Historiografia
Argentina :
La década de 1980
Hugo Biagini, Hebe Clementi
y Marili Bou
Apéndice por Norma Sanchez
Editores de América LatinaINTRODUCCION
Dicho muy esquematicamente, dos actitudes esenciales se
disputan el cetro historiografico argentino y sin que las mis-
mas puedan por cierte desligarse de los avatares politicos y
culturales del momento, cuyo conocimiento damos por
descontado.
Una de esas actitudes se solaza en la esterilizante
disecacién del pasado. Excluyéndose al contexto ideolagico
y pragmatico, la tarea dilucidatoria es concebida en un plano
de neutralidad axiolégica donde el material se aborda a
través de relatos y expedientes descriptivos. El historiader
termina resultando asi un testigo imperturbable de los sinsa-
bores comunitarios y las cabriolas institucionales —trente a
las cuales a veces se ha depuesto con absoluta facilidad la
mentada prescindencia valorativa para entrar en complicidad
con ellas ¥ oblener una sustanciosa tajada. Esta linea tiende
a presuponer la sociedad como si se tratara de un todo
homogéneo y desalienantemente estructurado.
Por otro lado, |a variante pyoblematizadora intenta ex-
traer derivaciones de las circunstancias pretéritas qué per-
tmiten satisfacer, consecuente y primordialmente, las exigen-
cias del medic latinoamericano, el cual es vivido come una
continua frustracién. Apunta ademas a conjugar el especia-
lisme con la versatilidad, el espiritu de sintesis con el analisis
pormenorizado, lo empirice con lo ideatorio. Recurre a la
interdisciplina y alos estudios comparados, buceando en la
literatura mundial para moldearla criticamente a las caracte-
risticas endégenas. A la vez que asurne las condiciona-
mientos sociales del saber, replantea también la importancia
dal método y los modelos epistemolégicos. Va despuntando
un tipo de historiador que observa ej pasado sin apartar la
mirada de las gravitantes implicancias de su tiermpo y sin
7dejar por ello de imprimirle ciantificidad a la indagacion,
mas alla de santificaciones y demonclogias, de acadermi-
cismos y barricadas.
Si bien durante el lapso estudiado (1980-1989) dismi-
nuyé considerablemente la produccién editorial argentina
—afectada por las creciontes postraciones econémicas—,
en relacién con el empinado florecimiente que experimentd
dicha industria a lo iargo da la centuria, continué ne obstan-
te exhibiéndose un numero tan caudaloso de publicacionas
que al mismo entorpece fa estimacién precisa y equitativa
hasta en un sentide puramente global. Por otra parte, des-
de la transicién damocratica, que absorbid los ultimos seis
afios de la década acotada, ha subido sensiblemente a!
monto de trabajos concernientes a cisncias sociales y al fe-
némeno politico, haciendo eclosién una gran variedad de
temas, junto a les autores respectivos, que habian perma-
nacido silanciades desde el golpe de 1976. Ademas, tam-
bién deben tenerse en cuenta a relavantes contribuciones
que se han efectuado fuera de nuestras fronteras.
Por ende, para viabilizar ol encuadre, darames priori-
dad en nuestra seleccion a las fuentes de mayor aliento
que, sin ser reediciones, adoptan la forma del libro; con la
principal excepcién de les mas infrecuantes trabajos que in-
cursionan por el derrotero de la historiografia como tal o
que, como en las dos partes finales, constituyen provecho-
sas piezas de referencia para el trabajo de investigacién.
Entre las diversas modalidades posibles, ol procadimiento
que se ha sequido encara una sarié de obras que retinen la
mayor especificidad con relacidn a ia tematica fundamental-
mente argentina, sin por ello omitir algunos trabajos espo-
radicos sobre teoria general de la historia que se han dado
a conocer durante el lapso an cuestién. Tras referimnos a la
produccién que posee un caracter mas abarcativo, se desa-
rollan los materiales atendiendo a jas grandes épocas por
ellos comprendicos. Aunque se ha procurado ofrecer un
corpus satisfactorio a nivel intelectual, a calidad de los da-
tos no as siempre pareja, pues a veces se opté por incluir
algunos textos que representan tipicos disvalores historio-
graticos o por el simple hecho de que aluden a aspectos
poco o nada tratados y cuya explicitacién pueden rasuttar
de utilidad para al lector no del todo especializade.En esta ocasién soslayaremos los trabajos concernien-
tes al mundo autéctono preibérico. Ello no implica sostaner
ningun parti-pris adverso a las remetas culturas aborigenes,
ninguna adhesién a Jas tesis coercitivas de los espacias va-
cios y dasérticos, ni tampoco refrendar el discurse sojuz-
gante qua apela a conrotaciones tales come las de los “na-
turales”, “infielas” u otras denotaciones que subrayan la al-
teridad de lo vernaculo; preconceptos analogables alos que
en tiempos actuales empleaban fos gobiernos autecraticos
para descalificar al pueblo latinoamericana —como cuando
la reciente dictadura chilena tildd de “humancides” a los
miembros de la oposicidn...
Sélo se trata da reconocer que en detinitiva la socie-
dad argentina se tue plasmando originariamente através de
esa dispar amalgama reflejada por el entrantamiento y la
asimilaci6n de ambos componentes: el indigena y el hispa-
no. De lo contrario, también habria que rastrear los ances-
tros peninsulares de los mismos colonizadores y asi al inti-
hito hasta toparse casi con les primeros antropoides...
Sin embargo, no puede dejar de mencianarse 6n for-
ma incidental a un fibro como el de Giancarlo Puppo,1 don-
de justamente se dernuestra la importancia y riqueza de las
expresiones artisticas iocales previas a la conquista, con lo
cual viene a replantearse el nulo o infimo grado civilizatorio
que suele asignarseles a las comunidades primigenias del
Plata, frente a lo que se evidencié nitidamente en otras re-
giones del continente.
Corresponde por ukimo aclarar que este panorama bi-
bliogratico fue concluide integramente a mediades dal afio
1990 para satisfacer un requerimiento formulade por ei De-
partamento de Asuntos Culturales de la Organizacién de
Estados Americanos, La presente versian se limita a repro-
ducir ese dossier original.
A.ase texto original sdlo se le ha incorporado un apén-
dice para documentar la consolidacién, durante el parfodo
circunscripto, de una entidad que ha sabido integrarse es-
trechamente al maximo organismo mundial en la materia —
tal como ha venide ocurriendo con otras discipiinas, por
ejemple, la ciencia politica. Ademas del crecimiento acadé-
mico efectuado por dicha entidad local, la misma cabe tam-
bién ser destacada por hallarse en situacién de abrir un es-
pacio de infrecuente convergencia entre las distintas espe-
cialidades y tendencias que caracterizan nuestra actividadhistoriografica. Un reflejo de nivel intelectual, pluratismo ideo-
légico y proyecciones transnacionales de tal menester his-
torico, que alcanzo a cristalizar através del Comité Argentino
en cuestién, pueda observarse en las jornadas organizadas
por ese comité en la ciudad de Paranda, donde, v.gr., en la
seccion dadicada al lapso colsnial, no dejaron de sentirse los
ecos de la controversia en torno al gauchaje desatada por un
trabajo de Carlos Mayo sobre el particular —segdn se insinua
en la publicaciGn respectiva.
10L ENTRE LA HISTORIOGRAFIA Y
EL PROBLEMA DE IDENTIDAD
Nos ocuparemds aqui de la produccion teorica en torno ala
historia como realidad y al propio menester historiogratico,
dando cuenta a su vez en forma sucinta de la infaltable
bibliografia que inquiere sobre el ‘ser’ o et caracter nacional.
En dos obras del exilio se ha acometido la ardua tarea
de deslindar el sustrato historico y su conacimiento global o
pormenorizada. Uno de los aportes mas notorios, de escasos
precedentes en el pais, fue propueste por el entrahable
tildsofo Rodolfo Agoglia a través de su libro Conciencia
historica y tiempo histérico (Quite, 1980), en el cual, va-
ligadose del encuadre fenomenelégico, aborda el proceso de
la historia come praxis social presentiva y consciente, como
una totalidad con sentido estructurada dialécticamente.
Agoglia se opone a las visiones trilladas de la historiogratia
én tanto puro saber del pasado, porque implican para ei una
ocultacién ideolégica de la historicidad y de nuestra propia
actualidad, Desde una perspectiva avanzada, sostiene que
“histérico es todo aquello que promueve la humanizacién del
hombre y antihistorice tado lo que lo obstruye, frena, impide,
posterga o retarda su advenimiento al nivel de humanidad”.
Para Latinoamérica muy en especial, la refiexién sobre la
historia debe sobrepasar la mera facticidad hasta ensam-
blarla diacrénicamente desde un horizonte prospective. Asi
Ja conciencia histérica y Ja filosofia “se requieren e integran
mutuamente, y se Unifican, no en el nivel ideal y subjativo
sreceano, sino en el real y efective da la historia concreta. La
conciencia filosdfica no puede dejar de ser conciencia his-
térica, la conciencia de su tiempo, y la conciencia histérica no
puede dejar de ser conciencia filosdfica, o sea, la conciencia
preparadora del porvenir’.?
Por su parte, en La historia y su método (Barcelona,
an1980), Alberto Pla ha vuelto a incursionar, como ya lo hiciera
antes, por los carriles de las corrientes y modalidades que
suelen acompafar ei trabajo histerico, deteniendose
criticamente en diversas cuestiones, a saber: la nocién de
objetividad, seleccidn y valoracién de los dates, historia
cuantificadora, fa “aberracian” estructuralista y la teoria de fa
dependencia. Asi como cuestiona esas actitudes y posicio-
nes, junto a otras de analogo tenor, Pla también resalia ta
iraportancia del materialismo histerico y la lucha de clases,
por encima de los intentos revisionistas, Tanto este libro y en
cierta medida el anterior parecen eludir las dificultades que
ha planteado la prédica pesmodernizante a entidades como
ja de los sujetos colectivos y otras conceptuaciones similares.
Hace poco (1988) se ha dado felizmente a conocer un
fibro péstumo, La vida Aistérica, donde se reuinen las me-
ditaciones disciplinares de ese maestro de la historia que fue
José Luis Romero, cubriéndose con ello una amplia franja de
su vida: desde 1936 hasta 1976. En ellas puede advertirse
coherencias y continuidades en torno a los valores y a la
peculiaridad de io socio-cultural. Entre las tantas incitaciones
que ofrace la obra se encuentra la posibilidad de volver a
tepensar la categoria romeriana de vida historica como
marco referencial para todas las ciencias, o la diferenciacion
entre conciencia de la historia y el saber sobre ella. La edicion
representa un importante tributo que vino a sumarse a los
distintos homenajes que se le rindieran al autor.*
Durante el lapse en cuestién, Ange! Castellan también
ha renovado sus contribuciones en materia de teoria
historiografica. En Tiempo e historiografia (1984) formuta
agudos reparos al documentalismo y a su ténica
sustancializadora:
La presencia de un pasado total y dafinido, que podria asirse
de una vez para siempre, es la ilusiém mds tenaz de la
‘historiografia cientifica’ que no logra desacoplarcse de su base
naturalista... La preferencia por Io cuantitativo ¢3 el rasgo
esensial de la actitud cientifica que convierte al historiador en
colaccionista,., En toda creacion, sea cientifica, filoséfica, ar-
tistica, fiteraria, musical o historiogrdtica, el problema de tas
fuentes pasa a segundo término, en beneficio de la invencién
fedtica u operativa... sa puede pasar de una historografia del
objeto, que abrumaba al protagonista, a una historografia del
sujeto que pone el acanto an la ineludible presencia del histo-
fiador, que admite la teorfa y las hipstesis, que abre paso a una
12acttud epistemoldgica sin {a cual toda posible ciencia no tendria
el menor sentido (pags. 22 ss.).
Parte de esas afirmaciones Castellan las aplica
lJapidariamente, sin demorarse en excepciones ni matices, a
Ja historiografia argentina. Si bien rescata un modus operand:
cemo el de Juan Agustin Garcia, del cual afirma que se
adelanté a Lucien Febvre en 20 afios, no reconace en cambio
ningtin legado del primero entre sus sucesores locales:
desde hace cincuenta afios la historiografia argentina no
avanzé un paso. Epistemoldgicamente quedé en cero y ne hizo
mas que reproducir, cerrimente, los humorés de encontradas
facciones politicas. Amigos y enemigos coincidian en un punto:
ane! revoltijo de papeles, todo era cuestion de saber donde
ponerse los puntos y las comas.*
En {o tocante a historia de la historiogratia argentina,
pueden advertirse algunos trabajos que, come en otros
asuntos mas adelante sefialados, relativizan la rotunda or-
fandad metodolégica imputada por Casiellan.
A través de diversas colaboraciones,® Hebe Clementi,
mientras se enfrenta con la técnica erudicionista —que en
pos de un conocimiento inmaculado excluye la raigambre
politica e ideolagica del analisis histérico—, muestra cémo
dicha raigambre se ha ido yuxtaponiendo en nyestea propia
historia junto a la misma exigencia de cientificidad. En esos
trabajos Clementi caracteriza ilustrativamente las vertientes
historiograficas argentinas, desde Mayo hasta llegar a las
manifestaciones mas recientes. Por anadidura, ellamisma se
ha valido de una clave plural y omnicomprensiva para en-
tender la gestacion de la sociedad americana.*
Armando Raul Bazan ha ganado cierta delantera en lo
que hace a la tarea de sisternatizar el material informativo y
hermenéutico sobre el pasado provincial. Ademas de su-
ministrar un abundante panorama de la historiograffa riojana
—centrado en la polarizacion liberalismo-revisionismo—,
Bazan ha extendido su enfoque ala produccion vinculada con
el resto del interior. En esia ultima direccién no sdlo ha
tomade en cuenta las iniciativas individuales (Joaquin Ca-
trillo, Groussac, Bernardo Frias, Nicanor Larrain y otros) sino
también los esfuerzos de corte institucional: universidades,
juntas de estudios histdricos, academias, etc.’
Menos afortunades resultaron los intentos de un Pérez
13Amuchastegui, quien trivializa en exceso la contrapasicién
ciudad-campafia, al tiempo que magnifica las diferencias
entre Buenos Aires y la Confederacion, entre Sarmiento y
Alberdi, El mismo autor, levantando el antejadizo emblema
de la pasién por encima del sentide comin, carga las tintas
contra el positivismo y el marxismo —en un momento en el
cual éstos eran oficialmente estigmatizados—, sin lograr una
percepcién clara de ellos, al punta de asignarle una honda
postura cientificista a José Manuel Estrada?
Acotadas incursiones se efectuaron por la historiogratia
relativa a distintas figutas o épocas. Asimismo, se ha partido
a veces de una actualizada impronta metodolagica para
acceder a casos singulares. Un vivo ejemplo de ello fue ef
doble abordaje que se hizo del pensamiento de Mariano
Moreno, siguiéndese criterios oriundos ya de la filosotia
analitica anglosajona, ya del andalisis sobre el discurso tal
como se practica hoy en la escuela francesa con bastante
preponderancia.*
No dicen en cambio nada novedose con respects a la
historiografia ochentista los trabajos que se han publicado
sobre el particular en la época circunscripta.'° Por el contraria,
deparan apreciables avances conceptuales sendos articulos
en torno a la problematica historiografica de los afos veinte
y sus afluentes doctrinarios."'
Aunque no resuten compartibles los presupuestaes te-
maticos y la misién que le adjudica Marcelo Montserrat al
historiador, su trabajo sobre “La apropiacisn ideoldgica en ta
historiogratia argentina reciente”,” moldeado en torno al
bagaje revisionista, exhibe una solidez documental y un nivel
de reflexidn mucho mas penetrante que el embate realizado
contra esa misma tendencia por parte de Tulio Halperin
Donghi, quien acusa una insuficiencia aun mayor en el
tratamiento de ia casecha historiografica perteneciente a los
tltimos tiempos,”
Ademas de] andlisis por periodos o corrientes, se han
explorado algunas ramas de la historia cuyos pertites no han
sido usualmente atendidos, tal como acontece con el ambita
eclesidstico y castrense.'* Un caso igualmente infrecuente ha
sido el de la exégesis sobre las tesis doctorales realizadas
en el extranjero; rubro éste que se vie beneficiado por el
examen emprendido por Celso Rodriguez da los materiales
pertinentes presentados en universidades norteamericanas
desde 1968 hasta comenzar la década encarada.'*
14En un simposio arganizado a principios del decenie, se
dieron cabida a varias ponencias sobte los estudias histo-
ricos en la Argentina cuyo contenido revela por una parte un
prolijo cuadro de situacion (Auza) y por otro una terminante
reticencia para apartarse de las versiones candénicas en
cuano al respective cote disciplinar (Aceveda).'®
Junto al abordaje sobre el sfatus quaestionis, tampoco
ha faltaco la preceptiva historiografica preocupada por fijarle
derroteres a nuestro quehacery a sus ejecutores personales.
Félix Luna observd distintos rasgos positivos en la labor
actual: cese del antagonismo entre liberales y revisionistas,
desaparicién de los “grandes popes” y del “macaneo histd-
rico”, apertura hacia nuevos temas como la inmigracién, lo
regional y la historia contemporaneéa, eclipse de la “historia
oticial” por el readvenimiento de la democracia, aumento de
las vocaciones y los encuentros profesionales, populariza-
cién de la historia y sus nuevos modes divulgatorios. Al
mismo liempo se denuncian diferentes limitaciones mate -
riales y tecnicas, asi como algunas actitudes perjudiciales
para el desarrollo de ios estucios. E! historiador debe con-
tribuir a resolver varias cuestiones tundamentales, v.gr., los
motivos por los cuales la democracia resulta vulnerable en la
Argentina, el proceso que produjo la centralizacién porteia
y la quiebra de la unidad nacional, o la manera en que el pais
se inscribi6 en un determinade esquema internacional de
poder. Una sagaz conclusidn nos plantea que, a diferencia
de otras latitudes, “aqui sa hace historia para contestar a las.
Preguntas que vuelta a vuelta se formula la cornunidad
nacional: de donde venimos, por qué somos como somes,
Por que nos pasa !o que nos pasa, en qué nos diferenciamos
de otros pueblos y, sobre todo, hacia dénde yarnos..."."
Cabe entonces mencionar, aunque sumarisimamente, la
ininterrumpida ensayistica relativa al ‘ser argentino, por las
vinculaciones que la misma guarda con el problema de la
conciencia histérica y nacional. A los antecedentes mas o
menos célebres con que cuenta dicha proviematica en
nuestro medic se han incorsorade diversos emprendimientos
gue pretenden introducir una cosis de transparencia entre
tania elucubracién —y sin sustraerse tampoco al sortilegio de
bosquejar solucionés pata un pais cuyas metas parecen
desencontradas a perpetuidad, Algunos trabajos apuntan
mas bien hacia un angulo integrative que permita superar las
16tensiones engendradas por los distintos componentes del
todo social y de la penetracién foranea, ya sea dirimiendo
tesponsabilidades ya sea tendiendo un manto de olvido
sobre el pasado. Ejio se ha efectuado, con muy distintos
grados de credulidad, retomando una tonica siempre
gravitante, a través de incontrastables apelaciones a los
resortes animicos o racionales de la personalidad comunita-
ria y en mucha menor medida mediante variables politicas y
econémicas qué coadyuven a establecer el diagnéstico y a
postular las salidas alternativas junto a un proyecto concomi-
tante de nacton."* Frente a esos intentos de variada orien-
tacién conciliatoria, todavia siquen oyéndose voces enar-
decidas para que se velen armas a fin de batirnos contra el
Anticristo y ios herejes de la nacionalidad, representados por
la partidocracia, el laicismo, la sinarquia y ef sionismo.'*
16il. OBRAS INTEGRALES
En esta seccion se darén cuenta de las publicaciones
eaglobantes y de aquellos trabajos cuyo contenido trasciende
cada una de las grandes épocas comentadas en los tres
uitimos capitulos.
El campo de la historiografia argentina se ha visto for-
talecido, en muy distintos grado, par una gama de revistas y
series que ora denotan una gran amplitud tematica ora
poseen un mayor grado de especializacion, trasuntando a su
vez diferentes mirajes doctrinarios y metodolégicos, Entre los
nuevos titulos que han salido por ese entonces con cierta
continuidad se encuentran las revistas Historia, dirigida por
Armando Pifeito Pacheco, América, editada en Santa Fe par
el Centro de Estudios Hispanoamericanos, el Soletin def
Instituto Historico de fa Ciudad de Buenos Aires, orientado
hacia la evolucién urbana y barrial, el Soletin de Historia, que
publica Fepai y privilegia el estudio de las ideas, y dos
innovadores vocaros bonaerenses: los Cuadernos de His-
toria Regional (Universidad Nacional de Lujan) y ef Anuario
iEHS (Universidad del Centro de la Provincia de Buenos
Aires). También han surgido en los afios '80 algunas ex-
presiones que reflejan un alcance pluridisciplinario y de
mayor diversificacién tematica, como Ideas en Ciencias
Sociales (Universidad de Belgrano), La Ciudad Futura (Club
Socialista), Cuadernos dal Sur (6rgano argentino-mexicano
de izquierda independiente).
En lo que atafe a colecciones y series periddicas sobre
el pasado nacional se destacaron como grandes novedades
las tres que lanzé el Centro Editor bajo la direccidn de Oscar
Troncoso: “La vida de nuestro pueblo", “Biblioteca Politica
Argentina” y “Conflicto y procesos de la historia argentina
contemporanea”. La editorial Hyspamérica inauguré la cau-
17dalosa coleccidn “Biblioteca Argentina de Historia y Politica’,
compuesta fundamentalmente por reedicionés de obras cla-
sicas por reediciones de obras clasicas y modernas, al igual
que la serie Nuesiro Siglo —profusamente ilustrada y en-
caminada al estudio de la Argentina entre 1880 y 1983— bajo
la responsabilidad de Maria Saenz Quesada y Félix Luna.
Este ultime no sdlo fue completande su ¢oleccién “Memorial
de ta Patria” sino que ademas encabez6 una importante obra
colectiva, “Conflictos y armonias en la historia argentina’.
para la Editonal de Belgrano, donde también Carlos Floria
dirigiera la coleccién “Estudios Politicos”. Entre tanto, Luis
Alberto Romero se hizo cargo en Sudamericana de una
nuéva coleccién titulada “Historia y cuhura”’, mientras que
hicieron otro tanto Rogelio Garcia Lupo en Legasa (“Nueva
informacion’) y Oscar Teran en Puntosur (“La ideologia ar-
gentina’).
Centinuaren cosechando nuevos frutos algunas colec-
ciones preexistentes como “Patagonia” (Marymar), “Dimen-
sién Argentina” (Solar) y “Temas Argentinos” (Pius Ultra},
réspectivamente dirigidas por Néstor Auza, Gregorio
Weinberg, José Isaacson y Armando Pineiro, quien coordind
a su vez la serie de libros Hurnanismo y Terror dé Depalma.
En Plus Ultra también se fa engrosado la dispar coleccion
“Nuestras Provincias”, faltando cubrir sobre todo algunos
estades australes.
Al revisar las obras mds abarcantes nos sale al cruce e}
libro de David Rock Argentina 1915-1987 (Madrid, 1988}. Las
historias generales presentan un grave problema a esta altura
de la investigacion histérica y de la percepcicn de los pro-
blemas que genera e| imaginario social. No hay manera de no
profundizar en esta complejidad leyendo el libro de Rock. No
es que haya errade en la periodizacisn, o en la bibliografia
ampliatona que cita an cada caso, y hasta en la descripcidn
de los hechos que acomete sin solucion de continuidad. Pero
és que la prequnta acerca del sentido de una historia se-
mejante va penatrande por todos los poros y frente a cada
encrucijada, hasta provocar un intimo fastidio y aburrimiento.
Uno recuerda las buenas historias generales de la historia
nerteamericana, por ejemplo, y el sentido revelador que se va
desplegando conforme a la clave elegida a lo largo de todo
el acaecer. Olas buenas historias generales argentinas, todas
incempletas, todas defectuesas, pero da algun alcance
18cautivanie y expreso, que aqui en ningun momento surge.
Algo igual sucedia con su libro anterior sobre el radicatismo,
donde ese proceso politico social de tanta significacion para
la formacién ideclégica de la Argentina modema aparecia
estigmatizado frente a un diseno simplista que hacia del
fradicalismo el remedo de una reaccién ambiqua y retardat aria,
Esta nueva obra mds parece un alarde de conocimiento
ordenado en casilleros estancos que un trabajo elaborado
segun el buen métier del historiador, que debe poder ca-
raclerizar peculiaridades y permitir la comprensién del pro-
ceso bajo analisis. Una especie de Grosso confuso y que
ademas deja un hueco insustituible por no haberse referido
al desarrollo cultural de un pais con tanta levadura ad hoc.
No menos controvertibles pero provistas de mayor
carnadura resultan otros trabajos que, desde ideologias
opuestas, parten de un punto cronslogico semejante. Asi
tenemos una version de izquierda mas cerrada en el Corn-
pendio de hisioria argentina desde fa colonia hasta 194F° a
otra de caracter heterodoxo por Eugenio Gastiazoro.*' Por su
parte, el revisionisme se hizo presente a través de Julio
lrazusta” que tomo desde un exaltado descubrimiento es-
pafel hasta la caida de Peron, enfatizando la politica exterior
como la verdadera politica, el abyecta dominio britanico y el
terrorismo unitario iniciado por Rivadavia... También puede
citarse una propuesta con inflexiones social-cristianas*®? y
otras de corte preponderantemente didactica.**
Menos ambiciosas temporalmente, otras entregas
arrancan sus andlisis de 1810, brindando un apreciable grado
de originalidad an él planteamiente de ias cuestiones.™ En
cambio, algunos trabajos que sdle se remontan hasta 1880
no logran exceder el plano de la vulgarizacién, como es el
caso de la obra de David Crawley o del libro aun mas
elemental de Floria y Garcfa Belsunce”, quienes prosiguen
la linea interpretativa de explicar los pracesos en una direc-
cién unilateral —desde la cupulas al pueblo— y prescinden
de diferentes Juerzas de izquierda que irrumpieron durante el
lapso por ellos enfocado. Por lo contratio, ef producto es-
quematicamente ferjado por Antonio Brailovsky permite
suscitar una intensa polémica por las hipdtesis comparativas
que aparecen en él.?’ Concentrandose también en la ultima
centuria, Alain Rouquié ha preporcionado una criteriosa
sintesis de sus investigaciones previas en fatreduccidn a la
Argentina (1987).
19La historia econémica sa ha hecho con diversos apor-
tes aplicados a distintas épocas y latitudes. Encontramos
asi un esfuerzo de teno periodistico por explicitar un vasto
ciclo histético,24 al tiempo que Mario Rappaport reunié tras-
cendentes colaboraciones que se extiendan desde el siglo
XVi hasta 1955.29 Mientras Aldo Ferrer planted una serie
de paralelismos entre el modelo econdmico ochentista y la
politica de Martinez de Hoz,29Guido di Tella y D.C. Platt
compilaron un volumen para el periode 1880-1946, dande
Raul Prebisch hace prevalecer su talento y su misma expe-
riencia en af tema.3! Otros trabajos mas acotados giran en
tornd a los antecedentes cramatisticos del Estado argenti-
no,3? o a los debates sabre depreciaciones monetarias?} o
la creciente gravitacién del grupo Bunge y Born.*4 Roberto
Gortés Conde, en su Dinero, deuda y crisis (1989), reinsta-
Io en el tema financiere la critica situacion argentina de la ul-
tima década dal siglo pasado, ai igual que la actual crisis
qua soperta la Argentina, reconstruyendo minuciosamente
los antretelones de las medidas que no pudo manejar el go-
bierno, para quedar abierta la via de refiexién sobre nuestra
situacion presente vinculada a abusos, errores e intentos
que gravan nuestra historia. Otra realidad subestante, que
perdura y debe integrar nuestro encuadre histérico, se insi-
nia en el libro de Rail Garcia Heras Automotores nortea-
mericanos, caminas y modernizacion urbana en ja Argenti-
na(1918-1939), donde se puntualiza el disefio de un cambio
transformacional que adviene con la sustitucidn dei ferroca-
rril por el camién y ta incidencia de la industria y los capita-
les estadounidenses en esa misma medida.
La historia de os movimnientos partidarios sa ha enri-
quecido notablemente con el transito a la democracia, es-
pecialmente en lo que atafie a cada una de las tantas va-
riables politicas que se han sucedido en nuestra vida civil.
As/ contamos hoy con multiplicidad de trabajos sobre las di-
ferentes fracciones, nacionales o provinciales, que han
emergido en una y otra circunstancia histdrica. Entre asos
contribuyentes se halla un breviario de Félix Luna Fuerzas
hegemsénicas y partidos politicos (1988), el cual, comen-
zando desde la Organizacién Nacional hasta llegar al pre-
sente, procura justipreciar la diversa magnitud que han os-
tentado los elementos censervadores, radicalas y peronistas,
tanto en las instancias democratizadoras del pais como ante
20sus andariveles autoritarios. Otra obra de largo aicance ha
investigado {a posibilidad de combinar dos térrninos que no
siempre los hace figurar mancomunadamente: la vertiente
popular y la salida democratica.*
Con referencia a la marcha del socialismo argentino
puede consultarse una obra pdstuma de José Ratzer® —
adversa a la socialdemocracia— y el atractivo panorama
sobre una agrupacién de dilatada trayectoria local: panorama
que lamentablemente no pudo ser depurade mediante la
compulsa del vocero fundamental de la organizacién.*? En
cuanto al desarrollo del cemunismo argentino han aparecido
un numero ad hes de Todo es Historia (250, abril 1988) y un
entoque critico sobre las Ultimas décadas a cargo de Fernan-
do Nadra: La religidn de ios ateos (1989). La clase obrera,
junto a sus organizaciones gremiales y a su incidencia poii-
tica, est4 siendo analizada meticulosamente desde sus ori-
genes por un reconocide espesialista en el género: Julio
Godio,*
Un catedratice de relieve, Carlos Escudd, presenté un
desopilante desmenuzamiente de las deformaciones nacio-
nalistas a través de los textos ascolares de historia y geo-
gratia.?* Aceriado en lo esencial, al eperar come corrector de
falacias y desmesuras, estamos ante la punta del iceberg de
una concepeidn acritica de la educacian argentina, como le
prueba ésa misma indagacién sobre él universo de 77 textos
y 8 indices correspondientes que cubren los afios 1879 a
1986. Con ello se esta sefialando un provechoso camino a
ransitar y que tiene fuertes connotaciones socio-culturales.
En e] libro Les Nacionalisias, de Maria Inés Barbero y
Fernando Devoto, el solo aporte documental que acompaia
senala la percepcién del fandmeno y el cuidado de sus
matices: precursores, nacionalismo y orden, nacionalismo de
élite, el otro nacionalismo, la revolucién del ‘30. Las indica-
ciones $0n optimas y estimula la sensacian de esiarse ante
una acabada presentacion del tema sin disquisiciones
contusionistas. Actualmenta ambos autores trabajan en el
tema de la inmigracién y cabe destacar la produccion de
material novedoso e investigacién de primer nivel.
Algunos sectores socialmente discriminados fueron
oxpuestos en sendos libros norleamericanos: mientras que
George Reid Andrews encaré el status de los negros por-
lefios durante todo el siglo XIX, cuestionando la tesis sobre
sy abrupta declinacion, Marifran Carlson registra y juzga la
21intervencidn de la mujer en la sociedad argentina desde sus
prolegémenos coloniales hasta la década de 1950.*°
En el orden de las refaciones externas se destaca un
pequeno Ibro sobre la politica rioplatense en la materia
desde los precedentes coloniales hasta 1976, con un capitulo
de esmerada sintesis bibliografica,’ asi como trabajos rela-
tivos a la historia integral de las islas Malvinas junto a otros
enclaves australes,* o concermientes a los vinculos entre
Argentina con la Unidn Soviética y los Estados Unidos.”
Aspectos mas Cireunscriptos diacrénicamente fueron aque-
ils ligados a los diversos tipos de contactas hispano-argen-
tinos enlos sigios XIX o XX“ y a las posiciones oficiales frente
al continente antartico.* En este apartado corresponde
distiguir los examenes y los contundentes sefalamientos
efectuades por Carlos Escudé a la diplomacia nacional.**
La produccion relacionada a la historia militar también
cuenta con algunos referentes considerables. Entre los tra-
bajos que arriesgan una mayor dosis de conjeturas existen
dos versiones relativamente enfrentadas: mientras una in-
siste en las pérdidas territoriales que habria sufrido la Ar-
gentina, fa otra sostiene que la extensién actual de ese pais
fue conquistada paltno a palmo y desde cero alos espafioles
y al “salvaje”?
La fuerza naval es quizds la que ha reunido mas be-
neficios bibliagraticos, especialmente por la obra monumen-
tal que, planeada en 10 tomos, comenzo a publicarse hacia
1982 bajo la direccién del Clmte. Laurio Destefani*® Otros
rubros contemplan una provechosa aunque desarticulada
revision de la artilleria argentina, una exaltacién de la ae-
ronautica a través de sus cistintes modefos de aviones ¥ un
interesante relate sobre la evolucién carcelatia portefa.*?
Recordames por dhima que Miguel Angel Scenna escribid
una de fas pocas historias generales (1806-1976) de las
fuerzas armadas en sus veitaradas inserciones dentro del
apatato politico (Los militares, 1980).
En punto a a historia eclesiastica y religiosa, ademas da
aparecer el ultimo volumen (1881-1900) con que Cayetano
Bruno cierra su prolongado ciclo sabre et particular, se han
publicaco biografias relativas a varios dominicos de distintos
perfodos y un balance de la iglesia evangelica.®?
La historia regionaino ha sido objeto de tratamientos que
exedan comunmente los aleatorios limites provinciales. Gon
todo, Armando Bazan ha iniciade un estudio donde se
22enfatiza el protagonismo del interior frente al encuadre
portefio céntrico—, priorizando ei Noroeste como “verdadera
matriz politico-social de la Argentina”. Bazan parte de los
asentamientes prehispanicos y desmitifica la documentacién
espafiola sobre las guerras calchaquies.*"
Otras obras abordaron la historia nortena con un sentido
lineal y compartimentado, en base a episadios oficiales o
sucesiones gubernativas.*? Emilio Bidondo ha forjado un
cuadro mas complejo y supraprovincial, donde tambien
aparecen los distintos sectores sociales y econdmicos en
juego, aunque privilegiando la etapa colonial y decimondnica
muy por encima del siglo XX.°*
En los estudios cuyanos, si bien no se ha superado
netamente las tradicionales versiones de ia narrativa histd-
tica.™ han surgido trabajos mas alentadores tante desde su
factura tedérica cuando a la érbita tematica en si5*
Para una amplha zona del area patagénica, el arquitecto
y socidlogo César Vapnarsky ha realizado una faena impe-
cable y modélica, una importante contribucion
multidisciplinaria, con cenida interpretacion de
asentamientos, produccién, poblacién, vinculacién a través
de comunicaciones, comercializacion, educacion, etc., en la
necesidad de superar cuantiosas limitaciones geograficas **
Esa busqueda de las respuestas que se han dado los
hombres a través del tiempo hacen que rezuma historia este
relevamiento, cuya realizacién se debe al apoyo de varias
fundacicnes e instituciones educativas en un ejemplo de
solidaridad intelectual.
Mientras Solari Yrigoyan apelé a figuras como las de
Hipdlito Yrigoyen y Ricardo Rojas en sus Testimonios aus-
trales {1988}, Horacio Lafuente publicd una colorida y
polifacética historia de Santa Cruz (La regién de los Césares,
1981), al tiempo que Arnoldo Canclini reconstruyé el desa-
rrollo fueguino a partir de “pequefias historias” y evitando los
encuacramientos magistrales.*”
En cuanto al ambito litoralefio, Oscar Urquiza Almendoz
dio a conocer primero una util Histeria ecandmica y social de
Entre Rios (1600-1954) (Resario,1980), pero su posterior
zaga sobre Concepcién del Uruguay*? no aporta nada nuevo
al actual enfoque de la historia urbana, por estar perfilada en
funcién de los personajes politicos lugarefios. Entoques
mucho mas profundos en este mismo tépico fueron ofrecides
por James Scobie y Samuel Baily en su antologia Secondary
23Cities in Argentina. The Sacial History of Corrientes, Salia &
Mendoza (Stanford, 1988}, donda también se muestra un
nivel de analisis mas ato que la edicién colectiva organizada
por Miguel de Marco con relacién a Rosario (1989).
Varios trabajos representativos se han ocupado del
dominio bonaerense: Richard Walter ha examinado con agu-
deza los vaivenes electorales acaecidos entre la Ley Sdenz
Pena y la Revolucion de 1943.** Otros estudias prefireron
abordar las reformas constitucionales an un lapso mas
prolongado® o se inclinaron por un espacio gsografica
circunscripte con su epicentro en Bahia Blanca.*' El cente-
nario de la jundacién de distintas ciudades bonaerenses dio
lugar a fa publicacién de diferentes homenajes: antra los que
mas réalce tuvieron sé encuentran aquellos dedicados a
conmemorar la capitalizacién de la provincia.
Bajo idénticas condiciones politicas, la segunda funda-
cién de la ciudad de Buenos Aires se reflejé a través de un
sinnumero de ediciones dentro y fuera del pais patrocinadas
por organisms nacionales, municipales, acadéemicos 0 pri-
vados. Mas tarde, se darian a conocer otros trabajos alejados
de los testejos y entrevetades con el terna det traslado de la
capital.** Una obra, én la que intervinieron 42 autores bajo la
direccion de Jasé Luis Romero y Luis Alberta Romero, cubrio
la historia de esa metrépoli “puerta de la tierra” y “sefiora dal
Plata”. Quizd4 deba ser considerada como una muestra elo-
cuente, hidalgatambién, de nuestra cultura en el sentide mas
amplio. No sélo por las colaboraciones de alta espectaliza-
cién sind por la coherencia con e] enfoque de la vida socio-
cultural e institucional, sin descuidar al carnbio social, las
incorporaciones de un pueblo-ciudad de cara al avance
técnice e industrial, la presencia inmigrante, la incidencia de
la conliguracion geografica, etc. Es, come pura novedad, un
trabajo de historia permanente, de cara al futuro, con
consciente referencia constante a un pasado que marca
pertenencias y esperanzas. El mérito de Romera hijo, que
ayudé con su labor fina y exigente ai perfil de este trabajo
medutar, consistié en una tarea de inteligencia y amor,
mientras su padre tuvo ocasién de aplicar sus enjundiosas
categorizaciones sobre el desarrollo urbano en Europa y
América Latina.
La historia de la cultura, en su acepcidn clasica, tuvo dos
diracciones primerdiales: educacion y pensamiento. En el
24primer caso hubo aportaciones de diversos sectores, laicos
y religiosos, pro-estatales y partidarios del privatismo o de la
Wamada libertad de ensehanza, que enfilaron sus
disquisiciones hacia el sistema educativo general, hacia la
instruccién elemental o hacia distintos aspectos de tos estu-
dios mas avanzados, apelando para ello a variantes descrip-
tivas, generacionales y estadisticas.* Como suele ocurtir
también en historia de las ideas, el abordaje, salvo muy
contadas excepciones, fue encarada can prescindencia de la
estructura secio-econémica.
Con motive de ta realizacion dal || Congreso Pedagd-
gico, la doctora Adriana Puiggrés dedicéd una serie de
medulosas reflexiones a ese encuentro junto al de su ante-
cesor decimonénico,* mientras que actualmente se halla
abocada a elaborar una imprescindible obra de magno
aliento sobre histeria da la educacion argentina.
En La Reforma Universitaria 1918-1988 arranca la in-
troduccién al tema con palabras pioneras que algunos jé-
venes universitarios vertieron en Cordoba hace 70 afios a
través del manifiesto liminar. La cuestién fue tratada por
destacados panelistas extranjeros y argentinos. Las propues-
jas tuvieron como norte debatir la renovacién de la univer-
sidad enfrentada a los desafios dei siglo XXl. Hubo quiza
demasiada armonia en los enfoques, fruto de una tearica
adhesién principista, sin que se abordara la paraddjica
disparidad que la practica esta mostrando desde 1918, pero
esta reparo no dasestima la oportunidad y utilidad del en-
cuentro, respaldado por la Fundacion Ebert. De todos modos,
la universidad sera para Latincamérica la clave de su
transformacian, como antes y por mucho tiempo.
La principal renovacién metodolégica dentro det [abil
terreno que transita la historia del pensarniento vino por ef
lado de Arturo Andrés Roig y su equipo de investigadores
mendocinos. Sin embargo, dada que ellos se han volcado
acertadamente a sobrepasar los limites habituales del pen-
samiento puramente nacional para analizar otras manifes-
taciones latinoamericanas, escapan al presente encuadre
argentinista.*’ Al igual que otros trabajos que se abren a las
ideas latinoamericanas en su conjunto, tampoco se incluye
aqui la produccién de ‘Horacio Cerutti Guldberg, el cual
también ha derivado sus indagaciones hacia una perspectiva
mas continental, no sdlo en aj estudio de casos particulares
sino adamas en una fecunda busqueda epistemoldgica.
25Entre las obras de mayor extension cronoldgica que han
visto la luz durante el decenio comentado figuran los libros
de Luis Farré y Cetina Lértora La fifosofia en la Argentina y
de Fermin Chavez La recupéracion de fa conciencia nacional.
Ambos libros, publicados hacia 1983, parten de los tiempos
coloniales, aunque el primero accede a la actualidad y el otro
se detiene en 1945,."¢
Asimistno, estan los estudios monograticos en torne a
determinadas pensadores y figuras de relieve politico o
cultural, que a veces incluyen textos pertenecientes al autor
tratado, Entre ellos se destaca un libro de Adeimo
Montenegro sobre Sau! Taborda (1984), fértil meditador es-
casamente enfocado, También tenemos a un sugestivo
trabajo sobre un escritor como Galvez que conforma el
pensamiente nacionalista, apoya el revisionisme histdrico y
rosista, redescubre a Yrigoyen tras mas de una década de
escarnio anti-radical y vuelca su prestigio hacia la conside-
racion del primer peronismo que asocia a la filiacion de los
primeros afos del fascismo italiano; todo lo cual la autora
interpreta desde una Optica politica diversa pero apreciativa
de fogros y deméritos,"*
Un motive auspicioso lo constituyd la aparicion de la obra
dedicada por Juan Carlos Torchia Estrada a esa singular
personalidad que fue don Alejandro Korn (México, 1986), af
cual resulta expuesto atinadamente desde sus preocupa-
ciones lanio tedricas como sociales, examinandose a fondo.
la gneseologia y las ideas sobre la libertad enunciadas por
él fildsofo platense. Como significative aditamento, se aborda
alli la incidencia que tuvo el pensamienta de Kom en la
produccién del pais y el extranjero.
En este corte de mas larga duracién, quedan por
mencionar otras esferas de nuestra cultura que han sido
indagadas con diferente rigor, Mientras que muy pocos tra-
bajos se han ocupado por establecar una apreciacién
conjuntiva del fenomenc cultural a través del tiernpo,’? una
abrumadora mayoria ha optado por referirse a cyestiones
estéticas, lingiisticas o costumbristas manitiestamente
delimitables.”"
Por iiltimo, la constante golpista y la inestabilidad de las
instituciones argentinas dio lugar a una sugestiva literatura
donde se replantea la impertancia de los derechos humanos
y las limites del poder, en relacién con les antecedentes del
26caso, las factibilidades actuales y las perspectivas para el
mafiana: Ricardo Rodriguez Molas Historia de fa tortura y al
orden represiva en la Argentina, Jorge Vanossi La consiitu-
cidn nacional y Jos derechos humanos, Antonio Castagno Las
derechos humanoes en fa Argentina, D. Pérez Guilhou et al.
Alribuciones def presidente argentino y Attibuciones del
Congreso argentino, entre muchos otros, tal como ocurriera
tambiéa con la nutrida documentacién sobre violacién de los
derechos humanas en dicho pais que divulgd las Naciones
Unidas y la OFA, asi como las denuncias registradas en la
obra Nunca mas —piezas éstas todas traducidas a diferentes
idiomas.
e7lil, EL REGIMEN COLONIAL
Dos perspectivas sobresalen en la produccién acerca det ci-
clo hegeménico hispano. Por un lado, la vertiante tradicional
se inclina hacia la historia juridica, gubernamental y ecle-
sidstica, mientras que la otra modalidad, mas innovadora-
mente, tiende a concentrarse en los aspectos ecandmicos y
sociales. El estudie de los factores damograficos y urbanos
constituye una linea convergente para ambas tendencias,
En menor medida a lo que ocurre con los periodos
testantes —aunque con igual solidez— se destacan distin-
tes enfoques y abordajes provenientes del extranjero, Cier-
tas fastuosidades, como las que produjo la celebracién de
los centenarios de la segunda fundaciédn de Buenos Aires
y luago las visperas del descubrimiente espaol de Améri-
ca, incentivaron la produccién pertinente, dando lugar a
ediciones especiales, series y colecciones ad hoc. Mien-
tras tanto, s¢ ha mitigaco la clasica disputa entre hispand-
filos y objetores de la empresa ibérica, reconociéndose al-
gunas limitaciones en la forma en que se habia encarado
la cuestion; aunque el alcance extratedrico que también
posee dicha puja hace que la misma se encuentre en un
estado de latencia permanente.
Entre los trabajos mds snglobantes, nos hallamos con un
breve pero inusual intsnto para organizar conceptualmen-
te al tratamianto del lapso én cuestién y con nuevas apor-
taciones de auxilio a la investigacién, como los repertorios
sobre clérigos portefios y sobre los primeros francisca-
nos, al igual que la publicacién de células establecidas
por la corona. La diversidad tematica se ha reflejado
sobre todo a través de los asfuerzos en conjunto. Algu-
nas indagaciones arqueolégicas y la historia de la ar-
quitectura muy en particular han producide destaca-
das contribuciones. La explotacién de la yarba mate
28y su dilatado circuito de comercializacion ha sido objeto de
una obra enjundiosay de largo aliento escrita por Juan Carlos
Garavaglia. También cabe mencionar el tratamiento que, con
abundante aparato erudito, se ha efectuado de las islas
Malvinas durante el predominio hispanico. Otros textos se ha
basade en los siguientes tépicos: la “obra civilizadora’y
evangelista de Espaiia, las lecciones juridicas impartidas en
la universidad cordobesa que dictaron los jesuitas y la orden
franciscana, los nosacemios bonaerenses, las peripecias que
tuvieron lugar en las aguas del Plata.
En cuante a la etapa de las primeras exploraciones y
asentamieftos, corresponde distinguir un trabajo en el cual
viene a fortificarse las propuestas sobre el descubrimianto del
Plata por parte de Vespucio, asi come la edicion bilingue de
la travesia emprendida por dicha cuenca fluvial a cargo de
Ulrico Schmidei, junto con la crénica detallada de ese re-
corride. Otra provechosa entrega es la que alude en forma
figurativa a los vaivenes por los cuales atraves6 al fuarte del
Santo Espiritu, Mientras que por un lade subsisten los in-
tentos por atribuirle una imagen mesidnica a la figura de los
conquistadores —casos Garay o Hemandarias—, por otro ha
vuelto a ifsinuarse con mayores fundamentos pero de un
modo igualmente taxativo la prédica sobre ef despojo y el
latrocinio que aquellos habrian cometido. Tenemos también
el frondoso estudio sobre la distribucion de solares a panir de
la fundacién de ia capital cardobesa; estudio en el cual, junto
al cambio de los propietarios, puede advertirse el crecimiento
progresivo de la misma ciudad. La indagatoria acerca de la
labor misionéra de los jasuitas en Itati constituye uno de los
indieadores mas nevedeses para este apartade.”*
Con relacién mas circunscripta al siglo XVII, se han dado
a luz, entre otras fuentes, una serie de actas capitulares
cotrespondientes a la ciudad de San Luis, una ilustrativa
historia del Buenos Aires de entonces con su poblacién y sus
servicios, un valioso panorama sobre la instilucién de la dote
——sus proyecciones temporales y sus multiples raices juri-
dicas— y un andlisis monografica en torno al comercia
clandestino que se extendié hasta el ambito peruano. Aqui
también descuella el examen de la actividad jesuitica en lo
atingente a su conexién con al trabajo agricola y sus dite-
renciaciones ante el que éra impulsado por otros sectores
laicos ligados a la produccién.”*
Accediendo al complejo devenir dieciochesco, sefiala-
29mos tres libros que, desde una dptica tradicionalista, se han
ocupade de distintas cuastiones anteriores a la creacién del
virreinato: la investigacion en archives peninsulares sobre los
planes vizcainos para emular el trafico andaluz con Buenos
Aires y la oposicién que ello generé entre los porteiios; el
docutmentado relata sobre una extinguida reduccion que
afectd a los indios pampas; la biografia integral de un sa-
cerdcte suizo y su prolongado desempeno enire los
chiquitanos. A ello puede afiadirsele la edicidn de una obra
de| influyente Padre Maziel cuya tematica se conecta con
este periodo.’”*
Se hallan centradas en tacetas posteriores a 1776 la
obra que da meritoria cuenta de la economia correntina y
nordoriental, los yolamenes que versan sobre Buenos Aires
con su vida doméstica y sus regentes, los trabajos acerca ce
las formas productivas y el desarrallo pecuario, o les esfuer-
zos por integrar a la Patagonia en el virreinato rioplatense.
Las palmas doradas pueden aqui ofrendarsele a Susan
Socolow por su ejemplar intento en desmenuzar al
funcionarato portefio junto a la estratificacién social de la
urbe.”
Mas ligados a la historia cultural y del pensarmiento, se
han difundido otros testimonies de mayor 9 menor impor-
tancia y en los cuales se perfilan distintos rasgos de la
atmésfera ilustrada en ciernes. Entre ellos, la publicacion y
el andlisis de cursos filosdficos manuscritos, el viaje de
estudios de Belgrano por Espana, los dictamenes de un tiscat
que reflejan los mas variados asuntos y tipos humanos, la
“hetercdoxia” del Dean Funes, asi como una apreciacion
sumamente esclarecedora sobre el iluminismo platense pero
que no tomé en cuenta las contribuciones aqui citadas.””
Se refieren en cambie a una mentalidad mas conser-
vadora y ortodoxa la biografia sobre Azamor y Ramirez, junto
alacual puede ubicarse a una obra de Bruno de Rivarola que
se ha divulgado por vez primera y donde se defiende no sdlo
a la potestad absoluta del monarca —como era habitual—
sino tarnbién a un espiritu de cruzada no menos terminante,?*
Entre lo mas sugestive que ha aparecide acerca del
periodo preindependiente se encuentra la recreacién dal
climax que se vivid durante las invasiones britanicas tal como
fue trasuntado con finos recursos literarios por Alberto Salas
en su Diario de Buenos Aires (1981). |gualmente
gratificadoras resultan las narraciones imaginarias que
30efectuaron Antonio Braifovsky sobre las miseras condiciones
de existencia en un lugar como Potosi a principios del siglo
XIX (Tiempo de opresién, 1986) y Antonio di Benedetto en
tomo a las expectativas que le desperté a un funcionario de
la corona su traslado a Buenos Aires desde otro virreinato
(Zama, 1984).
Dentro de la literatura propiamente historiogratica y re-
lativa a las persenalidades individuales del momento, pueden
distinguirse el trabajo de Bernardo Lozier Almazan sobre
Liniers y su tiempo (1989) y ei de Edmundo Heredia Cuando
Sarratea se hizo revolucionario (1986), donde se examina la
actividad de este ultimo como comerciante y algunas facetas
practicamente ignoradas de sus tratativas con la metrépoli
espafola.
Al revisar los aspectos bibliograficos que requieren mas
desarrollos ulteriores dentro del ciclo colonial, nos enfren-
tamos con serias, carencias en materia de historia cultural,
especialmente en lo que atafle a educacidn, filosotia y
ciencias. De todas maneras, resulta bastante abrumadora la
diferencia cuantitativa —y a veces de calidad— en la pro-
duccién dedicada a esta época respecto de las etapas
posteriores del desenvoivimiento argentino, a cuyo analisis
sé ha volcado la mas amplia mayoria de los estudios ad hoc,
pese a que las mismas insumen una temporalidad
sustancialmente menor.
HvHistoriografia
Argentina :
La década de 1980
Hugo Biagini, Hebe Clementi
y Marili Bou
Apéndice por Norma Sanchez
Editores de América LatinaINTRODUCCION
Dicho muy esquematicamente, dos actitudes esenciales se
disputan el cetro historiografico argentino y sin que las mis-
mas puedan por cierte desligarse de los avatares politicos y
culturales del momento, cuyo conocimiento damos por
descontado.
Una de esas actitudes se solaza en la esterilizante
disecacién del pasado. Excluyéndose al contexto ideolagico
y pragmatico, la tarea dilucidatoria es concebida en un plano
de neutralidad axiolégica donde el material se aborda a
través de relatos y expedientes descriptivos. El historiader
termina resultando asi un testigo imperturbable de los sinsa-
bores comunitarios y las cabriolas institucionales —trente a
las cuales a veces se ha depuesto con absoluta facilidad la
mentada prescindencia valorativa para entrar en complicidad
con ellas ¥ oblener una sustanciosa tajada. Esta linea tiende
a presuponer la sociedad como si se tratara de un todo
homogéneo y desalienantemente estructurado.
Por otro lado, |a variante pyoblematizadora intenta ex-
traer derivaciones de las circunstancias pretéritas qué per-
tmiten satisfacer, consecuente y primordialmente, las exigen-
cias del medic latinoamericano, el cual es vivido come una
continua frustracién. Apunta ademas a conjugar el especia-
lisme con la versatilidad, el espiritu de sintesis con el analisis
pormenorizado, lo empirice con lo ideatorio. Recurre a la
interdisciplina y alos estudios comparados, buceando en la
literatura mundial para moldearla criticamente a las caracte-
risticas endégenas. A la vez que asurne las condiciona-
mientos sociales del saber, replantea también la importancia
dal método y los modelos epistemolégicos. Va despuntando
un tipo de historiador que observa ej pasado sin apartar la
mirada de las gravitantes implicancias de su tiermpo y sin
7dejar por ello de imprimirle ciantificidad a la indagacion,
mas alla de santificaciones y demonclogias, de acadermi-
cismos y barricadas.
Si bien durante el lapso estudiado (1980-1989) dismi-
nuyé considerablemente la produccién editorial argentina
—afectada por las creciontes postraciones econémicas—,
en relacién con el empinado florecimiente que experimentd
dicha industria a lo iargo da la centuria, continué ne obstan-
te exhibiéndose un numero tan caudaloso de publicacionas
que al mismo entorpece fa estimacién precisa y equitativa
hasta en un sentide puramente global. Por otra parte, des-
de la transicién damocratica, que absorbid los ultimos seis
afios de la década acotada, ha subido sensiblemente a!
monto de trabajos concernientes a cisncias sociales y al fe-
némeno politico, haciendo eclosién una gran variedad de
temas, junto a les autores respectivos, que habian perma-
nacido silanciades desde el golpe de 1976. Ademas, tam-
bién deben tenerse en cuenta a relavantes contribuciones
que se han efectuado fuera de nuestras fronteras.
Por ende, para viabilizar ol encuadre, darames priori-
dad en nuestra seleccion a las fuentes de mayor aliento
que, sin ser reediciones, adoptan la forma del libro; con la
principal excepcién de les mas infrecuantes trabajos que in-
cursionan por el derrotero de la historiografia como tal o
que, como en las dos partes finales, constituyen provecho-
sas piezas de referencia para el trabajo de investigacién.
Entre las diversas modalidades posibles, ol procadimiento
que se ha sequido encara una sarié de obras que retinen la
mayor especificidad con relacidn a ia tematica fundamental-
mente argentina, sin por ello omitir algunos trabajos espo-
radicos sobre teoria general de la historia que se han dado
a conocer durante el lapso an cuestién. Tras referimnos a la
produccién que posee un caracter mas abarcativo, se desa-
rollan los materiales atendiendo a jas grandes épocas por
ellos comprendicos. Aunque se ha procurado ofrecer un
corpus satisfactorio a nivel intelectual, a calidad de los da-
tos no as siempre pareja, pues a veces se opté por incluir
algunos textos que representan tipicos disvalores historio-
graticos o por el simple hecho de que aluden a aspectos
poco o nada tratados y cuya explicitacién pueden rasuttar
de utilidad para al lector no del todo especializade.En esta ocasién soslayaremos los trabajos concernien-
tes al mundo autéctono preibérico. Ello no implica sostaner
ningun parti-pris adverso a las remetas culturas aborigenes,
ninguna adhesién a Jas tesis coercitivas de los espacias va-
cios y dasérticos, ni tampoco refrendar el discurse sojuz-
gante qua apela a conrotaciones tales come las de los “na-
turales”, “infielas” u otras denotaciones que subrayan la al-
teridad de lo vernaculo; preconceptos analogables alos que
en tiempos actuales empleaban fos gobiernos autecraticos
para descalificar al pueblo latinoamericana —como cuando
la reciente dictadura chilena tildd de “humancides” a los
miembros de la oposicidn...
Sélo se trata da reconocer que en detinitiva la socie-
dad argentina se tue plasmando originariamente através de
esa dispar amalgama reflejada por el entrantamiento y la
asimilaci6n de ambos componentes: el indigena y el hispa-
no. De lo contrario, también habria que rastrear los ances-
tros peninsulares de los mismos colonizadores y asi al inti-
hito hasta toparse casi con les primeros antropoides...
Sin embargo, no puede dejar de mencianarse 6n for-
ma incidental a un fibro como el de Giancarlo Puppo,1 don-
de justamente se dernuestra la importancia y riqueza de las
expresiones artisticas iocales previas a la conquista, con lo
cual viene a replantearse el nulo o infimo grado civilizatorio
que suele asignarseles a las comunidades primigenias del
Plata, frente a lo que se evidencié nitidamente en otras re-
giones del continente.
Corresponde por ukimo aclarar que este panorama bi-
bliogratico fue concluide integramente a mediades dal afio
1990 para satisfacer un requerimiento formulade por ei De-
partamento de Asuntos Culturales de la Organizacién de
Estados Americanos, La presente versian se limita a repro-
ducir ese dossier original.
A.ase texto original sdlo se le ha incorporado un apén-
dice para documentar la consolidacién, durante el parfodo
circunscripto, de una entidad que ha sabido integrarse es-
trechamente al maximo organismo mundial en la materia —
tal como ha venide ocurriendo con otras discipiinas, por
ejemple, la ciencia politica. Ademas del crecimiento acadé-
mico efectuado por dicha entidad local, la misma cabe tam-
bién ser destacada por hallarse en situacién de abrir un es-
pacio de infrecuente convergencia entre las distintas espe-
cialidades y tendencias que caracterizan nuestra actividadhistoriografica. Un reflejo de nivel intelectual, pluratismo ideo-
légico y proyecciones transnacionales de tal menester his-
torico, que alcanzo a cristalizar através del Comité Argentino
en cuestién, pueda observarse en las jornadas organizadas
por ese comité en la ciudad de Paranda, donde, v.gr., en la
seccion dadicada al lapso colsnial, no dejaron de sentirse los
ecos de la controversia en torno al gauchaje desatada por un
trabajo de Carlos Mayo sobre el particular —segdn se insinua
en la publicaciGn respectiva.
10L ENTRE LA HISTORIOGRAFIA Y
EL PROBLEMA DE IDENTIDAD
Nos ocuparemds aqui de la produccion teorica en torno ala
historia como realidad y al propio menester historiogratico,
dando cuenta a su vez en forma sucinta de la infaltable
bibliografia que inquiere sobre el ‘ser’ o et caracter nacional.
En dos obras del exilio se ha acometido la ardua tarea
de deslindar el sustrato historico y su conacimiento global o
pormenorizada. Uno de los aportes mas notorios, de escasos
precedentes en el pais, fue propueste por el entrahable
tildsofo Rodolfo Agoglia a través de su libro Conciencia
historica y tiempo histérico (Quite, 1980), en el cual, va-
ligadose del encuadre fenomenelégico, aborda el proceso de
la historia come praxis social presentiva y consciente, como
una totalidad con sentido estructurada dialécticamente.
Agoglia se opone a las visiones trilladas de la historiogratia
én tanto puro saber del pasado, porque implican para ei una
ocultacién ideolégica de la historicidad y de nuestra propia
actualidad, Desde una perspectiva avanzada, sostiene que
“histérico es todo aquello que promueve la humanizacién del
hombre y antihistorice tado lo que lo obstruye, frena, impide,
posterga o retarda su advenimiento al nivel de humanidad”.
Para Latinoamérica muy en especial, la refiexién sobre la
historia debe sobrepasar la mera facticidad hasta ensam-
blarla diacrénicamente desde un horizonte prospective. Asi
Ja conciencia histérica y Ja filosofia “se requieren e integran
mutuamente, y se Unifican, no en el nivel ideal y subjativo
sreceano, sino en el real y efective da la historia concreta. La
conciencia filosdfica no puede dejar de ser conciencia his-
térica, la conciencia de su tiempo, y la conciencia histérica no
puede dejar de ser conciencia filosdfica, o sea, la conciencia
preparadora del porvenir’.?
Por su parte, en La historia y su método (Barcelona,
an1980), Alberto Pla ha vuelto a incursionar, como ya lo hiciera
antes, por los carriles de las corrientes y modalidades que
suelen acompafar ei trabajo histerico, deteniendose
criticamente en diversas cuestiones, a saber: la nocién de
objetividad, seleccidn y valoracién de los dates, historia
cuantificadora, fa “aberracian” estructuralista y la teoria de fa
dependencia. Asi como cuestiona esas actitudes y posicio-
nes, junto a otras de analogo tenor, Pla también resalia ta
iraportancia del materialismo histerico y la lucha de clases,
por encima de los intentos revisionistas, Tanto este libro y en
cierta medida el anterior parecen eludir las dificultades que
ha planteado la prédica pesmodernizante a entidades como
ja de los sujetos colectivos y otras conceptuaciones similares.
Hace poco (1988) se ha dado felizmente a conocer un
fibro péstumo, La vida Aistérica, donde se reuinen las me-
ditaciones disciplinares de ese maestro de la historia que fue
José Luis Romero, cubriéndose con ello una amplia franja de
su vida: desde 1936 hasta 1976. En ellas puede advertirse
coherencias y continuidades en torno a los valores y a la
peculiaridad de io socio-cultural. Entre las tantas incitaciones
que ofrace la obra se encuentra la posibilidad de volver a
tepensar la categoria romeriana de vida historica como
marco referencial para todas las ciencias, o la diferenciacion
entre conciencia de la historia y el saber sobre ella. La edicion
representa un importante tributo que vino a sumarse a los
distintos homenajes que se le rindieran al autor.*
Durante el lapse en cuestién, Ange! Castellan también
ha renovado sus contribuciones en materia de teoria
historiografica. En Tiempo e historiografia (1984) formuta
agudos reparos al documentalismo y a su ténica
sustancializadora:
La presencia de un pasado total y dafinido, que podria asirse
de una vez para siempre, es la ilusiém mds tenaz de la
‘historiografia cientifica’ que no logra desacoplarcse de su base
naturalista... La preferencia por Io cuantitativo ¢3 el rasgo
esensial de la actitud cientifica que convierte al historiador en
colaccionista,., En toda creacion, sea cientifica, filoséfica, ar-
tistica, fiteraria, musical o historiogrdtica, el problema de tas
fuentes pasa a segundo término, en beneficio de la invencién
fedtica u operativa... sa puede pasar de una historografia del
objeto, que abrumaba al protagonista, a una historografia del
sujeto que pone el acanto an la ineludible presencia del histo-
fiador, que admite la teorfa y las hipstesis, que abre paso a una
12acbtud epistemolégica sin fa cual toda posible ciencia no tendria
at menor sentide (pags. 22 ss.),
Parte da esas afirmaciones Castellan las aplica
lapidariamente, sin demorarse en excepciones ni matices, a
ja historiografia argentina. Sibien rescata un modus operand)
come el de Juan Agustin Garcia, del cual afirma que se
adelanté a Lucien Febvre en 20 afios, no reconoce en cambio
ningun legada del primero entre sus sucesores locales:
desde hace cincuenta anos la historiogiafia argentina no
avanzd un paso. Epistemoldgicamente queddé en cero y no hizo
mas que reproducir, cerrilnenla, tos humores de encontradas
facciones politicas. Amigos y enemiges coincidian en un punto:
an el ravaltjo da papeles, tode era cuastion da sabar donde
ponerse Ins puntos y las comas.*
En to tecante a historia de la historiogratia argentina,
pueden advertirse algunos trabajos que, come en otros
asuntos mds adelante sefalados, relativizan la rotunda or-
fandad metodolégica imputada por Casielian.
A través de diversas colaboraciones,’ Hebe Clementi,
mientras se entrenta cen la técnica arudicionista —que en
pos de un conocimiento inmaculade excluye la raigambre
politica a ideolégica del andlisis histénco—, muestra como
dicha raigambre se ha ido yuxtaponiendo en huestra propia
historia junto a la misma exigencia de cientificidad. En esos
trabajos Clementi caracteriza tlusirativamente las vertientes
historiograficas argentinas, desde Mayo hasta llegar a las
manifestaciones mas recientes. Por anadidura, ella misma se
ha valido de una clave plural y omnicomprensiva para en-
tender la gestacidn de la sociedad americana.*
Armando Raul Bazan ha ganado Ciera delantera en lo
que hace a la tarea de sisternatizar el material informativo y
hermenéutico sobre el pasado provincial. Ademas de su-
ministrar un abundante panorama de la historiogratia riojana
—centrado en la polarizacién liberalismo-revisionismo—,
Bazan ha extendido su enfoque ala produccion vinculada con
el! resto del interior, En eva ultima direccidn no sélo ha
tomade en cuenta las iniciativas individuales {Joaquin Ca-
trillo, Groussac, Bernardo Frias, Nicanor Larrain y otros} sino
también los esiuerzos de corte institucional: yniversidades,
juntas de estudios historicos, academias, etc.”
Manos afortunados resultaron jos inlentos de un Pérez
13Amuchastegui, quien trivializa en exceso la contrapasicién
ciudad-campafia, al tiempo que magnifica las diferencias
entre Buenos Aires y la Confederacion, entre Sarmiento y
Alberdi, El mismo autor, levantando el antejadizo emblema
de la pasién por encima del sentide comin, carga las tintas
contra el positivismo y el marxismo —en un momento en el
cual éstos eran oficialmente estigmatizados—, sin lograr una
percepcién clara de ellos, al punta de asignarle una honda
postura cientificista a José Manuel Estrada?
Acotadas incursiones se efectuaron por la historiogratia
relativa a distintas figutas o épocas. Asimismo, se ha partido
a veces de una actualizada impronta metodolagica para
acceder a casos singulares. Un vivo ejemplo de ello fue ef
doble abordaje que se hizo del pensamiento de Mariano
Moreno, siguiéndese criterios oriundos ya de la filosotia
analitica anglosajona, ya del andalisis sobre el discurso tal
como se practica hoy en la escuela francesa con bastante
preponderancia.*
No dicen en cambio nada novedose con respects a la
historiografia ochentista los trabajos que se han publicado
sobre el particular en la época circunscripta.'° Por el contraria,
deparan apreciables avances conceptuales sendos articulos
en torno a la problematica historiografica de los afos veinte
y sus afluentes doctrinarios."'
Aunque no resuten compartibles los presupuestaes te-
maticos y la misién que le adjudica Marcelo Montserrat al
historiador, su trabajo sobre “La apropiacisn ideoldgica en ta
historiogratia argentina reciente”,” moldeado en torno al
bagaje revisionista, exhibe una solidez documental y un nivel
de reflexidn mucho mas penetrante que el embate realizado
contra esa misma tendencia por parte de Tulio Halperin
Donghi, quien acusa una insuficiencia aun mayor en el
tratamiento de ia casecha historiografica perteneciente a los
tltimos tiempos,”
Ademas de] andlisis por periodos o corrientes, se han
explorado algunas ramas de la historia cuyos pertites no han
sido usualmente atendidos, tal como acontece con el ambita
eclesidstico y castrense.'* Un caso igualmente infrecuente ha
sido el de la exégesis sobre las tesis doctorales realizadas
en el extranjero; rubro éste que se vie beneficiado por el
examen emprendido por Celso Rodriguez da los materiales
pertinentes presentados en universidades norteamericanas
desde 1968 hasta comenzar la década encarada.'*
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