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Maria Teresa Gramuglio Continuidad entre la Ida y la Vuelta La Vuelta de Martin Fierro aparece en 1879, siete afios des puis de fz “Ida”; siete afios en los que terminan la guerra del Pa- raguay, la conquista del desierto Y, con los ditimos “entreveros jordanistas”, los alzamientos de os caudillos del interior. Avella- neda sucede a Sarmiento y el pais esté en visperas de acabar con el problema de la capital; los més amargos conflictos de una época dolorosa y turbulenta se van liquidando, y los antiguos “hombres de Parana empiezan a incorporarse, en Buenos Aires, a las realizaciones de la nueva etapa. Cuando aparece E/ gaucho Martin Fierro Hemandez es un activo y encarnizado opositor del gobierno de Sarmiento. Cuando se publica la Vuelta, ocupa un cargo en la legislatura de la pro- vincia de Buenos Aires. En esos siete afios el antiquo perseguido, el “federalote ultra’, ha pasado de un iltimo exilio a la radica- ‘sion definitiva en Buenos Aires: trayectoria que se esgrime para fundamentar una comprobacién ya cldsica que ha sido formulada de diversos modos: la de las dife- rencias entre la /da y la Vuelta. Uno de esos modos propone la tesis de que en la Vuelta Her- néndez se “corrige la plana” a ssi mismo; rastrear todas sus ma- de “Martin Fierro” Con los textos que se publican en este nlimero, Punto de Vista recuerda uno de los centenarios més gloriosos y problematicos de la literatura argent el de “La vuelta de Martin fierro”” aparecido en Buenos Aires, en 1879 nifestaciones formaria parte de otro trabajo: el de la historia de las lecturas de Martin Fierro, tra- bajo pertinente y necesario, ya que a esta altura el poema es también esa historia. Ya en 1902, Ernesto Quesada —forzando la cronologia— afirmé que Hernén- dez, alarmado. por el auge del moreirismo que su Martin Fierro habria engendrado, “quiso des- viar la corriente con su Vuelta de Martin Fierro, en ta cual describe el regreso de éste, su transforma- cién en gaucho bueno, pacifico y ‘ordenado, que termina por dar excelentes consejos morales a sus hijos y por enaltecer ef trabajo” Este jvicio denuncia una tenden- cia de la lectura: en el intento de recuperar al autor —y esto en una ‘obra contra el criollismo en la teratura— proponiendo un Her- nandez arrepentido frente a los efectos sociales y literarios de su poema, se puede vislumbrar el comienzo del movimiento de re- cuperacin de Martin Fierro por parte de la-critica culta, que co- mo es sabido culmina con Rojas y Lugones alrededor del Centena- No se debe olvidar que en el libro de Quesada se condensan los aspectos que definen un ci clo: el del rechazo del gauchis mo. Pocos afios después, la nece- sidad de encontrar valores arque- tipicos que definan lo nacional excluyendo al inmigrante llevard 2 proponer a Martin Fierro como Poema épico, fundante de nues- tra literatura y representativo de nuestra identidad nacional, Desde otra perspectiva —inte rior al poema mismo, a su econo- , Martinez Estrada confir- mé as diferencias entre la (day la Vuelta, En su extenso estudio afirmé que “el Martin Fierro que vuelve es otro”, que "Cruz lo destruy” y que en la Vuelta “queda anulada por completo la intencién social y politica” del Pcema. La menera como este ‘cambio podria vincularse con la trayectoria politica y la experien- cia de vida de Hernandez queda subsumida en la funcién que Martinez Estrada asigna al Mar tin Fierro, en tanto sintesis de aspectos a través de los cuales le resulta posible formular una in: terpretacién de la vida argentina. A pesar de ello, Martinez Estrada acierta cuando afirma, contra la critica neutralizadora y compla- ciente cuyo ejemplo més acabado encuentra en Tiscornia’, a “im- * Dice Tiscomia: "ef tema central de {a segunds porte es is asimilacén a la vice regular y democritica, lo cual importa uns renuneia del gaucho a1 indivdualided ex séril_y una nueva conciencia, se vivir Ye Djar en sctiedad con los demic", Martine Estrada calfica duramente 2 este tipo de criticas; ae llama ertiea “con preivicio de colegio de maniac” 3 | | posibilidad de la Vuelta”: y acierta también cuando sefiala que la Vuelta es un intermezzo ¥ no un verdadero final, ya que termina, como terminé la prime- ra parte, con una marcha hacia lo desconocide y no con una in: tegracién al nuevo orden. No es initil reiterar que el Martin Fierro no es un texto tranquilo; visibles tensiones, rup- turas y rebeliones lo recorren. Entre ellas, esas diferencias entre la fda y la Vuelta, cuya existen- cia es indiscutible y que conviene resumir: empezando por lo mas visible, la mayor extension de la Vuelta es correlativa de la proli- feracion de personajes y de hf&to rias: los dos hijos de Martin Fie- rro, Picardia, Vizcacha, el More no. También los ambitos se mul. a tolderia, la carcel. La lad casi sin respiro de la Primera parte es constantemente ‘suspendida por un cimulo de dis- cursos descriptivos y reflexivos (las costumbres de los indios, los artilugios del juego, los consejos y los refranes) y por las declars- ciones casi puramente “sociologi- cas’. Un cambio es fundamental en la construcci6n, 0, si se quie- re, en Ia situacion de discurso: el fondo “vacio" de la /da es sus tuido por un espacio, la pulperiar poblado por un at repre- sentado, un publico, que también puede intervenir en la accién, {sin que esto implique, como lo quiere Martinez Estrada, una “caida” en la forma tradicional del didlogo gauchesco que Her- néndez habia evitado en la pri mera parte). Pero la mds flagrante de tas di- ferencias es el regreso mismo, después de la impugnacién al or- den social que entrafia el final de la primera parte, pues ese final implicaba una miltiple ruptura: de Ia historia, cuya continuacion aparece como problematica; con el canto mismo, en el gesto de romper la guitarra; y con el mun- do de la “civilizacién", de las “poblaciones”, que —no olvidar- Jo— se abandona a disgusto (Y a narrati 4 Fierro dos lagrimones / le roda- ron por la cara). Como se articulan estas dife rencias y cual es su alcance? Mas claramente: en el interior de esas diferencias, dindica la Vuelta una atenuacion de la “intencién so- ial” de la /da, correlativa de un iraje"’ en la configuracion ideo- légica de José Hernandez? Sobre fa trama de los hechos, la trama de los textos define y punta ese proceso; y entre los hechos y los textos de la /da y la Vuelta, otros textos, en otro nivel, también deben ser teni dos en cuenta: los prologos de Hernandez (1872, 1874, 1879); aus escritor periodisticos; su dis curso parlamentario sobre la fe- deralizacién de Buenos Aires; su Instruccién del estanciero. Lugar de pasaje, punto de articulacion entre la actividad politica y ta jiteraria, ese conjunto despliega todos los matices (que los tex- 10s literarios condensan) de una concepcién que varia en sus pro- puestas politicas y aun en sus mé- todos, pero cuyos enunciados so- cioeconomicos permanecen irre- ductibles. La lectura de ese material co: rrobora que no es un abuso ideo- lésico afirmar que Herndndez fue un liberal.? Pero esta afirmacion puede casi rozar el error sino se perciben y puntualizan los com. ponentes especiticos de su libe- ralismo, que lo diferencian y en la practica lo oponen a otros re- presentantes de esa tendencia, como Sarmiento, Es verdad que Hernandez invierte el esquema del Facundo, pero lo hace man- teniendo (y aceptando) sus tér- minos, al denunciar que de la ciudad provienen la violencia y el despotismo que desquician a la campafia.? En ese marco, su 2 Decirio de mode tan rotund implica dejar en suspenso, por el momento, ei mode particular en que Hernéede? fue también un federal urquiceta a flexion rural y demo critics de su Eberaiemo. 3 EL siguiente pasaie del articulo “Los inmigrantes y 103 hios del paid”, publicado (on EY Ria de la Pata en 1869 prewnta mu particular vision.del progreso del Pais lo levé a proclamar la ga- naderia como fuente exctusiva de la riqueza econémica; se sitta, por lo tanto, en un éngulo to de los grupos que impulsaron los proyectos de modernizacion y de inmigracion, pero al igual que ellos, ignoré que en nombre de los principios det liberalismo econémico se condenaba al pais a la dependencia, congelindolo en su funci6n de productor de materias primas. ‘Si somos las colonias de Europa con respecto a la materia prima, los pueblos de Europa son nuestras colonias con respecto a la materia fabril"’. El ingrediente mas atipico, pe- ro constante, del liberalismo de Hernéndez es su democratismo efectivo, que se materializa en la defensa ‘de los pobres del campo yen sus propuestas sobre divi- sién de la tierra: “No hay paises mas pobres y més atrasados ~di- ce— que aquellos donde la pro: piedad esta repartida en unas cuentas clases privilegiadas”. El componente democrético impri- me un sesgo peculiar a algunos postulados del liberalismo; muy especialmente, en lo que hace a su nocién de que el Estado debe velar por la suerte de los habitan- tes pobres de las campafias, enun- ciado que en el interior de los es- critos politicos de Hernandez en- tra en colision con sus deciaracio- nes ortodoxas acerca de un Esta- do exclusivamente administrador ¥ no propietario de bienes. chos punter de coincidencia entre tos pro- fuestas de Hernéndez y el programma det Fa- undo, exceptuando la preocupacion con creta por protege a los dewrotegidos, que carseteristica de Herndade?: "Un buen. gobierno se prearuperé y realtors los oor Drovagsis en beneticio de Ia poblacién in- ‘dustrial, dard gorantias a la propiedad 9 |2 vida, a los derechos de los habitantes de 13, Ccampaia: dark impulio a ls obras de cami tras ¥ feerocarles que supriman las dstan- las y conquisten ef desierto; promoverd y Nievard a cabo la division de la Uerra, ada tindols 2 las necasidades de Ia inmigracion ‘Que lleque atraids por 1s ventajas positives de #8 explotacién; reports la terra grate. 8 condicion de poblara: feciitaré of mmr ‘rante lox insteumentos apticolas necesa. Fos; fundors excvelas de ares y oficion EI democratismo, bajo la for- ma de defensa de los habitantes de la campafia, no solo esta estre- chamente vinculado a la concep- cién rural de la economia que sustenta Hernandez y se comple- ‘menta con ella sino que impregna todo su sistema de ideas y se eri- ‘ge en un programa social nunca abandonado, por encima de sus cambios politicos. Partiendo de esta aproxima cién —que seria necesario desa- rrollar con un seguimiento preci 80 y una sistematizacion de los diversos enunciados en todos los textos indicados— es posible ade- lantar brevemente que en Martin Fierro ese conjunto ideolégico complejo se muestra, mas alld de los modos de realizacién de la “Ida” y de la “Vuelta”, como coherente y fiel a si mismo, des ‘mintiendo la tesis de una crea- cién incohsciente, desvinculada ‘© a contrapolo de otras practicas del autor. Aparece incorporado y transformado: en la base misma del sistema de transtormaciones estd la opcién lingiistica (Ia elec- ci6n del lenguaje gauchesco) que suelda el proyecto literario a la figura del protagonista y a su mundo rural: junto a eso, la in- tensificacion del ingrediente so- cial det conjunto en desmedro de lo politico y de su inmediatez, por medio de una serie de opera- ciones y elecciones formales que van potenciando mutuamente su eficacia: el _mondlogo, la alter- nancia de “voces” que se hacen cargo del relato, la construccién de la sextina, que permite la yux- tapesicion de distintos tipos de discurso. Entre todas ellas, resul- ta decisiva la configuracién de una historia en que la necesidad de reparacin de una injusticia Padecida moviliza el avance del relato. Esta reparacion nunca Hlegaré: el relato crece, como los males, con nuevos males (nunca se achi can los males, / van poco a poco creciendo) y ni siquiera el regre- so y el reencuentro con los hijos se traducen en una terminacion EE El trabajo en fa Ida y en la Vuelta Me acergué a algunas estancias Por saber algo de cierto, creyendo que en tantos afios esto se hubiera compuest pero cuanto saqué en limpio fue que estabamos lo mesmo. Vuelta, canto XI No es lo explicito de este pasaje (nada se ha compuesto, las cosas estan igual que antes) lo que interesa, sino recordar la significativa co- rreccién que anota Leumann: en el manuscrito aparecen los dos ver: ‘sos que fueron sustituidos por "creyendo que en tantos afios / esto se hubiera compuesto”. Los versos suprimidos decian: “dispuesto como venia / a.someterme al gobierno”. La transparencia de ese enunciado no autoriza a‘leer en él una aceptacion incondicional de la nueva si- tuacion del pais, sobre todo si se lo conecta con los versos que siguen y con el final del canto anterior: “Me voy, le dije, ande quiera, / aun- que me agarre el gobierno, / pues infierno por infierno, / prefiero el de la frontera’”. Con més.claridad que en la primera parte, los indios constituyen, en la Vuelta, el infierno, y el servicio en el fortin tam- bién conserve, en ambas partes, esa caracterizacion. {Qué puede sig- nificer entonces el proyecto (censurado) de “'someterse al gobierno”? ¢Pagar las culpas anteriores? (Pues no inorarén ustedes / que en cuen- tas con el gobierno, / tarde o temprano lo Ilaman / al pobre a hacer un arreglo). éAceptar esos ““infiernos” que la autoridad tiene el poder de dispensar? éPuede ser éste uno de los puntos claves del “‘viraje? Conviene notar cémo se relaciona el proyecto del regreso con el trabajo: "Me he decidido a venir / a ver si puedo vivir / y me dejan ‘trabajar. Sé dirigir la mansera / y también echar un pial / sé correr en un rodeo / trabajar en un corral — / me sésentar en un pértigo /lo mes- ‘mo que en un bagual”. En la /da, la vision de los espacios infernales (Ia frontera, el desier- to) donde el trabajo es rechazado (En el fortin: Yo primero sembré trigo / y después hice un corral, / corté adobe pa un tapial / hice un quincho, corté paja— / La pucha que se trabaja / sin que le larquen un rial. En fos toldos: Alli no hay que trabajar / vive uno como un sefior) se opone a la evocacién de otro espacio (Ia estancia) donde el trabajo era “‘juncién’’: la famosa "Edad Dorada’’ del canto Il de ta /da, que no es, en rigor, la evocacién de un pasado feliz, sino la descripcion de un estado de cosas. En ese espacio son posibles los trabajos chos por excelencia, los trabajos con el ganado: ésa es la “oferta” de Martin Fierro en la Vuelta, y ése es el trabajo valorizado en ambas partes. Hay coherencia en esos enunciados: Jo que se acepta es el mismo tipo de trabajo que el gaucho realizaba (0 puede realizar) cuando vivia en sus pagos “con toda segurida”’; lo que se rechaza, los cambios brutales que “la faculté del gobierno” introducia en sus costumbres primitivas. . —<————$—$—$—$—$——————— 5 de los “enriedos malditos”. Al regreso le sigue una nueva parti da; al reencuentro, una nueva se- paracion. AGn més: anulado el espacio posible de refugio que se pose en la /da (Ia tolderia), solo queda el cambio de nombre, la disolucion en la nada, la pérdida de la identidad. A partir de estos datos, 0 més bien de esta descripcién, es posi ble formular la hipétesis de que, pese a las diferencias visibles de construccién, la Vuelta no corti: ge ni contradice a la Ida, y que, por debajo de esas diferencias, un mismo niicleo ideolégico-afectivo las recorre a ambas y prove a la historia, a la peripecia, de idénti- a “‘intencién social”. Si la hipo- tesis sobre el texto es correcta, sus corolarios en el segundo nivel de la pregunta que se formuld mas arriba serian dos: ni Hernén- dez hace un “viraje” entre la /da y la Vuelta) , nies un “‘revolucio- nario” en la /da (claudicante 0 no en ta Vuelta) como lo quiere cierta critica, En cuanto a la vigencia del Martin Fierro, basta sefialar que mis alld de.la desaparicin de las circunstancias y tipos concretos que ingresan en su anécdota, la eficacia y el acierto con que se organizan los registros lingii cos y temdticos en torno de ni cleos tan fuertemente moviliza- dores como la denuncia de la in- justicia y la defensa del persegui- do, son mas que suficientes para asequrarle tanto el lugar de privi- legio que ocupa en la literatura como la enorme aceptacién po- pular que ha recogido hasta hoy.

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