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4, LA GUERRA En época de innovaciGn todo lo que no es nuevo es pemicio- 0. El arte militar de la monarqula ya no nos sive, porgue somos hombres diferentes y tenemos diferentes enemigos. Et poder yas ‘conguistas de pueblos, cf explendor de a politica y su milic fea \dependido siempre de wn solo principio, de una sola y poderosa insttucidn ... Nuestra nacién tiene ya un cerdeter naionel pect Jia. Su sistema militar debe ser distin que el de sus encaigos, Muy bien entonces: si fa nacién francesa es terrible a caus de estro ardor y destrezs, y si nuestros enemigos son torpes, ios 1 lentos, nuestro sistema militar debe ser impetuoso. SaiNrJust, Rapport présenté& la Convention Nationale au nom du Comité de Salut Public, 19 de premier mois de Van it (10 de octubre de 1793) Noes verdad que la guera sea ina orden divina: no es verdat que la tierra estésedienta de sangre. Dios anatcmatizé la guerra ¥¥ 300 Jos hombres quienes la emprenden y quienes la manteren en seereto home. ALmRED DE Vion, Servitude et grandeur militares 1 Desde 1792 hasta 1815 hubo guerra en Europa, casi sin interrupeién, ‘combinada o coincidente con otras guerras accidentales fuera del continente: € las Indias Oceidentales, el Levante y la India entre 1790 y 1800; opera. ciones navales en todos los mares: en los Estados Unidos en 1812-1814. Las consecuencias de la victoria o la derrota en aquellas guerras fueron conside~ ables, pues transformaron el mapa del mundo. Por eso debemes examninar~ Jas primero. Pero luego tendremos que considerar otro problema menos taf sible: cules fueron las consecuencias del proceso real de ia contienda, la ‘movilizacién y las operaciones militares y las medidas politicas y econémi- cas a quo dieron iugar. Dos clases muy distintas de beligerantes se enfrentaron a Io largo de 1s ovens as aquellos veinte aftos y pico de guerra: poderes y sistemas. Francia como Estado, con sus intereses y aspiraciones, se enfrentaba (0 se aliaba) con otros estados de la misma clase, pero, por otra parte, Francia como revolucioa ‘eonvocaba a 10s pucblos dei mundo para derribar la tranfa y abrazat la liber. tad, @ lo que se oponfan las fuerzas conservadoras y reaccionarias. Claro que ‘después de los primeros apacalipticos afios de guerra revolacionaria las dife. rencias entre estos dos matices de conflicto disminuyeron. A finales del rei. ado de Napotegn, el elemento de conguista imperial y de explotacion pre- valecia sobre el elemento de Iiberacién donde quiera que las tropas francesas derrotaban, ocupaban o anexionaban algtin pais, por lo que la guerra entre las naciones estaba mucho menos mezclada con la guesra civil internacional (doméstica en cada pais). Por el contrario, las potencias antirrevolucionarias se resignaban @ Ia irevocabilidad de rauchas de las conquistas de la revo cin en Francie, disponiéndose a negociar (con ciertas reservas) tratados de paz como entte potencias que funcionaban aormalmente mas bien que entre la Tuz y las tinieblas. Incluso a las pocas semanas de la primera derrota de Nepolesn se preparaban a readmitir a Francia como un igual en el tradicio. nal juego de alianzas, contraalisnzas, fanfarronadss, amenazas y gucrras con que la diplomacia regulaba las relaciones entre las grandes potencias, Sin embargo, Ia doble naturaleza de las guerras como conflictos entre estados entre sistemas sociales permanecia intacta, Socialmente hablando, los beligerantes estaban muy desigualmente divi- didos. Aparte Francia, slo habfa un Estado de importancia al que sus orfge~ nes revolucionarios y su simpatia por la Deelaracién de los derechos del ‘hombre pudieran inclinar ideolégicamente del lado de Francia: los Estados Unidos de América. En realidad, los Estados Unidos apoyaton a los france: ses y al menos en una ocasién (1812-1814) lucharon, sino como aliados «uyos, sf contra un enemigo comiin: Gran Bretafa, Sin embargo, los Estados Unidos permanecieron neutrales casi todo el tiempo y su friceiGn con los ingleses no se debfa a motivos idecl6gicos. El resto de los aliados ideolégi- ‘cos de Francia, mas que los plenos poderes estatales, lo constitufan algunos partidos y corrientes de opinia dentro de otros estados. En un sentido amplio puede decirse que, virwalmente, cualquier persona de talento, educacién e ilustracién simpatizaba con la revolucion, en todo. caso hasta el advenimicato de la dictadura jacobina, y con frecuoncia hasta ‘iucho después. (No revocs Beethoven la dedicatoria de la Sinfonia Herot- ‘ca a Napolesn cuando éste se proclamé emperador?) La lista de genios 0 ta Jentos europeos que en un principio simpatizaron con la revolucion, s6lo puc- ‘de compararse con Ja parecida y casi universal simpatfa por la Republics ‘espaiiola en los afios treinta. En Inglaterra comprendta a los poetas — Words. worth, Blake, Coleridge, Robert Burns, Southey—, a los hombres de ciencia como el quimico Joseph Priestley y vatios miembros de la distinguida Lunar Society de Birmingham,’ técnicos ¢ industrales como el forjador Wilkinson, 1. BE io de James Watt se marché a Francia, con gran alarm de ade 36 [LA ERA DE LA REVOLUCION, 1789-1648 2 ‘mania, a los filésofos Kant, Herder, Fichte, Schelling y Hegel, 2 los poctas ‘Schiller, HOlderlin, Wieland y el viejo Klopstock y al muisico Beethoven. En ‘Suiza, al pedagogo Pestalozzi, al psic6logo Lavater y al pintor Fuessli Puse- 1, En Italia, virtualmente a todas tas personas de opiniones anticlericales. 4] ‘Sin embargo, aunque la revolucién estaba encantada con ese apoyo inteleo. = ‘ual y Iegé a conceder la ciudadania honoraria francesa a los que consideraba més afines a sus principios,’ ni un Beethoven ni un Robert Bums tenfan mucha importancia politica 0 militar Un serio sentimicnto filojacobino o profrancés existia principalmente on ciertos seciores contiguos a Francia, en donde Iss condiciones sociales eran comparables 0 10s contactos culiurales permanentes (los alses 83)0S, 12 Renania, Suiza y Saboya), en Italia, y, por diferentes razones, en Irianéa y en Polonia. En Inglaterra, el «jacobinisme> hubiera sido sin duda un fendmeno | de la mayor importancia politica, incluso después del Terror, si no hubiera ‘chocado con el tradicional prejuicio antifrancés del nacionalismo britinico, ‘compuesto por igual por el desprecio del ahito John Bull hacia tos ham: brientos continentales (en todas las caricaturas de aquella época representan 4 los franceses tan delgados como cerillas) y por la hostlidad al que desde siompre era el , pero lo bastante fuerte para proporcionar un ‘verdadero apoyo revolcionario« la conguista —que favoreefa~~ de su pats Por Francia En las Provinces Unidas, los cuyos estados, a veces, no eran nayores que nas cuantas hectéreas y no reconocfan un sefior superior. “Todos ellos, grandes o pequefios, mostraban la misma falta de unidad y nor- alizaciGn, y dependan de los caprichos de una larga serie de adquisiciones fa trozos 0 de divisiones y rounificaciones de una herencia de familia. Toda- ‘Via no se aplicaba el conjunto de consideraciones econémicas, administra- tivas, ideoldgieas y de poder que tenden a imponer vn minimo de territorio ¥¥ poblacién como moderna unidad de gobierno, y que nos inquictan hoy al pensar, por ejemplo, en un Liechtenstein pidiendo un puesto en las Naciones Unidas. Como consecuencia de todo 10 dicho, los estados diminutos abunda- ban en Alemania y en Italia. La revolucion y las guscras subsiguientes abolieron un buen niimero de aquellas reliquias, en parte por el afin revolucionario de unificacién, y en parte porque los estados pequetios y débiles llevaban demasiado tiempo fexpucstes a la codicia de sus grandes vecinos. Otras formas supervivientes dde remotes tiempos, como el Sacro Imperio Romano y muchas ciudades- Estado y ciudades-imperios, desaparecieron. El Imperio fenecis en 1806, las La ica sopervivencia europe de xs clate 0 Ia Repsblica de Andorra, qu et bajo ‘a soherania ul de obepo expo de Urgely del presidente de a Repub Favees, 3. su persona em, simplemente, doque de Aura 6) de Hang, ey de Balen, 6m eel Tl 96 LA ERA DE LA REVOLUCION, 1789-1848 antiguas repéblicas de Génova y Venecia habian dejado de existir en 1797 y, al final de la guerra, las ciudades libres de Alemania habfan quedado red. cidas a cuatro, Ota caracteristica supervivencia medieval —los estados eclestésticos independientes— siguieron el mismo camino: los principados episcopales de Colonia, Maguncia, Tréveris, Salzburgo, ete., desaparecieron, Sélo los Estados Pontificios en la Italia central subsisticron hasta 1870. Las anexiones, los tatados de paz y los congresos, en los que los franceses inten- taron sisteméticamente reorganizar el mapa politico alemdn (en 1797-1798 y 1803), redujeron los 234 territories del Sacro Imperio Romano —sin contar los sefiorios imperiaies libres, ete.— a cuarenta; en Italia, en donde varies ge- neraciones de guetras implacables habian simplificado ya la estructura politica —s6lo existian algunos minisculos estados en los confines de la Hala septen- tional y central—, los cambios fueron menos drésticos, Como la mayor par- te de estos cambios beneficiaban a algtin fuerte Estado monérquico, la derrota de Napoleén los perpetu6. Austria jamas pensaria en restaurar la Reptblica vveneciana, pues habis adquirido sus terrtorios a través de la operacién de los ejéreitos revoiucionarios franceses, y no pens6 en devolver Salzburgo (que adquiriera en 1803), a pesar de su respeto a la Iglesia catdlica, ‘Fura de Europa, los cambios teritoriales de las guerras fueron Ja conse- cuencia de la amplisima anexiGn levada a cabo por Inglaterra de las colonias de otros patses, y de los movimientos de liberacidn colonial, inspirados por la Revolucién francesa (como en Santo Domingo), posibilitados © impuestos Por la separacién temporal de las colonias de sus metrépolis (como en las Américas espafiola y portuguesa). El dominio briténico de fos mares garan- lizaba que la mayor parte de aqueilos cambios serfan irrevocables, tanto si se huabfan producido a expenses de los franceses como; mas a menudo, de los antifranceses. ‘También fueron importantes los cambios institucionsles introducidos directa 0 indirectamente por las conquistas francesas. En el apogeo de su poder (1810) los franceses gobernaban como si fuera parte de Francia toda | orilla izquierda alemana del Rin, Bélgica, Holanda y la Alemania del nor- te hasta Lilbeck, Saboya, Piamonte, Liguria y la zona accidental de los Ape- ninos hasta las fronteras de Napoles, y las provincias iliicas desde Carintia, hasta Dalmacia. Miembros de la familia imperial o reinos y ducados satélites ‘cubrian Espafa, ol resto de Italia, el resto de Renania-Westfalia y una gran parte de Polonia. En todos estos territorios (quiza con la excepcién del Gran Ducado de Varsovia), las instituciones de la Revolucién francesa y el Impe- rio napolednico eran autométicamente aplicadas 0 servian de modelo para la administracién local: el fendalismno habla sido abolido, regian los codigos legales franceses, etc. Estos cambios serian més duraderos que las alteracio- nes de las fronterss. Ast, el eédigo civil de Napoleén se convistié en el cimionto de las leyes locales de Bélgica, Renania (incluso después de su rein- corporacién a Prusia) ¢ Italia. El feudalismo, una vez. abolido oficialmente, no volvi6 a restablecerse. ‘Como para los inteligentes adversarios de Francia era evidente que su 1A ours 7 sderrota se debfa a I superiorided de un nuevo sistema politico, o en todo ‘cso 2 su error al no establecer reformas equivalentes, las guerras produjeron cambios no sélo a través de les conquistas francesés, sino como reaceion contra ellas; en algunos casos —-como en Espatia—, de las dos mancras, pues de un lado los colaboradores de Napolesn —los afrancesados—y de otro los jefes berales de-le antfrancesa Junta de Céiz aspiraban en suma al mismo. tipo de una Espafia modernizada segiin las Kneas reformistss de la Revol cign francesa. Lo que unos no lograron, lo intentazon los offos. Un ease mis claro todavia de reforma por reaceién’ —pues los liberales espafoles eran ante todo reformadores y s6lo antifranceses por accidente histético — fue el de Prosia, en donde se establecié una forma de liberaciéa de los campesinos, tun ejército organizado con elementos de la levée en masse, y tina serie de reformas legates, econsmicas y docentes, levadas a cabo bajo el impacto del derrumbamiento del ejército y el Bstada federiquianos en Jena y Aversa, y.con el firme propésito de aminorar y aprovechar la derrota, No es exagerado decir que todos los estados continentales de menor importancia surgidos al oeste de Rusia y Turqufa y al sur de Escandinavia ‘después de aguellas dos décadas de guerra se vieron, jantamente con sus ins- tituciones, afectados por la expansin o la imitacién de la Revolucion fran- cesa, Incluso el ultrarreaccionario reino de Népoles no se atrevi6 a restable- cer el feudalismo legal que abolieran los franceses. Pero los cambios en fronteras, leyes¢ instituciones gubernamentales fue- ron nada comparados con un tercer efecto de aquellas décadas de guerra revolucionaria: la profunds transformacién de la atmésfera politics, Cuando ‘esta Ia Revolucién francesa, los gobiemos de Europa Ia consideraron con, relativa sangre fifa: el mero hecho de que las institaciones eambiaran bras- ccamente, se produjeran insurrecciones, las dinastias fueran depuestas y los reyes asesinados 0 ejecutados, no conmovia en sf a los gobernantes del siglo XVI, que estaban acostumbrados a tales sucesos y los consideraban en ‘otros paises desde el punto de vista de su efecto en el equilibrio de poderes ¥en la relativa posicin del suyo. «Los insurgentes que destierro de Ginebra —esoribia Vergennes, el famoso ministro franoés de Asuntos Exteriores del antiguo régimen— son agentes de Toglaterra, mientras que los insurgentes {de América ofrecen perspectivas de larga amistad. Mi politica respecto a unos ¥y otros se determina no por sus sistemas politicos, sino por su actitud res- ecto a Francia, Esta es mi raz6n de Estado" Pero en 1815 una actitud completamente distinta hacia Ja revolucién prevaleefa y dominaba en la polt- tica de las potencias ‘Ahora se sabfa que ia revolucién en un dnico pais podia ser un fenéme- hho europeo; que sus doctrinas podisn difundirse més alld de las fronteras, y —lo que era peor— sus ejéreitos, convertides en eruzados de la calisa revor Incionaria, barrer los sistemas politicos del continente, Ahora se sabla que la revolucién social era posible; que las naciones existfan como algo indepen 10. A. Sore. rape ee Revolution ransise 1 edicin do 1922, p65. 98 LA ERA DE LA REVOLUCIGN, 179.1846 vet de semen in tice con ag nent 3 1 > et eo, x eto ce tee es ene i st eon ce dren. 3 evn ee coe ines Se Sen ea a cake me iia co: et semi ee egal, i on nde nc a oe a a a st a an Soke wen a Sg mee Eee te a ee ene re se eco i ona oe leno mk eo Ste ein ee eae ih se ete arenas he ak Hon con is Sate ts ess See te kccene ste melts ‘A mi julcio, a Revolucién francesa y los hechos de Napotesa abrieron los jos al mando, Ames, las naciones nada tabtany los pueblos pensaban que #s eeSran closes sobre la tetra y quo por ello estaban obligados a creer ate ‘Ei camo hacian estaba bien hecho. Despugs del eambio que se ha produci- {does ids difill el gobiemo de los pueblos." Vv Hemos examinado los efectos de los veintitantos afios de guerra sobre fa estructura politica de Europa Pero {cudles fueron las consecuencias del ver~ Gadero proveso de la guerra, las movilizaciones y operaciones militares y las Subsiguientes medidas politicas y econémicas? ‘Paraddjicamente, fueron mayores en donde fue menor el derramamiento ‘de sangre, excepto en Francia, que casi seguramente sufri més bajas y pé ‘Gidas andirecwas de poblacién que los demis pafses. Los hombres del perfo- Go revolucionario y napole6nico tuvieron la suerte de vivir entre dos épocas Se temibles guerras —1as Gel siglo XVI las del nuestro— que devastaron los jpafses de remenda manera. Ninguna zona afectada por las guerras de 1792- TE13 ——ni siquiers la pentnsuia Tbérica, en donde las operaciones militares se prolongaron més que en ninguna parte y la resistencia popolar y las repress. fas las hieleron mis feroces— qued6 tan artasada como las regiones de le Europa contal ¥ oriental darante las guerras de los Treinta Alios, y del Nor- te en el siglo xv, Suecia y Polonia en los comienz0s del xvi, © grandes Zonas del mundo en las guerras civiles e intemacionales del xx. Fl large periods de progreso econémico que precedid a 1789 hizo que el hambre y 11, Considerations eur la France, cap. 1. TE. Ghado ent. 8. Styranon,

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