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CAMINA SOBRE LAS AGUAS

Lecciones prácticas de Mateo 14:22-23

“En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la


barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que
él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió
al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba
allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar,
azotada por las olas; porque el viento era contrario.
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos
andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar
sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y
dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les
habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, ¡no temáis!
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú,
manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo:
Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las
aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo
miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo:
¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la
mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por
qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se
calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca
vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres
Hijo de Dios.”

Introducción

Este episodio tiene abundante revelación para enseñarnos


a caminar sobre las aguas turbulentas de nuestra vida.
Considero que Jesús quiso utilizar una situación
complicada e imposible para enseñarles una lección de fe a
sus discípulos, enseñarles a confiar en Dios a pesar de la
evidencia negativa.
¿Por qué digo esto? Pensemos en un instante en lo
siguiente: ¿Qué necesidad tenía Jesús de ir caminando
sobre las aguas hacia el bote? Él es Dios y podría haber
ido volando hasta llegar al bote. ¿Por qué Jesús fue
caminando sobre las aguas entonces? La respuesta es
obvia: Para enseñarles a sus discípulos a caminar por fe en
medio de la adversidad.

Ante este proceso de entrenamiento divino existían solo


dos posibles reacciones: 1) quedarse “amarrado” al bote
por el temor; y 2) Desafiar la fe e intentar caminar sobre las
aguas.

El bote representa lo seguro, el lugar firme para no


hundirse. No se necesita fe para quedarse en el bote, pero
si para poner los pies en las aguas y empezar a caminar. El
bote es estable, las aguas turbulentas no lo son
precisamente.

Caminar por fe por las aguas, era una lección que Jesús
quería que sus discípulos aprendieran, pero por lo que
leemos, solo uno se atrevió a dar ese paso de fe: Pedro.

Pedro se atrevió a creerle a Jesús para iniciar su travesía


milagrosa caminando sobre las aguas. Su motivación e
inspiración para hacerlo estuvo basada en dos premisas: 1)
Jesús le había mostrado como caminar sobre las aguas y
2) Pedro creyó las palabras de invitación que el mismo
Señor le había extendido para salir del bote. El creyó en lo
que el Señor le dijo.

Pedro salió inicialmente con valentía del bote para pisar


sobre las aguas por un tiempo, pero luego al “ver… tuvo
miedo” Esa expresión “tuvo miedo” en el griego es “fobeo”
que significa “atemorizarse”.
La respuesta de Jesús, al ver a Pedro hundirse, fue:
“¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”. La palabra
“poca” en el original griego es “oligóspistos” y significa “falto
de confianza”. La palabra “oligó” significa: “breve, diminuta,
pequeña”.
Entonces, vemos que Pedro comenzó creyendo y se lanzó
por fe a caminar por las aguas, pero luego al ver las
circunstancias negativas, su fe disminuyó y comenzó a
hundirse.
Es muy fácil criticar y decir que Pedro tuvo poca fe y que al
ver las circunstancias dejó de caminar sobre las aguas,
pero la realidad fue que el solamente dio ese paso de fe,
para aprender la lección que Jesús les estaba enseñando.
Mientras Pedro caminaba por fe sobre las aguas, el resto
de los discípulos observaban atemorizados en el bote.

Aquí aprendemos que la mayoría pareciera no estar


dispuesta a caminar sobre las aguas y que solo unos pocos
se atrevieran a hacerlo. Porque esa es la cuestión: Caminar
o no caminar por fe.

Sería bueno preguntarnos en esta hora, en medio de


nuestras adversidades: ¿No es mejor decidir caminar con
fe creyéndole a Dios, que quedarse pasivo dudando? ¿No
es mejor continuar caminando por fe, creyéndole al Señor,
aunque exista la posibilidad de hundirse?

Podemos aprender muchas cosas de Pedro, pero lo más


importante es seguir su ejemplo de atreverse a comenzar a
caminar por fe puestos los ojos en Jesús, aunque en algún
momento comencemos a hundirnos. Si eso sucediera, no
dudemos que el Señor estará a nuestro lado para
ayudarnos a levantarnos como sucedió con Pedro.

Conclusión

En esta hora el Señor te está diciendo: – Atrévete a


confiar en mí, yo estoy a tu lado para que camines por
fe sobre tus aguas turbulentas. Si en algún momento
decaes, estoy aquí para levantarte. No temas a las
aguas turbulentas. Yo soy el que camino sobre ellas –

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