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eno DARA MOReNy Misa eWay Y FERNANDO. E BAENA SEGUDA{DIION IclON ALIRIOABERNAL Editor BARRANQUILLA SU PASADO Y SU PRESENTE POR JOSE RAMON VERGARA Y FERNANDO E. BAENA ee SEGUNDA EDICION BARRANQUILLA ~- 1946 BARRANQUILLA SU PASADO Y SU PRESENTE ORIGENES De los origenes de las poblacio- nes que constituyen actualmente el Departamento del Atlantico, se des- prende que el territorio que hoy com- prende la ciudad de Barranquilla con ss agregaciones distritales, no fue explorado por los Conquistado- res, ni hnbo por tanto en él coloniza- cién alguna por entonces. Si no era por completo una extensién inculta, © una Manura, al pie de la sierra, de la que fue retirdndose el mar en obra de Iuengos siglos, o si un brazo del rio Magdalena no lo tenfa fnte- gramente ab-orbido, las sgrupacione indigenas que por aqui e-tuviesen des- purramadas dependerian del Cacique Galapa, jefe de la parcislidad. o bien del cacique Malambo, cuya tribu era mds numerosa y por estar el pueblo a orilias dei rio tenia mas facil co- municacién para venir en busca de las aguas del mar. Perdida la tradicién al respecto, se dificulta grandemente averiguar la exacta conformacién de estas tierras en que se establecié el primer caserfo de Barranquilla, el cual, aprovechan- do las diversas lomas o colinas, se desarrollé en la parte mds baja del plano inclinsdo que se extiende de occidente a oriente y que se deriva de la pequefia serranfa del noroes- te, prolongsda en direccién del sur y que terminaba en la antigua la- guna o ciénaga de que sdlo queda hoy un estrecho canal. Ello es que, cuando ya estaba avanzado el perfodo colonial, hacia 1629, esto es, mds tarde que la mayoria de las pobla- ciones de nuestro actual Departamen- to, fue cuando principiéd a formarse el caserfo en las arenosas colinas o barrancas Iamadas Iuégo de San Ni- col4s, qttedando para ia poblacién el primitive nombre de “Barranquillas’’. Segfin los historiadores regionales, el caserfo comenz6 a establecerre en la cuadra de la actual carrera del Cuar- tel, que va del Paseo de Colén, an- tigua calle Ancha, a la plazuela del Teatro Municipal. Eu la casa de la esquina de esa cuadra, frente al edi- ficio del Cuartel, hay una lapida con- memorativa de ese hecho. colocada en 1913 por el Centro de Historia del Atlantico. Y en el lugar que ocu- pael Teatro Municipal se levanté la primera iglesia, a juzgar por el documento de 1744 que insertamos més adelante. Conforme a las cos- tumbres de la época, la iglesia servia también de cementerio, y de esta circunstancia se origin6é el nombre de “la Cruz vieja’? que hasta hace al- gunos afios Ilev6 esa plazoleta, que fue el borde occidental de la ciénaga. Acerca de los antecedentes de la formaci6n del caserio, s6lo podentos, a falta de documentaciéa auténticr referirnos ala tradicién recogida por el sefior don Domingo Malabet. El sefior Melabet, que fue ciudadano notable de la generacién que medio siglo atrés impulsé en todo sentido eldesarrolio de Barranquilla, gustaba de recopilar documentos y tradiciones de esta seccién colombiana y, con es- te motivo, dejé escritas paginas muy interesantes que en parte traemos a este libro en homenaje @ su acendra- do barranquillerismo. Una de ellas, Ja relativa a los origenes de la ciu- dad, aunque inconclusa, nos sirve en esta ocasién de guia para las anota- ciones que van en seguida. Al recoger 18 tradicién, el sefior Malabet establece como preliminares las circunstancies que obligaron a los moradores del vecino pueblo de Ga- lapa.—la fuerte agrupacién indigena que recibié el impulso de 1a conquis ta espafiola,—a traer sus ganados pa- ra abrevar en las aguas del Magdale na. ‘Tratébase, al parecer, de que hacia 1620 prolongados veranos, co- mo atin ocurre en la regién, la de- jaron sin agua y secaron los pastos naturales y sembrados. Aguijado por la sed y el hambre, el ganado se bus- cé por instinto la ruta del sgua y del pasto, qtie logré encontrar en las “‘Sabanitas de Camacho’’. Ello orig’ no, 21 establecerse los corrales para ganados, 1a construccién de chozas y cabafias, que en el curso de pocos afios formaron caserfos desparrama dos en los playones de Camacho y las Playas, que tenian sus defensas del mar en los islotes de Puerto Be lillo, Mayorquin e Isla Verde y en los playones de Villalon y San Ni- colds, que los separaban del rfo. Pe- ro no obstante las natura- les, se refiere que en una inundacién catisada por tormentoso mar de leva, dejé al retirarse pantanos de agua salada y arenillas que ahogaron los pastos y obligaron a los moradores a refugiarse en las lomas hacia el sur, por la ribera occidentel, para ir for- mando, entre otros ya elvidados, los pequefios caserfos de Siape, la Con- cepcién y Veranillo y, ya para 1629 Jas primers sgrnpaciones en las ba rrancas de San Nicolés. Acogiendo esta tradicién no contradicha y cuya veracidad se ajusta a sucesos posteriores, éverdad que es sencillo el origen de esta poblacién, cuyo ré- pido crecimiento, tras un pesado es- tancamiento de dos siglos, la ha ele- vado a la-primera categoria entre las ciudades de Colombis? No vinieron a ella ni para formarla ni para con- tribuir a su desarrollo, los torrentes de sangre azul de encomenderos reales y de nobles infanzones, ni siquiera los de la sangre amarillenta de los se- fiores de horca y cuchillo y aperga- minados procuradores del santo oficio. Fue la roja sangre eriolla, cuya lin- fa vigorosa creé la savia robusta de la democracia. No se infiltraron en ella los gérmenes de la vida ceptem- plativa y de los prejuicios medioeva- les; y este orfgen, noble porque es el de la pureza de la raza indigena, explica claramente la idiosincracia de este pueblo altivo y laborioso, sus rebeldias republicanas y la conciencia de su significacién en el vasto campo de la vida nacional. Se da por averiguado que para la época del nacimiento de la ciudad las barrancas en que se establecié es- teban separadas por vertientes 0 arro- yos, varios de los cuales, cegados na- turalmente por la veriacién del curso aguas, son ahora, dentro del wal, parte de nuestras vias licas; vertientes poderosas que ba- jaban las eguas de la sierra del 1 oeste y en otra direccién las de los os areniscos del viejo camino de Soledad. Ello explica la existencia de Ja espaciosa ciénaga, comunicada con el rio, aue tenia su borde occidental en lo que boy es nuestra plaza de Bolivar y con anchura probable des- de la carrera del Cuartel hasta més alld de la plaza de la ‘Tenerfa, don- de recibfa tributo del extinguido ca fio de Soledad. mismo se explica la determinscién de las calles y ca- rreras, Mamadas antes cellejones e tas filtimas, en sentido irregular y atravesado para la corriente de las brisas, que arremolinan las arenas. y el polvo contra las aceras septentrio- nales y orientales, dejando limpias por rebote las del frente respectivo. Aquella laguaa,— que alcanzaron a conocer en parte de su extensién mie en poca remota se comunicaba por medio de un cafio que entraba del rfo en las _inmedia- ciones de Ponedera, con Mslambo, Sabanagrande, Palmar de Varela y Santo Tomés,—fue anteriormente un brazo del rio Mogdalera, que arro~ jaba gran masa de sus aguas por el cefio de Ia Tablaza. Por los vestigios marinos que atin es facil encontrar en el terreno, se infiere que esa cié- naga recibié primitivamente aguar del mar, que fueron retirdndose lenta- mente para formar las islas y playo- nes que Inégo encauzaron el curso de Jas aguas del rio, Todas estas cenjeturas provienen de hechos reales, que se confirman por las variaciones cont{nuas de todas las secciones de la costa maritima, como puede obser- varse al comparar los estudios téc— nicos practicados en diversas épocas eu la bahia de Sabanilla y las Bocas de Ceniza. En extenso escrito publicado en 1872, al estudiar esta cuestién, se afirma gue la ciénaga de Barranqui- Ma fue un tiempo la ribera occiden- tel del rio Magdalena. Asf lo atesti- gua, dice el escritor, la circunstan— cia, comprobada con documentos feha- cientes, de que hacia 1687 afin no se habia formado Ia faja de terreno situada, cafio por medio. al oriente de la ciudad y que se denomina La Loma, donde se ha formado la nue: va poblacién Mamada Barranquillita, falta de nombre més apropiado. ‘Cuando los depésitos de aluvién al solidificarse formaron La Loma, no quedaron cafios de comunicacién con el rio en frente de la ciudad; apenss habfa algunas vertientes o desagiies naturales, formados por la presién de las aguas en las épocas de crecien- te, cuyos nombres no ha conservado Ia tradicién. Por consigniente, la ac- cién naturel de Iss aguas, no inte- wrumpida o trastornada por ninguna corriente transversal, tendia siempre a profundizar su cauce, ganando fuer- zas en cada invierno, para volver a arrojar al rfo los objetos flotantes que ste introducia desde las cercanfas de Ponedera, Las necesidades del tré- fico hicieron sin duda que los pue- Gsando esas mismas vertientes, esta- blecieran una comunicacién regular por el Cafio de arriba, el de !os Tram- posos, el de Trupille y el que con- ducfa los otros puebios de nuestra provincia. La desviacion del rfo en el citrso de muchos sfios fue impul- sada en épocas de sequia por las enor- mes centidades de arena, de escom~ bros y de basuras que han venido arrastrando las aguas pluviales en su atropellado descenso por el plano in- clinado de 1a poblacién’’. Siempre fue pera los barranqui- Neros motivo de serias preocupacio— nes el encauzar las aguas de la cié naga y el arreglo de los cafios que a ella sfluyen o que de ella se deri- van. Cegados algunos por retiro na- tural de les aguas, la propia ciénaga ha ide reduciéndose & um estrecho canal, sobre todo desde 1a época de la construccién del Mercado pablico y al quedar obstruido el cefio de le Ahuyama; y para conservar ese canal fue menester amuraller la zona que ocupa el Mercado y terraplenar la que de éste va hacia la antigua Cruz Esta filtima obra se llev6 a ca- bo en 1893 por la Junta de Canali- zacién de la Ciénaga, presidida por el Prefecto de la Provincia sefior Juan A. Gerlein y de gue form»ban parte el Alcalde del Distrito sefior Rafael te Cajar y los sefiores Demetrio la y Francisco J. Palacio. Rl Concejo Municipal por Acuerdo No. 23, de 30 de junio de 1893, declaré vin piiblica In zona terraplenada y le dié el nombre de Paseo Rodrigo de Bastidas. Analizada asf, a grandes rasgos, la _conformacién de Barranquilla en relacién con les barrancas sobre que se esteblecid, aisladas por las aguas y que en extenso lapso se unieron para constituir el asiento de la ciudad, el vasto terreno arenoso pero cubier- to de vegetacién sobre que habria de extenderse formaba parte de los te- rrenos de Guaimaral y Carretal, el primero de los cuales fue concedido €n propiedad, en 1637, por el Cabil- do de Cartagena, al peninsular D. Pedro Vasquez Buezo. En seccién aparte de este libro insertamos el in- pal, sobre los terrenos comunales de Barranquilla. Sin poder precisar la fecha exac- ta, por fa forma indeterminada de la constitucién del caserfo, se tiene el afio de 1629 como el inicial de la fundacién de la ciudad. Por las cir- cunstancias apuntadas acerca de su origen no puede tomarse como dato definitive el que se hs dado de que el fundador fuera el scflor Francisco Macias Verdejo, persona sin duda mity significada de su tiempo, pero ctyo nombre no figura ea los anales barranquilleros sino un siglo después del afio inicial citado. Ello es que el desarrollo del poblado debié ser sumamente lento, a juzgar por el do- cumento que traemos a este libro, suscritovel 8 de julio de 1744 por el regidor D. Lorenzo Tellez, quien in forma al Gobernador de Cartagena que para entonces no se habia lo- grado que ‘‘los agregados de los pue- blos de Gaiapa, El Carmen y Saba- nilla se mudazen y fundasen en el sitio de la Barranquilla’. Sin duda los esfuerzos de esta primera sutori- dad conocida, para obligar a “'los omi- sos ¢ ynobedientes a benirse a funder a este sitio’ y a terminar la conse truccién de “una Yglesia de teja co- menza de muchos afios a esta parte’’, pusieron al sitio en via de que ya en 1772 se le elevara ala categoria de Corregimiento. Desde este timo aflo en adelante existe usa laguna, al menos para quienes nc hemos po- dido hallar fuentes de informacién al respecto, en todo el resto del periodo colonial hasta los primeros movimien- tos politicos que encauzaron la gue- tra de independencia, época en que Barranquilla era apenas una humil- de parroquia de tres mil «lmas. Anotados asi fos antecedentes de la citdad, si bien las actividades so- ciales, politicas y comerciales estaban circunscritas a Cartagena, de donde se derivaban a otros lugares de la provincia de mayor importancia que Barranquilla, justo es reconocer que Jos promotores de la transformacion patria el 11 de noviembre de 1811 tuvieron la visién del porvenir de 6 8 Bolivar. Las necesidades de la gue- rra, con la mira de dominar el rio Magdalena y de someter el baluarte realista que era la provincia de San- tamarta, determinaron a Cartagena, a la tierra cldsica del patriotismo, del valor y del talento, a constituir a los cantones de Sabanilla y Soledad co- mo centro de operaciones militares, circunstancia que consectiencialmente desperté sus actividades politicas y sociales, Fue pues la lucha por la in- dependencia y por la Repfblica el primer impulso que para su desarro- llo recibié Barranquilla, como pobla- cién principal del antiguo cantén de Sabanilla, y los merecimientos pa- tridticos de sus hijos fueron recono- cidos y recompensados por el Gobier- no de Cartagena al erigir, por dis posicién d= la Cémura de Represen- tantes del Estado, de tres de abril de 1813, al sitio de Barranquilla en Villa capital del Departamento de Barlovento, con su_ correspondiente jurisdiccién, privilegios y exenciones y uso de escudo, “para que sirva de perpetuo honor y gloria a la Villade Barranquilla y de ejemplo y estiwulo a los demas pueblos del Estado’ Fundacion deBarranquilla Versién del Sr, On. Domingo Malahet Allé por los afios de 1620, los pobladeres del vecino pueblo de Ga- lapa, que se ocupaban con buen éxito en la sgricultura y en la cria de to- da clase de ganados, porque aquellos terrenos estaban cubiertos de pastos naturales, y tenfan abundancia de aguas, comewzaron a notar que és- tas disminuian giadualmente, afio tras afio, hasta que lox vecinos tuvieron que adoptar el anico recurso que les quedaba para conservar sns ganados, que era pasarlos a la ribera del Mag- dalena en la estacién veraniega. Ast lo hicieron durante algnnos affos; pe- ro Ileg6 una época en que Ia falta de Huvia fue tal en esta estacién que ~ pticde afirniarse que la escasez deaguas en la época respectiva fue absolute y todas las aguadas conocidas, todas das chareas que retenian aguas du- rante el invierno y gran parte del ‘verano, se secaron casi sfibitamente. Y cuando menos lo temfan, los gana- dos después de haber consumido la filtima gota de agua existente, se salieron de los montes y entraron en el sitio sedientos. agotaron el resto de agua que encontraron en las an~ tiguas chareas, entraron en los patios y agotaron la que encontraron en las casas, recorrieron el pueblo de un ex- tremo al otro, y bramando se velvie~ rou hacia los montes. Al dia siguiente todo el ganado escotero que pastaba en aquellos te~ rrenosen completa soltura, habia des- aparecido, — se habia desbandado, tomando diferentes rumbos, en via hacia ef Magdalena. en cuyas orillas acostumbraba pasar el verano. To- ‘davia no habia caminos, habia sélo trochas tortuosas amontadas por el desuso, o por el abandono; pero el ganado, apurado por la sed, guiado por su propio instinto, traz6 Iineas rectas qtte acortaron las distancias, atravez6 los montes y Ilegé al Mag- dalena en pocas horas, anticipaudose a la época respectiva. Cada grupo ocupé la parte que le plugo, y alli permaneci6é hasta que les duefios o os pastores, siguieudo sus pasos, Fuc- ron llegando tras ellos. La mayor parte del ganado que salié de los montes de Galapa tomé rumbo hacia el norte, trasmonts la Sierra y descen- dié hasta el lugar llamado entonces las “Sabanitas de Camzcho’’. Aquel fué el Ingar escogido instintivamen- te por el ganado, y lleg6 a ser el- punto comfin de estancia de todos los ganaderos, los que obligados a pa- alli aquel prolongado verano, tu- vieron que construir algunas habita- ciones. Asi comenz6 la existencia del lugar Iamado Camacho. Los alre- dedores de Camacho tenfan abundan- cia de pastos naturales, los anega- dizos situados hacia el norte estaban -constantemente cubiertos de toda cla- se de plantas acudticas fijas, y plan- tas flotantes arrastradas por las aguas del rio en sus grandes crecientes. Todas estas ‘ravorables coiidiciones invitaban a los agricultores y ga- naderos a permanecer en squel terre- no. Tan Inego cambiaron tas cosas algunos se volvieron a Galapa con ss ganados, los otros se quiedaron y aprovecharon lo que aquellos aban~ donaron. Al norte de las bocas del Mag- dalena estaban situadas las islas Il madas Portobelillo, Isla verde, Ma~ yorquin y otras de poca significacion, este grupo de islas formaba una ba- rrera o tajamar que separaba las eguas del mar de las del rio. La ribera occidental de éste al avanzar hacia el norte habfa formado unos playones que después Hevaron los nombres de Villalén, San Nicolas, etc. Estos pla- yones bafiados casi siempre por las aguas del rio, y ahonados en grande escala por las crecientes periédicas, se habian llenado de sbundantfsimos pastod naturales, que por su exten- sién y calidad parecian inagotables. El ganado que quedé en Cama- cho continué pasando los veranos ¢ invieruos en sus alrededores y poco a poco fue descendiendo a los pla- yones donde prosperaba répidamen- te; y debido a esto comenzaron a construirse algunas chozas en el lu- gar llamado hoy La Playa, en am- bos lados de Arroyo grande, que en aquellos tiempos vertia sus aguas por tal punto. As{ segufan los habitantes de Camacho y La Playa disfrutando de todas las buenas condiciones de aquellos terrenos; pero andando el tiempo llegé un dfa queen el curso de un horroroso temporal sobrevino un fuerte mar de leva, y grandes masas de agua lanzadas del mar ha- cia tierra, pasando por sobre de las islas, llegaron a los playones, los anegé y auegé también una grande extensién del terreno siguiente, de- jando en 61 al retirarse en Iugar de los pastos que existian un desierto de arenillas. Aquello fue un desastre, mds afin, una catdstrofe: el agua salada y la arenilla, habian matado todo prin- cipio de vegetacién. Jamés han vuel- to a adquirir aquellos terrenos su importancia primitiva. Desde entonces comenzé el mo- forme del sefior Malahat 2 yimiento de trasiacion de hombres cosas, por la margen occidental del Magdalena, que se detuvo en el te- rreno que ocupaba esta poblacién. Como digimos antes, punto co- man o cuartel general era Camacho y all{ se refugiaron los que d mados se retiraron de La Playa y de otros caserfos. Esta retirada produjo a Camacho un aumento de pobla- cién y con ella surgié el conato de Ja fundacién de un pueblo de caréc- ter duradero. Aquel terreno tenfa todas las condiciones necesarias p: ra la fun n de una ciudad; co- mepzaba el pueblo en la misma ba- rranca del tio, éste tenia en aquella parte aguas profundas para el an- claje de embarcaciones mayores de gran calado, espacio suficiente en Ia ribera para fondear un gran ufimero de embarcaciones de toda cala. Situa- da cerca de !as bocas del rfo, habria sido desde entonces una poblacion muy importante para los gobernantes espafioles y después, en 1a época rcs- pectiva, el punto de partida del tren mercante en la navegacién del Mag- dalena. y acaso mas tarde, hechas las obras necesarias, el fondeadere de tos buques que ahora visitan con tanta frecuencia las aguas de ‘Puerto Co- lombi Una ciudad construida allf ocu- paria un sefialado puesto, sin perjui- cio de cualquier otra que pudiera hi berse formado después en otra par- te. Pero algunas de las buenas con- diciones que la favoreciex, particu lormente su proximidad al mar, y su posicién tan cerca de la barranca, fueron las causas que motivaron el abandono de tal idea. Estaban afin palpitantes los ingrates recuerdos de las repetidas invasiones de pirates, que habian saquendo y ensangrenta- doa Cartagena. Todavfa subsisten en el terreno de Camacho muchas de sus buenas condiciones para asien- to de una ciudad futura. La pequefia poblacién aumenta- ba gradualmente su ntimero de ha~ bitantes casi sin esfuerzos, y dos o tres de los vecinos més adelantados trataron de imprimir cierta formali- dad en el uso del terreno; dispusieron que los ganados se condujeran hacia 8 el nor emen ae tablecieran hacia el sur, para evitar conflictos, entre ganaderos y agri- cultores. Los gamaderos poco tenfan que hacer, bastaba pastorear el ganado,. conduciéndolo a los puntos conve~ nientes. Los agricultores continuarop algunos hacia'el poniente, otros su- pieron la margen occidental del rio, cuyos terrenos fueron gradulmente Scupandose con sementeras de todas. clases. Cada establecimiento de aquellos llegé a ser tn niicleo y agrupacién de individuos més 0 menos numero~ ‘40, segan la importancia o cnantia de los cultivos. Asi surgieron, entre ‘otros ya olvidados, los caserfos la~ mados Sispe, la Concepcién y Vera~ nillo. Estos cultivos produjeron abun- antes cosechus de toda clase de gra- nos, etc. De allf continué el movi-~ miento, por toda la vera del cafio que era entonces muy amcho y que al principio Hamaron ‘‘Veranillo”” y mas tarde ‘‘de la Tablaza’’; toda la ribe- ra occidental del cafio fue“ sucesiva- mente ocupada con plantaciones de de todo género, hasta la parte norte. de esta poblacién, donde ces6 ese movimiento de trashumancia. Los primeros ocupantes del te- rreno al recorrer la orilla de la c naga encontraron en dos 0 tres pun- tos algunas barrancas de poca altu~ ra, y en virtud de eso, primero de modo festivo y después con seriedad, lo Mamaron ‘‘Sitio de las Barrencas de San Nicolds’”’ cuyo nombre llev6é por mucho tiempo, segiin consta por documentos posteriores que hemos consultado. La ciénaga, que hoy sélo es un cafio, era en aquellos tiempos gran disima, era una especie de lago que tenia gran caudel de aguas profun- das. Habja sido primero una parte del mar, como lo prueban los vesti- gios que existen todavia en todo cl terreno; fue después parte del rfo, antes que existiera el terreno llama- do La Loma y, cuando ésta comple- t6 su formacién, qued6 siendo un brazo del mismo rfo, que recibfa sus aguas alld cerca de Ponedera para arrojarlas otra vex al rio por la bo~ ea del cafio de La Tablaza. A la Ilegada de los primeros po- bladores 1a ciénaga estaba cubierta de toda clase de hierbas acutticas, El brazuelo movia con su poderosa corriente, e introducia en ella cons— tantemente, grandes cantidades de Plantas flotantes, que se acumulaban y servian también, como las otras, para alimento del ganado. También abrigaba en su seno la referida cié- piaga grande abundancia de peces de ‘odas clases, desde los mds diminutos ‘asta los mds corpulentos, y pobla- an sus orillas grandes bandadas de ves acudticas de variado y vistoso Iumaje. Por consiguiente, esta ciénaga tan ‘avorecida por la naturaleza, que po- Glia ofrecer al hombre toda clase de ces y toda clase de aves como ali- nento sano y abundante, que no cos- aba mds que el facil trabajo de co- erlo, y al ganado pasto seguro, sa- nO, permanente, siempre fresco, siem- pre verde en variedad infinita, veno- vado constantemente por la abun- jancia de semillas y Ja feracidad del erreno, 0 por la marcha obligada, ncesante, de las aguas corrientes del rezuelo; fue sin duda un poderoso tractivo pera decidir a los que po- fan aprovechar tan ventajosas con- iciones a e-tablecer su residencia de- initiva en este terreno que les ofrecfa ‘anta comodidad inmediata, tanta pros- éridad futura. Agréguese a todo es- to que los montes vecinos, segados Por muchos siglos por Iluvias torren- toses, habfan acumulado a sus pies, sobre el terreno, capas sucesivas de lespojos vegetales que encerraban en 4 seno tna gran suma de principios fccundantes, que prometian a su tiem- 9 copiosas cosechas de cereales, etc, Los cafios que comunicaban la iénaga con el rio, eran en sf una aslagadora promesa, eran anuncio tambiéu que iniciada la comunicacién con Santa Marta y con los demas Pueblos riberefios ya establecidos o Aue Iegaran a establecerse y desarro- Tada la agricultura, la cria de toda clase de ganados, acometida la nave- isecién del rfo y fundadas otras in— flustrias necesarias, pronto se reali farfan cambios reciprocos que serv’ a < the an al contra de ella. por don tian de base al desarrollo industrial de sus habitantes, La planta de la futura poblacion Se compone ésta de dos planos inclinados: uno que desciende desde occidente hacia el oriente hasta la vera de la misma ciénaga y otro que desciende del sur y del suroeste ha~ cia el norte, cuyas superficies, ondu- Jades entonces, se han casi nivelado. Apenas se comprenderia hoy lo que fueron en aquellos tiempos, sino exis- tieran todavia vestigios itrecusables que lo atestiguaran. Las partes al- tas del terreno no pasaban sin em- bargo de diez pies de altura respecto del nivel de la ciénaga, en la parte primeramente ocupada, Cuando las erecientes periédicas del rio aumentaban el volfimen de las aguas de la ciénaga todas las partes bajas se anegaban y, atin des- pués de retirarse las aguas, quedaba existente ma laguna. Dicha laguna seguia una linea paralela con la cié- naga, de norte a sur, hasta las dos terceras partes de su extensién, iné- go se inclinaba al suroeste y se ex- tinguia. Aguella laguna comprendia todo el espacio que hay hoy entre la banda oriental de la calle del Co- mercio y la banda occidental de Ia calle Real, teniendo por limite hacia el norte lo que es hoy 1a carrera del Cuartel, y hacia el sur, la carrera de Policarpa. Las alturas o colinas que llega~ ban hasta la misma orilla de la cié- naga, o mejor dicho, que entraban en ellas, acaso desde los tiempos re- motos en que el mar azotaba sus orillas, 0 mds tarde cuando las gran- des crecientes del rio inclinando sus aguas hacia ellas lamian y socavaban el terreno, formando las barrancas que dieton a este sitio su nombre Primitivo. Las alturas del poniente, y parte de las del suroeste, vertian sus aguas por lo que hoy se llama callejon o carrera del Progreso hasta la esqui- na de Ja casa en que hoy habita la sefiora Rita Ballestas de Palacio (1), (1) Hoy case del sefior Manuel esquina occidental de la Alzamora, de Espafa, continuando por todo el terreno que ocupa la calle Aucha (1), hasta la ciénaga, en enya extensién se habla formado un arroyo, La orilla de la ciénaga, comen~ zando desde El Morro hasta el lugar que ocupan hoy los terrenos que fue- ron de la Compafifa Unida (2), pre- sentaba una linea ondulada formando puntas salientes y ensenadas profun- das. Las ensenadas venfan a ser en épocas de creciente, anchas vias por donde entreba el agua que anegaba las partes bajas del terreno. Tal era el suelo que ocupa hoy esta pobla- cién. Fundaci6n Decididos los _primeros ocupan- tes del terreno a fijar en él su resi- dencia definitiva, invitaron a sus ami- gos ausentes, llamaron a sus parien- tes y allegados y comenzaron los desmontes y la demarcacién de sola- res, sin atender a reglas de ninguna especie y cada un obré segiin su leal saber y entender. Esto sucedia en el afio de gracia de 1629, segtin lo a- firma el sefior Juan José Nieto en su Geograffa de la Provincia de Carta- gena, publicada en 1839. La planta general de la pobla- cién, tal como Ja vemos hoy, mani- fiesta de por sf que en su plan no hubo intervencién oficial; aquello fué la obra lenta de la iniciativa indivi- dual, cada uno de los primeros po- bladores puso sti casa donde le pa- recié couveniente, sin ocuparse del rumbo ni la anchura de las calles, ni del tamsiio, ni de la uniformidad de las manzanas, Todos fueron pas- tores o agricultores, campesinos, en fin, levantados en los montes, sin mas conocimientos que los muy rudimen- tales, estrictamente necesarios para el desempefio de sus labores. Los nuevos vecinos que fueron estableciéndose después, aunque t vieran otras ideas y mayores conoci- mientos, ni pudieron mejorar lo he- cho, ni hacer nada mejor ellos mis- mos, pues en la demarcacién de los nuevos solares, mientras no salieron de la cercania de 1a ciénaga, tuvie- ron que atenerse a la configuracién 10 y a la superficie del terreno. La margen de la ciénaga, ondu- lada en toda su extensién y en gram parte anegadiza, con una direccién del S. E. al N. O., no permitié por entonces aprovechar aquel terreno. Comenz6 la primera cuadra o manzana en el terreno que ocupa la calle Ancha, en la esquina que est4 ala derecha del Cuartel Nacional; coutinué hacia ¢l norte hasta donde lo permitié el terreno y hacia el este hasta la casa en que vive la sefiora Pilar Gémez de Jinete, (3) y alli detuvo para dar lugar a la forma. cién de la primera calle, que es hoy Ja calle Real, la cual continué hasta aquella parte de la ciénaga. La segunda manzana comenzd al este de la primera. Se demarcaroy solares hasta el lugar donde esta ho: el Teatro Municipal, el resto del t rreno sirvié por algan tiempo comq de plaza piblica y fue ocupado maq tarde por la primera Iglesia y Ce menterio, de donde le vino el nom bre de La Cruz Vieja. La tercera manzana comenzé en 1a esquina de la casa en que vive hoy el sefior José Alzamora (4). Eq la demarcacién de los solares d aquella acera tuvieron que cefiirse: dejando espacio suficiente para lo transeiintes, a la curva trazada y por la orilla occidental de la lagun mencionada. La cuarta manzana comenz6 en| Ja esquina en donde tuvo su oficind el sefior E. Ladd (5), y fue la pri mera casa de la calle liamada de! Comercio, antes de la Amargura. Aqui tuvieron que demarcar los so lures respectivos, ciféndose tambié a la curva trazada por la orilla orien tai de la leguna. Asi se explica | forma arqueada que tienen la band (2) Hoy Paseo de Colén (2) Hoy de Ia Cerveceria Bolivar, acera orien tal de 1a calle de Sen Juan, (5) Edificio ocupado por la Sucarsal de Sasteeria Pimienta (4) Primera casa de Ia acera occidental de calle Real, carrera del Cuartel (5) Hoy almacén de Giescken & Co., esquta oriental de Ia calle del Comercio, earret del Cuartel oriental de 1a ealle del Comercio y Ta banda occidental de la calle Real. El espacio intermedio, entre las dos aceras referidas, quedé ocupado por la laguna; y andando los tiem- pos. a medida que se iba secando, se iba octipando el terreno para com- pletar las referidas calles. La laguna qued6 reemplazada en dos manzanas, Ya de la Caircel pablica, (1) y la en donde tiene su casa don Eusebio de la Hoz (2). El terreno que ocupa la manza- na en donde estuvo el Banco Ame- ricano, (3) fue por algan tiempo el atracadero de las primeras canoas que surcaron las aguas de la ciénaga. Habfa tres cafios o desagiies na- turales para salir al rfo. El més im- portante era el de “La Tablaza”, por donde salian y seguian su curso has- ta el mar, todos los restos, juncos de plantas flotantes, palizadas y cuanto arrastraba consigo la pederosa co- rriente del brazuelo. Los otros dos eran_el “Caro arriba” y el ‘Cano de dos Tramposos”. Estos cafios en los primeros tiempos no traian aguas a la ciéuaga y antes biew servian de desagiie de ésta, en las grandes cre- cientes. Esto explica por qué esta ciénaga conservaba su profundidad. Después de demarcados los sola- res de la primera manzana de la ca- Me del Comercio siguieron ocupondo el terreno mds alto de la orilla de la ciénaga hasta cerca del actual Mercado. El terreno en que esta situado hoy el Mercado, todo st frente y to- do lo que ocupan los portales veci- nos, era una playa arenosa, siempre hameda y anegadiza en las épocas de creciente; las aguas Wegaban ca- da afio hasta el terreno que ocupa en la ploza la casa de portales del sefior Roberto A. Joy. (4) Cnando rigieron antoridades es- pafiolas, destinaron todo aquel te- rrene para atracadero de embarcacio- nes; y lo Iamaron ‘*Puerto Real”, acaso por considerarlo: mds a propé- sito para varadero de toda clase de embarcaciones. Luego siguié la demarcacién de solares en la calle Ancha, la cual debe su nombre al arroyo que se for- maba en el centro de ella, por don- de corrfan hasta la ciénaga las aguas que descendfan de las tierras altas. Esta calle era en toda su extensién de igual anchura hacia el norte; pe- ro desde el Cafién Verde, mds tar- de, en su lado norte se formé la cusdra en donde estd situado el Cuar- tel Nacional. Lo mismo sucedié en Ja calle Real: esta calle corr{a haci el norte hasta el ‘‘Playén” y des— pués cerraron la calle con la casa que pertenece hoy al sefior Didgenes de Castro (5). El extremo norte de la calle Ancha era todo de terreno arenoso y htimedo y no pudo edifi- carse alli hasta tanto que las arenas que arrastraba el arroyo fueron en- dureciéndolo. Lo referido hasta aquf fue se: guramente la obra lenta de muchos afios. Quién sabe cudntos pasaron de esa etapa de la hoy floreciente Ba- rranquilla, Hasta entonces no se ha- bian ocupado con viviendas o habi- taciones todos los solares demarca- dos. Muchos de los que pensaron es- tablecer aqui su residencia, escogie- ron el terreno y demarcaron sus so- lares, pero no los ocnparon inmedia- tamente ni después, los traspasaron legalmente a otras personas, quedan- do entre tanto la poblacién en esque- leto, con casas saltadas, formando cuadras incompletas, etc. No obstan- te esto, el mtimero de pobladores auwentaba siempre y cuando hubo un niimero de familias real y defi- nitivamente establecidas, se formaron cofradias o hermandades religiosas, con el propésito de ayudarse mutua- mente, acumulando recursos por me- dio de limosnas y donativos especia- les para la construccién de la prime- ta Iglesia y sostenimiento permanen- te del culto. Una Iglesia de paja en aquellos remotos tiempos, en que las made- Segunda casa de alto, de In acera orien tal de Ia calle Real. (Norte) Hoy, Hotel Cartagena, carrera de Policar PA, esquina de Ia calle Real Casa de los sefiores Pinedo, Weeber & Co. Casa de los setores Alzamora, Palacio & Co, Fibrice de calzado del sefior Miguel del Gallego, ras, la etiea y dems materiales ne- cesarios estaban a la mano, no era empresa ni muy costosa ni muy di- ficil de realizar. Al oriente de la segunda cuadra, como hemos dicho antes, h«bia una colina de buen piso y de una altura que la ponja a cubierto de las inun- daciones periddicas ocasionadas por las crecientes y dominaba la ciénaga. Fra aquel terreno una especie de plaza natural, visitada con frecuencia por los vecinos, como punto de mira desde donde contemplaban 1a forma y la extensién de Ja ciénaga, a la cual dieron tanta importancia los primeros pobledores y que las gene- raciones siguientes han mirado con tanta indiferencia que no han podi- do conservarla, Como al pie de la colina estaba el atracadero de las primeras canoas que surcaban la ciénaga y traficaban en provisiones, hxbia legado a ser para los vecinos un punto obligado de reuriones diarias. Alli concurrian de mafiena todas las personas que deseaban proveerse ‘de viveres: alli concurrian por las tardes todas las personas que deseaban gozar de un fresco agradable o distraerse con el arribo de las embarcaciones, con la travesia del ganado que pastuba en La Loma o con la contemplscién de aquel conjunto. Alli concurrfan Jos curiosos para informarse del curso or dinario de las cosas. Allf también concurrieron en su dfa los operarios con todos los materiales e instrumen- tos necesarios para dar. principio ala construccién de la primera Iglesia, El punto que ocupé esa prime- ta Iglesia corresponde exactamente al punto que ocupa hoy cl Teatro Municipal. Con el concurso de todos los vecinos, que piadosamente con - tribuyeron con todos los materiales necesarios y con su trabajo personal, Pronto ce terminé la Iglecia. Los al tares, ornamentos y vasos sagrados, que tuvieron que traer de fuéra, Ile- garon después. No hemos podido sa- ber con certeza la fecha en que fue consagrada la Iglesia. S{ es evidente que se erigié bajo el patrocinio de San Nicolds de Tolentino, patrono de este Sitio desde los primeros dias de 12 su fundacié6n. Las primeras habitaciones fueron simples chozas, con los techos y pa- redes cubiertos con enea, reforzadas. éstas con guaduas. Los techos su- mamente bajos y los alares de bas» tante anchura para proteger las pa- redes. Todavfa se encuentran en los. extremos de esta ciudad algunas cho- zas que dan una idea de lo que se- rian las de aqucllos remotos tiew pos. Recordamos haber visto hace algu- nos cincuenta afios una hilera de ca- sitas, que aunque con paredes de barro, sin ser de las que formaron los primeros moradores, eran una exacta representacién de aquéllas. Dichas casitas estaban en la calle del Comercio, comenzando en la esquina que ocupaba el sefior Santiago Né- fiez (1). Las dos primeras pertenecfan respectivamente a los sefiores Manuel Aguilar y José Marfa Duefias. Después de la conclusién de la Iglesia, cesé en cierto modo el em- pefio de extender el drea de la po- blacién y aunque continuaba e! tras- lado de nuevos moradores, éstos se- gan sus recursos se alojaban en casa de sus amigos, o se iban «comodan- do en los solares vacantes, aumen- tando asi sucesivamente el nimero de habitantes. Todavia pedria fijarse, estudian- do atentamente el pormenor del pla- no de la ciudad de hoy, hasta dén- de llegé el primer esfuerzo de los fundadores. Las dems construcciones que fueron mejorando las primeras y cam- biando el aspecto general de las co sas, fue evidentemente la ebra lenta de los tiempos y de las circunstan- cias. A medida que los habitantes fueron dedicdndose al trabajo y ex- plotando toda clase de industrias y acumulando el fruto de sus tareas, fucron sinticndo la uccesidad de me- jorar sti condicién personal y sus ha- bitaciones; y pronto emprendieron los mds pudientes la construccién de ha- bitaciones mds cémodas y de mejor apariencia. Se afirma que en el lu- (1) Hoy almactn de Jos sefiores Pacini & Paceini, esquina de In carrera de Policerpa. ificio del Cuartel truy6 la primera ca- fa, de estilo espafiol, que resul- . Sin duda para en! a bien avanzado el perfodo colonial, ‘el ejemplo fue segnido, pues no cbié de pasar mucho tiempo para la onstruccién de la segunda casa de inamposteria, que fué, segtin se re~ Gere, “La ‘Teneria’’, Iamada asi por- fue st propietario don Juan Fester cetablecié en ella un aparato para te- dir les fulas blances importadas y una curtiduria, con una gran muela le granito para triturar dividivi y sfscaras de mangle. Es facil observar que esto se re- fiere a €pocas adelantadas, porque en los primeros tiempos. cuando ape- ‘nas comenzaba la poblacién, la ma- groria de los habitentes se dedicaron la sgricultura y de ella derivaban elo suficiente pera satisfacer todas sus ynecesidades materiales, otros s€ dedi- fearon a las crias, a 1a pesca, @ la avegacion del rio, a la extracci6n ‘de maderas de los bosques, en for- ‘a de tablas, de tablones, cuartones, bafios, bateas, platones, etc. Gy hubo algun que por muchos afios Gproveyé de canoes para la navegacion fa todos los qite las solicitaban. ft Para todo esto, la naturaleza con mano prédiga les habia reunido todo cuanto pudiera ser fitil para el ade- lanto de una poblacién naciente. ‘Les virgenes montafias del occi- dente les ofrecian toda clase de te~ frenos para la produccién de cereales y los bosques vecinos toda clase de maderas de construcciones. La Loma y los demés ancgadizos, agua abun- dante y pastos naturales y perma~ nentes para el desarrollo de ta indus- tria pecuaria. La ciénaga Ilena de peces de vi riedad infinita, constantemente reno- vados, conducides por las aguas del brazuelo y sostenidos en ella, ofrecia lucrativa ocupacién a los pescadores. Millares de aves acudticas, atrai- das constantemente por la abundan~ cia eontinua de tanta variedad de peces, permanecian ocupando los ar- boles y el terreno de La Loma, y hasta la orilla occidental de la cié- naga, ofreciendo a los cazadores las ocasiones de lucir con provecho su destreza. La navegacién del rio, de las ciénagas y cafios que conducen a los demas pueblos comarcanos, fue im- puesta por les necesidades del tréfi- Fo y la falta de ciertos articnlos de consumo obligado que habia que traer de otras partes. El sitio de las Ba- rrancas carecia de multitud de arti culos de los Namados de Castilla, de telas de todas clases para los usos Co- munes y de otras tantas cosas que tenfan que procurarselas ya en San- tamarta, ya en Cartegena. Con este motivo se dedicaron va- tias personas a hacer viajes periédi- cos a Santamarta y a Cartagena, pa- ra comprar y traer la multitud de cosas que Jes encargaban los vecinos, y de este modo se provefan de lo necesario, hasta que cambiando las cosas comenzsron unos buhoneros ca- talanes a hacer el mismo negocio, hasta apoderarse de él. En este estedo de cosas, el sitio de las Barranquillas continué por mu- chos afios, como los demas pueblos ya establecidos, la vida tranquila de ja Colonia, creciendo y multiplicén- dose. Jen los primeros afios de su fun- dacién, el Gobierno colonial se ma- nifesté muy interesado en aumentar el nfimero de pobladores y al efecto invité a los habitantes de los peque- fos pueblos vecinos para que los que quisieran se trasladesen y se avecine Gasen en este sitio. Se comprende que todo esto tenia en mira comu~ Sicar alientos a los pobladores ya es- tablecidos, para que se sostuvieran en él y con los demas que fueran Negando se formase una agrupacién que imprimiera cardcter de perma~ nencia, como en efecto se consigni6. El sitio de las Barranquillas era una grande adquisicién para el Gobierno colonial, colocado a conveniente dis- tancia de las bocas del Magdalena, en la ribera occidental de éste y jus tomente el frente de los cafios y cié- nagas que conducen a Santamarta y demas pueblos de aquellla provincia. ‘Cuando Jos primeros pobladores 13 ocuparon el terreno, éste no tenfa duefio, era realengo y pudieron soli- citar del Gobierno Ia cesién a per- petttidad de todo el necesario para la fundacién de una ciudad y sus necesidades futuras; pero no lo hi- cieron. Entre tanto, personas mds avi- sadas, solicitaron y obtuvieron del Cabildo y Corregimiento de Cartage- na, veintiocho caballerias de Tierra- dentro, de las cuales se habfa fun- dado esta poblaciéu. Por muchos afios cultivaron {a tierra libremente, en particular las nombradas Guaimaral, hasta que pasaron a poder de dofia Gertrudis del Castillo de Altahona, residente en Cartagena, quien por medio de su apoderado en ésta, les hizo pagar terraje, que pagaban gus- tosos los que ocupaban la tierra, por- que sélo se les exigian cuarenta cen- tavos por cada almud ocupado. A priucipios de 1715 el apode- tado de la propietatia notificé a los agricultores que estaba autorizado pa- ra cobrat dos pesos por cada almud y como no podian abandonar sus la- bores tuvieron que aceptar, pero con suis reservas. Para resolver lo conveaieute se convocd a una gran juata de veci- nos y después de discutir el punto, veinte de los concurrentes, acaso los mds acomodados, declararon que lo mejor que podria hacerse era_com- _prar el terreno para evitar mOlestias futuras y para que todo el vecinda- tio pudiese laborar la tierra sin pedir permiso a nadie, y todos aprobaron. Se comunic6 esta resolucién al refe- rido apoderado, se ajusté el precid, y a los pocos dias dié cuenta de que la sefiora propietaria consentia en la venta. Como todavfa no hab{fa auto- tidad competente para ejercer tales funcioues, la escritura se otorgd en Cartagena el 8 de mayo de 1715, ante el escribano piiblico Domingo de-Hernando. Las tierras de Guai- maral son las que estan al occiden- te de esta poblacién y colindan por el sur con los terrenos de Carretal, siendo la linea divisoria el antiguo camino de Galapa, desde la loma de Arenal, hasta la plaza de-la Iglesia vieja. 14 Veintitres afios m43_ tarde don| Alonso Tellez y st esposa dofia An tonia del Campo, dueffos de las tie~ tras nombradas Carretal, las ofrecie+ ron en venta y las vendieron a va- rios vecinos de este pueblo y del de Soledad. La escritura se otorgé en este “‘Sitio de las ‘Barrancas de Sau Nicolds’’, el 19 de diciembre de 1738, ante el Capitan Aguerra, Justicia Mayor. Juez de Comisos en este par- tido de ‘Tierradentro, dou Franciscc Navarro de Acevedo. Las tierras de Carretal estén situadas al sur, y o9- lindan por el norte con los terrenc: de Guaimaral ya mencionados y a) oriente con los anegadizos del Mag: dalena, desde la Igesia vieja, riv arribay hasta el punto Mamado Bla: Gutiérrez, cerca de Malambo. En 1783 se compraron dos de las cuatro caballerfas de que constan las tierras de Mequejo. al occidente de las de Guaimaral y contiguas a éstas, que eran de Francisco Escalante. Sel otorgé la escritura a favor de los duenos de las tierras de Guaimaral, representadas por Vicente Vasquez, quien era entonces el apoderado ad- ministrador de las tierras del vecin: dario. Las tierras de Mequejo colindan por el sur con Jas tierras del Car- men, por el norte con las tierras de Sabanilla y por el oriente con las tie- rraa de Guaimaral. Villaléa, San Nicolds y el resto de los playones fueron cedidos por el Rey de Hspafia a este vecindario para pasto y abrevadero de los gana- dos, por intervencién de don Juan Bautista Barimonde y T'aboada. Las tierras de Guaimaral miden 14 caballerias; las de Carretal 14; las de Mequsjo 2; y las de Villalén, San Nicolds y los playones, 2. Ea todo 32 caballerfas, equivalentes a 15.360 hectéreas y las poseen estos dos pue- bios desde 1715, 1738 y 1783, es de- cit: 176, 153 y 108 afios, segéu las épocas de las ventas, sin “perturba- cida ni interrupciéa de dominio La nueva Iglesia Desde 1730. comenzé: el Presbf- tero don Luis de Suarez, sacerdote espafiol muy ilustrado, a disponerlos 4nimos en favor de fa fabricacién de una Iglesia de teja para _reemplazar ala anterior, que hacia algunos afios habia desaparecido. Solicitaron el per- miso de la Curia y después de ob- tenerlo formaron Ia lista de sostene- tenedores o contribuyentes para la obra. Don Luis de Suarez encabe- zaba la primera lista y le segufan todos los magnates de aquella épo- ca, Comenzé el trabajo, segiin se de- duce de otros documentos, a fines de 1734 0 a principios de 1735. Durd éste algGin tiempo, mientras duraron cuantiosas limosnas recogidas. Los ve- cinos continuaban dando sus limos- nas, ya en dinero, ora en materiales que se iban acumulando. Las piedras se recogian donde se encontraban y jos domingos una gran parte de hom- bres y mujeres, después de oir la mi- $a en el oratorio que reemplaz6 a la Hglesia vieja, marchaban en procesiéu n compafifa del sefior Cura a reco- Wsgerlas y ponerlas en la plaza respec- jlkiva. «En 1744, don Lorenzo Tellez, wespafiol residente y muy buen sujeto yor cierto, * escribia al Gobernador ye Cartagena, lo que copiamos a lambo viejo, de Golapa y Tubardj™ chyos terrenos comienzan por el este en Ia barranca de los anegadizos deh” Magdalena en el punto sonbnday ‘Blas Gutiérrez’’, y terminen al oes te en los médanos de 1a orilla dei mar, en el lugar llamado Caracol. "Todos los demés terrenos situa-t? des al norte de aquéllos, siguiendo en e su parte exterior las orillas del mar ° hasta las bocas del Magdalena, y rio |" arriba por toda la barranca occiden- ? tol del rio, y anegadizos hesta el lu- gar Hamzdo “Blas Gutiérrez”, fue~ | ron cedidos por gracia y merced a varios particuleres por los Cabildos de Cartagena y Santamarta, desde el afio de 1627 en rdelante, y trespa- sados legalmente después en iferen- tes fechas a varios vecinos de estos lugares, y a grupos de vecinos mds © menos numerosos, segfin las épo- cas de las ventas y segtin Ia masa y riqueza de las poblaciones en las fe- chas respectivas; algunos de estos te- rrenos fueron comprados por gran nfi- mero de vecinos de este pueblo y del de Soledad, y unos y otros han po- se(do estos terrenos y disfrutado de ellos, desde aquellos remotos tiem- pos, sin interrupeién ni perturbacion de dominio. Dichos terrenos estan divididos en seis porciones y Ilrvan desde aque- Ilos tiempos los siguicntes nombres principrles, que han conservado a ravés de los tiempos, a pesar del abandono genial de los habitantes de festos pueblos, y @ pesar de la anar- ufa que siempre ha existido y exis- he atin en todo lo relativo a bienes ferritoriales, ya sean del comin de Mos pueblos, ya de particulares, a Seaher; MEQURJO, EL CARMEN, SABA- inttA, GUAIMARAL, CARRETAL y Las IsLas. ‘Vamos ahora a hacer una rela~ cién minuciosa en cada una de esas ‘divisiones, de su extension y linde~ ros entre si, &a-, de la época en que fueron cedidos a sus primitivos duefios por los Cabildos de Curtage- na y Santamarta, y de los traspa-os Isucesivos que han sufrido desde aque- falios tiempos hasta hoy, haciendo uso le varios documentos que hemos te~ mido a la vista, consistentes en algu- hos titulos originales, copias de otro: J varios spuntamientos que no pue- ien tacharse ni afin por los mds pre- drenidos, por evar fechas remotas que les penen a cubierto de toda sos- (pecha de falsedad; para que los iBiiores miembros de Ja Corporacién \Municipal y los demas ciudadanos que no han tenido la ocasién de co- nocer la historia de estos terrenos, spuedan imponerse bien de todos sus pormenores y saber a qué atenerse tal examinar y formar juicio sobre la cuestion actual de terrezos promovi- xda por la Compajifa Nacional de Mi- nas y Abonos, pidiendo posesién de ellos, como si fueran terrenos baldios. MEQUEJO. Este terreno cons- ta de cuatro caballerias, y fué cedi- do en 1627 a don Jusn de la Hoz de Mequejo. Pasd por herencia a sus hijos dofia Isabel Maria y Alférez don Bias de la Hoz, Este lo vendié a los hermanos Lorenzo y Anastasia Ortega. En 1770 se dividié el terreno entre los herederos de éstos, y toca ron dos caballerfas a Simon O:tega y hermanos, y las otras dos a Maria Antonia de Atencio, Ignacio y Mi- guel Molina. Estos y sus herederos vendieron su p:rte, las contiguas a jas ticrras de Guaimaral, en el mis- mo afio, a don Juan Fester, familiar del Santo Oficio de la Inqguisicién, y Ja venta’ tuvo Ingar en este sitio el 10 de Febrero de 1770. por ante el entocces Capitin guerra, don José de Lozano, por falta de Ke ribano ptiblico. Cinco afios después, osea el 18 de octubre de 1775, don Juan Fester la vendié a. Francisco Esca~ lante, quien la poseyo hasta eb 4h de septiembre de 1783, en que la vendid a los duefios de las tierras de Guaimaral, siendo entonces apode~ rado general de tierras Vicente Vas quez, quien acept6 la venta; y ésta tuvo lugar en este sitio por ante el Capitan don Fraacisco Alvarado Do- plas, Juez subsidiario del Ministerio de Marina de Cartagena de Indias, &a, &a. Hasta la fecha de esta veu- ta consta que Simén Ortega con-er- vaba las dos caballerfas que le toca- ron, y no hemos podido conseguir dato alguno que pruebe que fueron traspasadas de algtin modo a otras personas. De las cuatro caballeries de que consta el terreno de Mequejo, dos pertenecen a los herederos de los duefios de las tierras de Guaimaral, que scaso forman hey la mayor par- te de los habitantes de esta poblacion, y las otras dos, a falta de datos que prueben lo contrario, presumimes ane pertenecen a los herederos de Simén Ortega y hermanos. Tyas tierras de Mequejo colindan por el Norte con Iss de S.b-nilla, al oriente con las de Guaimarel, al sur en parte con terrenos de Galapa y del Carmen, y al occidente terminan en las orillas del mar. EL CARMEN. Este. terreno consta de custro caballerfas. y fué ce~ dido al Presbitero don José del Rio, Cura doctrinario de los pueblos de Paulato y Galapa, el 11 de marzo de 1642, por el Cabildo de Cartsgena, y era conccido en aquellos tiempos con el nombre de “‘Caocarrmoa’’, situado entre los pueblos de Paulato 17 202 07m. y Galapa, donde existid con este nombre un pueblo de indios. El Pres- bitero Del Rio vendié dicho terreno a dofia Isabel de Mejia del Valle, el 2 de agosto de 1658, en Cartagena, por ante el Fscribano Real Bartolo” mé de Salina, y en 4 de marzo de 1694 se adjudicaron por herencia a su nieta, dofia Juana Moreno (a) Cal- ceta, legitima esposo de don Diego Manuel de Peralta, Alcaide de las Caérceles secretas del Santo Oficio de la Inquisicién. De dofia Juana Mo- reno pasaron también por herencia al Licenciado don Pedro de Peralta, su hijo, quien las vendié en Cartagena ala viuda Maria Diaz Caro, vecina de aquella ciudad, el 20 de mayo de 1701, por avte el Escribano Real Luis de Cabrera y Convero. En 14 de abril de 1707 Maria Diaz Caro y Die- go Prorete de Arias, su esposo, las veudié al Presbitero don Pedro de Arzuza, cura de los pueblos de indi- genas Patiato y Galapa, y la venta tuvo Iugar en Cartagena por ante el Escribano Real Andrés de Solis. Don Pedro de Arzuza fundé en dicho te- rreno y sostuvo en buen pié duran- te su vida una hacienda que bautizd con el nombre de “El Cormen’’, con el cual se conoce desde aquella épo- ca y lleva hasta ahora squel terreno, A la muerte del Presbitero Arzuza pasaron sus bienes y entre ellos la hacienda y sts tierras a dofia Rita Jiménez, su heredera universal; cu- yos titulos fueron refrendados en Car- togena el 6 de enero de 1771, por el Subdelegado de tierras doctor Anto~ nio Berrfos, Abogado de la Real Au- diencia, &a, &a, y por ante el Fs- cribano Nicolds Luis de Calahorra. En 14 de abril de 1787, dofia Rita Jiménez las vendié a don José Lla- nos, Corregidor y Justicia Mayor de este partido, por ante el Alcalde Pe- déneo don Santiago Cardama, por falta de Escribano. Don José de Lla- nos hizo deslindar dichas tierras en 1819, y de él pasaron a sus here~ deros; y el 28 de diciembre de 1833 don Blas José de Llanos Jas vendié a Juana Marfa Sudrez, vecina de Ga~ lapa, legitima esposa de Isidro Can- tillo. De éstos pasaron a sus here deros; algunos de ellos han yendido 18 sn porcién a varios vecinos de Sole- dad, de Tubaré. &a, fraccionandola a su gusto, y los otros, si existen fcaso, igneran estos pormenores, © si los conocen hacen de ellos muy poco caso. Las tierras de El Carmen colin- dan con los resguardos de Galapa y, Tubard y con las de Mequejo, y ter) minan en las orillas del mar, en los médanos, en el punto denominadg Caracol. SABANILLA. Las fierras d Sabanilla constan de cinco caballe’ rfas, cuatro que fueron cedidas a Ma: nuel de Sanabria, por el Cabildo d Cartagena el 31 de enero de 1629) cuyos hijos, Manuel y Gabriel dq Sanabria, las vendieron ai Licencia- do don José del Rio, cura doctrina- rio de Paulato y Galapa, por ante el Escribano piblico y de Goberna-| cién Martin de Escobar y Vanca. em Cartagena el 9 de agisto de 1655, ¥ el Presbitero del Rfo las vendi6 q Dofia Isabel de Mejfa del Valle el de agosto de 1658 por ante el Escri bano Real Barto'omé de Salina, y e' 4 de marzo de 1694 se adjudicaro a su nieta y heredera dofia J Moreno. De dofia Juana Moreno p: saron también por herencia a su hij el Licenciado don Pearo de Peraltat Presbitero Domiciliario de Ja ciudaq y Obi-pado de Cartagena, quien la vendié en dicha cindad el 20 de ma/ yo de 1701 a Agustin de Octavio, po} ante el Escribano Real Luis de Cai brera y Convero, y después pasaroy no se sabe cémo, si por venta o po) herencia, al sargento Juan Romero, quien las vendié a Manuel de la Ro sa Jiménez en este sitio, el 12 dé, noviembre de 1731, por ante el Cac! pitaén Aguerra don Manus! Blascos y Moneva; a las cuales agregé des- pués una caballeria mds, que era rea- lenga y estaba contigua a las cuatro primeras; para lo cual se compuso con S, M. por conducto det Dr. Juan Bantista Beamonde y Taboada, Juea privativo de terrenos, &a. &a. en 11 de octubre de 1738. Las cinco caballerfs pasaror por herencia a los nueve hijos de Manuel de la Rosa, quieues hicieron varias ventas entre los; pero no ha sido asi, y teme- fos que no parescan jamés. ai en 1803 s6lo eran Cue- ‘Andrés y Liberato de la osa por seis partes, y Toribia y polinar de la Rosa por las otras tres vendieron cus seis par- ion Macias m 15 de septiembre de 1803, y la fenta se efectué en Cartagena por Fonducto de don Tomas Andrés To~ ‘res, apoderado de los vendedores ¥ ‘or ante el Escribano publico Agus- Los herederos de on Joaquin de la Asuncién Macfas los de ‘Toribia y Apolinar de la osa vendieron varias acciones en jiferentes fechas, a varios vecinos de sta ciudad, y éstos a su vez ven- Feron a otros y otros, segda consta 1 varios testimonios que hemos con- ultado. Las tierras de Sabanilla colindan 1 sur con las de Meguejo, al orien- fe con las tierras de Guaimaral, y al orte y occidente con el mar y los negadizos y ciénagas de Sabanilla. GUAIMARAL,. Estos _terrenos onstan de catorce caballerias, y fue- n cedidas por el Cabildo de Carta- ena como sigue: en cl afio de 1637, ‘uatro caballerfas a Pedro Vasquez tueso; en el afio de 1637, seis ca~ fllerias a don Nicolés de Barros; mm el afio de 1660, cuatro caballerias dofia fosefa de Simancas, legitima sposa de don Nicolés de Barros, ecina del pueblo de Galaga, de que nué encomendero; y todas ellas reea- dicha sefiora, por las ales se le expidid titulo en 1666. fe dofia Josefa de Simancas pasaron tt hijo don Pedro de Barros, a uenta de st legitima paterna; y por ‘muerte pasaron a sit esposa dofia erirudis Castillo de Altahona, quien fas recibié a buena cuenta de los on~ Dicha se- jos vecinos de este sitio hasta el 8 iJe mayo de 1715, en que las vendié @ los siguientes individuos: sefiores Gon Luis Suarez, Presbitero; sargen- to Juan de Barros, Antonio de la Cruz Villalobos, sargeuto Jusn de Madsriega, N. Orellano, Marfa de la (Cruz Santisgo, Juan de Madariaga, nece todavia; la segunda no sabemos hasta ahora a quien pertenecié. Am- Cristobal Fernandez, Antonio Este ban Cantillo, Francisco Barriosnue- vo. Félix de Olivares, Andrés de Ma- dariaga, Juan Jiménez de Alcald, Gregorio Camacho, Micaela de San- tego, Gregorio Altemar, Juan de los Santos Madariaga y Rosa Maria de Madariaga, todos veinte vecinos de este partido de Tierradentro, y Ia wenta se efecttd en Cartagena por date el Escribano péblico Domingo fe Hernando; cuyas tierras fueron deslindadas y amojoncdas en la épo- ca de la venta. EI 9 de diciembre Ge 1733, se sacd nuevo testimonio de ia escritura, siendo Escribano Real don Luis Castrell6n, a pedimento de Juan de Madariaga, y fueron ampa- qados sus duefios en la posesion de Jas referidas tierras, en 6 de Junio de 1739, por el doctor Juan Bautis- ta Beemonde y Taboada, Teniente de Gobernador y Auditor de Guerra de la plaza de Cartagena, y refren- dados sus titulos por el Licenciado fon Eusebio Sanchez Pareja, Mar~ qués de la Regalla, del Consejo de $. M., &a. &a, el 28 de mayo de 1754. La matricula de las respecti- vas escrituras, sutos de aprobscién. refrendaciones y demas diligencias practicadss sucesivamente, estaban en Cartagena en el archivo respes en 1754, cuando era Hscribany pa blico don José Celedonio Bsping-a, y en 1757 cuando er Esziibavo Real don Gasper Rodriguez Videl; eo cm yas fechas se sacaron lestimonios de los autos de aprobacion, &a- Sa. En 1776 se repusieron integramente en este sitio todas las escrituras ¥ demas documentos de estas tierras ‘a pedimento de Ignacio de Madaria~ ga, apoderado de los duefios, por an- fe el Capitan Aguerra del partido de los sitios de Barranquilla y Soledad don Antonio Galindo. Las tierras de Guaimaral colin- dan por el sur con Jos terrenos de Carretal, al occidente con Jas de Me- quejo y Sabanilla; al norte con las berrancas de lo que fué en otros tiempos orillas del mar, de cuyo la- do ha aumentado considerablemente fl terreno por aluvién; y al oriente termina en la berrenca occidental * sia vieja de esta citidad. CARRETAL. Les terrenos de Carretsl constan de catorce caballe- rias, y fueron cedidas ror el Cebildo de Csrtagena en tres porciones, dos de a cuatro, y una de ses cxbualle- rfas, cuatro de ellas a don Nicoids de Barros, vecino de Galapa, de que fue encomendero: y todas recayeron en el Capitan don Melchor de Es- cobar Ibéfiez, quien las vendié por medio de sti apoderado Alonso de Chavarria, al Licenciado don Juen Cotel y Carbajal, cura interino del pueblo de Santo Tom4s. Después pa- saron a la familia Téllez Camacho, que las poseyé hasta el 19 de diciem- bre de 1738, en que don Alonso Té- Nez y sue dofia Antonia del Campo, 1 endieron a 108 veeinos de este Sitio y del de Soledad, y la venta se efectué en este, llamado en- tonces la Barranca de San Nicolas, por ante el Capitan Aguerra, Justicia Mayor, Juez de Comisos, &a. &a. en este partido de Tierradentro. don Francisco Navairo de Acevedo, En 1801, José Antoniv de Barros, San- tiago Rocha, Juan de ta Rosa de Barros y Miguel de Barros, de este vecindario, promovieron un pleito al apoderado de las tierras de Carretal, sefior Alejandro Vidales Blanco, por el uso de terrenos de crias para la- bores y viceversa, pretendiendo in- valid-r el convenio celebrado por los primitivos compradores, y el Gober- nador y Capitan General de Carta- gena, don Anastasio Cejudo, por sen- tencia definitiva, fecha 26 de octu- bre de 1801, los condend a estar y pasar por lo acordado por sus ma- yores, y expidié despacho al Capitan Aguerra de este partido para que a la mayor brevedad y a costa de los ducfios de las 14 caballerfas de tie- tra, se midiesen tres cuartos de le- gua desde las filtimas casas de esta poblacién en adclante, amojonar con firmes y estables mo- jones de calicanto; y condenando en costas a José Antonio de Barros y demés causantes y a perpetuo silen- psobre la materia, Y evidentemen- aunque derrumhado, se encuentra ar} en el camino de Soledad en la b: rranca norte del arroyo “Don Juan’ a tres cuartos de ]-gua mds o men de esta ciudad, que sefiala la mitad de los terrenos y naturalmente 1q pertenencia de los dos pueblos veci: nos y conduefios. Las tierras de Ca’ rretal colindan por el sur con laq tierras denominadas de Sarmiento con los resguardos indigenas de Ma; lambo viejo y Galspa; por el nortd con las tierras de Guaimaral y anel gadizos del Magdalena, desde la pla; za de la Iglesia vieja de esta ciuda hasta mds alld de Soledad, enel pa- raje donde tuvo su hacienda Blas Gutiérrez, cuyo nombre llevé en otrog tiempos y conserva hasta hoy. Los titulos de estas tierras sq conservaban en Soledad, y el 4 dq enero de 1867 los entregé el sefio Esteban J. Donado, por orden de 1 Corporacién Municipal, al Alcalde af aquel Distrito, setior Pedro Cassereg quien los entregd o los remiti sefior David Percira a esta ciudad y aqui los leyeron varias personas algunas que han pasado ya de est mundo, otros que atin viven; y po: lo que hemos podido averiguar, loq referidos titulos fueron entregados un caballero residente en esta city dad, que deb{a hacer cierto trabajo! el cual no tuvo lugar no sabemoy por qué motivo; y después, con 1 muerte violenta del sefior David Pe reira, ocurrida en el mismo afio, 54 perdié todo rastro de dichos titulos y aunque algunos, que tuvieron co} nocimiento de todo lo referente este usunto y que intervinieron e1 mds de uno de sus pormenores, sos; pechan y atin afirman que quedarot y estan en poder de aquel caballero tenemos muchas razones para duda lo. Dos veces se ha presentedo lq ocasion para que quien quiera qu sea la persona en cuyo poder estan dichos titulos los hubiera presenta-} do, devolviéndolos lealmente a algu’ na de las Corporaciones Mnnicipale: de esta ciudad o la de Soledad, co mo simple restitucién, 0 de otro moj do, segiin les miras particulares de los; pero no ha sido asi, y teme- os que nO parezcan jamds, LAS ISLAS. Al norte de les tierras de Guimaral y Sabanilla se encuentra atin un grupo de islotes, resto de islas de mayor extensi6n que existieron en otros tiempos; algunas que han desaparecido por completo, tras que el mar ha devorado en par- ey otras que se agregaron a la Cos- a firme. Sus nombres fueron y son jos siguientes: Villalén, San Nico- jés, Mayorquin, Isla Verde y Porto- elillo. Villalon y San Nicolds eran las slas mds cercanas, estaban saparadas ntre si y de la tierra firme por cié- agas, islotes y canales estrechos de is © menos profundidad y segén Wn fragmento antiquisimo que adn e conserva en poder de una familia espetable de esta ciudad, dichas is- las, islotes y anegadizos fueron de- larados libres por los reyes de Es- afia, para el uso comén del vecin- lario y para pastos y abrevaderos He los ganados; y aunque se dice por Jgunos que aquellos terrenos fueron ‘omprados por varios vecinos de esta ciudad, no se ha podido encontrar lato alguno escrito que lo pruebe; jor lo tanto. y mientras no se haga mstar lo contrario, nos inclinamos suponer que pertenecen todavia a ste _vecindario. Con el curso de los afios, el mar, 1 rfo y los vientos reinantes en aque- los lugares han ido segando las cié- agas, vados y canales, y extendi jo el terreno hacia el occidente. Ya n 1810, lo que antes eran ciénagas canales, formaba una extensién de erreno cultivable, lleno de mangla- es &a. y més tarde se unieron a fas tierras de Guaimaral, tal vez pa- ‘a siempre, pues el mar continta humentando aquel terreno conside- ablemente. Isla Verde y Mayorqufa fueron los islas que en tiempos remotos es tvieron separadas, y después se wnieron; la primera fue propiedad le la familia Macfas hasta el 9 de liciembre de 1867, en que don Hide- fonso Macias la vendié al sefior Ma- uel Ballestas, a cuya familia perte- nece todavfa; la segunda no sabemos hasta ahora a quien pertenecié. Am- bas estaban muy redneidas en 1643, cuando se levanté el plano particular del puerto de Sabanilla por orden del Gobierno Nacional. Isla Verde y Ma- yorquin estaban separadas de San Nicolds y Villalén por el brazo oc- cidental de la boca del Magdalena; éste, cambiando su rumbo mas al norte, ha convertido el brazo en un estero vadeable en muchos puntos. Portobelillo tenfa antiguamente una extensién de cuatro fanegadas, y fué cedido por el Cabildo de San- tamarta al castellano don Luis de Soto y Herrera, e] 21 de junio de 1718, por ante el Maestre de Campo don José Mozo de la Torre, Gober- nador y Capitén General de Santa- Marta y su provincia. Portobelillo esta situado al occidente de Isla Ver- de, y por su posicién y su forma fue €n otros tiempos un buen surgidero para los buques que navegeban por la costa; en 1843 estaba ya muy re- ducida, el mar se habia tregado una gran parte de su lado norte, y hoy queda muy poco de ella, segtin in- formes de personas que frecuentan aquellos lugares. Esta isla pertenece hoy a la sefiora dofia Manuela Riva y a la sefiora dofia Antonia Castellé de Macias. Como se ve por todo lo expues- to, que es el resultado del examen mipucioso que hemos hecho, de to- dos los documentos que hemos po- dido adquirir y de los informes que venimos recogiendo hace algtin tiem- po de las personas de mayor edad de esta ciudad y de los pueblos ve~ cinos, algunos de los cuales existen todavia, no hay terrenos baldios en esta parte de Ja Provincia. Ahora, con respecto a ics terre- nos que interesan especialmente a los habitantes de este Distrito, tene- mos que Jas catorce caballerfas de tierra nombradas Guaimaral fueron compradas por veinte vecinos de es- te Sitio; que las catorce caballerias nombradas Carretal, fueron compra- das por ciento ocho vecinos de este sitio y del de Soledad, el 19 de di- ciembre de 1738; que las dos caba- Nlerfas que estén en los terrenos de 21 Mequejo fueron compradas por los duefios de las de Guaimaral, el 11 de septiembre de 1783; que han trans- currido 161 afios desde la primera compra, 138 desde la segunda y 93 afios desde Ia tercera, y que aten- diendo todo el tiempo transcurrido desde aquellas fechas y el progreso natural de la raza humana, la ma- yor parte de la poblacién de hoy aca- so se compone de los descendientes de los primeros compradores. Los terrenos fueron administra~ dos durante el Gobierno espafiol por apoderados nombrados ante el Capi- téa Aguerra por Juntes del vecin- dario. Los altimos nombrados de este modo fueron los sefiores Nico- lds Maria Pefiate y Carlos Rodriguez, que fueron nombrados el 20 de em ro de 1810, por ante el Capitdn Aguerra don Diego Antonio de Pa- lacio. Estos tuvieron que sostener un pleito con el doctor Fernando Ma- cias, por si y como apoderado de Antonio Acosta, Francisco Acosta, Pablo de 1a Rosa, Alejandro Barros, José Marfa Palma, José™Xcosta, don Miguel Pérez, ‘Tomasa y Josefa Ma- ria Acosta, que eran entonces | duefios de las tiertas de Sabanilla, quienes pretendfan que la parte de terreno comprendida en las de Guai- maral, llamada Palmarejo desde 1798, correspondia a las de Sabanilla, y por lo cual pedfan que los labrado res que ocupaban dicho terreno lo evacuasen. Ambas partes exhibieron sus titulos de propiedad; y los apo- derados de las de Guaimaral pidieron él deslinde y amojonamiento de di- chas tierras, previa informacion su- maria de los vecinos mds antiguos y presentaron como tales a los sefiores: Clemente Mendoza, de 71 afios de edad; Francisco de las Salas, de més de 70 aii Marco Ortega, de 97 afios; Esteban Arzusa, de mds de 60 afios; Juan Vivanco, de 60 aitos; Francisco de la Rosa, de 49 afios Paulino de la Rosa, de 57 aitos, quienes, previa lectura Ge los titu- los, declararon de conformidad: que el terreno nombrado Palmarejo co- rrespondia a las tierras de Guaima- ral; que estas tierras hub{fan sido des- lindadas y amojonadas cuando fue 22 apoderado Diego de la Hoz; quq constan de 14 caballerfas; y alguno: de ellos determinaron minuciosamen: te los linderos respectivos y comu nicaron otros pormenores interesan4 tes, que arrojan mucha luz sobre es: te asunto y servirdn de mucho en la cuestién actual de los terrenos. i Existe en nuestro poder el tes- timonio integro de las diligencias de* deslinde, compulsado el 19 de junid de 1810 por el Capitan Aguerra dow] Diego Antonio de, Palacio, a peticiér! de Ramén José Espinosa, apoderadd sustituto de los duefios de las tie~ tras de Sabanilla. ‘ Después comenzé la revoluciér de la Independencia, y durante la larga lucha que siguié hasta la com+ pleta emancipacién de estos pueblos, probsblemente ninguna persona se] ocupé de terrenos; y si alguna la’ hizo, no consta esto en los restos de archivos de aquellos tiempos, pues | mayor parte de los que existian an- tes y durante la guerra, siguieron lal buena o mala suerte de ésta, pasan/ do de uno a otro pueblo, h se quemaron finalmente en ésta enj mente |i guerra de la Independencia, estos) pueblos no pensaron en otra cosa| que en reponerse de los sacrificios hechos: asi se explica la ausencia dé datos que arrojen alguna luz sobre el asunto que nos ocupamos, refe rentes a aquella época, Ee mayo én 160 te tnsee iee nicipalidad de esta ciudad, asumien’4 do la posesién y administracién de los bienes del Comtn, en los cuales estaba comprendidos los terrenos de! que nos ocupamos, impuso y cobré derechos de terraje a los vecinos de| otros Distritos, que los ocupaban yal para siembras, ya para crias de ga~ nados y atin para otras empresas in- dustriales, como sucedid con la mé. quina de aserrat madera que se es] tablecié en el Ingar que ocupa ho a ‘‘Compafifa Unida’’, y con el alam bique y teueria que se establecié en! el lugar que ocupa la casa en donde’ vive la sefiora dofia Nicolasa Colo] rete; y sigtié legislando en este sen- tido y reglamentando el uso de los! terrenos por algunos afios después, ] { hea el consentimiento general de los Mabitantes; pues no consta en las ac- as de aquellos tiempos que hubiera Yabido alguna clase de oposicién a us actes; antes al contrario, hay en el archivo de esa Corporacién:cons- sancia de los repetidos reclamos que Dios vecinos hicieron en diferentes v‘pocas por los dafios que mutuamen- fe se causaban agricultores y gana- Mieros, hasta que la Municipalidad tiesigné cudles eran los terrenos de ferrias y cuales los de labores, Asf continué este Distrito en po- sesibn de\ los referidos terrenos, ad- ministrandolos por medio de su Cor- boracién Municipal. Mas tarde, co- 0 sucede desgraciadamecte con casi Fodas las cosas entre nosotros, co- tnenz6 el abandono y con él la anar- juia en el uso de los terrenos, y és- o dié lugar a nuevas y repetida: wejas, que no se resolvjeron satis actoriamente; por lo cual en 1836, mds tarde en 1845, se reunieron lpfira arreglar en lo posible el uso los terrenos. Sin embargo, si aque- If determinacién produjo algtin buen fepultado debié ser de corta dura- ihn; después todo fue cayendo en plwido, tanto de parte de la Corpo- abién Municipal como de los habi-~ fantes; a tal extremo que, cuando Jora pocos afios surgié la ruidosa ‘omo propiedad del vecindario. Barranquilla, 3 de octubre de 1876. D. MALABET Barranquilla y la Guerra de Independencia Conforme a lo que dejamos ano- do en lineas anteriores, de todo el }rriodo colonial hasta los albores de la Independencia se carece de infor- macién en lo que respecta a la vida politica, social y ecenémica de Ba- Tranquilla, Fuera de los datos sumi- nistrados en los escritos del sefior Malabet que hemos insertado, no he- mos podido de aquel oscuro lapso desentrafiar ningtin recuerdo escrito ni tradicién que ptidiera dar luz acer. ca de lo que fué la vida vegetativa de la insignificante parroquia; y res pecto a los primeros afios del siglo XIX parece que el incendio ocurri- do en 1815 a consecuencia del com- bate librado aqui el 25 de abril, no dejé archivo ni rastro de documen- tacién relacionados con los intereses PGblicos y particulares de la primi- tiva poblacién. No era en verdad apreciable desde el punto de vista hist6rico la condicién politica y so- 1 de este sitio de las Barrancas de San Nicolds. Pudiera decirse que apenas fué como un apacible remanso para los moradores de los pueblos ve- cinos, de vida mds agitada con re- lacién a la época y que fueron de- sarrollandose a medida que se esta- blecia en mayores proporciones. el intercambio con la ciudad sefiorial de Cartagena. La rivalidad estimulante que des- de el primer perfodo colonial se es- tablecié entre la ciudad de don Pe- dro de Heredia y la de don Rodrigo de Bastidas, rivalidad que se mani- festaba tanto al favor de sus condi- ciones de puertos marftimos y asien- to de Gobernaciones como en sus pretensiones de dominio del rio Mag- dalena, dirigfa sin duda sus miras mas alld del punto geogrifico que corresponde a Barranquilla, Queda- ba, pues, esta poblacién fuéra del radio de accién de cartageneros y samarios; de unos y otros, porque, abandonando tal vez la idea de apro- vechar la via maritima para entrar por las Bocas de Ceniza, el rio Mag- dalena principiaba para ellos desde el respectivo punto de contacto, por el cafio de Clarfn y por el canal del Dique. Dados estos antecedentes proba~ bles, cabe la conjetura de que los cartageneros, con el fin de obtener el dominio del rfo desde su entrada al mar, sintieron la necesidad de es- tablecer un puerto marftimo més, dentro de su jurisdiccién, en las cer- canias de las Bocas de Ceniza. Es- ta previsién coincidié al parecer con el movimiento politico de 1811, que en su desarrollo impuso la necesidad de defender la Provincia de los ata- ques realistas de Santamarta, balnar- te de las autoridades cspafiolas. Asi se explica por qué una de las pri- meras disposiciones del Gobierno del Estado de Cartagena de Indias fue habilitar el puerto de Sabanilla para el comercio de exportacién y luégo tratar de fundar una poblacién en dicho puerto, conforme al interesan- te decreto sobre inmigracién que in- sertamos al pié de estas Ifneas y cur ya simple lectura servird para apre- ciar la labor de organizacién que emprendieron los fundadores -de la Reptiblica, al tiempo que ofrendsban vidas y recursos para romper los fé- rreos vinculos que por cuatro centu- rias los até al poderfo de Espafia. De mas esta advertir que Barran- quiila y Sabanilla, por circunstan- cias especiales bien conocidas, apa- recen en su desarrollo como si hu- biesen formado una sola poblacién, tan estrechamente unidas estén la historia del extinguido puerto, con cto nombre fue conocida politica- mente toda la Provincia hasta la or- ganizacién definitiva de la Repfibli- ca, y la historia de Barranquilla, que fue su capital y mas tarde pudo ab- sorber la vida comercial del puerto maritimo. A continuacién del documente a que nos hemos referido, damos ca- bida a otro escrito del sefior Mala- bet, como principio de la informa~ cién acerca del concurso de Barran- quilla en el agitado perioda de la Guerra magna, durante el cual ad- quirié, 2 favor de su condicién to- pografica, la impertancia de un cen- tro militar y en mérito de ta actua- cién patriética de sus hijos los més claros blasones que pudo entonces otorgar Ja Reptiblica. Colonia de Sabanilla Decreto del Gobierno del Estad, de Cartagena de Indias, por cual promueve la inmigraciét y colonizacién de Sabanilla El Gobierno de Cartagena. con! secuente con los principios liberale que preclamé y que practica sin ce: sar desde su instalacién; deseoso di proporcionar desde luego en su te; rriterio los medcios de subsistencia de aumento y de felicidad, especial mente por la agricultura, a los ex tranjeros y forasteros que aman 1d causa americana, y que poco o nad favorecidos por la fortuna en sus res pectivos paises desean emigrar a otro: para adquirir propiedades territori les, cultivarlas y trasmitirlas a hijos; considerando asegurada y sit riesgos la independencia del Estado] la libertad civil y los beneficios qui de aquélla y de ésta debemos repérl tar con la mayor repidez; y, por timo, con conocimiento de que 1 manos activas y laboriosas es wi verdadera riqueza el pingiie terre de que puede disponer, ya en fa bahfas y ensenadas de la Costa, wy: a orillas de rfos navegables; inviti la inmigracién a cualquiera stibdit de las naciones europeas y america} nas que no estén en guerra con Nueva Granada, a los habitantes de cualquiera Provincia de ésta, ra formar una poblacién en la bahfi “de Sabanilla, que esté situada a bar lovento de este puerto, a 5534 milla de dis por tierra, 11,00’30 y longitud del meridian que pasa por el convento del Cerry de la Popa 00.34’30. Aquclla localided ademds de 1 ventajas de un puerto seguro y cé' modo para toda clase de embarca ciones y las de un temperament benigno, refrescado todo el afio po} los vientos del nordeste, tiene la in: preciable de desembocar en ella un) de los brazos del grande rio de 4 Magdalena, navegable por més ¢ doscientas leguas hasta el centro oj 2 »¥a Granada, y canal princi- nuestro comercio, de nuestras Rp tas y de nuestras comunicacio- ‘hasta Popayaén y Quito. La tie- en Sabanilla y en sus contornos 4 apta para toda clase de frutos y producciones de los pafses calientes, y varias, como el algodén, se dan si ivestres; y gozando aquel puerto, des- je enero de 1811, Ja franquicia de exportar frutos en derechura para el extranjero, y aun la de recibir bu- es de éste, con una sola restric- si6n, no es facil que los que deseen salir de su pafs para otro encuentren un punto mds a propésito para la agricultura, para el comercio interior, bara el de granos al extranjero o a sta capital, ni para el de cabotaje la costa de barlovento a sotayento, Por tanto, y no queriendo esca- bear cl Gobierno de Cartagena nin~ uno de los medios que estén a su hicance para formar en Sabanilla una poblacién respetable. ofrece cumplir las siguientes condiciones con los ex- tranjeros y forasteros que con dicho ffin vengan a este puerto de Carta- ena, a saber: lo. Serdn' recibidos, mirados y ratados con la consideracién y hu- anidad tan propias del carécter ame- kicano, mantenidos a expensas del istado durante su permanencia aqui después hasta cuando y como se Hird; y aunque no tendré culto pi blico ni privado, los que no sean de ia comunién romana jamds serdin mo- lestados por el motivo de su creen- ia. 20. Su vida, su libertad civil, uu seguridad y propiedad estardn siempre bajo la salvaguardia de la [Constitucién de este Estado. Serdén obernados en la poblacién de que se trata por uno o dos Jueces peda- ineos que se les pondr4n por ahora y que en lo sucesivo concurrirdn ellos f. nombrar; y las desavenencias y con- Htiendas civiles entre vecine y vecino se resolverin por uno de éstos, quiee pes también practicarén los sumarios urgentés diligencias en las causas timinales, que en primera instancia se resolveran por el Alcalde ordina- | rio del Distrito, todo conforme a la Constitucién, 30. Cuando haya en esta capi- tal a lo mens ochenta pobladores, cabezas de casa, con familia o sin ella, serén cozducidos a Sabanilla con un Director del establecimiento, nom- brado y costeado por el Gobierno. Este Director elegird y demarcard el terreno propio para la poblacién y tan capaz que debiendo ser las casas. grandes, con patio, huerta, corral y demés desahogos que se acostumbran y convienen en el campo, pueda con- tener el pueblo trescientos o més yecinos y sus plazas, Iglesias, escue- las, ciircel, casa para el Alcaide y Juzgado en ella y otra para el Cu- ra. 40. La poblacién, ademds del terreno que ocupa, tendr4 un terri- torio propio de cuarenta a cuarenta y cinco millones de varas cuedradas de superficie, todo de tierra de cul- tivo, que se dividird en porciones ignales como de noventa a cien mil varas cuadradas dichas cada una, las cuales se dardn por suerte, en toda propiedad, a los pobladores, pata sus labores y sementeras, stcesivamente a medida que vayan Hegando, basta aue se distribuyan las dichas por- ciones. So. El Director dard alli a ea- da vecino una vaca; un caballo o un asno, segtin le acomode al poblador; dos cabras, dos cerdos, cuatro galli- nas y tin gallo; una hacha, un ma- chete y una azada; una fanega de todos granos y una casa en la pobla- cién, todo en propiedad. 60, Estas casas se construirdn de madera, cafia, bejuco, lata y pal- ma, por los mismos colonos, bajo las 6rdenes del Director; y después que estén fabricados la iglesia, el cemen- terio, la casa del Cura, la escuela, la cdrcel y la pieza destinada para Juze gado. Y después que todos los colo- nos reunidos hayan desmontado, ro- zado y sembrado un terreno compe- tente para que se alimenten en co~ munidad por el primer afio. as 7o. De los productos de esta primeta siembra y acopios que hard el Director u otro agente por cuenta del Gobierno, si no bastasen aqué- llos, se mantendrdu todos por dicho primer afio o mientras duran los tra- bajos pfiblicos comunes. 80. Las herramientas que se inu- tilicen 0 los animales mayores que mueran en dichos trabajos ptiblicos, serdn repuestos por el Estado. Hasta que el colono no ten- estado de cultivo y de constantes anuales la suer- te que le cupo, no podré comprar més tierras; pero sf en aquel caso y con tal que la adqui-icién “la haga fuéra del territorio propio de la po- blacién y sin abandonar la primera. 10. Aunque la inmigracién sea mayor que la que se acomodard des- de luego en Sabanilla, el Gobierno establecerd la excedente en otros pun- tos igualmente ventajosos que aquél, sobre lo cual no debe tener cuidado alguno el que quiera venir hacia nos otros. 11. Los colonos podrén dispo- ner por testamento o donacién en fa- vor de sus hijos o familias, de las herramientas, semillas, casas, tierras, ganado y de cuanto tengan, como que es su propi-dad; pero nada de lo di- cho podrdn vender a otro colono eq los primeros diez afios después de su estableciniento, ni formar vinculo ni mayorazgo con dichos bienes, ni ce- derlos a manos muertas, ni gravarlos con censo, sin especial permiso del Gobierno. 12. Estos colonos no pagarén diezmos, slcabalas, sisa ni otro de- recho alguno sobre producciones na- turales, por el término de diez afies; y podrén llevar libremente sus fru- tos. producciones naturales y arte- factos a cualquiera punto de este Estado y de los demds de la Nueva Granada, observando las reglas esta- blecidas, y también a los pefses ex- tranjeros, en los términos en que se concedié para dicho puerto dd nilla y para el de Zapote en enero de 1811; ni en los refe! diez afios primeros hardn_ serv militar fuéra de aquella poblaci bahia y baterfa, 13. Sus obligaciones y cargas ademas de lo expuesto en el niimerd 6, son las de mantener y reparar | iglesia, el cementerio, la escuela, 1 casa del Cura, la cércel y el juz; do, que serd habitacién del AlcaideJ Constrtir un cuartel cuando sea tiem. po y una casa para el Director, qu servird después para el Comand de armas; contribuir con ocho realed anuales para el Cura y con dos pa. ra el sacristdn, eunque no sea caté- lico el coatribuyente, y con la pri: micia para aquél. Y-estas contribu: ciones cesardn a los diez afios de ha berse posesionado de su respectivd terreno el colono y comenzard enton. ces la del diezmo. Ademas, contri. buirén con ocho reales por cida reg vacuna y con cuatro por la cerdung que maten para el consumo del pue- blo, con el ebjeto de dotar al Maes: tro de escuela; cuatro pesos anuale: al Erario paiblico por la suerte dq tierra que le did, comenzando después de los dos que se estin en posesiéi aprenderan todos el ejercici mo del fusil para defende: sus propiedades en caso necesario: dardn rezén allf al encargado pard este efecto, de los frutos y efecto: que Ileven o traigan, con expresi6: de parajes, para conocimiento de lo: progresos del pueblo; y, finalmente antes de irse a Sabanilla, jurardi aqui todos la Constitucién, exptican| dosela a los extranjeros en la formd posible, Cartagena, febrero 13 de 1813, tercero de nuestra Independencia. Manurt Ropricurz Toricss, Presidente Gobernador del Estado. Juan Guillermo Ros, Secretario del] Estado.

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