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INTRODUCCIÓN - ASPECTOS METODOLOGICOS - MTEORICO - ESTADO DEL CONOCIMIENTO - Tesis
INTRODUCCIÓN - ASPECTOS METODOLOGICOS - MTEORICO - ESTADO DEL CONOCIMIENTO - Tesis
La función de este significante (el falo) como tal en la búsqueda del deseo es
ciertamente, como Freud lo observó, la clave de lo que hay que saber para terminar sus
análisis: y ningún artificio los sustituirá para obtener este fin (LACAN, 1958, 599)
¿Por qué Lacan ha considerado necesario trazar estas distinciones? Esta pregunta
supone interrogar no sólo el contrapunto que surge de la inscripción del falo en distintos
registros sino, fundamentalmente, las distintas formulaciones en el interior de cada uno de
ellos, en este caso, en el registro simbólico. La cuestión que se propone abordar aquí es la de
la novedad que el significante fálico introduce en la concepción lacaniana de falo, en tanto
inscripto en el registro simbólico.
Sin embargo, tres años después en el escrito La dirección de la cura y los principios
de su poder (1958) encontramos esta otra afirmación:
La función de este significante (el falo) como tal en la búsqueda del deseo es
ciertamente, como Freud lo observó, la clave de lo que hay que saber para terminar sus
análisis: y ningún artificio los sustituirá para obtener este fin (LACAN, 1958, 599)
¿Qué sucedió entre estas dos afirmaciones? ¿Cómo es que en una encontramos a la
palabra y a la relación con los verdaderos Otros y, en otra, al significante fálico como clave
de la terminación de los análisis?
Es decir, una modificación en la orientación del fin de análisis que coincide con una
distinción en el seno mismo del registro simbólico y que define el término clave por el que se
orienta el fin del análisis: en un caso la función de la palabra y en el otro la determinación
significante.
Advertimos que no se trata de una diferencia que se juegue solo por la tensión entre
registros, sino entre dos modalidades de concebir su fundamento, en este caso el del orden
simbólico. En la primera, el peso de la definición del fin de análisis cae sobre la realización
del sujeto a través de la función de la palabra y la relación con sus verdaderos Otros, y en la
segunda, con el significante y la castración.
Esta cuestión estará enfocada en dos ejes. Uno, su articulación sincrónica. Aquí lo que
guiará la investigación es la articulación estructural del concepto. Tomamos la definición de
estructura como un conjunto co-variante de elementos (LACAN,1955-1956, 261), siendo los
nudos de la red conceptual al que el significante fálico se articula: deseo, demanda, fantasma,
Otro barrado, etc.
Así comienza Lacan a abordar en su tercer seminario la noción de falo legada por
Freud. Sin embargo, no es sino el inicio de un extenso recorrido. Lacan reformulará la noción
de falo a lo largo de toda su obra.
● En los años 70, en la última parte de su enseñanza —signada por el axioma no hay
relación sexual y el problema de la escritura—como función fálica en las fórmulas de
la sexuación en el seminario 20 (1972-73) y como goce fálico en las formalizaciones
nodales (en La tercera y en el Seminario 22. R-S-I)
C. Soler (2014) plantea que para Lacan la formulación de una teoría del fin de análisis
fue algo que lo preocupó durante toda su enseñanza y que acompañó las distintas
modificaciones teóricas que fue introduciendo en su pensamiento:
En Lacan encontramos completa solidaridad entre el modo de concebir el fin
del análisis en cada momento de sus elaboraciones de la estructura y las finalidades
que le supone. (SOLER, 2014, 13)
Lo que complica aún más las cosas es que en Lacan mismo hay varias
doctrinas del fin del análisis, no hay solo una, y además, no solo son varias, sino que
en ciertos puntos se separan. (SOLER, 1988, 12)
Hay varias doctrinas del fin del análisis, afirma C. Soler. La construcción de una
teoría del fin del análisis orientada por el falo no es la primera, ni la última en la obra de
Lacan. Partiremos de la hipótesis de que su construcción nace de una modificación en la
teorización Lacaniana propuesta en los primeros años de su enseñanza en torno al escrito
Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis (1953)
Para D. Rabinovich, este punto de separación, además permite hacer una distinción
entre dos clínicas en la obra de Lacan:
Podría decirse que de una clínica del reconocimiento pasamos a una clínica del
falo, por ende, centrada en el síntoma y en las demás formaciones del inconsciente.
Clínica que se organiza alrededor de una lógica atributiva del falo: el dilema se plantea
entre serlo o tenerlo. La palabra fundante se metamorfosea en la promesa edípica:
algún día.
Ya no sólo la muerte caracteriza al ser hablante, su finitud, sino una nueva
limitación , un nuevo problema: qué es ser sexuado. (RABINOVICH, 2003, 35)
E. Rudinesco también acuerda con esta delimitación. En Lacan. Esbozo de una vida,
historia de un sistema de pensamiento (1993) pone el acento en el cambio que se produce en
la relación con la influencia de obra de Heidegger en los primeros años de la enseñanza de
Lacan:
1
VIII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIII Jornadas de
Investigación XII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología
- Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2016.
sujeto, en pocos años queda reducido a ser un conjunto de significantes. (MAZZUCA,
2016, 500)
Pommier, sin hacer una diferenciación entre las elaboraciones de Función y campo e
Instancia de la letra, señala las dificultades de esta concepción para formular una teoría de un
análisis finito:
Observamos que se trata de una lectura del “Wo es war, soll Ich werden”
freudiano, lectura cuya perspectiva es infinita, toda vez que del significante se espera
su realización. En efecto, el significante está muy lejos de unificar al sujeto puesto que
lo divide. El que habla no se alcanzará nunca al hablar. La imposibilidad en que se
encuentra el sujeto de reconocer su deseo en su propia palabra necesita de
interpretación ; pero ésta jamás revelará completud alguna del sujeto sino que designa,
por el contrario, su división. (POMMIER, 1987, 18)
Es Colette Soler en Finales de análisis (1988) quien distingue con más claridad —a
partir de una lectura de los escritos2 de Lacan— el corte entre la elaboración que tomaremos
por objeto —el fin de análisis orientado por el significante fálico— y un momento anterior
centrado en la función de la palabra y la intersubjetividad:
Quisiera evocar tres de sus formulaciones del fin del análisis. Son definiciones
del fin correlacionadas con las etapas de la elaboración estructural (...) Es en “Función
y campo…” que comienza verdaderamente a encontrar en el dispositivo el fundamento
que busca (SOLER, 1988, 17)
2
Nuestra investigación, si bien tomará como objeto los escritos de Lacan, se basará fundamentalmente
en la lectura de sus seminarios.
Es un fin del análisis donde la apuesta es el reconocimiento del deseo en lo que
se juega de intersubjetividad en la palabra (...) La idea entonces de un fin de análisis
que funcione como reconocimiento del deseo, se apoya sobre esta estructura: que
aquello que del deseo se da a escuchar va a ser ratificado de alguna manera, recibido
en la circularidad intersubjetiva y por ese hecho, reconocido. (SOLER, 1988, 19)
Entonces, el planteo de C. Soler pone en relación dos cuestiones, la del fin de análisis
—presente como preocupación a lo largo de toda la enseñanza de Lacan— y la elaboración
del concepto de falo — que comienza durante su tercer seminario. Estas dos cuestiones
encuentran a la altura del seminario 5 una articulación necesaria y diferente al modo en que lo
venía planteando en sus trabajos en torno a la función de la palabra.
Ahora, volviendo al planteo del problema, ¿Cuáles son las razones de este salto?
¿Qué lleva a Lacan a introducir la noción de falo, modificar su estatuto de objeto en favor de
su formulación como significante y establecer una teoría del fin de análisis que lo tiene como
pieza clave?
En relación a estas preguntas, nuestra investigación se centrará en dar cuenta de la
construcción de la teoría del fin de análisis que confluye con un momento de la elaboración
del concepto de falo, la de su formulación como significante del deseo.
Y cómo, entre uno y otro, se forjan dos grandes tesis que van a impulsar y sostener
esta transformación: La noción de falta de objeto y la función del significante en el
inconsciente.
IV. Hipótesis
● Lacan construye y sostiene entre los años 1956 y 1958 una teoría del fin de análisis
orientada por el significante fálico. Esta orientación difiere de aquella propuesta al
comienzo de su enseñanza en la que la función de la palabra y la intersubjetividad
simbólica definían el camino de un análisis.
● La teoría del fin de análisis orientada por el significante fálico tiene como
precondición y es producto de la confluencia de dos tesis que Lacan introduce en este
período: la noción de falta de objeto y la función del significante en el inconsciente.
● La introducción del falo como significante del deseo supone una transformación y
diferenciación respecto a una primera concepción de falo como objeto simbólico de la
privación en la teoría de la falta de objeto desarrollada en el seminario 4.
● Esta diferencia, entre el falo como objeto simbólico y como significante, está
entramada a un problema clínico. Es un paso decisivo para la construcción de un fin
de análisis orientado por el significante fálico.
V. Metodología
Hemos optado por tomar los seminarios como material principal de lectura dado que
es allí donde Lacan trabaja en vivo la construcción de su enseñanza lo cual consideramos que
facilita nuestro objetivo de rastrear las continuidades, discontinuidades en la elaboración del
concepto que estudiamos. Por supuesto, tomaremos como referencia a los escritos en los
cuales podremos localizar con mayor precisión los resultados de la elaboración de los
seminarios.
Esta distinción le permite a Freud elucidar la función del falo como herramienta
gnoseológica con la que el niño avanza en su investigación sobre la sexualidad. Esta
indagación —que está en el centro de la construcción de las teorías sexuales infantiles— se ve
impulsada por una excitación que excede la homeostasis autoconservativa, así como por el
enigma con que se confronta en tanto ser sexuado. Además, estará en juego también la
pregunta por el deseo del que ha dependido la existencia del pequeño investigador, es decir,
una pregunta por las contingencias de su origen.
Así como Aristóteles —citado por Lacan3— plantea que el hombre piensa con su
alma, el niño es con el falo que avanza en una investigación en que piensa y se piensa.
Para el varón, poseedor del atributo fálico, la castración será una posibilidad
amenazante, su afecto concomitante será la angustia. Para la niña, carente de falo, la
castración será una cuestión de hecho, y el falo será objeto de un amargo sentimiento, la
envidia. La organización genital infantil sella así el vínculo entre sexualidad, falo y
castración.
3
El hombre no piensa con su alma, como lo imagina el Filósofo. Piensa porque una estructura, la del
lenguaje — la palabra lo comporta — porque una estructura recorta su cuerpo y sin que nada tenga
que ver con la anatomía.. Lacan J.M. Televisión -Otros Escritos (LACAN, 2012, 538). También en El
Seminario 3 (LACAN, 2002, 249)
Sólo puede apreciarse rectamente la significatividad del complejo de castración
si a la vez se toma en cuenta su génesis en la fase de primado del falo (FREUD, 1923,
147)
Se pueden rastrear los efectos de esta modificación en uno de los primeros historiales
clínicos donde Freud puso a trabajar sus hipótesis sobre la sexualidad infantil. En el análisis
de la fobia de un niño de cinco años (1909) el falo y el complejo de castración arrojan nueva
luz sobre el interés que adquiere para el pequeño Hans su “hace-pipí” —nombre que ya
mostraba un valor psíquico del pene independiente de la reproducción— y su temor a
perderlo, cuyo papel será clave en la comprensión de la fobia a los caballos.
Por otro lado, los desarrollos acerca de la fase fálica darán nueva significación a los
descubrimientos que Freud había realizado sobre la investigación infantil en torno a la
sexualidad, por ejemplo, en Sobre las teorías sexuales infantiles (1908):
El pene es ya en la infancia la zona erógena rectora, el principal objeto sexual
autoerótico, y es lógico que la alta estima de que goza se refleje en la incapacidad para
representarse sin ese esencial ingrediente a una personalidad parecida al yo. (FREUD,
1908, 192)
En este texto habla por primera vez de complejo de castración en el que se articulan la
amenaza de castración en el varón y la envidia del pene en la niña. Esto cobrará nueva
significatividad al elevar a estatuto de fase a la primacía del falo. El complejo de castración,
esbozado fragmentariamente en distintos momentos de su obra, se consigue ordenar y
sistematizar a partir del establecimiento de la noción de falo.
Ahora bien, una vez establecida la noción de falo en 1923 —como pieza clave del
complejo de castración— pondrá a trabajar esta hipótesis para avanzar en el abordaje de
distintos problemas e impulsar la creación de nuevas conceptualizaciones.
En cambio, la castración en la niña, bajo la forma del penisneid, está en el núcleo del
conflicto entre el reproche a su madre, por no haberla dotado de falo, y el anhelo de obtenerlo
del lado del padre. Aquí el complejo de castración introduce a la niña en el Edipo.
Esta articulación entre complejo de castración y Edipo le permite a Freud hacer nuevas
precisiones sobre el problema de la angustia, es decir, sobre uno de los pilares de su teoría del
afecto. Así en Inhibición, síntoma y angustia (1926) propondrá una nueva teoría de la
angustia que además implica una rearticulación del concepto de represión. Distingue la
angustia automática y la angustia de castración. La segunda promueve el movimiento
represivo, a diferencia de su teoría anterior en la cual la angustia emergía luego de la
operación de represión como desprendimiento de afecto desligado de la representación
reprimida.
Por ejemplo, respecto a la teoría del yo, el narcisismo y sus las relaciones con la
realidad también se resignifican con el campo que abrió con La organización genital infantil.
Las perturbaciones a que está expuesto el narcisismo originario del niño, las
reacciones con que se defiende de ellas y las vías por las cuales es forzado a hacerlo,
he ahí unos temas que o querría dejar en suspenso como un importante material
todavía en espera de ser trabajado; su pieza fundamental puede ponerse de resalto
como “complejo de castración” (angustia por el pene en el varón, envidia del pene en
la niña) y abordarse en su trabazón con el influjo del temprano amedrentamiento
seuxal (FREUD, 1914, 89)
Concepto de falo mediante, retomará este problema en los artículos Fetichismo (1927)
y La escisión del yo en el proceso defensivo (1938) para ubicar el papel estructurante que
cumple el complejo de castración en la construcción del yo. Así, la represión, desmentida o
rechazo de la castración devendrán operaciones constituyentes del aparato psíquico.
En fin, sin haberlos agotado hemos visto algunos desarrollos y perspectivas que el
concepto de falo abrió en la obra freudiana. Sin embargo, nos interesa hacer referencia a uno
de los ámbitos en que el complejo de castración produjo nuevas hipótesis, el de la técnica
analítica.
El camino que sigue Freud está guiado no tanto por la cuestión de cómo cura y adonde
pretende arribar el trabajo analítico (cuestión que ya considera establecida) sino por la
indagación de cuáles son sus obstáculos.
Luego de relevar varias de las dificultades con que se topa el análisis (viscosidad
libidinal, masoquismo, sentimiento inconsciente de culpa, etc.) plantea que los análisis llegan
—de no mediar una terminación de hecho— a un punto inatravesable, lo llama roca viva y la
pone en relación directa con el complejo de castración, es decir, con las posiciones
masculinas y femeninas en relación al falo:
Estos dos temas en recíproca correspondencia son, para la mujer, la envidia del
pene -el positivo querer-alcanzar la posesión de un genital masculino-, y para el
hombre, la revuelta contra su actitud pasiva o femenina hacia otro hombre (FREUD,
1937, 25)
Freud insiste que, aunque la represión sepulte el complejo de Edipo y a la fase fálica,
no deja de atestiguar en su práctica la presencia de remanentes. Incluso sugiere que el planteo
de Ferenzci —por el cual todo análisis exitoso debería lograr que el sujeto dominara el
complejo de castración— peca de un exceso de optimismo. En Análisis terminable e
interminable se afirma un foco irreductible de resistencia en el hombre y en la mujer a
aceptar, en el primero, una posición pasiva frente a otro hombre, y, en la segunda, a resignar
totalmente el querer-alcanzar la posesión del falo.
Entonces, vemos como quedan articuladas dos cuestiones, la del falo (como pieza
clave del complejo de castración) y el problema de la terminación de los análisis. Esta
articulación dejará planteada la cuestión en términos de límite. Análisis terminable e
interminable concluye lo siguiente:
Ahora bien, si este planteo tiene un aspecto negativo — la roca de base que limita los
alcances de un análisis— también presenta una precisión clínica valiosa.
Hacer consciente lo inconsciente o donde el ello era el yo debe advenir son máximas
que orientan la dirección de los tratamientos desde un punto de vista tópico o dinámico, pero
que se abstraen de toda precisión acerca del papel que juega la posición del analizante frente
a la diferencia sexual.
En este punto, Lacan encontrará el espacio para plantear una propuesta de fin de
análisis que pueda ir más allá del tope planteado en análisis terminable e interminable. Lo
hará poniendo a trabajar esa cara positiva del límite que el complejo de castración opone a la
terminación de los análisis según el planteo freudiano. Este desarrollo se apoyará en una
reformulación del concepto de falo y en su establecimiento como significante del deseo.
A partir del seminario sobre las psicosis (1955-56) —con el establecimiento de las
propiedades simples del significante que surgen de interrogar el papel que juega el lenguaje
en la estructura psicótica4— se inicia el desarrollo de una investigación sobre el papel que el
significante cumple en el inconsciente y que encuentra en el escrito La instancia de la letra o
la razón desde Freud (1957) una primera formalización de sus leyes. Se crean entonces las
4
Como la relación de sujeto a sujeto está estructurada de modo complejo por las propiedades del
lenguaje, el papel propio que en ella juega el significante debe ser precisado (LACAN, 1955-1956,
412)
condiciones para ese punto de viraje en el establecimiento de la categoría de significante
lacaniano y los efectos de una serie de reformulaciones conceptuales que se producen en el
seminario 5, a partir del entramado estructural del significante con la noción de inconsciente.
Pero también, como se afirma en esta cita del seminario 5, se trata de la importancia
del significante en la economía del deseo. El abordaje sistemático del concepto de falo es
contemporáneo, además, a una modificación de la teoría del deseo en Lacan. Esta
transformación se producirá por la crítica de la noción de objeto en psicoanálisis de la cual
resultará la noción de falta de objeto como motor de las relaciones del sujeto con el mundo.
Entonces, Lacan establecerá dos ideas nuevas que harán necesaria la modificación de
sus primeras formulaciones acerca del fin de análisis :
La relación del sujeto con el falo está en el centro de esta propuesta de Lacan respecto
al problema del fin de análisis.
Sin embargo, la relación entre el falo y el fin del análisis no se produce de entrada.
Hay un proceso de elaboración que media entre el comienzo de la crítica de este concepto y su
formalización como cursor en la dirección de la cura.
Una de las conclusiones de nuestra investigación es que el concepto de falo debió ser
puesto a punto para poder ser utilizado como herramienta para responder al problema del
análisis terminable e interminable.
5
LACAN,J (2014) De los nombres del padre. Lo simbólico, lo imaginario y lo real. Buenos Aires. Ed.
Paidos.
La mayoría de los estudios acerca de este tema han puesto el acento en el
ordenamiento producido por los tres registros entre el falo imaginario, el simbólico y el
órgano real.
A lo largo de este mismo año, hemos desplazado progresivamente nuestro interés. Por
supuesto, hay leyes de la intersubjetividad. Son las leyes que rigen la relación del
sujeto con el otro con minúscula y con el Otro con mayúscula. Pero no sólo nos
ocupamos de eso. La función original del discurso, en la cual se trata esencialmente
del lenguaje merece que nos la planteemos paso a paso. El discurso también tiene sus
leyes, y la relación del significante con el significado es algo distinto que la
intersubjetividad, aunque puedan recubrirse, como las relaciones entre lo imaginario y
lo simbólico. (LACAN, 1994, 397)
Sin embargo, en el conjunto de clases que J.A: Miller tituló El objeto fetiche,
específicamente en la clase El falo y la madre insaciable, comienza a articular la cuestión del
falo ya no solamente a un objeto simbólico sino a una función significante:
Además, en la reformulación que Lacan realiza del Edipo freudiano —en la que
propone un ordenamiento en tres tiempos lógicos— encontraremos una declinación del falo
que permite distinguir (una novedad respecto del seminario 4) entre el falo como objeto
simbólico y como significante del deseo.
Lacan consideró que el falo como objeto simbólico de la privación está en el centro de
la dialéctica del segundo tiempo del Edipo cuyo agente es el padre omnipotente, imaginario y
prohibidor, personaje central del sueño neurótico. Será necesario un tercer tiempo en el cual el
falo adquiera —para el sujeto— un estatuto de significante para que haya una salida posible
6
Lo cual va a implicar una limitación a la idea —presente en sus primeros 4 seminarios— del
reconocimiento y pacto con el Otro como realización del sujeto deseante.
del impasse neurótico.
El falo como objeto simbólico, cuya función se esclarece en las leyes de intercambio,
se distingue aquí del significante fálico, que se ordena en relación a las leyes del significante,
como significante del significado en tanto, como afirma en La significación del falo, lo
significable sufre la pasión del significante (LACAN, 1958, 659). Las leyes humanizantes del
intercambio simbólico en las cuales Lacan emplazó como factor dinamizante a la falta de
objeto quedarán en el seminario 5 enmarcadas y determinadas por las leyes del significante.
Con el falo articulado a la estructura significante, como significante del deseo, surge
por primera vez, en la obra de Lacan —en el capítulo XVII del seminario 5 titulado Las
fórmulas del deseo— la notación Φ (Phi mayúscula). La introducción de una letra especial
para designar al falo en el registro simbólico es un aporte de este seminario que resulta
relevante porque permite distinguir al falo no sólo respecto al contraste entre significante y
objeto, sino también establecer la diferencia entre el significante fálico y los otros
significantes. Esta es una distinción fundamental para diferenciar la demanda del deseo,
distinción clínica clave en la concepción de fín de análisis que se propondrá en el seminario
Las formaciones del inconsciente y que tiene en su núcleo el problema de las relaciones del
sujeto con el más allá de la demanda. El significante fálico es un significante atípico. Es un
significante que no hace par con otro significante, no remite a otros significantes sino que
designa la falta de significante y por lo tanto lo inarticulable del deseo. Además, tiene por
función introducir la barra en el campo del Otro.
7
Acerca del estatuto de la noción de letra en el escrito “Instancia de la letra…” Remitimos a los
trabajos de Cosentino (2016) y Cosentino y Muñoz (2016)
● Hacia la construcción de un fin de análisis orientado por el significante fálico.
El otro aspecto que resulta relevante respecto a plantear al falo como un significante
distinto a los otros —y al objeto simbólico de la privación— es porque Lacan lo propone
como una solución a la aporía del complejo de castración en el problema del análisis
terminable e interminable. Tanto la amenaza de castración como la envidia fálica se sostienen
en que el sujeto supone fantasmáticamente que el falo es un objeto demandable o
resguardable. O que el falo es eso de lo cual un padre —como agente imaginario
omnipotente— privó o puede privar. En este punto podríamos decir que la roca viva de la
castración, como punto inatravesable, supone la representación del falo como un objeto
demandable y consistente (a diferencia del carácter evanescente que le atribuye en el
seminario 10), o mejor, sustancializado, ya que de lo que se trataría en la neurosis es del falo
en un horizonte sobrepoblado8 de ser.
El fiador y el soporte del deseo, el punto donde es que se fija en su objeto, que muy
lejos de ser natural siempre está constituido por una determinada posición ocupada por
el sujeto respecto al Otro. Con ayuda de esta relación fantasmática es como el hombre
se orienta y sitúa su deseo (LACAN, 2004, 450).
¿Qué hace posible que en la relación del sujeto con el deseo se produzca una
modificación tal que la satisfacción obtenida fantasmáticamente haga lugar a un acto? ¿Qué
transformaciones son necesarias para pasar de un deseo sostenido como imposible o
insatisfecho en el fantasma a una relación con el deseo donde el sujeto surja como efecto de la
8
En la dirección de la cura Lacan alude al horizonte deshabitado del ser al que la virtud alusiva de la
interpretación debería apuntar.
falta de garantías, de saber, de previsión que implica un acto que, como introduce en este
seminario, es esencialmente fallido9?¿Cuáles son los avatares del falo en esta trayectoria y qué
función desempeña como significante del deseo?
En relación con estas preguntas Lacan condensa en una frase lo que podría resumirse
como una de las principales dificultades de la posición neurótica al relacionarse con el deseo:
“De lo que se trata en la histeria es de ver y de saber” (LACAN, 2004, p. 388). Ver y saber
sostienen a nivel del fantasma que habría algo para ver o saber, al modo del objeto al que
apunta la demanda. Si se trata de ver y de saber, anhelo neurótico, el falo queda localizado
como un objeto imaginario en posición ectópica respecto a su estatuto significante en el
campo del deseo. En este campo resulta operativo en tanto velado e inconsciente.
Para Lacan hay posibilidad de una relación distinta a la posición neurótica y al análisis
interminable que de ella puede derivarse. A la altura del seminario 5 (y de los escritos
Dirección de la cura y Significación del falo) este movimiento es posible si el sujeto eleva
(aufhebung) al falo al estatuto de significante del deseo.
La dificultad para operar con este significante radica en su estructura y al modo en que
se articula en los registros. En el plano imaginario opera sustraído del plano especular: oculto,
velado. En el registro simbólico, como un significante impar que no tiene como referente otro
significante con el cual constituir un saber. De este modo problemático para el yo, cumple su
función como operador de la castración en ambas dimensiones.
El fin del análisis orientado por el significante fálico es también el modo que tiene
Lacan de instalar una discusión con los desarrollos posfreudianos que planteaban una teoría
del fin de análisis montada sobre la idea de identificación al analista. Esta concepción incluía
también un destino del falo en la cura, lo cual Lacan analiza en el seminario 5 a partir de la
crítica de un caso de Bouvet para quien el movimiento del análisis se debe orientar a que el
paciente consienta incorporar fantasmáticamente el falo del analista (Lacan, 2002, 499).
Frente a esta propuesta, Lacan opone:
(...) ese falo cuya recepción y cuyo don son para el neurótico igualmente
imposibles, ya sea que sepa que el otro no lo tiene o bien que lo tiene, porque en los
dos casos su deseo está en otra parte: es el de serlo, y es preciso que el hombre,
masculino o femenino, acepte tenerlo y no tenerlo, a partir del descubrimiento de que
no lo es. (Lacan, 2002, 622)
Proponemos ordenar los estudios que han tematizado la conceptualización del falo en
la obra de Lacan durante el periodo 1956-58, según los ejes en que organizamos la
construcción del concepto que estamos investigando:
I. Aquellos estudios que abordan la elucidación sincrónica del concepto de falo.
Diana Rabinovich en Lectura de significación del falo (1995) considera que el tema
central de este escrito es el concepto de significante fálico donde se precisa la diferencia entre
el significante fálico y la significación fálica según la elaboración del seminario 5. Para esta
autora, el objeto fálico surge como efecto de la metáfora paterna y no sería sino una de las
formas de la significación fálica. Trabaja en forma pormenorizada los modos en que Lacan
precisa en este escrito el estatuto del falo como significante (como significante que designa
los efectos de significado, como cópula lógica, como letra, como razón y común medida del
deseo, etc.,). También hace algunas puntualizaciones sobre los límites de este concepto a nivel
clínico:
Roberto Harari (2007) aborda el escrito de Lacan para develar las ideas-fuerza que lo
vertebran:
Por otro lado, considera que es un texto que permite comenzar a localizar el problema
de lo real del goce sexual, punto que también señala sus límites:
En este sentido podemos considerar que este trabajo de Lacan sobre el falo es
un elemento preliminar en el pasaje a un nuevo paradigma en el que el goce adquirirá
el estatuto de lo real (BERENGUER, 2005, 23).
b) Aquellos estudios que sin abordar como tema específico la noción de falo incluyen
alguna reflexión, relevante para nuestra investigación, sobre este concepto.
Uno de los primeros efectos de esta modificación es: “(…) el abandono del concepto
del deseo como deseo de reconocimiento, cuyo correlato es la promoción de una concepción
de la sexualidad en la que ésta se vincula en forma intrínseca con el sistema significante, a
través de un significante que adquiere un privilegio particular: el falo” (RABINOVICH, 2003,
33)
Más allá de la significación fálica surge el falo como significante del deseo del
Otro, que no es ni (-φ) ni (φ) sino Φ. Su función es ser “el significante destinado a
designar en su conjunto los efectos de significado, en tanto determinados por el
significante”. Con el falo, significante del deseo, se inicia el recorrido que culminará
en las fórmulas de la sexuación. (RABINOVICH, 2003, 40)
(…) el falo, para ser ese común denominador de los significados, tiene que ser un
significante él mismo. Ese es el desplazamiento: el falo no es un significado como
todos los demás sino que es el significado de todos los significados, de todo lo deseado
(MILLER J-A, 2004,116-117)
Guy Le Gaufey (1995) en La evicción del origen aborda el problema del significante
fálico en el contexto de la reflexión acerca de qué significa lo simbólico en psicoanálisis,
específicamente en el marco del debate que Lacan tiene con E. Jones en su escrito A la
memoria de Ernest Jones. Sobre su teoría del simbolismo. Propone una lectura del párrafo del
seminario 5 (también presente en La significación del falo) donde Lacan afirma que el falo es
el significante del significado. Le Gaufey acentúa que lo que ahí se afirma es que el falo entra
en juego cuando el sujeto tiene que simbolizar el significado como tal. El significado como tal
no es un significado ligado a un referente concreto sino a la Otra Cosa como tal, al deseo
como deseo de Otra Cosa:
Lacan había casi poéticamente señalado el otro término sobre el que se apoya
esta acepción de la palabra falo: el deseo de otra cosa (…)
Casi se podría escribir un ensayo estilístico acerca de la expresión como tal en Lacan,
pero al menos observemos lo siguiente: la otra cosa como tal no es evidentemente
nada nombrable, nada particularizable (LE GAUFEY, 1995, 170)
A la razón de esta distracción materna, que hace que el significante revele no
estar en relación directa con los objetos de la necesidad susceptibles de dar
satisfacción al niño y que deja así adivinar la dimensión de esa otra cosa como tal,
Lacan la denomina: falo (LE GAUFEY, 1995, 171)
Alfredo Eidelsztein en Las estructuras clínicas a partir de Lacan (2008) propone una
lectura valiosa para el esclarecimiento del concepto de significante fálico. Por un lado,
acentúa la relación del significante fálico con el esquema del velo propuesto en el seminario 4
y el concepto de barra del seminario 5:
Por otro lado, articula las características del falo, como significante distinto a los
demás, a tres conceptos marcados por el problema de lo inefable: el deseo, el goce y el sujeto.
Respecto al falo como significante del deseo afirma:
En relación a la articulación del significante fálico con el problema del fin de análisis
Colette Soler en Finales del análisis (2014) propone que La dirección de la cura y los
principios de su poder (1958) evoca un fin del análisis que se aleja del deseo de
reconocimiento. Luego de escribir La instancia de la Letra Lacan afirmará la
incompatibilidad del deseo y la palabra y un nuevo fin de análisis que:
(…) llamaré lacanofreudiano, donde, habiendo hablado del falo, Lacan evoca
la Spaltung del sujeto y dice que Freud nos da, en la spaltung del sujeto, la solución
del análisis infinito (…) la diferencia es que allí donde Freud veía un tope, Lacan dice:
solución (…) Lo que le permite decir que es una solución es que se trata de un
imposible, es que Freud tropieza aquí con un imposible: el de levantar la división del
sujeto. Dicho de otra manera, ve allí una solución porque eso confirma ser un tope que
no es particular, que no es individual, que es ciertamente un límite, pero para todo
sujeto. (SOLER, 2014, 19-20).
François Balmès (2002) en el libro Lo que lacan dice del ser realiza un recorrido por
el sentido que el término ser adquiere en la obra de Lacan. Cuando aborda el periodo que
estamos investigando afirma la articulación del problema del ser en el sujeto con el del falo
como significante, pero también el abandono y transformación de este concepto en favor del
objeto a:
El ser falta, el ser se barra, está barrado y el Otro también se barra (…)
Transferido de lo simbólico a lo real gracias a la intervención del falo, resulta que el
ser, al final, va a parar al resto caído de un objeto innombrable. (BALMES, 2002, 147)
Este autor también propone articular el problema del ser, como falta en ser, al de la
castración. Esto le permite afirmar cuál sería el valor específico que aporta el recorrido de un
análisis y el sentido de su fín:
Por último, Muñoz aporta una lectura que ubica de un modo más preciso la definición
de Lacan del significante fálico como significante destinado a significar el significado en su
conjunto al articularla con otra definición de La significación del falo: el falo es el
significante privilegiado de esa marca en que la parte del logos se une al advenimiento del
deseo. Esta lectura, según nuestras hipótesis, será un pilar de la propuesta de fin de análisis
postulado en el seminario 5, ya que esta tiene como idea nuclear al deseo metonímico:
Es el significante de la marca que en el cuerpo —en tanto superficie de
inscripción— articula sexualidad y logos, término griego que significa lenguaje,
discurso y también proporción en tanto razón matemática. Es decir, que el falo como
significante, cuando designa los efectos de significado en su conjunto, tiene la función
de indicar cómo el lenguaje hace advenir al deseo. Designa en su conjunto al deseo
como metonímico. (MUÑOZ, 2022, 173)
Luciano Lutereau en su libro La verdad del amo (2014) ubica el límite que la teoría del
fin de análisis orientado por el falo tiene:
Por eso, desde la perspectiva lacaniana, cuando se sostiene que el análisis avanza más
allá del complejo de castración (aunque Lacan hubiese sostenido esta perspectiva en
trabajos tempranos como “La significación del falo” y el tramo final de “La dirección de
la cura y los principios de su poder”), se entiende que no sólo se trata de ubicar otra
orientación con el deseo, que lo reconduzca a su causa –a través de precisar el estatuto del
objeto a como distinto del agalma u objeto intencional del deseo; o, dicho en términos
freudianos, hacia la cuestión de la fijación pulsional, que Freud principalmente relegó a
motivos innatos-, sino también de situar otra posición para el analista en el tratamiento,
que no se la del padre. En resumidas cuentas, el callejón freudiano del análisis se debe
tanto a una concepción del deseo como a un modo de entender la transferencia,
(LUTEREAU, 2014, 47-48)
II. Aquellos estudios que tratan el concepto de falo a través de una genealogía (eje
diacrónico)
Una precisión terminológica que realiza Tendlarz respecto a los términos en alemán
que utiliza Lacan y con los que el concepto de falo se articula (Verdrangung, aufhebung,
erniedrigung y spaltung) nos resulta valiosa ya que en la dialéctica erniedrigung y aufhebung
(respecto al falo: degradación en objeto o elevación a significante) nos permitirá ubicar qué
transformación respecto al falo se produce en la dirección de la cura.