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Allott2016 (ESTADO, RASGO O CICATRIZ)
Allott2016 (ESTADO, RASGO O CICATRIZ)
REVISIÓN
PALABRASCLAVE
adolescencia, cognición, déficits, intervención temprana, trastorno depresivo mayor,
neuropsicológico, edad adulta temprana, juventud
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siempre que se cite adecuadamente el trabajo original.
Cerebro y comportamiento 2016; 6: e00527 wileyonlinelibrary. com/brb3© 2016 Los autores. Cerebro y
Comportamiento | 1
publicado por Wiley Periodicals, Inc.
e00527 (2 de 24) | ALLOTT ET AL.
2 | MARCO CONCEPTUAL Y DE
DISEÑO DE ESTUDIOS PARA
COMPRENDER
DETERIORO NEUROCOGNITIVO EN LA MDD
Las pruebas neurocognitivas que comparan el MDD crónico con el MDD directamente relacionados con la función neurocognitiva, como la
más grave/crónico, o que investigan la relación entre el grado de disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, la indecisión, la
deterioro neurocognitivo y el número de episodios depresivos previos o la falta de sueño y la fatiga (American Psychiatric Association, 2013).
duración de la enfermedad en personas que están en remisión del MDD, Además, es probable que los sentimientos de desesperanza y la falta de
pueden proporcionar un apoyo parcial a la hipótesis de la cicatrización. motivación perjudiquen el esfuerzo y el rendimiento en tareas
Sin embargo, las pruebas neurocognitivas repetidas de los mismos neurocognitivas exigentes. Si las alteraciones neurocognitivas relacionadas
individuos mediante diseños longitudinales proporcionan las pruebas más con el estado son una característica del MDD, entonces los clínicos pueden
rigurosas de los efectos cicatrizales. En adolescentes y adultos jóvenes, necesitar adaptar su terapia para
los periodos de seguimiento deberían abarcar varios años para poder
captar la interacción entre el neurodesarrollo prolongado, el
funcionamiento neurocognitivo y el TDM.
Entre las posibles causas de la cicatrización neurocognitiva
progresiva se incluyen las vías que regulan la inflamación, la reparación
oxidativa (Galecki et al., 2015), la apoptosis y la neurogénesis (Lee, Reif
y Schmitt, 2013), así como la desregulación del eje hipotálamo-hipófisis-
suprarrenal (Vreeburg et al., 2009). Si la cicatrización neurocognitiva es
una posible consecuencia del MDD, puede estar indicada su
identificación temprana mediante evaluaciones neurocognitivas
periódicas en combinación con biomarcadores sanguíneos rutinarios. En
consecuencia, las intervenciones psicológicas y biológicas, como la
terapia de remediación cognitiva o el tratamiento específico de posibles
mecanismos patogénicos (por ejemplo, la inflamación), pueden ser
componentes importantes del arsenal terapéutico.
FIGURA 1 Modelo de patrones de rasgo, estado y cicatriz del deterioro neurocognitivo en relación con el trastorno depresivo mayor.
TABLA 1 Evidencia de patrones rasgo, estado y cicatriz de deterioro neurocognitivo en el TDM según diferentes diseños de estudio
las probabilidades de tener un diagnóstico adulto de episodio depresivo síntomas depresivos en el momento 1, la edad y el CI, el
mayor, mientras que un CI más bajo se asoció con un mayor riesgo de funcionamiento ejecutivo en el momento 1 predecía un aumento de los
depresión persistente entre los 18 y los 32 años (Koenen et al., 2009). Por síntomas depresivos en el momento 2 (4 meses). El afrontamiento medió
último, Glaser et al. (2011) investigaron la asociación entre el CI parcialmente la relación entre el funcionamiento ejecutivo y los síntomas
evaluado a los 8 años con los síntomas depresivos autoinformados a los depresivos, indicando que el deterioro del funcionamiento ejecutivo puede
11, 13, 14 y 17 años. Curiosamente, descubrieron que existía una suponer un riesgo para el TDM a través de su asociación con el estilo de
asociación entre el CI en la infancia y los síntomas depresivos en la ado- afrontamiento. Un estudio similar realizado por (Han et al. (2016) examinó
lescencia, pero que la dirección de la relación variaba según la edad y el la asociación concurrente y prospectiva de 2 años entre el funcionamiento
estadio puberal (evaluado mediante una escala de vello púbico y, en las ejecutivo en el tiempo 1 y los síntomas depresivos en el tiempo 2 (4 meses).
mujeres, también de desarrollo mamario). Específicamente, un CI más
bajo se asoció con síntomas depresivos más altos a los 11 años, pero esta
asociación se invirtió a los 13 y 14 años, de modo que un CI más alto se
asoció con síntomas depresivos más altos. Esta última asociación
persistió para los varones de 17 años, pero no para las mujeres. Estos
hallazgos fueron ampliamente rep- licados por un estudio longitudinal
reciente similar (Weeks et al., 2014). Los autores especularon que estos
hallazgos complejos pueden estar asociados con el inicio y el retroceso de
los cambios puberales, que se sabe que están asociados con el CI
(Ramsden et al., 2011) y que difieren para mujeres y hombres (Glaser et
al., 2011; Weeks et al., 2014). Aunque el MDD no fue el resultado de
ninguno de los estudios, los hallazgos destacan la edad, el género y los
factores de desarrollo (como la pubertad) como consideraciones
importantes al investigar el funcionamiento neurocognitivo en el contexto
del MDD emergente y de umbral completo.
La cuestión de si los déficits neurocognitivos específicos (a diferencia
del CI general) son evidentes antes de la aparición de un primer
episodio de TDM, incluso durante los periodos "prodrómicos", sigue
siendo un área de investigación abierta, ya que definir el síndrome de
riesgo o la fase prodrómica del TDM ha sido un reto para este campo
(Hetrick et al., 2008). Un estudio prospectivo de cohortes de nacimiento
que evaluó a individuos desde los 3 años de edad descubrió que no
había diferencias entre los controles sanos y los individuos con un
diagnóstico de "depresión o trastorno de ansiedad" a los 26 años, en sus
capacidades motoras, expresivas y de lenguaje receptivo evaluadas a los
3, 5, 7 y 9 años (Cannon et al., 2002). Sin embargo, los individuos
diagnosticados de "depresión o trastorno de ansiedad" a los 26 años
mostraban déficits significativos en la velocidad psicomotora y la
atención a los 13 años (Cannon et al., 2006). Un problema a la hora de
interpretar estos resultados es que sigue sin estar claro cuándo empezaron
los participantes a experimentar la patología depresiva (o de ansiedad) y
es posible que los síntomas subsindrómicos depresivos o de ansiedad
estuvieran presentes durante la adolescencia temprana. En un estudio de
192 jóvenes adolescentes escolares (edad media 12,4, rango 9-15 años)
Evans, Kouros, Samanez-Larkin y Garber (2016) investigaron la relación
entre el funcionamiento ejecutivo (memoria de trabajo y flexibilidad
cognitiva) medido en el momento 1 y los síntomas de afrontamiento y
depresivos medidos simultáneamente y de nuevo en el seguimiento de 4
meses. Un peor funcionamiento ejecutivo en el momento 1 se asoció con
mayores síntomas depresivos en la línea de base. Mientras se
controlaban los
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Los síntomas depresivos de los tiempos 1 y 2 (así como otras cognitiva, lo que subraya que el estado de la medicación es una covariable
psicopatologías) en una muestra comunitaria de 220 adolescentes (edad importante. La edad también fue una variable moderadora, ya que la mayor
media 13,7; rango 11-16 años). La muestra estaba "enriquecida" con edad se asoció con un peor rendimiento neurocognitivo en el primer
respecto a problemas de interiorización y exteriorización. No hubo episodio de MDD (Lee et al., 2012). Esto sugiere que puede haber
asociación entre el funcionamiento ejecutivo en el tiempo 1 y los síntomas diferencias en la etiología y la fisiopatología del TDM en función de la edad
depresivos autoinformados concurrentes, pero los síntomas de depresión a la que se presenta por primera vez. La revisión de Lee et al. (2012) excluyó
informados por la madre en su descendencia se asociaron con el los estudios de personas menores de 18 años, por lo que los resultados
funcionamiento ejecutivo en el tiempo 1 (Han et al., 2016). Sin embargo, al globales y los referidos específicamente a la edad, no pueden ser
generalizado a los adolescentes. Además, a pesar de que Lee et al. sanos (Bora et al., 2013). Esta revisión incluyó un subanálisis de
incluyeron explícitamente estudios de pacientes con un primer episodio de muestras de DMD de inicio temprano frente a muestras de DMD de inicio
MDD, es posible que en algunos casos no se hayan detectado episodios tardío, y descubrió que el DMD de inicio tardío (inicio después de los 60
depresivos previos, ya que se ha descubierto que a los 19 años una cuarta años) se asociaba con alteraciones neurocognitivas significativamente
parte de los jóvenes ya han tenido al menos un episodio (Lewinsohn et al., mayores en comparación con el DMD de inicio temprano, lo que sugiere
1998). diferentes mecanismos etiológicos que posiblemente impliquen factores
Recientemente, Baune, Fuhr, Air y Hering (2014) revisaron estudios vasculares y neurodegenerativos en el DMD de inicio tardío (Bora et al.,
sobre el funcionamiento neurocognitivo en jóvenes de 12 a 25 años con 2013). Dado que el
MDD. Se incluyeron siete estudios transversales; es importante señalar
que solo dos de ellos involucraban a adolescentes con primer episodio de
MDD. Los déficits neurocognitivos más consistentes fueron en la
memoria de trabajo y la velocidad psicomotora, aunque hubo evidencia
equívoca en el funcionamiento ejecutivo, la fluidez verbal y la memoria
visual, y no hubo evidencia de deterioro en la atención, el aprendizaje
verbal y la memoria (Baune et al., 2014). Uno de los estudios de primer
episodio examinó el funcionamiento neurocognitivo en adolescentes sin
medicación (de 12 a 17 años) con MDD actual en relación con controles
sanos (Klimkeit et al., 2011). Encontraron alteraciones selectivas en la
velocidad de procesamiento y la memoria de trabajo, pero ninguna
alteración en el funcionamiento ejecutivo. En el otro estudio de primer
episodio, los participantes parecían estar en remisión (Kyte, Goodyer y
Sahakian, 2005); por lo tanto, los resultados se presentan en la siguiente
sección. Un estudio transversal adicional realizado por Maalouf et al.
(2011) (no incluido en la revisión de Baune et al. (2014)) tenía como
objetivo examinar la cuestión del estado frente a los rasgos comparando
adolescentes (edad media 15 años) con MDD actual (n = 20) o remitido (n
= 20) con controles sanos (n = 17) en tareas de función ejecutiva, atención
sostenida y memoria a corto plazo (Maalouf et al., 2011). Las alteraciones
significativas de la función ejecutiva fueron evidentes en la muestra
actualmente deprimida, pero no en aquellos en remisión (Maalouf et al.,
2011). Aunque estos hallazgos sugieren que las deficiencias están
probablemente relacionadas con el estado, el tamaño de la muestra era
pequeño y la comparación transversal de grupos independientes no
descarta la posibilidad de deficiencias preexistentes relacionadas con los
rasgos en el grupo actualmente deprimido, o de la aparición posterior de
"cicatrices" en el grupo de adolescentes en remisión. Como se ha
comentado anteriormente, además de los estudios longitudinales, los
grandes estudios de MDD remitido que demuestran un funcionamiento
neurocognitivo intacto proporcionarían un mejor apoyo al modelo
relacionado con el estado.
Dado que las muestras incluían a personas de hasta 59 años, no pueden neurocognitivo y su relación con la sintomatología en adultos con MDD
hacerse interpretaciones específicas sobre el impacto del TDM en la reveló que las mejoras en la memoria verbal, la fluidez verbal y la velocidad
adolescencia o en los primeros años de la edad adulta. No obstante, su psicomotora estaban estrechamente relacionadas con las mejoras en el
análisis de metarregresión que examinaba el impacto de la aparición estado de ánimo, mientras que la atención y las funciones ejecutivas seguían
temprana y tardía mostró que el número de episodios previos y la duración deterioradas a pesar del estado clínico, lo que sugiere un deterioro basado en
de la enfermedad no tenían una influencia significativa en el grado de rasgos y también posiblemente en cicatrices.
(Douglas y Porter, 2009). Sin embargo, un inconveniente de muchos de controles sanos (Bloch et al., 2015). Descubrieron que, si bien la
los estudios incluidos en la revisión de Douglas y Porter (2009) fue la atención mejoró durante el periodo de 2 meses, lo que sugiere una
falta de un grupo de comparación sano para caracterizar claramente el alteración relacionada con el estado, las alteraciones estables de la memoria
grado de cambio neurocognitivo normal frente al anormal. Las de trabajo visual fueron evidentes durante el periodo de seguimiento (Bloch
evaluaciones de seguimiento relativamente cortas (de semanas a meses) et al., 2015). En conjunto, los hallazgos de estos estudios longitudinales
en la mayoría de los estudios plantean la posibilidad de que los dominios sugieren deficiencias neurocognitivas leves relacionadas con el rasgo en
neurocognitivos que mostraron mejoras puedan haber sido los más jóvenes con TDM, ya que las deficiencias eran relativamente estables y no
susceptibles a los efectos de la práctica. Además, ninguno de los estudios estaban relacionadas con la gravedad de la enfermedad, y en un estudio
incluyó a jóvenes que estuvieran en una fase temprana del MDD. predijeron la recaída (Schmid y Hammar, 2013). Sin embargo,
Cuanto más temprano en el curso de la enfermedad se examine el
cambio en la neurocognición, más "limpios" y más interpretables serán
los hallazgos con respecto a las alteraciones de rasgo frente a las de
estado frente a las de cicatriz. Desde la revisión de Douglas y Porter, ha
surgido un número creciente de estudios longitudinales que incluyen la
evaluación repetida del funcionamiento neurocognitivo en jóvenes con
TDM. Peters et al. (2015) investigaron la fluidez verbal, la velocidad de
procesamiento, el razonamiento conceptual, el cambio de conjuntos y el
control cognitivo en jóvenes de 18 a 23 años (n = 62) que tenían
antecedentes de 1 a 3 episodios depresivos, pero estaban en remisión del
TDM y no tomaban medicación, en comparación con controles sanos.
Examinaron si cualquier deficiencia observada durante la remisión se
resolvía, permanecía estable o empeoraba en la evaluación de
seguimiento 3-15 semanas después (Peters et al., 2015). Solo se observó
un único déficit de pequeño a moderado (d = 0,38) en el control cognitivo
(la capacidad de regular e inhibir la respuesta en función de la
información presentada previamente) en los jóvenes con remisión en el
momento 1; este deterioro se mantuvo estable en el momento 2. El
deterioro del control cognitivo no estaba relacionado con los síntomas
depresivos o de ansiedad residuales, el número de episodios depresivos
previos, la edad de inicio, el número de hospitalizaciones, la duración
del episodio más largo, los años transcurridos desde el último episodio o
la prescripción de medicación (Peters et al., 2015).
Un estudio prospectivo anterior de Schmid y Hammar (2013)
evaluó el funcionamiento neurocognitivo de adultos jóvenes
ligeramente mayores (edad media 26 años; n = 28) durante su primer
episodio de MDD y de nuevo a los 12 meses de seguimiento, en
comparación con un grupo de control sano (Schmid y Hammar, 2013).
De forma similar a Petersen et al., hubo de nuevo evidencia de
alteraciones persistentes del funcionamiento ejecutivo
(específicamente en inhibición, conmutación y fluidez semántica), a
pesar de una reducción de los síntomas depresivos durante el periodo
de 12 meses. Además, Schmid y Hammar (2013) descubrieron que los
participantes con un peor rendimiento en inhibición/conmutación en
la fase aguda de la enfermedad (tiempo 1) tenían una mayor tendencia
a experimentar una recaída durante el primer año (Schmid y Hammar,
2013). Otro estudio reciente administró una serie de subpruebas del
CANTAB a adolescentes de entre 13 y 18 años (n = 13) que se habían
recuperado recientemente de un episodio depresivo mayor y de nuevo
a los 2 meses de seguimiento, en comparación con
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Debido a que en todos estos estudios se desconocía el funcionamiento en el estudio. Una limitación de los estudios de Beaujean et al. (2013) y
neurocognitivo previo a la aparición del TDM y a que los periodos de Vijayakumar et al. (2016) es que solo se examinó un dominio
seguimiento fueron relativamente cortos, no está claro cuándo neurocognitivo en dos momentos, por lo que futuros estudios longitudinales
aparecieron las alteraciones neurocognitivas y, por tanto, la dirección de la que incluyan la evaluación de una gama más amplia de funciones
relación entre las alteraciones neurocognitivas y la aparición de la neurocognitivas que se evalúen en múltiples momentos deberían aportar más
y no hubo evaluación previa a la remisión (Kyte et al., 2005; Smith et al., enfermedad. Dos revisiones mostraron que una mayor edad de inicio se
2006). asocia con una peor neurocognición (Bora et al., 2013; Lee et al., 2012) e
Los estudios longitudinales prospectivos que evalúan la indicaron que el deterioro neurocognitivo en personas mayores con MDD
neurocognición antes, durante y después de los episodios iniciales y puede tener un mecanismo subyacente diferente. Estos hallazgos ponen de
posteriores de depresión mayor son los más definitivos para informar relieve la importancia de investigar por separado a las poblaciones juveniles
sobre el tipo de patrones neurocognitivos observados en el TDM. Este es y de tener en cuenta factores de desarrollo, como la etapa puberal. El
particularmente el caso de las alteraciones rasgo- ver- sus relacionadas importante papel moderador de
AGRADECIMIENTOS
1
Las pruebas de estos dos últimos diseños de estudio quedan fuera del
alcance de este artículo, ya que no se centran específicamente en el TDM.
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