Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Educación y Eticidad. Reflexiones en Las Distancias. Homenaje A Teresa Yurén Camarena
Educación y Eticidad. Reflexiones en Las Distancias. Homenaje A Teresa Yurén Camarena
1
1
Publicación
coordinada
por
Julieta
Espinosa
financiada
con
Apoyo
Promep-‐sep
al
-‐ La
segunda
vertiente,
estrictamente
moral,
y
referida
a
una
actuación
en
el
presente
que
nos
obligue
a
la
congruencia
entre
pensamiento
y
acción,
y
al
reordenamiento
de
los
principios
que
nos
rigen
para
volver
a
dar
sentido
a
nuestras
prácticas
y
replantear
sus
finalidades.
Prácticas
hoy
pervertidas
por
la
sobreacumulación,
el
consumo,
y
el
desperdicio
y/o
la
carencia,
responsables,
todos,
de
la
licuefacción
de
los
sentimientos
de
comprensión,
compasión
y
solidaridad
que
han
hecho
posible
la
construcción
de
lo
humano
y
su
mejor
patrimonio:
la
cultura,
o
mejor
aún
las
culturas
en
las
que
objetivan,
concretan
la
dignidad
humana.
Se
trata,
pues,
de
una
actuación,
una
praxis
reflexiva,
con
sentido
y
función
social;
una
praxis
transformadora
con
sentido
histórico,
y
una
praxis
creativa,
capaz
de
recuperar
la
irrepetibilidad
de
lo
humano
y
la
chispa
creadora
que
la
reproducción
de
lo
injusto
como
cosa
natural
y
la
explotación
en
serie
nos
han
robado.
Praxis
intencionadas,
eticidad
transformadora,
parece
decirnos
Yurén
desde
su
lugar
en
un
telón
de
fondo
en
el
que
la
intuimos
tomada
de
la
mano
de
su
viejo
maestro.
Se
trata
pues
de
una
posición
ética
que
se
ocupa
desde
la
auténtica
pre-‐
caución,
entendida
como
cuidado
anticipado
y
la
pre-‐ocupación,
entendida
el
ocuparse
hoy
de
hacer
lo
necesario
para
mañana.
Precaución
y
preocupación
que
no
puedo
dejar
de
vincular
con
una
actitud
que,
libre
de
avidez
de
novedad
denunciada
por
Heidegger,
nos
ofrece
proyecto
y
agenda:
la
educación,
entendida
nos
dice
siguiendo
el
consejo
de
Beck,
como
“un
ejercicio
de
la
libertad
en
el
que
la
realización
personal,
el
goce
de
sí
y
la
preocupación
por
los
otros
no
se
excluyen”.
Tras
la
lectura
del
texto
de
Yurén,
fue
inevitable,
entonces
y
ahora,
evocar
y
articular
para
dialogar
con
sus
palabras
dos
de
mis
referentes
como
de
lector,
(que
conste
que
lo
advertí):
la
noción
de
“erotismo”
presentada
por
George
Bataille
y
la
noción
de
epilemeia
heautou
retrabajada,
redefinida,
reexplorada
por
Foucault.
4
En
su
obra
“El
Erotismo”,
Bataille
nos
recuerda
que
el
erotismo
es,
en
sus
palabras,
“una
aceptación
de
la
vida
más
allá
de
la
muerte”,
es
decir,
una
aceptación
de
la
vida
más
allá
del
presente
vital,
en
el
futuro
imaginado.
Esta
aceptación
sólo
puede
comprenderse
y
derivarse
de
una
fuente:
el
afecto
amoroso,
el
afecto
erótico
(si,
adivina
bien
el
escucha,
nos
retrotrae
el
impulso
erótico
freudiano).
El
afecto
erótico
es
importante
e
interesa
a
Bataille
más
que
por
su
origen,
que
es
siempre
la
condición
humana,
por
su
destino:
a
qué,
a
quién
se
dirige.
Y,
dependiendo
de
su
dirección,
es
decir,
de
su
finalidad,
nos
plantea
tres
tipos
de
afección:
el
erotismo
de
los
cuerpos,
el
erotismo
de
los
corazones
y,
finalmente,
el
erotismo
místico.
El
primero,
explosivo
y
efímero
(el
Jésuve
llamará
a
su
más
alta
presentación),
es
siempre
aspiración
del
encuentro
y
el
desencuentro,
toque
apenas
alcanzado
de
la
punta
de
las
dedos,
evidencia
de
la
imposibilidad
de
la
comprensión
si
no
es
por
la
razón,
expresión
del
goce
incluso,
a
veces,
sin
deseo
expuesto
y
en
el
que
la
finalidad
parece
escaparse
de
las
manos
y
en
el
que
el
cuidado
del
otro
puede
perderse
en
el
amor
a
sí
mismo.
Puede
ser,
un
puro
estar
en
sí
del
sujeto.
El
segundo,
el
erotismo
de
los
corazones,
es
la
amistad,
la
filia,
el
para
sí.
Se
trata
de
una
sutil
construcción
del
deseo
a
la
largo
plazo
(que
se
busca
que
permanezca)
en
la
que
los
hombres
se
hacen
de
palabras,
de
diálogos;
de
evidencias
que
concretan
y
objetivan
su
interés
de
unos
por
otros,
su
necesidad
de
estar
juntos
y,
al
mismo
tiempo,
diferenciarse;
su
capacidad
para
tomarse
de
las
manos
y
permanecer
unidos,
incluso,
más
allá
de
la
muerte
(como
ocurre
con
algunos
de
nuestros
amigos
y
maestros)
y
de
la
siempre
necesaria
y
presente
incomprensión
(por
eso
hay
que
hablar
tanto,
poner
tantas
cosas
en
común).
Erotismo
del
prójimo,
próximo
y
lejano,
pero
prójimo,
prójimo
humano
que
da
sentido
a
nuestra
vida
y
origen
y
orientación
a
nuestras
costumbres,
que
nos
hace
construir
creencias
y
principios,
e
imaginar
horizontes
más
allá
de
nuestro
limitado
presente,
en
los
que
haya
un
lugar
para
todos
los
otros,
los
que
adivinamos
están
por
venir.
Se
trata,
pues,
del
erotismo
motor
de
la
construcción
cultural,
del
reconocimiento
de
la
restitución
del
patrimonio,
del
legado
de
los
padres
–
5
Freud,
en
su
caracterización
del
instinto
eros,
nos
dice:
sirve
para
la
supervivencia,
nos
mueve
a
autoprotegernos
y
a
cuidar
de
nosotros
y
de
los
otros.
Cuidado
de
sí
mismo
dirá
Sócrates,
cuidado
e
inquietud
de
sí
recupera
Foucault.
Pues,
¿qué
es
la
reflexión
ética
sino
una
expresión
de
la
inquietud
del
sí
mismo,
de
qué
es,
qué
debe
ser,
qué
quiere
ser
con
los
otros
y
para
los
otros?
¿cuál
es
la
responsabilidad
de
cada
hombre
con
sus
semejantes,
con
su
prójimo,
su
hermano?
Inquietud
que
se
traduce,
también
como
la
inquietud
constante
acerca
de
¿cómo
pueden
el
hombre
y
sus
sociedades
gobernarse
y
qué
hace
el
que
gobierna
para
ser
y
hacer
mejor
a
los
otros?
Marín
López,
Susana
Patiño,
Jean
Lous
Deruet,
Corina
Fernández
y
Lucía
Rodríguez,
rizan
el
rizo
de
esta
inquietud
primera
inquietud
del
sujeto
respecto
a
sí,
los
otros
y
el
gobierno
de
sus
relaciones.
Inquietud
de
sí
mismo
y
del
otro,
cuidado
de
sí
mismo
para
y
con
el
otro
que,
por
otra
parte,
no
es
nueva,
es
histórica,
parte
de
la
reflexión
humana
acerca
de
su
praxis,
de
su
estar
en
el
mundo
a
través
de
la
educación
como
lo
muestran:
Romuald
Normand,
Miguel
Ángel
Pasillas
y
Blanca
Trujillo;
Miguel
de
la
Torre
y
Ana
Salmerón,
acompañados
en
un
segundo
momento
por
Alejandra
Rivera.
Inquietud
de
sí,
cuidado
de
sí
que
nos
dice
Foucault
es,
fundamentalmente
una
actitud,
una
mirada
y
una
reflexión
de
la
mirada.
La
actitud
de
estar
abierto
a
verse
a
sí
mismo
y
así
mismo
con
los
otros
de
manera
reflexiva,
estar
dispuesto
a
recuperar
con
esta
mirada
lo
que
se
piensa
sobre
sí,
sobre
el
otro
–siempre
los
otros-‐
el
mundo
y
cómo
es
que
esto
se
piensa.
La
mirada
como
tarea
consciente,
sistemática
y
organizada,
libre
de
voluntarismos
y
autocomplacencias,
la
mirada
crítica
respecto
a
lo
que
se
es,
se
ha
sido
y
se
aspira
a
ser.
Mirada
que,
sólo
siendo
propia
al
sujeto
puede
ésta
extenderla
a
los
otros,
al
mundo.
7
El
texto
que
ahora
nos
ocupa
es,
simple
y
complejamente
esto:
la
presentación
de
unas
miradas
que,
unificadas
por
la
filia,
por
el
erotismo
de
los
corazones,
se
hacen
cargo
de
la
ineludible
responsabilidad
que
cada
uno
tiene
respecto
al
cuidado,
la
inquietud,
de
sí
mismo
–que
se
expresa,
se
concreta
en
coherencia,
congruencia
entre
el
pensamiento
y
la
acción-‐
y
el
cuidado
de
los
otros
que
surge
de
nuestra
inquietud
–entendida
como
necesidad-‐
de
estar
con
los
otros,
pasados,
presentes
y
futuros.
Inquietud
que
es
la
piedra
de
toque
del
quehacer
educativo.
Vale
la
pena
asumir
la
actitud
de
compartir
con
ellos
sus
miradas
y
agradecerles
sus
disposición
a
la
amistad
y
al
diálogo.