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Ofrecimiento de la Hora Santa.

Jesús Eucaristía, Dios cercano a nosotros en esta Custodia bendita. Hemos venido a rendirte
adoración y, como siempre, te queremos pedir muchas cosas, pero lo primero que te queremos
pedir, es que envíes desde el cielo tu Luz y tu Amor para todos los jóvenes, para que todos te
conozcan y Te amen aquí en la tierra, y después para siempre, en la eternidad.

Hacemos un espacio de silencio, por fuera y por dentro, y en estos primeros momentos de nuestra
Hora Santa, queremos hablarte con el corazón, reconociendo que estamos delante del Gran Rey y
Dios, Jesús Eucaristía. Recibe, Señor, el cariño y la adoración de todos los que estamos aquí,
especialmente de los jóvenes que te reconocen vivo y presente, Dios de vida eterna, Dios de
inmensa bondad.

Señor, ante tu presencia amorosa, te pedimos por los jóvenes de todos nuestros centros
educativos, te pedimos bendigas nuestra juventud. Ayuda a todos los jóvenes a ser siempre
nuevos. Asístelos con la fuerza de tu Espíritu para que reestrenen la vida recibida de ti y por ti la
hagan siempre buena. Da a todos, un recto pensar y un actuar acorde.

Abre los ojos, los oídos y el corazón de cada joven para que todos vivan en paz, con la conciencia
limpia de mancha, aceptando las penas y los sinsabores de la vida. Dales fortaleza para seguir
transformando nuestro mundo, dales una vida nueva cargada de amor y amistad. Concede a todos
los jóvenes ser tus amigos y hacerte muchos amigos más.

Da tu amor y tu gracia que ayude a todo joven a sembrar cosas nuevas, pero dales también el
consuelo de cosechar el futuro y gozar lo sembrado. Da a toda gente joven el ser feliz con lo que
son y tienen, sin dejar nunca de ser mejores que el día de ayer.

Déjalos, Jesús Eucaristía, sentirse tus hermanos y amigos. Dales Señor, el sentirse por ti y en ti,
siempre llamados a vivir contentos su destino y su juventud, sabiendo que al final del caminar te
encontrarán, como todos nosotros a ti, con los brazos abiertos para recibirnos. Amén

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Eterno Padre, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha salvado, aún contra mi propia
voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios mío,
por tu enorme compasión que tuvo piedad de mí. La única recompensa que puedo darte en
retribución de todo lo que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria. Estamos delante de
ti, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y queremos permanecer en tu adorable
presencia, queremos reparar nuestras culpas, renovarnos en el fervor de nuestra consagración y
entregarte nuestro homenaje de alabanza y adoración. Jesús bendito, estamos frente a Ti y
queremos arrancar a tu Divino Corazón innumerables gracias para para todas las almas,
especialmente para nuestros alumnos, para que todos ellos te puedan conocer y darte a conocer y
así puedan amarte tanto como tú a ellos, te pedimos por todos nuestros jóvenes para que su fe en
ti crezca cada día más Permite, oh Jesús, que estas horas sean verdaderamente horas de intimidad,
horas de amor en las cuales nos sea dado recibir todas las gracias que Tu Corazón divino nos tiene
reservadas. Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, me uno a Ti y te suplico me hagas
partícipe de los sentimientos de Tu Corazón Inmaculado.
2 visita

¡Señor y Dios mío, seas siempre bendito y alabado

mi Jesús Sacramentado!

¡Oh Jesús!, que no contento con morir crucificado después de haber sufrido la más cruel de las
pasiones por amor a nosotros los hombres pecadores, has querido permanecer siempre cerca y
voluntariamente

te constituyes en el Santísimo Sacramento.

Mil gracias Señor, vengo a ti y me acerco como un hijo al hogar.

Tú me miras y estás pronto a consolarme. Como lo hiciste en tu vida terrenal sobre tantos que
imploran Tu clemencia, tiende ahora tu santa mano para alejar de nosotros las intranquilidades
que nos mantienen en preocupación, ponemos en tu sagrado corazón, todas las necesidades e
intenciones de nuestros estudiantes, por la salud de cada uno de ellos, especialmente de aquellos
que se encuentran en etapas culminantes de enfermedades, para que tu les des el consuelo y el
sosiego a sus almas y puedan ellos entregarte a ti sus dolores y ser empapados en la paz que solo
tu regalas

Tú que Lees en el fondo de nuestras almas, nuestras penas y alegrías, sabes todo cuanto
necesitamos.

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Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y regalados amores. Amor me pides, Dios mío, y amor
me das; tu amor es amor de cielo, y el mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es infinito y
purísimo; el mío, imperfecto y limitado.

Señor, por ese infinito amor con el que nos amas, hoy te pedimos una gracia muy especial que solo
tu sacratísimo corazón nos puede obtener, te pedimos por los logros académicos de nuestros
alumnos, para que les concedas sabiduría en todas sus actividades y así puedan ellos convertirse
en ciudadanos de bien, te pedimos que sea tu amor el que los siga sosteniendo en todas las
dificultades que se presenten, para que el fuego de tu amor los anime a seguir esforzándose con
alegría y no desfallezcan ante ninguna adversidad.

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Señor mío Jesucristo, que por amor al hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de
amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el
sacramento del altar.

Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y
especialmente por haberte dado Tú mismo en este sacramento, por haberme concedido por abogada a tu
amadísima Madre

Señor, hoy venimos a pedirte por las familias de cada uno de nuestros alumnos, para que sean ejemplo de
unidad, de amor y ternura y sean ellas mismas, manantiales de donde broten vocaciones dedicadas a tu
servicio, para que, en cada uno de sus hogares, reine la paz y el bien.
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¡Oh Divino Jesús! que durante la noche estáis solitario en tanto tabernáculos del mundo, sin que ninguna de
vuestras criaturas vaya a visitarte y a adorarte. Yo te ofrezco mi pobre corazón, deseando que todos sus
latidos sean otros tantos de amor y adoración. Tú, Señor, estás siempre en vela bajo las especies
Sacramentales, vuestro amor misericordioso nunca duerme ni se cansa de velar por los pecadores.

¡Oh Jesús amantísimo!, ¡Oh Jesús solitario!, haz de nuestro corazón cual lámpara encendida que en caridad
se inflame y arda siempre en vuestro amor. Vela ¡oh centinela Divino!, vela por el mísero mundo. Oh Dios
misericordioso y eterno, nuestro Pastor y Guía, mira con amor a Francisco tu siervo, a quien elegiste como
sucesor de san Pedro y pastor de tu grey. Escucha, Señor, la plegaria de tu pueblo y haz que nuestro Papa,
Vicario de Cristo en la tierra, confirme en la fe a todos los hermanos, para que toda la Iglesia se mantenga en
comunión con él por el vínculo de la unidad, el amor y la paz. Concédele valor, sabiduría y amor a tu pueblo,
para que él sirva con fidelidad a todas aquellas personas a quienes tú le has confiado sus cuidados y lleve a
tu Iglesia unida en la fe, de corazón y voluntad, mientras procuramos llevar a su pleno cumplimiento la
misión de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor

Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!

Bendice a la Iglesia, que tú has amado, servido, y guiado, animándola a caminar con coraje por los senderos del mundo
para llevar a Jesús a todos y a todos a Jesús.

Bendice a los jóvenes, que han sido tu gran pasión. Concédeles volver a soñar, volver a mirar hacia lo alto para encontrar la
luz, que ilumina los caminos de la vida en la tierra.

Bendice las familias, ¡bendice cada familia!

Tú advertiste el asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que Dios encendió sobre la tierra.
San Juan Pablo, con tu oración protege las familias y cada vida que brota en la familia.

Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando el
diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.

Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo, donde te vemos junto a María, haz descender sobre todos nosotros la
bendición de Dios. Amén.

Cardenal Angelo Comastri


Vicario General de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano

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