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Causa nº 3563/2010 (). Resolución nº 56047, de Sala Primera


(Civil), de 16 de Diciembre de 2011

Fecha de Resolución: 16 de Diciembre de 2011


Movimiento: Sentencia - RECHAZADAS CASACIÓN FORMA Y FONDO
Caratulado: octavio a. abarca castelli con sixto guillermo proschle gonzalez
Emisor: Sala Primera (Civil)

Id. vLex: VLEX-436708182


http://vlex.com/vid/octavio-abarca-castelli-sixto-proschle-436708182

Texto

Contenidos
PRIMERO
SEGUNDO
TERCERO
CUARTO
QUINTO
SEXTO
SÉPTIMO
OCTAVO
NOVENO
DÉCIMO
UNDÉCIMO
DUODÉCIMO
DÉCIMO TERCERO
DÉCIMO CUARTO
DÉCIMO QUINTO
DÉCIMO SEXTO

Santiago, dieciséis de diciembre de dos mil once.

VISTOS:

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En estos autos rol N° 1.653-2007, seguidos ante el Juzgado Civil de Calbuco, sobre juicio
ordinario de cumplimiento de contrato con indemnización de perjuicios iniciado por Octavio
Agustino Abarca Castelli en contra de Sixto Proschle González, a la que se acumularon los
autos sobre nulidad de contrato, formulada por Sixto Proschle González en contra de Octavio
Agustino Abarca Castelli, por sentencia escrita a fojas 206, de trece de octubre de dos mil
nueve, se rechazó la demanda de cumplimiento de contrato con indemnización de perjuicios
interpuesta a fojas 5. Por otra parte, sólo se acogió la demanda de nulidad incoada a fojas 46 y
siguientes, declarándose la nulidad absoluta del contrato de promesa celebrado entre las partes.
Se rechazó, en todo lo demás, la demanda en causa acumulada deducida a fojas 46 y
siguientes.

La parte de Octavio Abarca Castelli dedujo recurso de apelación en contra de dicha resolución,
la que fue conocida por una Sala de la Corte de Apelaciones de Puerto Montt, que por
resolución de quince de abril de dos mil diez, escrita a fojas 252, revocó la sentencia apelada y
en su lugar se decidió que:

I. Se rechaza la demanda interpuesta a fojas 46 y siguientes por don Sixto Proschle


González, en contra de don Octavio Agustino Abarca Castelli;

II. Se acoge, en todas sus partes, la demanda deducida a fojas 5 por don José Joaquín Pérez
Toledo, en representación de don Octavio Agustino Abarca Castelli, en contra de don Sixto
Guillermo Proschle González, y en consecuencia, se condena al demandado a suscribir el
contrato de promesa de compraventa a que se hace referencia en el fundamento primero
de la sentencia y al pago de la indemnización allí señalada a título penal.

III. Se condena al perdidoso al pago de las costas del juicio y de esta instancia.

En contra de esta última decisión la parte de don Sixto Proschle González deduce recursos de
casación en la forma y en el fondo.

Se trajeron los autos en relación.

Y TENIENDO EN CONSIDERACIÓN:

EN CUANTO AL RECURSO DE CASACION EN LA FORMA:

PRIMERO
Que el recurrente denuncia que en la sentencia impugnada se ha incurrido en la causal de
nulidad formal prevista en el número 5 del artículo 768, esta última en relación con el numeral
cuarto del artículo 170, ambos del Código de Procedimiento Civil por cuanto el fallo impugnado
en el considerando quinto, establece sin fundamentación alguna, un hecho que jamás fue
pretendido por la contraria y que no fue materia de prueba: en la fecha que se suscribió el
contrato de promesa don Sixto Proschle estaba en conocimiento que el inmueble estaba
embargado; de modo que al tenor del artículo 1683 del Código Civil está impedido de alegar
aquella circunstancia como motivo de nulidad.

Afirma que, de esta manera, la sentencia se asienta en una aseveración carente de toda
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fundamentación y, de haber aplicado la ley, habría confirmado la sentencia de primer grado,


pues es nulo absolutamente el contrato promesa de venta.

Hace presente que, además, durante la tramitación del proceso se privó a su parte,
injustamente, de la prueba pericial, fundamental para demostrar que el contrato prometido
adolecía de lesión enorme;

SEGUNDO
Que del tenor de la demanda deducida a fojas 5 de autos, se observa, en cuanto interesa al
recurso en análisis y en vinculación con la recurrente, que en ella se solicita por el actor don
Octavio Abarca Castelli: ordenar el cumplimiento forzado de contrato de promesa de
compraventa, disponiendo que el demandado debe suscribir el contrato definitivo en lo s
términos estipulados o hacerlo el juez en su representación legal si aquél se negare,
condenándolo, además, a pagarle a su parte la suma de $10.000.000, como indemnización de
perjuicios, según cláusula penal contenida en el contrato de promesa o la que el tribunal
determine, más reajustes, intereses y costas.

Funda la demanda, en resumen, en que con fecha 19 de diciembre de 2006, las partes
celebraron un contrato de promesa de compraventa a través escritura pública, en cuya virtud, el
demandado se obligó a vender al actor un retazo de terreno que forma parte de otro de mayor
extensión, del que es dueño; sin embargo, el promitente vendedor no cumplió con su obligación
de suscribir el contrato definitivo dentro del período estipulado, pese a los requerimientos del
demandante;

TERCERO
Que la parte de don Sixto Proschle ha solicitado el rechazo de la demanda expresando que la
obligación contraída, consistente en realizar la correspondiente subdivisión del retazo vendido y
la obtención de los permisos necesarios de la Dirección de Obras Municipales, todo ello en el
plazo estipulado en el contrato de promesa, esto es, noventa días a contar de la fecha de
celebración del contrato preparatorio; fue cumplido cabalmente por el demandado, requiriendo
éste al actor para que concurriera a la celebración del contrato definitivo sin lograr resultado
positivo a su requerimiento, lo que generó un perjuicio para su parte pues perdió un negocio
comprometido, respecto del cual tenía legítimas expectativas;

CUARTO
Que, a fojas 41, se acumularon los autos rol N° 1826-2008 seguidos ante el mismo Juzgado de
Letras de Calbuco, iniciados por demanda de nulidad de contrato de promesa, absoluta o
relativa, deducida por don Sixto Proschle González en contra de don Octavio Abarca Castelli.
Sustenta la acción en que el contrato de promesa celebrado el 19 de diciembre de 2006 entre
las partes adolece del vicio aludido por las siguientes razones:

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1. De acuerdo al segundo requisito del artículo 1554 del Código Civil , el contrato prometido
no puede ser de aquéllos que las leyes declaren ineficaces y el contrato prometido de
autos reviste dicha calidad, por cuanto estaría viciado de lesión enorme, desde que el
valor del terreno que prometió vender a la parte contraria superaba, tanto al momento del
contrato de promesa como al tiempo de cumplirse la condición que lo dejaba en suspenso,
los 110 millones de pesos. En consecuencia, cuadriplica el precio prometido de la venta.
Añade que lo anterior debe relacionarse con lo dispuesto en el numeral cuarto del mismo
precepto.

2. También falta el requisito establecido en el numeral segundo de la disposición citada,


debido a que la propiedad se encontraba embargada cuando se celebró el contrato de
promesa, sin que el embargo se hubiere alzado en el tiempo en que se cumplió la
condición que dejaba en suspenso la celebración del contrato de compraventa definitivo,
la cual debía cumplirse en el lapso de 90 días. Hace presente que, de acuerdo al
artículo 1464 del Código Civil numeral tercero, hay objeto ilícito en la enajenación de las
cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor
consienta en ella.

3. El cuarto requisito establecido en el artículo 1554 del Código sustantivo no se cumple


porque el contrato de promesa está afectado por una contraescritura. Indica que, además,
la cónyuge del vendedor aparece autorizando sólo uno de los documentos, cual es, la
escritura pública y no el documento privado que da cuenta de la forma como se ha
estipulado el pago del precio acordado.

Concluye que todos los motivos de nulidad esgrimidos constituyen una causal de nulidad
absoluta pero, para el caso que el tribunal estime que el contrato adolece de nulidad relativa,
solicita así declararlo;

QUINTO
Que, por su parte, el demandado de nulidad solicitó el rechazo de la demanda arguyendo lo
siguiente:

a. En cuanto a la primera causal de nulidad impetrada, que no se está alegando la nulidad de


la promesa sino del contrato definitivo de manera que carece de todo sentido la acción en
cuanto se interpone en contra del contrato preparatorio y así lo reconoce el mismo
demandante. Así, el contrato prometido no es en ningún sentido ineficaz; la ley reglamente
este contrato en forma minuciosa y el artículo 1554 del Código Civil no se refiere a
contratos que la ley consagra y detalla en la forma antedicha.

b. En referencia a la nulidad que se funda en que el inmueble se encontraba embargado


cuando se celebró el contrato de promesa, asevera que la referencia al artículo 1464 N°3
del código sustantivo es completamente extraña y ajena a la situación de au tos, por
cuanto, el precepto citado declara que hay objeto ilícito en la enajenación de las especies
que allí se indican y, sabido es que ni a través de la promesa ni de la compraventa
posterior se enajenan bienes de ninguna clase. Agrega que la compraventa es un título
traslaticio pero no un modo de adquirir el dominio.
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c. En relación con la nulidad sustentada en la falta de especificación del contrato prometido


los términos del numeral cuarto del artículo 1554, señala que un documento privado como
el que se menciona es plenamente válido y pertinente y, además, no hay nulidad parcial
alguna que pudiere haber provocado tal documento en relación a la promesa, toda vez que
lo único que existe es una declaración respecto de una estipulación que es igualmente
válida. Finalmente, en vinculación con la falta de autorización del cónyuge, dice que la
promesa en sí misma era perfectamente válida y, a través del documento anexo, el
contratante no estaba vendiendo ni prometiendo vender nada sino sólo aclarando una
estipulación del contrato principal que sí contenía la autorización que se extraña;

SEXTO
Que la sentencia impugnada, para arribar a la determinación que importa al recurrente, de
rechazar la demanda de nulidad interpuesta a fojas 46 y acoger la demanda deducida a fojas 5
por don Octavio Agustino Abarca Castelli, en contra de don Sixto Guillermo Proschle González
y, en consecuencia, condenar al demandado a suscribir el contrato de promesa de compraventa
y al pago de la indemnización allí señalada a título penal, reflexiona, en primer lugar, que no
justificaron los vicios de nulidad del contrato de promesa impetrados, porque no se logró probar
de manera fehaciente que el precio del retazo de terreno singularizado en aquella fuese
realmente distinto del que allí se pactó y, además, por cuanto, según expresa el inciso final del
artículo 1489 del Código Civil , ?el justo precio se refiere al tiempo del contrato?. En segundo
término, se sostiene que el contrato de compraventa no constituye enajenación. En cuanto a la
circunstancia de haberse otorgado una segunda escritura en que las partes se refieren a la
forma en que se paga el precio, estima que no importa vulnerar los requisitos exigidos por el
artículo 1554 del Código Civil ni afecta la validez de la primera escritura o torgada por las partes
y por ende, de la promesa de compraventa, por cuanto sólo aclara la forma en que se pagaría el
precio. Finalmente y en cuanto a la falta de autorización de la cónyuge, afirma que dicha
autorización aparece en la escritura de promesa, y es irrelevante que no constara en el
documento privado anexo.

Seguidamente los sentenciadores razonan que de los antecedentes aparece que ?a la fecha en
que suscribió el contrato de promesa, Sixto Proschle González estaba en conocimiento de que
el inmueble del que forma parte el retazo objeto de aquella, estaba embargado, de modo que
con arreglo a lo que dispone el artículo 1683 del Código Civil está impedido de alegar aquella
circunstancia como motivo de nulidad, puesto que no puede alegarse la nulidad por el que ha
ejecutado el acto o celebrado el contrato sabiendo o debiendo saber, en el presente caso, el
supuesto vicio que lo invalidaba. Asimismo, sabía que su cónyuge no había concurrido a la
suscripción de lo que él denomina contraescritura.?

A continuación, hacen presente que Sixto Proschle tampoco logró acreditar que haya sido el
promitente comprador, quien se negara a suscribir la compraventa prometida.

Finalizan argumentando que en la cláusula cuarta de la escritura, las partes fijaron un plazo
suspensivo para el otorgamiento del contrato prometido y una condición que debía cumplirse
dentro de aquel lapso. Así, la obligación contraída debía suscribirse hasta el 19 de marzo del
año 2007, sin que aquello se haya verificado, de manera que tal contrato no ha sido cumplido
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por oposición del promitente vendedor, lo que justifica el acogimiento de la demanda interpuesta
por el nombrado Octavio Agustino Abarca Castelli, en cuanto solicita que se ordene el
cumplimiento forzado de la promesa de compraventa y el pago de la indemnización que en ella
se señala;

SÉPTIMO
Que el recurrente denuncia en su recurso de nulidad formal que la sentencia impugnada ha
incurrido en infracción a la causal de número 5° del artículo 768, esta última en relación con el
numeral cuarto del artículo 170, ambos del Código de Procedimiento Civil , por cuanto el fallo
impugnado en el considerando quinto, establece sin fundamentación alguna, un hecho que
jamás fue pretendido por la contraria y que no fue materia de prueba: en la fecha que se s
uscribió el contrato de promesa don Sixto Proschle estaba en conocimiento que el inmueble
estaba embargado. De modo que, al tenor del artículo 1683 del Código Civil , está impedido de
alegar aquella circunstancia como motivo de nulidad.

La Corte Suprema ha establecido, por medio de un auto acordado, de fecha 30 de septiembre


de 1920, la forma en que deben ser redactadas las sentencias definitivas para dar cumplimiento
a lo dispuesto en los artículos 170 y 785 del Código de Procedimiento Civil , expresando que las
sentencias definitivas de primera o única instancia y las que revoquen o modifiquen las de otros
tribunales, contendrán: ? 6º los hechos que se encuentren justificados con arreglo a la ley y los
fundamentos que sirvan para estimarlos comprobados, haciéndose, en caso necesario, la
apreciación correspondiente de la prueba de autos conforme a las reglas legales; 7º Si se
suscitare cuestión acerca de la procedencia de la prueba producida, la exposición de los
fundamentos que deben servir para aceptarla o rechazarla, sin perjuicio del establecimiento de
los hechos en la forma expuesta en los párrafos que preceden para los fines consiguientes. Del
análisis de las reglas antes transcritas, puede inferirse que los sentenciadores de la instancia
deben examinar y aquilatar la totalidad de las pruebas rendidas, siempre que sean pertinentes a
la cuestión debatida, cualquiera sea la convicción a que arriben en la decisión de la
controversia, tanto porque es imperativo legal como porque es indispensable el establecimiento
de los hechos que digan relación con ella. En efecto, la parte considerativa de la sentencia debe
efectuar un examen completo de la prueba allegada al pleito y de los razonamientos que sirven
para aceptarla o rechazarla. Si el fallo omite lo anterior y prescinde absolutamente de
considerar, analizar y calificar la prueba rendida, le afecta la causal de nulidad que autoriza el
recurso de casación en la forma (Corte Suprema, Rol 4245, 11 abril 2007).

OCTAVO
Que de la lectura del artículo 1683 del Código Civil se colige que la personas facultadas para
solicitar la declaración de nulidad absoluta son las que tengan interés en que se declare la
nulidad absoluta de un acto o contrato, y el ministerio público, en el solo interés de la moral y de
la ley. Por su parte, el juez puede y debe declarar de oficio la nulidad absoluta, a un sin petición
de parte, cuando ésta aparece de manifiesto en el acto o contrato. Sin embargo, la regla general
de que puede solicitar la nulidad absoluta toda persona que tenga interés en ello, tiene una
excepción establecida y que consiste en que carece de tal facultad la persona que celebró el
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contrato sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba.

En el caso sub lite, los jueces del fondo al señalar en el considerando quinto ?que de los
antecedentes acopiados aparece que a la fecha que se suscribió el contrato de promesa, Sixto
Proschle estaba en conocimiento de que el inmueble del que forma parte el retazo objeto de
aquella, estaba embargado?.?, están fundamentado su resolución en cuanto a que el recurrente
tenía conocimiento del embargo y en consecuencia no tendría legitimación activa para alegar la
nulidad absoluta. Además, al señalar los jueces del fondo que de ?los antecedentes acopiados?
se llega a esa conclusión, lo están concluyendo del considerando décimo cuarto de la sentencia
de primera instancia reproducida por la sentencia de segunda, donde se establece que el
inmueble objeto del contrato se encontraba embargado desde el año 2001 y que el recurrente
conocía o debía conocer del embargo. Dice el considerando en comento: ?Que, con el mérito de
la documental reseñada en las letras c y d del fundamento octavo, se tiene por acreditado que
existen inscripciones vigentes respecto del inmueble objeto del contrato en comento,
consistentes en embargo inscrito a fojas 141 N° 131 del año 2001 y medida precautoria??. En
consecuencia, encontrándose el embargo y medida precautoria inscrita en un registro público
como son los libros de Prohibición de Gravar y Enajenar del Conservador de Bienes Raíces, no
puede sostener que desconocía dichas prohibiciones sobre el bien en comento, por lo tanto
conocía o debía conocer el embargo.

Por todo lo razonado, se concluye que la causal invocada por el recurrente en su escrito de
casación formal no puede prosperar, pues no se detecta en la sentencia recurrida ninguna de
las manifestaciones que ?en concepto del recurrente- configurarían el referido vicio, razón por la
cual deberá ser desestimada.

EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO

NOVENO
Que en el recurso de cas ación sustancial en estudio se sostiene, en el primer capítulo, que el
fallo recurrido ha infringido los artículos 1554 N°4 en relación con el artículo 1749 inciso 3° del
Código Civil . Indica que en el considerando cuarto letra c) el fallo minimiza la importancia de la
contraescritura. Agrega que, para el tribunal de segunda instancia, una contraescritura en que
aparece que más de la mitad del precio que se daban por pagados en la escritura pública están
pendientes de pago, carece de importancia. Lo anterior convierte en letra muerta la exigencia
del consentimiento de la mujer en las promesa de venta de bienes raíces sociales, cuyo es el
caso, establecida en el artículo 1749 inciso 3° citado.

Señala que el precio es un elemento de la esencia del contrato de compraventa y el artículo


1554 N° 4 establece como requisito de validez del contrato de promesa que en ésta se
especifique de tal manera el contrato prometido que sólo falten para que sea perfecto la tradición
de la cosa o las solemnidades que las leyes prescriban, sin embargo, la cónyuge del recurrente
no dio su consentimiento para el contrato real.

A continuación plantea la transgresión de los artículos 1445, 1554 N°2, 1464 N°3 y 1810 del
Código sustantivo, citación que se habría verificado en el considerando cuarto letra b) de la
sentencia impugnada. Sostiene que conforme a lo dispuesto en el artículo 1554 N°2 del
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Código Civil , para la validez del contrato de promesa se requiere que el contrato prometido no
sea de aquellos que la ley declara ineficaces, como es el caso el contrato de venta que recae
sobre una especie embargada, calidad que tenía el inmueble en cuestión, tanto a la época del
contrato de promesa como durante todo el plazo en que debió cumplirse.

Finalmente expone que se han conculcado los artículos 1698 del Código Civil y 160 del
Código de Procedimiento Civil . Indica que la Corte de Apelaciones aseveró, sin fundamento
alguno, que su parte conocía al momento de la celebración del contrato de la existencia del
embargo; hecho que jamás ha sido pretendido por la parte contraria, que no fue materia de
prueba y que en realidad no consta en antecedente alguno del juicio. De esta manera y
tratándose de un hecho positivo que debió ser alegado y probado se infringieron los preceptos
citados;

DÉCIMO
Que, la manera com o se ha interpuesto en autos el recurso de casación en el fondo obliga a
abocarse, a continuación, a los límites que el ordenamiento jurídico procesal que consagra el
recurso en examen, le ha impuesto a esta Corte de Casación en los casos en que le
corresponde conocer y pronunciarse ante un arbitrio de esa especie.

En este tema, en general, la doctrina y la jurisprudencia han caracterizado al recurso de


casación expresando que es extraordinario y que, en ningún caso, constituye una instancia
judicial, en la que, de ser así, normalmente el tribunal superior revisa las cuestiones de hecho y
de derecho. Por tal motivo, se sostiene, el recurso de casación en el fondo es esencialmente de
derecho, puesto que la resolución que ha de recaer con motivo de su interposición debe
limitarse exclusivamente a confrontar si en la sentencia que se trata de invalidar se ha aplicado
correctamente la ley, respetando en toda su magnitud los hechos, tal como éstos se han dado
por establecidos soberanamente por los jueces sentenciadores. De forma que el examen y
consideración de tales hechos y de todos los presupuestos fácticos previos en que se sustenta
la decisión que se revisa, por disposición de la ley, escapan al conocimiento del tribunal de
casación.

Ahora bien, como es sabido, esta limitación a la actividad jurisdiccional de esta Corte se
encuentra legalmente contemplada en el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil , en
cuanto dispone que la Corte Suprema al invalidar una sentencia por casación en el fondo,
dictará acto continuo y sin nueva vista, la sentencia que crea conforme a la ley y al mérito de los
hechos tales como se han dado por establecidos en el fallo recurrido.

Sin embargo, excepcionalmente es posible conseguir la alteración de los hechos estatuidos por
los jueces de la instancia, y ello en el caso que la infracción de ley que se denuncia en el
recurso corresponda a la transgresión de una o más normas reguladoras de la prueba; más no
respecto de alguna de aquellas que reglan la apreciación de las probanzas que se hubieren
rendido, cuya aplicación es facultad privativa del tribunal, sino únicamente podrá revisarse la
violación de una norma determinada cuando ésta se hace consistir en la alteración del peso de
la prueba, o en dar por acreditado un hecho por medios no admitidos legalmente; o por va riar el
valor de los medios probatorios que la ley permite emplear o rechazar los que el ordenamiento
jurídico contempla.
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Luego, a la luz de lo que se ha reflexionado con antelación, debe anotarse que a la categoría
jurídica de las denominadas leyes reguladoras de la prueba pertenece el artículo 1698 del
Código Civil ?citado por la recurrente como transgredido- en cuanto, por su primer inciso, regula
la distribución de la carga de la prueba, haciéndola gravitar sobre quien alega la existencia de la
obligación o la extinción de ésta; y, en su inciso segundo, enumera los distintos medios de
prueba que pueden hacerse valer en juicio; norma complementada en este aspecto por el
artículo 341 del Código de Procedimiento Civil , que agrega el informe de peritos, no
contemplado en la norma del Código Civil .

En la impugnación de que aquí se trata se denunció por la parte demandada haberse infringido
el artículo 1698 recién mencionado, sin precisar a cuál de las dos normas que éste comprende
dirige su censura.

Empero, examinada ésta, se advierte que, por su intermedio, lo que, en verdad, se cuestiona es
la apreciación que los sentenciadores de la instancia hicieron de las pruebas allegadas al
expediente, circunstancia ésta que significa que se critica la operación mental desarrollada por
dichos magistrados con el objeto de conocer el mérito o valor de convicción que pueda
deducirse del contenido de esa prueba. Lo cierto es que la recurrente pretende, con este
reproche desconocer un hecho asentado por los jueces del mérito, sin embargo, no le ha
negado valor y/o existencia a un medio probatorio determinada ni tampoco ha reclamado la
inversión del onus probando, razón por la cual el quebrantamiento denunciado no puede
aceptarse;

UNDÉCIMO
Que, en consecuencia, los sentenciadores del grado no han incurrido en los yerros de derecho
señalados, circunstancia que no permite revisar la actividad desarrollada en relación a la
prueba, y de este modo, impide a este Tribunal de Casación cambiar los supuestos fácticos
determinados sobre los cuales recayó la aplicación del derecho sustantivo.

Por consiguiente y teniendo en cuenta lo colegido precedentemente, resultan ser hechos de la


causa, que adquieren el carácter de definitivos y, de acuerdo a los cuales corresponde resolver
los dem 1s errores de derecho que se han reclamado, los siguientes:

a. Las partes de este juicio celebraron el 19 de diciembre de 2006 un contrato mediante el


cual don Sixto Proschle González prometió vender a don Octavio Agustino Abarca Castelli
el inmueble de 2.750 metros cuadrados que singularizaron debidamente y que forma parte
de un predio de mayor extensión, ubicado en el sector San Rafael de la comuna de
Calbuco, provincia de Llanquihue, con las condiciones y precio allí indicados, pactándose
que el contrato prometido, esto es, la compraventa, se suscribiría y llevaría a efecto en la
Notaría de Calbuco, tan pronto se realizaran los trámites de subdivisión del predio de
mayor cabida y se obtuvieran los permisos correspondientes de parte de la Dirección de
Obras de la Municipalidad de Calbuco, lo que debería ocurrir en el plazo de 90 días
contados desde la fecha de suscripción de aquella escritura, esto es, el 19 de diciembre de
2006. A esa fecha el inmueble se encontraba sujeto a un embargo inscrito a fojas 141 Nº
131 del Registro pertinente, correspondiente a 2001, a favor del Fisco de Chile, trabado en
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causa administrativa Nº 1004-2000 Calbuco, Tesorería Provincial de Llanquihue,


caratulada ?Fisco con deudores morosos?.

b. El mismo día 19 de diciembre de 2006, las partes suscribieron otra escritura señalando
que el precio que se daba por pagado en la primera se entera de la manera y plazo que en
la última se indica.

c. El contrato prometido nunca fue celebrado.

d. No logró probar que el precio del retazo de terreno singularizado en aquella promesa
fuese realmente distinto del que allí se pactó.

e. Tampoco se acreditó que el promitente comprador, Abarca Castelli, se haya negado a


suscribir la compraventa prometida a Proschle González, quien, además, está en posesión
del bien raíz desde el año 2000;

DUODÉCIMO
Que el segundo yerro denunciado es la infracción de los artículos 1554 N°4 en relación con el
artículo 1749 inciso 3° del Código Civil . Indica que el fallo minimiza la importancia de la
contraescritura. Agrega que, para el tribunal de segunda instancia, una contraescritura en que
aparece que más de la mitad del precio que se daban por pagados en la escritura pública están
pendientes de pago, carece de importancia. Lo anterior convierte en letra muerta la exigencia
del consentimiento de la mujer en las promesa de venta de bienes raíces sociales, cuyo es el
caso, establecida en el artículo 1749 inciso 3° citado. Agrega que la cónyuge no dio su
consentimiento para el contrato real, pues la contraescritura demostró que el contrato real era
diferente de uno de sus elementos esenciales.

Para resolver adecuadamente la controversia planteada en la litis es requisito indispensable


examinar previamente las instituciones y normas que, al decir del recurrente, se aplicaron
erróneamente por los sentenciadores en la resolución que se impugna. En dicho contexto cabe
señalar que nuestro Código Civil en el artículo 1554 prescribe que ?La promesa de celebrar un
contrato no produce obligación alguna; salvo que concurran las circunstancias siguientes:

4. Que en ella se especifique de tal manera el contrato prometido que sólo falten para que
sea perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes prescriban.
Concurriendo estas circunstancias habrá lugar a lo prevenido en el artículo precedente.

El contrato de promesa, además de reunir todos los requisitos especiales que señala el artículo
1554, debe cumplir también con todos los requisitos que el artículo 1445 del Código Civil exige
para la validez de todo acto jurídico. Cuando se trata de un contrato de compraventa además
debe reunir los requisitos del artículo 1793, es decir señalar la cosa y el precio objeto del
contrato. El precio constituye el objeto de la obligación y es, a la vez, la causa de la obligación
del vendedor. Este vende para llegar a obtener el precio que debe pagarle aquél. De aquí, que
el precio, como todo objeto de obligación, debe reunir ciertos requisitos tendientes a hacer de él
un elemento determinante de la existencia del contrato.

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Los requisitos que debe tener el precio para desempeñar el papel que le corresponde en la
compraventa son tres: consistir en dinero; ser real y ser determinado o determinable. La ley
exige que el precio sea determinado en el sentido que no dependa de la voluntad de una sola
de las partes. La determinación se verifica cuando los contratantes quedan ligados respecto del
precio, sea que ellas lo fijen, sea que señalen la manera de fijarlo (Arturo Alessandri Rodríguez
?De la compraventa y de la promesa de ve nta?, Tomo I, Volumen I, pág.262).

Si además el promitente vendedor es casado bajo el régimen de sociedad conyugal, para


prometer enajenar los bienes raíces sociales, requiere de la autorización de la mujer, de
acuerdo al artículo 1749 inciso tercero;

DÉCIMO TERCERO
Que de la lectura del contrato de promesa se concluye que se cumplen todos los requisitos
exigidos en el artículo 1554 N°4 del Código Civil , al establecerse, en la cláusula tercera, el
precio a pagar y en relación a la autorización de la mujer para celebrar el contrato de promesa,
se señala en la cláusula décimo primera la autorización de la cónyuge para celebrar el contrato
de promesa. Esta Corte coincide con lo establecido en la sentencia recurrida en el considerando
cuarto, letra c) que dice: ?En relación a la circunstancia de haberse otorgado una segunda
escritura en que las partes se refieren a la forma en que se paga el precio, ésta consta en un
documento anexo, que sólo aclara la forma en que se pagaría el precio y por tanto no importa
vulnerar los requisitos exigidos en el artículo 1554 del Código Civil ni afecta la validez de la
primera escritura otorgada por las partes y por ende, de la promesa de compraventa, y en cuanto
a la falta de autorización de la cónyuge, dicha autorización aparece en la escritura de promesa y
es irrelevante que no constara en el documento privado anexo, que no hace otra cosa que
aclarar una estipulación de aquella?. Asimismo, el Sr. Proeschle está impedido de alegar la
nulidad del contrato porque ?sabía que su cónyuge no había concurrido a la suscripción de lo
que él denomina contraescritura? (considerando sexto). En todo caso, de no haber autorizado la
cónyuge la celebración del contrato procedería que fuera ella quien entablara la acción y no el
recurrente. Por lo que esta alegación no podrá ser acogida.

DÉCIMO CUARTO
Que el tercer yerro denunciado se refiere a la infracción de los artículos 1445, 1554 N°2, 1464
N°3 y 1810 del Código Civil . Sostiene que, conforme a lo dispuesto en el artículo 1554 N°2 del
Código Civil , para la validez del contrato de promesa, se requiere que el contrato prometido no
sea de aquellos que la ley declara ineficaces, como es el caso el contrato de venta que recae
sobre una especie e mbargada, calidad que tenía el inmueble en cuestión, tanto a la época del
contrato de promesa como durante todo el plazo en que debió cumplirse.

De los términos del artículo 1554 se deduce que la promesa es un contrato, porque es solo
fuente de derechos personales. Sólo es un contrato que, como tal, crea una obligación de hacer,
de celebrar un acto jurídico Tiene por fundamento relevante generar una obligación de hacer,
específicamente, una obligación de celebrar en el futuro, cierto o incierto, un acto jurídico, sea
unilateral o bilateral, por tanto no es título traslaticio de dominio porque éstos últimos habilitan
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para transferir el dominio, pues crean una obligación de dar. Luego, el contrato de promesa de
compraventa no puede servir para transferir el dominio, ni constituye modo de adquirir. Sólo es
un contrato que constituye el título o antecedente que justifica la adquisición del dominio por el
modo de adquirir, que es la tradición.

El acto jurídico por el cual se enajena una cosa es la tradición. La enajenación, en


consecuencia, es sinónimo de tradición, la cual sirve para transferir el dominio o para constituir
otro derecho real distinto de aquél. Consecuente con las finalidades que puede desempeñar la
tradición, la palabra enajenación se puede tomar en sentido restringido o amplio. Tomado en
este último sentido, la palabra enajenación designa a la tradición que sirve para transferir el
dominio o para constituir cualquier otro derecho real. Considerada en sentido restringido dicha
palabra designa exclusivamente a la tradición que hace posible la transferencia del derecho real
de dominio.

En los casos enumerados por el artículo 1464 adolece de objeto ilícito la tradición de las cosas
que en ellos se señala, sin que tenga para tal efecto relevancia alguna que la tradición se haya
hecho con la intención de transferir el dominio o de cualquier otro derecho real? (Víctor Vial del
Río, ?Teoría General del Acto Jurídico?, 5ª edición, Editorial Jurídica,2003, pág.171).

Se puede vender las cosas cuya enajenación adolece de objeto ilícito según el artículo 1464
N°3?

Como señala el profesor Vial del Río, el acto jurídico que el artículo 1464 considera reprochable
es la tradición que tiene por objeto ci ertas cosas, sin que pueda interpretarse la disposición en
el sentido de que también adolece del mismo vicio de objeto ilícito la compraventa de las
mismas cosas. Ello, en primer lugar porque la norma es excepcional y sólo se aplica en el caso
de las enajenaciones; y segundo porque la tradición es una convención totalmente diferente de
la compraventa. De partida la tradición no es un contrato, en cambio, la compraventa es un
contrato en que las partes ?el vendedor- se obliga a dar una cosa y la otra ?el comprador- se
obliga a pagar el precio. El solo contrato de compraventa no transfiere el dominio de la cosa
vendida, sino que constituye el título o antecedente que justifica la adquisición del dominio por
el modo de adquirir, que es la tradición (Víctor Vial, ob.cit.pág.172).

DÉCIMO QUINTO
Que, por lo anteriormente señalado, en el caso sublite no ha habido enajenación porque el
contrato de compraventa no constituye enajenación sólo constituye el título o antecedente que
permite la adquisición del dominio por el modo de adquirir tradición. De tal forma, que la
circunstancia de que el bien objeto del contrato de promesa de compraventa estuviera
embargado no inválida a éste, porque no constituye enajenación y en consecuencia tampoco
adolece de nulidad absoluta por objeto ilícito. Ello obsta a que el reproche formulado en este
capítulo pueda prosperar.

DÉCIMO SEXTO
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Que, en virtud de los razonamientos precedentes, y no habiéndose producido las infracciones


de ley ni los errores de derecho denunciados, desde que los sentenciadores han hecho una
correcta aplicación de las disposiciones legales atinentes al caso de que se trata, el recurso de
nulidad de fondo tampoco puede prosperar y debe, necesariamente, ser desestimado.

De conformidad, además, con lo dispuesto en los artículos 764, 676 y 768 del
Código de Procedimiento Civil , se rechazan, los recursos de casación en la forma y en el fondo
interpuestos en lo principal y primer otrosí de fojas 256, por el abogado señor Francisco Javier
Contardo C., en representación de don Sixto Proschle González, en contra de la sentencia de la
Corte de Apelaciones de Puerto Montt, de fecha quince de abril de dos mil diez, que se lee a
fojas 252.

Se previene que el ministro señor Oyarzún, en función de desestimar el cuestionamiento de


ilegalidad a que se refiere el fundamento décimo cuarto de este fallo, tuvo únicamente en
consideración que el impugnante aparece desprovisto de legitimación activa para impetrar la
nulidad del contrato de promesa de compraventa sobre el cual versa la litis, en razón de lo
preceptuado por el artículo 1683 del Código Civil , de acuerdo con el cual, le está vedado
postular la nulidad absoluta de un acto o contrato a quien ha intervenido en ellos sabiendo o
debiendo saber el vicio que lo afectaba ?situación en que se halla el opugnante-; norma que,
según lo ha pregonado la jurisprudencia de esta Corte, tiende a impedir que alguien pueda
prevalerse de su propia torpeza ?y aún de su propio dolo- para abogar por la ineficacia jurídica
de los actos realizados en la condición apuntada; y que constituye una expresión positiva del
antiguo brocardo ?nemo auditur propriam turpitudinem allegans?.

Regístrese y devuélvase, con sus agregados.

Redacción a cargo de la Abogada Integrante Sra. Maricruz Gómez de la Torre Vargas.

Rol N° 3563-10.-

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres. Adalis Oyarzún
M., Juan Araya E. y Guillermo Silva G. y Abogados Integrantes Sr. Jorge Medina C. y Sra.
Maricruz Gómez de la Torre V.

No firman los Abogados Integrantes Sr. Medina y Sra. Gómez de la Torre, no obstante haber
concurrido a la vista del recurso y acuerdo del fallo, por estar ambos ausentes.

Autorizado por la Ministro de fe de esta Corte Suprema.

En Santiago, a dieciséis de diciembre de dos mil once, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente.

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