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La Liebre y la Tortuga

Había una vez una carrera que involucraba a una tortuga y una liebre. La tortuga,
quien prefería un ritmo constante y tranquilo, y la liebre, que solía correr a gran
velocidad, pero de manera intermitente, decidió competir para ver quién era más
rápido.

La tortuga comenzó la carrera con determinación, avanzando constantemente. La


liebre, por su parte, partió rápidamente y se adelantó. Ambes tenían su propio
enfoque en la carrera, sin importarles el ritmo de los otros.

A medida que avanzaba la carrera, la liebre comenzó a sentirse confiada y decidió


detenerse para descansar, pensando que la victoria estaba asegurada. Mientras
tanto, la tortuga seguía avanzando constante pero lentamente.

La liebre, al darse cuenta de su error, decidió seguir corriendo, pero ya era tarde.
La tortuga cruzó la línea de meta con un paso firme y ganó la carrera. Ambes
animales aprendió una lección valiosa sobre la importancia de mantener su
enfoque y esfuerzo, sin importar su velocidad.

La moraleja de esta historia es que, sin importar nuestras diferencias o formas de


ser, debemos valorar la constancia y la determinación. No debemos subestimar a
nadie en función de su estilo o ritmo, y debemos celebrar las diferencias y el
esfuerzo de cada uno.

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