05 Historia de La Arq. Occidental - Barroco en España - Fernando Chueca Goitia

También podría gustarte

Está en la página 1de 18
rr eTOCs 2. ~+2ler) oF CHU Fernando Chueca Goitia ie HISTORIA DE LA ARQUITECTURA OCCIDENTAL Tomo VII BARROCO EN ESPANA eriof gupeno 5) Ga DOSSAT BOLSILLO I. EL BARROCO ESPANOL DEL SIGLO XVII de El Escorial, toda la arquitectura herreriana, con- ventos como el de la Encarnacién en Madrid, por ci- tar uno bien conocido, palacios casi rusticos como el del Buen Retiro (fig. 1), interiores como el de Las Meninas, indumentaria como la de los Felipes, «siempre de negro hasta los pies vestidos»; todo lo que ese paréntesis representa se podra juzgar como se quiera, pero espafiolismo lo tiene a raudales. Plate- resco y barroco seran estilos genuinamente naciona- les, pero no lo es menos el Estilo Severo de los Aus- trias (fig. 2). Nuestro primer barroco, que casi no lo es, esta vin- culado a personalidades muy ligadas a Juan de Herre- ra y su principal monumento. Nos referimos a Fran- cisco de Mora y a su sobrino Juan Gomez de Mora, que recogen y prolongan la herencia del maestro. A Francisco, el tio, no podemos considerarlo ni si- quiera como un prebarroco, puesto que no se aparta de la linea de su maestro. Todavia gran parte de su obra pertenece al siglo XVI. A partir de la enferme- dad de Juan de Herrera en 1584, se convierte en su mano. derecha, en el auxiliar inestimable que suple sus deficiencias. En 1587 realiza obras muy importan- tes en el Alcdzar de Segovia. Las habia dispuesto Fe- lipe II, proyectado Juan de Herrera, y las dirigia Francisco de Mora. A partir de 1589 ayuda a su maestro en la terminacion de las obras de E/ Escorial y de las Casas de Oficios, que rodean las lonjas del Monasterio y constituyen su marco arquitectonico. Las ultimas Casas de Oficios las construira Juan de Villanueva durante el reinado de Carlos III. Poco después lleva a cabo la construccién de la Iglesia de San Bernabé, en el Escorial de Abajo. Se trata de una construccién muy interesante, que debid proyectar Mora a la vuelta de su viaje a Portugal, cuando acompafié a Felipe II a tomar posesion del trono de aquel pais. La Iglesia de San Bernabé con su nave unica, capillas poco profundas, y presbiterio te- 11 I. EL BARROCO ESPANOL DEL SIGLO XVII de Mora (1586-1648). Se le supone hijo del pintor Juan Gomez, que trabajé en El Escorial y que estuvo casado con Francisca de Mora. Esta pudo ser herma- na de Francisco, lo que delataria en los padres devo- cin singular a este santo. Sea por éste u otro vinculo, lo que es cierto es que Juan Gomez fue sobrino de Francisco, pues lo dice en varias ocasiones, sefialan- dole no sélo como tio sino como maestro. Francisco lo adiestro en el estudio de las matematicas, de la construccién y de la arquitectura. Lo formé y lo in- trodujo en los medios cortesanos. Juan Goémez de Mora fue el arquitecto mas favorecido por Felipe Ill. Por razones de parentesco entré a formar parte desde muy joven de los obradores de palacio. Felipe III tuvo pronto noticia del despejo y habilidad de este muchacho y enseguida le encarg6 trabajos de bastante importancia, hasta que el 11 de febrero de 1611 le ex- pidié el titulo de «Maestro y Trazador de las Obras Reales». Una de sus primeras obras fue el Convento de Agustinas Recoletas de la Encarnacién de Madrid, cuyo aspecto exterior sé mantiene incdlume a través del tiempo. Es el mejor ejemplo que puede darse de aquella contencion, sobriedad y llaneza, no exenta de cierta rusticidad, que caracteriza el estilo severo de los Austrias. Se puso la primera piedra de esta fundacion de la reina Dofia Margarita de Austria el 9 de junio de 1611, finalizandose en 1616. En el atrio y fachada de la iglesia redujo Mora a inti- midad conventual el solemne programa del escuria- lense Patio de los Reyes. El modelo, simplificado al maximo, privado de todo elemento suntuario (colum- nas, estatuas, etc.), es indudablemente el imafronte de la Basilica de El Escorial, y mas directamente del Convento de San José, vulgo las Madres, en Avila (1607-1610), pero no por eso deja de ser esta fachada una creacién personal de Mora que hara fortuna du- 15 BARROCO EN ESPANA rante todo el siglo XVII, adoptandola con casi prescriptivo varias ordenes religiosas com litas y mercedarios (fig. 7). Mas sencillo que el Convento de la Encarnagig fue el de San Gil, proximo al Alcazar, y désoparecia. con las reformas de José Bonaparte. ecido En contraste con la’modestia de estas fundacio madrilefias destaca la magnificencia del Colegium Regium de Salamanca, la mas grandiosa obra de Go. mez de Mora. Se colocé la primera piedra de este Co. legio el 12 de noviembre de 1617. A Gomez de Mora le sucedid, en 1644, Pedro Matos, considerado espe. cialmente como escultor. No cabe duda que el Colegio de Salamanca, més conocido como La Clerecia, se inspira en el Gesu de Caracte; 0 Carme. Fig. 7.- Madrid. Convento de la Encarnacion. Gomez de Mora. 16 I. EL BARROCO ESPANOL DEL SIGLO XVII Roma; Iglesia y Colegio estan en la misma relacién que los equivalentes dentro del conjunto romano. El interior del templo impresiona por su empaque majestuoso y grave, muy espafiol. «En el aspecto emocional —ha dicho el padre Braun— ninguna iglesia de jesuitas en Espafia puede compararse con el Cole- gium Regium de Salamanca» (figs. 8 y 9). No sabemos hasta qué punto pudo Mora ver la obra acabada. No sabemos si la cupula es de Mora o de Pedro Matos. La idea de la fachada sufri6 una transformacion total tras la desaparicion de Mora. La fachada nueva pudo trazarla Pedro Matos, aconseja- Fig. 8.- Salamanca. Patio de la Clerecia. (Garcia de Quifiones.) 17 BARROCO EN ESPANA Fig. 9.- Salamanca. Seccion longitudinal de la Clerecia. do por el hermano Bautista. Luego creo las torres y la espadafia central Andrés Garcia de Quifiones en el primer tercio del siglo XVIII. A la misma época de La Clerecia corresponde en Madrid la Iglesia del Carmen calzado. Se construyo entre 1611 y 1640 por el arquitecto Miguel de Soria (+1638). Juan Gomez de Mora intervino en todas las obras de su tiempo que mas o menos directamente depen- dian de la Corona, En 1619 reconstruye la fachada 18 Fig. 10.- Madrid. Plaza Mayor. Casa de Panaderia. El proyecto de G6mez de Mora fue muy alterado por Donoso y Villanueva. Sur del desaparecido Alcazar madrilefio. Dos afios antes presento al cabildo de Madrid los planos de la Plaza Mayor o Nueva (figs. 10 y 11). Proyecto tam- bién Mora el Ayuntamiento y Carcel Nueva de Ma- drid, sin salirse de la senda herreriana. 19 Fig. 11.—-Madrid. Plaza Mayor. El hermano Francisco Bautista. Realmente corresponde a este lego jesuita la reno- vacion del lenguaje arquitectdnico, que sin desdecir a Juan de Herrera del todo, empieza a introducir dispo- siciones, formas y ornamentos nuevos que ya encajan en el estilo que luego hemos llamado barroco. El hermano Francisco Bautista pertenece a la fase inicial de nuestro barroco; cuando aflojada la rigida disciplina herreriana se empiezan a gustar libertades antes nefandas. El hermano Bautista (1594-1679) es un contemporaneo absoluto de Diego Velazquez (1599-1660) y dentro de las evidentes distancias no les falta cierta similitud en lo ponderado y equilibra- do de su arte. Cuando murié Juan Gémez de Mora en 1648, Francisco Bautista tenia cincuenta y cuatro afios, pero todavia le quedaban muchos de trabajo, pues su vida fue longeva (85 afios). Como empezo tarde a dedicarse a la arquitectura (hacia los 45 aiios) puede considerarse un sucesor de Mora. Sus Sere timos de produccién transcurren entre 1640 y_ ; he cuando brilla la escuela madrilefia tanto en pintu como en arquitectura. ‘ te scartag Fue su arquitectura majestuosa sin afectacion: er cibié en grande sus fachadas e interiores, gustan ae los ordenes gigantes y del claroscuro y Se vacade breado que éstos producen. Tuvo felices inn 20 I. EL BARROCO ESPANOL DEL SIGLO XVII nes que hicieron escuela; su famoso sexto orden dori- co-corintio, llamado asi por comparacion con el de Scamozzi; sus entablamentos con mutulos; la decora- cion, grave y graciosa a la vez, de sus bévedas por. medio de recuadros y lunetos. Supo modelar el espacio y lograr sensaciones am- bientales como nos lo demuestra en la Capilla del Cristo de los Dolores, de la V.O.T., contigua a la Tglesia de San Francisco el Grande de Madrid, una de sus mejores obras (fig. 12). El hermano Bautista estuvo trabajando en Alcala de Henares en el retablo de la Iglesia de la Compaiiia, mas como escultor que como arquitecto, hasta el afio 1629. Después vino a Madrid y enseguida intervino en las grandes construcciones que Ilevaban a cabo los jesuitas en la Corte. Entonces se estaba construyendo el Colegio Imperial, fundacién de Dofia Maria de Austria, hija de Carlos V, hermana por tanto de Feli- pe II y emperatriz, que fue, de Austria. La primera piedra de esta magnifica fundacién se puso en 1622 y se empezo la construccién bajo las trazas del hermano Pedro Sanchez, autor de los pla- nos de las casas de Ecija, Guadix y Osuna. Murid Sanchez en 1633, y desde entonces debié dirigir tan importante construccion el hermano Bautista. El an- tiguo Colegio Imperial todavia se conserva en la calle de Toledo de Madrid, si bien bastante maltratado en el curso de su agitada historia. Con la expulsién de los jesuitas, la iglesia se convirtid en templo dedicado a San Isidro, y alli se trasladaron sus restos. Los edifi- cios del Colegio se convirtieron en Instituto de segun- da ensefianza. Todo hubiera sido conforme, pero lo grave fue el incendio del templo en 1936 y la pérdida de muy importantes obras de arte. La iglesia del Colegio, hoy Catedral de San Isidro, obedece a la tipologia clasica de la iglesia contrarre- formista que impuso el Gesv de Roma. Una nave con capillas, crucero con gran cupula y presbiterio poco 21 Fig. 12. Madrid. Capilla de la Venerable Orden Tercera (contiguaé San Francisco el Grande). Hermano Francisco Bautista. profundo (figs. 13 y 14). En este aspecto la iglesia ¢& modélica. Lo més original es la fachada, con sus nat tex-sotocoro de ascendencia escurialense y sus dos iC Tres, que no pudo terminar el hermano Bautista. 12" to en el exterior como en el interior utilizo el sae orden, de su invencién, en columnas y pilastras 8 22 I. EL BARROCO ESPANOL DEL SIGLO XVI Crescenci, Carbonell y Fray Lorenzo de San Nicolas Crescenci, noble italiano, sobrino de un cardenal, vino a Espafia (1617) con cartas patentes que le abrie- ron un camino brillante en la corte, honores y titulos nobiliarios, que le hubiera sido imposible lograr a cualquier artista espafiol de mucho mayor mérito. Crescenci entro enseguida al servicio de Felipe III, que le encomendo el exorno broncineo del Pantedén de El Escorial. Esta pieza subterranea, prevista en la primera concepcion de El Escorial, la trazé —mejor diriamos, la volvié a trazar— Juan Gomez de Mora, y se iba construyendo bajo las condiciones de Pedro de Lizargarate, aparejador de las obras reales de Madrid. Sin duda, los disefios herrerianos del Pantedn debian parecer en exceso sencillos y faltos de solemnidad para la época (fig. 17). El osario de la Monarquia es- pafiola, verdadero relicario dinastico, exigia pompa y suntuosidad. En Roma, el dramatismo miguelange- lesco habia cedido a la riqueza cortesana de Giacomo della Porta, Flaminio Poncio, Oracio Grassi, etc., y este lenguaje nuevo fue el que nos trajo Juan Bautis- ta Crescenci, ocupandose de recabar de Italia los broncistas capaces de plasmarlo. Realizada en E/ Es- corial y para tan alto destino, la obra alcanzo una re- sonancia que de otra manera no hubiera tenido. Los maestros que ayudaron al decorador Crescenci se quejaron de su falta de conocimientos especulativos y practicos en lo referente a edificacién. Sea como fue- re, no puede negarse que el Pantedn es una obra de hermosa factura arquitecténica; de una solemnidad que sabe guardar el equilibrio entre la pompa debida a los que fueron reyes y la gravedad que reclama el teposo de los que son cenizas. El orden corintio, de selecto dibujo, tiene un soberbio friso de roleos roma- nos: los cascos de la boveda y sus lunetos se decoran con bronces de estilizada hojarasca clasica, prodiga en volutas de linea plena y cadenciosa. Posiblemen- 27 BARROCO EN ESPANA mientras él, como superintendente, era «oficial te» el autor. Men. La Carcel de Corte es una construccién que sj fielmente la tradicion espafiola, sin que el a italiano de los «cartuchos» de las sobrepuertas de a fachada 0 el atico de los patios, con estipites y ie carones, justifique una atribucion al maestro italiano, En todo lo demas no cabe mayor casticismo. En el centro de una fachada casi desnuda, limitada por dos espafiolisimas torres coronadas de valientes chapite- les, luce una composicién en forma de retablo tipica- mente nuestra. El telar arquitectonico es de lineas clasicas, aunque las guarniciones de huecos, con ore- jetas, denuncien cierto barroquismo. En el atico se ven placas (estilizacion de los miutulos) en lugar de capiteles, motivo tomado de la obra de carpinteria de los retablos. El sistema columnario acusa decidida- mente el centro, como por entonces era frecuente que se hiciera en las fachadas religiosas (Santa Susana, de Carlo Maderno). Puede pensarse en Juan Gomez de Mora o en Alonso Carbonell como los auténticos tra- cistas. Es un edificio que da honor a su autor, quien- quiera que sea. Se trata, acaso, del mejor ejemplo que nos queda de arquitectura civil del periodo de los Austrias (fig. 19).* Fray Lorenzo de San Nicolas (1595-1679), que ad- quirié su mayor nombradia como autor del tratado ne _ res de Arquitectura (primera edicion en ie iglesias y.capillas ras are le acreditan (16 fueron : eran maaanitad he planted con sus manos); 00 an tlessoen on = ne él mismo decia, aca ne edificios grandes, sino estaba. Fenefia' nara Sala dos. Es suya la iglesi para conservar los ya cons iglesia del convento de las monjas e * . Bernia, Juan: : 1950. uan: Historia del Palacio de Santa Cruz. Madrid, 30 I. EL BARROCO ESPANOL DEL SIGLO XVII restauracion (1943) han desaparecido las firmas de los autores que estaban talladas en yeso: el maestro Antonio Lurinzaga, el oficial Manuel Gonzalez, de Madrid, y Fray Graciano o Toscano. Al maestro Lu- rinzaga se le conocen otras obras del grupo malague- fio, por contratos y por semejanzas estilisticas. Entre las mas notables de la serie figuran las iglesias barro- cas antequeranas que estudia Don José Maria Fer- nandez. La del Hospital de San Juan de Dios, co- menzada en 1616 e inaugurada en 1716, tiene en su decoracion puntos de contacto con el Camarin de la Patrona, en Malaga. La decoracion de yeso, abultada y espesa, salta sobre las lineas arquitectonicas como espuma batida. Otros templos antequeranos con es- pléndida decoracion en yeso son la Iglesia de los Re- medios y su camarin, Nuestra Sefiora de Loreto, Igle- sia de Belén, San José, para terminar en las concep- ciones dieciochescas de la Madre de Dios 0 de San Isidro. Las iglesias barrocas del antiguo Madrid Madrid, de no ser por las multiples reformas que ha sufrido desde los tiempos de José Bonaparte, de no ser por los afanes progresistas y por la ira popular, que se desahogaba incomprensiblemente en las ino- centes obras de arte, contaria con uno de los mas ex- traordinarios catalogos que puede presentar la arqui- tectura religiosa barroca. A pesar de las enormes pér- didas, todavia Madrid cuenta en este aspecto, aunque muchas de sus iglesias pasen desapercibidas para el gran publico. Aparte de Gémez de Mora y su Iglesia de la En- carnacion, de las obras del hermano Bautista, San Isidro y la Capilla de la Venerable Orden Tercera junto a San Francisco el Grande, y de la Iglesia del Carmen, pertenecen a los prolegomenos de la serie 45 BARROCO EN ESPANA inés, la de las ilefi iglesias de San Gines, barroca oS uan de Alarcon, ae ie ae Mercedarias, jas Trinitarias. En el aye Sata Isabel y la de itigado de los primeros i: Po ate co todavia mi + la segunda mitad del siglo Ul, puede maetibirse la monumental Capilla de San Isi- Tbh San Andrés (fig. 29). Fig. 29.- Madrid. Capilla de San Isidro y su enlace con la Iglesia de San Andrés, El afio 1622 fue canoniz bia sido modesto labrador. Pueblos de Castilla y Virreinatos de América, en id de la devota idea de erigirle una grandiosa capilla < Pulcral. Hizo trazas Gomez de Mora, en 1629, ¥ 8 bre ellas Pedro de la Torre. Se puso una pa dra en 1642, sin que se pasara adelante hasta isiv0. afio en que €mpezaron las obras con empuje er e José de Villarreal fue el realizador de los ete Fray Pedro de la Torre. Hizo un modelo de we Sebas- Diego de Madrid (1657), en el que intervi 46 El barroquismo inicial en Castilla y Galicia No podemos en una obra de sintesis como ésta, sino referirnos a aquellas escuelas, personalidades o monumentos que destacan vigorosamente. Lo demas queda para estudios mas extensos y especificos. Aun- que Madrid, por su importancia en el siglo XVII y por ser Corte y corazon de Espafia, ejerza un papel de protagonista en el periodo barroco, no cabe duda que este estilo se expande por toda Castilla y de alli al norte, Galicia, Cantabria y Vascongadas. Salamanca y Valladolid son dos focos de especial significacién y a ellos nos dedicaremos con mas detalle. En Salamanca la construccion de La Clerecia, fun- dada por Dofia Margarita de Austria, va a permitir, dada la enorme envergadura del edificio, que no pudo acabarse mds que en fases sucesivas, desde los co- Mmienzos bajo la direccién de Gémez de Mora hasta su brillante final bajo Andrés Garcia de Quifiones, que se cree una poderosa escuela barroca, en la que 53 SES BARROCO EN ESPANA van a insertarse también, como mas adelante vere. mos, varios miembros de la familia Churriguera. Lo mas espectacular y conocido del barroco salmantino corresponde al siglo XVIII y sera objeto de estudio en el siguiente capitulo. Después de Gomez de Mora, dirigid las obras de La Clerecia el jesuita Pedro de Matos (1601-1673), que construyo la fachada hasta el arranque de las torres. Como resto curioso de la fase de Mora quedan las portadas laterales, de refinado dibujo manierista. Lle- vo Matos la direccién desde 1644 y salié bastante ai- roso con su monumental fachada de dos érdenes de columnas casi exentas, que se inspira en la manera del hermano Bautista. De todas formas, si no hubiera sido por las inspiradas torres de Garcia de Quifiones, la composicién hubiera quedado un tanto apagada. Trabajo también en La Clerecia Juan Moreno, qué fue el autor de la soberbia Sacristia del Convento de San Esteban. La escuela salmantina nutre de contenido el primer barroco galaico a través de la figura de José Pefia de Toro, vecino de Salamanca, que fue llamado por los benedictinos de San Martin de Pinario, en 1652, para asegurar posibles desperfectos de la fabrica composte- lana. Luego sabemos que fue requerido para trabajar en la Catedral por encargo del canénigo fabriquero José de Vega y Verdugo, Conde de Alva Real. Lo pri- mero que debié realizar Toro en la catedral fue el Portico de la Quintana (1658-1666) (fig. 34), que S¢ considera como la primera construccion barroca de Galicia. Se trata de una verdadera fachada que oma menta una de las entradas a la Catedral por el brazo sur del crucero. Su arquitectura es vigorosa y NO exenta de un buen poso clasico. Pefia de Toro debia conservar todavia cierta formacién académica, pues el monumental orden dérico y otros detalles asi lo acreditan. Era sin duda un rescoldo de la fachada de La Clerecia, de Pedro de Matos; en cualquier caso 34 IV EL BARROCO CORTESANO ESPANOL Los Sitios Reales En la arquitectura del siglo XVIII espafiol nos en- contramos con dos mundos, no digo que antitéticos, pero si bastante inconciliables: La arquitectura que podemos considerar vernacula, indigena, que ha ido evolucionando desde si misma, desde las severidades todavia herrerianas de los Gomez de Mora, Carbo- nell, etc., hasta las fantasias abigarradas de un Tomé o de un Hurtado Izquierdo, y la que nos viene impor- tada de fuera, principalmente de Italia, y promovida por la Corte y la Academia. No se crea que una suplanta a la otra, que la im- puesta desde arriba anula a la primera. No caigamos en este error; las dos arquitecturas coexisten, y lo ha- cen durante casi toda la centuria, sobre todo en las re- giones mas periféricas y, especialmente, en Andalu- cia, donde el barroco del siglo XVIII se supera a si mismo y crea las mas originales y frenéticas composi- ciones, cuando la Academia predica todo lo contra- tio. Por eso aceptamos la separacion de estos dos mundos y consideramos, metodolégicamente, mas conveniente estudiarlos por separado. No quiere decir que no existan transvases de uno a otro, pero mas bien en un solo sentido. Es muy dificil 247

También podría gustarte