Está en la página 1de 4

"JESÚS VIENE"...

HORA SANTA ADVIENTO

Canto inicial para exponer el Santísimo:

Ven, ven Señor, no tardes.

Ministro: Adoremos y demos gracias en cada instante y momento


Todos: Al Santísimo Sacramento.
Padre Nuestro.
Ave María.
Gloria. (Se repite todo esto tres veces, según la tradición).

Comunión Espiritual:

Señor Jesucristo, a quien esperamos siempre en nuestras vidas, creemos firmemente que te encuentras presente en el
santísimo sacramento del altar y que quieres venir a nuestro encuentro cada día, te amamos con todo nuestro corazón
y deseamos ardientemente recibirte, pero como no podemos hacerlo en este momento sacramentalmente, te
suplicamos que vengas espiritualmente a nuestro corazón... (breve silencio) y porque ya te hemos recibido, no
permitas, Jesús, que jamás nos apartemos de Ti. Amén.

Canto:

Monitor. Lectura para meditar:

Sabiendo que Jesús viene, que ya está cerca, debemos de ir delante de la gente que nos rodea, iluminándola con la
antorcha de estos momentos de Adoración con los que queremos preparar la llegada del Salvador.

Todos debemos ser luz del mundo; nos lo dice Jesús a quien esperamos para que venga a iluminar nuestras vidas. Por
ahí se dice que si no puedes ser estrella, seas al menos una pequeña y sencilla vela encendida que alumbre el corazón:
¡pero hay que ser luz!

El que ama a los demás y el que ama de verdad, puede preparar el camino del Señor iluminando el corazón de quienes
le rodean, invitándolos a vivir en esperanza la alegre espera del Señor.

inventa el arte de acercarte a los tuyos en este Adviento y revelarles a Cristo que ya viene a salvarnos. Allí tienes una
guía para saber si amas o no, si tu amor es verdadero o ficticio y así podrás celebrar el gozo de la Navidad. En un
momento de silencio traigamos ante la presencia del Señor a todos los nuestros y a los más alejados de Dios.

Momentos de silencio.

Monitor: Oración dirigida:

Señor Jesús que vienes a salvarnos y nos llamas a preparar el camino de tu llegada: ¿Qué quieres que vea con mis
ojos?, ¿qué quieres que hable con mi lengua?, ¿qué quieres que haga con mis manos?, ¿qué quieres que piense con mi
cabeza?, ¿qué quieres que ame con mi corazón?, ¿en qué quieres que emplee mi tiempo, mi dinero y mis facultades?,
¿cómo cumplo tus mandamientos?, ¿cómo comparto la vivencia de este Adviento a los que me rodean?

Señor Jesús que vienes a salvarnos: Te adoro como a mi Dios. Te obedezco como a mi Señor. Te amo como a mi Padre.
Te temo como a mi juez. Te pido como a mi Dador. Te doy gracias como a mi bienhechor. ¡Ven pronto Señor! Amén.

Canto: Momentos de silencio para meditar.


Monitor. Lectura para meditar:

Cristo viene a salvarnos y para ello quiere necesitar de brazos y pies, de bocas y lenguas, a fin de poder llegar a todas
las personas y que todos le conozcan y le amen.

Cristo sabe que cuenta con nosotros; cuenta con nuestras lenguas, para la comunicación del Evangelio y la extensión
de la Iglesia de Dios; cuenta con nuestros pies, para seguir a nuestros hermanos más alejados, a fin de que para ellos
también llegue Navidad y vuelvan al buen camino; cuenta con nuestros ojos, para poder detectar los ambientes en los
que se necesita hacer espacio para dar cabida a la presencia del Señor; cuenta con nuestro corazón, para prender el
fuego de su amor en nuestro alrededor y recibirle con fe ahora en Navidad o cuando regrese lleno de gloria al final de
los tiempos.

Sobre todo, Cristo quiere contar con nuestra entrega; con una entrega sin límites ni restricciones; con una entrega
desprovista de egoísmos. Cristo quiere contar con que nosotros vamos decir siempre que “sí” a su llamado, como lo
hizo María. Él espera ese "sí" que en la fe renovamos ahora frente al Señor Sacramentado y que ya no se lo vamos a
retirar; Cristo cuenta con ese "sí" que debemos darlo cuando Él nos lo pida, aún cuando implique dolor y humillación.
Cristo quiere contar con nosotros, siempre que se nos pida un pequeño favor, un pequeño servicio de caridad, un
pequeño trabajo apostólico, por difícil que nos parezca. Solo así llegará el a reinar en cuantos son los corazones de los
habitantes del mundo.

Canto. Momentos de Silencio para la reflexión personal.

Monitor: Oración dirigida:

Oh, Señor Jesús que ya vienes a nuestro encuentro: Cuando yo dude, aconséjame. Cuando caiga en el error,
desengáñame. Si me pierdo, encuéntrame. Si caigo, levántame. Si me desanimo, aliéntame. El día en que muera,
llévame contigo. Oh, Señor Jesús: Cuando yo te llame, escúchame. Cuando te ofenda, perdóname. Cuando yo te deje,
búscame. Cuando yo te olvide, recuérdame. Cuando te pida, dame. Cuando te pueda servir, anímame. Amén.

Canto:

Monitor: Lectura para meditar:

El Dios del Evangelio no es el Dios gélido de la razón. La causa primera de la filosofía. El primer motor de la metafísica.
El Dios inmutable e impasible. El Dios interesado o comerciante. El Dios almacenero. El Dios policía. No, Dios no es
nada de lo que acabamos de mencionar. Dios no es así, Dios es “Alguien” que, en su Hijo Jesucristo, a quien anhelamos,
viene a nuestro encuentro en la debilidad de nuestra carne.

El Dios del Evangelio es el Dios cálido, padre, hermano y amigo de todos los hombres. Es Dios providente que cuida de
sus hijos. Es Dios que ama tanto a la humanidad, que viene a nuestro encuentro para salvarnos y nos espera a cada
uno de nosotros con los brazos abiertos para perdonarnos o premiarnos. Es Dios Padre que nos a su Hijo en la
Eucaristía y que quiere repartir entre todos nosotros en rebanadas infinitas el pan de la felicidad. Es Dios Hijo que mure
para salvarnos. Es Dios Espíritu Santo que nos consuela y nos llena de amor. Este es el Dios del Evangelio.

Canto. Momentos de silencio para la reflexión personal.

Oración dirigida (Basada en el Libro de los Salmos):

El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. Aclamemos al Señor todos los
habitantes de la tierra, sirvamos al Señor con alegría y preparemos su llegada en nuestros corazones. Entremos en su
presencia con aclamaciones, sabiendo que el que se acerca para salvarnos es nuestro Dios, que Él nos hizo y somos
suyos, que somos su pueblo y sus ovejas, que formamos su rebaño. Entremos por sus puertas dando gracias, por sus
atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad
por todas las edades. Amén.
Canto: momento de silencio para reflexionar personal.

Monitor: Lectura para meditar:

No hay cosa que Cristo nos recomiende tanto en su Evangelio como la unión entre todos los cristianos; es que el
mundo necesita siempre del testimonio de unidad que nosotros los cristianos debemos darle, a fin de llegar a
conseguir que todos los hombres caigan en la cuenta de que somos hermanos y, en consecuencia, nos tengamos como
hermanos, nos respetemos como hermanos y nos ayudemos como hermanos. El tiempo del Adviento es un tiempo
privilegiado para acrecentar esta unidad preparándonos a vivir la Navidad. Parte importante de nuestra tarea
misionera en el Adviento es trabajar por la unidad preparando así la llegada del Señor que nos hace hermanos.

Canto. Momentos de silencio para la reflexión personal.

Monitor: Lectura para meditar:

Cristo dice en el Evangelio que Él es la Luz. El que no lo sigue, camina en tinieblas, con todas las angustias e
incertidumbres que llevan consigo las tinieblas. El que no sigue a Cristo, no halla explicación para muchas cosas de la
vida. Se siente embargado por mil problemas sin solución. Se le plantean centenares de interrogantes a los que nada ni
nadie puede responder. En cambio, cuando Cristo aparece en la vida, es como cuando se hace la luz, uno encuentra en
Él la paz, la seguridad, la orientación. ¡Ven Señor a iluminar nuestras vidas! ¡Ven Señor para que yo pueda iluminar las
vidas de los demás! Amén.

Peticiones.
PETICIONES: A cada una de estas peticiones contestamos: ¡Danos santos y fervorosos sacerdotes, Señor!
Para que siempre participemos en tu Adviento.
Para que siempre acompañemos al Niño Jesús en Navidad.
Para predicar tu Evangelio.
Para ofrecer tu perdón a los pecadores arrepentidos.
Para ayudar a los moribundos y enfermos.
Para bendecir a nuestras familias, todo lugar y acontecimiento.
Para defender nuestra religión, fe, esperanza y tengamos más caridad.

Oración por las vocaciones.


Señor Jesús, así como Tu llamaste los primeros discípulos para hacerles pescadores de hombres, haz que Tu sublime
invitación continúe resonando: ¡Vengan a Mi, síganme!
Da a los jóvenes, hombres y mujeres, la gracia de responder prontamente a la llamada. Apoya a tus obispos, sacerdotes
y a los consagrados en su trabajo apostólico.
Concede perseverancia a nuestros seminaristas y a todos aquellos que llevan hacia adelante los ideales de una vida
totalmente consagrada a Tu servicio.
Despierta en nuestra comunidad un entusiasmo misionero. Señor, ENVÍA TRABAJADORES A TU COSECHA y no permitas
que la humanidad se pierda por escasez de pastores, misioneros y gente dedicada a la causa de Tu Evangelio.
Virgen María, Madre de la Iglesia, modelo de toda vocación, ayúdanos a decir Sí, al Señor que nos llama a cooperar en
el plan divino de salvación.

Oración final:
ORACIÓN A MARÍA MADRE DE LA ESPERANZA
Santa María de la Esperanza, Madre de Jesús y Madre nuestra. Alimenta en nosotros un corazón abierto y confiado a
las promesas de un Dios enteramente fiel. Danos ojos para ver lo positivo y energía para contagiar a todos de
esperanza en los cielos nuevos y en la tierra nueva, que un día llegarán cuando el Reino de tu Hijo Jesús se cumpla y
todo llegue a plenitud. Santa María de la Esperanza, mantén el ritmo de nuestra espera. Amén.

Canto para la reserva del Santísimo:

También podría gustarte