Tu Estas Bien Yo Estoy Bien

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yw An Rae te A) cel tio} El andlisis conciliatorio es un paradig- ‘ma que enffenta al individuo con el hecho de que él es el responsable de lo que le ocurriré en el futuro, cualquiera que haya sido su pasado. Es a la vez. un método para ensefiar y para aprender. Distingue tres elementos activos en la elaboracién de la personalidad: el Padre, el Adulto y el Nitio. Su objetivo es el fortalecimiento y la emancipacién del Adulto respecto de los patrones arcaicos del Padre y del Nifio, a fin de hacer posible la libertad de elecciény la creacién de nuevas opciones. Puede aplicarse tanto a los problemas conyu- gales y de atraso infantil, como al retra- so mental, la violencia, la rebelién de los adolescentes, los prejuicios racia- les, la creatividad, la religién ¢ incluso los problemas internacionale: Para Amy mi colaboradora, mi fldsofa, mi tranquilizante, mialegria, mi esposa, NOTA DEL AUTOR Conviene que el lector comience la lectura de este libro por el principio, Si leyera los tltimos capitulos antes que los primeros, donde se definen el método y la termi- nologia del andlisis conciliatorio, no sélo dejaria de captar plenamente el significado de aquellos capitulos sino que, muy probablemente, llegaria a conclusiones err6neas. Los capitulos 2 y 3 son particularmente importantes para la comprensién de todo lo que les sigue. Para los lec- tores incapaces de resistir a tentacién de leer de atrés hacia delante, deseo poner de relieve que hay cinco términos que aparecen a menudo a lo largo de este libro y cuyo do especifico es diferente del que poscen en el uso cortien- te. Estas palabras son «Padro», «Adulto», «Nifion, «estar bien y «juegos» PREFACIO. En Jos iltimos afios se ha venido observando una cre- ciente irritacién hacia el psicoandlisis, por la aparente len- titud de los tratamientos psicoanaliticos, su elevado coste, sus resultados cuestionables, y sus términos vagos y esoté- ricos. Las revistas especializadas y las asociaciones de salud mental confirman la validez del tratamiento psicoanalitico, pero no esté muy claro todavia en qué consiste ni cudles son sus resultados. A pesar de que se pronuncian anual- mente cientos de miles de palabras sobre psicoanilisis, son muy pocos los datos convincentes que se han podido esgri- mir a Ja hora de ayudar a las personas que necesitan some- terse a tratamiento a superar el cliché caricaturesco de los psicoanalistas y sus divanes misteriosos. YO stor nin, TU arses Esta irritacign ha sido expresada con creciente preo- cupacién no sélo porlos enfermos y el pablico general, sino también por los propios psicoanalistas. Este libro es el resultado de una investigacién dirigida a la busqueda de res- puestas para aquellas personas que exigen que se responda con hechos sélidos a sus preguntas acerca de cémo actia la mente, por qué nos comportamos como lo hacemos y c6mo podemos dejar de hacerlo. La respuesta se encuentra en lo que, por mi parte, juzgo como uno de los avances mas prometedores del anilisis ps{quico conseguidos en muchos afios: el llamado andlisis conciliatorio. Esta nueva concep- idm ha devuelto Ja esperanza a personas que se habfan sen tido descorazonadas ante la vaguedad de muchas de las modalidades de la psicoterapia tradicional. Ha dado una hueva respuesta a aquellos que desean cambiar més que ajustarse, que aspiran a una transformaci6n més que a una siguen siend) huidizas, y se dirfa que los centenares de volimenes que acumulan polvo y las anotaciones de los, pensadores psicoanalistas no han aportado respuestas apro- f piadas a las personas sobre las cuales escribieron. A la salida del estreno de la pelfcula 2Quiéa teme \gViiginia Woolf4, me quedé unos momentos en la entrada del 2 Freud, Penfield y Berne cine y escuché varios comentarios de los espectadores que acababan de verla: «iEstoy agotado!», «¥ pensar que voy al cine para airearme/de mi casa», «Por qué demonios querrin mostrar algo asi?», «No la he entendido; supongo que para comprenderla hay que ser psiedlogon. Tave la sen- saci6n de que muchas de aquellas personas salfan del cine preguntindose de qué trataba la pelicula en realidad, segu- ras de que tenfa un mensaje, pero incapaces de encontrar en ella algo relacionado con ellos o algo liberador en cl sen- tido de cSmo terminar con «a diversién y los juegos» en sus propias vidas. Resultan ciertamente impresionantes ciertas formula ciones como la definicién del psicoanilisis que, segtin Freud, es una «concepcién dinémica que reduce la actividad mental a una interaccién de fuerzas que se impelen y se refrenan reciprocamente>. Una definicién como ésta, asi ‘como sus incontables versiones posteriores, puede ser dtil para «los profesionales>, pero Zqué utilidad tiene para las personas afectadas? George y Martha, en la obra de Edward Albee, utilizaban palabras al rojo vivo, desnudas y socces, que resultaban precisas y adecuadas. Cabe preguntarse si, como terapeutas, podemos hablar con George y Martha con Ja misma precision y adecuacién acerca de por qué obran de la manera que lo hacen y sufren como sufren, éPodemos hacer que lo que les digamos no sdlo sea verdadero sino también de utilidad, dado que nos hacemos comprender por ellos? «dHable usted cristiano! No entiendo ni media palabra de lo que me dice», piensan muchos al ofr hablar a algunos que se presentan como expertos psicélogos. Adoptar ideas psicoa- nalfticas esotéricas y presentarlas con términos todavia més ' a f YO ssror ae TU eis esotéricos no es la mejor manera de acercarse a la gente. A consecuencia de ello, las reflexiones de la gente corriente se ‘expresan a menudo a través de lamentables redundancias y en conversaciones superficiales con comentarios como: «Bueno, no es eso lo que ocurre siempre?», sin la menor idea de cémo puede ser diferente. En cierto modo, uno de los factores de distanciamien- to de nuestra época es el abismo que separa a la especiali- zaci6n de la comunicacién, que no deja de aumentar la dis- tancia existente entre los especialistas y los no especialistas. El espacio pertenece a los astronautas, el entendimiento de a conducta humana es cosa de los psicélogos y de los psi- quiatras, la legislaci6n incumbe a los miembros del Congre- 50 y los teblogos se encargan de decidir si debemos tener 0 no otro hijo. Se entiende que sea asi; pero los problemas de incomprensién y de falta de comunicacién son tan graves que se impone la necesidad de encontrar un lenguaje que nos permita inantenernos al corriente de la marcha de las, investigacionés, En el cago de las matematicas se ha intentado resolver este dilema a|través del desarrollo de la «nueva mateméti- ca», que en Id actualidad Se enseiia en las escuelas de todo el pafs. Mas que una nueva forma de calculo, es una nueva manera de ane Jas ideas mateméticas, que responde alas preguntas no sélo acerca del qué sino también del por qué, con cl of de que el sentimiento de exaltacién que pro- luce el hecho de poder ir a Ja luna o de utilizar una calcu ladora no setn tinicamente dominio de los hombres de Giencia sino 4ue legue de manera comprensible al estu- diante. Lo nuevo no es la ciencia matemitica, sino la manera ™ Ingquing Freud Peniialé y Berne de hablar de ella. iQué dificultades encontrarfamos en nuestro desarrollo cientifico si todavia tuviéramos que uti- lizar los sistemas de numeracién de Babilonia, de los mayas, de los egipcios o de los romanos! El deseo de usar las, ™matemiticas de forma creativa suscité la aparicién de nue- vos métodos de sistematizacién de los conceptos numéri~ cos. La matemitica nueva de hoy en dia ha continuado este desarrollo creador. Reconocemos y apreciamos el valor cre- ador de los antiguos sistemas, pero no queremos entorpecer la labor de nuestros dias utilizando métodos menos eficaces. Esta es mi posicién en relacién con el anilisis concilia- torio. Respeto profundamente el abnegado esfuerzo de los psicoanalistas te6ricos del pasado. Y espero mostrar en este libro una nueva manera de exponer las viejas ideas y una for- ma clara de presentar otras nuevas, no para atacar con Snqui Gaiy desprecio lo que se realizé en el pasado, sino més bien para responder a la evidencia innegable de que los antiguos métodos no parecen demasiado eficaces en la actualidad. En cierta ocasi6n, un apasionado joven del Servicio de Extensidn de la Universidad, que visitaba las granjas con el propésito de vender un manual sobre conservacién del sue~ To y nuevas técnicas agricolas, entablé conversacién con un viejo granjero que trabajaba en el campo con un apero de labranza oxidado. Tras pronunciar un educado y clegante discurso, el joven pregunté al granjero si estaba interesado en adquirir el libro, a lo cual contesté el anciano: —Hijo mio, no trabajo la tierra ni la mitad de bien de Jo que ya sé hacerlo. El objetivo de este libro no es solamente presentar nuevos datos, sino también ofrecer respuesta a la cuestién , 5 YO rove. TO esés en de por qué la gente no vive ni la mitad de bien de lo que ya sabe cémo deberia vivir. ‘Tal vez conozcan perfectamente que los expertos tienen mucho que decir sobre la conduc- ta humana, pero este conocimiento no parece surtir el menor efecto en su resaca, en el progresivo fracaso de su matrimonio o cn sus alocados hijos. Es posible que acudan a consultorios sentimentales buscando consejo © que se ‘vean magnificamente retratados en las historietas e6micas ms populares, pero thay en ello algo profundo y simple al mismo tiempo relacionado coni la dindmica de la conducta que les ayude a encontrar nuevas respuestas alos viejos pro- blemas? ¢Hay en ello alguna informacién disponible que sea veraz y titil al mismo tiempo? Hasta hace muy pocos afios, nuestra busqueda de res- puestas se habia visto limitada por el hecho de que sabjamos relativamente muy poco sobre el modo en que el cerebro humano guarda los recuerdos y cémo esos recuerdos son ‘evocados para imponer la tiranfa —asf como el tesoro— del pasado en la vida corriente. t LASONDA DEL CIRUJANO DEL CEREBRO Toda hiptesis debe verificarse mediante pruebas cla- ras, Hasta hace muy poco, apenas disponfamos de pruebas acerca de cémo actia la funcién cognitiva del cerebro, de como y cuales de sus doce mil millones de células almace- nan los recuerdos. 2Qué cantidad de recuerdos se conservan? ¢Pueden desaparecer? ¢Es la memoria algo generalizado 0 Freud, Penfield y Berne especifico? éPor qué ciertos recuerdos salen a Ja conciencia con mayor facilidad que otros? En 1951, un neurocirujano de la Universidad McGill de Montreal, el doctor Wilder Penfield, notable investiga- dor en este campo de la ciencia, empezé a aportar intere- santes pruebas que confirmaban o alteraban los conceptos tedricos formulados en respuesta a estas preguntas.! Durante las operaciones cerebrales practicadas a enfermos de epilepsia focal, Penfield realizaba una serie de experi- mentos que consistfan en tocar la corteza temporal del cerebro del paciente con una débil corriente eléctrica trans- mitida mediante una sonda galvénica. Sus observaciones sobre las reacciones a aquellos estimulos se prolongaron a lo largo de varios afios. En todos los casos, el paciente, bajo el efecto de la anestesia local, permanecfa totalmente cons- ciente durante la exploracién de la corteza cerebral y podta hablar con Penfield. En el curso de tales experimentos éste pudo escuchar cosas fascinantes. (Puesto que este libro pretende ser una guia prictica del analisis conciliatorio y no un manual cientifico, deseo aclarar que el material que viene a continuacién, proceden- te de las investigaciones de Penfield —y el tinico de este li- bro que puede considerarse técnico—, se incluye en este primer capitulo porque lo considero esencial a la hora de establecer la base cientifica de todo lo que seguiré. Las pruebas parecen mostrar que todo lo que ha sido captado TW, Penfield, «Memory Mechanismss, A. M.A. Archives of Neurology and Peyohiaty, 61 (1882), pp. 178-198, debate con L. S. Kubie y oes. Las cis se Penfeldy Kubie que aparecen, mas adelante, en este captulo proceden se la misma fuente YO snovaey TU esse de manera consciente por el ser humano permanece graba~ do con todo detalle, almacenado en el cerebro, y es suscep- tible de set «reproducido» en el presente. Fosiblemente el material que viene a continuacién exija una segunda lectu- +a para comprender exactamente el alcance de los hallazgos de Penfield.) El doctor descubrié que el electrodo empleado como estimulador podia suscitar recuerdos claramente derivados J{ de la memoria del paciente, A este respecto, afirma: La experiencia psiquica, producida a través del electrodo, cesa cuando éste se retira y puede repetirse cuando se aplica de nuevo». ¥ nos offece los ejemplos siguientes: El primer caso es ol de S. B. La estimulacién del Punto 19 de la primers circunvolucién del lébulo temporal derecho Je Hlev6 a decir: «Alli habfa un piano y alguien Jo tocaba. Y yo ofa la cancién, ésabe?>. Cuando el mismo punto fac de nuevo estimalado sin previa advertencia, el paciente dijo: «Alguicn habla a otra persona», y mencion6 un nombre, pero nope centenderlo.,.. Fue como smn suefio. Cuando el fue estinulado por tercera vez, también sin previo aviso, el paciente observé espontineamente: «Si, 10h Marie, Oh Masi! Alguien la esté cantando». Hl mismo punto fue cestimnulado por cuarta vez, yel paciente escuché la misma cancibn y adaré que se trataba de la sintonfa de cierto pro- punto electrollo, el paciente dijo: «Algo me trae un recuerdo. Veo la compaiifa envasadora de Seven-Up... La panaderia Harrisp», Después sc le comunicé que se le estimulaba de Freud, Penfield y Berne nuevo, pero, en realidad, no se le aplied el electrodo. ¥ el paciente dijo: «Nada» En otro caso, el de O. E., mientras se le estimulaba un pun- to dela superficie superior del l6bulo temporal derecho, dentro de la cisura de Silvio, la paciente escuché cierta can- cién popular que parecfa ejecutada por una orquesta. La rrepetici6n del mismo estimulo reproducia la misma misi- ‘ca. Cuando se le aplicaba el electrode, la paciente cantaba 1a canci6n, con la correspondiente letra, acompaiiando asi la ntisica que ofa. El padiente L. G. dijo que se le obligaba a experimentar ‘aalgo> que le habfa ocurrido anteriormente. La estimula- cin de otro punto del lébulo temporal suscitaba en él la imagen de un hombre y un perro que caminaban por una carretera, cerca de su casa, en el campo. Otra mujer esouché tna voz que no Hlegé a comprender del todo la pri- ‘mera vez que se le estimulé la primera circunvelucién tem- poral. Cuando se le volvié a aplicar el electrode aproxima- damente en el mismo punto, oy6 una voz que decia clara- mente: qfimmic, Jimmie». Jimmie era el apodo familiar de su joven marido, con quien se habia casado hacfa poco tiempo. Una de las conclusiones més importantes de Penfield, fue que.el electrodo evocaba un tinico recuerdo concreto, y no uma mezela o gencralizacion We TESIERIEN’ Oia de ss con= clusiones fae que la reaccién al electrodo era involuntaria: Bajo la influencia compulsiva del electrode una experiencia conocida aparecia en la conciencia del paciente tinto si éste , » YO tsrovse TU ess men deseaba centrar en ella su atencién como si no. Una can- ién pasaba por su mente, probablemente tal como la habia escuchado en una determinada ocasién, y el paciente se encontraba formando parte de una situacién especifica que progresaba y se desarrollaba del mismo modo que la situa ‘cin original. Para él era algo asi como interpretar una obra, de teatro conocida, en la que era ala vee actor y pablico. | Posiblemente el descubrimiento mas importante fue el iF {hecho de que no sélo se registran con todo detalle los acon- hecimientes pasados, sino también los sentimientos vincu- a a estos acontecimientos. Un determinado aconteci- \ miento y el sentimiento provocado por éste se hallan inex- { tricablemente vinculados en el cerebro, de manera que ¢s ‘imposible evocar a uno sin el otro. Penfield informa: El paciente siente de nuevo la cmocién que la situacién le produjo originalmente, y es consciente de las mismas inter- pretaciones, verdaderas o falsas, que dio a Ja experiencia original. Asi, el recuerdo evocado no es la fotografia 0 la reproductién fonogriti pasados, bino la reproduccién de lo que el paciente vio, escuché, fintid y entendis. de escenas o acontecimientos Los estintulos producidos por la experiencia cotidiana cevocan los recfierdos de una forma muy parecida a como lo hace, artificialmente, Ja sonda de Penfield. En ambos casos, el recuerdo podria describirse como una nueva experiencia més que como una evocacién. En reaccién al estimulo, la persona se desplaza momenténeamente al pasado. Por Freud, Penfield y Berne ejemplo: «iEstoy aquil>. Esta realidad puede durar tan slo una fraccién de segundo o muchos dias. Tras la experiencia, la persona puede recordar conscientemente que estuvo alli. La secuencia, cn los recuerdos involuntarios, sigue este orden: en primer lugar, nueva experiencia (sentimiento esponténeo, involuntario), y en segundo higar, recuerdo (pensamiento consciente, voluntario, sobre el aconteci- miento pasado que se acaba de revivir), iy son muchas las ‘cosas que revivimos y no podemos recordar! Los siguientes informes sobre dos pacientes muestran. la forma en que los estimulos del presente evocan senti- / mientos pasados: una mujer de cuarenta afios cuenta que, tuna mafiana, caminando por la calle, al pasar por delante de una tienda de misica, oyé una melodia que suscit6 en ella una melancolia sobrecogedora. Se sintié presa de una tris teza que no podia entender, de una intensidad «asi inso- portable». En su conciencia no habia nada que pudiera explicar el fenémeno. Cuando me describié el sentimiento, le pregunté si habfa algo de su vida anterior que aquella can cin pudiera recordarle. Me dijo que no podia encontrar la més minima relacién entre aquella melodia y su tristeza, Pocos dias més tarde, me telefones para decirme que, mientras la canturreaba de manera repetitiva, una y otra vez, la asalté repentina y fagazmente un recuerdo en el cual «vio a su madre sentada al piasio y la oy6 tocar aquella melodia». La madre habfa muerto cuando la paciente tenia cinco afios. En aquella época, la muerte de su madre le habia provocado una grave depresién, que habfa persistido durante largo tiempo, pese a todos los esfuerzos de la fami- lia para ayudarla a transferir su afecto hacia una tia que ‘ a YO ss1or nex TU esis habfa asumido para ella el papel de madre. No habia vuelto a recordar la cancién ni a su madre tocéndola hasta aquel dfa en que pas6 por delante de la tienda de misica, Le pre- ‘gunté si el recuerdo de aquella experiencia infantil Ia habia aliviado de su depresién, y dijo que habia transformado la naturaleza de sus sentimientos; al recordar la muerte de su madre, sentia todavia una profunda melancolfa, pero no la sobrecogedora desesperacién inicial. Se podria decir que ahora recordaba conscientemente un sentimiento que, ori- ginalmente, fue la nueva experiencia de un sentimiento. En el segundo caso, recordaba el sentimiento, pero en el pri- mero sentia exactamente lo mismo que la muerte de su madre suscité en ella cuando sélo tenfa cinco afios. Los sentimientos agradables son evocados de una for- ma muy similar, Todos sabemos que un olor, un sonido 0 tuna visién fugaces pueden producir una alegrfa indescripti- ble, a veces de un modo tan répido que casi pasa inadvertido. A menos que nos centremos en ello, no podlemos recordar en qué lugar wentamos anteriormente el olor, el sonido 0 Ia visién que hos afectan. Pero cl sentimiento es real. Otro pepe explica el siguiente incidente: paseando por la calle I, junto al Capitol Park de Sacramento, Hlegé a lun olor a fal ya amufre, que generalmente se considera putrido, de tun producto que suele usarse para rociar los Arboles. Entonces, le asalté un fuerte sentimiento de alegria y de exaltada despreocupacién. Descubrir el origen de aquel sentimiento le resulté fécil porque era agradable y placentero. $e trataba del mismo producto que, a princi- pios de prirhaver, se usaba para rocar Tos manzanos del huerto de su padre. Para el paciente, cuando era un nifio, Freud, Penfield y Berne aquel olor estaba asociado a la Hegada de la primavera, el verdor de los arboles y todos los placeres que entrafia para un nifio la vida al aire libre después del largo encierro inver- nal. Al igual que en el caso de la primera paciente, el re- cuerdo consciente del sentimiento era ligeramente diferen- te a la explosi6n del sentimiento original, ya que no logré volver a experimentar Ia ewultante y espontinea transporta- cién al pasado que vivié durante aquel instante fagaz. Més que experimentar el sentimiento en si, parecfa como si aho- za sintiera algo relacionado con él. Esto ilustra otra de las conclusiones de Penfield: elj recuerdo permanece intacto en la memoria del sujeto aun) 2 cuando éste no pueda recordarlo: El recuerdo evocado de la corteza temporal conserva el caricter detallado de la experiencia original. Cuando se introduce de esta forma en la conciencia del paciente, la experiencia parece hacerse presente, posiblemente porque se impone alla atencién de una manera tan irresistible. Sélo cuando éste ya ha pasado, el sujeto puede reconocerlo como un vivide recuerdo del pasado. Otra conclusiéi? que podemos extraer de estos descu- >, brimientos es que el cerebro funciona como un magnet6- = | fono de alta fidelidad que grabara en una cinta todas las” cexperiencias vividas desde nuestro nacimiento y, posiblemen- te, antes de éste. (El proceso de almacenamiento de datos en el cerebro es indudablemente un proceso quimico que impli- ca una reduccién de la informacién y un cifrado, y que no conocemos en su totalidad. A pesar de ser excesivamente ‘ 3 YO stormy TU seis simplista, la analogia con el magnet6fono resulta Gtil para explicar el funcionamiento de la memoria, Lo importante es que, sea come fuere que se realice la grabacién, su repro dluccién es de alta fidelidad.) Penfield afitma que siempre que una persona normal presta atencién consciente a algo; lo grabaré simulténea- mente en la corteza temporal de cada hemisferio. Estas gra~ Daciones se procucen secuencialmente y de forma continua: Cuandlo se aplica un electrodo a la corteza de la memoria, puede surgir una imagen, pero la imagen generalmente no ¢s estitica. Cambia, tal como lo hizo cuando fue vista ori- ginalmente cl sujeto tal vez alter6 la direccién de su mira- a. Sigue los acontecimientos observados originalmente segundo tras segundo, minuto tras rninuto. La cancién sus- citada por le estimulacién de la corteza avanza Jentamente, de una frasea otra, de una estrofa a otra Penfield Ilega entonces a la conclusién de que el hilo de continuidall en los recuerdos evocados,parece ser el tiem- 2 po. El modelo original fue grabado en una sucesién temporal: \ EI hild de la sucesi6n temporal parece unir las partes del recuerflo exocado. Parece también que tinicamente se gra- ban Jo} elementos sensoriales a os cuales el individuo pres- ‘taba atencién y no todos Io¥ imapulsos sensoriales que cons- tantenjente bombardean el sistema nervioso central. La evgcacién de secuencias de recuerdos muy compli- a pensar que cada uno de los recuerdos sigue u Freud, Peiilé y Berne tun camino de neuronas propio ¢ independiente. Para com- prender la forma en que el pasado influye en el presente, es especialmente importante obser var que la corteza temporal se utiliza, evidentemente, en la interpretacién de las expe- riencias actuales: abe producir..ilusiones... através de la estimulacién dela corteza temporal... y la perturbacién producida es un juicio relacionado con la experiencia actual: um juicio sobre si la experiencia es familiar, extrafia 0 absurda; sobre la altera- ccién de las distancias y los tamafios, ¢ incluso sobre si la situacién presente resulta aterradora. Estas son ilusiones de la percepcién, y su considcracién lle- ya a creer que toda nueva experiencia es clasificada de un modo Inmediato, de elgune forma, con la ayuda de ls recuerdos de expe- riencias similares anteriores, con lo cual se puede juzgar sus dife- renciasy similitudes. Por ejemplo, después de un cierto tiem- po puede resultarnos dificil evocar un recuerdo preciso y detallado de un viejo amigo tal como era hace unos afios; y sin embargo, cuando volvemos a ver al amigo, aunque sea inesperadamente, podemos percibir de forma inmediata los cambios que el paso del tiempo ha obrado en él. Sabemos bien de qué se trata: nuevas arrugas en su rostro, canas, hombros més cargados... [la cursiva es mia] Penfield concluye: La demostracién de la existencia de unos «patrones» corti- cales que mantienen los detalles de la experiencia actual, como en una biblioteca de numexosos volimencs, es uno , 8 YO sor any TO esis en de los primeros pasos hacia una fisiologia de la mente. La naturaleza del patrén, el mecanismo de su desarrollo, el mecanismo de su subsiguiente utilizacién y los procesos integradores que crean el sustrato de la conciencia, todo ello se traduciré, algin dia, en formulas fisioldgicas. El doctor Lawrence S. Kubie, de Baltimore, uno de los ms eminentes psicoanalistas de Estados Unidos, que par- ticipé en el debate acerca'de la comunicacién de Penfield, dijo al final de su presentacién: ‘Agradeaco profundamente la oportunidad que se me ofre- ce de debatir la comunicacién del doctor Penfield... debi- do al gran estimulo que esta comunicacién ha ejercido en ‘mi imaginacién. Ciertamente, me ha tenido en un estado de fermentacién durante las dos tiltimas semanas, viendo ‘cémo las piezas de un rompecabezas encajaban entre sf y cemergfa del onjunto un cuadro que arrojaba luz sobre algunos de mis trabajos de estos iiltimos afios. Me parece estar viendo les sombras de Harvey Cushing y de Sigmund Freud estrechindose la mano en este tan demorado cencuentzp entre el psicoandlisis y la moderna neurocirugia, a través|de Ja labor experimental de la que el doctor Penfield acaba de informarnos. En resuinen, podemos concluir lo siguiente: 1. El cerebro funciona como una grabadora de alta fidelidad. | Freud, Penfield y Berne 2. Los sentimientos asociados con las experiencias pasadas se graban también, unidos inextricablemen- te a esas experiencias. Las personas pueden existir en dos estados al mismo tiempo. El paciente sabia que estaha en ia mesa de operaciones hablando con Penfield, y sabia también que estaba viendo la compaiiia envasadora de Seven- Up y la panaderfa Harrison; era dual en el sentido de que se encontraba dentro de la experiencia y fue- rade ella, observindola. Esas experiencias grabadas y los sentimientos aso- iados a ellas pueden ser reproducidos de manera tan vivida como cuando ocurrieron, y aportan muchos de los datos que determinan la naturaleza de las conciliaciones o transacciones de hoy. No slo recuerdo cémo sentia. En ese momento, siento del mismo modo. Los experimentos de Penficld muestran que la funcién de la memoria, entendida por lo general en términos psi- colégicos, es también biolégica. No podemos oftecer una respuesta a la vieja pregunta acerca de cual es el lazo de unién entre la mente y el cuerpo. Conviene, sin embargo, hacer referencia a los enormes progresos efectuados en el campo de la investigacién genética en cuanto al modo en que la herencia se programa dentro de la molécula ARN. El doctor Holgar Hyden, de Suecia, ha dicho: abe suponer que la capacidad de traer el pasado a la come 0 «promedio de tantos conseguidos», Para comprender y for- _mular pronésticos sobre este deporte, si decides vender tu mejor jjugedor de base» para comprar un elanzador de Freud, Penfield y Beme ‘mano derecha», cuentas con una serie de indices de con- ducta, No emplean un lenguaje poético como: «Corre detrés de la pelota como una gacela» o «Es un fildeador obsesivo», sino que tienden a utilizar las conductas. Por mi parte, al tratar de haar el secreto noe hecho ms que correr en busca de un mito. Deseaba progresar, ser un terapeuta y diagnosticador brillante. ¥ todas mis esperanzas cen esta direcci6n se basaban en que daba por sentado que existian unas leyes, ciertas regularidades, unos secretos, unas técnicas que cabfa aplicar, y que el estudio y la inves- tigacién podian revelarnos estos secretos. El anilisis conciliatorio sostiene que ha encontrado algunas de esas regularidades. Afirma que hemos hallado un nuevo lenguaje psicolégico, cuya necesidad tan intensa- mente sentfa Leary, y asegura que estamos mucho més cer- ca del secreto de las conductas humanas de lo que jams habiamos estado, En este capitulo he presentado parte de la informacién basica que ha demostrado ser de gran utilidad para un gran niimero de personas tratadas en mis grupos, utilizando cl anilisis conciliatorio como una herramienta intelectual para comprender las bases de las conductas y de los sentimien- tos. Con frecuencia, una herramienta funciona mejor y posee ‘mayor significado si tenemos alguna idea acerca de cémo fue creada y de qué es lo que la diferencia de otras. {Parte una influencia poderosa en la vida de la persona. El fenémeno puede también describirse con la ayuda de una ecuacién algebraica: un niimero positive multiplica- do por un mimero negativo ofrece siempre un resultado negativo, por grande que sea el primero y por pequefio que sea el segundo. Fl resultado es siempre negative: un Pa debilitado, desintegrado. Los efectos, més adelante, pueden ser ambivalencia, discordancia y desesperacién... para toda} aquella persona que no se siente libre para examinar crf camente al Padre. Gran parte de los datos del Padre aparecen en la vida cotidiana bajo la forma de «cdmo se debe»: cémo se debe clavar un clavo, hacer una cama, comer la sopa, sonarse, agradecer al anfitviGn, saludar, fingir que no se esté en casa, doblar las toallas del baiio o decorar el érbol de Navidad. El «cémo se debe» comprende un vasto conjunto de datos adquiridos a través de la observacién de los padres, datos de gran utilidad que posibilitan que el nifio aprenda a valerse por si mismo. Més tarde, a medida que su Adulto pasa a adquirir més capacidad y més libertad a la hora de examinar los datos del Padre, estas formas de actuar pueden resultar desfasadas y sustituirse por otras més acordes con la cam- biante realidad. La persona que, en su infancia, recibié esas ‘ensefianzas con una intensidad fuerte puede tener dificulta- des para juzgar-esas viejas formas de actuar y aferrarse a ellas mucho tiempo después de que hayan dejado de ser vilidas, dominada por la compulsién de «hacer las cosas ast ¥ no de otro modo». La madre de una joven adolescente ’ 3 i 1 YO sorely TU essay hhablaba del siguiente edicto materno que habia dominado su vida de ama de casa durante largos afios. Su madre le habia dicho: «Nunca debes dejar un sombrero encima de una mesa o un abrigo sobre una cama», algo que ella cumplia a rajatabla. Si alguna vez_lo hacia por descuido, o si alguno de sus hermanos pequefios rompia la vieja regla, la reaccién de su madre era tan violenta que parecia despro- porcionada para una mera violacién de las normas del orden casero. Por fin, tras pasarse varias décadas viviendo bajo aquella ley indiscutible, la madre pregunté a la abucla (de més de ochenta afios): «Mamé, épor qué no hay que poner nunca un sombrero encima de una mesa ni un abri- go sobre una cama?». Ta abucka le respondié que, cuando ella era una nifia, cen su vecindario habia unos chiquillos que estaban «infesta- dos», y su madre le habia advertido que nunca debia poner los sombreros de sus vecinitos encima de la mesa ni sus abrigos sobte la cama. La orden resultaba razonable, y era légico que ¢e impusiera con cierta severidad, Los hallazgos, de Penfield permiten comprender también por qué la gra- bacién se reproduce con la misma severidad original. Este fenémeno $e ha producido en muchas de las reglas que rigen ruestia conducta cotidiana. Existen otras influencias més sutiles. Una moderna ama de casa, en cuyo hogar no faltaba ninguno de los actua- les adelantos del confort, no tenfa el més minimo interés en adquirir un aparato triturador de basura, Su marido le aconsejaba que lo comprar yl hablaba de las ventas que ofrecia. La mujer las reconocfa, pero siempre encontraba alguna excisa para aplazar la compra. Finalmente, su Et Padre,el Adulto y Nii marido le dijo que era evidente que no queria el aparato, y la insté a que le explicara por qué. Un poco de reflexién permitié al ama de casa identifi- car el origen de su actitud. Su infancia tuvo lugar durante Jos afios treinta, en plena depresién ecandmica. En casa de sus padres, la basura se aprovechaba cuidadosamente para alimentar al cerdo, que era sacrificado por Navidad y cons- titufa una importante fuente de aprovisionamiento, incluso layaban los platos sin jabén para poder aprovechar el esca- so valor nutritive del agua sucia en la preparacién de la comida del animal. Asf pues, siendo nifia, se habla acos- tumbrado a considerar que la basura era importante, y aho- a, ya adulta, se vela imposibilitada para adquirir un apara- to destinado a desprenderse de ella, aunque finalmente lo compré y sus preocupaciones terminaron. Si tenemos en cuenta que muchas de esas simples nor- ‘mas prcticas estén grabadas en el cerebro de todas las per- sonas, empezaremos a comprender la inmensidad y el alcance de los datos del Padre que hay en nosotros. Muchos de esos edictos se hallan apoyados y reforzados mediante imperativos adicionales, como «nunca», «siempre> y «no ol- vides jams que», y cabe sospechar que predominan en ciertas conexiones neuronales primarias, las cuales propor- cionan la informacién necesaria para realizar nuestras tran sacciones actuales. El origen de las compulsiones, las rare- za y las excentricidades que surgen en el compartamiento pueden hallarse en estas reglas. Los datos del Padre serén una } carga o un beneficio dependiendo de si resultan apropiados pata el presnte ono, ode si han sido superados ono pore Adulto, cuya funcién estudiaremos en este capitulo, f : 35 YO sora. TU arise ‘Ademés de los padres fisicos existen otras fuentes que aportan datos al Padre, Un nifio de tres afios que pasa muchas horas al di delante de la televisin esté grabando lo que ve. Los programas que contempla son un concepto sensefiado» de a vida, Si se trata de programas de violencia, posiblemente grabe Ja violencia en el Padre. «Ast van las cosas. Asi es la vida» Esta conclusién se confirma si sus progenitores no manifiestan su oposicién cambiando de canal. Si, por el contrario, los padres disfrutan de los pro- gramas violentos, el chiquillo obtendré una doble sancién —el aparato y la gente— y, de todo ello, deducird que se le permitiré a violencia si se tropieza con el nimero suficien- te de injusticias. Elnifio busca sus propias razones para liar- se a tiros, como lo hace el comisario: tres noches de ladro- nes de ganado, un atraco 0 un ataque al pudor de la sefiori- ta Kitty pueden fandirse fécilmente en la vida cotidiana de un nifio, Gran parte de lo que el nifio experimenta de manos de sus hermanos mayores o de otras figuras de auto- ridad se grabal también en su Padre. Toda situacién externa en la que se siente dependiente hasta el-extremo de no poder discutio cuestionar nada aporta datos que se graban en el Padre. (Existe otro tipo de experiencia externa del nifio en su prignera infancia que no se graba en el Padre y que xaminaremol més adelante cuando hablemos del Adulto.) ELNINO Al mismd tiempo que los acontecimientos externos se graban para djr lugar al conjunto de datos que Hamamos el Padre, se profluce otra grabacién, Fs la grabacién de los 1 Pad el Adulto y el Nii acontecimientos internos, las respuestas del nifio ante aquello que ve y oye (Bgura 3). A este respecto, es impor- tante recordar la observacién de Penfield: El individuo siente de nuevo la emocién que la situacién. produjo originalmente en él, y es consciente de las mismas interpretaciones, verdaderas o falsas, que dio él mismo a la nal. Asf, el recuerdo evocado no es la foto- ggafla o a reproduccién fonogrifica de escenas o aconteci- ientos pasados, sino la reproduecién de lo que el pacien- te vio, escuch, sintiéy entendis * (la cursiva es mia] Este conjunto de datos «vistos, escuchados, sentidos y entendidos» es lo que definimos como el Nifio. Dado que el pequeiio no posee vocabulario durante sus primeras vivencias —las més criticas—, la gran mayorfa de sus reac- iones son sentimientos. Debemos tener en cuenta su situa- cién durante esos primeros afios: es pequeiio, dependiente, inepto, torpe, no posce palabras con las que construir sig- nificados... Emer nos dice que debemos aprender a estimar una mala mirada, El nifio es incapaz de hacerlo. Una mala mirada dirigida a él sélo puede producir sentimieatos que acrecienten su reserva de datos negativos acerca de sf mis- ‘mo, Es culpa mia. Otra vez. Siempre lo es. Siempre seré asf. Eternamente. Durante esta época de indefensién, un ntimero infini- to de exigencias totales ¢ inflexibles pesan sobre el nifio. Por un lado, siente una serie de necesidades imperativas EWE Pond, Memory Mecnaniss, AMA. Archives of Newology ond Psychiatry, 67 (1952), pp. 178-198, debate con L. $. Kubie y otros, oy ’ s7 cna =) Gs ema: oe een emer rece Hijo les vio hacer y les. : oy decir. Figura 3. EI Nifio (grabaciones genéticas), como la de vaciar sus intestinos a sunt, la de xls a de sabe cde pst pear ago para hacer que soe, ade expres sentinienton a de experimpntar todas las sensaciones placenterasasoca con el movimiento y el descubrimiento. Por otro lado, ee tela cnigencia constante de aquelloquelerodea, especial rmente los padres, para que renuncie a esas satisfacciones bsias a capi de la recompensa de la aprobacin pater- na, Esta aprobacién, que desaparece con la misma rapide oon qe pre constue un miteroinsondable pra niffio, quien todavia no ha establecido ninguna relacién -fecto. sae enmientos negatvs son el principal producto secundario| del frustrante proceso civilizador. Basindose en 58 ElPadre,el Adulto y el Niio Denominamos estar mal 0 el Nifio que esté mal a esta autoe- valuacién general. Esta conclusién y la experiencia conti- nuada de sentimientos de infelicidad que conducen a ella y 4a confirman se graban de manera permanente en el cere bro y resulta imposible borrarlas, Esta grahacidn perma- nente es un residuo de haber sido un nifio. Cualquier nif Aunque se trate del hijo de unos padres amables, amorosos Y diligentes. Es la experiencia de Ja infancia y no la inten- cién de los padres lo que crea el problema, (Se discutiré esta cuestién més ampliamente en el siguiente capitulo, cuando se traten las distintas posiciones en la vida.) Un ejemplo de este dilema de la infancia fue la progunta for= mulada por mi hija Héidi, cuando tenfa siete afios, quien, luna mafiana, a la hora del desayuno, dijo: «Paps, sitengo un i apd que esté bien y una mamé que esté bien, écémo es! que yo estoy mal?» Silos hijos de xbuenos» padres llevan sobre sus hom- bros al peso de estar mal, cabe imaginar cual seri la carga ue soportan Tos hijos cuyos progenitores son culpables de graves negligencias, abusos y crueldad. Como en el caso del Padre, el Nifio es mt puede verse transferida cualquier persona casi en cualquier momento de sis transicdiones cotidianas -yactuales. Hay mu- chas cosas que pueden sucedernos y que son susceptibles de crear de nuevo la misma situacién de infancia y suscitar los tismos sentimientos experimentados entonces. Con fre- ‘uencia podemos encontrarnos en situaciones en las que ‘no vemos ninguna alternativa posible, en las que nos senti- mos acorralados aunque no lo estemos realmente. Estas si- ‘tuaciones provocan la aparicin del Nifio yuna reproducci 9 YO ssror ay TU esrassen de los sentimientos originales de frustracién, de abandono © de rechazo, y, entonces, vivimos de nuevo una versién actualizada de la depresin primaria del nifio. As{ pues, | cuando una persona se en Sentimientos, | © | decimos que su Nifio domina la escena. Cuando su ira pre~ : ara ‘acima de su razén, decimos que el Niio ha tomado cl control. No todo es tan negro, sin embargo. En el Nifio tam- ign existe un inmenso depésito de datos positivos. En él residen la creatividad, la curiosidad, el deseo de explorar y conocer, la necesidad de tocar, sentir y experimentar, asf como todas las grabaciones de sentimientos exaltados y pristinos, suscitados por los primeros descubrimientos. En el Nifio estin grabadas las innumerables primeras expe- rriencias agradables de la vida: la primera vez que se bebe agua de la manguera del jardin, la primera vez que se acati cia a un suave gatito, la primera vez que se aferra en la posi- cién adecuada el pez6n materno, la primera vez que las luces se ¢ncienden cuando se pulsa el interruptor, fa pri- ‘mera pesca submarina de una pastilla de jabén, y la cons- tante repeticién de tan deleitosas experiencias, una y otra vez. Todgs estos sentimientos placenteros también se gra- ban en el Nifio. Junto a todas las grabaciones de no estar bien, haylun contrapunto: estar bien al sentirse mecido en razos de mamé, al sentir la suavidad de la manta favorita, una respltesta a todos los acontecimientos externos favora- bles (cuando se trata de un nifio favorecido) que también pueden reproducirse en las conciliaciones actuales. Existe el aspecto go2080: el nifio feliz, el nifio despreocupadlo que ca- za marippsas, ola nifia con la cara manchada de chocolate. Padre, el Adulto y el Niio Todo esto surge también en las conciliaciones actuales. Sin embargo, nuestras observaciones realizadas sobre nifios y adultos nos han convencido de que los sentimicntos de estar mal superan en mucho a los de estar bien. Por ello, feemos no equivocarnos al afirmar que todo el mundo lle va dentro de s{ un Nifio que esté mal Con frecuencia me preguntan: «éCudndo dejan de gra- bar el Padre y el Nifio?». ZAcaso el Padre y el Nifio s6lo contienen experiencias que pertenecen alos cinco primeros, aiios de vida? Personalmente, cteo que cuando el pequeiio, abandona su hogar para tener su primera experiencia social independiente —la escuela— ya ha sido tan abrumadoras que queda reducido a la condicién de mero «testigo presencial» de la conciliacién. Una perso na que se ha encontrado en esta situacién podré decir: «Sabfa que lo que hacfa estaba mal, pero no podia evitarlo>. En la enfermedad que Hamamos neurosis traumética podemos observar respuestas irrealistas, irracionales, no adultas. La sefial de peligro o de «malas noticias» afecta al Padre y al Nifio al mismo tiempo que al Adulto. El Nifio responde como lo hizo originalmente, con un sentimiento de ESTAR MAL. Esto puede ocasionar todo tipo de fendme- nos regresivos. El sujeto puede volver a sentirse como un. nifio pequefio, desvalido y dependiente. Uno de estos fenémenos mis primitivos es el bloqueo mental que se pro- duce con cierta frecuencia en los hospitales psiquidtricos donde impera la politica de epuertas cerradas». Cuando la puerta se cierra detrés del paciente recién legado, éste se retrae de un modo répide y pronunciado. Es por esto por lo que soy contrario a que se trate a los pacientes en un am- biente donde predomina el cuidado paternalista, Dar pabu- loal Nifio indefenso que hay en el individuo demora el pro- cceso reconstructivo de devolver al Adulto a la operatividad. EL hospital ideal deberfa ser un c6modo hotel con una -qrona de juegos» para el Nifo, aed consagrado a actividades que promuevan la autonomia del Adulto, Tas enfermeras no vestirian uniforme ni actuarian como padres con los pacientes, Por el contrario, vestidas de calle, dedicarfan sus psninte aa a cada ndvidog , “ Yo ores TU esis9e En nuestros grupos de tratamiento utilizamos ciertas, frases coloquiales clave, como: «Por qué no permanece usted en su Adultoz», cuando un miembro advierte que los sentimientos se aduefian de él. Otra de estas frases es: <«<2Cual fue la conciliacién original?>. Esto se pregunta con el propésito de inducir al Adulto a analizar la similitud entre Ja actual sefial que provoca la angustia y la conciliacién ori- ginal en la que el nifio experiment6 la misma angustia. La tarea pormal del Adulto consiste, pues, en compro- bar los viejos datos, confirmarlos o imalidanlos, y alimace- los de nuevo para su futuro empleo. Si esta tarea se desa- rrolla sin obsticulos y se p? sencia de ws entre lo ensefiado y lo real, la calculadora puede consograrse a ura niaeva © im que tiene su origen en la curiosidad del Niso, asi como en el Adulto. El Niao aporta yal «deseo de» y ye ‘el Adulto el «cé- mo hacerlo». Para la creatividad es esencial que la calcula- dora tenga tieinpo. Si ésta est ocupada con viejos asuntos, le quedard poco tiempo para dedicarse a cosas muevas, Muchas ditectrices del Padre pasan a ser autométicas una vez que i sido comprobadas y-esto permite que la caleu- ladora pueda dedicarse a Ja creati idad. Muchas de nuestras decisiones, en las conciliaciones cotidianas, son automati- cas. Por ejemplo, cuando vemos una flecha en una calle de direccién jinica, automaticamente renunciamos a ir en direccién puesta, No ocupanos nuestra caleuladora con a ordenacién minuciosa de datos sobre ingenicria de cami- nos, aecidhtes de trifico o maneras de pintar las sefales. Si tuvigramod que partir de cero en cada decisién, o prescin- diendo tolalmente de los datos aportados por nuestros El Padre,el Adulto y el Niio padres, nuestra calculadora raramente tendrfa tiempo para el proceso creativo, Hay quienes sostienen que los nifios indisciplinados, no coartados por ningéin tipo de limite, son més creativos que aquellos cuyos padres les han impuesto ciertos limites. No arco que sea cierto. Un nifio tiene mds tiempo. para las actividades creativas —explorar,inventar, montar o desmon- perder tiempo Tomando dcisio- Tiene més tiempo para hacer un mufieco de nieve si no Je permite entablar una larga discusi6n con su madre acer- ca desi debe ponerse calzado de goma ono. Sia un nifio se le permite desarrollar su creatividad pintando las paredes de la sala de estar con bettin para las zapatos, no estar pre~ parado para las dolorosas consecuencias que se produciran cuando haga lo mismo en casa de los vecinos. Los resulta- dos dolorosos no producen sentimientos BUENOS. Hay otras consecuencias que consumen tiempo, como el que se pasa en un hospital, reponiéndose después de un «encuentro experimental» con un coche en la calle. Y éste es un tiem- po que se roba a la calculadora. Los conflictos ocupan gran cantidad de tiempo'—se produce isn conflicto que consu- me mucho, por ejemplo, cuando lo que dicen los padres no Je parece verdad al Adulto—. El individuo més creativo es el que descubre que gran parte del contenido del Padre se ajusta a Ja realidad. Entonces, puede archivar esta informa- cién comprobada en el Adulto, confiar en ella, olvidarla y dedicarse a otras cosas: hacer volar una cometa, construir ‘un castillo de arena o dedicarse al célculo diferencial, yO eror un TO ris aw Sin embargo, muchos nifios pierden mucho tiempo a causa del conflicto que surge entre los datos del Padre y lo que ven en la realidad. Su problema més perturbador es que no comprenden por qué el Padre posee tal dominio sobre ellos. Cuando la verdad llama a la puerta del Padre, éste dice: «Bueno, vamos a razonar juntos». El nifio cuyo padre std en la cércel y cuya madre roba para poder mantenerle tiene una poderosa grabacién en su Padre: «iNunca debes, confiar en un policfal». Si, por azar, conoce a un policia simpético, su Adulto ordena todos los datos relativos a ese amable individuo, que organiza un partido de fitbol en la finca adyacente, invita a toda la pandilla a comer mate tos- tado; se muestra amistoso y habla en voz baja. Al nifio aqui se Je plantea un conflicto: lo que ve en la realidad es dife- rente de lo que le han ensefiado. El Padre le dice una cosa, y el Adulto otra. Durante la etapa en que su seguridad depende de sus padres, por muy pobre que pueda ser esta seguridad, probablemente aceptaré el veredicto de sus pro- genitores, segin el cual los policfas son malos. De esa forma se transmiten los prejuicios. Para el nifio puede resultar mas seguro creer ea una mentira que dar crédito a sus propios ojos y ofdos. El Padré amenaza de tal manera al Nifio (@ través de tn diglogo interior ininterrumpido) que el Adulto abandonaly deja de investigar las areas de conflicto. Por lo tanto, la propesicién . Aunque su relato iba acompatiade de una observacién acerca de la pérdida de su identidad, la naturaleza de aquel panico extremo patecia indicat que podia tratarse del miedo a perder la vida, como reaceién biolégica primaria a la amenaza de muerte ‘Un tiempo: después volvié a hablar del mismo suefio. Era la primera vez que lo habfa tenido en un aio. Se encon. taba de viaje con su marido y ambos habian comido en un restaurante algo alejado, en wun ambiente de gran calidad ‘uy superior ala de la comida que se servia en é. Cuando regresaron al hotel, la paciente se encontré algo indispues- tay decidi6 echar una siesta, Pronto se durmié, pero no tard en despertar presa del pinico, a causa de aquel mis. ‘Mo suefio. Sentia también un agudo dolor de estémago, que la obligaba cee atop Figura 7. Nacimiento del indlviduo desde la concepcion hasta los cinco afios YO sstor me TU esis entrails, y sin duda terrorficas, de fo, aspereza, presin, ruidos, fata de apoyo, excesiva iluminaci6n, separaciOn y abandono, Erecién nacido se encuentra, durante wn reve period de tempo, did, apart, separ priv de toda relacion, Las numerosas teoras sobre el trauma del vacimfento cincden en afzmar que los sentimientos pro- diucidos por este acontecimiento se graban en el cerebro y permanecen de alguna manera en él. Esta hip6tesis es apo- Jada por el gran nimero de suefos recurrentes del tipo «tubo de desagiie> que tantos individuos experimentan en situaciones de tensién extrema. Los pacientes reba suefios en Jos que se ven arrastrados, desde una masa de agua relativamente tranquila al interior de un desagte. Esperimentn sensacions de pesn y acelin. ta sensacién se sufte también en los casos de claustrofobia. nilfio al nacer se ve inundado de estimulos abrumadores y desagradables,y segin Freud, estos sentimientos que expe- zimenta le proporcionarén un modelo para todas sus ansie~ les posteriores. : i ea tiempo, un salvador se presenta ante cl recién nacido, Se trata de otro ser humano que lo toma en braze, Io envuelselen cides véstiduras, lo yostienee nica el ges 10 tranquilizador de la «caticiar, Este es el punto del = miento psi¢ol6gico (figura 7). Se trata de la primera infor- acm gu le Beg a ni de ua vie er n del todo mila. Fs una reconciliaci6n, una restauraci6n de la intimidad, que pone en marcha su yoluntad de vivir. Sin ella el nif morira, sino fisicamente, sf psicolégicamente. 7Sigmand Fréud, Hemmung, Symptom und Angst Intemationaler Psychos § salacer Vig, ne, 125 i as cuntro actinudes vices La muerte fisica provocada por una condicién amada

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