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Capitulo 9 Revolucién El movimiento que convertitfa en museos publicos a las grandes colecciones de los soberanos ceuropeos se perfilé claramente al final del siglo xvi. La Revolucién francesa realiza el cambio en forma radical; bruscamente, un nimero considerable de obras que todavia el dia anterior depen- dian del rey, de la Iglesia, o de los particulares, son entregadas a la nacién. Iniciado en Francia, propa- gado en los paises ocupados por los gobiernos franceses que se sucedieron de 1793 a 1814, el impulso se extenderi en una Europa que, aunque intente defenderse contra ella, se veri constrefida a adoptar muchas formas de la Revolucién. El musco va a convertirse en una de las instituciones fundamentales de los estados modernos. ‘Se ha podido decir que la Revolucién no hizo otra cosa que realizar los proyectos museolégicos del antiguo régimen, pero lo cierto es que los llevé a cabo con mayor amplitud. La pasién por la légica que domina a los espititus en esta gran época de especulacién politica, transformari en instituciones regidas por leyes ciertos organismos que tenfan una existencia empirica. Se suefia siempre en el «Mu- seum central de las Artes y de las Ciencias» de Diderot, pero este proyecto centralizador no se reali- zari en el Louvre; muchos museos, entre 1792 y 1795 recogerin las diversas secciones del Museum central previsto: el Museo Nacional (museo de arte en el Louvre), el Museo de los Monumentos franceses (musco de Historia en el convento de los Pequefios Agustinos), el Museo de Historia Natural (museo de ciencias en el jardin botinico del rey), el Museo de Artes y Oficios (museo cientifico y téenico en el convento de San Martin del Campo). La Revolucién francesa hizo un enorme consumo de obras de arte; hasta este momento, los movi- mientos que afectaban a estos preciosos objetos slo tenian naturaleza comercial; muchas obras per- manecian en su lugar de origen desde su creacién; dnicamente la evolucién del gusto amenazaba su destino. En el momento de la Revolucién, las obras de arte van a encontrarse disponibles por millares. ‘Como pertenecian a personas fisicas o morales que habian perdido su existencia legal, como el rey, la Iglesia y los nobles emigrados, dichas obras se nacionalizaban, Era preciso darles un nuevo destino. 169 INSTRUCTION Sen la manidre Pinventorier et de conserver, dans toute étendue de la République, tous es objets qui peuvent servir aux aris, aux sciences, et & Lenscignement, rrorosts PAR LACOMMISSION TEMPOR AIRE DES ARTS. PAR LE CoMITE INSTRUCTION PUBLIQUE sia poten, bento de ges Ene carn ct a pacd dane se ice orion wee ee See tees rds eae ec ho leak pas arty sont ale ‘reherces ave Je pie fy ‘naineenant ‘eatided i ie vere son sang pourelles et eet conserve ‘aceomyaite quo et logan arent se pt Primera pégina de la Instruccién redactada por orden de la ‘Convencién Nacional para Ia conservacién de los objetos cculturales. Bibiotce Nacional, Perit. Eva Intrucién, aparecida en 1794, se difendié en toda Francia. La primera pégina lleva impreso ” lo dela ideoglarevalucionria. 170 No todas se conservaron para uso del piblico; muchas fue- on puestas en venta, como el mobiliario real de Versalles; también debieron enajenarse gran parte de los bienes de los cemigrados para satisfacer las reclamaciones de sus acreedo- res, no sin antes haber llamado a comisarios especializados para que decidiesen acerca de lo que podia considerarse ‘mis \itil para los museos en formacién. ‘Las obras confiscadas en toda Francia por orden de la Convencién se reénen en depésitos; a este fin se suelen utilizar conventos evacuados por las leyes recientes, que ofrecen vastos locales disponibles. En Paris, esta concen- tracién se hace en los conventos de los Pequefios Agustinos, de los Capuchinos, de los Grandes Jesuitas, de los Francis- anos y en el hotel de Nesles. Unos comisatios hicieron Ia seleccin; no todos son, por desgracia, eruditos 0 sabios, sino simplemente comisarios politicos; por consiguiente, Ja aplicacién de las leyes sobre los emblemas feudales, reli- giosos o reales, hizo que se apartara un excesivo niimero de obras, particularmente en provincias, para ser destruidas, rotas, fundidas 0 quemadas. En ningin otro momento de la historia el instinto de conservacién se asocia tan estrechamente al acto de des- ‘truccién, Cual bréjula enloquecida, la Convencién no cesa de contradecirse; unas veces refuerza las prescripciones para Ia destruccién de los emblemas sediciosos; después, espantada por el vandalismo que ha desencadenado, vota sanciones muy severas para todos aquellos que degradan Jos monumentos que pertenecen a la Nacién. Un «comité de instruccién piblica» creado el 14 de octubre de 1791 por la Asamblea Legislativa, debia velar por la conserva cién de los monumentos; fue reemplazado el 28 de septiem- ‘bre de 1793 por una

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