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Oe et -OS TEXTOS EN ESTUDIO 2Qué es lo fantastico? El término “fantéstico” ha sido usado para englobar producciones literarias bien diver- sas, como las leyendas folcléricas, los relatos de terror, de fantasmas y de ciencia ficcin, | Eltermino “fantastico” entre otros. Pero, gcémo defini con precisi6n lo fantéstico? tlega al espafiol a Uno de los criticos que més ha reflexionado sobre este tema ha sido Tzvetn Todorov travésdel lati que, en su libro Introduccién ala literatura fantdstica, en el que clasifica los sucesos narrados asuvez,lotomadel en cualquier relato en dos grandes grupos: por un lado, los textos pueden dar cuenta de sucesos normales, es decir, regidos por las leyes fisicas que gobiernan nuestro mundo co- tidiano; y, por el otro, en cambio, pueden presentar sucesos anormales, que no se ajustan a dichas leyes, Por ejemplo si un personaje tira una piedra esta cae al suelo configuraria tun suceso normal; pero sila piedta se pierde volando en la inmensidad del cielo, el hecho seria, claramente, anormal. suefo, a apariencia, la usin; aquello que se relaciona con la imagen de algo en Siun relato presenta, exclusivamente, acontecimientos normales nos hallamos en pre- elespiritu’. _sencia de una narracién realista, como las que ya estudiaste en los capitulos anteriores; pero si combina ambos tipos de hechos, sostiene Todorov, deberfamos prestar atencién ala forma en que estos son presentados. Asi, se definen tres clases de relatos. ue Citta) Fjemplos Maravillosos | Cuando el hecho anormal no se puede explicar segin las leyes del mundo | En la saga de Harry Potter, la coexistencia teal conocido por nosotros, sino que obedece a otras reglas que son las de tn sistema diferente del nuestro, nos encontramos dentro del mundo de lo maravilloso al que pertenecen los cuentos de hadas, muchos relatos folcoricos en los que intervienen craturas como duendes, gnomos, ‘magos, brujasy hechiceros. ste universo no cuestiona nuestra realidad, Dertenece a otra esferay tanto los lectores como los personajes aceptan ue, alias cosas funcionan de forma muy diferente. ‘del mundo de los magos (con sus espacios, insttuciones, costumbres, poderes, etcétera) ‘con el mundo de los “muggles’ 0 eres hhumanos no magos, sorprende al protagonista al principio, pero luego la acepta y vive con naturalidad. ‘otro mundo regido por otras leyes, estamos en presencia de lo fantastico. Elector y los propios personajes dudan y as se constituye la vacilaci6n, propia del relato fantéstico. El acontecimiento se presenta en este mundo en ningin otro-, pero no puede ser explicado racionalmente; es lo suficientemente ambiguo como para no permitir ni una cosa ni otra y ‘cuestionar ast los conceptos de real e imaginario, de I6gico e iracional ‘que podamos poseer. De esta manera, lo fantastico vendria a ser esa franja de falta de certeza —Ia incertidumbre— que nos cuestiona como seres racionales y problematiza la realidad que nos rodea. Extrafios | Cuando el fendmeno anormal recibe, al final del relato, una explicacién | En el cuento de Conan Doyle “El espanto dela \gicay racional que lo normaliza, es decir que transforma eso anormal | cueva de Juan Azul, la aparicién de un enorme en un suceso cientificamente comprobable y que solo nos ha parecido | monstruo de espuma se expla finalmente aro en virtud de un truco, ilusién o mentira, nos encontramosen el} comolla evolucién natural de una bacteria en el territorio de lo extrafo. ‘medioambiente salitroso de una cueva. Fantdsticos | Cuando el hecho anormal no resulta explicable ni se lo puede ubicar en | En “Chac Mool’, un cuento de Carlos. Fuentes iumpe en el mundo cotidiano del protagonist, Filiberto, un elemento, la estatua de una antigua dvinidad maya, que altera la Idgicaconacida. Se superponen tiempos y espacos, surge un objeto con poderes Sobrenaturales se produce una metamorfosis. Tanto ls ecotes como el narrador (un amigo del protagonist) no podvemos comprender, por medio dea razon, es0s sucesos. So EEE 4Cual de las siguientes opciones te parece més adecuada para explicar el final del relato? Argumenta a favor de tu eleccién, a) La Virgen, ofendida por el robo de su ajorca, castiga a Pedro con la locura. 'b) Pedro, carcomido por la culpa de la accién que ha llevado a cabo, enloquece. ¢)_ No puede determinarse si su locura proviene del castigo de una divinidad o de su propia psiquis mortificada. 2. {Qué tipo de relato configuraria cada una de las opciones propuestas? Justificd. a cs | Escaneado con CamScanner “© sovions S.A. Poti su fotocopia Ley 31.725 Los mecanismos de lo fantastico en Cortazar tee aed LTE a Compartan en ronda anécdotas en as que haya sucedido algo inexplicable. Qué sensacién nos produce la irrupcién de lo incomprensible en la vida cotidiana? sPor qué solemos descreer de este tipo de su- cesos? Observé la ilustracién de esta pagina y leé el titulo del cuento. :Quiénes seran el hombre y la mujer? Qué situacién fantéstica podria ocurritles? Leer e interpretar cuentos de Julio Cortézar y reconocer sus caracterfsticas y sus conexiones con otros textos literarios. Comprender el cuestionamiento a la realidad que produce la cosmovisin fantdstica en la actualidad. Leer textos de critica literaria. Vincular la propuesta estética de la obra de Ju- lio Cortézar con otros lenguajes artisticos. Escribir relatos fantasticos. Casa tomada ‘0s gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas N sucumben a la més ventajosa liquidacién de sus materiales) guardaba los recuer- yA) dos de nuestros bisabuelos, el abuelo patemo, nuestros padres y toda la infancia. Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podian vivir ocho personas sin estorbarse. Haciamos la limpieza por la mafiana, le- vanténdonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las tltimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzdbamos al mediodia, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pen- sando en la casa profunda y silenciosa y cémo nos bastébamos para mantenerla limpia. ‘A veces llegabamos a creer que era ella la que no nos dej6 casarnos. Irene rechazé dos pretendientes sin mayor motivo, a mi se ‘me murié Marfa Esther antes que llegs- ramos a comprometeros. Entramos en los cuarenta afios con la inexpre- sada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealo- ‘gia asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos morirfamos alli algin dia, vagos y esquivos primos se quedarfan con la casa y la echarfan al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la volteariamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde. Escaneado con CamScanner HILECTURA Irene era una chica nacida para no molestara nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del dia tejiendo en el sofa de su dormnitorio, No sé por qué tejfa tanto, yo ‘creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era asi, tejfa cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, me- dias para m{, mafianitas y chalecos para ella. A veces tejia un chaleco y después lo destejfa en un momento porque algo no le agradaba: era gracioso ver én Ia canastilla el montén de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas: Los sdbados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenia fe en mi gusto, se complacfa'con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerfas y preguntar vanamente si habia novedades en literatura francésa, Desde 1939 no Megaba nada valioso ala Argentina. Pero es de la casa que me interesa hablar, dela casay de Irene, porque yo no tengo im- portancia, Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un puldver esta terminado no se puede repetirlo sin escéndalo. Un dia en- contré el cajén de abajo de la cémoda de alcanfor leno de pafioletas blancas, verdes, li- las. Estaban con naftalina, apiladas como en una merceria; no tuve valor para preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No necesitébamos ganarnos la vida, todos los meses legaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenta el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mi se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde, se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso. Cémo no acordarme della distribucién de la casa, El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte més retirada, la que mira hacia Rodriguez Pefia. Solamente un pasi- lo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde habia un bafio, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un za- gun con mayélica, yla puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguan, abria la cancel y pasaba al living; tenfa a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducfa a Ia parte mis retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mis allé empezaba el otro lado de la casa, o bien se podia girar a la izquierda justamente antes de Ja puerta y seguir por un pasillo més estrecho que llevaba a la cocina y el bafio. Cuando la puerta estaba abierta advertfa uno que la casa era muy grande; sino, daba la impresién de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo viviamos siempre en esta parte dela casa, casi nunca fbamos mas al de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increfble cémo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires serd una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una réfaga se palpa el polvo en los mérmoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en os muebles ylos pianos. Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inttiles. Ire- ne estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrié poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentat la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor 0 en la biblioteca. Bl sonido venta impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la Escaneado con CamScanner alfombra o un ahogado susurro de conversacién. También lo of, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que trafa desde aquellas piezas hasta la puerta. Me ticé contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cereé de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y ademis corr el gran cerrojo para mis seguridad. Fuiala cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dijea Irene: —Tuve que cerrar la puerta del pasillo, Han tomado la parte del fondo. Dejé caer el tejido y me miré con sus graves ojos cansados. —{Estés seguro? Asenti. ~Entonces ~dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado. Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardé un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejfa un chaleco gris; a mi me gustaba ese chaleco. Los primeros dias nos parecié penoso porque ambos habfamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queriamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, esta- ban todos en la biblioteca, Irene pensé en una botella de Hesperidina de muchos afos. Con frecuencia (pero esto solamente sucedié los primeros dias) cerrabamos algin cajén de las cémodas y nos mirébamos con tristeza. -No esté aqui. ¥ era una cosa ms de todo lo que habiamos perdido al otro lado de la casa. Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificé tanto que aun levantindose tardisimo, alas nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estdbamos de brazos cruzados. Irene se acostumbré a ir conmigo alla cocina y ayudarme a preparat el almuer. 20. Lo pensamos bien, y se decidié esto: mientras yo preparaba el almuerzo, naria platos para comer frios de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar, Ahora nos bastabs con lamesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida flambre. Tene estaba contenta porque le quedaba mis tiempo para ter. Yo andaba un poco Perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar co. leccién de estampillas de papé, y eso me sirvié para matar el tiempo. Nos divertiamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era més cémodo. A veces Irene decia: ~Bijate este punto que se me ha ocurrido, {No da un dibujo de trébol? Un rato después era yo el que le ponfa ante los ojos un cuadradito de papel para que Visse el mérito de algin sello de Eupen yMalmédy. Estabamos bien, y poce a poco empe- zabamos a no pensar. Se puede vivir sin; pensar, Irene coci- (Cuando Irene sofiaba en alta vor. me a esa voz de estatua o Nos ofamos respira, toser, presentiamos el ademén que conduce ala llave del velador, los mutuos y frectientes insomnios, Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De dfa eran los rumores domésticos, el roce metilico de las agujas de ter, ‘un crujido al pasar las hojas del élbum filatélico, La — LECTUI va 79 Escaneado con CamScanner hoe puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el bafio, que quedaban to- cando la parte tomada, nos ponfamos a hablar en voz mis alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitiamos alle silencio, pero cuando tornabamos a los dormitorios y al living, entonces la.casa se ponia callada y a media luz, hasta pisdba- mos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a sofiar en alta vor, me desvelaba enseguida). Es casi repetirlo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acos- tamos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejfa) of ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baio porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le Ilam6 la atencién mi brusca ma- nera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baiio, 0 en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro, ‘Nonos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hastala puerta cancel, sin volvernos hacia atrés. Los ruidos se ofan més fuerte pero siempre sordos,a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguin, Ahora no se ofa nada. —Han tomado esta parte ~dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdian debajo. Cuando vio que los ovillos habian quedado del otro lado, solt6 el tejido sin mirarlo, —{Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté iniitilmente. =No, nada. Estébamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dor- mitorio, Ya era tarde ahora, Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos asf ala calle. Antes de alejarnos tuve listima, cerré bien la puerta de entrada y tré la lave a la alcantarilla, No fuese que a algin pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada, Jutto CorrAzar. @Herederos de Julio Cortézar, 2010. sucumben. Pierden, se someten. mayélica. Mosaico de esmalte fabricado antiquamente por Tepasar. Limpiar algo que ya ha sido limpiado con anterioridad. _'95 arabes y espafioles, clausura. Finaizacin. puerta cancel. Puerta que separa el zaguin dela casa pro- | 8 stosbogia Sipe rtsiciael tated perso Diente di i Voltearamos eribaraes. Souconee ee| i Srreresbade Enea sie rales, macramé. Tejido hecho con nudos que se asemeja al enca~ | § vanamente, initiimente. je de bolilos. i alcanfor. Madera muy aromética, Hesperidina. Bebida a base de corteza de nararjas amar- |] gobelinos. Tapes hechos a imitacién de los Gobelintapice- gas y dulces defrutos. i ro de Luis XIV, rey de Franca, comida fiambre. Comida fra. $3 zaguén, Pail cubero de ingeso una cas, inmediata- _Eypen y Malmédy. Uno deloscantones dl ere de Bg. | | 4 own espe te puri da entrada filatélico. Perteneciente alas estampilas de correo. it Escaneado con CamScanner ‘© SantiNiana S.A. Prohibida su fovocopia, Ley 11.723, Axolotl ubo un tiempo, en que yo pensaba mucho en los axolotl Iba a verlos al acuario del Jardin des Plantes y me quedaba horas mirindolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos, Ahora soy un axolotl. El azar me llevé hasta ellos una majiana de primave- 73 en que Parfs abria su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Roya, tomé St. Marcel y LHépital,vilos verdes entre tanto gris yme acordé de los leones, Era amigo de los leones las pan. teras, pero nunca habia entrado en el hiimedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas fui aver los tulipanes. Los eones estaban feosytristesy ‘i pantera dormia. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl, Me quedé una hora mirandolos, y salf incapaz de otra cosa, Enla biblioteca Saint-Genevieve consulté un diccio- nario y supe que los axolotl son formas arvales, provis- tas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabia ya por ellos mismos, por sus pequefios rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Lei que se han encontrado ejemplares en Africa capaces de vivir en tierra duran- te los periodos de sequfa, y que contintian su vida en el agua al llegar la estacién de las lluvias. Encontré su nombre espaiiol, ajolote, la mencién de que son comes- tibles y que su aceite se usaba (se dirfa que no se usa més) como el de higado de bacalao. No quise consultar obras especializadas, pero volvi al dia siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mafianas, a veces de mafiana y de tarde. El guardian de los acuarios sonrefa perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponia a mirarlos, No hay nada de extrafio en esto porque desde un primer momento comprendi que es- tébamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante segufa sin embargo uniéndonos. Me habia bas- tado detenerme aquella primera mafiana ante el cristal donde unas burbujas corrian en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (solo yo puedo saber cudn angosto y mezquino) piso de piedray musgo del acuario. Habfa nueve ejemplares y la mayorfa apo- yaba la cabeza contra el cristal, mirando’con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, senti como una impudicia asomarme a esas figuras si- lenciosas e inméviles aglomeradas en el fondo del acua- Xo, Aislé mentalmente una situada ala derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuer- Pecito rosado y como transhiicido (pensé en las es llas chinas de cristal lechoso), semejante a un p lagarto de quince centimetros, terminado en una pez de una delicadeza extraordinaria, la parte m: sible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corria una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesioné fueron las patas, de una finura sutilisima, acabadas en menudos dedos, en uiias minuciosamen te humanas. ¥ entonces descubri sus ojos, su cara, dos otificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dején- dose penetrar por mi mirada que parecia pasar a través del punto dureo y perderse en un diéfano misterio in- terior. Un delgadisimo halo negro rodeaba el ojo y los. inscribfa en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregula- res, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroida por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, solo de perfil se adivinaba su tamafio considerable; de frente una fina hendidura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le cre- fan tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. ¥ era lo tinico vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rigidamente y volvian a bajarse. A veces una pata se mo- via apenas, yo vela los diminutos dedos posindose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos tun poco nos damos con Ia cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas,fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos. a Escaneado con CamScanner Wuccrura Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que via los axolotl. Oscuramente me pare- cié comprender su voluntad secreta, abolit el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe ‘mejor, la contraccién de las branquias, el tanteo de las fi- nas patas en las piedras, la repentina natacién (algunos de ellos nadan con la simple ondulacién del cuerpo) me probé que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos, en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los. axolotl me decian de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardién tosfa inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos dureos, esa entrada al mundo infinita- mente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inttil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertia la menor reaccién. Los ojos de oro segufan ardiendo con su dulce, terrible luz; seguian mirandome desde una profundidad insondable que me daba vértigo. EE 32 Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, an- tes de ser un axolotl. Lo supe el dia en que me acerqué a ellos por primera vez. Las rasgos antropomérficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayor, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probé que mi reconocimiento era valido, que no me apoyaba en analogfas ficiles, Solo las manecitas... Pero una lagar- tija tiene también manos ast, y en nada se nos parece. Yo creo que era a cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro, Eso miraba y sabia. Eso re- clamaba, No eran animales. Parecia facil, casi obvio, caer en la mitologfa, Empecé viendoen|os axolotl una metamorfosis queno conseguia anularuna misteriosa humanidad. Losimaginé conscien- tes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a unsilencio abisal, auna reflexién desesperada. Sumirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente licido, me penetraba como un mensaje: “Salvanos, sélvanos” Me sorprendia musitando palabra de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ello segufan mirandome inméviles; de pronto las ramillas ro" sadas de las branquias se enderezaban, En ese instante yo sentia como un dolor sordo; tal vez me velan, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningin animal habia en- contrado una relacién tan profunda conmigo. Los axo- Jot! eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentia innoble frente a ellos, habfa una pure- za tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir mascara y también fantasma, De- tris de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de tuna crueldad implacable,

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