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ay a a 3 5B Fy an 3 iy z OQ © a =A ao 3 oO 3 BS iin viv L v LUCES EN LA CASONA Una cosa es que no te gusten las lente s y otra que no te gus' 1 las pelis de miedo. Yo creo que as se inven no on adrede par como los pi sotones, y por eso se lo puedes decir a ) el mundo y no pasa nada. A casi na die le gustan, me parece. Pero si dices que no te gustan las pelis de miedo todos piensan que eres un cobs de 0 algo asi A mi me da igual. No me gustan las pelis de miedo. Ni siquiera las de sustos Solo me gustan las de risa y las norma- les. Creo que el orden es asi: las de risa, las normales, las de sustos y las de miedo. A mi mami le gustan las de llorar y las de amor, pero esas no sé donde se meten, porque a veces las de amor también son de llorar y es un lio. A mi amigo Joseque tampoco le gustan las de miedo, pero ese dia habiamos estado viendo una con Teban. Teban dice que le encantan, pero solo quiere verlas si esta- mos nosotros con él, asi que no sé st es verdad del todo. El caso es que ese dia, cuando termi- namos de ver la peli, salimos a caminar por el pueblo. Ya era de noche y no se vela a nadie, y eso que habia una luna tremenda. Yo que- ria empezar a hablar de futbol o de Mar- ta para olvidarme de la pelicula, pero eban de pronto se detuvo y senalé a lo lejos, hacia la casona. —jHay luces! —dijo. Pensé que queria meternos miedo a Jo- seque y a mi, porque la casona esta aban- donada y no puede haber luces, pero cuando miramos hacia alla nos queda- mos como estatuas. Por uno de los venta- nales se veian dos luces pequefias que no dejaban de moverse. No nos atrevimos a mover ni un solo miisculo. De repente, las luces desapare- eleron y todo volvio a quedar a oscuras. Yo creo que los tres estabamos ansiosos por dar la vuelta y salir corriendo, pero @ntonces Joseque dijo una frase que no te- fila que haber dicho _ =-Seguro que si no fuéramos unos co- 6 iriamos a investigar, porque eso #4 normal, sno, Teban? Teban titubeo. —Normal, normal... no, claro. —Y seguro que tu si quieres investigar, porque si te gustan las pelis de miedo te tiene que gustar invesugar Porque eres mas valiente, sno? Yo apuesto lo que sea a que Teban pre- feria irse para su casa y no investigar unas luces, de noche, en una casa abandonada. Pero Joseque, casi sin querer, lo obligo ir. Y a mi también —Pues no te preocupes, Teban. Iremos contigo, que para eso somos amigos. iO no, Pancho? En un momento nos habiamos dejado enganar, y cuando me quise dar cuenta ya estébamos camino de la casona. La casona esta a las afueras de nuestro pueblo, Villavernes de la Vega. Lleva aban- donada mucho tiempo. Yo creo que la abandonaron antes de hacer el pueblo o asi, aunque don Proco- pio, el profesor, nos dijo que la casona te- nia doscientos afios y que llevaba aban- donada casi cincuenta, desde que se murio la sefora Estilberta, que era viuda y no tenia hijos. Se la habia dejado en he- rencia al pueblo y ahi seguia. Es la casa mas grande de todas. Tiene chimeneas, una puerta enorme de made- ra con forma de arco y hasta una torre con una habitacion. Y muchas ventanas, aunque eso es normal. Delante tiene un jardin lleno de malas hierbas, con dos tumbas que nadie sabe de quién son, y una verja muy oxidada con una puerta de hierro que chirria con el viento. A mi me empezaron a temblar las piernas apenas atravesamos la verja, y creo que a Joseque también, porque nos Nos act do no hace —Uno, dos y tres. Asomamos la cabeza como en camara lenta y miramos dentro. Al principio no vimos casi nada porque estaba oscuro, pero cuando los ojos se nos acostumbra- ron los tres gritamos a pleno pulmén, pe gamos un brinco y salimos corriendo. Nos dio igual pisar las tumbas. El salon principal de la casona estaba leno de fantasmas idénticos a los de las pelis, con sus sabanas blaneas y todo, flo- tando en el aire. 2 vy UN POLIDEPORTIVO DEL OTRO MUNDO Al dia siguiente nos juntamos en nues- tro cuartel general del nogal. No tiene pa- redes ni nada de eso, pero nos gusta mu- cho porque hay unas ramas gordas en | copa que nos sirven de asiento y nadi nos ve. La de ban es la mas grande por- que él pesa mas. Desde ocultos por las hojas del podemos ver casi todo el pueblo Nunca nos habiamos fijado, pero tam! n se ve la casona, A mi nunca me habia dado miedo por- que no es mas que una casa muy vieja, pero eso era antes de lo que nos habia pasado la noche anterior. Cuando llegamos al nogal casi no nos atreviamos a hablar del tema. El ultimo en aparecer fue Joseque. —jLuces! —grit6, y dejamos caer la cuerda con nudos para que pudiera subir «Luces» era nuestra nueva contrasefia am- para poder subir al cuartel general. La biamos cada poco por si alguien la des- cubre alguna vez, pero es una tonteria, porque tt sabes quién es el que llega Ademas, nadie conoce el escondite. Lo de poner contrasenias lo sugirié Teban, por- que sale en las pelis de espias. Se me habia olvidado: las pelis de espias también me gustan. El orden, entonces, es este: las de risa, las normales, las de espias, las de sustos y las de miedo, por- que las de espias dan mas miedo que normales pero menos que las de sustos. El caso es que cuando subié Joseque los tres estuvimos callados un poco, mi- rando hacia la casona. Al final, hablé yo. —Mi papa dice que los fantasmas no existen —Eso es una bobada. {Claro que exis- ten! Ya lo viste ayer —me record6 Teban a —Mis papas también dicen que no existen —apunt6 Joseque. Ya, pero todos los papas también di- cen que las lentejas estan ricas y que si te duele herida es que se esta curando —dijo Teban—. Ademas, viene en el dic- cionario gno? — {Qué cosa? —«Fantasma». Parece el periscopio de un submarino. A mi me dan ganas de hacer ruido de submarino con periscopio moviéndose Nunca he oido uno, pero seguro que es asf: «fsuuu, fsuuuy. Ahora que lo pienso, también me gus- tan las pelis de barcos y submarinos. Estan antes de las de espias: las de risa, las nor- males, las de barcos y submarinos, las de espias, las de sustos y las de miedo. Bueno, el caso es que no habia mucho que discutir: la casona tenia fantasmas y nosotros los habiamos visto. Y ya estaba. Pero justo entonces, cuando estabamos hablando de la casona, Joseque nos dijo lo de los compradores Los vecinos llevabamos mucho tiempo pidiéndole un polideportivo al alcalde, y el Chincheta, que es como le decimos, siempre decia que no habia dinero. Pero ahora, por lo visto, unas personas de fue- ra hab) n mos do interés en comprar la casona y, como pertenecia al pueblo, el alealde aseguraba que, si se vendia, utili- ria e| 2 nero para construir un polide- portivo tremendo. Cuando lo escuchamos, Teban y yo casi nos ca mos del arbol. jLlevabamos siglos queriendo un polideportivo! Yo ya me imaginaba jugando partidos de futbol contra otros pueblos y haciendo un cam- peonato y cosas asi, y a Marta viniendo a copa. Pero Teban se puso serio de repente y se pego en la frente con la palma de la mano. —Tenemos un problema grandisimo anuncié—. {Ustedes se comprarian una casa llena de fantasmas? —Ni loco —dije yo. jeron los dos. cosas mias eso —repiti —Pero si van a verla se va Teban ase! beza y nos raba, pero est Se soplo el mechén de pelo antes de Nosotros asentimos. —Pues hay que echar a esos fantasmas 3 ¢FANTASMAS CON HYJOS? que no lo he dicho antes. son mis me que haga mandados: «Teban trae esto», «Teban trae lo otro. Joseque no se llama Joseque. Se llama José Vierbrauntugning Arribas, por su abuelo, que es aleman. Bueno, no se Ma- ma asi entero por su abuelo. Su abuelo le paso el apellido raro, todo lo alto que es y el pelo rubio. Y nadie sabe pronunciarlo ni lo entiende. Lo del apellido, digo, no lo del pelo. —jJos€ qué? —le preguntan todos. Pues eso: Joseque. Creo que Joseque no cae muy bien en- tre los arqueros de futbol, porque nunca le salen en los cromos y asi no hay forma de acabar las coleccione: El no se enfada porque es muy buena gente. Es tan bueno que a veces parece bobo. Tiene ocho afos, como yo. Y tiene gafas y pecas en la cara. Justo treinta y ocho, T treinta y ocho gafas. Yo me llamo Juan José Ansurez, pero todos me dicen Pancho Elijo. No me gus- ta mucho, pero mi padre se llama como ), 0 yo como él, asi que yo soy Pancho, | hijo. El nombre me lo puso Joseque. No le gustan nada las haches; dice que solo sirven para que uno cometa faltas de ortografia y pierda los examenes. También dice que el mundo seria mucho mejor si existieran las haches, las ves cortas y las tildes. Pero las cosas son como son. Lo de «las cosas son como son» lo dice mucho Teban. Creo que son frases que nsenan e su curso. Lo volvi6 a repetir aquel dia Las cosas son como son. Hay que ec Jos 0 nos quedaremos sin polide- portivo. Se puso serio y nos sena- lense de a polideportivo en el fantasmas va un mund —... va un mundo, Teban. Teban parecié dudar, pero asintio rapi- damente con la cabeza un montén de ve- ces para demostrar seguridad —Claro que tienen. Pueden tener diez o doce cada vez, como los ratones. Joseque resopls. echarlos. Y —Entonces si habra qu también quiero un polideportivo —reco- nocié Los dos me miraron, pero yo negué con la cabeza Ni por tres millones de polideportivos iria a la casona a echar a los fantasmas. Y, si llegara a hacer falta, les pediria a mis pa- pas que me pusieran el colchon en el sue- lo para que los fantasmas no pudieran meterse debajo. O dormiria con ellos. O lo que fuera. Pero entonces Teban se dio la vuelta, como si fuera a marcharse, y dijo otra cosa: No te preocupes, lo haremos Joseque ) solos. Y Marta nos d s gracias solo a nosotros Marta es la nina mas linda de mundo. Hue alo mejor no lo se a de todo el mun- do, pero seguro que si es la mas linda del pueblo y de Ic siete pueblos de alrede- dor Joseque dice que Son es mas linda, pero es mentira. Y Teban dice que es mas linda Sofia, pero también es mentira. EI caso es que cuando Teban dijo eso se me pasaron por la cabeza doscientas cos: ala vez, como una pelicula a cama- fa rapid. Me imaginé a Joseque y a Te- ban en la casona y a los fantasmas huyen- do a todo ce © masbien a todo volar. Luego me los imagiié cortando una cinta de cc ores para inugurar el polide- portivo, que tenia canastas y porterias y un monton de cosas mas, y a todo el pue- blo aplaudiéndoles n el Chincheta, el al- Después pensé alde, descubriendo la placa con el nom- bre del nuevo polideportivo: «Polideporti- vo Esteban Paez y José Vierbrauntug) ing». arta dandoles dos Y luego me imagine a } besos a cada uno y diciéndoles que eran sus héroes. Lo de la placa me daba un poco igual porque luego no la lee nadie, pero lo de Marta no lo podia consentir. —De acuerdo, echaremos a los fantas- mas. Teban y Joseque me miraron, sont ron, y los tres nos abrazamos como para darnos fuerza. 4 LEONES, ARANAS, MADERAS, DIAMANTES Casi sin d: nos cuenta nos habiamos metido en un lio emendo. Ten’ mos que echar a unos fantasmas de una casa abi donada para que unos sefores decidieran la casona y para que el pueblo Vega pudiera u onstrui un polideportivo. guno nos parecia muy normal el , pero ya no habia vuelta atras. Y eso s fallaba una cosa fundamenta se echa a unos fantasma: seque —Pues pa arafan. —Y tambi yo. Teban se soplo —Eh gunté Si, es que se me ol ara los que pican, mue hay para cucarachas —dije ya; tam- mucho asco. lentejas? —pre- jas no son bichos. No pue echar a las gallinas, mi abuelo ndes. por fuera, ante convencidos con an porque vimos que ba el mundo de los repelentes. egar. Habia- amos la cuerda para que subiera mon y queso a nas se sento—. Tiene que ser boina inme! ce una chincheta. Tiene un bigot muy que se le mete por la nariz y lo hace estornudar cada dos por tres. Cuan- do estornuda, muchas veces pierde el equilibrio por culpa de la boina, y se cae de ente. Por eso casi siempre esta lleno de chichones. Por la manana habiamos estado discu- tiendo sobre quién podria saber como echar a unos fantasmas. Hablamos del al- calde, pero ahora Teban decia que no. —Tiene que ser el Periscopio, que para algo es el profesor. Para ser profesor te hacen un examen de todas las cosas del mundo, creo. — {Tienes que sabértelas todas? —Todas. Bueno, a lo mejor puedes fallar una s se te olvida o te pones nervioso, pero solo una ( si fallas dos? —pregunté. é preg) —Entonces ya no puedes ser profesor. Como mucho, detective o futbolista. Y si fallas muchas qué puedes ser? Si fallas muchas... No sé, algo raro. Astronauta, a lo mejor. ues Yo creo que voy a ser astronau- Y yo —dijo Joseque. Fl caso es que decidimos que el Peris- copio era el Unico que podia saber cémo echar a unos fantasmas. tuimos a buscarlo a su casa y lo encon- {ramos ordenando libros en unas estante- fas. Yo nunca habia visto tantos libros juntos. Habria mil millones 0 mas, y de todos los colores. Nos dijo que se los ha- bia leido todos, y algunos dos veces. Sera porque se Si no merece olvida lo que dicen. bro no soporta dos lecturas, nguna nos dijo. Don Procopio usa frases raras y refranes todo el tiempo. Yo no entiendo la mitad de ellos, pero él dice que escon- den toda la sabiduria de los hombres. Lo ha dicho por lo menos cien veces, por eso me lo aprendi Cuando le preguntas cosas, siempre se queda pensando un poco, estira el cuello y te dice alguna de sus frases, como «constancia, llave del éxito» 0 «mas vale pajaro en mano que ciento volando». Yo pensaba que Teban iba a decirselo directamente, pero no se atrevid. La verdad es que no se le puede preguntar a alguien como echar a unos fantasmas, porque seguro que piensan que estas loco © que vas para astronauta El Periscopio seguia hablandonos de sus libros sin parar y Teban tuvo que inte- rrumpirlo. —Don Procopio, si se metiera un leon en mi casa, gcomo podria echarlo? El Periscopio se call6 de golpe y se ajus- 16 las gafas para vernos mejor. —Preguntas absurdas merecen respues- tas absurdas —dijo. —No es absurda —protesto Joseque Don Procopio volvié a acomodarse las galas. —De necios es negar la evidencia. Teban se dio cuenta de que asi no tba- mos a ninguna parte, asi que cambio la estrategia. —Es una suposicion tedrica, don Pro- copio. Como si le preguntaramos como podriamos echar a unos fantasmas que Se hubieran metido en la casa. Hay dias que admiro mucho a Teban, 1 que fue uno de ellos. No entendi lo que r con lo de supos d On tedrica, pero qued claro que al profesor le gust, lo importante. Aja —dijo—. Interesante propues' pues, desde un punto de vista meramente {edrieo, por supuesto. Y no valen las escopetas anadie Joseque El Periscopio asintio con la cabeza Precisiones oportunas evitan equivo- ear el camino —dijo, y se quedé pensan- do nin: nte—. Leones y fantasmas Leones y fantasmas. De pronto levanté la v , estird el Cye- Ilo, se ajust6 las gafas y movi6 la cabeea de un lado a otro, «Fsuuu, fsuuu». Nosotros esti ias y nos fu: tasmas y de 's. No habi entendiera. cara, porque nos lo intento explicar otra claro que se nos no en la vez. como yo. Ahora R, Y PUNTO tenemos que hacer de J a nuestro cu: que. as fun- e decir es que a los fantasmas solo los pueden echar otros fantasmas. Yo no queria seguir hablando de fan- tasmas porque el tema me empezaba a cansar un poco, asi que intenté cambi; de conversaci6n. —Me dijo mi papa que el fin de sema- na vendra Marta al pueblo —dije: Marta va a ser mi novia, pero ella atin no lo sabe, Creo que Teban y Joseque es- tan un poco hartos, porque nunca me atrevo a decirle que me gusta. Por eso sal- taron cuando dije que iba a venir. Bueno, por eso y porque también estaban un poco asustados. —Dile ya que te gusta —dijo Teban —A lo mejor lo hago. —Escribele una carta —sugirio Joseque. Lo de la carta no se me habia ocurrido nunca, pero no parecia mala idea. liso —apoy6 Teban—. Una carta de mor, Lo bueno de las cartas es que no te Pohies rojo y no se te traba la lengua. Ni dices tonterias. Eso es verdad. Y qué le escribc Tienes que escribir: «Venecia no es lo mismo sin ti». Joseque dijo la frase con tanta seguri- ad que nos dejo boquiabiertos. Que no- A0ITOS supiéramos, él nunca habia tenido novia {Qué es Venecia? —le pregunté. PI nego con la cabeza y le dio una pata- daw una piedra No tengo ni idea, pero mi mama dice lie es lo mas romantico que le han dicho nw zzeria —dijo Teban, que No por nada un aio mayor—. Mis pa- pis van a veces ero necesito mas —Bueno, lo pongo. cosas. Para que sea una carta de verdad hay que llenar al menos una hoja, no? —Si, por lo menos. Si no, solo es redaccion —asegur6 Teban —N si hago la letra grande? —Entonces es un dictado. Me quedé pensando un poco en Marta, pero Teban no tardo en volver al tema. —Se nos esta pasando el tiempo —di jo—. No tenemos ni idea de cuando van a venir los compradores, pero tenemos que echar a los fantasmas cuanto antes. Teban tenia razon. Yo creo que cuando tienes nueve afios, como él, piensas mas rapido, porque empezo a hablar como si lo tuviera todo planeado en la cabeza desde siempre. —Lo primero es que parezcamos fan- tasmas de verdad. Necesitamos unas telas blancas g) y con agujeros para los ojos. Y cadenas gordas con una bola de Hierro is a un tobillo, para atarnos 7 qué ara nada. Porque los fantasmas son ast Pero también hay fantasmas que no Hevan sab: ja y parecen personas norma- les, (no? —dije yo. -Exacto, como mucho son un poqui- 16 thansparentes —me apoyo Joseque. Da igual. Nosotros seremos fantas- sicos, de los que ha habido toda la na, cadena y bola. Y punto. Teban siempre esta seguro de las cosas. Nor dono, « ta, Yo ¢ que lo ut ¥ Punto» o «Porque lo digo yo y punto». Si ¢ sabe explicarlas, pero cuan- «y punto» y ya esta, como aho- jue eso se lo copié a mi papa, todo el tiempo: «Te lo comes sal i banas. punt Jo cosas. nas de tu cama son Yo voy a coger arahas eque sin en. ba a pasar en grande y punto —dijo Josequ a veces no mpo? quedado un poco des- a. Si se lo dices a tus 10 funciona. y esta vez Teban no no. enun rin 6 vy UN ATAQUE INESPERADO s dias siguientes nos vimos poco. me hab nado que ibaa se de planchado de cuatro a cin- pa. Mi papa plancha mejor ma y nunca le quedan arrugas mucho peor, asi que ero nbien as Lareas. »¢ asombr6 cuando le d que queria camisas blancas, 5 de mover el brazo con la plancha. Se fue corriendo a buscar a mi mama y vinieron juntos, hablando entre murmullos. Mi mam me puso la nnte para ver si tenfa fiebre mano en la nte es una Lo de poner la mano en la tonteria. Si funcionara nadie compraria termémetros. En mi casa los termometros son los que deciden, como los arbitros de futbol, —Este nino tiene fiebre —dice mi mam: Entonces me quita la mano de la frente y la apoya mi papa. No. Esta caliente, pero no tiene fiel Si tiene. Yo creo que no. Ve por el termémetro. Pero esta vez no hizo falta. Les dije que ho estaba enfermo, sino que era para un examen del colegio. Y me creyeron El primer dia pasé dos veces delante de Ia casa de la sefora Aurora, que es la mas buena < pueblo, y vi a Teban practican- lo. Si no hu- biera sido algo tan importante me habria lo con una aguja de ganc quiedado para reirme un rato. Joseque tuvo problemas con su parte de Ja mision, aunque eso lo supimos cuando Volvimos a vernos en la casona, esta vez 1. Lo habia propuesto Teban Es mejor que lo vayamos dejando todo pr parado ya ahi, no sea que al final Ho nos dé tiempo. A mi no me hacia gracia volver a la ca- sona, pero Teban dijo que si tbamos de dia no pasaba nada —Los fantasmas se esconden de dia. Estan como atontados, hibernando como los osos —dijo. —jHiber qui —pregunté —Hibernando. Es una palabra dificil Ya la aprenderas cuando seas mas grande. A Teban le gusta demostrar de vez en cuando que tiene un afo mas que nosotros y dice palabras raras como onomatope- ya, alfeizar 0 bullicio. Yo creo que nas se las inventa, pero no le digo nada no sea que existan de verdad. A mi me parece que hay palabras demasiado difi- ciles de aprender. Tendria que haber una ley que dijera que solo valen las palabras de, maximo, cinco letras. Las palabras im- portantes tienen cinco letras, como arafia, yo, balon o Marta, que es la mas im- Portante de todas. El caso es que primero Ilegamos a la Gasona Teban y yo, pero por sitios dife- fentes, como habiamos quedado, para no Hamar la atencion A mi me empezaron a temblar las pier- fis cuando atravesamos la verja. Me vol- Wi a poner detras de Teban y lo agarré de Ja camiseta Tienes que entrar tu primero —dije—, que pi go eres mayo! Teban no queria, eso seguro, pero no | quedo La pue is remedio. de la casona no esta cerrada ve, solo tiene una cadena muy gor- lena creo que la puso el Chin- hace mucho tiempo para que no entrar adie, pero si metes la barriga pa- mis bien. O casi bien si eres Teban. La casona no tiene luz, pero las contra- Me tuvo que ayudar mi papa porque ventanas estan mal cerradas y entra algo no habia manera de que no me qued edaran de claridad. Cuando se te acostumbra la fayas —dije—. Eso es porque no | - = e no le esta- vista ves bastante bien. De todas formas, ba echando suficiente vapor di | s apor de agua, ¢ Teban habia llevado unas velas y las en- 3 y tejido no cogia humedad y asi no habia ma d cendis que las Me di cuenta de que a él también le bras del algodén vol- a su sitio. temblaban un poco las manos. Era no Teban se qued6 con la boca ak ja ‘a ablerta. mal, porque estabamos en el mismo sitio &Y eso qué quiere decir? en el que habiamos visto los fantasmas Ni idea, pero eso me explico él 7 Ico y me hacia solo unos dias. Ahora parecfa un si- J lo aprendi de memc a por si me pregun- bas. tio normal. Era un salon muy grande, lle- no de muebles viejos y de un montén de AY las telarana Conseguiste tejer- sillas y sillones antiguos. Habia una lam- las? —pregunté. para grandisima colgando del techo. Teban chasques la lengua —{Trajiste las sabanas? —me pregunto {Qué va! Es dificil cadeneta me Teban i facil, pero cuando me tocaba hacer Me quité el morral, lo dejé sobre una nto alto se me olvidaba coger hebr: laba coger hebra, y con no hay forma. mesa y empecé a sacar las saban Qué cuidado, para que no se arrugaran. Nada, déjalo, si nunca has hecho gan- chillo no lo entenderas. Teban se habia soplado el mechén de pelo y habia puesto voz de interesante para que le preguntara mas, pero me que- dé callado. Hablo él otra vez. —Como iba tan mal de tiempo, nora Aurora me regalé un monton de man- teles que ya tenia hechos. Hay que ir po- niéndolos. La verdad es que nos quedaron muy bonitos. Los colgamos de todas las esqui- nas, de las lamparas y de algun mueble. Si no te fijabas mucho, parecian telaranas auténticas. Y mas cuando Teban sacé de su mochila una bolsa con caramelos con forma de arana. {Eran perfectos! Cada man- tel tenia ahora una o dos aranas negras. a imaginarme a una arana te- Yo empec jiendo su tela con ganchillo y me dio un itaque de risa. Se lo dije a Teban y empe- ) a reirse también. Joseque lego a | casona media hora después. Venia empujando una carreti- Naa la que le chirriaba la rueda y sudaba @ mares. Joseque, digo, no la carretilla Sa mos a recibirlo y casi se desploma, ahi mismo, del cansancio. No puedo mas —dijo—. Esto pesa til millones de kilos. Miramos la carretilla. Traia tres cadenas xe hierro de su abuela, una plancha antigua isimas, una maquina de coser de también de hierro y una cazuela tremen- da en la que podria caber un cerdo entero. No encontré ninguna bola. Esto es lo mas parecido de hierro —dijo senalan- s tres Cosas. Yo me habia quedado mirandolas. No estaba muy convencido de que ninguna Lam ——eee —jEmbobada de boba? —No, embobada de enamorada. Si los adultos dicen que estan embobados, sig- nifica que estan enamorados, creo. —Y se van a cenar, no? —Si, a la pizzeria. —Claro, por eso Venecia no es lo mis- mo si va uno solo. —Claro, porque no te acabas la pizza Joseque se rasc6 la cabeza y se ajusto las galas. —Creo que ya entiendo —dijo—. ; todo eso lo tiene que escribir Pancho en la carta para Marta? —Claro. Eso no falla. Mis papas se dan besos. Yo estaba escuchando muy atento, pero cuando of lo de Marta, lo de que no falla- ba y lo de los besos empecé a ponerme nervioso. —Bueno, lo apunto todo. I cutir. La reunién era para algo mas serio. ‘0 no era eso lo que teniamos que dis- —El que diga que si, que levante la mano cuando yo cuente tres —dijo Te- ban, que para algo tenia un afo mas que nosotros—. Una, dos y... (Tres! Todos levantamos la mano. —De acuerdo. Queda aprobada la pro- puesta de Joseque —siguio Teban, y los tres cogimos un dulce de arana y nos lo comimos. Con la barriga lena parecia e pensabamos mejor —Bueno, ahora tenemos que hacer un sayo general para asegurarnos de que no falla nada —dijo Teban cuando acab6é con la arafa Pusimos las tres cadenas en el suelo y les enganchamos lo que habia traido Joseque. A mi me tocé la maquina de coser. Nos tuvimos que ayudar unos a otros porque aquello pesaba un quintal. Un quintal no sé que es, pero cuando yo era pequenio y mi papa me cogfa en brazos, resoplaba y decia que yo pesaba un quintal, asi que sera mucho. Después nos atamos las ca- denas al tobillo derecho. Pareciamos es- clavos en una pelicula de romanos. Se me habja olvidado. Las pelis de roma: nos también me gustan, asi que el orden queda asi: las de risa, las normales, las de las barcos y submarinos, las de romane de espias, las de sustos y las de miedo Hicimos agujeros para los ojos en todas imos encima. Yo las sabanas y nos las pu ran no hacia mas que decirles que tw cuidado, que se iban a arrugar, pero ellos no me hacian caso. Aunque sabia que éramos nosotros dis- frazados, la verdad es que ver a Teban y a Joseque vestidos de fantasmas, en aquella casa abandonada, rodeados de te ranas y muebles vie} uminados solo mos e con luz de velas, te hacia estar un poco intranquilo. A ellos les pasaba lo mismo. -Las velas hacen muchas sombras ra- ras en esa pared, gnc —dijo Joseque de INL. Teban y yo miramos hacia donde sena- a. Era verdad —Si, parecen f yo. —No me gustan —dijo Joseque Creo que Teban también iba a decir algo, justo entonces entr6 una corriente de por las ventanas mal cerradas y apa- 26 las velas. Los tres empezamos a gritar no locos e intentamos salir corriendo, pero nos caimos al suelo. Las cadenas y las dei que no bian movido, asi que sya no que habia ruidos raros por todas partes. jMenuda locura! De repente Teban dijo que nos tranqui- lizaramos porque ibamos a despertar a los fantasmas que estaban hibernando. Solo pensar que podria pasar eso nos dejo de piedra y nos callamos de golpe. Pero no duré mas de un segundo, porque al instante siguiente nos pusimos a gritar aun mas alto. Yo creo que no he gritado tanto en toda mi vida. Al final conseguimos soltarnos las cadenas, quitarnos las sabanas y esca- pamos de la casa. No paramos de correr hasta que Teban dijo que ya no podia mas y se dejo caer No nos habiamos dado cuenta, pero nos habiamos pasado el pueblo E v COMO UN TOMATE MADURO Esa noche fuimos a dar un paseo. A los tres nos daba un poco de vergiienza mi- os a la cara después del ridiculo en la casona. Al final fue Joseque el primero en abl. —Fuimos un poco cobardes —dijo. Muy cobardes —anadi yo —Si, eso —rectifico. —Bueno, lo importante es que nadie se enter6 —dijo Teban —Ni Marta dije aliviado. te da, si atin no sabe —Eso es importante —me seque—. Mi mama repite ca e si escribes con buena | siempre ganan. lan todas las c que les mandan los bancos — je: —Claro, porque tienen una | a muy bonita, segu' Nos sen mirando a la luna. —Yo también pondria algo de se soplaba cada poco hacia arriba. ara Marta? —pre- como y si estu- Tere conseguii as y la luna y pmerlas a sus I las es- ny Yo nos dies Y@ NOS Mramos, Yo me quedé a cancion que es- ne creo. er también Mo la luna y lo $ COMO LA LOMite machine AbIOS —jEso e! —No, esole le sali a mi papa en un yogurpero iy én es de a ‘mor. Pues lo pongo. Lo de la luna me viene bien porque vamos a ser astronautas. a vencido? —pregunto Teban. yogur? No lo sé ba vencido, a lo mejor las fra- nejor no te arriesgues, Pancho. ro que ninguno cuente que fuimos —les adverti Jo menique de mano derecha para prometer que no di- riamos nada, después le dimos un beso, nos tocamos con el mismo dedo la pu de la nariz y luego el talon d ie izqui do. Es una forma un poco larga de pro- meter, pero si no lo haces asi no esta Jo del todo. a fue de las cadenas y las cosas promet de hierro, que pesaban demasiado —se justificd Teban —A lo mejor también fue un poco de culpa nuestra —dijo Joseque. Si, a lo mejor, pero hay que buscar cadenas mas finas y hierro que pese me- nos —sugirio Teban, £1 hierro siempre pesa lo mismo, no? —dije yo. —No creo, gno, Teban? —dijo Joseque Igual que no todas las personas pesan lo mismo, A Teban no le hizo mucha gracia la com- paracién, porque él estaba mas gordo que nosotros, pero hizo como si nada. —Claro, habra hierros mas gordos y hierros mas delgados No me convencia mucho, pero me callé, que Teban tiene un ano mis y por eso sabe tanto, Ademas, le encargo otra vez a Jose- que la mision de buscar un hierro que pe- sara menos. Pensé que a él le iba a parecer mal, pero como es el mas bueno del grupo dijo que si sin rechistar —Vale —dijo—. Pero también tenemos que aprender a hablar en fantasmol. Si no, no pareceremos fantasmas jamas. —(En qué? —En fantasmol, el idioma de los fan- tasmas. Como espafiol, pero en fantasma, —Yo creo que es fantasmés —dije, igual que el francés y el inglés —O fantasman, como el aleman —pro- puso Teban. Joseque nego con la cabeza —Fantasman no puede ser. Suena superhéroe —Ya, es verdad. —Y fantasmol suena como a un reme- dio para los mocos —dije yo. Joseque se rascé la cabeza. Eso queria decir que estaba pensando. —Pues eso también es verdad —acepto. —ntonces esta claro que se dice fan- tasmés —concluy6 Teban — {Tu sabes fantasmés? Teban dudo —Un poco. Lo que sale en la peliculas. Creo que si dices un «juhhhhhh!» muy argo es si, y Si dices un «juh!» corto es no. Y hay que decirlo en susurros, como si le estuvieras echando el aliento a al- guien en la cara — Qué asco!, no? —dije —jUhhhhhh! — contest6 Joseque pe- gado a mi oreja. —jPuai! 8 <= VILLANCICOS DE TERROR Por alguna razén, a la mafiana siguien- te todo Villavernes de la Vega hablaba de la posibilidad de que se vendiera la caso- na y de que el pueblo tuviera al fin un polideportivo. Aunque hacia tiempo que todos sabian que habia gente de fuera in- teresada en compratla, era ahora cuando lo veian mas posible. Se habian ilusiona- do tanto que se veian cosas muy raras La seftora Aurora, que era la mas vieja del pueblo, estaba intentando convencer El Periscopio también se pasaba el dia sonriendo. Iba de persona en persona re- pitiendo la misma frase: «Mens sana in corpore sano». Por lo visto era una frase en latin que quiere decir «mente sana en cuer- po sano» o algo asi, pero nadie le enten- dia y no le hacian caso. A él le daba igual y seguia con la repetidera. Empez6 a pasearse por el pueblo con una camiseta que ponia: «El deporte aviva el ingenio», y, por si fuera poco, aparecio grafiti en la pared de un establo: «Insen- satos quienes no cultivan al tiempo cuer- po y espiritu». Cuando le preguntaban si habia sido él, se ajustaba las gafas, escondia las ma- nos detras de la espalda y decia: «Qué culpa tiene la estaca si el sapo salta y se estaca?». Y la gente seguia sin entender nada de nada. Y por no contar lo de Pascual, y lo de Braulio, y lo de mis papas, y lo del Chin- cheta... A ninguno se le pasaba por la cabeza que en la casona pudiera haber fantasmas, claro. Pero los habia, y nadie iba a comprar una casa con fantasmas, eso seguro. —No podemos esperar mas —dijo Te- ban—. Tenemos que echarlos hoy mismo. Wi ya tienes lo de las cadenas? —Creo que podré conseguir algo en un rato —contest6 Joseque. —Pues iremos por la tarde. Podemos quedar a las cinco alli, para ir por separado. —jNo habiamos quedado en que du- rante el dia los fantasmas estaban hiber- nando y que era mejor ir por la noche? —pregunté. Pensé que Teban iba a decir que si muy rapido y que iba a cambiar la hora de ir, pero a veces es casi tan miedoso como nosotros. Yo creo que la pregunta lo pills por sorpres: —Ehhh... Bueno, a veces no hace falta del todo. Ehhh... A veces es mejor ir de dia, creo. Joseque lo saco del apuro sin darse cuenta. —Claro, porque como hibernan es- tan mas atontados, no? —Ehhh... Claro, claro, porque estan mas atontados y es mas facil echarlos, si Ademas, dentro esta oscuro y es como si fuera de noche. Eso ya me convencié mas. Nos despe- dimos y quedamos en vernos a las cinco en la casona para echar a los fantasmas. Yo no queria llegar antes que ellos, asi que me retrasé adrede. Teban y Joseque me esperaban un poco alejados. A ninguno le hacia gracia acercarse. A mi, nada mas atravesar la verja, ya empezo a latirme el corazon a cincuenta mil revoluciones por minuto, como la lavadora de mi casa. Le dijimos a Teban que asomara la cabeza para asegurarse de que no habia fantas- mas a la vista. —Nada —susurr6—. Podemos pasar. Encendimos las velas que habia apaga- do el aire la ultima vez y vimos que todo estaba como lo habiamos dejado: las ca- denas y las cosas de hierro en el suelo, y las sabanas arrugadas de cualquier mane- ra. Me dio rabia lo de las sabanas. Menos mal que el otro dia habia traido otras tres de repuesto y esas atin estaban bien plan- chadas. —Es que no tienen cuidado con la ropa —les dije—. Claro, como no son ustedes los que planchan.. Esa frase la repite siempre mi papa y me emocion6 poder decirla por primera vez en mi vida, aunque ninguno de los dos me hizo caso. Teban se giré hacia Joseque Hablabamos en susurros, casi como si ya fuéramos fantasmas. —{Ivajiste las cadenas? Joseque torcié un poco el gesto y ladeé la cabeza. —Mas o menos —dijo, y se quité el morral para sacar algo—. Esto es lo tnico que pude conseguir. Teban y yo nos quedamos a cuadros unas cintas de plastico de colores y unas bolas gordas y rojas del arbol de Navidad. —Yo creo que valdra, sno? —pregunto. No esper6 a que contestaramos. Se aga- ché, até al tobillo de cada uno una cinta de plastico con la bola al final y nos pasé las sabanas planchadas para que nos las pusiéramos. Teban y yo teniamos la boca tan abierta que nos habria cabido la bola No sabiamos qué decir, y eso que atin no habiamos visto lo peor. Cuando Joseque se movid, en su bola empezo a sonar Ne che de paz. Teban y yo no entendiamos nada. «Noooche de paaaz Noooche de amooor...» —Es que son bolas muy modernas —ex- plicé Joseque—. Cuando las mueves suena un villancico. Tienen cinco diferentes. Yo queria decir algo, pero en el momen- to en que movi la pierna, mi bola empez6 a sonar: «Pero mira como beeeben los peces en el rio...» Aquello no podia ser mas ridiculo. Es- tabamos en una casa abandonada a las cinco de la tarde, con unas velas encendi- das, manteles de ganchillo con araias dulces colgadas por todas partes, disfra- zados de fantasmas y arrastrando unas bolas de Navidad que tocaban villancicos 9 vy BATALLA DE ESPECTROS inal decidimos que lo mejor era que- darnos quietos, porque cada vez que nos moviamos sonaba un villancico y asi no habia forma de parecer fantasmas de ver- dad. Ademas, era la unica forma de estar atentos a los ruidos. De vez en cuando oiamos algun crujido, pero suponiamos que eran crujidos normales de la madera del suelo. Ya nos habiamos acostumbrado a las fi- guras que formaba la luz de las velas en susurté Jo- —Quiero irme a mi casa seque ~Y yo mas —dije —Ni en chiste. Piensen en el polide- portivo. Ademas, los fantasmas no po- demos tener miedo —murmur6 Teban. —Es que no somos fantasmas —dije. —Pues tenemos que parecerlo. «Tap, tap, tap» Pensé que con tanta tembladera se nos iban a arrugar las sabanas, y eso me en- adé por un momento, pero justo enton- ces aparecieron dos figuras al final del salon. Estaban terminando de bajar las escaleras Creo que dejé de respirar. Eran fantas- mas de los que no llevan sabana, como si fueran la figura de un hombre y una mujer. Aparecian en penumbra, ilumi- nados por nuestras velas y por una luz que parecia salir directamente de ellos. Automaticamente pensé en las dos tum- bas del jardin. Los fantasmas se quedaron parados en el mismo momento en que nos vieron, como si también ellos hubieran visto una apari- cion. Estaban palidos y quietos, como muertos. No sé por qué, pero me puse a pensar cuanto llevarian en el otro mundo, y ahi si me invadié el miedo tanto, que di media vuelta y traté de salir corriendo. De la tension, las piernas no me res- pondieron del todo. Apenas pude mover- me, pero fue suficiente para que la bola roja que llevaba atada al tobillo empezara a sonar: «Campana sobre campaaana, y sobre campana uuuna...» Entonces, los fantasmas empezaron a gritar para asustarnos. coeneeeee(2) N 7) rf TT E/ —jAhhhhhbhhhh! —jAhhhhhhhhhh! Nosotros nos dimos cuenta rapidamen- te de que teniamos que hacer lo mismo, asi que empezamos a agitar los brazos y a hablar en fantasmés. —jUhhhhhhhbhh! —iUhhhbhbhbhh! Joseque habia decidido usar el grito fantasmés corto, y en vez de un fantasma parecia un gorila. —jUh! jUh! jUh! jUh! Y las tres bolas empezaron a cantar vi- lancicos a la vez: «25 de diciembre... - pero mira como beeeben fun, fun, fun noooche de paaaz... jingle bells, jingle bells... los peces en el rio... campana sobre campaaana... jingle aaall the waaay...». Todo parecia de locos, pero era una guerra sin cuartel Como veian que no conseguian asus- tarnos, los fantasmas empezaron a correr para todos lados, a enredarse con los manteles de ganchillo con aratias y a dar- se golpes con los muebles y las paredes. Y nosotros, entusiasmados, seguimos atacando. —jUhhhhhhhh! —jUhhhhhhhh! —jUh! jUh! jUh! jUh! De repente, Teban grit6 que tras ellos, sin fantasmés ni nada, y los tres empeza- mos a perseguirlos. Jamas me imaginé que pudiéramos ser tan valientes, pero la te anima un monton —jUhhhbhhhhhh! —jAhhhhhhhhh! —jUbhbhhhhhh! «Y sobre ‘aaampana uuuuna noooche de aaamooor. ..» verdad es que ver que no pueden contigo No sé cuanto tiempo estuvimos asi. pero al final los fantasmas se convencieron de que no podian con nosotros, abrieron la puerta con un empujon de fantasma y sa- lieron pitando. Nosotros, por si acaso, salimos detras de ellos sin dejar de movernos y de decir los «uhhhs», y pudimos ver cémo se ale- jaban del pueblo como alma que lleva el diablo. Ibamos a abrazarnos para celebrarlo ya gritar hurras y todo eso, pero de pronto nte de no- sotros habia un monton de gente. Asi, de golpe, vi a mis papas, a los de Joseque, al Chincheta, a Rigoberto con el pantalon corto y el silbato, a la sefiora Au- nos dimos cuenta de que di rora con todo su equipo de baloncesto, a Pascual, al Periscopio, a la hermana de Teban.... jEstaba casi todo el pueblo! de que todavia estabamos disfrazados de fantasmas. La mayoria de la gente sali corriendo para intentar escapar, y no de- jaban de gritar: — jFantasmas! jFantasmas! jEn la caso- na hay fantasmas! Yo me adelanté para decirles que no, que a los fantasmas de verdad los acababamos de echar, pero nadie me escuchaba. Ade- mas, empezaron otra vez los lancicos. Joseque también quiso decir algo, pero al moverse se le enganché el pie en la cinta de plastico de Teban, se cay6 de frente y se le fue la sabana. Todos los que estaban gritando se que- daron callados y abrieron los ojos mucho mas que al principio. Y levantaron las ce- Jas. Si hubiera un campeonato mundial de ojos abiertos y de levantar cejas, Villa- vernes de la Vega se tendria que llevar todas las medallas y las copas. También en el de abrir bocas. El Periscopio fue el primero en reaccio- nar. Estir6 el cuello y empezo a mover la cabeza hacia los dos lados, muy despacito, para vernos a los tres —«fsuuu, fsuuu»—. Después se acerco, sin dejar de mirarnos a través de los cristales gordos de sus ga- fas, y nos quit6 la sabana a Teban y a mi. Hubo murmullos y exclamaciones, pero, después de ver a Joseque, muchos ya se habian imaginado quiénes eran los otros dos fantasmas. Mi mama y la de Joseque se desmaya- ron, como siempre, y Teban intento expli- car lo que habia ocurrido, pero todo el pueblo se habia puesto a hablar y a decir- nos de todo, asi que nadie le hacia caso. No sé si todo aquello parecia mas una pelicula de terror o una de sustos. Lo que 109 esta claro es que no era una peli de amor, porque cuando se fueron todos me di cuenta de que Marta también estaba ahi, y quise contarle todo lo que tenia prepa- rado para la carta. Pero me puse nervioso y me salié regular. Le dije que la pizzeria Venecia no era lo mismo sin ella y que yo tenia muchisi- mos detalles de bobo, pero no de bobo embobado, sino de bobo como los adul- tos. Ella abrié mucho los ojos y miro a Jo- seque y a Teban, como pidiéndoles que le explicaran. Ellos tuvieron buena inten- cion y lo intentaron, pero tampoco lo arreglaron demasiado. —Lo de la pizzeria es verdad —dijo Teban—. Mis papas van. —Y lo de bobo —anadié Joseque—. Pero bobo de besos y esas cosas. También le dije que iba a traerle la luna. —Porque como no se sabe todas las preguntas del mundo, va a ser astronauta, como yo —dijo Joseque. —Y tienes los labios blancos como la luna y la cara roja como un tomate —le dije—. O al revés —Eso, que asi salia en el yogur, y no estaba vencido —ayudo Teban —Y tengo muy buena letra —anadi. —Como los bancos —dijo Joseque. Creo que ella no entendié nada. Cuan- do se lo iba a explicar mejor, empezaron otra vez los villancicos y se acabé el mo- mento romantico. 10 ¥Yy. LAS MEJORES PELICULAS DE TODAS Dias después nos enteramos de lo que habia pasado y nos llevamos una desilu- sion tremenda. Resulta que los dos fan- tasmas a los que habiamos conseguido echar de la casona no estaban ni medio muertos: eran los compradores, y todo el pueblo se habia acercado a la casa al ente- rarse de que estaban alli para meter un poco de presion y animarlos a comprar, Nosotros habiamos Ilegado después de los compradores pero antes que la gente y casa. vimos unas mos hacia al nos acercamos a inves! poco después para hacerse ro pueblo. Y dos nos echaban la cu a nosotros, claro. —Por lo menos el disfraz era bueno — consolé Teban. —Y la cadena y las bolas — Madio Jo- seque. —Y aprendimos fantasmés —dije. Mi mami se paso muchos dias repitien- do que qué vergitenza, qué vergitenza, qué verguienza, y no la sacabas de ahi Alguien dijo que se habia tragado un loro. Mentir; Porque el loro seguia en su jaula. Le devolvimos todos los manteles a la se- fora Aurora, y yo creo que a ella si le pa- Teci chistoso todo el asunto, Por algo es la mas buena del pueblo. Para agradecér- selo, decidimos construirle entre los tres una canasta de baloncesto y se la colga- mos en la pared de su casa para que pu- diera jugar con sus amigas. Porque la verdad es que al final no hubo polideportivo, Nadie volvio a saber nada de los compradores y la casona sigue en su sitio. Ya no nos da miedo. A veces nos juntamos los tres a tomar la merienda ahi, en los sillones de mil afios, y jugamos a fantasmas y cosas de esas. Eso es mucho mas divertido que el polideportivo. Lo que esta claro es que nadie puede tener unos amigos mejores que los mios. Por eso también me gustan las pelis de amigos. A lo mejor son las primeras. Y punto. Tavernes de la Valldigna y Leon. Otono de 2014 Zz

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