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Trabajo práctico: Análisis literario de la Odisea

Alumna/o:
1― Leé la siguiente cita de Odisea y resolvé las consignas.

“473 Y, en estando tan lejos cuanto se deja oír un hombre que grita, hablé al Ciclope con estas mordaces
palabras:
475 —¡Ciclope! No debías emplear tu gran fuerza para comerte en la honda gruta a los amigos de un
varón indefenso. Las consecuencias de tus malas acciones habían de alcanzarte, oh cruel, ya que no
temiste devorar a tus huéspedes en tu misma morada; por eso Zeus y los demás dioses te han castigado.
480 Así le dije; y él, airándose más en su corazón, arrancó la cumbre de una gran montaña, arrojóla
delante de nuestra embarcación de azulada proa, y poco faltó para que no diese en la extremidad del
gobernalle. Agitóse el mar por la caída del peñasco y las olas, al refluir desde el ponto, empujaron la nave
hacia el continente y la llevaron a tierra firme.
500 Con el corazón irritado, le hablé otra vez con estas palabras:
502 —¡Ciclope! Si alguno de los mortales hombres te pregunta la causa de tu vergonzosa ceguera, dile
que quien te privó del ojo fue Odiseo, el asolador de ciudades, hijo de Laertes, que tiene su casa en Ítaca.
526 Y el Ciclope oró en seguida al soberano Poseidón, que ciñe la tierra, alzando las manos al estrellado
cielo:
528 —¡Oyeme, Poseidón que ciñes la tierra, dios de cerúlea cabellera! Si en verdad soy tuyo y tú te glorias
de ser mi padre, concédeme que Odiseo, asolador de ciudades, hijo de Laertes, que tiene su casa en Ítaca,
no vuelva nunca a su palacio. Mas si le está destinado que ha de ver a los suyos y volver a su bien
construida casa y a su patria, sea tarde y mal, en nave ajena, después de perder todos los compañeros, y se
encuentre con nuevas cuitas en su morada!
536 Así dijo rogando, y le oyó el dios de cerúlea cabellera. Acto seguido tomó el Ciclope un peñasco
mucho mayor que el de antes, lo despidió, haciendo voltear con fuerza inmensa, arrojóse detrás de nuestro
bajel de azulada proa, y poco faltó para que no diese en la extremidad del gobernalle. Agitóse el mar por
la caída del peñasco, y las olas, empujando la embarcación hacia adelante, hiciéronla llegar a tierra
firme.”

A― Ubicá esta cita en el contexto de la obra: en qué episodio de la vida de Odiseo nos encontramos,
quiénes son los personajes que aparecen, cuáles son las acciones que el héroe lleva a cabo durante este
episodio. Desarrollá en al menos ocho renglones.
B― ¿Qué características negativas de la personalidad de Ulises es posible ver en esta cita? ¿Por qué? ¿Qué
consecuencias tiene para el héroe?
Desarrollá, con ejemplos, cómo es que la personalidad del héroe cambia a lo largo de la obra.
C― ¿Cuál es el rol que cumplen los dioses en la vida de los mortales? ¿Cómo se relaciona esto con el
episodio de Polifemo?
D―Buscá en la cita frases y fórmulas que se repitan a lo largo de todo el poema. ¿Cómo se relaciona esto
con la transmisión de la Odisea? Desarrollá.

Trabajo práctico II: Análisis literario de la Odisea


1― Leé la siguiente cita y escribí un texto en el que expliques con tus palabras qué relación se puede
establecer con la Odisea, con los valores nacionales y con las estructuras formulares.

Las culturas orales son aquellas que se comunican exclusivamente por el canal auditivo (es decir, en estas
sociedades, la tecnología de la escritura aún no ha sido desarrollada).
Toda sociedad tiene una historia pasada que le confiere su identidad, así como relatos y narraciones en las
que se conservan valores y conocimientos importantes. Toda esta información debe ser transmitida a las
generaciones futuras, no debe perderse. Las sociedades que cuentan con la escritura utilizan esta técnica
para evitar que caigan en el olvido. De esta manera, producen textos escritos que permanecerán fijados en
un soporte como la piedra o el papiro o el papel. Pero, ¿qué sucede con las comunidades orales? Estas
comunidades también poseen una historia pasada que necesita ser conservada. Claramente, esta historia
no puede ser puesta por escrito ¿Dónde se conserva? Las culturas orales debieron desarrollar otras
estrategias. A falta de un soporte material, en estas culturas suele haber personas encargadas de recordar
y transmitir la historia del pueblo en la que se encuentran los valores de la comunidad. Son los rapsodas
¿Pero qué es lo que recuerdan? Poemas. Las culturas orales crean poemas extensos en los que se cuenta
el pasado de la comunidad. ¿Por qué poemas? Porque tienen ritmo y rima y esto les facilita a los rapsodas
su memorización. Estos extensos poemas suelen recitarse a lo largo de varias jornadas en reuniones
públicas a las que asisten los miembros de la comunidad para escuchar. Así es como la cultura del pueblo
sobrevive en la memoria de la comunidad. Si consideramos que estos poemas son grandes masas de textos
que deben memorizarse, es entendible que, con el paso del tiempo, vayan modificándose y nunca se
mantengan igual. La clave de estos poemas es que sean repetitivos: que se repitan sonidos, frases,
situaciones. Esto ayuda a que el rapsoda los recuerde con más facilidad y a que los oyentes puedan seguir
el hilo del discurso.

2― Leé las siguientes citas e indicá a qué etapa de la evolución del personaje de Odiseo corresponde cada
una y por qué.

A― “Respondióle el prudente Telémaco, muy alentado, pues la misma Atenea, la de los ojos de lechuza, le
infundió audacia en el pecho para que preguntara por el ausente padre y adquiriera gloriosa fama entre
los hombres: 79 —Néstor Nelida, gloria insigne de los aqueos! Preguntas de dónde somos. Pues yo te lo
diré. Venimos de Ítaca, situada al pie del Neyo, y el negocio que nos trae no es público, sino particular.
Ando en pos de la gran fama de mi padre, por si oyere hablar del divino y paciente Odiseo, el cual según
afirman, destruyó la ciudad troyana combatiendo contigo.
102 Respondióle Néstor, el caballero gerenio: —¡Oh amigo! Me traes a la memoria calamidades que en
aquel pueblo padecimos los aqueos, indomables por el valor, unas veces vagando en las naves por el
sombrío ponto hacia donde nos llevaba Aquileo en busca de botín y otras combatiendo alrededor de la
gran ciudad del rey Príamo. Allí recibieron la muerte, los mejores capitanes. Padecimos, además, muchos
infortunios. ¿Cuál de los mortales hombres podría referirlos totalmente? Nueve años estuvimos tramando
cosas malas contra ellos y poniendo a su alrededor asechanzas de toda clase y apenas entonces puso fin el
Cronión a nuestros trabajos. Allí no hubo nadie que en prudencia quisiese igualarse con el divino Odiseo,
con tu padre, que entre todos descollaba por sus ardides de todo género, si verdaderamente eres tú su hijo,
pues me he quedado atónito al contemplarte. Semejantes son, asimismo, tus palabras a las suyas y no se
creería que un hombre tan joven pudiera hablar de modo tan parecido. Nunca Odiseo y yo estuvimos
discordes al arengar en el ágora o en el consejo; sin que, teniendo el mismo ánimo, aconsejábamos con
inteligencia y prudente decisión a los argivos para que todo fuese de la mejor manera. (canto III,
“Telémaco viaja a Pilos para informarse sobre su padre”).

B― Y apenas saciado el deseo de comer y de beber, la Musa excitó al aedo a que celebrase la gloria de
los guerreros con un cantar cuya fama llegaba entonces al anchuroso cielo: la disputa de Odiseo y del
Pelida Aquileo, quienes en el suntuoso banquete en honor de los dioses contendieron con horribles
palabras, mientras el rey de los hombres Agamenón se regocijaba en su ánimo al ver que reñían los
mejores de los aqueos; pues Febo Apolo se lo había pronosticado en la divina Pito, cuando el héroe pasó
el umbral de piedra y fue a consultarle, diciéndole que desde aquel punto comenzaría a desarrollarse la
calamidad entre teucros y dánaos por la decisión del gran Zeus. 83 Tal era lo que cantaba el ínclito aedo.
Odiseo tomó con sus robustas manos el gran manto de color de púrpura y se lo echó por encima de la
cabeza, cubriendo su faz hermosa, pues dábale vergüenza que brotaran lágrimas de sus ojos delante de los
feacios; y así que el divinal aedo dejó de cantar, enjugóse las lágrimas, se quitó el manto de la cabeza y,
asiendo una copa doble, hizo libaciones a las deidades. Pero, cuando aquel volvió a comenzar —
habiéndole pedido los más nobles feacios que cantase, porque se deleitaban con sus relatos— Odiseo se
cubrió nuevamente la cabeza y tornó a llorar. A todos les pasó inadvertido que derramara lágrimas menos
a Alcínoo; el cual, sentado junto a él, lo reparó y notó, oyendo asimismo que suspiraba profundamente.
(canto VII, “Odiseo es agasajado por los feacios”)

3― Indicá cómo puede verse la intervención divina en las citas del punto anterior.

4― Indicá epítetos que aparezcan en las citas del punto anterior.

5― Estructuras formulares: Indicá cuál es la estructura formular que se repite en las siguientes dos citas.
Indicá similitudes y diferencias.

A― Y entonces el divinal Odiseo habló a Alcínoo de esta manera: 382 —¡Rey Alcínoo, el más esclarecido
de todos los ciudadanos! Prometiste demostrar que vuestros danzadores son excelentes y lo has cumplido.
Atónito me quedo al contemplarlos. 385 Así dijo. Alegróse la sacra potestad de Alcínoo y al punto habló
así a los feacios, amantes de manejar los remos: 387 —¡Oíd, caudillos y príncipes de los feacios! Paréceme
el huésped muy sensato. Ea, pues ofrezcámosle los dones de la hospitalidad, que esto es lo que cumple.
Doce preclaros reyes gobernáis como príncipes la población y yo soy el treceno: traiga cada uno un manto
bien lavado, una túnica y un talento de precioso oro; y vayamos todos juntos a llevárselo al huésped para
que, al verlo en sus manos, asista a la cena con el corazón alegre. Y apacígüelo Euríalo con palabras y un
regalo, porque no habló de conveniente modo. (canto VII, “Odiseo es agasajado por los feacios”)

B― Respondióle el ingenioso Odiseo: 391


—Muy incrédulo es, en verdad, el ánimo que en tu pecho se entierra, cuando ni con el juramento he podido
lograr que de mí te fiases y creyeses cuanto te dije. Mas, ea, hagamos un convenio y por cima de nosotros
sean testigos los dioses, que en el Olimpo 107 tienen su morada. Si tu señor volviere a esta casa, me darás
un manto y una túnica para vestirme y me enviarás a Duliquio, que es el lugar adonde a mi ánimo le place
ir; y si no volviere como te he dicho, incita contra mí a tus criados, y arrójame de elevada peña, a fin de que
los demás pordioseros se abstengan de engañarte.
401 Respondióle el divinal porquerizo: 402
—¡Oh huésped! Buena fama y opinión de virtud ganara entre los hombres ahora y en lo sucesivo, si,
después de traerte a mi cabaña y de presentarte los dones de la hospitalidad, te fuera a matar, privándote de
la vida. ¡Con qué disposición rogaría a Zeus Cronión! Pero ya es hora de cenar: ojalá viniesen pronto los
compañeros, para que aparejáramos dentro de la cabaña una agradable cena. (canto XIV, “Odiseo en la
majada de Eumeo”)

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