Está en la página 1de 48
PRILIDIANO PUEYRREDON Y LA FORMACION DE UNA CULTURA VISUAL EN BUENOS AIRES por Roberto Amigo ox€ Leon Pagano, en el contexto nacionalisa de la décadaGZeF 30 vines de & forma definitiva la figura de Prilidiano Pueyrredén y ubies su piaEUraen un lugee_ centraLen el “arre de los argentinos”. La preocupacién de Pagano no sslo era la justa valoraci6n de una obra artistica medianamente olvidada en su época, sino _sambién desmontar fa leyenda oscura sobre la moral del.intor que afecéaba la histo- ria de una familia parcicia encroncada con elorigea de la-nacién. En(1922,, José Marfa Lozano Moujén, aunque afitmé la calidad de la pintura de ap Puevtrédén, habia difundido la idea de un grtisca lascivo encerrado en el mirador de_ _Su_guinca haciendo cuadros pomogréficos para sus amigos. Una década después «rye Eissda Shiatino concinus con esa fantasia geneada por les pinturas dedesnusos! 7 {Se podia encontrar en Pueyrredén las cualidades necesarias para la invencién de un | PPUSt nacional Tal posibilidad era sostenida por la perzenenciade.clase y su actu “s TS civiea, la influencia pictérica francesa v espaitelarlos eetragos.de la dive porrefia milias de descendientes, y las escenas de costumbres rurale. (ees legitimaban la busqueda de le esencia nacional eivtos valores atcibuidos a la vida rural, perdidos por la modernizacién y.la inmigracién. Pagano, conscience de los tiem- Ke oot \ pos en que escribia, comen:é su vindicacién incorporando al canon del arte nacional & S ol reerato de Manuelica R En el presente ensay prada centralidad de la obra de Pueyrredin en el arce argentino sera un lugar desde donde mirar los Faraigs He la culeuca visual de la ciulad de Bugnos Aires en las décadas de su actuaciény cambios que, aunque sujetos a las condiciones locales, respondieron a la expansisn global de la viswalidad burguesa. De ERE Oa PRILIDIANO PUEYRREDON Y EL REGIMEN ROSISTA, Sn su pmerregrso a Buenos Aires, Priliiano Pueyrelig permaneci por un corto periodo, desde diciethbre ee ae noviembre es, luego de su estadfa en Europa. Su padre, Juan Martia de Pueyrredin, habia decilide partir en 1835, cua do juan Maniuel de Rosas asumfa la Suma del Poder Pablico,' Aunque es probable que algunas pincuras no datadas pertenescan a esta estadia, sélo hay cer de que realis6 «__t7es retratos, dos sostenidos en uns evidence motivacisn personal: el de su padre y el “de Magdalena Costa —inconctuso como su amor no correspondido-; y el tercero, un Keeargs retratar a Manuelita Rosas, la hija del Gobemador de la Provincia de Buenos Aires. Esta dlcima obra fugé(Zomienco de la carera piblica de Pyeve gn Buenos Aires y, 2 la ver, lagontlusign de una etapa de ‘a cutcura visual en Buenos ~ Aires con fuerte interrelacién encre producciones de dite ¢ populaces. Lofpeopaganda fue una de las herramientas politicas del regimen eosista durante sus veinte aftos de hegemonta. Las¢fimagenie) fueron encendidas como un inscrumento _apto para construir el consenso, aun mas cuando las instituciones post rev Ten cuya crisis de legicimidad escaba el origen del rosismo- no habfan podide ocupar_ gy (el espacio iconogrética vacante por el desplacamiento de los reteatgs de los monarces Jesbaftoles y los stmbolos del poder imperial. La fuerza de ly fropagitida afianzabe, Wehuiticacion faccinsa y de icionarias lemés, la capacidad coercitiva en el doble caminoté la constaucsisa del ensinigo- ao EL .- + habja sido incroducida por Jean Baptiste creas estampas, del recrato del popular aleaia 2.000 ejemplares, vendid ina nueva técnica: la litogratia. Esta ouville $n 1826, con la Impresién, encce Guillermo Brows con una tirada de rates mienceas los compradores esperatan curno para cener a imagen del héroe naval La litograffa cobré impulso de la mano del ginebcino, Cardi editor de stusteado en ocasisn del traslado de los restos de Manuel Dozrego y los funerales cele- brcados en su honor; ademis imprimis estampas relacivas al mismo episodio, entre llas ung dibujada por Archur Onslow con el corcejo finebre frente a In Catedral. EL mismoQfslowibuid el retraco de Rosas de mayor calidad de la década del 30. ~ Lizografiado por Bacle. La necesicad ce actuar en consonancie con el régimen dencia en el hecho ocurrido en Sst ssandadel en. ge una intiga politi caen la que pesaba su condicidn de extranjero, su mujenQunclrea Macaire, relics una # gran escampa con la exhibicién en Ja plaza de la Vi “ia de los cuerpos de Santos _Péces los hermanos Reinafé,fusilados por el asesinaco de Facundo Quioga, Entre los espectadores de Ta justicia eiemnplar se desraca la figura del gobernador Rosas caballo: Fs Aigunos artistas tuvieron una. Bimen)es el caso de Fernando Garcia Ils 9 Cafetano Desealt yen algin momento, Carles Motel) Oxros como Bade, Benjamin Franklin Rawson y Prilidiano Pueyrredén tuvieren solo una Gere Sega augue ee THD al ver spear vives come nes de la infancia con los Orti de Rosas y por los incereses de propietario defendido por la politica econdémica. La monopolizacién discussiva estimulaba_a los actiscas ¢ ~p cata asumir de forma ingependience Ie inisigtivacomescial de ofrecer en venta sliver pyres AL ter AApane obey “Ss raid dese Freacs Ee Por ejemplo, en un aviso ¥< At Cassy, publicado en el Diario de la Terde el artiste tancts Antide Hilaice Bernard ofrecia retratos de Rosas “a 8 pesos de pie, a 3 pesos con guirnaldas de roses, y 3 pesos doce- na para eransparente.™ La efigie del rescaurador aparecta como vifeta en iimpresos piiblicos y parciculares, dese invitaciones y-proclamas hasta en poss vecegsiguiendo el modele establecido por el grabado de juan Alais de 183: Abjoiey _s9.de la yanaimidad de opiniSn y, por consiguiente, su presencia se wraslads a los opis eerie bjs ae pathos 3 5 restimoniar laf al sistema federal, Después de Caseros ; nuevas pinceladas ocultaron la divisa comprometedora en algunos de esos dleus. muchas Lo eeos populares por t\Suma del Poder Pian. ed 3s pueros el momento de consolidacién del discurso en imdgenes del rosismo: colocacidin de pinturas y Bustos solos luganis publicos v en las iglesias, invitacién alacto de asuncisn con la efigie | ~ del cestaurador impresa, himnos.en honar con su retrata ete. Cuando Rosas comen- , 6 a manejar el gobierno desde el casexs 30 identifccando la vida publica con la privada, sus retraces cultos y oer convertian su ausencia fisica en imagen omnipresence. la ceativos en las artes tiene ejemplos ilus- ealizada por @ ‘un colaborador, una mujer de espaldas se ecicala el peinado ante el espejo que oftece al espectador el reflejo del juvenil rostro. El tema iconogrifico de le mujer en el rocador tuvo su auge como pintura galance en Francia, ya lo largo del siglo XIX se fue definiendo como una represencacién de la merectis, alejado ya de los significados alegoricos de su origen. Descalzi no omitié los elementos de erotismo del asunto: el espejo y el peine simbolos de vanidad y lujutia-, la silla ocupada por la rayetano Descal ropa, y el cuerpo encorselado de la mujer ofrecido a la mirada del espectador. Ademds, como en un juego especular, una decoracisn de asunto galante esté casi ‘oculta gor el cuetpo femenino. Sin embargo, es muy fuerte el desplazamiento hacia lo descriptivo local: el pafiuelo rojo punz6, un mate y ef detalle que acapara la aten. ‘Ahcidn: una gran estampa con la efigie milissc de Juan Manuel de Rosas. Es la licografia puesta en venta en Buenos Aires e/1842,donocie , ejecuta- da con dibujo de Julien segtin modelo de Desealsi, que viajé a Parfs para controlar la tT impresign de Lemercier. los retratos avterfores “que no pare- cian propios para ocupar el primer lugar en los salones de esta ciudad, ni en los eseable- cimientos pablicos, en que el federal parriotismo y la gratitud de ios empleados han querido esponténeamente colocarlos."* Descalti evité que la mirada impresa del Res- raurador se dlrigiese hacia la mujer ocupando el lugar ausente del amante;: adem, una miniacura de recrato familiar anula la vecindad encre la imagen de Rosas y la copa 6 aerojada en la silla. Paca otorgar una mayor ambigiiedad, una guitarra, instrumenco de la conquista amorosa en el Rio de la Plata, compensa compositivamente la liogratia De esea maneca fa imagen de Rosas, garanve de la moral cristiana, esti presente hasta en la intimidad de la mujer porte, cuyo pafuelo punzé anudado en el cuello seftala ia imposibilidad de la relacisn entre sujetos por fuera de la percenercia a fa comin eidentidad poltrica En contraste con la rica ambigiiedad de esta obra, otra representacidn femenina es la condensacién del largo desarrollo de la propaganda Visual del rosismo en codes sus ‘ae *pectos: el getrato de Manuelira Rasas-pintado por Prilidiano Pueyeredén. En las in- -icaciones del encargo se afirma la voluntad de expresac un mensejé transpatence, Le iniciativa fue de un grupo de ciudadanos que comisionaron a Baldomero Garcia, Eustoquio José Torres y Juan Manuel de Larrarébal para peticionar ur baile en honor ala hija del Restaurador de las Leyes. Los deseos de los particulares no podian ser dis- tintos de los deseos del gobernance, més atin cuando la comisién ta integraban per- sonajes piiblicos como el mencionado Garcia, consejero y redactor de los mensajes de RosasLos concurrentes, al retirarse, se llevarian livografiada “una copia de esta ima- gen querica.” En la aceptacion de la propuesta, para la que s¢ forma una comisién ad-hoc integra- da por Juan Nepomuceno Terrero, Luis Dorrego y Gervasio Ortiz de Rosas, e aclara- ba que Ia eleccién de Pueyrredén se habia debido a las “activas insinuaciones” del artista que deseaba hacer esce “servicio a la Patria’. La comisién cesolvié que el color Adel vestido de Manuelita debia ser rojo punsé, y Pueyrredén, ademas, compuso con {variances similares los tapizados, corcinados y hasta algunas flores del ramilleve del {ian La posicign de In retracada debia ser la més andloga “a fa moral y al rango”, por ello se encuentra parada y risuefia, expresién de sui bondad, en el acto de “colo- car sobre su mesa de gabinere una solicigud dirigida a su tatica”, pare exhibir fa ocu- pacisn de incermediaria virginal entre el pueblo y el Jefe Supremo, ausence en el cuadro pero presente mediante el recurso de fa esquela. La pintura de Pueyrredin re- pelea at presenta en Manuelica la piedad_y el amor filial, virtudes privacas que funcionan como puiblicas. Asf, el dleimo gran retraco de la época rosista es testimonio en su fun- ~~ groT de ta Politizacién de tas formas piiblicas de sociabilidad, a la ver que la imagen dda cuenca, mediante el gesto de Manuelica, de lasupresién de los limites ence lo pei- ado _y lo piblico, de la ausencia de una esfera entre el estado y la voluncad ciu- dadana PRILIDIANO PUEYRREDON Y LA CULTURA VISUAL DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES je LOS diez afios siguientes @ Caseros estuvieron marcados por el fies aii pt SE Buenos Aires y la Confederacién Argentina. En el estado de Buenos Aires se gene- raron nuevas estructuras de sociabilidad, y una activa polisicads invencar una tradi: & _sidn.de pertenencia colectiva que, con el triunfo militar de la dlice portefia, formada |, ¥ consolidada en ese enfrentamiento, deserapins las figuras que ccuparon el lugar de |“ ta memoria nacional. rilidiano Pueyrredén regres, luego de una estancia en Cédlis, para insta- Stdefinitivamente en Buenos Aires, y cumplié desde su llegada un papel relevance, Se rica bajo la gestién municipal iniciada en abril de 1856, favorecido por su amistad con Cayetano Maria Cazén y Miguel J. de Accuéinaga. Pueyrredén participé en la vida comuniearia a tal punto que, como hombre actable, fue elegido municipal por la parroquia de Catedral al Norte, cargo al que x prontamente para dedicarse a sus tareas especificns. Por la misma raza gechazd lat propuesca de ser Jefe de Policfa, que en aquella épeca concrolaba cuestiones eilicias, ademas de judiciales y de seguridad. Su actuacién piblica escuw de las polsmicas faccinsas partidarias, aunque unig supo utilizar los periédicos para flefender sus proyectos de la reforma de la Picgmide = ale Mayo y de la Casa de Gobierit0, 0 para evitar la demolicién del Puenre de Retiro 2 sobre el Tercero esgrimiendo no sdlo argumentos cécnicos y sociales sino también impugnando los procedimientos de la gestién de Juan Coghlan." fue clave en parddiseineuitla de crear > _RARGHIGR CiEAMITDEIS. En 1856 proyeets, para las fiestas pact en la misma un jandin florid con des fuentes decorativas, ders de colacar escul- (GREE AAHOIs 0 que se loges parcialmence— turas ornamencales en cotegida con una nueva reja. Atonocon el marcado republicanismo del cliscuiso estatal se colocé la estatua de la Libertad-. Repiiblica realizada por Joseph Dubourdieu. Pueyrredén comprendia claramence el sardcter pedagégico de la estacuaria piblica: “{..] lamisién de un monumento, que ‘no es del e5do ostentar lujo, sino la magnanimidad y el herofsmo.” Al afo siguience, * incorpo SSS SESE ereencando AOE ITED | ee y ecienc>. que permanecieron hasta 1878, cuando fueron reempla- Por otras Westinadas originalmente al Banco Provincia. En 186 @oueiea) disefpulo de David D'Angers, realizé el relieve para la fachada de la Catedral con tn] asunco biblico de interprecacisn contemporinea: la reconciliacis us| hermanos para simbolix las S. Los proyectos de Pueyrredén no estaban aistados, a ciudad se transfoamaba con nue- i ios que cambiaban su aspecto. Los més destacados: la masa semicircular de ta Adktana Nueva, de Eduardo Taylor, con su largo muelle hacia el rio, el Teaceo Colin, de Carlos E. Pellegrini @la colocacidn de estacuas para afitmar ia memoria de + | dos hgmes gacionales: {a de San Martin se inaugurd eft 1865 V la de Belgrano, proyec- | tada cast al mismo tiempo que la anterior, se poscergs hasta 1879. El cambio mds pro- Je via férren -sfmbolo de la fracernidad de los pueblos en ta erdnica de la inauguracion- entre las estaciones Parque y Floresca, que come | fundo fue «| cen: baa incoxporar las subucbias a la crama urbana. En agosto eof) Pueyrredén presents los planas parala reformadel Paseade Julio, © --taantigua Alameda conscruida en el rosismo, colocando una portada ¢ la entrada de la calle Rivadavia, fuences en su trayecto y, a la aleura de la calle Parand, un elegance : exlficio destinado a café. También tuvo inguiecud tanto por los canales para la slide yp del agua, como para facilitac los pasos del eransporce de la ciudad mi ses desu gonales. ida). Ademés, agregé al muelle de desembarco de pasajeros dos casillas poli- Noes casual que, junto a este ordenamiento de los espact’ jpiblicos de la ciudad, el mismo Pueyrredén proyectase los planos para la penitenciaria de mujeres y nifios, la — ceforma de los antiguos hospitales, y el Cementerio del Sue ya que uno de los aspec- B® Ae Seer: ser iGGERIMiEnto pera el orden s0eH, canto para favorecer el control de la cfiminalidad como el aseo piiblico. Pueyrredén también participé en proyectos de institucionalizacién de lo artistico. En Rin (752) Antonio Somellass suv lainiciativa.de araponer [a wealizacin de la primes Muestra local de pis . Para concretarla se forms una comisién con Ja presidencia ‘de Palidiang Pueviredién y los siguientes miembros: José Maria Gutiérrez, Antonio Somellera, Joseph Dubourdieu, y Juan Bedat, y una numerosa subcomisién para la seleccisn de las obras.!* Uno de los principales impulsores fue Viel Czsrel, que con- nifico, estimular los primeros trabajos y_comarar las mejores obras de los artistas — nativos y extranjeros, ya que estos tltimos pintaban bajo inspiracién local, “consa- grado su pincel a la gloria de Buenos Aires”. Y apores una idea préctica: establecee dias ceservados cuyo producto de entradas se utilis idGneas para un museo permanente." ria para _adquiti l obras mits + ueviredén renuncic a [a comisién luego de encregar el ceglamanto gara la exposi- cidn recién en marzo de 1859." Fue reemplazado por José P. Gueftico, El reglamento fue objerado por El Nacional, en particular el segundo articulo: "Los premios sélo se Ebvo beionat. : a ao acordarén a las obras de bellas artes ejecutadas en el pats por aficionados 0 discipu- las.” El comentarista percibié que se trataba de la idea de crear un arte nacional: * “ (Todavia escamos-on-quie- debe hebersn-arte aacional argentino? (Una 4 pintura, una escultura, una arquitectura argentina 0 moncevideana 0 portefia’... Estas vajeces [..] No, la obra es la fe de bautismo. El cuadro, Ia estacua, el temelo na joni. Esre es el arte nacional, éste serd siempre. Los italianos emigran trayéndonos sus dioses laces, su culto por las bellas arces, artistas de genio se establecen ene cieron en Buenos Aires, estiin aqui para dar testi nosotros y hacen nuestras sus obras. [...]) Nosotros no tenemos escuela, “somos en arte 1d que somos en poblacisn, veinte mil italianos, crein:a mil hijos del suelo, die: mil franceses, doce mil espafioles y siece mil alemanes € ingleses. ;Cual de estas porciones vais a premiar? ;Cudl es wuestra escuela?" Los, diez ‘mi! pesos del alquiler de la sala de baile del ceatra Coldn para realizar la muestra era una erogacién que no afronté el Estado por los aprestos milizares. Luego de Cepeda, La Tribuna realiz6 una pequefia camparia para reanudar el provecto ya que “cuando se habfan designado las salas vino la guerra”, y habia que reoma: los proyec- tos necesarios para el progrese en los tiempos de paz.'* é Guth en. 1826. En las décadas siguientes a Caseros toda exhibicién era vislumbrada como el «la coleccién de la institucin, Las poces pismasdanadashasta Aaph oi la décad 70, en su_mayorla te Jhiseés valor, ingresaban al Mu ‘sea Piblico fundado por Rivadavia, convertido va en Museo de Historia Nacural en el local de ta Biblioteca Publi ey | La dondcidg de mayor importancia hecha al Estado, hasta fa cealizada por Juan B. CEASERS ee oun isn mint deel iiiacv de} momento de come: 4 87), fue la de Mackinlay en 1858: las tablas enconchadas, Je fines del siglo XVIL, de Mateo Gonzales subre la conquista de México. En el anuncio crimestral del director Sentiago Torres figura esa donacisn junto a piedras conmemoratives, recuee- dos de Gibraltar, libros, mapas, muestcas de maderas, pieles de animales silvestres, fésiles, conderos y rerneros monsteuosos.” —Sosa e1 -on el cual se enfrents la dlite del Estado. de Buenos Aires con solida formacién ecadémica garan- icaba el primer aspecto de toda ensefianza: Ia.gransmisién del-capital cécnico, Por ello la presencia de Baldass Gea yfonde ne RaeMIE ESS 6 de Ignacio (fanzoni) era.una jorable pare concretar tal proyecto. Los Debates €xpres6 claramente tal necesidad: “En el cemplo de San Miguel, en el Museo Diorémico y en ottos parajes pilblicos hemos tenido ocasién de admirar obras perfectas de nuestros jovenes pincores. Los artistas de esce género que visitan nuestras playas pronto las abandonan sin dejar en ellas el rributo de su ralenco y su ge- nio, por falta de una institucién en que, a poseerla, recogeriamos perfec- cos modelos con que la gracitud de artistas extranjeros, que visitan nues- tro hospitalario pais la enriquecertan, Estas consideraciones nos hacen desear la proceccién de nuestro Gobierno, para traducir en un hecho el proyecto que, una ver convertido en cealidad, nos daria acaso algunos Rafaeles portefios."* Las menciones a Fidias, Apeles, Miguel Angel, Leonardo y Rafael 20 eran la simple merdfora sobre [a calidad de una esculcura © una pincura, Funcionaban como figuras sonceptuales que remitfan a la gleccién de pertenencia a la cradigiin artistica occi- Hental y al programa de consinuidad de dicha gradici6n en América. Frmcasado - — a ERS proyecto de yna academia local, eCEstado Ye Buenos Aires desarroll5 uno comple- H (~€encario: establecié un benefis EFSISo.paro.cealizge estucios en el exterior. Los 4 7 #7 \ primeros becarios fueron Marcin L, Boneo, Mariano Agrelo, Claudio Lastiay Antonio Garzano. Como para demostrar que fa distancia entre los escados separados no era tan grande en gustos estécicos, los tres primeros escudiaron en el caller florentino de Anconio Ciseri, al igual que Juan Manuel Blanes, artista que habia realizado sus prin- cipales obras en el Palacio San José del presidente de la Confederacién Argen: Justo José ‘Otros aspectos fueron conformando la cultura visual portefta, uno de elios fue la —» _importacign europea que tavo un ergcimiento sostenido hasta su explosion a fines de los 50. con aa rquiza, a una presencia os 2 un gus <—+ extendido por la(pilaiiSiMetgemeroualarfamence. EL je objetos artsticos se volvié habieual luega de su estancamiento bajo el osism6: Se descacaron firmas como Tomas Gowland y Mariano Billinghurst y, posteriormente, Carlos Ristorini, Mitre y Vedia, y Adolfo Bulirich y Ca. Esta dltima rematé los bienes de ta sucesién de Pueyeredén en 1871+! La cantidad de piezas negociadas era signiticaciva, por ejemplo el grabador de medallgs Pablo Catal imports en 1962 -coa al benelciode no pagar las casas ororgado por Mitee~ un lote de 568 obras, para rematarlas a pérdida luego de exhibirlas en el Teatro Colén, Otra iniciativa, tal vez con la intencién de abrir un mercado local para el arte belga y holandés, fue la de 1 Sociedad Europea para la Propaganda de las Bellas Arces que ofrecié a la venta 123 cuadros en la calle Victoria nim. 200. Ademas de la sutbasta, la tifa, con la venta de ndimeros en distintos locales, era un siscema habitual de comer- stance cfali scidn de los objeros artisticos. > Durante lagcada del 502! coleccionismo dio sus primeros pasos con la adquisicién ae seigsgranis dec sadros en Europa hecha por Leonardo Perevsa, amigo de Pueyrredén, siguient& To fe cuadros en hecha po x realizado por Manuel José Guervico ducante su estadia parisina bajo el rosismo. Ente ‘otros, comenzaron a armar sus colecciones Juan Cruz Varela, Luis V. Varela, Andrés comenzaron a armar sus coleccion ( Lamas, Juan Benito Sosa, Manuel Trelles, Adriano Rossi y Francisco Brabuo. eran como Conti y Francischelli, Ambrosolliy, en especial, Fusoni Hermanos (luego Fu- soni y Maveroff). Esas tiltimas tuvieron su miximo despliegue durante el Estado de uenos Aires, destacéndose el Salén del Recreo, el Gabinete Optice, y el Salbn de tas Delicias.” Eran lugares de recreo y ocio y, como espectéculo visual, eran bastante conocies en el Rio de Ia Placa desde la década del 40. Se realizaban programas de concierto de piano o de Srgano, en algunos casos hasta estrenando valses, polkas 0 mi cas compuestas en Buenos Aires, y adem, habia distintos juegos elecerome- cénicos. Desde luego, el principal atractivo eran las vistas dpticas. La mayorfa eran. laminas coloreadas, grabados o litografias de 28 x 42 cm, montadas en un sistema Sptico monocular o estereosedpico, a veces “con efecto de noche” mediante la uti- lis or transparenc: Las vistas se renovaban generalmente los domingos, aunque se reperfan regularmence en diversos gabinetes. Los asuntos de las vistas producidas en el pais eran cor Lo ge neral histéricos o de episodios trégicos, con fuerte predileccion por los temas del “te- reor rosistal La mayorta de las vistas importadas eran ciudades y monumentos célebres, paisajes imponences ¥ lugares tia pabelones le Exposiciones Universales » museos et ropeos, barallas napolednicas y cruentas guerras recientes, pewsondjes [ienaiios romin- ticos y Feteanes de grandes maesteos del arte, escenas de caza y vida 2alaciega. Una “paristencia notable fueron las vistas de la Guerra de Crimea, en especial el asedio a Sebastopol -la primera guerra moderna de irincheras-, entre las potencias aliadas occidentales y el Imperio Ruso (1853-1856). Estas vistas permiten suponer ciercos cambias.en la concepcién del espectéculo, afigmando una tendencia hacia lo infor- sa la concepcisn del especriculo, afiemande una cendencia hacia lo infor: 4 smrativo v hacia las vistas de actualidad que predominaron en los “panoramas de agsuae f “Tidacles" de tas décadas siguientes. “=X veces, las expectativas generatlas por los avisos comerciales de alguna innovacién cecnologia causaban decepcién en el publico. En 1863, por ejemplo, los especcadores apedrearon la pantalla de proyeccién del Panopticoesteroramas, un espectéculo con ochenta vistas puesto en el Teatro Victoria." En el Buenos Aires rosista habia comenzado una popularizacién de las imégenes co- mo resultado del desarrollo en el éimbito lgcal de medios dad en el Estado de Buenos Aires se incorporé.a.esa base una ampliacién de la pro- if duccidn y el consumo visual. A comienzos eloss0ke produjo un abaratamienco de “Ios costos forogeéficos con el ferrating ~auin imagen Gnica como el deguerroxipo= yal ‘papel albuminado. La posibilidad de numerosas copias inicié la popularizactén de las focograftas, en especial por la difusin de las cartes de visite." El avance de la forogea~ fia —que condens al pasado a fa mi ‘a muchos artistas a responder a la Cectame a We avances tecnico nicos de reproductibili- fa para reducic el tiempo de pose @ealizae resegics de difunsas, como los de Eduardo ‘Acevedo, Apolinario del Carmen Heredia, y José E. Agitero realizados por Puey- rredén. La fotografia la pintura mancuviecon telaciones. nd en las poses de los retracos, en la elee- Un episodio da por el forgrafo Luigi _wnyguaciagluencia en los pun- tos de vista, en la focalidad y la iluminacis cid y eracanniento de los temas, yen el realismo de ta representacis curioso que involucré a Pueyrredén fue la oferta real Bartoli, instalado en la plaza de la Victoria, paca que rerocara los reeratas forograti- cos que realicaba de tamatio nacucal sobre papel o lienzo.* Estos cambios en la reproductibilidad de la imagen estaban ligados al gran desacro- Ho de los talleces licograficos, asociados a veces a la forogratia, como es et caso de Ro- dolfo Kratzenstein, impresor, entre otras, obras de las litagrafias de las Memorias de la Municialidad y de la Revista del Placa de De su prensa salieron obras Claves como Ta Galeria de Celebridades Argentinas (1837), el Album Palligre. Escenas americanas (1864-1865) y el periédico ilustrado Correo del Domingo (1864-1867), en el cual se difundis una ienagen de pescador de Pueyredin. En 1863 comenss a pur blicargCET Mosquitd f Henri Stet ah La produccién artista no podia escape sociedad. En el se inicié con la imagen de San Marcin y finalizé con las imagenes de dos mértires: el de la libertad de prensa, Florencio Varela, y el de la lucha contra la “tiranéa", Juan Lavalle. Desde luego, una de las biografias, con e! retrato realizado por Narcise Desmadcyl, area Las cieas @ supersonalicad y a su gobiecno eran parte del bagaje discursivo de la slite politica de Buenos Aires. La copatriacién de sus zesios fue un acco multicudinatio, donde se jus- tfieé la separacién de Buenos Aires “que ha preferido salvar los grandes principios gue él propagé con tanta abnegacién, a sactificarlos a una unién baseda en la inmoralidad y la violencia.” Cuatro litogratias editadas por Augusto Clairaux, con dibujo de Alfonso Durand, recordaron les exequiias de Riv: wande, en Ta pequeiia noncre necrologica publicada en El Ne Prilidiano Pueyrredén fue el dinigo cuadro recondado del artista. eran RINEIGe al ‘ontedefacion; la Matanza de Quincetos convirti6 tal asociacién en una certeza gata la lite de Buenos Aires, y Prontamente se organizaron suscripciones para los familiares de los mértires con la venta de cetracos litogratiados por Adolfo Bru. Los pintores Baldassare yoo} Celestino tardaron en pincar el tragico episodio de la Repiiblica Ortental Eon los“ © de la Cémara de Represencantes, el Dz Vicente Maza (GBexeus0 en el almacén naval de Fusoni un peuerio cuadro con ese hecho cearti- do veinte aiios antes,” relatado magistralmente e/elfEaeiido como ejemplo del cemor y la coinplicidad estimulada por el régimen|rosista, La PEGUECTOBFATEME A=) ch imine fun ae pant leur mae wn las sombras con sus cortos ponchos fevlerales. El degiiello de Maca es la del presidente Gnica accién iluminada del cuadro, mientras qua en la puerta abierta aparece la inconfundible figura de Juan Manuel de Rosas con thaquera azul, gorra y chaleco fe- Lael En el folleco Causa criminal seguida contra el ex gobelnador Juan Mansel de Rosas ante ios Tribungles Ordinaris de Buenos Aires (1864), se}reproduce licografiada por Ber- oe ee auien habia cecibido numerosos elogios POrSTrExPUSICTON de pintura de historia en 1836, en espe- cial por su cuadeo Salvamento en la Cordillera, represencacisn del auxilio organizado ' por Domingo F Sarmiento a los unitarios que, luego de la derrora de Roceo del Me- |. dio, habjan quedado atrapados por una tormenta de nieve en la condilera de los \ Andes cuando trataban de ponerse a salvo cruzando hacia Chile. En el Asesinaco de Masa, Rawson también ubica en el vano de la puerta crasera la figura en sombra de ig Rosas en los bordes de la iver Tndarte, € Tconogréfica, El motive surgis en la prensa iluscradla anrirrosista edicade durance el El Grito Argentino, publicado en 1839 con redaccnnmde Valen re Alsina, Andcés Lamas y otros. Asi, la iconograffa elaborada durante el sitio de {| Moncevideo fue el subseraro de! ‘ais | Escado de Buenos Aires. El génete histSricg, con au carga de didactisme, moray ng fue habicual ea la obra de ciene base literaria, principalmente a Pueyrredén, aunque se conserva en el Museo de Lujan up boceto para ta decoracisa, murat te TX Casa de Gobierno con el Solemne Juramento de la Bandera argentina por -el ejército del General Belgrano el 13 de febrero de 1813. Era el. ura de Thiscoria que debia realizar todo artista decimonsnico pare aleanzar fa consagraciOn én. ‘Feero més alto segiin las consideraciones académicas. Estimulado por la lectura de la obra de Bartolomé Mitre, Pueyrredén le pidis asesoramiento, las pr bicuales de la biisqueda del pintor historicista.* La pis no habia tenido muchos practicantes en Buenos Aires por la ausencia de comicencia estacel¥9. Aonse DERE Cop en la litograffa de Clairaux en 1857, El eciunfo militar de Pavén favorecié el desarrollo del género incentivando a los artistas a testimoniar el papel de la Guardia Nacional como fuerza de ciudadanos armacios en. defensa de la libertad, como en el caso de Luis Novarese, Leén Pallitre ¢ Ignacio Manzoni. La prensa divulgaba que el regreso de los soldados victoriosos que desfilaron bajo los ‘arcos de triunfo realizados en su homenaje (que era el asunco de la pintura de Nova- rese) era la consolidacién de las libertades pétblicas." La polémica facciosa era habitual en la mayor‘a de la liceracura arcistica. Un ejemplo de esa estrecha relaciGn fue el episodio de La efecucién de Marfa Estuards, de Balda- sare Veracsi, en 1858. La imagen del verdugo fue incerpretada como un retrato del gar ribaldino Juan Bautista Cineo, amigo de Bartolomé Mire desde el sitio de Monte- video, y ante tal acusacién, el artista sélo atiné a cambiar la fisonomia para evicar enemistarse con la élite politica de Buenos Aires. Verassi era un artista vinculado a ideas republicanas, que intenté con cierto oportunismo vender cuadros alegsricos a Urquiza ya Mitre, segiin las coyuncuras politicas, Este episodio, que eontiaus en 1862 el debate encre los simpacizances de Verazzi v los por eT YstoRS) figura de Garibaldi, con ch: dera ita yueca roja y pancalén verde, se recorca delance de la ban 1a y el paisaje de Naipoles pata componer wag imagen alegstica republic cana, ssa Esce vinculo no era casual, ya qu exzablecis fuerces lazos en las edes de Ja sociabilidad portefia, por ejeny ‘lub del Progreso, al recratar no sélo a miembros y presidentes de la instituciGn, qué por Ota parte eran sus amiscades (como ® Miguel de Azcugnaga 9 1go- Cale vos centams se encuentran encre Los e ‘ueyrrediéa) sino tambiga ejecurando retrgtos histéricas para ador- nar sus salas, emprendimiento llevado a cabo igualmence por Ignacio Manzoni, Es probable que Pueyrredén haya sostenido vinculos con la francmasonesfa, ya que retraté a José Roque Pérez, el gran maestre del Gran Oriente de Argentina. Luego de la caida de Rosas, [{masoneria sb desarroll6 rapidamente en Buenos Aires con la in- corporacién de los principales dirigentes politicos a la sociedad iniciética. Pilar Gon- ile: Bernaldo ha destacado la importancia de la sociabilidad masSnica, analizada en inis logrados de el marco de un movimiento asociativo que instaura la esfera piiblica,* er. la creacién de formas simbolicas de identidad comuin. José Roque Pére:, victorios por la direccidn de fa Onden de Argentina, cohesioné la logia integréndola a los inte- ensu combate reses portefios a los que adherfa Pueyrredén.__——__— = Alejado de las funciones pitblicas durante e{ffobierno nacional d{Mitre}pueyrredin sé dedicd més a la pintura, y recibié_numerosos encarges que Gjecuts con una eee eee ere variedad compositiva notable para el medio Tocal. Si nos arenemos al comentario de Juan Manuel Blanes, ya en 1857 no debfa ser facil lograr la comicencia de una pineu- ma: “hay aqut una reunisn de artistas malos y buenos eapar de proveer a las necesi- dades de la ciudad de Londres y Pat piblicos a cal punso ous LalseeeereeTaCINIOAMED) de protunde TapreEy ex Ta sociedad portena(M@\dejd rastros directos en fa produccién de Pueyrredin. Apenas el fondo del retrate'del tentenee Aleyaticra Die Waa Te Curupayty, s reunidos."* Su obra ge distancia de fos sucesos que posiblemente haga referencia al lugar de la cruenta batalla. En el retrato de su ” mujer, a figura vestida de riguroso negro de Stenz Valiente se recorta selante de un sauce, simbolo de la muerce ¢ iconografia habitual en las lipides morcuortas de fa escenas de la vida del paisano. : Tos artistas natives editaron A partic de la década del 4 albuimes licograticns y legaron el regertorio de morivas, ence ellos, la carada de caere- tes, el asado, el gaucho cancor, la pareja en la puerta del cancho, el laio y Ta familia campesina. La obra coscumbrista de Prilidiano Pueyrredén es concinuidad de e “Geso ya la ver acta en los prolegémenos del debate central sobre el arce nacional de ja década del 70. os poe wasn ve pro- “ban conformando un AGS WEURY) resalta si ka comparamos con Ta obra de igs que concentré la accidn en una dnisa escena paca favorecer la de una coscumbre o de un tipo local, seleccionados de sus apunces Je una costumbre o de un tipo local, seleccionay as; en San Isidro (1867) la escena de costumbres esta subontinada al paisaje. que wuiere fuerza coralizadora.' 50 realizades en 1961, . Un comentario, posiblemente- escrito por Miguel Cané, “los annie guos usos ¥ costumbres jparecen de dia en dia. La ola de emi- Graciso secbrd por smergenos en e olvio © ESPERO URGUERQUCETESRD (ep a aga ae AMG Y= ue Ee imo incicabn ef ceo TSRESD és alla de la fronteres en las cercanias de Buenos -Xires, Cote ronotonta, ni exfuerro estén matcados por ef doble seo de la semejanca de familia 5 y.dela raza” Vupe (ani abe tel onme Rares ae Spissente como en Esquina pours naranjero o Patio portefio; cleimostelatos pic- riricos de una ciudad aldea republicana que desaparecers para dat Luger a Ta civad moderna y aus conMllctws. Asi, Prilidiano PueyereddA particips herteiente en el Notas * Todos los textos eranscriptos y encomillados del libro estan volcados al castellano actual. 1 José Leén Pagano, El are de los argentines, Buenos Aires, ei. del autor, 1937: y Prildiono Pueyrredén, Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, 1945. Véate José Maria Lozano Mouijin, Apunes para la hiscoria de nuescre bineura y escuura, Buencs Aire, Libreria de Garcia Santos, 1922; y Eduardo Schialfino, La pineura 9 a esculcera en la Argencina, Buenos Aires, edicisn del autor, 1933. Sobre los destudos de Pueyrredén, ‘Creea."Los desrudos de Prilidiano Pueyrredén como punto de censidn encre lo piblicoy lo privade’, El are ence lo padi c0,ylo privedo. VIJomadas de Teoria e Hiscoria de las Arce, Buenos Aires, CALA, 1995, ep. 126-138. Porcultura visual ensiendo un conjunco de relaciones de comprensisn de fa cealiad integrado por ase Laura Malus Jas incerelaciones entre las formas atisticas, Ios procediimients séenicos, ls aprendizajes profe~ sionales y los productos estético-visuales (su produccién, distribucién r recepciéa) con las ‘otras ideologias v los procesos histSricos parciculares. 3 Véase Acminda D'Onofrio, La época y el ere de Prildiano Pueyrredin, Buenos Aires. Sudameri- cana, 1944. + Vase Jorge Myers, Orden Virnud. El discurso republicano en al régimen rossta, Beenal, Universi- dad Nacional de Quilmes, 1995. 5 J.B, Dowille, Vis « Buenos Aires 1826 y 1931, Buenos Aires, Emecd, 1984, ¢. 72. Para un este dio hise6rico de la litogralta en Buenos Aires, véase Bonifacio del Carri, “El grabado y Ia litogra~ fia? en Historia General del Arte en la Argentina, como Il, Buenas Aires, Academia Nacional de Bellas Arces, pp. 355-404. 6 Dicvio de la tarde, 13.04.1836, Citado en Ait L. Ribera, “La pintura” en Hisovia Generel del ‘Arce en la Argensina, Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Arces, tomo I. p. 175. Vésge Juan A. Pradere, juan Manuil de Rosas. Su iconografia, Buettos izes, J. Merdeski ¢ hijo, 1914. Gacete Mercamel, 12.04.1842 ‘Adolfo Sakdias, Papeles de Rosas, La Plata, 1907, como Hl pp. 169-171. Véase José L. Pagano, Priliano Pueyrredsn, opus cit., pp. 34-375 y Adolfo L. Ribera, El reraco an Bucnos Aires. 1580. 1870, Coleccidn del [V Cencenatio de Buenos Aires N® 6, Buenes Aires, Universidad de Buenos Aires, 1982, pp. 335-338. 10 Las posiciones y el papel de los incelectuales en este proceso ha sido desarullige por Tull Hal- peri Dunghi. Proyecto y consercién de una navién (Argentina (846-1880), Caracas, Biblioteca uw a B Hw Ayacucho, 1980. Para la ciwiad y Ia construccisn de la memori . "Urbanization de la méniee. La policique urbaine de Vetac de Buenos Aires peralant Ia sécesion. (1852-1862)", Frangois-Xavier Guerra (ed), Méndives en devenir. Amerie Lasine, XVle cle, Collection de la Maison des pays ibtiques, 62 Callogue lncernacional de Paris, Bosdeauss, Maison des Pays Ibériques, 1995, Para el periodo posterior a 1962, consultar Hilda Sabaca, Le police en las calles. Enere et voto y la moviizaciin Buenos Aires, 1862-1890, Buenos Aires, Sudamericana, 1998. El Nacional, {2.04.1859 y 13.04.1959. ‘Vase Julio Payns, Priiteno Pueyredén, Joseph Duboundi, La-primide de Maxo > la Cavaial de Buznos Aires, Biblioteca die Historia det Arce. Serie Argentina N? 5, Buenos Aires, Faculead de Filosofia y Leteas, 1972. : EL Nacional, 08.03.1861. : Para el relevamiento de los episodios actisticos del ato 18: vase Catalina Lago, Buenas Aires, 1858. Panorama arcistico de la ciudad « eaves de sus diario, Biblioteca de Historia del Arce. Serie ‘Axgentina N® 3, Buenos Aires, Facultad de Filosofia y Lecras CM. de Viel Castel, “La farura exposicién”, Museo literari. Periddico semancl de litera. team y modes, comma L. p43, febrero de 1859. El Nacional, 1859. E{ Nacional, 01.04.1859. La Tribuna, 08.03.1860 y 01.09.1860. En el diario de fos Varela colaboraba Viel Castel, pedi ble aueor de estos reclainos. Loe Debates, 18 y 19.01.1858, Los Deboes, 25-26 y 27.05.1857 Véase Laura Malosetti Cosca, “lavenrario del remace de bienes de Prilidianw Pueyrrakin en ISTI", en Esedios ¢ ineesignciones, Boletin dal Inscicuco de Teotfa ¢ Historia del Arte Julio Pays idm, 7, Buenos Aires, Fae. Ey La 1997. pp. 1O7-US. Che. Adolfo L-Ribera, “La pintura” opus cits p. 132 Vaise Ana Maria Telesea y Roberto Amigo. “La curiosidnd de los portesos, Los cemas vel piblic es (1952-1862)", en Hiscoit de ta Jotrafis. Memoria del 5" Congreso ce Historia de a ovografia en la Argentine, 1996, Buenes Aires, Comicé Ejecucivo Permanente, 1997. pp. 33-36: y Vicente Gesual, “Los salones de v cas. Antepasaies fel cine en Buenos Aine ¥ el incerine” en Tado es historia, oui, 248, 1988, rp 70-80. EL Nacional, 23.11.1863, cco de has salas de vietne dpeicns en el Estado de Buenos 4 as Sptie ‘Vease Jun Gdmes, Le focografia en la Argentina. Su Historia y evolucién en el siglo XIX, 1840-1899, Buenos Aires, 1986; y Miguel Angel Cuarcerolo, "Las peimeras foragratias del pais", Los fos dal doguerroibo. Primeras focografas argentinas. 1643-1870, Buenos Aires, Ediciones Fundacisa An- torchas, 1995. La Tribune, 01.10.1864. Los Debates, 14.08.1857. EL Nacional, 03.11.1870. EL Nacional, 09.04.1859. \Véase Acminda D’Onoftio, La épaca y el are de Prilidiano Pueyrredin, opus ce. g. 92. La Titbuna, 17.01.1862. El debare ocupd un gean espacio en la prense en los ileimes meses de 1858. El Nacional y La Trbuna se unieron para atacar al actsta en cérminosductsimos, pidiendo que el pblico hiciera ju ‘icia quebrando los pinceles de Veraz:i. La Reforma Pacifica incencs una defensa de Ve mando que la prensa auronomista pretends hacer un favor a un amigo calumniando a un artisea La Tribuma, 05.12.1860. ei Pilar Gonsile: Bernaldo, La Creation d'une nation. Histoire poltque des nowelles epperrenances cul turalles dans la ile de Buenos Aires enere 1829 2¢ 1862, resis doctoral, Université de Pacis I, 1992. Carra. de Joan Manuel Blanes a Mauricio Blanes, 21.11.1857, AGN (Monzevideo), archivo Mauricio Blanes (Oh. Adolfo L. Ribera, “La pincura”, opus cit, p. 328. Véase Richard E. Phillips, “Priliiano Pueyeredsn”, en Lavin American Arc, summer 1990, vol. 2, nim. 3, pp. 49-52, La Tibuna, 07.08.18: PRILIDIANO PUEYRREDON Y LOS ORIGENES DE UN ARTE NACIONAL por Patricia Laura Giunca nun panorama del arte argentino del siglo XIX es i ble el valor esencial y estructural de la obra de‘ junto a} = 2 ‘andi x. constituye uno de los pilares de la pintii Abonds un(amptiosspecrrsrtis egnenass el retrato, € incluso, el esnudo, todos fueron tratados por su pincel con talent nico poco frecuentes. See ere eee Poseedor de una amplia cultura y de un sutil humorismo, amante de la buena cocina, de la naturaleza, de la miisica y del trato con los amigos(emmerge(con|unalpersonali el paisaje Wominio tée- jiMAGENES EN EL TIEMPO Memoria de una época y eestigo de la sociedad decimonénica, el retrato es la temati- ca predominante en el arte argentino del siglo pasado y el género en el que Fueyrredén « pinta algunas de sus mejores obras. Los_rostros de sus amigos. A:cuénaga, Calzadilla, Iraola, Ocampo y muchos otros otegtantesde Ja dice pastel, fueron delineados por el artista en inumeraites celas Es en uno de sus retracos mas oslebres donde inmorcalica fa imagen del gersonaje 2 quien le cupo un papel muy particular durante los afios anteriores a Caseros: la popular y queride X@nGelita RosdS>Compaiiéra de juegos de la infancia, posa ance su caballece cuando, hacia 1850, [a comisién que organizaba un gran baile en su honor, te encarga realiza su recrato. Las versiones periféricas del neaclasicismo, productos alejados espacial y temporal- mente del cédigo estilistico primordial, son las que influyen en la estética de Prili- iano. Nuestro artista toma contacto, indudablemence, con el arte brasileto del siglo (46 AbeelMe pasado, are que tanfesta lf BEGESEE SELES cecibida de la Mision Atsica Bam sh fontisic a+ eases Francesa contratada, en 1816, pé el emperedor Juan VI! Durance su escadig.en Bassi, &s posible que Pueyrredén haya asistido a la Academia [Nacional de Dibujo y Pintuca, recibiendo esta clase de imagenes, construidas en base a Ta primacia del dibujo sobre el color, el equilibrio formal y la bésqueda de la belleza ideal. En ese momento, desarrollaba su actividad en Rio de Janeiro Alessandro Cicarelli? en cuya obra, especialmente en Retrato de la condesa’c Alzejum, podemos epcontrar-paralelismo con la estética de los retracos del arcisea argentino. nce Gly 18555 Peliane reside en Espata. Alli, el auge del neoclasicismo se re- tra durante un breve perfodo: los tiltimos afios del siglo XVIII y los quince primeros fos del siglo XIX. José Madraco (1781-1859), discipulo de Jean Louise Davitt, y Juan aconio Ribera (1779-1850) introducen esta estética en la peninsula. Imparten sus jonocimiencos a una generacién de pintozes que, incorpor os, producen obras de marcado carécter eelécticg, concepcisn esti.tstica a la cual se adscribe la pincura de Pueyrredén. La recepcisn proyectada en honor de Manuelita tendria lugar en el antiguo Teatro Coliseo en octubre de 1851, poco antes de la partida de Pritidiano hacia Europa. En Snica publicada en La Semana,’ José Méemol decalla las aleenativas grandilocuentes de la elaboracisn del cetrato. Expatriado en Montevideo, Marmol colabora con la prensa liberal que desde hacta afios predicaba coneca Rosas, Cronista de El Nacional y El Comercio, es fundacisr también de El Albvan, El Conservador y La Semana La campatia perigdistica contraria a Rosas, que se origina con El Iniciador en 1839, finaliza en {852 ohn La Semana, donde se publican los document siamiento de Urguiza en Entre Rios, sedial de retorno para sods los proseriptos. Es en este periddico donde leemos los sarcé: acerca de las alternati- vas en que se generd el retrato de Manuel una mord: “{..] Nadie escribiria una historia perfecta de la vida de Rosas, si no hiciera ref al mismo ciempo que Hlorae Pero entre todo lo que hemos ofdo de él, en género de farses, nade mis cémico que lo que acaba de ocurtir con el retrato de su hija. Vamos a contar el suceso, advirtiendo que estamos perfectamente seguros sobre fa verdad del fondo y deralles de él Todos habrén observado que, después de tantos.afios en que Manuela Rosas representa oficialmente la voluncad y fos caprichos dle su padre: siendo ella en Buenos Aires el genio de la prostemacién universal, su _ retraco no habia aparecido jamés, mientras que el de su padre se encuen- tra en los salones y en las barberias, en la moneda, en las cintas, en los abanicos, a todos precios, y en un centenar de grabados diferentes. (Quién no habria comprado y ostentado Ia imagen de Manuela? Sin embargo. todos se quedaban sin ella, porque la joven, por un sentimienco que no puede interprecarse sino muy favorablemente a su cardcree, haba resisticlo jempre a que sacasen st retrato; y no necesitamos decie cusntos Ferret tas habran solicitado ese honor. No habia, pues, retcato de Manuela. Pero he aqut, de repence, que surge de los promocares del baile monstruo el pensamienco de ennoblecer y magnificar los salones con una copia al dleo de ese original martirizado por los desbordes del popular amos, que se llama Manuela Rosas. Hacerse sentir ese pensamiento y volar a Palermo la,comisidndel baile, debia ses, como fo tue, la obra de un solo dia, de una sola hora. “mor de medio mundo se viv asaleada de improviso por los discursos de la isign pronunciados bajo lay mds rigurosas leyes de i omtoria. no_ninguno en Buenos Aires, libercad sropia para cosa alguna, conests. la comisin que conswlencia au tacira sobre (ode la pretension de !os sefiores del baile. Y contra sus deseos, o con ellos. la joven dio cuenta @ Rosas dé: lo que ocurria Inmediatamence, Résas)tnainca llamar a su presencia a los seitores Don Juan Nepomuceno Terrero, Don Luis Dorrego y Don Gervasio Rosas. Reunidos esos tres caballerds, Rosas les comunica el deseo manife por la comisién del baile, sobre tener un retrato de su querida hija. Peso. sefiores —continda~ para mies un asunto de conciencia, yo no me atrevo a resolverlo solo; y os he llamado para depositar en vuestra sabidueta vuestra moral un asunis'en'que mi corazén de padre puede excraviarse. _Os enscego mi hia vuestra conciencia os aconseje. Quedéis desde ahora en comisién para este asunto. (..] La‘comisién vuelve 2 reunirse inmediatamence, y empiera por deliberar { i )sobre és del traje con que debia ser reccatada Manuela oy la historia de todos los colores; es decir la historia politica. El blanco era la mitad del distintivo unicario. El celeste, el acul y codas sus modificaciones, eran la otra mica El verde era también color unitatio, y ademés, brasilero. El color de oro, el amarillo, el ante, eran cambién colores brasilero El negro era duelo. io jEl colorado superior! El colorado es el color de la % por consiguiente, la joven debia estar ve o1 resrato. retrato- hace presente a la comisién los malos efectos que ibaa producir en el cuadro Ta tinta punzd del araje de io Ta COmisIGA vuelve a reunirse, y se reporta por feuto de su s idm que sobre el vestido punz6 se pongan encajes,Ilevando sobre el pecho solapas de lo mismo, como para apagar un poco, de este modo, los efectos del color punz6. @) Aqui quedaron terminadas las sesiones del traje. Pero falcaban ocres las de més importancia-: sesiones de{postut [.] Y la comisisa, sin comprender queto-mejor era dejar a Mancela la eleccign, por cuanto nadie mejor que las mujeres saben la postura cue les conviene en el asunto que se ocupan, emples una mafiana en discurric cual serfa la posicién més angloga a la moral y al rango de la jover. para ser en ella retratada. Adopténdose, por fin, por unanimidad, que en el recrato Manuela debfa aparecer garada, con una expresi6n risuerie en su fisonomia, y en el acco de colocar sobre su mesa de gabinere una sovicicud dicigida a si tatita. Representandose, de este modo, la bondad de lajaven, en su sonrisa; y su ocupacién de intermediaria entre el pueblo y el Jefe Supremo, en la solicicud que colocaba sobre la mesa.. Después de esto, la comisién ha echado por tierra grande alegoria de la Mada! La comnisién dio cuenta aRosas de todos sus trabajos y resoluciones ce contests que su corasén quedaba farimamence conmovido de la fina be- ‘nevolencia y celo federal con que habian sabido aliviar su conciencia del peso que podfa gravitar sobre ella en todo el resto de su vida si hubiese li- 1 brado a sus propias fuerzas el deliberar solo sobre tan grave asunto. Yordend © se riciera el era del modo y forma que la comisén habia sult [-" « 11 [ Btesamicns inicio de as ecu a pose peso ine rein Let antorna decorative permicen relacionar este retrato con les real Se estat Cs Lats ibe on onl Retrato de Sefora.* La sonrisa apenas insinuada y la ida, cransmiten cierto estado emetiv: | definicign de fa figura por medio de uaa linea continua nos remice 2 una sincesis for~ | al aendéimica, La accitud de fa retratada, de pie en el centro del espacio picssriso, \ sin ser rigida, posee Gecta solemnidad esencial a un retrato ve tipo ofic.al, i 7 i" 59 a Pueyrredén se detiene con minucicsidad en el tratamiento del vestido y los acceso- rios que rodean a Manuelira. El sillén, el florero y las cortinas surgen con detalle de su trazo. Luego de su estadia europea y de regreso en Buenos Aires, Pueyrreddn comienza a desplegar una intensa actividad profesional. Proyecta y dirige muchas de las obras paiblicas que se concretan en la ciudad en la segunda mitad de Ia década del 50 En 1859, el afto en que se firma el Pacto de Unisn Nacional, lleva a cabo la reforma del antiguo Hospical de Betlemitas y pinta el retrato de Santiago Calzavttia,a quien le une una estrecha amistad. — Frecuentador de salortes literatios y de teatros y uno de los primerts cronist’s mus cales, Calzadilla habia tenido una activa vida militar en el Ejércico de Pert y también en Bahia Blanca, punto avanzado de Ia frontera contra el indio. Con el grado de teniente coronel cumple cambién funciones como agregado militar en la legactén argentina en Bélgica. Autor de Las beldades de mi tiempo, publicada por Jacobo Peuset en 1891, relaca all les costumbres de la sociedad portetia del XIX, experiencias de sus viajes y recuerdos juveniles. “Ha muerto a los ochenta afios, -leemos en la nota necrolégica publicada a su ey: muerse- conservando entre los pliegues de su cara toscona, pero honsada, lineas de juventud, de ilusién, de candor, que en él eran inextinguibles.” ? Posa para el artista a los cuarenta y dos afios de edad. La solemnidad que define el retrato de Manuelita Rosas esté ausente en esta obra, donde la pose es natural y rela- jada. Sentado como al descuido mientras abvaza el respaldo de la silla, las piernas abiertas y el sombrero sobre su rouilla, Prilidianio ybica al personaje de forma sal que nnferior de la tela limica la cearesencaci6n de s nee hacia el espacio real del espectador, Crea, de esta manera, una. “sensacién de proximidad entre la figura retratada y el observador, 7 Define linealmence los contomvos y delimica en forma rotunda y neta cada elemento de la composicién, caracteristica que se repice en muchos de su retracos. Be abr yoy

También podría gustarte