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INTRODUCCIÓN

La función de este significante (el falo) como tal en la búsqueda del deseo es
ciertamente, como Freud lo observó, la clave de lo que hay que saber para terminar sus
análisis: y ningún artificio los sustituirá para obtener este fin (LACAN, 1958, 599)

La cita de Lacan, que figura como acápite de esta introducción, pertenece a La


dirección de la cura y los principios de su poder (1958). Plantea dos cuestiones que confluyen
e impulsan esta investigación: la pregunta por el estatuto del falo y su articulación al problema
del fin de análisis en la obra de J. Lacan.

Partimos de la constatación que Lacan ha formulado de distintas maneras, a lo largo de


su obra, el estatuto del falo. Una primera forma en que esta complejidad se ha plasmado (la
más evidente y en la que la mayoría de los estudios se han focalizado) es el resultado de haber
sometido a crítica esta noción por la vía de las distinciones que le permitieron trazar el
sistema de referencias de sus tres registros: imaginario, simbólico y real. Así, en función de
los debates con el psicoanálisis posfreudiano, Lacan ha considerado fundamental el
establecimiento de la diferencia entre el falo imaginario, el falo simbólico y el pene real.

Esta distinción interdimensional del falo se ha mantenido estable a lo largo de su obra.


Sin embargo, en vistas al movimiento de sus propias formulaciones (que incluyen
modificaciones en los modos de definir y articular los tres registros) el falo es articulado en el
interior de cada registro de distintas formas. ¿Son relevantes estas distinciones? ¿Qué motiva,
si los hubiera, los puntos de ruptura que, por ejemplo, sobre el telón de fondo del registro
simbólico plantean las nominaciones de objeto, significante o símbolo para designar al falo?

Para desarrollar la investigación en torno a estos interrogantes decidimos circunscribir


y ordenar el estudio a cómo introduce la crítica al concepto de falo en el seminario 3. Luego,
investigar uno de los primeros momentos en que Lacan produce un abordaje sistemático de
esta noción, en el seminario 4, lugar donde concibe al falo como objeto. Y, finalmente, dar
cuenta de la transformación del estatuto del falo en el periodo que va del seminario 4 al 5, es
decir entre los años 56’ y 58’ cuando pasa de hablar del falo en términos de objeto simbólico
a concebirlo como significante, momento en que lo establece como cursor de la dirección de
la cura.

¿Por qué Lacan ha considerado necesario trazar estas distinciones? Esta pregunta
supone interrogar no sólo el contrapunto que surge de la inscripción del falo en distintos
registros sino, fundamentalmente, las distintas formulaciones en el interior de cada uno de
ellos, en este caso, en el registro simbólico. La cuestión que se propone abordar aquí es la de
la novedad que el significante fálico introduce en la concepción lacaniana de falo, en tanto
inscripto en el registro simbólico.

La otra pregunta, articulada a la primera, en caso de sostener la existencia de una


discontinuidad en el plano conceptual entre estas dos modalidades en que Lacan ha abordado
el falo en lo simbólico: ¿Cómo se entrama al problema del fin de análisis?

Desde el comienzo de su enseñanza Lacan toma el relevo de la pregunta freudiana


acerca del fin de análisis. ¿Cuál es el norte que orienta el trabajo de un análisis? Su respuesta
no va a ser única. Por ejemplo, en El seminario 2 (1954-1955) afirma lo siguiente:

Allí está, siempre está ahí. Es el sujeto. Se conoce o no se conoce. Esto ni


siquiera es lo más importante: tiene o no tiene la palabra. Al final del análisis es él
quien debe tener la palabra, y entrar en relación con los verdaderos Otros. Ahí donde
el S estaba, ahí el Ich debe estar.” (LACAN, 2004, 370)

Sin embargo, tres años después en el escrito La dirección de la cura y los principios
de su poder (1958) encontramos esta otra afirmación:

La función de este significante (el falo) como tal en la búsqueda del deseo es
ciertamente, como Freud lo observó, la clave de lo que hay que saber para terminar sus
análisis: y ningún artificio los sustituirá para obtener este fin (LACAN, 1958, 599)

¿Qué sucedió entre estas dos afirmaciones? ¿Cómo es que en una encontramos a la
palabra y a la relación con los verdaderos Otros y, en otra, al significante fálico como clave
de la terminación de los análisis?

Es decir, una modificación en la orientación del fin de análisis que coincide con una
distinción en el seno mismo del registro simbólico y que define el término clave por el que se
orienta el fin del análisis: en un caso la función de la palabra y en el otro la determinación
significante.

Advertimos que no se trata de una diferencia que se juegue solo por la tensión entre
registros, sino entre dos modalidades de concebir su fundamento, en este caso el del orden
simbólico. En la primera, el peso de la definición del fin de análisis cae sobre la realización
del sujeto a través de la función de la palabra y la relación con sus verdaderos Otros, y en la
segunda, con el significante y la castración.

La investigación abordará, entonces, como punto de convergencia de las dos


preguntas, el problema de la construcción del fin de análisis orientado por el significante
fálico.

Esta cuestión estará enfocada en dos ejes. Uno, su articulación sincrónica. Aquí lo que
guiará la investigación es la articulación estructural del concepto. Tomamos la definición de
estructura como un conjunto co-variante de elementos (LACAN,1955-1956, 261), siendo los
nudos de la red conceptual al que el significante fálico se articula: deseo, demanda, fantasma,
Otro barrado, etc.

El otro eje es diacrónico. El problema aquí se ordena en torno al establecimiento de


los puntos de ruptura que jalonan, en la enseñanza de Lacan, una clínica orientada por el falo
como significante del deseo, su comienzo, su alcance y sus límites. Es decir, poder dar cuenta
de las razones de las transformaciones que se operan en el concepto durante el periodo
delimitado.
ASPECTOS METODOLÓGICOS

I. Planteo del problema

Lacan comienza a problematizar el concepto de falo en su enseñanza en el transcurso


de su tercer seminario dedicado a las psicosis. El papel del falo en la disimetría de los sexos
en el registro simbólico, así como la función tercera que cumple en la relación
imaginariamente dual entre el niño y su madre son cuestiones que introduce en este seminario
discutiendo los desarrollos posfreudianos en torno a la relación de objeto. Frente a una
concepción que ubicaba como matriz de las relaciones objetales el vínculo madre-hijo
entendido como una relación dual, Lacan retomará el problema desde la lectura freudiana de
los textos sobre la feminidad y ubicará, de entrada, en la relación “madre – hijo” al falo y a
la castración: No son dos, son tres. El niño no está solo con su madre, entre ellos el falo como
elemento tercero, como efecto del atravesamiento por parte de la madre del complejo de
castración y que hace posible -a la vez que complica- la ilusión de complementariedad con su
hijo. Será el padre quien, como cuarto término, anudará esta dialéctica a la ley y hará, para el
sujeto a advenir, que el falo sea algo distinto a un meteoro (es decir algo imaginario e
inaprensible).

Así comienza Lacan a abordar en su tercer seminario la noción de falo legada por
Freud. Sin embargo, no es sino el inicio de un extenso recorrido. Lacan reformulará la noción
de falo a lo largo de toda su obra.

Podría decirse que cada modificación y novedad significativa que introduce en su


pensamiento tendrá por efecto un replanteo del concepto de falo a la luz de las nuevas
nociones que jalonan su enseñanza. El falo en el pensamiento de Lacan se presenta como un
concepto diacrónica y sincrónicamente multívoco. A lo largo de su obra propuso distintas
formulaciones:

● Como objeto imaginario de la castración y como objeto simbólico de la privación, en


el seminario 4 La relación de objeto (1956-57).
● A partir del seminario 5 Las formaciones del inconsciente (1957-58) como
significante del deseo y como significación fálica.

● En el seminario 6 El deseo y su interpretación (1958-59) es el significante de la


alienación del sujeto al significante o como Metonimia del ser en el sujeto.

● Contemporánea a la tematización en el seminario 7 del problema del goce, en


Subversión del sujeto y dialéctica del deseo (1960) propondrá al falo como
significante del goce

● En el seminario 8 La transferencia (1960-61) como símbolo de la presencia real.

● En los años 70, en la última parte de su enseñanza —signada por el axioma no hay
relación sexual y el problema de la escritura—como función fálica en las fórmulas de
la sexuación en el seminario 20 (1972-73) y como goce fálico en las formalizaciones
nodales (en La tercera y en el Seminario 22. R-S-I)

¿Cuál es el fundamento de estas modificaciones? ¿Se trata de una evolución del


concepto que se resuelve teleológicamente? ¿Es el efecto de la construcción de términos
aproximativos y deficitarios que arriban finalmente a su formulación acabada, siendo por lo
tanto irrelevantes, o contingentes, las diferencias? ¿Podría afirmarse que el falo como objeto
simbólico tiene la misma compresión y extensión que el concepto de significante fálico o de
función fálica?

Abordaremos esta cuestión con la hipótesis de que en esta diferencia de términos


(objeto, significante, símbolo, etc) se trata de discontinuidades en la construcción del
concepto, que producen saltos en su comprensión y extensión. Estas variaciones se entraman
en los movimientos teóricos que Lacan va produciendo a lo largo de sus seminarios en torno
al establecimiento de referentes conceptuales mayores de la teoría (por ejemplo, la categoría
de significante o de objeto a) y con los problemas clínicos que de ellos se derivan.

En el período que limita de la obra de Lacan nuestra investigación, propondremos que


las referencias conceptuales que ordenan las transformaciones del concepto de falo serán la
noción de falta de objeto y la categoría de significante, y, respecto a los problemas clínicos,
sus consecuencias sobre la teoría del fin de análisis.

La construcción del concepto de falo y su relación con el fin de análisis.

Nuestra investigación tomará como objeto el periodo en que Lacan establece y


sostiene el concepto de falo como significante del deseo. Esta etapa está enmarcada por los
escritos:”Instancia de la letra o la razón desde Freud” (1957) “De una cuestión preliminar a
todo tratamiento posible de la psicosis” (1957-1958) “La dirección de la cura y los
principios de su poder” (1958) “La significación del falo” (1958) y fundamentalmente por
el seminario 5 “Las formaciones del inconsciente” (1957-1958).

En estos textos el concepto de falo se orienta hacia su formulación como significante y


confluye en una teoría del fin de análisis, tal como lo muestran explícitamente La dirección de
la cura y los principios de su poder (1958) y El seminario 5: Las formaciones del
inconsciente (1957-1958):

Inevitablemente nos impresiona el hecho de que Freud, en uno de sus últimos


artículos - aquel cuyo título se tradujo impropiamente como "Análisis terminable e
interminable", cuando en realidad se refiere a lo finito o infinito -, el hecho de que
Freud, pues, nos designe la proyección hasta el infinito de la finalidad del análisis de
la forma más clara, en el plano de la experiencia concreta, como dice él, destacando lo
que hay de irreductible para el hombre en el complejo de castración, para la mujer en
el Penisneid, es decir, en una determinada relación fundamental con el falo.(LACAN,
2003, 327)

Esta propuesta respecto a la orientación del fin de análisis no es la primera, ni la


última que aportará Lacan en su enseñanza.

C. Soler (2014) plantea que para Lacan la formulación de una teoría del fin de análisis
fue algo que lo preocupó durante toda su enseñanza y que acompañó las distintas
modificaciones teóricas que fue introduciendo en su pensamiento:
En Lacan encontramos completa solidaridad entre el modo de concebir el fin
del análisis en cada momento de sus elaboraciones de la estructura y las finalidades
que le supone. (SOLER, 2014, 13)

Lo que complica aún más las cosas es que en Lacan mismo hay varias
doctrinas del fin del análisis, no hay solo una, y además, no solo son varias, sino que
en ciertos puntos se separan. (SOLER, 1988, 12)

Hay varias doctrinas del fin del análisis, afirma C. Soler. La construcción de una
teoría del fin del análisis orientada por el falo no es la primera, ni la última en la obra de
Lacan. Partiremos de la hipótesis de que su construcción nace de una modificación en la
teorización Lacaniana propuesta en los primeros años de su enseñanza en torno al escrito
Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis (1953)

Distintos autores coinciden en identificar un cambio de orientación en la obra de


Lacan respecto a los planteos propuestos al comienzo de su enseñanza en torno al Discurso de
Roma y, fundamentalmente, en Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis
(1953).

D. Rabinovich en Sexualidad y significante (2003) toma en cuenta la distinción que


introduce J-A Miller entre:

Dos formas diferentes de desplegarse el axioma “el inconsciente estructurado


como un lenguaje”, cuyo punto de separación reside en el texto “Instancia de la letra
en el inconsciente”. Este divide entre un primer período, que Miller caracteriza como
el de las leyes de la palabra y un segundo período que se inicie precisamente con él, el
de las leyes del lenguaje (RABINOVICH, 2003, 9)

Para D. Rabinovich, este punto de separación, además permite hacer una distinción
entre dos clínicas en la obra de Lacan:

Podría decirse que de una clínica del reconocimiento pasamos a una clínica del
falo, por ende, centrada en el síntoma y en las demás formaciones del inconsciente.
Clínica que se organiza alrededor de una lógica atributiva del falo: el dilema se plantea
entre serlo o tenerlo. La palabra fundante se metamorfosea en la promesa edípica:
algún día.
Ya no sólo la muerte caracteriza al ser hablante, su finitud, sino una nueva
limitación , un nuevo problema: qué es ser sexuado. (RABINOVICH, 2003, 35)
E. Rudinesco también acuerda con esta delimitación. En Lacan. Esbozo de una vida,
historia de un sistema de pensamiento (1993) pone el acento en el cambio que se produce en
la relación con la influencia de obra de Heidegger en los primeros años de la enseñanza de
Lacan:

Si la referencia a la problemática heideggeriana del desvelamiento de la verdad


y del “dejar actuar a la palabra” seguía siendo masiva en el “Discurso de Roma”,
desapareció cuatro años más tarde en el momento en que Lacan pronunció en la
Sorbona una conferencia titulada “La instancia de la letra en el inconsciente, o la razón
desde Freud”, en la que asentaba una teoría del significante fundada ya no únicamente
en una lectura de Saussure y de Lèvi-Strauss, sino construida de manera lógica a partir
de los trabajos de Roman Jakobson sobre la metáfora y la metonimia. (...) Dicho de
otra manera, su apropiación de la obra heideggeriana estuvo gobernada por las dos
lecturas sucesivas que hizo de la lingüística estructural. En la primera, la del “Discurso
de Roma”, no habiendo elaborado todavía su teoría del significante, conservaba la
rumia heideggeriana sobre el origen y el desvelamiento; en la segunda, por el
contrario, la de “La instancia de la letra”, se desmarcaba de ella con una voluntad
afirmada de situar el descubrimiento freudiano en el campo de la ciencia, gracias a una
referencia a la razón y al cogito cartesiano. (RUDINESCO, 1993, 338-339)

S. Mazzuca1 en su artículo De la palabra al lenguaje en el seminario 3 de J. Lacan,


también considera el pasaje de la palabra a la preeminencia del lenguaje como una de las
transformaciones más profundas que se operan en la noción lacaniana de sujeto:

Palabra y lenguaje se disputan así el protagonismo y la prevalencia al interior


del registro de lo simbólico, en una etapa en la que este registro detenta a su vez una
primacía por sobre los otros dos, a los cuales determina. Al comienzo, es la palabra la
que ocupa el lugar principal y fundante. Pero en el curso de los primeros seminarios,
Lacan realiza progresivamente un movimiento que va de la palabra al lenguaje, lo cual
acarrea profundisimas transformaciones -seguramente las más graves en toda su
enseñanza- sobre los conceptos con que estructura la clínica psicoanalítica. Suele
pasar un poco desapercibido el carácter brutal de este movimiento y sus
transformaciones. En pocos años, Lacan pasa de un sujeto definido por su ejercicio de
la función de la palabra a un sujeto definido como efecto del lenguaje. Lo mismo
podría decirse del inconsciente, del síntoma, y sin duda sobre todo del Otro con
mayúscula: acuñado para nombrar al Otro ser hablante al que se dirige la palabra del

1
VIII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIII Jornadas de
Investigación XII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología
- Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2016.
sujeto, en pocos años queda reducido a ser un conjunto de significantes. (MAZZUCA,
2016, 500)

En esta etapa de la enseñanza de Lacan, en torno a la función de la palabra y al deseo


de reconocimiento intersubjetivo, encontramos una primera formulación acerca del fin del
análisis. G. Pommier en El desenlace de un análisis (1987) hace referencia a la teoría del fin
del análisis en Función y campo de la palabra y lenguaje en psicoanálisis:

En Función y campo del habla y del lenguaje en psicoanálisis esta captación


reflexiva del sujeto gracias a la palabra que dirige al analista es considerada como un
reconocimiento que, si alcanzara su punto extremo, debería revelarlo en la completud
de su identidad: ahí donde el lugar del sujeto estaba reservado en lo inconsciente, el
sujeto debe advenir. (POMMIER, 1987, 18)

Pommier, sin hacer una diferenciación entre las elaboraciones de Función y campo e
Instancia de la letra, señala las dificultades de esta concepción para formular una teoría de un
análisis finito:

Observamos que se trata de una lectura del “Wo es war, soll Ich werden”
freudiano, lectura cuya perspectiva es infinita, toda vez que del significante se espera
su realización. En efecto, el significante está muy lejos de unificar al sujeto puesto que
lo divide. El que habla no se alcanzará nunca al hablar. La imposibilidad en que se
encuentra el sujeto de reconocer su deseo en su propia palabra necesita de
interpretación ; pero ésta jamás revelará completud alguna del sujeto sino que designa,
por el contrario, su división. (POMMIER, 1987, 18)

Es Colette Soler en Finales de análisis (1988) quien distingue con más claridad —a
partir de una lectura de los escritos2 de Lacan— el corte entre la elaboración que tomaremos
por objeto —el fin de análisis orientado por el significante fálico— y un momento anterior
centrado en la función de la palabra y la intersubjetividad:

Quisiera evocar tres de sus formulaciones del fin del análisis. Son definiciones
del fin correlacionadas con las etapas de la elaboración estructural (...) Es en “Función
y campo…” que comienza verdaderamente a encontrar en el dispositivo el fundamento
que busca (SOLER, 1988, 17)

2
Nuestra investigación, si bien tomará como objeto los escritos de Lacan, se basará fundamentalmente
en la lectura de sus seminarios.
Es un fin del análisis donde la apuesta es el reconocimiento del deseo en lo que
se juega de intersubjetividad en la palabra (...) La idea entonces de un fin de análisis
que funcione como reconocimiento del deseo, se apoya sobre esta estructura: que
aquello que del deseo se da a escuchar va a ser ratificado de alguna manera, recibido
en la circularidad intersubjetiva y por ese hecho, reconocido. (SOLER, 1988, 19)

C. Soler localiza un cambio en la propuesta de fin de análisis de Lacan cuyo punto de


corte con la noción de estructura de “Función y campo…” se encuentra en el escrito
“Instancia de la letra…” y que enmarca la formulación del fin del análisis en el escrito La
dirección de la cura, lo llamará lacanofreudiano:

El otro momento en que Lacan evoca un fin de la cura es el que se encuentra al


final de “La dirección de la cura…” donde, hay que decirlo, ha abandonado por
completo la idea del reconocimiento del deseo.. J-A Miller desarrolló este punto,
planteado que Lacan renuncia a la tesis del reconocimiento del deseo por la palabra a
partir de haber elaborado “La instancia de la letra en el inconsciente…” y a partir de
la construcción de la estructura de lo que llama las leyes, ya no de la palabra, sino del
lenguaje. Ahora bien, eso culmina en una tesis completamente inversa, la
incompatibilidad del deseo y la palabra (...) A esto corresponde, en las últimas líneas
de “La dirección de la cura”, el fin de análisis que llamaré lacanofreudiano, donde
habiendo hablado del falo, Lacan evoca la spaltung del sujeto y dice que Freud nos de,
en la spaltung del sujeto, la solución del análisis infinito. Digo que es un momento
freudiano —habría que acentuar las diferencias— porque este es el fin evocado por
Freud en “Análisis terminable e interminable”. La diferencia es que allí donde Freud
veía un tope, Lacan dice: solución. (SOLER, 1988, 19)

Entonces, el planteo de C. Soler pone en relación dos cuestiones, la del fin de análisis
—presente como preocupación a lo largo de toda la enseñanza de Lacan— y la elaboración
del concepto de falo — que comienza durante su tercer seminario. Estas dos cuestiones
encuentran a la altura del seminario 5 una articulación necesaria y diferente al modo en que lo
venía planteando en sus trabajos en torno a la función de la palabra.

Ahora, volviendo al planteo del problema, ¿Cuáles son las razones de este salto?
¿Qué lleva a Lacan a introducir la noción de falo, modificar su estatuto de objeto en favor de
su formulación como significante y establecer una teoría del fin de análisis que lo tiene como
pieza clave?
En relación a estas preguntas, nuestra investigación se centrará en dar cuenta de la
construcción de la teoría del fin de análisis que confluye con un momento de la elaboración
del concepto de falo, la de su formulación como significante del deseo.

También en el modo en que este proceso se produce sobre el horizonte de un primer


corte en la enseñanza de Lacan en que es posible distinguir dos momentos que se diferencian
—entre otros temas— en el modo de concebir la dirección de la cura analítica.

Y cómo, entre uno y otro, se forjan dos grandes tesis que van a impulsar y sostener
esta transformación: La noción de falta de objeto y la función del significante en el
inconsciente.

En conclusión, esta tesis se propondrá explorar el proceso de elaboración que llevó a


Lacan a encontrar una propuesta de abordaje al impasse freudiano de Análisis terminable e
interminable centrada en el trabajo sobre el concepto de falo y a justificar su estatuto de
significante del deseo en función de plantear un término natural al análisis de las neurosis.
II. Objetivos generales

● Exponer el proceso de construcción del significante fálico.


● Analizar las continuidades y discontinuidades del concepto de falo desde su
introducción en el seminario sobre las psicosis (1955-56) hasta su establecimiento
como significante del deseo en el seminario 5 (1957-58).
● Explicar cómo el significante fálico se constituye en orientador del fin de análisis en el
seminario 5.

III. Objetivos específicos

● Delimitar las modalidades en que Lacan conceptualiza la noción de falo en el registro


simbólico en el periodo de su obra comprendido entre los años 1956 y 1958.
● Explorar la diferencia del falo concebido como objeto simbólico y como significante
del deseo.
● Contextualizar esta diferencia en el marco de los movimientos y transformaciones del
horizonte conceptual del periodo delimitado.
● Demostrar la incidencia y relevancia clínica de esta diferencia en la teoría del fin de
análisis.

IV. Hipótesis

● Lacan construye y sostiene entre los años 1956 y 1958 una teoría del fin de análisis
orientada por el significante fálico. Esta orientación difiere de aquella propuesta al
comienzo de su enseñanza en la que la función de la palabra y la intersubjetividad
simbólica definían el camino de un análisis.
● La teoría del fin de análisis orientada por el significante fálico tiene como
precondición y es producto de la confluencia de dos tesis que Lacan introduce en este
período: la noción de falta de objeto y la función del significante en el inconsciente.
● La introducción del falo como significante del deseo supone una transformación y
diferenciación respecto a una primera concepción de falo como objeto simbólico de la
privación en la teoría de la falta de objeto desarrollada en el seminario 4.
● Esta diferencia, entre el falo como objeto simbólico y como significante, está
entramada a un problema clínico. Es un paso decisivo para la construcción de un fin
de análisis orientado por el significante fálico.

V. Metodología

La metodología de investigación es de tipo bibliográfico. Se realizará una lectura


comparativa de los textos de Lacan para explicitar, en ese contraste, los momentos de
transformación de la noción de falo, así como también articularlos de tal modo de dar cuenta
en forma sistemática del armado de una teoría del fin de análisis orientado por el significante
fálico.

Hemos optado por tomar los seminarios como material principal de lectura dado que
es allí donde Lacan trabaja en vivo la construcción de su enseñanza lo cual consideramos que
facilita nuestro objetivo de rastrear las continuidades, discontinuidades en la elaboración del
concepto que estudiamos. Por supuesto, tomaremos como referencia a los escritos en los
cuales podremos localizar con mayor precisión los resultados de la elaboración de los
seminarios.

También, a partir de la revisión de la bibliografía sobre el tema — el estado del arte—


proponer un ordenamiento que permita localizar aquellos aspectos del problema que no se han
abordado y que, por lo tanto, justifique algún aporte de esta investigación.

VI. Organización de la tesis:

a. Introducción: Dónde se expondrá en forma acotada, en función de contextualizar la


problemática a abordar, el concepto de falo en la obra de Lacan, su recorrido y su
interés.
b. Aspectos metodológicos: En este capítulo se plantean las preguntas que movilizaron la
investigación y la delimitación del problema de estudio.
c. Marco teórico: En este capítulo se hará referencia a la teoría que sustenta el tema
planteado
d. Estado actual del conocimiento: Se desarrollarán y comentarán los aportes
fundamentales de los estudios que han abordado el tema de investigación. También se
ordenarán estos aportes de acuerdo a los dos ejes que estructuran la investigación
(sincrónico y diacrónico).
e. Construcción del concepto I: Se tratará en estos capítulos los desarrollos de Lacan en
torno al falo previos a la consolidación del concepto de falo como significante del
deseo. Los planteos del Seminario 3 (1955-1956) en donde Lacan comienza a realizar
una crítica de la noción de falo. El Seminario 4 (1956-1957), donde Lacan realiza un
primer abordaje sistemático del concepto de falo a la luz de la noción de falta de
objeto. Finalmente, el escrito La instancia de la letra en el inconsciente o la razón
desde Freud (1957) como punto de viraje en la concepción lacaniana de lo simbólico:
de la función de la palabra a la primacía del significante.
f. Construcción del concepto II: En este capítulo se abordará la estructura conceptual en
la que el concepto de falo como significante del deseo se emplaza (Inconsciente
estructurado como un lenguaje, necesidad-demanda-deseo, deseo como deseo de Otra
cosa, grafo del deseo, fantasma, pulsión, metáfora paterna y tres tiempos del Edipo,
significante del Otro barrado, etc.) y que lo vuelve la pieza clave de la orientación del
fin de análisis en este periodo. El texto fundamental de este apartado será el Seminario
5: Las formaciones del inconsciente.(1957-1958). También los escritos La dirección
de la cura y los principios de su poder y La significación del falo (1958)
g. Problemas clínicos: Se trabajará en este capítulo los problemas clínicos que la
orientación del fin de análisis por el significante fálico aborda e intenta resolver: en
relación a Freud la cuestión de la roca viva de la castración relacionada al falo como
objeto; en relación a los desarrollos posfreudianos el problema de la orientación del fin
de análisis en relación a la identificación al analista y a la incorporación oral del falo.
Para desarrollar estas cuestiones realizaremos una puntuación de la lectura que realiza
Lacan del ejemplo de los sueños de agua mansa de La interpretación de los sueños de
Freud y la crítica del caso de Bouvet en su artículo “Incidencias terapéuticas de la
toma de conciencia de la envidia de pene en la neurosis obsesiva” (1950).
h. Conclusiones
i. Bibliografía.
MARCO TEÓRICO

● La noción de falo en la obra de Freud

En La organización genital infantil (1923), en ocasión de esclarecer y ampliar su


teoría sexual, Freud introduce en su obra la noción de falo. Distingue al falo de los genitales y
le da estatuto de representación psíquica privilegiada por su función de organizador de la vida
erótica y el investimiento narcisista del que es objeto. Decide intercalar entre la sexualidad
infantil y la sexualidad adulta, una nueva fase en el desarrollo psicosexual:

El carácter principal de esta “organización genital infantil” es al mismo


tiempo, su diferencia respecto de la organización genital definitiva del adulto. Reside
en que, para ambos sexos, sólo desempeña un papel un genital, el masculino. Por lo
tanto, no hay un primado genital, sino un primado del falo (FREUD, 1923, 146)

En este texto establece una diferencia fundamental entre el genital masculino y su


forma análoga:

Aquel percibe sin duda, la diferencia entre varones y mujeres, pero al


comienzo no tiene ocasión de relacionarla con una diversidad de sus genitales. Para él
es natural presuponer en todos los otros seres vivos, humanos y animales, un genital
parecido al que él mismo posee; más aún: sabemos que hasta en las cosas inanimadas
busca una forma análoga a su miembro (FREUD, 1923, 146)

Esta distinción le permite a Freud elucidar la función del falo como herramienta
gnoseológica con la que el niño avanza en su investigación sobre la sexualidad. Esta
indagación —que está en el centro de la construcción de las teorías sexuales infantiles— se ve
impulsada por una excitación que excede la homeostasis autoconservativa, así como por el
enigma con que se confronta en tanto ser sexuado. Además, estará en juego también la
pregunta por el deseo del que ha dependido la existencia del pequeño investigador, es decir,
una pregunta por las contingencias de su origen.
Así como Aristóteles —citado por Lacan3— plantea que el hombre piensa con su
alma, el niño es con el falo que avanza en una investigación en que piensa y se piensa.

El niño se enfrentará tarde o temprano con la diferencia entre lo genital —en su


diversidad perceptiva y sensorial (diversidad entre hombres y mujeres, diversidad respecto a
las sensaciones corporales)— y la función unificante del falo. El esfuerzo por ver y por saber,
utilizando al falo como representación análoga y unificante, está destinado a fracasar. Su
postulado de base —la premisa que afirma que todo ser posee un pene— comenzará a
trastabillar ante la percepción de que algunos seres (las niñas) carecen del atributo fálico. Es
una experiencia que lo confronta con la puesta en cuestión de la premisa fálica de la cual
parte. Este fracaso llevará al infantil sujeto a elaborar, frente a la imposibilidad de sostener la
universalidad de la posesión del falo, una teoría que permite representar la ausencia de falo
en la mujer como una contingencia, es decir, sin poner en crisis la hipótesis principal de su
teoría. Supone que si el falo falta es por haber sido sustraído por una acción: la castración.
Esta acción será concebida como una consecuencia de orden moral, un castigo. No todas las
mujeres están castradas, sólo las que han obrado mal. De ese modo, por medio de esta
hipótesis ad hoc, salva la premisa principal de su teoría.

Sin embargo, un nuevo problema para el niño traerá la confrontación de la falta de


pene en aquel ser al que le resulta impensable representarse sin la posesión del atributo fálico,
su madre. Este es un punto en el que se produce un viraje decisivo. La afectación de la
castración en la figura de la madre dará crédito a la amenaza o consumación —según se trate
del niño o la niña— de la castración en la propia persona.

Para el varón, poseedor del atributo fálico, la castración será una posibilidad
amenazante, su afecto concomitante será la angustia. Para la niña, carente de falo, la
castración será una cuestión de hecho, y el falo será objeto de un amargo sentimiento, la
envidia. La organización genital infantil sella así el vínculo entre sexualidad, falo y
castración.

3
El hombre no piensa con su alma, como lo imagina el Filósofo. Piensa porque una estructura, la del
lenguaje — la palabra lo comporta — porque una estructura recorta su cuerpo y sin que nada tenga
que ver con la anatomía.. Lacan J.M. Televisión -Otros Escritos (LACAN, 2012, 538). También en El
Seminario 3 (LACAN, 2002, 249)
Sólo puede apreciarse rectamente la significatividad del complejo de castración
si a la vez se toma en cuenta su génesis en la fase de primado del falo (FREUD, 1923,
147)

Ahora bien, la noción de falo presentada en La organización genital infantil (1923),


así como otras innovaciones teóricas gestadas a partir de 1920, ha tenido en la obra de Freud
múltiples consecuencias. Queremos decir con esto que su introducción como concepto no solo
arrojó una nueva luz a sus investigaciones sobre la psicosexualidad sino que será puesto a
trabajar hacia adelante en su obra: La introducción del concepto de falo a la vez que
resignificó sus trabajos anteriores impulsó nuevos desarrollos.

Respecto a sus trabajos precedentes, la reformulación más evidente se produjo en los


modos en que había conceptualizado el papel de los genitales en la estructuración psíquica. El
falo —el complejo de castración— pasará a constituirse en el centro de gravedad sobre el cual
reorganizar la metapsicología.

En la concepción elaborada en Tres ensayos para una teoría sexual (1905), la


sexualidad infantil —autoerótica, parcial y polimorfa— encontraba las primeras figuras de
organización en torno a las zonas erógenas oral y anal. Los genitales carecían de una función
significativa hasta la metamorfosis de la pubertad. Ahora, con los aportes de 1923, se
introduce la fase fálica como momento culminante de la sexualidad infantil antes de la
represión (que pasa de este modo a quedar estructuralmente asociada al complejo de
castración) y el establecimiento del periodo de latencia.

Se pueden rastrear los efectos de esta modificación en uno de los primeros historiales
clínicos donde Freud puso a trabajar sus hipótesis sobre la sexualidad infantil. En el análisis
de la fobia de un niño de cinco años (1909) el falo y el complejo de castración arrojan nueva
luz sobre el interés que adquiere para el pequeño Hans su “hace-pipí” —nombre que ya
mostraba un valor psíquico del pene independiente de la reproducción— y su temor a
perderlo, cuyo papel será clave en la comprensión de la fobia a los caballos.

Por otro lado, los desarrollos acerca de la fase fálica darán nueva significación a los
descubrimientos que Freud había realizado sobre la investigación infantil en torno a la
sexualidad, por ejemplo, en Sobre las teorías sexuales infantiles (1908):
El pene es ya en la infancia la zona erógena rectora, el principal objeto sexual
autoerótico, y es lógico que la alta estima de que goza se refleje en la incapacidad para
representarse sin ese esencial ingrediente a una personalidad parecida al yo. (FREUD,
1908, 192)

En este texto habla por primera vez de complejo de castración en el que se articulan la
amenaza de castración en el varón y la envidia del pene en la niña. Esto cobrará nueva
significatividad al elevar a estatuto de fase a la primacía del falo. El complejo de castración,
esbozado fragmentariamente en distintos momentos de su obra, se consigue ordenar y
sistematizar a partir del establecimiento de la noción de falo.

También permitirá esclarecer desde un nuevo ángulo las ecuaciónes simbólicas


propuestas en el articulo Sobre las transposiciones de la pulsión en especial el erotismo anal
(1917). La ecuación inconsciente entre las heces, el pene y el niño pasa a tener un estatuto
estructural desde la perspectiva del complejo de castración en cuyo centro está el falo, no el
pene, como forma análoga respecto de la cual se ecuacionan los objetos separables del
cuerpo, que de este modo devienen perdibles y altamente libidinizados.

Ahora bien, una vez establecida la noción de falo en 1923 —como pieza clave del
complejo de castración— pondrá a trabajar esta hipótesis para avanzar en el abordaje de
distintos problemas e impulsar la creación de nuevas conceptualizaciones.

La ya mentada organización genital infantil se articulará de forma orgánica al


complejo de Edipo. El complejo de castración y complejo de Edipo serán, a partir de
entonces, indisociables. En artículos como El sepultamiento del complejo de Edipo (1924) y
Algunas consecuencias psìquicas de la diferencia anatómica de los sexos (1925) Freud
establece condiciones de entrada y salida del complejo de Edipo y distingue los modos
particulares en que el varón y la niña realizan este recorrido. Con el complejo de castración se
introduce, de acuerdo a la diferencia sexual anatómica, una asimetría. La distinta relación que
establecen el niño y la niña con el falo orientará los modos de entrada y salida del Edipo.

La amenaza de castración en el varón, como amenaza de perder el falo, está en el


centro del conflicto entre sus deseos incestuosos por la madre y el temor a las consecuencias
de desafiar a la interdicción paterna, esta tensión serà decisiva para el sepultamiento del
Edipo.

En cambio, la castración en la niña, bajo la forma del penisneid, está en el núcleo del
conflicto entre el reproche a su madre, por no haberla dotado de falo, y el anhelo de obtenerlo
del lado del padre. Aquí el complejo de castración introduce a la niña en el Edipo.

Esta articulación entre complejo de castración y Edipo le permite a Freud hacer nuevas
precisiones sobre el problema de la angustia, es decir, sobre uno de los pilares de su teoría del
afecto. Así en Inhibición, síntoma y angustia (1926) propondrá una nueva teoría de la
angustia que además implica una rearticulación del concepto de represión. Distingue la
angustia automática y la angustia de castración. La segunda promueve el movimiento
represivo, a diferencia de su teoría anterior en la cual la angustia emergía luego de la
operación de represión como desprendimiento de afecto desligado de la representación
reprimida.

De esta manera en Inhibición, síntoma y angustia (1926) el complejo falo-castración,


se consolida como un eje en torno al cual se organizan la tópica, dinámica y la economía del
aparato psíquico.

Por ejemplo, respecto a la teoría del yo, el narcisismo y sus las relaciones con la
realidad también se resignifican con el campo que abrió con La organización genital infantil.

En Introducción del narcisismo (1914) Freud dejaba planteado el siguiente problema:

Las perturbaciones a que está expuesto el narcisismo originario del niño, las
reacciones con que se defiende de ellas y las vías por las cuales es forzado a hacerlo,
he ahí unos temas que o querría dejar en suspenso como un importante material
todavía en espera de ser trabajado; su pieza fundamental puede ponerse de resalto
como “complejo de castración” (angustia por el pene en el varón, envidia del pene en
la niña) y abordarse en su trabazón con el influjo del temprano amedrentamiento
seuxal (FREUD, 1914, 89)

Concepto de falo mediante, retomará este problema en los artículos Fetichismo (1927)
y La escisión del yo en el proceso defensivo (1938) para ubicar el papel estructurante que
cumple el complejo de castración en la construcción del yo. Así, la represión, desmentida o
rechazo de la castración devendrán operaciones constituyentes del aparato psíquico.

● El falo y el análisis terminable e interminable

En fin, sin haberlos agotado hemos visto algunos desarrollos y perspectivas que el
concepto de falo abrió en la obra freudiana. Sin embargo, nos interesa hacer referencia a uno
de los ámbitos en que el complejo de castración produjo nuevas hipótesis, el de la técnica
analítica.

Abordadas fundamentalmente en sus trabajos de 1913-1915, los problemas de la


técnica psicoanalítica también se vieron alcanzados por las modificaciones teóricas de los
años veinte. Dos textos publicados en el año 1937 dan testimonio de esto: Análisis terminable
e interminable y Construcciones en el análisis. Nos detendremos en el primero donde se
aborda un problema clínico en especial, el de la terminación del tratamiento analítico.

En Análisis terminable e interminable (1937) Freud, impulsado por la pregunta acerca


de si es posible abreviar su recorrido, plantea la cuestión de la duración del tratamiento
psicoanalítico y si existe un término natural para cada análisis, es decir, si es posible llevar un
análisis hasta un término tal.

El camino que sigue Freud está guiado no tanto por la cuestión de cómo cura y adonde
pretende arribar el trabajo analítico (cuestión que ya considera establecida) sino por la
indagación de cuáles son sus obstáculos.

Luego de relevar varias de las dificultades con que se topa el análisis (viscosidad
libidinal, masoquismo, sentimiento inconsciente de culpa, etc.) plantea que los análisis llegan
—de no mediar una terminación de hecho— a un punto inatravesable, lo llama roca viva y la
pone en relación directa con el complejo de castración, es decir, con las posiciones
masculinas y femeninas en relación al falo:

Tanto en los análisis terapéuticos como en los de carácter es llamativo el hecho


de que dos temas se destaquen en particular y den guerra al analista en medida
desacostumbrada. No pasa mucho tiempo sin que se reconozca lo acorde a la ley que
ahí se exterioriza. Lo dos temas están ligados a la diferencia entre los sexos: uno es tan
característico del hombre como le es el otro de la mujer” (FREUD, 1937,
25)

Estos dos temas en recíproca correspondencia son, para la mujer, la envidia del
pene -el positivo querer-alcanzar la posesión de un genital masculino-, y para el
hombre, la revuelta contra su actitud pasiva o femenina hacia otro hombre (FREUD,
1937, 25)

Queda así localizado un obstáculo en la prosecución de la terminación del tratamiento


que se entrama al problema que la diferencia de los sexos le presenta al sujeto en la fase
fálica.

Freud insiste que, aunque la represión sepulte el complejo de Edipo y a la fase fálica,
no deja de atestiguar en su práctica la presencia de remanentes. Incluso sugiere que el planteo
de Ferenzci —por el cual todo análisis exitoso debería lograr que el sujeto dominara el
complejo de castración— peca de un exceso de optimismo. En Análisis terminable e
interminable se afirma un foco irreductible de resistencia en el hombre y en la mujer a
aceptar, en el primero, una posición pasiva frente a otro hombre, y, en la segunda, a resignar
totalmente el querer-alcanzar la posesión del falo.

Entonces, vemos como quedan articuladas dos cuestiones, la del falo (como pieza
clave del complejo de castración) y el problema de la terminación de los análisis. Esta
articulación dejará planteada la cuestión en términos de límite. Análisis terminable e
interminable concluye lo siguiente:

Lo decisivo es que la resistencia no permite que se produzca cambio alguno,


que todo permanece como es. A menudo uno tiene la impresión de haber atravesado
todos los estratos psicológicos y llegado, con el deseo del pene y la protesta
masculina, a la “roca de base” y, de este modo, al término de su actividad (FREUD,
1937, 253)

Ahora bien, si este planteo tiene un aspecto negativo — la roca de base que limita los
alcances de un análisis— también presenta una precisión clínica valiosa.
Hacer consciente lo inconsciente o donde el ello era el yo debe advenir son máximas
que orientan la dirección de los tratamientos desde un punto de vista tópico o dinámico, pero
que se abstraen de toda precisión acerca del papel que juega la posición del analizante frente
a la diferencia sexual.

Es decir, la articulación que produce Freud en Análisis interminable plantea un límite


pero, al mismo tiempo, aporta una orientación en relación a las posiciones masculinas y
femeninas del sujeto y, en este sentido, introducen como variable en la dirección del análisis
la posición con que el sujeto responde al enigma de la diferencia de los sexos. Esta cuestión
es clave ya que está en el origen de la elaboración de fantasías que determinan —según
Freud— los síntomas neuróticos.

En este punto, Lacan encontrará el espacio para plantear una propuesta de fin de
análisis que pueda ir más allá del tope planteado en análisis terminable e interminable. Lo
hará poniendo a trabajar esa cara positiva del límite que el complejo de castración opone a la
terminación de los análisis según el planteo freudiano. Este desarrollo se apoyará en una
reformulación del concepto de falo y en su establecimiento como significante del deseo.

● Lacan: De la función de la palabra al inconsciente estructurado como un lenguaje

La introducción crítica de la noción freudiana de falo en el seminario 3 forma parte de


un movimiento teórico en la obra de Lacan contemporánea al comienzo de una reformulación
del pilar del registro simbólico.

A partir del seminario sobre las psicosis (1955-56) —con el establecimiento de las
propiedades simples del significante que surgen de interrogar el papel que juega el lenguaje
en la estructura psicótica4— se inicia el desarrollo de una investigación sobre el papel que el
significante cumple en el inconsciente y que encuentra en el escrito La instancia de la letra o
la razón desde Freud (1957) una primera formalización de sus leyes. Se crean entonces las

4
Como la relación de sujeto a sujeto está estructurada de modo complejo por las propiedades del
lenguaje, el papel propio que en ella juega el significante debe ser precisado (LACAN, 1955-1956,
412)
condiciones para ese punto de viraje en el establecimiento de la categoría de significante
lacaniano y los efectos de una serie de reformulaciones conceptuales que se producen en el
seminario 5, a partir del entramado estructural del significante con la noción de inconsciente.

Esta constancia es que considero fundamental, para comprender lo que hay en


Freud, advertir la importancia del lenguaje y de la palabra. Esto ya lo dijimos de
entrada, pero cuando más nos acercamos a nuestro objeto, más nos percatamos de la
importancia del significante en la economía del deseo, digamos en la formación y en la
información del significado. (LACAN, 1957-1958, 147)

Pero también, como se afirma en esta cita del seminario 5, se trata de la importancia
del significante en la economía del deseo. El abordaje sistemático del concepto de falo es
contemporáneo, además, a una modificación de la teoría del deseo en Lacan. Esta
transformación se producirá por la crítica de la noción de objeto en psicoanálisis de la cual
resultará la noción de falta de objeto como motor de las relaciones del sujeto con el mundo.

En este sentido, El seminario 4 será un punto de relevo en la producción del cambio


en la concepción del deseo como deseo de reconocimiento al establecimiento del deseo como
deseo de otra cosa.

Entonces, Lacan establecerá dos ideas nuevas que harán necesaria la modificación de
sus primeras formulaciones acerca del fin de análisis :

● La noción de falta de objeto


● La lógica significante y sus leyes

La primera de estas es forjada y desarrollada a lo largo del seminario 4 La relación de


objeto (1956-1957). La segunda, establece sus premisas en Instancia de la letra o la razón
desde Freud (1957) y se consolida, conceptual y clínicamente, en el seminario 5 Las
formaciones del inconsciente (1957-1958).

La construcción de la noción de significante fálico, como significante del deseo,


resultará de la confluencia de ambas tesis.
Entonces, apoyado en estos nuevos operadores teóricos Lacan encontrará otro modo
de abordar el problema del fin de análisis planteado por Freud en Análisis terminable e
interminable (1937):

Si Freud señaló en una ocasión el carácter unendlich, infinito, proyectado hasta


el infinito, que se ha traducido mal como interminable, de lo que puede pasarle al
análisis, es sin duda, después de todo, porque había cosas que no veía o que no había
tenido ocasión de encontrar o de articular, aunque muchas indicaciones en su obra van
en esta dirección, y especialmente en su último artículo sobre la Spaltung del yo, sobre
el que volveré a hablar. No ve que la solución al problema de la castración, tanto en el
hombre como en la mujer, no gira en torno al dilema de tener o no tener el falo, pues
únicamente a partir del momento en que el sujeto se percata de que hay algo que en
todo caso se debe reconocer, que él no lo es, el falo, únicamente al comprobarse en el
análisis que el sujeto no es el falo, éste puede normalizar su posición natural y, o bien
lo tiene, o bien no lo tiene. He aquí el último término, la relación significante última
en torno a la cual puede resolverse el callejón sin salida imaginario engendrado por la
función que la imagen del falo adquiere en el plano significante. (LACAN, 1957-58,
461)

La relación del sujeto con el falo está en el centro de esta propuesta de Lacan respecto
al problema del fin de análisis.

Sin embargo, la relación entre el falo y el fin del análisis no se produce de entrada.
Hay un proceso de elaboración que media entre el comienzo de la crítica de este concepto y su
formalización como cursor en la dirección de la cura.

Una de las conclusiones de nuestra investigación es que el concepto de falo debió ser
puesto a punto para poder ser utilizado como herramienta para responder al problema del
análisis terminable e interminable.

Un paso fundamental en este proceso fue el esclarecimiento de esta noción a la luz de


lo que Lacan (1953) define como las tres dimensiones esenciales de la realidad humana5.

5
LACAN,J (2014) De los nombres del padre. Lo simbólico, lo imaginario y lo real. Buenos Aires. Ed.
Paidos.
La mayoría de los estudios acerca de este tema han puesto el acento en el
ordenamiento producido por los tres registros entre el falo imaginario, el simbólico y el
órgano real.

No obstante, hay una serie de matices y discontinuidades que resultan del


establecimiento de distinciones que Lacan ha trazado en el interior de la formulación en cada
registro.

Por ejemplo, desde el punto de vista de su inscripción en el orden simbólico Lacan se


ha referido, en distintos momentos de su obra, al falo en términos de objeto simbólico,
significante impar, símbolo de la presencia real, función fálica, etc.

● Primera modificación del estatuto simbólico del falo: De objeto simbólico a


significante del deseo.

En el año 1957 encontramos la siguiente afirmación de Lacan:

A lo largo de este mismo año, hemos desplazado progresivamente nuestro interés. Por
supuesto, hay leyes de la intersubjetividad. Son las leyes que rigen la relación del
sujeto con el otro con minúscula y con el Otro con mayúscula. Pero no sólo nos
ocupamos de eso. La función original del discurso, en la cual se trata esencialmente
del lenguaje merece que nos la planteemos paso a paso. El discurso también tiene sus
leyes, y la relación del significante con el significado es algo distinto que la
intersubjetividad, aunque puedan recubrirse, como las relaciones entre lo imaginario y
lo simbólico. (LACAN, 1994, 397)

En este párrafo encontramos a Lacan reflexionando sobre un movimiento que se está


produciendo en el interior de su propio pensamiento. Está culminando su seminario sobre la
relación de objeto y presentando el proyecto de lo que será su seminario sobre las formaciones
del inconsciente. En la primera parte del seminario 4 presentó al falo como referente
fundamental de la relación de objeto. Si en el centro de la relación de objeto se emplaza la
falta de objeto y esta falta se declina según las tres modalidades de la frustración, la privación
y la castración, Lacan propondrá al falo como objeto simbólico e imaginario de estas dos
últimas formas de la falta de objeto.

Sin embargo, en el conjunto de clases que J.A: Miller tituló El objeto fetiche,
específicamente en la clase El falo y la madre insaciable, comienza a articular la cuestión del
falo ya no solamente a un objeto simbólico sino a una función significante:

En otros términos, si la situación se presenta así es porque el falo imaginario


desempeña un papel significante de primer orden. El significante no lo va inventando
cada sujeto de acuerdo con su sexo o sus disposiciones, o de acuerdo con lo fantasioso
que haya salido. El significante existe. Es indudable que el papel del falo como
significante es subyacente porque hizo falta el psicoanálisis para descubrirlo, pero no
por ello es menos esencial (LACAN, 1994, 193).

En el seminario 5 retomará este planteo pero extraerá múltiples consecuencias, en


parte por el nuevo horizonte que le abre Instancia de la letra. El falo, que en el seminario 4
era planteado por Lacan como objeto imaginario de la castración y como objeto simbólico de
la privación, adquiere en el seminario 5 el estatuto de significante del deseo, es decir, el
significante especializado en designar el más allá de la demanda. La demanda es aquello
articulado y articulable al lenguaje, en cambio el deseo se presenta estructuralmente articulado
a la cadena significante pero no es plenamente articulable, por esto el sujeto en relación al
deseo no encuentra en el campo del Otro otra respuesta que el significante de su falta6. Con lo
cual la castración también encontrará su soporte en la estructura del lenguaje. Aquí el
significante fálico ocupará un papel fundamental.

Además, en la reformulación que Lacan realiza del Edipo freudiano —en la que
propone un ordenamiento en tres tiempos lógicos— encontraremos una declinación del falo
que permite distinguir (una novedad respecto del seminario 4) entre el falo como objeto
simbólico y como significante del deseo.

Lacan consideró que el falo como objeto simbólico de la privación está en el centro de
la dialéctica del segundo tiempo del Edipo cuyo agente es el padre omnipotente, imaginario y
prohibidor, personaje central del sueño neurótico. Será necesario un tercer tiempo en el cual el
falo adquiera —para el sujeto— un estatuto de significante para que haya una salida posible

6
Lo cual va a implicar una limitación a la idea —presente en sus primeros 4 seminarios— del
reconocimiento y pacto con el Otro como realización del sujeto deseante.
del impasse neurótico.

El falo como objeto simbólico, cuya función se esclarece en las leyes de intercambio,
se distingue aquí del significante fálico, que se ordena en relación a las leyes del significante,
como significante del significado en tanto, como afirma en La significación del falo, lo
significable sufre la pasión del significante (LACAN, 1958, 659). Las leyes humanizantes del
intercambio simbólico en las cuales Lacan emplazó como factor dinamizante a la falta de
objeto quedarán en el seminario 5 enmarcadas y determinadas por las leyes del significante.

Con el falo articulado a la estructura significante, como significante del deseo, surge
por primera vez, en la obra de Lacan —en el capítulo XVII del seminario 5 titulado Las
fórmulas del deseo— la notación Φ (Phi mayúscula). La introducción de una letra especial
para designar al falo en el registro simbólico es un aporte de este seminario que resulta
relevante porque permite distinguir al falo no sólo respecto al contraste entre significante y
objeto, sino también establecer la diferencia entre el significante fálico y los otros
significantes. Esta es una distinción fundamental para diferenciar la demanda del deseo,
distinción clínica clave en la concepción de fín de análisis que se propondrá en el seminario
Las formaciones del inconsciente y que tiene en su núcleo el problema de las relaciones del
sujeto con el más allá de la demanda. El significante fálico es un significante atípico. Es un
significante que no hace par con otro significante, no remite a otros significantes sino que
designa la falta de significante y por lo tanto lo inarticulable del deseo. Además, tiene por
función introducir la barra en el campo del Otro.

Es una distinción que tiene su raíz en las elaboraciones que se producen en La


instancia de la letra o la razón desde Freud (1957) en torno a la noción de letra y su
distinción con el significante. El falo se va a diferenciar de los otros significantes por ser el
más simbólico en el sentido literal (tipográfico) de ese término puesto que equivale allí a la
cópula (lógica) (LACAN, 1958, 659). Como significante impar, atípico, participa del carácter
odd de la letra como lo que falta en su lugar7. es el significante privilegiado de esa marca en
que la parte del logos se une al advenimiento del deseo (LACAN, 1958, 659).

7
Acerca del estatuto de la noción de letra en el escrito “Instancia de la letra…” Remitimos a los
trabajos de Cosentino (2016) y Cosentino y Muñoz (2016)
● Hacia la construcción de un fin de análisis orientado por el significante fálico.

El otro aspecto que resulta relevante respecto a plantear al falo como un significante
distinto a los otros —y al objeto simbólico de la privación— es porque Lacan lo propone
como una solución a la aporía del complejo de castración en el problema del análisis
terminable e interminable. Tanto la amenaza de castración como la envidia fálica se sostienen
en que el sujeto supone fantasmáticamente que el falo es un objeto demandable o
resguardable. O que el falo es eso de lo cual un padre —como agente imaginario
omnipotente— privó o puede privar. En este punto podríamos decir que la roca viva de la
castración, como punto inatravesable, supone la representación del falo como un objeto
demandable y consistente (a diferencia del carácter evanescente que le atribuye en el
seminario 10), o mejor, sustancializado, ya que de lo que se trataría en la neurosis es del falo
en un horizonte sobrepoblado8 de ser.

En la intersección de estas cuestiones se encuentra un concepto clave que Lacan


aborda de manera novedosa en su obra a partir del seminario 5: el fantasma. Ahora, ya no
sólamente imaginario, es un dispositivo simbólico-imaginario que frente a lo inarticulable del
lenguaje y a la castración del Otro, es donde el sujeto sostiene el deseo.

El fiador y el soporte del deseo, el punto donde es que se fija en su objeto, que muy
lejos de ser natural siempre está constituido por una determinada posición ocupada por
el sujeto respecto al Otro. Con ayuda de esta relación fantasmática es como el hombre
se orienta y sitúa su deseo (LACAN, 2004, 450).

En La dirección de la cura y los principios de su poder (LACAN, 1958, 607) plantea


al fantasma como posición del neurótico en el deseo. Funciona como una respuesta anticipada
que impide y preserva del encuentro con una falta a nivel del Otro que confrontaría con la
falta de articulación significante del lado del Otro respecto al deseo.

¿Qué hace posible que en la relación del sujeto con el deseo se produzca una
modificación tal que la satisfacción obtenida fantasmáticamente haga lugar a un acto? ¿Qué
transformaciones son necesarias para pasar de un deseo sostenido como imposible o
insatisfecho en el fantasma a una relación con el deseo donde el sujeto surja como efecto de la
8
En la dirección de la cura Lacan alude al horizonte deshabitado del ser al que la virtud alusiva de la
interpretación debería apuntar.
falta de garantías, de saber, de previsión que implica un acto que, como introduce en este
seminario, es esencialmente fallido9?¿Cuáles son los avatares del falo en esta trayectoria y qué
función desempeña como significante del deseo?

En relación con estas preguntas Lacan condensa en una frase lo que podría resumirse
como una de las principales dificultades de la posición neurótica al relacionarse con el deseo:
“De lo que se trata en la histeria es de ver y de saber” (LACAN, 2004, p. 388). Ver y saber
sostienen a nivel del fantasma que habría algo para ver o saber, al modo del objeto al que
apunta la demanda. Si se trata de ver y de saber, anhelo neurótico, el falo queda localizado
como un objeto imaginario en posición ectópica respecto a su estatuto significante en el
campo del deseo. En este campo resulta operativo en tanto velado e inconsciente.

Para Lacan hay posibilidad de una relación distinta a la posición neurótica y al análisis
interminable que de ella puede derivarse. A la altura del seminario 5 (y de los escritos
Dirección de la cura y Significación del falo) este movimiento es posible si el sujeto eleva
(aufhebung) al falo al estatuto de significante del deseo.

En el capítulo Una salida por el síntoma, Lacan se refiere al paso metafórico


(LACAN, 2003, 494) que es necesario que un sujeto dé para orientarse respecto a la función
del falo en el deseo. Elevarlo a este estatuto es correlativo a identificarlo a la barra que marca
al Otro y al sujeto, su efecto es la metaforización de la falta en ser. Lo cual es la condición de
pasaje de una posición donde el sujeto, por la vía del fantasma, quisiera ser el falo a aceptar
tenerlo o no tenerlo a partir del descubrimiento de que no lo es. Esto implica, tal como lo
plantea en el seminario 6 (1958-1959), que el sujeto haga un duelo por aquello de lo que está
privado. Entonces, habría que diferenciar (distinción fundamental que se desarrolla en el
seminario El deseo y su interpretación) el objeto de la privación (falo como objeto simbólico)
del significante fálico al que queda articulado producto de la Aufhebung, de la elevación a
estatuto de significante de eso que se pierde al constituirse como ser hablante.
9
Estos términos que empleo no son míos, porque el término Vergreifen [del alemán; equivocarse,
errar] lo emplea Freud para designar la acción paradójica, generalizada, humana. La acción humana
se encuentra muy especialmente allí donde se pretende mostrarla en conformidad con la historia. Mi
amigo Kojeve habla del paso del Rubicón como punto de cooperación, solución armoniosa entre el
presente, el pasado y el porvenir de César, aunque la última vez que pasé junto a ese Rubicón lo vi
seco. Era inmenso cuando César lo cruzó, pero no era en la misma estación. Aunque César pasó el
Rubicón con el genio de César, en el hecho de cruzar el Rubicón hay algo que supone tirarse al agua,
porque se trata de un río (LACAN, 2003, 441)
Por lo tanto, el falo como significante es la barra misma que cae sobre el Otro y sobre
el sujeto: es el significante que designa y produce esa falta en el Otro donde el deseo anida,
adquiere por esto una función performativa: su presencia no describe meramente un estado
sino que transforma la naturaleza del Otro.

La dificultad para operar con este significante radica en su estructura y al modo en que
se articula en los registros. En el plano imaginario opera sustraído del plano especular: oculto,
velado. En el registro simbólico, como un significante impar que no tiene como referente otro
significante con el cual constituir un saber. De este modo problemático para el yo, cumple su
función como operador de la castración en ambas dimensiones.

El fin del análisis orientado por el significante fálico es también el modo que tiene
Lacan de instalar una discusión con los desarrollos posfreudianos que planteaban una teoría
del fin de análisis montada sobre la idea de identificación al analista. Esta concepción incluía
también un destino del falo en la cura, lo cual Lacan analiza en el seminario 5 a partir de la
crítica de un caso de Bouvet para quien el movimiento del análisis se debe orientar a que el
paciente consienta incorporar fantasmáticamente el falo del analista (Lacan, 2002, 499).
Frente a esta propuesta, Lacan opone:

(...) ese falo cuya recepción y cuyo don son para el neurótico igualmente
imposibles, ya sea que sepa que el otro no lo tiene o bien que lo tiene, porque en los
dos casos su deseo está en otra parte: es el de serlo, y es preciso que el hombre,
masculino o femenino, acepte tenerlo y no tenerlo, a partir del descubrimiento de que
no lo es. (Lacan, 2002, 622)

ESTADO ACTUAL DEL CONOCIMIENTO

Proponemos ordenar los estudios que han tematizado la conceptualización del falo en
la obra de Lacan durante el periodo 1956-58, según los ejes en que organizamos la
construcción del concepto que estamos investigando:
I. Aquellos estudios que abordan la elucidación sincrónica del concepto de falo.

Dentro de este eje distinguimos dos clases de estudios:

a) Trabajos centrados en el texto de Lacan: La significación del falo (1958).

Diana Rabinovich en Lectura de significación del falo (1995) considera que el tema
central de este escrito es el concepto de significante fálico donde se precisa la diferencia entre
el significante fálico y la significación fálica según la elaboración del seminario 5. Para esta
autora, el objeto fálico surge como efecto de la metáfora paterna y no sería sino una de las
formas de la significación fálica. Trabaja en forma pormenorizada los modos en que Lacan
precisa en este escrito el estatuto del falo como significante (como significante que designa
los efectos de significado, como cópula lógica, como letra, como razón y común medida del
deseo, etc.,). También hace algunas puntualizaciones sobre los límites de este concepto a nivel
clínico:

La perturbación profunda provendrá del resto, de lo que no tiene común


medida, de lo que es causa, no razón. Del lado de la causa, en sentido estricto para
Lacan, no existe la posibilidad de causas comunes; sí existen razones comunes, porque
en el nivel del falo, de la razón, todos podemos llegar a ciertos acuerdos. Por el
contrario, a nivel de la causa no hay acuerdo posible entre los sujetos. En todo caso, se
tendrá que recurrir siempre a alguna forma de límite entre ellos, límites que asumen
distintos modos posteriormente en Lacan más allá de ese límite que es el significante
fálico. (RABINOVICH, 1995, 68)

Ricardo Arambasic (1994) en su obra dedicada al estudio de La significación del falo,


glosa párrafo a párrafo del escrito y propone la articulación del concepto de falo con otros
conceptos como el de castración y Edipo, la imagen especular, la barra, la represión, es ser y
el tener, etc. Postulará una identidad entre el significante fálico y el nombre del padre.

Roberto Harari (2007) aborda el escrito de Lacan para develar las ideas-fuerza que lo
vertebran:

La formulación rigurosa de rol articulador del falo en la economía subjetiva,


tanto como las implicaciones paralelas en ella del complejo de castración. Resultan
sustanciales para el sostén de la transferencia y para una correcta dirección de la cura
psicoanalítica (HARARI, 2007, 15).

Efectivamente, el falo y la castración, el falo como significante y las cuestiones del


deseo y de las diferencias sexuales ordenarán la interpretación que este autor hace del texto.
Respecto a estas ideas fuerzas propondrá que la significación del falo es la significación de la
castración, que el significante fálico es el significante de la falta constituyendo un significante
cero que, como tal, da comienzo a la serie pero que queda excluido de la misma. Respecto a la
tercera cuestión, planteará el carácter insuficiente, pero no errónea, de la sexuación abordada
desde la lógica atributiva del falo, especialmente en relación a los desarrollos posteriores de
Lacan en Encore respecto al goce femenino.

En cuanto a los límites de la concepción de falo que se desprende de este escrito de


Lacan, Harari plantea dos cuestiones que formarán parte de los problemas que la
investigación abordará: la intersubjetividad y el objeto metonímico.

En referencia al problema de la intersubjetividad afirma:

Lacan muestra como todavía no se había apartado por completo de la


concepción que sostiene la vigencia dominante en psicoanálisis- y en la cura, claro-, de
una relación dual, intersubjetiva, con paridad, complementarista, gobernada por la
reciprocidad o el mutualismo. ¿Por qué? Porque la relación es de sujeto a sujeto, con
visos de especularidad empática, de similaridad, sin marcarse, por lo tanto, el hiato
heterogéneo comportado por la inclusión del referido objeto a (HARARI, 2007, 105)

En relación al objeto metonímico:

El referente es el falo como significante; con el objeto a no es el caso, pues


este es irreductible, no sustituible, no metaforizable, no generador de significación. En
ese sentido, el a hace las veces de freno para el deslizamiento significante; “lastra” a
este último deteniendo su deriva, marcándole un tope finitizando su desplazamiento.
(HARARI, 2007, 105)

Eric Berenguer, en Acerca de la significación del falo de J. Lacan (2005), propone


leer este texto desde algunas categorías de J-A Miller. Puntualmente su relectura estará
orientada por la perspectiva de Los seis paradigmas del goce (1999), respecto a los cuales
ubicará los aportes e insuficiencias del texto. La significación del falo será el resultado de un
modo distinto de anudamiento entre lo imaginario y lo simbólico en que la contraposición
entre registros se vuelve menos tajante, más sutil y compleja que, por ejemplo, el caso del
esquema L, a partir de la incidencia de las leyes del significante y su relación con la
significación. Destaca el establecimiento del falo como significante privilegiado y el
distanciamiento con la teoría desarrollada en Función y campo de la palabra y el lenguaje
(1953):

Lo más novedoso respecto a la teoría de significante anteriormente


desarrollada en Función y campo de la palabra es la argumentación de Lacan para
justificar este carácter de significante privilegiado, argumentación que veremos a
continuación. Se trata de algo sorprendente, chocante, respecto a la teoría anterior,
porque si este significante se destaca es porque es un significante relacionado con algo
que antes hubiera sido considerado tan sólo como un elemento imaginario, tomado de
la imagen del cuerpo. (BERENGUER, 2005, 20).

Por otro lado, considera que es un texto que permite comenzar a localizar el problema
de lo real del goce sexual, punto que también señala sus límites:

En este sentido podemos considerar que este trabajo de Lacan sobre el falo es
un elemento preliminar en el pasaje a un nuevo paradigma en el que el goce adquirirá
el estatuto de lo real (BERENGUER, 2005, 23).

b) Aquellos estudios que sin abordar como tema específico la noción de falo incluyen
alguna reflexión, relevante para nuestra investigación, sobre este concepto.

Diana Rabinovich en su libro Sexualidad y significante (2003) ubica la introducción


del significante fálico en el contexto del pasaje en la obra de Lacan de un primer periodo
orientado por los problemas de la palabra, la muerte y la ley de la alianza a un segundo
periodo (cuyo punto de bisagra es el escrito La instancia de la letra) caracterizado por las
leyes del lenguaje, es decir, la estructura de lenguaje del inconsciente y el complejo de
castración.

Uno de los primeros efectos de esta modificación es: “(…) el abandono del concepto
del deseo como deseo de reconocimiento, cuyo correlato es la promoción de una concepción
de la sexualidad en la que ésta se vincula en forma intrínseca con el sistema significante, a
través de un significante que adquiere un privilegio particular: el falo” (RABINOVICH, 2003,
33)

Respecto al significante fálico afirma:

Más allá de la significación fálica surge el falo como significante del deseo del
Otro, que no es ni (-φ) ni (φ) sino Φ. Su función es ser “el significante destinado a
designar en su conjunto los efectos de significado, en tanto determinados por el
significante”. Con el falo, significante del deseo, se inicia el recorrido que culminará
en las fórmulas de la sexuación. (RABINOVICH, 2003, 40)

Jacques-Alain Miller en su libro Lectura del seminario 5 de J. Lacan (2004) propone


que en el seminario 5,en consonancia con el movimiento de significantizacion de todos los
conceptos que se produce en este seminario, el falo tal como lo presentó en el seminario 4 no
es sino una significación, la significación fálica que ordena los objetos de los neuróticos. En el
seminario 5 Lacan necesitará establecer el carácter significante del falo para explicar su
función de común denominador de todos los significados, afirma:

(…) el falo, para ser ese común denominador de los significados, tiene que ser un
significante él mismo. Ese es el desplazamiento: el falo no es un significado como
todos los demás sino que es el significado de todos los significados, de todo lo deseado
(MILLER J-A, 2004,116-117)

Guy Le Gaufey (1995) en La evicción del origen aborda el problema del significante
fálico en el contexto de la reflexión acerca de qué significa lo simbólico en psicoanálisis,
específicamente en el marco del debate que Lacan tiene con E. Jones en su escrito A la
memoria de Ernest Jones. Sobre su teoría del simbolismo. Propone una lectura del párrafo del
seminario 5 (también presente en La significación del falo) donde Lacan afirma que el falo es
el significante del significado. Le Gaufey acentúa que lo que ahí se afirma es que el falo entra
en juego cuando el sujeto tiene que simbolizar el significado como tal. El significado como tal
no es un significado ligado a un referente concreto sino a la Otra Cosa como tal, al deseo
como deseo de Otra Cosa:

Lacan había casi poéticamente señalado el otro término sobre el que se apoya
esta acepción de la palabra falo: el deseo de otra cosa (…)
Casi se podría escribir un ensayo estilístico acerca de la expresión como tal en Lacan,
pero al menos observemos lo siguiente: la otra cosa como tal no es evidentemente
nada nombrable, nada particularizable (LE GAUFEY, 1995, 170)
A la razón de esta distracción materna, que hace que el significante revele no
estar en relación directa con los objetos de la necesidad susceptibles de dar
satisfacción al niño y que deja así adivinar la dimensión de esa otra cosa como tal,
Lacan la denomina: falo (LE GAUFEY, 1995, 171)

Alfredo Eidelsztein en Las estructuras clínicas a partir de Lacan (2008) propone una
lectura valiosa para el esclarecimiento del concepto de significante fálico. Por un lado,
acentúa la relación del significante fálico con el esquema del velo propuesto en el seminario 4
y el concepto de barra del seminario 5:

El falo es el elemento de la estructura que es misterioso por excelencia. El falo


funciona velado y hasta puede ser destinado como el significante del velo. Siendo el
significante del velo se asocia esencialmente al pudor y, en el álgebra de Lacan, se
equipara a la barra misma que cae sobre el S y el A (EIDELSZTEIN, 2008, 138)

Por otro lado, articula las características del falo, como significante distinto a los
demás, a tres conceptos marcados por el problema de lo inefable: el deseo, el goce y el sujeto.
Respecto al falo como significante del deseo afirma:

Al significante fálico Lacan lo denomina también significante del deseo. Es


coherente llamarlo así debido a que es el significante de la falta en el A, teniendo en
cuenta que el deseo del hombre es el deseo del Otro, y que el deseo del Otro es
equivalente a su falta. Por otra parte, dado que el deseo es el más allá de toda
demanda, es como tal, entonces impronunciable, lo que también justifica que el Φ, sea
concebido como el significante del deseo (…) Φ debe ser destacado del conjunto de
los significantes como impronunciable, indecible, distinto a todos, impar y
consecuentemente, más allá de toda demanda. (EIDELSZTEIN, 2008, 181).

En relación a la articulación del significante fálico con el problema del fin de análisis
Colette Soler en Finales del análisis (2014) propone que La dirección de la cura y los
principios de su poder (1958) evoca un fin del análisis que se aleja del deseo de
reconocimiento. Luego de escribir La instancia de la Letra Lacan afirmará la
incompatibilidad del deseo y la palabra y un nuevo fin de análisis que:

(…) llamaré lacanofreudiano, donde, habiendo hablado del falo, Lacan evoca
la Spaltung del sujeto y dice que Freud nos da, en la spaltung del sujeto, la solución
del análisis infinito (…) la diferencia es que allí donde Freud veía un tope, Lacan dice:
solución (…) Lo que le permite decir que es una solución es que se trata de un
imposible, es que Freud tropieza aquí con un imposible: el de levantar la división del
sujeto. Dicho de otra manera, ve allí una solución porque eso confirma ser un tope que
no es particular, que no es individual, que es ciertamente un límite, pero para todo
sujeto. (SOLER, 2014, 19-20).

(…) el fin de análisis consiste en responder a una pregunta por el ser, en


encontrar la respuesta al ¿Qué soy yo? (…) en “Dirección de la cura…” es un “tú
eres” un poco particular, es, más bien, un “tú no eres”, “tú no eres el falo”; es la
imposibilidad de ser identificado al falo. (SOLER, 2014, 20).

François Balmès (2002) en el libro Lo que lacan dice del ser realiza un recorrido por
el sentido que el término ser adquiere en la obra de Lacan. Cuando aborda el periodo que
estamos investigando afirma la articulación del problema del ser en el sujeto con el del falo
como significante, pero también el abandono y transformación de este concepto en favor del
objeto a:

El ser falta, el ser se barra, está barrado y el Otro también se barra (…)
Transferido de lo simbólico a lo real gracias a la intervención del falo, resulta que el
ser, al final, va a parar al resto caído de un objeto innombrable. (BALMES, 2002, 147)

Este autor también propone articular el problema del ser, como falta en ser, al de la
castración. Esto le permite afirmar cuál sería el valor específico que aporta el recorrido de un
análisis y el sentido de su fín:

Hay que insistir en esto. En la Koiné lacaniana se ha retenido la expresión falta


en ser. Pero lo que se olvida a menudo es que sólo tiene sentido porque lo que se
plantea como horizonte y apuesta del deseo, como término y meta del análisis, es la
realización del ser. Tal como son las cosas, la realización del ser pasa por la asunción
de una falta de ser cuyo nombre es castración. Pero hay justamente una diferencia, que
es la de la cura, entre la castración como condición del deseo en cuanto falta de ser, en
la medida en que si el sujeto está en esa dimensión, la castración se inscribe para él en
la estructura, y la prueba renovada, la realización de la castración, que sólo se obtiene
al final del recorrido analítico (BALMES, 2002, 158)

Pablo D. Muñoz en su libro El goce y sus laberintos (2022), en función de abordar el


problema de goce en Lacan, se detiene en la formulación del falo como significante del goce.
Sin embargo, en pos de esclarecer este estatuto de falo, que excede el marco de nuestra
investigación, hace algunas precisiones valiosas en torno a las formulaciones del Seminario 5
y el escrito La significación del falo:

En La significación del falo Lacan no se ocupa tanto de la significación fálica


— como toda significación, producto de las operaciones de metáfora y metonimia—
sino de la postulación del falo como significante. Conviene pues diferenciar imagen
fálica, significación fálica y significante fálico. (MUÑOZ, 2022, 172)

Esta distinción es clave en el establecimiento del concepto de falo como significante


del deseo en el seminario 5 ya que permite distinguir su estatuto como significante de su
función como objeto imaginario (tal como lo estableció en el seminario 4) y como operador
en el primer y tercer tiempo de Edipo. También diferenciarlo del falo como significación,
producto de la metáfora paterna, y por lo tanto, la necesidad de establecerlo como un
significante que no se confunde con el nombre del padre, lo cual permitirá, en tanto
significante del deseo, proponerlo como orientador de la dirección del tratamiento.

Respecto al falo como significante afirma:

Esta definición, aunque se asiente en la doctrina freudiana, no es una


formulación de Freud sino que es una elaboración original de su enseñanza. Si es un
significante tendrá que decirse cuál es su función en la batería significante. Como todo
significado estaríamos tentados a deducir que representa a un sujeto para otro
significante según su definición canónica pero no, está “destinado a designar en su
conjunto los efectos de significado”. Por lo tanto, es un significante privilegiado que
cumple, en la estructura una función particular que no cumple ningún otro
significante. Su destino es cumplir la función de nombrar o designar — no
representar— en su conjunto los efectos de significado. Esto es condición para dar
otro paso: esclarecer de qué modo las relaciones entre los sexos se ven supeditadas a la
función del significante fálico. (MUÑOZ, 2022, 172)

Por último, Muñoz aporta una lectura que ubica de un modo más preciso la definición
de Lacan del significante fálico como significante destinado a significar el significado en su
conjunto al articularla con otra definición de La significación del falo: el falo es el
significante privilegiado de esa marca en que la parte del logos se une al advenimiento del
deseo. Esta lectura, según nuestras hipótesis, será un pilar de la propuesta de fin de análisis
postulado en el seminario 5, ya que esta tiene como idea nuclear al deseo metonímico:
Es el significante de la marca que en el cuerpo —en tanto superficie de
inscripción— articula sexualidad y logos, término griego que significa lenguaje,
discurso y también proporción en tanto razón matemática. Es decir, que el falo como
significante, cuando designa los efectos de significado en su conjunto, tiene la función
de indicar cómo el lenguaje hace advenir al deseo. Designa en su conjunto al deseo
como metonímico. (MUÑOZ, 2022, 173)

Luciano Lutereau en su libro La verdad del amo (2014) ubica el límite que la teoría del
fin de análisis orientado por el falo tiene:

Por eso, desde la perspectiva lacaniana, cuando se sostiene que el análisis avanza más
allá del complejo de castración (aunque Lacan hubiese sostenido esta perspectiva en
trabajos tempranos como “La significación del falo” y el tramo final de “La dirección de
la cura y los principios de su poder”), se entiende que no sólo se trata de ubicar otra
orientación con el deseo, que lo reconduzca a su causa –a través de precisar el estatuto del
objeto a como distinto del agalma u objeto intencional del deseo; o, dicho en términos
freudianos, hacia la cuestión de la fijación pulsional, que Freud principalmente relegó a
motivos innatos-, sino también de situar otra posición para el analista en el tratamiento,
que no se la del padre. En resumidas cuentas, el callejón freudiano del análisis se debe
tanto a una concepción del deseo como a un modo de entender la transferencia,
(LUTEREAU, 2014, 47-48)

II. Aquellos estudios que tratan el concepto de falo a través de una genealogía (eje
diacrónico)

Pierre Bruno y Fabienne Guillen en Phallus et fonction phalique (2012) proponen un


recorrido en el cual rastrean la noción de falo y de fase fálica en Freud y en los debates de los
años 30 en torno a los planteos freudianos que incluyen las discusiones con E. Jones, M.
Klein, K. Horney, H. Deutsch, etc. Luego analizan el desarrollo que la noción de falo y la
función fálica ha tenido en la obra de Lacan partiendo del seminario 4, en el contexto de la
teoría de la falta de objeto hasta la inclusión del goce fálico en las formalizaciones nodales del
seminario 23.

Respecto al interés de nuestra investigación, para P. Bruno en el pasaje al seminario 5


se prosiguen las elaboraciones planteadas en el seminario sobre la relación de objeto pero
estas se condensan en dos puntos. El primero, la relación del falo simbólico con el velo y la
mujer, la cual se hace máscara tras la cual se ubica el falo simbólico como objeto de la
privación. El otro punto es que para Lacan en el seminario 5 de lo que se trata es de
determinar la función del falo en la dirección de la cura (Bruno, 2012, 41).

Silvia Tendlarz en R. S. I: El falo (2001) realiza un estudio longitudinal de la noción


de falo en la obra de Lacan enmarcado en la propuesta de J-A Miller de los seis paradigmas
del goce. El falo en el periodo que hemos elegido estudiar en esta tesis (1956-59) se
inscribiría, en esta perspectiva, en el pasaje del primer paradigma (la imaginarización del
goce) y el segundo (La significantización del goce):

Partiremos del punto en el que comienza a haber cierta ambigüedad; tanto en el


seminario 4 como en el 5 aparece el falo como imaginario (el cuarto antecede a la
“Cuestión preliminar…” y el quinto es contemporáneo a su escritura). Por otra parte,
el seminario 5 se caracteriza por un pasaje del falo como significado, en la primera
parte del seminario, al falo como significante, al final del seminario. Hay un cambio de
posición de Lacan en cuanto a la cuestión del falo a lo largo del seminario. Esta
ambigüedad, esta oscilación de considerar al falo como significado y como
significante, la encontramos en la “cuestión preliminar” (TENDLARZ, 2001, 26).

Una precisión terminológica que realiza Tendlarz respecto a los términos en alemán
que utiliza Lacan y con los que el concepto de falo se articula (Verdrangung, aufhebung,
erniedrigung y spaltung) nos resulta valiosa ya que en la dialéctica erniedrigung y aufhebung
(respecto al falo: degradación en objeto o elevación a significante) nos permitirá ubicar qué
transformación respecto al falo se produce en la dirección de la cura.

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