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Un Ser Humano Que Mira El Cielo
Un Ser Humano Que Mira El Cielo
FACULTAD DE EDUCACIÓN
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
MEDELLIÍN
2015
UN SER ―HUMANO‖, QUE MIRA AL CIELO:
Asesor
FACULTAD DE EDUCACIÓN
MAESTRÍA EN EDUCACÍON
MEDELLÍN
2015
Nota de aceptación
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Por otro lado están dos personas que acompañaron este caminar y no dejaron de
apoyar este idea que hoy se plasma en este trabajo y que además buscaron
potencializar, ellas son: John Jairo Cardona y Carlos Molina; anexo al profesor
Jorge Zuluaga el cual me brindo las primeras ideas que al día de hoy se
trasformaron y llegaron a formalizarse en este trabajo.
Además de estas personas, están mis compañeros de maestría con los cuales fue
muy gratificante compartir este espacio de formación.
Por último esta agradecer a todas aquellas personas que de una u otra forma
estuvieron vinculadas con este proyecto.
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ..............................................................................................................................8
1. UNA MIRADA DESDE LAS BASES HISTÓRICAS DE LA ASTRONOMÍA Y DE LAS
CONCEPCIONES ANTROPOLÓGICAS.................................................................................... 26
1.1. HISTORICIDAD EN LA MIRADA ―AL CIELO‖ ........................................................... 26
Tomando como punto de partida las primeras líneas del libro Breve Historia de la
Astronomía de Ángel Rodrigo Cardona (2014), donde se enuncia: ―El sueño del
hombre siempre ha sido conocer su origen y destino. Quiénes somos, de dónde
venimos, hacia dónde vamos, no son sólo tres preguntas, son las preguntas por
excelencia. Y la astronomía da cumplida respuesta a cada una de ellas‖, se puede
dar pie a pensar como ese cielo que cobija y envuelve la tierra, ha sido una
especie de lienzo donde se han plasmado las más variadas y diversas
explicaciones sobre el universo, que a su vez son explicaciones del hombre, de
ese hombre que al observar los cielos busca hallarse a sí mismo. Sin embargo, el
tema de configurar los elementos que permitan dar coherencia al ser humano en
esa mirada a los cielos no es una tarea simple, y abarca grandes campos de la
historia misma del hombre, más allá de la historia misma del universo, de su
dinámica y accionar de ese universo sobre el ser humano, y que se extiende a
áreas como las ciencias humanas; ejemplo de ellas son la antropología, la
sociología y la misma antropología pedagógica.
8
cultura; lo cual genera muchas ideas sobre ésta triada, y así poder ubicar dentro
del discurso astronómico innumerables voces que hablan sobre la evolución de la
astronomía como base epistémica que permite abrir el campo “de la mirada a los
cielos”, principalmente desde lo que se considera el discurso oficial centrado en la
mirada eurocéntrica; se pueden encontrar escritos como: ―Astronomía Griega y
Tradición Árabe‖ (Saliba, G., 2003) y ‖Astronomía Antes de Galileo‖(Strano, G.,
2010), artículos que narran puntos específicos en la historia astronómica,
principalmente el desarrollo griego en la antigüedad y la tradición árabe en la
concepción e interpretación de los cielos. En esta misma línea histórica rodeada
de algunas descripciones de modo y tiempo se encuentran títulos como: ―Del
Mundo Cerrado al Universo Infinito‖ de Alexander Koyre (1999) , el cual hace un
contraste entre el mundo geocéntrico e incluso antropocéntrico de la cultura griega
y medieval, frente al paradigma heliocéntrico como elemento que dio apertura a
una nueva cosmología que generó la transición del mundo finito bien ordenado,
producto de una suerte de jerarquía divina, a una mirada de un universo infinito
que movió e impacto la filosofía, la teología, la misma ciencia y la historia de la
humanidad. Sin embargo; sigue siendo un discurso del cosmos desde la
perspectiva del discurso científico clásico. También en esta línea se encuentra los
libros de Galileo ―Dialogo Sobre los Dos Máximos Sistemas del Mundo‖ (1632) y
de Copérnico ―Sobre las Revoluciones de las Esferas Celestes‖ (1543) ambas
obras máximas que narran el producto de las investigaciones de estos dos iconos
en de las ciencias del espacio; pero que siguen siendo obras duras, donde no se
ve más allá del resultado de sus investigaciones y de sus modos de pensamiento,
y donde por la forma en la que se divulgaron estas obras, no se puedo generar un
rastreo de forma metódica en lo que refiere al impacto directo de sus tesis en su
las practicas socio - culturales, de tal forma que su influencia ha sido sólo
rastreada desde el ámbito de la historia de las ciencias.
9
tiempo y lugar, y de esta forma ver el tipo de pensamiento de estas personas que
generaron grandes aportes y porque no decirlo, generaron cambios en el
paradigma científico astronómico. En estas línea se tienen también escritos como:
―Historia de la Astronomía/ Astronomía Renacentista Galileo Ciencia y Fe‖ de
Miguel Ruffo (1996), ―Historia Fontana de astronomía y Cosmología‖ de John
David North (2001), el cual es un relato tipo enciclopédico que reconstruye la
historia de casi 5000 años; donde el valor agregado de esta obra es abrir el
panorama a la historia astronómica en clave de América y Asia.
10
una forma muy completa la historia de la astronomía, deteniéndose en aspectos
culturales y sociales en las diversas épocas y culturas; además de estos escritos
se tiene: ―Un Viaje al Cosmos en 52 Semanas ‖(Antxón & López, 2007) que cuenta
la historia del universo cercano al lejano y en él, lo más actual en la historia del
cosmos en términos de elementos técnicos y los descubrimientos de la
exploración y rastreo celeste.
Ahora bien, en lo que respecta a la astronomía más allá del discurso rígido
narrativo (tipo enciclopédico histórico), se encuentra otras fuentes o líneas de
trabajo que establecen la relación hombre – cosmos, destacando el carácter
antropológico del hombre en el modo de explicar el cielo. Entre estos escritos se
encuentran: ―Trabajos de Arqueoastronomía‖ de José Lull (2006) que nace como
resultado del grupo astronómico de la Safor en Valencia España; donde se
muestran una triangulación entre perspectivas culturales, metodológicas y
epistémicas en la Mesoamérica Prehispánica.; en la misma línea se tiene ―La
Construcción Social del Cielo‖; que es un aporte de la Universidad de Buenos
Aires en cabeza de Alejandro Marín (1998), donde se establecen a partir del
estudio en los grupos aborígenes Chaqueños (Mocoví) las relaciones entre
etnoastronomía y arqueoastronomía del cielo. Además de estas obras se cuenta
11
con la ―La arqueoastronomía Hispánica / Prácticas Astronómicas en la Prehistoria‖
(Antequera, L & Aparicia, A., 2000) la cual hace un acercamiento a la
arqueoastronomía como ciencia interdisciplinaria entre la investigación
astronómica y arqueológica como una forma de entender el cosmos de las
civilizaciones antiguas en la clave cultural / económica mediante la confrontación
de la tradición oral y escrita (etnoastronomía) y las representaciones rupestres
escultóricas y/o monumentales (arqueológica).
12
Antropología y Paisaje‖ de Marco García y Cesar González (2009). Éste último
muestra la conexión entre las arqueologías del espacio y la arqueoastronomía,
teniendo en cuenta que el análisis astronómico ha trasformado el paisaje con las
construcciones monumentales y megalíticas, además que estas construcciones
han modificado y trasformado la vida de las sociedades.
13
estos estudios no muestran de forma directa y precisa cómo estas prácticas
astronómicas permiten una reflexión pedagógica, donde el ―asunto de los cielos‖
puede ser constitutivo de un discurso pedagógico, y donde los estudios
mencionados sólo se centran en el desarrollo histórico, enciclopédico, epistémico
y antropológico y de ahí incursionan algunos campos como lo es el social, el
artístico, el religioso y muchos más que se unen en algunas sinergias como se ven
en la arqueoastrnomía, la etnoastronomía y la historia de las ciencias, entre otras,
que buscan explicar los fenómenos que van desde el desarrollo científico de estas,
pasando por la construcción de megalitos, hasta el desarrollo cultural y social de
las civilizaciones antiguas en torno a los cielos; pero que en lo que respecta al
campo pedagógico, no se ha dado un estudio que permita triangular aspectos
antropológicos en esa imagen de ser humano que se forma bajo los cielos y que
puede ser susceptible de una postura o teoría que arraigue en la pedagógica y
que desemboque en escenarios educativos; ello producto de la potencia que tiene
la mirada a los cielos como herramienta de análisis del ser humano que se refleja
en los cielos y desde allí forma su propia imagen, imagen que no es más que la
necesidad de encontrar un lugar en ese universo, su lugar en la dinámica del
mundo y su rol dentro de él, permitiéndole interrogarse sobre lo que se conoce,
cómo se conoce y cómo se trasmite de generación en generación como imagen
viva de la cultura que da pie a la ―educación‖.1
Pero a pesar de ello se tienen estudios que caben en el ámbito pedagógico, sin
embargo, estos se limitaron a la praxis y no a la reflexión por lo que se da en el
interior del sujeto, ejemplo de estos estudios es la tesis doctoral de Manuel
Navarro Pastor:
Los mapas evolutivos muestran el sistema conceptual del sujeto como un punto en
el espacio conceptual resultante de procesos de diferenciación e integración a partir
de la percepción. A su vez el desarrollo conceptual individual consiste en un
1
Esa imagen de educación puede verse más que como actividad instructiva, como una acción
social que permite al ser humano interacciones, producción y reflexión sobre el conocimiento que
se produce bajo la mirada a los cielos.
14
itinerario por tal espacio de fases. Este se halla estructurado en capas
correspondientes a las sucesivas diferenciaciones. En el caso de la astronomía
diurna el desarrollo implica un proceso previo de diferenciaciones e integraciones
2
espaciales (Navarro, 2009, p. 56).
Esto muestra que estudios como éste, sólo están bajo la mirada del desarrollo
cognitivo y como un aporte a la didáctica en el ciclo de primaria y la organización
escolar, pero desplazando al sujeto en cuanto a su ser social y personal, como ser
que se ve y refleja sobre ese cielo y donde se toma la astronomía como un fin y no
como un medio.
2
Tesis doctoral APRENDIZAJE Y ENSEÑANAZA DE LA ASTRONOMIA DIURNA EN PRIMARIA.
Universidad de Alicante, 2009 de Manuel Navarro Pastor
15
la mirada europea, y por fuera de ese discurso oficial (en lo que respecta a lo
astronómico) lleva a interrogarse por los discursos astronómicos más allá del
quehacer o fin científico y meramente instrumental y así dirigir la mirada a
discursos por fuera del dominante en lo que refiere a las practicas astronómicas.
16
organizaciones sociales y de donde el estudio de la cultura maya ofrenda grandes
posibilidades para el análisis y estudio desde lo antro - pedagógico, mostrando
presuntamente el carácter globalizante de la mirada a los cielos como accionante
reflexivo más que instrumental.
Es así, como es procedente mirar el cosmos no solo como ese elemento que
podría considerarse sinónimo de universo, sino como un elemento que genera en
el mismo hombre3 una mirada al interior de su ser; ser que en la voz de Sergio
Regules, está siendo movido por el sentido común frente a la experiencia celeste,
que no es más que el desarrollo de un imaginario en doble vía, y donde en esa
experiencia con los cielos el hombre en la historia ha dado pie a que ―sus
cosmologías estén pobladas de dioses que mueven los astros y que deciden el
destino de los seres humanos‖(Regules, 2014). Y donde estas cosmologías,
interpretaciones, y toda la dinámica de simbolismo del cielo ha estado ―vinculada
con casi todos los aspectos de la sociedad‖ ‖(Regules, 2014) donde algunos o
muchos cuerpos celestes han sido identificados como elementos que están
3
Al hablar de hombre se hace referencia en esta primera parte a toda la dinámica que implica esta
categoría desde el hombre como individuo, pasando por hombre como agente social y llegando al
hombre como ser ―educado‖ y cultural
17
ligados a la vida social y cultural de los hombres, desde esa primera mirada
desprovista de rigurosidad o cientificidad y como dice Regules mediada por ―el
sentido común‖ que da desarrollo esas imágenes en la mente del hombre,
imágenes que impactan su cotidianidad y sus acciones en ese entorno donde se
desarrolla su vida.
Sin duda, ―las concepciones humanas del cielo son muy complejas y es difícil
apreciar el grado en que las sociedades antiguas utilizaron este recurso para su
propio desarrollo y funcionamiento‖ (Iwanizewski, 2014, p. 24). Pero aunque
complejas, estas concepciones permiten mirar el cosmos más allá de solo la
dinámica celeste y con ellos tomar situaciones particulares por fuera de los
discursos hegemónicos. Discursos como el de la Cultura Maya que aun hoy en día
tiene impacto en América Latina y que permite un abordaje en clave antropológica
y preguntarse por ¿qué concepción de ser humano se configura en las reflexiones
astronómicas en la cultura indígena maya como aporte para la comprensión de
procesos formativos en américa latina? Y con este interrogante buscar la relación
antropología pedagogía, pedagogía astronomía y antropología astronomía en el
marco de la reflexión por el cosmos con una impronta latinoamericana desde una
mirada en la cultura maya.
De esta forma el recorrido metodológico que permitirá dar una respuesta a este
interrogante se enmarca en una visión de las representaciones de los cielos como
generador de un sistema de configuración simbólico que identifica los modos de
relaciones del ser humano con los demás, consigo mismo y con su entorno en las
culturas antiguas, y como este sistema de representación ha permitido el
conformar unas estructuras sociales, las cuales se enmarcan en un conjunto de
creencias que se elaboran en el marco de una interpretación de la naturaleza y de
sus ciclos, ciclos que a su vez esta determinados por la regularidad de los cielos
en determinados periodos de tiempo.
18
Todo estos lleva pensar en lo complejo de lo observado en clave de las
subjetividades no solo de los seres humanos, sino subjetividades en cuanto a
grupos sociales que en el procesos de percepciones establece la dinámica en la
relación desde lo que el mundo exterior marca en el mundo interior a atreves de
los estímulos que le llegan al ser humano y que son apropiados por medio de los
sentidos.
Acciones directas
19
marco la metodología hermenéutica, que en este estudio se deriva de la
concepción de Dilthey (1900, p.102) que hace referencia a la misión de esta
como: ese ―descubrir los significados de las cosas, interpretar lo mejor posible las
palabras, los escritos, los textos, los gestos, y en general, el comportamiento
humano, así como cualquier acto u obra suya, pero conservando su singularidad
en el contexto que forma parte‖ , y en lo particular describir comprensiblemente la
influencia de los cielos en la configuración de sistemas culturas y en la
autoconfiguración del ser humano, ello basado en la idea de el mismo Dilthey
(1900, p.102) que ―toda expresión humana es objeto natural de interpretación
hermenéutica‖ y por tanto el simbolismo que se enmarca en el arte y cultura a
partir de situaciones como construcción físicas como megalitos o configuraciones
culturales en las civilizaciones antiguas a partir de la mirada a los cielos esta en
resonancia con los presupuestos del método hermenéutico.
20
En la mirada a los cielos se configuran una realidades cuya naturaleza se mueve
en dos mundos de análisis, la interpretación externa, pero también un modo
vivencial que se da desde la interpretación de los contextos de las cultura antiguas
que alzaron la mirada a los cielos y que permite un análisis desde los propios
constructos socio culturales de esas culturas con sus singularidades de tiempo y
lugar.
21
Tabla 1. Relación entre el diseño metodológico y el fin de cada capítulo
22
En lo que respecta al Principio de Pregunta abierta, el cual se entiende como: ―Lo
que el ser humano comprende y organiza a partir de sus representaciones y
comprensiones, no es algo concluyente, estos hechos pueden ser evocados y
resignificados frecuentemente‖. (Runge, 2005, p. 55 -56) se reserva para la
conclusiones que presentará esta obra en clave de las relaciones antropológicas,
pedagógicas y de la mirada a los cielos.
Todo esto que se estructura, tiene como una base epistémica teórica la línea de
conocimiento que contempla la presente investigación (Desarrollo humano y
contextos educativos) que permite el estudio de los cielos desde los siguientes
fundamentos:
23
Figura 2. Marco general de la investigación.
Sin ser más, las pretensiones de esta obra se extienden a una apuesta por
reconstruir un contexto en clave de la antropología pedagógica y describir los
elementos que permiten observar una imagen de hombre que se devela en los
cielos y que desde ellos enciende como estrellas para iluminar las dinámicas
culturales; donde este accionar permite recorre la historia de la astronomía en
clave antropológica, en lugar de una mirada mecanicista.
Para tal fin se establecerá una mirada de los cielos en términos de la historia que
se ha contado y que ha dado pie al desarrollo científico de las ciencias a partir de
la construcción de un saber astronómico que muestra el caminar la astronomía
desde la época antigua, hasta la triada Galileo, Copérnico y Kepler, en lo que se
conoce como el super giro copernicano y que tiene una base epistémica en el
desarrollo del pensamiento griego. Esto a la par que se contrastará
constantemente con el desarrollo de la antropología y su pregunta por el hombre,
lo cual en términos generales abonará el terreno para la relación de los cielos
sobre ese hombre que mira a ellos.
24
llevarán a centrar la mirada en el contexto americano, y a su vez establecer las
condiciones culturales, antropológicas y sociales que se desarrollan en el marco
de las culturas mesoamericanas, las cuales tiene un común denominador el cual
es la edificación de grandes construcciones que permitían el estudio del universo,
teniendo en cuenta que en américa el impacto no se dio en una ciencia positivista
como lo es la astronomía, sino que sus desarrollos se pierden en las fronteras de
lo social, ceremonial, ritual, político, religioso; en fin, el estudio de los cielos se
tomó como parte del mismo hombre y no como dominio del hombre sobre el
universo.
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1. UNA MIRADA DESDE LAS BASES HISTÓRICAS DE LA ASTRONOMÍA Y DE
LAS CONCEPCIONES ANTROPOLÓGICAS
4
Cuando el estudio del ―cielo‖ toma un carácter formal y se desarrolla de forma sistemática y se abre las
puertas de la ciencia se denomina astronomía: mirando ésta como la parte formal de la mecánica celeste y el
funcionamiento del universo; de tal forma que se puede decir que esta (la astronomía) busca encontrar esos
conceptos universales que rigen el universo.
26
paleolítico, mesolítico y neolítico5; se especula que el grabado o edificaciones dan
cuenta sobre esa inquietud del hombre por lo que sucedía encima de sí; donde
ejemplo de esta observación curiosa al firmamento son entre otros el Hueso de
Blanchard de más de 30.000 años que se asocia con el seguimiento sistemático
de la luna, lo cual es un indicio que el hombre del Cro-Magnon tenía un interés en
el cielo nocturno; por otro lado, las pinturas de las cuevas de Lascaux en Francia
que ilustra mediante la figura de toros y caballos el movimiento de lo que
posteriormente se definirían como constelaciones, y que además son ejemplo del
desarrollo del arte mediante pinturas rupestres en lo que se denomina el
Paleolítico Superior, donde se evidencian además prácticas como el
perfeccionamiento de las técnicas de caza, elaboración de vestido y ritos de
sepultura. Otro ejemplo del desarrollo observacional de los cielos en la prehistoria,
es Stonehenge en Inglaterra, el círculo de Goseck en Alemania y las piedras
ceremoniales en Cantabria España, los cuales eran observatorios solares que
permitían la observación progresiva del ―astro rey‖, que estaban erigidas
arquitectónicamente de tal forma que coincidan con equinoccios o solsticios y
otros eventos celestes a partir de los cuales realizaban algunas o muchas de sus
labores diarias como lo eran la siembra o la casa, o incluso sólo la fascinación
para explicar el domino de una fuerza superior sobre cada uno de estos
observadores, anexo al desarrollo de prácticas ceremonial en la conformación de
un imaginario que mantiene la justificación (o que por lo menos la busca) del
porqué de su ubicación en cada tiempo y lugar.
5
Aunque no se tiene constancia sobre los conocimientos reales que poseía el hombre durante la
prehistoria (la cual se considera desde la edad de piedra hasta la edad de los metales – bronce y
hierro)
27
Figura 3. Marco Astronómico.
Generando
Edad antigua
Alejandría y la cultura
Helénica Explicando las representación
28
impacta la mirada sobre y de la humanidad frente al cosmos; sin embargo, es de
anotar que este macro giro esta antecedido por un sin número de pensamientos y
acciones que no fueron exclusivos de la edad media o del renacimiento y que
viene desde la época antigua y que tiene como punto álgido la triada Copérnico,
Galileo y Kepler, pero que es el fruto de una cadena de sucesos y pensamientos
como se mencionó de sujetos que aportaron al develar de los cielos y a la
trasmisión de una cosmovisión frente al ser en el universo.
6
Ptolomeo participe de la escuela de Alejandría
7
Leucipo y Demócrito constituyeron la formulación del atomismo
29
identificando a la tierra como producto de múltiples colisiones, donde esta es uno
de los tantos mundos iguales y así mismo expresan también la idea que no ha de
existir un centro donde todo es igual. Posteriormente Heraclides asigna movilidad
a la tierra sobre un eje que la atraviesa. Pero en todas estas ideas y
construcciones hay una gran carga de geometría marcada por el uso de las
esferas como elementos que enmarca lo divino, y de esta forma toda la mecánica
se desarrolla en función de ellas (las esferas).
Todo este marco, es referente para contrastar lo que sucedió en la edad media a
puertas del renacimiento y donde se muestra como la visión aristotélica que exalta
la observación directa de la naturaleza para explicar la relación hombre cosmos
entra en decadencia, y momentáneamente es reemplazada por comentarios
vacíos de las obras antiguas sin dedicarse a la observación; sin embargo, como lo
menciona Sergio Regules en el libro dedicado a Copérnico y que titula El
Renovador Involuntario: ―frente a la derrota del sistema escolástico por los
embates del universo real se ve la luz del renacimiento‖ (2002, p.20) lo cual refleja
no sólo el giro que tendrá la concepción de naturaleza y universo; sino también en
las artes, por ejemplo las pintores abandonan los temas religiosos e influencias
teológicos donde el observador se ven por fuera de la imagen o pintura; en contra
parte con las nuevas obras, que toman como inspiración y tema al ser humano y la
realidad del mundo, tomando al observador como parte de las imágenes o pintura
gracias al concepto de perspectiva recientemente introducido a las artes. Todo
esto marca un periodo donde se proyecta un cambio de paradigma que toca a
personas como Copérnico en un momento que permite pensar en nuevas ideas y
poner en posición de duda o de reflexión las tradiciones.
30
directamente en el ser humano producto de la búsqueda de entender el cielo, o
mejor aún, de entender el papel del ser humano en la dinámica del universo.
Es así, como se tiene que en américa se desarrollan en las culturas antiguas una
gran capacidad para observar el cielo, no sólo el cielo oscuro (nocturno), sino en
gran medida la admiración por la observación del cielo diurno; evidencia de esto
es la gran tribulación de estas culturas por el sol, hasta el punto de rendirle
adoración y veneración por ser él uno de los factores a los que se le atribuí la vida
y la bonanza en la tierra.
8
denominados por muchos estudioso antropólogos, historiadores y arqueólogos como los ―griegos
americanos‖ por su gran desarrollo astronómico, matemático, escritural, entre otros.
31
(actualmente lugar ubicado en estado mexicano de Chiapas), la muralla de Tulum
en la península de Yucatán, Copan en Honduras, el cual fue uno de los centros
ceremoniales más grandes e importantes prehispánicos, también se tiene la
imponente ciudad los Incas: Machu Picchu, además de pequeños centros
observatorios que se encuentran a lo largo de todo américa especialmente en
Perú, Colombia, los países de Centro América y Uruguay entre otros. Todos ellos
en gran medida permitían el estudio del sol, la luna y venus, los cuales dentro de
la cosmovisión de cada uno de los pueblos reflejaban e impactaban sus
actividades diarias como la siembra, los rituales de muerte e iniciación, lo cual es
muestra de lo que el cielo significa en el desarrollo cultural de cada una de estas
comunidades.
El hombre en todas las culturas y en todos los tiempo ha tenido una curiosidad
innata como se ha mencionado desde líneas anteriores por explicarse a sí mismo
y al tiempo descifrarse dentro del contexto que lo enmarca; es así, como el ver a
los cielos ha servido de autoreflejo del hombre en busca de significación que
quiere impregnar a su vida, generando una forma de trasformación en su prácticas
sociales que van desde el desarrollo de su imaginario en la construcción de mitos,
leyendas, cuentos o supersticiones que permiten explicar el origen de la vida y la
configuración del universo y de la tierra en ese universo. Ejemplo de esto son
aquellas historias que muestran la tierra cargada encima de los hombros del dios
atlas, o una tortuga que navega sobre la mar de los cielos y donde la estela que
deja sobre ese mar es lo que hoy conocemos como Vía Láctea. En el mapa que
se presenta a continuación se ilustran las generalidades del recorrido
antropológico que se propone para este trabajo.
32
Figura 4. Marco Antropológico.
ANTROPOLOGIA
Como
En la vía de
En el conocimiento de investigación que
Encontrar las Las experiencias del ser otras sociedades y en observa al hombre en lo
especificidades de lo humano en términos de sus modos de afrontar referente a la educación
humano a partir de la su singularidad, la vida y en ello la buscando lo educativo
comparación de lo subjetividad y cambio a capacidad del hombre en lo humano a partir
humano con lo animal. través de los tiempos. de producirse a sí de la reconstrucción de
mismo. imágenes de hombre en
la historia.
33
Estas y muchas más imágenes que ha ideado el hombre en ese afán de
explicarse, encontrar sentido y develarse a sí mismo dentro del lugar que ocupa,
de tal forma que en esa dinámica ha desarrollado o potencializado una serie de
cualidades que Stanislaw Iwanizewski9 menciona, y entre las que se destacan:
motivación, fascinación, temor, misterio, contemplación, curiosidad, expresión,
imaginación, representaciones, transmisiones, percepciones, inspiración, entre
muchas otras; las cuales como implicaciones tienen a ver un medio que no es
homogéneo y que permiten condensar valores, conceptos y cosmovisiones que
atraviesan la religión, la agricultura y la política como instituciones constitutivas de
la sociedad y que se deben a la cultura.
Todo lo anterior lleva a pensar que en la mirada a los cielos cabe el análisis por
ese hombre que está mirando sobre sí y que por ende no puede dejarse de lado
un análisis antropológico sobre ese ser que se sitúa como observador, donde esa
mirada al cielo puede acompañar o estar ligada a la misma historia del ser
humano en la tierra. De esta forma se puede entender el análisis antropológico del
hombre como el estudio que se realiza de la misma historia y evolución de la vida
y de la hominización del ser humano (Wulf, 2008) y cómo esta evolución no sólo
pasa por el desarrollo biológico, físico o desarrollo de las propiedades y
condiciones físicas de la especie, sino que empieza a mostrar líneas de desarrollo
en la configuración del imaginario, lo cual se puede evidenciar en el hecho que:
Lo cual refrenda las ideas sobre, que en las fases ―primitivas‖ en la línea de la
hominización ya se empieza a disponer de una mirada sobre lo humano y que
9
Elementos citados por Stanislaw Iwanizewski en su escrito ―In Praise of a Renewed Cultural
Astronomy‖ como acciones propias del valor sociocultural del cielo.
34
pone de manifiesto la idea sobre la concreción de un tipo de cultura y de
relaciones del ser humano con su entorno o con unas primeras ideas sobre el
imaginario de la vida donde en palabras del mismo Wulf esta evolución de la vida
y del mismo imaginario de la vida está atravesado por una serie de factores entre
lo que se encuentran tanto los biológicos (genéticos - cerebrales), como aquellos
factores naturales (ecológicos) y también factores sociales y culturales que se dan
en la interacción, sea del tipo que sea, entre el ser humano con sus semejantes y
con el mismo entorno; donde los factores culturales toman un carácter primordial
en el mismo proceso de hominización, ya que entender como es la relación de ese
ser con el mundo y las prácticas que éste desarrolla en esa interacción con el
medio y con sus semejantes, además del cómo se configura sus relaciones
consigo mismo, aporta gran información sobre la historia y evolución del ser
humano que permite entenderlo y distinguirlo de los demás seres u objetos que
cohabitan con él. Donde este aspecto se retomará de nuevo pero con una
perspectiva diferente en el estudio del hombre, ya no sólo desde la comprensión
del medio cultural para entender el hombre mismo, sino en el sentido que este se
vuelve consiente de sus acciones y así convertir el saber de sí, en un saber
autoreflexivo que lo lleve a confrontar la imagen que se tiene de sí mismo.
Pero en esa pregunta por el lugar que ocupa el hombre dentro del cosmos y
dentro sí mismo, se hace necesario pensar en lo que diferencia al ser humano de
los demás seres vivientes y en la cual Wulf (1985) expresa que esta distinción se
puede pensar en términos de los hechos anatómicos y de ―su apertura al mundo‖,
donde esa apertura al mundo contempla el mirarse en contexto, sus relaciones
con el medio y además entrar en un proceso de significación; donde en la voz de
Humbolt, esto abre la visión a una idea donde se permita observar al hombre en
su diversidad y singularidad, y para esto dice el autor se debe comprender al
hombre en su dimensión natural y espiritual y así entender la antropología como:
―investigación empírica atenta a lo individual e interpretación especulativa y
filosófica de las hipótesis ontológicas básicas y de las experiencias introspectivas‖
35
(Wulf, 2008, p. 9); todo se funde en esa idea por comprender al totalidad del
hombre, el resolver la pregunta por la existencia del hombre, existencia que para
Max Scheler, Helmuth Plessner, y Arnold Gehlen permiten descifrar el lugar que el
hombre ocupa en el ―cosmos‖; ese cosmos que se convierte en objeto de
contemplación, de vivencias y que en la antigüedad con más fuerza que en la
actualidad, es fuente de reflexión constante sobre el mismo hombre, su relación
con ese cosmos (lejano, sobre él) o con el mundo (lo cercano, con lo que
interactúa) y por ende con los otros hombres.
36
explicación que buscaron en la mirada a los cielos en un afán de encontrar sentido
a lo que hay bajo ese cielo, donde el hombre por decirlo de alguna forma está
anclado con su misma humanidad.
37
como consecuencia de la duda sobre el progreso universal y donde se encamina
una corriente que pone en duda verdades sobre lo que era lo humano y de esta
forma se define esta como una búsqueda de la especificada del ser humano en
una comparación con lo humano, esto como base para una autocomprensión y en
donde en relación con esa condición humana cabe lo referido por Wulf (2008) y es
la identificación de lo que constituye la ―condition humana‖, como por ejemplo lo es
el lenguaje que posee el hombre pero no ninguno de los seres vivos. Todo esto a
fin de identificar el hombre qué lugar ocupa en el cosmos y que en su tiempo
Scheler señala como esa situación que hace figurativa el cuestionamiento como el
hombre se presenta tan problemático, pero que al día de hoy esa problemática
además de seguir vigente pasa por la crisis del olvido, donde la pregunta por el ser
humano como se ha mencionado ha sido quizás olvidada por el dinamismo de las
sociedades modernas y postmodernas; sin embargo, Wulf (2008) expresa unas
características que entran a caracterizar al ser humano; estas características son
la configuración de un medio interno y externo; el externo identificado en el cuerpo
que permite la interacción con el mundo y el cosmos, y en el medio interno, el cual
constituido en el cuerpo por un alma, percibe lo espiritual o el ser mismo del
hombre, y que como se citó anteriormente todo confluye a la idea de Scheler,
Plessner y Gehelm que consideran que una de las diferencias del ser humano al
animal es la apertura al mundo en comparación con la postura animal que se
caracteriza por una sujeción al medio.
Al llegar a este punto se puede dar comienzo al dialogo sobre esa apertura al
mundo que hace el ser humano que lo saca de esos círculos cerrados que
menciona Wulf; sin embargo Gehlen y Scheler observan esa apertura al mundo de
formas diferentes; el primero desde una postura más biológica identificando al ser
humano como ese ser deficitario, y el segundo desde una mirada espiritual. Pero
además se introduce una preposición que también genera la reflexión por lo
cultural como ese medio vital que para el animal seria el entorno natural y que
para el hombre seria la cultura que lo define y produce con ayudas como enuncia
38
Wulf encontradas en el lenguaje y el trabajo. En lo que refiere a lo cultural en voz
del mismo autor se encuentra:
39
y la cual genera un gran impacto al partir de una posición crítica con base en
―una actitud anticolonial que parte de la igualdad de valor de todas las culturas y
que insiste en subrayar que, en una comparación de culturas, los valores,
posiciones y actitudes se formulan siempre desde una cultura específica.‖ (Wulf,
2008, p. 119) donde cabe el cuestionamiento a las tendencias de globalización y
mercantilización de lo que Wulf escribe como productos culturales y que más allá
de la utopía de una cultura universal estandarizada lo que debela en el fondo es
una pérdida total de identidad que es lo que puede hablar de una imagen de
hombre verdadera y no impuesta por la homogenización.
40
donde se entendía que todo lo que estaba por fuera de esos valores o visión del
mundo y de su propio ser eran incultos o barbaros y debían ser civilizados
desconociendo así lo que para ellos era sus propias costumbre o modos de vida.
Al lado de ello se visualiza como desarraigar ese concepto de cultura sólo como
aquello que es propio de uno pocos y que pretende colonizar lo que está por
fuera, es un primer paso a entender lo que hoy nominamos como culturas
antiguas y que en ellas se puede entonces poner la mirada a los cielos como un
agente dinamizador de su visión como pueblo; visión que está movilizando una
serie de valores y por tanto de modos de ver y verse en medio de sus semejantes,
y de ahí rescatar como lo dice Wulf la importancia por la compresión histórica
como ―Historia Abierta‖ no remitida sólo al discurso oficial de una ciencia o saber,
y de esta forma marcar puntos propios por fuera de una historia vista como
proceso o como contingencia y así permitirse una confluencia de diferentes
perspectivas antropológicas que relacionan como menciona Wulf la historicidad y
la culturalidad y que en lo que concierne a la mira a los cielos como elemento
dinámico no sólo del ser humano que mueve su interior, sino también como
agente social que constituye parte de cultura permite desde una mirada
antropológica histórica el poner en interrogante y como agente problematizador
―las supuestas certezas de la vida social y cultural. Sus investigaciones se dirigen
a culturas humanas en espacios y tiempos determinados y a las transformaciones
que tienen lugar en ellos‖ (Wulf, 2008, p. 123) lo cual nos muestra una vez más
como se puede pensar en una historia en perspectiva abierta que deja cabida a la
mirada interdisciplinar en ese ámbito de la cultura como objeto de estudio.
Habría que decir entonces, que en este marco cobra gran relevancia la mira a los
cielos no sólo por lo que ese cielo significa en la cultura de un pueblo o de esos
pueblos antiguos, sino porque esa antropología histórica como lo menciona Wulf
puede y se detiene en esa mirada de las gentes ―sencillas‖ lo cual lleva a pensar
en esas subjetividades constitutivas del ser y que por ende se convierten en
41
imágenes colectivas que se reflejan en lo característico de cada cultura y que se
entienden entonces como:
11
Tiempo que cabe aclarar como construcción humana no debe ser aquella que se mide en forma
mecánica por un reloj estandarizado de horas minutos y segundos, y que por sí mismo en cada
cultura ese tiempo marca una mirada a lo subjetivo del modo verse en el paso de la vida por este
mundo.
42
Por etnocentrismo (ethnos) entendemos las formas de pensamiento, sentimiento y
acción que parten de una valoración superior de la cualidad de la cultura europea y,
al tiempo, afirman la inferioridad de otras culturas. En la dominación de América
Latina, el colonialismo de los siglos XVIII y XIX, como en la globalización de los
siglos XX y XXI, estas ―estrategias‖ de la reducción del otro a lo mismo o lo propio,
tienen una enorme relevancia. En cambio, en la medida en que la antropología
cultural se comprende como la ciencia del otro, se esfuerza en provocar procesos
contrarios a aquellos en los que se vulnera el derecho humano a la diferencia
cultural. Una estrategia importante para sensibilizarse en el trato con el extranjero y
desarrollar una amplia capacidad de respuestas reside en descubrir al otro dentro
de uno mismo. (Wulf, 2008, p.113-114)
Esto indica una vez más la importancia de retomar la idea de ver en lo otro algo
relevante, que no se debe juzgar con los ojos de lo que es natural, ello en un
proceso decolonial del discurso y del estudio epistemológico que permita abrirse a
otros modos, a otros mundos, al otro y a lo otro como discursos también llamados
a reconocimiento.
Nadie puede saber lo que un día puede adquirir actualidad de una historia
extinguida hace ya largo tiempo. La confrontación de nuestra conciencia
posiblemente limitada con otras mentalidades totalmente distintas solo podrá
servirnos de enseñanza en el proceso de la apropiación crítica (Scheuerl, 1985,
p.24 -25)
43
de actuar que hoy en día puede generar también algunos de esos valores o
asombro, pero que pasa por situaciones momentáneas no como agente cultural
que permita proyectar la reflexión por el ser humano que se ve en los cielos como
espejo de lo microcosmos interior. Todo esto en clave crítica que permita ver más
allá de lo que se ha naturalizado en esa historia de la cultura.
Para esto que se menciona en las líneas anteriores es importante partir de la idea
de cómo conocer el mundo para llegar a lo que es en sí la cultura o sus desarrollo
desde la vida cotidiana y las prácticas que se dan en torno a ella que pasan por el
cuerpo, el tiempo, los rituales y todo lo que se constituye en parte del imaginario
de las personas que integran una u otra cultura.
44
En ese conocer el mundo no sólo pasa por el sentido de la visión, ya que se
podría pensar en ella como uno de los ingredientes que permite hacerse una
imagen del cosmos (de ese mundo cercano, al igual que del mundo lejano
―cosmos‖), sino que también se media por un proceso de significación que va
hacia lo simbólico y que en algunos momentos se divulga o comunica y por tanto
genera sonidos que son una de las posibles formas de la comunicación y que
genera una acción de ver con él oído; donde:
Escuchar una palabra dirigida por un ser humano a otro se convierte, para el
hablante y el oyente, en un nuevo punto de partida para nuevas palabras. Esta
propiedad del sentido del oído posibilita la autopercepción, el conocimiento de sí y
la utoafección (Wulf, 2008, p.132-133).
45
Ese conocer el medio, entender sus ciclos y poderlos predecir permite desde las
culturas antiguas todo un análisis desde una antropología cultural, donde el
conocimiento de otras culturas ya como mundos interpretados sin necesidad de la
presencia de lo exterior tiene como fin el generar un mayor conocimiento de las
otras comunidades (esas otras culturas fuera del discurso oficial ) de tal forma que
en palabras de Geertz se ha de "desplazar fragmentos de lo otro al propio
horizonte" y en ello pensar en el ojo que captura la luz que se tiene del universo,
no como una mirada universal; sino, que se podría tener la sospecha que desde el
inconsciente ese conocer lo otro pude nominarse desde lo que en voz de Foucault
sería una ―mirada calculadora‖ que lleva nuevamente a esa acción de doble vía
que Plessner diría como el permite interiorizar el mundo exterior desde el ojo, y
que además puede permitir no sólo interiorizar el mundo exterior, sino reflejar en el
ese mundo interior. Un mundo con necesidad de poner fuera de sí lo que no
encuentra lógica o explicación desde la acción que es mediada por los sentidos en
esa tarea de conocer el mundo. Todo esto abre una perspectiva de observación
antropológica donde se preste atención a esa forma en como el ser humano
―construye y reconstruye‖, ―significa y resignifica‖ su mundo natural, su mundo
social y su mundo cultura, dando paso a la o las forma de la constitución de las
instituciones sociales y del orden jerárquico como menciona Wulf en su texto
―ANTROPOLOGÍA historia, cultura y filosofía‖. Donde esto no es sólo un ir y volver
sobre los modos de percepción como elemento que juega un papel importante en
la experiencia de lo que se ha mencionado ya de conocer el mundo en el marco
de conocerse así mismo, al otro y a lo otro.
46
―percepción‖, no se puede pensar según oposiciones puras entre sujeto y objeto.
Así, la pregunta por lo que vemos no puede disociarse de la pregunta por aquello
que nos mira, por qué nos mira de esta o aquella manera, y lo que a su vez esta
mirada construye con la nuestra. La acción que acontece en la percepción está
determinada también por lo percibido. ―¿Qué hace con nosotros cuando nos mira,
interpela, toca o deja indiferente; y por qué lo hace?‖» (Wulf, 2008, p. 209-210)
De lo escrito por Wulf el cuestionamiento que presenta al final justifica el por qué
es importante mirar a las culturas antiguas en clave de la mirada al cielo bajo la
metodología de la antropología cultural, pero también desde la orilla de la
antropología histórica, y lo cual pone en escena de nuevo el pensar en clave de
una historia de la vida cotidiana y que Wulf pone en la voz de esas historia de la
vida de las gentes sencillas y de sus subjetividades y que él mismo autor describe
como la tarea de ―describir la vida interior de los individuos‖ partiendo del supuesto
que ―las estructuras sociales y la acción humana se coimplican recíprocamente de
modo cotidiano‖ (Wulf, 2008, p. 86) y que la clave de lo expuesto por el mismo
Wulf es mira las subjetividades atadas a lo histórico cultural y que abre un nuevo
juego de doble vía que se pregunta por cómo lo histórico cultural configura las
subjetividades, o cómo las subjetividades dinamizan lo histórico cultural. Dos
caminos que permiten mirar a esas culturas antiguas y complementar en una
ecología de saberes12 en torno a la astronomía cultural o arqueoastronomía que
buscan esa explicación de esas culturas y del hombre en esas culturas que alza la
mirada al cielo.
En esta dinámica del ser como ente cultural, es imposible dejar de mirar una de
las expresiones que menciona Wulf en tanto que ese ser humano como ser de
carencias, se ve llevado a producirse a sí mismo y a su mundo, en lo que él llama
entonces crear cultura, lo cual permite hacerse una idea y sospechar de como
esa configuración cultural en el mundo antiguo, se ve como un conjunto de
subjetividades con representación colectiva que se develan en una suerte de auto
12
Término adoptado de Boaventura de Sousa Santos
47
control, de acciones que llevan a una unidad que en Tylor sería un compendio de
lo que es el ser y el saber, pero que en si sondea una imagen de hombre que se
debe procurar como estándar de esa cultura y donde en estas culturas el mirar al
cielo sería una acción que permea las creencias, la moral, las mismas costumbres
y por tanto la dinámica en sí misma de las instituciones sociales, entre las cuales
están aquellas que permiten la subsistencia de los sujetos.
Pero en torno a lo que refiere el término cultura hay cantidad de debates, pero lo
más relevante para este trabajo se puntualiza en una mirada crítica a la
concepción de cultura, en lo que Wulf cita como globalización de la cultura, que
enajena las subjetividades de las culturas antiguas exaltando algunas y
menospreciando otras en un juego de lo hegemónico y lo contra hegemónico que
lleva de la mano una concepción de civilización e incivilización, que desde lo
nominativo ha socavado la mentalidad de los sujetos asimilando algunas culturas,
aun la propia como inferior frente a otras, y que en palabras del mismo Wulf se ve
en algunos casos el escepticismo frente a esta cultura global, esto en clave de una
pérdida de identidad, identidad que grita en silencio la necesidad de reivindicar la
diferencia cultural.
Ejemplo de ese proceso que se mencionó en las líneas anteriores que lleva a
procesos de colonización y de una construcción de una cultura global, o más
puntualmente en la imposición de una cultura bajo la excusa de la civilización, se
encuentra los procesos de encuentro de culturas en la colonización de América
Latina como por ejemplo México y la misma Colombia, donde los europeos se
situaron por encima de los nativos y aborígenes no en un encuentro de culturas
que generaría una universalización de la cultura que respeta la diferencia, sino
como una destrucción cultural, que paso por la destrucción de sus edificaciones,
muchas de las cuales servían de acción mediadora entre lo espiritual y corpóreo y
que daban cuenta de una gran interpretación de los cielos que miraban
extasiados, y donde de esta destrucción socavó el cuerpo y más aún la mente de
estos nativos; dejando de un lado los cielos entre otras acciones culturales de
48
estas comunidades, cambiando o sustituyendo sus imaginarios, en muchos casos
por un pensamiento que Wulf referencia como Hispano – Cristiano; donde no se
pudo dar un proceso de hibridación, sino una imposición cultural.
49
como masculino o femenino; se concebía como un microcosmos que refleja el todo
en analogía con el macrocosmos. Toda configuración del cuerpo se ve afectada por
el contexto en el que adquiere forma y recibe la influencia de un determinado
imaginario de sistemas simbólicos y acciones humanas […] (Wulf, 2008, p. 207-208)
Todo esto en el marco de un reconocimiento histórico que paso a paso traza las
líneas en un pensamiento globalizante podría nominarse como proceso
civilizatorio, donde el educación del cuerpo no solo desde lo físico, sino desde la
cultura que toma forma en la expresión del mismo cuerpo hablarían de un
―progreso histórico‖, lo cual es algo que ya Wulf (2008, p.127) ya reconocía y que
se podría enunciar como el adiestramiento del cuerpo como base de una acción
civilizatoria. Claro está que no solo se puede ver el cuerpo como objetivo solo de
una instrumentalización, ya que en todas las culturas antiguas se tomó el cuerpo
como elemento de expresión, pero lo enriquecedor de dar esa mirada al cuerpo en
las culturas es precisamente observarlo en la acción que encarna la cultura, como
acción diferenciadora de las demás culturas, como lenguaje de subjetividades y en
el fondo como elemento que permite ver el efecto de alzar la mirada a los cielos y
la apropiación de ese universo en el cuerpo y que en clave del texto
ANTROPOLOGÍA historia, cultura y filosofía
50
embargo se ha dado una dinámica alienante el proceso de la imaginación, dejando
a un lado la acción creadora, para reducirse solo a una acción de réplica, y donde
acciones como el alzar la mirada a los cielos, más allá de una actividad
instrumental, queda sin significado en términos de lo imaginativo y de lo
performativo en el cuerpo, y por lo mismo pierde sentido como elemento
constructor y dinamizador de la cultura como lo fue en esas organizaciones
antiguas que daban valor a ese imaginario que ayudaba a definir sus modos de
vida, en un momento donde el cuerpo reposado podía percibir el medio de una
forma más reflexiva y no solo utilitarista o instrumental.
51
1.3. SÍNTESIS DEL CAPÍTULO
52
antropológica histórica para el análisis de esas subjetividades, de esas
observaciones y actividades propias de cada una de las culturas que a lo largo de
la tierra observaron los cielos que estaban sobre sí.
Cabe señalar en este punto que el afrontar una historia de lo astronómico en clave
de la mirada a los cielos, permite salirse de esa historia con fines instrumentales
que desemboca en la ciencia de la mecánica celeste, para poder así volver a
53
esas subjetividades que se desarrollan en el hombre como individuo, o en el
hombre como agente cultural, y que en términos antropológicos aportan por la
pregunta del hombre, pero de un hombre que desde su pregunta por el cosmos,
pregunta por su lugar en él y por el lugar del cosmos dentro de sí; todo lo anterior
resumido en esta idea:
54
2. UNA MIRADA A LAS REALIDADES POR FUERA DEL DISCURSO
EUROCÉNTRICO.
55
Esto permitirá hacer un recorrido por algunas culturas milenarias como la China,
algunas de África, América latina y así llegar a las culturas mesoamericanas
donde se iniciará un estudio más detallado de la cultura maya; pero más allá de
esto, también estará una visión de lo que significa conceptos como la civilización y
desarrollo que deviene en un pensamiento colectivo en bases eurocéntricas, para
confrontar y exponer lo que el desarrollo y progreso se lee en estas otras culturas
anexas al discurso hegemónico.
MIRAR AL CIELO
ASTRONOMÍA
CULTURAL
Arqueoastronomía Astronomía
Etnoastronomía
56
2.1. LA IDEA DE PROGRESO EN CLAVE DE LA MIRADA A LOS CIELOS Y
EL MUNDO GRIEGO
Sin duda, ―las concepciones humanas del cielo son muy complejas y es difícil
apreciar el grado en que las sociedades antiguas utilizaron este recurso para su
propio desarrollo y funcionamiento‖ (Iwanizewski, 1994, p. 24). Con esta cita se
puede dar paso a la pregunta por la idea y fin de progreso que se tejen en el
interior de estas culturas; pregunta que se une a los esfuerzos por explicar lo que
parece ―natural‖ e interrogarse entonces por lo qué genera en la evolución del
hombre como ser partícipe de la cultura; además del cómo también se ve
influenciada la mentalidad de este hombre en la comprensión de los cielos.
De esta manera puede hacerse alusión a algunas ideas de progreso, entre las que
se puede ver el pensamiento que Nisbet desde la mirada del mundo occidental
hace, refiriéndose al hecho que la humanidad ha avanzado en el pasado, avanza
actualmente y puede esperarse que continúe avanzando en el futuro(Nisbet,
1991), idea que en la astronomía occidental sigue las mismas dinámicas, al ver el
quehacer astronómico como un conjunto de conocimientos en avance y
crecimiento, que van haciendo frente a una sociedad que se inquieta y que
encuentra actitudes como el ímpetu renovador de Galileo en una época de
predominio de las ideas aristotélicas, y donde las oleadas de su pensamiento (el
de Galileo) alcanza su punto culmen con Copérnico y Kepler, en la determinación
de las leyes básicas para afrontar el estudio de la mecánica celestes y por tanto
en la configuración de una cosmovisión no sólo sobre el mundo, sino sobre el
lugar de la tierra dentro del universo.
57
la naturaleza que permitieran un desarrollo armónico de ésta con humanidad,
dejando abierta la puerta no sólo a un discurso de dominio, sino de alguna forma
a la pregunta por el lugar ocupa el hombre en el cosmos.
Pero desde una mirada reflexiva, ver el avance en el saber astronómico sólo como
un cúmulo progresivo de conocimientos que explican la dinámica de los cielos y
que suman hechos a la historia del hombre, de la humanidad y de la misma
ciencia, se convierte en una mirada simple y poco profunda de lo que es la ciencia
y el ser humano, ya que sólo se tendría dominio sobre un quehacer instrumental
que a medida que avanza como ciencia positivista minimiza lo que este ser que
mira a los cielos interioriza en eses procesos de comprender el cielo; por lo que
sería pertinente retomar el pensamiento de Protágoras, por algunos definido
como el más grande de los sofistas, el cual veía en la historia del hombre una
historia en sí misma de la liberación de esté, de esa ignorancia como él la llamo:
―primigenia‖, que incumbe también el miedo, la esterilidad y en esa esterilidad un
motor que conducen a la culturalización, y como consecuencia evidencia el
gradual escalonamiento a condiciones de vida mejores, que en la voz de
Protágoras es consecuencia de un avance progresivo del conocimiento;
conocimiento no sólo por avance intelectual, sino que éste está adscrito a un
contexto, a unas situaciones de tiempo y espacio, y por tanto a unas
delimitaciones en la imagen de ser humano en dichos escenarios.
58
lleno de simbología como números, o sólo como un mecanismos de poder y de
grandeza sobre los demás y no como se puede ver en las culturas orientales y
americanas (más adelante se realizará un abordaje de estas culturas) donde la
astronomía y su saber se convierten en un determinante de la cultura y del
desarrollo de sus civilizaciones, en la construcción de modelos de sociedades y de
acción cultural que trae consigo el mirar los cielos, como reflejo de lo que está en
el interior del hombre y del pueblo.
Sim embargo, para observar con mayor detenimiento las culturas por fuera del
discurso eurocéntrico se debe establecer algunas consideraciones desde lo que
59
ha sido la cuna del desarrollo científico en términos de progreso, como se ha
ilustrado en las líneas anteriores, pero también observar como los pensamiento de
en el mundo griego permiten la validación de la tesis que el mirar al cielo además
de permitir el desarrollo de una ciencia cientificista, como lo es la astronomía en su
definición más ortodoxa, también permite abrir un camino a pensar en el ser
humano que miraba al cielo. En ese orden de ideas la filosofía natural griega se
puede visualizar como la primera búsqueda racional para con los fenómenos
naturales, lo que Telmo Fernández en su libro el desafío del universo (2007, p. 78)
llama el paso del mythos al logos. En relación con este cambio a procesos
analíticos desde la comprensión, Platón (428 – 347 a.C.) sin ser un astrónomo o
proponerse serlo, expresa que lo que el ser humano percibe del mundo o en este
caso del universo, lo realiza por medio de los sentidos y por tanto es imperfecto e
irreal, esto a causa que nuestros sentidos son ―instrumentos‖ poco acertados para
percibir sensaciones, ejemplo de ello está el paralaje en los ojos, o las
sensaciones terminas de nuestra piel o la diferencia entre lo que escuchamos o no
según donde estemos; además de las particulares genéticas de cada persona. Al
respecto Platón hacía referencia que todo lo que se percibía era una forma
distorsionada de otra perfecta e ideal. De esta forma se deduce que en el
pensamiento de Platón se tiene una tendencia a no valorar la observación como
método de comprensión del universo, a causa de la poca confiabilidad en los
sentidos como mecanismos de percepción de éste.
Por otro lado, Aristóteles (384 – 322 a.C.) referencia Telmo Fernández (2007, p.
94) contrario al pensamiento de Platón, en lo que refiere a la astronomía, piensa,
que es absolutamente necesario levantar los ojos al firmamento para observar,
medir e intentar analizar lo que allí está ocurriendo. Pero no se puede desdibujar
todo el pensamiento de Platón respecto a los cielos ya que éste hace referencia a
la astronomía como esa acción que ―empuja al alma a mirar hacia arriba y lleva al
ser de este mundo a otros mundos‖; una tesis que puede ser equiparada al
pensamiento de otras culturas donde más allá del valor de los cielos en cuanto a
60
un sistema ordenado que brinda grandes elementos científicos, está un espacio
que permite la autorreflexión del ser humano que trata de comprender el universo
y así comprenderse a sí mismo.
61
público y al alcance de los hombre de la polis) orientadas al control de la
naturaleza para su servicio, idea que es la bandera del progreso que hoy se vive
en el mundo, donde se tiene la tierra al servicio del hombre.
Pero a pesar de estas reflexiones, queda como interrogante el rol que ha dejado el
estudio astronómico y sus bemoles en las diferentes culturas frente a su aporte o
consecuencia en el concepto de progreso de las mismas culturas y del hombre en
cuanto a sí mismo y en cuanto a hombre social – cultural, y en la misma dinámica
lo que el progreso, astronomía y antropología pueden aportar al quehacer
pedagógico y la historia de la misma ciencia, pero contada desde las
subjetividades de las culturas como lo mencionaba Protágoras en clave de
liberación, anexo de una reflexión epistémica y filosófica.
62
no como un dios que la trasforme y cambie para sí, olvidando que el hombre al
igual que muchas otras especies sólo es uno de los muchos elementos que
integran ese conjunto llamado naturaleza.
63
Por casi cincuenta años, en América Latina, Asia y África se ha predicado un peculiar
evangelio con fervor intenso: el ―el desarrollo‖. Formulado inicialmente en Estados
Unidos y Europa durante los años que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial
y ansiosamente aceptado y mejorado por las elites y gobernantes del Tercer Mundo a
partir de entonces, el modelo de desarrollo desde sus inicios contenía una propuesta
históricamente inusitada desde un puntos de vista antropológico: la trasformación
total de las culturas y formaciones sociales de tres continentes de acuerdo con los
dictados de las del llamado primer mundo. (Escobar, 2007, p.11)
64
Es así como se entiende la arqueoastronomía, como una relación naciente entre el
estudio astronómico en relación con los hallazgos arqueológicos en una búsqueda
por colocar en contexto esta relación de las construcciones megalíticas con
fenómenos o ciclos celestes, la cual formalmente se delimita como:
Todo esto lo que genera en esta ciencia emergente es el inicio por dar relevancia
a los espacios antropizados en clave de tiempo y de cómo el paisaje se ve
influenciado por una tradición astronómica que parte del hecho de una
observación de los ciclos celestes en diversos modos de tiempo y lugar por
culturas antiguas, lo cual permite según el Artículo de Arqueoastronomía,
antropología y paisaje de García y González constatar que la vida humana es un
proceso que implica el paso el tiempo y que este proceso vital es también el
proceso de formación de los paisajes en los que la gente ha vivido y vive. Donde
a partir de esta relación que se plantean García y González se puede fundamentar
el carácter antropológico en el estudio astronómico a partir de la relación
arqueológica y etnográfica del estudio de las culturas antiguas alrededor de las
prácticas culturales que toman los fenómenos celestes como herramientas
influyentes en sus vidas y prácticas del día a día.
65
cual es objetivar las percepciones subjetivas del espacio en clave cultural de los
pueblos antiguos; para lo que es parte indispensable la reconstrucción de los
condicionamientos y construcciones sociales que se han elaborado
históricamente, lo cual permite una reivindicación de esas otras realidades por
fuera de un discurso hegemónico eurocéntrico y de la tendencia de una
homogenización de lo cultural en el marco de un concepto de ―desarrollo y
progreso‖.
13
Los Asterismos son la unión de varias estrellas por medio de líneas rectas y que dan cuenta de
una constelación que representa el imaginario del pueblo que la nómina e incorpora a su sistema
representativo cultural.
66
De esta forma en lo que refiere a lo antropológico, es importante el estudio en
términos de una corriente histórica, ya que dentro de la línea de investigación
arqueoastronómica, hablar de una antropología histórica permite razonar
lógicamente sobre las configuraciones culturales que se dan al ver a estos pueblos
bajo la lente de las prácticas astronómicas de mirar al cielo en busca de
significados que se registran en las construcciones que se erigen en la tierra.
A este punto se puede adoptar la definición que Juan Antonio Belmonte expresa
sobre la arqueoastronomía luego de mostrar como esta ofrece esa relación entre
la arqueología del paisaje, las prácticas astronómicas y el análisis de una
antropología histórica, la cual:
67
que ha movido la curiosidad de cada pueblo y que se refleja en una serie de
cualidades que van desde la fascinación, pasando por la contemplación y el
misterio, hasta llegar la representación y trasmisión de conocimientos; los cuales
en clave de un análisis arqueoastronómico se entretejen en una urdimbre de lo
humano, con lo natural, lo científico (en cuanto al desarrollo astronómico) y lo
cultural como expresión que ―refiere a todo lo que produce el ser humano y que
tematiza algunas preguntas abiertas que tienen que ver con el deseo y la fantasía,
la religión y la alteridad, el mito, la utopía y el misterio, el juego, el ritual y la fiesta,
así como la música y el teatro (Wulf, 2008, p. 153) y que Wulf concluye al decir
que el ser humano en lo cultural termina produciéndose a sí mismo y su mundo,
producción que se hace a partir de las influencias que recibe y que desde la
mirada de la arqueoastronomía devienen de mirar al cielo y descubrir los ciclos de
esos cielos que están en resonancia con los procesos naturales en la tierra.
68
arqueoastronomía, la etnoastronomía, la historia de la astronomía y la
socioastronomía, al cual el profesor Ruggles agregó a esta conformación
disciplinar, que la astronomía cultural se relaciona de forma directa con la
antropología cultural, la arqueología y la etnohistoria como disciplinas
antropológicas, lo cual reafirma la idea de pensar en la astronomía cultural desde
una ecología de saberes que no generen un determinismo, sino que por el
contrario conformen un frente de conocimientos que permitan poner en constante
reflexión la pregunta por el ser humano que se configura en la prácticas
astronómicas en medio de las dinámicas culturales que tienen lugar en esos
pueblos antiguos.
69
Es claro entonces que desde la mirada de la astronomía cultural el cielo y los
astros cobran un sentido social y cultural que hace resistencia a las dinámicas
actuales donde las ciencias y la tecnología han desmeritado los estudios culturales
y por tanto como se ha mencionado ya varias veces, el observar al cielo desde los
paradigmas actuales que siguen siendo basados en un desarrollo de ciencia con
mirada occidental, sólo se da pie al desarrollo científico marcado por modelos de
matematización, pero que dejan de lado la mirada al hombre como se tenía en las
culturas de esas épocas anteriores y por fuera del desarrollo eurocéntrico, de tal
forma que hablar de la experiencia de los cielos desde una mirada cultural permite
remitirse de inmediato a los sistemas simbólicos que se construyen al interior de
estos pueblos antiguos y que configuran sus relaciones sociales bajo esa mirada
al cielo que da coherencia al mundo del hombre permitiendo plasmar sus ideas
como reflejo de ese cielo que lo cobija y que observa toda su actividad al interior
de su grupo social y que atraviesa aspectos que van desde lo ceremonial y
religioso, hasta el desarrollo de sus comportamientos de supervivencia reflejados
en prácticas agrícolas de siembra y recolección que le permiten relacionarse con
el medio ambiente y que Iwaniszewski observa de tal forma que:
70
El aborda el campo de la astronomía cultural permite identificar cuatro elementos
en ese análisis de los cielos en cuanto a su relación con elementos de los pueblos
que permiten la determinación de sus culturas. Estos elementos son:
71
como esa independencia económica y social que logra el ser humana al acumular
los suficientes conocimientos sobre esos ciclos celestes que le permiten configurar
prácticas de economía y almacenamiento de alimentos para las épocas donde no
se pueda cosechar, casar o recolectar alimentos, y que en definitiva comprende
esa mutua relación entre la estructura humana del hombre que mira a los cielos y
las diversas estructuras sociales en el paso del día a día.
72
organizacional de estos pueblos, lo cual situó a esta clase en las más altas esferas
de sus sociedades solo por debajo de los gobernantes y en algunos casos se
constituyeron en la rama del poder.
73
4. ―La astronomía de las sociedades con una complejidad social de estado‖.
(Jaschek, 1997, p.141) ejemplo de estas son las culturas de algunos de los
pueblos de China y el pueblo mesopotámico, donde se constituye la
astrología como un medio que armoniza la mecánica celeste con los ciclos
terrenos y con la constitución de una cultura donde se atiende el carácter
espiritual del hombre. En esta etapa se relaciona la aparición de Venus
como una estrella que tiene una doble configuración, como estrella de la
mañana y estrella de la tarde. (Iwaniszewski, 2009, p.29)
74
mismo pensamiento de occidente. Ejemplo de ello son las memorias del jesuita
mateo Ricci en el año de 1595:
Los chinos piensan que no existe más que una esfera celeste, no diez como se
cree en Occidente; y que el espacio exterior solo hay vacío y no aire, un vacío en
el que, según ellos, se mueven las estrellas, en vez de estar sujetas al firmamento.
(Fernández, & Montesinos, 2007, p. 64)
14
Es una región del continente americano, que comprende los territorios de México, Guatemala, El
salvador, Belice, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
75
de algunos cuerpos celestes, entre los que se encuentran el Sol, la Luna y Venus
como estrella de la mañana o de la tarde.
La sociedad Inca tenía como centro de sus ritos religiosos al adoración del sol,
pero sin embargo, su calendario está basado en los ciclos lunares, dentro del cual
se organizan las actividades agrícolas como base de sus prácticas de
subsistencia, las cuales obedecían también a una observación sistemática del
conjunto de estrellas llamadas las Pléyades, el planeta Venus y el conjunto de
estrellas que conforman la constelación de la Cruz del Sur. Dentro de su
cosmología se considera como padre al Sol (inti) y como madre a la Luna (Quilla).
76
En lo que respecta a la relación entre elementos sociales, astronómicos y del
paisaje se evidencia en esta descripción:
Durante el reinado de Pachacuti Manco Capac, entre los años de 1438 y 1471, se
tomó la decisión de trazar un sistema de líneas, 41 en total llamadas Ceques, que
atravesaban 328 lugares sagrados o huacas, y tenían la utilidad administrativa,
marcando las fronteras entre las cuatro partes del imperio, o astronómicas,
señalando las direcciones de saludas y puesta del sol en los solsticios de verano e
invierno, en los días del paso cenital, o las posiciones de orto y ocaso de las
Pléyades. (Fernández, & Montesinos, 2007, p. 76 - 77)
Otro ejemplo que muestra una influencia de los cielos en las prácticas sociales de
las culturas por fuera del discurso oficial de la historia de la astronomía se
encuentra en los Arawak de los llanos en Colombia, los cuales tenían dos tipos de
calendarios, uno de ellos denominado por los estudios etnoastronómicos como
calendario ecológico, el cual se basaba en el grado de las precipitaciones que se
tienen a lo largo del año; donde por su ubicación geográfica y las condiciones
topográficas se ven sometidos a lluvias durante todo el año, en unos mesa masa
77
abundantes que otros y por lo cual se ven impactadas todas sus actividades de
subsistencia como la horticultura, la caza y la ganadería; además que en algunos
periodos su comunicación con otros poblados o lugares se ven restringidos por las
inundaciones. El segundo calendario esta mediado por acciones astronómicas que
son de manejo más exclusivo de los horticultores y se centran en la observación
de cuerpos celestes como el Sol y la Luna, esta última relacionada con los
periodos de siembra de la caña, además de éstos, también se observa el planeta
Venus como lucero o aurora, Mercurio, las estrellas fugaces que se relaciona con
las acciones amorosas y en el caso de los Cometas, se habla de situaciones
fortuitas, y entre muchas otras también se observa las Pléyades que en esta
cultura recibe el nombre de Piopaco que ―además de sus funciones astronómicas,
tienen una importancia general en la explicación del origen de las leyes del mundo
actual, de la cultural material y espiritual‖ (Arias & Reichel, 1987, p.106)
relacionado con las actividades del chamanismo y lo que se designa como
sobrenatural.
Estos son algunos de los ejemplos que tuvieron un desarrollo cultural que se
servía de las observación de los cielos como agente protagónico en el día a día y
que se configuraron por fuera de la influencia de las corrientes occidentales bajo el
discurso eurocéntrico y de la historia de la astronomía que excluyó estas formas
de constitución del lenguaje de los cielos. De esta forma se constituyen estas
cosmologías como un ―sistema referencial de aspectos organizativos vitales para
el mantenimiento de una dada sociedad‖ (Arias & Reichel 1987, p. 13) y en las
cuales el mirar a los cielos, observar sus ciclos, sus interacciones y permitir que
estas secuencias y regularidades aporten a la configuración de unas prácticas
sociales y por tanto de una identidad cultural, y que en lo que se refiere
específicamente al pensamiento americano se puede rescatar bajo el lente crítico
el siguiente texto que da cuenta de cómo esas culturas por fuera del discurso
oficial también son voces con gran capacidad de aportación al ser humano.
78
No todos los americanos concebimos el tiempo ni el espacio de la misma manera.
Las cosmologías de sociedades industriales están engranadas a la historia de
estas sociedades, reflejando la acumulación de sus tecnologías y su percepción
del ―otro mundo‖ en base a sus tensiones y deseos. Entre las sociedades no
industriales el cielo también refleja su tecnología, sus calendarios rituales, sus
principios organizativos, sus fuentes de poder y de temor. (Arias, & Reichel, 1987.
p.7)
Esto solo refleja un punto de giro al mirar hacia esas otras culturas, que en su ser
tienen grandes elementos que permiten configurar una tendencia en la
interpretación del ser humano, y más puntualmente de esa imagen de ser humano
que se configura en un gran número de actividades entre las que se cuenta el
mirar el cielo como práctica que determina algo en su ser, ser que muchos podrían
considerar como una motivación espiritual y que dentro del desarrollo ritual de
estas culturas, sería una forma de establecer lo humano y la relación de ese ser
humano con su medio, y que obedece a uno de los enunciados de Wulf (2008) al
referir que ―todas las actividades humanas se entenderían como una unidad, como
instrumentales o prácticas y, al mismo tiempo, como interpretativas,
necesariamente ―espirituales‖ y justo por ello inteligibles: formadas culturalmente‖;
donde se considera entonces que las relaciones que se tejen entre los cuerpos
celestes como el Sol, las estrellas, la Luna y otras configuraciones celestes con el
ciclo social en clave astronómicas, donde se disponen elementos que forman el
conjunto de la cosmología de estos pueblos y que desembocan en construcciones
culturales.
79
Mucho de lo que hoy se conoce de estas culturas se debe a las crónicas, las
cuales fueron escritas por algunos colonos españoles, por lo cual estos ya están
sesgados bajo una mirada occidental, pero aun así, dan aportes al estudio de
estos pueblos. Otra de las fuentes de estudio de las culturas mesoamericanas
son los Códice, los cuales son manuscritos de carácter jeroglíficos propios de las
culturas antiguas y donde se destacan los Códices Mayas: el Códice Desdre, el
Códice de Madrid y el Códice de Paris, considerados como verídicos, y aunque se
tienen otros Códices, estos no tienen aún una validación como tal y en muchos
casos se consideran como falsificaciones. Pero anexo a estos manuscritos,
también se cuenta con una herramienta de análisis y recopilación de muchos
conocimientos de estas culturas precolombinas que es el:
80
culturas antiguas y la cual está relacionada con la concepción del tiempo que está
relacionado de forma estricta con las prácticas religiosas y organización social y
que Montesinos y Fernández refieren como:
Este tiempo al cual se hace referencia se concreta en calendarios que para las
dos principales culturas asentadas en el territorio mesoamericano que fueron los
Aztecas y los Mayas se consolidaron en dos tipos de medición del tiempo y que se
difundieron y aceptaron a lo largo del actual territorio Mexicano, de Honduras y el
Salvador. Esta medición del tiempo se configuró en dos tipos de calendarios, el
primero de ellos basado en un sistema anual de 260 días denominado por los
Mayas como Tzolkin y por los Azteca como Tonalpohualli. Este primer tipo de
calendario era del orden ritual y no tenía fines prácticos para actividades agrícolas;
por otro lado, el segundo calendario formado por un periodo de 365 días era
conocido en el lenguaje Maya como Haad y Xiuhpohualli entre los Aztecas, pero
como menciona Montesinos y Fernández (2007) este segundo tipo de calendario
tenía la misma dificultad del calendario Egipcio y era el desfase respecto a las
estaciones climática durante el año, pero al igual que los Egipcios este calendario
se ajustaba a partir de fenómenos celestes que se configuraban en las mirada de
estos pueblos sobre la cinemática del Sol, la Luna, equinoccios y solsticios.
81
configuración del paisaje, ya que muchas de sus construcciones fueron edificadas
de forma orientada con estos y más fenómenos celestes.
Pero además del tiempo como elemento común en todas las culturas antiguas, en
lo que refiere específicamente a las culturas mesoamericanas se tiene una
tendencia a observar el planeta Venus; cuerpo celeste que alcanzo en los Mayas
el mayor grado de estudio y registro, aun por encima de cualquier cultura europea,
africana y asiática, y la cual está registrada en el Códice Dresde.
Es así, como se tiene una relación entre los cielos y el desarrollo social –
productivo en estos pueblos antiguos y en especial de la comunidad Maya, sus
prácticas productivas como ya se mencionó giran en torno al desarrollo de un
calendario que permitiera identificar los ciclos climáticos; en el caso de esta
cultura, el calendario utilizado se desarrolló a partir de la observación de los ciclos
solares que les permitió establecer con gran precisión las estaciones y otros
fenómenos climáticos, donde esto sumado al incremento de la fuerza de trabajo
que se dio a partir de la integración comunal que se configuraba a partir de las
relaciones filiales o territoriales.
De esta forma, el observar los cielos como en muchas otras culturas no modernas,
permitió a los Mayas establecer ciclos, y al ser humano lograr configurar una
relación de éstos con los ciclos del medio ambiente dio pie a la organización de
82
una clase social que adquirió cualidades de poder ya que gracias a sus
conocimientos e interpretación de los cielos impactaban directamente las
actividades de subsistencia del grupo y conexo también estructuraban las
actividades rituales y religiosas.
83
celestes en diferentes épocas del año. En consecuencia ―la bóveda celestes y la
posición y los movimientos de sus distintos componentes parecen indicar la
coherencia del universo y el mundo social del hombre‖. (Iwaniszewski, 2009, p. 24)
Lo cual permite al ser humano volver sobre sí mismo y buscar comprender como
dar sentido a esa relación con el otro y con el medio en un clima de armonía y
respeto mutuo, sin desconocerlos, pero al mismo tiempo reconociéndose a sí
mismo.
84
Es claro en la historia de la humanidad que la astronomía es uno de los grandes
logros de ésta, además de ser una de las prácticas más antiguas de los seres
humanos y que día a día permitió la identificación de patrones cada vez más
elaborados que permitieron acercarse al entendimiento de la naturaleza y con ello
garantizar muchas de las prácticas de subsistencia de esas culturas antiguas, y
donde gracias a la universalidad de dichos fenómenos en lo largo y ancho del orbe
presentan una oportunidad grandiosa de estudiar como diversas culturas
observaron esos mismos fenómenos que ofrece el cielo y por tanto también
permite identificar esa imagen de hombre que se configura bajos esos cielos que
son lienzos donde plasman y al mismo tiempo configuran y sintetizan muchos
valores que están en su interior y extrapola de su microcosmos al macrocosmos, y
donde el estudio de esto no aportará a la historia de las ciencias y más
puntualmente a la historia de la astronomía, pero si permitirá aportar a la historia
del hombre y por tanto a rescatar unas voces que no están muertas, pero que si
están desplazadas por un discurso que se configuro como hegemónico negando
otras miradas por fuera de él.
De esta manera, el dar una mirada a los cielos y a las prácticas astronómicas de
los pueblos antiguos sobre todo en aquellas asentadas en Mesoamérica, se puede
ver como en la concreción de calendarios ceremoniales y civiles se pone de
manifiesto la gran comprensión que alcanzaron de la dinámica celeste y como
éste descifrar de los cielos también afecto el paisaje a través de la construcción de
edificaciones ceremoniales y megalitos que están orientados con los órtos y
ocasos de algunos cuerpos celestes, en espacial el Sol y la Luna; pero adema del
paisaje artificial que se da en esa relación del cielo con las prácticas, el paisaje
natural se utilizó también como punto de referencia de algunos de estos
fenómenos celestes.
85
la elaboración de calendarios que permitieron un avance en procesos agrícolas,
en la comprensión de los estados climáticos y la confrontación de lo humano con
lo divino en esa relación de los cielos, y como los dioses se establecían en
tiempos y lugares relacionados también con acciones cósmicas; anexo también a
una vasta observación y compresión de la cinemática del planeta Venus como
ninguna otra cultura en el mundo, pero donde esta observación se extensión a
otras configuración celestes que en definitiva permitieron el establecimiento de
cosmologías que permitieron integrar al ser humano en el ritmo del universo.
86
3. UNA MIRADA A LAS RELACIONES ANTROPOLÓGICAS EN LAS
COSMOLOGÍA MAYA
Para tal efecto, se busca establecer unos elementos que sean eje dinámico de la
construcción de la cultura Maya, entre los cuales se puede rescatar el tiempo, no
solo como construcción de esta cultura, sino como común denominador en las
culturas a lo largo del espacio Mesoamericano y que a su vez también es eje
dinamizador en las demás culturas antiguas y aun hoy en día es base de las ideas
de desarrollo y progreso a lo largo de todo el orbe.
Este tiempo, entre otros valores o acciones que se dan como eje dinamizador de
las culturas, permitieron establecer una relación del hombre con su entorno y a su
vez con el cielo y la regularidad de este dentro de ciertos periodos, de tal forma
que:
87
otros ciclos similares a otros seres determinando una poderosa resonancia de toda
la naturaleza. (Arias, & Reichel, 1987, p. 7)
88
Figura 6. Imágenes de hombre en el contexto mesoamericano.
Tempora
l Calendarios
Cultura
Delimitación
IMAGEN DE HOMBRE
89
3.1. DEL TIEMPO Y EL ESPACIO COMO DETERMINANTES EN LA
CONFIGURACIÓN DEL PUEBLO MAYA.
En el desarrollo del hombre primitivo y por ente en las primeras culturas integradas
por éstos, se tienen unas prácticas de medición del tiempo bajo una acción
contemplativa de los cielos que buscan relacionar lo que sucede en la tierra, con lo
que observa en el cielo y que con base a esa mirada al firmamento ve unos ciclos
que guardan cierta periodicidad; pero esta mirada contemplativa requiere de
paciencia y por tanto de un desarrollo cultural en torno al tiempo que se configuró
luego de grandes periodos en la historia de la humanidad.
En esa búsqueda de integrar los ciclos celestes con los fenómenos naturales que
suceden alrededor del hombre y en ausencia de los relojes que nos acompañan
actualmente, los calendarios se tornaron más que solo un instrumento de medida
del tiempo, estos impactaron de tal formal a vida de los pueblos antiguos, en la
90
medida que de ellos dependían prácticas rituales, actividades de supervivencia, se
establecieron jerarquías en el poder y en cierta medida estaban dotados hasta de
un poder divino sobre el cual entraban en sincronía el ritmo del universo con los
ciclos de la tierra.
Es así, como hablar de los calendarios, no sólo remite a la idea de tiempo, sino a
una poderosa resonancia de toda la naturaleza (Arias & Reichel, 1987) que se
concreta en cosmologías propias de cada una de estas culturas que relaciona
aspectos vitales y al mismo tiempo en la sustentación de los pueblos, y a que ―a
diferencia del hombre moderno, al que le preocupa, por ejemplo, por qué llueve,
aquel hombre de antaño incorpora un matiz ligeramente distinto: ¿Por qué está
lloviendo aquí, en este momento y lugar? Los sucesos los experimenta, no los
estudia.‖ (Fernández & Montesinos, 2007, p.64) y este hecho reafirmar la idea que
observar a estos pueblos antiguos en busca de una armonía con la naturaleza y
no sólo ver a esta bajo una actividad de explotación. Las culturas no modernas
91
veían en esos ciclos que configuraron sus calendarios y su determinación del
tiempo, una forma de comprender el medio y así convivir de la mejor forma con él,
no explotarlo en forma desmedida como sucede en las sociedades modernas.
Para la cultura Maya el tiempo ―alude a una noción donde hay una creación, un
inicio impulsado por Dios, y un final, donde la divinidad ajustará cuentas con su
creación‖, (Campos, 2012, p.17) que es la idea de tiempo del discurso europeo
centrado en una tradición judío – cristiana, y que en la cultura Maya remite la idea
de tiempo a una realidad cíclica, donde tanto los aspectos económicos, de poder,
religiosos y cósmicos son una y otra vez iguales en un constante inicio, lo cual
pone otro punto de diferencia con el discurso eurocéntrico donde el tiempo es
92
finito , frente a la posición de esta cultura, donde el tiempo es circular y por tanto
infinito.
Durante el periodo clásico de los mayas (300 d.C. a 1000 d.C.) se utilizaron dos
tipos de calendarios: ―uno sagrado, que regulaba la vida ritual y ceremonial,
llamado Tzolkin, de 260 días, y otro civil, destinado a los asuntos cotidianos,
llamado Haab, de 365 días.‖ (Campos, 2012, p.17) ambos trascurrían al unísono.
El primero de ellos tenía 13 periodos, cada uno de ellos de 20 días, donde los días
estaban representados con símbolos que incluían 4 categorías: la primera de ellas
relacionado con animales, la segunda con plantas, la tercera con fenómenos
naturales y la cuarta con la muerte y algunos movimientos celestes. De esta forma
cada fecha de este calendario se configuraba por un número que hacía referencia
al periodo y un símbolo que referenciaba el día dentro de cada uno de los
periodos. No hay claridad sobre cómo surge este calendario de 260 días, algunas
de las hipótesis es que está relacionado con el periodo de la gestación humana,
otros hablan de una determinación acerca del periodo del planeta venus y algunos
otros con la medición del tiempo entre el paso del sol por el zenit que se da el 13
de abril y el 13 de agosto en las regiones donde se desarrolló la cultura Maya;
específicamente en Izapa.
93
―La cuenta larga contaba el tiempo en días que se agrupaban en conjuntos
denominados kin, uinal, tun, katún y baktunes constituían una era de 5125 años‖
(Campos, 2012, p. 55) la cuenta larga del tiempo para los mayas se constituyó en
un calendario que dio un punto de partida a la historia de su pueblo que se ubica
en el 13 de agosto del año 3114 a.C. y se asocia con el mito de la creación de los
seres humanos a partir de la masa del maíz y con el segundo paso cenital del sol
en el año. Anexo a esto, este calendario permitió la organización de eventos social
importantes como lo son: la organización del poder, la duración de diversas
batallas o invasiones a otros pueblos y la configuración de diferentes eras, lo cual
constituyó esta cuenta larga no solo en una forma de medir el tiempo, sino en un
registro histórico de la cultura Maya. Ver tabla de equivalencia de los días del
cómputo largo:
94
Nuevo la cual se registra en el códice Borgia y que el cronista Bernardino de
Sahagún relata como:
Tomaban por señal para esta fiesta el movimiento de las Cabrillas (las Pléyades)
cuando estaban en medio del cielo a la medianoche… Cuando veían que pasaban
del medio, entendían que el movimiento del cielo no cesaba. A esa hora, estaban
en los cerros circundantes gran cantidad de personas esperando ver el Fuego
Nuevo. (Sahagún, Historia General IV)
Todas estas configuraciones del tiempo no son solo proyecciones de una medida
de los ciclos que se observaba dentro de su sistema numérico, son además una
puerta a la historia Maya, y más puntualmente una configuración sobre el destino
de las personas y de la sociedad como tal y por ende su cuidado, observación y
análisis no puede dejarse arbitrariamente, por tal motivo se tiene dentro de la
estructura social un espacio separado a los sacerdotes como guardianes del
tiempo: ―pues el conocimiento astronómico les permitía organizar el calendario y
regular los ciclos cotidianos y rituales. Este conocimiento provenía de la
95
observación directa del cielo y de los alineamientos de los templos y palacios‖
(Campos, 2012, p.55) por los cual los sacerdotes tenían gran cercanía e influencia
en las esferas gubernamentales o constituía parte de ella en la cultura Maya.
15
Ahau can mai traduce ―tabaco serpiente cascabel o venado serpiente cascabel‖ (Thompson, J.
1975: 212) y Ah kin se entiende como ― el de la luz‖ (Thompson, J. 1975, p.213)
96
Estas «huellas» de la acción ritual están codificadas simbólicamente, también con
ello sus significados se inscriben en el cuerpo. En estos procesos, las relaciones
sociales de poder tienen una función esencial, pues escenifican jerarquías que
desarrollan su influencia en la imaginación del propio sujeto. (Wulf, 2008, p.223)
97
los rituales como interiorización de la cultura, que al vivenciarla la transforma y
trasmite.
Pero para comprender el hombre Maya no solo basta con configurar la dinámica
del tiempo que se sintetiza en la elaboración de calendarios y el rol de los
sacerdotes como guardianes del tiempo, también es relevante delimitar el espacio
donde se desarrolló esta cultura.
98
periodo o ―Maya Clásico‖, se dio el mayor desarrollo de este pueblo con grandes
avances en el arte y el comercio, con Tikal como una de las ciudades con mayor
actividad política, además de ser un periodo con grandes guerras y fluctuaciones
en la configuración geográfica del pueblo Maya. Al final de este periodo se dio la
decadencia del imperio. En el periodo ―Postclásico‖ tuvo lugar el abandono de las
grandes ciudades Mayas y el establecimiento de nuevos centros ancestrales y
ceremoniales como lo es el Chichén Itzá. Este último periodo como se mencionó
anteriormente tuvo una gran influencia de los toltecas. ―El culto religioso cambió y
aparecieron santuarios domésticos; la escritura, las matemáticas y la astronomía
también se trasformaron‖. (Campos, 2012, p.16)
Clásico
Preclásico Postclásico
•378 d.C. Inicia una fuerte influencia de
Teotihuacán.
•400 d.C. Grupos Mayas se establecen ene la
valle de Copán.
•525 d.C. Se funda Chichen Itzá.
•526 d.C. Calakmul y Tikal entran en guerra por el
control del territorio.
•1000 d.C. Calakmul y Tikal empeizan a ser
•600 d.C. En Palenque se contruyen las primeras abandonados.
•800 a.C. Construcción de Tikal.
estructuras monumentales.
•700 a.C. Grupos Mayas ocupan Campeche y se •XI d.C. Chichen Itzá gana importancia gracias
•629 d.C. Se funda el centro urbano de Dos Pilas alas tradiciones Toltecas que llegan a él.
contruye Calkmul.
como fuerte de avanzadas.
•XIII d.C. Mayapan desplaza en impritancia a
•700 d.C. Se contruye el templo del Jaguar en Chichen Itzá.
Tikal.
•800 d.C. Palenque es abandonada por la presión
de las demas ciudades.
Ilustración elaborada con base a datos de La Sociedad y el Tiempo Maya, de la colección del
Museo Regional de Antropología Palacio Catón – 2012 -
99
En el marco de la delimitación espacio temporal que se presentó en las líneas
anteriores se permite configurar en clave antropológica la justificación de una
construcción cultural que entiende a está como:
100
social que no tiene como fin el enriquecimiento, sino el desarrollo de normas y
valores que permiten conocer y convivir con la naturaleza.
Dentro del imaginario del hombre Maya se encuentra una estructura de disciplina,
respeto y temor por una infinidad de deidades, las cuales configuran no sólo el ser
simbólico del pueblo, sino el establecimiento de las relaciones entre el entorno y
los hombres; donde los ―dioses ayudan al hombre en su trabajo y le proporcionan
alimento; a cambio de esperar un pago, y la mayor parte de las veces ese pago
debe hacerse por adelantado‖ (Thompson, 1975, p. 214) lo cual abre la mirada a
los ritos como mecanismo de consolidación y trasmisión de la cultura, además de
la asimilación de las cultura a partir de la vivencia de los ritos y ceremonias que se
dan en cada una de las comunidades y que como tradición se ha observado desde
un lente antropológico como procesos miméticos que refieren al cuerpo como
elemento que permite la mediación entre el mundo externo y el mundo interno,
que a partir de la imitación construyen la identificación con su pueblo y la
asimilación de los actos que configuran la cultura. ―Los procesos miméticos no se
dirigen sólo a otras personas; contribuyen a modelar el entorno; remiten a
entornos reales y a los mundos imaginarios del arte y la literatura.‖ (Wulf, 2008,
p.305) un proceso cultural que va más allá de un determinismo social – económico
y que abre su mirada a la diversidad de actividades que constituyen la identidad
de un pueblo.
En esta relación ritual es de vital importancia rescatar la importancia del pago que
se debe hacer a los dioses por la provisión que éstos dan a los hombres, pago que
101
en muchos casos debían ser ofrendados con anticipación y al no hacerlo los
dioses toman ―venganza‖ por la falta del tributo. Al respecto se tienen diversidad
de relatos que conforman la tradición Maya. Uno de estos es el siguiente:
En este sistema cultural como se puede observar hay una alta atención a la
ritualización como elemento de cohesión social en torno a sus prácticas religiosas
y a la configuración misma de la cultura. Dentro de estas prácticas ceremoniales
se tienen diversos aspectos que remiten directamente a actitudes del ser humano
que participaba en ellas. Entre estos elementos encontramos la oración, la cual
―se dirige a fines materiales; no me imagino a un maya rezando para poder resistir
a la tentación, para amar mejor al prójimo o para entender mejor la voluntad de
Dios o sus dioses. En su religión no hay concepto de bondad; lo que se pide es un
corazón ardoroso, no uno contrito‖. (Thompson, 1975, p.217) Lo cual muestra a
un individuo Maya que se construye en el marco de la acción de gratitud y de
tributar a los dioses para esperar unos favores que se materializaban en los
bienes agrícolas y de caza para garantizar su subsistencia, y que en el rezo pone
de manifiesto que las aspiraciones son netamente materiales como elemento que
102
desde su imaginario le genera bienestar, un bienestar que está delimitado por los
elementos que son la base de su subsistencia (el alimento) y todo lo relacionado
con ellos desde los fenómenos como la lluvia necesarias para los cultivos, como
de los días soleados con visibilidad para la casa.
103
Como se puede observar todas las practicas rituales tienen una gran carga de la
mediación de cuerpo, como preparación para los mismos, o como acción de
ofrende ya fuese al sangrarse o en los rituales humanos de sacrificio, de tal forma
que ―el cuerpo se convierte en medio de la expresión y de la exposición; sus
energías actúan sobre el mundo en la palabra y la imagen, en la escenificación y
la realización‖, (Wulf, 2008, p.172) y por tanto de mediación entre las divinidades y
lo humano.
Por otro lado, es inherente al ser del hombre Maya y que ya se había indicado, es
el culto y en él toda la carga de las nociones cosmológicas que entre otros se
evidencias en lo mitos y que hablan de la constitución del espacio y por ende de la
imagen del cosmos que configuraba su imaginario.
Para los Matas el cielo estaba representado por el dragón de dos cabezas Itxamá.
La tierra era un enorme cocodrilo rodeado por el océano cósmico. Su superficie,
que separaba los niveles superiores de los inferiores (el inframundo), estaba
dividida en cuatro partes, relacionadas con el camino del Sol. El Este tenía el color
rojo del amanecer, y era símbolo de la fuerza y la vida. Al cuadrante Norte le
correspondería el color blanco de la luz y se le relaciona con las capas celestiales,
al Oeste el negro, símbolo de la oscuridad, ya que por él desaparecía el Sol hacia
el inframundo, al Sur, el amarillo, identificado con los niveles inferiores. Cuatro
Bacabs sostenían las trece capas de los cielos, gobernados por trece dioses
diurnos, y cada uno era un escalón de la pirámide de siete pisos. El inframundo a
su vez se dividía en nueve niveles, para cada uno de los nueve señores de la
noche […] en el centro de la pirámide se levantaba la ceiba sagrada o árbol de la
vida, que hundía sus raíces en el cocodrilo terrestre y eleva sus ramas hacia las
capas más altas del cielo. (Fernández & Montesinos, 2007, p,72)
104
generan una memoria histórica y una conciencia social (Medina, 1990, p.457) lo
que muestra un hombre pensado para la sociedad, que identifica prácticas
comunitarias y donde el desarrollo de la comunidad se toma en clave de lo que es
equilibrado entre el hacer y el deber ser natural. Muestra de esto es la
configuración de sus deidades por fuera sola de imágenes humanas como
sucedía en el imaginario griego. Para los Mayas sus dioses están relacionados
con imágenes de animales o una mezcla entre la forma humana y la forma animal.
Ejemplo de esto ―es el jaguar que simboliza el mando y el valor‖ (Thompson,
1975, p.246) y donde cada uno de estos dioses a diferencia de otras culturas no
tienen un rol de bueno o malo, por el contrario cada uno de los dioses que
conforman el ―olimpo Maya‖ tienen un carácter doble ―pueden ser benévolos y
malévolos. En las obras de arte esto se señala añadiendo símbolos de muerte al
aspecto usual de un dios‖ (Thompson, 1975, p.248), además que los dioses no
obedecían a una sola tarea o un sólo lugar en la cosmovisión de este pueblo y en
general de los pueblos mesoamericanos, por lo cual se desarrollaba una
construcción multifuncional de los dioses que en ocasiones tampoco tenían
diferenciación sexual, y que como punto de diferencia también con el pantheon
griego, los dioses Mayas no tenían aventuras amorosas o sexuales con el pueblo
maya como si se da bajo la configuración helénica de las aventuras de los dioses
griegos que tuvo como consecuencia la idea de semidioses, de tal forma que el
contacto del pueblo Maya con sus dioses es un vínculo que se media por una
limpieza ritual, entre las que se encuentra el plano sexual por fuera de dicha
relación. (Thompson, 1975).
105
ideología donde tiene lugar más que el yo, el nosotros como comunidad, lo cual
identifica al ser humano de esta cultura bajo una ―ideología que define formas de
conciencia específicamente sistematizadas; las ideologías entendidas como
manifestaciones peculiares del ser social en la conciencia de los hombres‖, (Báez,
1988, p.31) elevando a un nivel de conciencia superior la relación entre sociedad y
naturaleza y por tanto sospechar sobre la cultura como una extensión de ese ser
natural o como algo natural en sí mismo como construcción del pueblo en ese
vínculo de la percepción natural y del cosmos mediada por los dioses y la religión
como manifestaciones del imaginario colectivo y de la ritualización como lenguaje
de esta cultura.
El saber ritual presenta un ámbito importante del saber social práctico, con su
ayuda las instituciones se inscriben en los cuerpos y permiten la orientación en los
distintos contextos sociales. En los procesos miméticos se aprenden imágenes,
movimientos y esquemas que hacen al individuo capaz de actuar. En la medida en
que los procesos miméticos se dirigen a productos históricos y culturales, a
escenas, realizaciones y representaciones, pertenecen a las actividades más
importantes a través de las que la cultura se transmite a las generaciones
venideras. Sin capacidades miméticas no existiría la posibilidad del aprendizaje
cultural ni tampoco la posibilidad de una «doble herencia», es decir, un envío de
bienes culturales que aparece en los seres humanos junto a la herencia biológica
y hace posible una transmisión transformadora de la cultura. (Wulf, 2008, p.184)
106
El concepto de ritual tiene un lado constructivo, lo cual implica analizar estos
procesos sociales desde una determinada perspectiva. El espectro de estos
fenómenos va desde los rituales religiosos y políticos, pasando por los rituales
juveniles de resistencia y autoafirmación, hasta los rituales de la vida cotidiana. El
análisis de los fenómenos sociales como realizaciones rituales permite accesos
reveladores a la estructura profunda de la sociedad. (Wulf, 2008, p.221)
Lo cual se puede sintetizar en la idea que los rituales se constituyen como acción
que se vuelven transversales entre lo humano y las instituciones que configuran lo
social.
Lo cual se traduce en una calendarización permitió a estas culturas entre las que
se cuenta la Maya, establecer una organización mediada por la relación celeste
con el medio donde se desarrolla el hombre de esta cultura, y que configura las
107
prácticas o actividades productivas entre las que se cuentan aquellas relacionadas
con el agro, la pesca y la casa; que al mismo tiempo indica un quinto elemento y
es la relación del hombre con su entorno como proveedor de alimento y que se
identifica en dos características básicas. La primera de ellas relacionada con los
establecimientos de ciclos naturales y celestes que se concretan en el desarrollo
del calendario como sistema de predicción climático, pero también como memoria
de la historia del pueblo, y como segunda característica se tiene el trabajo de
explotación, el cual se da por unidades o grupos que están ligados por lasos de
sangre, ―ya sea la familia como a nivel doméstico o la comunidad a nivel clánico‖
(Arias, & Reichel, 1987, p.20) identifica de nuevo a un ser humano solidario con
su grupo inmediato como proveedor que busca bienestar de su familia, pero de
igual forma a nivel comunitario, lo cual se identifica en la fuerza de trabajo que en
lo que refiere al agro están marcado por procesos intensivos de producción que
solo se logra bajo una alta cooperación que integra todos los entes del estado,
desde la fuerza de trabajo que explota la naturaleza, como del nivel sacerdotal que
ofrece el entendimiento de los ciclos climáticos para el desarrollo de dichas
prácticas y desde las prácticas de poder que determina la construcción de centros
ceremoniales y comerciales (asentamientos para vivir) en lugares aptos para la
siembra que se alinean con fenómenos celestes como ortos y ocasos del Sol, la
Luna y otros cuerpos celestes.
Es así, como la configuración del estado Maya mediado por las relaciones entre
sus diversas clases sociales, su relación con el medio ambiente y las prácticas
rituales, permiten establecer una serie de articulaciones. La primera de ella entre
los elementos de la naturaleza y los estaciones del año, relación que esta medida
por los dioses de las estaciones; la segunda en el orden de lo arquitectónico que
relaciona los elementos rituales y ceremonias que tienen lugar dentro de la cultura,
con la orientación de los edificios y espacios con elementos astronómicos. La
tercera y última en términos de las actividades de producción y la dirección y
distribución del trabajo.
108
Como marco de toda la cosmología Maya se tiene un desarrollo religioso que
abarca todas las prácticas de esta cultura, y que a diferencia de una orientación
judío – cristiana ortodoxa, la religión Maya presenta una gran flexibilidad que Van
Stones (2010) y Mario Ruz (2002) identifican como la capacidad de estos para
asimilar diferentes realidades según el tiempo y el espacio. Lo cual hace que su
cultura tenga gran capacidad adaptativa y por ende haya podido realizar
resistencia a los procesos coloniales y sobrevivir hasta estos días. Ejemplo de
esto fueron el desarrollo ritual que tuvo ligar en la época prehispánica a partir de
los procesos de colonización y conquista, y con ello una tradición religiosa ajena a
la cultura local, pero que a pesar de los procesos ―civilizatorios‖, la resistencia por
parte de esta cultura se dio por una actividad que se configura en su sincretismo16
de costumbres y ritos, que al integrar sus actos ceremoniales con los de la ―nueva
religión‖ permitieron la perpetuidad de estos y con ellos conservar de alguna
manera su identidad cultural. Ejemplo de esto, está todo el ritual de día de muertos
o simbologías utilizadas en los adornos de las imágenes de adoración y
veneración de la cultura cristiana católica.
16
Un sincretismo en el que se mezclan el pasado prehispánico, el colonial y el presente. (Campos,
A. 2012, p.73)
109
y del inframundo, los guardianes y seres sagrados de las selvas y delos montes,
de las personas hasta las plantas, animales y cuanto ser forme parte de este
entorno natural son parte de esta visión. (Casares, 2004, p.90)
Pero al igual que la religión, el tiempo también es flexible, a pesar del alto
desarrollo calendárico y del manejo de los dos calendarios y de la cuenta larga del
110
tiempo, el tiempo se alteraba en cuanto a sus cuentas para ―hacer encajar eventos
políticos y religiosos tales como la muerte de algún gobernante, alguna guerra,
algún nacimiento o algún sacrificio relevante, lo cual dio pie a que aparezcan
algunos supuestos errores en sus propios cálculos‖ (Bernal, 2010, p.47) pero más
que errores es una principio de flexibilidad que permitía ajustes, pero que aun así
permitía la predicción de los eventos más relevantes para del desarrollo cultural de
este pueblo y en ellas el desarrollo de lo ritual como algo que se enuncia y que
toma un carácter performativo, convirtiendo lo ritual en una extensión de la cultura,
y que se constituye en tal a partir de comprender que "Las comunidades
institucionalizadas y las informales disponen de un saber simbólico colectivo, así
como de formas rituales de interacción en las que activan y modifican este saber.
Cada repetición ritual de este saber es una manera de auto-representación,
estabilidad y transformación del orden social." (Wulf, 2008, p.228) lo cual en la voz
del mismo Wulf (2008) el pensar en lo ritual, es remitirse a la comunidad, de tal
forma que estos la generan, la dinamizan y la comunican a través de la historia y
donde por medio del contenido simbólico y performativo de estas acciones rituales
se producen y estabilizan su identidad; tanto del hombre como individuo, como del
hombre en cuanto a ser social.
111
estacionalidad y aquellos ciclos celestes que hacen que la capacidad de mirar a
los cielos no sea la metáfora de dispersión del ser humano en términos sólo
contemplativos, sino como herramienta para mejorar la tierra y en ella determinar
unas condiciones de ser humano que se ven expresadas en los ritos y en toda la
carga religiosa que tiene lugar dentro de la cultura Maya y que permite visualizar
desde las prácticas que constituyeron la cosmogonía de este pueblo, pasando por
las acciones rituales de ofrendas y sacrificios a los dioses, hasta llegar a el
establecimiento de las jerarquías sociales y la posición del poder dentro de la
comunidad.
112
El carácter performativo de los rituales y la ritualización son prioritarios en la
producción, la conservación, la transformación y la transferencia de cultura a las
siguientes generaciones. A diferencia de los discursos, su lado corporal contribuye
esencialmente a sus efectos. Los rituales surgen a través de la escenificación y
exposición del cuerpo humano. La realización de rituales produce la comunidad de
los participantes, incluso cuando interpretan el significado del ritual de modo
distinto. (Wulf, 2008, p.176)
Esto identifica los procesos culturales, entre los que encontramos los de la cultura
Maya, pasan por el cuerpo, como instrumento que se establece como mediador
entre el mundo exterior, y el mundo interior; el cual toma del medio aquello que
sus sentidos le permiten conocer del mundo y del cosmos y en sus ser interior da
sentido por medio de la estructuración de un imaginario el cual es el reflejo de sus
cosmovisión, que da sentido a su cosmogonía y que sale al medio por medio de
acciones rituales que retroalimentan dicho imaginario.
Por otro lado, uno de los elementos que fueron determinantes en la constitución
de la sociedad Maya y por ende de un ser humano diferenciado de las demás
culturas es la modificación del paisaje, el cual se caracteriza por grandes centros
ceremonial que se constituyen en el lugares no solo de ritualización, sino de
desarrollo político y social, a partir de los cuales se puede comprender las diversas
imágenes de hombre que se integran en la elaboración de la subjetividad cultural
maya. En esta línea se encuentra un hombre que está en constante relación con lo
natural en una doble vía; una es una relación de armonía y respeto, y otra como
fuente de lo que garantiza su subsistencia. Esta primer referente de hombre en
una relación dual con lo natural, lleva a un elemento más que lo identifica, el cual
es su carácter ritual, donde se observa un hombre que para acceder a sus
procesos de oración debe garantizar una limpieza de su ser, y así poder
establecer esa relación con sus deidades.
113
el vínculo entre el tiempo y las actividades de subsistencia. Todo esto configurado
en torno a un sistema de ritualización que trasmiten su visión del mundo y por
ende la configuración cultural por medio de procesos simbólicos que se trasmiten
además de la interiorización de lo ritual por el establecimiento de lo mítico que en
clave cultural se expresaría como:
Por otro lado, cabe comprender los mitos como relatos sagrados que garantizan la
validez intemporal de las acciones rituales, que en ese sentido sólo representan
repeticiones de los mitos cósmicos. Ambas posiciones tienen la convicción de que
el mito y el ritual cumplen la misma función: enraizar la vida humana en un orden
cósmico y otorgarle así continuidad y coherencia. (Wulf, 2008, p.225)
Dentro de este ser cultural Maya, se tiene un sistema simbólico tan fuerte que aun
en el presente siguen impactando el medio social y actuando tanto en el medio
político como religiosos en el marco de las sociedades modernas a partir de
procesos de hibridación cultural, que permitió la integración de sus lógicas con las
lógicas de los colonizadores como estrategia de perpetuación de su cultura en el
tiempo y en el espacio a pesar del intento y acción de enajenar su sistema
religioso y ritual, pero que el presente se puede observar como este sincretismos
ritual, religioso y cultural permite iniciar procesos emancipatorios en la modernidad
114
4. UNA MIRADA A LOS CIELOS EN CLAVE DE LA UNA ANTROPOLOGÍA
HISTÓRICO PEDAGÓGICA DEL HOMBRE MAYA
En todo acto donde está inmerso el ser humano, ha de considerarse una mirada
amplia de éste ser en relación con sus prácticas culturales, sociales,
cosmogónicas y cosmológicas, y no sólo realizar conjeturas deterministas; motivo
por el cual en esta propuesta se centra en realizar un análisis antropológico,
donde la pregunta por el ser humano se hace fundamental en la consolidación de
la praxis formativa, entendida ésta como las maneras en que, con base en la
incitación social, se pretende generar en el sujeto una autogeneración, una
constitución de sí mismo. (Runge, 2005, p.55-56) Esto en el marco de una
observación antropológica que permitiría hacer un recorrido desde las
generalidades de la antropológica, pasando por el análisis histórico cultural, para
finalmente llegar a una mirada pedagógica en clave de la mirada a los cielos
como elemento que configura unas prácticas culturas y que son constituyentes de
una imagen de ser humano que se observa a sí mismo por medio de la
observación del medio y del cosmos, y la cual se comprende en el análisis de una
astronomía cultural que hace el papel de hilo en la comprensión de las sociedades
antiguas al integrar en su discurso el ser del hombre en cuanto a ser humano, a
ser natural, a ser en relación con el otro, consigo mismo y con lo otro; donde en
este último caso, ha dejado una huella susceptible de seguimiento en la
trasformación y utilización del paisaje a partir de la comprensión de los ciclos
celestes que ha integrado al desarrollo de su imaginario y que ha permitido la
comprensión de los procesos de relación con ese medio que lo contiene y le
brinda las herramientas para la subsistencia, con el otro como compañero de vida,
y consigo mismo como portador y trasmisor de la cultura.
115
De esta forma en estas líneas se caracterizarán los elementos antropológicos-
pedagógicos mayas que se configuran en las prácticas antropológica/ -
astronómica y que se enmarcan en un análisis astronómico cultural que permitirá
encontrar los elementos que en clave pedagógica están en el juego de la
constitución de la imagen del hombre y con ello llegar a extrapolar estas ideas a
un análisis de las demás subjetivadas de la culturas prehispánicas que se
desarrollaron no sólo en Mesoamérica, sino a todo lo largo de Latinoamérica. Para
de esta forma dejar abierto un campo de estudio que ofrecerá elementos a la
comprensión de las realidades en américa latina y construir así un discurso donde
se rescate el valor de las subjetivadas de estas culturas en clave de la reflexión
por el ser humano que se ha abandonado a sí mismo por la dinámica de las
culturas modernas limitadas por el discurso capitalista neoliberal.
116
constituirán una forma de trasmitir y portar la cultura, la cual permite la
configuración de unas bases históricas pedagógicas para la comprensión de las
realidades de dichas culturas, al tiempo que se ofrece una forma de observación
que lleva una mirada amplia, inter y tras disciplinaria del ser humano en cuanto a
individuo y en cuanto a portador de la cultura.
Astronomía
Cultural
IMAGEN
Antropologia Antropológia
Histórica DE Cultural
HOMBRE
117
cultural y que colocan en clave de reflexión la pregunta por el progreso y el
desarrollo y de esta forma ampliar el panorama a la idea de subjetividad cultural
contrastando el proceso de colonización con las formas de resistencia frente a los
procesos de ―civilización‖. Para tal fin es importante retomar la idea de Wulf
(2008):
118
y con el desarrollo arqueológico que altera el paisaje en función de fenómenos
astronómicos que hacen lo ritual un proceso de sincronía entre lo terreno y lo
espacial.
119
practiquen de forma idéntica las costumbres; es decir, permitir comprender la
cultura como una suma de subjetividades que tienen un común denominador, pero
que en las mismas subjetividades de sus hombres permiten construir y mantener
dinámica las prácticas culturales y por ende el enriquecimiento de las mismas.
De esta forma cobra sentido delimitar un nuevo lente frente al cual observar el
desarrollo de la cultura Maya y que permita comprender esas configuración
culturales y con ellas aportar a un estudio actual del ser humano, en este
momento donde más que nunca la pregunta por él está sin sentido o diluida en el
mundo ―civilizado‖ de tal forma que sobre el supuesto de mejores condiciones de
vida se perdieron los procesos de auto pensarse que ―a diferencia de los primeros
tiempos de la antropología, en los que la teoría de la evolución estaba
estrechamente asociada a la idea de progreso, hoy la mayoría de los
investigadores en este campo ya no parten de la idea de un plan inherente a la
naturaleza que aspire a desarrollarse hasta la perfección.‖ (Wulf, 2008: 48) Es así,
como este nuevo lente de observación que se incorpora está configurado por lo
antropológico e histórico que se complementa con la mirada pedagógica en
términos de buscar y describir como en ese desarrollo del hombre Maya se
pueden observar unos influjos educativos que tienen bases pedagógicas e
intencionalidades formativas.
120
Para lo cual entonces es necesario considerar una de las ideas que Wulf identifica
en Humboldt en donde éste estima ―que el conocimiento antropológico tiene como
objetivo no sólo el saber, ni tampoco el conocimiento por el conocimiento, sino la
iniciación de procesos formativos que buscan la mejora del ser humano‖, (Wulf,
2008: 18) como base de una dinámica cultural sobre todo en el marco de la cultura
maya donde sus sentires culturales sobreviven hasta estos días, lo cual se puede
atribuir a un desarrollo fuerte de procesos formativos que se interiorizan en el ser y
que hacen que de una forma flexible se adapten al paso del tiempo mediante
hibridación culturales que no destruyen la tradición, sino que por el contrario
contribuyen a su perduración en el tiempo.
121
entender las prácticas culturales que se dan en el tiempo y espacio donde éste
realiza cada día su vida.
En este orden de ideas es importante observar cómo se tejen los lazos de los
diversos campos de estudio que enmarcan al hombre de las culturas antiguas
para tener una mirada más cerca de sus subjetividades y así poder comprender de
mejor manera esas individualidades de cada cultura, no con el ánimo de hacer
paralelos, sino de comprensiones más detalladas que apunten a establecer
conocimientos menos superfluos de las realidades de estos pueblos. Por esta
razón se crea una urdimbre de saberes que nutren el análisis de la mirada a los
cielos en términos de la constitución de un determinado sujeto cultural, donde
entre estos saberes se encuentran: La arqueoastronomía como estudio de la
cultura en cuanto a la construcción de megalitos y diversas edificaciones
ceremoniales, la etnoastronomía como herramienta de estudio de las costumbres
culturales de cada pueblo en términos de sus saberes astronómicos , la historia de
la astronomía en clave de la identificación de ese orden cronológico ya sea
temporal o espacial del desarrollo tecnológico de la ciencia de estos pueblos en
torno al desarrollo y comprensión de los ciclos celestes y la predicción de eventos
celestes y la socioastronomía como esa concepción de los cielos en determinados
grupos sociales, en especial aquellos pueblos no modernos.
A tal fin, se suman otras disciplinas con afinidades a estas que constituyen la base
epistémica y conceptual de la astronomía cultural, que permiten una comprensión
cada vez más amplia pero al mismo tiempo más puntual del ser humano en
términos de su acción de observar los cielos y en esta tarea configurar sus
prácticas culturales. Entre estas disciplinas se suman: la antropología como centro
de la pregunta por el hombre y que abre su base epistémica a la antropología
cultural y al antropología histórica; la primera de estas en relación a como esa
pregunta por el ser humano se desarrolla en un plano cultural que está en doble
vía en cuanto al ser humano como estructurador de la cultura y de la cultura como
122
marco del desarrollo del hombre. Y en cuando a la antropología histórica como
herramienta inherente también a la astronomía cultural, en términos de la mirada
de la historicidad del hombre que se pregunta por éste en función de su historia de
vida como ser individual y como ser cultural en escenarios espacio temporales que
permiten un desarrollo del discurso en clave de las subjetividades tanto del
hombre como del pueblo que lo alberga.
123
Figura 9. Campo de estudio de la Astronomía Cultural Histórica Pedagógica
ANTROPOLÓGICO
ARQUEOASTRONOMÍA HISTÓRICO
ETNOASTRONOMÍA
CULTURAL
SOCIOASTRONOMÍA
FILOSÓFICO
HISTORIA DE LA ASTRONOMÍA
124
De esta forma se pueden retomar las cuatro líneas de la astronomía cultural que
están en sincronía con el desarrollo cultural, y contrastar estas con una visión
histórica pedagógica.
En primer lugar se tiene la relación entre la inspiración humana y la influencia de
los cielos sobre la vida humana; donde ―el cielo y su contenido se convierte en
―agente‖ que ejerce influencia sobre el pensamiento cognitivo simbólico del
hombre. La contemplación de los fenómenos celestes se convierte en la fuente de
inspiración humana‖; (Iwaniszewski, 2009: 27), de esta forma se establece una
correspondencia entre la relación del cosmos, como los influjos formativos en la
tierra entre las personas que alzan la mirada a los cielos y que buscan en éstos
establecer parámetros cíclicos de tal forma que valores y acciones como las que
se mencionan a continuación desembocan en elementos formativos:
125
relación con él y la posterior trasformación del entorno tanto natural (su medio
ambiente) como de su entorno ―artificial‖ (su medio cultural), que en definitiva
integrados lo que son es el mundo de la vida espacio temporal donde el hombre
de estos pueblos antiguos, define las líneas de su imaginario y lo comparte con los
demás miembros del pueblo en la construcción de un imaginario colectivo.
126
Lo cual estaría en relación de los sistemas de formación que se da en el interior de
estos pueblos antiguos que prepararan a sus hombres para afrontar las
situaciones de la vida en relación con lo que se ha logrado descifrar en la dinámica
celeste y que estará relacionado con el tercer momento de la astronomía cultural
que refiere a las clases sociales, y que en este segundo momento relaciona con la
clase que se encarga del agro y de la casa, y de la clase sacerdotal que es la
encargada de descifrar el lenguaje de los cielos y trasmitirlos a los demás, y en
esa trasmisión se vale de ayudas didácticas como lo son los procesos rituales que
tienen un alto grado de lo mimético y lo performativo en el ser humano de estas
culturas; además que se tiene una comprensión de la cultura partiendo de una
reflexión sobre cómo ella se produce dentro del ser humano mismo18;(Runge,
2005: 55 -56) de un ser humano que es histórico y que cobra sentido en cuanto
esa mirada a lo cultural se de en situaciones temporales específicas, ya que en
otras circunstancias el mismo fenómeno determinara otra imagen de hombre y por
ende otras dinámica cultural.
Pues lo que el hombre es, lo que hace, sus cualidades, dependen obviamente de
manera fundamental de su autointerpretación (Landmamn, 1955, p.7): ya sea que
él mismo se interprete como ―poseído‖ por demonios o pulsiones, como un ser
18
Principio de reducción antropológica en los modos de observación de la antropológica.
127
―controlado desde fuera‖ por mecanismos psicológicos o sociales o como una
persona autorresposanble, como materia o como sujeto activo, como un ―mono
desnudo‖ provisto de una inteligencia técnica o como imagen de Dios, su
interpretación tiene eventualmente consecuencias que llegan hasta su conducta
cotidiana, por ejemplo, frente a un semejante, frente a un socio comercial, frente a
un adversario político o un subordinado, frente a un discípulo, o frente a un niño
(Gehlen, 1940, p.1; Lassahn, 1997, p.45-57)
19
Principio de interpretación antropológica en los modos de observación antropológica.
128
ser social, con el cultural y las instituciones como reguladoras de la misma cultura
y que Scheuerl expresa como:
20
Principio de la pregunta abierta en los modos de observación antropológica.
129
subjetividades culturales que generan una cultura cada día más sólida en estos
pueblos antiguos.
Al ver estos cuatro aspectos que permiten desde el desarrollo de una astronomía
cultural nutrir el desarrollo de una Astronomía Cultural Histórica Pedagógica, que
desde la pregunta por la imagen del ser humano que se configura en los pueblos
antiguos permita el desarrollo de un estudio no solo antropológico, sino una
mirada amplia en cuanto a ese ser humano bajo consideración culturales que
están determinadas por una cosmología donde el cielo y sus regularidades se
sirven no como metáfora de un determinismo simbólico, sino como una
herramienta que permite mirar mejor la tierra y por tanto la concepciones humanas
y las relaciones formativas que se construyen en esas concepciones y relaciones
humanas.
130
4.2. ASTRONOMÍA CULTURAL HISTÓRICA PEDAGÓGICA: EJEMPLO DE
LA CULTURA MAYA
131
a los cielos y que desencadena unos elementos en clave de la pregunta
antropológica, histórica y pedagógica, es importante el volver sobre ese estudio de
lo cotidiano como elemento que permite observar desde abajo la construcción de
la identidad del pueblo que se da en un ir y venir de lo cultural como algo general
de una comunidad, a lo subjetivo en términos del ser humano que es en definitiva
el que toma los estímulos del medio (ya sean desde lo natural o cultural) los
reflexiona trasformar y los devuelve en forma de reconstrucción cultural,
permitiendo así la comunicación de esta generación tras generación y en cada
momento del andar de cada pueblo.
132
y los animales como base de su estadía en la tierra. Pero lo relevante de este acto
ritual donde se realizan las ofrendas a los dioses o se celebran diferentes ritos
están lleno es de un alto grado de simbolización que permite la identificación
cultural del pueblo, ya que por medio del rito se trasmiten estos valores, y demás
de garantiza la perpetuación de la mentalidad de la comunidad en el acto de
mimetización de los actos ceremoniales que aprenden generación tras generación;
como consecuencia de todo esto, se puede enunciar que ―la simbolización es el
motor incansable del perpetuo movimiento interrogativo, a causa de la
inaceptabilidad del mundo tal como nos lo hemos encontrado‖ (Duch & Mèlich,
2005, p.211) ya que si bien lo simbólico se trasmite, al pasar por el ser humano
este no sólo lo replica, sino que pone algo de sí en cada replicación, lo cual hace
de la vida cultural más rica en cada momento de ritualización. Esto en clave de
una antropología histórico pedagógica en términos de ―la historicidad se refiere,
otra vez, al hecho mencionado siempre de la antropología pedagógica, de que el
hombre se convierte en alguien nuevo con el trascurrir de la historia misma.‖ (Wulf
& Zirfas, 1999, p.77) de esta formase tiene una doble historicidad, en cuando a la
historia del hombre como ser individual que es parte de un sistema cultural, y en
cuanto al hombre visto como comunidad que refiere a la identidad de un pueblo,
que se está retroalimentando constantemente por los influjos del medio, de los
otros hombres y de sí mismo frente a su vivencia del mundo.
133
tiempos de siembra y recolección, y la caza al poder interpretar el accionar
climático y establecer los periodos de migración de algunas especies de animales.
Pero el paisaje no sólo se vio alterado por las construcciones dedicadas a los
actos ceremoniales, pero que Aveni (2005) describe como:
134
Esta idea que presenta Wulf y Zirfas (1999) en cuanto a las relaciones de los
hombre y de la educación, permiten dar entrada al segundo tipo de relaciones, las
cuales están en el marco de las interacciones de hombre con lo otro, que sería
una extensión de las relaciones de éste con lo divino que se materializa en el
paisaje y en las acciones rituales que vinculan lo humano con lo divino y con el
medio donde se desarrolla el hombre de este pueblo.
En lo que refiere a sus relaciones con el otro y en referencia a sus relaciones con
lo divino, se tiene un ser humano que considera debe limpiarse o purificarse para
acceder a las prácticas rituales. Dentro de esta limpieza se tiene la abstinencia
como elemento central; donde algunas de estas prácticas son: abstenerse de
aquellas acciones que tenían lugar con las mujeres, al tiempo de una abstinencia
alimenticia que se concebía como un ayuno. Todo esto en el marco del
aislamiento de sus asentamientos para radicarse en lugares próximos a los
centros ceremoniales; esto era lo que se considera una limpieza ritual, que
también identifica una postura de respeto frente a los actos rituales y esa relación
con las deidades de las cuales pedía bienes materiales relacionados con la
subsistencia y que Mèlich enuncia como:
De esta forma es claro que cada tiempo y lugar trae consigo su realidad y/o
subjetiva que permite dar pie a la dinámica de cada cultura, donde cada mirada a
los cielos reviste a cada civilización de un sentido de vida y en ese sentido se
configura un tipo de hombre que en el caso del pueblo Maya se configura
culturalmente por medio de los procesos de ritualización que dan sentido a la vida
y que generan procesos educativos y formativos para la trasmisión de la cultura.
135
En esta relación con el otro, también entra a jugar un papel determinante como ya
se ha mencionado esa relación del hombre con el medio, ya que es éste el que le
provee el alimento y que además agregar nuevos valores a la constitución del ser
humano en cuanto a su ser Maya; estos valores son la solidaridad y cooperación.
Esto se debe a una fuerza de trabajo en grupo que se da si bien por relaciones de
sangre, también se configura por pequeñas comunidades, para así garantizar el
bienestar del pueblo y que anexo permite un análisis pedagógico desde la
pregunta por el hombre que integra esta fuerza de trabajo, donde se busca
comprender, por un lado, al hombre de la educación, y de allí, la educación de una
determinada imagen de hombre; (Wulf & Zirfas, 1999, p.72) donde al hablar de
ese hombre de la educaciones se debe remitir a las esferas sociales que se
configuran, por un lado los hombre que suman sus esfuerzos para garantizar el
alimento como base de la subsistencia y en un segundo lugar la clase sacerdotal
que dota el imaginario y la acción del hombre frente a unas prácticas reguladas
por ciclos que se derivan de la observación del medio como parte de un todo (el
cosmos) que replica elementos una y otra vez, los cuales son estudiados por la
clase sacerdotal y luego compartidos al pueblo mediante prácticas rituales que se
trasmiten por medio de acciones miméticas orientadas por el lenguaje y la
interacción con los simbólico que se convierte como elemento significativo al
volcarlo al medio y repetir los ciclos en sus prácticas cotidianas que se entiende
desde lo performativo como:
136
pedagógico al analizar lo que Spaemann (1978, p. 829) refiere al hecho del paso
del hombre en cuanto a hombre que en el proceso de reflexión sobre el mismo
trasciende a convertirse en un hombre de la naturaleza, de la cual relaciona
mediante ciclos terrestres a los ciclos que observa en los cielos y que para fijarlos
en el tiempo recurre a los calendarios y a la utilización del paisaje natural para
identificar ciertos fenómenos, o la construcción de paisajes artificiales que re
orientan con dichos fenómenos celestes.
Todo esto da pie a observa al ser humano que se configura en la cultura Maya
como un ser que se regula mediante diversas relaciones que se han venido
enunciando y que se desarrollan mediante la construcción de un imaginario que
está inspirado en las relaciones de lo celeste con lo terreno y de lo terreno con el
ser humano y que puede verse como en términos de las sensaciones que esas
relacionan generan y que se observan en clave antropológico y pedagógico como:
137
comunidad, con lo otro en cuanto a la los ritos con lo divino, pero también con lo
otro en razón del medio ambiente donde esta tanto el paisaje cercano como el
cielo en lo lejano. Éste último se comporta de una manera dual; por un lado el
cielo se configura como un lienzo donde el hombre plasmas todos sus sueños y
desarrolla un imaginario desde su ser se siente extasiado y temeroso por lo que
hay fuera de sí, pero en un segundo lugar como una fuente de comprensión de lo
que sucede acá en su paisaje cercano como dinámica de ese cielo lejano que se
regula por ciclos, acciones que se repiten una y otra vez y que interioriza y luego
deja salir de nuevo al medio en la configuración de las prácticas culturas que
desembocan en una relación consigo mismo que tiene como elemento
protagonista su propio cuerpo.
En este sentido el cuerpo del hombre Maya tiene un doble comportamiento; por un
lado dirigido por lo pasional que lo lleva a mirar lo próximo, lo subjetivo en lo otro y
en el otro, pero al mismo tiempo tiene una configuración que esta mediada por la
disciplina que se adquiere por los procesos performativo y miméticos que agregan
algún tipo de lógica a su relacionarse consigo y con el medio, y que es regulado
en las prácticas sociales y culturales de la comunidad y que se refrenda en las
actividades rituales. Esto se puede describir como un ir y venir entre lo universal y
lo subjetivo que en definitiva da ese matiz a esta cultura y permite establecer
rasgos diferenciadores con las demás, y hasta consigo mismo en los diferentes
grupos que la integran.
138
se produce en relación al mundo exterior a través de los sentidos, con la ayuda de
sensaciones y emociones anímicas en el mundo interior y en relación a otros seres
humanos en el mundo compartido. También las acciones expresivas humanas se
mediatizan a través del lenguaje, las imágenes y los gestos; son resultado de la
inmediatez mediada y sólo se dejan abordar a través de la paradoja: ―adecuación
de la expresión como una emoción vital que lleva realmente lo interior hacia el
exterior y su inadecuación y fragilidad esenciales como cambio y formación de una
profundidad vital nunca del todo salida de sí‖. (Wulf, 2008, p. 60)
139
calendarización también se constituye en uno de los pilares de las culturas
precolombinas, sobre todo de aquellas asentadas en Mesoamérica y en especial
la Maya.
Uno de los elementos que se han observado a lo largo del estudio de las culturas
de los pueblos antiguos es el acto ritual como elemento que da sentido a los
constructos sociales y que regula los procesos formativos de los miembros de la
comunidad y que anexo se relaciona con los espacios físicos estructurados desde
el análisis astronómico y en él con la regularidad de los actos celestes que
impactan de diversas maneras al ser humano llevándolo por diversos sentimientos
como la emoción, pasando por la incertidumbre y llegando al miedo, lo cual en
conjunto permite la observación sistemática en busca de esas preguntas sobre
¿Quiénes somos’?, de ¿dónde venimos?, hacia ¿dónde vamos?. Estas preguntas
que tienen foco en el estudio de los cielos y la comprensión de estos, también
tiene un sumidero desde el ser antropológico que se puede entender como:
Por lo cual se puede ver esa dualidad en lo ritual, como agende disciplinador que
tramite y espera que por mimesis se trasmita de uno a otro el acto como tal, pero
que al mismo tiempo es performativo de la subjetividad humana al permitir darse
140
un proceso donde el ser humano toma dichos influjos y con ello estructura las
formas simbólicas que dentro del ser humano obedecen a otras dinámicas que
están por fuera del acto ritual, y que nutren el ser cultural dando identidad y
reconfiguraciones constantes de lo cultural, que en lugar de diluir la identidad de
un pueblo, lo que permite es que se perpetúe en el tiempo y el espacio a realizar
procesos de adaptación e hibridación como sucedió con la cultura Maya que sigue
vive aún es estos tiempos.
141
ritual y se dinamiza en las diversas relaciones que edifican en todo su entorno
físico o simbólico y donde lo sagrado cobra gran sentido y en esa determinación
de lo sagrado.
142
CONCLUSIONES
De tal forma entonces que ese cielo permite condensar una serie de valores
que permite dar la mirada a la astronomías más allá de un desarrollo
histórico en términos de una configuración positivista que suma elementos
a una historia de la ciencias, y que por el contrario no suma datos o
posturas a la ciencia, pero que si nutre la reflexión por en lo que respecta a
ver la influencia de ese cielo que esta por encima del hombre en la
constitución de éste y de sus relaciones con los demás; para lo cual es
importante no sólo volver a un recuento histórico, sino una reflexión desde
lo filosófico, histórico y cultural en el marco de lo que constituye la condición
humana, y la apertura de ese hombre al mundo; donde esto trae una
consecuencia inmediata y es preguntarse por el tipo de hombre que se
configura en esa mirada a los cielos y que se establece a partir de esa
dinámica que se teje en el entorno a su alrededor que se denomina cultura.
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- En segundo momento y partiendo de la idea que el desarrollo astronómico
no sólo se dio en torno a la historia contada en clave eurocéntrica, sino que
por el contrario se puede dar una historia ampliada en cuando a las demás
culturas a lo largo de la orbe que se vieron extasiadas por la dinámica
celestes y que por tanto dio pie a que procesos donde se instauró en el
imaginario del hombre de cada uno de estas culturas condensando una
serie de valores que ayudan a la configuración de una imagen de ser
humano en cuento a la proyección de los cielos en el imaginario colectivo
de las culturas y en las vivencias personales de cada hombre construyo una
explicación no sólo del mundo, sino también de sí mismo; lo cual trae como
consecuencia el introducir el discurso del desarrollo y el progreso en
términos de una paralelo con lo que se comprende por estos términos en un
modelo eurocéntrico en los periodos pasado, y de las grandes maquinarias
capitalistas en términos poscoloniales, frente a lo que se vislumbra en estas
culturas como por ejemplo las que tuvieron lugar en América Latina, en
aquellos asentamientos andinos y de Mesoamérica, donde se puede ver
que la idea de progreso y desarrollo esta unido de una manera biunívoca
con la conservación y respeto por lo otro (el medio ambiente), lo otro (sus
semejantes que se encuentran en el medio social), y consigo mismo como
agente tanto de la dinámica cultural, como del entorno natural.
144
cultural bajo la determinación de un imaginario especifico que se da bajo la
influencia del cosmos sobre el hombre y la cultura.
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actúa con dos roles, el primero de observación y el segundo como portador
y comunicador.
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forma cobra importancia el buscar una mirada a la cultura desde el las
practicas astronómicas en relación con las configuraciones sociales y la
estructuración del paisaje desde el ser de una astronomía cultural; al tiempo
que desde la pregunta por el hombre se configuren una secuencia que vaya
desde lo histórico, cultural y fenomenológico, buscando como fin último la
caracterización de la cultura en cuanto a sus subjetividades y no en
términos comparativos con las demás culturas. De esta forma se daría pie
al análisis de como esos influjos que recibe en hombre desde el alzar la
mirada a los cielos, no se constituyen solo en una metáfora que representa
los miedos e inquietudes del hombre, sino en una herramienta que busca
comprender mejor los procesos en la tierra y que por tanto tienen un
carácter formativo, por lo cual es inherente de una mirada antropológica,
histórica y pedagógica, la cual en conjunto con el complemento de la
historia del astronomía y de la observación de la astronomía cultural
permiten la configuración de un nuevo campo de análisis que se
denominará como Astronomía Cultural Histórico Pedagógica, la cual se
entenderá como el estudio de las imágenes de hombre que se construyen
en diversas culturas bajo la configuración de las percepciones humanas del
cielo y su relación con la construcción del ser humano en el trascurrir del
tiempo en clave de los influjos formativos que se proyectan en el cosmos
hacia éste.
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LISTA DE TABLAS
151
LISTA DE FIGURAS
la cultura 117
152