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David Bellos Un pez en la higuera Una historia fabulosa de la traducci6n Traduccién de Vicente Campos And 4 Gosas que se dicen sobre la traduccié Es un susti hecho bien conocido el que una traduccién no es to del original. A todas luces, también es obvio que la afirmacin anterior es falsa. Las traducciones son sustitutos de los textos originales. Se las utiliza en lugar de una obra escrita en un idioma que no se sabe leer con facilidad. La afirmaci6n de que una traducci6n no es un sustituto de un original no es el Gnico ejemplo de sabiduria popular que no es cierto, Repetimos alegremente dichos o lugares co- munes como «el que la hace la paga» o «siempre Ilueve sobre mojado» 0 «la verdad siempre aflora» ampliamente cuestiona- dos por las evidencias: mafiosos rusos tosténdose al sol en Ia Riviera francesa, chaparrones veraniegos y secretos de fan que nunca ven la luz. No hace falta que enunciados como los anteriores sean verdad para ser tiles. Habitualmente, los di- chos de este tipo sirven para avisar, consolar 0 animar a otras personas en circunstancias concretas, no para sentar las bases de una teoria de la justicia, de un sistema de prevision del tiempo o de la ciencia forense. Por eso decir que una traduc cién no es un sustituto del original s6lo engaiia a aquellos que toman el t6pico al pie de la letra, Es asombroso cuanta gente cae en la trampa. Cuando usted le dice «el que la hace la paga» a un adoles- cente que esti birlando un DVD del estante de unos grandes ‘enes, no importa que usted crea que lo que dice es ver- enta es encaminar al joven ala dad 0 no. Lo que -eptacion del octavo mandamiento y utiliza una frase convencional al se vicio de ese fin moral. De la misma manera, un profesor que ha pillado a sus es- tudiantes le que deber cen francés, bien puede reprenderles diciendo con tono de voz ndo El extranjero en espaiiol cuando se suponta sus clases leyendo la novela de Camus in prepal autoritario: «Una traduccién no sustituye al original!». Los es- tudiantes bien saben que no es cierto porque precisamente acaban de descubrirlo utilizando la traduccién como stituto del original. Pero también entienden que el profesor ha recu- rrido a un tofico popular para decir otra cosa que sf que es ncés mejorardn sus habilida lengua. Lo que pre verdad: que s6lo leyendo mas fr inde el profesor es s diligentes, no sentar eatedra sobre la twaducci6n. Con el tiempo, los estudiantes se licenci abajo y, a criticas de libros. En esas circunstanc encuentran Igunos de ellos, no tardan en dedicarse a escribir do tienen que extranjera traducida al qué decir, pueden repetir como lo- 10s la advertencia que habjan escuchado en la escuela. Sin er escribir sobre una obra de litera espaiiol y no se les 0c bargo, y como st ede con todo lo que la gente dice y escribe, el valor de una frase con del original» se ve contexto donde se enuncia. E del libro pose poder emitir el juicio de del mismo. Tanto si el c » «una traducci6n no es un sustituto bia el ompletamente alterado cuando ca este nuevo contexto, significa que el autor de la critica iciente conocimiento de un original pat e su traduccién no es un sustituto dad el original como sino, la afirmacién de que la traduccién no constituye tico se ha leido de ve tun sustituto apropiado, lo hace responsable de la mi Utilizar el tépico de este modo afecta obviamente al si ficado de la palabra «sstituto». Si, por ejemplo, dijera que «el café instanténeo no es sustituto del expreso hecho con granos recién molidos», ¢ equivocaria, en el sentido de que el pro- pésito del café instantaneo es servir de sustituto de formas mas elaboradas de prepa pe en tanto se entiende que la palabra «sustituto» significa ar la bebida; pero también tendria raz6n, 46 tan bueno como» o «equivalente. El café instantineo no es obviamente lo mismo que el expreso; mucha gente no lo con- sidera tan bueno; y, dado que las preferencias en cuestiones de café dependen del gusto individual, no es irrazonable tratar el café en polvo como si no fuera equivalente del expreso. Con arios como ésos sobre el café, pero frecuencia hacemos come Jas cosas se complican cuando se aplican ala t Quienes afirman que las traducciones no son sustitutos del or tender que ellos poseen los medios para reconocer y apreciar lo genuino, es decir, la composicién ork ginal en lugar de la traduccion. Sin esta competencia no po- drfan hacer esa afirmaci6n. Del mismo modo que una incapa- cidad para distinguir dos tipos de café le privaria de cualquier posibilidad de compararlos, asi la capacidad para discriminar y «un original» es un requisito basico iducci6n, entre «una traduccion pretenda afirmar que uno de ellos no es lo mi para qu .quivalente ni tan bueno como el En la priictica, miramos la portada, la solapa, la pagina de eréditos de un libro o la firma al final de un articulo para saber silo que estamos leyendo es 0 no una traduccion. Pero en au- sencia de tales referencias, son los lectores capaces de distin- iguir, por el regusto que dejaen si un texto es «original» o «traducido»? En absoluto. Inconta- paladar literario y lingitistico, bles escritores han presentado originales como si fueran traduc- ciones y traducciones como si fueran originales y nadie los ha descubierto durante semanas, meses, afios y hasta siglos. Fingal, an Ancient Epic Poem in Six Books recibié una gran 1762, Durante muchas décadas, se ‘gua cultura de acogida cuando aparecio, sostuivo que ofrecia una valiosa imagen de la at Jos habitantes originales de la franja noroccidental de Europa. sntes como Napole6n y tan eruditos como. Personajes ta ¢1 fildsofo aleman Herder se extasiaron con la genuina poesia relato de popular del «Bardo celta». Pero se equivocaban. E Ossian no lo habian inventado unos rapsodas celtas. Fue escri- to en inglés por un por son. Horace Walpole tuvo un recorrido mas breve. En la intro duecién a la primera edicién de Bl castillo de Otranto (1764) a traducci6n de una a menor llamado James MacPht ai su novela no era mas que ba.q 47 obra italiana publicada en 1529, y prometia hacerla ptiblica si la novela conseguia cierto éxito. Lo consigui6, es mas, se con- virtié en un best-sellerde la época y dio lugar aun género entero denominado «novela gética». Se necesitaba una segunda edi- autor tuvo que morder el polvo: no podia presen- ‘ar el original italiano, porque no habia ninguno. También él habia escrito su straducciény en inglés. Engafios atin mayores salpican la historia de muchas lite- aturas. Cartas de la monja portuguesa, publicadas por primera ver en francés en 1669, pretende ser una traduccién, aunque el original nunca aparecié. Este texto exquisito y espiritual fasci- 6 a los lectores durante tes siglos y s ichas lenguas, en n una version a cargo del poeta Rainer Maria Rilke, quien nunca llegé siquiera a sos- pechar que hubiera hecho el primo. En realidad, las cartas las habia escrito en francés un amigo de Jean Racine gues. El engafio no se desenmascaré hasta 1954.! Otro curioso ejemplo de la larga tradici6n de las «falsas traducciones» lo ofrecen muchas obras literarias clasicas es- pafiolas, en especial los libros de caballerias o las novelas caba- Herescas, que se pres ducidas —o incluso retraducidas— de otras lenguas (de mas tradujo del francés a re ellas el ale Suillerae ntaban casi sisteméticar prestigio o mas exéticas): de El caballero Zifar—supuestamente traducido del latin a partir de u be)— a Tirante el blanco —1 texto del caldeo (0 del ara- saducido al valenciano, dice su autor, Joanot Martorell, desde una traduce un original inglés—. Cervantes parodiaria esta costumbre en el Quijote, en un delicioso pasaje del capitulo IX de la primera parte, donde atribuye la autoria de la novela a «un historiador mn portuguesa de arabigo, Cide Hamete Benengeli» (y hace que se la traduzca un morisco por la médica tarifa de «dos arrobas de pasas y dos fanegas de trigo»)2 Un ejemplo mas regiente de pseudotraduccién en francés es el de Andrei Maki me novelas, publicadas entre 1990 y 1995, se presentaron como obras traducidas del uso por un inventado Francoise Bour. En 1995, Le Mondereve- 16 que se trataba de originales franceses y asi despejé elcamino para que la cu rta novela de Makine, El testamento francés 48 ra el premio Goncourt, que s6lo se concede a escritores en francés. Puede ser dificil acabar con la fama de las pseudotraduc- ciones una vez han cobrado vida. En la Unién Soviética, el poe- ta Emmanuel Lifshitz crey6 que podria expresarse de una ma- nas plena escribiendo como si fuera otra persona, Clifford, un inglés que no existfa. Publicados originalmente en a de Batumi, los veintit traducidos del inglés fueron reimpresos en Mosci a breve nota biogrifica del poeta que intentaba des- cubrir el juego en su tiltima frase: «Esta podria haber sido la és poemas supuestamente acompaiia- dos de biografia de este poeta inglés, que nacié en mi imaginaci y que se ha materializado en los poe! pido que consideren». Pero incluso pistas tan palmarias como ésas pueden pasirseles por alto a lectores que estén persuadi- dos de ser capaces de reconocer la diferencia entre originales .lufa los poemas de Clifford en las os, y tal vez por esa razén James as cuya traduccion les ytraducciones. Lif antologias de sus propios ver Clifford siguié vivo en los circulos literarios como un bien co- nocido poeta inglés durante muchos afios. En una conversa- ci6n con Lifshitz, Yeygueny Yevtushenko mencioné lo bien que recordaba al melancélico inglés, «un verdadero excé ‘ Los ejemplos del proceso inverso, hacer pasar nes como obras originales, es probable que sean igual de nu- merosos. Tres de las novelas del diplomatico y escritor polfglo- ta Romain Gary que supuestamente se redactaron en francés (Lady L., 1963, Les Mangeurs d’étiles, 1966, y Adiew Gary Cooper, 1969) se habian escrito de hecho y publicado en inglés (como Lady L, 1958, The Talent Scout, 1961, y The Ski Bum, 1965, respec- tivamente), y luego fueron traducidas en secreto por un edit francés de Gary. Cuantas traducciones se hi n hecho pas: como originales si que se descubriera nunca? Es imposible todos los engaiios de este tipo hayan sido desenmascara dos. Los autores tienen muchas razones p obra original pase por una traduccion y obra original. A veces, ayuda a superar la censura, a veces que: traduccion por que una sirve para probar una nueva identidad. Puede servir a las fanta- 49 sias individuales o colectivas sobre la autenticidad lin nacional, 0 puede hacerse sélo para complacer el gusto del piblico por lo ex6tico. Lo que todos estos engaiios subrayan es rita origt- nalmente en la lengua en la que se esta leyendo. La dif entre una tradu n original no es del mismo orden que la diferencia entre el café que la lectura por si sola no revela si una obra fue es ro, Se trata de polvo y el de algo mas que una idea. Pero no es nada facil de demostrar La idea de qu original debe ser sometida a una critica m: na traduccién no es un sustituto de una obr: Si el tépico fuera cierto, zqué obtendrian los lectores de una traduccién? Desde luego, no acced tendrian un sustituto de la misma, ni tan sdlo el equivalente literario del café en polvo. Sostener la naturaleza irreemplaz ble de un original tite leer el idioma en cuestién al consumo, no de Nescafé, sino de aguachirle. Ninguna opinién tendria valor, salvo las de aque- Ios que leen las obras en la lengua original Pero los ejemplos de Cervantes, Walpole, MacPherson, Gary, Guilleragues, Makine, Clifford © incontables mas de- muestran que nadie puede estar seguro de que lo que ha leido a en si. Pero ni siquiera io condena a aquellos que n original. Ismail Kadare cuenta otra historia sobre la imposibilidad de distinguir entre textos original autobiogrifica, Grénica de piedra. C ciné un libro que le habia dado un tio. y traducidos en su novela ando tenia diez aiios le fas- Su historia de mas, castillos, asesinato y traicion, le an parecia explicar parte de lo que h: alrededor en la ciudad-fortaleza de Gjirokastér durante los pS, sobre todo porque ja estado sucediendo a su aiios anteriores de guerra y conflictos sociales. 2E1 titulo del bro? Macbeth, de William Shakespeare. El joven Ismail veia a Lady Macbeth por la calle, c6n, lavando las manchas de los ter acaecido en su hogar. No tenia ni idea de que la obra se habi n inglés. En su fascinacion infantil por el texto, lo reley6 muchas veces, € raduccién, y hoy en dia, cuando los entrevistado- res le preguntan cual fi storciéndose las manos en el bal: bles hechos que habit escrito originalmente luso copié a mano la in: sospechada el primer libro que escribié en su vida, siempre responde, con s6lo media sonrisa: Macheth, Hasta la fecha, Kadare no ha aprendido inglés, pero considera Mac- beth como Ia experiencia fundadora de su propia vida literaria dad de la tra a todas luces no tuvo el efecto de la aguachirle. Fue mas bien Fuera cual fue .ccién que asi le inspiré, un elixir Visto lo visto, zpor qué se sigue diciendo que una traduc- cién no es un sustituto de un original? Es comprensible que el 6pico sirva a quienes conscientemente evitan leer nada tradi cido, pues justificaria y explicaria su costumbre. Pero, dado que no hay forma fiable de distinguir una traduccién de un original mediante criterios 108, esos puristas nunca po- drian estar seguros de cumplir a rajatabla sus propios princi- pios. E incluso si, por algiin golpe de suerte, consiguieran evi la lectura de todas las obras que no fueran originales, do decididamente peculiar: fol, no conocerian la Biblia, acabarfan con una visién del mu si fueran lectores en inglés o esp nia Tolstéi ni Bl planeta de los simios. Lo tinico que co es proporcionar una tapadera espuria ala opinién de que la traduceién es un texto de se quieren decir en realidad qui cién no es un sustituto de una obra original. ace el t6pi 10 El mito de la traducci6n literal Con los diccionarios bilingiies para ponerse en marcha y Thesaurus como los de Roget para pulir su trabajo con un buen ja de costarles contat ras de la pagina. Sin e scabado, a los traductores no debe: qué quieren decir de verdad las p: bargo, en la prictica, son esas palabras escritas las que se ci en como un velo oscuro sobre el significado de un fragmento de texto. Tomadas una por una, las p torsionan el sentido y la fu bras oscurecen ¥ dis- ade un texto, que es la raz6n por la que una traduccién palabra por palabra no suele dar casi nunca buenos resultados. No es ninguna novedad: los argu- mentos contra Ja traduccién literal se remontan a un pasado casi tan remoto como la traduccion escrita misma.’ ¢ varios aiios en la historia de la sumergirse dur n, George Steiner desc gran medida en un: prié que ésta consistia en a de argumentos repetidos sobre el mismo problema. «Después de dos mil afos de discusiones y preceptose, escribfa con perceptible frustraci6n, «las ideas y los desacuerdos sobre la naturaleza de la traducci6n han sido, por asi decirlo, los mismos».* Cuando el libro favorito para dormirse de Don Quijote, Amadis de Gaula, aparecié en francés, el traductor le dio a su mecenas dos razones para no haberse ajustado a los significa- dos literales de las palabras espaiiolas: Le ruego que crea que lo hice porque muchas cosas me parecieron inapropiadas para las personas de bien con respec- to.a las costumbres y formas de vivir de nuestro tiempo, y segui el consejo de algunos amigos, que consideraron oportuno que evitara la habitual meticulosidad de los traductores, justamente porque [este libro] no trata de materia que exija esa escrupulo- sa observancia.* Estas justificaciones gemelas de la traducci6n «libre» la traduccién literal sencillamente no es apropiada para el pili co al que va destinada y tampoco le conviene al texto nal— eran temas recurrentes en el siglo xv1, como lo hal sido desde hacia ya muchos siglos. En realidad, pocos pensado- res se han declarado a favor de un estilo literal o palabra por palabra, La traduccién literal es justamente lo que los traducto- res de la tradici6n occidental no hacen, Pero, si no es una prac- tica extendida, gpor qué tantos traductores sienten la necesi- dad de atacarla, a menudo con vehemencia? Octavio Paz, el poeta y hombre de letras mexicano, reincidié en la opit general en tiempos mas recientes: «No digo que la traducci6n literal sea imposible, sino que no es una traduccion.‘ Hasta cuando se remonta esa idea? Hay referencias a la cuestion en textos de Cicer6n (106-43 a. de C.) y Horacio (65-8 a. de G), pero una larga frase escrita por san Jeronimo, el trax ductor de la Biblia al latin y posterior santo patron de los tradue- tores, puede tomarse como la primera formulacién acabada de este perverso debate entre sliteral> y «libre». En el aito 346, cuando estaba casi al final de sus desvelos, Jeronimo escribi6 una cartaa su amigo Pammachio para replicar a las criticas que habjan recibido las traducciones que habia hecho hasta enton- ces. Decia esto acerca de como habia abordado su tarea: Ego enim non solum fateor, sed libera voce profiteor me in inter- pretatione Graecorum absque scripturis sanctis ubi et verborum ordo ‘mysterium est mon verbum ¢ verbo sed sensuum exprimere de sensu. Una traduccién provisional daria el siguiente sentido: «Por tanto no s6lo confieso sino que por mi propia voz procla- ‘mo que, con la excepci6n de las traducciones de las sagradas cescrituras del griego, donde hasta el orden de las palabras es 118, un mysterium, yo no reflejo palabra por palabra sino sentido por sentido». La expresi6n de Jerénimo verbum e verbo, «la palabra a par- tir de la palabra», puede considerarse sinénima de traduccién «literal», y su sensum exprimere de sensu, «teproducir el sentido a partir del sentido», se corresponde a la idea de traduccién li- bre». Jeronimo afirma que no hace traduccién «literal», salvo cuando traduce «sagradas escrituras del griego». Eso parece claro hasta que se cae en la cuenta de que la clausula de excep- in cuestiona radicalmente la afirmacién principal, porque lo que hizo Jerénimo a lo largo de su prolongada vida fue preci- samente traducir las sagradas escrituras, mas de la mitad de las, cuales a partir del griego. Jeronimo también confiesa que no s6lo abandona la trae duccién de «sentido por sentido» cuando traduce escrituras del griego, sino especificamente ubi et verborum ordo mysterium ‘st, «alla donde hasta el orden de las frases es un mysterium, Como el significado de la palabra mysterium es incierto, no hay un acuerdo definitivo acerca de a qué se referia en realidad Jeronimo. En el origen de los debates en Occidente sobre cémo traducir mejor hay una palabra misteriosa que nadie sabe muy bien cémo traducir. En el latin tardio que escribfan los eristianos, mysterium suele significar casi siempre un sacramento sagrado. Por tanto, la frase de Jerénimo parece recomendar mantenerse fiel al or- den exacto de las palabras del Nuevo Testamento griego por- que el orden de sus palabras es sagrado. Louis Kelly cree que Jeronimo esta diciendo: No s6lo admito sino que proclamo en vor alta que al tra- decir del griego, excepto las Sagradas Escrituras, donde hasta el orden de las palabras es obra de Dios, no he traducido pala bra por palabra, sino sentido por sentido." Esta lectura respalda la opinién de que Jer6nimo no esta defendiendo en realidad la traduccién «sentido por sentido», como da la impresién al principio, sino «palabra por palabra». Pero gpor qué Jerénimo trata el orden de las palabras en grie- 1g go como sacrosanto y no hace lo mismo con las escrituras qué traduce del hebreo y el arameo? La «excepcién griega» no tie: ne demasiado sentido si la santidad es la raz6n principal para imitar el orden de las palabras de la fuente. Sin embargo, es posible que Jeronimo quisiera decir otra cosa con mysterium. Puede que quisiera explicar sw acercamien= to a una cuestién a la que se enfrenta todo traductor un mo mento u otro: qué hacer con las expresiones que no se entien= den, Es un verdadero problema para todos los traductores. porque todo enunciado, oral o escrito, tiene siempre algo vago, borroso 0 incierto. ‘Al hablar, escuchar o leer ordinariamente, abordamos esas Jagunas de diversas maneras. Una frase incomprensible puede tratarse como un error de transmision: una mala pronunciae j6n, una errata, un descuido en la escritura. No tenemos nin« ‘giin problema en sustituirla con lo que instantaneamente supo- nemos que es la forma correcta, y en la interaccién hablada lo hacemos de manera automitica, sin darnos cuenta de las co receives que intioducimos en lo que ofmos. Cuando leemos, utilizamos el contexto para interpolar un significado que enca: je. Y cuando el contexto no nos lo permite, nos lo saltamos, jLeemos saltndonos fragmentos continuamente! Nadie cono- ce los significados de todas las palabras francesas de Les Miséra- bles, pero €so no ha impedido que nadie deje de disfrutar de la novela de Hugo. Sin embargo, a los traductores no se les conce- de el derecho a saltarse nada. Es una restriccién importante, Apenas se da casi nunca en la mayorfa de los demas usos de la lengua; es uno de los pocos problemas casi exclusives del mbi- to de la traduecién. Jeronimo trabajaba con muchas fuentes distintas, pero stu texto principal para el Antiguo Testamento era la Septuaginta griega, traducida de fuentes hebreas hoy perdidas varios siglos antes. Segiin la leyenda, habia sido encargada alrededor de 286 a. de C. por Ptolomeo II, el faraén grecoparlante de Egip- 10, para la biblioteca que acababa de fundar en Alejandria, Ha- bria mandado hombres a Judea para buscar judios cultos que entendieran el texto fuente, Iuego los agasajé y los acomod6 cen la isla de Faros para que trabajaran. En este taller de traduc- 120 ci6n fundacional participaron setenta (0 setenta y dos) tradue ores, que es la razén por la que el texto que dieron a la luz se dlenomina Septuaginta, una forma de escribir (no de traducir) Ju palabra griega que significa «setenta». Los Setenta no escribian en la lengua de Homero y S6fo- les, sino en koiné, la lengua popular hablada de las culturas helenisticas esparcidas por Oriente Medi ile un modo peculiar, tal vez porque la koinéera su lengua vehi- ular, no sui lengua nativa. Ast que no seria muy sorprendente Escribfan, ademas, algunas palabras, expresiones y frases de la misma descon- ftaran a san Jernimo siete siglos después. Un ejemplo elo- aiente de las dificultades de los Setenta con el griego era la forma en que manejaban las palabras hebreas que se referfan a Jos misterios retigiosos judios. Por ejemplo, representaban el art hebreo como Xepovpiiji, que no es una traduccién, sino transliteraci6n de la misma palabra en otro alfabeto. Jer6- hhimo hizo otro tanto: escribié aproximadamente los mismos sonidos en escritura latina, de donde viene cherubim. Los ta- ductores de la Biblia al inglés (0 al espafol) han hecho lo mis- ino, déndonos una forma plural masculina hebrea (im) para {in concepto que ha confundido a todos los traductores desde 1 siglo tercero a. de ©. Ademés, la transferencia de letras a vavés de tres escrituras y cuatro lenguas ha alterado el sonido de la palabra hasta volverla casi irreconocible, de jeruuim a squerubin». Esta forma de abordar algo intraducible no traduciéndolo 4 la ver que se hace pronunciable (traduccion fonética 0 tra- Muccién homofénica; véase arriba, pag. 42) podria considerarse ¢l sentido primario y original de lo que denominamos «tradue- ién literal». Consiste en representar una palabra extranjera colocando en lugar de las letras de Tas que esta formada las le- {ras correspondientes de Ia escritura de la lengua de legada. Pero hoy en dia no denominamos a eso taducci6n literal, sino transliteracién. Y probablemente no era la intenci6n de Jer6ni- mo en el famoso pasaje de su carta a Pammachio. {Qué queria decir entonces Jeronimo con msterium? Lo que sigue es una traducci6n alternativa del pasaje del misterio por un canénigo de la eatedral de Canterbury: Porque yo mismo no s6lo admito sino que proclamo il mente que al traducir del griego (salvo en el caso de las sagrae ddas escrituras en las que hasta el orden de las palabras es un isterio) reflejo sentido por sentido y no palabra por palabra Por decirlo de forma mis laxa: «S6lo traduzco palabra por palabra donde el original —incluso el orden de las palabras Ie resulta completamente incomprensible». Que es, claro, la que siempre han hecho los traductores. En general, casi pre transmiten el sentido; pero, donde éste es oscuro, lo m que pueden hacer —porque a diferencia de los lectores eo tientes no les esti permitido omitilo— es ofrecer una repres sentaci6n de las palabras del original, una por una. , Entonces, equé es una traduccién literal? No se trata de uuna sustitucién de las letras, a lo que denominamos transliterar cin. Una sustitucién, una por una, de las palabras escrtas? Es posible. Cuando ley6 una traduccién manifiestamente libre de The Jumping Frog of Calaveras County (La célebre rana saltarina del condado de Calaveras), Mark Twain decidié retraducir su relat, al inglés utlizanda vm sistema de sustituci6n palabra por pal bra que pretendia hacer lo contrario de lo que habia hecho su traductora francesa al tomarse demasiadas libertades. sta es la sretrotraduecién» que hizo Twai 1 there was one time here an individual known under the name of Jim Smiley; it was in the winter of 49, possibly well atthe 5 30, Frome ot cath TH wih mene eg ‘was the one or the other, its that I shall remember that the grand fume 48 not achieved when he arrives atthe camp forthe fist time, but of ald ‘ides he tas the man the mos fond ofto bet which one have seen, betting ‘upon all that which is presented, when he could find an adversary; and shen he not oft could not, he passed tothe side opposed. Valga, a modo de referencia aproximada de cémo sonarfa laaplicacién del mismo método al parrafo anterior en espaiiol, la siguiente traduccién: Habja un tiempo por aquf en que tin indlividtuo conocido bajo el nombre de Jim Smiley; era el invierno'del 49, posible: ‘mente también la primavera del 50, yo no me recuerdo exactac 122 mente, Esto que me hace creer que era el uno o la otra, es que me acuerdo de que la gran caiada no estaba acabada cuando llega al campamento por primera vez, pero por todos lados era el hombre que mis encarifiado estaba de apostar de los que uno ha visto, cuando podia encontrar un adversatio; y cuando no lo podia encontrar, se pasaba al otro lado, La broma de escuela de Twain se burla del francés, de la jyramatica francesa, de la ensefianza escolar del francés y de lo {Ine se tercie. Pero lo que demuestra es la tesis que sostenia Octavio Paz: la «traduccién literal» no es imposible, pero no es una traduccién. Usted s6lo puede entender los textos de lega- dla (la «retrotraduccién» al inglés de Twain, como la y las librerfas reservan secciones enteras para su obra, Su nombre no s6lo aparece en la sobrecubierta sino que se imprime en el mismo cuerpo de letra que el del autor. Los traductores literarios japoneses tienen un estatus muy parecido al de los autores en Gran Bretafia y Estados Unidos, Muchos traductores-autores son muy conocidos, e incluso hay un libro de cotilleos sobre ellos: Honyakuka Retsuden 101, «Las vidas de los Traductores 101». ‘ Muchos paises conceden a los traductores mayores reco nocimientos simb6licos y materiales que Estados Unidos 0 Gran Bretafia, En Alemania, los traductores literarios suelen recibir unos derechos significativos sobre los libros que tradue cen; los traductores literarios franceses también estin mejor pagados que sus colegas estadounidenses. Pero no ast los espae oles: a principios del siglo xx, la remuneracién de la traduce ion de La historia de la Revotucién Francesa, de Carlyle, Nevada a cabo nada menos que por un «gran nombre» como Unamuno, Jo hubiera matado de hambre («Mientras tarda 100 horas trae duciendo para conseguir 225 pesetas, gana 150 escribiendo un articulo en el que no emplea mas de media hora» tualidad las condiciones Jaborales de tos traductores literarios petmiten que éstos malvivan, sin el peligro de morir empacha- dos, poco mas. En el mundo angléfono casi todos los traducto= res literarios tienen un empleo normal para complementar su pasatiempo, pero en Francia, Alemania, Japén y otros paises, es Ja traduccién el empleo que les permite financiar una segunda vocacién, como escribir ficcion propia. Estas diferencias en el contexto social y econémico de la traduccién literaria entre Extremo Oriente, la Europa conti= 320 nental y el mundo angléfono refleja la asimetria en el flujo global de las traducciones. Los contextos situacionales de la traduccién literaria son tan distintos cuando se traduce hacia arrina y hacia aBayo —hacia el centro o hacia la periferia, se- gin la terminologia de Pascale Casanova—* que necesaria- mente tienen grandes consecuencias en la forma en que se realiza la tarea. En culturas radicadas en la periferia de la circulacién glo- bal de las obras literarias, lo que se quiere es acceder al centro. El estatus cultural de las obras literarias en la traduccion esta determinado en primer término por el mero hecho de que permiten el acceso a lo extranjero. Por otra parte, en las len- guas centrales, no se le concede especial importancia al cardc- ter extranjero de un nuevo libro. Las novedades que llegan de fuera tienen que conquistar su lugar en el universo cultural por otros medios. Pero dado que en este momento s6lo hay una lengua central, la brecha en la practica de la traduccién se abre en realidad entre el inglés y todas las demas lenguas. La traducci6n de las novedades literarias al inglés casi siempre utiliza un estilo fluido y relativamente invisible. Eso se debe a que, como los autores en ciernes, los traductores litera- rios de obra previamente desconocida tienen graves problemas para encontrar un editor que los acepte, Pero, en la practica, pocos libros llegan al inglés como resultado directo del empe- fio de un traductor. La mayor parte de la literatura internacio- nal que se publica hoy ha sido seleccionada por editores encar- ¢gados de esa funcién cuyas opiniones se forman a partir de los argumentos de venta de agentes literarios internacionales, con- sejos de editores extranjeros y cotilleos y rumores ofdos en las ferias del libro de todo el mundo. Los traductores literarios casi siempre se enteran de cul sera su préximo trabajo cuando tun editor ya se ha comprometido a publicarlo. No hay muchos ¢jecutivos editoriales en Gran Bretaita y Estados Unidos que lean lenguas extranjeras, aparte del fran- cés, Una consecuencia de esta situacién casi vergonzosa es que la traduccién al francés es, si no un prerrequisito, si una carta de presentacién muy til para una obra en cualquier otra len- gua que pretenda entrar en el mercado de la literatura mun- 2a Las carreras internacionales de escritores como Ism: Kadare y Javier Marias, por ejemplo, dependieron al prineipig de que sus obras fueran lefdas en traducciones francesas por editores de Estados Unidos y Gran Bretafia. Pero también abundan los editores que adquieren derechos de traduceidy) de obras extranjeras basiindose exclusivamente en informes dé Jecturay en con de choudery sopia de pescado es una variable, y su valor depende del término de comparaci6n utilizado o aplicado implicitamente en cualquier contexto de uso dado. Las dimensiones de un enunciado cuya traduccion se basa cen cl criterio de la similitud o analogia son de diferentes tipos, Elregistro, el tono, el ritmo, el estilo y el ingenio slo pueden considerarse similares 0 andlogos entre si con respecto a algo externo al texto mismo, Por ejemplo, para afirmar que la esc ura en pentametros yémbicos en inglés se parece al uso del 350 alejandrino francés (doce sflabas) que hace Racine, ese parale- lismo tiene que basarse en los valores sociales y culturales de las formas poéticas en dos entornos diferentes. Tanto en inglé: como en francés son las formas mas comunes y frecuentemen- te usadas y en ese sentido se parecen; pero en ninguno otro. Por otro lado, escribir versos de doce silabas en inglés para re~ presentar el verso francés, €s una mera reproduccién numé: ca y artificial del original, pues poco tienen que ver los ritmos subyacentes del inglés, que es una lengua de prosodia acen- tual, y del francés, que no lo es. Al elegir qué dimensiones conectar en una relaci6n de si- tud y el grado en que ese parecido se hace visible, una tae jerarquiza los rasgos, entrelazados y superpuestos, que constituyen el original. Hasta ese punto, al menos, las tradue- ciones siempre proporcionan una interpretacién de la fuente. Es mas obvio en textos literarios que imponen pocas restri¢cio- nes pricticas, pero la misma situacién subyacente se aplica a todos los actos de tradueci6n entre lenguas. EI nudo del problema es éste: dado que una traduccion conserva la informacién y el valor general del original, zen qué sentido es posible decir que su forma o estilo o tono es similar e805 rasgos en su fuente? Georges Perec escribi6 en una amplia variedad de estilos, pero un rasgo caracteristico de toda su obra es que siempre reserva informacién importante hasta el final, de manera que ellector se da cuenta de que, hasta ese momento, no ha enten- dido la verdadera importancia de la frase 0 el parrafo, 0 inclu- so de la novela en cuestién. A escala de frases y parrafos esto es mis facil de hacer en la prosa literaria del francés que en la inglesa, que, de manera caracteristica, introduce la nueva in- formacién de una forma distinta. Sin embargo, explotando la notable flexibilidad de la estructura de la frase inglesa y forzdn- dola un tanto, respeté la técnica de «informacién diferida» de Perec hasta donde bien pude. Por el mero hecho de hacerlo ya oftecia una interpretacién del estilo de Perec, pero el parecido de mi prosa con la suya se citie a ese tipo de detalles y la simili- tud, frail, Hega hasta ahi. Dado que tuve que tomarme mayo- res libertades con el inglés de las que él se tomaba con el fran- és, mi escritura no «se parece» a la de Perec en absoluto en términos de las normas lingitisticas. Ninguna traduccién es idéntica a su fuente, y de ninguna puede esperarse que se parezca a ella en més que unos pocos aspectos elegidos. Las dimensiones que se elijan dependen de Jas convenciones de la cultura receptora, la naturaleza del tema, o incluso del capricho de quien encarga la traduecién, Pero todo enunciado es tan multidimensional y pose tantas facetas que el traductor siempre tiene cierto margen de manio- bra. Dicho a la inversa: ningiin conjunto de restricciones socia- les, practicas, linglifsticas o genéricas determina nunca del todo cémo debe hacerse una traduecién. Si el significado y el valor se mantienen y si, en una serie limitada de otros aspectos, una traducci6n es vista como simi Jar a su fuente, entonces tenemos una correspondencia. Los traductores son, en este sentido, celestinas de un tipo parti cular. Pero no se trata de algo tan simple como easar fondo y forma. Del mismo modo que establecemos correspondencias y emparejamos rostros reales y retratos, para juzgar cuando se hha consumadouna traduccién nos basamos en miiltiples dimen- siones y cualidades. Los libros de pasatiempos infantiles explotan, y los psicé- logos estudian, nuestra eapacidad para reconocer y manipular las distintas pero solapadas relaciones de parecido que he de- nominado identidad, similitud y correspondencia. Los traductores aplican esa capacidad natural en los cam- pos especificos de la expresion oral y escrita en una lengua extranjera. No todos ellos son excepcionales en su trabajo, yno muchos disponen del margen de tiempo o del ocio para espe- rar que se les ocurra la mejor correspondencia posible. Pero cuando decimos que una traduccién es aceptable, nos estamos refiriendo a una relacién general entre la fuente y la meta que no es la identidad, ni la equivalencia ni la analogfa, s6lo esa cosa compleja denominada ‘una buena correspondencia, dos textos dien casadas. Esa es la verdad sobre la traduccién, 852 Notas 4. Cosas que se dicen sobre la traduecién 1, Para una historia completa, éase, Leo Spitzer, Essays on Seventeenth- (Century French Literatur, Cambridge University Press, 1983, pgs. 258-284. 2. Para una panorémica de la traduccién en el Medievo espaol, vase Carlos Alvar, Traduecions y raductors: Materiales para une historia de la tradue- cién en Casilla durante la Edad Media, Acalé de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 2010, en cuya parte IV, capitulo 1.9 aborda.l tema de la «pseu- dotraducciéns, Sobre el particular también puede consultarse la ponencia de M.* Carmen Marin Pina, «El wpico de la falsa traducci6n en los libros de caballerias espatioles», en Actas dl II] Congreso de la Asciacion Hispania de Literatura Medieval Salamanca, 36 de octubre de 1989), ed. Marta Isabel Toro Pascua, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994, vol I, pigs. 541-548. 3. Gitado en Lev Loself, On the Benefcence of Censorship: Aesopian La guage in Moder Russian Literatur, Mini, Otto Sagner, 1984, pig. 78. 4. Lev Losef, , Zoe, enero 10, El mito de la raducciéa literal 1. Segiin Naomi Seidman, «Costarfa mucho encontrar una defensa im- pportante de la traduccién palabra por palabra antes dela época moderna, en Faithful Renderings: Jesh Christian Difference and the Politic of Translation, (Chicago University Press, 2006, pig. 75. 2. George Steiner, Después de Babel trad. de Adolfo Castafin y Aurelio Major, Madrid, Fondo de Cultura Econémica, 2001, pég. 248. 53. Nicolas Herberay des Essarts, prefacio del traductor a Amadis de Gow 1c (1540), edicién de Michel Bideaux, Champion, 2006, pig. 168. 4. Octavio Paz, «Un poema de John Donne>, Traduccién: literatura y f- ‘eralidad, Barcelona, Tusquets, 1990, pig. 13, 5. Gitado por un antiguo colega del profesor Kelly dela Universidad de Ottawa, en un blog llamado «unprofessional translation. blogspot.com 6. Mark Twain, The Jumping Frog, in English, then in French, Then Clawed Back Into a Civilized Language Once More by Patent Unrenunerated Toil, Nueva York, Harper and Brothers, 1908, pégs. 39-40. Una :raduccién espatiola aceptable del texto del cuento original de Twain puede encontrarse (sin ley. Era el invierno de 1849 o quizés en la primavera de 1460. No recuerdo on exactitud, pero lo que me hace pensar que era aproximadamente esa ‘poca, es que la gran barrera del rfo no estaba terminada cuando él legé all ‘ampo. Siempre diré que jamés se ha visto hombre 1s particular, Hacia apuestas sobre cualquier cosa, por cualquier cosa, siempre que encontrase on quién. Todo lo que pudiera servir de motivo de zpucsta para el otro, también le servia a él. Sélo necesitaba encontrar su hombre. En ese caso, estaba satisfecho. Si no le aceptaban su apuesta él la intercambiaba con el adversario~. 7. Michael Israel, en la traduecién literaria, per a cs asi todavia 4. Los derech gua bien sélo para (0 «América del Nortes, que Canad 5. Véase Mark Solms, «Controversies in Freud Translation», Prychoa alysis and History, 1999 ai 6, Elisabeth Roudinesco, «Freud, une passion publique», Le Monde, 7 de enero de 2010 31. Identidad, similitud y correspondencia 1. Para un contraejemplo en el que la traduccién conserva el niimero de caracteres linea, por linea véase mi traduccién al ingles de George Perec, Life Users Manual, cap. LI (véase también més arta, p. 147, ersi6n 1).

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