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Cuántos Mundos Representan Un Archivobreve
Cuántos Mundos Representan Un Archivobreve
Hace muchos años atrás escribí un texto que se tituló El mundo de los
archivos, para dar cuenta de la potencia de los mismos pensando
exclusivamente el tema de los documentos ligados a las dictaduras militares.
Hoy creo que es necesario dar vuelta esa pregunta para comprender la fuerza
de lo que “un archivo” puede contener en términos del mundo, de
clasificaciones, de prácticas políticas y de experiencias sociales y culturales.
Sin dejar de lado a las relaciones de poder que tracciona, los silencios que
guarda y no sólo las memorias, sino los olvidos que moviliza.
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Mi primera parada sobre los archivos personales de los familiares de
desaparecidos.
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tarjetitas de cumpleaños, dibujos del día de la madre/padre, para compilar
direcciones, escribir y guardar cartas, iniciar habeas corpus, archivar
solicitadas, comunicarse con diversas instituciones internacionales para
denunciar lo que les pasaba, entrar en contacto con otras madres en lugares
remotos del mundo, enmarcar y construir pancartas con las fotos de sus hijos.
Esos archivos personales daban cuenta de un trabajo burocrático familiar y
de afectos al mismo tiempo. Como si cada uno de esos archivos pudiera medir
la intensidad de la búsqueda, la visibilidad de un ciudadano desaparecido, la
contracara de la producción del Estado clandestino.
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las políticas de acceso, la posible re-victimización de las víctimas, la tentación
a no dejar ver casi nada…
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sótano de la casa de gobierno. Casi siempre, al final de la comisaria, en un
galpón cayéndose a pedazos nos esperaba un candado que abrir, cuya llave
estaba en poder de un policía y claro, nunca estaba. Roto el candado o abierto,
atrás de la puerta yacían los documentos apilados entre objetos secuestrados
por la justicia: cajas de vino, armas viejas, cd, lo que puedan imaginarse.
Había siempre que luchar con las telas de araña, las pilas de ropa, la mugre
generalizada. En mi memoria quedó el olor a pis y a caca de gatos… También
hubo altillos, entrepisos, heladeras haciendo de estantes contenedores y
anaqueles dónde solo quedaron los papelitos de los años que alguna vez
clasificaron libros que ya no estaban.
Con cierta distancia me pregunto que nos asombraba del estado de los
documentos en los galpones policiales a punto de derrumbarse si así eran
las comisarias en su totalidad. ¿Por qué nos impactaba la desidia en torno
a los documentos, si las condiciones en las que veíamos a los presos allí
alojados guardaban la misma proporción de despojo? Toda institución y
sus prácticas, guardan una simétrica relación con los documentos que
preservan, ignoran o destruyen. Reconocer y conocer estas lógicas, puede
permitirnos entender el buen destino o la pérdida de muchos archivos.
En otra oportunidad nos juraron que en una dependencia policial había una
doble pared y en el medio un archivo. Allá fuimos, les juro que a veces
estábamos al límite de la locura con las excursiones que emprendíamos. La
pared obviamente no existía, pero nuevamente en un galpón inmundo entre
heladeras viejas y papeles desparramados por el suelo, trepando para sacar
documentos tirados en pilas enormes encontramos los libros de guardia del
Comando Radioeléctrico. Fue como encontrar oro. Esos libros sirvieron para
iniciar una causa judicial y condenar a represores y también como
documentación probatoria para las reparaciones a las víctimas.
Pero inclusive en ese poco orden, había formas de clasificar el mundo. Por un
lado, estaban los “papeles que no les interesaban” ya que eran vistos como una
montaña de papeles viejos en mal estado. Luego los que a pesar de no
interesarles “había que guardar”, por ejemplo, los libros de guardia para
responder pedidos de antecedentes. Finalmente los documentos que “si les
interesaban”, los legajos de personal. Entre unos y otros había jerarquía de
cuidado y también celo de acceso. Mientras lo que apilábamos para inventariar
y transferir al APM, eran los papeles que no les interesaban, la cosa marchaba
más o menos tranquila… en cuanto queríamos ver o llevar los legajos del
personal ahí comenzaba el conflicto y las tensiones.
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decir que cada espacio reveló diversos mundos, tanto de clasificación de
archivos como de la información que ellos custodiaban En ningún caso fue
fácil la relación de traspaso, de copia, de solicitud, de trabajo en conjunto.
Hubo resistencias de distinto orden, también solidaridades y cooperación.
Diría que, además de la búsqueda, la clasificación, la guarda, la catalogación,
la difusión; hubo relaciones humanas que permitieron acciones pedagógicas y
de intercambio sobre la valorización de los archivos. Tanto de quienes se
veían interpelados por nuestra presencia “acá están los derechos humanos” -
(escuchábamos cada vez que llegábamos a una comisaría y el cabo de turno
llamaba por teléfono a su Jefe)- cómo sobre nosotros mismos, que aprendimos
que no sólo había allí pruebas del terrorismo de Estado o una conquista de
años de lucha o un documento que podía cambiar la vida de muchos
familiares, sino también, un poderoso objeto cuya eficacia simbólica,
movilizaba diversas energías sociales y políticas que al conocerlas
enriquecieron nuestra mirada y la de otros.
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esos documentos sucios, se transformaron en fondos documentales que el
APM hoy resguarda; la profesionalización de sus trabajadores llevó a que sus
experiencias sean solicitadas en otros espacios y archivos. Buscábamos
documentos sobre la represión en Córdoba, pero cada uno de los lugares nos
desvolvió una variedad enorme de posibilidades de lectura de cada uno de
esos libros, papeles sueltos, etc. Y por supuesto una variedad de usos
posteriores de esos documentos: desde la prueba judicial a la restitución de
identidades, desde las actividades educativas, investigaciones, intervenciones
urbanas como los Árboles de la Vida, etc. etc.
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que la forma en que nos acercamos al pasado está siempre mediada, ya sea por
los procesos de catalogación, clasificación, difusión, exposición; como por los
mecanismos de selección entre lo que se conserva y lo que se desecha; tanto
como los modos y palabras autorizadas en el tiempo y por la comunidad que
lo produjo y los conservó o en sus derivas una vez institucionalizados. A
modo de pensar otros usos, otras maneras de conocimiento, otras voces a
legitimar, incorporando la temporalidad a la que están atados, a modo de
comprender que no son instituciones estáticas.
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