/o el divorcio. Esa es la razón que nos motiva reflexionar a
intentar encontrar opciones más sanas de concluir una
relación de pareja que con toda certeza incluyó también
experiencias muy positivas.
Divorcio sano es una propuesta para poner orden en su
interior, tomar su buen lugar y situar en su buen lugar a aquella
persona con la que alguna vez decidió compartir su vida y
crear una historia en común. Divorcio sano es también una
invitación a reflexionar, reconocer y aprender a controlar, sus
emociones y de ser necesario, evitar conductas que
impidieron esa integración y la consolidación de aquella
relación amorosa constructiva.
De alguna u otra forma, consciente e inconsciente, fuimos
programados social y culturalmente, especialmente las
mujeres, para buscar la realización a través del matrimonio.
Por lo que se puede comprender con exactitud que no
estemos preparados para enfrentar sanamente todo el
cúmulo de emociones provocadas por una relación adversa,
sobre todo, si consideramos que en ella se invirtió amor,
confianza, sueños, anhelos, vida, en fin, todo nuestro ser.
El dolor
El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.
*Buda
El dolor es, el mismo, una medicina.
*William Cowper
En los grupos de autoayuda de Alcohólicos Anónimos
mencionan:
“El dolor es la piedra angular del crecimiento espiritual.”
71
Sólo agregaríamos: Siempre y cuando uno se permita sentirlo.
Se dice que hay pocos eventos en la vida de un ser humano
que causen un dolor tan intenso como el provocado por el
rompimiento de la relación de pareja. Podríamos decir que el
único sentimiento genuino provocado por el divorcio es el
dolor y a partir de este se generan muchos otros.
Algo que los seres humanos tratamos de evitar a cualquier
costo, es precisamente sentir dolor, sea de cualquier índole.
Para dolores físicos fueron descubiertos los analgésicos y para
dolores del “alma” y el “corazón” o como cada uno desee
llamarle, fueron desarrolladas emociones que operan como
paliativos. Las más importantes y sin duda correlacionadas
son: la culpa, el enojo y la auto conmiseración, pero éstas, al
igual que los analgésicos sólo mitigan el dolor
momentáneamente, ya que el origen del mismo esta más allá
de su campo de influencia.
La búsqueda de culpas y culpables muchas veces encubre la
ilusión de que las cosas pudieron haber sido o pueden aún ser
diferentes.
La búsqueda de culpas y culpables invariablemente nos
remontará al pasado, a la idea de que “si él o ella no hubiera
hecho esto o aquello”, “si él o ella pudiera darse cuenta
de…”, “si él o ella cambiara sólo un poco”, “si él o ella fuera
un poco más…” No es fácil reconocer y aceptar que es algo
que no sucedió y que probablemente no suceda nunca, pero
es todavía menos fácil reconocer y aceptar que uno es
corresponsable de todo lo bueno y lo no tan bueno que haya
sucedido o suceda en la relación. Al tomar nuestra
responsabilidad consentimos que el dolor actúe, entonces la
búsqueda de culpas y culpables pierde sentido y nos permite
situarnos en el presente, en lo que está sucediendo hoy y en lo
que podríamos hacer que sucediera en lo futuro.
Otro de los paliativos es el enojo. El enojo es una seductora
emoción que podríamos interpretar como: “Me enojo contigo
para no enojarme conmigo.” Al igual que la búsqueda de
culpas y culpables, el enojo limita nuestra conciencia
enfocándonos únicamente en todo aquello que el otro ha
hecho para enfadarnos. Esta emoción nos permite evadir
nuestra responsabilidad poniéndola sobre el otro y al mismo
tiempo evita que toquemos el dolor.
Por su parte la auto conmiseración nos sitúa como víctima del
otro. La persona auto conmiserada está centrada en sí misma,
es decir, no mira al otro más que para responsabilizarlo por su
desgracia, y cuando en apariencia sufre, esta posición la
ejerce para lograr control sobre los demás.
El dolor es asociado frecuentemente con algo malo, negativo,
pero si reflexionamos un poco descubriremos que su principal
propósito es evitarnos un daño mayor e irremediable.
Imaginemos la cabina de un avión. Quien ha estado en una o
ha podido ver alguna en imagen sabrá que está colmada de
botones, luces, palancas y más, todos ellos dispuestos para
indicar y lograr su buen funcionamiento. Pues bien,
imaginemos por un momento que en pleno vuelo comienza a
prenderse de forma intermitente una luz amarilla que indica
que el motor izquierdo no está funcionando adecuadamente.
El piloto se da cuenta, pero ignora la señal luminosa. Después
de unos minutos el avión, que está preparado para emitir otro
tipo de señales, cambia la señal, ahora ésta ya no es una luz
amarilla intermitente, sino que ahora la luz es roja permanente
y acompañada de un agudo sonido intermitente. El piloto
saca de entre sus cosas un martillo y le da algunos fuertes
golpes al foco que esta emitiendo la luz y al pequeño altavoz
por donde sale el sonido hasta que ésta se apaga y el ruido
cesa. ¿Eso significa que resolvió el problema? Por supuesto
que no, lo único que el piloto hizo fue acabar con la señal,
72
pero el problema que la originó continúa. Entonces el sistema
de seguridad interno apaga el motor que está fallando y esto
provoca una fuerte sacudida que ya no puede ser ignorada o
el avión se desploma.
Manuel comenzó un lunes con un leve dolor abdominal que él
atribuyó a lo mucho que había comido el fin de semana.
Siendo un hombre grande, fuerte y generalmente muy sano,
decidió esperar a que el malestar pasara por sí solo. Su
organismo en pocas horas se acostumbró al leve dolor y
Manuel siguió sus actividades con normalidad. El miércoles por
la tarde, después de comer, el dolor se intensificó tanto que
decidió regresar a casa para descansar y tomar algo. Su mujer
le preparó un té y Manuel le pidió que comprara un antiácido
para mitigar el malestar; éste disminuyó más por el llamado
“efecto placebo” que por el efecto real del medicamento,
que por el contrario, agudizó la constipación de la cual
Manuel no se había percatado al ser algo “normal” para él. El
viernes el dolor era insufrible y Manuel fue hospitalizado de
urgencia por un cuadro severo de peritonitis que lo llevó al
borde de la muerte.
Muchas personas involucradas en una relación dolorosa
hicieron caso omiso de las múltiples señales que les fueron
enviadas, prefirieron acostumbrarse al dolor e ignorarlo que
asumirlo responsablemente y tomar las medidas necesarias;
hoy, la gran mayoría de esas personas están viviendo el ocaso
de su relación y lamentablemente ni siquiera en esas
circunstancias son capaces de permitir que el dolor se
manifieste.
Otro comportamiento común para huir del dolor,
especialmente utilizado por el hombre, es el involucrarse
precipitadamente en otra relación, lo cual podrá servirle
temporalmente como distracción, sin embargo, más
temprano que tarde esto provocará más tensión y dolor entre
la pareja enfrentada.
Cuando la relación termina el dolor es intenso, porque a pesar
de todo se dejan inconclusas promesas, ilusiones, sueños
compartidos, y mas, pero si se asume responsablemente y se
le deja penetrar hasta lo más profundo del ser, pasará pronto
y en él se encontrara tal sabiduría que podríamos asegurar
que dicho conocimiento no sólo será benéfico para la
persona que en origen lo sufre, sino también para toda su
descendencia. (Resonancia mórfica)
La resonancia mórfica
La resonancia mórfica es una teoría ampliamente estudiada y
detectada en áreas como biología genética, física, química,
psicología y otras ciencias sociales. Podemos entenderla
como organizaciones energéticas imperceptibles que
posibilitan que la información fluya entre y por lo organismos.
Se define sencillamente como la influencia de lo semejante
sobre lo semejante subsiguiente, sean acciones,
pensamientos, comportamientos, etc. Es lo que en la
psicología podríamos llamar el “inconsciente colectivo.”
La idea de la resonancia mórfica no es aún del todo
conocida, sin embargo de innumerables formas se manifiesta.
Por ejemplo:
A mediados del siglo pasado por la experiencia de grandes
criadores de caballos, se pronosticaba que jamás podría
usarse alambre de púas para cercar los pastizales donde
moraban debido a que los caballos juguetones o los que eran
algo nerviosos, se lanzaban contra ésta resultando
gravemente lastimados y provocándose heridas que a veces
los llevaban hasta la muerte. Sin embargo en la actualidad es
73
difícil encontrar un caballo que arremeta contra una
alambrada de púas, incluso aquellos potrillos que nunca han
sido expuestos esta, tampoco lo hacen. Los caballos
aprendieron gracias a las trágicas experiencias de sus
antecesores, una nueva precaución.
Otro ejemplo del cual muchos hemos sido testigos es el de una
bandada volando. A veces hay cientos o hasta miles de
pájaros tan juntos que uno no se explica como no se estorban
unos con otros al cambiar tan intempestivamente de
dirección en el aire. También sucede en el agua con los
cardúmenes, es como si todos fueran un solo ente en
movimiento. (Campo mórfico)
O cómo explicar que los pequeños hoy en día tengan tanta
habilidad para usar aparatos electrónicos, (juegos de video,
computadoras, reproductores de discos, etc.) incluso cuando
muchos de ellos no saben aun siquiera leer y que a nosotros
como adultos nos cuesta trabajo entender y aprender a
manejar. Muchos podrían argumentar que lo hacen por
imitación, sin embargo su habilidad está más allá de la simple
imitación. Quien se atreve a negar que las nuevas
generaciones tienen mucho más capacidad de aprendizaje
que generaciones anteriores.
Quisimos tocar brevemente este interesante tema para
provocar una reflexión sobre la importancia que tiene
responsabilizarnos por nuestros comportamientos, ya que la
enseñanza que esto nos deje probablemente trascenderá
más allá de nosotros mismos, empezando por nuestros hijos.
Reconocer. Reconocerse. Reconocimiento
La falta de reconocimiento (buen lugar) se destaca junto con
la violencia intra familiar como las principales causas de
divorcio.
La conciencia
Ella regresa hasta el pueblo que la acunó, han pasado
muchas lunas, muchos soles, muchos vientos, muchas lluvias.
Siempre osada, guerrera, incansable, implacable
conquistadora de sueños, regresa para ganar una batalla
hace años perdida. Camina lentamente, abriéndose paso
entre los recuerdos olvidados, respirando una a una las
emociones perdidas. El pueblo es ahora distinto, solitario,
vano. No la reconoce, ella tampoco a él. Busca en el
resentimiento los rostros de sus antiguos enemigos, los recuerda
con temor, pero más con rencor. Va recorriendo una a una las
pedregosas calles, deseando reconocer a aquellos que
entonces le hicieron daño, algunos tal vez ya no vivan, ella
está dispuesta a encontrarlos, muchos seguramente ni siquiera
la recuerden. No importa, lo que importa es que ella los
recuerda, no piensa más que en el momento de encontrarse
cara a cara con aquellos que le arrebataron su bondad.
Al fin los ha encontrado, pero algo ha cambiado, ella se
descubre distinta, no es más aquella joven indefensa, ahora
después de librar y ganar sus propias batallas es una poderosa
guerrera. Los mira, pero no como en sus recuerdos, los
reconoce, pero sin rencor y sin ningún temor, los respeta y
honra sus destinos. Ha triunfado, recobró aquello que le fue
arrebatado. El reconocimiento de ella misma.
La siguiente es una pregunta que nos gusta hacer a la
mayoría de las personas que buscan apoyo psicológico:
74
¿Qué es lo primero con lo que se encuentra uno al entrar a un
parque de diversiones o a un centro comercial?
Seguramente, un mapa detallado del lugar donde destaca
una enorme marca que puede ser una flecha, un triángulo o
un círculo que dice:
“Usted esta aquí”
Porque, ¿para qué nos serviría un mapa si no sabemos donde
estamos? O bien, ¿para qué nos serviría un mapa si no
sabemos hacia dónde vamos?
Lamentablemente el reconocer y ser responsable es algo con
lo cual no estamos del todo familiarizados y hasta por el
contrario, podríamos decir, que reconocemos y nos
responsabilizamos sólo de aquello que consideramos como
bueno. Nuestra forma de comunicarnos puede ser un claro
ejemplo de esto:
Regresa el niño de la escuela y dice:
- Mamá la maestra me puso cinco en el examen.
- ¿Cómo que te puso cinco?- pregunta la madre.
- Sí mamá, es que la maestra no me quiere, le caigo mal,
siempre me está regañando.
- A que vieja tan amargada, pero ya verás, voy a ir al escuela
a reclamarle y ponerla en su lugar.
Pero ¿Qué pasaría si en lugar de obtener un cinco en el
examen, obtiene un diez? ¿Se lo atribuye también a la
maestra?
Regresa el niño de la escuela y dice:
- Mamá me saqué un diez.
- Muy bien hijo, eres muy inteligente.
Entonces nadie responsabiliza a la maestra, pero ¿qué
podemos esperar de alguien que es educado así?
Otro ejemplo muy claro:
Cuando la selección de fútbol pierde, la gente dice:
- ¡Perdieron!
Cuando la selección de fútbol gana, la gente dice:
- ¡Ganamos!
Algo muy similar sucede en las relaciones de pareja. Cuando
las cosas marchan bien se deja escuchar el término nosotros,
pero cuando las cosas van mal de inmediato se escucha el:
Tú.
Reconocer en el más amplio sentido de la palabra
comprende reflexión, responsabilidad, dolor, aceptación,
acción, cambio, crecimiento, etc. Es, sin duda, el primer paso
hacia la recuperación de uno mismo.
Los desacuerdos y desencuentros entre una pareja enfrentada
muchas veces llegan a ser tan frecuentes y tan añejos como
la relación misma. En tal caso resulta comprensible hasta
cierta medida que la pareja no logre reconocerse.
El comportamiento de sesgar la percepción generalmente es
el que lleva a una pareja a unirse en matrimonio.
75
Paradójicamente es este mismo, pero a la inversa el que la
lleva hasta el divorcio. Es decir, cuando estaban en el periodo
de enamoramiento minimizaban hasta el más evidente de los
defectos de su pareja y magnificaban hasta la más
insignificante de sus cualidades, en el conflicto por el
contrario, magnifican hasta el más insignificante de los
defectos o comportamientos de su pareja y minimizan hasta la
más evidente de sus cualidades. Si reflexionamos sobre esto
lograremos descubrir la importancia de reconocernos y
reconocer lo bueno y lo no tan bueno del otro y de uno mismo
valorando lo dado y lo recibido.
Ser responsable
Quizás no haya nada más complicado para un ser humano
que reconocer su propia responsabilidad en una situación que
no resultó como lo esperaba. No lo hacemos en asuntos
laborales, tampoco en asuntos escolares y mucho menos lo
hacemos en asuntos donde puede cuestionarse algo más que
nuestra capacidad para realizar un determinado trabajo o
aprender cierta materia. Reconocer y ser responsable en
asuntos que tienen que ver con actitudes y comportamientos
que afectan nuestra vida y la de la gente que amamos puede
llegar a ser para muchos algo irrealizable.
El primer paso hacia el Divorcio sano es que los integrantes de
la pareja reconozcan que ambos son corresponsables de todo
lo que haya sucedido y suceda en adelante en la relación.
Esto puede ser sumamente incomprensible e incoherente por
ejemplo en casos como infidelidad, adicciones o violencia sea
esta de la índole que sea. En tales circunstancias se considera
siempre como víctima, al que esta expuesto a tales
comportamientos por parte de su pareja. Sin embargo
intentando ser objetivos, aun en casos así la responsabilidad es
compartida ya sea por la elección de la pareja o por
mantenerse en una relación miserable. Es un juego relacional
donde participan los dos
Andrés nos comparte su caso, el cual nos parece un ejemplo
justo de la corresponsabilidad que implica la relación.
Gracias a Dios y a los grupos de Alcohólicos Anónimos mi
padre dejó de beber y mi madre poco tiempo después tomó
su lugar en la familia asumiendo su responsabilidad y
asistiendo también a los grupos Al Anon para familiares de
alcohólicos, pero el daño causado durante diez años nos dejó
a mis hermanos y a mí bastante lastimados y completamente
desubicados.
Soy el mayor de mis hermanos. Asistí por lo menos tres años
durante mi adolescencia a terapia grupal para comprender
que el alcoholismo es una enfermedad y que mi padre era un
enfermo alcohólico. Pero más allá de eso aprendí con la
terapia que yo soy responsable de mí mismo y de mis
sentimientos. Fue difícil comprender que el comportamiento
de mi padre era provocado por su enfermedad y no porque él
realmente deseara hacernos daño. La terapia me liberó del
gran coraje que sentía contra él, pero al mismo tiempo fui
descubriendo que no sólo estaba enojado con mi padre sino
también con mi madre, lo cual en principio me resultó
completamente confuso, ya que no recuerdo persona alguna
que no pensara entonces que mi madre era una “santa”.
Empecé por cuestionarme: ¿Qué mujer elige a un borracho,
parrandero, jugador, mujeriego y hasta violento para casarse
con él? Y aun suponiendo que él no hubiera sido así cuando
decidieron casarse ¿Por qué soportar tanto? ¿Por qué exponer
a sus hijos a vivir tan miserablemente? Pronto me descubrí
juzgando dura e implacablemente a mi propia madre, no
encontraba una palabra lo suficientemente desestimada para
calificarla. Mi padre por lo menos tenía la justificación de que
76
era un enfermo alcohólico, pero mi madre no tenía
justificación alguna o por lo menos eso era lo que yo
erróneamente pensaba. Lo delicado del asunto no era el
resentimiento y el enojo provocado hasta entonces, sino el
grave desorden que imperaba en nuestra familia, ninguno
sabía cuál era su lugar. ¿Qué tan grave sería que mis
hermanos y yo nos sentíamos con el derecho a juzgar a
nuestros padres?

Reconocer, dentro del contexto de la relación de pareja es

sumamente difícil, una prueba de esto es el observar cuánto
tiempo le toma a una persona involucrada en una relación sin
sentido asumir su responsabilidad y tomar las medidas
pertinentes para lograr un cambio, muchas no lo hacen sino
hasta que la situación es insostenible.
Reconocer es primero reconocerse con todo lo bueno y lo no
tan bueno de uno mismo. Lograrlo nos prepara para
reconocer al otro, nos permite dimensionar justamente la
participación de cada uno en la relación, nos hace
conscientes de que no somos ni mejores ni peores, sino
simplemente diferentes, esto nos facilita radicalmente el
camino hacia la conciliación.
Una de las complicaciones más difíciles de superar por las
parejas que llegan hasta el divorcio es la falta de
reconocimiento. Las parejas enfrentadas como lo
mencionamos en el tema referente al dolor, utilizan
comportamientos que los posicionan como víctimas del otro,
por tanto, sólo centran su atención en todo aquello que
refuerce esta postura. Las parejas en tal situación parecen no
querer recordar todo lo bueno que sí hubo en la relación.
Por ejemplo:
¿Qué observa a continuación?
Si la respuesta fue: Un punto negro, es porque no está mirando
el fondo, lo que hay detrás. El fondo blanco es radicalmente
mayor que el punto negro. Este es un ejemplo que nos ilustra lo
que puede estar sucediendo en la relación de una pareja en
conflicto.
Una señora en consulta comentaba:
- Mi ex marido nunca me hizo caso y hasta la fecha sigue sin
hacerlo.
El terapeuta preguntó:
- ¿Cuántos hijos tiene con él?
- Cuatro.
- Pues por lo menos en cuatro ocasiones le hizo caso.
Aún hoy no hemos conocido a persona alguna que no desee
ser reconocida. El reconocimiento está íntimamente ligado
con el derecho de pertenencia. Por tanto no hay mejor
reconocimiento que aquel que nos otorga la gente que
amamos, porque es ahí a donde pertenecemos.

77
Que beneficioso sería para las personas involucradas en
situaciones de conflicto dentro de su relación de pareja o en
su relación posterior al divorcio, que pudieran reconocer,
asumir su responsabilidad y expresar al otro un digno
reconocimiento y agradecimiento por todo lo bueno y lo no
tan bueno que aconteció en su relación y que sin duda habrá
contribuido en su desarrollo personal.
Agradecer
Un corazón agradecido es un corazón lleno de gracia.
*Maya Sigala
“Gracias” es un término de capital importancia en la
comunicación verbal. No obstante hay también muchas otras
formas no verbales de expresar el agradecimiento. Un abrazo,
una sonrisa, una mirada, una lágrima, etc. Cuando uno
agradece significa que ha recibido con amor lo que el otro le
ha dado y para este último el agradecimiento puede significar
el reconocimiento y la compensación de aquello que con
gusto ofreció.
El agradecer connota un aspecto fundamental de toda
relación humana y especialmente en la pareja: El acto de dar
y recibir.
Dar y Recibir
La búsqueda del equilibrio entre el dar y recibir en la relación
es lo que mantiene en movimiento y en unión a la pareja. es
un acto inherente a la vida misma, un suceso natural de la
existencia. El verdadero secreto de la felicidad puede consistir
precisamente en la búsqueda constante de un equilibrio entre
el dar y recibir.
A mayor intercambio mayor vinculación. A menor intercambio
menor vinculación.
En la pareja el dar y recibir está presente incluso antes que la
relación como tal inicie. Cuando un hombre mira
especialmente a una mujer espera ser correspondido cuando
menos de forma similar. Si la mujer devuelve la mirada
acompañada de una sonrisa, ahora ésta ha dado algo más
de lo que en principio recibió. La búsqueda del equilibrio
aunada al sentido natural de compensación del ser humano
va comprometiendo a los debutantes a un intercambio cada
vez mayor, logrando así que la relación prospere. Sin embargo
dicho intercambio puede estar encauzado a hacerse sentir
bien el uno al otro, como en el caso de las parejas en
relaciones constructivas, o bien a hacerse sentir mal el uno al
otro, como en el caso de las parejas en relaciones
destructivas.
Hay un regla esencial con la que se debe cumplir para que en
la búsqueda del equilibrio entre el dar y recibir se lleve a cabo
un intercambio justo. Uno tiene que dar algo que al otro le sea
posible aceptar y por tanto corresponder o compensar. Si esta
regla implícita no es respetada la relación termina sin importar
si se divorcian o no. Y va más allá, esta regla aplica para todo
tipo de relación, excepto entre padres e hijos.
Por ejemplo: En una pareja del viejo y gastado modelo con el
que crecimos donde la mujer ha “sacrificado” su propio
desarrollo, colaborando y estimulando activamente el
desarrollo personal y profesional de su esposo, el desequilibrio
se acrecienta. Ella ha dado mucho, se ha dado a sí misma. Su
marido ha recibido algo que sólo podría corresponder
reconociendo honrosamente, agradeciendo dignamente y
dándose también él mismo, pero esto implicaría dejar mucho
de lo otro, por lo que tanto trabajó. Esto es algo pocas veces
visto. El hombre ha recibido más de lo que quizás es capaz de
78
devolver, la compensación puede quedar fuera de su
alcance, esta condición muchas veces lo lleva sin darse
cuenta a involucrarse con otra mujer con la cual no esté en
deuda y que por ende no le demande tanto; o bien puede
considerar que la participación de su mujer es parte de las
obligaciones que conlleva el matrimonio, por tanto no hay
nada que compensar. En ambos casos lo cierto será el dolor.
Tales situaciones pueden presentarse incluso desde el
comienzo, pero se hacen mucho más evidentes cuando la
relación ha alcanzado su etapa media en la cual los hijos son
más independientes y la mujer todavía joven descubre que ha
quedado fuera de lugar en el mundo profesional y laboral.
Muchas de ellas a veces sin pensarlo, se embarazan
nuevamente.
En la relación de pareja el acto de dar y recibir con el paso
del tiempo se vuelve algo cotidiano, usual, acostumbrado y
detalles que en principio eran dignos de reconocimiento y
agradecimiento pasan a formar parte de la “funcionalidad”
de la relación y generalmente dejan de ser reconocidos. O
peor aún, como lo mencionamos anteriormente, en
incontables ocasiones este justo de dar y recibir llega a
tergiversarse de tal forma que es considerado por muchas
parejas como parte de las obligaciones de la relación o mejor
dicho del matrimonio. Visto así no hay cabida para
reconocimiento ni agradecimiento alguno. Ésta puede ser otra
de las razones por la cual muchos matrimonios están llegando
a su fin.
En una relación de pareja donde los integrantes de la misma
ya no reconocen ni agradecen lo que el otro da, el
intercambio será cada vez menor y la relación se consumirá.
Una pregunta que tuvimos la fortuna de hacérsela
personalmente a Jeffrey K. Zeig reconocido como uno de los
mejores terapeutas de pareja de la época actual, fue la
siguiente:
¿Cómo saber cuando una pareja está dispuesta para el
divorcio?
- Cuando ya nada del otro les importa, cuando ya no se
deben nada. Respondió.
La búsqueda del equilibrio entre el dar y recibir es propia de
toda relación sea esta familiar, social, laboral, comercial,
educativa, etc., pero en el plano sentimental y emocional
contenido en la relación de pareja, el intercambio se vuelve
mucho más complejo porque comprende cuestiones mucho
más sustanciales que sólo dinero, que un empleo o que una
calificación.
Por ejemplo llevado al plano laboral sería más o menos como
sigue:
Una empresa solicita una persona con determinadas
características. (Importante: cuanto mayor sea la exigencia,
mayor será la retribución. En teoría) Usted cree que cubre el
nivel de exigencia, así que envía su currículum. La empresa lo
analiza y acuerdan una entrevista. En ésta, ambas partes se
conocen, cada una expresa lo que está dispuesta a dar y lo
que espera recibir, si ambas consideran que el intercambio es
justo, (profesionalismo y trabajo por desarrollo y dinero) se
disponen a firmar un contrato que especifique las cláusulas de
lo acordado. Si los dos cumplen, el intercambio se
acrecentará, pero si alguna de las partes no lo hace el
intercambio disminuirá o simplemente la relación laboral
cesará.
En la relación de pareja sucede algo similar. La pareja se
encuentra o se entrevista varias veces antes de tomar la
decisión de unirse. En estas entrevistas, en contraste con las
79
del plano laboral, los integrantes de la pareja más que
expresar lo que están dispuestos a dar y lo que esperan recibir,
hablan de sí mismos esperando que el otro de alguna manera
mágica o fantástica descubra lo que éste necesita, lo que
desea, lo que anhela, lo que sueña, aun cuando esto no haya
sido concretamente expresado. Entonces cada uno de los
integrantes de la pareja se conduce de acuerdo a su propio
mapa mental de relación, convencido de que el otro sabe
perfectamente lo que él desea recibir a cambio de lo que
piensa dar, como si realmente fuera algo convenido entre
ambos por escrito, pero como todo está basado en supuestos,
los problemas no se hacen esperar. Lo cierto es que
mayormente la pareja llega hasta el matrimonio sin haber
convenido apenas nada sobre los aspectos más importantes
de la convivencia diaria: La sexualidad, el deseo de procrear,
la administración de los recursos, las responsabilidades en la
crianza y educación de los hijos, la división de los quehaceres
del hogar, la administración del tiempo libre, el tiempo para
compartir con las familias de origen y con los amigos, etc.
Situaciones que uno puede considerar simples y sin
importancia, pero es justo aquí donde empieza a
incrementarse el desequilibrio que termina por hacer caer a la
pareja.
En toda relación entre personas y especialmente en la de
pareja por sana que ésta sea, siempre cabe la posibilidad de
que uno de los dos sienta que está dando más que el otro. Por
supuesto que en una relación sana este sentimiento es
insignificante, transitorio y no llega a afectarla mayormente.
Pero en una relación conflictiva este sentimiento incluso llega
a plantearse bajo un contexto de explotación y abuso que
evidencia el gran desequilibrio que existe entre el dar y recibir
en la pareja. No obstante, aun en casos así la búsqueda del
equilibrio se hace presente y mantiene enganchada a la
persona “abusada”, en el intento por hacer miserable la vida
del “abusador”, hasta que sienta que aquel, ha pagado por
todo el mal que le causó. Esta es la razón principal por la cual
muchas parejas aún después del divorcio no logran separarse
sanamente.
Esto se pone de manifiesto también en muchas personas que
ya divorciadas, sienten que no tienen derecho a ser felices si
su expareja está sufriendo, ésta es también una forma de
compensación. Existen otros casos donde después de un
divorcio más o menos concertado, uno de los dos logra
distinguirse por su éxito laboral y financiero, mientras el otro
puede sentirse todavía con derecho de exigir parte de ese
éxito, como si hubiese colaborado para alcanzarlo.
Mientras exista el sentimiento o la creencia de que el otro aún
le debe algo, usted seguirá buscando por cualquier medio y
de cualquier forma una compensación.
Martha y Pedro padecieron los estragos de una confusa
relación de pareja y de un muy contendido divorcio. Ambos
estaban lo suficientemente enganchados en los conflictos
como para reconocer su responsabilidad. Hacía ya cinco
años de su separación y tres y medio de su divorcio, pero aún
no lograban acuerdos de respeto entre ellos. Los dos llegaron
a consulta muy desesperados por el mal comportamiento de
Pedro, su hijo mayor, un adolescente de trece años que
recientemente había sido expulsado de su tercera escuela en
el año. La consulta se centró en ellos y dejamos fuera a su hijo.
Por increíble que parezca nunca antes habían asistido a una
terapia a pesar de todos los problemas que habían
enfrentado en su relación y que seguían enfrentando después
de su divorcio. Ante la preocupación fue fácil que
comprendieran que el comportamiento de su hijo, por
“irracional” que les pareciera, había logrado lo que ellos no
pudieron hacer antes, buscar ayuda. Comenzamos con una
sesión individual para cada uno. A continuación presentamos
un resumen general del caso:
80
Martha expresó que todavía amaba profundamente a Pedro
y que sentía que él sólo la había usado. Se casaron cuando
Pedro aún no terminaba su licenciatura. Martha además de
trabajar como secretaria en una escuela y encargarse de las
labores del hogar, en su tiempo libre ayudaba a Pedro con sus
tareas escolares. Poco tiempo después él terminó su
licenciatura, se tituló de inmediato y comenzó a trabajar. La
relación marchaba bien. Martha decidió entonces retomar sus
estudios y comenzó su licenciatura, pero dos años más tarde
se embarazaron de su primer hijo. Pedro se opuso
terminantemente a que el niño fuera inscrito en una guardería
o a que fuera cuidado por otra persona. Martha tuvo que
dejar la escuela para después, pero ese después no llegó
mientras duró su matrimonio, y mientras ella se encargaba del
hogar, el cuidado y educación de sus hijos, Pedro terminó una
maestría y logró un importante ascenso en su trabajo que lo
llevó a alejarse frecuentemente del hogar. Martha gozaba del
éxito financiero alcanzado por los logros profesionales de
Pedro, pero esto no era suficiente para compensar su
permanente ausencia física, mental y emocional.
Martha se propuso demostrarle a Pedro que para ella nada
era más importante que poder compartir tiempo de calidad
con él. Así que decidió negarse a recibir más costosos regalos
de Pedro y no sólo eso, también le propuso vender todos los
caros obsequios que había recibido bajo el argumento de que
comenzaron a llegar justo cuando Pedro se empezó a alejar,
pero esta acción de Martha llegó también, demasiado tarde.
Pedro sentía hacía tiempo, que había dejado de amarla, pero
no había tenido el valor, ni entonces ni ahora, de decírselo
frente a frente. Pedro eligió sin darse cuenta el camino más
doloroso para poner fin a la relación: El silencio y la
indiferencia. Incluso reconoció haberse comprometido tanto
en el trabajo con la intención de que Martha se diera cuenta
que para él la relación ya no era importante. Por supuesto que
Martha finalmente se dio cuenta, pero la tortura fue penosa.
Pedro no advertía la injusticia que había cometido con
Martha, por el contrario, argumentaba que ella había sido la
más beneficiada por su éxito financiero, ya que después del
divorcio se quedó con la casa y muchas otras cosas
materiales, además de una cuantiosa pensión. Curiosamente
su postura en la relación era la misma que la de Martha.
Sorprendentemente ninguno de los dos había sido capaz de
decirse como se sentían con respecto a la relación antes y
después del divorcio. Martha esperaba que Pedro adivinara lo
que sentía y lo mismo esperaba Pedro.
Pedimos a ambos hacer un recuento de todo aquello que fue
bueno en la relación, y aunque al principio les costó algo de
trabajo reconocerlo, poco a poco fueron recordando
emotivamente los grandes momentos de su vida en común. Lo
felices que fueron desde un principio, incluso sobreponiéndose
a una muy difícil situación económica, sus charlas
interminables, su intensa sexualidad, la llegada de sus tres hijos
y un sin fin de cosas más que hacían de su relación algo
invaluable. La reflexión ayudó a Pedro a darse cuenta de
que, lo que Martha había hecho por la relación era algo que
no se podía pagar con dinero. El sexo se puede comprar, pero
no la pasión y mucho menos el amor. Reconocía con lágrimas
en los ojos estar en deuda con Martha y comprendía el
porqué de su agresividad, pero no sabía qué hacer.
La propuesta fue concertar una cita con Martha para hacer
patente su reconocimiento al hecho de que ella se había
entregado completamente a la relación todo el tiempo, así
como para detallar minuciosamente algunos de los momentos
más emotivos y significativos que habían vivido juntos. Así lo
hizo días después y él mismo, describió su encuentro con
Martha como un extenso monólogo. No sólo reconoció
delante de Martha lo que ella había hecho por la relación,
también le agradeció una a una todas las cosas que para él
fueron significativas en su vida, incluso aquellas que en su
81
momento no fueron agradables, pero que lo hicieron un mejor
hombre y una mejor persona. Así mismo reconoció también
haberla amado profundamente y lamentó lo que él dejó de
hacer por la relación y, sobre todo, no haber tenido el valor de
asumir su responsabilidad cuando las cosas ya no marchaban
bien.
Martha simplemente se quedó sin habla, pero refiere que esa
noche lloró hasta quedarse dormida y que durmió como
nunca antes.
Después de ese encuentro hubo muchos otros. Pedro
descubrió finalmente que Martha era una mujer extraordinaria.
Cada uno tomó su lugar, asumió su responsabilidad
(incluyendo a sus hijos) y el orden trajo armonía a la familia.
En síntesis
Muchos son los aspectos sociales, culturales y educativos que
han condicionado los comportamientos de hombres y mujeres
en el pasado. El amor sigue siendo por mucho el principal
motivo de unión entre un hombre y una mujer, pero se revela
que este no compensa la escasa conciencia que tienen
acerca del esfuerzo que implica vivir juntos, por tanto, el amor
por inmenso e intenso que sea, a veces no llega a ser
suficiente. Lo anterior sin tomar en cuenta que el poco
conocimiento que tienen de sí mismos, influye
determinantemente no sólo para que la elección de la pareja
no sea la más correcta, sino también para confundir los
verdaderos motivos que los llevan a tomar la decisión de
unirse. No obstante, más allá de esto, existe un legítimo interés
de un sinnúmero de hombres y mujeres por desarrollar una
nueva conciencia que les permita dejar atrás viejos patrones
de conducta separatistas y encontrar nuevas y más
equilibradas formas de hacer progresar la relación de pareja.
El alto índice de divorcios se manifiesta como una prueba de
las dificultades que están enfrentando las parejas por
conseguir esa nueva forma de valorar la vida en familia.
Se descubre que el divorcio por sí mismo no es más que lo que
significa: La disolución legal del vínculo matrimonial. Y que la
crisis atribuida a éste, depende no de la separación que
implica, sino de la triste historia de la pareja y la forma como
ésta pretende continuarla o concluirla, el divorcio es sólo el
síntoma de una enfermedad que la ha aquejado por mucho
tiempo. La inequidad, resultado principalmente de la poca
capacidad de los integrantes de la pareja para reconocerse,
agradecerse y respetarse, (darse un buen lugar) se destaca
además como la principal causa de desavenencias en la
relación y el más poderoso detonador de conflictos llegada la
hora del divorcio. El no hacerse responsables para reconocer
su participación buena o no tanto en lo que fue la unión, les
impide actuar con justicia durante y después del divorcio
haciendo aún más difícil la relación entre ellos.
Las consecuencias ocasionadas por la infinidad de parejas
atrapadas en conflictos, estén enfrentándose al divorcio o no,
provoca en un sinfín de jóvenes gran inseguridad respecto a la
conveniencia de relacionarse en pareja y, aun cuando el
encanto y la seducción los prenda, muchas de estas nuevas
parejas en el intento por “consolidar” su relación, van
postergando el siguiente compromiso: (que los sitúa como
individuos en evolución) La paternidad, en ocasiones tanto,
que en un gran número de países la baja tasa de natalidad
puede complicar radicalmente, en un futuro inmediato, el
funcionamiento de la sociedad. Esta conducta por justificada
que se crea, revela la falta de conciencia de los jóvenes sobre
la relación de pareja y lo que éstos consideran como su
“consolidación”, pero también, su temor oculto a
comprometerse con su proceso de crecimiento natural.
(Ciclos vitales)
82
La relación de pareja implica una incesante toma de
acuerdos e intercambios que demandan la constante
evolución del individuo.
La felicidad total no existe, al igual que la vida misma, la
relación de pareja se constituye de momentos, algunos muy
buenos y felices, y otros no tan buenos ni tan felices.
A raíz de esta tendencia de las personas a no comprometerse
con la paternidad junto con algunas otras, (ejemplo: el que
un gran número de jóvenes decidan relacionarse en pareja
con personas de su mismo sexo) nos hace concebir una nueva
hipótesis, que expone::
“Que el exterminio de la humanidad no será por causa de la
guerras, enfermedades o hambrunas, sino por la extinción de
la procreación.”
Se ha observado que más que la separación provocada por
el divorcio, son los conflictos entre la pareja lo que llega a
dañar profundamente a los hijos. Por fortuna cada día son más
las parejas que se preocupan por divorciarse sanamente,
intentando que las repercusiones de la separación no afecten
mayormente a sus hijos. La copaternidad es considerada
como la mejor opción para mantener el orden familiar y lograr
que los pequeños se adapten más fácilmente a la
transformación de la familia. Pero ésta depende de un gran
respeto y una buena comunicación entre la pareja.
El divorcio o su posibilidad empieza a ser considerado por la
sociedad más que como una fatalidad, como una
oportunidad para que las personas involucradas en relaciones
desdichadas tomen conciencia de sí mismas y de los
comportamientos que les impiden lograr una relación
amorosa constructiva.
El viejo concepto del matrimonio idealizado, novelesco y de
cuento de hadas está siendo reemplazado gracias en gran
medida a la reflexión provocada por el alto índice de parejas
divorciadas, por una unión con mucho más conciencia,
donde los integrantes de la pareja descubren la importancia
de conservar su individualidad y de procurar su desarrollo
personal como un aporte fundamental para la progresión y la
consolidación de la relación. Hombre y mujer empiezan a
reconocer que se necesitan el uno al otro para reafirmarse.
La idea de una relación amorosa constructiva y el potencial
de desarrollo personal que ésta conlleva siguen motivando, a
pesar de todo, a las personas a comprometerse en una
relación de pareja, y aunque el índice de divorcios sigue en
aumento, también las parejas en segundas nupcias son más
frecuentes. De ahí que consideramos de fundamental
importancia que la gente que ha atravesado por una
separación o divorcio, como quiera que éste se haya llevado
a cabo, se informe y busque todo el apoyo profesional
disponible para lograr descubrir y sanear los patrones que la
indujeron a su anterior rompimiento.
La conmoción causada por el gran número de parejas que
optan por el divorcio ha logrado una gran toma de
conciencia sobre las consecuencias provocadas por una
relación de pareja destructiva. Cada vez más personas
involucradas en situaciones de conflicto dentro de su relación
se preocupan por encontrar apoyo psicoterapéutico que les
permita comprender y trascender esa etapa.
Un Divorcio sano no es una quimera como muchos creen, es
tan real y posible como en algún momento lo fue lo que le
precedió. Aunque lograrlo depende de elementos que
seguramente no existieron en la relación como lo son: La
equidad, el respeto, la comunicación positiva, el
reconocimiento y el agradecimiento. Afortunadamente el
83
divorcio favorece la reflexión, el rescate de la individualidad Ritual de Separación
perdida, del amor propio muchas veces seriamente lastimado,
del saber que el siguiente paso es la recuperación de uno Te ame, fue bello mientras duró.
mismo.
Lo que te di, te lo di con amor.
Dos o más complicados hacen un conflicto. Dicen que para
pelear se necesitan cuando menos dos. Partiendo de esa Me diste mucho y lo agradezco. Lo recibí con amor.
hipótesis, divorciarse sanamente es posible porque el acuerdo
y el compromiso son con uno mismo. Es decir, si usted no Gracias a ti soy mejor persona, mejor hombre/mujer.
quiere pelear, simplemente no hay pleito. (Me hiciste padre o madre)

Se ha comprobado de múltiples formas que cualquier cambio
en el comportamiento por demás insignificante que parezca,
origina inevitablemente una transformación mayor que
trasciende a la persona e influye a todo y a todos a su
alrededor.
Divorcio sano es una invitación a la reflexión, a la
introspección con la certeza de que posee los recursos, la
sensibilidad y la evolución emocional y humana para
rescatarse a sí mismo.
Te devuelvo tus promesas y recojo las mías.
Por lo que no salió bien entre nosotros y hoy nos separa,
asumo mi parte y te dejo la tuya.
Lo nuestro aquí termina.
Honro lo que te mueve. Te dejo en paz y yo me voy en paz.
(En caso de tener hijos)
Como padre o madre de nuestros hijos, siempre contarás
conmigo.

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