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GERARDO BOTERO ZULUAGA

Magistrado ponente

SL654-2018
Radicación n.° 50018
Acta 08

Bogotá D.C., siete (07) de marzo de dos mil dieciocho


(2018).

Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por


la COMPAÑÍA SURAMERICANA ADMINISTRADORA DE
RIESGOS PROFESIONALES Y SEGUROS DE VIDA -
SURATEP S.A. contra la sentencia del 30 de septiembre de
2010, proferida por la Sala Laboral de Descongestión del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, en el
proceso ordinario laboral seguido contra la recurrente por
ANA YESMÍN MOJICA ESTEBAN, en nombre propio y en
representación del menor DANIEL NICOLÁS MEDINA
MOJICA.
I. ANTECEDENTES

La actora demandó para que se declarara que la muerte


de Josué Nicolás Medina Arévalo fue de origen profesional y,
consecuencialmente, se dispusiera el reconocimiento y pago
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de la pensión de sobrevivientes, a partir del 24 de noviembre


de 2003, junto con la indexación, los intereses corrientes, la
prestación de los servicios médicos asistenciales, el auxilio
funerario, lo ultra o extra petita, y las costas procesales.

Explicó que Medina Arévalo, trabajó como profesor de


tiempo completo y Jefe del Programa de Licenciatura en
Biología y Química de la Facultad de Educación de la
Universidad Surcolombiana, entre el 5 de marzo de 1999 y el
23 de noviembre de 2003; dentro de sus actividades
curriculares se encontraban salidas de campo, en atención a
la materia que dictaba, y por ello se planificó una, entre el 5
y el 8 de noviembre del año 2003, para la cual la Tesorería le
entregó los recursos económicos; que sin embargo, por
haberle asignado otra carga académica debió declinar de tal
práctica y así lo informó en tiempo; y que el 7 de noviembre,
en la tarde, en horario laboral, fue requerido por la
dependencia administrativa para que, de forma urgente,
allegara ese mismo día el dinero que, previamente, se le había
entregado.

Aseguró que, en cumplimiento de tal exigencia, y en


atención a que la práctica académica se llevaría a cabo al día
siguiente, aquel se dirigió a su casa, ubicada al frente de la
Universidad, y que, al retornar, justo antes de la entrada de
una de las facultades, fue atropellado por una volqueta y
remitido a una Unidad de Cuidados Intensivos; que, en todo
caso, mientras estuvo consciente, entregó a uno de quienes
lo auxiliaron el dinero que se le había requerido por parte de
la tesorería; que tras varios días en la clínica falleció y por
ello reclamó el auxilio funerario y la pensión de

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sobrevivientes, de origen laboral, que le fue negada por


Suratep, soportado en que se trató de un accidente de
tránsito y no uno de trabajo, y que eso mismo fue ratificado
por la Junta Nacional de Calificación, sin pronunciarse sobre
los documentos allegados en los que se acreditaba lo
contrario.

Al responder la Compañía Suramericana


Administradora de Riesgos Profesionales y Seguros de Vida
SURATEP S.A., se opuso a lo pedido; aceptó la vinculación
laboral de Josué Nicolás Medina Arévalo, y dijo no constarle
lo relacionado con los momentos previos del accidente, ni los
trámites internos de la Universidad; negó que se tratara de
un accidente de trabajo, pues fue de tránsito, sin que
estuviese realizando alguna actividad de la universidad y
admitió que el dictamen de la Junta corroboró que fue de
origen común. Como medios para enervar lo pedido planteó
la inexistencia de las obligaciones, prescripción y buena fe.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Sexto Laboral de Descongestión del Circuito


de Bogotá, en proveído de 28 de febrero de 2008, absolvió de
lo pedido y dispuso la consulta en caso de no recurrirse;
gravó con costas a la parte accionante (folios 160 a 170).

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral de Descongestión del Tribunal Superior


del Distrito Judicial de Bogotá, al resolver la apelación de la

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actora, en providencia de 7 de julio de 2010, revocó la de


primer grado y, en su lugar, declaró de origen laboral el
deceso del afiliado, y en consecuencia dispuso el pago de la
pensión de sobrevivientes, a cargo de la entidad demandada,
desde el 23 de noviembre de 2003, junto a las mesadas
adicionales, los reajustes de ley « pagados en un porcentaje del
50% a la demandante señora ANA YESMÍN MOJICA ARÉVALO (sic) y un
50% al menor DANIEL NICOLÁS MEDINA MOJICA, pero solo hasta el
momento en el cual cumpla 25 años de edad, siempre y cuando acredite
su condición de beneficiario»; las costas de segunda instancia las

eximió, pero las de primera se las dejó a cargo a SURATEP.

Resolvió la controversia en línea con lo dispuesto en la


Decisión 584 del Consejo Andino de Naciones, en la que se
definió el concepto de accidente de trabajo bajo las
acepciones por causa y con ocasión, y en la que se determinó
el accidente «in itinere», esto es el ocurrido «durante la ejecución de
órdenes del empleador, o durante la ejecución de una labor bajo su
autoridad, aun fuera del lugar y horas de trabajo»,

Para arribar a tal decisión, el ad quem partió de la


definición de accidente de trabajo y el análisis probatorio en
conjunto, que concretó, en todo caso, en la comunicación del
decano Liberio Salazar Trujillo dirigida a la Dra. Mery Silva
Serrano, y en el testimonio de Luis Javier Narváez Zamora,
que lo llevaron a considerar que «si bien es cierto el suceso ocurrió
estando el de cujus por fuera de la universidad, no es menos cierto, que
la entrega de ese dinero a él fue con ocasión a una actividad curricular
que era parte integrante de su trabajo, y al dirigirse a su residencia, que
se debe aclarar fue en horarios laborales, fue con ocasión a que tenía
que devolver dicho dinero dentro de un término, el cual era hasta las
3:00 pm, lo que llevó a que saliera de la universidad donde laboraba de
manera constante, pero se aclara, que entre sus funciones laborales

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como ya lo dijo su superior señor LIBERIO SALAZAR, se encontraba (sic)


realizar actividades extramuros con sus alumnos y al dirigirse a su
residencia en busca de aquel dinero conlleva a concluir que ese suceso
repentino fue con ocasión del trabajo». E insiste en que con lo

mencionado, «queda probado el nexo causal entre el siniestro y el


trabajo, pues como ya se dijo, el causante se ausentó de su lugar de
trabajo, en busca de un dinero que tenía que entregar a la tesorería de
la universidad en donde laboraba, y que dichos dineros eran de
propiedad de dicha universidad en donde laboraba, con lo que se
encuentra desacertada la conclusión del a quo, al calificar como de riesgo
común el suceso que ocasionó la muerte del señor JOSUÉ MEDINA, pues
este con las pruebas recaudadas fue sin dubitación alguna de origen
profesional».

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Fue interpuesto por la parte demandada, concedido por


el Tribunal y admitido por la Corte, que procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Se pretende que la Sala de Casación Laboral case la


sentencia acusada del Tribunal y, en sede de instancia,
confirme la de primer grado y provea en costas como
corresponda.

Con tal objeto, invoca la causal primera de casación


laboral, consagrada en los arts. 87 del CPT y SS, 64 del D.
528/1964 y el art. 7º de la L. 16 de 1969, por lo cual,
presenta dos cargos, que fueron replicados.

VI. CARGO PRIMERO

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Acusa la sentencia recurrida de violar en la modalidad


de «interpretación errónea» los arts. 1º, literal n) de la decisión
584 del Consejo Andino de Naciones (CAN), 1º de la L. 8ª de
1973, que aprobó el Acuerdo de Cartagena de 1969, 2 y 3 de
la L. 17 de 1980, que aprobó el tratado que crea el Tribunal
Andino de Justicia del Acuerdo de Cartagena, 9 y 10, literal
b) del D.L. 1295 de 1994, lo que condujo a la «aplicación
indebida» de los arts. 139-2-6-11, 140, 162-3-4 y parágrafo

206, 208, 249, 250, 251, 252, 253, 254, 255 y 256 de la L.
100 de 1993, 216 y 348 del CST.

Refiere que el juez de segundo grado «se circunscribió a


determinar si la muerte del profesor JOSUÉ NICOLÁS MEDINA tuvo
origen en un accidente de trabajo o un accidente de riesgo común para
lo cual acudió a un único y endeble razonamiento».

Explica que «el fallador de segunda instancia asignó


connotación de accidente de trabajo al suceso que originó la muerte del
docente JOSUÉ MEDINA con base a que este ocurrió dentro del horario
laboral del occiso, sin tener en cuenta que por la época de los hechos, y
dada la declaratoria de inexequibilidad de los artículos 9 y 10 del
Decreto 1295 de 1994 por parte de la Corte Constitucional, no existía
norma legal aplicable en el derecho interno que definiera el accidente de
trabajo. Sin embargo, el Tribunal creyó encontrar la fuente normativa que
regula el caso en la Resolución 584 de la CAN, pero interpretándola
erróneamente, dado que la misma establece que el suceso ocurrido en el
desplazamiento de un trabajador entre su residencia y el lugar de
trabajo, o viceversa, está deferido a la legislación interna de cada país,
razón por la cual, contrario a lo entendido por el Tribunal, implícitamente
no considera como accidente de trabajo el acaecido por fuera del lugar
normal de labor».

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Advierte que aun cuando se aplicara el art. 10 del D.L.


1295 de 1994, este consagra qué actividades no son
accidente de trabajo y no lo es, según el literal b) el sufrido
por el trabajador, fuera de la empresa, durante los permisos
remunerados o sin remuneración, así se trate de permisos
sindicales.

Aduce que no está en discusión que el accidente ocurrió


fuera del lugar de trabajo, señalando que la hipótesis del
mismo encaja en el citado literal del artículo transcrito,
cuando el trabajador abandona el plantel para acudir a su
hogar y luego decide regresar a la empresa, agregando que
distinto sería si el accidentado utiliza medios de transporte
facilitados por la empleadora. Cita la sentencia CSJ SL 16
mar. 2010, Rad. 36922.

Concluye que el Tribunal adoptó «un entendimiento distinto


a lo enseñado por la jurisprudencia, que descarta un accidente cuando
se produce por fuera de las instalaciones de la empleadora», por lo que

se observan los quebrantos normativos indicados en la


proposición jurídica.

VII. LA RÉPLICA

Esgrime, para oponerse, que «la aplicación errónea, es una


modalidad donde se aplica la ley que regula el caso, pero le da una
interpretación que no es la correcta. Y la aplicación indebida es la
modalidad donde aplica la ley no habiendo lugar a ello, aplica la ley que
no regula el caso», que como son contradictorias no pueden

incorporarse en la misma acusación y que ello la hace inane.

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VIII. CONSIDERACIONES

No se opone a la regularidad del recurso que en un


mismo cargo se aluda a dos modalidades distintas de
violación a la ley, siempre que estas no se refieran a idénticas
normas, que es lo que sí sería un contrasentido, pues no es
lo mismo interpretar equivocadamente una disposición, que
aplicarla equivocadamente o rebelarse a su utilización, y es
por ello que, en lo que atañe a la presente acusación, no es
posible atribuirle tal defecto, pues con claridad el censor
explicó sus críticas frente a lo decidido por el Tribunal,
distinguiendo en su planteamiento las reglas en las que, a su
juicio, existió equivocada hermenéutica y las que se
acogieron sin que regularan el asunto, de allí que no se
presenta el defecto planteado por la parte opositora.

Ahora bien, según la vía elegida, no existe controversia


en que Josué Nicolás Medina Arévalo estuvo afiliado a la
entidad demandada ARP (Hoy ARL) SURATEP S.A. hasta el
día de su fallecimiento, el 23 de noviembre de 2003; que el 7
de ese mismo mes y año se produjo el accidente frente de las
instalaciones de la Universidad Surcolombiana, en la que
laboraba como Docente; la discusión que se plantea es
estrictamente jurídica y está dirigida a establecer cuál era la
norma vigente para ese momento, y si era viable acudir a la
Decisión 584 de la Comunidad Andina de Naciones, para
luego de ello determinar si el juzgador se equivocó.

Para resolver huelga indicar, que el inciso tercero del


artículo 9º del Decreto 1295 de 1994 «Por el cual se determina la
organización y administración del Sistema General de Riesgos

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Profesionales», fue declarado exequible por la Corte


Constitucional, mediante la sentencia C-453 del 12 de junio
de 2002, en lo que en ese momento fue objeto de demanda,
esto es si podía reputarse accidente de trabajo cuando el
empleador hubiese dispuesto el transporte.

Dicha norma que estuvo vigente para cuando aconteció


el accidente de Medina Arévalo, esto el 7 de noviembre de
2003, disponía que el sistema de riesgos profesionales
reglaba, entre otros, las prestaciones económicas y allí se
regulaba si los accidentes podían encuadrarse o no en la
categoría de laborales, a los que definía como un suceso
repentino, sobreviniente, por causa o con ocasión del trabajo,
y con afectación en la integridad o vida del trabajador, el cual
bien podía ocurrir, transportándose al lugar de trabajo o
retornando de él, cuando la empresa dispusiera el vehículo,
o en ejecución de órdenes dadas por aquella, disposición que,
para esa fecha, se encontró ajustada a los preceptos 48 y 53
constitucionales.

Tal normativa, en su contenido, en nada se oponía a la


decisión 584, sustitutiva de la 547 del Instrumento Andino
de Seguridad y Salud en el Trabajo, expedida por el Consejo
Andino de Ministros de Relaciones Exteriores, pues ambas
eran coincidentes sobre los parámetros a tener en cuenta, tal
como se desprende de su tenor:

Es accidente de trabajo todo suceso repentino que sobrevenga por


causa o con ocasión del trabajo, y que produzca en el trabajador
una lesión orgánica, una perturbación funcional, una invalidez o
la muerte. Es también accidente de trabajo aquel que se produce
durante la ejecución de órdenes del empleador, o durante la
ejecución de una labor bajo su autoridad, aun fuera del lugar y

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horas de trabajo. Las legislaciones de cada país podrán definir lo


que se considere accidente de trabajo respecto al que se produzca
durante el traslado de los trabajadores desde su residencia a los
lugares de trabajo o viceversa.

En ese sentido, aun cuando es cierto que el juez de


segundo grado no hizo explícito el artículo 9 del Decreto 1295
de 1994, ello en nada afectaba la definición de la
controversia, porque la Decisión 584 de la CAN remitía a la
legislación del país, y al ser complementarias ambas, como
se vio, no podían reñir.

En todo caso, para esta Sala, esa Decisión 584 de la


CAN, no solo tuvo en su momento efectos de coadyuvancia
normativa sino plena fuerza jurídica mientras no se expidió
la Ley 1562 de 2012; ello debido al vacío legal que aconteció
tras la declaratoria de inexequibilidad de ese y otros varios
artículos por los cuales la Corte Constitucional vino a excluir
tal articulado del ordenamiento jurídico, a través del
radicado CC C-858/2006, soportada en que el Presidente de
la República excedió la facultad reglamentaria para definir,
por esa vía, cuál era el contenido del accidente de trabajo,
pues solo podía pronunciarse sobre el marco del sistema
general de riesgos.

De manera que, por ninguno de los ataques que exhibe


el recurrente, podría socavarse el argumento esbozado por el
juzgador de segundo grado y por tanto el cargo no prospera.

IX. CARGO SEGUNDO

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Denuncia la sentencia recurrida de violar por la vía


«indirecta por aplicación indebida», los arts. 1º, literal n) de la

Decisión 584 del Consejo Andino de Naciones (CAN), art. 1º


de la L. 8ª de 1973, que aprobó el Acuerdo de Cartagena de
1969, 2 y 3 de la L. 17 de 1980, que aprobó el tratado que
crea el Tribunal Andino de Justicia del A. de Cartagena, 9 y
10, literal b) del D.L. 1295 de 1994, lo que condujo a la
aplicación indebida de los arts. 139-2-6-11, 140, 162-34 y
parágrafo, 206, 208, 249, 250, 251, 252, 253, 254, 255 y 256
de la L. 100 de 1993, 216 y 348 del CST.

Presenta como errores de hecho manifiestos:

1. Dar por demostrado, sin estarlo, que el docente JOSUÉ


NICOLÁS MEDINA (q.e.p.d.) salió del plantel educativo hacia su
residencia por orden de un superior.

2. No dar por demostrado, estándolo, que la orden impartida por


el empleador fue la de dar unas clases extramuros el 5, 6, 7 y
8 de noviembre de 2003, la cual no cumplió.

3. No dar por demostrado, estándolo, que la orden de dictar las


clases extramuros la ejecutó otro docente.

4. Dar por demostrado, sin estarlo, que el accidente que propició


la muerte del educador es de origen profesional.

5. No dar por demostrado, estándolo, que el accidente es de


tránsito y de origen común.

Afirma que los anteriores desaciertos ocurrieron por la


ausencia de valoración de la certificación expedida por la
Fiscalía Seccional del Huila (folio 82), el Dictamen de la Junta
Nacional de calificación de Invalidez (folios 102 a 107) y la
comunicación del Jefe de División de Medicina Legal (folio
84).

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Así mismo indica, que la sentencia impugnada apreció


con error la comunicación del Decano de la Facultad de

Educación (folios 30 y 31) y el testimonio de Luis Javier


Narváez Zamora (folios 144 a 145).

Dice que el Tribunal «soslayó el examen de la documental que


aparece a folios 102 a 107 que contiene la calificación de origen
efectuada por la Junta Nacional de Calificación de Invalidez, la cual era
imprescindible valorar a efectos de la decisión del caso bajo examen,
porque se trata de la determinación de la entidad a la cual la Ley le
defiere la competencia para tal fin».

Agrega que según el dictamen referido, se descarta que


se trate de un accidente de trabajo, y lo califica de origen
común, en tanto «es fácil deducir, de un lado que el accidente del
asegurado no se produjo con ocasión del trabajo, puesto que la misión
que cumplía desbordaba la orden dada por el empleador, razón por la
cual en casos como el presente se debe tener en cuenta la conducta del
trabajador, motivo por el que se reitera que el suceso repentino no se
presentó como consecuencia del trabajo encomendado por la empleadora
del afiliado tal y como se desprende del análisis probatorio verificado por
esta Sala de decisión en precedentes párrafos».

Aduce que en el expediente no hay pruebas que


permitan inferir, que Medina Arévalo estaba cumpliendo «una
orden específica de realizar un trabajo que haya sido causante directo
del insuceso»; lo que se corrobora con el documento de folio. 84,

«inexplicablemente omitido por el Tribunal», que el Jefe de División

de Medicina Laboral, dirige a la empleadora.

Manifiesta que la certificación de la Fiscalía 14


Delegada ante los Juzgados Penales del Circuito de Neiva (fls.

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82) da fe que el motivo del deceso fue un «accidente de tránsito»,


prueba que tampoco fue estimada por el Tribunal.

Asegura que el Tribunal se apoyó en una comunicación


enviada por el Decano de la Facultad y en el testimonio de
Luis Javier Narváez, cuando al Decano no le consta el
accidente de manera directa porque no lo presenció y dado
que no hay prueba de orden impartida por la empleadora de
devolver el dinero «pues ello nada tiene que ver con las funciones de
maestro» y que la orden impartida era «dictar unas clases de 5 al 8
de noviembre de ese año, la cual no fue cumplida sino suplida por otro
colega».

Reitera que no se acredita que la universidad «ordenó al


docente salir en ese momento del plantel e ir en búsqueda del dinero
faltante». Que Luis Javier Narváez tampoco presenció el
accidente, y que de ninguna manera dijo que la devolución
de dicho dinero «obedeciera a una orden de la entidad empleadora»,
ni que debía hacerlo por autoridad superior que le ordenara
entregarlo en ese instante del 7 de noviembre a las 3 de la
tarde.

Culmina con que «no existe nexo causal entre el hecho


imprevisto y la muy lamentable muerte del docente, dado que el retiro de
este del plantel como quedó demostrado, no se dio por una orden de la
universidad, sino por la propia voluntad del trabajador».

X. LA RÉPLICA

Se opone a los argumentos del cargo, pues en su criterio


el error no se concretó dado que «está plenamente probado el
nexo causal entre el siniestro y el trabajo», y que como «aplica

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la teoría del riesgo objetivo» la ARP (hoy ARL) debió demostrar


que las causas del accidente a pesar de ocurrir en la jornada
laboral, «tiene un origen propio, circunstancia que no se dio».

Argumenta, en adición, que la jurisprudencia de esta


Corte ha sostenido «que la calificación de las Juntas de Calificación
de Invalidez, se deben considerar como un peritazgo, porque no son
jueces, por lo tanto, no es motivo de casación». y transcribe una que

no identifica por radicado, ni fecha, para sostener que no es


posible acceder al quebrantamiento.

XI. CONSIDERACIONES

Acierta el opositor al cuestionar una parte de la


acusación, esto es la relacionada con la calificación del
accidente que realizó la Junta Nacional de Invalidez y que se
acusa aquí como inapreciada, de un lado porque tiene
tratamiento de documento declarativo emanado de terceros, y
de otro, porque, en términos jurídicos, la iniciación del trámite
judicial obedeció precisamente a que la parte actora estimó que
dicha calificación fue equivocada y que, por tanto, podía ser
enjuiciada y variada a instancias procesales.

De manera que, desde ninguna arista, es posible traerla


a la discusión que aquí se suscita, para pretender de ella unos
efectos que están en el marco del debate.

En lo relativo a la documental 82, que corresponde a la


constancia de la Fiscalía sobre el atropellamiento del afiliado,
esta tampoco tiene la posibilidad de quebrantar la decisión,
pues un accidente de tránsito no desvirtúa, como parece

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entenderlo el censor, que se haya producido por causa o con


ocasión del trabajo, toda vez que la calificación de esta clase
de eventos compete al juez laboral, dado que, se insiste, en
atención a lo previsto en el artículo 2º-1 del Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social, y de conformidad con la
libertad probatoria establecida en el artículo 51 ibídem,
cuestión de orden jurídico que no discute la recurrente. Y ello
por la sencilla razón de que para que un suceso sea tenido
como accidente de tránsito basta que en él se vea
comprometida la presencia o intervención de un vehículo
automotor en tránsito (ejm., artículo 1º del Decreto 3990 de
2007); en tanto que para que ese mismo suceso o cualquiera
otro se pretenda tener como accidente de trabajo se exige por
la ley que se produzca de manera repentina por causa o con
ocasión del trabajo y produzca en el trabajador una lesión
orgánica, una perturbación funcional, una invalidez o la
muerte, tal y como lo decía expresamente el artículo 9º del
Decreto 1295 de 1994, vigente para el 10 de diciembre de 2003,
cuando falleció el causante en este asunto, y que ahora lo
repite el artículo 3º de la Ley 1562 de 2012, con el agregado de
que la perturbación puede ser también siquiátrica.

Así que, el espectro del accidente de trabajo es muchísimo


más amplio y omnicomprensivo que el reducido y específico del
accidente de tránsito, al punto que, cuando el accidente de
tránsito genera una incapacidad laboral de carácter temporal
ésta será cubierta por la Entidad Promotora de Salud del
Régimen Contributivo a la que estuviere afiliada la víctima, si
el accidente fuere de origen común, o por la Administradora de
Riesgos Profesionales, si este fuere calificado como accidente
de trabajo, cuando a ello hubiere lugar, tal cual lo reza hoy el

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Parágrafo 6º, del numeral 5, del artículo 2º del citado Decreto


3990 de 2007.

En lo atinente a los siguientes documentos denunciados,


es claro que el Tribunal dedujo que el accidente que sufrió
Josué Medina Arévalo, lo fue con ocasión del trabajo, y que
existía una causalidad mediata en aquel, que fue lo que lo
condujo a adscribirle responsabilidad a la Administradora de
Riesgos Profesionales.

Tal deducción, lejos de aparecer desvirtuada, está


corroborada con la documental de folio 30 y 31, allí el Decano
de la Facultad de Educación de la Universidad Surcolombiana
explica a la Coordinadora de Programa de Salud Ocupacional,
que el afiliado fallecido «a eso de las 2:30 p.m, aproximadamente
regresó a su apartamento ubicado en el edificio La Magdalena, -frente a la
Universidad, al otro lado de la avenida Pastrana- para retirar un dinero con
el cual debía legalizar un avance en la oficina de Tesorería de esta
Universidad pues tenía plazo hasta las tres de la tarde», contrario a lo

que refiere el censor, tal afirmación del directo superior del


docente, ratifica la deducción del juez plural, esto es que el
accidente ocurrió con ocasión del trabajo, en tanto existió
causalidad mediata, es decir que al hallarse en ejecución de las
órdenes de la Universidad, que debía cumplir perentoriamente,
el trabajador acudió al lugar en el que disponía del dinero y
que en el trayecto aconteció su muerte.

Huelga en todo caso anotar, que el Tribunal, aunque no


hizo mención de cada una de las pruebas que militaban en el
plenario, si aludió a ellas, en tanto las apreció en su conjunto,
para derivar el origen laboral de la lesión, sin que estas fueran

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denunciadas por el censor, manteniéndose incólume la


determinación; por demás, dentro de ellas se encuentra el
documento de la empleadora, dirigido a la Gerente de la
Administradora de Riesgos Laborales, en la que tanto el Jefe
de División de Personal de la Universidad, como la
Coordinadora del Programa de Salud Ocupacional, recaba en
las conclusiones, al decir que «Mediante oficio N°MAGA-0009 el señor
Tesorero de esta Universidad certificó que le había sido otorgado el avance
0868 por valor de Un millón ciento treinta y un mil pesos m/te
($1.131.000,oo) para viajar a Palmira y Cali, durante los días 5, 6, 7 y 8 de
noviembre de 2003; como no asistió a la práctica, debía acercarse a esta
Tesorería para tramitar el reintegro de los recursos no utilizados, por cuanto
son públicos y no debe disponerse de ellos, sino consignarlos por ser de
propiedad del Estado».

La propia Universidad, da cuenta de que el afiliado al


momento de su accidente «traía el dinero que debía reintegrar a la
Universidad, motivo por el cual debía salir de esa misma tarde …Ese dinero
fue reintegrado a la Universidad para la legalización del avance como se
soporta en la consignación anexa». También, dentro de la totalidad

de las pruebas está el Acuerdo 051 de 2000, que tampoco se


cuestionó, y en el que se indica, contrario a lo que aquí se
refiere en la acusación, que los docentes tienen actividades
extracurriculares y que «ARTÍCULO 13. Son prácticas extramuros las
que por necesidades curriculares plenamente justificadas por la Jefatura
del Programa son realizadas fuera de la institución», e incluso a folio 19

aparece la planilla en la que le fueron asignadas y a folio 29 la


carta del docente Josué Nicolás Medina Arévalo, en la que
declinó de ellas y por razón de lo cual debió retornar el anticipo
que le fue otorgado.

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En suma, la calificación del origen laboral que realizó el


Tribunal, no solo se fundó en que distinguió, correctamente,
que el accidente ocurrió con ocasión del trabajo, pues había
una conexión directa con la actividad profesional, en tanto la
lesión se produjo en ejecución de órdenes que, como se vio,
estaban demostradas en el trámite procesal, a raíz del cual
dedujo que sin ese desplazamiento con la exigencia del retorno
del anticipo para la actividad académica no hubiese existido
lesión y, posteriormente la muerte, sin que esto pueda
reprocharse jurídica o fácticamente, y como es así se torna
inane el análisis del testimonio, pues esto solo es viable cuando
se halle el quebrantamiento que aquí no ocurrió.

Costas en casación a cargo de la parte recurrente. Fíjense


como agencias en derecho la suma de $7.500.000, las cuales
liquidará el Juzgado de Primera Instancia conforme al artículo
366 del Código General del Proceso.

XIII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la Ley, NO CASA la
sentencia la sentencia la sentencia del treinta (30) de
septiembre de dos mil diez (2010), proferida por la Sala
Laboral de Descongestión del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá, en el proceso ordinario laboral seguido
contra la recurrente por ANA YESMIN MOJICA ESTEBAN,
en nombre propio y representación del menor DANIEL
NICOLÁS MEDINA MOJICA.

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Radicación 50018

Costas en casación como se indicó en la parte motiva.

Cópiese, notifíquese, publíquese, cúmplase y


devuélvase el expediente al Tribunal de origen.

FERNANDO CASTILLO CADENA


Presidente de la Sala

GERARDO BOTERO ZULUAGA

JORGE MAURICIO BURGOS RUIZ

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO

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Radicación 50018

LUIS GABRIEL MIRANDA BUELVAS

JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN

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