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Capitulo 16 LAS IDEAS COMO FUERZAS HISTORICAS Los intangibles en ta historia El reconocimiento completo del papel de los intangibles —las creencias, los valo- res, las motivaciones, las aspiraciones, las actitudes— en el proceso del cambio social s6lo se hizo posible cuando la sociologia se desplaz6 desde la perspectiva historicista © desarrollista hacia una orientacién individualista. En las primeras, reinaban los sis- temas holisticos, con su propiedades y regularidades propias e irreducibles, y la gente ra considerada como componentes pasivos, dependientes, completamente modela- dos. Con el propésito de elevar los aspectos ideales al papel de factores determinan- tes, los procesos histéricos ya no pueden percibirse como algo autonomo, indepen- diente de las acciones humanas, moviéndose en su propio nivel en algiin lugar por encima de las cabezas humanas. En su lugar, ha de reintegrarse al coraz6n de la teo- ria sociolégica a la gente que acti. Este giro hacia una posicién que se ha descrito como individualismo metodol6gico fue el logro de Max Weber. Con el «humanismo socioldgico» weberiano, los organismos 0 sistemas sociales perdieron su posicién central en la teorizacién sociolégica y el enfoque se desplaz6 hacia los agentes y sus acciones. La sociologia, para Weber, es el estudio de las accio- nes sociales, de la conducta significativa dirigida hacia los otros y orientada hacia sus Tespuestas efectivas o esperadas. Todas las entidades sociales complejas (economfas, sistemas politicos, organizaciones sociales) no son otra cosa que resultados acumula- dos, duraderos, de acciones sociales, que emergen en el curso de la historia humana. Explicarlos significa trazar sus rafces en las acciones humanas; y, a cambio, explicar las acciones (entenderlas) es desvelar su significado, las motivaciones psicol6gicas que impelen a la gente hacia la accidn, as{ como los valores culturales, las normas ¥ las reglas que moldean la forma de las acciones. Por tanto, los factores explicativos Ukimos estan localizados en el reino de las ideas, las creencias categSricas y las reglas normativas que sostiene la gente. Como dijo el propio Weber: «las fuerzas mégicas y 261 262 _Aspectos del devenir social religiosas y la ideas de deber basadas en ellas, estuvieron siempre en el pasado entre Jas influencias formativas mas importantes de fa conducta» (Weber 1958). Hay un giro absoluto desde el estatuto residual 0 determinado otorgado a las ideas en los enfoques evolucionistas o desarrollistas tipicos, a una perspectiva en la que las ideas son tratadas como factores centrales, independientes. Weber mismo se referia a su teoria como una «critica positiva» del materialismo hist6rico de Marx en cl sentido de que para él la «superestructura» en lugar de la . Esta mezcla unica de motivos y valores incluye ‘El motivo del beneficio, estos, tratar Ia adquisicién, y en particular el ganar dinero, como el fin ultimo en la vida, sin que esté ya subordinado a la satisfacciGn de otras necesidades. Esto nas ofrece un caso claro de desplazamiento de fines, cuando lo que es como mucho un instru- mento o un medio es convertido en un fin autdnomo. La orientacién ascética esto es, el evitar Todo disfrute espontsineo y todo consumo hedonista ‘La idea de una llamada (vocacién), esto es, un deber definido como actividad racional in- tensa, disciplinada, responsable. Esto se aplica a los empresarios, para quienes los esfuerzos de ‘rganizacidn se convierten en un fin en sf, y para los trabajadores, que empiezan a considerar tl trabajo como un fin en sf mismo. Sil «espiritu del capitalismo» que permea a todos los agentes capitalistas (em- presarios y trabajadores) y que engendra las acciones capitalistas (organizacién y tra- bajo) es un requisito para el nacimiento del capitalismo, {cual es el origen de ese es- piritu? Este es el tercer paso cn el razonamiento de Weber. La explicacién no puede detenerse en el nivel del ethos, sino que ha de escarbar mas profundo en busqueda de las fuentes del ethos mismo. Es aqui donde se produce la contribucin més original (y debatida) de Weber. El ethos protestante ‘Su punto de partida es empirico. A saber, observa una correlacién extraordinaria- mente consistente: en la época del capitalismo temprano los agentes cruciales (hom- bres de negocios, personal con formaci6n técnica y comercial, trabajadores especiali- zados) tendian a ser predominantemente protestants. Con el proposito de probar que tal correlacién no era espuria, y que hay realmente una causacién que conduce desde la afiliacidn religiosa protestante a la implicacién en papeles sociales procapita- listas, haba que someter a prueba las causas conccbibles comunes e independientes de ambos fendmenos. (1) Weber considera la posibilidad de que tanto el protestantis~ ‘mo como el espiritu del capitalismo puedan ser debidos a un alto nivel de desarrollo cultural, caracteristico de determinados paises y no de otros. Pero los datos compara- ddos muestran que la corrclacién funciona igual de bien en paises muy desarrollados y menos desarrollados. (2) Existe la posibilidad de que en algunas regiones hayan sido acumulados recursos particularmente ricos en el periodo precedente a la Reforma, y que éstos proporcionen oportunidades para un desarrollo capitalista posterior al mar- Ben de sus lealtades religiosas. De nuevo resulta que en regiones muy diferentes en ‘cuanto a la riqueza acumulada la preponderancia de protestantes en los oficios técni- 08 y entre la fuerza de trabajo especializada es constante. (3) Weber examina la hi- Potesis de que la fuerza motriz del espiritu de empresa y del trabajo eficiente pudiera Ser una minoria o un estatus marginal en la sociedad en lugar de una afiliacién reli siosa particular. Pero los datos muestran que las ocupaciones orientadas a los nego ios son mas comunes entre los protestantes, al margen de su estatus de minorfa © mayoria, de su posicién de gobernados o gobernantes en un pais conereto. Weber extrac la conclusion de que lo que es decisivo para el papel particular de los protes- tantes en la generacién del capitalismo es el «cardcter intrinseco permanente de sus creencias religiosas y no s6lo sus situaciones temporales, externas, hist6rico-politicas» (1958: 40). Pero, {qué es lo que hay en el contenido del credo protestante que puede pro- ducir las motivaciones conducentes a actividades procapitalistas? Weber observa que dentro de! protestantismo hay multitud de denominaciones, de sectas separadas {que parecen tener una influencia de fuerza desigual en la movilizacién del ethos capi- talista. Las diferencias importantes tienen que ver con su orientacién «hacia el otro mundo» 0 shacia este mundo». Las ramas aseéticas de! protestantismo (calvinismo, ‘metodismo, baptistas) estén orientadas hacia este mundo, proporcionando una com- binacién de perspicacia empresarial con piedad religiosa. La primera es expresada en la idea de vocaci6n: la satisfaccién de un deber en los asuntos mundanos como forma ‘mis alta de actividad moral. La Gltima es expresada en la idea de predestinacién: el ogro de la gracia y la salvacién en el otro mundo como consecuencia de decisiones completamente soberanas y libres de Dios. En esta mezcla nica se encuentra la fuente del capitalismo. {Cua es el proceso motivacional que se desprende de estas ideas? Weber postula la ansiedad y la incertidumbre existencial como condiciones emocionales comunes del fiel. Silos veredictos de Dios son completamente libres y por tanto impredecibles, {emo puede saber un individuo si ha sido elegido 0 condenado? No hay medios te rrenos de influir las decisiones de Dios, porque Dios es absolutamente independicn- te, Por otra parte, Dios interviene en el mundo y para llevar a cabo sus planes y pro- ésitos utiliza a los elegidos y obviamente no a los condenados. Por tanto, si uno tiene éxito en la actividad mundana intensa, devota y persistente, éste es el mejor sig- no de que dispone de que es un elegido, la marca de la gracia y de Ia salvacién en ca: mino. Del mismo modo, si tno ¢s ocioso, desperdicia su tiempo en el placer, se dedi ca al consumo, esto es sefial de condenacidn. El trabajo bueno y diligente no ¢s medio de obtener la salvacién, pero sirve como signo terrestre de la gracia de Dios. Los éxitos, los logros en la actividad, particularmente aquellos medibles en términos objetivos, monetarios, eliminan la ansiedad, restauran Ia confianza y, por medio del mecanismo que los sociGlogos llaman (Hernes 1989: 156). Un sistema que se inicid como un accidente histérico en el noro- este de Europa adquiere impulso y fuerza expansiva hasta alcanzar grandes porciones del globo, La atesis de Weber» fue escrita en vena polémica, Estaba dirigida principalmente contra el materialismo hist6rico marxiano y su abandono del dominio ideal, que el marxismo consideraba como una «superestructura» residual. «Hablar de... un reflejo de las condiciones materiales en la superestructura ideal es patente sinsentido» (We- ber 1958: 75), Pero facilmente podria haber ca{do en su propia unilateralidad. Weber cra, sin embargo, consciente del peligro. Reconocia las inclinaciones y lo incompleto de la explicacién que proponia y se apresuraba a declarar que su deseo no era «susti- {uir una explicacién causal unilateralmente materialista de la cultura y de la historia Por una unilateralmente espiritualista» (p.183). Asi, en sus tltimas obras, introdujo diversas correcciones a la «tesis». (1) En sus ‘Mmonumentales estudios sobre las religiones antiguas (1963), mostré que, dependien- do de las condiciones locales, historicas, la religiGn puede tener implicaciones muy istintas e incluso opuestas para la vida social. Es un fenémeno multifuncional. Por 266 _Aspectos del devenir social ejemplo, en el caso de la India o China, se vio que sus sistemas religiosos bloqueaban efectivamente, lejos de facilitar, el acceso al capitalismo. (2) En Economia y sociedad (1922), Weber extendia su esquema explicativo més allé det reino de ta religion, in- luyendo entre las variables independientes otros factores institucionales y politicos: el desarrollo de estados centralizados, burocratizados, el surgimiento del derecho mo: derno, la idea de ciudadania y de derechos individuales etc. (3) Las afirmaciones rela- {ivas al protestantismo se limitaron. Ya no se le consideraba la causa ditima sino mis bien un factor contribuyente, que en un determinado momento en el proceso en mar- cha de desarrollo hacia el capitalismo habia sido capaz de liberar las motivaciones del Jas masas para la actividad cismundana (liberdndola de! «monasticismo» transmunda- no) y movilizando a empresarios y trabajadores para el esfuerzo intenso. La personalidad innovadora La etesis de Weber» y su mensaje central la busqueda de determinantes impor- tantes de los macroprocesos hist6ricos en el microdominio de las motivaciones, de las actitudes y de los valores humanos— ha sido muy influyente. Numerosos teéricos ‘modernos han intentado elaborarla y aplicarla a las condiciones del capitalismo mas desarrollado. Nos concentraremos en dos ejemplos que ya son clisicos de esta ten- dencia tesrica. Everett Hagen introdujo la nocién de personalidad innovadora como prerrequisi- to del crecimiento econémico, de la extensién de la mentalidad empresarial y de la formacién del capital. Cree que hay sindromes de personalidad diferenciados y ‘opuestos tipicos de la sociedad tradicional y la moderna. En la sociedad tradicional, su producto y la precondicién para la continuacién de su funcionamiento es la perso- nalidad autoritaria. La personalidad innovadora, producto y prerrequisito de la socie- dad moderna, ¢s directamente su opuesto en todos los sentidos. La oposicién puede representarse como una dicotomia polar, tabla 16.1 (Hagen 1962): La personalidad autoritaria es modelada por las condiciones de estancamiento, reproduccién simple, equilibrio perpetuo y, su efecto agregado da lugar a la petrifica- cin de esas condiciones. La personalidad innovadora es modclada por las condicio- nes de la modernidad, y a cambio ayuda a generar de forma permanente cambios & innovaciones que revolucionan constantemente los modelos de vida, los niveles de Vida, los valores, técnicas, etc. Al igual que Weber, Hagen ha de enfrentar la dificil pregunta sobre los orfgenes en primer lugar, como aparece la personalidad innovadora moderna si, claramente, no hay nada dentro del sindrome autoritario tradicional que pueda generarla desde dentro por medio de un proceso endégeno, inmanente. El primer empujén hacia fue~ rade la tradicin y en direccién a la modernidad ha de atribuirse a algdin factor exter no, invocando a una causacién exdgena. En Weber fue el factor contingente de la re- ligién protestante (calvinista). En Hagen son las circunstancias histéricamente espectficas que denomina «retirada de estatus». Esto acontece cuando os estatus eS tablecidos, predeterminados, adscriptivos, tipicos de la sociedad tradicional «cerrada son socavados por la movilidad social emergente y por la «apertura» de las jerarquies de clase y de estratificacién. Tales condiciones aparecen en una escala masiva con Ia Las ideas come fuerzas histévicas 267 OOOO ‘asta 161 Lapersonalidad auoritaria frente a la personalidad innovadora asso Peronalidad aor Personalised nnovadore _——— —— ‘Actitud hacia Ia realidad. Conformidad con modelos Actitud investigadora y ex- de vida dictados por la tradi-ploradora del mundo, en ci6n y por autoridades y legi- busqueda permanente de sus timados por su naturaleza regularidades subyacentes presuntamente eterna y su con el propésito de influir y origen sobrenatural. ‘controlar los fendmenos. Percepcién del pape! in Sumisi6n, obediencia, con- Toma de responsabilidad por dual en el mundo, formidad, evitacion de la tes- las caras feas del mundo, em- ponsabilidad y necesidad de parejada con la busqueda de dependencia soluciones mejores y de in- tentos de introduccin de ‘cambios Estilo de liderazgo. Rigidez, elevadas expectati- Apertura y tolerancia hacia vas y demandas rigidas diri- Ios subordinados, estimulan- idas a los subordinades. do su originalidad e innova Nivel de ereatividad e inno- Falta de creatividad ¢ inno- Creatividad, se premia la vaciéa, vacion, ginalidad y la novedad, cu riosidad sia limites. uptura del orden tradicional tras las grandes revoluciones y con la emergencia de la sociedad industrial, urbana, Hay cuatro casos tipicos de retirada de estatus: Cuando un grupo al completo (comunidad, categoria ocupacional, elite aristocrtic, ete) pier de su estaus anterior, y en consecuencia lo mismo oeurre a eada uno de sus miembros (Por jemplo, los artesanos iradicionles reemplazados por trabajadores de fabricas, la elite de los ancianosreemplazada por representantes clectos). Se abre un abismo entre el estatus anterior Yel posterior. Cuando un grupo no es considerado tod lo elevado que sus miembros eteen que merece (Por ejemplo, algin tipo de privacién relativa experimentada por los miembros de grupos étni- £23 corporaciones, empresas, habitantes de combnidades locales, equipos deportvos ee, que sienten que sus grupos son injusificablemente inravalorados por ls gropos externos) El abis- ‘mo aparece enite la autodefnicidn de estatusy el estalus queen realidad se disfrta (oe tatd® hay una dscrepancia 0 inconsistencia entre ls distntas dimensiones del extatus {por ejemplo, el prestigio de un determinado trabajo, como el de profesor universitario, 90 es ‘ula ors ingest pats cuando un espero nse net scompatados eu sao clevado de prestigi, ete) se abre un abismo ene el estatus que a persona (0 Ia 'aciin rece en una esala de estratifiacin ye status medido por oir esa. con ettnde el grupo (ya) no es aceptado en un escenario social més amplio sus miembros Parten un estatus marginal (por ejemplo, los grupos étnicos minoritaros, los inmigrantes cients, los Gastarbeiten, ete abismo entre el estatus al que se aspira ye! que en realidad Garber, et) Seabee un abinmo nize el statu al que se aspira y ela a 268 _Aspectos dol devenir social Las cuatro situaciones, con su denominador comtin de distancia entre el estatus imaginado y el real, evocan la discusién clisica de Robert K. Merton de la anomia (1938). No ha de sorprender que Hagen se embarque en un razonamiento andlogo al de Merton. Afirma que la inconsistencia estructual manifestada por la «retirada de estatus» da lugar a determinadas modelaba la personalidad. En primer lugar estaba la impronta de las instituciones so- cialistas, de sus formas de organizacién, de sus estructuras idcol6gicas. Esta se real zaba mediante la prolongada habituacién, la indoctrinacién, el «control del pensa- ‘miento» (Koestler 1975) y la imposicién de una falsa «realidad ideolégica» sobre las ‘mentes humanas hasta el punto en que alcanzaban un dominio de motivaciones irre- flexivas, de subconsciencia, de cédigos psicolégicos profundos. En segundo lugar, ha- bia un mecanismo indirecto quizas més poderoso que surgfa de las «reacciones adap- tativas» 0 de los mecanismos de defensa que Ia gente desarrollaba como formas de enfrentarse a las condiciones «socialistas». Estos arreglos y mecanismos adaptativos, probada su efectividad, se enraizaron y petrificaron con profundidad en la conciencia popular. De este modo, el dominio de la psicologia de masas mostraba una sorprendente resistencia al cambio y parecia sobrevivir a las formas de organizacién y a las institu- ciones del «socialismo real», efectivamente destruidas por los movimientos democré- ticos de los afios 80. El infortunado legado del «socialismo real» parece mas duradero en el dominio mental. Supongo que aqui reside el principal mecanismo a través del cual el comunismo amenaza a las sociedades postcomunistas desde la tumba. Como dijo en términos metaforicos un periodista, e! muro de Berlin puede haber eafdo pero «cel muro de nuestras cabezas» permanece, Analicemos ahora la anatomia de la «mentalidad socialista», tomando el caso de Polonia, Con algunas variaciones nacionales pueden observarse rasgos parecidos en otros paises del antiguo mundo socialist. Un observador contempordneo ha seftalado que: «Los cuarenta y cinco aftos de “construccién del socialismo” han transformado la sociedad polaca mucho mds pro- fundamente de lo que se habria esperado debido a la permanente resistencia de los polacos al gobierno comunista» (Mokrycki 1991:3). ¥ afade: «En Polonia, aparte de la ruina econémica y de la grave condicién psicoldgica de la sociedad, el camino a la democracia esta bloqueado on cierto sentido por la propia sociedad, por su arquitec- tura profunda, interna» (p.13). Otro socidlogo polaco nos avisa de un peligro parect do: «El problema basico que han de reconocer los reformistas tiene que ver con el he- cho de que las acciones cotidianas de los individuos serén modeladas por habitos desarrollados en el curso de experiencias sociales radicalmente diferentes de aquellas que deberfan informar nuestras nuevas instituciones» (Marody 1990: 167). Los estudios empiricos de la conciencia social (valores, preferencias, gustos, pa trones de consumo, etc.) se han convertido en la preocupacién principal y en una es- Pecie de marca de fébrica de la sociologia polaca. Durante cuatro décadas han estado aportando una multitud de datos, sumandolos a un cuadro bastante fiable de Ia mente polaca» bajo el gobierno comunista. Quizas el mas llamativo de todos estos hrallazgos es que la «mente polaca» aparece dividida, partida por una especie de es- uizofrenia. La divisin parece seguir la dicotomia piiblico-privado. Parccen prevale er creencias, motivaciones y actitudes muy distintas en el mundo publico y en la vida Las ideas como fuerzas histéricas 271 privada, De una larga lista de tales antinomias (Marody 1987a y b) escogeré unas Cuantas como ilustraciones. 1 La gente muestra actitudes dispares frente al trabajo. La negligencia, inefi- ‘ciencia, absentismo tan tipicos de las empresas del estado contrasta sorpren- dentemente con la disciplina, el cuidado y la ditigencia mostrados por aque- ios empleados en el sector privado, auténomos o que trabajan fuera. Hay un contraste entre el érea de trabajo en general y la vida personal. La validez aprendida, la reluctancia a tomar decisiones, la delegaci6n de respon- sabilidad, el énfasis en la seguridad y en los beneficios personales que domi- nan en las instituicones, empresas y administraciones piblicas contrasta con la autoconfianza, iniciativa, espiritu de innovaciGn, disposicién al riesgo y al- truismo mostrados en las relaciones familiares 0 en el hogar. En el ambiente fisico, el rechazo o el desdén hacia aquello propiedad del esta- do 0 por la propiedad publica compartida esté en aguda oposicién con el cui- dado y preocupacién casi excesivas por la propiedad privada. Compédrese la suciedad, el desorden y el vandalismo presentes en patios y escaleras de los grandes complejos de viviendas, con los interiores ordenados, cuidados y me- ticulosamente limpios de los apartamentos. De forma parecida, un simple vis- tazo a la fachada y 2 los alrededores es suficiente para distinguir una empresa piiblica de un taller privado, un almacen piilico de una tienda de ultramari- nos privada. Una expresidn particularmente triste de esta fractura esquizoide se manifiesta en las actitudes hacia la propiedad: el robo de piezas sobrantes, de materiales y equipos de las empresas estatales es gencralmente consentido y no provoca la censura moral, mientras que el robo de bienes privados es fucrtemente condenado En el campo de las aspiraciones, ambiciones y esperanzas, la primacia de la pasividad, el conformismo, la sumisién y la mediocridad en los papeles pabli- cos es totalmente incongruente con el énfasis en el éxito, la autorrealizaci6n y el logro individual en la vida privada. Lo primero conduce al fatalismo y a un sentimiento de desesperanza en los asuntos paiblicos, actitudes de «esperar a ver qué pasa» y el sindrome del «free rider». La gente es reluctante a compro~ meterse en la vida publica, porque no ven ninguna forma realista en Ia que puedan cambiar nada, y al mismo tiempo perciben claramente los riesgos y e1 precio del activismo. «La orientacién fatalista... es por tanto una respuesta aprendida (y racional) al poder distante, caprichoso ¢ irresponsable impuesto desde fuera» (Thompson, Ellis : 3-4). El eminen- te sociélogo Stanislaw Ossowski lo ha denominado el En politica hay una desconfianza generalizada hacia la informacién y hacia las triticas de los medios de comunicacién y escepticismo ante las manifestacio- ‘es politicas acompafiados de una disposicién, inmediata e ingenua, a creer en Tumores, cotilleos y profecias transmitidos a través de canales no oficiales. Lax mismas personas que dicen «la televisi6n miente» y «en la prensa lo unico que s verdad son las esquelas» otorgan su confianza y estén dispuestos a actuat de acuerdo con los mitos més insostenibles si éstos se los transmiten amigos Yecinos 0 familiares. 6. Las autoridades, tanto la central como la local, son percibidas como extrafias y hostiles, el gobierno es visto como el terrtorio de la conspiracisn, del enga- fio y del cinismo, o al menos de la estupidez y Ia ineficacia. Al mismo tiempo, las conexiones privadas, las redes y las lealtades que operan entre amigos y en casa, son sobreestimadas e idealizadas. Sil psicoanlisis de la «mente socialista» esta en lo cierto (y cada afirmacién pue- de apoyarse mediante abundantes pruebas sociolégicas, por no hablar de observacio- nes de sentido comtin) se nos presenta un euadro sombrio. La fractura patoldgica en la conciencia social no puede sino quedar reflejada en la conducta real, De nuevo se- leccionaré unas pocas ilustraciones de la rica literatura sociol6gica que identifica los ‘modelos tipicos de accién en las sociedades comunistas. 1, Quizds las mas mencionada sea la disociacidn entre lo que la gente dice y lo {que hace en realidad, la sorprendente diferencia entre predicar y actuar, entre declaraciones y conducta. Los ejemplos clésicos se refieren a la conducta en et dominio politico, al modelo frecuente del oportunismo, hipocresta y cinismo verbales. Lo que quiz4s no sea reconocido por los fordneos es el hecho de que el mismo doble lenguaje de lo hablado y lo hecho se manifiesta a menudo en las autoridades y no solo en la gente corriente, Hay una actitud extrafia, difu- sa, indiferente, hacia el cumplimiento de las declaraciones politicas o de las le- yes con motivaciones ideol6gicas. Aparentemente, las autoridades tampoco Quieren decir lo que dicen o legislan. De hecho esto hace la vida mucho mas vivible, y permite una mayor libertad y autonomia de la que seria de esperar atendiendo a las declaraciones politicas y a las leyes. ,Es un accidente el que la imposicién de la ley marcial en 1981, aterradora por las amenazas que x- presaba, fuera con mucho la més benigna en la historia reciente? 2. Algunos casos especiales de esta situacién de patrones dobles han sido delimi- tados por sociélogos pokacos para su examen detallado. Uno es el denomina- do de las acciones falsas 0 aparentes (Lutynski 1990). Esto significa confusas actividades rituales hueras de todo significado 0 propésito. Su falta de signi cado es claramente reconocida por los actores, pero también, paradgjicamen- te, por las autoridades que las esperan o demandan. Un caso clésico es el de {os informes sobre la realizacién de los planes de produccién, siempre e inva- riablemente exagerados y sesgados. Las imposturas se van agregando a medi- dda que pasan por todos los niveles de la economia centralizada produciendo finalmente estadisticas econdmicas completamente irreales, que después son uusadas para elaborar planes futuros. Del mismo modo habia costosos y pesa- dos procedimientos electorales, aunque los elegidos eran de hecho escogidos y nombrados por adelantado. El hecho de que todo el mundo pretende apare~ cer serio y convincente en estas charadas sélo puede explicarse por st «fun- idn extrinseca» de afirmacion de una lealtad oportunista hacia el juego que todo el mundo esta jugando, a esas reglas y principios extrafios impuestos autocriticamente 3. Otra variante de los patrones dobles no tiene tanto que ver con las acciones sino con el lenguaje, A veces se le denomina «doble lenguaje», o de manera las ideas como tuerzas hstéricas 273 ms expresa «estructuras de mentira organizada» (Ash 1990a: 18). Describe la disociacién entre las cosas que se dicen en puiblico y las que se dicen en priva- do. El contexto determina notables diferencias de formas y contenidos: al ha blar (0 escribir) en situaciones publicas o en papeles puiblicos, la gente usa una sintaxis, un vocabulario, una fraseologéa y un simbolismo especificos (lo que Orwell denominé «neolengua>). Los hablantes hacen afirmaciones dog- maticas, acriticas y de regusto ideolégico. Pocos de los que les escuchan les to- man en serio € incluso cuando estos hablantes ya no hablan en publico cam bian de lenguaje y defienden afirmaciones completamene opuestas a las, anteriores. En privado son incluso capaces de distanciarse de si mismos y de su propia conducta, y adoptar una postura critica ¢ incluso ridiculizar sus pro- pias palabras, como si fueran dos juegos diferentes, completamente separados yy que se juegan bajo reglas opuestas. ‘Otro modelo de comportamiento muy extendido inducido por la oposicién de las esferas privada y publica es el intento constante de burlar o «golpear al tema». Los socidlogos han denominado a esto «la innovacién parasitaria» (Marody 1990). Esto puede ser un simple eufemismo para la estafa o el frau- de, pero puede tomar formas més sutiles. Una es la btisqueda de vacios en las, regulaciones legales —un trabajo facil a la vista del caos legislativo, de las antinomias, inconsistencias y excesiva casuistica y detalle de las «leyes socia- listas». Otro mecanismo produce «evasiones insiitucionalizadas», y general zadas, de las teglas, en parte debidas a que se hacen cumplir de forma inten- cionadamente difusa 0 ineficiente. Por gitimo, hay una vigilancia constante para protegerse de posibles cambios irracionales en las condiciones de comer- cio (subidas de precios, impuestos, tasas), frendndolos mediante el intento de acaparacién de comida y combustible, corriendo hacia los bienes de importa- cidn 0 exportacién, 0 abriendo negocios dirigidos al beneficio rapido en lugar de hacia las inversiones a largo plazo. La actitud prevaleciente de «agérralo y corte» muestra que la gente intenta aleanzar sus fines privados «al margen del sistema» en lugar de «a través del sistema». Es interesante observar que tales ‘conductas son tratadas a menudo de manera elogiosa, y aquellos que tienen éxito inspiran enorme estima teftida de envidia. La justificacion subyacente, més © menos consciente, se fundamenta en la creencia de que es un tipo de ‘enganza equitativa frente a un sistema que ha estado estafando a los ciuda- ‘anos y una forma de obtener alguna compensacicn por los beneficios injusta- mente perdidos. El siguiente modelo de comportamiento caracterfstico es una reluctancia ge- neralizada a tomar decisiones de responsabilidad, 0 a tomarlss tan solo en for- ‘mas que aseguren la no responsabilidad (por teléfono, oralmente, sin papeles, etc.), con tendencia a delegar la responsabilidad (un interminable «pasar Ja bola») y al mismo tiempo a demandar cuidados, seguridad social y otros bene- ficios gratuitos de las autoridades. Puesto que este sindrome es normalmente tipico de nifios, podriamos denominarlo «infantilismo prolongado». Su cara puesta es la postura paternalista frecuentemente adoptada por las autorida- des. Como ha observado Stefan Nowak, «La creencia de que nuestro sistema Socioeconémico satisfard al menos unas necesidades minimas a todos los ciu= 214 _Aspectos del devenirsoctal dadanos parece derivarse de cuatro décadas de cducacién socialista. La per- cepcién de la mas minima desviacién de esta regla genera las mayores amena- zas a la legitimidad social del sistema» (1987: 11). 6. Un conjunto final de acciones es impulsado por lo que ha sido denominado «. Ta cenvidia desinteresada» todavia abunda, y de hecho tiene mas oportunidades para expresarse y mayor ntimero de objetivos potenciales, puesto que el mimero de fos que «lo han conseguido> (lograr un puesto politico, enriquecerse répidamente, abrir un negocio con éxito o lograr reconocimiento piiblico) esté creciendo a conside- rable velocidad. El resentimiento hacia este grupo todavia recurre con facilidad a los viejos modos igualitaristas de retérica, Como ha seftalado correctamente un agudo observador del escenario europeo oriental: «En la mayoria de estos paises hay toda- via un apoyo generalizado de la distribucién relativamente igualitaria de la riqueza que se crea y a favor de un estado de bienestar fuerte» (Ash 1990a: 21). El ambiente afecta a todo tipo de elites, incluidos los intelectuales (denominados, por supuesto, caberas huevor). Entre la mayoria que no «lo ha conseguido» o que incluso ha perdido su nivel de vida anterior en el torbellino del cambio revolucionario (por ejemplo, grandes secto- res de la clase obrera, de los campesinos, por no hablar del mill6n largo de parados —un fenémeno inexistente en el perfodo «social ), hay una nostalgia creciente por las viejas componendas del estado paternalista acompafiada de un clamor a favor de una compensacién. Existe la expectativa de que el gobierno ha de satisfacer las ne- cesidades bisicas, ha de proporcionar servicios médicos gratuitos, educacién gratuita, trabajos, pensiones, seguridad social y bencficios asistenciales. Probablemente no son, tantos los que descan volver al comunismo, pero grandes masas suefan con alguna stereera via», un capitalismo humanitario, o (parairaseando los viejos lemas acerca del soeialsmo), un scapitalsmo con rostro humano», 0 una via epotaca» al capita- smo. Estos son sélo algunos de los climes y sentimientos que misteriosamente recuer- dam a las viejas formas de pensar y actuar. Modelan el legado persistente del «socia- lismo real» recorriendo las sociedades de Europa del este desde su tumba. Sin supe- Tar este legado, lo que llevaré al menos una generacién, el éxito definitive de la {ransicién postcomunista no ser4 posible. Esto muestra una vez mas el factor tan po- deroso que puede ser en el cambio social las ideas que tenga la gente.

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