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APUNTES DE DIDÁCTICA GENERAL

PARA MAESTROS Y PROFESORES DE LAS


DISTINTAS ETAPAS EDUCATIVAS. Diseño
de Programaciones y Unidades Didácticas
por competencias

Ana Iglesias Rodríguez

Degratis Editores S.L.

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Primera edición. Septiembre de 2010, 2023
Derechos exclusivos de edición en castellano
reservados para todo el mundo

© Maquetación: A.I&R
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I.S.B.N.: 978-84-614-4530-1

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BLOQUE II: MODELOS CURRICULARES

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INTRODUCCIÓN

Medina Rivilla y Salvador Mata (2002, pp. 8-11) dicen que la


construcción de la Didáctica como disciplina pedagógica se lleva a cabo desde
diversos enfoques ligados al modo peculiar de elaborar el saber y tomar
decisiones innovadoras que caracterizan a los seres humanos en general, a las
comunidades de investigadores en Didáctica y a los prácticos de la enseñanza
en particular.

ENFOQUES, TEORÍAS Y MODELOS DE DIDÁCTICA

Kuhn (2005) entiende por paradigma “las realizaciones científicas


universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos
de problemas y soluciones a una comunidad científica” (p. 40). Por ejemplo, en
filosofía de la ciencia se habla de paradigmas epistemológicos para referirse al
positivismo como uno de ellos, o al estructuralismo, o a la teoría sistémica, la
teoría crítica, para delimitar caso a caso y también en la relación entre ellos
entidades conceptuales subyacentes comunes. En evaluación se hablará de
paradigma decisional o paradigma informacional o paradigma decimológico.
En pedagogía se hace referencia al paradigma enseñante para referirse al
sustrato compartido que sostienen modelos pedagógicos diferentes pero
cuya característica común es el énfasis o predominancia de la enseñanza o
el enseñante. No se hablará de paradigma enseñante hasta que no surge una
nueva concepción denominada paradigma del aprendizaje.
El positivismo hizo de la pedagogía y, por tanto, de la didáctica un
campo de aplicación de otras ciencias básicas impidiendo el desarrollo de ella
misma como ciencia autónoma.
Desde los años 30 a los 60 del siglo XX, ha predominado el
paradigma conductista que ha considerado la enseñanza como esencia de la
didáctica. El maestro se encargaba de proporcionar pequeñas dosis de
contenidos que conducían a la adquisición de unos objetivos prefijados.
Todo ello gracias a la acción docente que actuaba sobre el alumno que debía
limitarse a memorizar los mensajes transmitidos. Se introduce la cultura del
test. Se instalan actividades de reforzamiento como recurso de corrección del
producto final. Prima el criterio de objetividad.
A partir de los años 60, surgen nuevos enfoques centrados en los
procesos de aprendizaje que se apartan de las tendencias instruccionales y
abren nuevas perspectivas destacando los trabajos de Ausubel y Bruner. Se
mantendrán como referencia hasta los años 80.

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Estos enfoques fundan las bases del enfoque cognitivista de la
enseñanza, apoyado en los trabajos de Piaget y Vygotsky acerca de la
formación y desarrollo de la inteligencia en los niños.
Sucede al paradigma conductista, el constructivismo que prioriza el
aprendizaje activo y participativo del alumno. Éste elabora los
conocimientos partiendo de sus esquemas mentales previos. Sobre ellos se
acomodan las nuevas informaciones buscando la integración y la armonía
cognitiva para construir nuevos planteamientos, conocimientos y esquemas
cognitivos. El enfoque pedagógico constructivista asume como principio
estructurante que las actividades de enseñanza y de aprendizaje son
actividades de tratamiento de la información. El aprendizaje es concebido
como un proceso activo y constructivo, en el que los conocimientos anteriores
juegan un papel primordial en los nuevos aprendizajes. En este enfoque, la
metacognición es el componente básico del funcionamiento intelectual.
No obstante y, a pesar de los intentos realizados para cambiar la
didáctica, la realidad escolar sigue, en muchas ocasiones, sin transformarse.
Continua prevaleciendo el paradigma de la enseñanza frente al paradigma
del aprendizaje. El paradigma de la enseñanza es la didáctica del que
enseña y no del que aprende. Es la pedagogía que establece una relación entre
uno que sabe y uno que no sabe. Por el contrario, el paradigma aprendizaje
parte de la idea de que los alumnos piensan porque si no lo hacen no
aprenden. La hipótesis es que todos aprendemos “a pesar de”. Nadie
aprende al margen de lo que ya sabe, de lo que produce como representación
del saber, del objeto del saber, de la significación de “un-saber-objeto-de-la-
interacción”. El resultado es que mientras enseñamos de una forma creyendo
que los estudiantes aprenden de una manera, la realidad con la que nos
encontramos es que los estudiantes aprenden de otra.
Para desvelar el significado del modelo didáctico basado en el
aprendizaje constructivista, Legroux (1989, p. 218; citado por Moya Ureta,
2002, pp. 94-95) distingue tres conceptos: información, conocimiento y
saber.
La información consiste en el cúmulo de contenidos, noticias,
propagandas y mensajes existentes en la civilización, previos a ser
interiorizados por el alumno. Es un sonido incesante situado fuera de la
conciencia de la persona cuyo significado no queda impregnado en el interior
de los educandos. Los conocimientos son las informaciones interiorizadas que
pasan a ser conscientes para el que aprende. Y, los saberes suponen un salto en
la organización de esos conocimientos. Cuando éstos forman una red
entrelazada, relacionada, estructurada y sistematizada adquieren el grado de
saberes. El alumno, entonces, se va aproximando al escalón de la sabiduría. La
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información conocida se transforma en un saber con significado. El tránsito de
la información al saber es conseguido por efecto de la acción
constructivista del aprendizaje significativo.
Medina Rivilla (2002, pp. 33-64) establece cuatro perspectivas para
dar respuesta a la construcción del marco y núcleo disciplinar de la Didáctica
General: la perspectiva científico-tecnológica (paradigma presagio-producto y
proceso-producto), la perspectiva cultural-intercultural (paradigma
intercultural), el enfoque sociopolítico o crítico y la perspectiva profesional-
indagadora (paradigma de la complejidad emergente). Analicemos cada una de
ellas.

Perspectiva científico-tecnológica: paradigma presagio-producto y


proceso-producto.

El paradigma presagio-producto se define como el conjunto de


ideas, destrezas, capacidades y competencias generalizadas que se estiman
deseables para desempeñar con éxito la tarea de enseñanza. Con el fin de
que su enseñanza sea más eficaz, el profesor debería analizar, destacar y
poner en práctica aspectos como la apertura, la empatía, la creatividad, la
solidaridad, el compromiso, lo intelectual-crítico-situado, la identificación
y la ilusión. Al mismo tiempo, el paradigma proceso-producto tratará de
atender a la singularidad de la enseñanza y al conjunto de las decisiones
más creativas, en coherencia con los rápidos y cambiantes procesos
interactivos que la caracterizan. Con este paradigma se busca entender la
tarea de la enseñanza y capacitar al profesorado en las principales
opciones y actuaciones que le permitirán desempeñar de forma eficaz su
trabajo en el aula.

Perspectiva cultural-intercultural: paradigma intercultural.

Este paradigma supone reconocer el valor de las diferencias con el


fin de lograr un enriquecimiento mutuo entre culturas. Los procesos de
enseñanza-aprendizaje interculturales requieren de los docentes y de las
comunidades educativas: apertura, solidaridad, identidad, sensibilidad,
compromiso, tolerancia, paz activa, asunción de derechos y deberes, … Así
como la realización de procesos de enseñanza-aprendizaje integradores,
inclusivos, transformadores, interdisciplinares, globalizadores, de
discriminación positiva, de indagación colaborativa, de reciprocidad de
deberes y derechos, …

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El enfoque sociopolítico o crítico.

Este enfoque defiende una enseñanza que atienda a los menos


favorecidos mediante la mejora e igualdad profunda, la convivencia en el
conflicto y la transformación de las estructuras y del discurso del docente
para los que más lo necesitan, generando un plan de plena formación en
igualdad real de oportunidades para todas las personas, recordando lo básico y
las grandes capacidades de todos los estudiantes, desarrollando las actividades
de enseñanza-aprendizaje, adaptándolo a ellos. En definitiva, se promueve una
escuela para todas las personas, con el reconocimiento del esfuerzo en un
nuevo y solidario espacio de comunidades de co-aprendizaje.

Profesional-indagadora: paradigma de la complejidad-emergente.

La amplitud de perspectivas y de situaciones que atañen a la realidad


educativa demandan una concepción del profesorado basada en tres
aspectos:

− La profesionalidad, generadora de saber específico y de las


competencias más representativas para entender los procesos de
enseñanza-aprendizaje y los proyectos culturales que le sirven
de contexto y transformación democrática.
− La indagación, vertebrada por la actitud de búsqueda continua y
apertura ante las necesidades y expectativas cambiantes e
impactantes de una sociedad tecnológica y de gran
interdependencia, difícil de valorar y comprender en la amplitud
de la multiculturalidad y el conflicto entre culturas.
− La complejidad emergente, derivada de las nuevas opciones
culturales, la identidad de valores esenciales (solidaridad,
justicia, equidad, respeto y cuidado del medio mundial, …) en
continua evolución, que reclama una visión creadora y
transformadora, ante la incertidumbre y multi-transformaciones
de espacios de vida y acción, cada vez más extensos y distantes
de parámetros aceptables de calidad para un desarrollo humano
sostenible.

En definitiva, el paradigma de la complejidad emergente aporta a la


didáctica nuevas visiones y el compromiso de la toma de decisiones desde una
perspectiva holística que requiere tener en cuenta la totalidad de los

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componentes de los procesos educativos. Al saber didáctico le atañe el papel de
facilitar a docentes y discentes las teorías, modelos y visiones que mejor
faciliten su comprensión, interpretación de la realidad formativa y valoración
de las decisiones más adecuadas para atender a cada estudiante en función de
sus intereses e inquietudes así como también favorecer un clima de aula
satisfactorio y motivador con el fin de promover la formación y empatía entre
todos los participantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Conscientes de que las teorías son abundantes y de gran incidencia en


los procesos de aprendizaje, hemos seleccionado algunas de las que
consideramos más representativas aún a sabiendas de que todas ellas han
servido de base para la elaboración de modelos que facilitan al profesorado la
toma de decisiones ajustadas a los procesos formativos y que ofrecen una base
adecuada para mejorar las perspectivas y paradigmas. Caben destacar.

La Escuela Nueva o Escuela Activa constituye el núcleo entorno al


cual se desarrollará la renovación pedagógica del siglo XX. La atención deja de
girar exclusivamente entorno al profesor y los programas, interesándose por el
conocimiento del alumno. Establece una serie de principios que siguen siendo
válidos en la actualidad:

- Actividad: física (moverse, construir) y mental (relaciones,


conclusiones).
- Interés: Las necesidades se convierten en intereses y, por ello, habrá
que fomentar la necesidad de conocer aspectos distintos de la
realidad a lo largo de la evolución del niño de modo que puedan
resultarle interesantes y se fomente así la actividad mental.
- Libertad: Para llegar a una comunidad espontánea y creativa.
- Individualización: Los alumnos son diferentes y, por tanto, la
educación no puede ser “uniforme”. Habrá que adaptarse a las
características y peculiaridades de cada uno.
- Socialización: se debe enseñar al individuo a aprender “con” otros y
a poner sus conocimientos al servicio de los otros.
- Intuición: Se concibe como fundamento necesario del conocimiento,
el desarrollo de la capacidad para captar de forma sensible y para
generar nuevas imágenes y principios.
- Globalización (educación infantil y primaria) e interdisciplinariedad
(educación secundaria): Atienden al desarrollo de estrategias y
técnicas que consideren y se adapten a la forma de conocer de los
sujetos.
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Las Teorías Conductuales, surgen a principios de siglo y sus
representantes más destacados son Paulov, Watson, Thordike y Skinner. Los
conductistas: a) estudiaban comportamientos y hechos observables y medibles
(objetivos operativos); b) La enseñanza se convierte en una forma de
condicionar para aprender-adiestrar; c) La formación del profesorado se basa
en el denominado modelo competencial (adquisición de competencias que una
vez asimiladas y practicadas en su periodo de formación académica) le dan
seguridad y evitan improvisaciones; d) El trabajo debe girar en torno a un
currículo cerrado y obligatorio; y, e) Cuando el programa no es conseguido por
todos los alumnos o la disciplina fracasa, se recurre a las denominadas técnicas
de modificación de conducta.
El modelo de aprendizaje conductista ha sido descalificado por su
reduccionismo e incapacidad de adaptación a procesos de aprendizaje
complejos. Su utilización en la actualidad ha quedado restringido al uso
selectivo en el campo de las técnicas de modificación de conducta en sectores
específicos (integración y adaptación escolar, habituaciones...). También puede
ser útil en la adquisición de algunos automatismos, destrezas o incluso en la
consolidación de conceptos básicos.

Las Teorías Cognitivas nacen ante la imposibilidad del paradigma


conductista para tratar la compleja problemática del aprendizaje en el aula. La
concepción cognitiva promueve la investigación y reflexión sobre temas como
la inteligencia, la creatividad y el pensamiento reflexivo y crítico. Como notas
características a destacar señalamos:

- Modelo de enseñanza-aprendizaje centrado en los procesos del


sujeto que aprende.
- Mayor consideración hacia el profesor que es caracterizado como
sujeto reflexivo, crítico, capaz de construir y comprobar teorías.
- El currículo ha de ser abierto y flexible.
- La programación se elabora mediante objetivos de tipo terminal y se
valoran los procesos y los productos.
- La cognición marca la conducta en el aula.

Entre los autores más relevantes en esta teoría, destacamos a Piaget


(autor clave en la orientación constructivista. Sus estadios se suceden unos a
otros. El sujeto que aprende debe aplicar sus esquemas de asimilación y
acomodación para que dicha experiencia sea asimilable), Bruner (fundamenta
su teoría en el aprendizaje por descubrimiento -el sujeto aprende mediante
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estrategias construidas por sí mismo mediante la motivación-), y Ausubel
(fundamenta su teoría en el aprendizaje significativo).

Las Teorías Sociales (paradigma ecológico), analizan y describen las


demandas del entorno y las respuestas de los agentes a las mismas. En el
campo educativo estudian las diversas situaciones que se producen en clase y
las formas en que los individuos responden, subrayando la interacción entre
ambiente e individuo y potenciando la investigación en el contexto natural. El
proceso de enseñanza-aprendizaje no es sólo situacional, sino también personal
y psicosocial (aprendizaje compartido y socializador de Vygotski). Feuerstein
destaca el papel del mediador como facilitador y apoyo de la asimilación y
conceptualización de los estímulos. Así, los profesores, los padres, la escuela,
etc., pueden convertirse en mediadores de la cultura contextualizada.

En la actualidad, prima una postura ecléctica puesto que conjuga


las aportaciones de los modelos anteriormente descritos. Hoy día se piensa
que el conocimiento de las causas, los principios y las leyes que regulan el
aprendizaje escolar pueden favorecer, el conocimiento de las pautas, principios
y leyes de la enseñanza. Por ello, las teorías de la enseñanza y del
aprendizaje no son excluyentes sino interdependientes. Pueden separarse en un
análisis lógico pero se encontrarán unidas en la práctica; ninguno de los dos
tiene sentido sin el otro. Además, se considera que el proceso de enseñanza y
aprendizaje debe ser concebido como un proceso de construcción personal por
parte del alumno que construye y asimila nuevos conocimientos y
significados modificando y reordenando sus conocimientos previos.
Reconocer el carácter social de la actividad humana, teniendo en cuenta
el papel de los factores sociales y el devenir y desarrollo de la especie humana,
significa reconocer como producto al trabajo colectivo como transformador de
sí mismo. Se trata de un proceso consciente proyectado sobre la base de
objetivos previamente determinados que ha impuesto al hombre -como sujeto
del proceso productivo- la necesidad de buscar varios métodos y
procedimientos que garanticen la efectividad del proceso productivo, por un
lado; y que lo hagan más eficiente y menos costoso, por otro.
La transmisión de valores culturales, éticos y estéticos entendida
como educación, requiere también como actividad humana que es, la
búsqueda de métodos, vías y procedimientos que la hagan más eficaz y
efectiva como para hacer realidad el ideal de hombre que cada época
establece.
Por eso, la sociedad necesita diseñar en correspondencia con los
principios ideológicos sobre los que se erige, las bases sobre las que se
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sustenta el proceso de formación de la personalidad de sus miembros, la
forma en que se ha de actuar para lograr de ellos el tipo de personalidad a
que se aspira.
Desde el punto de vista psicológico, la personalidad es el resultado de
la interacción de múltiples influencias del medio social donde el individuo
crece y se desarrolla sobre determinados presupuestos individuales, se forma,
se transforma y desarrolla de forma paralela con el individuo: la modelación
del sistema de influencia es una necesidad de la sociedad.
Ahora bien, ¿qué es un modelo pedagógico? ¿Qué elementos lo
componen? Cuando hablamos de modelos pedagógicos debemos partir del
análisis de los dos conceptos que forman parte del mismo.
Los modelos son paradigmas que establecen los límites y reglas por
las que se deben regir para resolver ciertos problemas. Esos límites y reglas
son compartidos por una comunidad de carácter científico, creando una cultura
propicia para tal fin. Esto es así porque los individuos conocen, piensan y
actúan en función de la cultura inserta en ellos.
Sobre el concepto de pedagogía, existen distintas acepciones. Algunos
lo consideran un espacio de reflexión acerca de la visión que se tiene sobre
la educación y sobre la noción de hombre. Para otros, es un saber teórico-
práctico generado por los pedagogos mediante la reflexión personal y el
diálogo de su práctica pedagógica. Y, otros muchos, consideran a la
pedagogía una disciplina científica que busca la transformación intelectual
del hombre y de su estructura de conciencia. De aquí se deduce que, el fin
último de la pedagogía es el de conservar, descubrir, innovar y recrear el
conocimiento que permita al hombre avanzar en su evolución cognoscitiva
para solucionar problemas en un contexto ético y estético.
De este análisis se deduce que, el modelo pedagógico es un sistema
formal que busca interrelacionar los agentes básicos de la comunidad
educativa con el conocimiento científico para conservarlo, innovarlo,
producirlo o recrearlo dentro de un contexto social, histórico, geográfico y
culturalmente determinado.
La comunidad educativa básica en todo este proceso la constituyen
el docente y el discente. Ambos disponen de un proceso académico para
acceder al conocimiento con el propósito de crearlo o conservarlo que será
utilizado en la transformación del hombre y de la sociedad (que, en
definitiva es lo que se pretende con la incorporación de las competencias
en educación).
Dentro de la comunidad educativa se generan unas relaciones
interpersonales y otras con respecto al conocimiento que sirven para
definir los distintos modelos pedagógicos, el tipo de instituciones
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educativas y la implementación de las funciones de la escuela o de la
propia universidad.
Todo modelo pedagógico ha de sustentarse sobre unos cimientos
sólidos: las teorías provenientes de otras disciplinas como la filosofía, la
psicología, la antropología y la sociología.
A continuación presentamos cada uno de los componentes
que constituyen el modelo pedagógico. A saber, las relaciones entre
los miembros de la comunidad educativa, el proceso académico que
lo desarrolla y las teorías disciplinarias que lo sustentan.

Las relaciones entre los distintos miembros de la comunidad educativa

En el modelo pedagógico intervienen tres clases de agentes: docente,


discente y conocimiento. En función del tipo de relación que se establezca
entre ellos nos encontraremos con diferentes jerarquías y relaciones:

- Cuando el protagonista es el docente, éste es visto como el


portador del conocimiento y el poseedor de la verdad absoluta;
quedando el discente relegado a un segundo o tercer plano (modelo
didáctico, tradicional).
- Cuando es el discente el protagonista principal en su propio
proceso de enseñanza-aprendizaje, el docente y el conocimiento
son los que asumen papeles secundarios. El docente en este caso,
actuará como animador y facilitador de conocimiento al alumno en
su proceso de aprendizaje (modelo cognitivo, constructivista).
- Por último, el conocimiento aparece como protagonista absoluto,
innovándose o creándose con la participación directa del docente
(asumiendo el papel de investigador) y el discente (asumiendo el
papel de co-investigador o aprendiz). Se trata de un modelo
cientifista basado en la investigación-acción.

La opción que se tome para uno de los modelos pedagógicos por


parte de las instituciones educativas establecerá las funciones que se deben
cumplir teniendo en cuenta el momento histórico concreto en el que nos
encontremos. El modelo didáctico (tradicional) cumplirá una función
docente; el modelo didáctico-cognitivo prestará una mayor atención a la
proyección social del alumno; y, el modelo cientifista asumirá una función
investigadora.

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El Proceso Académico

Las relaciones que acabamos de exponer, requieren un


proceso académico para operativizarlas y materializarlas. La praxis
educativa debe cumplir con unos fines y unas etapas que orienten al
hombre a alcanzar su cometido mediante la educación. El proceso
académico responde a los siguientes interrogantes:
- ¿Para qué enseñamos? Es decir, cuál es el propósito y/o la
finalidad educativa.
- ¿Qué enseñamos? Saberes básicos (contenidos) y competencias
clave.
- ¿Cuándo enseñamos? Mediante una adecuada secuenciación de
objetivos, saberes básicos (contenidos) y competencias clave.
- ¿Cómo enseñamos? Empleando una correcta metodología.
- ¿Con qué enseñamos? Utilizando unos recursos educativos acordes
con la metodología y los fines educativos.
- ¿Como cumplimos todos estos cometidos? Realizando una buena
evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje y del grado de
adquisición de las competencias clave.
La finalidad o propósito de la educación es formar personas que
influyan en el desarrollo humano y social de las comunidades y de las
regiones. Y eso sólo se consigue mediante el establecimiento de la finalidad de
niveles inferiores a la educación: programas académicos, áreas, componentes
de conocimiento, asignaturas, espacios académicos y/o cursos. De igual forma
adquirirán sentido la docencia, la investigación y la proyección social.
Los contenidos o saberes básicos son la recontextualización de los
logros epistémicos de un campo del saber adaptados al medio local por el
docente mediante la práctica pedagógica y la experiencia laboral en su
respectiva disciplina o profesión.
La secuenciación de los contenidos o saberes básicos se hace
para facilitar el cumplimiento de las finalidades propuestas y tiene
relación directa con su distribución y su organización a lo largo de la
formación disciplinar o profesional, partiendo siempre de lo universal y
abstracto hacia lo particular y concreto. Existen varias formas de organizar
la secuenciación: asignaturas, módulos, proyectos, cursos, ciclos, créditos, …
La metodología tiene como fin la comunicación, construcción y
constitución del conocimiento científico, disciplinar y profesional, que se hace
de manera interactiva entre el docente y el estudiante en un espacio académico.
Cada modelo pedagógico tiene su propia didáctica de manera independiente,

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pero se pueden destacar algunos como: taller, seminario, guía pedagógica,
ensayo, …
Los recursos educativos pueden entenderse como facilitadores del
aprendizaje, medios de aprendizaje o fines en sí mismos del aprendizaje. Por
ejemplo:

- El modelo pedagógico tradicional, empleaba el libro de texto y el


cuaderno de ejercicios como medio de aprendizaje para retener la
información que posteriormente debería ser memorizada por el
alumno y evaluada por el profesor.
- El modelo pedagógico activo convirtió las ayudas didácticas en un
fin en sí mismo por cuanto permitieron a las personas que
aprendieran por su propia experiencia, educaran sus sentidos y
construyeran poco a poco sus propias ideas.
- En el modelo pedagógico cognitivo, se entienden los recursos
educativos como los facilitadores del aprendizaje por cuanto es el
estudiante el propio actor de su aprehensión científica.

Y, en cuanto a la evaluación consiste en formular juicios de valor


acerca de un fenómeno conocido, el cual se compara con unos criterios
preestablecidos de acuerdo con unos fines que se han trazado con el fin de
tomar decisiones conscientes y reales. Por ello, en toda evaluación se
requiere determinar los fines o propósitos que se busca delimitar, los
criterios que se usarán en las comparaciones y recoger la información que
garantice un juicio correspondiente con la realidad. Sus finalidades son
el diagnóstico, la formación, la valoración y una estrategia metodológica
que permita realizar una toma de decisiones para elevar la calidad del
proceso o del producto. En este sentido, la evaluación debe ser coherente
con el modelo pedagógico, transparente con su propósito, cálida en los
instrumentos y consecuente en la toma de decisiones.

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Teorías disciplinarias sustentadoras

Los modelos pedagógicos cumplen con la función de orientar el


proceso de formar al hombre que transforme la sociedad y la cultura en la
que se desarrolla. Por esta razón, debe estar apoyado por teorías que lo
sustenten y le den coherencia en la práctica pedagógica cotidiana. Entre las
principales disciplinas que lo fundamentan se encuentran la filosofía, la
psicología, la antropología y la sociología.
La Filosofía permite definir de forma clara lo que significa el hombre,
alcanzar la verdad, entender la realidad, comprender lo transcendente, con el
fin de describir el ideal del hombre que se desea formar. Entre las corrientes
que, con mayor fuerza han influido en esta disciplina se encuentran el
idealismo, el realismo, el pragmatismo, el existencialismo, el personalismo y el
socialismo.
La Psicología permite conocer las características de desarrollo
del hombre, establece las diferencias individuales en sus distintas
dimensiones, coordina y orienta las metas educativas, apoya con elementos de
aprendizaje y caracteriza los procesos evaluados. Se nutre de
corrientes como la psicofisiología, la psicofísica, la psicobiología, el
asociacionismo, el conexionismo, la psicología naturalista y la teoría del
reflejo condicionado.
De todas estas teorías merecen una mención especial, por su
relevancia en el ámbito educativo, autores como Piaget, Ausubel y Vigotsky.
Piaget, porque todos sus esfuerzos se centraron en desentrañar el
carácter y la naturaleza de la formación de las estructuras con las que se
interpreta el mundo. Demostró que la relación con el mundo está mediatizada
por las representaciones mentales que de él se tienen, que están organizadas en
forma de estructuras jerarquizadas y que varían significativamente en el
proceso evolutivo del individuo. Por su parte, Vigotsky formuló las tesis
científicas que darían origen a la corriente psicológica denominada Histórico
Cultural. Intentó equiparar el papel de la herramienta en el proceso
de hominización con el papel de mediador que cumple el lenguaje en la
relación interpersonal. Y, por último, Ausubel permite distinguir entre los
tipos de aprendizaje y la enseñanza o formas de adquirir la información. El
aprendizaje puede ser repetitivo o significativo según que lo aprendido
se relacione arbitraria o sustancialmente con la estructura cognoscitiva.
La Antropología se encarga del problema del hombre en cuanto a
su origen, estructura y destino para armonizar consigo mismo, con el otro y con
lo trascendente. Esta concepción de hombre hace viable la construcción de
una nueva cultura y una nueva sociedad. Corrientes a destacar son la
idealista, la aristotélica, la Tomacina, la Marxista, ...

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Y, la Sociología se encarga de estudiar las relaciones de los individuos
entre sí, los fenómenos y la naturaleza. En estas ciencias se buscarán las
corrientes que vayan acordes con las disciplinas antes destacadas
(evolucionista, analítica, estructuralista, neopositivista, funcionalista, ...).

En definitiva, lo que se debate hoy día es el paso de la “pedagogía


del saber” (preocupada por asegurar la repetición de normas creadas, de los
saberes acuñados por otros, de la enajenación del sujeto individual en función
de supuestos intereses sociales o grupales que no siempre tienen el mismo
significado para todos los individuos porque no han sido elaborados por ellos
mismos) hacia la “pedagogía del ser y del hacer” cuyo objetivo es formar
personas competentes en todos los ámbitos de la vida, la felicidad del
hombre, su educación a lo largo de toda la vida, su integración armónica
en el contexto social desde una perspectiva personal y creadora. Pero,
¿cómo se consiguen todas estas cuestiones? Principalmente teniendo en
cuenta las conexiones neuronales, la predominancia de los hemisferios
cerebrales (lógico u holístico) que hacen posible que se establezcan esas
conexiones y los sistemas de representación que empleemos (visual,
auditivo o cinestésico).

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