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En 1966, aparece ECHO IV, un ordenador del tamaño de una habitación capaz de
controlar varias tareas del hogar por sí solo. Fue el ingeniero Jim Sutherland, el que
con su Electronic Computing Home Operator (ECHO IV), pudo controlar a la vez la
televisión, la temperatura y programar el despertador, entre otras cosas.
Al ser la domótica una tecnología pensada para mejorar la vida cotidiana, el siguiente
gran avance en este campo fue la teleasistencia. Con el objetivo de ayudar en el día a día
de las personas mayores, se conectó este servicio a centralitas remotas, pudiendo ayudar
y asistir a ancianos a distancia. La red no solo se mejoró los servicios de la
teleasistencia, sino que cada vez eran más los electrodomésticos que se fueron
adaptando a esta. Se empezó a poder programar y modificar los electrodomésticos sin
necesidad de estar presente en el espacio gracias a instrucciones enviadas a través de un
ordenador.