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ANALOGIA DE LA NOCION DE ENTE. 1. Nocién y divisién de la analogia en general La analogia en general es un modo de predicabilidad segiin la cual un cierto predicado se atribuyc a distintos sujetos, parte en el mismo sentido y parte en sentidos diversos. Es por ello una predicabilidad intermedia entre la mera uni- vocidad (el mismo predicado tomado siempre en el mismo sentido) y la pura equivocidad (el mismo predicado tomado cada vez en sentidos diferentes). Para entender esto mejor es preciso distinguir aqui dos drdenes: a) el de las palabras 0 términos, y 6) el de los sentidos de dichas palabras, 0 sea, las nocio- nes. Por lo que se refiere a las palabras, las hay univocas (las mismas palabras y los mismos sentidos), equivocas (las mismas palabras con sentidos diferentes), y anilogas (las mismas palabras con sentidos parecidos, pero no iguales). Mas por lo que atafie a las nociones, las hay univocas (las mismas siempre) y andlo- gas (nociones parecidas o semejantes), pero no equivocas, ya que la equivoci- dad se da sélo en el orden de las palabras, pero no en el de las nociones. La analogéa, pues, equivale a la semejanza, concretamente a la semejanza de los sentidos con que una misma palabra se aplica a varios sujetos; porque la semejanza no es fa completa igualdad (en este caso el sentido seria siempre el mismo, Gnico); ni es tampoco la completa diversidad (en este caso los sentidos serfan completamente diferentes); sino que es lo que coincide en parte y en parte difiere. Asf, pues, predicar analégicamente una palabra es hacerlo en sen- tidos semejantes. Ahora bien, Ia analogia es de varias clases, y fundamentalmente de dos: de atcibucién y de proporcionalidad, o sea, de semejanza absoluta o de formas, y de semejanza relativa o de relaciones. En efecto, una cosa puede ser semejante a otra porque sus formas o naturalezas son parecidas, en parte coincidentes y en parte discrepantes: pero también puede ocurrir que la semejanza se dé entre relaciones 0 comparaciones de unas cosas respecto de otras, y no entre sus for- mas. Asi, si Hlamamos “hoja” a la hoja del drbol y a la hoja del libro, la seme- janza la establecemos entre formas (y esta seria la analogia de atribucién); pero si llamamos “doble” a la relacién que hay entre 2 y 4, y también a la que hay 4 Jess Gacia Lier entre 8 y 16, aqui la semejanza se establece entre relaciones. no entre formas (y esta seria la analogia de proporcionalidad). Pero todavia es posible y conveniente considerar ciertas subdivisiones den- tro de cada uno de esos modos distintos de analogia. Y asi, dentro de la analogia de proporcionalidad, deben distinguirse la analogia de proporcionalidad propia y la analogia de proporcionalidad metaforica, mientras que dentro de ta analogia de atribucidn, deben diferenciarse, primero, fa analogfa de atribucién intrinseca y la analogia de atribuciGn extrinseca, y, en segundo lugar, dentro de la primera, © sea, dentro de ta intrinseca, habré también que distinguir entre la analogia de atribucién propia y la analogia de atribucién metaférica. Pues bien, se llama analogia de atribucién intrinseca a aquella en la que lo significado con el nombre andlogo se realiza intrinsecamente en todos los ana- logados, aunque con orden de prioridad y posterioridad. De esta suerte, hay un analogado, el llamado primero o principal, en el que lo significado por el nom- bre andlogo se realiza de manera plena y originaria, y hay otro u otros analoga- dos, los llamados analogados secundarios, en los que lo significado por el nom- bre andlogo se realiza de manera deficiente y derivada. Como ocurre, por ejem- plo, con el bien, que se realiza de manera plena y originaria en el fin, que es su primer analogado, y de manera deficiente y derivada en los medios, que consti- tuyen sus analogados secundarios. Pero se llama analogia de atribucién extrinseca a aquelta en la cual lo signi- ficado por el nombre andlogo se realiza intrinsecamente en uno solo de sus analogados, el primero o principal, mientras que en los otros analogados. 0 sea. en los secundarios, no se realiza en absoluto, aunque se les aplique ese nombre andlogo en base a ciertas relaciones que dichos analogados secundarios guardan con el analogado principal. Como ocurre con lo santo, que se realiza intrinse- camente en Ia persona santa (primer analogado), pero no en un libro o en un lugar (analogados secundarios), a los que, sin embargo, se les aplica el apelativo de santos (libro santo, lugar santo), por la relacién que guardan con la persona santa (un libro escrito por un santo, 0 un lugar habitado por un santo). Por su parte, como hemos dicho. la analogfa de atribucién intrinseca puede ser propia y metaférica. Y es propia cuando, ya sea en el analogado principal, ya sea en el secundario, el sentido dado al nombre anslogo expresa la totalidad de la esencia a la que se refiere; en cambio, es metaférica cuando, no en el ana- logado principal, pero si en el secundario, el sentido dado al nombre andlogo expresa, no la esencia entera a la que se reficre, sino s6lo algunas de las notas caracterfsticas 0 propias de dicha esencia. Por ejemplo, dentro de ta analogia intrinseca y propia, la expresién “causa eficiente” se atribuye propiamtente tanto a la causa principal como a la causa instrumental, pero con orden de prioridad y posterioridad, pues 1a causa principal es causa eficiente en sentido pleno y ori- ginario, mientras que fa causa instrumental es causa eficiente en sentido defi- 1.2, Analogia de la nyc de emte 35. ciente y derivado. Y dentro de la analogéa intrinseca y metaférica, la palabra ‘espina” se atribuye, segiin la totalidad de su esencia, y por ello propiamente, a las espinas de un rosal, pero sélo en alguna de sus caracteristicas, y por ello metaféricamente, a alguna pena honda y lacerante. Por su parte, tenemos una analogia de proporcionalidad propia cuando lo significado por el nombre andlogo se realiza propiamente en las relaciones se- mejantes que guardan entre si varios términos comparados dos a dos. Como cocurre con la palabra “conocimiento” que entraiia cierta relacién entre las dis- timtas facultades cognoscitivas y los objetos de las mismas; y asi se dice que la vista se comporta respecto de los colores de modo semejante a como lo hace el ido respecto de los sonidos, 0 a como lo hace la memoria respecto de los re- cuerdos, 0 a como lo hace el intelecto respecto de las esencias. En todos esos casos se habla propiamente de “conocimiento”, pero no de modo univoco, sino analégicamente. Finalmente, tenemos una analogia de proporcionalidad metaférica cuando lo significado por el nombre andlogo se realiza propiamente en una relacién entre dos términos, pero impropiamente (0 sea, metaféricamente) en otra u otras rela- ciones, tambigh entre dos términos. O sea, que en el primer caso fa relacién en cuestién atafie a la totalidad de la esencia de que se trata, mientras que en el segundo no se refiere a la totalidad de dicha esencia, sino s6lo a alguna de sus caracteristicas peculiares. Asi, por ejemplo, puede decirse que “nuestras vidas son los rios que van a dar en la mar, que es el morir”, porque la relacién entre nuestras vidas y el morir es de algiin modo semejante, pero no en todo, sino s6lo en alguna de sus caracteristicas, a la relaci6n entre los rios y la mar. 2. La analogia de la nocién de ente Después de esta descripcién general de la analogia y de sus modos, lo prime- ro que hay que decir es que el ente es andlogo, tanto por lo que se refiere al nombre, como por lo que se refiere a la nocién. En efecto, si el nombre y la nocién de ente fueran univocos su significado y su contenido serian siempre el mismo, fo que sélo podria ocurrir si la nocién de ente prescindiera perfectamente de sus diferencias y modos intrinsecos, es decir, si fuera una nocién genérica. Pero ya hemos visto que es imposible que la no- cidn de ente sea genérica. Lucgo ni el nombre de ente ni su nocién pueden ser univocos. Y es que si la nocién de ente prescindiera de sus diferencias, 0 sca, si las diferencias entre los entes no furan también entes y, por consiguiente, no existicran, entonces no habria muchos entes, sino uno solo. Habria que propug- narel “monismo”. 36 Jess Garcia Lager Pero tampoco el nombre de ente puede ser equivoco, pues si lo fuera no ha- bria nada de comin entre los entes. La palabra “ente” significaria en cada oca- sién cosas completamente diferentes, y no seria posible el lenguaje, ni el cono- cimiento ordenado y coherente del universo. No habria cosmos, sino caos; el no ser se confundiria con el ser; no habria certeza alguna, sino total incertidumbre y escepticismo radical. Queda, pues, sdlo la tercera posibilidad: que el nombre y la nocién de ente sean andlogos. Y este es el pensamiento de ARISTOTELES, el cual fue el primero en sefialar que “es imposible que el ente sea un género™ y menos una especie, por lo cual no puede tratarse de una palabra o de una nocién univocas; por el contrario, “el ente se dice de muchas maneras”, pero afiadiendo inmediata- mente que tampoco se dice “equivocamente”, sino “en orden a una sola cosa oa cierta naturaleza tinica™. Es decir, que el ente es andlogo. Ahora bien, de los modos de analogia seftalados cual es el que corresponde al ente? En primer lugar, hemos de excluir ta analogia de atribucién extrinseca, y también, por supuesto, la analogia metaférica, tanto de atribucién como de proporcionalidad. La de atribucién extrinseca, porque en ella lo significado por el nombre andlogo solamente se da o se realiza en el primer analogado; pero esto no es posible en el caso del ente, pues si algin analogado del mismo no realizara lo que el ente expresa, es decir, “lo que existe”, entonces tal analogado no existiria. Por consiguiente, la analogia del ente no puede ser mas que intrin- seca. E igualmente hay que excluir la analogia metaférica, en cualquiera de sus tipos, ya que del ente no puede haber metéforas. En efecto, tal analogia no se basa en Io que son notas generales de muchas cosas, sino precisamente en lo que hay de propio y peculiar entre sus analogados; pero lo propio del ente es precisamente lo que hay de comin a todas las cosas. En consecuencia, la analo- gia del ente no puede ser metaférica, sino propia. Esto supuesto, cabe sostener, en primer lugar, que la analogia del ente es solamente de atribucién; nada més. Y tal es la postura de FRANCISCO SUAREZ, quien Hega a ella tras haber negado la existencia de toda verdadera analogia de proporcionalidad propia. En efecto, para dicho autor: “toda verdadera analogta de proporcionalidad entrafia algo de metafora o impropiedad™ y si esto es asi, no puede darse la analog(a de proporcionalidad propia. La tinica analogfa, pues, que puede realizarse en cl ente es la de atribucién intrinseca, y por supuesto propia, y esta es la que en él se re Arist6teles, Metofisica, MI, 3. Aristteles, Metafisica, LV, 2. Aristles, Metafsica, 1V. 2. E. Suérez, Disputationes Metaphysicae, Disp. XXVI, sect. tH, n. 11 1.5, Amiogia de a movin de ente ” Pero en segundo lugar cabe sostener que la analogia del ente es solamente de proporcionatidad propia. Esta postura, diametralmente opuesta a la anterior, es precisamente la que mantiene TOMAS DE Vio (CAYETANO), y ello porque el otro modo fundamental de analogia, fa de atribucién, es siempre extrinseca, y no puede, por tanto, realizarse en el ente. En efecto, segtin CAYETANO: “el nombre andlogo por atribucién, en cuanto tal o en cuanto realiza esta analogia, es comin a los analogados de tal modo que al primero le conviene formalmente, pero a los restantes slo por denominacidn extrinseca’. En cambio, la analogia de proporcionalidad se realiza “segiin la causalidad formal inherente” o intrin- seca®, En consecuencia, la unica analogia que puede realizarse en el ente es la de proporcionalidad propia. Pues bien, estas dos posturas exclusivistas de SUAREZ y de CAYETANO son inadmisibles. Como quiera que son enteramente posibles y reales, tanto la ana- logia de proporcionalidad propia, como la analogia de atribucién intrinseca y propia, nada se opone a que el ente sea andlogo con ambas modalidades de la analogia, La analogia de atribucién intrinseca es una analogia que podemos Hamar “vertical”, que entrafia un orden de prioridad y posterioridad, una jerar- quia, en los significados de los nombres andlogos, y esto conviene a los distin- tos sentidos del ente, porque la sustancia es mas ente que el accidente, y el acto mds ente que la potencia, y el ente espiritual mis ente que el material, etc. Asi, pues, esté perfectamente justificado que se aplique al ente este tipo de analogéa. Por su parte, la analogia de proporcionalidad propia es més bien “horizon- tal”, y no entraita de suyo un orden de prioridad y posterioridad, pero si com- porta el que entren en ella al menos cuatro términos, comparados dos a dos. Y esto también convienc al ente, que entrafia de suyo una dualidad entre el sujeto del ser (0 sea, la esencia individual) y el acto de ser, y una cierta relacién entre 0s dos principios que lo constituyen. Por eso puede perfectamente establecer- se que la esencia de fa sustancia se compara a su ser de manera semejante a como se compara la esencia del accidente al ser del mismo, y asi en otros casos. Luego también esté perfectamente justificado el aplicar al ente la analogta de proporcionatidad propia. Cuando en las lecciones sucesivas hablemos de las divisiones del ente, que son expresivas de los distintos sentidos del ente, veremos cémo se aplican a ellas una y otra modalidad de la analogia. Cayetano, De nominun analogia, cap. 3.9. 1 Cayetano, De nominum analogia, cap. 3.0.27.

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