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Discurso: Día de la Bandera

20 de Junio, 2016
Profesor Antonio Iacopino

Estamos reunidos para celebrar el Día de la Bandera, día en que también conmemoramos
la muerte de su creador, Manuel Belgrano.
Teniendo en cuenta estos datos, podría hablarles de la creación de la bandera, del porqué
de sus colores, del 27 de febrero de 1812 cuando fue enarbolada por primera vez en
Rosario, a orillas del Paraná… Sin embargo, decidí no hablarles de la creación de la
bandera, ni de la vida de Belgrano… Más bien quiero decir unas breves palabras sobre la
muerte de Belgrano y el significado de la bandera hoy para nosotros como emblema de la
Patria.
Y voy a hablar de la muerte de Belgrano, porque dice un poeta por ahí que uno se muere
como vivió.
En mayo de 1820, a los 50 años, Belgrano estaba en Buenos Aires gravemente enfermo y
sin dinero. Solicitó al Gobierno los trece mil pesos de sueldos atrasados que le debían
desde hacía años. Tras muchos trámites y demoras, sólo le entregaron una mínima parte.
Como ya no le quedaba nada le obsequió a su médico, que lo había atendido gratis, un
reloj de oro diciéndole: “Es todo cuanto tengo”. Y luego, como última reflexión, agregó:
"Pensaba en la eternidad donde voy y en la tierra que dejo. Yo confío en que los buenos
ciudadanos trabajarán para remediar sus desgracias. ¡Ay, Patria mía!". A las siete de la
mañana del 2O de junio de 182O, murió, preocupado, pobre y olvidado en una Buenos
Aires asolada y dividida por la guerra civil.
Manuel Belgrano nos dejó su ejemplo, nos dejó ese último pedido de trabajar por nuestra
Patria, y nos dejó la Bandera Argentina. Esa bandera que prometimos defender, respetar y
amar… la misma que, según dice la Oración que le escribió Joaquín V. González, es vínculo
sagrado e indisoluble entre las generaciones pasadas, presentes y futuras; esa bandera
que expresa la unidad y la identidad nacional, que es símbolo de nuestra querida Patria,
un ideal compartido. Este paño albiceleste nos recuerda que somos parte de algo propio,
y dan cuenta de la solidaridad y la unión necesarias para salir adelante a la crisis social,
económica y moral en la que nos encontramos. La Patria es ese proyecto de vida que fue
idealizado por soñadores de la talla de Belgrano, San Martin y Bolívar. Un proyecto de
vida que depende de nosotros revivirlo y no suicidarlo. En tiempos de crispación, de
nosotros o el caos, de desprecio por la voluntad popular, de candidaturas testimoniales,
de falsas promesas, de decepciones… en tiempos de Gran Cuñado… volvamos a levantar la
Bandera… la Bandera del Amor, de la Verdad, de la Justicia y de la Libertad… esa Bandera
que es la misma para todos, donde nadie quede afuera… la Bandera que nos recuerda que
tenemos un origen y un destino en común, que todos somos habitantes de este bello
suelo, y que juntos, sólo juntos, podremos hacer realidad nuestros sueños.
Este fue un hombre impulsor ferviente de las ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad
que forjaron la Revolución de Mayo y quien enfrento sin miedo tantos desafíos y
dificultades “porque el miedo solo sirve para perderlo todo…” decía.

Su sueño de Patria Grande americana que nos hermana e iguala nos enseña a ser libres y
también a respetarnos y a sentir al otro como un hermano, a abandonar los regionalismos
mezquinos. Porque si la Patria es bien Grande se acaban los privilegios de los poderosos
que quieren fronteras para sus colonias sin límites.

El conocimiento como herramienta suprema e indispensable de la razón y la libertad lo


llevaron a nunca dejar de aprender. ¿Por qué entonces no verlo como el abanderado de la
Patria? Belgrano entendió que de la razón puede salir la fuerza y no al revés. Nunca a la
fuerza se podrá llegar a la razón por más que quieras. ¿Conviene entonces un pueblo sin
razón para que no haga fuerza? De allí nuestra gran oportunidad y compromiso aquí en la
escuela y sobre lo cual les propongo reflexionar en estas fechas. Tan seguro estaba
Belgrano de la importancia de la educación que con el último dinero que recibió por sus
batallas lo donó para fundar cuatro escuelas. Sí, cuatro escuelas, no bancos, ni comisarias,
ni estudios jurídicos.

Y por último pensemos que pasaría si Belgrano volviera a nacer o si el caminara hoy por
los pasillos de esta escuela. ¿Estaría contento con lo que aquí sucede? A él seguramente le
gustarían esos brazos en alto que cada mañana se multiplican para hacer preguntas en las
aulas abrazando el país de la libertad. Se sentiría pleno de saber que esta abanderada y
sus escoltas, hijas de la Patria Grande y del profundo conocimiento, portan firme su
bandera. Estaría muy conforme de ver como los directivos ofrecen sus mejillas que pocas
veces reciben alguna caricia y estaría orgulloso de sus profesoras y profesores que cada
día se levantan convencidos de enseñar para formar personas libres, justas y compañeras.

Don Manuel Belgrano no tendrá su propio himno, habrá muerto pobre y olvidado. Pero si
algo podemos prometerle, además de lealtad a su bandera, es que acá en la Escuela Agro
técnica Cornelio Saavedra hay un pedacito de su Patria Grande que celebramos con
mucho orgullo y respeto.

¡Feliz Día de la Bandera para todos! Muchas gracias…

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