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Músicas típicas.

Oaxaca.
La música del estado de Oaxaca es una parte importante de la cultura
mexicana. En términos culturales es muy diversa y rica, pues abarca
diversos ritmos de acuerdo con la región cultural y geográfica donde
se origine.

Oaxaca alberga sonidos sumamente diversos, que van de las bandas


de viento en la Sierra, a los sones y jarabes en la Mixteca, las chilenas
en la Costa, los sones y huapangos en la cuenca del Papaloapan (con
acompañamiento de arpa y jaranas), la música de marimba en el
centro del estado y las canciones zapotecas en el Istmo.

Muchas canciones oaxaqueñas son muy bien conocidas alrededor del


mundo. Ese es el caso de «La Sandunga», «La Martiniana», «La
Llorona», la «Canción Mixteca», «Dios Nunca Muere» y muchas otras,
que forman parte de la cultura mexicana y de las que todo México se
sabe alguna versión o al menos algunos compases.

Yucatán
La jarana yucateca es el resultado de la combinación de los
“sonecitos” indígenas con los derivados de la música popular.
Aunque también se afirma que el tipo zapateado de jarana
yucateca, o sea la jarana de seis por ocho, desciende directamente
de los viejos aires del cante grande o cante chico de España y que
solamente la jarana valseada desciende de los “sonecitos” típicos.
Veracruz
El son jarocho es una tradición lírico-musical originaria del centro-sur del
estado de Veracruz (región llamada Sotavento, palabra de origen marinero),
así como partes de los colindantes estados de Oaxaca y Tabasco, en
México, que en diferentes momentos y circunstancias ha conocido auge y
difusión a otras zonas del país y al extranjero. La expresión “son jarocho”
designa tanto la tradición en su conjunto, como cada una de las piezas
musicales que la conforman. El repertorio actual se conforma de poco más
de un centenar de sones, entre los tradicionales, transmitidos por la
memoria oral, cuya autoría se ha difuminado entre la historia y la leyenda, y
los sones de nueva composición, cuyos autores están presentes y
conscientes. El conjunto instrumental básico se compone de una serie de
instrumentos de cuerda (jarana, requinto o guitarra de son, leona) y de
percusión (pandero, quijada de burro, marimbol, tarima para zapateado),
conjunto al que han sido agregado otros instrumentos en experimentaciones
recientes (violín, contrabajo, cajón, clavecín, por ejemplo).

Tabasco.
Representativos del estado de Tabasco son los zapateados o
zapateos, breves piezas de carácter festivo cuya
manifestación bailable —similar a la jarana yucateca y al
huapango veracruzano, y también denominada zapateado o
zapateo— exige velocidad, agilidad y precisión por parte de
los ejecutantes. Los primeros zapateados tabasqueños datan
de la época colonial, en la que eran interpretados por
pequeñas agrupaciones formadas por un violín, una guitarra y
una jarana. Posteriormente se fueron agregando instrumentos
como el clarinete, el helicón (instrumento de viento-metal
parecido a la tuba y predecesor del sousafón), el bombo y la
tarola, aunque hoy en día lo habitual es que sean
interpretados por grupos de tamborileros o de marimbas.

Campeche
La tradición musical de Campeche se remonta a tiempos
prehispánicos, en los cuales los indígenas mayas
establecidos en la península de Yucatán utilizaban
instrumentos de percusión elaborados con conchas de
tortuga, troncos de árbol ahuecados a los que golpeaban con
un palo largo y que llamaban tunkul, sonajas hechas con
frutas secas que contenían semillas en su interior, caracoles y
flautas de carrizo y barro.
Entre los jarabes campechanos más populares se encuentran
el Jarabe criollo, el Jarabe gatuno y el Jarabe cubano.
También de indudable influencia española es La flor de la
malagueña, una de las piezas musicales más antiguas que se
conocen en el estado.

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