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Kim Taehyung tenía su vida centrada en un tablero de ajedrez, tan ordenada

y objetiva que nunca falló en algún movimiento, pero la llegada de Kim


Jungkook logrará desarrollar una obsesión peligrosa y recuerdos de un
pasado que lo corrompió.

¿Qué sucederá entre ambos hermanos? ¿Será más importante el pasado o el


futuro?

(Advertencia)

→La historia contiene escenas fuertes y lenguaje vulgar. Si eres sensible a


este tipo de género, no lo leas.

(Contenido adulto)

@myokiru
Preludio

¿A qué le temes exactamente?

—J-James no... Te detengas.

—¿Te gusta, Lorraine? ¿Te gusta como te estoy follando ahora?

Taehyung leía su libro de lengua mientras escuchaba los gemidos de sus


padres desde el otro lado de la habitación. Tenía esa sonrisa maliciosa, esos
ojos que se concentraban en las letras del aquel trozo de papel a medida que
sus oídos estaban deleitándose con esa melodía tan placentera que hacía que
su bulto comenzara a despertar.

El reloj marcaba las once de la noche; Taehyung ya debía estar durmiendo,


pero siempre está despierto. A sus nueve años sabía exactamente lo que sus
padres estaban haciendo. Ya lo había presenciado otras veces; a los seis,
espió en la habitación de ambos y vio como su madre montaba a su padre,
aunque al principio creía que era un juego de niños. Al día siguiente, la mujer
reflejaba un aire tan cálido y lleno de felicidad. Por más veces que escuchaba
esos gemidos, no entendía porqué después su madre estaba tan de buen
humor.

Hasta un día.

Los padres de Taehyung lo veían como un niño independiente, alguien


inteligente y autosuficiente, por ende, creían que él era capaz de tomar sus
propias decisiones. A sus ocho años Taehyung ya hacía gran parte de las
cosas a su manera y sin el cuidado de un adulto, a pesar de que debería
tenerlo.

Era curioso de sí mismo. Muchas veces intentó cometer los mismos actos
que una persona mayor, pero algo en el fondo le decía que no debía volver a
hacerlo. Ante esa loca idea, no podía dejar de provocarle una sensación
inexplicable y una curiosidad enorme.

El agua caía sobre su cuerpo, rozando con cada parte de su figura, incluyendo
su parte baja. La curiosidad comenzó a invadirlo nuevamente y ¿qué tenía
de malo intentar lo que sus padres hacían? Tocó su bulto, que era mucho más
pequeño, y con el chorro de agua que caía sobre él, empezó a estimularlo.
Evitaba soltar jadeos evidentes y gemidos que llamaran la atención, pero era
imposible, la sensación era jodidamente buena.

Inconscientemente su mano comenzó a ir más rápido, ajustándose a un ritmo


que Taehyung creía desconocer. Sus jadeos y gemidos se mezclaron con el
vapor del agua caliente, excitándolo aún más y finalmente se corrió. No se
sorprendió cuando vio aquel líquido blancuzco y espeso salir de su antes
erección, ya sabía lo que era, lo había visto antes en la habitación de sus
padres y por curiosidad había investigado sobre él. Pura y santa curiosidad.

Al amanecer era la misma rutina, la mujer llevaba esa sonrisa y hacía la


comida de Taehyung con una cara de felicidad. Era de esperarse, Taehyung
se esperaba esa expresión. La señora Kim depositó un tierno y casto beso en
la frente de su único hijo mientras le entregaba su almuerzo.

—La directora llamó—Taehyung alzó su rostro, ocultando su curiosidad y


su miedo. La señora Kim le sonrío y soltó una pequeña risa para luego
añadir:—, dijo que tus calificaciones de verdad le asombran y quiere que
vayas a competir con alumnos de otras escuelas.

—Dile que no estoy interesado en esas cosas—murmuró.

Molesto, pensó él.

—Está bien. Le diré—dijo, sonriendo. Taehyung asintió.


Ir a la escuela era un infierno vivo. Taehyung odiaba tanto sonreír y
mostrarse interesado frente a un tema que ya había escuchado y
probablemente se lo sabía al revés y al derecho.

No habían sorpesas ni movimientos necesarios en su vida, y eso se volvía un


tanto aburrido porque Taehyung volvía a repetir sus accciones a los días
siguientes y así continuaba en un ciclo indefinido.

Hasta que pasaron tres meses.

Su cumpleaños ya había pasado, la señora Kim se encargó de hacer la mejor


fiesta mientras que el señor Kim le haría el mejor regalo a su pequeño hijo.
Todo iba bien, o así parecía. Era un día domingo, el clima era casi perfecto
que Taehyung solo pensaba en ir a la casa de Yoongi a jugar. Al bajar las
escaleras se encontró con sus padres sentados en la mesa y con una expresión
totalmente seria. El señor Kim le hizo una señal a su pequeño para que se
sentara frente a ellos y Taehyung así lo hizo.

—Debes preguntarte porqué te hemos traído aquí, bueno, seré directo—dijo


el señor Kim, completamente serio. Taehyung se encogió de hombros,
restándole importancia al firme tono de su padre—, tu madre está
embarazada.

—¡Taehyung tendrás un hermano!—exclamó su madre una vez que su padre


terminó de hablar.

Desagradable, fue lo primero que se le vino a la mente. No quería un nuevo


miembro en su familia porque eso implicaría quedarse aquí dentro junto a
ellos, en cuatro paredes cada vez más asfixiantes. Lo que sea que sus padres
estén pensando acerca de esto, Taehyung estaba en contra. No quería su
nacimiento y probablemente nunca lo haría. Sin embargo, no dejó ver el
desagrado en sus ojos ni la mueca que quería hacer para evidenciar su
disgusto.

Solo fingió, otra vez.


Dejó ver su alegría y su malicia en el brillo de sus ojos. Su pupila se dilató
rápidamente y los colores que la rodearon se fucionaron, creando uno nuevo.

—¡Que bueno! Siempre quise tener un hermanito—mintió.

La casa comenzaba a crecer, las sonrisas y angustias parecían disminuir, pero


Taehyung se mantenía atado al tiempo, sin evoluciones ni sorpresas. Se cerró
al silencio como protección, se protegió mediante su indiferencia y comenzó
a actuar de acuerdo a movimientos que le permitirían ganar. Sus resultados
académicos aumentaban, sus deseos por volver al pasado también, y sus
incontrolables ganas de terminar lo que sus padres iniciaron, creció día a día
como recuerdos borrosos de la infancia.

En mis planes no estaba Jungkook, oh claro que no. De pronto, me sentí


como otro peón más, caminando en base a sus órdenes.

Estaba la familia en el hospital; el señor Kim sujetaba la mano de su esposa


mientras que ella seguía en su lucha. Las pequeñas piernas de Taehyung se
balanceaban en la silla de la sala de espera. La paciencia se hizo escasa,
Taehyung no sabía si podía tolerar otro minuto más. Sus abuelos tomaban de
su mano, dejando leves roces en cada uno de sus nudillos. Toda la familia
estaba reunida, todos felices y ansiosos por la llegada del nuevo miembro,
todos menos Taehyung. Y aunque el pequeño fingía felicidad, sabía que en
el fondo quería asesinar a ese bebé. Ya no obtendría lo que deseaba,
Taehyung ya no sería la prioridad de sus padres y eso le inquietaba.

Odiaba a su familia, odiaba el sonido de sus risas y la forma en la que se


relacionaban con él. El contacto lo hacía sentir náuseas y de pronto deseó
con todas sus ganas apartar su mano de la asquerosa mujer junto a él. Soltó
un bufido, sonriéndole a sus abuelos y preguntándole cosas estúpidas como
su día o cómo va su vida, aunque en realidad es lo que menos le interesaba.
No quería más contacto, no quería estar respirando la misma atmósfera que
sus familiares y tampoco quería seguir esperando por un bebé que pronto
estaría muerto.
Segundos antes de que los llantos del bebé se escucharan por la habitación,
Taehyung había abierto sus ojos de tal forma que parecía haber visto a un
fantasma. Se abrió paso entre los presentes y por el ventanal observó a su
padre que se acercaba con el pequeño en los brazos.

Era un niño.

Habían pasado dos días desde que su madre estaba en el hospital, Taehyung
no había asistido a clases y se dedicaba a cuidar de su madre junto a su padre,
aunque él actualmente se encontrara ausente.

—¿Taehyung, quieres cargar al bebé?

La señora Kim sostenía al recién nacido en sus brazos mientras que le


sonreía, Taehyung suspiró y se incorporó, tomando al pequeño entre sus
brazos para comenzar a mecerlo. Con esa sonrisa fingida lo miró,
atentamente, esperando algo que le impresionara, pero nada llegó. Cuando
estaba dispuesto a entregárselo a su madre, el bebé comenzó a llorar.
Taehyung se sorprendió y, para evitar que el recién nacido siguiera llorando,
volvió a cargarlo.

Lo meció de tal forma que logró detener el llanto, miró cada una de sus
facciones y las grabó en sus recuerdos. No tenían muchos rasgos que los
hacían parecerse, pero aun así llamaba la atención de Taehyung. Esta vez, le
sonrío de verdad. Le entregó su más sincera sonrisa y junto su mano con la
suya. Sintió una extraña conexión, sintió atracción y deseo, e
inconscientemente, depositó un casto beso en su frente para susurrarle:

—Te llamaré Kookie.

Se perdió en sus ojos brillosos, en el suave tacto de sus manos contra las
suyas, en la cálida sensación de tenerlo cerca. Tenía ese deseo descrito en los
libros más morbosos, esa pasión de quererlo para sí y no dejarlo nunca más.
Taehyung comenzaba a apropiesarse de él en todos los sentidos, sexuales y
sentimentales. Y eso no era más que un significado de una grieta en sus
represiones. Poco a poco comenzó a despertar, por Jungkook.

La memoria de su pasado llegó de golpe. Jungkook abrió sus ojitos pequeños


y Taehyung lo entendió.

Bienvenido, murmuró para sí mismo.

Sin embargo, lo que en realidad estaba pensando, era en cuál sería el primer
obstáculo que arrancar.

El castaño tomó el cuaderno después de tantos años al igual que un lápiz del
lapicero, buscó una página en blanco y escribió con una sonrisa en su rostro.

Día 240

Existen tres reglas que deben ser respetadas:

1. Jungkook es mío, solamente mío.

2. Nadie puede tocarlo más que yo.

3. Cualquier persona que se interponga en nuestra unión, debe ser


asesinado.
One

Taehyung observó como la habitación se cerró a media noche, cuando las


luces se apagaron y los sonidos a través de las paredes se hacieron más y más
presentes. Se escabulló por los pasillos de la casa, avanzando hasta un
objetivo que dormía placenteramente. Al llegar a la pequeña habitación, lo
admiró. La luz de la luna se reflejó en su rostro durmiente mientras que su
cuerpo tendido en la cuna y los colgantes de delfines se movían a un compás
tranquilo; todo iba bien. Se acercó al cuerpo inmóvil y, como todas las
noches, depositó un casto beso en su frente.

Finalmente, su silueta se desvaneció a través del pasillo.

El día recién comenzaba, los llantos del pequeño Jungkook se hacían


presentes y el delicioso aroma del desayuno inundaba todo el olfato de
Taehyung. Estaba recostado en su habitación, mirando el techo, parpadeó un
par de veces y, con el cansancio a su lado, decidió levantarse. Olvidó su
sueño de anoche y el que tendría, probablemente, el día después.

El sonido de su puerta abriéndose lo descolocó de sus pensamientos, y


cuando volteó en dirección al rudio, vio a su padre cargando al niño que
dormía sobre sus brazos, al parecer no tenía una expresión tan animada ni
mucho menos grata para apreciar a esas alturas de la mañana. Sin embargo,
Taehyung ya parecía acostumbrarse a aquella expresión.

—¿Irás a la escuela hoy o planeas quedarte ahí tendido igual que siempre?—
le dijo, serio. Taehyung soltó un largo suspiro y rodó los ojos; lo que menos
necesitaba ahora era el regaño de su padre—¡Responde!

—Shh.... Jungkook está durmiendo, lo puedes despertar con tus gritos


innecesarios. —le dijo, tranquilo, demasiado para el gusto del adulto.

—Te estoy haciendo una maldita pregunta, Taehyung. Y no quiero que


vuelvas a mencionar a el nombre de mi hijo de tus asquerosos labios.
—Te informo que también es mi hermano—aclaró, fríamente, evitando la
furiosa mirada de su padre sobre él—, lo hubieras pensado bien antes de
introducir tu asqueroso pene en el agujero de mi madre, ¿no? Así que si tienes
algún inconveniente con ello, te pido volver al pasado porque tal parece que
tu capacidad para pensar y razonar por tus errores es nula.

—Eres asqueroso—bramó.

—Lo sé, me lo repites todo el tiempo.

—Como sea... Hoy vendrá una nueva criada, por ello, necesito de tu
colaboración. ¿A qué me refiero? Pues simple, necesito que no salgas de tu
habitación, que no hables cuando no te lo pida y, claramente, que te comas
todo lo que ella venga a entregarte a tu habitación, ¿te queda claro?

Taehyung se encogió de hombros, preparándose mentalmente para la nueva


niñera y su maldita presencia. El señor Kim mencionó otro punto antes de
irse:

—Ah, y no quiero que te acerques a Jungkook—agregó.

Sin más que decir, cerró la puerta de un solo golpe.

El señor Kim bajaba por la escaleras con Jungkook en sus brazos, sonreía y
besaba su frente de vez en cuando para que el niño riera, y así resultaba.
Adoraba demasiado a su pequeño hijo que se olvidaba completamente del
otro. Había desarrollado un odio inigualable hacia Taehyung en estos dos
últimos años, un odio que nació de la noche a la mañana.

La relación entre la familia Kim se rompió de un momento para otro, o quizás


siempre lo estuvo. Taehyung comenzó a distanciarse y nadie, salvo él,
parecía notarlo. Aunque, no era como si el castaño quisiera la atención de
sus padres, de hecho agradecía que en situaciones como estas ellos fueran lo
suficientemente distraídos como para no notarlo.

La señora y el señor Kim se mantenían ocupados en su proyecto científico,


un método confidencial entre doctores y, aunque decían amar a Taehyung,
ambos sabían que aquel cariño se volvía cada vez más falso y fingido. Fue
así como la presencia de los padres se fue borrando y el amor que antes estaba
tan presente había desaparecido, y ahora solo quedaba ver como cada
miembro se alejaba uno de otro. El único lazo que se mantenía entre los tres
integrantes era Jungkook, pero el hijo mayor se encargaría de romper aquel
vínculo tarde o temprano.

Todo comenzó una noche como todas las anteriores, Taehyung despertaba a
medianoche e iba hasta la habitación del infante. Ya había ido un par de
veces a observarlo, descubrió que su pequeño hermano adoraba las aves y
los peces, gran parte de sus juguetes tenían relación con aquellos animales.
Entonces, por la noche caminó sobre la suave alfombra del pasillo hasta
llegar a la habitación del azabache, giró la perilla y con delicadeza abrió la
puerta, cerrándola detrás de sí. El pequeño chilló y se movió entusiasmado,
moviendo torpemente sus brazos y piernas con energía al verlo. Se despertó
y se paró sobre la pequeña cuna, curioso y ansioso por el espectáculo que
haría su hermano para entretenerlo, igual que todas las noches. Sin embargo,
esta vez Taehyung no venía con un espectáculo, más bien venía con algo
material sobre sus manos.

Era una caja, pequeña y decorada torpemente por papeles de distintos


colores. Taehyung le dedicó una sonrisa, una de las mejores que podía tener
y, con el brillo sobre sus ojos, abrió aquella caja.

Y lo que logró escuchar fueron los llantos de Jungkook.

—Shhhh, Kookie no llores.... Despertarás a mamá y papá... Shhh—suplicó


Taehyung, desesperado. Jungkook se llenó de lágrimas y cerró sus ojos por
el miedo, Taehyung trató de calmarlo un sinfín de veces y mientras más lo
hacía, el menor aumentaba en llanto.
El señor y la señora Kim se sorprendieron, estaban más que seguros que
aquellos llantos eran de su bebé y no tardaron en levantarse para dirigirse a
la habitación donde yacía su pequeño hijo. En el momento en que entraron,
sus ojos se asombraron y soltaron un grito. La señora Kim se encargó de
recoger al bebé en sus brazos mientras que, el señor Kim, alejaba a su hijo
de Jungkook. Taehyung los miraba extrañados, preguntándose si había hecho
algo malo. Seguía a su hermano con la mirada, tratando de encontrar aquellos
ojos que tanto parecían llenarle, pero lo único que sintió fue un firme y fuerte
golpe impactar sobre su mejilla.

—¡En qué estabas pensando!—gritó el señor Kim, sacudiendo el cuerpo de


Taehyung por los hombros. El pequeño estaba atónito, sintió una extraña
sensación recorrer su cuerpo, como si aquel golpe ardiera por dentro—
¡Responde, Taehyung! ¡Qué mierda hacías con eso!

—E-es un regalo... Para Jungkook...

El pequeño de tal solo once años y medio no sabía qué andaba mal, ¿acaso
darle un obsequio a tu hermano era malo? Él creía que no, o así lo pensaba.
Entonces, ¿por qué su padre se enojaba tanto al respecto?

—¡Es un maldito pájaro muerto, Taehyung!

La señora Kim sostenía al niño entre sus brazos, sollozando junto a él. Estaba
asombrada, tan asombrada que le asustaba estarlo, no reconocía a su propio
hijo, por primera vez no era capaz de reconocerlo, y no quería hacerlo.

—Taehyung dice que no irá a la escuela—dijo el señor Kim, bajando el


último peldaño de la escalera. La señora Kim lo miró extrañada—, dijo que
prefiere quedarse en casa.

—Quizás deba llevarle el desayuno... Ya sabes, para animarlo—murmuró


apenada, bajando la mirada.
—Bueno Lorre, nuestro hijo es bastante especial, le dije que si quería podía
acompañarnos a dar un paseo la próxima semana pero parece no tener ni el
más mínimo interés en pasar tiempo con nosotros.

—Auch. ¿Él...? ¿De verdad dijo eso? Bueno, Taehyung siempre fue un chico
apagado, no veo el cambio.

—Creo que la nueva criada está por llegar...—cambió el tema, levantando la


manga de su camisa para ver su reloj. Avanzó por el primer piso hasta dejar
a Jungkook en la cuna de la sala de estar—Será mejor que vayas a prepararte.
Ella no tardará en llegar.

—Pero, ¿quién le dará las instrucciones sobre el cuidado de Jungkook?

—No te preocupes por eso, yo le daré todas las instrucciones para cuidar a
un niño de dos años—se burló. La señora Kim sonrió y se dirigió hasta su
habitación.

Mientras tanto, el padre del menor se encontraba ordenando el desastre del


desayuno; observó de reojo a Jungkook que veía televisión desde su cuna
con un biberón en mano, sonrió para sus adentros y continuó haciendo las
labores. Al cabo de unos minutos, se escuchó el golpeteo en la puerta
principal, los ojos del señor Kim se abrieron de par en par y con un aire de
seguridad abrió la puerta.

Cayó una sensación de tranquilidad al ver nuevamente a la mujer, sonrió para


sus adentros y soltó un suspiro; ahora podía sentirse seguro. Sabía que la
señora contratada era de confianza, tenía un lindo carisma y era bastante
atenta en sus labores, un dato que sin duda mantendría al señor Kim relajado
por el resto de sus días. Le entregó una sonrisa sincera desde el otro lado de
la puerta mientras que se apartaba para dejarla pasar. La mujer parecía segura
de sí misma, tenía muy claro a qué venía y a quién debía cuidar, y a quién no
debía dejar que, por ningún motivo, salga de su habitación.
—Me alegra de que esté aquí, señorita Bora—dijo él, relajado—. No sabe lo
agradecidos que estamos yo y mi esposa por el hecho de que sea usted quién
cuide de nuestro pequeño.

—Oh, no se moleste. Me encargaré de dejar mi mayor esfuerzo.

El señor Kim pareció complacido, bastante quizás. Después de una charla, le


entregó las instrucciones, o más bien información de los horarios de
alimentación y siesta de Jungkook. Bastó de unas tres leídas para que la
señora Bora lograse comprender al pie de la letra. El matrimonio se despidió
de su pequeño y de la nueva criada para luego salir por completo de la casa.

Bora se dedicó a leer cada una de las instrucciones:—Darle la leche a


Jungkook a las once y treinta, listo. Mmmmh... ¿Dejar una bandeja de comida
en la puerta de la habitación de Taehyung? ¿Quién es Taehyung?

Cuando los Kim le comentaron sobre una presencia más en la casa y que
ellos catalogaban como peligroso, pensó en una mascota, algo así como un
perro rabioso o alguien postrado, pero no le habían dicho más que simples
datos al azar, donde ella podría fácilmente formar conclusiones.

—¡Tae!—exclamó el pequeño que soltaba una que otra risa cuando


mencionaban a su hermano—¡TaeTae!

Por lo que escuchó, creyó que Taehyung era el otro hermano, a pesar de la
escasa información sobre él en el instructivo, pero sabía perfectamente que
no podía dejar que se acercase a Jungkook, así lo decía en las reglas.

Pero... ¿Por qué?

Un ruido se escuchó del segundo piso, exactamente desde el lugar


desconocido de la criada, supo entonces que debía ser la habitación de
Taehyung. Corrió rápidamente por la escaleras, asegurándose de que el
pequeño Jungkook estaba a salvo en su cuna. Abrió de golpe la puerta,
esperando encontrar el causante de aquellos ruidos tan molestos, pero su
sorpresa fue aún mayor al darse cuenta de que el joven de doce años no estaba
en su habitación. Sintió su estómago caer al suelo, sus nervios le jugaron en
contra y de pronto nada parecía encajar en el pequeño misterio que se
formaba al no conocer al causante. Buscó y buscó, pero no encontró nada.
Supuso que el niño debía estar escondido en alguna parte de su habitación, y
ese fue su más grande error, suponer.

Se quedó pasmada al llegar al primer piso, los latidos de su corazón


aumentaron y sintió que en cuestión de minutos su cuerpo le fallaría.
Taehyung sostenía al pequeño sobre sus brazos dándole leves caricias y
mirándola amenazante, casi queriendo que se fuera de su vista.

Volvió a dejar al niño en su cuna, dándole un casto beso en la frente y dijo:—


La regla es así, tú me dejas hacer lo que yo quiera y no ocurrirá nada, pero si
me prohíbes o le llegas a contar a los viejos que me viste con Jungkook,
entonces no podré controlarme.

La criada lo miraba atónita, sin saber qué decir exactamente.

Los ojos de Taehyung cambiaban por esencia. Su color se volvía absorbente


y le recordaba lo que era estar atrapada en un agujero donde la salida era
desconocida. Taehyung no miente, se decía a sí misma. Bastó con que el
menor sonriera para hacerle comprender que el terreno donde jugaba no era
el de ella.

—¿Tenemos un trato o no?


Two

—¿Tenemos un trato o no?

Taehyung no era un chico que aceptara un "no" como respuesta y la criada


no era alguien que desobedecía las órdenes, pero algo le hizo asentir, más
bien alguien. La observaba atentamente y cuando recibió la respuesta que
tanto anhelaba, sonrió satisfecho. Sabía que la criada sería difícil de
convencer, sin embargo, nada se escapaba por la mente del hermano mayor.
Todo estaba previsto.

—Me alegra tener un acuerdo, señora...

—Broussart, Rose Broussart—agregó, mirándolo de pies a cabeza.

El nombre era diferente.

—Está bien, señorita Rose—murmuró, ladeando una sonrisa—. Bueno, si


me disculpa—Taehyung le dió la espalda para dirigirse a la cuna donde yacía
su hermano menor, lo cargó entre sus brazos mientras que el pequeño se
dedicaba a reír y a enredar sus manos en el alborotado cabello del mayor—,
Jungkook y yo tenemos cosas por hacer. Hay lasaña en el horno por si le da
hambre, no se preocupe por Jungkook, estará bien en mis manos.

—¿Cómo planeas alimentar al bebé?—se atrevió a preguntarle. El castaño


giró sobre sus talones, mirándola con ironía.

—Sé hacer las cosas mucho mejor de lo que usted podría hacerlas. Jungkook
no pasaría ni hambre ni frío a mi lado, así que deje de meter su apestosa nariz
donde no le incumbe.
El anteriormente nombrado se giró, nuevamente sobre sus talones, sonriendo
de lado a lado sin dejar ver los dientes. Dejó a la criada ahí, sorprendida y
con los pelos de punta, preguntándose cómo sería el desenlace de esta
historia.

Subía lentamente la escalera, dedicándole pequeños besos en su semblante,


sonriendo con tan solo verlo y cargarlo después de tanto tiempo. Sintió que
sus brazos le correspondían directamente, se enlazaban rápidamente y se
acostumbraban al pequeño cuerpo de su hermano que parecía lejano. Había
extrañado su sonrisa al ser cargado, como sus ojos se arrugaban y como sus
manos traviesas jugaban con cada mechón de su cabello. Lo había extrañado
a él.

Avanzó por los pasillos que le recibían y observó atentamente esas paredes;
como un flashback llegó y se esfumó, al igual que las fotografías que estaban
colgadas en los muros, donde aparecía él y su familia, pero sobre todo, donde
estaba él y Jungkook. Deslizó su diestra por el pomo de la puerta y
lentamente abrió la habitación de su hermano.

—Hey, ¿qué te gustaría hacer?—le dijo, dejando a su hermano en la cuna.


Ahora era cuando Taehyung se lamentaba para sus adentros por el simple
hecho de que su hermano todavía no sabía decir una palabra que no sea Tae,
mamá, papá y galleta—Sabes... Quizás deberías comenzar a hablar, ya
sabes... Así no me siento tan solo aquí—pero Jungkook no dijo nada,
solamente soltó una pequeña risa—. Está bien, creo que no me comprendes.

Resignándose a que no obtendría más que risas, se acercó al gran ventanal


de la habitación para abrir las cortinas rápidamente. La luz invadió cada
centímetro de la habitación y, Taehyung se preguntaba hace cuánto que no
veía la luz del día sobre su rostro. Pasó una mano sobre su cabello y se dio
la vuelta. Jungkook lo observó atentamente desde el otro lado de la
habitación, le sonrió tan abiertamente que dejaba ver sus dos dientes.

—Jungkook, no puedes decirle a papá que yo vine aquí, por favor.


Jungkook recordó esas palabras porque, en el momento en que la puerta se
abrió, vio la razón del secreto.

Su papá estaba golpeando a Taehyung.

Su mamá lo estaba cargando para alejarse de la habitación.

La criada traicionó a Taehyung y días después apareció muerta.

Pasó la corbata sobre su cuello, abotonó su camisa y se miró una vez más en
el espejo. Quería dar una buena primera impresión a los compañeros de su
clase, pero bueno, al fin y al cabo, quién no querría eso. Se miró una vez
más, apretó los puños y sonrió. Hoy Jungkook empezaba el primer curso.

—¡Jungkook, cariño, baja a comer!

—¡Ya voy mamá!

Tomó su bolso rápidamente y bajó las escaleras lo más rápido que pudo. Ahí
estaban sus dos padres, corriendo por la hora. Se sentó en la mesa, ignorando
como sus padres corrían por toda la casa, buscando sus cosas. El desayuno
estaba servido y rápidamente notó la ausencia de un ser especial, su hermano,
sin embargo, no se atrevió a preguntar.

—¿Estás nervioso, cariño?—preguntó la señora Kim, invadiendo sus


pensamientos—No te preocupes, de seguro harás muy buenos amigos.

Taehyung no recibe a sus amigos.

Taehyung trató de asesinar a Jimin hace tres años.


—Si campeón, no te preocupes. Sé que el primer grado es aterrador, pero
eres bueno socializando—continuó su padre.

Y de repente, la puerta principal se azotó en un golpe que hizo retumbar cada


lugar. Sus padres ya sabían quién era y Jungkook lo supo cuando vio que el
sujeto venía golpeado, otra vez. El menor de los hermanos alzó su rostro para
encontrarse con esos ojos que le hacían perderse, apartó su vista
completamente avergonzado. Mientras más pasos daba Taehyung hacía la
mesa, más lo ignoraban. Pero el menor sabía que su hermano venía a su
dirección, y así fue. El mayor levantó su mentón para dedicarle un casto beso
en los labios.

El infierno volvió a arder.

—¡Qué crees que haces!—exclamó el señor Kim, golpeando la mesa—¡Ni


se te ocurra volver a tocarlo!

—Dios, hombre, solo lo estaba saludando—respondió, pasando su brazo por


los hombros de Jungkook—, ¿no es así como tú saludas a la tía Eugenia?

El padre se tensó, la señora Kim palideció y agregó:—¿Qué mierda estás


hablando ahora? ¿Por qué vienes a nuestra casa si tienes prohibido el
ingreso? ¡Y peor, cómo se te ocurre meter a mi hermana en temas así!

—¿Ah, Lorraine no lo sabe?—preguntó, sonriendo. Taehyung se alejó de


Jungkook y se dirigió a buscar un vaso de agua—¿Mamá, es que no sabes
que papá se ve con tu hermana en un motel? Pero bueno, ustedes tienen
mucho de que hablar. Mientras discuten, me llevaré a Jungkook a la escuela.

—Pero puedo ir yo so...

—Sube al auto, mocoso—Jungkook asintió, tomando sus cosas y


desapareciendo rápidamente de la casa, con los gritos de sus padres por
detrás.
Visualizó el auto de su hermano afuera y, por un segundo, pensó en subirse
o salir corriendo. Pero Taehyung tenía todo lo que quería así que no valía la
pena huir del mayor. Se subió al asiento del copiloto y llevó una de sus manos
a sus labios, recordando aquel pequeño tacto de su hermano sobre él.
Recordó que la última vez que lo había visto había sido hace dos años,
cuando vino de visita. Ahora estaba mucho más grande que lo usual, se había
teñido su cabello a un rubio y llevaba lentes de contacto.

Se estremeció cuando la puerta se abrió a su izquierda, descolocándolo de


sus pensamientos, Taehyung se subió al auto y se acercó a él para ajustarle
el cinturón, Jungkook se sintió intranquilo por la cercanía y prefirió apartar
la vista de Taehyung para evitar la vergüenza. Lo miró de reojo, su cabello
rubio fue lo primero en donde sus ojos de deslizaron y así continuó hasta
encontrarse con las marcas en su cuello, ligeramente a punto de sanar y que
minutos atrás no había visto.

Taehyung se alejó de él en cuanto terminó de ajustar el cinturón, no sin antes


darle un pequeño beso en la frente, y regresó a su asiento.

—Lamento interrumpir su asquerosa charla familiar—murmuró, claramente


disgustado.

—O-oh, no te preocupes. Yo ya me tenía que ir al instituto.

Taehyung asintió, restándole importancia a la situación y encendió el


automóvil. Jungkook se encontró nervioso, no por el hecho de que fuera su
primer día, más bien por el hecho de que Taehyung sabía como manipularlo
y ponerle los pelos de punta. Ambos se hundieron en un silencio incómodo
y cansado de aquel incómodo momento, Jungkook llevó una de sus manos
hacía la radio para encenderla, pero su plan se vio interrumpido por
Taehyung que sostuvo su mano, impidiéndolo.

—I-iba a p-poner música, Tae...—aclaró.


—¿Quieres preguntarme algo, verdad?

Jungkook admiraba esa capacidad de Taehyung, de adivinar todo lo que se


le cruzara por la cabeza. Siempre había sido así, él era un libro abierto y su
hermano uno cerrado, uno muy cerrado.

Asintió lentamente y antes de que el mayor pudiera agregar algo, él habló:—


¿Por qué le mentiste a mami sobre la tía Eugenia?

—No le mentí, solo cambié la situación para entretenerme un poco.

—E-ellos no tenían ninguna relación, es más, se vieron para aclarar el regalo


de mamá para su décimo aniversario...

—¿Y? ¿Qué tiene de malo un poco de diversión?

—Lo que haces está mal, no quiero que mami y papi se separen.

Taehyung detuvo el auto en un callejón, hastiado. El rubio resopló y sonrió


irónico, tratando de ignorar toda la frustración después de oírlo. Jungkook
guardó silencio, sabía que había dicho algo que lo molestó. No conocía muy
bien a Taehyung, pero irritarlo era algo que todos podían hacer fácilmente.
Intentó acercarse a él para preguntarle qué sucedía y cuando Taehyung alejó
bruscamente su mano, fue la gota que culminó la del azabache que en pocos
segundos sintió su corazón entre sus manos y las lágrimas apunto de golpear
sus párpados.

El rubio escuchó los sollozos minutos después que gracias a la ira no había
podido caer en cuenta que su hermano había estado así quizás cuánto tiempo
y él no lo había notado.

—Bebé... ¿Por qué lloras?—preguntó, asustado. Taehyung lo liberó


rápidamente del cinturón y lo cargó hasta dejarlo sobre su regazo—Hey...no
llores ¿Si?
—Y-yo n-no quiero que Tae se enoje conmigo...—sollozó, agitado. Cubrió
su rostro con su brazo mientras intentaba zafarse de Taehyung, pero fue
imposible, su hermano lo sostuvo con más fuerza.

—Jungkook no llores, no estoy enojado contigo—aclaró.

—¿De verdad...?—Taehyung asintió, quitándole ambos brazos de su rostro


para limpiarlo con su manga.

—Deja de llorar. Todo está bien.

Cuando Jungkook entreabrió sus labios para hablar, ya era demasiado tarde,
Taehyung juntó sus labios con los suyos en un beso que no era correspondido
por el menor. Jungkook se halló sorprendido, sin saber qué hacer
exactamente, incluso sus ojos oscuros se posaron sobre los de Taehyung en
busca de respuesta que en este momento no podía entregarle. Pese a ello, el
rubio insistió en presionarlo y capturó su cintura entre sus manos, pegándolo
a su cuerpo.

La lucha contra Taehyung era inútil, el mayor no pensaba soltarlo ni por nada
del mundo. Fue mayor la sorpresa cuando Taehyung lo obligó a abrir la boca,
Jungkook dio un respingo cuando la lengua inquieta del rubio se enredó en
la suya y el aliento frió comprimió en su boca. Intentó seguir los
movimientos de Taehyung de cerca, aun si fallaba en el intento por la
confusión.

Se encontraba a falta de oxígeno y se separó de golpe, sin embargo Taehyung


siguió besando cada lugar intacto. Esparció de sus besos por su cuello y por
debajo de su camisa, haciéndolo estremecer. Jungkook cerró los ojos por el
susto y Taehyung continuó, recorriendo la piel lechosa y pura del azabache.

Taehyung se encontraba en el cielo, había soñado con esta sensación, de


tenerlo sobre él, chocando contra su creciente bulto y era la sensación más
placentera que podía sentir. Llevó sus manos a las caderas del menor,
sujetándolas con firmeza debido a su excesivo movimiento.

—Ah-h...T-Tae...—gimió, completamente sonrojado—¿Qué es..? ¡Ah!

La realidad llegó a los pensamientos de Taehyung y rápidamente soltó al


menor. ¿Cuánto había pasado? ¿Ya estaba llegando tarde? Revisó su reloj de
mano para comprobar que, efectivamente, solo le quedaban diez minutos.
Solo diez minutos y la campana sonaría. Por más que la excitación sea algo
que acompañaba a Taehyung desde pequeño, no podía permitir que
Jungkook llegara tarde.

Cuando el auto comenzó a moverse otra vez y Jungkook volvió a su asiento,


ajustándose el uniforme que Taehyung se encargó de desordenar, algo
golpeó sus pensamientos.

Esta no era la primera vez que Taehyung lo tocaba.


Three

—Pasaré por ti después de clases.

Taehyung lo miró atentamente, irradiando alegría con su mirada. Sus ojos se


clavaron en el interior de Jungkook, al fondo de unas aguas puras y frías, que
esperaban ser navegadas a través de barcos. Recorrió cada centímetro de su
suave piel a través de sus ojos, lo hizo suyo y lo acopló a su cuerpo. Entonces,
Jungkook tragó duro, sintiéndose pronto seco. Lo miró con deseo y miedo,
pero no sabía a qué. Sintió el temor indagando cerca, gritos a sus espaldas
diciéndole lo incorrecto y un impulso de correr hacia su mayor, empujándolo
hasta el infierno, otra vez.

—¿Qué sucede, bebé?—Y ahí estaba, el mismo tono que provocaba la


sensación en Jungkook, haciéndolo sentir pequeño e indefenso, más de lo
que ya era.

—Es solo que... Mmm, v-voy a llegar tarde—afirmó, nervioso. Se soltó del
agarre de Taehyung para salir corriendo, pero la voz gruesa y firme de su
hermano, lo hicieron dudar otra vez.

—¿No piensas darme un beso de despedida?—Jungkook se sobresaltó,


avergonzado. Taehyung amaba cuando Jungkook se ponía nervioso en su
presencia y jugar un poco con su hermano no sería un pecado, o quizás sí.

—Es q-que... Yo no sé dar de esos besos que se dan mami y papi, Tae—
susurró, bajando la mirada y con un ligero sonrojo en sus mejillas—. Te vas
a reír de mí.

—Vamos Kookie, me seguiste bien minutos atrás—Le dijo. Taehyung sabía


que estaba presionándolo, que debía esperar y, por Jungkook, no tendría
ningún problema—Bien, ¿qué tal si me das un beso en la mejilla?
—¡Eso sí!

Jungkook sonrió ampliamente, acercándose a Taehyung para besar su mejilla


derecha, y si Taehyung no había muerto antes al ser besado por su hermano
o de como se sonrojaba por lo más mínimo, ahora sí lo hizo. El pequeño
cuerpo de Jungkook encajaba completamente con el de él, a pesar de la
diferencia considerable.

—Bien, recuerda que pasaré por ti.

—¡Está bien!—exclamó, saliendo del auto. Poco menos de treinta segundos,


Jungkook hizo una pegunta que sorprendió a Taehyung:—Me preguntaba
si... En la tarde podía ir a la casa de Jiminnie a jugar, dice que tiene un nuevo
videojuego.

Taehyung solo quería pronunciar un no seco, pero al ver la cara de súplica


de su bebé, le era imposible. Ese niño jugaba emocional y mentalmente con
él.

—¿Tanto deseas ir?—Jungkook asintió rápidamente—Está bien, te iré a


buscar a las ocho.

Jungkook sonrió ampliamente, despidiéndose de su hermano con un rápido


beso en la mejilla. Salió del auto como un avión por los aires, corriendo hasta
la entrada. Taehyung sostuvo la vista hacia su hermano que corría hasta la
puerta principal, donde lo esperaba el molesto chico de Jimin. La mirada del
mayor ardió en cuanto su pequeño fue saludado con un enorme abrazo por
su mejor amigo.

—¡Creí que no vendrías, Kookie!—exclamó el mejor amigo del azabache,


envolviéndolo en un gran abrazo—¿Qué te pasó?

—Mami y papi tuvieron unos problemas, entonces Tae me vino a dejar,


supongo que se retrasó un poquito.
Jimin iba a protestar o, quizás, rodearlo de preguntas, hasta que el timbre los
quitó de todo pensamiento. El pelirrojo tiró de su mejor amigo para
adelantarse entre todos los niños más grandes. Jungkook se encontraba
nervioso, no conocía nadie más que Jimin, y también sabía que quizás
tampoco al final del día conociera a alguien más aparte de él. Después de
todo, era el primer día. El primer día siempre era aterrador, en especial si
eres pequeño.

Llegaron a la sala en cuestión de segundos y observaron a su alrededor; los


demás niños solamente estaban sentados, conversando unos con otros, ¿es
que acaso todos se conocían? Jungkook y Jimin no tardaron en sentir que no
encajarían el primer día, ni en el segundo, ni probablemente todo el resto del
año. Pero antes de que los ánimos del azabache desaparecieran, una
ampolleta brilló sobre la cabeza de su amigo y agradeció enormemente que
Jimin sea alguien sin escrúpulos.

—¿Qué tal si nos acercamos a ellos? ¡Se ven divertidos!—preguntó el


mayor, entregándole una sonrisa.

Jungkook dudó pero terminó aceptando. Se abrieron paso entre sus


compañeros hasta llegar al final del salón donde se encontraban dos chicos.
Jimin los saludó primero, tratando de ser amable, y funcionó. Descubrieron
que Namjoon y Hoseok eran amigos desde el jardín, al igual que ellos, por
lo tanto, tenían la primera cosa en común. Hoseok resultó ser amigable, el
alma del grupo, lanzando broma tras broma, al igual que Namjoon, solo que
más humillante. El grupo había pasado de dos personas a cuatro, y podría
decirse que habían hecho nuevos amigos en su primer día de clases.

El celular de Taehyung vibró sin parar en el bolsillo izquierdo de su pantalón,


pero en momentos como este no quería hablar con nadie. Estaba cansado,
solo quería llegar a su departamento lo más rápido posible. Sin embargo, el
destino volvió a jugarle en contra. Las llamadas no cesaron y terminó
aceptando esa insoportable insistencia. En cuanto el automóvil se detuvo en
un semáforo, sacó el celular de su bolsillo y contestó.

Sonrió al ver de quién se trataba.


—¡Tía Eugenia! No sabía que me extrañaba. No se preocupe, queda muy
poco para las fiestas, me verá por ahí. —ironizó con diversión.

—Escucha, mocoso, seré breve—resopló, Taehyung sonrío complacido—.


No sé quién te llenó de ideas en tu asquerosa mente, pero créeme que cuando
digo que no pasó, nunca pasó. Deja de llenar de ideas locas a tu madre.

—Es un placer también, tía —comenzó a hablar, sin borrar esa sonrisa de
satisfacción—. ¿Seguirás con la misma mentira de siempre? ¿No es eso
repugnante?

—Tú eres repugnante—escupió, sin titubeos. —Y no sé de qué estás


hablando, solo deja de buscar excusas para obtener atención. No
conseguirás lo que estás buscando.

—Tienes mucha moral para recriminarme ¿No? —rodó los ojos. Taehyung
resopló, hastiándose. —Si no quieres que hable, tendrás que darme algo a
cambio. Tú y yo hacemos de lo que soy capaz.

Su tía guardó silencio unos minutos hasta que finalmente habló. —¿Qué es
lo que quieres exactamente?

—Eso fue rápido. Eres lista—rió. Taehyung inhaló profundo y continuó—.


Quiero que les digas a mis padres que irse a un viaje durante un mes arreglará
su asqueroso matrimonio, les dirás que necesitan tiempo juntos y que te harás
cargo de Jungkook, pero en realidad, Jungkook quedará a mi cuidado—
ordenó, con un brillo de felicidad en sus ojos—. Si se fija, usted y yo
ganamos. Usted ganará que la verdad no salga a la luz y pueda seguir una
aventura a escondidas, y yo ganaré a Jungkook.

—Me parece bien, pero—La señora Eugenia, dudó, más bien no creyó ser
capaz y ya suponía lo que pasaría si no lo cumplía. Era mucho más
aterrador—¿qué pasa si no aceptan?
—Simple. Yo por mi parte, no tengo nada que perder, pero usted sí. Lo más
probable es que le diga a la señora Kim como su propia hermana se ha estado
acostando con su marido, y bueno, eso sí que sería un espectáculo.

—Taehyung, no puedo asegurarte algo objetivo, pero trataré de hacer lo p...

—No, quiero que lo haga. No me sirve intentarlo, quiero resultados y si no


los veo, usted se hundirá. ¿Bueno?—Su tía tragó duro—El tiempo corre,
Eugenia. Tiene una semana, comenzando desde ahora.

Taehyung colgó la llamada, antes de que su propia tía tratara de hablar otra
vez, oponiéndose a tal idea. Pero tal como había dicho Taehyung, el tiempo
corría. El reloj no se detenía, sus manecillas avanzaban mucho más rápido
de lo que podía creer aquella mujer.

Alzó su vista hacía el frente, concentrándose en el resto del viaje. En su rostro


se marcó la palabra "ganador" y el rubio lo sabía, uno también lo notaba por
dos razones; la primera, mirando su sonrisa, Taehyung no sonría de felicidad,
sonreía porque sabía que había ganado, porque sabía que nada puede
vencerlo; y, segundo, se podía ver aquella vista perdida en un punto
cualquiera, el brillo de sus ojos indicaba mucho más que una simple
satisfacción.

El trayecto a casa se hizo mucho más corto de lo que había pensado, tampoco
era como si Taehyung hubiera estado tan concentrado en el viaje. Se adentró
hasta el estacionamiento del edificio, y llevó su auto donde correspondía su
lugar. Caminó lentamente por el oscuro pasillo que daba hasta el ascensor,
sintiendo la presencia de alguien más. Se giro, furioso, y para su mala suerte,
nada ni nadie lo estaba siguiendo. Debería dejar esa manía de sentirme
observado, pensó. Una vez que llegó hasta su departamento y deslizó la llave
por la cerradura, soportó otra vez las nuevas voces que se encontraban en su
propiedad.

Más bien, gemidos.


Caminó hasta el lugar donde provenían los jadeos algo enojado porque
provenían de la cocina y se enojó aún más cuando descubrió al causante. Y
tal como Taehyung había pensado, no era nada más ni nada menos que su
mejor amigo.

Yoongi se encontraba entre medio de las piernas desnudas de una mujer,


follándola con tal fuerza que parecía que quisiera romperla en dos. Taehyung
había visto esa escena muchas veces que ya se sabía el proceso de memoria.
Parado, observando la asquerosa escena, esperó; sin embargo, ninguno de
los individuos se había percatado de su presencia en los dos minutos que
había estado ahí. Por lo tanto, rompió el ambiente.

—Lamento interrumpir su escena, pero tengo que hacer la comida—espetó.


Yoongi trató de mirar a sus espaldas como pudo, encontrándose con la
fulminante mirada del rubio.

—Oh... Taehyung ella es June—pero eso al rubio no le importaba ni en lo


más mínimo, él quería saber qué hacían follando en su cocina y no en la
propia habitación de Yoongi—. Tenía planeado presentártela en la noche,
para la cena exactamente, pero los planes se arruinaron.

—Ya veo, pero creo que todavía no me dices lo más importante, Yoongi—
El de piel blanquecina se sorprendió, pensando en la respuesta, porque por
más obvia que sea, quería hacerlo enojar con su espera—¿Por qué estás
teniendo sexo en la cocina?

—No lo sé—se encogió de hombros. A Taehyung comenzaba a estresarle


que Yoongi tomase la situación a la ligera y es más, le estresaba la presencia
tan silenciosa de la chica—. Íbamos a comer algo y, bueno, surgió de la nada,
ya sabes. ¿Cierto, June?—La chica asintió, rápidamente. Yoongi siguió
tranquilo hasta que notó la fulminante mirada de su mejor amigo y sabía
perfectamente que enojar a Taehyung era una mala idea—No te preocupes,
ya nos vamos.

Taehyung asintió, pasándole las prendas del suelo a cada uno. En cuestión
de minutos, la cocina volvió a su normalidad, y toda la casa también. La
chica se había ido en cuanto terminó de vestirse y Yoongi apareció minutos
después, sacando un vaso de uno de los muebles para llenarlo con agua.

—Lamento el espectáculo de antes—El rubio lo miró, viendo como el


castaño tomaba un sorbo de agua, completamente relajado—. ¿Cómo te fue
con Jungkook? ¿Está grande? ¿Gordo, quizás?

—Para nada, de hecho, creo que no come lo suficiente—sonrió, al igual que


Yoongi.

Yoongi se preocupó, aunque por fuera estuviera sonriendo por dentro no


podía evitar preocuparse por el peso de esas palabras. Deseaba que lo que
decía Taehyung fuera simplemente una suposición, porque por más veces
que se demostró lo contrario, las historias se repiten. El que comete un error
la primera vez, nada afirmará, que no lo cometa una segunda vez.

La señorita Jung no era entretenida, no para un niño de seis años. Jungkook


quería salir, que el timbre anunciara el horario de salida para ir a jugar a la
casa de Jimin. Sin embargo, por más veces que el menor miró el reloj colgado
arriba del pizarrón no avanzó más rápido, sino que sucedió lo contrario. Si
no fuera por la pelota de papel, que no alcanzaba a ser más grande que una
de ping-pong, que cayó sobre su mesa, seguiría mirando tontamente el reloj.
La abrió sin que la maestra se diera cuenta y leyó su contenido. Jimin le
escribió que Hoseok y Namjoon irían a su casa a jugar videojuegos con ellos.
El azabache no dudó en buscarlo con la mirada por el salón para brindarle
una sonrisa como respuesta.

—Jungkook, ¿podrías decirme que es lo que tienes en tus manos?

El menor no se había volteado, no todavía, pero sabía que aquella impotente


y a la vez suave voz, era de su maestra, que probablemente estaba a su lado.
Levantó la vista lentamente, encontrándose con una mirada decepcionada y,
temblorosamente, entregó el papel. La señora Jung lo leyó y sonrío.
—Como es el primer día no te diré nada, pero debes prestar atención, esto es
importante.

—S-sí, señorita Jung.

La noche caía en una melodía rápida. Se adentró por el hogar desconocido,


sus pasos se hacían más ruidosos, rechinando contra la madera. Observó todo
a su alrededor y se sentó en uno de los sillones para esperarla. Entonces, la
luz impactó brutalmente contra sus ojos. La sangre volvió a hervir, sus
sentidos se agudizaron y la preocupante voz, ahora inquietante, solo quería
salir. Una extraña corriente de alegría lo invadió. Sus ojos chocaron, viendo
el cuerpo temblar frente a él, haciéndola sentir vulnerable. Las luces se
apagaron a su alrededor, su vista se concentró en su víctima, en su asustada
víctima.

La vida era una ruleta, las cosas se devolvían y se pagaban, tal como dijo una
vez.

—¿C-cómo entraste...?

La señora se estremeció, viendo como esos ojos completamente oscuros se


acercaban a su cuerpo, recorriéndolo, saboreando cada minúscula parte de lo
que podría ser su silueta demacrada. Antes que pudiera pronunciar un
perdón, la palma externa impactó contra su suave mejilla.

La golpeó, una y otra vez, hasta que sus puños ardieron al igual que el
infierno. Sintió los pies del menor hundirse en su interior, clavando en cada
una de sus costillas, rompiéndolas en dos. El frío la golpeó de un momento
a otro, vio su ropa siendo despojada de su cuerpo, como lentamente se iba
quedando sin un pedazo de tela que fuera capaz de cubrirle.

Antes que un grito se escapara de su boca, fue callada por un miembro, firme
y grueso como el fierro que le estaba hundiendo en su virginidad. Chupó y
chupó hasta cansarse, hasta que sus labios dolieran. Lágrimas cayeron
desesperadamente por sus mejillas, sintiendo el dolor proveniente de su zona
íntima. La sangre se esparció por el suelo, la misma sangre de sus paredes
rompiéndose en dos, de su ano siendo completamente destruido por un
pedazo de metal.

Lo vio levantarse, abrochándose el pantalón, tan tranquilo y calmado que


comenzaba a asustarle, pero otra vez cometió un error. Golpeó nuevamente
su semblante lleno de moretones, haciendo que se girase y dejase de mirarlo.

—Quiero que escuches esto:—murmuró, sentándose sobre su cuerpo


desnudo, sacando un pedazo de papel de su bolsillo:—«Tuve la visión de la
rabia creciendo en mi como un tumor maligno, ensuciando las mejores horas
de mi existencia, incapacitándome para la ternura o la clemencia...»(*)

—¿Por qué me lees eso...?—La mujer hablaba entrecortado, sintiendo como


poco a poco su respiración ya no daría más.

—Porque en el libro, pierde a su amor, para siempre—susurró, rompiendo el


papel en pedazos.—Tú fuiste la causante de la última gota de agua ¿Sabes lo
que significa? Que aquel niño, que iba a cuidar, ya no está bajo mi cuidado,
ni probablemente nunca más lo estará—Taehyung, al ver que la criada quería
hablar, se adelantó:—No creo en muchas cosas, dudo gran parte de ellas,
pero creo en lo llamado "ojo por ojo, diente por diente". Este juego lo
comenzaste tú y lo acabaré yo. Lo gracioso es que yo podré ver como cambio
los hechos mientras que tú te hundes en un asqueroso vacío.

Nadie escuchó los gritos de tortura, nadie escuchó como los hábiles dedos
de Taehyung se introdujeron en la dañada entrada anal y vaginal de la criada.
Tampoco se escuchó cuando el menor quemó una cuchara y la había puesto
en ambos pezones de la mujer, haciéndola gritar hasta el fondo de su alma.
Intentó alejarse, intentó caminar y correr; pero el castaño siempre estuvo a
un paso más adelante que ella. Se encargó de destrozar cada centímetro de
su desnuda piel, dibujó sobre ella cual papel, marcó el filo del cuchillo en
sus piernas, torso y brazos, y como acto final, le tiró una tabla con clavos
sobre su cuerpo.
Día 317, la criada me delató.

Gritó y gritó hasta que sus pulmones se cansaron. Se movió debajo de mí,
creyendo en la errónea idea de escaparse. Pero, por sobretodo, creyó en
una esperanza del perdón. Me hundí en un cuerpo desnudo, lleno de
sangre y cansado de luchar. Se entregó a la muerte tal como me entregó a
mí. Triste por irse, le dije adiós. Si tan solo hubiera tomado el peso de mis
palabras, si tan solo hubiera pensado antes de actuar. Porque la gente
asesina por amor o pasatiempo, y yo era de las que poseían las dos. Las
piezas de ajedrez caen del tablero, una por una, hasta dejarlo vacío.

« ...Pero, por encima de la confusión y la ira, el sentimiento más fuerte que


recuerdo haber tenido esa noche, fue el deseo frustrado, porque jamás
podría cumplir el anhelo de recorrer a Rosa con la mano, de penetrar sus
secretos, de soltar el verde manantial de su cabello y hundirme en sus
aguas más profundas...»

Extractos: La casa de los espíritus, Isabel Allende.


Four

Era prácticamente una guerra donde correría sangre, ambos estaban tan
concentrados en ganar para no asumir la consecuencia del perdedor. Se
cruzaron miradas de odio, diciéndose tantos improperios con la mirada que
dudaban conocer la mayoría, pero ahí estaban, atentos al movimiento del
otro, completamente concentrados en la cartas del naipe.

No sabían en qué momento había comenzado tal apuesta, todo surgió porque
Taehyung no tenía ganas de cocinar y bueno, Yoongi no iba a tocar la cocina
en su puta vida por el simple hecho de que podría morir, pero olvidando este
hecho, no iba siquiera a comprar la comida porque lo había hecho la semana
pasada. Entonces, eso implicaba un gasto más en su billetera y no se dejaría
vencer tan fácil.

Por otro lado, Taehyung estaba a punto de hacer la cena cuando recordó lo
que hizo Yoongi en su cocina, pensó que no sería mala idea hacerlo sentir
culpable para que comprara la cena, no obstante, ambos eran personas tan
testarudas.

Estaba claro que Taehyung no haría la cena y Yoongi no compraría la


comida. No tenían ningún problema en apostar su última carta, en nombrar
al perdedor de acuerdo a la baraja.

—Ya ríndete, Taehyung. Eres pésimo jugando tal como yo en el baile.

—Soy un caja llena de sorpresas, mi querido amigo.

—Hijo de puta—gruñó—. Pero bueno, si así lo quieres, no quiero verte


llorar.

Yoongi bajó sus cartas, dejando ver una escala limpia de corazones que
partía desde el 9 al Q. Sonreía victorioso, estaba de más decir que podría
vivir un día más y que su billetera estaría a salvo del horrible apetito de
Taehyung, sin embargo, era muy pronto para cantar victoria.

Por último, Taehyung bajó sus cartas y podría mandar a pedir una pintura
con la cara de Yoongi en ese momento. El rubio se limitó a sonreír,
cerrándole la boca a su mejor amigo mientras que Yoongi no se concentró
en nada más que la escala de picas de Taehyung que partía desde el As hasta
el 4.

—Entonces, ¿qué pedirás para cenar?—preguntó Taehyung, sonriente y


orgulloso. Yoongi se mantuvo boquiabierto y con una extraña rabia en su
interior—Me gustaría cenar comida china, claro, si no te molesta.

—De verdad eres un hijo de puta.

Taehyung se recostó en el sillón y buscó algo que lo mantuviera entretenido


en la televisión mientras esperaba la comida. Yoongi por su parte se sentó en
una silla detrás del rubio, maldiciéndolo por debajo y es que aún no podía
entender cuál había sido el truco, su mejor amigo nunca fue bueno en ningún
juego que implicara pensar, o tal vez solo le hizo creer que no lo era.

Yoongi quería pensar en lo sucedido como el momento negro de su vida. Las


cartas no eran papeles, eran vida, o al menos así lo planteaba él.

—¿Yoongi, le falta mucho a la comida?

Qué odiosa era la voz de Taehyung, no sabía porqué le resultaba más odiosa
de lo usual.

—Respóndeme, maldita sea—insistió el rubio al no oír una respuesta.

—Sí, sí, sí. Falta mucho, quizás años o siglos, ahora deja de joder.
—Hey ¿Acaso es mi culpa de que seas un pésimo jugador?—contestó el
rubio, divertido ante la molestia de su mejor amigo.

—¡Tu habías dicho que no sabías jugar!—exclamó, levantándose de su


asiento—¿Hace cuánto que sabes jugar?

—Solo es lógica, idiota.

Yoongi quiso preguntar el trasfondo, pero esta vez decidió no darle más
vuelta al asunto y rendirse con aquello.

Incluso si Taehyung se sumía a la televisión, en el fondo no dejaba de mirar


el reloj de pared frente a él, recordándole cada segundo el tiempo que restaba
para ir por Jungkook. La ansiedad lo comía vivo y aunque intentó distraerse
con una que otra cosa, no consiguió mantenerse en calma. Yoongi solo rio
por su comportamiento y rodó los ojos por lo evidente que llegaba a ser
Taehyung.

Su control excesivo lo llevó a cometer locuras de las cuales no logró


completar y el simple hecho de que el azabache estuviera junto al pelinaranja
lo tenía nervioso.

—Yoongi—aludió de repente, captando toda la atención del castaño—, del


uno al diez ¿Qué tan difícil es empujar un niño a la calle y que un auto lo
mate?

—Debes estar de broma—contestó. Taehyung lo fulminó y Yoongi cedió a


tomarlo en cuenta—Bueno... Dudo que un conductor atropelle a un niño, ya
sabes, la condena es alta.

—Del uno al diez—insistió, irritado.

—Yo diría cinco.


Taehyung bufó.

Después de todo, su razonamiento no era malo, si tan solo estuviera mejor


estructurado y fuera él quien condujera, podría resultar. Solamente habían
ciertos problemas, si él conducía, significaba que obligatoriamente alguien
debía empujar a Jimin, porque claro, el idiota no era tan estúpido como para
caminar en la calle sabiendo que viene un auto en su dirección. Otro
problema sería que lo atropelle y además viole las leyes del tránsito, eso sí
sería un problema. Taehyung no quería ir a prisión, solo quería eliminar el
problema de la mejor forma posible, como un secreto.

Lo peor de todo es que sabía que Yoongi no lo iba a empujar. El idiota era
tan idiota que le temblarían las manos al saber el plan, y es que sí, Yoongi
era así de idiota. Ni siquiera podría empujar al maldito niño sabiendo que
viene algo en su dirección, probablemente se lanzaría él en su lugar. Odiaba
ese lado bueno del castaño porque no lo ayudaba.

—Y ni pienses en algún plan porque ambos sabemos que no resultará—


agregó Yoongi, de repente.

—¿Cómo es que no puedes confiar en tu mejor amigo?—cuestionó, soltando


un suspiro. Taehyung se giró para mirarlo fijamente—Además, ni pensaba
en asesinar al idiota.

—¿Acaso me crees estúpido?

La verdad es que sí, solo a un estúpido se le ocurre apostar conmigo, pensó.

—¿Quieres la verdad o una mentira?—le dijo el rubio.

—Ese no es el maldito tema—replicó rápidamente—. Idiota, no puedes


matar al...¿cómo dijiste que se llamaba? ¡Ah, sí! ¡Jimin! Bueno, como sea,
no puedes asesinarlo. ¿Te digo por qué? Porque tu maldito niño mimado lo
quiere, y no Taehyung, no como algo sexual, no como un amigo que se la
puede meter todas las noches, no. Lo quiere como un compañero, un amigo,
como nosotros.

—Te recuerdo que nosotros a los trece años nos dimos un beso.

—Eso fue un maldito error. Tú tomaste mi bebida y te caíste, pero no pudiste


caer solo, no, tuviste que agarrarte de mí.

—He tratado de borrar ese recuerdo...—susurró. Taehyung frunció el ceño—


, y no lo mimo demasiado.

—Cuando cumplió cinco años lo llevaste al zoológico y rogaste para que


Jungkook tocara a las suricatas porque a él le gustaban. Fue el único niño al
que se le permitió cruzar la reja porque amenazaste con ir por la noche a
soltar a los animales.

—Estás exagerando.

—A los tres años te pidió un oso de peluche gigante que costaba el triple que
uno normal y se lo compraste—recordó. Taehyung soltó una pequeña risa,
bueno quizás sí lo mimaba, pero era Jungkook, así que lo valía—. Ahora que
lo pienso, no sé de dónde sacaste ese dinero.

—Lo robé.

—Claro, cómo no lo pensé antes.

Jungkook lo suficientemente enojado como para maldecir a Jimin desde su


asiento mientras los demás reían por como el pelinaranja disfrutaba el triunfo
y sabor de la victoria al haberle ganado en una partida al azabache que al
parecer, no le había hecho gracia.
La partida había comenzado con los cuatro, todos jugaron contra el otro y
lamentablemente los que llegaron a la supuesta final fueron Jungkook y
Jimin, jugando codo a codo, sin perder la vista en el juego. Jungkook ganaba
en puntaje, superando a Jimin por diez puntos, pero un descuido lo llevó a la
derrota por diez puntos.

Para su defensa, nadie podía superar a Jimin. El pelinaranja pasaba todas sus
tardes jugando, la cantidad de veces que jugaba reflejaba cómo es que se
sabía los niveles de memoria. Sus padres decían que su hijo no tenía remedio,
habían intentado todos los métodos posibles para que, además de
concentrarse en la escuela, intentase hacer más amigos en la vida real y jugar
con objetos de la realidad.

No se podía comparar a un niño como Jimin y Jungkook. Jungkook nunca


había jugado ciento de veces un videojuego como su amigo que además, no
encajaba en la misma categoría.

—Jungkook tienes que aprender a ser un buen perdedor—dijo Hoseok,


conteniendo la risa.

—Jimin hizo trampa—se excusó, formando un puchero.

—Yo no hice trampa, tú dejaste de concentrarte en el juego—se cruzó de


brazos el acusado.

—De seguro tenía hambre y no podía concentrarse—comentó Namjoon,


sentándose al lado de Jungkook—. ¿Qué haremos ahora?

—¿Qué les parece quedarse a cenar?—preguntó Jimin, sonriente—Mamá


preparó un rico estofado.

Los demás parecían contentos con la idea, todos menos Jungkook. El reloj
casi marcaba las ocho, sabía que no podía quedarse más tiempo, pero las
ganas de probar el estofado de la madre de Jimin eran mucho más grandes
que cumplir con una regla esencial.
—¿Y a ti Jungkook? ¿Qué te parece?—consultó Hoseok. El azabache los
miró, pensando en su decisión final. Después de todo, Taehyung podía
esperar unos minutos.

—E-está bien...

El reloj marcó las ocho y treinta de la noche y Jungkook estaba disfrutando


del delicioso estofado. Compartieron risas, chistes y anécdotas. Hoseok
lanzaba bromas y ninguno podía resistirse a lo gracioso que resultaba ver su
rostro mientras reía de sus propias historias. El pelinaranja siguió alardeando
de su gran victoria mientras que Jungkook todavía se preguntaba porqué
tenía que tener un mejor amigo tan molesto.

—¿Jungkook, tus padres vendrán por ti?—preguntó la señora Park—Si


quieres podemos llevarte a tu casa, no hay ningún inconveniente.

—Uhm, no se preocupe señora Park, TaeTae vendrá por mí.

—¿A qué hora dijiste que vendría?—preguntó Namjoon, dándole un sorbo a


su bebida.

—Me dijo que vendría a las ocho—agregó. El azabache alzó su rostro y miró
fijamente el reloj de pared, percatándose que se había pasado de la hora—Y-
y... Creo que debo irme. Se me hizo tarde...

—¿Estás bien?—se preocupó Jimin. Pero el azabache no respondió,


simplemente se levantó de su asiento, buscando su bolso y abrigo—
¿Jungkook?

—Me he pasado de la hora. L-lo siento, pero tengo que irme.


A sus oídos escuchaba como las manecillas del reloj hacían el molesto ruido
del retraso. Ni siquiera se despidió de los presentes, es más, de seguro se le
había quedado algo en la casa de Jimin, pero es que imaginarse a Taehyung
molesto no era algo que fuera de su completo gusto.

Sus piernas se sintieron débiles, sus manos temblaron y su corazón palpitó


tan fuerte como el golpe que le dio a la puerta antes de irse. Y lo visualizó
ahí, cargando su espalda sobre el frente del auto, de brazos cruzados y con
unos ojos tan penetrantes como agujas. Agachó la vista, sintiéndose
completamente culpable y caminó hasta él.

Lo peor que Taehyung podía darle a Jugkook era el silencio.

Taehyung no le dijo nada, no le dijo nada cuando Jungkook cerró con fuerza
la puerta ni tampoco cuando subió el volumen de la radio, solo lo ignoró. El
azabache se quedó sin ideas para hacerlo hablar y sintió que ya lo había
intentado todo. Tenía unas enormes ganas de abalanzarse sobre él y decirle
que lo sentía mucho, pero la penetrante y oscura mirada de Taehyung le hacía
arrepentirse.

—¿Podrías por favor dejar de moverte?—exclamó Taehyung, irritado.


Jungkook se sorprendió, era lo primero que le había dicho durante todo el
camino y no era precisamente lo que quería oír—Me estás molestando y
sabes que no tendría ningún problema en dejarte aquí como un perro
abandonado.

—P-perdón Tae—agachó la vista, juntando ambas manos en sus rodillas—.


Yo..lo siento...mucho.

Taehyung se odiaba a si mismo. Se odiaba porque volvía a caer en esos ojos


brillantes, en esos dientes de conejo y ese puchero que lo hacía derretirse.
Jungkook podía controlar cada una de sus emociones como quería, podía
hacerle cometer las peores locuras y delitos.
Volvió a caer en la pureza del menor, se acercó a él, besando cada parte de
su rostro, haciéndolo sonreír por primera vez en la noche. Y joder, podía
decir que le encantaba cuando Jungkook reía y mostraba sus adorables
dientes de conejo, porque era cierto, se veía más adorable que cuando quería
algo y hacía una rabieta para obtenerlo.

Lo hizo sonreír con simples besos, simples caricias y roces que no fueron
más allá de lo insano. Jungkook no podía recordar cuándo fue la última vez
que había sido tan feliz al lado de Taehyung, ya que nunca habían compartido
más de un día juntos, es más, dudaba que ese tiempo fuera más de dos horas.
Pero sabía que sentir sus caricias y sentirse amado por él era mucho mejor
que jugar con sus juguetes.

—¡TaeTae!—exclamó, sonriendo, juntando su nariz con la de Taehyung,


rozándola delicadamente. Taehyung le sonrió de vuelta, apretando de sus
cachetes con ternura.

—Lamento haberte retado, bebé. TaeTae estaba enojado porque Kookie lo


hizo esperar.

—Kookie lo siente, no volverá a hacer enojar a TaeTae—murmuró,


abultando sus labios.

A pesar del pequeño vínculo que se había creado poco a poco, ninguno de
los dos podían quedarse juntos por un tiempo. Yoongi iría a vivir con su
familia en Osaka por quién sabe cuántos años y Taehyung lo acompañaría
porque surgió un inconveniente para ambos que sería difícil de arrancar. La
decisión no había sido fácil, Taehyung se esforzó para estar cerca de
Jungkook, trabajó para obtener un departamento, sacrificó la mayor parte de
su tiempo por el pequeño que ahora no podía simplemente irse porque algo
no haya funcionado de acuerdo al plan.

No era fácil para Yoongi saber que Taehyung sufriría con la ausencia del
menor y también sabía que estar a fuera, esperándolo en el auto, de la casa
de Jungkook era una mala idea por el simple hecho de que Taehyung saldría
lastimado al despedirse.
—¡No! ¡Yo no quiero que TaeTae se vaya!

Taehyung quería quedarse, claro que quería quedarse, pero también quería
que Jungkook dejara de llorar y gritar porque se le hacía más doloroso para
él que para el menor.

—¡Jungkook!—exclamó la señora Kim, agarrándolo por la cintura mientras


que el menor extendía sus brazos para acercarse a Taehyung y agarrarlo—
Jungkook, cariño, escucha, Taehyung tiene que irse o perderá el vuelo.

—¡No, yo quiero a TaeTae!—Taehyung no sabía qué dolía más, si verlo


llorar o el hecho de que probablemente no lo vería más—Tae, quédate
conmigo....con nosotros...

Taehyung alzó su rostro, mirando con súplica a la señora Kim para que los
dejara solos. Ella entendió y sonrió de lado:—Apura, tu padre volverá pronto
y no le gustará la idea de que estés aquí.

La relación con su madre había mejorado, no por su voluntad si no por la de


la mujer. La señora Kim se había dado cuenta del engaño de su propio
esposo, pero decidió guardarlo en secreto. Buscó a su hijo y se disculpó por
todo el daño que le había causado en el pasado, porque en el fondo, ella
misma se culpaba de lo cometido en su infancia. Taehyung la aceptó,
tampoco podía negar el hecho de que era su madre y la mujer que le dio la
vida, y obviamente a Jungkook.

—Escucha Jungkook—El rubio se inclinó, quedando a su misma altura y


limpiando cada una de sus lágrimas—, TaeTae tiene que irse, TaeTae tiene
un avión esperando por él.

—¡No!
—Bebé, esto no es un adiós, ¿sí?—susurró, acariciando su cabello—Yo
volveré a Seúl y te prometo que haremos todas las cosas que tú quieras.
Empezando por ir al parque de diversiones y comer helado.

—¿Me lo prometes...?—murmuró, sorbándose la nariz. Taehyung asintió,


dándole un beso en la frente.

—Te amo, Jungkook.

Taehyung abrazó a Jungkook, sintiendo su cuerpo temblar debajo de él. Le


dio un último beso de despedida en ambas mejillas para después verlo subir
por las escaleras, llorando a mares. La señora Kim se le acercó, alborotando
los cabellos del rubio.

—¿Necesitas dinero?—preguntó, Taehyung negó—¿Estarás bien?—El


rubio asintió, soltando una risa—Si necesitas algo llámame y si no, también
llámame. Jungkook necesita saber de su hermano.

—Lorr... Mamá, no dejes que ese hombre se le acerque a Jungkook—rogó,


mirándola fijamente. La señora Kim parpadeó un par de veces y al cabo de
unos minutos asintió.

—Haré lo posible, Taehyung.

Mientras estaba en el avión, descubrió que el viaje era divertido, le gustaban


las alturas, pero en su interior no dejó de pensar en el pequeño con dientes
de conejo. Taehyung se perdió gran parte de su infancia, no asistió a sus
cumpleaños y no podía compartir con él por un tiempo considerable. Se le
prohibieron muchas cosas y cargó las consecuencias día a día. Por ende, ¿no
era justo para él pasar un tiempo con él?

La vida lo odiaba, sin duda.


Osaka no era tan malo, los padres de Yoongi tenían una casa alejada de la
ciudad. Vivió ahí por seis meses cuando se escapó de la casa de sus padres y
el lugar no era malo, era todo lo que Taehyung necesitaba, paz y tranquilidad.
Además, contaba con la presencia de los padres de su mejor amigo que eran
como su verdadera familia.

La señora Min era la ternura hecha persona, siempre ofreciendo una sonrisa
al mundo y además, molestaba a su hijo dándole excesivas muestras de
cariño, haciendo reír a Taehyung. Por otro lado, el señor Min, era el típico
padre trabajador que siempre estaba haciendo reír a su esposa y a su hijo,
pero pasaba poco tiempo en casa y lo recompensaba en los días libres,
dándoles los mejores pasatiempos y beneficios a su familia.

Taehyung no entendía porqué Yoongi era un odioso si su familia era un


amor.

—Soy adoptado—respondió, sin titubeos. La señora Min le dio un golpe en


la cabeza con una revista—¡Duele!

—¡No le mientas a Taehyung, Yoongita!—exclamó su madre. Taehyung


frunció el ceño al oír el apodo, Yoongi suspiró.

—Mamá creía que yo iba a ser mujer, pero el aparato reproductor con el que
nací era completamente diferente—La señora Min asintió, sonriendo,
mientras les servía los platos de comida.

—Eso explica lo femeninas que son tus piernas—esta vez fue Yoongi el que
le pegó a Taehyung en la cabeza.

El tiempo había transcurrido lentamente. Taehyung estaba hundido en un


ambiente limpio y agradable, sin la necesidad de peleas o regaños. Se
preguntaba día a día cómo estará Jungkook, si estaba comiendo bien o había
crecido, aunque obviamente debía estar diferente después de tres años.
La señora Kim llamó a Taehyung cada fin de semana, preguntándole sobre
su bienestar, preguntándole si quería hablar con Jungkook pero la respuesta
de Taehyung era siempre la misma. No quería hacerlo porque no estaba listo.
Sabía que si lo escuchaba hablar iba a tomar el primer vuelo a Seúl para ir a
verlo y llenarlo de besos, pero no podía hacerlo. Habían muchas cosas que
el rubio necesitaba aclarar, una de ellas eran los constantes gritos en sus
sueños.

Era un sábado cualquiera, Taehyung estaba admirando los cerezos que se


veían desde su habitación mientras que esperaba que Yoongi llegara con la
cena. En cierto modo, estaba preocupado porque su madre no había llamado
en dos semanas, y no podía dejar de pensar que el culpable de esto era su
padre. Y sus dudas fueron contestadas en cuanto Yoongi atravesó la puerta
con su respiración agitada y un rostro afligido.

Taehyung no tuvo tiempo para asimilar las cosas porque ya se encontraba en


el aeropuerto de Osaka, encontrando el primer vuelo hacia Seúl. Yoongi
estaba detrás de él, tratando de alcanzar su caminar. A Taehyung no le
importaba esperarlo porque debía ir con Jungkook, debía ir a abrazarlo y
decirle que todo estaba bien. La angustia podía con él, tenía muchas
preguntas que no podrían ser respondidas por su hermano menor.

Y mientras que Taehyung rezaba por un vuelo, Jungkook se encontraba en


urgencias, sujetando la mano de su tía Eugenia, sintiendo como los dedos
mayores se deslizaban por su cabello y las lágrimas se extendían por sus
mejillas. Estaba en shock, asimilando que hace menos de una hora su mamá
le había prometido llevarlo al festival y ahora no podría hacerlo ni ella ni su
padre porque ambos estaban muertos.
Five

Taehyung no tenía el destino presenciado en cartas, ni nubes, ni mucho


menos en la palma de su mano. Se basó en los pocos conocimientos que creía
tener sobre quién era Kim Jungkook, pensado muchas cosas sobre él; como
que siga adorando al helado más que a su propia vida o que sigue durmiendo
con aquel oso café, pero la verdad es que, en todo este transcurso, ya no tenía
ni idea de las palabras que se cargaban en su propio hermano.

El destino tenía planeado una ruptura, un vínculo que se rompería de la noche


a la mañana, y como toda estrella que asciende a brillar, se cumplió. Muchas
cosas se rompieron, una de ellas fue la conexión que Jungkook tenía con su
madre, debido a un estúpido accidente; también se rompió el increíble amor
que se puede tener entre hermanos; pero más allá de las relaciones sociales,
se rompió algo psicólogo, algo que solo Jungkook podía ocultar y
comprender. Y, actualmente, en su vida ya no había lugar para Taehyung.

Lo comprendió años antes, cuando observó las pocas fotos que continuaban
colgadas en la pared del pasillo y sintió algo lejano; cuando en sus pocos
recuerdos seguía el rostro vivo del moreno, pero ya en menor cantidad; y fue
cuando Jungkook se preguntó si alguna vez volvería a verlo porque ya no era
capaz de recordarlo al cien por ciento.

Comenzó a cuestionarse cosas en aquella eterna sala de urgencias, como el


porqué seguía ahí dentro siendo que el doctor no podría salvarlos y solo le
daría la respuesta que él no quería escuchar. ¿Por qué su tía lucía tan triste y
el tan neutral? Y lo peor de todo, ni siquiera entendía el motivo de que hayan
llamado a su hermano cuando se mantuvo años ausente.

Jungkook odiaba la ausencia, odiaba a Taehyung.

—Dios...—murmuró su tía, soltando de su mano para ocultar su rostro entre


ellas. Jungkook se sintió repentinamente incómodo—No lo entiendo, no, no,
no.
—Iré por un helado—se limitó a contestar, levantándose de la incómoda
silla. Su tía lo miró, perpleja—, ¿quieres?

—Jungkook, no se puede comer ese tipo de cosas en el hospital—recordó,


alzando su rostro. El azabache se encogió de hombros, completamente
desinteresado—. Ten—sacó su billetera, entregándole un poco de dinero—,
puedes comprarte lo que desees. Es mejor que compres algo que te alimente
de verdad.

—Está bien.

Jungkook desapareció de su vista en un corto tiempo. Sin tener un


conocimiento previo del hospital y su organización administrativa, recorrió
cada pasillo, buscando de alguna caja donde pudiera comprar alimentos,
tanto envasados como preparados.

Anque la verdad era que no se le antojaba disfrutar de algo que le llenara el


estómago, simplemente quería alejarse de su tía y de su conexión con el resto
de la familia, que no tardarían en llegar al hospital. En estos momentos, solo
quería irse a casa, llorar mares y hacer su vida lo más lejos posible.

Olvidar a su madre nunca sería una opción, porque el azabache siempre


destacó los momentos que pasaron juntos como los mejores y los repetía una
y otra vez con el fin de darle una sonrisa. Jungkook la admiraba y
probablamente lo haría siempre. La señora Kim era alguien persistente y
responsable, siempre ofreció lo mejor de sí misma aún si no podía hacerlo,
pero Jungkook lo entendió y agradeció tenerla presente, ya que si hubiera
sido diferente, no habría apreciado los pequeños detalles que ella le
entregaba.

Una enfermera vio al menor divagar por los pasillos del hospital, sin una
orientación establecida. Le sostuvo la mirada por un tiempo, preguntándose
cómo un niño de tan solo nueve años andaba por su cuenta y sin un adulto a
su lado. Después de tanto tiempo observándolo, se acercó a él, agachándose
para quedar a la misma altura y asustándolo por la repentina acción.
—¿Perdiste a tu mami, cariño?—El peor error que pudo haber hecho, lo supo
en el momento en que Jungkook comenzó a llorar, explotando en el peor
momento. Sí, ¿hasta cuándo podría fingir?—¡Hey! ¿Qué ocurre?

—¡Mamá e-está muerta!—sollozó.

Taehyung entró al hospital lo más rápido que pudo. Tropezó con personas
desconocidas y casi quiebra el botón del ascensor de tanto apretarlo, pero la
verdad era que a esas alturas solo le importaba el pequeño. Se lo imaginó
llorando, hundiendo su rostro en sus piernas y murmurando palabras que ni
él mismo podía entender. Bastante equivocado estaba.

Al llegar a la sala, no se encontró con nadie más salvo su tía. Se acercó a ella,
furioso, olvidándose de un Yoongi que venía detrás de él. Tomó de su brazo
tal tela y la obligó a que alzara su rostro y dejase de llorar.

—Dime, ¿dónde mierda está Jungkook?—gruñó, apretando su mandíbula—


¡Por qué no está contigo!

—D-dijo que iría por algo de comer—soltó, asustada y quejándose sobre el


dolor que ejercía la mano de Taehyung sobre su brazo. El castaño notó las
miradas sobre sí y bastante agradecido estaba, hace mucho tiempo que nadie
podía mirarlo por un transcurso bastante largo.

—¡Y qué mierda crees que estás haciendo aquí llorando y no cuidándolo!

—Y-y-yo...

—Olvídalo, ya vete, no sirves para nada más, lo buscaré por mi propia cuenta
pero desaparece de mi maldita vista.

El rubio ya no estaba, tampoco los centenares de agujeros que se hizo sin


permiso, solo invadió su tono natural y el desastre de su largo por la forma
en que el flequillo cubrió sus ojos. Estaba mucho más alto que la última vez,
tan grande que le sacaba una cabeza aproximadamente. Y ni hablar de su
cuerpo que era una bomba llena de ejercitación.

La mujer se levantó del asiento y se mantuvo cabizbaja.

—La custodia de Jungkook es mía, ni pienses en pelear por ella porque no


podrás—Taehyung cogió su antebrazo antes que ella pudiera marcharse y
una vez dicho sus palabras la soltó de golpe.

En cuanto su tía abandonó la sala de urgencias, Taehyung pasó una mano


por su cabello, completamente desesperado. Corrió y corrió por todo el
hospital buscando a Jungkook, olvidándose de las personas, de las miradas y
los murmullos a su espalda.

No se encontraba en ninguna parte, nadie lo había visto y Taehyung


comenzaba a preguntarse cómo es que nadie podía ver a una niño
merodeando solo por los pasillos de aquel hospital. Jungkook no era tan
difícil de diferenciar, poseía rasgos comunes pero llamativos, como sus
brillantes ojos y sus adorables dientes de conejo. Entonces, ¿por qué nadie
lo había visto?

El mayor no podía calcular el tiempo, solamente avanzó y corrió. Preguntó


por él y nada. Se desesperó, obviamente, Jungkook era un niño y ningún niño
podía estar solo. En cuanto pensó la estúpida idea de rendirse, lo encontró.
Sonrió débilmente, controlando su respiración agitada y sus latidos
apresurados, observando como su bebé comía de una barra de chocolate.

El castaño lo envolvió en sus brazos, arrebatándolo de aquella enfermera.


Hundió su rostro en su hombro, inhalando su aroma y su esencia. Pero a
diferencia de otras veces, no sintió los pequeños brazos envolviendo su
espalda, acariciando torpemente su camisa por detrás, ni los constantes
jadeos por la gran diferencia de fuerza entre ambos. No sintió nada, salvo la
ausencia de Jungkook y logró comprobarlo cuando las pequeñas manos del
menor lo empujaron para apartarse.
—¿Qué crees que haces?

Antes de que pudiera hablar, se bloqueó. Su desesperación lo comenzó a


hundir, su tristeza lo nubló y su impotencia lo rompió. Una espeluznante
melodía se clavó en sus oídos, le dio vueltas y vueltas, hasta grabarla en su
memoria. Bailó en las tinieblas que cubrían su cuerpo, pisoteándolo
lentamente. Se cruzó en la habitación a oscuras, buscando al pequeño que
gritaba por ayuda. Lo encontró en rosas, lleno de deseos y frustraciones. Vio
sus lágrimas recorrer sus mejillas humedas, su impotencia en los golpes
y dolor en los moretones de su cuerpo. Taehyung rogó por la realidad, sin
creer que la estaba viviendo, sin creer que Jungkook estaba vuelto loco frente
a sus ojos.

La noticia lo chocó notablemente. Jungkook sabía perfectamente que


no volvería a abrazar a su madre, que nunca más podría deleitarse con el
sonido de su risa, que nunca más podría sentirse querido ante una
desesperación tan grande como el olvido. Pero había oído de la esperanza,
muchas veces, y de alguna forma lo creyó. Esperaba ese milagro del cielo,
algo que le dijera que podía comenzar otra vez y podía verla aunque sea un
segundo.

Desgarró su garganta en gritos de dolor, impotencia y tristeza. No sabía qué


sentir y eso le asustaba. No sabía su futuro y eso le nublaba. No sabía si
podría seguir, otra vez. Cayó de rodillas al suelo, muriéndose por dentro,
abrazándose a él mismo. Tenía miedo de perderse, miedo de no poder
lograrlo y superarlo. Quería correr hasta lo prohibido, irse con ella y
envolverse en el cálido cielo, pero solo podía verla desde sus recuerdos.
Lloró por todo lo que no lloró en estos tres años, gritó por la ausencia y la
presencia y se lastimó mentalmente en busca de ayuda.

Y otra vez, no conseguió nada.

Taehyung intentó envolverlo entre sus brazos y Jungkook no se opuso. Se


dejó abrazar porque es lo único que podía hacerlo sentir bien en ese
momento. El castaño lo elevó y lo cargó sobre él, abrazándolo con toda su
fuerza, Jungkook lloró en su hombro, aferrándose al cuello de Taehyung,
llenándolo de sus lágrimas y sus maldiciones. Envolvió sus pequeñas piernas
en su cintura y Taehyung pronunció un "todo estará bien, estoy contigo".
Jungkook quería creerlo, pero no lo creía, y entonces volvió a llorar.

Taehyung inhaló profundo, todavía sin creer que los llantos de su bebé eran
los que tenía que consolar y fingir que en realidad no le afectaba. Lo acarició
y escurrió sus dedos para él, suave y cálido con el fin de darle siquiera un
buen recuerdo y no uno donde la mujer que los crió estaba muerta.

Yoongi llegó a la sala y rápidamente se cruzó con la mirada del castaño y el


cuerpo tumbado del azabache sobre su mejor amigo. Le entregó una
expresión de tristeza y bajó la vista, creyendo que era lo único que podría
hacer para aliviar la situación, porque siendo sinceros, nada lo haría.

Ahora es cuando Jungkook quería saber qué pasaría o, peor, qué es lo que
quiere su madre para él. La abuela estaba con él, agarrando su mano con
fuerza y viendo el juicio de Taehyung y su tía en la corte.

El ahora, nuevamente, rubio cumplió los dieciocho años y se mantenía fiel a


su promesa, estaba dispuesto a llevarse a Jungkook y darle algo mejor de lo
que pudieron prometer sus padres. Yoongi lo observó desde los asientos y
también sintió los mismos nervios porque ambos llevaban imaginándose esta
instancia desde hace mucho.

—¡Es mi hermano!—exclamó, azotando la mesa. El rubio escuchó el


golpeteo del mazo y calló.

—Taehyung, comprende, por favor. Puedo darle una buena vida a Jungkook,
puedo darle una vivienda, alimentación y educación, le estoy dando todo lo
que necesita. En cambio—recordó, mirándolo con lástima—, ¿qué podrías
darle tú? Solo lo harás pasar hambre, frío y quién sabe que cosas más.

—Eso no es cierto—gruñó.

—Vamos, Taehyung, ¿ni siquiera has terminado el instituto y piensas darle


educación o un lugar donde Jungkook no se muera de frío?
Taehyung sonrió, quizás el drama lo dejaría para después.

—Es cierto, no terminé el instituto—le dijo, sonriendo de lado—, o al menos


no lo terminé en Corea—Su tía palideció y observó atentamente como
Taehyung sacó unos papeles de su bolso y los entregaba a la corte.

El juez leyó los papeles atentamente, pasando de hoja en hoja, mirando de


reojo a Taehyung que se encontraba frente a él. Claramente estaba escrito
que Taehyung había terminado su educación en una prestigiosa escuela de
Japón y que poseía una vivienda muy bien evaluada económicamente. Algo
olía mal.

Sin embargo, ante los datos nombrados en las fichas, el juez habló
claramente.

—La custodia de Kim Jungkook queda a manos del señor Kim Taehyung—
habló, golpeando el maso.

Los siguientes momentos pasaron como un déjà vu, en algún escondido lugar
de su memoria se encontró este instante, donde Taehyung se acercó al
pequeño de cabellos negros y extendió su mano para él, con fuerza y
seguridad. El rubio susurró un "iremos a casa" y Jungkook asintió, poco
convencido.

El menor guardó silencio y se despidió de su abuela en la lejanía mientras


caminaba junto a Taehyung y Yoongi.

—Taehyung—lo llamó, deteniéndose, antes de entrar al auto—, quiero ir al


cementerio antes de ir a casa.

Taehyung se vio sorprendido, pero asintió.


El transcurso se hizo eterno, el menor estaba impaciente cargando un ramo
de rosas sobre sus manos, el mismo que Taehyung le compró para llevarlas
a la tumba de su madre. Taehyung lo observó desde el lente y sonrió. Yoongi
rodó los ojos.

—Me das asco—dijo, cargando su rostro en la palma de su mano, aburrido.

—Tú me das asco—contraatacó.

—Acelera. Quiero llegar, pronto—ordenó Jungkook, desde atrás.

—Lo haré, lo haré.

Jungkook avanzó por la arteria del cementerio, buscando con su mirada la


tumba de su difunta madre. Llevó un ramo de rosas y una grata sonrisa
adornando su semblante y se deslizó por cada rincón hasta llegar a la lápida
de la mujer. Lo encontró como una luz adornando su destino entre matorrales
y fríos vientos, y depositó el ramo delicadamente, haciéndole compañía a las
frías y desoladas curvas escritas en aquella tumba. Taehyung miró a
Jungkook y lo cargó, le ordenó despedirse y prometer una nueva visita, el
azabache estaba de acuerdo y no quejó. Su mano se agitó por los aires,
marcando la despedida impredecible y alejándose de la sepultura.

—¿Crees que mamá esté bien?—preguntó, haciendo un espacio entre su


cuerpo y el de su hermano, sin apartar sus brazos de su cuello. Otra vez no,
pensó Taehyung. Cómo es posible que su hermano tenga demasiado cambios
de humor y que cada uno de ellos le guste.

—Creo que ella está mucho mejor que acá.

Jungkook asintió lentamente.

—¿Qué harás para cenar?—cambió de tema. Sus ojos se iluminan


rápidamente y habló:—Podríamos comer pizza.
—No creo que sea buen...—aludió, sin embargo, antes de terminar su
oración, se encontró con los ojos brillosos de Jungkook y su puchero. Joder,
ese niño terminaría matándolo y Taehyung ya no creía tolerar sus constantes
dominaciones sobre él—, no trates de convencerme porque no funcionará.

—Es lo mínimo que puedes hacer después de irte por tres años, estúpido.

Y ahí va, Taehyung creyó ordenarle que no dijera palabras malas, pero
Jungkook nunca lo obedecía. Ya era la séptima vez en la semana que su
hermano menor lo insultaba, sin contar las veces que le golpeaba y escupía
sobre él. Porque sí, Jungkook todavía no quería a Taehyung, cómo hacerlo
después del abandono, claramente no sería de la noche a mañana. El
azabache no era idiota, podría tener nueve años pero eso no lo convertía en
un estúpido. Sabía muchas cosas que no podía saber, era curioso, quizás
demasiado, y eso le daba puntos a su favor.

—Tú ganas.

Yoongi estaba enojado, oh claro que sí, habían quedado en cenar pollo frito,
o por los menos, en eso quedó con Taehyung. Pero ahora resulta que estaba
esperando por una pizza con un Taehyung limpiando a Jungkook con una
servilleta porque se manchó con la bebida. Los odiaba, a cada uno de ellos,
a Taehyung por hacer todo lo que ese demonio ordenaba y a Jungkook por
nacer. Había soportado las palabrotas del menor, sus golpes y todo lo que
implicaba criar a un niño, pero había una línea muy estrecha entre su pollo y
su paciencia. Además, se había ganado la cena porque Taehyung perdió en
el juego de ajedrez, aunque comenzaba a creer que realmente no perdió y
solo lo complació por ser su cumpleaños.

Por otro lado, Jungkook observó a Yoongi y le sacó la lengua. El azabache


aprovechó la oportunidad de que su hermano fue en busca de más servilletas
para molestar al ogro gruñón.

—¿Por qué tan enojado, Yoongi?—sonrió de oreja a oreja, tomando de su


refresco.
—Eres un maldito demonio.

—Lo siento pero yo quería comer pizza hoy—dijo—, además no es mi culpa


que Taehyung también estuviera de acuerdo.

—Taehyung es idiota.

—Eres gruñón.

Antes de que ambos pudieran decir una palabra, algo les golpeó fuertemente
la cabeza. Jungkook frunció el ceño mientras que Yoongi estaba a punto de
golpear al responsable cuando ve que el principal actor era Kim Taehyung.
El rubio los miró furioso, lleno de odio en sus ojos y más aún cuando ve a
ambos causantes apuntándose con el dedo. En ese momento, no sabe cuál es
más estúpido que el otro.

—No tengo ningún problema en que duerman afuera.

—Pero yo soy un niño—comentó Jungkook, frunciendo el ceño.

—¿Qué clase de niño dice palabras feas?

—Yoongi también las dice.

—Pero Yoongi es grande—dijo, Taehyung.

—Nada en Yoongi es grande.

—No es tarde para mandarte donde tu tía—dijo, Yoongi.


Six

El error está en creer que existe el destino. Si comienzas a creerlo,


obviamente pasará; pero en mi juego no hay algo tan estúpido, prefiero
llamarlo lógica. El destino no es más que un simple muro que puede ser
escalado y destruido por mí.

Jungkook estaba estático, con sus ojos sumidos sobre el entorno desconocido
y con un rostro lleno de asombro que intentaba ocultar. Sostenía con fuerza
ambas correas de su mochila a los costado mientras esperó alguna palabra de
Taehyung o Yoongi. Aunque su sorpresa nunca sería contestada debido a
que el mismo Yoongi se encontraba igual de perdido con la situación.
Jungkook rodó los ojos porque era de esperar que ese idiota no supiera en
dónde estaba parado, y lo peor es que él creyó por un loco momento que sí,
que Yoongi sabía y podía contestarle el hecho que su hermano tenga una
vivienda mejor que la de sus difuntos padres.

—No creí que tenías una casa. Es más, ni siquera lo vi como una opción—
confesó después de un rato. Jungkook soltó un bufido; Yoongi tampoco tenía
idea.

—Yoongi, creo que se te olvida quién soy—se alagó, sonriendo de lado.


Jungkook rodó los ojos otra vez. El rubio esta vez se dirigió a él—Tú
habitación está arriba ¿Quieres que lleve tus cosas?—sonrió, el menor se
sobresaltó ante la pregunta, pero rápidamente negó.

—No, puedo yo solo.

Taehyung asintió, Jungkook avanzó por el resto de la sala hasta llegar a las
escaleras y subió en cosa de segundos. El rubio soltó un suspiro prolongado
después de perderlo de vista.
—Bien, Taehyung, debo decir que me sorprendiste—habló de repente
Yoongi, caminando hasta el sillón de la sala principal para descansar.
Taehyung se giró para mirarlo.

—No planeaba hacerlo.

—Esto es típico de ti, pero ¿Cómo?—sonrió, dejándose caer en el sillón—


¿Qué hiciste para conseguir esto?

—Simplemente es casualidad.

No, Yoongi no creía en las casualidades porque técnicamente nada era


casualidad si estás de amigo con Kim Taehyung, aunque el teñido no podía
negar el hecho de que no sintiera curiosidad ante un cómo. Taehyung era
capaz de cometer las mayores locuras y salir intacto de ellas, sabiendo eso,
le parecía impresionante que todo lo que creía imposible, Taehyung lo
cumpliera.

—Tienes curiosidad ¿No es cierto?—El rubio había visto su asombro y leyó


su mente como si fuera lo más sencillo del mundo, ya que su mejor amigo
era fácil de predecir.

—Estabas tan preparado para todo, siquiera tenía idea que terminaste tus
estudios en Japón o que tenías un trabajo. ¿Sabías que tu familia moriría,
acaso?—soltó. Taehyung negó.

Ahora que se ponía a pensar en ello, de verdad no lo sabía. En su tablero no


estaba predestinado una muerte ni mucho menos dos. Pero algo, tal vez
instinto, lo hizo despertar. Estar atento era su próximo objetivo, su gran
análisis lo hizo suponer que debía hacer algo en cosa de tiempo, y así fue,
una vez más, Taehyung acertó.

—No, eso me tomó desprevenido. Pero, sabía que ese viejo moriría en cosa
de tiempo—aludió, sentándose a su lado—. Por lo tanto, debía moverme
rápido, Eugenia haría todo para quitarme la custodia de Jungkook y tendría
que sacar otro truco.

—¿Qué hay de lo otro? Tus estudios. No sabía que los terminaste.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Yoongi—dijo, soltando una risa—
, y no planeo contártelas. Quizás no ahora.

—Bleh...—bufó—Y bien... ¿Qué harás ahora con Jungkook?

—¿Cuidarlo no lo crees? Es mi hermano—respondió como si fuese lo más


obvio del mundo.

—Taehyung. Jungkook es un niño, no debes olvidar el papel que juegas


ahora. Ya no eres solo su hermano, también tienes que darle órdenes, como
si fueras su padre—agregó. Taehyung asintió de mala gana.

—Está bien, le voy a ordenar—se resignó.

—¿Vas a ordenarme?

Fue tanto el susto que él y Yoongi se voltearon al mismo tiempo por la


espalda, encontrándoselo de frente y bastante serio para su gusto.

—Y bien ¿Vas a ordenarme?—insistió el azabache.

—Jungkook—se adelantó Yoongi, llamando la atención del menor—,


Taehyung dijo que no te compraría ese videojuego que quieres para tu
cumpleaños.

Yoongi era increíblemente molesto en ocasiones, pero esto se consideraba


cruzar la línea y declarar otra guerra.
—¿No lo harás?—lloriqueó, mirándolo con súplica.

La escena era la misma que años atrás, Taehyung nunca olvidaba algo que
implicase a Jungkook, una de las pocas cosas que realmente valía la pena
recordar. Y por supuesto, nunca olvidará la enorme sonrisa que iluminaba el
rostro del menor cada vez que le cumplía sus caprichos. Era una de las
mejores épocas, donde la palabra hermanos, tenía un valor y un significado
más allá del lenguaje.

Taehyung creía ser un camino de vueltas, pero si hablábamos de giros


impredecibles, Jungkook se llevaba el premio mayor. El azabache cumplía
con todas las categorías, llegando a ser muy amable hasta alguien muy frío.

—¿Qué deseas para cenar?—Fue lo único que escapó de sus labios dentro
de unos minutos para evadir el tema anterior. Yoongi sonrió satisfecho en
cuanto notó que su misión de molestar a ambos había resultado.

—No trates de hacerme el idiota.

—¿Qué quiere mi bebé para cenar?—insistió, un poco más dulce.

—No soy tu bebé.

—Taehyung dice que eres su bebé—comentó Yoongi, sonriente.

—Maldigo el día en que naciste, Yoongi—gruñó, fulminando a su amigo con


la mirada.

—¿Que yo soy su qué?—intervino el azabache.


Taehyung frunció el ceño, ya hastiado de tantas preguntas. Ignoró los
comentarios dirigidos a él y caminó hasta la cocina para preparar la cena.
Jungkook maldijo por lo bajo y se ganó a un lado del estúpido de Yoongi
para ver la televisión.

—Jungkook, estás inscrito en una nueva escuela—comenzó a decir el rubio,


el azabache se volteó a él con ambos brazos sobre el respaldo,
repentinamente asustado—. Empezarás mañana.

—¿Qué?

—Que empezarás desde mañana a asistir a tus clases.

—Pero...¿Y mi otra escuela?

—Está muy lejos de casa, no podría ir a dejarte ni a buscarte si quiero llegar


a tiempo a la empresa—le dijo, buscando los alimentos y dejándolos sobre
la mesa para empezar a cocinar—. Además, Yoongi tampoco puede hacerse
cargo, ese maldito fracasado tiene que estudiar.

—¡Pero no es justo!—exclamó, enojado—¡No es culpa mía que tu trabajo


quede lejos de mi colegio anterior!

—Lo hago por tu bien, Kook.

—No, no hagas cosas por mi bien. ¡Quiero ir a mi antigua escuela!

—Jungkook tienes que entender mi posición.

—¿Y qué hay de la mía? ¿Acaso yo no importo?


—Jungkook...—interrumpió Yoongi, aliviando el ambiente—, guarda
silencio.

—¡No! ¡Esto es injusto!—volvió a gritar, mirando la cabeza gacha de


Taehyung—¡Primero me quita mi comodidad y ahora a mis amigos!

Taehyung apretó la mandíbula.

—Jungkook, cállate—insistió Yoongi.

Eran unos niños la primera vez que Taehyung habló en la sala de clases,
cuando aún asistía a la escuela. El resto de infantes eran un caos, siempre
gritando y corriendo por los alrededores, pero a Taehyung no parecía
importale o eso notaba desde tres asientos más atrás que el suyo, al contrario,
solo seguía escribiendo en su cuaderno. La situación se volvió complicada
cuando un niño provocó que el lápiz del castaño se resbalara de sus manos
al suelo y lo recogiera, chocando contra el cuerpo débil y delgado de
Taehyung gracias a sus travesuras.

La maestra fue en busca de ayuda para controlar a los demonios y entonces,


cuando se fue, alguien estaba gritándole a Taehyung. Yoongi nunca había
escuchado su voz, es más, dudaba que ese niño fuera realmente uno. Sin
embargo, el alumno con las mejores calificaciones del instituto estaba siendo
intimidado, se estaba desesperando, podía verlo por la manera en que
apretaba sus puños y mantenía su vista baja.

Y entonces sucedió lo que tenía que suceder.

—Eres ruidoso.

Yoongi se estremeció ante sus palabras, pero más se impactó en cuanto el


castaño alzó el mentón y encontró sus ojos fríos. El alumno cayó firme y
seco al suelo, asustado. En ese entonces, Yoongi no sabía cuál era el truco,
pero sin duda alguna, Taehyung daba una sensación de miedo.
—Jungkook—llamó Taehyung. El rubio alzó el rostro y se acercó lentamente
a él, mirándolo por debajo de su flequillo claro y la rabia por tan estúpido
espectáculo. Jungkook permaneció inmóvil, casi desafiándolo, y una vez la
distancia entre él y su hermano fue relativamente corta, se estremeció—, yo
no permito que nadie me grite.

Los ojos de su hermano nunca habían sido más oscuros que los suyos, pero
ahora se veía lo contrario. Taehyung era una noche profunda y él un
caminante en un callejón sin salida.

Yoongi estaba mirándolos y asumió que su mejor amigo provocaba un miedo


del peor, y Jungkook sería como ese alumno que desafió al castaño y no salió
muy bien. La misma situación, solo que con diferentes actores.

Sucedió algo que descolocó mucho más a Yoongi y el sentido de sus


respuestas, se fue perdiendo. De un momento para otro, Taehyung tomó por
las rodillas al menor y cargó su cuerpo en su hombro, al igual que un saco
de papas.

Sin duda, Taehyung era una caja llena de sorpresas.

—¡Hey maldito, bajame!—ordenó, lanzando golpes y patadas que no servían


para nada porque Taehyung era mucho más fuerte que él—¡Idiota, bajame!

Taehyung subió cada peldaño de la escalera, sonriendo por las distintas pero
llamativas reacciones de Jungkook. Avanzó por los pasillos hasta llegar a la
habitación del ya nombrado, clavó su diestra en el pomo y giró de esta para
luego deslizarla hacia el frente. Observó el lugar con atención, hasta
encontrarse con la cama del azabache. Bajó el cuerpo de Jungkook por el
suave colchón y lo tumbó sobre él mientras que se quedó mirándolo desde
arriba.

—¡Idiota! ¡Eres un idiota!—volvió a gritar el pelinegro.


Dios, Taehyung no sabía qué tan odioso llegaba a ser Kim Jungkook. Tenía
un deseo enorme de volver hacia el pasado y encontrarse con ese pequeño
conejito. Lamentablemente, la realidad era todo lo contrario. El menor no
tenía ni un interés en alguna muestra de afecto, obviamente que no, y
tampoco esperaba sentirlo.

—Jungkook—lo llamó, sentándose en el borde de la cama, mirando hacia el


suelo—, sabía que te enojarías por lo que hice sin consultarte.

—Eso es obvio, y no estoy enojado, ¡estoy furioso, maldito idiota!—dijo,


frunciendo el ceño. Taehyung por su parte sonrió.

—Lo lamento. Me hubiera gustado dejarte en el mismo colegio y que no


perdieras a tus amigos, pero tenía una oportunidad que no podía rechazar si
quería tenerte a mi lado—comenzó a decir—. Mi trabajo y mi nivel
económico es alto, por lo tanto, era imposible negarme. No puedo ingresarte
en el colegio porque no tendría como confirmar que estás a salvo,
¿entiendes?

El azabache se sintió sorprendido y la culpa cayó seco contra sus hombros.


Jungkook inhaló profundo y se desplazó por las fundas, quedando a su lado
con sus pequeñas y delgadas piernas extendidas a lo largo de la cama hasta
llegar al suelo. Miró hacia el suelo, fijándose en la gran diferencia del cuerpo
de Taehyung y el suyo, haciéndolo soltar una pequeña risa.

—Sí, entiendo—susurró. Jungkook suspiró rendido ante la respuesta. No se


esperaba una reacción calmada, más bien, creía que Taehyung lo castigaría—
Es que...,nunca he tenido a nadie más que a Jimin y mis amigos, y saber que
ya no van a estar conmigo, me molesta un poco. No creo que sea capaz de
formar nuevos amigos en el colegio, no me gustan, no les agrado ni ellos me
agradan.

—¿Tienes miedo de estar solo?—susurró, Jungkook asintió lentamente. El


rubio formó una sonrisa y le fue inevitable no sentirse enamorado cundo el
rostro de su hermano era adorable—Jungkook, ven aquí.
El nombrado alzó su rostro, viendo como Taehyung dejaba leves golpes en
sus rodillas para decirle que se sentara ahí. De alguna forma, su cuerpo
correspondió antes de que pudiera analizar una respuesta.

En pocos segundos ya se encontraba sobre él, con ambas piernas a sus


costados y sus delgados brazos envueltos en el amplio camino del cuello de
Taehyung. Agachó la cabeza, completamente avergonzado de la situación.
¿La razón? Jungkook ya no era de mostrar su faceta de niño cariñoso, ni
siquiera quería recordarla, pero en ese preciso instante, donde ya no
importaba el orgullo, volvió a revivir los pocos recuerdos que tenía con su
hermano.

Taehyung presionó la cadera de Jungkook hacia su cuerpo, sintiendo como


su pecho chocaba contra el suyo y sus respiraciones se mezclaban en una
deseosa melodía. El azabache mantuvo la cabeza gacha, ocultando el
inesperado rubor que destacaba en sus mejillas. Sin embargo, Taehyung lo
obligó a mirarlo, tomando de su mentón suavemente. Se buscaron a través
de los ojos, a través del brillo que se desprendía y le hacía romper los límites
y lo prohibido. Taehyung perdió las nociones del tiempo, de la lógica y la
moral, porque su deseo de probarlo una vez más, era mucho más fuerte que
las constantes reglas.

Al diablo, se arrepentirá después, sufrirá lo que tenga que sufrir y pagará lo


que tenga que pagar. Lo extrañaba, su aroma, sus caricias y sus sonrisas. Lo
deseaba más que a nada en el mundo, siempre había sido así y no lo podía
ocultar, ya no más.

—Kookie, voy a besarte.

Jungkook pareció sorprendido e iba a negarse, pero en un abrir y cerrar de


ojos, Taehyung ya estaba sobre sus labios, comiéndolo hasta llegar al fondo
de sí. El menor trató de apartarlo con empujones en su pecho, pero todo era
inútil. Taehyung lo besó con intensidad y desesperación. Unió sus labios en
una serie de recuerdos que guardaban su deseo. Lo aprisionó contra su
cuerpo, contra su boca y su lengua. Dejó que su pequeño hermano
embarrullara sus extremidades a lo ancho de sus muslos, presionando
inconscientemente su entrada anal contra el ya creciente miembro de
Taehyung.

Jungkook frunció el ceño, pero se sorprendió de sí mismo cuando comenzó


a integrarse a su juego. Sus labios correspondieron su atrevimiento,
hundiéndolos en la húmeda saliva que desprendía después de cada encuentro.
Su manos bajaron hasta su camisa, aferrándose a ella entre sus pequeños
dedos, con fuerza y desespero.

Los sentidos se nublaron y las reglas se escondieron en el fuego. Ante tal


intensidad, la palma de Taehyung se deslizó por todo el suave cuerpo de
Jungkook hasta llegar a sus posaderas, depositando suaves caricias circulares
en ellas, haciendo que el azabache soltara un gemido ahogado en su boca. Al
transcurso de los minutos, se alejó un poco de sus labios para retomar la
respiración que había perdido. Abrió sus ojos lentamente, encontrándose con
un Jungkook de labios hinchados y un rostro sonrojado. Finalmente, cuando
estaba dispuesto a decir algo, Jungkook habló primero.

—¡Q-q-q-q-qué crees que haces, maldito!—exclamó, apartándose de su


rostro lo más que pudo, lleno de vergüenza mientras se cubría la boca con
sus manos—¡Acabas de robarme mi primer beso!

Taehyung rió ante la idea, porque eso prácticamente sucedió hace mucho.

—Es solamente un beso entre hermanos.

—¡En qué maldito país los hermanos se besan de esa forma, idiota!

—Bueno, quizás haya exagerado un poco—sonrió, ampliamente—, mi


culpa.

Tomó a Jungkook de las caderas, levantando su cuerpo tal pluma y lo dejó a


un lado de la cama.
—Después tomaremos un baño.

—¿Qué? ¿Tomar un baño juntos? ¡Antes muerto!

—Vendré en cuanto termine la cena, Kookie~

—Asqueroso—bufó.

Los ojos de Jungkook siguieron la espalda de Taehyug en cuanto se levantó


de la cama y salió de la habitación. Estaba alterado, perdido de toda lógica.
Porque joder, había sido besado por su hermano y lo peor de todo, que se
sintió bien. Jungkook sonrió y negó para sí mismo, sintiéndose aún más
estúpido cuando la yema de sus dedos se deslizó por sus labios con el
recuerdo vivo de Taehyung presionándolos.

No había un Taehyung en sus pensamientos, pero justo ahora cuando la


conexión se hacía más fuerte, podía recordar algo tan poco como un roce
entre ambos, simplemente cerca y cálido. Quizás ya no era necesario seguir
fingiendo que no lo extrañó, porque eso sería mentirse a sí mismo.

Taehyung bajó las escaleras con una gran sonrisa iluminando su rostro,
balbuceó cosas sin sentido y llamó la atención de Yoongi. A pesar de sentir
la extraña mirada de su mejor amigo, siguió su objetivo hasta la cocina para
continuar con lo que estaba haciendo minutos antes.

—Estaba seguro que golpearías a Jungkook—comentó Yoongi, mirando la


televisión y extendiendo sus brazos para bostezar. Taehyung lo miró
sorprendido.

—¿Por qué haría eso?—agarró un utensilio de cocina y cortó los vegetales,


casi olvidándose del comentario de Yoongi.
—Porque eso es lo que haces—afirmó, girándose sobre el sillón,
encontrándose con su rostro lleno de confusión—¡No me digas que no
sabías!

—No tenía id...

—Eres un idiota—soltó un suspiro—. Eso hiciste en clase.

—No tengo id...

—¡Taehyung!

—¡Hey!—exclamó, soltando una risa, dejando las verduras rebanadas a un


lado—De verdad no sé de lo que me estás hablando.

—Solo olvídalo.

Yoongi se dio por vencido y continuó su gran aventura en la televisión.


Taehyung se encontraba confuso, preguntándose que había pasado o a qué
se refería, pero decidió ignorarlo y seguir con su acción, preparar el almuerzo
para Jungkook. Rebanó el resto de los vegetales en forma de figuras y con
un tamaño indicado, para que el menor no tuviera grandes problemas al
masticar. Finalmente, una vez listos los ingredientes, los empezó a cocer.

El aroma comenzó a emerger, Yoongi estaba completamente encantado por


la exquisita fragancia que podía exhibir la comida de Taehyung. Podría
decirse que sus días más felices es cuando su mejor amigo cocinaba y no
tenían que ordenar la cena. Y en un abrir y cerrar de ojos, Yoongi ya se
encontraba frente a la comida que estaba siendo servida por el castaño,
preparándose para la primera degustación, pero Taehyung le entregó un sutil
golpe en su mano.

—Es para Jungkook—advirtió.


—No creo que Jungkook quiera la comida picada para un niño de seis años.

—Él es un niño—recordó, sonriendo.

—Cumplirá 10 en cinco meses.

—Da lo mismo, para mí sigue siendo un niño

El rubio bufó con desinterés, marchándose de su vista. Taehyung negó para


sus adentros con una sonrisa de oreja a oreja que nadie podría quitar. Escuchó
los pasos rápidos desde arriba y supuso que el menor estaba bajando la
escalera para prepararse y darse un baño. Porque sí, Jungkook siempre tuvo
un gran problema con el agua y con la arena. Taehyung recuerda sus llantos
cuando lo bañaban o cuando iban para la playa, muy pocas veces a decir
verdad, él no solía salir con sus padres estando Jungkook.

—Tae—llamó el menor, estando frente a él—, el agua caliente no sale.

—Jungkook, no puedes llevar todos esos juguetes al baño—le dijo. Jungkook


se sorprendió, bajando la vista hasta sus pertenencias, realmente confundo
ya que no eran demasiadas.

—Solo llevo seis.

—No llevarás más que dos.


Seven

Mucha gente cree conocer a los demás,


mucha gente cree poder opinar sobre el resto,
pero nadie sabe lo que en realidad se esconde.
Se trata de observar las miradas, las técnicas y los distintos movimientos
que desarrollan.
Es por eso que la psicología y la filosofía es tan estúpida.
No todos los pacientes te dirán la verdad.
Y en mi caso,
solo podrás ver
lo que quiero que veas.
No puedes alcanzarme,
porque cada vez que vengas
yo vendré de vuelta.

Taehyung pasó sus manos sobre la suave y pequeña espalda de Jungkook,


frotando la esponja llena de jabón sobre ella mientras que Jungkook estaba
demasiado concentrado en sus pensamientos como para prestarle atención,
Taehyung lo notó y sin pensarlo dos veces, escurrió el agua del jarrón por su
cabellera oscura con el fin de apartar la espuma. Jungkook cerró los ojos por
instinto y soportó la picazón unos segundos hasta que logró detenerla y miró
a su hermano frunciendo el ceño.

—Te dije que deberías estar atento, Jungkook—recordó el rubio, divertido.


Jungkook bufó como respuesta—. No escuchaste cuando te ordené que te
echaras para atrás y así la espuma no llegaría a tus ojos. ¿En qué carajo estás
pensando?

—¡Cállate!—exclamó, cabizbajo—Debiste avisarme una segunda vez...


—No habrías escuchado, de todas formas.

—Qué aguafiestas—musitó el menor, apartando la vista. —De seguro eras


igual que yo cuando niño...

Taehyung prefirió guardar silencio y simplemente continuar.

—¿Así eran los baños con mamá?—la pregunta llena de tristeza lo alertó un
poco. Taehyung detuvo todo lo que estaba haciendo para mirar fijamente al
azabache que en cierta forma parecía melancólico o curioso, sea cual fuera,
ambas eran igual de malas.
—¿A qué te refieres?—preguntó el rubio.

—Me refiero a la hora del baño con ellos. Me pregunto si eras igual de
distraído que yo—rio al solo imaginarselo.

—Para nada—confesó rápidamente—Mamá y papá nunca me bañaron, no


después de los cinco años.

—¿Eh? ¿Por qué? ¿No te gustaba bañarte? ¿Eras muy inquieto?

—Bueno...—Taehyung resopló—, ellos vivían del trabajo, muy pocas veces


podían preocuparse por mí.

—¿Qué hay de las niñeras? ¿No tenías?

—No, me gustaba hacer las cosas a mi propio ritmo—declaró, sonriendo—.


Aunque.. Mamá quería que tuviera a alguien que me cuidara, pero no la dejé
hacerlo.

—¿Por qué?—Taehyung frunció el ceño, preguntándose qué tanto podía


preguntar Jungkook.
—Porque no es más que una molestia. Cuando un niño es independiente y
eficiente, los demás—hizo una pausa—son solo inútiles.

Habían muchas cosas curiosas respecto a Taehyung, quizás la forma en qué


se refería a los demás o su infancia, pero Jungkook no lo vio como un
problema, incluso si la confesión resultó ser más profunda de lo que él creía.
De cierta manera, estaba acostumbrado a ese tono realista de su hermano.

—Ya estamos listos—Taehyung se levantó después de unos minutos,


incorporándose rápidamente. Jungkook volvió a la realidad de golpe—.
Levántate y ven aquí.

Sostuvo una toalla lo suficiente grande como para envolver a Jungkook en


ella, el azabache obedeció y en pocos segundos ya se encontró frente a él.
Llevó inconscientemente sus manos a su cuerpo, tratando de arroparse con
sus propios brazos debido al cambio de temperatura. Al verlo, Taehyung
sonrió y lo cubrió.

—Bien. ¿Fue tan doloroso como dijiste?—Jungkook no sabía que odiaba


más en estos momentos, el frío o la gran sonrisa que tenía Taehyung en su
rostro. Probablemente odiaba más la segunda opción.

—¡Yo nunca dije que sería doloroso!

—Tuve que cargarte porque trataste de huir.

—Pe-pero...¡No dije que lo sea!

—Si lo hiciste.

—No lo hice, gran idiota—abultó sus labios, frunciendo el ceño.


—Si lo hiciste.

—Que no.

—Que si.

—¿Y así dices tener 20 años?—se burló el azabache—Es como si yo dijera


que soy el adulto, viejo.

—Ve a la cama, pequeño mocoso.

El pequeño cuerpo de Jungkook desapareció del baño, con una evidente


victoria reflejada en su rostro. Taehyung también sonrió involuntariamente.
Quizás algo estaba cambiando en su relación, algo para bien.

Yoongi nunca insistió en Taehyung, se mantuvo tranquilo ante cada acción


y no cuestionó sus decisiones ni una sola vez, pero debía admitir que
últimamente habían muchas cosas que estaban lejos de ser normales y que
su mejor amigo no iba a explicar.

Los sentimientos de Taehyung nunca fueron su mayor problema, fue


consciente de ello hace mucho tiempo atrás y aunque al principio resultó
extraño y enfermo, con el paso del tiempo Taehyung le demostró que podía
resultar diferente a cualquier otro caso, y lo creyó posible.

Pese a ello, nunca entendió el porqué nadie se lo cuestionó al decir. Era una
noticia difícil de digerir, más en una familia como la de los Kim y aun así
nadie formó mayor espectáculo, incluso parecían aceptarlo a duras penas y
por obligación. Taehyung comentó alguna vez que cuando todos hacían sus
accciones reiteradas veces, se volvía algo normal en el futuro, pero Yoongi
creía que a pesar de esa frase tan ridícula, no podía ser así. ¿O si?

—Taehyung... ¿Hizo que los demás lo aceptaran?—musitó para sí mismo.


No podía ser eso, claramente que no. Nadie, por más veces que se repita,
contaría eso como algo normal. Sin embargo, Jungkook tampoco parecía
molesto por los actos de su hermano. Porque sí, Yoongi no era idiota y
conociendo a Taehyung, sabía muy bien que ya puso una mano sobre su
objetivo, pero no solo su mano, marcó territorio con todas las armas que
pudo, volviendo a Jungkook su presa.

—Kim Taehyung, ¿cuántos secretos más te guardas bajo la manga?

Y detrás de la puerta, Taehyung estaba escuchando atentamente.

El siguiente día, Jungkook se enfrentó a su nueva escuela y aunque trató de


saltarse el día, Taehyung se lo negó casi en un segundo y no le quedó más
alternativa que asistir a un lugar del cual no tenía ni el más mínimo interés.
No sería lo mismo sin sus amigos y probablemente el hecho de estar solo en
un lugar nuevo era, quizás, lo aterrador.

La maestra hizo una señal para que se presente, pero Jungkook negó
rápidamente y le indicó que prosiga ella.

—Niños, él es Kim Jungkook, su nuevo compañero. Espero que sean buenos


con él. —Jungkook solo sonrió ante la presentación desde atrás.

Los aplausos no tardaron en llegar. Un niño de atrás levantó su mano y habló.

—¿Por qué tus dientes son como los de un conejo?—preguntó y el salón no


tardó en explotar en risas.

Jungkook no era el mismo desde hace un tiempo, su calma y su figura


meramente adorable quizás ya no estaban con cualquiera, incluso si se moría
de miedo por dentro, trataba de no reflejarlo. Evitaba situaciones incómodas
y burlas porque sabía que respondería de igual forma, y aunque a veces
conseguía guardar silencio e ignorarlas, otra veces no tenía la misma suerte.
—¡Choi!—regañó la maestra. Jungkook rodó los ojos y lo miró fijamente.

—¿Y eso a ti qué, maldito bastardo?

La profesora no solo le dedicó una mirada furiosa al estudiante que comenzó,


sino que ahora mismo estaba mirándolo a él. Jungkook tragó duro y bufó,
recordando que Taehyung le había advertido sobre su comportamiento y fue
la primera regla que rompió.

Por otro lado, Taehyung estaba organizando los últimos papeles para su
próxima reunión. Al parecer, otra empresa deseaba un acuerdo entre
contratos para que las ganancias aumenten en ambas compañías, una alianza
que sin duda planeaba aceptar.

A pesar de que estaba pensando en la mejoría de la empresa, no podía evitar


pensar en Jungkook y en Yoongi. Jungkook seguía inestable
psicológicamente y quién sabe qué cosas pensara o planeara hacer, debería
estar con ambos ojos posados en él. También estaba Yoongi y su molesta
curiosidad, no veía como una amenaza a su mejor amigo, pero tampoco lo
subestimaba. Tenía claro la personalidad de Yoongi e inclusive sabía más
cosas de las que él podría saber de si mismo, eso no significaba que no
estuviera alerta. No tenía preocupación, pero algo comenzaba a irritarle en
su estómago.

Yoongi poseía cualidades increíbles, tenía grandes extremos que podían ser
usados de la mejor forma. Taehyung se preocupó de sacar lo mejor de su
potencial y funcionaba de maravilla. Pero su amigo no tenía más que talento
ordinario, no era gran amenaza, o al menos no estando solo. El hecho de que
Yoongi pudiera traicionarlo, le provoca náuseas.

Aun sabiendo todo eso, Taehyung sintió temor. No estábamos hablando de


cualquier persona que podría desaparecer de la noche a la mañana, era
Yoongi, su mejor amigo y la persona que siempre estuvo para él. Por más
que el rubio lo negara, no podía evitar el hecho que le tomó cierto cariño y
que nunca sería capaz de tocarle un pelo. Se sentía estúpido, porque es cosa
de tiempo para que Yoongi comenzara a actuar en su contra y él no podría
hacer nada.

Su celular vibró sobre la mesa.

—Habla Taehyung—contestó, dejando caer su cuerpo sobre el respaldo de


la silla.

—Señor Kim, lamento molestarlo tan temprano, pero algo sucedió con
Jungkook.

¿Jungkook?

—¿Qué sucedió con él?—se tensó.

—Pues...—suspiró—, le respondió a un compañero de forma grosera y


comenzó a golpearlo.

—Iré enseguida—colgó.

En cuanto la conversación finalizó, salió de su oficina, avisándole a su


secretaria que tenía cosas que hacer, ella entendió y avisó al resto. Al salir
del edificio, se encontró con el enorme tráfico que le esperaba. Estaba
irritado y molesto, es decir, por qué justo en este momento tenía que pasarle
este tipo de cosas, la reunión era dentro de dos horas, por lo tanto tenía
tiempo de sobra, aunque probablemente demore más de lo esperado.

Se imaginó lo peor, figuró a un Jungkook triste y decaído, llorando entre sus


piernas como el niño pequeño que es, pero también lo imaginó molesto y con
ganas de gritarle en cuanto lo viera porque probablemente pensara que es
culpa de él. Y si lo piensa con atención, tal vez lo sea. Dios, no debió
confiarse en que no sucedería nada. Lo que era Jungkook ya no existe y debía
acostumbrarse a ello.
Afortunadamente, al llegar a la detención, lo encontró sereno y desinteresado
de la situación. Probablemente no sea su primera vez en esa posición, frente
al director y eso le hacía enojar mucho más. Sus miradas se encontraron y
Jungkook apartó la vista rápidamente, ahora no tenía tiempo para regaños
innecesarios del idiota de su hermano. La profesora solo se dedicó a aliviar
la tensión con alguna sonrisa.

—Lamento la tardanza—dijo el rubio, cerrando la puerta y sentándose al


lado del menor.

—Oh, no se preocupe, señor Kim—sonrió el director—. Sabemos muy bien


que es una persona ocupada.

Maldito Jungkook, ¿por qué no pudiste esperar hasta mañana para pelearte
con alguien? ¿Acaso crees que el tiempo me cae del cielo? pensó.

—No se moleste, no tenía grandes actividades—le sonrió de vuelta—


¿Sucedió algo?

—A Jungkook pareció molestarle un comentario hecho por su compañero y


lo atacó—intervino la profesora—.Tratamos de calmarlo pero los
comentarios no cesaron y se molestaba aún más.

—¿Y qué tiene eso de malo?—Taehyung respondió, desinteresado.


Jungkook lo miró con sorpresa porque se esperaba un regaño de su parte,
pero nunca llegó, es más, parecía como si Taehyung estuviera de su lado.

—Puede que a usted no le moleste, señor Kim, pero los padres del niño
vendrán a reclamar si el agresor no recibe un castigo como compensación—
comentó el director.

—¿Agresor? No importa como la vea, señor director. Mencionaron que


Jungkook estaba siendo molestado, lo cual podría considerarse como
bullying. Lo que acaba de hacer no es más que una defensa personal; yo
mismo me he preocupado de enseñarle lo básico. Mi hermano no lo agredió,
y de seguro todas las marcas que dejó son representaciones de defensa.

—Nuestros estudiantes están caracterizados por la disciplina y la excelencia.


No se presentan agresiones tanto físicas como psicológicas, y Jungkook ha
violado una de las tantas reglas de la institución—comenzó a decir el
director, Jungkook bajó la mirada—. Puede que lo considere injusto, pero
cuando golpeas al agresor, tú mismo pasas a serlo.

—Si su escuela no las presenta, ¿qué es entonces lo que acaba de sucederle


a Jungkook? ¿Un juego? ¿Una simple broma?—hizo una pausa, irritado—
No me haga enojar, señor director. Soy un hombre bastante ocupado para su
poca edad, por lo tanto, no vengo a perder mi tiempo en un lugar donde no
lo vale. Tengo el poder suficiente para solucionar esto legalmente y podría
quitarle el enorme prestigio que tanto se esforzó en mantener. Y si yo estoy
pidiendo algo sobre mi hermano, lo tengo. Si yo digo que Jungkook se
defendió, lo hizo. Nadie puede replicar, porque mis órdenes son absolutas.

—Esta escuela no aceptará los malos com...

—Creo que no entiende el peso de mis palabras, señor director. No titubeo


al hablar ni trato de asustarlo, mi voz es tan clara como mi conocimiento
sobre mi poder. Tengo el poder, el dinero y la capacidad para conseguir lo
que quiero. Sé reconocer las injusticias fácilmente y las hago caer. Y ahora
estoy viendo una. No busco que entienda ni que haga algo al respecto, solo
les estoy dando un pequeño comodín. Si usted quiere todo intacto, tomará su
poder y favorecerá a Jungkook de acuerdo a mi castigo.

—¿Nos está amenazando, señor Kim?—preguntó la profesora.

—Para nada—sonrió—, solo les estoy haciendo conocimiento del futuro.

Jungkook estaba mirándolo boquiabierto desde su silla y volvió al pasado


por un pequeño y efímero instante. Taehyung estaba maravillado, fascinado
y excitado por la situación, lo veía en el brillo que desprendía de sus ojos, en
como su sonrisa parecía más retorcida de lo usual y de como hace crujir sus
dedos.

Por una parte estaba feliz porque tenía la confianza de su hermano, pero
también sentía incomodidad, ya que se sentía extraño que Taehyung
solucionara sus problemas cuando no era su responsabilidad, probablemente
su madre le diría que debía disculparse y dejar ese vocabulario, pero
Taehyung no era ella.

Se preguntó desde cuándo ha sido así, aunque quizás siempre lo fue y él no


podía verlo. En sus recuerdos no está su hermano como una imagen paternal
y fraternal, solo está él, yéndose hasta quién sabe cuándo. No podía evitar
sentirse culpable, si tan solo se hubiera quedado en silencio, Taehyung no
estaría en esta situación. Y ahora, lo único que puede hacer por él, es dejar
de convertirlo en lo que no es.

—Aceptaré mi castigo—intervino, seco. Taehyung se volteó a mirarlo


totalmente sorprendido al igual que todos los que se encontraban presente—
. Yo...no quiero causar más problemas, si es necesario pediré disculpas.

—¿Estás seguro?—preguntó la profesora, tomando su mano.

—Sí—suspiró—, muy seguro.

El camino a casa fue silencioso e incómodo. Taehyung no habló ni se esforzó


en tomarlo en cuenta, solamente estaba mirando al frente. No dijo nada desde
que salieron de la oficina del director y le informaron su próximo castigo.
Jungkook estaba preocupado, Taehyung estaba molesto y debería decirle
algo para disculparse, pero no se le ocurría nada para hacerlo.

—Lo lamento—murmuró

—¿Por qué exactamente?—respondió, sin mirarlo.


—P-por avergonzarte y meterme en problemas...

—¿Nada más?

—Por hacerte perder tu reunión...—musitó, conteniendo sus deseos de llorar.

—Bien.

Pero Taehyung siguió sin tomarlo en cuenta.

—¡Ya me disculpe, gran idiota! ¡Qué más tengo que decir para que estés
satisfecho!

Su hermano detuvo el auto a un lado de la calle, furioso e irritado.

—¿Q-qué sucede?—preguntó el menor. Jungkook estaba mirándolo, pero el


rubio estaba estático sobre el volante—Tae... ¿Estás bien?

—¿Hasta cuándo piensas comportarte como un niño?—atacó, encontrándose


con sus ojos—Te dije, te ordené que te comportaras, y aun así no pudiste
cumplir con algo tan básico.

—Es que él...—apartó la vista.

—Maldita sea, Jungkook, mírame—ordenó, tomando su mentón—. Me


humillaste. ¿Aceptar la culpa? ¿Me estás jodiendo? ¿Estás jugando
conmigo? ¡Joder, lo estaba logrando, estaba consiguiendo lo que quería y lo
arruinaste con tus actos de pendejo!
Taehyung nunca le había gritado, nunca se atrevió a tocarle un pelo como
violencia, ni siquiera se atrevía a regañarlo, pero ahí estaba. Una pieza fue el
movimiento que descolocó a Taehyung de su juego de ajedrez, y esa pieza
era Jungkook. El rubio estaba insatisfecho, sintió que perdió lo que pudo
haber ganado. Y Taehyung no perdía.

—T-Taehyung...—lloriqueó.

—¿Es que acaso planeabas hacerte el héroe? ¿Entonces por qué me haces
salir del trabajo?—Jungkook tragó y sostuvo sus deseos de llorar—Estoy
tolerando tu nueva actitud de un niño con falta de atención, te sigo queriendo
a pesar de lo mal que puedas tratarme, pero colmaste mi maldita paciencia.

—¡Esto es tu culpa!—exclamó, dejando caer sus lágrimas—¿P-por qué me


gritas? ¡Lo dije porque no quería que asumieras la culpa por mí! ¡Ya no me
defiendas más! ¡Deja de actuar como mamá porque no lo eres!

Taehyung estaba herido por dentro, sus pedazos eran incontables, pero él no
lo sabía y probablemente no lo hacía con un montón de cosas. Por ejemplo,
¿Qué tan destruido estaba Jungkook? ¿Qué tan herido estaba Jungkook
después de la muerte de mamá? Ahora, Taehyung sabía que siempre ha
estado destruido, que la actitud de su hermano es represión. Su corazón se
rompió, el último pedazo que se mantenía unido, se rompió. Jungkook era su
último pedazo y, si su hermano estaba igual de roto, Taehyung ya no tenía
motivos para mantenerse en pie.
Eight

«Leer hasta el final; aclaraciones importantes»

Taehyung llevaba pensando en su discusión con Jungkook desde que llegó a


casa, incluso cuando intentó despejarse trabajando en algunos papeles de la
empresa tampoco lo logró, al contrario, mientras más intentaba olvidar, más
recordaba al dueño de la sonrisa de conejo y las horrendas palabras que
salieron de su boca.

El calendario de su mesa marcó el 2 de mayo, Taehyung sabía muy bien lo


que significaba y prefirió torturarse toda la noche estando despierto y con la
mentalidad de no pensar en ello; pero no podía, la presión era demasiada y
no solo la fecha se interponía ante él, también se encontraba el azabache
invadiendo un territorio que no debería.

Caminó hasta el enorme ventanal de su habitación y se sentó en el suelo,


afirmándose en la pared.

—Mierda—murmuró para sí mismo, pasando una mano por su cabello—.


Qué día más mierda.

Cerró sus ojos por un corto instante y quizás si se esforzara en volver a


recordar, podría tratar de amortiguar el dolor; pero al cerrarse de sus sentidos
solo podía sentir el molesto ruido jadeante en sus tímpanos y las fuertes
garras clavarse en su rostro, en cada parta de sus mejillas, destrozando sus
lágrimas en dos y rompiéndole su falsa realidad.

Cada dos de mayo se volvía una tortura, y Taehyung dejó de pelear consigo
mismo hace ya mucho tiempo como para fingir que el día no le traía
problemas ni recuerdos, memorias no tan frescas pero de igual peso. Pocas
veces necesitó de un medicamento para dormir en la fecha, sin embargo
nunca los descartó y tenía de sobra en su mesa de noche para prevenir.
La primera vez que sucedió fue cruzando los diez años, meses después del
nacimiento del azabache. Taehyung despertó entre jadeos y sudor por la
noche, totalmente ido y aterrorizado de sí mismo. Su cuerpo temblaba y de
sus ojos caían lágrimas mientras luchaba por mantenerse despierto, porque
aún si intentó dormir con pastillas, no lo logró, y no lo hizo después de dos
semanas donde retomó el sueño.

La segunda vez fue igual de intensa, solo que ahora la fecha era diferente y
el calendario marcó el dos de mayo. Ese mismo día, Taehyung había
escapado de su casa y durmió donde Yoongi que lo recibió con los brazos
abiertos al igual que su familia; sin embargo, el castaño de ese entonces
volvió a despertarse por la noche en espasmos y mucho sudor. Taehyung
corrió hasta el baño y vomitó de golpe, se miró al espejo y estaba pálido, y
cuando iba a volver a la habitación, Yoongi estaba viéndolo estupefacto.

Taehyung no durmió y Yoongi sostuvo su vista sobre él en todo ese tiempo,


aún si su mejor amigo le insistía con que no era necesario y él debía
descansar. No, no funcionó, porque lo único que Taehyung logró fue que
Yoongi buscara un tranquilizante y se lo entregara junto a un vaso de agua
para que ingeriera. El castaño se resignó y diluyó el medicamento en el vaso,
pero no fue capaz de tomarlo, sino que simplemente tragó duro y lo dejó a
un lado. Yoongi no lo entendió, sin embargo no protestó.

La puerta de su habitación se abrió lentamente, provocando un molesto


sonido en su mismo roce. El rostro del mayor se alzó en cuanto el ruido llegó
a sus oídos y se preparó para reprender al causante, porque sí, estaba seguro
que era Yoongi pidiéndole algo de comer. Pero no, y estaba contento por el
inesperado resultado.

Jungkook ya era hermoso de por sí. Ante la vista de Taehyung era alguien
enormemente peligroso a sus ojos y salud mental. Y ahora, gracias a la
maravillosa luz de la luna, se veía más irresistible de lo usual. Sus cabellos
alborotados y brillosos, su piel frágil y suave, y su ropa de dormir con diseño
de oso era algo excitante. Dios, quizás qué cosas podría hacerle justo ahora
con esa prenda. Taehyung estaba profundamente agradecido por haber
realizado esa compra, fue dinero bien gastado.
—No pensé que estabas despierto...—El azabache mordió su labio inferior
al mismo tiempo que terminaba de cerrar la puerta por detrás.

—No planeaba dormir esta noche, ¿por qué?

—Es solo que...—comenzó a decir. Taehyung lo vio tomar aire—. Quería


disculparme contigo. Ya sabes.., acerca de lo que pasó hoy.

—Ah—soltó el rubio—, ¿qué es exactamente lo que quieres decirme?

—Perdón—musitó, casi para sí mismo.

Taehyung lo había escuchado, pero ¿qué tenía de malo jugar un poco con su
hermano?

—No entiendo. Más claro—se burló.

—Eres un idiota—apretó sus puños. Jungkook inhaló todo el aire suficiente


para luego armarse de valor y soltar las palabras que tanto le picaban—. He
dicho que lo lamento, no volverá a suceder.

El azabache había estado pensando en lo mismo una y otra vez desde que
llegó a casa golpeando y corriendo hasta su habitación bañado en lágrimas.
Llegó a la conclusión que Taehyung no tenía la culpa sobre sus acciones
estúpidas e innecesarias. Después de todo, era justo como le había dicho, ya
no era un niño y no debía comportarse como uno.

Taehyung estaba sonriendo entre las sombras y la poca luz que iluminaba la
habitación. Lo miró con un cierto brillo distinto que otras veces, lleno de
alegría o algo más fuerte. La sorpresa y su felicidad le hacían pensar que
quizás podía volver a conocerlo, si tan solo le diera un paso o una señal para
indicarlo que el camino no estaba del todo prohibido.
Jungkook se sorprendió cuando no escuchó todas o comentarios burlescos
hacia él, y pensó que quizás Taehyung se había ido en la oscuridad, sin
embargo cuando avanzó unos cuantos centímetros, encontró su sonrisa por
debajo de la luz de la luna, totalmente claro.

La pupila del menor se expandió al ver la satisfactoria sonrisa del rubio frente
a él, y aún si la luz no estaba a su favor, podía distinguir la felicidad plasmada
en el semblante de Taehyung. El menor sintió una extraña sensación contra
su pecho y prefirió no darle tanta importancia, por lo cual solo le quedó
viendo algo sorprendido cuando sus miradas se encontraron.

Felicidad o algo así, esas podrían ser las palabras aue describirían la
situación. También podría ser melancolía, porque hace mucho que la sonrisa
rubia dejó de estar presente en sus memorias, y verla ahora era algo
totalmente diferente, casi memorable.

—Me alegra saber que viniste a disculparte—le dijo por fin el rubio,
Jungkook resopló—, pero creo que yo debería hacerlo.

El azabache abrió sus ojos como platos y una vez Taehyung terminó de
hablar, se incorporó, quedando frente a él y haciéndolo ver más pequeño de
lo que ya era.

—No fui capaz de entenderte sobre la muerte de mamá y quizás te estoy


presionando más de lo que es debido—agregó, entregándole una débil
sonrisa—. Aunque tampoco pensé en que te podría estar afectando.

—No se trata de eso—intervino de repente Jungkook—. Tengo miedo, nada


más.

—¿Miedo?—alzó sus cejas.

—Síp.
—¿Por qué tienes miedo?

Jungkook infló sus mejillas y apartó la vista en cuanto se dio cuenta de que
no podía pronunciar las palabras que tenía en un su mente. Asumir que no
quieres ser un estorbo para tu hermano era lo mismo que confirmar un
aprecio, y Jungkook no estaba listo para aceptarlo.

—¿Y bien?—volvió a preguntar el rubio.

—No quiero ser un problema para ti—Jungkook estaba consciente de lo


rápido que lo había dicho, pero es que se vio obligado a disminuir su dolor
en cierta manera, y lo confirmó en cuanto Taehyung amplió su molesta
sonrisa burlona.

—¿Problema?—Jungkook asintió, frunciendo el ceño—No eres un


problema—aclaró, llevando una mano a su nuca, buscando la manera de
reconfortarlo y evitar empeorar la situación. Algo que en sí ya es difícil si se
trataba de Kim Jungkook, considerando que el menor podía deprimirse por
cualquier error—. Nunca lo has sido y nunca lo serás.

—Pero te causé problemas hoy, no asististe a tu reunión por mi culpa y tomé


una decisión sin siquiera comentártela. Solo soy un problema—Jungkook
rezó para que su tono de voz no se quebrase al final y agradeció cuando solo
logró que su intensidad disminuyera y él se sintiera avergonzado por contar
lo que pensaba.

—Lo hiciste—afirmó Taehyung, tomándolo de su mentón con delicadeza y


ablandando su mirada—, pero yo tomé la decisión de protegerte. No digas
que eres un problema porque yo decidí tenerte aquí, conmigo. Fui a tu
colegio porque estaba preocupado por ti. Tienes razón, me sorprendió tu
repentina confesión, pero eso no cambia el hecho de que yo tomo decisiones
por mí mismo.
Jungkook estaba atento, tan concentrado que pudo grabarse cada una de sus
palabras, a pesar que tenía un serio problema con la memorización. Sabía
bien que el rubio hablaba en serio, solo podía ratificarlo por la forma en la
que lo miraba y el suave timbre de sus palabras. Y no puede negar que estaba
feliz, muy feliz.

A veces pensó que sus padres hacían mucho por él y eso lo hacía sentirse
como un problema, porque inconscientemente veía todo su sacrificio que se
gastaba en lo que él quería y hacía, dejándolos más agotados que lo normal.

Jungkook se sintió seguro nuevamente, quizás no eran las mismas palabras


que sus padres decían para hacerlo feliz, pero Taehyung era su familia, la
única, entonces enojarse con él era algo imposible.

Taehyung se acercó y lo abrazó, Jungkook se quedó estático, algo aturdido


y después de unos segundos terminó hundiendo su rostro en su cuello,
inhalando el nuevo perfume de su hermano mayor. Su hermano olía de una
forma varonial mientras que él era todo lo contrario, Taehyung también se
percató de ese pequeño detalle, y encontró la salida oportuna a su tristeza.

—Me gusta tu perfume—se burló—. Para la próxima compraremos uno que


sea de Ben 10.

Jungkook de pronto no se sintió avergonzado y solo rodó los ojos. Se alejó


de él y lo fulminó.

—La tuya huele a perro mojado—contraatacó, sintiendo el rubor subir por


sus mejillas. Jungkook se retractó por lo dicho porque Taehyung volvió a
reírse de él y sus mejillas.

—Eres un mentiroso—le dijo, picando su mejilla—¿Ya dejaste de llorar o


tengo que seguir con mis burlas?

—No te estoy mintiendo—bufó, ignorando su pregunta.


—¿Ah si? Tu rostro me indica algo diferente. ¿Acaso pensaste en algo insano
solo con mi colonia?—sonrió.

—¡C-claro que no!—abultó los labios.

—Incluso titubeaste—soltó una risa—. Qué lindo.

Taehyung había perdido la noción del tiempo debido a la extensa charla que
tuvieron, ninguno de los hermanos Kim se había percatado de que cayeron
rendidos en el colchón con un Jungkook sumergido en sueños mientras que
pateaba las sábanas y golpeaba a un Taehyung profundamente dormido.

El primero en despertar fue Yoongi, irradiando su hermoso rostro mañanero


lleno de restos saliva y los cabellos quizás dónde. Se sorprendió al no ver a
su irritante amigo cocinando o a Jungkook corriendo por la casa y gritándole
un te ves horrible, bastardo, y sin duda tampoco los extrañaba. Supuso que
estaban tan cansados que se pasaron de tiempo, ya que ayer ambos llegaron
con una capa de ira y un rostro de no muchos amigos. Igual, no era como si
fuera su asunto, de seguro el rubio ya lo había resuelto.

Lo que le preocupaba ahora es su desayuno, claramente no sabía cocinar y


tampoco lo intentaría porque de seguro Taehyung lo mataría antes de poder
tocar la cocina. Es por eso que decidió usar la tostadora. Era el
electrodoméstico más sano y seguro. Para alguien como él, no debería ser
tan difícil usar esa cosa. Taehyung ya había hecho tostadas, y nunca murió
en el intento. Si el idiota de su amigo podía, él también.

Cabe decir que el plan había fracasado. En vez de hacer tostadas, solo
consiguió un horrible olor a quemado por toda la cocina. Lo más
problemático no era su fracaso, si no como Taehyung bajaba las escaleras a
una velocidad increíble y unos gritos para morirse. Técnicamente, Yoongi
ya estaba muerto.
Segundos después, Taehyung llegó con un Jungkook dormido en sus brazos,
y digamos que las manos del mayor no estaban detrás de sus rodillas, más
bien se encontraban en el trasero del azabache.

—¿No te dije que no tocaras la cocina?—gruñó, haciéndolo estremecer.

—Escucha, idiota, tú eres el que no es capaz de despertarse para hacerme el


desayuno—habló demasiado rápido—, ¡y si iba a tu habitación me ibas a
matar!

—¿Es por eso que intentas quemar la casa?—volvió a gruñir, provocando


que Jungkook se removiera entre sus brazos, adormilado, indicándole al
mayor que debería bajar la voz.

—No intento quemar la casa, gilipollas. Esa cosa está dañada y es un peligro
social—refutó.

Taehyung le echó una mirada a la tostadora y estaba igual de perfecta que


antes. Volvió a mirar a su mejor amigo y frunció el ceño, entendiendo el
porqué la señora Min nunca lo dejó entrar a la cocina si no estaba ella. Pero
Yoongi era igual de desobediente que un niño de seis años, e igual de idiota
que uno de tres.

—Yo la veo perfecta—le dijo, fulminándolo con la mirada. Yoongi comenzó


a inquietarse porque, joder, él esperaba los gritos de Taehyung, no a un mejor
amigo paciente y bastante tranquilo. Quizás qué cosas estaba pensando ese
rubio teñido para torturarlo. Hubiera sido una mejor idea no cocinar nada.

—Es porque tú sabes usar esa cosa—recriminó, cruzándose de brazos—. Yo


pude haber muerto por tu maldita culpa.

—¿Qué culpa tengo yo sobre tu inutilidad?—Yoongi hizo una mueca, algo


enojado por el término que utilizó su amigo. No era completamente inútil, a
su parecer. Que no supiera hacer su cama, cocinar, ordenar o limpiar, no era
del todo su culpa, buenos quizás sí, pero nadie nunca le había enseñado y ni
siquiera sabía si esa mierda se enseña o viene en los genes. De seguro debía
ser una enfermedad mental y por eso cenicienta tenía tanta mala suerte. Él
no quería ser como cenicienta.

—¡Yo no tengo la puta culpa!—insistió—¡Hacer las labores de la casa como


cocinar es solo para cenicientas!

Jungkook se removió otra vez.

—No grites, despertaras a Jungkook—le dijo, acariciando el cabello del


menor como si fuera lo más suave del mundo—¿Me estás diciendo
cenicienta, bastardo? Y tampoco digas palabrotas. Solo estás enseñándole
más insultos de los que ya sabe.

Yoongi contuvo las ganas de reírse en su rostro. Taehyung nunca había sido
tan sobreprotector, es más, era el que decía más insultos en la casa.

—Eres un gilipollas, TaeTae—se burló, otra vez, sintiéndose aún más feliz
al ver el rostro de Taehyung ardiendo en furia.

—Te dije que no dije...

—Gilipollas—repitió Jungkook. El mayor se sorprendió al verlo despierto,


y claro, también por la nueva palabra que se sumaba a su vocabulario. Pero
eso no importa porque se veía jodidamente tierno bostezando y con el cabello
alborotado.

Ahora es cuando Taehyung se lamentaba de que su mejor amigo sea un total


idiota y Jungkook repetiera sus pasos.

—Jungkook no debes decir malas palabras—ordenó, tratando de sonar lo


más firme posible.
—Pero tú también las dices—justificó, cruzándose de brazos e inflando sus
mejillas a medida que Taehyung sostenía una mirada dura sobre él—¡Yoongi
también las dice!

—Yoongi es más grande que tú, por lo tanto puede decirlas.

—¿Jungkook, qué otra palabra sabes?—Sí, Yoongi era un completo bastardo


y mal amigo. Taehyung está pensando seriamente en despojarlo a él y a su
molesta risa burlona.

—Eres un maricón, Yoongi.

—Maricón—repitió el menor.

Yoongi volvió a reír.

—¡Jungkook no lo repitas!—volvió a ordenar.

La mañana transcurrió diferente de otras veces. Esta vez, Taehyung no le


hizo el desayuno a ninguno de los dos al notar que se había quedado dormido
y llegaba tarde a su reunión, lo que provocó que Yoongi y el azabache se
aliaran en su contra gritando un queremos comer, queremos comer, pero fue
un rotundo fracaso pues Taehyung no los tomó en cuenta y solo lograron
hacerlo enojar más de lo que ya estaba. Jungkook, por su parte, no tenía que
asistir a clases debido a su suspensión, lo cual era un enorme problema para
el mayor porque no se podía quedar solo en casa y Yoongi tampoco se
quedaría a cuidarlo.

Yoongi insistió con la idea de contratar a alguien, pero Taehyung se negó


inmediatamente diciendo Jungkook no se quedará con nadie que no sea yo,
y no servía de nada convencerlo porque su respuesta sería negativa.
Entonces, al quedarse sin soluciones, llegó a la conclusión de llevarlo a su
trabajo.
Pero Jungkook no quería ir al trabajo de su hermano porque era aburrido
estar con un montón de viejos de traje que no juegan videojuegos.

—No iré—volvió a decirle, cruzándose de brazos en el marco de la puerta


mientras que Taehyung corría por la cocina preparándole algo y así no se
muera en el transcurso del día—Es aburrido. Me niego. No quiero.

—No te pregunté si querías—Jungkook bufó como respuesta—. Además es


tú culpa por portarte mal y hacer que te suspendan el primer día de clases.
Yo tengo trabajo y tienes que venir conmigo por idiota.

—Gilipollas—dijo antes de retirarse.

—¡Te dije que no lo repitieras!

Cuando Taehyung terminó de arreglarse y preparle todo lo necesario a


Jungkook, salieron de la casa. Disfrutaron de un grato viaje con las quejas
del menor y los nuevos comentarios groseros de su mejor amigo. Finalmente,
Taehyung recibió música en sus oídos cuando llevó a Yoongi a la
universidad y lo abandonó ahí hasta el final del día.

Jungkook había visto edificios enormes en sus videojuegos, pero sin duda
este era mucho mejor que observarlo desde una pantalla. Tenían a mucho
personal rondando por cada piso y al parecer todos conocían a su hermano
por señor Kim, lo cual era extraño porque Taehyung no cruzaba los veinte
años. Aun así lo ignoró y siguió recorriendo el enorme lugar tomado de la
mano del rubio.

Jungkook comenzaba a ponerse nervioso por todas las miradas sobre él.
Taehyung sostuvo el agarre con más fuerza y se detuvo frente al ascensor.
Se inclinó hasta quedar frente al menor, enderezó los tirantes de su mochila
con dibujos de Ben 10 y depositó un beso en su frente, susurrando un no
estés enojado, te compraré helado después de salir de la reunión, y
Jungkook no tuvo más opción que asentir, conteniendo sus ganas de besarlo
en la mejilla.
Al paso del día, Jungkook se quedó en la oficina de su hermano que a su
parecer no estaba mal. Tenía un televisor con cable, un sillón cómodo y
espacioso, y un baño. Era el paraíso con todas sus letras.

Pero para un niño no es muy divertido estar encerrado por casi dos horas. No
le importó mucho la orden de Taehyung, el pequeño no podría soportar la
regla de quedarse ahí encerrado todo el día. Es por eso que decidió recorrer
el lugar y conversar con algunos empleados en su transcurso.

Conoció a la agradable secretaria de Taehyung; una mujer de cabellos rojizos


y una agradable sonrisa, sin mencionar su amable personalidad y la
aprobación que ganó inconscientemente por parte del menor.

—¿Tienes videojuegos aquí, Charlotte?—le preguntó, esbozando una amplia


sonrisa.

—Creo que sí, cielo—le sonrió de vuelta—. Revisaré por ahí.

—¡Eres la mejor!

La secretaria estaba tan encantada viendo al pequeño jugar delante de ella en


el televisor que no percató al molesto sujeto caminando hacia su escritorio,
y quizás si lo hubiese hecho, ahora no estaría toda empapada por el vaso de
agua que le lanzó y no recibiría todas las miradas de los empleados sobre
ella.

No necesitaba alzar la vista, ya tenía claro de quien se trataba. Taehyung le


había mencionado la inesperada visita.

—J-Jin—murmuró.
Jungkook recordaba ese nombre, pero nunca había tenido el placer de
conocerlo en persona, pero por alguna razón el hombre si lo conocía a él, no
necesita ser un genio para percatarse que por su mueca y desprecio que le
entregaba, lo hacía.

—Estoy buscando a tu estúpido hermano, maldita rata.

Trataré de dejar claro algunos puntos y responder unas cuantas dudas


(por si las tienen):

1. Taehyung y Jungkook se llevan diez años.

2. Necesito que tomen atención a los detalles que se nombran. Todos los
capítulos están enlazados con otros.

3. El personaje de Jin se explicará en el siguiente capítulo.

4. Jungkook dejó de querer a Taehyung por haberlo abandonado.


Nine

—Jin tiene un carácter... Especial—les explicó Taehyung. Jungkook y


Yoongi asintieron sin mucho interés hacia su nuevo compañero de casa,
dejándose caer en el respaldo del sillón.

Después de aquel espectáculo en su misma empresa, Taehyung tuvo que


soportar otro reto en su vida: Jin en su casa. No se sorprendió ante su
petición, después de todo, Seok era una especie de nómada bastante peculiar
de otros, comenzando por el hecho de que, sí, podía estar en diferentes
lugares el tiempo que le parezca, pero esos ambientes debían cumplir con
limpieza, comodidad y brillo, como dice él. Solo será un tiempo bastante
corto para soportarlo, a menos que algo le llame la atención para quedarse.

¿A qué se refiere con soportar? Seok no se esforzaba en agradar, tenía una


forma bastante única de ignorar y romper a alguien, tal como decía él, cada
vez que encontraba a alguien puro, lo rompía en mil pedazos, y ese alguien
podría ser Jungkook. Porque Jin odiaba al azabache desde su nacimiento con
la justificación de que se parecía a ese hombre y le causaba tanta repugnancia
que preferiría morir de cualquier enfermedad antes de compartir el mismo
aire que él.

Respecto a eso, la casa se volvería un caos.

—¿A qué te refieres con romper, Taehyung?—preguntó Yoongi, cruzándose


de brazos.

—SeokJin reconoce tu punto débil con tan solo hacer contacto visual
contigo, es decir, si haces algo que no le agrada, lo usará en tu contra.

—¿Es eso posible?—volvió a preguntar.


—Al principio creí que no, pero ya ha tenido bastantes experiencias
basándose en eso.

Jungkook no lo creía.

—¿También sabe el tuyo?—habló el menor.

—No rata, no lo sé—intervino Jin, entrando a la misma sala para sentarse


junto a ellos y relajarse—. No prestas demasiada atención, eres distraído y te
estresas al no conseguir lo que quieres, pero tampoco te esfuerzas en tenerlo.

El azabache abrió sus ojos muy ampliamente, tratando de verse relajado.

—¿Tienes idea de cómo lo sé?—Jungkook negó, haciéndolo resoplar—Solo


es posible leer a las personas que analizan tanto una situación y terminan
siendo consumidas por ella. Te preguntarás, ¿no debería ser al revés?
Déjame decirte que no. No solo tus acciones reflejan quién eres, si no todo
lo que te compone, comenzando por la expresión facial hasta los pies. Todo
eso habla de ti, si no eres capaz de manejarlo a tu favor, estarás muerto por
gente que analiza tanto a otras como yo.

—¿Cómo es que lo sabes?—preguntó Yoongi.

—De la misma forma como tú sabes respirar. No lo aprendes, lo tienes.

—Jin siempre supo conocer al resto. Hay tipos y tipos; algunas personas no
son meticulosas al actuar, se basan en puro instinto; pero hay otras que
podrían armar la guerra con solo un movimiento. Esas son las más difíciles
de leer—dijo el rubio.

—Pero no imposible—agregó Jin, rápidamente—. Una persona que no tiene


gran manejo de sí misma y es extrovertida, no llegará lejos. Podrían leer sus
actos concentrándose en acciones pasadas, porque tienden a repetir sus
movimientos inconscientemente. Por ejemplo, una persona que es de buscar
nuevas relaciones, no analizará la situación, simplemente se guiará por el
amor que le tiene, esos son solo pensamientos de los que se guían por mero
instinto.

—¿Por qué toda esta charla?—habló el menor, frustrado.

—Es bueno que conozcan a Jin, después de todo vivirá con nosotros por un
tiempo.

—¿Es tu amigo, Tae?—Yoongi esperó la respuesta ante la pregunta del


menor, de alguna forma él también quería saber su tipo de lazo entre ellos.

—No, Jungkook—hizo una pausa—, es nuestro primo.

Jungkook no recordaba a ningún primo en su vida y más si se trataba de


alguien tan despreciable como Kim SeokJin. Debía ser un error, claramente,
hay límites en lo imposible y obviamente este era uno de ellos. Nadie en su
sano juicio y con todos sus informes médicos al día pensaría, si quiera
dudaría, de que el sujeto hiriente y con el ego bastante elevado perteneciera
a su familia.

Yoongi por su parte no lo entendía. ¿Por qué alguien como SeokJin podía
obtener más favoritismo y él, mejor amigo de Kim Taehyung, que besó sus
labios una vez por accidente, no pudo terminar de follar con una chica porque
de seguro el hombre gruñón se enojaría? Está bien, él entendía perfectamente
que la familia iba ante todo, claro que lo hacía, pero ¿Por qué tenía que ser
Jin? Es un idiota con todas sus letras y él, recordemos que mejor amigo, tenía
que prácticamente rogar para obtener un beneficio.

Sí, Jin podría parecer la persona más cruel después de su mismísimo primo,
pero eso no era más que un análisis físico y básico. Lo cierto era que Seok
se define por el concepto de dama, o así es como lo definía Taehyung.

El mayor tenía la característica de alguien sumamente complicado. Debido


a la falta de alguien maternal en su vida, la adquirió el mismo sin percatarse
de aquello, sin mencionar su obsesión por el orden, el rosa y un millón de
cosas más que son clasificadas para las chicas. Pero eso no importaba para
él.

Y no es como si eso le importara a Taehyung. Es su primo y ya estaba hecho,


lo quisiera o no, lo asumiera o no, nadie cambiaba la realidad ni estaba
dispuesto a alterarla, simplemente lo aceptó porque no lo odiaba. Es el único
con el que mantenía un contacto bastante agradable y de confianza, así que
no tendría porqué negarle el acceso a su casa, y más si Seok siempre estuvo
para él.

Ya se ha dicho, Taehyung nunca se equivocaba y no mintió cuando dijo que


la casa se volvería un desastre.

Al día siguiente, Jin entró a la cocina hecho una furia por culpa de alguien
llamado Yoongi. La mano izquierda del rubio había intentado un nuevo reto
con la tostadora, que resultó en un fracaso total y más rápido, provocando
los gritos del primo de su mejor amigo por toda la casa y los futuros sermones
de Taehyung al despertar.

Jungkook por su parte estaba cansado de la situación, cansado


completamente de su nuevo pariente. Había tratado de ganarse a Taehyung
con sus llantos, sus abrazos y sus besos en el rostro para que Jin se fuera de
la casa, acciones que fueron denegadas con un sútil no funcionará, Jungkook,
ni siquiera los pequeños besos robados en los labios le eran de mucha ayuda.

—Por favoooooor—rogó en pucheros, balanceándose sobre la cama de su


hermano mientras este se cambiaba—. Últimamente ya ni me tomas atención
cuando está él.

—¿De qué hablas?—rio, desabotonando su camisa—Ayer te llevé a comer


helado después del trabajo.

—Lo hiciste porque hace una semana me cancelaste por ese patético hombre.
—No entiendo porqué te molesta tanto, Jin suele ser divertido y amable si lo
conoces bien.

—Hablas como si lo conocieras—gruñó el menor.

—Es mi primo Jungkook—resopló, despojándose completamente de su


camisa para colocarse el pijama—, claro que lo hago.

—No le agrado ni me agrada. —abultó los labios.

—Ya lo sé, ya me lo has dicho—Jungkook abrazó su peluche con más fuerza,


apegandolo a su pecho—. ¿No deberías ir a tu cuarto a dormir? Mañana
tienes escuela.

—Te odio—bufó.

—Ayer dijiste que me amabas e incluso me diste un beso sorpresa. Deberías


hacerlo más seguido.

—Los hermanos no se besan si no son por bienes propios—abultó los labios.


Taehyung soltó una risa y se acercó a él—. ¿Q-q-q-q-qué haces?

—Quiero un beso de buenas noches ¿No es obvio?

—Los herma...

Decir que Jungkook no había extrañado la cercanía de Taehyung era una


mentira bastante obvia. El menor de seguro recordaba el adictivo aroma de
su perfume y de como los largos y delgados dedos de su hermano se
escabullían dentro de su pijama de polar, pero por sobre todo, había
extrañado los carnosos belfos de Taehyung sobre los suyos, ordenando que
lo siguiera en una cruda pelea de enlaces entre ambos labios.
Taehyung no tenía ni idea de cuánto había aprendido el menor en este corto
tiempo. Cada vez que lo besaba, se sonrojaba y trataba de ocultarse en algún
lugar, pero ahora eso había cambiado. Jungkook parecía una bestia
haciéndole par en una guerra donde antes estaba más que asegurado que
ganaría Taehyung.

El menor enroscó sus dedos en los finos cabellos de su hermano, sintiendo


el agua que quedaba sobre ellos a causa de la reciente ducha. Le devolvió el
beso con intensidad, saboreando cada parte de los gruesos labios de
Taehyung.

Taehyung no se opuso y lo besó con más salvajismo, sus labios demandaron


más y su ansiosa lengua se adentró en la cavidad del menor hasta explorarlo
por completo. Jungkook sintió su lengua tocar la suya y no pudo evitar no
temblar ante el morboso tacto. Sus manos exploraron sus cabellos y
descendieron hasta la polera de Taehyung para tomarla en sus puños y
acercarlo más a su cuerpo.

—Tae...—jadeó, dejándose llevar por los besos que el rubio esparcía hasta
su cuello.

Y joder, Taehyung rogó por mantener su cordura porque ese niño era capaz
de ponerlo duro con tan solo una palabra. Quería comerlo y arrancar esa
molesta pijama para penetrarlo incontables veces hasta que se destruyera.

—M-más...—volvió a jadear—, quiero... Más.

Sin embargo, había una pequeña alarma en el sistema nervioso del rubio que
le indicó parar, y a pesar de no haberla atendido antes, una nueva puerta se
abrió para que obedezca lo correcto y no se deje llevar por la lujuria que
estaba cegándolo, y esa puerta afortunadamente es la que abrió Jin al entrar
a su habitación sin permiso y sin tocar.
—Taehyung—gruñó. Taehyung detuvo los besos esparcidos por el cuello de
Jungkook, dándose cuenta de que había dejado una marca y miró a su primo
que estaba parado en el marco de la puerta con una expresión para morirse—
. ¿Qué estás haciendo?

—Jungkook—llamó al menor suavemente, dándole un beso en la mejilla—,


vuelve a tu habitación.

Y el menor obedeció, no sin antes salir mostrándole la lengua a Jin.

Antes de que Taehyung pudiera replicar, Jin cerró la puerta una vez que
Jungkook salió de ella.

—Odio que entren a mi habitación sin mi permiso, ¿cuántas veces te lo he


dicho?—fulminó.

—Eso no me interesa—dijo, cruzándose de brazos—. ¿Tienes idea de lo que


acabas de hacer?

—No es de tu interés lo que haga o no.

—¿Acaso no ves que Jungkook solo tiene 9 años?

—Pronto tendrá 10.

—¿Y eso qué significa? ¿Qué podrás besarlo con más libertad y enseñarle
cosas que debería estar aprendiendo a los 12 o 13 años?—Taehyung apartó
la vista. Una parte de él estaba de acuerdo con Seok, pero otra no puede evitar
pensar que no le importaba y que seguiría haciendo lo que ha hecho hasta
ahora—Cuando menciaron que tenías otro tipo de afecto hacia Jungkook no
creí que sería este.

—¿Mencionaron?
—Tus padres no eran de guardar más secretos de los que ya guardaban.

Taehyung sabía perfectamente que estaba maly odia a aún más que Jin sea
el que se lo haga saber de una forma más evidente como si fuera un completo
idiota cuando se tratara de Jungkook.

—¿Sabes por qué te digo esto?—Taehyung negó, mirándolo fijamente—


Porque estás haciendo lo mismo que te hicieron a ti, y no creo que quieres
eso para Jungkook.

Un niño debía crecer en un medio social estable para desarrollarse con


normalidad entre los demás, debía relacionarse con los de su edad, ya sea
para jugar y otras cosas, pero debía hacerlo. Y Taehyung sin darse cuenta
estaba enseñándole cosas que no debería, porque lo quiera o no, Jungkook
ya empezó a reaccionar ante esos aprendizajes, o quizás podría ser parte de
otra hipótesis del rubio.

—Solo dale un poco de tiempo para él, déjalo jugar y conocer a sus amigos.
No te estoy ordenando nada, tú decides si hacerlo por su bien o no, pero te
aviso que si sigues tomando este camino, Jungkook podría terminar de la
misma forma que tú.

—¿Y de qué forma estoy yo?—Taehyung alzó su rostro, encontrándose con


los penetrantes ojos de su primo sobre él.

—No hace falta que te lo diga, solo necesitas ver tus manos para darte cuenta
toda la sangre que haz dejado correr sobre ellas.

Los días en la escuela se hacieron eternos para Jungkook, aunque lo bueno


es que había conseguido nuevos amigos, quitándole un nuevo peso de
encima. Sin embargo, no tenía a nadie con quien jugar videojuegos como lo
era Jimin o Hoseok, aveces era casi imposible no pensar en ellos y querer
volver a su otra escuela porque ni siquiera tuvo tiempo para despedirse de
ellos. Pero digamos que habían días en los que sus nuevos amigos
conseguían sacarle sonrisas y hacerlo olvidar de los viejos recuerdos.

Conoció a un chico llamado Baekhyun que resultó ser todo un charlatán con
tema de conversación para todo, también conoció a Minseok y Jongdae, una
pareja de niños que nunca se despegaba de la otra y tenían constantes peleas,
pero siempre estaba Kyungsoo para golpearlos y decirles que se callaran o
los mataría sin dudarlo.

—Ahí viene, no hablen—chilló Baehyung, sonriendo ampliamente mientras


le hacía señas a la parejita para que se callaran. Kyungsoo resopló hastiado.

—¿Qué sucede?—murmuró Jungkook, llamando la atención de Kyungsoo.

—Baekhyun está enamorado de un chico mayor que nosotros—le dijo, sin


mucho interés—. Se llama Chanyeol y es un idiota de orejas más grandes
que su cerebro. Es dos años mayor que nosotros.

—¿Chico?—Jungkook no lograba entender, él ni siquiera se había fijado en


una chica y menos en un chico, en sus pensamientos solo conocía el amor
por los videojuegos.

—Yo tampoco logro entenderlo—le murmuró—, pero al parecer Baekhyun


lo hace.

—Ya veo...

Quizás era su misma realidad, quizás Baekhyun y Chanyeol también se


daban besos como él y Taehyung, y es por eso que a Baekhyun le gustaba,
entonces podría decirse que a Jungkook también le gustaba Taehyung de esa
forma, o eso pensó.

—A mí me gusta Minseok—exclamó Jongdae, abrazando al niño por la


cintura hasta apretarlo y hacerlo enojar.
—Pues a mí no me gustas, prefiero morir antes que estar contigo—gruñó.

—¿Y a ti te gusta alguien, Jungkook?—le preguntó Jongdae, tratando de


evitar el notorio rechazo de su compañero y sentándose a su lado mientras
pasaba su brazo por sus hombros.

—No entiendo eso del gustar—dijo, bajando la vista.

—¿No has dado tu primer beso?—volvió a preguntar.

—Mmm... Creo que sí.

Jungkook no estaba muy seguro ni entendía al cien por ciento la situación.


Se había besado con Taehyung muchas veces, pero no quiso mencionárselo
a nadie, porque algo le decía que no era muy normal que hayas dado tu
primer beso con tu hermano y menos que lo sigan haciendo.

—¿¡De verdad!?—volvió a exclamar Jongdae, ganándose un golpe en la


cabeza por parte de Kyungsoo y una mirada reprochadora de Baekhyun,
indicándole que bajara la voz—¿Con quién?—susurró.

—Con una chica—mintió.

—Me dan asco las niñas—comentó Baekhyun—. Siempre están llorando.

—Cállate, tú también lo haces—recriminó Kyungsoo.

Y es así como fueron pasando los días, los meses y los años, dolorosamente
lentos para Taehyung y Jungkook. Los hermanos Kim a penas se dirigían la
palabra, rara vez el mayor se encargaba de darle una que otra caricia, y era
mucho mejor que siguiera de esa forma por un tiempo. Taehyung llegó a su
límite y sintió el apretón que todo humano siente al hacer algo incorrecto,
aunque él no estaba asesinando a nadie ni nada por el estilo, es incluso peor
que eso, después de su charla con SeokJin pudo abrir sus ojos más que de
costumbre y volver a sus alertas de que Jungkook solo era un niño en plana
etapa de desarrollo.

Ya no era un niño, sus cumpleaños iban y venían hasta que llegó el número
trece, el más tentador de todos. No tenía idea de que Jungkook había
reestablecido el contacto con sus viejos amigos de colegio, en especial con
el molesto chico llamado Jimin.

El resto no era de mucho interés, Namjoon resultó ser un niño bastante gentil
y educado, con un pequeño problema de obsesión hacia Jin, llamándolo su
princesa desde que entró a la casa e hicieron contacto visual. Un completo
espectáculo porque Seok no le gusta compartir su espacio personal con nadie,
pero al parecer el molesto niño había logrado la ruptura de este fácilmente.

Yoongi había fijado su vista en el bello trasero que cargaba el enemigo


mortal de su mejor amigo.

—¿De verdad querías matarlo? Es lindo—le sonrió, cargando los regalos


hacia un lado de la sala. Yoongi resopló—Estoy harto de esto ¿Por qué no
contrataste personas para el cumpleaños de ese mocoso?

—¿Por qué hacerlo si estás tú?—respondió—Es bueno que te fijes en él, yo


no lo quiero cerca de mi campo visual y de mi casa. Estoy esperando
ansiosamente el momento donde todos se vayan.

—Por lo menos ustedes no tienen a un molesto niño por detrás—entró Jin,


soltando humos por las orejas para sentarse en una silla de la cocina.

—Eres tan amargado. Creí que te agradaba—comentó Yoongi, ignorando su


malestar.

—Ningún niño lo hace.


—Estás enojado porque no puedes leerlo para nada—esta vez habló
Taehyung, tomando un vaso de bebida de sobra y darle un sorbo—. Deberías
sentirte encantado, yo estaría feliz si Jungkook lo hiciera conmigo.

—Todavía no puedo creer que hayas cumplido esa promesa tuya—Yoongi


soltó una carcajada—No creí que fueras capaz de pasar años sin tocar un solo
pelo.

—Es admirable—agregó Jin.

Jungkook era consciente de la distancia con su hermano en este último


tiempo, pero de alguna forma le hizo bien esa lejanía. Había olvidado que
tuvo, alguna vez, los labios de Taehyung sobre su lechosa piel y a pesar de
que su círculo amistoso estuviera al tanto de la vida sexual que les rodea, no
le afectó en lo absoluto, Jungkook seguía conservando su pureza al máximo.
Era cierto que sus amigos veían vídeos pornográficos y la mayoría tuvo uno
que otro encuentro sexual, pero ese no era su caso. Jungkook no tiene ni idea
de lo que era un vídeo porno ni mucho menos la masturbación.

Eso no prueba su interés en algunas chicas de su salón, tanto físico como


amoroso. Después de todo, es hombre.

No le molestó interrumpir su conversación para indicarles que fueran al


salón, con la excusa de que es su cumpleaños y deben atender a los invitados,
cuando en realidad solo quería mantener a Taehyung cerca de él.

—Tengo un anuncio que hacer—habló Jungkook, sentándose en uno de los


extremos de la larga mesa. Sus invitados se miraron entre sí para luego
mirarlo a él y esperar la ansiosa noticia—, aunque es más una noticia para
ustedes—miró a los tres esclavos de la casa, fijando su atención solo en
uno—. Quería anunciarlo de esta forma antes de que alguien más lo hiciera,
bueno, aquí va: Estoy saliendo con una chica.

Y eso logró destruir a Taehyung por completo.


——————————————————
«Por si las dudas»

{Taehyung: 23 años, cumple 24 en diciembre del mismo año}

{Jungkook: ya cumplió los 13 años}


Ten

—¿Estás bien?—el suave timbre de Seok lo hizo voltearse. Taehyung lo miró


y asintió lentamente, tratando de mostrarle un sonrisa—Sabes, puede que
tengas un gran control emocional, pero cuando se trata de Jungkook, no
puedes ocultarlo.

—No es cierto.

—Lo es—afirmó, sentándose a su lado—. Siempre creí que ese niño te hacía
mal, y lo sigo creyendo. Sin embargo, Jungkook tiene una capacidad
increíble de hacerte feliz y miserable.

—Siempre he sido feliz, Seok.

—No es verdad—volvió a afirmar. Taehyung frunció el ceño algo molesto


por lo dicho, más molesto aún por la tranquilidad reflejada en los ojos de su
primo—. Nunca sonreías de pequeño, ni cuando la tía...

—No hace falta que nombres a mi madre—interrumpió de golpe. Jin se


sorprendió y segundos después se lamentó por haberla nombrado. La mirada
dura de Taehyung se suavizó a medida que fue llenando su mente de palabras
serenas—Si es cierto lo que dices, nunca lo sentí así. Lorraine no podía
darme la felicidad aunque lo quisiera. Los débiles son débiles y solo retrasan
mi progreso.

—No haz cambiado en nada—bufó. Taehyung alzó sus cejas por su repentina
confesión, ladeando su rostro a un lado ante su obvio análisis. Jin lo observó
y volvió a bufar. ¿Acaso Taehyung podía ser más estúpido?—. Me refiero a
tu forma de ser.

—Soy el mismo sujeto que conociste hace dicisiete años, ¡y por qué no
habría de serlo!—exclamó, con un ligero ánimo desconocido—. Por otro
lado, tú sí has cambiado—Jin se sorprendió—. Pasaste de ser un niño
asustado a uno muy molesto y problemático.

—Lo dices como si fuera un problema—hizo una mueca.

—Bueno...—comenzó a decir, ganándose un codazo de Jin—. Está bien, está


bien, retiro lo dicho.

Jin suspiró.

—¿Qué piensas hacer?—Taehyung alzó las cejas, sorprendido—Me refiero


a Jungkook, ¿qué harás?

—No hay nada que hacer.

—¿Nada que hacer? ¿A qué te refieres?

—Me refiero a actuar, eso sería contraproducente—dijo, mirando hacia el


frente. El castaño siguió su mirada de cerca y se encontró con la enorme luna
frente a ellos—. Lo de Jungkook, no es necesario arreglarlo. Él no la ama,
solo basta con verlo y darse cuenta. Es por eso que mañana, cuando vuelva,
le pedirás que la invite a una cena con nosotros.

—¿Cuando vuelvas? ¿A dónde irás?

—Si quiero deshacerme de la niña, primero debo eliminar otro asunto—


Taehyung tomó aire—. Se abrió el caso de Rose, la criada.

—¿Bora?—Jin no lograba entender. ¿La señora tenía dos nombres?—Creí


que su nombra era Bora.
—En un momento también lo pensé—resopló—. Mis padres la conocieron
cuando se mudaron a Estados Unidos. Al ser la única con residencia coreana
igual a ellos, se formó un lazo de confianza. Su nombre coreano era Bora y
su nombre estadounidense era Rose.

—Ya entiendo, es por eso que confiaban en ella para cuidar a Jungkook—
murmuró para sí mismo. El castaño volvió a mirarlo con susto y
preocupación—. ¿Por qué se abrió el caso?

—Eso es lo que tengo que averiguar.

—¿A eso te referías con otro asunto?

—Para nada—confesó—. Lo de la criada es lo de menos. Me preocupé de


ser cuidadoso y si abrieron el caso es porque un familiar insistió. Pero, una
nueva persona insiste con volver a entrometerse en mi camino.

A la mañana siguiente, Jin despertó con un ligero dolor de cabeza, tal vez no
debió beber demasiado después de su conversación con Taehyung. Observó
su reloj de mesa, y suspiró; había dormido más de la cuenta, otra vez. Se
levantó rápidamente de su cama y salió de su habitación para ir a la cocina,
esperando ese delicioso desayuno de Taehyung cada mañana. Un desayuno
que hoy estaba ausente en esa gran mesa.

El reloj marcaba las doce y media de la tarde, y Yoongi ya estaba despierto


junto con su playera blanca y unos boxer negros. Para su buena suerte, esta
vez no estaba paseándose por toda la casa, más bien se mantenía sentado en
la mesa con tranquilidad. Jin se prometió no decirle nada al respecto con su
aspecto informal, solamente lo ignoró a él y a sus murmullos de emoción a
su celular.

—¿¡Puedes creerlo!?—exclamó. Yoongi sostuvo su iPhone con firmeza


mientras lo agitaba de emoción y su semblante irradiaba felicidad. Jin
inquirió un "¿qué cosa?". Aunque su interés en esa conversación era nulo.—
¡He ganado un concurso!
—¿Qué has ganado?—bostezó, acercándose al fregadero para llenar un vaso
con agua—¿Quizás un cerebro? ¿Una beca universitaria? ¿Una nueva casa
para irte?

—Me pregunto cómo Taehyung te soporta—Jin se encogió de hombros, ni


él mismo entendía aquello—. Como sea, no, me refería a que gané una caja
de artículos extranjeros. Ya sabes, comidas, chucherías, etcétera. ¡Ah y un
tinte para el cabello!

—¿Para qué quieres un tinte? Ya estás bastante feo.

—Tu trasero está bastante flácido y no digo nada.

—Eres un bastardo—gruñó.

—Es un tinte de tono verde claro, bastante lindo a mi parecer.

—Se te verá horrible—declaró, acercándose a él y tomando de su celular


para lanzarlo a uno de los sillones.

—Comienzas a joder desde muy temprano, ¿por qué no sigues durmiendo y


me dejas de molestar?—gruñó, levantándose y yendo en busca de su
teléfono.

—¿Dónde está Taehyung?—preguntó, ignorando lo dicho por el menor.


Yoongi se encogió de hombros mientras retomaba su asiento—¿No lo viste?
Se supone que no trabaja los fines de semana—él negó. Jin iba a seguir
preguntando, pero suponiendo el desinterés y poca inteligencia de Yoongi,
iba a ser muy difícil conseguir una respuesta.

—¿Sucede algo?
—Me preocupa lo que pueda hacer, ya sabes..., con todo esto de Jungkook y
su novia.

—Taehyung no hará nada estúpido—supuso, alborotando su cabello—.


Además, sería divertido ver la reacción de Jungkook.

—Tú si que eres idiota—suspiró—. Bueno, entonces comenzaré a hacer el


desayuno.

Jin no cocinaba al igual que Taehyung, pero podría decirse que estaban a la
par. Debido al trabajo de su padre, sobrevivir se volvió una obligación.
Aprendió a cocinar mirando la televisión, aunque a veces no resultaba como
se mostraba, exactamente. Intentó muchas veces e inventó gran parte de sus
comidas hasta que por fin consiguió hacer un arroz totalmente blanco y sin
quemaduras, y cuando sucedió, se tituló el maestro.

Pero no cocinaba muy amenudo. SeokJin era un ser libre que buscaba
explorar todo el mundo y probar distintas comidas de diferentes ciudades y
países. Por ende, sus días se resumían en constantes viajes y comidas
instantáneas. Sin embargo, Jin no juzga los fideos instantáneos, al contrario,
ese ha sido el mejor invento del hombre, a su parecer.

Exploró la cocina de Taehyung con impaciencia, preguntándose qué cosas


compraría al ir al mercado. Y le pareció gracioso abrir un mueble y
encontrarse con un sección llena de cosas instantáneas con un cartel que
decía "para Yoongi". Ante eso, comienza a inquietarse por la gran inutilidad
del menor.

En su gran búsqueda por el refrigerador, encontró frutas, las cuales se


volvieron en jugo. También había encontrado una receta de Hotcakes,
marcadas con un "favoritos de Jungkook" y claro, cómo no lo había pensado
antes.
Minutos después, el jugo natural y los Hotcakes, bañados en jarabe de
caramelo, ya estaban listos para comer, eso si Yoongi no se lo comía todo él
solo.

—Taehyung fue a ver a la tía Eugenia—Jungkook entró a la cocina entre


bostezos para luego sentarse al lado de Yoongi con una gran sonrisa en su
rostro y un apetito de otro mundo. Sacó un Hotcake y prácticamente se lo
tragó sin masticar—. Él me mandó un mensaje, por si les sorprende, par de
idiotas—dijo con la boca llena.

Jin palideció.

—No hables con la boca llena, es asqueroso—retó Yoongi.

—Cállate—siseó.

—¿La tía Eugenia?—murmuró Jin.

—Sí—tragó. Jungkook tomó el vaso entre sus manos y le dio un largo sorbo.

—¿Por qué Taehyung querría verse con esa mujer?—musitó para sí mismo
el castaño.

Jin nunca se entendió con esa mujer, y estaba seguro que nunca lo haría.
Taehyung, al igual que él, tampoco lo hacía. Siempre tuvieron malos
momentos y malentendidos en el pasado que reflejaron su odio. De hecho, el
rubio en más de una ocasión le dijo lo mucho que la odiaba y que sus deseos
de matarla no podían compararse ni con el mismo infierno.

Pero, mierda ¿Por qué le había dicho a Jungkook y no a él? ¿Qué es lo que
planeaba Taehyung para ir a verla? Nunca se llevaron bien y ella es la
principal fuente de deterioro en la familia Kim.
Pasaron años y todavía no era capaz de olvidarlo. Jin había creado
mecanismos de defensa por un largo tiempo y ahora se destruyeron uno por
uno al oír su nombre. El pasado era su condena principal y el odio de
escuchar el maldito nombre de la boca de Jungkook, dolía aun más. Y es que
esa maldita rata se parecía tanto al señor Kim que llegaba a dar asco. Su vista
tan tranquila, sus acciones tan inmaduras y sin sentido, y personalidad tan
falsa, le hacían enojar por sobremanera.

Y es por eso que no lograba entender porqué no tenía algo de decencia. ¿Por
qué nombra a esa mujer en su presencia? ¿Por qué vive sin conocer la
verdad? ¿Y por qué Taehyung le permite vivir de esa forma tan ignorante?

"...una nueva persona insiste con volver a entrometerse mi camino."

Taehyung a menudo da pistas y decíaba palabras que hacían parecer su


conocimiento sobre lo que pudiera suceder. No son suposiciones ni hipótesis,
simplemente se volvían tan reales que asustaba. Logró zafarse de la cárcel,
las persecuciones, etcétera. Había logrado el éxito, consiguió el cargo en una
empresa prestigiosa y un sueldo que celar, todo con ayuda de su gran don,
aunque Jin aseguraba que Taehyung enlazaba sus acciones con otras, una por
una, buscando de algún modo un nuevo engranaje.

Ahora la realidad era objetiva. Taehyung odiaba a su tía, pero si necesitaba


hablar con ella, debía ser parte de un conjunto de elementos para empezar
sus nuevas acciones.

Las órdenes de Taehyung son absolutas, dignas de alabanza y envidia, llenas


de poder y grandes cargas sobre ellas. Eso quiero decir una cosa: Taehyung
le dio una tarea y si no la consigue, nada bueno saldrá de eso.

Y no podía evitar sentir un hormigueo en su estómago.

—Jungkook—llamó Jin, sonriente, tomando asiento frente a él. El menor


alzó su rostro mientras no dejaba de masticar los Hotcakes—, ¿no quieres
invitar a tu novia para cenar?
El menor se tensó.

—P-p-pero...

Está titubeando de los nervios, sus ojos dejaron de prestarme atención y


evitan mi mirada a toda costa. Sus hombros parecen tensos y sus manos
parecen una pelea entre ellas. Sin duda, Taehyung no se equivocó.

—¿Hay algún problema?—Jungkook negó e ignoró la amplia sonrisa de su


primo frente a él. A su lado, estaba Yoongi, frunciendo el ceño porque no
lograba entender el nerviosismo del menor.

—Te da miedo porque no la ha besado, ¿verdad?—se burló Yoongi.


Jungkook iba a golpearlo después de terminar de tragar su comida y dejar de
arder en sus mejillas—¡No te preocupes por eso, Jungkookie!—animó,
dando ligeros golpes en su espalda. Y si Jin no pensaba que Yoongi no podía
ser más estúpido, ahora lo creía con más razón. Era un alivio no haber matado
a Jungkook de tos al ser golpeado mientras intentaba tragar lo más rápido
que podía—¡No es malo ser virgen!

—¡C-cállate!—siseó, apartando su brazo y cubriendo sus mejillas sonrojadas


con sus manos—¿¡Crees que no les he preguntando a mis compañeros de
esas cosas!? ¡Nadie quiere decirme como dar un beso! Dicen que soy solo
un niño...

—Pero si ya ha besado antes—le dijo.

—Idiota—comentó Jin—. Creo que Jungkook se refiere al no saber como


hacerlo. Aunque ya ha besado a Taehyung antes.

—Pero no es lo mismo...—se avergonzó.


Qué niño tan estúpido. Pero, bueno, Taehyung acertó con lo de su relación.

—¿Y quieres besarla?—le preguntó Yoongi. Jungkook asintió como


respuesta—Entonces, busca tutoriales.

—Jungkook, ¿te gusta la niña?

Jungkook no conocía el término gustar, pero si eso implicaba darle celos a


su hermano y hacerlo pagar por todos estos años ignorándolo y prohibiendo
sus mimos, entonces sí. Yoojung, su novia, no era en realidad su novia en sí,
simplemente eran mejores amigos.

Todo comenzó como un juego para darle a su hermano lo merecido, sin


embargo, nunca creyó tener que hacer todo un espectáculo. Había sido un
total estúpido porque su primo era un lector nato de personas y estaba seguro
de que lo sabía. Y genial, ahora tendrá que decirle a su mejor amiga que debe
venir a su casa y ahí será su fin. Yoojung le había dicho en todos los idiomas
que no funcionaría y era un cobarde por no hablar con su hermano como una
persona normal, a lo que Jungkook respondió con un "¡Él debe pagar por
ignorarme!".

—Sí...

—Mentiroso.

—¡Es la verdad!

—¿Estás tratando de engañarme con ese rostro tan inseguro y esa mirada tan
nerviosa?

Era su fin. Su plan maestro había terminado mucho antes de lo que comenzó.
Y ahora se sentía un gran idiota, incluso más que Yoongi.
—Te odio—abultó sus labios.

—¿¡Entonces no le gusta!?—gritó Yoongi, obteniendo un golpe de Jin en la


cabeza—¡Duele!

—Claro que no, idiota. Jungkook solo quiso darle celos a Taehyung.

—¿Entonces te gusta tu hermano?—volvió a preguntar.

—¡C-claro que no!—se ruborizó—Es solo que Taehyung comenzó a


ignorarme y no me gusta que lo haga.

Jin se sintió culpable.

—Suenas como si quisieras que te toque—confesó Yoongi. Jungkook se


estremeció, pensándolo bien.

—No conozco muy bien el sentimiento—dijo, soltando un largo suspiro—,


pero no me gusta que Taehyung me ignore. Supuse que así me tomaría más
en cuenta.

Jin se lamentó una y otra vez por haberle dado ese consejo a su primo, pero
no podía negar que no estaba sorprendido. Jungkook nunca buscó herirlo ni
nada, solamente quería el cariño de su hermano porque al fin y al cabo ellos
se tenían al uno con el otro. Y todo eso se debía a que Taehyung pasó
mimándolo y dedicándole caricias gran parte de su vida que, ahora, si no las
tenía, se sentía incompleto. En otras palabras, Taehyung no era el único que
dependía de Jungkook.

Taehyung sabía muy bien la mentira del azabache y Jungkook ahora no tenía
como traerlo de vuelta. Aunque, pensándolo bien, Jungkook es todavía ese
niño inocente que cree poder engañar a su hermano sin ayuda.
¿Qué pasaría si tiene esa ayuda a su lado?

—¿Entonces hiciste todo esto por la atención de Taehyung?—Jungkook


asintió. Jin se dio golpes mentales porque Yoongi no era el único estúpido
en esta casa.

—¡S-s-si lo dices así, suena a como si lo quisiera!

—Jungkook—Yoongi llevó una mano a su pecho—, eres un valiente. No


cualquiera puede engañar a Taehyung.

—¿De verdad?—el rostro del menor se iluminó.

—Te equivocas—habló el mayor rápidamente—. Taehyung ya lo sabe.

—¿Y cómo?—dijo Yoongi.

—No lo sé—resopló—, al parecer conoce muy bien a Jungkook.

—Estoy acabado—declaró el menor, dejándose caer sobre la mesa,


exageradamente—. Todos ustedes están invitados a mi funeral.

—Eres un exagerado—Jin levantó su rostro y sonrió—. De hecho, tengo una


idea para engañarlo un poco—Jungkook asintió al igual que Yoongi—, solo
no hagan estupideces, los dos—recalcó la última palabra, mirando a ambos.

—Te escuchamos—dijeron al unísono.

—Bien—sonrió de lado. Jin nunca había sido de planes contra Taehyung,


pero realmente obtendría un poco de diversión con todo esto. Además,
prácticamente le estaba haciendo un favor—, pero primero—miró a
Jungkook—necesitamos que tu amiguita venga para la cena.
La tarde avanzó con rapidez. Taehyung terminó la estúpida charla y ahora
controlaba su furia interna mientras conducía. Vaya sábado, su charla fue un
fracaso y ahora tendría que ver a la novia de su hermano, aunque una pequeña
parte de él cree firmemente en la mentira del menor, pero otra no. Incluso
trató de sonar seguro cuando se lo dijo a Jin, aún sabiendo que era solamente
una suposición.

Pero bueno, era obvio ¿no? Jungkook no miraría de esa forma a esa niña. No,
nunca. Lo sabía porque cuando tocaba al menor, los ojos del azabache eran
solo suyos, su vista era para él y el brillo que desprendían también. Si alguien
quería quitar esos detalles, debería superarlo y faltan mil años más para que
suceda.

Pero ¿Y si de verdad la quería? Mierda, Taehyung estaba enojado al cien y


no encuentra forma de solucionarlo porque el tráfico no parece ayudarlo
demasiado ni mucho menos esa señora lentísima al cruzar la calle.

—El gran idiota soy yo por escucharlo.

Condujo más rápido para llegar a casa. Y maldición, debió quedarse en el


auto dando vueltas por la ciudad porque no quería ver a todos sentados sobre
los sillones, viendo televisión y comiendo sushi con ella, con ella. Con esa
maldita niña que ni siquiera tenía los pechos grandes ni un trasero tan lindo
como el de su hermano.

Pero él era Kim Taehyung y eso le daba un punto a su favor.

—Hola, señorita...—saludó, ignorando a todos los presentes y


concentrándose en la chica frente a él. Taehyung sostenía su mano con
delicadeza y su sonrisa era cálida.

—Y-yoojung—terminó ella, sonrojándose aún más por el beso depositado


en su mano.
—Un gusto, señorita Yoojung. Soy Kim Taehyung, el hermano de su novio,
y déjeme decirle que es más bella en persona.

Jin frunció el ceño, Jungkook apretó los dientes y Yoongi sonrió. Los tres
habían hecho sus apuestas y Yoongi fue el único en acertar que Taehyung
haría lo posible para ganar.

—¿Y bien? ¿No me harán un espacio para comer con ustedes?—dijo con
ironía.

Si Jungkook había dicho que lo hizo porque lo extrañaba, ahora era una
completa mentira.

Taehyung lo observó con una sonrisa, y Jungkook se estremeció porque su


hermano lo miraba con sorna, riéndose de él. Pero no interesaba, porque él
era Kim Jungkook y podía jugar tan bien como él.
Eleven
Día 109
estoy recordando algunas cosas.

Taehyung no podía negar que la niña era algo linda. Cabello claro, unos ojos
soñadores, unas mejillas que le hacían parecer adorable y labios rojizos al
igual que las cerezas. Pero ella no es Jungkook. Su hermano le daba mil
patadas en el trasero. Sin embargo, ocultó ese pensamiento mientras se
acercaba a saludarla.

Jungkook estaba molesto con el mundo ni siquiera podía comprender ese


dolor en su pecho al verlo con su supuesta novia mientras lo ignoraba. Era
irritante, Taehyung llegaba a ser lo más molesto del mundo cuando quería y
él ya podía imaginárselo en pequeñas fotografías vagando por sus recuerdos.

Miró a Jin con preocupación y ambos se encontraron por un minuto de shock.


Porque sí, se suponía que Taehyung odiaba a todos los amigos de Jungkook,
o eso le había dicho. Entonces ¿En qué consiste todo ese maldito espectáculo
de ser gentil y tener buenos modales? Más bien ¿En qué piensa Taehyung?
¿Esto se volvió una guerra?

—¿Y bien? ¿No me harán un espacio para comer con ustedes?—se burló.

—¿Taehyung, qué tal si te sientas al lado de Yoojung?—rio Yoongi.

¿Razones por las cuales Yoongi era su mejor amigo? Pues esa era una de
ellas.

Taehyung sonrió y no tardó en sentarse a un lado de Yoojung, ignorando la


mueca de Jungkook por ser apartado y a Jin por ser ignorado.
—¿Dónde compraste el sushi, Seok?—preguntó, tomando uno al acercarse
a la pequeña mesa; pero Jin le golpeó la mano antes de hacerlo—¿Qué
sucede?

—No lo tomes con la mano, Taehyung. Es asqueroso—Y ahí estaban los


irritantes modales de su primo. El rubio ya comenzaba a preguntarse cuanto
tiempo faltaba para que lo mostrase—. Para eso están los palillos.

—Es imposible agarrarlos con esas mierdas—comentó Yoongi, ignorando lo


dicho por Jin y sacando uno con la mano.

—Entonces utiliza los servicios—frunció el ceño, pero Yoongi lo ignoró—


¡Al menos no dejes todo sucio al sacar uno!

—¡No tiene nada de malo! ¡No quiero comer con palillos!

—¡No grites, tenemos una invitada!

—¡Me importa una mierda!

—Cállense los d...

—Mh, disculpen, ¿puedo ir por un vaso de agua?—habló Yoojung,


interrumpiendo a los tres. Jungkook esbozó una sonrisa. Este era el momento
indicado para acompañarla y así darle celos a Taehyung.

—Yo te acompa...

—No hace falta, yo voy con ella—interrumpió Taehyung, incorporándose de


su asiento para acompañarla y mostrarle la cocina.
El resto se mantuvo con rostros sorprendidos, todos salvo Yoongi que su
sonrisa era inigualable. Mientras tanto, Jungkook estaba tratando de
mantener la calma y no armar un espectáculo cuando su show recién está
comenzando.

—Ya vuelvo—le dice a Jin, levantándose de su asiento.

—¿A dónde vas?

—A la cocina.

Yoongi frunció el ceño ante la loca idea de Jungkook. Estaba seguro que irá
a cometer una locura y todos sabían que nada bueno salía cuando Taehyung
está celoso; pero por alguna razón, Jin quería romper esa regla y ver arder el
mundo. Pensándolo bien, ese debería ser él. Después de todo, Yoongi quería
ver a todos en el infierno.

Por otro lado, Jin parecía sorprendido y algo aliviado. El plan no había
comenzado todavía y eso podría darles más ventaja de la situación, aunque
Jungkook esté actuando por mero instinto.

—¿Qué crees que haga?—preguntó Yoongi en cuanto el azabache


desapareció.

—¿Me ves cara de saberlo?

—Sí, por algo te lo estoy preguntando, maldito bastardo.

—Yo creo que hará una locura—finalizó, sirviéndose del sushi—. Haré
como que no escuché ese insulto, Yoongi. A Taehyung no le gusta que digas
garabatos.

—Tú también las dices—frunció el ceño.


—Pero yo soy mayor.

—Mayormente insolente.

—¿Qué tal si comes en silencio?—lo miró con el entrecejo fruncido.

—Ya no existe libertad de expresión en esta casa.

Taehyung mantenía un rostro sonriente mientras avanzaba hasta llegar a la


cocina, Yoojung lo siguió de cerca y mira con más atención sus definidas
facciones. El hermano de su mejor amigo era guapo, no podía negarlo, eso
explicaba el hecho de tener a un Jungkook tan enamorado de él, incluso si se
lo negase repetitivas veces.

En cuanto llegaron a la cocina, Taehyung buscó entre los muebles un vaso


para servirlo y entregárselo. La castaña estaba algo nerviosa y tembló cuando
recibió el vaso al encontrarse con esos largos y delgados dedos del rubio. A
pesar de su estúpida torpeza, agradeció y lo ingerió rápidamente.

Taehyung fue el primero en romper el silencio.

—Y dime, Yoojung, ¿cómo conociste a Jungkook?

—Somos mejores amigos. Nos conocemos desde hace siete meses.

—¿Te gusta mucho?

Jungkook era lindo ante los ojos de Yoojung, ella solo lo veía como un
grandísimo idiota e infantil. Era su mejor amigo y estaba al tanto de la
situación en la que la metió, y por ende decidió ayudarle y mezclarse en su
papel de falsa novia para engañar a su hermano.
—Sí—murmuró, bajando la vista hasta su vaso.

—Se nota que a él también le gustas mucho.

Ella también sabía que eso es imposible, su mejor amigo era un verdadero
idiota, el maldito siquiera conocía lo que era el amor o algo así. Jungkook
solo tenía tiempo para sus estudios y los malditos videojuegos.

—E-eso espero—murmuró, jugando con sus dedos.

Detrás de la puerta, Jungkook tenía el corazón a mil kilómetros por hora y


las piernas le temblaban mientras escuchaba la conversación. Soltó un
suspiro para relajarse y retomar la compostura, rogando por no caer en el
plan de su hermano.

—¿Te gustan los libros?—Yoojung alzó su rostro con sorpresa y asintió


después de un tiempo—¿Cuáles?

—No me gustan mucho las narraciones, pero me encanta todo lo que es


poesía.

—¿De verdad?—se sorprendió.

—Síp—sonrió ampliamente—¿Y a t... Usted?

—Puedes tutearme, no me molesta—Yoojung asintió lentamente—. Bueno,


antes no era muy fanático de los libros; sin embargo, a Jungkook siempre le
gustó que le leyera antes de ir a dormir. Supongo que desde ahí me empezó
a atraer el tema de la literatura.
El azabache sonrió inconscientemente detrás de la puerta con un corazón
latiendo deprisa. A su mente llegaron las cientas de veces en las que
Taehyung leía para él todo tipo de libros , al enterarse de que fue la causa de
su gusto por los mismos, lo hace aún más feliz.

El rubio siempre leía para él antes de dormir, o así fue hasta un tiempo.
Habían días en los cuales Taehyung no tenía permitido salir de su habitación
y él tenía que ir por su propia cuenta, pero a pesar de eso, siempre buscaron
alguna solución para terminar su rutina diaria.

—A Jungkook también le gustan los libros—afirmó la chica. Yoojung


terminó lo que restaba de su vaso y lo dejó sobre uno de los muebles—. Iré
a verlo, debe estar paranoico.

—Se nota que lo conoces bien—sonrió sin mostrar los dientes. Yoojung se
despidió con un movimiento de mano y se fue alejando del rubio, y mientras
la castaña se alejó, Taehyung frunció el ceño y apretó los puños.

Yoojung salió de la cocina y sonrió al sentir una respiración apresurada


detrás de su nuca, adivinando al culpable de aquella sensación.

—Eres un idiota—se burló, dándose la media vuelta. Yoojung mantenía su


sonrisa burlona y brazos cruzados sobre su pecho—. No puedo creer que seas
un gran inútil.

—Shhhhh, te va a escuchar—la arrastró a un lado junto a él.

—¿Por qué no simplemente entras y hablas con él?—rodó los ojos.

—Eso sería admitir una derrota.

—Hablé con él, y estoy segura de que no se traga nada de esto. Eres un
pésimo actor, Jungkook.
—¿Tú estás de mi lado o del enemigo?

—¿Enemigo? Él es tu hermano, gran idiota.

—Sigue siendo un enemigo.

—Como sea—resopló—, iré con los demás.

—¿Me dejarás solo en esto?—llevó una mano a su pecho, fingiendo dolor.

—Sí, lo haré. Tienes que aprender a enfrentar tus problemas o lo que sea que
quieras con tu hermano.

—Ya no eres mi mejor amiga—abultó los labios.

—Solo te estoy haciendo un favor—le sonrió, dándole suaves golpecitos en


un hombro—. Bueno, adiós.

—P-pero...—Jungkook deja caer sus honbros al verla alejarse.

Jin le había dicho que debía actuar de lo más acaramelado con su mejor
amiga, eso implicaba besos melosos y un par de caricias algo excesivas para
su gusto, pero se convertía en un gran problema si no eres gran admirador
del romance ni las muestras de afecto.

Sin embargo, su plan fracasó en un instante. Él ni siquiera sabía lo que era


besar o hacer cosas de pareja con alguien, y aunque intentó preguntárselo a
más de la mitad de la clase, todos le respondieron con un lo siento Jungkook,
eres demasiado pequeño para esas cosas. Una mierda, pensó él. Iba a
cumplir catorce años el año siguiente y no sabía nada de sexualidad, es por
eso que no lograría vencer a su hermano.
Con ese poco conocimiento y gran inutilidad, abrió la puerta de la cocina
para enfrentar al rubio y decirle lo mucho que lo detestaba. Jungkook estaba
seguro de sus palabras, pero todo pareció irse a la borda al ver a su hermano
mirándolo fijamente mientras esbozaba una sonrisa. Entonces, ahora lo
odiaba con mayor razón.

Jungkook detestaba que Taehyung hiciera eso todo el tiempo. Siempre que
discutían, Taehyung lo miraba fijamente a los ojos porque sabía los nervios
que provocaba en él. Era una especie de punto débil en el cual su hermano
tenía el arma perfecta para destrozarlo.

—Y-y-y-yo—titubeó. Taehyung se cruzó de brazos frente a él mientras


espera una respuesta. Y claro que Jungkook se la daría si no estuviese
controlando sus latidos—, y-yo...

—¿Tú...?—terminó él.

—Y-yo...—susurró—¡Te odio!

Taehyung parpadeó.

—¿Por qué?

¿Qué se supone que debe responder a eso? Ni siquiera está seguro de porqué
le dijo eso. Quizás Yoojung tenía razón y él si era el mayor idiota después
de Yoongi.

—Porque... ¡Porque si!

—¿Porque si?—frunció el ceño.


—¡Sí!

—¿Qué significa eso?

—Ehm...—llevó una mano a su mentón.

—Jungkook—murmuró. El menor alzó su rostro algo confundido—, yo...

—No—interrumpió, mirándolo fijamente—, no quiero escucharte, tú


escúchame a mí—Taehyung guardó silencio—. Yoojung no es mi novia real,
ni siquiera sé lo que significa ese término, pero no lo es. Hice eso porque
estaba cansado de que me ignoraras y creí que de esta forma llamaría tu
atención.

—Jungkook...

—No, déjame terminar—interrumpió—. Siempre me estás ignorando, desde


que somos pequeños, y no lo entiendo. ¿Crees que me haces daño? Pues me
duele más que te alejes de mí. Te necesito, eres la única familia que me queda
y, sin ti, estoy solo en esto. Tengo trece años, no cinco ni seis, soy bastante
mayor para cuidarme por mí mismo.

Taehyung bajó la vista.

—Gané el premio a mejor bailarín hace un año ¿dónde estabas? ¿Fuíste a


verme? ¡Hasta Jin fue a verme! ¿¡Dónde estabas tú!? Hace unos dos años
nadie se me acercaba y yo de verdad tenía miedo de no hacer amigos en esa
estúpida escuela ¡hasta Yoongi me aconsejó! ¡Yoongi! ¿y tú dónde estabas?
¿Ignorándome? ¿Llegando tarde del trabajo cuando en realidad no querías
recibirme en él?

—¿Quién te lo dijo?—frunció el ceño.


—No hizo falta, yo mismo fui a preguntarle a tu secretaria después de clases
y me dijo que tu ya te habías ido hace una hora. ¿Dónde estabas? Creí que
estabas en una reunión tan importante que no pudiste asistir a la mía. Dime
Taehyung, ¿dónde estuviste todo este tiempo? Porque yo no lo sé.
¿Cuál es tu afán de aparecer y desaparecer en mi vida?

El rubio suspiró, sin saber qué decir exactamente porque, lamentablemente,


todo era cierto.

—Bailaste hermoso esa vez—murmuró después de un tiempo. Jungkook se


sorprendió—. No quería que me vieras, pero sí asistí. También sabía que no
tenías muchos amigos, por ende llamé a tu profesora para confirmarlo y
cuando lo hizo le dije a Yoongi que te diera un consejo.

—¿Q-q-qué...?

—Jungkook siempre estuve ahí. Incluso cuando tu pensaras que no lo hacía,


yo estaba ahí.

—N-no entiendo nada.

Taehyung está sonriendo, guardando las lágrimas que buscan escaparse por
sus mejillas en su garganta. Su cuerpo se movió casi por instinto y juntó al
más pequeño con el suyo en un abrazo. Su brazo reclamó el cuerpo del
azabache y lo presionó contra su pecho, mezclando de ambas respiraciones.

Jungkook llevó sus manos a la camisa de su hermano y se aferró con


frustración. Mientras su agarre se hace aún más fuerte y los grandes brazos
de Taehyung lo sostienen, el menor lloró. Y cuando las lágrimas
descendieron por sus mejillas, sus manos exploraron la espalda del rubio y
formaron un nuevo agarre más desesperado.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez y Jungkook controló sus
deseos de querer desvanecerse al recordar cual fue. Estaban igual que ahora,
solo que el motivo es diferente. Aunque ahora también lloró por una pérdida,
pero es con una persona distinta. Sin embargo, al igual que en ese entonces,
su hermano lo alzó entre sus brazos y lo juntó con él. Lo abrazó con fuerza
y murmuró que todo estaría bien, y de alguna forma eso lo tranquilizó. No
es como si no lo supiera, pero le gustaba que Taehyung se lo recordara una
y otra vez.

Jungkook no recordaba los labios de Taehyung sobre los suyos en ese


entonces.

Sus ojos se expandieron como dos grandes esferas, sorprendido por no


recordar nada de lo que hacían hace un tiempo. Pero por alguna razón no
quería que Taehyung se alejara de sus labios, y es por eso que trató de seguir
el beso como lo recuerda, aferrándose a su cuello.

Le gustaba ese sentimiento, no sabía exactamente qué es pero le gustaba.

Taehyung lo devoró con desesperación. Su lengua se entrometió entre ambas


carnosidades y se perdió todo tipo de sentido común. Sus manos viajaron por
su pequeño cuerpo y lo delinearon a medida que se acercaba a sus cuervas y
Jungkook gimió en su boca como respuesta. Taehyung lo alzó aún más y lo
dejó sobre la mesa para dirigir sus manos a su trasero.

Estaba caliente, muy caliente, tan caliente que no logró comprender como no
pudo dejar de besarlo o de tocarlo. A su mente llegaron los recuerdos sobre
su hermano; pero los ignoró porque estaba cansado de fingir inocencia
cuando no la tenía.

—T-tae...

Jungkook deslizó sus pequeñas manos sobre el fornido pecho de Taehyung,


mantiendo sus ojos igual de cerrados como al comienzo del beso, y mientras
sintió su entrepierna quemarse, el rubio dejó castos besos en su cuello y
apretó su culo en cuanto el azabache volvió a soltar un suspiro.
—¡A-ah, Tae!

Taehyung ya comenzó a sentir su pene duro y trató de contenerse y no


arruinar el momento con sus movimientos morbosos; sin embargo, el menor
es el que siguió moviendo sus caderas de una forma torpe frente a él.

—Mierda Jungkook, no hagas eso.

—D-dijiste una mala palabra—susurró a penas.

—Y seguiré diciendo más si te sigues moviendo de esa forma.

—N-no sé que estoy h-haciendo—se avergonzó, apretando la camisa de


Taehyung.

—Creo...que tenemos que volver—murmuró en su oído. El rubio llevó


ambas manos a sus mejillas y dejó un rápido beso en sus labios—¿Vamos?

—S-sí...
Twelve

nota: narrador diferente.

Conocí a Taehyung en su cumpleaños número 6.

La señora Kim era encantadora. Tenía una sonrisa transparente y actitudes


que lo demostraban, todo lo contrario a mamá; por otro lado, el señor Kim
también lo era, pero pareciera como si guardara muchos secretos dentro de
él a los cuales temía.

Me invitaron a sentarme y ponerme cómodo mientras llegaba el resto de los


invitados; curiosamente, no había ningún otro niño, solo estaba la familia.
En cuanto llegó la abuela gritando, Taehyung bajó del segundo piso
corriendo por las escaleras para ir donde ella.

—¿Cómo va la lectura de tu nuevo libro?—le preguntó.

—Ya lo terminé—sonrió triunfante—¿Qué traes para mí hoy?

—Un nuevo libro.

Taehyung era algo alto y delgado, mucho más de lo normal, su cabello era
castaño y tenía una sonrisa rectangular bastante linda.

La abuela me miró y después lo miró a él.

—¿No saludarás a Jin?


Taehyung se giró hacia mí, al parecer no se había percatado de mi presencia.
Sus ojos me inspeccionaron de pies a cabeza y apareció una sonrisa en su
semblante que me causó escalofríos.

—Es hijo de tu tía...

—Eugenia—terminó él, acercándose a mí—. Son parecidos.

—¿Parecidos? Jin es más idéntico a su padre.

—No lo creo—negó—. Algo me dice que no.

Me asusté un poco de él.

—Hola, Jin—Taehyung pronunció mi nombre muy lentamente, marcando la


única sílaba correspondiente, como si me estuviera ordenando—. Mi nombre
es Taehyung y somos primos.

No volví a conversar con Taehyung el resto del día. Él prefería guardar


silencio en todo el transcurso de su cumpleaños, y yo entendía que no quería
jugar con alguien o solamente conmigo. Creo que no podríamos ser muy
buenos amigos después de todo; pero me tranquilizaba escuchar a mamá
decirme que Taehyung era un niño extraño y no tenía que preocuparme por
él.

Cuando oscureció, la mamá de Taehyung nos invitó a quedarnos por la


noche, una propuesta que fue rechazada por mi primo en un solo gesto de
ojos. A pesar de su rechazo, nos quedamos.

Una pésima idea y algo de lo cual me arrepiento.

A más de media noche, Taehyung me despertó y llevó un dedo a su boca en


cuanto abrí mis ojos. Él me dijo que guarde silencio y que lo acompañe a
jugar. Iba a decirle a mamá que iría con Taehyung a jugar, pero ella no estaba
a mí lado. Lo ignoré y fui con él.

—¿A dónde vamos?—murmuré, colocando mis zapatillas.

—¿Tus zapatillas son rosadas?—yo asentí—Papá dice que el rosado es de


maricas.

¿Maricas?

—¿Q-qué es eso? ¿Es malo?

—No, no lo escuches. Él habla pura mierda.

Taehyung ocupaba muchos términos que no entendía muy bien, pero no


importaba.

—A propósito—susurró, sonriéndome—, son lindas.

—¡Gra-!—Taehyung me tapó la boca.

—¡Shhh!—siseó—Nos van a encontrar.

Yo asentí ante su orden y lo seguí sin omitir ningún ruido, aunque fue
bastante difícil lograrlo debido al ruido que provocaba el suelo mientras
avanzabamos. Y en cuanto estábamos bajando las escaleras me percaté de
que Taehyung no traía pijama, si no que vestía la misma ropa. Iba a
preguntarle sobre eso, pero la situación no era muy oportuna y solo lograría
lo peor.

Cuando llegamos al primer piso, Taehyung me llevó hasta una habitación


que estaba cerrada con llave. Le pregunté el porqué y él respondió que su
padre no lo dejaba jugar ahí porque era su lugar de estudio, sin embargo la
abrió con un pedazo de alambre.

La habitación estaba vacía, pero las luces se encontraban encendidas; al


parecer, el señor Kim había estado ahí dentro hace muy poco.

—¿A qué vamos a jugar?—le pregunté mientras Taehyung volvía a cerrar la


puerta con llave—¿Por qué la vuelves a cerrar?

—Porque así nadie sospecha nada.

—Entonces...—susurré, ignorándolo—¿A qué vamos a jugar?

—A las escondidas—yo sonreí. Taehyung se acerco a mí y me mostró un


armario—. Tienes que esconderte ahí.

—Pero si me escondo ahí, tú ya sabrás donde estoy—bufé, cruzándome de


brazos.

—Este es un juego distinto, Jin—se acercó a mí, besando mi frente—. Por


favor, ¿no quieres jugar conmigo?

—Sí quiero—hice un puchero—, ¡pero me vas a encontrar!

—No te encontraré. Ya te dije que este juego es diferente.

—¿D-de qué trata?

—Yo contaré haste veinte mientras tú te escondes en el armario; cuando


termine, iré a esconderme contigo.
—¿Y quién nos encontrará?

—Nadie—soltó.

De alguna forma, volví a obedecerle. Taehyung se giró y, con su brazo sobre


sus ojos y su cuerpo paralelo a la pared, comenzó a contar hasta veinte. Yo
me escondí en el armario tal como dijo y lo esperé. Entonces, en el número
doce, Taehyung ya estaba conmigo en el armario.

—Dijiste hasta veinte—murmuré, frunciendo el ceño.

—Lo siento—se disculpó—. Ellos ya llegaron.

—¿Ellos?

—Sí.

El armario no estaba del todo cerrado, había una pequeña grieta que permitía
ver todo lo que estaba por detrás. Fue así como observamos entrar al señor
Kim y mi madre.

—¡Es mi mami!—exclamé, lo suficientemente bajo como para que solo


Taehyung y yo escucharamos—¿qué está haciendo mami aquí, Taehyung?

—Solo observa—Taehyung mantenía su vista al frente, muy concentrado.

Los segundos pasaron y solo llevaban conversando de cosas triviales; hasta


que el señor Kim le rodeó la cintura con sus brazos.

—Tápate los ojos—ordenó Taehyung.


—¿P-por qué?

—Porque no quiero que veas esto—Taehyung me miró y sonrió débilmente.


Me abrazó y me presionó contra su cuerpo mientras volvía a concentrarse en
lo que estaba frente a nosotros.

Hice lo que Taehyung me pidió, otra vez. Ahora todo era negro y solo podía
escuchar unos gritos extraños y palabras bastantes impropias. Taehyung me
murmuraba que no debía preocuparme por mamá, que ella estaba bien y
disfrutaba, por eso eran los gritos.

Creí que dejaría de chillar en unos segundos, pero no fue así. Mi cuerpo y el
de Taehyung se sobresaltaron en cuanto algo se estrelló contra el armario, y
cuando quise abrir mis ojos para comprobar lo que era, solo distinguí una
parte de la espalda desnuda del señor Kim debido a que Taehyung me obligó
a cerrar los ojos nuevamente.

Al cabo de un tiempo, Taehyung me abrazó con más fuerza, besó mi frente


como al inicio del juego y me susurró un perdón que no era muy claro entre
todos los gritos y suspiros de la habitación.

Escuché las teclas de un teléfono y el buzón de voz que por suerte solo
escuchábamos nosotros. Cuando le pregunté a quién estaba llamando, él me
dijo que a mi padre, y no me hizo falta preguntar el porqué, porque ya lo
sabía con claridad.

Algo me decía que lo hecho por mamá no era bueno.

Solo lloré mientras escuchaba lo que decían, no tenía intenciones de observar


nada más, al contrario de Taehyung que de seguro estaba viéndolo todo.

—Ya queda poco—musitó—Yo te aviso cuando puedas ver.

—E-está bien...—sollocé.
Y fue tal como Taehyung dijo. Ellos ya se habían ido cuando volví a mirar.
Salimos del armario con cuidado y sin palabras que decir, no hacían falta
después de todo. Toda la sala estaba desordenada, los papeles estaban en el
suelo, las sillas en distinta posición y había una prenda interior sobre el
escritorio.

—¿Q-qué es eso?—apunté.

—Algo asqueroso—bostezó—. Tranquilo, siempre lo deja cuando lo hacen.

—¿Siempre? T-tú y-ya viste.. ¿Esto?

—Sí—su rostro estaba serio, sin una muestra de dolor o preocupación,


simplemente estático y tan duro como una roca.

—¿Desde cuándo?—me asusté ante la respuesta que podría darme.

—Desde hace menos de un año.

Yo volví a llorar.

—¿Q-qué es lo que estaba haciendo mami? ¿q-qué pasará con mi papi?

—Mami cuelga de un hilo, pero estará bien; no necesitas preocuparte.

—¿Y papi...?

—Tu papi también estará bien, o eso espero.


—¿Esperas...?

—Lo siento, Jin—sonrió débilmente—. Lo siento, mucho.

Días después, mis padres se separaron. Me enteré por mi padre que había
recibido un buzón de voz de mi madre "gimiendo" por un número
desconocido, y por supuesto yo sabía de quien era ese número.

Estaba demasiado confuso, shockeado por un montón de pensamientos y


preguntas que solo Taehyung podría contestar. Sin embargo, no volví a saber
de Taehyung en un tiempo. Tenía entendido que nunca recibía a nadie y
estaba demasiado ocupado estudiando literatura y diferentes materias para
salir a jugar. El señor Kim también dijo que Taehyung no quería verme, pero
aún así pregunté por él y por su bienestar, y a pesar de que me haya dicho
que estaba perfectamente, yo sabía que no era así, solo logré verlo una vez
de casualidad y parecía haber perdido mucho peso.

Por otro lado, yo y mi madre no cruzábamos palabras desde que mi custodia


quedó en manos de mi padre por mi propia decisión.

—¿Te quedarás con tu padre, eh?—murmuró, quebrando el silencio del


almuerzo.

—Sí.

Ella miró mis zapatillas.

—¿Todavía tienes esas zapatillas rosadas?—frunció el ceño.

—Sí. ¿Por qué?

—Porque te hacen ver marica—se rió.


—¿Quién te dijo eso?

—Alguien—yo ya sabía quien le había dicho—. Ya en serio, deberías


quitártelas. Te compraré otras si quieres, una de las mejores.

—No las necesito—seguí comiendo e ignorándola.

—Jin, escucha, no sé que te haya dicho tu padre, pero te prometo que haré lo
posible para que te diviertas. Podemos ir al parque de diversiones, no lo sé,
¿qué opinas?

Mamá nunca estaba en la casa, siempre fuimos mi padre y yo, y no era capaz
de darme cuenta hasta esa noche en el armario donde la realidad es absoluta
y nadie puede hacer nada para cambiarla o camuflarla. No habían risas en mi
familia, simplemente peleas; pero nunca las vi, porque siempre pensé que
todo estaba bien hasta conocer a Taehyung. Mi familia estaba rota y yo era
el único que creía que no.

Taehyung fue el que me salvó de esa realidad.

—Señora Kim, ¿está Taehyung?—le dije en cuanto abrió la puerta. Ella


sonrió y besó mi mejilla.

—Cariño, Tae está ocupado con sus estudios, pero le preguntaré, ¿está
bien?—yo asentí—Ah, sí, pasa.

La casa estaba ordenada.

—¿Está de vacaciones?—le pregunté.

—Sí, tengo unos días libres.


Me pregunto si Taehyung le dijo la verdad.

—Iré por Taehyung—dijo antes de subir las escaleras.

Minutos después, Taehyung me pidió que subiera.

—Hola, Jin—sonrió de lado. Estaba girando en la silla con ruedas de su


escritorio. Taehyung estaba más delgado—. Creí que no te vería por acá,
¿todo bien? ¿Qué tal tu madre?—dijo sarcásticamente—Es un chiste, tú y yo
sabemos que me importa una mierda—fruncí el ceño—. Bueno, algo me dice
que tienes preguntas, muchas al parecer. Pero lamentablemente no puedo
responderlas.

—Las tengo y tendrás que responderme—exigí, sentándome en su cama.

—Mmmh, lo haré solamente porque me agradas. Anda, ataca con tus mejor
arma.

—¿Qué fue lo que vimos...?

—Eso se llama infidelidad, una pequeña aventura, como quieras llamarle,


me da igual.

—¿Hace cuánto hacen eso?

—Dos de mayo de mil novecientos noventa y ocho.

—Hace ocho meses—seguí yo—¿Cómo lo sabes?

—Es una fecha inolvidable. ¿Más preguntas? No tengo mucho tiempo.


—¿Por qué no querías verme? ¿Por qué estás tan delgado?

—No he salido de mi cuarto en seis meses. No tengo permitido ver a nadie


debido a mi concentración en los libros y he perdido peso debido a eso.

—¿Te gusta leer?

—¿A mí?—soltó una carcajada—Los odio. Cada maldito libro de la abuela


es aburrido y me dan ganas de vomitar.

—¿Y por qué los lees?—pregunté.

—Porque si no sería otro niño viviendo en una realidad estúpida llena de


juguetes y diversión—gruñó—, como tú.

—Y-ya entiendo—bajé la vista—. Una última pregunta.

—Ataca.

—¿C-cómo lo superaste?

Taehyung me miró con tristeza.

—No lo he superado—dice después de unos minutos—. Hay cosas que


nunca puedes superar.

—¿Y-y por qué me lo mostraste a mí?


—Porque veo potencial en ti, Jin. Estoy seguro de que todas estas respuestas
las sabías, pero tienes miedo, miedo de no querer salir de tu realidad, de tu
círculo, y eso no está bien. Sabes perfectamente lo que vimos y solo no
quisiste asumirlo por miedo, porque tu familia te dio a conocer algo que no
era y lo tragaste. No eres idiota, Jin. Desde el día que te vi pensé que eras
igual a ella, tragándote el mismo cuento que cree ella. Y si quieres ser
diferente, tienes que marcar la diferencia.

No dije nada.

—¿Sabes leer a las personas, Jin?—me preguntó. Yo negué rápidamente—


Pues yo creo que sí. Creo que sí sabes y lo haces seguido.

—Y... ¿Qué hago ahora, Tae?

—Lo que tú quieras. Te he mostrado un camino, tú decides si tomarlo o no.

Volví a callar.

—Si algún día te acuerdas de mí, ven a verme. Me gusta estar contigo.

—Y a mí contigo—sonreí—. Bueno, creo que es tiempo de irme. Mi vuelo


está por despegar.

—¿Te irás con tu padre?—me sorprendí.

—¿Cómo sabes?—reí.

—La abuela. Esa mujer habla mucho.

Le sonreí de nuevo y lo abracé antes de caminar a la salida.


—Ah, Taehyung—llamé. Él me miró sorprendido, esperando mi respuesta—
Oculta esos moretones y come mejor.

Taehyung abrió sus ojos como platos.

—Lo haces bien—soltó una carcajada—. Jin, disfruta el viaje.

—Cuídate. Vendré a verte seguido para que salgamos y te traeré cosas de


diferentes lugares.

—Algo me dice que estaré encerrado el resto de mi vida—murmuró para sí


mismo—. Solo preocúpate de venir a verme y sacarme de acá.

—Lo haré.

—¿Es una promesa?—me miró con una sonrisa.

—Es una promesa.

Tristemente, cuando llegué, Taehyung estaba lo suficientemente roto como


para recordar algo de nuestras conversaciones. Y él, lo único que me dijo, al
verlo con sangre en sus manos, fue un llegaste demasiado tarde, Jin.
Thirteen
No recuerdo cuándo
comencé a romperme

—Señor Kim, lamentamos haberlo llamado a estas alturas la mañana—


extendió su mano para saludarlo. Taehyung la miró dudoso, sin embargo la
estrechó después de un rato.

—No se preocupe, no estaba ocupado—sonrió—¿Ocurre algo, oficial? No


lo veo muy tranquilo.

—Pues, sí. No es que dudemos de usted ni nada por el estilo, pero


encontramos muestras de sangre en una de las prendas de la difunta señora
Rose—hizo una pausa—, y es suya—Taehyung asintió, comprensivamente,
fingiendo tranquilidad—¿Tiene algún lazo afectivo con ella?

—Sí, conocí a la señora Bora hace muchos años. Tenía lazos con mis padres
por el extranjero y después fue mi niñera, sin embargo se retiró debido a
malestares musculares ¿o me equivoco?

—Tiene razón—sonrió el oficial y resopló—. Nos gustaría hacerle unas


cuantas preguntas, claro, si no le molesta.

—Oh, por supuesto que no. Espero que sea rápido, tengo una cita con
alguien—le sonrió de vuelta, ocultando su molestia.

Taehyung estaba seguro de su precaución. Era imposible, técnicamente


hablando, hizo más de una revisión en el lugar y no dejó evidencias físicas.

La casa donde vivió cambió bastante desde aquél tiempo; la madera se


deterioró con el paso de los años al igual que todo su inmobiliario y las bellas
flores del patio delantero, ya no estaban, ni ella tampoco.
—¿Dónde estaba aquella noche?—preguntó, tomando su lápiz con firmeza
junto a su libreta desgastada. Taehyung alzó ambas cejas, es verdad, debía
responder todo con suma delicadeza.

—No le niego que vine, ya sabe, necesitaba entregarle el dinero. Al parecer


mis padres le habían entregado la paga del mes, pero querían aportar con
algunos gastos médicos debido a su salud. Y bueno, ese día salieron a una
cena y fui yo. —confesó.

No era una mentira, sus padres cenaron con Jungkook en un costoso


restaurante ese día, lo cual hacía mucho más fácil mentir.

—¿Notó algo extraño cuando la vio?—Taehyung fingió recordar algo,


aunque en realidad, no había mucho.

—Sí—el oficial alzó sus cejas, sorprendido—. Ese día, estaba más nerviosa
que lo usual. Sé evaluar muy bien a las personas y estoy seguro de que lo
estaba. Una de sus manos temblaba.

—Correcto—anotó todo lo dicho por el rubio. Una vez listo, lo miró con una
sonrisa—. Eso es todo, señor Kim. Gracias por su tiempo.

—No, gracias a usted por el suyo—sonrió de lado—. ¿Tendré que


presentarme en comisaría para seguir con el reporte?

—No, no se preocupe. Daremos por cerrado el caso—soltó una carcajada—


. No sé porqué un sujeto volvió a re-abrirlo, pero lo cerraremos por pérdida
de tiempo.

—¿Sujeto?—elevó ambas cejas, curioso.

—Sí. Fue una denuncia anónima.


—Ya veo...—susurró. Taehyung suspiró y pasó una mano por su cabello—
Bueno, si eso es todo, me iré.

—Correcto. Gracias por su tiempo, señor Kim.

—No, gracias a usted por el suyo. Si algo más llegara a pasar, no dude en
llamarme.

—Lo haré. Suerte.

Y con esto, una nueva pregunta estaba merodeando por su cabeza. Alguien
trató de culparlo.

—Esto se pone interesante—murmuró para sí mismo, caminando hacia su


auto.

Taehyung se levantó a media noche en busca de un vaso de agua, el día había


sido agotador, aunque no negaba que se divirtió bastante. Nunca pensó que
la supuesta novia de su hermanito, era su mejor amiga y vaya que una de las
mejores. Gracias a ella pudieron arreglar sus diferencias como tenía que ser
desde un principio.

En cuanto llegó a la cocina, vio a Jin sentado en el balcón que daba al patio
trasero.

—Veo que tu relación con él va mejorando—dijo el rubio para llamar su


atención. Seok se giró sorprendido, observando como Taehyung se
aproximaba hasta él y solo soltó un suspiro largo.

—Hola a ti también—saludó el castaño en cuanto Taehyung le hizo


compañía en el balcón. Jin frunció el ceño y prosiguió—. ¿A qué te refieres?
—A tu relación con Jungkook, tu primo—de alguna forma sonaba bastante
extraño de esa forma, al menos Jin nunca lo vio así.

—Él no es mi primo—corrigió rápidamente, seco.

—Jin, no lo culpes—murmuró—. Jungkook no tiene nada que ver con lo que


pasó.

—Él es la causa de todo lo que te ha sucedido—dijo de mala gana—. No sé


porqué te esfuerzas en creer lo contrario.

—Nadie obligó a mi padre a ser infiel, nadie, eso incluye a tu madre—


Taehyung esta vez buscó la mirada del castaño y revolvió sus cabellos
rubios, algo cansado. —. Jungkook no estaba cuando sucedió.

—¿Por qué lo defiendes tanto, Taehyung? Ese niño hizo que te pudrieras en
tu habitación muerto de hambre.

—Eso no es verdad—gruñó, mirándolo fijamente a los ojos.

—Taehyung, Jungkook siempre te hizo daño. ¡El idiota te culpó toda su vida
por abandonarlo cuando estabas pasando por temas legales!—Jin apretó los
dientes, devolviéndole la mirada dura y fija que Taehyung tenía puesta en
él—Para Jungkook todo siempre fue fácil, claro, su vida era una fantasía pero
él la creía ¿Y qué paso contigo? ¿Mientras Jungkook se quejaba de su
miserable vida tú tenías que huir? No me parece justo.

—La vida no es justa—aclaró—y no culpes a Jungkook, era solo un niño.

—Eso es porque siempre lo mimaste, le diste lo que quería incluso si eso te


metía en problemas, y mírate ahora.
—¿Y desde cuándo eso es un problema para ti?—frunció el ceño, irritado—
Vienes con el derecho de juzgar a Jungkook cuando tú sabías lo que me
pasaba y nunca dijiste nada—Jin guardó silencio y tragó duro—. ¿Crees que
soy idiota? ¿Crees que no sabía que tenías miedo? Porque es obvio que nunca
hablaste de ello por alguna razón.

Jin guardó silencio.

—Eres mi primo, Seok, y te respeto, pero mis límites están impuestos.


Jungkook es y será el primero, siempre—recordó, firme.

—Taehyung...

—No busco que lo entiendas, Jin, pero no sería quien soy ahora si no fuera
por él. Es difícil de explicar, ni yo mismo puedo hacerlo. Sin embargo, estoy
seguro de algo: Jungkook me hizo volver a la realidad cuando nadie estaba
ahí para mí.

—Yo...

—Si tienes miedo de su parecido, te equivocas. Jungkook no se parece a él,


lo he comprobado.

Taehyung fue el primero en irse, el castaño desvió la mirada entre tanto el


rubio se alejaba del balcón.

—Tae—llamó de golpe. Taehyung se detuvo—¿Qué harás ahora con él?

—Creo que eso es más que obvio—se limitó a decir.

—No cumplirás tu promesa—pareció una afirmación más que una pregunta.


Taehyung sonrió débilmente.
—Algunas promesas se hicieron para romperse—murmuró antes de irse.

Y por alguna razón, Jin sonrió.

Jungkook dormía profundamente para cuando Taehyung llegó a la


habitación, el azabache tenía su cuerpo aferrado a la almohada y era un caos
con las sábanas que lo cubrían. Sus cabellos negros estaban dispersos, su
boca ligeramente abierta con restos de saliva a un lado y estaba tan tranquilo
por primera vez.

La situación le trajo recuerdos, Taehyung siempre lo visitaba por las noches


cuando era niño porque era el único momento donde podían estar los dos sin
gritos, peleas o golpes de por medio y Jungkook lo recibía alegre, consciente
de su compañía a pesar de su corta edad.

El rubio se sentó a un lado de la cama y se quedó observándolo por algunos


minutos, su rostro sonrió y acarició sus cabellos con ternura, quedándose con
esa imagen pacífica de él antes de caer dormido.

El sábado llegó a su fin y ahora el gran desafío que enfrentaba la familia Kim
era este día. Al parecer nadie sabía que ambos amigos del azabache los
visitarían en el único día de descanso que tenían.

—¡Despierta! ¡Despierta!—gritó el azabache, saltando sobre la cama.


Taehyung agarró una almohada para cubrirse el rostro y sus oídos, irritado—
¡Ya es de mañana, Tae! ¡Deja de dormir!

—Jungkook, guarda silencio—murmuró contra la almohada. Jungkook


abultó sus labios, enojado, y se sentó en su espalda.

—¡Dije que despiertes!—se tiró sobre él, tratando de quitarle la almohada—


¡Tae!
—No, déjame dormir...—Taehyung agarró la almohada con más fuerza.

—¡Ya es tarde!

—¿De qué hablas? ¡Son las diez de la mañana!

Y la mañana transcurrió de esa forma, quizás peor.

—¡Cállense los dos!—Jin azotó la puerta contra la pared, furioso.

—Taehyung es el que está gritando—se defendió el menor.

—Es Jungkook—dijo el rubio.

—¿Por qué tanto drama...?—se incorporó Yoongi a la conversación,


bostezando y en calzoncillos. Jin lo miró mal y Taehyung le tapó los ojos a
su hermano.

—¡No veas eso!—le dijo rápidamente.

—No seas ridículo, Taehyung, ya pareces su madre—bufó Yoongi.

—Ponte algo de ropa. Nadie quiere verte—le dijo Jin. Taehyung agradeció
para sus adentros.

—Jungkook es un niño—agregó Taehyung, extrañamente enojado.

—¡No es cierto!—el azabache quitó las manos de su hermano sobre sus ojos,
frunciendo el ceño.
—¿Pueden explicar porqué gritan tanto?—preguntó hastiado Jin, cruzándose
de brazos.

—Es un domingo, traten de compadecerse—comentó Yoongi, sumándose a


la pregunta del castaño.

—Jungkook es el culpable—aclaró el rubio. Jin y Yoongi fulminaron al


menor.

—Vienen mis amigos—dijo, alegre y evitando las miradas enojadas de los


tres mayores.

—¿Qué amigos?—preguntó rápidamente Yoongi, sosteniendo esa mirada de


reproche.

—Nam y Jimin.

—¡Ni lo sueñes!—Jin gritó tan fuerte que incluso los vecinos podrían haberle
escuchado—¡No soporto a ese niño! ¡Está todo el día pegado a mí!

—No grites, amargado—rio Yoongi ante su reacción—. Bueno da igual,


mientras ninguno de ellos haga ruido por mí está bien.

—Jin. Haré tres reglas hoy—Taehyung hizo una pausa, observando a los tres
que no entendían a qué quería llegar repentinamente—y tendrán que
obedecer.

—¿Qué cosa?—preguntó Jin, extrañado.

—¿Y si no obedezco?—siguió Jungkook, abultando sus labios y frunciendo


el ceño.
—Si el pequeño no obedece, yo tampoco. Además estoy bastante mayor
como para...—habló Yoongi, antes de ser interrumpido.

—No me interesa—lo calló—. Primero, no tenía ni idea de esta visita y


hablaré contigo más tarde sobre esto—miró a Jungkook, observando como
el azabache lo miraba mal—, y si no obedeces, te castigaré ¿está claro?—el
pelinegro asintió de mala gana—. Segundo, no toleraré gritos ni nada por el
estilo; estoy cansado y necesito concentrarme para un proyecto de la empresa
porque—sostuvo la o hasta el final—yo mantengo esta casa, a diferencia de
ustedes dos—apuntó a los dos mayores—. Tercero, mi casa no es un
zoológico. El orden es esencial y si ninguno de ustedes lo mantiene, se van—
fulminó a los tres.

—Yo lo mantengo—se quejó Jin.

—Eso es mentira, dejas todo sucio cuando comes—atacó Yoongi.

—Yo también mantengo el orden—pucherió el menor.

—No es cierto. El viernes llegué del trabajo y no habías hecho ni tu cama—


contraatacó Taehyung al azabache—. Como sea, ninguno hace nada para
ayudar.

—¿Por qué nos dices todo eso?—preguntó Yoongi, bostezando.

—Porque últimamente llego cansado y si quieren privilegios, se los tienen


que ganar.

Jin aceptó de mala gana, Jungkook hizo caso omiso a sus palabras y Yoongi
no parecía muy interesado en la conversación; pero había algo de lo cual los
tres estaban completamente seguros: es malo cuando Taehyung se enoja.

Fue así como la mañana se basó en gritos, en peleas y momentos cursis.


Taehyung le dijo a su hermanito que debía bañarse porque si no, no iría a
jugar con sus amigos. Jungkook negó reiteradas veces con un me bañé hace
una semana.

—No es suficiente. Debes bañarte todos los días como los grandes—
Taehyung frunció el ceño en cuanto logró agarrarlo de la cintura y
posicionarlo entre sus piernas.

—Soy un niño—se excusó.

—Lo único que dices es que no lo eres ¿y ahora sí?—Jungkook lo fulminó


con la mirada.

—Es diferente—volvió a excusarse. Taehyung sonrió, encantado con los


gestos del azabache cuando hablaba o trataba de salvarse de la situación.

—¿Qué tal si te bañas conmigo?—el menor encarnó ambas cejas mientras


que Taehyung sonreía de oreja a oreja.

—¿B-b-b-bañarme contigo?

—Sí, ¿por qué no?

—Me da vergüenza—trató de ocultar su rostro entre sus manos. Taehyung


sonrió y quitó lo que le cubría para dejar un casto beso en sus labios.

—No es como si fuera la primera vez que lo haces—dijo, orgulloso.

—¿¡No!?

Después de estar así un rato, el momento decisivo llegó. Jungkook se bañó


con Taehyung y afortunadamente, nada malo pasó, principalmente porque el
menor gritó y gritó al ver que el agua salía desde arriba y eso podía ahogarlo.
Yoongi estaba recostado sobre su cama en calzoncillos cuando el timbre
sonó y un muy asustado, pero gracioso, Jin entró a su habitación para
ocultarse.

—¿Jin?—preguntó al verlo. Jin no lo escuchó, solo cerró la puerta demasiado


fuerte.

—¡Estamos en problemas!—le dijo, con un rostro bastante divertido. Yoongi


rodó los ojos ante su histeria—¡Yoongi, esto es real!—agregó más drama a
sus palabras. Jin evaluó a Yoongi otra vez, y en todo este rato no se había
vestido—¿Por qué no te has vestido? Vístete, das asco.

—Porque tenía un plan, a diferencia de ti que eres cobarde y vienes a


esconderte a mi habitación—evidenció. Jin hizo una mueca al darle la
razón—. Y este es mi cuarto, si quiero me masturbo y nadie puede decirme
nada.

—Qué repugnante—sintió asco ante su confesión.

—Por qué no mejor te vas a esconder a tu habitación y me dejas llevar mi


plan a cabo.

—¿Cómo sabes que me escondo?

—Es obvio que ese niño Namjoon te asusta. Eres bueno leyendo a los demás,
pero también eres demasiado fácil de predecir si se trata de ese niño.

—Él es extraño...

—No debe ser tan malo—se rió


—La vez pasada me dijo que era más lindo que las flores—se sonrojó al tan
solo recordarlo.

—¡Vaya, si hasta te sonrojaste!

—C-cállate...—perdió un poco de fuerza en su voz.

—No es tan malo como crees, solo que eres muy idiota y de seguro es la
primera persona que te mira y no lograste leer.

—¡E-es d-diferente!

Jin sabía exactamente que las palabras del ogro son ciertas. Namjoon era un
niño diferente, tenía cualidades que destacaban de otras y sus intenciones
eran bastante sanas para alguien de su edad. Era transparente, sin mucho
historial pasado y bastante futuro.

Cuando el timbre dejó de sonar, indicando que alguien habría abierto la


puerta principal, Jin se sobresaltó con los fuertes murmullos que se
escucharon después. Ni siquiera sabía porqué estaba tan nervioso, pero si
alguien que nunca en tu vida has visto te dice que eres el amor de su vida y
quiere casarse contigo, eso ya es raro, por lo tanto es una justificación válida
para su intranquilidad.

Yoongi lo vio tenso desde la cama y se burló para sus adentros.


Probablemente lo molestaría después.

El castaño observó el tinte verdoso en una repisa justo al pálido cuerpo de su


compañero de hogar.

—¿Jin, podrías teñirme el pelo hoy?—preguntó Yoongi, Jin se sorprendió al


principio pero asintió.
—Supongo.

—Bien y...—Yoongi se cruzó de brazos—¿Hasta cuándo planeas quedarte


aquí? Me tengo que vestir—recordó.

—¡Está bien!—Yoongi se exaltó por el repentino grito, pero luego lo ignoró


al ver que Jin no era bueno lidiando con algunas cosas como la vergüenza—
Me iré, pero te advierto que si muero allá afuera, tú te vienes conmigo,
imbécil.

—Es solo un niño, no un psicópata.

—Eso dices tú.

—Estás exagerando.

—¡Es la verdad!

—¿Hace cuánto que no tienes sexo? Suenas como un maldito virgen. Te


aviso que es un niño y tú un adulto.

—Nunca he tenido...sexo—respondió, cabizbajo. Yoongi encarnó las cejas,


confundido. Eso explicaba muchas cosas, empezando por su falta de
comunicación al repentino nerviosismo en un coqueteo.

Iba a responderle algo, quizás hasta darle un consejo, pero Jin salió de la
habitación tan rápido que ni tuvo tiempo para suspirar.

Seok corría sin pulmón por los pasillos de la casa, bajando las escaleras tan
rápido que llegó a pensar cómo no se cayó en el trayecto. Era comprensible,
después de todo, acaba de revelar su secreto al más molesto de toda la casa.
Llegó a pensar que la vida lo odiaba; primero, estaba siendo un verdadero
idiota por correr porque afirmó su realidad con más fundamentos; segundo,
al llegar al primero piso, chocó con alguien; tercero, ese alguien era ese
maldito niño psicópata.

—Oh, eres mi princesa—exclamó con felicidad desconocida al verlo.

Jin se paralizó.

—¿Estás bien?—Jin tragó toda la saliva que tenía. Los ojos de Namjoon eran
como camas elásticas donde no podías mantenerte quieto, esos mismos ojos
lo miran con atención y recorrían todo su cuerpo, haciéndolo estremecer—
¿Te encuentras bien, princesa?

—No me llames así...—trató de sonar seguro y sereno, pero falló en el


intento.

Namjoon tenía los cabellos de un tono café oscuro y su altura no era un pro
para Jin, solo eran unos cuantos centímetros de diferencia porque ya estaba
casi por alcanzarlo y superarlo.

—¿Estás seguro?—Namjoon llevó una de sus manos a sus mejillas, sintiendo


el calor contra la palma de su mano. Jin guardó silencio, su cara enrojeció y
ahora es cuando deseaba ser tragado por la tierra—Estás caliente.

—S-s-sí, digo, estoy bien, no caliente—afirmó. No debería sentirse nervioso,


pero Namjoon se lo dejaba bastante difícil.

—¿Namjoon?

Un pequeño niño de cabellos anaranjados y mirada curiosa, interrumpió la


incómoda conversación con el menor. Aunque Jin estuviera agradecido,
también se lamentaba por no haber cortado aquella conversación por sí solo.
—Jin, ¿por qué haces tanto ruido?—bostezó Yoongi con ambos brazos
estirados y cesando su caminar al ver a dos personas más junto a su
compañero.

Todo esto es culpa de Taehyung, pensó Seokjin.


Fourteen

—Creí que te vestirías—Jin agradeció para sus adentros cuando su voz sonó
segura y tranquila—¿Qué haces sin polera?

—Ah, estaba por ir a buscar una a la secadora—sonrió, ignorando el hecho


de estar sin una prenda superior y a los dos niños frente a él. Jin tosió,
indicándole que no estaban solos. Yoongi frunció el ceño, irritado. Él
esperaba encontrarse con el tierno niño de cabellos naranjas, pero no con
alguno más—¿Y ustedes?

Jimin se estremeció.

—Yo vine por Namjoon...—respondió al instante mientras miraba a su


amigo, nervioso.

—Yo me encontré con mi princesa—dijo seguro.

—¿Princesa?

—Sí, ella es...

—Yo no soy ella—Jin frunció el ceño, cruzándose de brazos.

—¿Ah no?—Namjoon llevo su diestra a su mentón, algo extrañado. Jin de


verdad parecía ella.

—Soy un hombre.
—Eso es lo que dices tú—respondió Yoongi. El pequeño de cabellos
anaranjados sonrió ante el comentario, y claro que el castaño lo había visto
en el momento justo, provocándole una sonrisa.

—Eso es lo que dice mi aparato reproductor, bastardo.

—¡Jimin y Nam!

Jungkook corrió hasta llegar donde sus amigos y abrazarlos. Tenía una toalla
cayendo por ambos hombros mientras que sus cabellos negros estaban
mojados.

—¡Kookie!—gritó Jimin al verlo, correspondiendo el abrazo.

—¿Dónde estabas?—siguió Namjoon igual de alegre.

—Bañándome—respondió serio.

—Ya veo...—respondieron al unísono.

El azabache se giró, observando a los dos restantes: —¿Qué hacen aquí y por
qué Yoongi sigue desnudo?

—Yo ya me iba—dijo, Jin, dándose la vuelta.

—¡Adiós princesa!—dijo Namjoon antes de perderlo de vista. El nombrado


chasqueó la lengua al escucharlo, sin embargo siguió caminando.

—Yo estaba buscando a Jin, y...—alargó la última sílaba—ya me voy—dijo


por último.
JungKook quedó frente a sus dos amigos, algo sorprendido e incómodo por
la reciente escena. Jimin y Namjoon se encogieron de hombros, restándole
importancia al asunto.

—¿Qué tal si subimos a mi habitación?—les preguntó. Los dos adolescentes


asintieron y lo siguieron.

Para la suerte de Jungkook, su habitación estaba en perfecto estado, si no


fuera porque Taehyung le ordenó asearla antes que llegaran sus amigos.

Mientras subían por las escaleras hasta llegar al segundo piso y


próximamente la habitación del azabache, observaron las distintas
fotografías colgadas en la pared, donde curiosamente no existía un Taehyung
en ellas. Jimin miró a Nam por delante, provocando que este se voltease al
verlo. En cuanto Namjoon estaba lo suficientemente concentrado en él, Jimin
miró los cuadros disimuladamente para hacer que los mirase.

—No hay fotos de Taehyung—dijo Jungkook aún de espaldas. Jimin, al igual


que Namjoon, se sorprendió por el repentino comentario de su amigo—. No
preguntes porqué, ni yo lo sé.

—Está bien...—susurró el de cabellos anaranjados mientras seguía subiendo


las escaleras hasta llegar a la habitación del menor.

Namjoon no estaba muy atento a su conversación, miró la hermosa fotografía


de un Jin sonriente cuando niño y no sabía porqué su corazón latía cada vez
más rápido. No era una chica, pero el apodo de princesa no se debía
precisamente al sexo femenino, simplemente lo veía como una y como su
princesa.

Jungkook siempre fue fanático de los videojuegos, las figuras de acción,


comics, manga, etcétera. Toda su habitación reflejaba sus gustos en todo
punto de vista y fue una sorpresa para los dos adolescentes restantes que
creían esa etapa ya superada.
—¿Por qué me miran de esa forma?—preguntó el azabache al notar ambas
caras de sorpresa una vez que entraron a la habitación.

—Es solo que...—comenzó a decir Jimin.

—Me esperaba algo más, no sé, creí que habías dejado esta etapa hace tres
años—finalizó Namjoon, ayudándolo.

—¿Esta etapa?—inquirió Jungkook. Jimin no sabía como explicarle lo


diferente que eran ambos mundos. Jungkook era un niño, a pesar de sus trece
años seguía siéndolo, y le ha costado un mundo dejar esos gustos que tenía
desde los seis años—No los entiendo.

—Escucha Jungkook, se supone que ya eres adolescente, deberías hacer otras


cosas...—resopló Namjoon, sentándose sobre la cama de su amigo. Por otro
lado, Jimin inspeccionó cada figura de acción en la repisa del azabache
mientras escuchaba la conversación—Ya sabes, no sé, quizás tener algún
gusto en mujeres. ¿No tienes revistas?

—No...—frunció el ceño. ¿Por qué tendría algo así?

—Hasta yo las tengo—comentó Jimin.

—¿No te llama la atención ninguna niña de la clase?—preguntó Namjoon.


Jungkook negó rápidamente. Él estaba seguro que aparte de Yoojung, no
existían más niñas, además tampoco sabía si podría contarla como una
porque ella lo golpeaba y es más brusca que cualquier otro niño—¿Qué tal
Yoojung? Tiene un buen lugar en el ranking del curso.

—¿¡Qué!? ¡No! Yoojung es mi amiga, no la veo como mi novia.


—Quizás no le gustan las niñas—dijo de repente Jimin, sentándose a un lado
de Namjoon con una figura de acción del anime tokyo ghoul. Jungkook se
tensó.

—¿De verdad?—preguntó mirando a Jimin, sorprendido. Namjoon llevó una


de sus manos a su barbilla y, ahora que lo pensaba, podría ser una
posibilidad—¿Jungkook, te gustan los hombres?

Jungkook tragó duro, algo asustado.

—¡No se lo preguntes tan así, idiota!—retó Jimin.

—Solo estoy tratando de ayudarlo—se justificó.

—Lo haces sonar como si fuera un delito. Jungkook, no le creas nada.


Namjoon se refiere a que si tus gustos van por otros lados, lo cual no es malo,
yo también me siento así a veces.

—¿A-así como?—cuestionó el azabache.

—Bueno...—comenzó a decir Jimin—, ya sabes, ¿nunca sentiste que un


hombre te hace sentir nervioso o que tienes ganas de besarlo de la nada?

Jungkook volvió a tragar duro. Sí, lo había sentido muchas veces. Siempre
que estaba con Taehyung se sentía nervioso de la nada o que tenía deseos de
besarlo o abrazarlo.

El azabache abrió su boca para responder, sin embargo, justo cuando iba a
aclarar todas sus dudas, alguien había tocado la puerta.

—Jungkook, ¿puedo pasar?—su voz era gruesa y rasposa, se notaba


tranquila y quizás eso lo salvó de su aclaración de sentimientos. El azabache
abrió la puerta no sin antes susurrarle a sus amigos que no tocaran el tema
estando con Taehyung y ellos asintieron.

—S-sí, enseguida abro la puerta.

Taehyung intentó abrirla porque, sinceramente, no tenía ni deseos de


preguntar si podía o no, pero estaba cerrada con seguro, y bueno, siquiera
quería pensar en lo que ese niño de cabellos naranjas podía hacerle a su bebé.

Cuando lo vio, Jungkook tenía el cabello revuelto y parecía más tenso de lo


normal. Lo miró con una sonrisa, aunque en el fondo al único que observaba
era a Jimin y su horrible rostro.

—Les traje bocadillos—sonrió, haciéndolo a un lado para dejar la bandeja


sobre el escritorio.

—No tenías porqué hacerlo—y ahí estaban los nervios de estar con
Taehyung. El azabache rogaba para que los demás no lo descubrieran.

—Bueno, eres mi bebé ¿No?—volvió a sonreírle, acercándose a él.

Jungkook retrocedió y tragó duro. No puede ser, no ahora, pensó. Estaba


seguro de que Taehyung lo besaría y lo que menos necesitaba era otra escena
llena de preguntas curiosas sobre su relación con su hermano.

Taehyung se interesó en la presencia de alguien más en la habitación, para él


solo existía Jungkook y es por eso que se acercó a él y frunció el ceño cuando
el menor se alejó, pero de igual forma logró capturar su cintura y acercarlo a
él para dejar un dulce beso en sus labios.

—Ya me voy—dijo una vez que se separó. Acto seguido, salió de la


habitación con una sonrisa triunfante en su semblante, dejando a Jungkook
sorprendido y con dos amigos más o igual de atónitos que él.
—Jungkook...—murmuró Jimin, mirándolo de pies a cabeza—¿Estás con tu
hermano? ¿Qué mierda fue eso?

—¿Qué? ¡No! Solo...—bajó la vista, jugando con sus dedos. Aunque quisiera
explicarlo, ni él mismo sabía qué eran.

—¿Entonces te gusta?—preguntó Namjoon, restándole importancia al


asunto. Jungkook guardó silencio.

—Namjoon, Jungkook siquiera ha visto una pornografía y le preguntas si le


gusta. Quizás ni él sabe—recordó Jimin, dándole un codazo a su amigo.

—No es tan trágico como él piensa, quizás tiene miedo de decirnos la verdad
porque cree que es malo.

—A ver, Jungkook, ¿Taehyung te ha besado más veces sin contar esta?—el


azabache asintió, dudoso—¿Y tú querías?—Jungkook asintió después de un
rato—Entonces te gusta.

—No entiendo—les dijo a ambos, notoriamente confundido.

—Si te besas con una persona es porque sientes algo por ella—agregó
Namjoon, sonriéndole de oreja a oreja—. Yo siento eso por mi princesa.

—Se llama Jin, idiota—le dijo Jimin que segundos después resopló y miró
al azabache—. Volviendo al tema, Jungkook, generalmente las relaciones de
hermanos son juzgadas, pero ya estamos en pleno siglo veintiuno, ya nadie
juzga a nada ni nadie.

—¿Entonces me gusta?
—Yo creo que sí—dijo Jimin—. ¿Tu corazón late rápido estando con él?

—¡Sí! ¡Muchas veces!

—Entonces te gusta—finalizó Namjoon—. ¿Eres el que recibe o entrega?

—¡No le preguntes eso!

—¡Pero si estoy tratando de ayudarlo!

—¡Jungkook no es así!

—Creo que soy el que recibe...—murmuró, sin saber muy bien el significado.
Jimin y Namjoon se miraron entre ellos y llegaron a la conclusión de que
Jungkook no era tan sano como se veía.

—¿Ya se lo chupaste?—preguntó Namjoon.

—¡Eres un idiota!—Jimin le golpeó la cabeza sin mucha fuerza.

—¡No me golpees!

—No puedes preguntarle eso así como así—regañó, cruzándose de brazos y


soltando un suspiro—. Jungkook es un niño, no es como nosotros.

—¿Y bueno, como quieres que se lo pregunte? Es la única forma en la que


puedo preguntar.

—Así, observa—Jimin miró a Jungkook que estaba de pie frente a ellos con
una mirada incómoda—¿Jungkook, Taehyung ya te hizo algo sucio? Ya
sabes. ¿Algo más que besos?
Jungkook no recuerda muchas veces en la que sucedieron cosas así, pero
estaba seguro que fue en más de una ocasión.

—Por ejemplo, te tocó... ¿Ahí abajo?—dudó al preguntar. Jungkook negó.

—No que yo recuerde.

—¿Y tú se lo tocaste?—volvió a dudar, perdiendo fuerza en su voz.

—No..., aunque a veces quiero hacerlo.

Jimin abrió sus ojos lo más que pudo ante su confesión. Namjoon, por su
parte, estaba dudando de conocer a sus amigos, quizás Jimin ya no era virgen
por ambos lados y él no tenía ni idea. Realmente todo era tan confuso.

—¿Y que te impide hacerlo?—le preguntó Namjoon, ocultando su sorpresa.

—¿A qué te refieres?—frunció el ceño.

—¿Por qué no lo has hecho?

—P-porque no sé hacerlo...

—Es simple—esta vez habló Jimin—. Solo lo tomas con ambas manos, lo
lames y lo chupas como si fuera una bombilla. No debe ser tan difícil.

—¿Y tú cómo sabes eso?—exclamó Namjoon, mirándolo atentamente.

—Vi vídeos.
—¿No que eras heterosexual?—volvió a preguntar.

—¡Pero a veces tengo mis dudas!

Jungkook se quedó pensando mientras sus dos amigos discutían, digiriendo


toda la información que dudaba conocer. Era incómodo, bastante a su parecer
tocar este tema, de alguna forma también sentía vergüenza y prefirió dar la
conversación por terminada con su silencio.

Mientras tanto, Jin estaba sentado en la mesa de la sala principal,


preguntándose porqué esos niños seguían en su casa si ya estaba por
anochecer y peor, porqué Namjoon está sentado frente a él, mirándolo de
pies a cabeza con ojos de un violador.

—Si sigues mirándome, te arrancaré ambos ojos—amenazó el castaño.

—Solo estoy esperando la cena.

—Puedes engañar a todos en esta sala menos a mí, niño.

Jimin rio al ver la escena desde el otro lado de la cocina, fue una muy buena
idea ayudar a Taehyung y Jin a cocinar, a pesar de que el segundo ya terminó
su parte.

—¿Ya los lavaste?—Jimin asintió, entregándole los tomates que había


lavado. Taehyung agradeció al recibirlos y llamó a Yoongi que estaba
recostado sobre el sillón—Yoongi, ¿Por qué no vienes y haces algo
productivo?

El ahora teñido de un verde menta se levantó a regañadientes y se acercó


donde Taehyung y Jimin con un rostro enojado.
—Jimin tiene que cortar las verduras. ¿Qué tal si lo ayudas?—sonrió el
rubio—Yo iré a buscar a Jungkook—Jimin se asustó. Mala idea.

—¿Y si yo voy a buscar a Jungkook?—solucionó Yoongi, fingiendo una


sonrisa. Taehyung rodó los ojos—No sé cortar verduras, me duelen las
manos cuando lo hago.

—Hm... Si quieren yo puedo hacerlas todas, no me molesta—dijo Jimin.

—No, deja que Yoongi te ayude.

El nombrado bufó y, una vez que Taehyung desapareció de la cocina, se


acercó a Jimin, viendo una herida en su meñique.

—¿Necesitas un parche?—le preguntó. El anaranjado negó—Como quieras.

Yoongi odiaba las verduras con su vida, no comerlas si no cocinarlas.


Millones de veces había intentado cortarlas y siempre salía herido en el
intento. Sin embargo, ahora solo estaba viendo como a Jimin se le dificulta
la acción por la herida en uno de sus dedos y a pesar de querer ignorarlo, se
acercó a él sin saber exactamente porqué y sostuvo ambas manos,
ayudándolo.

—Tienes que hacerlo así o tu dedo dolerá más. —explicó suavemente.

Taehyung le dijo muchas veces como hacerlo para no lastimarse, gracias a


todas esas veces en la que se lastimó, aprendió a no hacerlo más. Y ahora
estaba sobre el cuerpo del menor, sosteniendo ambas manos y ayudándolo a
terminar su parte.

Jimin estaba sonriendo y rio a veces, tratando de romper la incómoda y tensa


atmósfera, sorprendiéndose aún más cuando Yoongi soltó una risa silenciosa
por verlo.
Jin frunció el ceño.

—¿Por qué esos no podemos ser tú y yo?—preguntó Namjoon, mirándolo


risueño.

—Ni lo sueñes, niño. Soy mayor que tú por mucho así que olvídame. Búscate
a una niña de tu edad.

—Algún día creceré—se quejó.

—Cuando crezcas yo seré un anciano.

—Entonces tenemos que aprovechar el momento—sonrió.

—No te rindes, ¿eh?

Taehyung entró a la habitación de Jungkook sin permiso, encontrando algo


que nunca esperó ver.

Jungkook está viendo un vídeo porno, y no precisamente heterosexual.

—¿Qué estás viendo, conejito?—susurró en su oído, sobresaltándolo.

—¿¡Qué estás haciendo!? ¡No entres sin mi permiso?—titubeó. Jungkook


cubrió la pantalla rápidamente, sus movimientos torpes no eran suficientes
para ocultar lo que estaba viendo y lo que Taehyung se apresuró en descubrir
una vez se encontró cerca.

—¿Estabas viendo un vídeo porno, eh?—sonrió de lado.


—¡N-no!

—¿No? ¿Entonces qué estás viendo, conejito?

El azabache mordió su labio en búsqueda de una respuesta que fuera lógica,


pero nada se le venía a la mente y lo único que podía hacer ahora era asumir
la humillación y el castigo por haber escuchado a alguien tan idiota como
Park Jimin.

—¡Es culpa de Jimin!—se excusó.

—¿Ah, sí? ¿Y cuándo pensabas tocarte? ¿O me estabas esperando?

Jungkook se sonrojó de golpe.

—¿Q-qué estás diciendo, i-idiota?

—¿Te dejo para que lo veas solo?—preguntó con una sonrisa, dándose la
vuelta.

Pensó en quizás un sí, porque la humillación era bastante ya como para


agrandarla, pero también pensó en las palabras de su amigo y que debía
siquiera intentarlo para crecer. Aunque no estaba seguro.

—¡No!—exclamó, logrando que se voltease nuevamente. Jungkook se retó


a sí mismo porque sin querer las palabras escaparon de su boca y ahora toda
la atención del rubio estaba puesta en él—En realidad... Yo quería... Ya
sabes... Eso.

Taehyung alzó ambas cejas.

—¿Eso? ¿Qué es "eso"?


—No me hagas decirlo... —suplicó. Taehyung se burló por su expresión,
pero en realidad no comprendía qué quería decir.

—¿El qué?

—Chupártela.

Taehyung se asombró rápidamente y sonrió después de unos minutos cuando


el rostro del azabache se pintó de un rojo carmesí bastante lindo.

—Está bien. Muéstrame qué aprendiste viendo ese vídeo sin mi permiso—
terminó por decir.

El rubio estaba frente a él, cruzado de brazos y con una sonrisa de lado sin
mostrar los dientes. Jungkook respiró con dificultad, pero después de
acercarse a él y encogerse hasta la altura de su pantalón, la inexperiencia
comenzó a ganarle.

—Tus manos tiemblan—murmuró el rubio cuando Jungkook bajó el cierre


de su pantalón.

—C-cállate...

Jungkook recordó nuevamente las palabras de Jimin y de seguro no era tan


difícil. Cuando el cierre estaba bajo y los pantalones estaban a la altura de
las rodillas, el azabache se lamentó. Porque, mierda, era mucho más grande
de lo que se esperaba, y aunque no estaba completamente duro, sabía que eso
no entraría en una boca tan pequeña como la suya.

—Mételo todo—ordenó.
Jungkook tragó duro. Sus manos temblaron cuando lo tocaron y comenzaron
a moverse de arriba a abajo lentamente. Sus falanges recorrieron la longitud
de Taehyung sin perder fuerza. La velocidad aumentaba a medida que el
menor lograba confianza y seguridad en el trayecto.

—Oh, mierda...—jadeó el rubio con su voz rasposa.

La diestra de Taehyung viajó hasta los cabellos del azabache, agarrándolos


con suavidad. Jungkook pasó su lengua por el falo de su hermano y lamió
ambos testículos para después terminar el recorrido hasta su posición inicial.

Taehyung jaló sus cabellos con rudeza para obligarle a abrir su linda boquita
e introducir toda su longitud dentro de ella. Jungkook obedeció, quejándose
por el dolor e ignorándolo una vez que entraba en su cavidad bucal. El grande
y grueso falo de Taehyung se introdujo con lentitud, haciéndolo toser y llorar
porque lograba tocar su garganta cuando ni siquiera estaba por completo en
su boca.

—Mueve tus manos mientras chupas.

Jungkook chupaba el pene de su hermano de arriba abajo con ambas manos


siguiendo un mismo ritmo y con mejillas ahuecadas a medida que lo hacía.
Taehyung dejó caer su cabeza hacia atrás al mismo tiempo que su diestra
acariciaba y empujaba la cabeza del menor.

—Lo haces bien...

No era tan difícil como imaginó, el sabor y el olor tampoco era algo que
odiase. Por alguna razón, le gustaba escuchar los jadeos descontrolados del
rubio cuando metía toda su longitud en su boca y sus manos hacían lo posible
para moverse más rápido hacia arriba y abajo.

—Continua así, bebé.


Taehyung empujó su cabeza hacia su pene para hacer que el menor lo
saboreara por completo. Lágrimas salían de los ojos del menor al igual que
una toz poco controlada, pero no le importaba, solo estaba concentrado en el
goze de su hermano mayor. Tragó duro, chupó, delineó y masturbó el grueso
falo hasta que Taehyung terminó por ser más brusco en su boca.

Sus caderas se mecieron hacia adelante con fuerza, haciendo resonar el


choque contra su boca como un sonido morboso y excitante. Jungkook trató
de seguirlo en sus embestidas contra su boca a pesar de la dificultad de
tenerlo por completo dentro.

—Trágalo. Sé un buen niño y trágalo—ordenó con dificultad antes de


correrse en su boca.

Jungkook no había visto esto en el vídeo porno, más bien, el hombre no se


lo tragaba solo lo dejaba caer en su boca. Cuando Taehyung se corrió
soltando un último gemido, llevó sus manos a la boca del menor para
percatarse de que se lo tragase.

—Todo. Quiero que lo trages todo—gruñó.

Jungkook asintió con timidez pero obedeció. Tragó toda la esencia de


Taehyung con ayuda de su lengua inquieta y lo miró con mejillas sonrojadas.

—Eres un conejito bastante pervertido—sonrió el rubio.

Y desde abajo se escuchó un ¡a cenar!


Fifteen

Escribo para dilucidar los secretos antiguos de mi infancia, definir mi


identidad, crear mi propia leyenda.
(*)

Jungkook no estaba prestando atención a la clase de matemática,


solamente trataba de ordenar todos sus pensamientos después de lo sucedido
en su habitación y con Taehyung. Ahora que lo analizaba mejor, nunca debió
ver ese vídeo que, cabe destacar, no le causó nada, ni siquiera una erección,
no. Debió suponer que no funcionaría y, como siempre, terminaría en un
problema porque, vamos, nunca sucedía algo bueno después de obedecer las
locas ideas de Park Jimin.

Pero no le disgustó en absoluto, y es por eso que se golpeó una y otra vez
mentalmente. Dios, ¿qué sucedió? ¿Se la chupó a Taehyung y ahora tendría
que verlo como normalmente lo hacía? Genial, no pensó en aquello.
Solamente estaba tan sumido en esa cálida y excitante atmósfera que ni pensó
en las consecuencias.

Bueno, sí, le gustó. La esencia de Taehyung no sabía tan mal como se veía
en los vídeos; nunca antes sintió algo parecido correr por su garganta, pero
no era un sabor malo. Lo único que podría considerarse como poco
rescatable era la longitud del rubio, principalmente porque era demasiado
grande para una boca tan pequeña como la de Jungkook.

—¿Te encuentras bien?—el azabache se giró en cuanto aquel murmuro


resonó en sus oídos.

—¿Ah...? Sí, estoy bien. ¿Me estabas hablando, Baek? Perdón, estoy en otro
planeta.
—Creo que debes ir a la enfermería. Tu rostro está rojo—afirmó,
preocupado. Jungkook enrojeció aún más cuando tocó sus mejillas y
comprobó que estaban ardiendo.

—¡O-oh, sí! No me había percatado...

—Debes estar enfermo. Ve a la enfermería—insistió.

—No hace fal...

—¡Profesora, Jungkook se siente mal y probablemente muera!—exclamó


mientras alzaba una de sus manos desde su asiento.

—Jungkook, ¿estás bien? Puedes ir a la enfermería—le dijo la profesora con


un tono suave.

—¿Eh...? Oh, no, estoy bien...—trató de sonar seguro.

—Mentira, profesora. ¡Está ardiendo!—gritó su amigo, exagerando y


agregándole drama a su voz.

—Jungkook ve. No queremos que tu situación empeore—dijo la profesora.

—E-está bien...—dijo, levantándose de su asiento y avanzando por la sala no


sin antes golpear a su amigo antes de irse.

Mientras el azabache caminaba por los pasillos de su escuela sin una pizca
de interés, un grito logró hacerlo girar por mera curiosidad y, de no haberlo
hecho, no habría visto al chico, del cual su amigo llevaba enamorado desde
hace años, besándose con una niña de la clase C.
Soltó una risa silenciosa y volvió a girarse. Quizás le diría luego a Baekhyun
que el chico tan simple y amoroso estaba devorándose con otra niña en
período de clases, o quizás no lo haría porque no sabe cómo su amigo podría
enfrentar la situación. Aún diciéndole eso, para Baekhyun, Park Chanyeol
siempre será un santo de pies a cabeza, pero para Jungkook, era otro chico
hormonal sin un pelo de virginidad.

—No podría besar a una niña...—murmuró para sí mismo.

Cuando llegó a la enfermería, la enfermera resopló y le indicó una de las


camillas para recostarse. Jungkook trató de sonreírle, aunque era algo
vergonzoso después de venir tantas para pasar el rato.

—¿Otra vez enfermo, Kim?—le dijo mientras Jungkook tomaba lugar en la


camilla.

—Esta vez es de verdad—sonó molesto.

—¿Debería llamar a tu hermano?

—¡No! Debe estar ocupado—se apresuró en decir.

—¿Entonces? ¿A quién debería llamar?

Taehyung firmó el nuevo contrato con una empresa china y luego se despidió
de cada uno de los presentes en la sala de reuniones. Miró por debajo de la
manga su reloj de muñeca mientras avanzaba hasta su oficina y buscar sus
cosas para irse.

—¿Otra reunión, señor Kim?—le preguntó su secretaria cuando lo vió salir.

—No, precisamente. Hasta mañana, Charlotte.


—Hasta mañana, señor Kim.

Cuando Jungkook vio llegar a su hermano fuera del colegio, pensó en dos
opciones: Taehyung lo regañaría por perderse las clases y fingir estar
enfermo para saltárselas, o podría llevarlo a su trabajo que era aún peor.
Pero, curiosamente, ninguna de esas opciones resultó ser la correcta una vez
que entró al auto y Taehyung lo saludó con un rápido roce de labios.

Otra vez está latiendo fuerte.

Su corazón está latiendo fuerte.

—Te ves sorprendido—fue su forma de saludar.

Taehyung vestía un traje, lo que significaba que estuvo en una reunión por
la mañana, y su tinte de cabello estaba desgastándose, dejando ver sus
cabellos castaños. Estaba...diferente a como solía estar.

—Creí que me dirías algo.

—¿Por estar enfermo o fingir estarlo?

—Las dos—bajó la mirada.

—Quizás debería, pero no tengo ánimos, no hoy. De todos modos, pensaba


venir por ti después de mi reunión.

—¿Por mí?—lo miró sorprendido.

—Sí. Para pasar tiempo juntos. Quiero estar contigo.


Taehyung se fue casa cuando Jungkook tenía a penas cuatro años. No supo
exactamente porqué, simplemente se fue sin despedirse ni dejar rastro, sus
padres tampoco se esforzaron en saber su paradero, pero él tenía curiosidad
sobre ello.

Para Jungkook, pasar tiempo con su hermano era algo inexistente. Por alguna
razón, sentía ese vacío al hablar de recuerdos juntos, porque Taehyung nunca
estuvo presente en su vida más que a ratos y siempre terminaban en la misma
situación, su hermano con distintos moretones.

Pero ahora tampoco resulta ser de la misma forma, principalmente porque su


corazón está latiendo muy rápido y sus mejillas le dan algo de color a su
rostro blanquecino.

—¿A dónde iremos?—preguntó cuando Taehyung arrancó el auto.

—Hay una exposición de aves ahora, ¿te parece ir?

—¿¡De aves!?—exclamó con felicidad.

—Supuse que todavía te gustaban...—murmuró junto a una sonrisa—Bueno,


sí, hay una y me conseguí los boletos. ¿Qué te parece? ¿Quieres ir?

—¡Sí!

La exposición de aves no era muy frecuente, su calidad y gastos económicos


no dejaban las facilidades para hacerlo muy seguido, pero cuando las habían,
valía la pena invertir tanto dinero en entradas. Eran asombrosas, destacaban
en infraestructura y el esfuerzo por mostrar cada ave del mundo junto con su
información, y a pesar de gastar demasiado en su producción, el dinero que
ganaban a cambio recompensaba los gastos.
Sucedía cada cierto tiempo, comprar las entradas era toda una odisea porque
mucha gente esperaba por ese proyecto y es normal que los boletos fueran
vendidos al cien por ciento en unas cuantas horas.

Taehyung quiso llevar a Jungkook a la exposición cuando cumplió cinco


años, vendió sus cosas y trabajó meses antes para obtener las dos entradas,
sin embargo, nada salió como él esperaba. Ese día, sus padres realizaron un
viaje con Jungkook a propósito.

El señor Kim se enteró de lo que haría para Jungkook y se encargó de


arruinarlo porque Taehyung era un monstruo y no debía acercarse a su hijo.

Un monstruo.

El evento estaba repleto de gente, se percataron de ello en cuanto no


encontraron algún lugar donde estacionarse y la fila para entrar era extensa,
pero aún así, lograron encontrar un estacionamiento y llegar a la fila lo más
rapido que pudieron.

Taehyung cargó el cuerpo de Jungkook para no perderlo entre la multitud, y


era chistoso porque, a pesar de tener trece años, seguía pesando lo mismo
que años atrás y si no era esa la situación, no se notaba ni en lo más mínimo.

—¿Podrías bajarme? Es humillante. Tengo trece no seis—abultó sus labios.

—¿Y perderte? Ni lo sueñes.

—¿Me crees tan estúpido?

—¿Tengo que responder?—sonrió.

—Idiota...—resopló, mirándolo fijamente. Taehyung sonrió y guardó


silencio mientras evitaba la mirada curiosa del azabache sobre él—Tae...
—¿Sí?—lo miró.

—Quiero un beso.

Taehyung se tensó.

—No puedo besarte, no aquí.

—¿Por qué?

—Porque...—Taehyung dudó en decirlo—Porque no podemos.

—¿Es porqué somos chicos?—murmuró. El rubio negó de inmediato.

—No, es porque...ellos lo verán raro.

Taehyung nunca había pensado en eso, no hasta ese momento. Nunca pensó
que podría verse raro porque nunca hizo algo fuera de la casa o con
desconocidos presentes, pero estaba seguro que más de alguno pensaría lo
que tanto ha tratado de disimular.

Pedofilia.

Y no podía explicárselo a Jungkook, no por el momento. Si lo hacía,


probablemente el menor huiría y lo trataría igual que antes, y Taehyung, por
nada del mundo, tirará a la borda una enlace que tanto le costó establecer.

Lo besó.
Lo besó porque, pensándolo bien, a él nunca le importó el resto, ni cuando
sus padres estaban vivos dejó de hacer algo si se trataba de Jungkook,
¿entonces por qué lo haría ahora? No tenía sentido.

El menor sonrió para sus adentros cuando sintió el peso llegar a sus labios.
Correspondió el beso de igual forma, con más intensidad y morbosidad.
Taehyung se sorprendió, pero no le importó, simplemente aprovechó la
situación con un Jungkook rebelde y hambriento si se trataba de su boca.

Ignoró todos esos murmullos y miradas una vez que se separaron. Solo
estaba Jungkook sonriendo para él, solo Jungkook y él, como debió ser desde
un principio.

Han pasado años desde la última vez que estuvo frente a esa puerta con esa
misma inseguridad que solía tener después de regresar de la escuela. Era
miedo, miedo por lo que diría ella al verlo con lágrimas o sus lápices de
colores femeninos, pero ya no era así. La realidad era diferente. Él era
distinto.

En primer lugar, no debería estar ahí. Debería estar en la casa, esperando a


los demás para cenar y bromear porque al fin y al cabo esa era su familia.
Sin embargo, está ahí, dudando de tocar la puerta o simplemente irse.

Y terminó golpeando la puerta.

Su corazón se paralizó una vez que la vió de nuevo, estaba con ropa de casa,
supuso que cesó el trabajo y había retomado sus vacaciones. La atmósfera
olía comida, la comida que solía prepararle cuando quería llorar y se sentía
débil. Tenía ese rostro, esa misma expresión cuando se fue para siempre.

Melancolía.

—J-Jin...—murmuró ella como si estuviera viendo un fantasma—Cariño,


pasa, por favor...
Los pasillos seguían con las fotografías de los tres, con esos cuadros
estúpidos que se realizaban en su escuela por el día de la madre o el padre;
los sillones tenían esa misma tela suave que lo acariciaba cada vez que se
dormía en el sillón y su madre tenía que cargarlo hasta su habitación; y todo
seguía tal como la última vez.

—Siéntate, siéntate—la escuchó decir. Él obedeció, algo incómodo—.


¿Cómo estás?

—Bien. Estoy bien—dijo—. ¿Qué hay de ti?

—He estado muy bien—sonrió.

—Me alegro.

—Quería visitarte cuando escuché que volviste de Estados Unidos, pero no


sabía donde estabas viviendo—sonó dolida.

—Bueno... Papá está reconstruyendo su vida con otra familia y no quería


molestarlo, por eso me vine.

—Oh.. ¿Y dónde te estás quedando?

—Donde Taehyung.

—¿Donde Taehyung...?

—Sí. ¿Qué hay de malo en eso?


—Taehyung no es un buen chico. Creí haberlo dicho—se molestó. Jin soltó
una carcajada.

—Y yo creí haber dicho que no me interesaba—soltó, mirándola con sorna—


. No entiendo porqué nunca toleraste a Taehyung.

—Son temas sin importancia. Bueno, ¿quieres quedarte a almorzar? Estoy


cocinando tu comida favorita.

—No, gracias. Vine a hablar contigo sobre algo, así que seré directo.

—Estoy segura de que eso puede esperar, ¿qué tal si me lo dices después de
almorzar?—sonrió.

—No, será ahora—ella asintió, decepcionada. Jin resopló y tragó duro para
añadir:—¿Por qué odias a Taehyung?

—Yo no odio a Taehyung—se mostró ofendida.

—No me mientas—frunció el ceño—. Mientes fatal.

—No lo odio—insistió una vez más a la defensiva.

—Volveré a insistir, ¿por qué lo odias?

Ella resopló.

—Porque no es un buen chico.

—¿Por qué?
—¿Tengo que decírtelo? Estoy segura de que lo sabes—le dijo.

—No sé a qué te refieres—ella rio ante sus palabras y rodó los ojos.

—Es un mentiroso.

—No lo es—soltó rápidamente Jin.

—¿No lo es? ¿Planeas mentirte a ti mismo?—se burló. Jin apretó los


dientes—Estoy segura de que piensas lo mismo.

—No lo conoces.

—¿Y tú sí? Dime qué conoces de Kim Taehyung que no conozca yo o


cualquiera—Jin guardó silencio, en el fondo claramente pillado por ella—.
No sabes nada de él y sabes lo que te hizo creer. Kim, no es una víctima por
si lo piensas y todo lo que dice o hace, es mentira. Todo en él es una farsa.

—¿Eso dices? ¿Incluso si fue él quien dijo que tú y su padre tuvieron una
aventura? ¿O me dirás que no es cierto?

—Tu padre y yo nos separamos porque no funcionábamos bien, no sé qué te


habrá dicho Taehyung para que creas eso.

—Mientes.

—Es la verdad.

—Estás mintiéndote.
—No tendría porqué hacerlo. Taehyung mintió y tú le creíste.

Jin no quería creer lo que estaba escuchando, siquiera quería creer que aún
seguía afectándole.

—¡No mientas!—exclamó, perdiendo el control. Eugenia abrió los ojos


sorprendida—¡No me mientas! ¡Yo los vi! Yo vi como engañaste a papá esa
noche con el señor Kim en su oficina.

Ella se tensó.

—No pudiste haberlo visto...—Jin contuvo el llanto, pensando en su


respuesta mientras ella palidecía.

—Taehyung me lo mostró, él me lo mostró todo y fue él quien le mandó el


buzón de voz a papá.

—No bromees así...

—Es cierto—bramó brusco—. ¿Por qué te esfuerzas en culparlo? ¿Por qué


lo odias? ¿Qué hizo Taehyung para que lo trates de esa forma?

—No lo entiendes...

—¿No soportabas no tener la misma vida que tu hermana que culpaste a su


hijo? ¿Qué hay de Jungkook? ¿Piensas hacer lo mismo?

—Basta.

—Fuiste la causa del fin de su matrimonio.


—Yo no arruiné ese matrimonio, fue Taehyung—dijo rápidamente,
frunciendo el ceño.

—No mientas. Estoy seguro de que también lo crees.

—Basta Jin.

—No te bastó arruinar una familia que también tenías que arruinar la
nuestra—murmuró.

Jin pensó en las incontables situaciones con él y su madre, pensó en qué


decirle exactamente, por donde comenzar o cómo terminar, pero nada de eso
era concreto para ahora, simplemente estaba dejándose llevar por sus
sentimientos porque al fin y al cabo él se lo guardó todos estos años a pesar
de poder decirlo.

No quería escuchar sus llantos y sus quejas, solo quería seguir la secuela y
descubrir algo, no revivir momentos de su vida que ya estaban olvidados.

—Ahora dime ¿Qué le hiciste a Taehyung para conseguir su silencio? Es


obvio que él no lo hizo por sí solo—dijo serio. Ella bajó la vista,
notoriamente afectada.

—Yo... No hice nada, fue su padre quién habló con él.

—¿Ustedes sabían que los vio?—se sorprendió.

—Sí... Taehyung ese día no dijo nada, más bien, solo dijo que guardaría
silencio—confesó. Jin se asombró de pies a cabeza, de alguna forma no se
esperaba esa respuesta y volvía esta situación aun más complicada.

—¿Por qué?
—No lo sé...

—Mentirosa—atacó una vez más.

—¡En serio no lo sé!—Jin resopló, ignorándola.

—¿Sabes de algo más? ¿Qué sabes de Taehyung, exactamente?

—Que es un asesino.

Jin asintió, esperándose esa respuesta, era más bien lógico.

—¿Y cómo lo sabes?—Ella dudó unos segundos, como si los nervios


estuvieran picándole las manos, Jin la observó desviar la mirada y además
sintió su miedo casi tan cerca suyo. Había dado justo en el blanco de una
pregunta que ella obviamente no quería contestar.

Sin embargo, lo hizo.

—Porque intentó matar a su padre—escapó de sus labios en un susurro.

—¿Qué...?

—Ese día, Taehyung perdió el control de sí mismo y lo primero que intentó


hacer fue matarnos—Jin parpadeó una par de veces, sin poder creerlo.

"llegaste demasiado tarde, Jin"


Y lentamente, las piezas de ajedrez caían una por una, dejando el tablero
vacío.

Cada uno escoge el tono para contar su propia historia; quisiera optar por
la claridad durable de una impresión en platino, pero nada en mi destino
posee esa luminosa cualidad. Vivo entre matices, velados misterios,
incertidumbres; el tono para contar mi vida se ajusta más al de un retrato
en sepia...
(*)

Extractos: Retrato en sepia-Isabel Allende.


Sixteen
Día 3.
Encontré un pájaro lastimado en el parque; supuse que llevándolo a casa
podría curarlo y dárselo a Jungkook para que lo conservara como regalo
de cumpleaños.
Pero el pájaro, al abrir la caja, estaba muerto.
Supongo que es mi culpa.
Papá me llamó monstruo una y otra vez, pero eso no importó.
Jungkook me miró como si fuera un asesino.
Y supongo que es cierto.
Kim Taehyung, realmente eres un asesino.

Jin se preguntó esa noche un millón de razones por las cuales Taehyung
estaba así; quizás pena, ira o impotencia, pero nunca pensó que aquella razón
estaba estrictamente ligada con un familiar, ni mucho menos con alguien tan
directo como un padre.

No importa cuántas veces trataba de olvidarlo, el recuerdo siempre estaba


ahí como una serie de eventos dolorosos y llenos de culpa.

Esa noche, se quedó con Taehyung sin decir palabra alguna, simplemente
permaneció frente a él, preguntándose una y otra vez como un idiota qué
sería lo mejor en ese momento para su primo. Optó por limpiarlo, eliminar
esos restos de sangre sobre su semblante o el resto de su cuerpo, pero
mientras más parecía curarlo, solamente empeoraba la situación.

Taehyung tenía marcas.

Los rasguños y cortes le rodeaban los tobillos y las muñecas, y la poca


alimentación comenzó a afectarle físicamente. Jin podía contar las costillas
visibles o delinear los huesos de su cadera con la yema de sus dedos. Y
mientras más seguía despojándolo de su ropa, encontraba algo más, algo que
debió haber visto en su última conversación o en la forma en la que Taehyung
suplicó ayuda a través de la mirada.

Jin soltó una carcajada y alzó su rostro, mirando el techo del metro. ¿Qué se
supone que sucedía ahora? ¿A qué fue exactamente?

—Soy un idiota...—sonrió tristemente, cerrando sus ojos.

Jin volvió a reír, esta vez más fuerte, y no se concentró en lo que lo rodeaba.
No se percató de las miradas sobre él al momento en que las lágrimas se
deslizaron por sus mejillas o que alguien tocó su hombro constantemente con
la intención de hacerlo volver.

Era él.

—¿Qué quieres?—dijo, mirándolo con enojo.

—Ten—le extendió un pañuelo—. No me gusta que estés triste, princesa.

—Dios...—se rio—¿Tú no desapareces? No es de tu incumbencia si estoy


triste o no. Piérdete.

—Al menos úsalo.

Namjoon estaba sin expresión alguna, su mandíbula se mantenía firme al


igual que la mirada penetrante sobre el mayor sin dejar de extenderle la tela.

—Bien—gruñó, arrebatándole el pañuelo de sus manos.

Jin lo usó bruscamente, sin importarle si este le irritaba la piel o le dejaba


marcas de rasguños sobre ella al momento de hacerle presión. El más
pequeño resopló y le arrebató la tela de sus manos algo molesto. Cogió esta
con suavidad y la deslizó sobre la tez blanquecina del mayor, siguiendo la
curva por debajo de sus párpados hasta sus mejillas.

—Yo podía hacerlo solo—le dijo una vez que terminó.

—¿Y dejar que te lastimes?—respondió al instante.

—¿Quién eres? ¿Mi madre?—se rió al escuchar su propia respuesta.

—No, solo soy alguien al que no le gusta verte de esta forma—murmuró.

Jin reconocía ese tono de voz. Namjoon siempre era alegre y de alguna otra
forma conseguía sacarle una sonrisa por más estúpida que sea su respuesta o
reacción, pero ahora sentí una presión desconocida en su pecho al
escucharlo. Y le molestaba.

Le molestaba porque estaba dolido y su rostro yacía bajo una burbuja de


tristeza que quizás él mismo había conseguido crear después de tantas
respuestas irónicas y tóxicas.

—Odio que me trates como un niño—soltó de repente, rompiendo el


silencio. Jin lo miró, sorprendido—. Ya sé que eres mayor que yo, pero eso
no justifica que no pueda ayudar o entenderte. Estás llorando y no me gusta.

—¿Por qué te esfuerzas tanto?—musitó, confundido.

—Porque me gustas.

Jin soltó una risa.

—¿Sabes? Eres muy difícil de leer—dijo, divertido.


—¿Huh?—ladeó su rostro, confundido.

—Olvídalo...¿sabes que no soy una princesa, verdad? Soy un hombre, no una


chica.

—Ya lo sé. Y todavía me gustas.

—¿Por qué tienes que ser tan persistente?

—Porque tú y yo estamos destinados a estar juntos. ¿Conoces el hilo rojo?—


sonrió. Jin negó—Es cuando dos personas están conectadas por medio de un
hilo rojo y están destinadas a estar juntas. Algo así como tu media naranja.
Tú eres mi hilo rojo.

—Eso no existe. No seas ridículo.

—Sí existe.

—¿Y cómo lo sabes?—alzó una ceja.

Jin pudo arrepentirse de su pregunta en cuanto sintió la respiración del más


pequeño chocar contra la comisura de su boca, o cuando Namjoon terminó
por inclinarse hasta llegar a sus labios y besarlo a pesar de la incomidad que
provocaba el viaje en metro, pero aún si sus ojos se mantenían abiertos al
máximo y podía ver como las personas los miraban con cierta repulsión, no
lo hizo.

Quizás él también quería besarlo y es por eso que trató de devolver el beso y
seguirle el ritmo, sin embargo Namjoon iba a una sincronía más brusca,
salvaje y demandante que costaba seguirle el paso. Jin se sorprendió porque
en cierto modo se equivocó; él parecía la persona sin experiencia cuando le
doblaba la edad.
Cortó el beso en cuanto la lengua de Namjoon se introdujo en su boca con
apuro y las miradas de los pasajeros podría traerle problemas.

Jin lo tomó por la muñeca una vez que el metro avisó estar llegando a una
estación y se bajó con él.

—¡¿Estás loco?!—exclamó, estampándolo contra la pared—¡¿En qué estás


pensando? ¿Sabes que ese beso pudo costarme la vida?!

—¿A qué te refieres?—Jin resopló.

—¿No lo entiendes? Soy mayor que tú, no por dos años ni cinco, por más de
diez. ¿Cómo crees que reaccionaría la gente si me ve besando a un menor?—
dijo.

—¿Entonces por qué me seguiste el beso si sabías que habrían problemas?—


frunció el ceño.

Los ojos de Namjoon eran profundos y penetrantes, conseguían inferir más


allá de sus pensamientos o emociones y hacerle dudar de su respuesta o
conseguían alterarlo hasta perder la cordura. Ahora podía observarlo mejor;
sus labios eran carnosos y suaves, al igual que cada movimiento en él era
como si no quisiera lastimarlo y aplicar fuerza en su cuerpo. Y por un millón
de razones a ciegas, lo besó, no simplemente porque quería hacerlo, sino
también porque estaba cansado de huir de un niño y su cariño.

Pero eso es algo que no asumiría por el momento.

Taehyung le dijo una vez jugando ajedrez, una frase que Jin no fue capaz de
entender hasta ese momento: Algún día encontrarás a alguien que una cada
uno de tus pedazos rotos y cuando lo hagas, estarás feliz de haber vivido lo
que viviste.
Taehyung nunca se equivoca, pensó.

Mientras tanto en la exposición, Jungkook descubrió una sensación nueva a


medida que su concentración se desviaba y siempre volvía a la misma
imagen de Taehyung y su perfil tan recto.

El traje le acentuaba mucho mejor de lo que él quería, incluso captaba la


atención y el interés de más de alguna mujer bonita y con piernas largas. Su
cabello también lucía igual de brillante y suave que otras veces; y su postura
era correcta como de costumbre.

Jungkook se estremeció.

—Tae—llamó, jalando su chaqueta. El rubio se inclinó ante él, acariciando


su mejilla.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien?—Jungkook negó.

—Quiero ir al baño—Taehyung alzó ambas cejas, sorprendido—. Mh, es


que... Tengo un problema.

—De acuerdo, ve—terminó por decir, no muy convencido.

Jungkook caminó lo más rápido posible al baño, aunque era difícil moverse
cuando un pequeño problema se aproximaba en su entrepierna.

¿Será esto la pubertad? Porque si era lo que Jungkook creía, no quería llegar
a esa etapa donde tenía que correr al baño para masturbarse con urgencia en
una exposición de aves.

Era ridículo lo analizaba porqué de repente su entrepierna comenzó a


despertar. Sí, tenía una erección por ver a su hermano, y gracias a dios
consiguió un baño al momento de entrar para deshacerse de su inconveniente
lo más rápido posible.

—Mierda...—musitó una vez que bajó la cremallera y dejó libre la razón de


todo esto—. Debo estar bromeando. No puedo hacer esto en un baño
público...

Cuando Jungkook iba a masturbarse, alguien golpeó la puerta, y lo hubiera


ignorado de no ser por quien producía esos malditos y molestos golpeteos.

Era Taehyung.

—Jungkook ¿Te encuentras bien?—preguntó desde el otro lado.

—S-sí, sí, sí, estoy bien. No te preocupes...—suspiró pesadamente.

—¿Estás seguro?—insistió.

—¡S-sí, ah!—jadeó.

Jungkook llevó su mano inconscientemente a su erección, masajeando esta


por encima de la tela del calzoncillo, ignorando la posibilidad de ser
descubierto por su hermano o alguien más presente.

—Jungkook, abre la maldita puerta—Taehyung gruñó y Jungkook maldijo


por lo bajo, dejándolo sin más opciones.

Subió la cremallera de su pantalón rápidamente y trató de retomar el color


pálido de su piel y así ocultar sus mejillas sonrojadas o sus ojos lascivos para
una vez abrir la puerta y actuar como si nada.

—¿S-sí?—susurró, tratando de ignorar su mirada.


Pero Taehyung no dijo nada. El rubio entró al mismo espacio pequeño e
incómodo sin permiso alguno o sin consultarle. Ignoró las preguntas
estúpidas de Jungkook o sus gritos innecesarios porque estaba enojado.

Le molestaba. Le irritaba porque Taehyung no era estúpido. Experimentó esa


sensación mucho antes que el resto y podía reconocerla en un abrir y cerrar
de ojos, pero no era esa justamente la verdadera razón. Más bien consistía en
que si Jungkook se masturbaba aquí, más de alguno podía escuchar y
masturbarse con tan solo escucharlo. Y él no permitiría eso.

—Date vuelta—ordenó. El menor se estremeció y bajó la mirada,


obedeciéndolo sin reclamo.

—T-Taehyung...—comenzó a decir.

—¿Qué pensabas hacer?—susurró en su oído—¿Te ibas a masturbar aquí


frente a todas estas personas? ¿Me estás jodiendo?

—N-no, yo... Hum, dolía demasiado—se apresuró torpemente, sin excusas.

—¿Te duele mucho?—preguntó sobre su oído. El menor se sobresaltó y


terminó asintiendo después de unos segundos—¿Quieres que te ayude?

La diestra de Taehyung se deslizaba por el pecho de Jungkook, ignorando la


tela sobre él y jugando con su tetilla tan jodidamente lento que el menor no
tuvo más remedio que cerrar sus párpados y morder su labio para contener
sus jadeos desenfrenados.

—Eres tan lindo—mordió su lóbulo.

—T-Tae..., duele...—musitó.
—Si sé, bebé.

Sus juegos previos continuaron atormentándolo por un buen rato, pero


Jungkook era capaz de soportarlo porque se sentía incluso mejor que la
última vez. Finalmente, Taehyung terminó por bajar la cremallera y los
calzoncillos de su hermano para sostener la erección de Jungkook en su
falange.

—¡A-ah!—exclamó, sin importarle si alguien lo escuchaba.

—Shhh, conejito. Alguien podría descubrirnos.

Taehyung tomó el falo del azabache en su palma y comenzó a masturbarlo


lentamente, subiendo y bajando al mismo ritmo.

—Hum...T-Tae—jadeó el menor.

El rubio sonrió y besó su oreja, succionando su lóbulo mientras su mano


aumentaba la velocidad y los jadeos de Jungkook se hacían aún más
presentes. Taehyung dió vuelta su rostro para besarlo y callar sus gemidos
sin cesar el movimiento en su erección.

—M-me vengo...—jadeó, alejándose de los labios de su hermano.

—Todavía no, conejito.

Taehyung siguió moviéndose como de costumbre, besando su nuca una vez


que su propia entrepierna despertó y chocó contra los glúteos de Jungkook.
El azabache abrió sus ojos aún más amplió y se sonrojó al sentir algo
clavándose por su parte trasera.

—T-Tae, tu...
Sin embargo, Taehyung no lo dejó terminar. Siguió masturbándolo hasta que
el azabache terminó por correrse en su mano y su respiración volvía a
regularse con dificultad.

Una vez que se volteó, enredó sus brazos alrededor del cuello de Taehyung
y lamió la comisura de sus labios para después besarlo con intensidad. El
rubio devolvió el beso de igual forma y cargó el cuerpo del azabache,
chocando contra una de las paredes del pequeño espacio. Las piernas de
Jungkook rodearon la cintura del rubio y gimió en su boca al sentir que su
cuerpo estaba siendo presionado por el cuerpo de su hermano y el límite del
lugar.

Jungkook mordió el labio inferior del mayor, tirando de él hasta lastimar del
mismo. Taehyung hundió sus grandes y firmes manos en el trasero del
menor, agarrándolo con fuerza y golpeando estos en respuesta.

—Mh, duele—abultó sus labios.

—Me sacaste sangre—afirmó el rubio, mirándolo fijamente. Jungkook soltó


una risa.

—Ups.

—¿Ups?—frunció el ceño.

—Ups—susurró contra su boca.

Taehyung estaba seguro de perder la cordura en pocos segundos, aunque no


podía negar que le encantaba ese lado de él.

Y volvió a besarlo.
Cuando Jin llegó a casa, no esperó encontrarse con Jimin y Yoongi. La
atmósfera era incómoda porque, el ahora teñido, estaba ignorándolo y solo
podía concentrarse en la televisión o su celular mientras que Jimin rogaba
por irse lo más rápido posible.

—Hola, Jimin—saludó, entrando a la casa.

—¡Hola!—exclamó, sonriente.

—¿Qué haces aquí? Creí que estarías con Jungkook—dijo.

—Quedamos en juntarnos después de clases, pero cuando fui a buscarlo a su


instituto, me dijeron que él no estaba en clases. Así que vine porque creí que
estaría aquí.

—Quizás está con Taehyung, pero...—el castaño miró su reloj de muñeca—


Taehyung ya debió salir del trabajo hace más de dos horas.

—Hablando de eso—habló Yoongi—, Taehyung tenía dos boletos para una


exposición de no sé qué cosa.

—¿Dos boletos para una exposición?—inquirió para sí mismo.

—Sí, cuando tomé los boletos casi me arrancó ambos brazos.

Jimin rio.

—Bueno, entonces solo somos nosotros tres. Preparé la cena—resopló.

—Hum, yo estaba por irme...—dijo Jimin, incorporándose del sillón.


—Por favor quédate. Jungkook nos matará si se entera que te fuiste—
suplicó.

—Está bien...

—Jin—llamó Yoongi, confundido—, ¿dónde estabas?

El castaño se tensó.

—¿Por qué lo dices?

—Solo sales para comprar cosas y es obvio que esta vez no lo hiciste—
percató.

—Fui a visitar a un familiar. Nada importante—dijo, adentrándose a la


cocina sin tomar atención.

—¿Ese familiar es la tía de Taehyung?

Jin se paralizó.

—No—mintió.

—Supongo que está bien.

—¿Por qué?—se volteó, mirándolo fijamente.

—No lo tengo muy claro, pero Taehyung me dijo una vez que no te dejara ir
donde ella.
Seventeen

—Hey, Kook—saludó Baekhyun, sentándose a su lado—¿Qué tal estás?


¿Sigues enfermo?

—No estaba enfermo en primer lugar—lo fulminó con la mirada—. Pero


estoy bien, gracias.

—Suenas igual de furioso que Kyungsoo—se sorprendió—. Bueno, qué más


da. Te necesito para algo. Ahora.

—¿No puede ser después de terminar mi almuerzo?—miró su sándwich con


pena y después a él con la misma expresión. Baekhyun negó.

—¡No!—dijo—Esto es una emergencia. Se trata de Park y mi conquista—le


brillaron los ojos.

Jungkook lo lamentó.

—Sabes, Baek, no creo que él...—comenzó a decir.

—¡Shhh! Déjalo para después—lo interrumpió rápidamente—. Lo


importante es que me ayudes a conquistarlo.

—A eso me refiero, Baek. Chanyeol no es...

—¡Hey, chicos!—exclamó Jongdae, abrazando a ambos chicos por los


hombros con una sonrisa más grande de lo usual—¿Qué cuentan? ¿Ya
follaron? Estoy seguro de que Jungkook sigue siendo virgen por ambos
lados.
—¡Eso es asqueroso!—se apresuró en decir Baek, apartándolo—
Hablábamos de Chanyeol. Lo voy a conquistar.

—¿Eso es cierto?—Baek asintió a su pregunta—¡Eso es genial!

Jungkook terminó por rendirse y no insistió más en el tema de Chanyeol; era


mejor que el mismo Baekhyun reaccionara por sí solo. Finalmente, siguió
comiendo su sandwich.

—¿Qué hay de ti? ¿Por qué estás tan feliz?—le preguntó Baek. Jongdae los
soltó y llevó ambas manos a sus mejillas, actuando como una colegiala
enamorada.

—Minseok me besó la mejilla—sonrió aún más amplio.

—De seguro lo obligaste—dijo Jungkook con la boca llena.

—No lo hice—siseó Jongdae.

—Jungkook hoy está muy matapasiones. Solo ignóralo—justificó


Baekhyun, resoplando.

—Solo soy realista.

—¿Y es por eso que intentas hacerme infeliz?—habló Jongdae, fingiendo un


dolor en el pecho.

—Claro que no. Solo que es extraño que Minseok te haya besado—se
encogió de hombros—. Estoy más que seguro que lo drogaste.

—¡Claro que no!


—Ya lo hiciste una vez—recordó Baekhyun—. Y Minseok casi te dejó sin
bolas cuando supo.

—No lo hubiera sabido de no ser por Kyungsoo que abrió la bocota—se


cruzó de brazos, abultando sus labios—. Hablando de Satán, ¿dónde está?

—Kyungsoo está con su novio—le dijo Baekhyun.

—¿Novio? ¿Ese hijo del demonio tiene novio y yo todavía no?—frunció el


ceño.

—Eso es porque no es tan insistente como tú—se integró Jungkook a la


conversación.

—Jungkook eres el enemigo del amor—se burló Baekhyun.

—Te hace falta una novia, amigo—dijo Jongdae, tomando el asiento


contrario a Baekhyun. Jungkook rodó los ojos—. O quizás un novio.

—No lo necesito—dijo, sin interés.

—Eso dices, pero demuestras lo contrario—comentó Baekhyun—. ¿Qué tal


si te presento a mis amigos? Al menos uno tendría que ser de tu gusto.

—Yo también tengo amigos por si ninguno logra complacerte—agregó


Jongdae.

—¿Si les digo que me gusta alguien me dejarán en paz?—respondió,


cansado. Jongdae y Baekhyun asintieron y se acercaron a él—Bien, me gusta
alguien y es diez años mayor que yo. ¿Contentos?
—¿¡Diez!?—exclamaron al unísono.

—Sí y nunca van a conocerlo. Ahora déjenme comer.

Jongdae y Baekhyun se miraron en cuanto Jungkook terminó de hablar y los


ignoró. Sin duda alguna, Jungkook era mucho más atrevido que cualquiera
de los dos.

Dos semanas han pasado desde entonces, y podría decirse que la tensión en
la residencia Kim aumentaba cada día más.

Yoongi había notado la indiferencia de Jin, una faceta que creyó superada en
todos estos años que llevan conviviendo juntos. También notó la incómoda
atmósfera al momento de desayunar o cenar porque los dos primos dejaron
de dirigirse la palabra de un día para otro, pero le alegraba en cierta forma
que la relación de Taehyung y Jungkook hubiera mejorado a lo largo de las
semanas.

Por otro lado, él no había logrado ningún progreso.

—Uhm...—aclaró su garganta, mirando de reojo a Taehyung y Jin que no


hablaron en toda la cena—¿Cómo te fue hoy Jungkook?

—¿Te sientes bien?—respondió el menor ante su pregunta, sorprendido y


preocupado por el extraño interés del teñido.

Yoongi frunció el ceño:—Solo trataba de ser amable, rata—habló entre


dientes, masticando la comida más fuerte de lo usual.

—Bueno, entonces...—comenzó a hablar, dejando de lado su comida y su


celular que se encontraba en sus manos minutos antes—Mh, creo que bien.

—¿Y a ti, Jin?—dirigió su vista hacia el castaño—¿Qué tal tu día?


—No es de tu interés—lo calló. Jin lo miró con enojo y volvió a clavar su
vista al plato.

—Está bien...—susurró, bajando la vista. El teñido resopló y se animó a


preguntarle al restante:—¿Y tú, Taehyung?

—Creo que bien—sonrió, mantiéndose cabizbajo. Yoongi asintió y miró de


reojo al azabache que curiosamente también sonreía y tenía sus mejillas
sonrojadas.

Así que hicieron algo, pensó Yoongi.

Sin embargo, Jin rompió ese hilo de emoción a la conversación.

—¿Qué le tocaste a Jungkook esta vez?—soltó de repente.

Yoongi se atragantó con la comida y tosió repetitivas veces, preguntándose


si lo que escuchó fue obra de su imaginación o realmente sucedió y la mirada
asesina de Taehyung era real.

—¿Por qué me miras así si sabes que es cierto?—volvió a hablar, sonriendo


de lado. Jin clavó su vista en Taehyung, sin dejarse intimidar por el profundo
color de ojos de su primo—Oh, ¿estás enojado?

—Eso no te incumbe—bramó, apretando la mandíbula. Jungkook se removió


en su asiento, incómodo.

—Ya deja de actuar como si no supiéramos lo que haces. Es repugnante—lo


miró mal.
Yoongi miró a Taehyung en cuestión de segundos, tratando de calmarlo, pero
la verdad es que el rubio no estaba interesado en calmarse ni contener sus
impulsos, y de alguna forma podía entender lo que su mejor amigo trataba
de decirle al momento que cruzaron miradas y Taehyung pateó su pie por
debajo de la mesa.

—Jin—dijo, Jungkook, lo suficientemente fuerte como para que su voz


resonara en los oídos del castaño—. ¿De qué estás hablando?

—No estoy hablando contigo. No te metas siempre en lo que no te llaman—


le respondió al cabo de unos segundos.

—No tienes derecho a hablarle así—la voz y el golpe de Taehyung sobre la


mesa se escuchó entre toda la habitación, causando un eco persistente y
profundo, no solo por el impacto sino también por su volumen de voz—. No
te atrevas a hablarle así en toda tu jodida vida.

—¿O qué?—lo interrumpió, divertido.

Yoongi le lanzó una vista rápida al menor que contenía sus deseos de
levantarse y encerrarse en su cuarto. Y para la suerte del mismo, Jungkook
no estaba tan atento en la conversación, más bien, el azabache dejó de estarlo
en cuanto Taehyung se levantó de la mesa y agarró a Jin del cuello.

—Te mataré—terminó por decir después de Jin, presionando su cuello contra


su pared mientras recargaba el cuerpo bruscamente sobre ella.

—Inténtalo—dijo entre suspiros pesados y apresurados—. No sería la


primera vez que intentas algo así, ¿verdad, Tae?—recalcó su nombre con
sorna, intensificando la sílaba.

Jungkook se incorporó de la mesa de golpe, sintiendo como sus piernas


comenzaban a fallarle a medida que cargaba su propio peso sobre ellas.
Estaba atento y sorprendido, tan sometido que las palabras de Jin no lograron
introducirse en sus oídos por completo sino por partes.
Yoongi corrió hasta ellos y trató de alejarlos, pero la fuerza que Taehyung
aplicaba sobre su primo era algo que ni él mismo podría controlar. Taehyung
estaba incontrolable, y ya era muy tarde para cambiar algo.

—¡Cállate!—el rubio gritó demasiado cerca de su boca, apretando la


mandíbula y los dientes provocando que su voz se escuchara como un
gruñido.

—¿Por qué intentas negarlo? ¡Dile! ¡Dile a Jungkook a quién intentaste


matar y a quiénes mataste!—respondió con dificultad.

—¡Cállate! ¡Cállate!

Jungkook cruzó miradas con Jin cuando comenzó a acercarse a ellos


mientras Yoongi trataba de completar su acción que se volvía cada vez más
inútil. Taehyung no estaba al pendiente, sus ojos solo podían mirar a Jin y la
desagradable sonrisa en su rostro que lo hacían enojar.

—Estoy cansado, cansado de apoyarte cuando siempre cometías errores.


¡Tuve que pagarlos yo por ti, maldita sea!

—¡Jin!—exclamó Yoongi, fulminándolo.

—Cállate—siseó el castaño—. De seguro tú tampoco lo sabes. Claro, ¿cómo


hacerlo si Taehyung siempre miente?

—¡Jin, basta! ¡Basta los dos!—gritó, interponiéndose entre ellos—Si van a


pelear, háganlo en otro momento. No están solos aquí, también está
Jungkook.
—¿Y?—dijo Jin, ahora desviando su atención a Jungkook que se encontraba
detrás de Taehyung—Estoy seguro de que él también tiene curiosidad,
¿verdad, Jung...?

—Estoy harto—gruñó Taehyung.

Todo pasó más rápido de lo que Yoongi podía describir. De un momento a


otro, ya no estaban dentro de la casa; Taehyung se había encargado de
dejarlos fuera con un movimiento brusco. La puerta fue cerrada de golpe
frente a sus narices y dentro de poco se escuchó un chillido agudo
proveniente de dentro.

—¿Yoongi...?—el mencionado miró hacia abajo, encontrándose con la


expresión de miedo del azabache—¿Q-qué fue eso...?—volvió a preguntar.
Yoongi se encogió de hombros y dudó un minuto en responder lo que creía,
porque en el fondo no quería creer que ese chillido había sido de SeokJin.

Y lamentablemente lo era.

Los gritos continuaron uno detrás de otro, la gruesa y firme contrucción no


era un factor importante si se trataba de oír lo fuerte que discutían o los
exagerados golpes que podían escucharse estando afuera de la casa.

Taehyung intersectó el primer golpe en su mentón con el puño completo una


vez que cerró la puerta con fuerza. SeokJin cayó al suelo en cuestión de
segundos después del impacto y se acarició la zona golpeada en cuanto logró
recuperar el aliento. El rubio lo miró desde arriba y volvió a tomarlo del
cuello para estrellarlo contra la pared sin una pizca de represión.

—Golpearme no solucionará nada... Puedes hacerlo hasta que te canses—


susurró con dificultad debido al sólido asir de Taehyung sobre su cuello—.
Pero... Tú y yo sabemos lo que estás haciendo...

—Cállate—gruñó entre dientes. Taehyung rodeó su cuello en ambas manos


y aplicó fuerza a medida que hablaba—. ¡¿Qué mierda sabes tú?!
—¡Lo sé todo! ¡Todo!—exclamó en un hilo de voz—¡Sé lo que hiciste ese
día! ¡¿Hasta cuándo pensarás en ocultarlo?! ¡Intentaste matar a tu padre!

—¡Cállate!—gritó más fuerte.

Taehyung lo miró con furor y cólera mientras mantenía su posición. Cruzó


miradas con Jin por mucho más tiempo del que tenía previsto y aún así no
logró tranquilizarse. Sacudió su cuerpo desde su cuello y volvió a lanzarlo al
suelo.

SeokJin cayó seco otra vez, concentrando gran parte del golpe detrás de la
nuca y perdiendo consciencia en cuanto abrió sus párpados y se encontró con
la feroz mirada del rubio. A pesar de la poca visibilidad, notó el potente
cambio de matices y tonalidades en sus ojos con los que Taehyung lo
observaba.

—T-tú...—pronunció con dificultad, todavía debilitado por el impacto.

—¿Sabes, Jin? La abuela y todos en la maldita familia estaban tan


convencidos de tu parentesco paternal que me miraron extraño cuando dije
que eras más idéntico a tu madre—dijo. Jin abrió sus párpados sorprendido
y a la vez molesto por el cambio de ruta que tomó Taehyung a la
conversación—. Tú eres igual a ella y no puedes negarlo.

—Eso no es cierto...

—Eres igual de repugnante que ella—continuó, seco.

—¡Es mentira!—se negó a sí mismo, escondiendo su cabeza entre sus


piernas y ocultando sus oídos en ambas manos—¡Mientes! ¡Siempre
mientes!
Taehyung sonrió y se inclinó hasta él. Tomó su rostro en un rápido
movimiento y presionó el pulgar y el índice en cada mejilla hasta dejarla
roja. SeokJin levantó su rostro a regañadientes y miró a Taehyung de la
misma forma que él lo miraba, sin embargo no logró mantener el contacto
visual sin que un escalofrío recorriera su espina dorsal y tragase duro.

—Te advertiré algo Jin y espero que lo mantengas presente—el castaño tragó
duró y gimió ante la inesperada presión sobre sus pómulos—. Nunca vuelvas
a hablarle así a Jungkook y a mí. La única razón por la que puedes respirar
es porque te necesito en un futuro y no es justo que mueras sin saber la
verdad. Tu madre—hizo una pausa y se acercó a su boca antes de terminar—
es una puta y tú también.

—Eso no es cierto—dijo, negándolo una y otra vez—. ¡Eso no es cierto!

—Tienes razón. Intenté matar a mi padre y lo volvería a hacer. Ahora que yo


lo asumí, asume que tú eres igual a ella—le dijo. Taehyung soltó sus mejillas
de golpe provocando que el castaño perdiera el equilibrio—. No eres más
que una mierda sin limpiar.

—M-mientes...no, no, ¡No!—volvió a gritar—¡No lo soy!

—Los inútiles son inútiles. Un inútil como tú...solo retrasa mi progreso—


habló desde arriba, serio—. Conoce tu maldito lugar.

—¿M-mi lugar?—lo miró.

—Muy por debajo de mí.

¿Qué estás haciendo, Kim Taehyung?


Eighteen

Yoongi esperó encontrarse con Jin al desayunar y tener esas mismas peleas
por cosas tan estúpidas que al recordarlas te dejaban una grata sonrisa en el
rostro, sin embargo no sucedió. Seok se había ido, quizás para siempre, y no
tenía un método para contactarlo de todas formas.

Jungkook odió a Jin por muchos motivos que aún podía recordar, pero no
podía negar ese vacío en su pecho al ver una de las sillas solitarias o esas
infaltables peleas mañaneras. Extrañaba a Seok a pesar de no querer hacerlo
y negárselo constantemente. Extrañaba esa sensación de sentirse parte de una
familia, ese sentimiento de pertenencia que no experimentaba hace ya un
tiempo.

Ninguno de los dos había querido mencionar a Jin estando Taehyung


presente. Porque el rubio dejó en claro la repugnancia y el malestar en su
hablar cuando hablaban del castaño o la forma en la que trataban de sacarle
información sobre aquél día.

No podían decir que no lo intentaron porque más de una vez trataron de saber
qué pasó y porqué, pero la respuesta de Taehyung siempre era la misma Nada
importante.

—¿Y Taehyung?—bostezó Yoongi, sentándose frente a Jungkook y


sirviéndose algo de jugo.

—Tuvo que irse urgente por una reunión de último minuto—dijo el menor,
terminando su desayuno.

—Ya veo...—susurró.
Yoongi se sirvió unas tostadas que el mismo Jungkook había preparado ya
que él seguía complicándose con la tostadora porque Taehyung compró una
nueva hace unos días y todavía no lograba descubrir su uso.

—¿Crees que Jin vuelva?—preguntó de repente. Jungkook estaba mirándolo


con incertidumbre en cuanto Yoongi cruzó miradas con él.

—No lo sé—susurró—. Pero algo me dice que no lo hará.

Cuando Jin llegó a la casa, fue todo más diferente. Acoplarse a una nueva
personalidad era más difícil de lo que Yoongi esperó. Seok era distinto a
cualquier persona que haya conocido por su gran peculiaridad de herir a otros
y por esa barrera tan firme y gruesa que los separaba, pero había algo que
Yoongi podía afirmar a ojos cerrados.

Jin no era malo, solo estaba herido.

Taehyung le había dicho lo especial y la enorme paciencia que debían


tenerle, desde entonces supo que el pasado de Jin fue duro y fuerte. Y si eras
capaz de notar la forma en la que Jin evitaba cualquier tema de conversación
que lo incluyera, ya habrías supuesto más de la mitad de una historia personal
bastante impactante.

Jungkook bajó la vista, jugando con el resto de su comida.

—¿Hablaste con Taehyung?—preguntó Yoongi. El azabache levantó su


rostro y negó lentamente.

—No he querido hablar con él—susurró, deprimido—. Tengo miedo. Ayer


tenía mucho miedo.

—¿Le tienes miedo a Taehyung?—preguntó con sorpresa. Jungkook asintió


sin mirarlo—¿Por qué? Digo, Taehyung no te ha hecho nada malo.
—Es...por lo que dijo Jin...—murmuró.

—¿Te refieres a lo de ayer?—se alarmó. El menor volvió a asentir—Eso no


es cierto. Taehyung nunca haría algo como eso. Jin solo está molesto—se
apresuró en decir.

Yoongi estaba tan concentrado en detener la pelea que no se percató de


Jungkook ni de su gran oído. Estaba seguro de no haberlo visto cerca de la
pelea ni de lo que Jin podía decir que en ningún momento pensó que él lo
habría escuchado todo. ¿Y ahora qué? Si Taehyung se llegase a enterar que
Jungkook escuchó todo y le teme, las cosas se volverían mucho peor de lo
que ya están.

Taehyung era impredecible y a veces sus acciones daban mucho de qué


hablar, pero algo es seguro, Jungkook es la única persona que hace volver a
Taehyung a su normalidad. ¿Qué pasaría si eso llega a romperse? Y peor, ¿y
si fue SeokJin quién lo hizo así?

El rubio no vaciló cuando mató a la criada y la mayoría de sus víctimas para


llegar hasta donde está ahora, ni tampoco vacilaría si tuviese que acabar con
Jin.

—Es solo que...—comenzó a decir, sin embargo se detuvo—No, olvídalo.

—¿Qué querías decir?—insistió.

—No es nada. Olvídalo—dijo rápidamente, restándole importancia.

—Vamos, dime—volvió a insistir. Jungkook resopló y tomó aire.


—No sé si tenga algo que ver o no, pero cuando era niño, Taehyung hacía
muchas cosas que enojaban a mamá y papá—recordó—. De hecho, la
mayoría de sus peleas fueron por lo mismo. Por Taehyung.

—¿Intentas decir que le crees a Jin?—frunció el ceño.

—Bueno, no lo sé...Siempre he tenido curiosidad. Ya sabes, Taehyung es mi


hermano—balbuceó—. Solo quiero saber más de él.

—No necesitas saber nada de Taehyung—le dijo, seco—. No trates de creer


lo que Jin dijo porque no es cierto.

Yoongi se preguntó algo en el momento de escuchar a Jungkook y negarlo


todo: ¿Por qué lo defiendes?

Y sinceramente no lo sabía.

—No es que le crea, pero tengo curiosidad—corrigió, mirándolo fijamente—


. No creo que Taehyung haya ido a extremos como esos, pero si lo que
recuerdo tiene conexión con lo que Jin dijo, quiero saberlo por mí mismo.

—¿No crees que es tarde para saber de tu hermano?—le preguntó con


sorna—Estás tarde. Todos aquí queremos saber algo de él desde mucho antes
y los resultados siempre son los mismos. Nada.

—Yo no soy amigo de Taehyung—dijo, molesto—. Soy su hermano, su


familia, la única que le queda.

—¿Y hasta ahora comienzas a preocuparte? ¿Por palabras como la de


SeokJin?—atacó. Yoongi fruncía el ceño mientras Jungkook apretaba los
dientes.
—Nunca he dicho que no lo hice. No confío en alguien como Jin ni pienso
creerle, pero quiero saber más de mi hermano—dijo—. ¿Crees que nunca me
preocupé por él? ¡¿Y tú qué sabes?! Yo soy la persona que abandonó por tres
años, yo soy la persona que vió mucho más de lo que tú y Jin vieron...

—Y si eres esa persona, ¿por qué reaccionas ahora y no actuaste antes?—


interrumpió, sonriendo de lado.

Jungkook se detuvo, alzando ambas cejas. Apretó sus puños por debajo de
la mesa y mordió su labio inferior con desesperación e impotencia porque en
el fondo sabía que lo que decía Yoongi era cierto y no conseguía nada
negándolo.

—No lo sé...—murmuró por lo bajo.

—Justo como creí—dijo. Yoongi resopló y revolvió su cabello—. Puede que


tú seas su hermano, pero no sabes más de lo que Jin y yo sabemos. Y déjame
decirte que si piensas creer lo que Jin dijo, estás yendo por el camino
equivocado.

Jungkook apretó más fuerte, bajando la vista.

—Ni se te ocurra hablar de este tema con Taehyung—advirtió, levantándose


de su asiento—. Solo conseguirás empeorar las cosas y peor, harás que él se
alarme. Porque lo creas o no, tú eres el único que de verdad le importa.

—Él también me importa—gruñó.

—Pues no pareciera—dijo antes de salir de la cocina.

El rubio observó a Jungkook durante toda la noche mientras él dormía, con


la diferencia de que esta vez no necesitó escabullirse por los pasillos hasta
llegar a él. Se quedó sentado en el suelo, mirándolo sin quitar la vista ni
distraerse. Cerró sus ojos y trató de dormir con esa calma que Jungkook
podía entregarle, pero la voz de Seok retumbó en sus oídos una y otra vez,
rompiéndole la atmósfera y la paciencia.

Volvió a abrirlos de golpe y sonrió al encontrarse con Jungkook durmiendo


porque por un momento creyó estar en su habitación solo y sin algo para
comer, igual que antes. Taehyung suspiró y se incorporó, abriendo la enorme
ventana de su cuarto para fumarse un cigarrillo

“¡Dile a quién intentaste matar y a quiénes mataste!”

—Así que Jin fue a verla..—murmuró una vez soltó el humo. Taehyung
sonrió y miró al cielo, cerrando sus ojos—. Quizás yo también deba hacerlo...

La única razón por la que no la había asesinado era por SeokJin, pero si
quería mantenerse con vida o a Jungkook, debía hacerlo. El problema es
cómo. Ahora que Jin se ha ido, probablemente está viviendo con ella y eso
le complicaba más las cosas. Entonces, ¿por dónde debía empezar?

Taehyung apagó el cigarro y lo dejó en el cenicero sobre la mesa del patio.


Se quitó la camiseta y los zapatos para recostarse a un lado de Jungkook,
envolviendo su pequeña cintura en un brazo. El azabache se volteó,
quedando frente a su pecho, parpadeando somñoliento.

—¿Te desperté?—preguntó. Jungkook lo miró a través del sueño, frunciendo


el ceño cuando el olor a tabaco llegó a sus fosas nasales.

—¿Fumaste?—dijo. Taehyung asintió—Huele mal. Ve a dormir con


Yoongi.

—Tú también hueles mal—se defendió, aunque era una mentira.

—Yo me bañé.
—Después de una semana—continuó.

Jungkook chasqueó la lengua:—Mentiroso.

—Ven aquí—lo atrajo hacia él. Jungkook se sorprendió y golpeó su pecho


para alejarlo, pero Taehyung puso más resistencia—. Quédate quieto. Tengo
sueño.

—Me cuesta respirar—murmuró.

—Entonces no respires—Jungkook rodó los ojos al escucharlo.

Cuando el azabache alzó su rostro a pesar de la presión sobre su rostro para


pedirle a Taehyung que lo soltara, este ya estaba durmiendo. Sonrío y decidió
dejarlo para después, y entonces siguió durmiendo en los brazos de su
hermano.

Era frustrante tomar el metro solo y con esa consciencia tan sucia después
de conversar con Yoongi de Taehyung. Además, nunca antes había tomado
el metro ya que Taehyung se encargaba de llevarlo a la escuela, pero
lamentable no era así. Y por lo mismo es que estaba tan frustrado porque el
metro es incómodo y no tenía la atención que quería tener de su hermano.

¿Desde cuándo se había vuelto así? ¿Desde que siente algo por Taehyung?
¿O desde antes? Jungkook siempre quisó la atención de su hermano y,
aunque todos digan que ya la tiene, él espera algo más nuevamente. Se volvió
egoísta.

—Taehyung me gusta—musitó mientras sostenía las cuerdas de su


mochila—, y no sé nada de él—soltó una risa—. No sé nada de mi hermano.

¿Por qué me preocupa tanto? ¿Es por qué me gusta? Entonces...¿qué sucede
conmigo?
Nunca se lo había preguntado a pesar de recordar millones de peleas que
involucraban a Taehyung o cuando llegaba con moretones en el cuerpo y no
lo veía en semanas. Nunca se preguntó qué sucedía con él porque no lo
consideró relevante hasta ayer. Jin confesó que su hermano había asesinado
a alguien y recién ahí, mientras los escuchaba, sintió el peso caer sobre sus
hombros.

Tampoco quiere creerlo, no, no quiere creer que esa es la razón detrás de los
días que no lo veía o en los que Taehyung no salía de su habitación. No
quiere creer las palabras tan colgantes de alguien como Jin porque al fin y al
cabo Taehyung es su hermano y nunca haría algo así. Pero, ¿entonces por
qué está tan preocupado y su corazón se altera al pensar que haría algo así?

Duele. Duele como el infierno. Duele el no saber nada de nada. Otra vez.
Está cansado de lo mismo, de ser solo una pieza poco importante para
muchos y creer lo que está acostumbrado. Él lo vió, no Jin; él vivió como
Taehyung se alejaba, no Yoongi; y él sintió cada vez que Taehyung lo hacía
sentir especial, nada más salvo él, y es frustrante saber que inclusive así,
sabía la misma cantidad que cualquier otra persona.

Sin embargo, ahora no era el único que comenzó a cuestionarse. Jin, estando
frente a una tienda de libros antiguos, estaba seguro que más de alguno
piensa lo mismo que él. Yoongi no podía concentrarse en su clase porque
también lo pensaba. Y finalmente, Jungkook era el último en caer. Taehyung
lo sabía, sabía que los minutos eran escasos y el reloj cambió sus manecillas.
Ahora estaba bajo un hoyo negro del cual no puede escapar. La verdad.

—¿Señor Kim?—llamó un hombre. Taehyung volvió a la realidad de golpe


y sonrió.

—Lo lamento. Me desconcentré—dijo.

—No se preocupe—sonrió el hombre—. Bien como decía, las ventas de la


empresa han aumentado en un 78% y queremos realizar el proyecto de venta
na...
Taehyung no escuchó, simplemente miró a través de la música que se
sumergía en sus pensamientos. Sonreía cuando él lo hacía y respondía con
un sí sin saber de lo que el hombre le estaba hablando.

Claro que lo sabía.


A veces los peones se mueven hasta el final del tablero para convertirse en
algo que no son y así ganar el juego.
Pero no importa cuánto se esfuercen.
La reina sigue siendo reina y el rey sigue siendo rey.
No importa cuántos peones se enfrenten.
Yo soy la certeza.
Yo siempre gano.
Nineteen

Este capítulo contiene lenguaje vulgar, violencia y maltrato psicólogo.


Leer bajo precaución.

Estoy loco.
He comenzado a aceptarlo.
Nadie puede huir de su propia naturaleza.

Taehyung subió el cierre de su sudadera negra y vió la hora por última vez;
su reloj de muñeca marcaba exactamente las once y media de la noche.
Suspiró y tomó el bolso, se volteó y sonrió débilmente. Se acercó hasta el
durmiente cuerpo del azabache y depositó un beso en su frente antes de irse.

Se miró a través del retrovisor interior y apretó el volante con fuerza mientras
prácticamente superaba el límite de velocidad. Para su suerte, ningún oficial
estaba cerca como para notarlo.

No esperó encontrarse con el auto de su abuela al llegar su destino, tampoco


esperó verla salir de la casa con una sonrisa junto a su tía y Jin, es más, no
estaba preparado emocionalmente para ver a Jin junto a ellas. Nunca lo
estaría.

Se quedó ahí, observando como siempre lo hacía, revisando su celular y


enviando una que otra excusa a Yoongi por su ausencia en casa. Le dijo que
estaba en un bar con sus compañeros de trabajo y era curioso que su mejor
amigo se lo creyera aún sabiendo que Taehyung odiaba los ruidos y la
multitud. Pero lo hizo, y eso favorecía la situación.

El reloj de su celular llegó hasta las una de la mañana, las luces de la casa
estaban apagadas y el auto de su abuela ya no estaba. Sin embargo, esperó
ahí unos treinta minutos más para asegurarse.
Y finalmente llegó.

Abrir cerraduras no era tan difícil si sabías usar un pedazo de alambre y el


movimiento correcto o si eras lo suficientemente hábil como para deslizar un
cuchillo en el espacio que separa la puerta con el umbral hasta forzarla. Y
Taehyung lo hizo de ambas formas, una por diversión y la otra por decisión.

Cuando logró entrar, cerró la puerta detrás de sí lo más silenciosamente


posible y se escabulló por las escaleras viejas y ruidosas. Llegó hasta los dos
dormitorios más importantes de la casa; en uno, un chico de cabellos
castaños dormía plácidamente abrazando un oso de peluche y en el otro, una
mujer de alrededor de cuarenta años dormía de la misma forma, tranquila y
sin preocupaciones.

Taehyung entró al primer cuarto de la misma forma que abrió la puerta


principal, por diversión.

Se sentó en el extremo de la cama y se acercó a él para acariciar sus mejillas


heladas. De su bolsillo sacó una pastilla y la introdujo en la cavidad bucal de
su primo a la fuerza. Jin se removió al sentir el extraño sabor tóxico en su
boca, sin embargo no despertó.

—Siempre tuviste un sueño pesado—murmuró, acariciando su cabello—.


Aunque...—miró su reloj de muñeca—no queda mucho para que haga su
efecto-resopló. Taehyung quedó observándolo un momento y sonrió
tristemente—. Perdón.

Mientras tanto, Taehyung se incorporó y avanzó hasta la otra habitación.


Giró la perilla de la puerta lentamente y la abrió con sumo cuidado, sin emitir
ruido alguno.

Era asqueroso. Taehyung sintió el mismo olor que la primera vez que entró
a un lugar sin avisar, recordó esos malditos momentos de su infancia y lo
que esa mujer había hecho todos estos años. Y no sabe porqué motivo está
tan contento de verla ahí, tan frágil y débil, tan calmada y relajada, y tan
ingenua.

El rubio cerró la puerta con llave y caminó hasta la mesita de noche para
romper el móvil que se encontraba en ella y luego trabar las ventanas con un
fierro de metal. Prendió el televisor de la habitación, se sentó en el suelo
frente a él y fue navegando canal por canal hasta encontrar uno que le
gustase, pero no consiguió hacerlo, así que simplemente introdujo el CD en
el portador y esperó a que el mismo ruido de la película la despertara.

Al cabo de unos minutos, ella despertó furiosa.

—¿Qué es ese maldito ruido...?—gruñó, sobando sus ojos y sentándose en


el colchón. Taehyung se giró al escucharla. Cuando la mujer abrió sus ojos
y lo vio, se le heló la sangre—¿Qué haces aquí...?—le costó decir.

—No te ves muy feliz de verme—afirmó, resoplando.

—¡Qué mierda haces aquí!—exclamó con desesperación. Taehyung frunció


el ceño, agotado del espectáculo—¡Vete! ¡Llamaré a la policía!—se giró a
un lado en busca de su celular y se desesperó aún más al no encontrarlo.

—Lo rompí—dijo, tranquilamente—. Lo siento—sonrió.

—¡Jin! ¡Jin!—gritó más fuerte.

—Él no te escuchará. Está profundamente dormido ahora—le dijo.


Taehyung se levantó con cuidado y se acercó a ella mientras continuaba
gritando—. Silencio.

—¡Vete! ¡Maldito psicópa...!—Taehyung impactó su mano contra su mejilla


con fuerza hasta hacerla callar. La mujer se sorprendió y tragó duro:—Ta...
—Dije silencio—murmuró, tomando firmemente su mentón—. Eres ruidosa.
¿No te dije ya que no servirá gritar?—ella volvió a tragar, escuchándolo—
¿Por qué me haces hacer cosas que no me gustan? Mira, incluso te dejé rojo.

—Estás enfermo...—susurró. Taehyung llevó sus manos a sus mejillas y las


apretó—. Eigh...

—Eres igual de insolente que tu hijo—bramó—. No conocen la palabra


disciplina.

Ella escupió en su rostro. Taehyung rio fuerte y jaló su cuerpo manteniendo


el agarre en sus mejillas para tirarla contra la pared. La mujer escuchó como
su columna crujió gracias al brusco movimiento y como la sangre comenzaba
a escurrir por su frente.

—Te lo advertí una vez—gruñó, acercándose a ella. Taehyung volvió a


tomar su rostro entre sus manos una vez que estuvo frente a ella—. Te advertí
que no habría una segunda vez ¡Y aún así intentas probarme!

La gruesa voz de Taehyung resonó en los oídos de la mujer como agujas que
rompían lentamente su tímpano. Su fuerte y firme agarre sobre su piel estaba
comenzando a quemarle, pero ningún quejido logró hacer que el rubio
pensara en soltarla.

—Eing...—gimió cuando Taehyung apretó más fuerte.

—¿Le dijiste a Jin que intenté matar a mi padre no es así?—ella no dijo nada,
solo intentó zafarse—¡Te estoy haciendo una maldita pregunta!

—S-sí...—dijo con dificultad—. Lo hice...

—¿Qué más le dijiste? ¿Le dijiste lo que hiciste? ¡Dime!—gruñó muy cerca
de su rostro. Ella negó. Taehyung chasqueó la lengua—Bien, vamos a jugar
un juego. ¿Quieres?—ella volvió a negar, desesperada—Vamos, no seas
aguafiestas. Será divertido. Solo...trata de no morir tan rápido.

Ella abrió sus párpados con sorpresa, sin embargo el dolor en su cabeza era
más fuerte. Taehyung la sostenía del cuello mientras golpeaba su cuerpo
contra la pared una y otra vez, escuchando como sus huesos crujían y viendo
la enorme cantidad de sangre deslizarse por sus manos.

Después de una serie de impactos, la dejó caer inconsciente. Llevó dos de


sus dedos a su cuello y le tomó el pulso; para su suerte, seguía viva. Sonrió
y se deshizo de esas estúpidas ropas de dormir hasta dejarla desnuda. De su
bolso sacó unas cuerdas lo suficientemente gruesas como para dejar
cicatrices y las dejó a un lado. Tomó una de las sillas del dormitorio y la dejó
justo al frente del televisor. Finalmente, sostuvo el cuerpo desnudo entre sus
brazos para dejarlo sobre la silla y atar cada una de sus extremidades con
firmeza.

Fue en busca de un vaso de agua al baño que se encontraba dentro y se lo


tiró en el rostro hasta que por fin despertó. La mujer se removió en la silla,
algo confundida y atónita.

—¿Q-qué piensas hacer...?—dijo entre suspiros—¿P-por qué no me matas


de una maldita vez...?

—Porque no sería divertido—le dijo.

Taehyung se encontraba a su lado, sentado en el suelo y jugando con el


control del televisor.

—Bien...—dijo, levantándose—. Vamos a comenzar. ¿Estás lista?

—¿Q-qué es es...?—comenzó a decir, pero Taehyung la volvió a callar con


una cachetada más fuerte que la anterior.
—Oh, lo siento—se rió, mirando su palma roja y ardiente—. Es divertido
golpear tu mejilla. No volverá a pasar. Ahora, veamos.

Era una grabación. Eugenia no podía distinguir muy bien a los protagonistas
debido a la baja calidad, pero estaba segura de que se trataba de un hombre
y una mujer. La grabación estaba en otro idioma y eso volvía más difícil su
comprensión.

—El audio no es lo interesante—dijo, Taehyung—. Solo tienes que


concentrarte en lo que ves.

—¿Quiénes son ellos...?—preguntó, débilmente, removiéndose entre las


cuerda.

—Simples personas desafortunadas—le restó importancia—. Presta


atención.

Eugenia lo hizo, a pesar del frío y del dolor que se concentraba en sus
muñecas y tobillos. Logró distinguir con claridad a las dos personas en
cuanto la grabación avanzó, y estaba en lo correcto, se trataba de un hombre
y una mujer. Mientras los minutos pasaban, más se lamentaba de ver lo que
estaba viendo.

Era una maldita violación.

Escuchó los gritos con fuerza como tumores malignos navegando a través de
su cuerpo, las fuertes imágenes se volvían claras, los golpes, las quemaduras,
todo era más evidente mientras más prestaba atención. Era curioso, trató de
apartar la vista más de una vez pero Taehyung siempre tomaba su rostro con
fuerza y la obligaba a verlo. ¿Con qué razón? ¿Por qué? ¿Y por qué
Taehyung parece tan calmado al verlo?

—¡No quiero verlo!—gritó, tratando de apartar la vista—¡Suéltame!


—Te estás perdiendo la mejor parte—se burló, sosteniendo los extremos de
su rostro bruscamente.

No era solo una grabación, sino varias acopladas al mismo CD. Cada una era
diferente. Cada una era una tortura distinta. Grabación tras grabación. La
primera comenzó por ser una violación, la segunda resultó ser un asesinato
y la última, fue la mezcla de ambas en una niña de no más de diez años.

Intentó gritar más de una vez mientras lo veía, opuso resistencia repetitivas
veces, pero nada bastó para controlar a Taehyung. Porque no importaba
cuantas veces se moviera, el rubio siempre lograba callarla de una forma. Y
así fue hasta que la obligó a sostener un pedazo de tela vieja en su boca.

Cuando los vídeos terminaron, Taehyung la soltó y agarró su pelo entre sus
manos. Eugenia gimió al caer contra sus rodillas.

—¿Sabes de dónde lo conseguí?—le preguntó. Ella negó entre lágrimas—


¿De verdad no lo sabes? Es una lástima, creí que él te lo habría contado.

La mujer dejó caer las lágrimas repremidas en poco menos de un segundo,


apretando sus párpados mientras la fuerza de Taehyung estaba sobre su
cabello y jalaba de él.

—Eugenia—pronunció su nombre lentamente, acercándose a su boca—,


esos vídeos son de mi padre.

Ella abrió sus ojos de golpe.

—Te preguntarás "¿cómo?". Suena imposible, ¿verdad?—sonrió, divertido


al verla quejarse—Creo que tú no lo conocías tanto como yo lo hacía.

Ella trató de no creerlo y negó para sí misma una que otra vez mientras lo
escuchaba.
—Eres estúpida—afirmó él. Taehyung quitó el pedazo de tela de su boca y
rozó sus labios contra los de ella, lamiendo de estos una vez que el roce se
intensificó.

—¡Suéltame!—gritó. Eugenia empujó el cuerpo de Taehyung con una fuerza


desconocida, haciéndolo caer—¡Eres repugnante!

Taehyung sonrió.

—No sé a qué estás jugando... No sé de qué estás hablando. Tu padre nunca


haría algo com...

Taehyung se levantó más rápido de lo previsto y golpeó su rostro con su


botín. Se encargó de romper su nariz y desencajar su mandíbula una vez que
el golpe logró desequilibrar el cuerpo femenino. Esperó unos momentos,
aburrido de ver como la mujer se retorcía en el suelo y tosía.

—Dios...—se quejó, pasando una mano por su cabello. Taehyung se inclinó


y jaló de su brazo hasta levantarla. La llevó a la puerta y quitó la cerradura
de esta para arrastrarla por los pasillos hasta la primera habitación.

—¿Q-qué ha..?—comenzó a decir ella, horrorizada.

—Ponte de espaldas a la pared—bramó.

Eugenia lo vió dormir, tranquilamente. Su hijo no estaba escuchando nada,


lucía bien. Débilmente, acató su orden tal cual dijo y se posicionó en la pared,
dándole la espalda. Se sostuvo con sus piernas débiles al igual que sus brazos
y mordió su labio inferior, avergonzada y destruída por dentro. Las lágrimas
cayeron aún más rápido cuando algo se introdujo por detrás. Trató de huír y
gritar, quizás despertar a Jin, pero las firmes manos de Taehyung apretaban
su cintura y dejaban marcas a lo largo de su espalda.
Era duro y seco.

El rubio calló sus incontrolables gritos con su palma y la penetró aún más
fuerte. Retomó el rostro femenino entre sus manos y la obligó a mirar a un
lado, el mismo lugar el cual Jin dormía. Las incontrolables embestidas
continuaron con salvajismo. Ambas caderas resonaban bruptamente y sin
descaro. Taehyung estaba rompiéndola sin importarle si su primo despertaba,
aunque obviamente no lo haría.

Eugenia se preguntó si este sería el fin. Si moriría viendo el rostro de su hijo


o si moriría sola en su cuarto, y ahora es cuando prefiere la segunda opción.
Porque, al decir verdad, ya no le importaba si algo le sucedía más allá de lo
cotidiano. Taehyung le dejó en claro lo que es capaz de hacer.

Pero nunca pensó que terminaría de una forma tan humillante.

El rostro de Jin ya no estaba frente a sus ojos cristalinos y llorosos, ahora


solo se encontraba atada a la cama, sin posibilidad alguna de moverse o de
siquiera intentarlo. Visualizó a Taehyung desde el fondo y lo vió llegar con
un cuchillo propio, afilado y bastante grueso.

—La primera vez que vi esto, fue en un vídeo. Pero no quise mostrártelo
porque sería como... Arruinar la sorpresa—comenzó a decir, acercándose
con una sonrisa de oreja a oreja—. Ahora que ya estás dilatada, me pregunto
si dolera menos de lo que es habitual. De todas formas, espero que lo
confirmes.

—No! ¡No por favor!

—Tarde.

—¡No, Taehyung! ¡Taehyung! ¡No!


Taehyung introdució el filo del cuchillo por su entrada vaginal, divertido al
ver su rostro de dolor. Eugenia gritó desde el fondo de su garganta una vez
que sintió como sus labios vaginales se rompían y se desgarraban gracias al
filo. Taehyung no detuvo y continuó.

—¿Qué tal se siente?—le preguntó.

Eugenia exclamó nuevamente en respuesta. La mujer tiró sus brazos con


fuerza, siendo detenida por el fuerte lazo alrededor de sus muñecas.
Taehyung introdujo el cuchillo lentamente, hiriendo cada parte de su cuerpo
por dentro.

—¿Sabes? Te lo advertí una vez—dijo entre gritos—. Te advertí lo que


sucedería si te metías conmigo. Te advertí muchas veces.

—¡Ahg!—gritó, jalando las cuerdas. Taehyung la penetró con el utensilio


hasta el fondo y lo sacó de golpe—¡Ahgg!

—SeokJin es mi familia, no tuya. Y merece saber lo que su madre hizo—


gruñó—. Aunque es una lástima que no puedas decírselo por ti misma.

Duerme, gran peón.


Twenty

—¿¡Qué mierda, Taehyung!?—gritó Yoongi al verlo entrar con Jin en sus


brazos. El teñido casi se ahoga al notar la sangre en la camisa de su mejor
amigo.

—Llama a un médico—le dijo rápidamente, desesperado. Yoongi se quedó


boquiabierto—. ¡Llama a un médico, maldita sea!

—Son las cinco de la mañana, idiota. ¡No hay ningún médico atendiendo!
—gritó—¿¡Y qué mierda le hiciste a Jin!?

—La pastilla...—se desesperó, observándolo mientras cargaba a Jin y lo


recostaba sobre el sillón—. La pastilla está fallando...

—¿Qué pastilla? ¡Taehyung explícame!—gritó, acercándose a él. Taehyung


se calló y se dejó caer en el suelo, escondiendo su rostro con ambas manos.
Yoongi, frunció el ceño, y tocó el rostro de Jin que ardía—Está ardiendo—
murmuró—. Rápido, tráeme una toalla fría y las medicinas que están en tu
mueble. ¡Rápido!

—L-lo maté...—murmuró para sí mismo, meciéndose en el suelo—. M-maté


a Jin.

Yoongi apretó la mandíbula y se inclinó donde su amigo para golpear su


mejilla:—¡Escúchame!—le gritó. Taehyung tragó duro—No tenemos
mucho tiempo. Jin está ardiendo en fiebre y puede morir si no hacemos algo
ahora, así que deja de llorar y tráeme lo que estoy pidiendo. Después me
explicarás el gran lío en el que nos metiste.

—Bien...
Taehyung se incorporó, recuperando su poco ánimo y corrió hasta su
habitación en busca de los millones de remedios que tenían. Los llevó todos,
sin excepción, y se los entregó a Yoongi una vez que llegó a la sala principal.

—Traéme una toalla fría—le dijo, recibiendo todos los remedios.

Taehyung asintió y fue en busca de lo pedido. Consigo trajo una toalla


pequeña y un jarrón lleno de agua helada para dejarla a un lado de Jin.

—Por favor, no me digas que hiciste una locura—Taehyung se paralizó,


sintiendo una presión en su pecho al escuchar el suave tono de voz de su
mejor amigo—. Taehyung, contéstame. ¿Dónde estabas, exactamente?

Taehyung no dijo nada.

—¿Por qué estás cubierto de sangre?—volvió a insistir al mismo tiempo que


mojaba la toalla y la dejaba sobre la frente de Jin. Taehyung seguía sin
hablar—¡Respóndeme, Taehyung!

—¡La maté!—soltó. Yoongi se estremeció. El rubio resopló, apretando los


puños—Yo la maté...

Y ahora... ¿Qué?

Jin estaba reviviendo los mejores momentos de su infancia mientras


Taehyung y Yoongi corrían por todos lados en busca de una solución para
su fiebre extrema. Su cuerpo, sumergido en agua tibia, estaba consciente de
la profundidad y no se ahogaba cuando el agua entraba por su nariz. Estaba
libre de la realidad que por tanto tiempo había cargado.

¿Así que esto es estar muerto? se preguntó. Pero por la forma en la que
escucha los gritos exteriores o como su cuerpo se sacudía aún estando por
debajo de la marea, sabía que no quería experimentar algo tan humano como
la muerte. Por lo menos, no por el momento.
Existe un deseo que lo mantiene atado a su decisión, y es el irse sabiendo
que Taehyung es libre de un pasado que ya no está ni volverá a estarlo.
Quizás debí pensarlo mejor, pensó, quizás todos debimos ayudarlo, y quizás
todos debimos perdonar nuestros propios errores.

Sí, quizás debí entender que Jungkook era su verdadera familia.

Taehyung dejó sus horas de trabajo a un lado y se mantuvo arrodillado a la


cama para acompañar a Jin por el resto de la noche.

—Puede delatarme—dijo después de un rato, mirando a Jin por sobre sus


brazos alrededor de su cabeza. Yoongi se mantuvo serio—. No lo detendré
si planea entregarme a la policía. Después de todo, yo maté a su madre y no
merezco su perdón.

—¿Estás dispuesto a dejar a Jungkook y todo lo que te esforzaste en


conseguir?—preguntó. Taehyung sonrió, tristemente.

—Estoy dispuesto a que viva como debe ser—sonrió, ocultando su rostro—


. Estoy dispuesto a que ustedes vivan sin cargar lo que yo cargo.

Yoongi sonrió.

—Quemé su casa, sus recuerdos, es cosa de tiempo para que encuentren a un


culpable—continuó—. Si Jin lo desea, yo mismo me entregaré.

—¿Por qué?

—Porque es lo que las familias hacen entre sí. Protegerse.


Yoongi sonrió más amplio, soltando un risa mientras se extendía por la silla
y miraba el techo.

—Cuando te conocí, pensé que solamente serías otra persona que llega a
invadir tu territorio. Te declaré enfermo por conocer tu amor hacia tu
hermano y te juzgué basándome en lo que yo hubiera hecho, pero hay algo
que nunca hice: Entenderte—comenzó a decir. Taehyung se sorprendió, sin
alzar su rostro—. Creo que todos hemos tratado de hacerlo, incluso Jungkook
se preocupa por ti y trata de conocer más a su hermano porque eres su única
familia. Sin embargo, es difícil entender a una persona que nunca se abrirá a
otros. Aunque entiendo que no quieras hablar de ti ni de tu pasado, pero si
quieres recuperar a Jin de la mejor forma, tienes que decirle el porqué.

Si hay algo que sé de ti, es que nunca actúas por actuar. Creo que tenías una
razón para asesinarlo y yo, como mejor amigo, te ayudaré a cubrirlo.

Taehyung escuchó sus palabras e, inconscientemente, sonrió por debajo del


calor de su respiración contra el colchón.

—¿Somos familia, no?—Yoongi bajó su vista hasta él, buscando la mirada


de Taehyung a medida que levantaba su rostro y se dejaba ver—Nos
protegemos unos con otros.

Así que eso es una familia.

Taehyung lo miraba desde el suelo. Tenía su rostro fruncido y apretaba los


dientes mientras rodeaba su cuello con más fuerza, y aún así no dijo nada
porque se lo merecía. Simplemente quería irse de una vez y ahorrarse todo
un trabajo extra.

Pero quería verlo por última vez si iba a morir ahí. Quería ver su sonrisa de
conejo y oír su voz, ojalá en una canción a pesar de estar perdiendo la mitad
de sus sentidos. Ese era el último deseo y lo último que quería hacer. Ya ni
siquiera le importaba morir o permanecer en una vida como la suya. Al
menos sabría que fue lo mejor.
Escuchaba una sinfonía silenciosa; violines y pianos se camuflaron y unieron
entre sí para crear una marea; veía la playa por detrás del cuerpo sobre su
torso y cerraba los ojos en cuanto la luz del sol impactaba bruscamente contra
sus párpados. Ahí, Taehyung pensó que era lo más cercano a tranquilidad
que alguna vez podría tener, aunque le hubiera gustado que sea con el mismo
niño que conoció a los diez años.

Sus pulmones dejaron de funcionar por un momento y aceptó su muerte


como una afirmación. La recibió de la mejor manera y esperó los segundos
que parecieron eternos. Entonces, en ese efímero momento de silencio total,
abrió los ojos nuevamente.

Es curioso porque le recé a Dios, sabiendo que yo no podría alejarme del


mismo pecado que había creado y atesorado por tantos años.

—¡Te dije que lo sueltes!—escuchó.

Jungkook apartó a Jin con fuerza del cuerpo de Taehyung, haciéndolo a un


lado—¡No te atrevas a tocarlo!—volvió a gritar, dándole la espalda a su
hermano con ambos brazos extendidos, defendiéndolo.

—J-Jungkook...—musitó débilmente el rubio desde el suelo, mirándolo


atentamente.

—¡Si te acercas a mi hermano, llamaré a la policía!—exclamó. Jin río.

—¿Llamar a la policía? ¡Me parece perfecto!—rió, incorporándose


lentamente—Así se llevarán a Taehyung a la cárcel donde pertenece.

—¡Al único que deberían llevarse es a ti!—gritó seguido—¡Tú traicionaste


a tu familia!
—¿Familia?—abrió los ojos, sorprendido—¡Esta no es mi familia!

—¿¡Y quién lo es sino!?

Jin calló.

—Jungkook...vete...—murmuró Taehyung, tosiendo.

—¡No! ¡No me iré!—lo calló, furioso. Miró a Jin con el ceño fruncido y
volvió a dirigirse a él—¡Eres un idiota! Taehyung pudo haber muerto por tu
maldita culpa, bastardo. ¿¡En qué estabas pensando!?

—Jungkook es suficiente...—interrumpió Taehyung al ver que Jin no


respondía y estaba sorprendido.

—¡Responde Jin! ¿¡En qué momento te volviste contra nosotros!? ¡No lo


entiendo! ¡Si esta no es tu familia, dime cuál es!—dijo. Jin siguió sin hablar,
solo se mantuvo sorprendido, mirándolo desde el suelo—¡Anda responde!

—Jungkook...—murmuró el rubio para sí mismo, sorprendido.

—Anda, Jin, responde. ¡Dime quién es tu familia!

—Y-yo no lo sé...

—¿No lo sabes? Pues yo sé cuál es la mía y la voy a defender. No dejaré que


me quites a Taehyung—gruñó—. Y si vuelves a tocarlo, al primero que
lastimaré será a ti. Es una advertencia.

Taehyung soñó despierto todo este tiempo en que Jungkook limpiaba sus
múltiples heridas. El azabache negó para sí mismo y dejó escapar un suspiro
de resignación mientras continuaba su acción.
Su hermano estaba lleno de cicatrices y moretones por todo el cuerpo. Su
cara tenía múltiples heridas y sería un lío total para él si quería mejorar su
apariencia para que volviera a la empresa de la mejor forma, porque era algo
prácticamente posible. Jin se había encargado de dejarle secuelas y marcas
horribles por su cuello.

Taehyung no parecía interesado por eso. En todo este período de tiempo, no


se molestó en hablar con él sobre lo sucedido con su primo. De todas formas,
Jungkook no insistiría a recordárselo.

El azabache estaba enormemente agradecido con el mundo, no se podía


imaginar una situación donde él no llegara a tiempo y Taehyung ya no
estuviera aquí con él, siendo paciente de sus nuevos conocimientos de
primeros auxilios.

—¡Ay!—exclamó el rubio de repente, encorbándose—¡Duele!

—Ya lo sé. Estoy limpiando tus heridas y no puedo hacerlo si te estás


moviendo—explicó. Taehyung bufó y asintió. Jungkook sonrió.

—¿Hace cuánto sabes todo esto? Me refiero a primeros auxilios—le


preguntó.

—Uhm... No hace mucho. He estado investigando desde tu pelea con Jin—


dijo. Taehyung alzó ambas cejas y volvió a quejarse en cuanto Jungkook
encontró otra herida—. Quédate quieto—retó, resoplando, y continuó con su
historia:—. Cuando discutieron recordé que siempre llegabas con heridas a
casa. Supongo que desde ahí supe que no quería verte lastimado nunca más.

Taehyung sonrió.

—No creí que lo recordaras—murmuró.


—Yo tampoco—afirmó—. Hay muchas cosas que empecé a recordar y tengo
miedo de todas ellas.

—¿Qué cosas?—se extrañó.

—De esto. De nosotros—susurró. Jungkook se alejó y dejó la tela húmeda


en un recipiente a un lado de la cama para dejarse caer sobre ella.

Ahí estaba lo que Taehyung tanto temía. Otra vez los malditos recuerdos
estaban jugándole en contra.

Se quedó en silencio, cabizbajo, sin saber qué decir exactamente.

—E-estoy sintiendo cosas que no puedo explicar exactamente—comenzó a


decir. Taehyung se volteó en cuanto lo escuchó—¡No mires!—llamó la
atención. El rubio sonrió y se volvió a girar hacia el frente, divertido—E-es
vergonzoso...

—Acabas de decir que sientes cosas por mí—sonó orgulloso. El azabache se


sonrojó.

—¡N-no t-tienes que decirlo de esa forma!—dijo con ambas mejillas


sonrojadas y cubriéndose el rostro a sus espaldas.

—¿Por qué no?

—Porque es humillante... T-todavía no estoy seguro de lo que siento—se


apresuró en decir. Taehyung relajó sus hombros y se volteó nuevamente,
acercándose peligrosamente al chico de cabellos oscuros—. ¿Q-qué crees
qué haces? ¡Todavía no termino de curarte!—exclamó con nerviosismo.

—Al diablo con la curación—dijo, sonriendo más amplio—. Ven aquí—


susurró, tomándolo desde la cintura para acercarlo a su torso desnudo.
Jungkook dudó, pero terminó obedeciéndolo con el rostro más sonrojado que
antes.

Taehyung tomó la pequeña curva entre sus grandes y firmes manos para
compartir el calor que desprendía de su cuerpo. Cuando Jungkook estuvo
sentado sobre sus piernas y rodeó el cuello del rubio con ambos brazos,
Taehyung terminó por acomodarse y extender sus piernas a lo largo de la
cama. El azabache se mantuvo nervioso y de alguna forma, muy pequeña, se
lamentó de no haber curado todas sus heridas en su torso para cubrirlo con
la camisa, que ahora seguramente estaba tirada en algún lugar de la
habitación de Taehyung.

—¿Me quieres?—preguntó, buscando su mirada a pesar de que el menor la


evitaba—Jungkook, ¿me quieres?—insisitió, tomándolo del mentón.
Jungkook mordió su labio inferior y asintió algo nervioso—Dímelo.

—¿¡Ah!?—se negó—¡Y-ya lo dije!

—¿En serio? Oh, no lo escuché. Repítelo—Jungkook frunció el ceño y


Taehyung rió divertido.

—Serás...—musitó entre dientes. El azabache tomó aire y finalmente volvió


a decirlo:—Te quiero.

—¿Mucho?—continuó preguntando Taehyung, sonriendo de oreja a oreja.

—No te pases—frunció el ceño.

Jungkook fue el que terminó por hundir sus labios sobre los del rubio para
ahorrarse toda esa charla, porque ahora no la quería escuchar. Taehyung lo
siguió de cerca e introdujo su lengua en la boca del azabache una vez que
este le permitió.
Cuando Yoongi llegó a la casa, no se encontró con Jungkook como
eventualmente lo hacía a la hora de llegar, ni tampoco a Jin recostado sobre
el sofá viendo alguna serie de comida o lugares del mundo. Había silencio,
nada más que silencio. Y eso se sentía como una puñalada en el estómago.

Caminó hasta el cuarto de Jin con la esperanza de encontrarlo despierto y


preguntarle qué tal le fue, pero por la mueca que recibió del castaño al entrar
y los rasguños en sus mejillas, entendió que su charla con Taehyung no había
concluido de la mejor forma.

—Estás despierto—dijo, cerrando la puerta de la habitación para después


acercarse a él—¿Qué tal te sientes? ¿Te duele algo?

—Él la mató, ¿verdad?—soltó de repente, ignorando su pregunta. Yoongi


asintió lentamente. Jin soltó un suspiro y miró hacia el frente, sin observar
algo en específico, solo perdiéndose—Entonces si lo sabes, ¿para qué
preguntas cómo me siento? ¿Eres estúpido? ¿Acaso tú y Jungkook no
utilizan eso que llaman cerebro?

—Jin, escucha, sé que estás enojado, pero...—comenzó a decir, calmándolo.

—¿Pero? ¿"Pero"? No juegues conmigo. Esta mierda ya dejó de ser


divertida—lo calló de golpe, desviando su atención hacia él—. ¿Quieres
saber cómo estoy? Estoy destrozado en mil pedazos, uno por uno más trizado
que el otro. Estoy nadando y hundiéndome a la vez. Así estoy, Yoongi. Tan
mal que no soy capaz de alegrarme al insultarte.

—Ya lo sé.

—¿Entonces por qué haces preguntas tan estúpidas?—frunció el ceño.

—No te desquites con él—interrumpieron su conversación.


Jin y Yoongi lo vieron justo bajo el umbral de la puerta con una mueca seria
y la camisa blanca de la noche anterior puesta sin planchar.

—La culpa es mía—continuó. Jin se mantuvo sin expresión, al igual que


Yoongi—. Yoongi, ¿puedes dejarnos solos?

—Claro—asintió, levantándose y saliendo de la habitación, no sin antes darle


un pequeño golpe en su hombro en señal de suerte a Taehyung.

Jin tragó duro cuando Taehyung cerró la puerta con seguro.

—Ten—le lanzó su teléfono celular desde la puerta, sorprendiéndolo—.


Puedes llamar a la policía y entregarme. No te detendré.

—Deja de joder, Taehyung. No es divertido—gruñó, viendo el aparato con


miedo sobre su cama.

—¿No es eso lo que quieres? ¿No quieres entregarme? Después de todo soy
un asesino.

El castaño no se inmutó.

—¿No quieres que Jungkook sepa lo que soy?—sonrió—¿No quieres


hacerme pagar por tu madre?

—No lo quiero. No de esta forma.

—¿Y qué otra forma hay? ¿Qué tal si me voy con Jungkook de la noche a la
mañana? ¿Qué harás Jin?

—Basta, Taehyung—intentó detenerlo mientras hablaba.


—La maté—agregó—. La maté porque he querido matarla desde hace
mucho tiempo y no había tenido la oportunidad. Eso es lo que hice, Jin. Eso
es lo que tanto esperé por hacer.

—¿Por qué...?—logró decir después de un tiempo.

—Porque ella lo sabía todo y lo negó—dijo.

—¿A qué te refieres...?

—Tu madre fue cómplice de maltrato infantil—finalizó. Jin abrió sus ojos
como dos grandes esferas, con dificultad de digerir la información.

—¿M-maltrato infantil?

—Une las piezas, Jin—murmuró—. Sé que puedes pensar con más claridad.

No, el Taehyung que conocía no habría vivido eso nunca en la vida. Pero por
más que trató de negárselo y repetírselo, solo aparecían más pistas tras otras,
y todas refutando las mismas palabras del rubio. Era una pésima broma de
mal gusto.

—¿T-tú...?—temió decir lo siguiente.

—Bingo.

Los exámenes finales habían terminado, junto con el gran proyecto de la


empresa de Taehyung, lo que indicaba unas merecidas vacaciones en la
familia Kim para aliviar las tensiones y quizás olvidar unas cuantas cosas.
Es por eso que Taehyung decidió acampar ya que sería mucho más sencillo
elegir compañeros y tiendas, porque obviamente él no iba a estar con Yoongi
ni Jin.

Aunque tampoco estaba en sus planes dos mocosos más como Namjoon y
Jimin.

—Explícame esto—le dijo a Jungkook, mirando como los dos mocosos


charlaban con los otros dos idiotas en la entrada.

—Los invité—dijo como si fuera lo más obvio del mundo—, ¿no puedo?

—Eran unas vacaciones en familia—recordó, frunciendo el ceño—. En


ningún momento hablamos sobre es...

—¡Ay, vamos! Dicen que se disfruta más si llevas amigos—sonrió—.


Además, seguiremos el mismo itinerario. No seas un llorón.

—¿Disculpa? ¿Qué edad crees que tienes? ¿Dónde está tu respeto?—


preguntó.

—Ya no soy un niño y no eres mi padre—se cruzó de brazos—. Además,


Jimin y Namjoon me ayudan mucho más a entender lo que se llama “la
pubertad”.

—¿Para qué quieres entender eso?—se alarmó.

—Porque me siento confundido cuando estás junto a mí. Jimin llama a eso
“hormonas”—dijo, presumiendo lo que aprendió.

—¿Dónde está el conejito que decía improperios y dormía con muñecos?—


sonrió con arrogancia.
—Creció.

Y sin más, se fue, junto con la paciencia de Taehyung. Algo le dice, que este
paseo será un infierno. Ahora no solo tiene que soportar a dos cabezas más,
sino que tendrá que soportar los nuevos cambios de humor de su hermano y
su maldito trayecto por la adolescencia.
Twenty one

Taehyung recordó el fuego ardiente quemando la madera vieja, ocasionando


lo que sería otra de las tantas fugas de gas, aunque en el fondo no era más
que algo intencional. Sin embargo, le importa una mierda. Él había querido
ver esta misma imágen real por mucho tiempo.

Y hoy por fin se rompió una cadena.

Jin no había mencionado palabra alguna durante todo el viaje, solo observaba
el paisaje, sin prestar atención a los tres niños de atrás. No estaba con ánimos
de cruzar miradas con su primo por el retrovisor, porque sinceramente aún
no sabía que palabras decirle después de lo ocurrido.

Con respecto a Jungkook, el menor dejó de hablarle y se volvió más


sobreprotector con Taehyung, aunque no es como si a él le importara aquello.
Solo está vagando en sus pensamientos, tratando de responder a su pregunta
porque, joder, el niño que tanto odiaba le estaba dando una lección pura. Una
medicina directa a la vena.

Jungkook también sintió la lejanía y el sufrimiento interno de Taehyung por


dentro a la hora de entablar una conversación con el castaño y los ojos
húmedos de Jin cada vez que el rubio musitaba un perdón. Los tan unidos
primos, se separaron, y él no sabe porqué.

—Es mejor que les des tiempo—le murmuró Yoongi. Jungkook se volteó,
apartando la vista de Taehyung y Jin que no se dirigían la palabra. Yoongi le
sonrió—. Ve a jugar con tus amigos, yo me encargo.

Jungkook sintió una presión en su corazón.

—Tengo miedo de dejarlo solo—confesó débilmente—. Tengo miedo de


volver a perderlo.
—Jungkook...—murmuró—, lo que pasó esa vez fue un impulso. Jin nunca
querría matar a Taehyung. Después de todo, son primos.

—Pero lo intentó—dijo firme, mirándolo fijamente—. Taehyung pudo haber


muerto y no me arriesgaré a que eso vuelva a suceder.

Yoongi se sorprendió:—¿Desde cuándo te volviste tan maduro? Deberías


estar jugando ahora, hablando de chicas y viendo revistas porno.

—Quiero ser de utilidad para Taehyung—contestó su pregunta débilmente,


jugando torpemente con sus dedos mientras bajaba la vista, tímido—. Siento
que él me necesita.

—Taehyung querría que tú disfrutes. Él es mayor, puede cuidarse solo—le


recordó. Jungkook abultó sus labios—. Además, es tu hermano. Siempre ha
sido sorprendente, ¿no es así?

—Quizás tienes razón...—murmuró.

—Ve a divertirte. Yo me encargo.

—¿Seguro?—dudó en aceptar.

—Seguro.

Yoongi le entregó una sonrisa antes de que Jungkook asintiera y corriera en


dirección a sus dos amigos. Mantuvo su vista constantemente hasta que el
menor se acercó completamente a ellos, y entonces en su rostro se formó una
mueca.
Cuando Jungkook recuerde será el fin de ambos, recordó las palabras de
Taehyung. Yoongi apretó ambos puños y soltó un suspiro, dándose la media
vuelta para acercarse a los otros dos que no se dirigían la palabra.

A la tarde recorrieron los alrededores, donde todo el trayecto soportaron


quejas de Jin y de Jungkook porque el castaño estaba exhausto de Namjoon
al punto de querer cocerle la boca, y Jungkook principalmente porque no
encontraba a Jimin después de su supuesto juego a las escondidas.

Taehyung pensó que sería mejor no estar con la presencia de Jimin y que
realmente no le importaba en lo absoluto, pero al ver que su maldito juego
se descontroló, no tuvo más opción que ayudar con la búsqueda.

Se dividieron en sectores, Yoongi y Taehyung buscarían por separado y Jin


se quedaría con los dos mocosos, cosa que al rubio le molestó porque quería
estar con Jungkook, sin embargo no protestó. Yoongi estaba cansado, solo
quería terminar con este infierno y volver a casa porque odia el aire libre y
estar amaneciendo solo para hacer estúpidas actividades, y también estaba al
borde del colapso porque, mierda, el maldito juego de Jimin ya no era
divertido y si no aparecía en unos cuantos minutos más realmente lo daría
por muerto ya que nunca en su vida se perdería la cena por buscarlo.

Jimin apareció unos minutos después. asustando a Yoongi por detrás,


ganándose un grito malhumorado y próximamente unas cuantas quejas
inapropiadas para alguien de su edad. Lo más divertido era que al de cabellos
naranjas no le importaba lo que Yoongi decía porque no podía parar de reír.

Cuando la primera noche llegó y Taehyung no podía estar más descontento


porque Jungkook había optado por dormir con sus dos amigos y no con él.
Y simplemente murmuró un no me interesa, aunque en el fondo le causaba
un malestar y un sentimiento extraño en su pecho.

Se imaginó muchas cosas estando ahí bajo las fundas, como por ejemplo que
lo estuvieran tocando o enseñándole cosas que su hermano debería estar
haciendo con él y con demostración incluida.
Pero fue una gran sorpresa oír el cierre de la carpa deslizarse hacia abajo y
seguido ver a Jungkook mostrando alegremente sus dientes de conejo
mientras ingresaba y volvía a deslizar el cierre a una dirección distinta que
en el inicio.

—¿Qué haces aquí?—preguntó una vez que el menor estaba frente a él—
Creí que estarías con tus amigos.

—Quería estar contigo ¿No puedo?—se encogió de hombros. Taehyung


soltó un suspiro y sonrió sin poder evitarlo, acto seguido levantó las fundas,
dejando un espacio vacío a su lado.

—Ven aquí.

El azabache sonrió ampliamente y no tardó en acercarse. Se acomodó bajo


las fundas, al lado de su hermano, sintiendo su respiración chocar contra su
nuca porque Jungkook no creía poder verlo a los ojos sin sentirse nervioso o
soltar algún comentario estúpido

—¿Quieres dormir?—murmuró algo decepcionado cerca de su oído,


envolviendo su cintura en un brazo.

Taehyung siempre era así. A pesar de que compartían habitación y cama la


mayoría de las veces, todavía no lograba acostumbrarse a esa voz grabe y
profunda que siempre usaba cuando quería algo, pero al menos ya tenía claro
lo que provocaba en su estómago.

—Estoy cansado. El idiota de Jimin me asustó—el azabache frunció el ceño


de tan solo recordarlo.

Se suponía que Jimin le aclararía todas sus dudas porque, curiosamente, era
el único de los tres al cual no le molestaba decir palabras que Jungkook se
avergonzaría en decir, pero el grandísimo torpe prefirió jugar a las
escondidas y llevar el juego a un nivel donde dejó de ser divertido.
Con respecto a Taehyung, podría decirse que las cosas van bien.
Literalmente no sabía el concepto, pero lo sentía así. Le gustaba, o al menos
eso descubrió hace unos días. Ya no era un niño y sabía que cuando besaba
a Taehyung no era por temas de cariño a hermanos ni nada conectado a un
vínculo familiar, iba más allá. Ahora, de lo que no estaba seguro, son de los
sentimientos de Taehyung hacia él. Quizás el rubio solamente lo veía como
un bebé y nunca lo miraría con otros ojos. Y por solo tenerlo como una loca
idea en su cabeza, no podía evitar sentir ese maldito malestar en su interior.

Se sentía inseguro.

—¿Seguro? ¿No es porque quieras estar conmigo ni un poco?—Taehyung


estaba casi seguro de que Jungkook se sonrojó aún si estaba dándole la
espalda y no pudo evitar sonreír de tan solo pensarlo. Es tan lindo, pensó.

—Idiota—susurró entre dientes, rodando los ojos ante el ego del rubio.

—¿Eso es un no?—insistió.

—Quizás sí, —Taehyung abultó sus labios, decepcionado—quizás no, no lo


sé—continuó Jungkook, confundiéndolo.

—Eso es jugar sucio—le dijo.

—¿Y qué? Tú siempre juegas sucio—recriminó.

—Eso no es cierto.

—Lo es—siseó. Taehyung no le creyó y solo se limitó a preguntarle cuándo


y dónde lo hizo—. Una vez te pregunté qué era lo que te gustaba de mí y tú
no respondiste. De hecho, evitabas mi pregunta a toda costa.
—Si te respondí. Te dije que estaba trabajando y debía concentrarme.

—Excusas. Siempre me tomas atención a pesar de todo el papeleo.

Ahora que Jungkook lo piensa, Taehyung nunca le contestó. Ese día le


preguntó qué es lo que le gustaba de él, si es que había algo porque todavía
no estaba seguro de los sentimientos de su hermano. Sería muy humillante si
realmente no había ninguna actitud de él que sea interesante para Taehyung.

—Esa vez estaba realmente estaba ocu...—comenzó a decir el rubio.

—Mentira. Estabas escuchándome y estoy seguro que...

Taehyung lo calló, tomando su mentón entre sus largos dedos para unir su
boca con la de él. Estuvo soportando mucho tiempo sin tocar a Jungkook que
ya no sabía si podía soportar un día más. Taehyung ni siquiera lo estaba
escuchando, solo estaba viendo esos dulces y suaves labios del menor
moviéndose a un compás doloroso para su entrepierna.

Jungkook le mordió el labio, enojado y sacándole algo de sangre porque


Taehyung no respondió su respuesta y ahora lo haría quiera o no. Pero
Taehyung no se apartó, más bien tomó su cadera entre las grandes manos
suyas y juntó sus cuerpos hasta el punto de rozarse.

En cosa de segundos, introdujo su lengua experta en la cavidad más pequeña.


Jungkook se sorprendió pero de igual forma le respondió, entreabriendo su
boca para sacar su sin hueso y juntarla con la del rubio. Necesitó de aire
después de unos minutos donde el beso se convirtió en una guerra y choque
de fuerzas, y se apartó de él, imponiendo sus pequeñas manos en su fornido
pecho.

—T-Tae...—murmuró el menor con un hilo de saliva resaltando por fuera de


sus cerezos.
Esa vez fue la más extraña porque sintió algo diferente a media noche.
Cuando se levantó, temeroso al percatarse que no era su habitación, averiguó
la respuesta de lo que Jimin llamaba "necesidad".

Taehyung dormía a su lado.

Y Jungkook tenía una maldita erección.

A la mañana siguiente estaba tan avergonzado que no podía mirar a


Taehyung a la cara sin recordar lo que pasó en la noche, donde también
agradecía el cansancio del rubio ya que no logró despertarse.

—¿¡Estás bromeando!?—exclamó Jimin, atragántandose con el pan de


jamón y queso y con el golpe que le entregó Jungkook. Namjoon rodó los
ojos; su amigo era tan poco disimulado.

—¡Shhhh, idiota!—lo calló—No hables tan fuerte o alguien podría


escucharte.

—Jimin, deberías guardar más silencio ante estas situaciones—comentó


Namjoon, bebiendo café.

—¿Y por qué siempre yo? ¿Acaso tú no estás feliz por Jungkook?

—¿Feliz porque tuvo una erección por su hermano? Eso sería extraño y
repugnante—hizo una mueca de asco. Jimin rodó lo ojos y Jungkook se
avergonzó.

—D-dije que no sabía si era por él...—susurró el azabache.

—No seas estúpido—habló Jimin—. Es obvio que es por él. Te gusta, lo


sabes. Además, lo que te pasó es normal. Muchas veces tengo una erección
y de seguro Namjoon también—dijo, mirando a su amigo que se mantuvo
serio—, ¿verdad?

—No necesitas saber eso—respondió. Jimin bufó. Namjoon miró esta vez a
Jungkook y le sonrió—. Pero sí, no necesitas preocuparte. Es algo normal en
esta edad.

—Es un alivio—murmuró, soltando un suspiro. Jungkook también les sonrió


a ambos—. Por un momento me sentí sucio.

Sus dos amigos se sorprendieron de golpe por la respuesta. Jimin no estaba


seguro de lo que significaba o de lo que los ojos de Jungkook querían decir
porque, aunque sea solo quizás en su imaginación, esta seguro que el brillo
que tenían hace un momento ya no estaba.

Namjoon sabía a lo que se refería y también está seguro de lo que Jungkook


siente y sabe con respecto a lo que pasó. Él podría considerarlo como un niño
todavía, pero Jungkook era listo y curioso. De seguro buscó algo con
respecto a esto y la palabra "hermano" resonaban constantemente en su
cabeza. Y más ahora con respecto a lo que sucedió.

—La primera vez también me sentí asqueroso—dijo Namjoon. Jungkook lo


miró fijamente al igual que Jimin que no se molestó en ocultar su sorpresa—
. Uno siempre tiene miedo de crecer y conocer su cuerpo, más aún en esta
edad. Para ser sincero, no me imagino a las personas que conocen el suyo a
una edad más temprana.

Y por una extraña razón, el nombre de Taehyung llegó de repente.

Cuando Taehyung despertó, se sintió molesto al no tener a Jungkook junto a


él. Creo que no lo veré en todo el día, pensó. Ahora, las ganas de levantarse
eran mínimas.

Yoongi no podía concentrarse. Por alguna razón, Jimin estaba hablándole


más de lo normal y más allá de las típicas palabras que cruzaron en un
principio y esa personalidad tan tímida que el mayor creía que tenía. Al
parecer el más pequeño tenía dos actitudes completamente diferentes, o
fingía tener esa dulce personalidad frente a desconocidos.

—¿Por qué no te tiñes el cabello de color rosa? El rosa es más lindo—le dijo.

Yoongi frunció el ceño, ignorándolo. Ya se irá, ya se irá, repetía para sí


mismo. Sin embargo, Jimin no tenía intenciones de irse. El más pequeño
tenía curiosidad del cabello del más alto, porque el color verde no era su
estilo, aunque Yoongi le dijo que realmente no era verde en sí.

—El verde es feo—dijo de nuevo. Yoongi lo ignoró otra vez.

—El rosa también—Jimin alzó ambas cejas, sorprendido. ¿A alguien no le


gustaba el rosa?

—Me gusta el rosa—esta vez habló Jin. Yoongi y Jimin se voltearon, el


segundo con una sonrisa de oreja a oreja porque al fin compartía gustos con
alguien—. Y Jimin tiene razón. Se te ve horrible el verde.

—¿Desde cuándo eres tan amable?—preguntó Yoongi. Jin se encogió de


hombros, restándole importancia.

—Últimamente mi humor ha mejorado bastante. Deberías intentarlo—


Yoongi negó ante el consejo.

—¿También te gusta el rosa, Jin?—preguntó Jimin, mirándolo con cierto aire


de admiración. El castaño asintió.

—Es mi color favorito.


—Entonces dile a Yoongi que se tiña el cabello de rosa—exclamó
rápidamente. Yoongi soltó una risa, no sabe si es por Jimin que le resultaba
ligeramente adorable o porque la conversación no tenía ningún sentido.

—¿Por qué?—inquirió Jin, cruzándose de brazos.

—Porque es mi color favorito.

—¿Quieres que tenga el cabello de rosa solo porque es tu color favorito?—


le preguntó Yoongi. Jimin asintió confundido, creyendo que quizás el mayor
no comprendió la indirecta.

—Claro, ¿no es obvio?—sonó despreocupado—Solo a ti se te vería bien el


rosa.

Jin piensa que es una mentira bastante convincente. En realidad, no creía ni


un poco que un color tan delicado como el rosa pueda caer en una alma fría
y oscura como la de Yoongi.

Al día siguiente, Taehyung se despertó sin un Jungkook estirado a todos


lados en la cama. Pensó que quizás se despertó temprano y ya está
desayunando, pero cuando fue a darle un beso de buenos días, el azabache
lo ignoró. Desde entonces no ha podido cruzar una palabra con él,
principalmente por la culpa de sus dos amigos que no se alejaban de él y la
actitud inmadura de su hermano.

Taehyung comenzó a enojarse.

—¡Ya!—escuchó el rubio a sus espaldas. Se volteó y vio a Jin cubriéndose


la boca con el rostro rojizo y una mirada inexplicable hacia Namjoon—¡I-
idiota!

Decidió olvidar lo sucedido con Jungkook y se acercó a la escena junto al


resto.
—¿Qué te sucede?—se le adelantó en preguntar Yoongi.

—¡E-este idiota me besó!—apuntó al más pequeño. Yoongi puso los ojos en


blanco al igual que Taehyung que no podía evitar reírse de la situación. Jimin
y Jungkook solo se miraron entre sí y negaron mientras miraban a Namjoon
en forma de reproche—¡No es divertido!

—¿Por qué te alteras tanto? Solo es un beso—le dijo Taehyung. Jin se


sonrojó aún más. A estas alturas, el rubio se preguntaba a qué tono de rojo
llegaría Jin si seguía avergónzandose.

—Taehyung tiene razón. Haces demasiado escándalo—siguió Yoongi.

—¡Ustedes deberían estar de mi lado!—les fulminó. Ambos se encogieron


de hombros. Jin volvió a mirar al susodicho frente a él y frunció el ceño—
¿P-por qué lo hiciste?

—No lo sé. Fue un impulso—dijo—. Tu boca estaba demasiado cerca de mí


y no pude evitarlo.

Cuando las mini vacaciones terminaron, los primos habían entablado una
conversación, y entre toda esa charla algo absurda y sin sentido, Jin le dijo a
Taehyung que lo quería a pesar de todo. Fue rápido, una frase del montón,
pero que para Taehyung significó mucho. Yoongi lo escuchó y sonrió al ver
el brillo de su mejor amigo plasmado en sus ojos y las ligeras lágrimas que
corrían por el rostro de Jin.

Él lo había perdonado.

Fue así como pasaron los meses, con peleas y momentos divertidos. La casa
creció, ahora no solo estaban los cuatro, sino que también contaban con la
presencia de ambos adolescentes que poco a poco se ganaron un lugar.
Con respecto a los dos hermanos, la relación mejoró. Cuando Jungkook le
dijo la verdad del porqué lo había estado ignorando, Taehyung se largó a reír
y molestó al azabache desde entonces, a lo que Jungkook respondía que no
era divertido porque pensó que podía tratarse de una enfermedad o algo así.

Ahora, Jungkook está nervioso mientras observa el calendario en una de las


paredes de la cocina. Jin está cocinando su desayuno y prestándole atención
al mismo tiempo, preguntándose porqué ese idiota está tan pendiente de un
simple papel.

—Se te caerán los ojos—advirtió. Jungkook bufó todavía pendiente del


calendario. El castaño alzó ambas cejas, sorprendido. Dejó a un lado la
comida para afirmarse en el lavaplatos y mirarlo desde ahí—¿Te encuentras
bien? Luces como un idiota.

—Sí, lo estoy—respondió. El azabache soltó un suspiro y recargó su espalda


contra el respaldo de la silla—. Ya falta poco—murmuró.

—¿Para qué?—dijo el castaño que se preocupó un instante por el tono de


Jungkook.

—Se acerca navidad...—comenzó a decir—y el cumpleaños de Taehyung.

Jin lo comprendió al pie de la letra. La navidad no era un problema en sí, sin


embargo el cumpleaños de Taehyung era un tema sumamente distinto y
delicado.

Taehyung odia su cumpleaños.


Twenty two

Eran exactamente las ocho de la mañana cuando la vio junto a las demás en
su puerta, recogió el correo pensando que nunca se encontraría con una carta
de la municipalidad ni mucho menos en forma de reclamo, suspiró
pesadamente mientras caminaba hasta el sillón para, quizás, no irse de
espaldas al leerla.

Temió abrir la carta dirigida a su nombre y con la mención de sus padres en


ella, pero de igual forma lo hizo, rompiendo la punta con su boca y tomando
el pedazo de papel grueso en sus dedos.

Los latidos de su corazón se tranquilizaron cuando comenzó a leer, al


parecer, querían comprársela por reiterados disgustos de los vecinos hacia la
casa. La maldita construcción que tanto odiaba visitar estaba a su nombre y
era él quién asumiría la decisión de venderla para no sabe qué. Solo quería
deshacerse de esa maldita vivienda.

El rubio dio esa casa por abandonada desde el momento en que se fue de las
cuatro paredes de la cual era prisionero, no la visitaba hace mucho tiempo,
incluso cuando se mudaron Taehyung fue discreto con ese tema y se encargó
de hacerlo privado y con personas de confianza para realizar el traslado sin
que Jungkook supiera que la vivienda seguía en pie aún sin sus padres. Sería
todo un espectáculo explicarle las mil y una razones por la cual no entraría
ahí.

Obviamente que aceptaría la idea de venderla, después de todo no necesitaba


ese “hogar” y sería como quitar un peso de encima, pero antes debía
desahacerse de todo lo que había dentro, porque Taehyung estaba seguro que
había algo ahí que podría arruinarlo o ayudarlo.

Taehyung necesitaba visitar su antigua prisión para reunir la información


faltante.
La navidad estaba acercándose y la familia Kim no tardó en salir de compras,
aunque en realidad el único entusiasmado era Jungkook porque Jin y Yoongi
solo querían quedarse en casa sin la necesidad de celebrarla.
Por otro lado, Taehyung no se animó por la fiesta ni mucho menos por su
cumpleaños. La empresa estaba en plena creación de un proyecto y
obviamente su tiempo para otro tipo de actividades era igual a cero.

—¿Vendrás con nosotros?—volvió a insistir el azabache, mirando a su


hermano que no lo tomó en cuenta.

—No, Jungkook. Tengo muchas cosas qué hacer, no tengo tiempo para
celebrar la navidad—respondió sin apartar la vista de su laptop.

—Pero todos vamos a ir—comenzó a decir, animándolo—, incluso armamos


el árbol.

—No he comprado ningún árbol—se apresuró en decir con el ceño fruncido,


esta vez mirándolo.

—Lo hicimos por ti—dijo en una sonrisa.

Taehyung soltó un suspiro, llevándose una mano a su cabello para tratar de


calmarse porque obviamente, no estaba contento para nada con el cambio de
decisiones que Jungkook tomaba ni mucho menos su despreocupación por
eso. ¿Cómo pagaron el árbol? ¿Con qué dinero? De seguro su hermano
volvió a sacar su tarjeta otra vez a escondidas como la última vez para
comprar un celular nuevo.

La semana fue del asco, todos los trabajadores corrían por aquí y allá tratando
de realizar el proyecto de la mejor manera, sin mencionar que debía comprar
un nuevo refrigerador y arreglar todo ese maldito asunto de la casa de sus
padres.
Sí, debía visitar esa construcción vieja antes de navidad o era cuestión de
tiempo para que el plazo expirara, y qué divertido que solo falten cuatro días
para navidad.

—Jungkook, no tengo tiempo para celebrar la navidad ¿sí?—soltó después


de un rato. Taehyung apoyó su mentón en ambas manos hechas un puño,
mirando a su hermano que usaba ese rostro que tanto lograba convencerlo a
veces. Pero no esta vez—Y no hagas ese rostro, no puedo así.

—Pero es navidad—alargó la última palabra.

—Y no puedo. La empresa está en su cima y no puedo simplemente darme


el lujo de dejarlo. Además, con el dinero que seguramente gastaron de mi
tarjeta—Jungkook soltó un bufido, desviando la mirada cuando Taehyung
mencionó sobre su dinero—, tendré que reponerlo para así comprar otro
refrigerador y....arreglar asuntos pendientes con otra casa.

Jungkook se sorprendió.

—¿Otra casa? ¿Nos mudaremos? ¿En navidad?

—¿Qué? No—le dijo, descartando rápidamente las ideas de su cabeza.


Taehyung mordió su labio, tratando de buscar las palabras adecuadas porque
no podía meter la pata esta vez—Solo son unos cuantos papeles, ya sabes,
de mi departamento anterior. Esa cosa vieja.

—Oh... Entiendo.

—Lo lamento mucho, tendrán que celebrar la navidad sin mí. Ahora si no te
molesta, retírate, estoy ocupado.

Taehyung pasó los últimos días distante y frío, días en los cuales llegaba a
horarios más tarde que lo usual y dormía en la cama sin darle un beso o
hablándole de cualquier estupidez. Ese maldito proyecto lo tenía atado de
pies a cabeza y nada hacía que el rubio volviese a la normalidad.

Jungkook comenzó a molestarse y trató de llamar su atención muchas veces,


contestándole de mala manera o negándose las cosas que él le pedía cuando
debía hacerlo, pero nada funcionaba a su favor. Su hermano tampoco se
esforzaba en obligarlo o tomarlo en cuenta, incluso un día escupió en su
rostro cuando Taehyung trató de besarlo y aún así no obtuvo una respuesta
que lo sorprendiera, al contrario, el rubio solo lo ignoró y durmió en el sillón
esa noche.

Ahora tampoco era la excepción, Taehyung estaba pegado a esa pantalla


brillante cuando siempre que veía a Jungkook sonreía y lo besaba sin
importarle si la puerta estaba abierta o cerrada y alguien podría verlos. Para
ser sinceros, Jungkook extrañaba sus caricias y sus besos, quizás solo era
exageración, pero le molestaba el hecho de no ser el centro de atención de su
hermano.

—Celebraremos la navidad te guste o no y más te vale que asistas o quemaré


tu computadora.

Jungkook ya había azotado la puerta para cuando Taehyung alzó su rostro


para oponerse, haciendo caso omiso al tono fuerte y claro del más pequeño.

—¿Desde cuándo se volvió así?—murmuró entre dientes.

Jin y Yoongi rieron al ver a Jungkook hecho una furia salir de la oficina del
rubio. El azabache apretó sus puños a medida que se acercaba a ellos,
frunciendo el ceño y repitiendo grosería tras grosería con una mezcla
bastante extraña de maldiciones hacia su hermano de por medio.

—Te lo dije—presumió el castaño, cruzándose de brazos en su pecho con


una sonrisa victoriosa.

—Cállate—siseó el más bajo, fulminándolo.


—¿Qué te dijo?—preguntó Yoongi.

—Oh nada, solo me dijo que esperaba la navidad con ansias y que él quería
poner la preciosa estrella en la punta del árbol—dijo el azabache, sarcástico.
Yoongi puso los ojos en blanco y Jungkook borró la sonrisa falsa de su
rostro—. Pues es obvio que su respuesta fue todo menos eso, idiota. El gran
bastardo no irá para navidad a pesar de que lo obligué, es más, de seguro
ahora se está riendo de mí.

—Te lo dije—recalcó Jin—. Taehyung detesta la navidad.

—Ahora que lo pienso—agregó Yoongi, llamando la atención de los otros


dos—...Taehyung y yo nunca celebramos la navidad mientras vivíamos
juntos, o sea mis padres y yo lo hacíamos, pero él siempre se encargó de
hacer algo más justo esa noche.

Jin dio un brinco, como si hubiera encontrado una unión entre toda la
información.

—¿Cómo era él en la navidad con tus padres? ¿Lo recuerdas?—le preguntó


Jin a Jungkook de repente.

Jungkook se llevó una mano a su mentón, recordando lo poco que podía de


su infancia. No es como si no hubieran celebrado la navidad antes, solo que
en ninguno de sus recuerdos está Taehyung, al menos no en esa fecha.

—Creo que no estaba...—murmuró.

Jin sonrió.

—Esa es la razón.
Cuando la tarde avanzó, Taehyung informó a sus trabajadores que debía
atender un asunto con urgencia, a lo cual ninguno se negó porque obviamente
era el jefe y no entendían porqué pedía permiso a alguien más.

El rubio condujo hasta su antiguo hogar, si es que podía llamarlo así, con
dirección en mano. El tráfico por lo menos le sumó veinte minutos extras al
recorrido habitual y ya no podía sonar la bocina porque podría echarla a
perder de tantas veces que ya la había tocado. Aunque por dentro agradecía
que todavía no estaría frente a frente a ese estúpido barrio.

Al llegar se encontró con tres señores vestidos de traje justo frente a la casa
y unos trabajadores esperando impacientemente lo que él creía destruir la
construcción por sus máquinas. Taehyung resopló y se bajó del auto una vez
que se estacionó.

—Señor Kim.

El hombre más alto de todos lo saludó en cuanto cruzó miradas con él. Su
tono era alegre y casi relajado después de una larga espera, aunque eso no
quitaba la seriedad de los demás a su lado.

—Hola, supongo que son ustedes los que me enviaron esto—Taehyung


mostró la carta entre sus dedos con un rostro algo extrañado—. ¿Qué hacen
aquí? Todavía no he firmado nada.

—Lo sabemos, pero en cuanto nos llamó no pudimos contenernos—dijo


animado el mismo hombre que lo había saludado—. Este terreno es perfecto
para construir un edificio, era de esperarse de nuestros prestigiados
científicos. Lamento mucho su pérdida.

—Sí, como sea, ¿dónde firmo?—le restó importancia.

—¿Eh? ¿No revisará la casa una vez más? Quizás puede encontrar algo.
Taehyung no sabía si quería entrar otra vez.

—Insistimos en que entre y se lleve con usted las pertenencias—le dijo.

—Enviaré gente para desalojar la casa, no tengo intenciones de entrar ahí—


dijo. Los tres hombres se miraron entre sí y asintieron al mismo tiempo—.
¿Dónde firmo?

Han visitado por lo menos cinco tiendas en busca de regalos, Jungkook


insistió en seguir buscando el mejor de ellos para su hermano y Yoongi para
sus padres, aunque todo lo que encuentra son cosas sin sentido. Jin, por su
parte, pensó en comprar un regalo para ese molesto niño, una figura de acción
o quizás una película japonesa de las que tanto están de moda, pero está
seguro que el idiota de Namjoon se enojaría por tratarlo como lo que no
quiere asumir que es.

Un niño.

Sin embargo ¿Por qué está pensando en comprarle algo para navidad? No
era su maldito problema y siquiera debería ser una opción porque no tenía
nada que ver con él. Jin comenzó a pensar que el frío estaría afectando su
cabeza y es por eso que se preocupa por él. Sí, definitivamente era eso.

—¿Qué tal esto?—preguntó Yoongi.

Jin y Jungkook se giraron hacia Yoongi que sostenía un libro en cada mano;
el primero de portada simple y con hojas gruesas, de esas que la yema de tus
dedos se sentía cómoda al deslizarla, y el otro grueso, de hojas más duras y
tensas.

—¿Para qué es eso?—le dijo Jungkook.

—Es un regalo para mis padres.


Esta navidad era diferente para Jin, era la primera noche buena en la cual no
obtendría una señal de su madre.

La navidad en Estados Unidos era diferente, contaba con la compañía de su


padre y a veces recorrían otras partes para no sentirse tan solos cuando el
reloj marcaba las doce en punto y todos se saludaban. No es como si antes
hubiera estado con su madre en noche buena, pero por lo menos recibía una
carta o una llamada para después ignorarla.

Tampoco quiso darle tanta importancia al asunto porque ya arregló todo con
Taehyung y asistió al funeral que su propia abuela planeó después de
enterarse que su última hija murió gracias a una fuga de gas. Todo estaba
bien y eso debería importar para calmar su incomodidad o su corazón, pero
no funcionó.

—También quiero comprarles algo a mis padres—agregó Jungkook con una


sonrisa, girándose rápidamente para seguir buscando. Jin parpadeó
sorprendido al igual que Yoongi que se quedó helado—. ¿Por qué no intentas
hacer lo mismo?

Fue un susurro, de esos que resuenan en tus oídos, pero que sin duda te hacían
estremecer. Jungkook estaba dándole la espalda y él aún así, sin hacer
referencia a nadie en la oración o con la mirada, podía jurar que el azabache
le habló a él y vio a través de esa muralla que tanto se esforzaba en mantener
y construir.

Jin sonrió.

Sí, quizás deba hacerlo, pensó.

Namjoon le insistió toda la semana a Jimin para ir a recorrer las tiendas y


buscar un regalo para Jin. El de cabellos anaranjados terminó aceptando
después de tanta súplica y porque su amigo le prometió un helado a cambio.
No era mucho, pero bastaba para que alguien como Park se entusiasmara.
Una de las tantas razones por las cuales Jimin no salía en navidad es su
cansancio. Las vacaciones comenzaron hace poco y él ya se había preparado
para ver películas toda la noche con un cubo de helado y galletas. No dormía
mucho y eso explica porqué no se puede mantener de pie sin tambalearse o
cerrar los ojos y bostezar.

—Despierta—dijo Namjoon. Era, lo que él calculaba, por lo menos la secta


vez que le repetía lo mismo y, bueno, no era su culpa dormirse porque para
empezar debería estar durmiendo en su cama hasta las seis de la tarde y no
aquí, en un centro comercial lleno de gente—. Sabes, comienzo a creer que
eres un oso. ¿Cómo puedes dormir tanto?

—Estamos de vacaciones, ¿qué esperabas?—recordó, abriendo sus ojos


lentamente y bostezando por cuarta vez.

—Hasta eres mal hablado.

—Busca tu maldito regalo porque no tengo todo el día—bramó.

Namjoon rodó los ojos y siguió caminando, pendiente de cada tienda a su


alrededor.

—¿Por qué no solo le haces una carta?—sugirió el anaranjado después de un


rato caminando.

—Ni lo pienses, creerá que soy un niño.

—Es porque eso eres.

Namjoon se volteó solo para fulminarlo con la mirada y retomar su camino


en cuanto Jimin alzó ambas manos en señal de "me rindo".
—No lo soy.

—Vamos, te saca por lo menos once años o más—comenzó a decir,


caminando detrás de él—. Mirándolo así, obviamente lo eres.

—¿Y tú qué? ¿Qué hay de Yoongi?—esta vez estaba frente a él, con el ceño
fruncido y ambas manos en sus bolsillos.

—Nunca me ha gustado, he dicho que es lindo y nada más. Soy consciente


de la diferencia de edades.

—Suena como si pensaras que fuera malo.

Jimin se encogió de hombros.

—No es que piense que está mal, solo lo veo como algo imposible.

—¿Y entonces por qué aconsejas a Jungkook?—se extrañó—Digo, si te


parece imposible, ¿por qué no simplemente se lo dices?

—Porque es diferente. Es obvio que Taehyung ve a Kook de una forma


distinta y él es un idiota por no haberlo visto antes—le restó importancia—.
Pero no sé lo que piense Jin con respecto a ti, aunque por la forma en que te
rechaza pensaría que nunca estaría contigo.

—¿Por qué?

—¿No es obvio? Esto no es un maldito juego, quizás con Taehyung y Kook


sí. Ambos son hermanos y otros pensarían que solo se tienen cariño, pero en
el caso de Jin que, es un completo desconocido, tú podrías traerles temas
legales.
—¿Cómo sabes eso? Creí que simplemente te entregabas a la vida y todo
estaría bien si es por amor.

—No importa si tú pienses que es amor, importa lo que el resto piense y eso
es lo que vale—dijo.

Namjoon notó algo raro en su amigo. Jimin nunca hablaba de un tema sin
echarse a reír o soltar alguna que otra broma para aliviar la tensión, ahora es
como si él pareciera estar haciendo eso.

—¿Cómo sabes todo eso?—insistió.

—Porque sé de un caso donde es así.

Jimin suspiró y revolvió su cabello.

—Por eso insisto en aclarar a Jungkook, si él está claro, puede que tenga una
oportunidad.

Al día siguiente, Taehyung recibió más de una caja en su oficina con lo que
quedaba dentro de la casa. Eran simples papeles, fotografías, cds, etcétera;
ya lo revisaría después.

—¿Esto es todo?—miró a los tres hombres frente a él que asintieron—Bien,


voy por mi billetera.

—Encontramos todo esto en una oficina dentro de la casa—explicó uno.

Taehyung se detuvo, helándose.

—¿Ah, sí? ¿La oficina estaba con llave?—murmuró, buscando la billetera


en su traje mientras intentaba calmarse. Los hombres asintieron.
—Costó abrirla, pero lo hicimos. Esto es todo lo que encontramos—agregó
otro.

—Bien—asintió—. Tengan, muchas gracias.

Taehyung les entregó el dinero y se despidió de ellos en cuanto se fueron.

El rubio se acercó hasta su escritorio, sentándose en su silla giratoria y


leyendo los papeles de una de las tantas cajas. Revolvió su cabello y frunció
el ceño después de unos minutos.

Tragó duro y arrugó el papel a un costado como respuesta.

—Serás hijo de puta—musitó.

La casa estaba vuelta un caos minutos antes de noche buena, Taehyung llegó
a regañadientes a preparar la cena después de tantas súplicas de su hermano
y Yoongi envolvía los regalos torpemente. Por otra parte, Jin estaba
preparándose para salir de la casa, vistiendo su abrigo y llevando con él un
regalo de navidad.

—¿Puedo ir contigo?—Jungkook estaba a sus espaldas, con un abrigo y


botines, también cargando un regalo de navidad.

—Ni siquiera sabes a dónde voy—dijo, divertido. El azabache se encogió de


hombros—. Pero bueno, vamos.

Jin pensó en tenderle la mano a Jungkook para que no se perdiera, pero


descartó esa idea de su cabeza cuando parpadeó y se pegó mentalmente por
pensar tal cosa.
Afortunadamente, estaba abierto y no eran los únicos rondando a esas horas.
Entraron al sitio mientras la nieve caía y cubría las flores que adornaban las
camas de piedra. Jungkook sonrió al visualizar el lugar y corrió unos
segundos después, alejándose de Jin. El castaño sonrió al verlo y también se
acercó hasta su fin, con la boca seca y sus manos temblorosas.

Y ahí estaba, escrito claramente el nombre de su madre en tinta imborrable


sobre la lápida.

Tomó aire, tratando de ser fuerte justo como la segunda vez que se presentó
frente a su puerta días antes de que todo terminara. Fingió que su corazón no
se apretaba en cuanto se acercaba hasta el cartel de roca para dejar el regalo
y después alejarse porque no, no estaba listo todavía.

Sin embargo, Jungkook ya estaba a su lado, sosteniendo su mano mientras


lo miraba en una expresión que Jin nunca podría expresar con palabras. El
azabache estaba abrazándolo porque, inconscientemente, Jin no fue capaz de
mantenerse de pie sin soltar una lágrima.

El muro se rompió en mil pedazos de gotas saladas cayendo por sus pómulos
y en los brazos de un niño de tan solo trece años.

Se sintió como antes, donde podía llorar sin sentirse débil, donde podía ser
él sin negarse a sí mismo y donde podía decir que la quería y que siempre lo
hizo, porque sí, nunca dejó de quererla. Dolía, no podía negarlo, siempre
dolió. Trató de negarlo, de decirse que no importaba y tenía que seguir
adelante, y así lo hizo. Se lastimó hasta el último minuto, convenciéndose de
algo que no era, y ya no quería hacerlo más.

Jin llegó a una conclusión en ese momento; Jungkook no era igual a él.

Algún día encontrarás a alguien que una cada uno de tus pedazos rotos y
cuando lo hagas, estarás feliz de haber vivido lo que viviste.
Twenty three

—¡Al fin llegan!—exclamó el teñido. Yoongi frunció el ceño con ambos


brazos cruzados contra su pecho en el sofá, mirándolo con claro enojo al
momento de verlos entrar.

Taehyung insisitó con irse a la cama y quizás esperar a Jungkook en su


habitación, dormido, pero Yoongi hizo todo lo posible para mantenerlo en la
sala principal junto el árbol y la deliciosa cena antes de abrir los regalos en
noche buena. El rubio terminó aceptando después de tanto intento por parte
de su mejor amigo.

—La cena se está enfriando—dijo Taehyung, siendo plano en su tono de voz.

Jin y Jungkook se miraron y asintieron, ambos sabían que debían mantener


a Taehyung despierto y activo.

Por alguna extraña razón, Taehyung estaba colaborando más de lo que los
tres tipos esperaban. No dijo ninguna queja y tampoco trató de arruinar la
comida con uno de sus ataques, Jungkook de alguna forma se extrañó al verlo
con ellos un veinticuatro de diciembre, porque todas estas navidades su
hermano trabajó horas extras solo para saltarse este punto.

El pavo nunca fue la comida favorita para Jungkook, pero siempre se comía
en navidad cuando sus padres la celebraban junto al resto de la familia, eso
y las papas de la abuela que cada vez tenían un sabor más delicioso.

La cena transcurrió bien, Yoongi contó sus anécdotas y que probablemente


su madre estaría como loca tratando de armar el árbol y la cena perfecta para
el día especial, por otro lado su padre debe estar riéndose de ella mientras ve
las noticias sentado en el sillón y con una soda. Jin también habló de sus
navidades, aunque él aclaró que no lo llamaba como "navidad", más bien era
como otro día cualquiera, sin un árbol lleno de adornos y regalos bajo de él,
sino que su padre lo llevaba a los restaurantes más bajos de cada pueblo para
probar un rico café caliente y saludarse con extraños cuando el reloj marcaba
las doce en punto.

—Eran buenos días, nos divertíamos mucho—terminó por decir, sonriendo


involuntariamente mientras masticaba la cena.

—¿Por qué no estás con él ahora?—preguntó Yoongi.

—Bueno...—susurró, tragando su comida—, papá ya hizo su familia. Me


llamó muchas veces para ir a verlo, pero no me sentiría parte de esa nueva
construcción que él está creando. Siento que mi lugar ya no está junto a él...
Digo, me enseñó mucho, pero también debo buscar mi propia familia.

—Creí que tenías una mala relación con tu padre y por eso volviste—le dijo
el teñido, sorprendido ante la confesión anterior.

—Para nada. Iba a volver antes, pero me distraje viajando alrededor del
mundo. Hice muchos trabajos, incluso una vez intenté prostituirme pero no
tenía el valor, así que volví al horrible empleo de camarero—dijo, soltando
una risa.

—Suena duro—finalizó el teñido en una sonrisa divertida. Yoongi soltó un


suspiro y esta vez se dirigió a Jungkook—. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo era
navidad?

Jin se atragantó y tosió disimuladamente, buscando la mirada del idiota con


urgencia para recordarle que Taehyung también estaba en la mesa. Jungkook
apretó sus dientes, fulminándolo a Yoongi con la mirada mientras este solo
se removía incómodo. Para suerte de los tres, Taehyung se mostró
inexpresivo.

—Adelante, yo también tengo curiosidad sobre cómo era la navidad con


nuestros padres—dijo el rubio, refiriéndose a Jungkook.
El menor inhaló profundamente.

—No recuerdo mucho, pero cuando todas las visitas se iban, mamá y papá
me contaban historias con leche y galletas mientras esperábamos a Santa
bajo el árbol. Siempre abríamos los regalos al despertar y luego jugábamos
en la nieve—contó, sonriendo—. Era divertido.

Taehyung guardó silencio, sin saber qué decir exactamente cuando Jungkook
alzó su rostro y lo miró directamente a los ojos, como si estuviera esperando
la respuesta a su pregunta de porqué nunca estuvo con ellos.

Tiró la gran bomba unos segundos después de sostener la mirada.

—¿Dónde estabas tú?—se quebró.

—Estudiando—dijo—. Tenía que rendir exámenes, no tenía tiempo para una


celebración tan estúpida.

Taehyung no mintió del todo. Sí, había estado estudiando prácticamente la


semana entera, viviendo de bebidas energéticas y una simple manzana que
el señor Kim le entregaba si se portaba bien y no hacía ruido cuando los
invitados llegasen. Eso era la verdadera vida.

Fue vergonzoso recordar la navidad, porque cuando tenía a penas once años
su padre se burló de él de la forma más patética. Le dejó un regalo a la
mañana siguiente, Taehyung pensó que el señor Kim estaba de buenas y
realmente se molestó en comprarle algo, pero en cuanto abrió la caja supo
que no era un regalo, era una maldita humillación.

Era una paquete de galletas, sus favoritas, sin embargo ese paquete estaba
vacío y él entró a su habitación comiendo una de ellas.

Taehyung no había comido algo más que lo de siempre y esperaba un plato


con comida de verdad, con un trozo de pavo y las papas de las que tanto
hablaban en el primer piso la noche anterior, pero su padre fue claro y le dijo
que había sido un mal niño y que no merecía algo como la comida de su
madre.

—¿Tae...?

La suave voz del azabache lo distrajo de sus pensamientos, Taehyung


rápidamente volvió a la realidad con un movimiento de cabeza y alzando
ambas cejas ante el llamado de su hermano.

—¿Sí?—murmuró.

Jungkook soltó un suspiro:—Es hora de abrir los regalos.

Yoongi y Jungkook fueron los primeros en acercarse al árbol con regalos


bajo de él, mientras que Jin levantaba los platos de la mesa con la ayuda de
Taehyung. El teñido se dejó caer en el sofá, rendido después de una deliciosa
cena, y el azabache se sentó en el suelo, al lado de todas las cajas decoradas
con papel navideño, ambos esperando a los otros dos.

Jin se sentó a un lado de Yoongi, seguido de Taehyung donde esperaron que


el reloj marcara las doce en punto para repartir los presentes.

—¿Por qué hay uno aquí que dice para Namjoon?—preguntó el azabache,
sosteniendo una caja mediana. Jin enrojeció.

—¿Le compraste un regalo al niño ese?—dijo Yoongi, mirándolo con


sorpresa.

—¡P-por supuesto que no!—exclamó, arrebatando el objeto de las manos de


Jungkook.

—Estoy sorprendido—comentó Taehyung al ver su reacción.


—¿No estábamos entregando los regalos? Jungkook continua—ordenó Jin,
rápidamente.

—Bien...—susurró el menor, ignorando el comportamiento de su primo al


igual que el resto. El azabache siguió buscando entre el montón, cogiendo
una caja de este mismo al azar para después buscar la etiqueta y leerla—.
Este es tuyo, Tae.

El de cabellos rubios se sorprendió y cogió el regalo con torpeza de las manos


de su hermano, sin saber exactamente qué expresión montar cuando Jin y
Yoongi lo miraban con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Feliz cumpleaños adelantado!—exclamó el azabache, emocionado.

—Es un regalo de todos nosotros—agregó Yoongi.

—Adelantamos tu cumpleaños, espero no te moleste—le siguió Jin.

—Nunca lo celebras—explicó el menor, encogiéndose de hombros—. Ahora


ábrelo, no tenemos toda la noche.

Taehyung resopló y abrió la caja con cuidado, viendo el contenido con ambas
cejas alzadas y una sonrisa que escapó involuntariamente en su semblante.

Era una fotografía de todos ellos.

—Jungkook dijo que no habían fotografías tuyas en el pasillo—dijo Jin, una


vez que Taehyung sacó el presente de la caja.

—Creímos que podría servir más que algo material. Es difícil cuando tu
mejor amigo puede comprarse todo—comentó Yoongi, soltando una risa.
—La tomamos el día que fuimos de campamento... Y así decías que no
necesitábamos una—se quejó el menor.

El rubio deslizó la yema de sus dedos en el marco de madera mientras que


seguía recorriendo los detalles más mínimos de la fotografía.

Jimin y Namjoon tomaron la foto después de tantas discusiones en el acto.


Taehyung insistió más de una vez con la excusa de que no era necesario, pero
Jungkook lo ignoró y trató de convencerlo hasta lograr un sí, lo cual no
costaba conseguir si tenías el poder del azabache sobre Kim Taehyung.

—Gracias—murmuró después de un rato, alzando la vista para concentrarse


en las tres personas a su alrededor.

Cuando las horas avanzaron y ya todos debían volver a la cama, Taehyung


cerró la puerta de su habitación con llave. Miró al azabache y rápidamente
cogió su cintura hasta romper toda distancia establecida anteriormente.
Capturó sus labios sin un permiso previo y Jungkook pareció aturdido por el
brusco movimiento de belfos, pero de igual forma siguió el beso a pesar de
su poca experiencia.

La unión era intensa, sin titubeos al momento de volver a encontrarse entre


sí. Taehyung estaba devorando su boca, succionando su labio inferior e
introduciendo su lengua dentro de la cavidad más pequeña. Jungkook intentó
romper el beso por la falta de oxígeno, pero Taehyung lo obligó a mantenerse
firme con ambas manos sobre sus glúteos.

Se mantuvieron de esa forma hasta que el azabache terminó rendido sobre


sus rodillas, con la respiración agitada y labios hinchados. Taehyung se
inclinó hasta él, tomando su mentón con delicadeza y depositando un casto
y efímero beso en su boca.

—¡Y-ya! ¿Q-qué fue eso?—exclamó el menor, molesto.


—Eso es por el espectáculo en mi oficina.

—¿Y es por eso que casi me dejas sin respiración?—frunció el ceño.


Taehyung asintió.

—He querido comerte de esa forma hace una maldita semana y ahora era el
momento perfecto para hacerlo.

—¡Eso es tu culpa!—se quejó—Me ignoraste todos estos días por tu maldito


trabajo y ahora estuve a punto de quedarme sin aire por ti.

—¿Yo? Tú eres el que compró un árbol sin mi maldito permiso y me


obligaste a venir—respondió con la misma intensidad que el azabache.

—¡N-no lo habría hecho si no me hubieras ignorado!—exclamó.

—Te ignoré porque tenía trabajo pendiente.

Jungkook infló las mejillas.

—Yo quería estar contigo—confesó después de un rato—. Estoy harto de


que me veas como un niño.

Taehyung se sorprendió. Jungkook estaba adornado de un lindo rubor rosado


en su blanquecina piel, sus ojos desprendían un brillo cálido y sus labios no
podían verse más jodidamente comibles al estar hinchados y rojos.

El rubio recordó el primer momento en que cargó a Jungkook, donde sintió


esta misma sensación cómoda y los incontrolables latidos de su corazón
bombear contra sus costillas. El azabache seguía siendo el mismo niño de
antes, a pesar de su cambio de actitud después de haberse marchado. Nada
ocultó la verdadera identidad de su hermano, esa donde su timidez y su
sonrisa eran las reinas en cada tablero de ajedrez, y nada podría ocultarlo.
Ahí estaba, ese deseo carnal incontable, esa lucha contra sus propios
instintos, y aunque Taehyung juró respetar la edad de Jungkook a Jin, él
mismo sabía que no podía así, no cuando su bulto golpeaba su pantalón con
fuerza o su lengua rogaba por recorrer esa lechosa piel de arriba hacia abajo.

Él no podía huír de su realidad.

—¿Confías en mí?—le preguntó de repente.

Jungkook lo miró confundido, frunciendo el entrecejo y asintió sin dudarlo


porque obviamente confiaba en su hermano, siempre lo había hecho y
siempre lo haría. ¿Por qué de pronto Taehyung hacía preguntas tan
estúpidas?

—¿Quieres crecer, verdad?—volvió a preguntar, obteniendo la misma


respuesta que la pregunta anterior—Bien, te enseñaré y aclararé algo.

Jungkook lo dejó continuar, tragando duro. Taehyung estaba a pocos


centímetros de su rostro, jadeante y con una mirada que el azabache
desconocía.

O quizás no tanto.

—¿Qué cosa?—se atrevió a preguntar.

—Primero, yo nunca te he visto como un niño. Deja de pensar que es así.

—¿Entonces por qué me tratas como uno?—atacó—Cumpliré catorce el año


que viene.

—Lo sé—comenzó a decir—. Solo estaba esperándote.


Jin le había obligado a comportarse, recordándole que Jungkook era tan solo
un niño. Eso contrajo efectos, como que Jungkook se revelara y trajera a casa
a una amiga, haciéndose pasar por su novia, o que se alejara de su propio
hermano y la personalidad que aparentara dominara totalmente.

—¿Esperándome? No entiendo a qué va todo esto—dijo, confundido—. Ya


hemos hecho cosas como estas antes, ¿por qué ahora me haces todas estas
preguntas?

Jungkook no podría recordar gran parte de su infancia, pero recuerda


perfectamente cuando él y Taehyung se besaron en la cocina después de
invitar a Yoojung, porque esa vez fue su primera excitación, o cuando se lo
chupó a su hermano por estar viendo un vídeo porno gay que no le provocó
nada, y finalmente esa vez que lo masturbó en los baños públicos de la
exposición. Hay más ocasiones de las que Taehyung pensaba.

Al ver que Taehyung no respondía, Jungkook volvió a hablar.

—Sé que tal vez pienses que soy un niño hormonal y no estoy listo para esto,
pero créeme que sí. ¡Jimin me está enseñando! Aunque... Quizás tú no sientes
lo mismo por mí...—se quebró. Jungkook se asustó con el simple hecho de
pensarlo.

Es cierto. ¿Por qué razón Taehyung comenzó a dudar? Nunca antes había
vacilado con respecto al menor, ¿por qué de pronto la voz de Yoongi y Jin
retumban en sus oídos?

¿Será miedo?

Pero, ¿a qué?

¿A Jungkook?
—Recuéstate en la cama. Yo te enseñaré más de lo que ese niñato puede
enseñarte.

Y con eso, Taehyung se incorporó y se dirigió al baño a darse una ducha,


dejando al azabache más confundido que antes.

—¿Eso...es un sí?—murmuró el menor para sí mismo.

Jin miró a Yoongi por sobre su flequillo, cansado y con bolsas en los ojos.
El teñido se sentó a un lado de su cama, mirándolo a través del contraste de
la lámpara de noche.

—Espero que me hayas despertado por algo importante—le advirtió,


sentándose débilmente bajo las sábanas—, porque sino, te mataré.

—Es importante, creo—le dijo—. Más bien, es una duda.

—Suéltalo.

Yoongi tomó aire:—¿Lo notaste raro?

Jin abrió sus ojos, sorprendiéndose.

—¿También lo sentiste? Creí que estaba exagerando. Nunca he leído a


Taehyung antes.

—Así que lo notaste...—murmuró. Yoongi revolvió su cabello, confuso—.


Mierda no entiendo.

—Obvio que lo hice—confesó—. Taehyung nunca pasa con nosotros la


navidad y que de pronto haya aceptado solo porque Jungkook lo obligó, es
raro—explicó, tomando aire. Jin se llevó una mano al mentón, tratando de
recordar algo más—. ¡Ah! Taehyung también recordó algo, o al menos eso
noté.

—¿Te refieres a cuando se calló?—Jin asintió—También lo noté. Me pareció


aún más raro que quisiera oír la historia de Jungkook.

—Hablando de eso, él respondió que estaba estudiando ¿no?—el teñido


asintió, sin comprender—Bueno, las pocas veces que visité a Taehyung, no
apartaba su tiempo de los libros, pero nunca me tragué ese cuento. No
después de lo que pasó. Y es aún más raro que él no hable de su pasado,
tomando en cuenta que solo estudiaba a muy corta edad.

—¿Insinúas que oculta algo más?

Jin dudó en aceptar.

El castaño recordó a Taehyung en el armario, cuando lo encontró con sangre


en las manos, con rasguños en sus muñecas y sus tobillos, cuando sus
costillas eran más visibles que cualquier parte de su cuerpo. Todas esos
recuerdos se unían entre sí, pero no emitían una respuesta lógica.

—¿Tú no lo crees?—respondió. Yoongi guardó silencio y apartó la mirada—


Estoy seguro que también sabes cosas de él que te hacen dudar.

—Bueno...—comenzó a decir, apartando la mirada.

Yoongi solo suponía que quizás esa vez donde Taehyung despertó en gritos
en su casa cuando niños, tenía una pequeña parte en común.

—¿Entonces?—insistió el castaño. Yoongi chasqueó la lengua, enojado


consigo mismo por recordar parte del pasado de su mejor amigo.

—Sí, pienso que Taehyung oculta algo—terminó diciendo.


El rubio golpeó la pared del baño con furia bajo el chorro de agua. Resopló
y revolvió su cabello molesto, repitiéndose las mismas palabras una y otra
vez hasta convencerse.

Hoy no es dos de mayo, pero es navidad y a pocos días de su cumpleaños


que prácticamente era lo mismo. Está la caja, en su oficina, escondida por el
momento, llena de papeles sobre él, sobre lo que pasó y lo que trató de
olvidar. Está Jungkook, esperándolo sobre las fundas de su cama, solo para
él, como debió haber sido desde el principio. Sin embargo, ahí está Taehyung
de nuevo, rompiéndose el labio inferior en un acto de impotencia.

El rubio deslizó la toalla más pequeña por su pecho, secando las últimas
gotas de agua mientras que la otra envolvía su parte más baja. Salió del baño
con tan solo el pantalón de pijama cubriéndole, encontrándose con un
azabache bastante concentrado en la pantalla frente a él.

—¿Qué ves?—preguntó Taehyung al acercarse a él.

—Boku no pico—dijo sin prestarle atención.

—¿Boku no...?

—Es un anime—terminó por decir. Taehyung frunció al ceño y dirigió su


atención a la pantalla grande, sorprendiéndose en cuanto encontró una escena
diferente a lo usual.

—¿Bromeas? Eso es porno—dijo. Jungkook rodó los ojos y apartó la vista


del frente para dirigirse a su hermano.

—Es un anime y ha sido mi guía para entender ciertas cosas—corrigió.


Jungkook no llegó a una conclusión cuando Taehyung se marchó para
ducharse. Estaba sobre sus rodillas, sorprendido y confuso por lo de hace
unos minutos. ¿A qué venía la orden? No entendía, solo sabía que cuando
Taehyung salió del baño, con el cabello rubio mojado y pecho al aire, sus
piernas temblaron bajo las suaves fundas de la cama y sintió una picazón en
la entrepierna.

Digamos que el anime tampoco ayudó mucho.

—No necesitas llegar a ese punto para entender "ciertas cosas"—dijo—. Yo


te las voy a enseñar.

Jungkook no parecía seguro.

—¿E-enseñarme? ¿Cómo?

—Pues lo que hiciste el otro día...—Taehyung se inclinó sobre su cuerpo,


disminuyendo la distancia entre ambas bocas a medida que su anatomía se
cargaba a mano abierta en el colchón. Jungkook sintió los nervios cada vez
más cerca—estuvo bastante bien...Aunque fuiste algo torpe chupando mi
polla. Necesitas algo de práctica y yo puedo ayudarte con eso.

—Quiero hacerlo—dijo convencido, ignorando su propio nerviosismo—.


Quiero aprender.

—Eres un pervertido, conejito—murmuró contra su boca, mirándolo


fijamente a los ojos—. Hazme un favor y apaga esos malditos dibujos.

—¿Q-qué vas a hacer?

—Haré un buen uso de esa boca.

Me vuelve loco.
Quiero tenerlo bajo mío,
gritando mi nombre y
rompiéndome la espalda
hasta hacerla sangrar.
Quiero destruirlo.
Necesito destruirlo.

Taehyung entendió que Jungkook era la reina y él se movía a sus órdenes. El


azabache pedía su boca y él la entregaba, pedía su lengua y él la introducía,
pedía al rubio con urgencia y él ya no era capaz de esperar un maldito año
más.

Jungkook desataba lo mejor y peor de Taehyung.

Voy a destruirte por completo.


Twenty Four

Advertencia: Este capítulo contiene escenas explícitas. Leer bajo


precaución.

Eres mío, expresó cuando besó su cuello y descendió por su pecho


blanquecino. Jungkook mordió su labio inferior y sintió un escalofrío
recorrer su espina dorsal al momento que se atrevió a abrir sus párpados y
cruzó miradas con el rubio; podría jurar que el brillo en sus ojos era diferente.

Taehyung besó sus clavículas y sostuvo sus muñecas con fuerza debido a los
constantes movimientos bruscos del azabache. Deslizó su hábil lengua por
el rosado contorno de la tetilla, delineándola y chupándola hasta endurecer
el pezón. Jungkook se removió bajo su anatomía, arqueando su espalda y
soltando un gemido que rápidamente Taehyung calló y ahogó entre sus
labios.

—Haces mucho ruido, conejito—dijo, separándose.

—D-duele...—susurró con dificultad—, ahí...abajo...

Taehyung formó una curva en su semblante al confirmar que Jungkook


estaba duro con un simple roce.

—Siempre duele—explicó—. Si no atiendes tus necesidades, dolerá.

—¿S-siempre es así?

—Ahora lo será—dijo—. Tu cuerpo responde diferente a esta edad,


aunque...creo que el tuyo siempre respondió de una forma distinta.
Cuando Taehyung cierra los ojos, ve a Jungkook en el auto, sobre él,
moviéndose contra su bulto y gimiendo su nombre. Lo ve en la cuna,
sonriendo, pero también lo ve en su habitación, cuando Jungkook entraba sin
permiso alguno a los 5 años, buscándolo por la falta de besos.

Jungkook no lo recuerda, pero su cuerpo siempre respondió a Taehyung.

Y siempre responderá.

Las grandes y firmes palmas viajaron y descendieron por el pecho desnudo


del menor, quemándole la piel y alzando sus caderas en cuanto agarró a
ambos costados. Taehyung unió su boca al pezón del azabache, chupándolo
y succionándolo hasta enrojecerlo. Jungkook se cubrió el rostro, sintiendo el
calor cada vez más potente en sus pómulos.

—T-tae...—jadeó entre suspiros.

Taehyung escuchó las mismas palabras cuando vistió a Jungkook a los seis
años en la noche y ninguno de sus padres se encontraba despierto. Deslizó el
pijama suave en su piel intacta, conteniendo las ganas de besarlo hasta
enrojecer lo blanco, pero Jungkook envolvió sus pequeños brazos alrededor
del cuello moreno segundos antes que Taehyung terminara de unir los
botones, besando sus carnosos labios.

En ese entonces, Taehyung escurrió sus manos bajo el pijama y Jungkook


murmuró las mismas palabras en su oído.

Jungkook estaba volviéndose loco. Taehyung besó y saboreó su pezón una y


otra vez. Su aliento caliente chocó contra su piel tersa y de porcelana cuando
se desprendió y mordió su tetilla hasta hacerlo gemir y mecerse el mismo
contra el rubio descaradamente.

—Muévete para mí.


Y Jungkook lo hizo. Se sintió vacío y tan excitado que el sentido común se
nubló y cayó rendido ante el deseo carnal que actuó en un abrir y cerrar de
ojos. Sin experiencia y conocimiento previo obedeció a Taehyung, mirando
por debajo de su flequillo negro el cuerpo bien formado y moreno.

El menor vio a su hermano a través de la lujuria inexpresiva y saboreó su


propia saliva cayente en sus labios, preguntándose si lo que iba a hacer era
correcto. Al diablo, pensó, y empujó su pequeña cadera contra la parte baja
del rubio entre sus piernas. Taehyung soltó un jadeo profundo y grave al
sentirlo, seguido de una sonrisa atrevida.

—Eres tan caliente—lo escuchó decir.

Jungkook sintió sus pulmones apretados, luchando contra sus costillas y sus
fosas. Sus piernas temblaron una vez volvía a alzarse e impactar contra
Taehyung, pero poco le importó. Aguantó el dolor y el escalofrío porque
estaba excitado, más que todas las veces anteriores.

El auto, la cocina, su habitación, todos los momentos en donde contuvo al


azabache se hicieron presentes en la mente del rubio. Cada uno de ellos tenía
el mismo argumento, donde Jungkook pedía más y más y Taehyung temía
por entregárselo.

La curiosidad es un arma,
si no sabes utilizarla,
te matará.
Yo te mataré.

—¿Estás cansado?—preguntó el rubio. Jungkook asintió débilmente—


Siéntate, entonces.

El menor respondió sin energía, desplazándose lentamente por la cama con


lentitud. Se encontró a sí mismo bajo la gran sombra e imposición de
Taehyung, haciéndolo ver más pequeño de lo que ya era. Una corriente
eléctrica recorrió su interior en cuanto Taehyung hizo el primer contacto con
él y emitió un quejido cuando el rubio introdujo brutamente dos de sus dedos
en su cavidad hasta el fondo de su garganta.

—Tu boca es tan pequeña que no entraría un tercer dedo. ¿Y así quieres ser
adulto? Es irónico—se burló. Taehyung aplicó presión contra su boca,
provocando que el azabache tosiera y temblara mientras más se hundía en su
boca—. Crecer no es tan sencillo.

La primera vez que su boca probó a Taehyung, se sintió como un campo


inexplorado; su lengua muchas veces no respondió las indicaciones y sus
manos torpes no fueron capaces de brindar el placer que el rubio ordenó.
Pero ahora es diferente, el sensual movimiento dentro de su cavidad logró
amenazar a Taehyung con todo lo que tenía.

Jungkook lo provocó, le demostró que el niño ya había crecido.

El menor chupó sus dedos cual arte y los envolvió en una abrazadora
atmósfera morbosa. Las falanges largas de Taehyung se hundieron en la
garganta de Jungkook hasta el fondo, restándole importancia a los quejidos
y lágrimas del azabache porque ahora eran solo ellos dos.

Taehyung lo desafió con la mirada, casi diciéndole que este era su maldito
tablero y él no lo consumiría, pero tan pronto como Jungkook entendió y
cruzó vista con el rubio, terminó avanzando hasta el final del juego.

Sus ojos negros, brillosos y llenos de placer, y sus labios rosados e hinchados
correspondieron la fuerza bruta, convirtiéndose así el ganador. Jungkook era
arte, una muestra viva de pasión, deseo y sangre.

—Mírate. Te desconozco—dijo Taehyung, inexpresivo. Jungkook succionó


su largo sin apartar la vista de él, demandante—. ¿Qué intentas hacer?
¿Hacerme perder la cordura?
Una prolongada respiración salió de la boca más pequeña al desprenderse de
las falanges morenas por obligación. Taehyung tomó su mentón y juntó sus
labios rápidamente, soltando los mojados cerezos rojos después de unos
segundos.

—Siempre has sido así—comenzó a decir. Jungkook jadeó, todavía sin


controlar su respiración desenfrenada—. Incluso te corriste sin que te dieras
cuenta.

El azabache tembló, agotado.

Jungkook gime
cuando lo beso,
Inconscientemente.
Su pelvis me responde,
su boca me sigue,
sus manos curiosas me envuelven
y me deleita.
Lo quiero, hoy y siempre.
Es mío, solo mío.

—T-Tae...—susurró el menor—. Duele...

—Encárgate de eso, entonces.

El rubio depositó un casto beso en su frente y finalmente se alejó de la figura


pálida. Se movió por la habitación hasta sentarse en una silla que se
encontraba a pocos centímetros de la cama. Jungkook alzó ambas cejas.

—¿Q-qué haces?
—Te miro—murmuró. Jungkook tragó, la voz de Taehyung era más grave
de lo habitual—. Te ves hermoso; suplicante.

—¿Q-qué di...?

—Tócate—interrumpió de golpe. Jungkook se sorprendió—. Estás excitado,


¿no?

—Sí... Pero, ¿tú no lo harás...?—temió por la respuesta.

—Sorpresa.

Jungkook tragó duro y ante el largo silencio que Taehyung entregó, asumió
que la compañía rubia no estaría con él en este encuentro.

Obedeció, temeroso, y extendió ambas piernas para Taehyung, avergonzado


de sí mismo. Su entrada palpitante quedó a la visión y crítica del más alto, y
se sintió cada vez más tímido. Llevó su diestra a su miembro y se masturbó,
evitando la potenta mirada de Taehyung sobre él. Jungkook cerró sus
párpados y jadeó en respuesta una vez su mano se movió hacia ariba y abajo
en repetitivas veces.

—Eres tan lindo—dijo el rubio—. Eres tan puro que resultaría imposible
creer que alguien como tú estaría masturbándose frente a mí, tu hermano.

Jungkook quería callarlo, decirle que se equivocaba, que esto no le gustaba,


pero estaría mintiéndose porque ahora su falo se volvió aún más duro al
escuchar los tonos bajos penetrar sus oídos. Se sintió sucio.

Taehyung recordó su infancia, nuevamente. Y ahí estaba, tan jodidamente


hermoso y pecador, Kim Jungkook, mirándolo de una forma indecifrable a
los 5 años cuando se escabulló hasta la habitación de su hermano, que se
encontraba cerrada, y le entregó la llave, murmurándole que tenía hambre y
la criada estaba dormida.
—Más rapido, quiero verte enloquecer—dijo. Jungkook aumentó la
velocidad, mordiéndose el labio inferior, demandante—. ¿Desde cuándo
querías esto? Solo tienes 13 años y mírate. Me extrañas.

Cállate, musitó contra sus dientes. El azabache gimió, deslizándose en su


extensión con mayor facilidad gracias al líquido que desprendió. Taehyung
esbozó una sonrisa enfermiza.

—Más rápido, Jungkook. Nadie te está viendo, solo somos tú y yo—


murmuró. El rubio lamió sus labios y volvió a hablar:—. ¿Lo quieres, no?
Te cansas, te agotas de fingir que no te excita, que no te gusta, que no te
gustaría sentirme ahí, en esa entrada tan hermosa y rosada.

—¡A-ah, T-Tae...!

Jungkook se movió más rápido, desenfrenadamente. Arqueó su espalda y


abrió sus piernas en un ángulo más apreciable que el anterior. Gimió el
nombre de Taehyung a ojos cerrados; enloqueciendo.

Pero no era suficiente.

—Bien, cambiaremos la posición. Ahora hunde tus manos y rodillas en el


colchón hacia la pared. Igual que un perro—ordenó, sonriente.

Jungkook abrió sus ojos, sorprendido por el repentino cambio y, con las
mejillas sonrojas, obedeció, no muy convencido. Se movió entre las fundas
tal cual como había dicho Taehyung, nervioso y avergonzado, con el pulso a
cien y el cuerpo temblando.

—Recuéstate y levanta tu trasero para mí—ordenó el rubio, firme y grave.


Jungkook tragó y dejó caer su pecho en el colchón, alzando su trasero para
Taehyung. El azabache mordió su labio más fuerte, sintiéndose observado.

—Así me gusta—carraspeó Taehyung—Tu entrada es tan palpitante, ¿qué


tal si te la tocas?—sugirió. Jungkook podría jurar que Taehyung estaba
divirtiéndose.

El azabache terminó asintiendo, tragando seco antes de imaginarse lo que


estaría por hacer. Cerró sus párpados y recorrió su pelvis con su mano hasta
llegar a su ano, rozando su entrada con la yema de sus dedos al mismo tiempo
que mordía su labio y apretaba sus párpados, tímido.

—Así es, Kookie—murmuró el rubio. Taehyung esbozó una sonrisa de lado,


mirándolo con sorna—. Ahora hunde uno de tus dedos.

El azabache se estremeció y tardó en aceptar, pero finalmente terminó


hundiendo su falange más larga dentro. Jungkook exclamó y su mano libre
tomó la funda blanca con fuerza una vez se asomó más profundo.

—¡Mierda!—exclamó.

Apartó su dedo rápidamente y su cuerpo dio un brinco. Jungkook se


estremeció y abrió sus párpados débilmente, apunto de llorar; dolía como el
mismísimo infierno.

—¿Por qué lo sacas?—Taehyung sonó duro, cruzándose de brazos mientras


mantenía el ceño fruncido al verlo.

—D-duele, Tae... N-no quiero—sollozó el menor.

—¿Y?—Taehyung se mantuvo serio—¿No querías ser adulto?

—S-sí, pero duele... T-tae, no quie...


—Sigue—ordenó, firme—. Hunde tu dedo.

—P-pero...

—Hazlo.

Jungkook tragó y deslizó su mano nuevamente sobre su piel caliente hasta


llegar a su entrada, hundiendo uno de sus dedos.

—¡A-ah!

Sus piernas temblaron y las lágrimas no tardaron en hacerse presentes,


deslizándose por sus pómulos refinados. Jungkook cerró sus párpados una
vez más, tratando de evitar el dolor.

Hundió su dedo más profundo y lo dejó ahí dentro unos segundos.

—Tu cuerpo se acostumbrará—avisó. Jungkook negó repetitivas veces; ya


no quería continuar.

—¡N-no quiero!

—No dolerá después de un rato—dijo—. Muévelo ahora.

Todo su cuerpo sintió una corriente eléctrica, pero la evitó. Apretó las fundas
con demanda, sollozó y finalmente volvió a hundir su dedo más profundo.
Lo sacó y metió una y otra vez, obedeciendo a Taehyung.

Ignoró su propio sufrimiento con tal de complacer al rubio y demostrar lo


que había dicho. Ignoró sus propias lágrimas, sus quejas, su dolor contaste
en la parte más baja, con tal de ser lo que Taehyung quería que fuera. Y
gracias a dios, tal como dijo su hermano minutos atrás, el dolor desapareció.

Cayó rendido ante la sensación exquisita entre jadeos y gemidos mientras no


dejó de aplicar presión sobre su propio ano ya cada vez más dilatado. Metió
y metió su falange repetitivas veces, dejándose absorber por la atmósfera
lasciva.

—A-ah, Tae...—gimió.

—¿Te gusta, no?—sonrió.

—Sí, m-me gusta...

Taehyung sonrió, encantado y fascinado por la escena que tenía frente a sus
ojos. Relamió sus labios secos y crujió dos de sus dedos.

Día 207
Siempre pide más,
necesitado.
Quiere buscar algo
que lo complazca.
Yo nací para complacerlo.

—Suma otro dedo—ordenó.

Jungkook introdujo un segundo dedo a su cavidad, hundiéndolo hasta el


fondo. Gimió para Taehyung mientras metió y sacó su falange de su cuerpo
y se retorcía bajo su propio toque brusco y rápido. Aumentó la velocidad que
sus propias extensiones ejercían, dejándose llevar.
—Y ahora... El último—finalizó Taehyung.

El azabache introdució el tercer dedo con más potencia, sin importarle si sus
caderas crujían y se debilitaban ante tal movimiento.

—¡T-Tae!—gimió.

El dedo rozó su zona más sensible y sus ojos se abrieron como dos grandes
esferas negras. El cuerpo más pequeño se estremeció y Jungkook exclamó.
La quemadura le golpeó fuerte y se movió en forma frenética en respuesta.
Su mano soltó las sábanas, que mantenía en un puño, para masturbar su falo
que necesitaba su atención con demanda.

—Me sorprendes, conejito—lo escuchó decir. Jungkook lo ignoró y solo


siguió presionando más fuerte, rompiéndose, torturándose.

Se encontró a sí mismo envolviendo su ingle, masajeando y acariciando su


pene erecto, subiendo y bajando rápidamente al mismo tiempo que sus dedos
lo follaban. Ese vacío agudo se llenó con tres dedos destruyendo toda pared
que bombardeaba su largo, apretándolos y dificultando su camino una vez
volvían a entrar y salir.

Mordió su labio inferior y apretó sus parpados ante la sensación morbosa, ya


sumergido en la lujuria.

—Siempre lo has querido—dijo Taehyung. La voz grave resonó en el


azabache, grabándose. Jungkook asintió, dándole la razón en su poca
cordura—. Tu curiosidad es peligrosa, Kookie.

Jungkook gimió y asintió. Sí, lo era. Sin embargo, su cuerpo ya no podía


detenerse, no hasta sentirse en el cielo.
—Más rápido, Kookie. Pierde el control.

Jungkook exclamó su nombre más fuerte al impactar contra su punto. Le dio


al blanco sin cesar el movimiento brusco en su miembro, escuchando la
excitante voz del rubio introducirse por sus oídos.

—Llega al climax, bebé.

Y así lo hizo. Se imaginó las grandes manos de su hermano en sus caderas,


tomándolo con fuerza, mientas lo embestía; y se imaginó el gran cuerpo de
Taehyung rozando el suyo, su respiración sin un patrón específico contra su
boca y sus narices uniéndose en cada penetración.

—Pierde la cordura, conejito.

Taehyung es firme y seco, duro e impactante. Lo penetra con fuerza en su


fantasía, lo rompe en mil pedazos por todas las veces en las que se salió con
la suya, por todas las veces en que le respondió mal y actuó de la misma
forma.

Destrúyete, bebé.

Jungkook llegó al orgasmo, exclamando su nombre.

—¡T-Tae!

Terminó por correrse en su mano, sintiendo el líquido espeso y blanco


deslizarse entre sus dedos. Jungkook se recostó, rendido y agotado, sobre las
fundas con la respiración desenfrenada y ahogada.

Taehyung lo miró de pies a cabeza, delineando sus aspectos más específicos


y saboreando su casta y hermosa piel. El rubio soltó un jadeo poco audible,
exhalando los suspiros que se forzó a guardar para mantenerse al margen, y
se concentró en ocultar la notoria erección que palpitaba contra su pantalón.

Taehyung se acercó hasta el cuerpo débil y lo envolvió en un cálido abrazo


hasta que el sueño dominó en el azabache, cubriendo su piel de porcelana
entre las fundas. Llevó la comisura de sus labios al cartílago de Jungkook,
rozándolo, y susurró.

—Este es nuestro pequeño secreto.

Y Jungkook respondió un sí, lo es.

Guardó el secreto cuando su padre preguntó por Taehyung y él no respondió,


guardó el secreto cuando Taehyung se escapó por primera vez y él le entregó
la llave de su habitación, guardó el secreto cuando su hermano lo besó por
primera vez y le dijo que no debía decirle a nadie.

Jungkook no lo sabía, pero siempre ha estado protegiéndolo.

La reina se movió
y el rey sigue intacto,
los peones desaparecen,
uno por uno,
dejando el tablero vacío.
El juego ha comenzado.
YAAA Ahora, quiero hacer un par de aclaraciones. ¿?

1. Jungkook tiene 13 años / Taehyung casi 24. Solo para recordar.

2. He dado a conocer pequeñas partes del pasado sobre Kook y Tae, y de


seguro ahora deben pensar que Taehyung no es el único con pensamientos
extraños. De hecho, ¿recuerdan la extraña desesperación de Jungkook por
crecer? Bueno, tiene relación con eso. Solo digo.

3. Los capítulos siguientes son claves. Se vienen escenas fuertes, secretos a


la luz, llantos, etcétera. Nos acercamos cada vez más al pasado de Taehyung
y uffff, se viene pesado. Yo les pago el psiquiatra porque no planeo ser suave,
okey.

4. En los capítulos anteriores, principalmente la pelea de Jin con Taehyung,


mucha gente no entendió porqué el cambio repentino de Jin, bueno lo
explicaré de nuevo.

Jin recuerda a Taehyung con daños y sangre en las manos, después descubre
que quiso asesinar a su padre. Ustedes entenderán que la carga emocional
es fuerte para alguien como Jin, de hecho él siempre se queja de no haberlo
ayudado o cosas así, es por eso que se desconecta y pierde los estribos.
Además, Taehyung guarda muchos secretos y para Jin eso siempre es un
problema porque termina involucrándolos a todos en el mismo saco.

5. ¿Por qué Jungkook no recuerda y Taehyung solo recuerda algunas cosas?


Eso se mantiene en el anonimato, pronto lo sabrán.
Twenty five
Día 1

Ahí estaba, con la piel de gallina y las manos temblando mientras movía el
lápiz negro sobre las hojas de su libreta, todavía inseguro sobre si era
realmente correcto. Pero en un abrir y cerrar de ojos sus dedos escribieron la
dichosa frase que resultaba graciosa al leerla, y supo que ya no había vuelta
atrás y el borrador no ayudaría mucho para deshacerse de la tinta oscura.

Taehyung casi podía jurar que se encontraba en el cine, donde la pantalla


grande proyectaba lo que segundos atrás tuvo que vivir, si no fuera por el
eco de los pasos lentos acercarse hacia su habitación, amenazándolo muy,
muy de cerca. Sin embargo, leyó la frase una vez más antes de cerrar el
cuaderno y esperarlo despierto porque sí, quería torturarse una y otra vez
hasta que ya no provocara una sensación tan desagradable al procesarla.

Papá le fue infiel a mamá.

El pequeño de tan solo seis años y medio se concentró en los cuadros blancos
y negros, arrugando el entrecejo y moviendo su torre negra a un lugar
estratégico, sonriendo en cuanto esta quedó a tres espacios a la izquierda
del rey blanco, y también cerca de la reina negra. Dejó caer sus hombros y
exhaló.

—Perdiste.

La señora de pelo canoso esbozó una sonrisa al escucharlo, se cruzó de


brazos y seguido soltó un suspiro. Taehyung se mantuvo inexpresivo.

—Buen juego—le dijo ella. Taehyung asintió sin interés—. ¿Cuándo te


volviste tan bueno en el ajedrez?

—No soy bueno, solo tengo buen ojo—le restó importancia.


—¿Te gusta?

Taehyung frunció el ceño, confundido:—¿El juego?

—Sí.

Taehyung asintió.

—Qué extraño. No muestras interés muy seguido—afirmó.

—Es diferente—dijo—. El ajedrez tiene un tablero y piezas llamativas.

La señora no comprendió.

—¿A qué te refieres?

—Me refiero al blanco y negro, unos y ceros, ¿tiene relación, no?—explicó.


Ella se encogió de hombros y observó como el pequeño chico castaño se
acercaba a una pieza más pequeña dentro de su territorio oscuro—. Con
respecto a las piezas... El peón es mi favorito.

—¿Por qué? No es tan importante dentro del juego.

—Y es por eso que mucha gente lo considera inservible—soltó rápidamente.


Ella guardó silencio—. Es curioso, la reina es reina, el rey es rey, y así
sucesivamente, pero el peón puede convertirse en lo que sea al llegar al final
del tablero.

—Tienes razón, pero son las primeras piezas en eliminar. Eso no ayuda
mucho.
—No, no son las primeras piezas en eliminar...—corrigió. La señora frente
a él parecía sorprendida. Taehyung continuó:—son las primeras piezas para
ganar.

—¿Qué significa eso?

—¿No te parece extraño que los grandes jugadores comiencen con el peón?
Sólo un novato arriesgaría su caballo, anque no es mucho lo que logra
hacer. Pero, un peón, puede hacer mucho, comezando porque es la única
pieza del juego que no puede retroceder y puede convertirse en lo que sea—
murmuró, manteniéndose serio, esta vez alzando su vista para encontrarse
con los ojos claros de su abuela y formando una muy, muy, muy sútil
sonrisa—. No soy bueno, solo sé sacar provecho de una pieza tan básica
como un peón. Cuando logras hacer eso, ya ganaste el juego.

Su abuela sonrió débilmente.

—¿Qué te parece otra ronda?

Cuando Jungkook despertó, recibió un mensaje de Taehyung diciéndole


buenos días desde el trabajo y él sonrió tristemente, suponiendo que quizás
su hermano no volvería para navidad ni en los días siguientes. Sin embargo,
no protestó y solo dejó caer sus hombros porque al menos estuvieron juntos
después de un tiempo.

El azabache nunca había sido muy fanático de las cosas grandes, pero debía
asumir que las camisas de Taehyung eran sus favoritas y siempre las usaba
en las mañanas porque según él se veía más lindo, aunque el rubio le repitió
tantas veces que no se vistiera con su ropa porque la ensuciaba.

Jungkook se encontró con el hermoso rostro de Jin al abrir la puerta del


cuarto hacia el pasillo, si con hermoso nos referíamos a unas bolsas bajo los
ojos, un peinado del asco y la mitad de la cara con unas líneas extrañamente
marcadas, sí. Y al notar todo eso quizás, solo quizás, no debió haberse reído
porque sabía que Jin era algo difícil de tratar y no le prepararía el desayuno
que tanto esperaba como venganza.

Yoongi también pagó el castigo del azabache a pesar de levantarse unos


treinta minutos después sin tener idea de lo que sucedió y porqué él estaba
pagando algo que no había hecho.

—¿Y ahora qué le pasa a ese?—le preguntó al azabache después de dejarse


caer sobre la silla de madera. Jungkook le dedicó una mirada rápida y
resopló.

—Está enojado porque me reí de su horrible rostro—soltó.

—¿Solo eso?—el azabache asintió. Yoongi gruñó entre dientes y revolvió su


cabello—Mierda, lo creí sensible pero nunca a ese nivel.

—Ni lo digas—se quejó Jungkook—, ahora tendremos que soportar el


castigo.

—Si morimos de hambre, llámemos a Ta...—Yoongi se detuvo rápidamente


y miró a ambos lados, notando su ausencia—. Hablando de Taehyung,
¿dónde está?

Jungkook formó una mueca.

—Trabajo—dijo. Yoongi rodó los ojos.

Jin llegó a la sala principal llamando la atención de los dos idiotas que se
encontraban dándole la espalda, vistiendo un abrigo y cargando un regalo no
tan incógnito, porque medio mundo podía suponer para quién se dirigía, en
su mano izquierda. Jungkook y Yoongi se voltearon y miraron entre
sí, suponiendo su destino y la razón por la cual estaba más sensible que de
costumbre.
—Suerte con eso—se limitó a decir el azabache, formando una sonrisa cada
vez más grande—. Mándale mis saludos a Nam.

—No hables—siseó.

—Me sorprendes, Jin. No creí que realmente se lo entregarías considerando


lo gallina que llegas a ser—comentó Yoongi.

—Eso no es su jodido asunto.

—Creo que sí porque estás hablando de mi amigo—se burló el azabache.

—¿Y eso qué tiene que ver? Hablan como si fuera a entregarle un jodido
anillo de bodas.

—Quién sabe—rió el teñido.

—Yo lo sé, idiota, y para su información, solo iré a entregarle el maldito


regalo mientras ustedes luchan por cocinar algo, malditos ineptos.

—Qué malhumorado—comentó Jungkook—. Alguien debería volver a la


cama.

—Sí, Jin, asustarás al niño con tu actitud como la mierda.

—Cállense.

Jin salió lo más rápido de la casa para no escuchar todas las bromas que
lanzaron Yoongi y Jungkook sobre su supuesta cita y que le terminaría
quitando un amigo al azabache, cosa que no sucedería porque el castaño solo
iría a entregarle el regalo para no sentirse un jodido hijo de puta con él, sep,
era eso.

En el fondo no quería entregárselo porque no debía darle más esperanzas de


las que ya tenía, y aunque Jin se dijera repetitivas veces que no era más que
un amor pasajero de la adolescencia, la idea de que Namjoon luciera tan
maduro y seguro al verlo, lo aterrorizaba. Porque se suponía que él no debería
estar tomando el metro para dirigirse a la dirección que le entregó Jimin ni
mucho menos con un regalo en mano sabiendo cómo era el menor y lo que
provocaría en él.

Sin embargo, lo quiera asumir o no, Jin era jodidamente egoísta y esa
atención que comenzó a recibir de la nada, le gustaba, en especial si era
Namjoon quien se la entregaba. Y peor se volvía cuando los dos únicos besos
que intercambiaron seguían estando presentes en su memoria cada noche.

El castaño se sintió cada vez más nervioso al acercarse por las calles y llegar
a una humilde vivienda de tonos cafés con el número 4310 marcado
elegantemente en un cuadro de madera colgado a afueras de la casa. Su
corazón latió fuerte cuando dejó de fijarse en las bellas flores del jardín y se
encontró con una silueta familiar sobre la acera.

Namjoon sonreía para los niños que jugaban fútbol frente a él mientras Jin
luchaba internamente por si quedarse estático frente a su casa, dejarle el
regalo en la entrada y marcharse o hacerle compañía. Pero ya no había vuelta
atrás, porque sin pensarlo dos veces escogió la segunda opción y en cinco
segundos ya se encontraba a su lado sin siquiera responder a la mirada
inexplicable que yacía en el niño de catorce años.

—No hagas preguntas estúpidas o juro que me marcho—le advirtió al sentir


la mirada de Namjoon sobre él porque moriría de vergüenza si preguntaba
los motivos de su visita. Jin exhaló—. ¿Qué haces aquí afuera?

—Me aburro en casa—fue lo único que logró decir. Namjoon tragó duro
y apartó la vista para ahora mirar al frente, todavía sorprendido por la
inesperada visita, no era como si la compañía de Jin fuera incómoda, solo
que lo tomó por sorpresa y le resultaba difícil controlar los latidos de su
corazón—. Al menos aquí no me siento tan solo.

—¿No hay nadie en casa? ¿Dónde están tus padres?—Jin lo vio morderse el
labio y pensó que quizás se había entrometido de más, como siempre—L-lo
digo porque es navidad y deberías estar con ellos.

—Mamá está trabajando horas extras—dijo.

—¿En navidad?

—Bueno..., a veces lo que gana no alcanza a cubrir todos los gastos.

Jin asintió algo sorprendido.

—¿Qué hay de tu padre?

—No vive con nosotros—respondió rápidamente.

—¿Por qué? ¿Tiene otra familia o algo así?—soltó una risa.

Namjoon esbozó una sonrisa triste.

—En realidad—hizo una pausa—, mi padre está muerto.

Jin dejó caer su sonrisa lentamente y por primera vez desde que llegó, se
volteó para encontrarse con esos ojos tristes que había visto antes bajo su
flequillo. Namjoon le entregó la misma sonrisa y el castaño se maldijo
porque podía jurar que esa curva estaba llena de emociones deprimentes y él
era el culpable de sacarlas a flote.
—No me mires así—pidió el más pequeño antes de que Jin hablara—, por
favor no me mires como si me tuvieras lástima.

—No te tengo lástima.

—Oh sí, lo haces—dijo, riéndose—. He visto esa mirada antes y no quiero


que tú me la dediques. No es el maldito fin del mundo ni tampoco es tu culpa
por preguntar.

—No es así—dijo—. Es solo que no sabía qué decir, es como si no pudiera


hacer mucho en esta situación. La mayoría de las personas no saben qué decir
cuando se enteran que tienes un familiar muerto.

—Suena como si supieras de eso—le dijo, serio.

—Es porque lo sé—se apresuró en decir—. Mi mamá está muerta, no murió


hace mucho.

El más pequeño guardó silencio y Jin rió al ver su expresión de sorpresa.

—¿Ves? Tú tampoco sabes qué hacer—dijo entre carcajadas.

—E-es porque lo dices tan de repente—se excusó—. Cualquiera en mi


posición se quedaría helado.

—¿Y cómo querías que te lo dijera? Son cosas comunes, desafortunadas que
en algún momento dolieron, pero ya no, ¿por qué habría de darle
importancia?

Namjoon apartó la vista y tomó aire, relajándose sobre la acera y mirando al


frente. El castaño miró de reojo al menor y después al regalo que sostenía a
un lado, preguntándose si era buen momento para entregárselo y romper la
incómoda atmósfera que se formó después de su conversación.
—¿Cómo sabías dónde vivo?—Namjoon se encargó de romper el silencio,
algo que Jin agradeció internamente.

—Le pedí tu dirección a Jimin.

—¿Por qué?—esta vez lo miró y Jin sintió un cosquilleo.

—¿Acaso importa?

—Para mí es importante—respondió fácilmente, serio.

—Tsk—chasqueó la lengua y volvió a hablar—. Quería entregarte algo.

—¿Querías? ¿Ya no?

—Todavía quiero.

Jin vio el brillo en sus ojos y su corazón dió un brinco, sintiéndose algo torpe
sin razón. Le entregó el regalo rápidamente, casi como si no quisiera
mantener ese roce de dedos por mucho tiempo.

El más pequeño abrió el presente, que más bien era una caja delgada y larga,
con la curiosidad reflejada en el rostro, sacando de esta una cadena de plata.
Namjoon le dedicó una mirada llena de reproche y Jin bufó.

—Era lindo y no costó mucho, si es lo que te preocupa.

—Es una cadena. De plata—el menor remarcó sus palabras. Jin rodó los ojos
porque sabía lo que era y no necesitaba que Namjoon se lo recordara.
—Eso ya lo sé.

—Debió costarte mucho—comenzó a decir—. Es una maldita cadena de


plata y no, es mucho, yo no puedo recibirlo.

—No seas ridículo. Ya te dije que no costó mucho y personalmente quiero


que lo conserves. No habría gastado dinero porque sí.

—Pero...

—Nada de peros, ahora póntela. Quiero ver qué tal se ve.

Namjoon no siguió protestando, pero no era como si hubiera cambiado de


opinión. Obedeció de todas formas y ya después de un rato se encontraba
modelando para el castaño que lucía fascinado.

—Se ve bien.

—Sigo insistiendo sobre devolvértela.

—No seas aguafiestas. Si realmente estás preocupado por eso, entonces


procura no perderla y ya.

—Bien...—terminó por aceptar y Jin le sonrió—. Yo también te tengo algo,


pero no es nada en comparación a lo que me diste así que compraré algo más
y...

—Ni hablar—lo cortó—. Quiero ese regalo, no otro. Confío en tu elección.

Namjoon tragó duro, no muy convencido, y es que era cierto, su regalo no


era algo que podía llamarse elegante, más bien era la última opción en su
lista porque creyó que las otras no le gustarían a alguien como Jin. Ya no
podía arrepentirse porque el castaño esperaba impacientemente por él que no
le quedó más alternativa que entrar a su casa y correr hasta su habitación para
después traerlo con su corazón bombeando a mil y finalmente entregárselo.

Jin lo abrió en un segundo, importándole muy poco la envoltura, y a


diferencia de lo que creía Namjoon que sería su primera impresión, esta
resultó ser mucho más agradable.

—Es un libro.

Murmuró el castaño. Jin deslizó la yema de sus dedos sobre la tapa áspera y
luego lo abrió, encontrándose con una dedicatoria en la primera página que
le hizo sonreír aún más grande.

Para tu pasado,
para tu presente,
y para tu futuro.

Te quiere, Namjoon.

—No es mucho, si quieres puedo comprar algo...

—Gracias—interrumpió en un susurro—, de verdad muchas gracias.

A las primeras horas de la mañana cuando Taehyung se despidió con un beso


corto de Jungkook y llegó lo más rápido posible al trabajo, se encontró con
todo el desorden del cual leyó al pie de la letra en el mensaje de texto.
Visualizó a Charlotte junto a un oficial y se acercó a ella, saludando al
hombre de placa y a la chica que parecía asustada con tanto espectáculo.

—¿Qué ha sucedido?—preguntó de una vez. Charlotte suspiró profundo y


prefirió dejarle esa tarea al uniformado.
—Alguien entró a la empresa.

Taehyung no le prestó mucha atención a su respuesta, después de escuchar


lo más importante siguió evaluando el área por sí mismo. El supuesto ladrón
burló la alarma desde adentro y era por eso que no había señales de vidrios
rotos o golpes bruscos en la entrada, los guardias tampoco parecían haber
visto algo anoche y eso solo comprobaba su teoría.

—Hay algo curioso—dijo. La mente de Taehyung hizo un click y lo miró


rápidamente, brindándole toda su atención—. Solo entraron a un lugar
específico.

Un segundo click.

—¿A dónde?—se atrevió a preguntar.

—Su oficina, señor Kim.

Taehyung no tardó en reaccionar y correr hasta su oficina en el último piso,


poco lo importó si los oficiales no le autorizaban o gritaban desde atrás, y
agradeció enormemente a Charlotte que los convenció y lo acompañó hasta
su oficina.

Era justo como se lo imaginaba, su oficina era un desastre, los objetos


estaban en el suelo y ni hablar de todo el papeleo que se esparció por cada
rincón de la sala.

Taehyung no dudó en dirigirse hasta la repisa y moverla hacia un lado,


encontrándose ahí con la caja fuerte. Escribió la contraseña y la abrió;
afortunadamente todo estaba ahí. Era curioso, porque todas las cosas de valor
seguían en la sala y si no fuera porque se dedicó a pensar detalladamente
después de abrir esa caja, no se habría percatado de ello.
—No se llevaron nada—le avisó a su secretaria—. Todo está aquí.

—¿Qué significa eso? ¿Entraron solo por entrar?

—Yo diría que no encontraron lo que buscaban. Al parecer no querían dinero


ni papeles importantes, buscaban algo más que probablemente no es de la
empresa.

Charlotte asintió.

—Es cierto. Entonces es probable que...

—Estuvieran buscando algo mío—completó él.

Charlotte tembló ante la idea.

Taehyung estaba seguro de algo, el supuesto ladrón estuvo en el mismo


edificio que él la noche anterior, también aseguraba que esperó cierta
cantidad de tiempo hasta que los guardias no estuvieran tan pendientes para
explorar la empresa y así logró burlar la alarma, y por último, lo que esa
supuesta persona buscaba no lo encontró en su oficina.

Y ahora la pregunta era, ¿qué buscaba?

Hace unos días atrás se sintió observado, pero prefirió no brindarle tanta
relevancia porque Jin insistió que se debía al exceso de trabajo y esos ojos
cansados que lo hacían parecer como un zombi. No paró de sentir esa extraña
sensación a sus espaldas días más tarde y ahora es cuando se lamentaba de
no haberla tomado en cuenta.

Eso quería decir que si algún idiota lo siguió durante un tiempo corto,
también sabía su dirección y probablemente el segundo lugar al que
intentaría entrar sería ahí. Y algo tenía que hacer si quería proteger a
Jungkook.

Sí, debía protegerlo.

—Diga—se escuchó. Taehyung agradeció y alabó a su mejor amigo para sus


adentros por ser el que contestara el teléfono.

—Soy yo—Yoongi abrió los ojos como platos, sorprendido—. Sé que debí
llamarte al celular, pero prefiere hacerlo desde una vía pública sin
especificación. No preguntes porqué, solo escucha.

—Suenas urgido, suéltalo ya.

—Robaron en mi oficina—soltó. Yoongi se tensó y pensó que la


conversación no iría por un buen camino—. Aunque más bien entraron, no
robaron nada en específico. Los papeles, el dinero, cosas de valor, todo está
aquí.

—¿Entonces volverás a casa y quieres que le invente una excusa a


Jungkook?—se adelantó.

—No, escucha. En mi oficina está todo, tengo la idea que quieren algo mío
y como no lo encontraron en mi trabajo irán a la casa. Necesito que tomen
algunas cosas y los iré a recoger en dos horas. Avísale a Jin e inventa una
excusa para Jungkook.

—Tae, espera, no estoy entendiendo. Si fuera así, ¿por qué tenemos que
irnos? ¿No será más fácil que entren de esa forma? Además, no puedes estar
tan seguro, no hay ningún indicio.

—Tengo mis sospechas.


—Eso no prueba nada.

—Yoongi, no te estoy preguntando tu maldita opinión, es una orden. Si


quieres mantener tu culo con vida, vendrás, si no, puedes quedarte ahí y
seguir preguntándote lo mismo después de que alguien entre a la casa.

—Dios...—resopló. El teñido maldició—. Bien, le avisaré a Jin y algo se me


ocurrirá para Jungkook.

—Gracias.

—Ni hables, más te vale que tengas razón.

—Confía en mí.

Yoongi apretó los dientes y su mandíbula formó una muy definida línea recta
a medida que asintió y colgó el teléfono. Suspiró y masajeó su cuello
contraído después de saber la desagradable situación.

¿Qué le inventaría a Jungkook?

El teñido subió hasta el cuarto del azabache y entró sin siquiera tocar la
puerta, afortunadamente Jungkook solo estaba jugando videojuegos y le
reclamó cuando entró sin permiso. Yoongi rodó los ojos.

—Empaca. Nos vamos.

Jungkook se sorprendió.

—¿A dónde?
—No lo sé, solo empaca. Taehyung vendrá por nosotros en dos horas, no hay
tiempos extras.

—Pero...—comenzó a decir—, ¿qué se supone que lleve? No sé a dónde


vamos ni por cuánto tiempo.

—¿Y crees que yo sí? Solo haz una maleta y lleva algo con que entretenerte.
Algo me dice que esto llevará un tiempo.

—¿Y si me niego?—amenazó.

—No es una orden mía, es de Taehyung.

Jungkook lo fulminó.

—Bien—accedió de mala gana.

Yoongi cerró la puerta y buscó su celular entre los bolsillos de su pantalón


una vez se dirigió hasta su cuarto. Volvió a maldecir cuando Jin no atendió
y le tiró a buzón de voz porque se suponía que tendría que volver a llamarlo
hasta que conteste, pero al menos liberó su estrés cuando el hijo de puta le
contestó después de un tiempo y fue lo más duro con él.

—Más te vale que sea importante, bastar...

—Tenemos un maldito problema, Taehyung viene en dos horas por nosotros


y juro que si no estás, nos iremos sin tu maldito trasero en el auto porque no
pienso esperarte.

Y finalmente colgó.
Jungkook se quedó inmóvil y esperó unos cuantos segundos hasta que no
escuchó las quejas de Yoongi cerca de su habitación. Esbozó una sonrisa y
tomó su celular. Llamó al único número entre favoritos y su corazón latió
fuerte cuando una voz gruesa y ronca le contestó desde otra línea.

—Hola, bebé, ¿qué sucede? Supongo que Yoongi ya te entregó la noticia.

—Sí, lo hizo.

—¿Entonces?

—Uhm, es que, yo...—balbuceó. Taehyung sonrió involuntariamente y se


dejó caer en su silla de cuero, esta vez sin la compañía femenina en su
oficina. Jungkook se lamentó por ser tan estúpido en momentos como este—
. Yo.... Quería saber si, bueno, tú y yo estaremos juntos.

—Claro que sí, bebé—el corazón de Jungkook se tranquilizó de alguna


forma.

—¿Y haremos, ya sabes, esas cosas?

Taehyung se relamió los labios.

—Claro, bebé. Te besaré todos esos lunares, ¿te parece?—dijo. Jungkook


se sonrojó de tan solo escucharlo e imaginarlo—. Ahora que lo preguntas, te
compré un regalo.

—¿Un regalo? ¿Qué cosa? ¿Qué regalo?

—Lo sabrás esta noche, conejito.

—Deberías darme una pista—abultó los labios.


—Créeme, bebé, es algo que sin duda te gustará.

Y Jungkook no sabe porqué, pero un escalofrío recorrió su cuerpo.


Twenty six

Este capítulo contiene lenguaje vulgar y violencia. Leer bajo precaución.

—Taehyung, Taehyung, despierta.

El pequeño abrió sus ojos lentamente, encontrándose con el rostro agitado


de su padre. Se incorporó a penas y frotó la manga del pijama en sus ojos,
somñoliento.

—¿Qué pasa?—susurró, seguido de un bostezo.

—Quiero mostrarte algo.

Taehyung asintió y se levantó, apartando las fundas sobre su cuerpo en un


movimiento. Buscó ropa cómoda en su armario mientras su padre lo
esperaba detrás de la puerta, avanzó hasta él y lo siguió de cerca, alzando
la vista una que otra vez para concentrarse en la esbelta figura de su
espalda.

El hombre lo guío hasta una puerta detrás de su oficina, una que nunca
había visto en las pocas veces que ingresó ahí dentro. Su padre introdujo la
llave y le hizo pasar.

Cuando terminó de bajar las escaleras, evaluó mejor el lugar. Estaba


construido por cemento y no había señal de una ventana o siquiera alguna
especie de agujero para que entrara la luz. En el centro había una silla con
cuerdas y un televisor antiguo, lleno de polvo en él.

—¿Qué es todo esto?—se atrevió a preguntar.


—Es algo en lo que estoy trabajando. ¿Te animas a ver?

Taehyung asintió.

—Bien, no me esperaba menos—rió él.

El señor Kim apuntó la silla y Taehyung entendió, se acercó a ella y


finalmente se sentó. Su corazón latió fuerte cuando el hombre ató sus
muñecas y tobillos a la fría madera, aunque él le aclaró enseguida que no
haría el nudo tan duro para no hacerle daño. El pequeño se sintió más
seguro.

—¿Qué veré?—preguntó una vez su padre terminó.

—Nada importante. Ya lo he visto un par de veces y no es la gran cosa, solo


que tú eres mucho más inteligente para comprender y quizás ayudarme en
el trabajo.

—¿Es un proyecto científico?

—No por el momento.

El hombre se alejó de él, asegurándose desde atrás que su hijo estaba en


buenas condiciones, sonrió de lado y apretó el botón rojo del control para
encender el televisor.

Taehyung tragó y esperó las imágenes ansioso, decepcionándose al cabo de


unos minutos en cierta manera porque solo se transmitía un fondo negro sin
sonido.

—¿Qué sucede?
Su voz resonó en el cuarto como un eco y se estremeció, trató de voltearse
aún con el cuerpo atado y se percató de la ausencia de su padre. Taehyung
frunció el ceño y miró al frente, controlando su respiración chocante y fría.
Inhaló profundo y continuó la espera.

Calculó alrededor de cinco minutos en los cuales no se vio ni se escucho


algo. Cuando el tiempo terminó, la pantalla dejó ver un brillo peculiar que
le ardió los ojos, soltó un quejido agudo y cerró estos mismos como instinto
hasta que el resplandor se apagó lentamente sobre sus párpados. Volvió a
mirar al frente y agradeció para sus adentros que ahora se viera con más
claridad lo que sea que estuviera transmitiendo el televisor.

Distinguió a una mujer de espaldas, donde lo único que cubría su cuerpo


era su extenso cabello negro como la noche que caía por sus hombros. Sus
hebras oscuras eran un lío y Taehyung suponía que ella misma lo había
hecho, su piel blanca se mezcló con un tono rojizo y bastante manchas
adornaban su tez pálida.

El pequeño de seis años arrugó el entrecejo y siguió descifrando lo que él


creía que era una película.

La grabación avanzó, lentamente. La mujer se mostró al cabo de unos


minutos y el castaño apreció su rostro, tragando duro. El maquillaje en sus
ojos hizo dúo con la bella sonrisa que esbozó y Taehyung entendió que la
mujer no estaba sola, sino que alguien la grababa y reía junto a ella en un
idioma que no conocía.

La segunda voz le ofreció una bebida extraña, que muchas veces había visto
cuando sus padres cenaban y se reían por la noche, y ella aceptó,
ingiriéndola de un sorbo para después abalanzarse sobre el hombre y
plantarle un beso. La cámara cayó y todo se volvió negro.

Taehyung contó.

—Uno, dos, tres...—comenzó a decir.


Llegó la cuarta sucesión y la grabación volvió, esta vez desde un nuevo
ángulo donde se podía apreciar la habitación. Había una colchón en el
centro, viejo y desgastado, Taehyung podía ver los agujeros debido al roce
y el poco cuidado, probablemente también estaba sucio. No había una
ventana y las paredes eran de la misma textura que en el lugar donde se
encontraba, tampoco habían otros objetos más que esa especie de cama
incómoda.

La puerta se azotó de un golpe y el pequeño saltó, lamentándose en cosa de


segundos porque el nudo que ejercía presión sobre sus extremidades
desgarró su piel a medida se movió. Mordió su labio e ignoró el dolor,
concentrando su atención en la pantalla y en el hombre que vestía de negro
y cargaba a la mujer dormida en su espalda hasta tenderla en la cama. Él
se alejó y cerró la puerta una vez salió.

Una nueva situación se vio frente a sus ojos, la mujer estaba atada y sobre
su boca había una cinta gris, emitía diferentes sonidos ahogados contra el
plástico y se mecía sobre el mismo colchón que Taehyung había visto hace
una escena atrás. Estaba desnuda, con algunos moretones en su pecho y
piernas, su maquillaje corría sobre sus pómulos en manchas oscuras y la
bella sonrisa ya no se encontraba adornando el rostro ahora denigrante.

Taehyung tragó duro.

El hombre entró y cerró la puerta con llave, se acercó a ella y la observó.


Se quedó frente a la mujer, viéndola por unos segundos hasta que finalmente
soltó un suspiro y su palma grande y firme impactó contra su mejilla,
provocando que el cuerpo femenino tambaleara y cayera seco contra el
colchón. Taehyung abrió los ojos como dos grandes esferas y se sacudió.

—¡Papá!—gritó.

Entonces comenzó.
Los brillosos ojos cafés se llenaron de sorpresa cuando el hombre le quitó
la cinta y dejó que los gritos se apoderan del espacio. Taehyung lo vio
sonreír mientras ella se retorcía bajo su potencia y lloraba a medida que él
se acercaba hasta su cuerpo.

—Papá..., creo que ya no quiero ser parte de esto—titubeó con


desesperación.

La cámara le dejó ver como las falanges masculinas se desviaron al cinturón


del hombre y la mujer trataba de alejarse. Taehyung negó y apretó sus
puños, temblando sobre la silla.

—¡Papá! ¡Papá, sácame de aquí!

Taehyung trató desesperadamente de escapar, las cuerdas se clavaron en


sus muñecas y provocaron heridas cada vez que se movió. El pequeño gritó
fuerte cuando en la grabación se escuchó un hosco gemido y un hilo de
lágrimas surcaba en el rostro de la mujer.

—¡Papá! ¡Papá! ¡No quiero!

Sus ojos se llenaron de las primeras gotas cayentes, su cuerpo tembló y sus
tobillos sangraron por la fricción de la soga. Taehyung jadeó sin control y
aunque intentó cerrar los ojos, no consiguió obtener la calma que él
esperaba.

El hombre pasó sus manos por la tez blanca y masajeó los pezones con una
risa que para el pequeño resultó escalofriante, la mujer gritó profundo y se
calló en cuanto el sujeto introdujo dos de sus dedos en su boca, casi
queriendo ahogarla.

Taehyung pegó un brinco cuando escuchó una estocada y cerró los ojos. Su
pecho subía y bajaba mientras los gritos perdían fuerza y los reemplazaba
uno totalmente diferente, como el que había escuchado en el armario.
—No, no, no, no escucho, no escucho... —repitió desesperado. Apretó sus
párpados de un golpe y negó incontables veces a sí mismo, alejando ese
recuerdo tan tormentoso de su memoria.

Los gemidos volvieron a sus pensamientos y Taehyung se retorció sobre la


madera. Permitió que las sogas desgarraran sus muñecas y tobillos, que la
cuerda rozara las heridas recientes y la sangre escurriera por sus ropas. Se
dignó a ver a través del miedo y cruzó miradas con la mujer llena de
lágrimas a medida que su cuerpo se sacudía. Fijó su vista en el hombre y
apretó los dientes.

El hombre golpeó su interior, seco, soltando un ruido agudo que se clavó en


Taehyung y lo hizo llorar. El pequeño dejó caer gota tras gota, soltó grito
tras grito con la intención de ser escuchado a lo lejos y se retorció una y
otra vez en la silla, dejándose más de una cortadura en el cuerpo.

—¡Papá, papá, por favor!—gritó, sacudiéndose.

El hombre se corrió en su cuerpo desnudo y ella no se esforzó en siquiera


apartarse o mostrar una expresión. Se mantuvo inmóvil en las fundas, con
la mirada vacilante y las lágrimas secas en sus mejillas.

Jin, por favor sácame de aquí.

Taehyung dejó escapar un suspiro largo y su rostro cayó, pálido. Vio a su


tía con el vestido negro hasta por sobre la rodilla, las manos grandes con el
perfecto anillo de oro en uno de sus dedos y los movimientos lentos de esa
noche.

—No...—susurró.

El pequeño continuó, sacudiendo la cabeza.


—No..., no es real...

Taehyung se removió más fuerte y apretó los puños.

—¡No es real! ¡No! ¡No!

La pantalla se apagó, captando la atención del castaño en un click, sin


embargo, se encendió al cabo de unos minutos.

La grabación continuó y Taehyung sintió sus labios temblar.

Cuchillos, armas blancas de diferentes tamaños se encontraban sobre una


mesa de metal y con ellas una mujer desnuda y atada, rubia, de al menos
treinta años, que temblaba a unos cuantos metros más adelante.

Taehyung vio la sangre saltar en la pantalla, escuchó gritos cada vez menos
audibles al llegar a su sentido y sintió un escalofrío recorrer su espina
dorsal. Se quedó sin respuesta fija en su rostro, más bien la imagen
continuaba grabándose en su memoria. Nuevamente el agua salada se
deslizó por su piel morena, pero sus ojos se mostraron en un tono cada vez
más oscuro y su rostro no representó lo que sentía por dentro, ese
sentimiento de ahogo.

El cuchillo más afilado se intersectó en su parte baja una vez la mujer sufrió
lo mismo que la anterior. Ella desgarró su garganta cuando el arma le dejó
un charco de sangre y arqueó su espalda con las cuerdas sosteniendo sus
muñecas y tobillos a cada extremo de la cama.

—Papá...—murmuró, sin apartar la vista del televisor.

Seco y firme, gritos y más gritos en una melodía potente y punzante,


alineaciones de cuerpos que Taehyung se permitió ver y lamentar a quién
sea que estuviera detrás de las murallas.
Dibujó trazos sin sentido sobre la chica, divertido al escuchar sus llantos.
Besó sus heridas y aplicó alcohol en ellas, enfocando su sufrimiento y luego
desviándose a su sonrisa lunática. Siguió de cerca las líneas rojas ardientes,
y desvelándose en una pintura abstracta sin sentido.

Fue un silencio total unos minutos más tarde, Taehyung perdió su mirada
en la pantalla color rojo, divagando en un pozo sin fondo adornado de
matices oscuros y con la sangre helada al punto de ya no sentir los cortes
profundos en sus muñecas y las náuseas. Abrió la boca y respiró
agitadamente, de sus carnosos labios pálidos se desprendió un río de saliva
que escurrió por su mentón hasta tocar fondo mientras su corazón
bombeaba cada vez más rápido.

Volvió a curiosear el tercer acto y esta vez reaccionó con anticipación,


imaginando la próxima entretención al ver una niña de tan solo diez años
frente a él con sus luceros borrosos.

—¡Papá!—gritó. Dejó que la correa despedazara el pellejo lleno de heridas


por completo en ambas muñecas con tal de agitarse en la silla hasta
liberarse de los lazos impuestos. —¡Ahg!

El rostro de Taehyung se desencajó cuando sumó dos presencias puestas en


escena. Los dos hombres desnudaron a la niña como animales hambrientos,
presionándola contra el muro y rasguñando la piel pura. Masajearon las
curvas infantiles entretanto la niña lloraba desconsoladamente y lamieron
ambos pezones pubertos, haciéndola estremecer.

—¡No! ¡No quiero!—Taehyung se agitó con más prisa y el cordel se encargó


de rasgar parte del tobillo—¡Ahg! ¡Mierda!

En los rostros masculinos se formó una sonrisa involuntaria cuando un


líquido amarillento chorreó por las piernas débiles de la niña. Se
escucharon risas de acompañamiento y Taehyung se halló con ese rostro
tímido y asustado. Delineó el sollozo femenino a medida que él intentaba
escapar y ella lloró aún más fuerte cuando los dígitos varoniles se
intersectaron en su vagina.

Taehyung vomitó.

La niña sucumbió y ellos tomaron el camino con gusto. Penetraron su zona


íntima una y otra vez, aumentando el ritmo a medida que ella dejaba ver sus
lágrimas más seguido. Moldearon su entrada con fuerza, desgarrando el
paso y dejando ver el chorro de sangre que provenía de su interior. El
segundo hombre se concentró en su cuerpo, esparciéndole besos húmedos
por la tez tersa en cuanto el siguiente sujeto se metía sin descaro alguno
dentro.

La tendieron en el frío suelo y continuaron. Tomaron ambas muñecas sobre


su cabeza y la longitud del primer hombre entró seco, acoplando las paredes
internas en todo su largo. La niña gritó y rápidamente fue callada por un
mano ejerciendo empuje sobre su boca. El sujeto la penetró sin suavidad,
presionando su cadera contra la más pequeña y gimiendo a medida que la
estrechez bombeaba su miembro erecto.

Luego de una serie de embestidas el hombre número uno terminó por


correrse, obligándola a abrir su pequeña cavidad bucal para tragar la
esencia blancuzca.

Y así continuaron hasta que la niña perdió el color rosa de sus pómulos,
hasta que su cuerpo tembló bajo los más grandes, hasta que su entrada se
destrozó ante las potentes estocadas y hasta que su voz dejó de escucharse
y se ahogó en su propia garganta.

Taehyung también lo sintió así.

Las grabaciones se repitieron como un ciclo interminable y Taehyung ya


había perdido la cuenta de cuántas veces se mostraron una tras otra. Sus
párpados caían agotados, su boca estaba seca, tenía hambre y le dolían las
muñecas. Balbuceó cosas sin sentido y se preguntó si moriría ahí dentro,
solo y con una ola de frío cubriéndole la espalda.

«...Tuve la visión de la rabia creciendo en mí como un tumor maligno,


ensuciando las mejores horas de mi existencia, incapacitándome para la
ternura o la clemencia...»

El señor Kim tendió el cuerpo del castaño sobre su cama al cabo de dos días,
buscó entre sus bolsillos el frasco de cristal e hizo una pequeña abertura
para extraerlo hacia la aguja y presionó la punta en las venas del pequeño
que yacía desmayado. El color se extendió rápidamente en las mejillas de
Taehyung, devolviéndolo prácticamente a la vida después de tantas horas
sin comida o agua.

—Supongo que con eso será suficiente—murmuró, acariciando su cabello


después de haber apartado la aguja—. Lo hiciste muy bien, Tae. Muy bien.

Apretó los dientes mientras un peso desconocido se deslizaba por su espalda,


las manos recorrieron su calor y le devolvieron tacto frío aún teniendo la
visión de la noche frente al cristal. Taehyung trató de seguir la sensación
desagrable e invisible con sus ojos y finalmente se detuvo cuando cruzó
miradas con un rostro familiar, observándolo desde la cama entre ceja y ceja.

—Me asustaste—susurró el rubio—. No creí que estuvieras despierto.

Jungkook se levantó lentamente y caminó hacia él, sobándose los ojos por el
sueño. Una vez cerca se sentó a horcajadas sobre el rubio, aprisionando su
torso con ambas piernas a un lado para luego buscar los carnosos labios con
desesperación. Taehyung se sorprendió, pero de igual forma devolvió el beso
y acarició la piel blanquecina por debajo de su polera blanca mientras el
azabache hundía sus dedos en los cabellos sueltos de su hermano.
Taehyung se separó al escuchar quejidos del más pequeño, con preocupación
tomó su rostro y limpió las lágrimas que caían por los pómulos del azabache.
Lo abrazó rápidamente al mismo tiempo que trataba de calmarlo.

—¿Bebé, qué ocurre?—Taehyung esparció besos en su frente y tomó su


mentón con la intención de verlo a los ojos, pero el azabache evadió la
mirada—. Conejito, mírame. ¿Qué pasa?

—T-tuve una pesadilla...—sollozó.

—Bebé, no es real, no tienes nada de qué preocuparte.

—Pero...

—No pasa nada, estoy aquí contigo.

Jungkook se aferró a su cuerpo, las lágrimas disminuyeron poco a poco y el


calor de Taehyung lo abrazó en su desesperación, haciéndolo sentir
protegido y cómodo.

—¿Estás bien?—preguntó el rubio.

—Sí..., ya estoy mejor, solo...fue un mal sueño.

—¿Qué soñaste?

—Cosas sin sentido—respondió sinceramente.

—Eres un mal mentiroso, ya cuéntame.

—Lo digo en serio...—susurró—. Ya no tiene sentido...


—Puedes decirme lo que sea, bebé—Jungkook sonrió débilmente al
escuchar ese apodo, de alguna forma le gustaba cuando él lo llamaba así.

—Ta pareces a mamá—Taehyung permaneció inmóvil, aturdido por la


repentina confesión—. Ella solía decir eso, cada vez que tenía una pesadilla
ella dormía conmigo. Me hacía sentir seguro.

—No soy mamá—comenzó a decir—, pero estaré aquí contigo, para


siempre.

—Tú eres mucho mejor—le sonrió con brillos en los ojos.

—¿Intentas enamorarme aún más?

—¿Más?—alzó ambas cejas.

—Sí, ¿no sabías? Me traes loco—devolvió la sonrisa. Taehyung rodeó su


cintura con fuerza y se acercó a su boca lentamente hasta rozarla, Jungkook
bajó la vista a los labios del rubio y se mordió su cerezo inferior en
respuesta—. Me encanta cuando haces eso.

—¿El qué?

—Responder a mí—confesó—. Me encanta cuando me provocas.

—Y a mí me encanta provocarte—murmuró. Taehyung formó una media


sonrisa y dejó una serie de besos en el cuello del azabache, escuchándolo
jadear contra su oído. Jungkook cerró los ojos, dejándose llevar por la
sensación, pero la imagen de su pesadilla todavía seguía rondándole en la
cabeza, eso y sus incontables preguntas.
—Tae...—lo detuvo, tomando su rostro en ambas manos mientras lo miraba
a los ojos—, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Claro, bebé—dijo—. Dime.

—Es solo...algo de lo que me tiene preocupado hace ya un tiempo. Aunque


Yoongi dijo que no era importante, quiero confirmarlo.

—Supongo que está bien. Ataca.

—¿Asesinaste a alguien?

La verdad cayó de golpe, en un balde de agua fría que congeló su cuerpo un


largo tiempo. Taehyung no se inmutó por más calor latente en sus arterias,
por más duro que tragó y por más que sus dedos temblaron cuando Jungkook
lo analizó a los ojos, casi adivinando la respuesta en sus orbes azabaches que
le hacían recordar a alguien. Sí, el rubio se reflejó a sí mismo en ese
manantial oscuro, y que curioso que el dueño de algo tan hermoso y peligroso
fuera justo el amor de su vida.

—No—dijo—. Nunca sería capaz de hacer algo así.

—¿Entonces por qué llegabas a casa con tantos moretones?

Otro balde de agua fría.

—Te estás confundiendo—gruñó rápidamente. Taehyung intentó apartarse


de su mirada—. Nunca llegué a casa con algún daño, y si así fuera, ¿por qué
tanto interés en algo que ya pasó?

—Porque recién lo estoy recordando.


Otro balde.

—Es solo tu imaginación—se apresuró.

—Desde tu pelea con Jin lo hago—comenzó a decir—. Desde que ya tengo


claros mis sentimientos lo hago, desde que casi mueres lo hago y desde que
dejaste de verme como un niño lo hago. ¿Cómo quieres que no tenga interés
sintiendo todo eso?

—Es pasado, Jungkook. Olvídalo.

—No. Merezco saberlo, merezco saber porqué no estabas con nosotros en


navidad, porqué tu cumpleaños no te gusta, porqué mierda te fuiste de casa
cuando más te necesité.

—Basta, Kook, no sigas...

—Respóndeme—interrumpió de golpe—. ¿Tiene que ver conmigo? Porque


comienzo a creer que el extraño odio de Jin hacia mí no es coincidencia,
comienzo a creer que todos en esta maldita casa saben que pasa y yo no.

—Jungkook, no, esto no se trata sobre ti.

—¿Entonces por qué no quieres decirme?

—¡Porque no es cierto, Jungkook!—gritó. El azabache se congeló al oír la


potente voz grave soltarse sin un freno, Taehyung estaba expulsando llamas
de ira, su paciencia a punto de estallar si es que ya no lo había hecho mientras
un pequeño de cabello negro lo miraba petrificado—. Nada de eso es cierto,
¿entiendes? Guárdalo en tus recuerdos porque será la única vez que lo diga,
nada de lo que creas saber es cierto, ¿te quedó claro?
Jungkook mantenía la boca entre abierta al mismo tiempo que trataba de
asimilar lo que su hermano le había dicho estando enojado. Mordió su lengua
y dejó caer sus manos lentamente del rostro moreno, bajando la mirada
porque no tenía el valor de verlo a los ojos después de su curiosidad.

—S-sí, entiendo—murmuró.

El rubio soltó un suspiro y apretó los dientes, furioso consigo mismo al ver
la reacción del azabache, tan sumisa y delicada como en la infancia cuando
lograba sacarlo de quicio. Se maldijo una y otra vez, porque él debió
responderle con la verdad y se sentía como un cobarde al no hacerlo.

—Jungkook, yo...

—¡Tae!

La aguda voz de Jin irrumpió en la habitación, junto con su rostro hecho


piedra y la luz a sus espaldas al abrir la puerta del dormitorio. Ambos
hermanos se voltearon hacia el castaño, preguntándose qué podría traer al
mayor a estas horas de la noche y en una pinta tan frenética.

—¿Qué sucede? ¿Estás bien?—se adelantó el rubio.

—La policía llamó—habló agitadamente—. Alguien entró en la casa.

Un cuarto click.

Taehyung sonrió y soltó una risa.

—Bien, despierta a Yoongi, es hora de volver a casa.


Curiosamente, todo estaba en orden, pero los archivos en aquella caja de
cartón que Taehyung recogió en su antigua casa ya no estaban. Y eso volvía
el crímen, muy, muy curioso.

Cuando Taehyung se incorporó y fue donde Jin, Jungkook se quedó


observándolo desde atrás. La imagen seguía rondando en su cabeza todavía
y sin alguna aclaración por parte del rubio sería muy difícil que aquella
pequeña representación imaginaria se fuera. Una maldita pesadilla.

Taehyung siendo golpeado por su padre.

Taehyung siendo golpeado por su culpa.


Twenty seven

Caminó alrededor del cuarto y forzó la mandíbula en una línea recta en sus
labios. Pateó sus pertenencias esparcidas por el suelo, molesto, mientras
recorría el gran desorden. Resopló algo agotado; no estaba listo para esta
sorpresa, aunque sí lo hacía, solo que la pequeña charla con Jungkook lo
estresó un poco y eso justificaba su dolor de cabeza o su estrés. Pensó en la
empresa y que debía volver, pero también recordó que tenía que aclarar todo
este asunto con su mente e ideas.

Una de las tantas cosas que debíamos saber es que nada sucedía porqué sí y
es por eso que la vida era tan divertida, porque cuando algo importante
llegaba a nuestras manos teníamos dos opciones, perderla o guardarla. Y
curiosamente, la mayoría de las personas hacían la primera opción.

La gente cree que caer se vuelve costumbre, que uno mentaliza la derrota
mucho antes de intentarlo, pero Taehyung creía en la rotunda idea de
estrategia, porque a veces uno no caía porque el suelo era cómodo, sino para
encontrar otra forma de levantarse.

El rubio estaba tan preparado para esta nueva función en el circo que no se
molestó siquiera en esconder objetos de valor, sino que su mayor centro de
atención se fijó en la carpeta de archivos que creyó importante y ocultó
dentro del colchón, cabe decir que también los reemplazó por otros
totalmente falsos, suponiendo que ese era el verdadero objetivo en una
corazonada y acertó.

Sí, faltaban mil años para que el destino pudiera burlar a alguien como
Taehyung.

—En las habitaciones no falta nada, ya revisé—informó Jin mientras


terminaba de bajar las escaleras y se acercaba a ellos en el salón, sentándose
a un lado de Yoongi una vez se encontró cerca.
—El resto de la casa también está completa—El teñido se inclinó hacia el
círculo aún sentado en el sofá y continuó—. Todos los objetos de valor están
en su maldita posición.

—¿Qué hay de ti?—Taehyung se dirigió a Jungkook—¿Revisaste tu


habitación?

—¿Crees que alguien robaría una figura de anime?—se burló Yoongi.

—Cállate—fulminó el azabache, dirigiéndose ahora a su hermano—. Y sí,


está todo bien.

Taehyung resopló.

—Bien. Jungkook, sube a tu habitación. Tengo que hablar de algo con


Yoongi y Jin—bramó.

—¿Qué?—alzó ambas cejas—¿Por qué no puedes hablarlo conmigo aquí?

—Es complicado...—buscó las palabras adecuadas—, es un tema de adultos.

—¿Adultos?—se rió—¿Es por eso que no puedes decirme? ¿Acaso sigo


siendo un niño para ti?

—Jungkook, ya hablamos de esto. Sube a tu habitación—ordenó más firme.


Jin y Yoongi se removieron incómodos mientras Jungkook hacía caso omiso
a sus palabras y desafiaba a Taehyung con la mirada—. Hablo en serio,
Jungkook. Sube a tu maldita habitación.

—¿Por qué? ¿Por qué nunca quieres hablar conmigo?—sonó dolido—


Siempre es así, siempre.
—Jungkook después hablaremos de esto si quieres, pero ahora sube a tu
maldita habitación.

—¿Y si no lo hago, qué?—continuó—Soy parte de esta familia así que tengo


derecho a escuchar lo que seas que dirás—Jungkook tomó aire y lo miró a
los ojos—. Ya no soy un jodido niño, Tae...

—Y tampoco eres un adulto—le recordó. Jin vio un brillo en los ojos del
azabache y supuso que lloraría porque su cuerpo también tembló y la mirada
de Taehyung no era precisamente amable—. No te estoy preguntando, es una
orden. Subirás a tu habitación te guste o no y te quedarás ahí hasta que yo
diga que debes hacerlo. ¿Y sabes porqué debes obedecer? Porque esta es mi
jodida casa y vives bajo mi techo.

—Bien—siseó. El azabache se incorporó con impotencia sin apartar su vista


de la del rubio y reprimió los enormes deseos de llorar, tomó una boconada
de aire y soltó unas últimas palabras antes de irse:—. A veces eres idéntico
a papá.

A los segundos después se escuchó el portazo proveniente del segundo piso


y Taehyung dejó caer su rostro en ambas manos, controlando sus emociones
porque estaba seguro que explotaría y ese niño terminaría matándolo.
Yoongi, quien permaneció atento a toda la conversación, fue el primero en
romper el silencio.

—Debiste decirle—se cruzó de brazos—. Jungkook no es idiota, tarde o


temprano se dará cuenta de lo que seas que escondes esta vez.

—¿También tú?—inquirió el rubio con el rostro en alto.

—Pienso igual—habló ahora Jin—. Lo vi.

—¿El qué?—preguntó Taehyung.


—Su curiosidad—terminó por decir—. Jungkook es tan fácil de leer que no
me tomó ni dos minutos en adivinar lo que esa mirada significaba. Dime,
¿cuántas veces se ha revelado en este tiempo?

Taehyung no respondió porque su primo tenía razón. El número era mucho


más de lo que creía.

—Como pensé—resopló—. Ese idiota está tragándote poco a poco.

—No podemos culparlo—agregó Yoongi—. Tú más que nadie lo sabe, Tae.

—¿A qué te refieres?—preguntó Jin. El teñido miró a Taehyung en un gesto


y el castaño entendió que la respuesta debía darla su primo—¿A qué se
refiere Yoongi?

Taehyung dudó en responder.

—Responde—insistió el mayor.

—Le dices tú o le digo yo—se adelantó Yoongi, llamando la atención de su


mejor amigo.

—Yo le diré...—murmuró. El rubio inhaló profundo y miró al castaño, fijo—


. Jungkook está recordando, a eso se refiere.

—¿Recordando qué? ¿De qué hablan?

—Jungkook no tiene memorias de su infancia—le explicó. Jin asintió—, es


porque yo sellé los recuerdos de Jungkook.
Jin se sorprendió mucho más que cualquier otra noticia que le dieron en su
vida y solo pensó en más preguntas de las que ya tenía. El maldito puzzle
seguía cada vez más incompleto.

—¿C-cómo que sellaste? ¿Qué cosa? ¿Por qué?

—No te dirá—aseguró Yoongi, firme—, yo pregunté lo mismo.

Taehyung los miró a ambos.

—No tenía opción, fue una medida desesperada—Taehyung suspiró y ante


el silencio de ambos continuó:—. Era mi única forma de mantenerlo a salvo,
aún si se los explico no lo entenderían, solo les daría más y más preguntas
porque la verdad nunca termina. Se los diré más adelante, pero primero
también tengo que ordenar todos mis recuerdos.

—Es por eso que...—Jin recordó la ignorancia de Jungkook, porqué muchas


veces lo culpo por no entender la realidad y la razón por la cual Jungkook no
tenía mayormente a Taehyung en sus recuerdos.

—Sí, yo me encargué de eso. Es por eso que le hice creer el cuento de hadas,
es por eso que le hice vivir una vida normal, sin mí—volvió a confesar—.
Cuando mi padre se enteró, aplicó medidas legales para alejarme de la casa
y no me quedó otra opción más que irme donde Yoongi y salir de Corea. Sin
embargo, no fallé. Jungkook no recordaba nuestra infancia para cuando yo
volví.

—¿Hiciste todo eso para protegerlo?—Taehyung asintió y Jin se dejó caer


en el respaldo del sillón, totalmente derrotado—¿Por qué...? ¿Por qué?

—Solo debía hacerlo.

—Mierda...¿y ahora qué?


—Nos tiene qué explicar quién entró—dijo Yoongi, retándolo con la mirada.
Jin alzó una ceja.

—¿Cómo?—El castaño se dirigió a su primo—¿Tú lo sabes?

—Me hago una idea—respondió, restándole importancia—. No estoy


seguro, pero sé lo que vino a buscar.

—Bien. Habla—dijo el teñido.

—El caso de la criada, ¿lo recuerdan?—Jin asintió, pero el teñido frunció el


ceño—. Fue una empleada de mi familia durante un tiempo, mi primera
víctima. Cuando mis padres viajaron a Estados Unidos por sus estudios la
conocieron, su nombre coreano es Gyung Bora y americano Rose Broussart.
Su caso se cerró muy rápido, fui muy precavido y no encontraron un
culpable, pero se volvió abrir hace un tiempo por una denuncia anónima.

—¿La familia, tal vez?—preguntó Yoongi.

—No lo creo, cuando el caso es muy insistente por la familia, lo cierran.


Debió ser alguien más—negó Jin.

—Exacto—sonrió—. Antes de navidad, me llegó una carta que contenía


múltiples denuncias de los vecinos por el abandono de la casa de mis padres
y la municipalidad estaba dispuesta a comprar el terreno. Me pareció extraño
porque la casa se mantenía en buen estado a pesar de su desalojo, y más
extraño cuando no vi a ningún vecino molesto alrededor.

—¿Entonces?—dijo Jin.

—Encontraron una caja en la oficina de mi padre, una que no había visto


nunca—Taehyung tragó duro y continuó ante el silencio de los dos—. Esa
caja tenía escritos sobre mí, sobre mi pasado. Eran archivos médicos de mi
salud, fotografías, películas, etcétera, todo era sobre mí. Ese maldito bastardo
me estudiaba y alguien quería que yo encontrara esa caja por él.

—Por eso entraron a la casa—finalizó Yoongi, sobándose la nuca—.


Mierda...todo esto me hará enloquecer.

—Y también a mi oficina, el tipo me estuvo vigilando todo este tiempo.


Cuando abandoné el edificio, él entró por la caja, y al no encontrarla, vino
aquí.

—¿Siguen aquí? Los archivos—murmuró Jin. Taehyung asintió—.


¿Entonces no lo logró?

—Los reemplacé por otros falsos. Supuse que él venía por esa caja.

—¿Cómo es que consiguió entrar? Tu trabajo tiene un sistema de seguridad


y la casa está muy protegida como para solo introducir una llave—preguntó
Yoongi.

—No lo sé, pero es inteligente. Burló la seguridad con un movimiento de


dedos por solo una caja, no me imagino lo que haría por algo de más valor.

—Probablemente se dará cuenta de los archivos falsos y volverá, o


quizás...—Jin se detuvo.

—¿Qué crees?—le hizo continuar el rubio.

—Es solo que...todo está conectado entre sí. Ese tipo formó hilos con la
intención de lograrlo una primera vez, ¿y si no funcionó la primera vez y los
hilos se terminaron?
—Tiene que crear unos nuevos—completó el teñido—. Tiene lógica,
viéndolo de esa forma.

—Es por eso que lo voy a esperar—Los dos restantes se giraron hacia
Taehyung con un rostro lleno de asombro. El rubio formó una mirada
absorvente y llena de odio—. Este es mi maldito tablero y ya no hay ataques
sorpresas, solo golpes directos. Si quiere los archivos, tendrá que presentarse
frente a mí, donde pueda matarlo.

Por alguna razón, Yoongi y Jin formaron una sonrisa.

Dos días después, Jimin y Namjoon se presentaron en la casa para animar al


azabache que se negó a salir de su habitación el resto de los días anteriores.
Taehyung no resistió ante la idea y solo le deseó suerte a los dos infantes
porque por más que él intentó hablar con su bebé, no lo logró.

Una bola de tristeza era suficiente para describirlo, aún si estaba leyendo los
archivos en la oficina y luchando contra ese pensamiento pesimista donde el
principal personaje era su hermano, no funcionaba. Taehyung necesitaba
hablar con él, sentirlo cerca y si no lo hacía pronto, probablemente explotaría
y quién sabe qué sucedería. La única solución ahora son esos dos niños,
aunque el rubio ya se preparaba mentalmente para una derrota.

Jimin golpeó la cabeza del azabache una vez estuvo frente a él.

—Eres un idiota—respondió a la mirada furiosa de Jungkook—. Taehyung


nos contó, y hombre, ¿te niegas a comer? ¿Quieres morir de hambre?

—¿Quién los dejó entrar? Estaba cerrado—dijo serio. El azabache llevó su


diestra a su cabeza y se acarició la zona donde Jimin le golpeó—. Tienes una
mano dura, idiota.

—No tenía opción. Estás formando un espectáculo.


—¿Estás de su lado? ¡Traidor!

—Jimin tiene razón, Kook—agregó Namjoon, sentándose a un lado de él—


. Tu hermano está preocupado.

—No pienso verlo—se quejó—. No pienso hablar con él, me niego.

—¿Siempre eres así de terco?—suspiró Jimin—. Escucha, Taehyung nos


llamó para animarte y hacerte entrar en razón, a este paso morirás de hambre,
grandísimo idiota.

—No harás que cambie de parecer. Si Taehyung no confía en mí, entonces


yo tampoco confiaré en él—se cruzó de brazos y frunció el ceño.

Jimin buscó la mirada de Namjoon en señal del plan b.

—Lo lamentamos, Kook—dijeron al unísono.

Namjoon tomó al azabache de los tobillos mientras que Jimin agarró como
pudo sus muñecas ante la resistencia y llevaron el cuerpo de su amigo fuera
de su habitación a pesar de todo el movimiento que aplicaba el azabache.

—¡Bájenme, par de traidores!—exclamó mientras ambos lo cargaban por las


escaleras. Jungkook forcejeó más fuerte—¡Los odio! ¡Bájenme, idiotas!

—Es pesado...—dijo Namjoon con dificultad.

—Cállate y sigue...—respondió Jimin.

—¡Bájenme! ¡Hablo en serio! ¡Traidores!


Lo trasladaron hasta el cuarto de Taehyung donde prácticamente lo dejaron
caer en el suelo y cerraron la habitación con llave hasta que el rubio
ingresara. Jimin soltó una risa y retomó todo el aire gastado en un minuto,
porque escuchar a su amigo pelinegro del otro lado de la pared era muy
divertido y probablemente el mejor plan que alguna vez se le pudo ocurrir.
Namjoon por su parte, se sintió algo culpable.

—Tú no tienes consciencia—afirmó el mayor, mirando a su amigo por


debajo del flequillo desordenado.

—Y tú eres un aburrido. Asume que es gracioso.

Taehyung caminó hasta ellos a la misma hora que prometió estar después del
trabajo y les sonrió en forma de agradecimiento en cuanto estuvo a punto de
ingresar a su habitación, pero la mirada fija del pequeño de cabellos
anaranjados en él le hizo saber que había otra forma de agradecer su
ingenioso plan. El rubio exhaló y sacó su billetera.

—Eres un maldito ladrón, te recuerdo que esto no es un secuestro como para


pagarte—le dijo. El rubio entregó un billete a Jimin y luego a Namjoon—.
Ahora fuera de mi vista.

—¿Hey, tu billetera es gruesa y solo nos das un billete?—Taehyung hizo una


mueca de disgusto ante el comentario del más pequeño—. Eres un tacaño.

—Callaté Jimin—intervino Namjoon, tomándolo desde el brazo para salir de


ahí—, mejor vámonos.

—Hazle caso a tu amigo—desafió el rubio con la mirada—, y tienes suerte,


hoy estoy de buen humor, de lo contrario no llevarías nada como
recompensa.

Jimin frunció el ceño y terminó por alejarse junto a Namjoon por el final del
pasillo, maldiciendo hasta que llegó al salón principal y Taehyung los perdió
de vista. El rubio dejó escapar una risa y abrió la puerta de su habitación. Su
cuerpo dio un brinco por el susto; no estaba preparado para encontrarse con
el rostro de su hermano tan de cerca y así de enojado.

—¿¡Les pagaste?!—enfrentó. Taehyung tragó duro y se sintió nervioso al


verlo con ambos brazos cruzados y una expresión seria. Jungkook habló al
no obtener respuesta—¿Y bien? ¿Les pagaste por esto?

—¿Escuchaste?—fue lo único que logró decir. Taehyung se golpeó


mentalmente porque su bebé ahora lucía más enojado—Bueno...—respondió
después de un tiempo—, no diría que pagarles...

—Oh, claro, porque darle dinero a mis amigos por traerme aquí contra mi
voluntad no se considera “pagarles”—dijo, sarcástico—. ¿En qué pensabas?
¿No puedes ser normal y simplemente hablarme como cualquier persona?

—¿Yo? ¿Ahora la culpa es mía? Yo intenté arreglar esto y tú me negaste la


entrada a tu cuarto una y otra vez—le recordó, provocando que el azabache
se mordiera el labio, dándole la razón—. ¿Qué otra opción tenía? No ibas a
escucharme de otra forma.

—E-ese no es el tema...

—Lo es, porque quieras saberlo o no todo esto inició porque se te ocurrió la
loca de idea de crecer y hacer preguntas extrañas—Jungkook sintió un golpe
en su pecho al escucharlo. El rubio tomó aire y volvió a hablar:—Mierda, no
sabía qué hacer ¿sí? No querías verme y te negabas a comer, estaba
preocupado. No pensé que te enojarías por llamar a tus amigos y ofrecerle
una paga.

—No estoy tan enojado...—murmuró el azabache y fue suficiente para


calmar a Taehyung de golpe—. Dios...no lo estoy, solo...estaba triste. Estoy
enojado conmigo porque mientras más curiosidad tengo sobre ti más lo
arruino, y no, no quiero eso. No quiero estar alejado de ti por mis emociones.
Taehyung no sabía qué decir exactamente, sin embargo Jungkook se le
adelantó.

—Estoy asustado, no quiero perderte. Y no lo sé, tengo miedo. Primero lo


de Jin, después alguien entra en la casa y mis pesadillas no ayudan mucho
que digamos.

—Bebé—llamó. Taehyung se acercó a su rostro y acarició su mejilla


lentamente mientras el azabache lo miraba con tristeza—, lamento por
preocuparte. Tienes razón, debería confiar más en ti.

—¿Puedo pedirte algo?

—¿Qué cosa?—se sorprendió.

—¿Podrías darme un beso?

Taehyung no tardó en tomar su cintura en un movimiento rápido y unir sus


labios contra los suyos, llenándose del sabor dulce de Jungkook. El azabache
enredó sus brazos alrededor de su cuello y buscó su cabello con furia a
medida el beso aumentaba en intensidad para enredar sus falanges en los
mechones rubios.

Taehyung bajó sus palmas al trasero del azabache y alzó su cuerpo, Jungkook
cruzó sus piernas en torno a su cintura y entre sus dientes tomó el labio
inferior del rubio como respuesta mientras Taehyung lo llevaba hasta la
cama, donde finalmente lo tumbó sobre las fundas y posicionó en medio de
ambas piernas.

—¿Recuerdas que te tenía un regalo?—dijo Taehyung de repente. Jungkook


asintió, no sabiendo por dónde iba el rumbo de la conversación—Pues, lo
tengo aquí, conmigo. ¿Lo quieres?

—Sí—soltó rápidamente.
—Entonces tendrás que ser silencioso, conejito. No queremos que tus amigos
sospechen, ¿o sí?

Jungkook sonrió.

—¿Es un secreto, TaeTae?—dijo como aquella vez.

—Sí, es un secreto.
Twenty eight
Día (sin especificar)

Papá, está muy cansado.


Todas las noches suspira y parece preocupado. Ya no toca a la tía como
antes; está asustado. Le tiembla la voz cada vez que le hablo; qué ridículo.
Mamá, yo haré feliz a papá.
Papá va a descansar, mamá.
Sí, papá va a conocer la tranquilidad.
Para siempre.

Taehyung soltó un bostezo una vez que la grabación terminó, tomó un sorbo
de su refresco y mordió su sándwich. Mostró su típica sonrisa rectangular y
volvió a darle play, esta vez con la intención de apreciar los más mínimos
detalles.

El señor Kim llegó del trabajo con una sonrisa en su rostro junto a su esposa
y un humor mejor que el del día anterior por tener tanto trabajo acumulado.
Ambos padres llamaron al único hijo para que viniera a recibirlos, pero no
se encontró una respuesta por varios minutos. La señora Kim se espantó y
corrió hasta la segunda planta por su hijo, con el miedo constante de no
encontrarlo por ningún lado. Por otro lado, el señor Kim se sintió algo
incómodo y comenzó su busqueda.

Sin embargo, su sorpresa fue tan grande al verlo en el lugar menos esperado
que le causó escalofríos. El sótano estaba con llave, la cual estaba
perfectamente escondida en su oficina y seguía ahí cuando revisó por última
vez, entonces se preguntó cómo es que su hijo había entrado y reproducido
las grabaciones que enterró lejos de casa.

—¿Qué haces, Tae?—su voz tembló al igual que sus pasos mientras se
acercaba a la silla donde se encontraba el castaño.
—Estoy mirando la televisión, papá. ¿Por qué? ¿Quieres ver conmigo?

—No, hijo, está bien—trató de sonar despreocupado—. ¿Cómo encontraste


esas películas, hijo?

Taehyung solo le entregó una sonrisa que a él le pareció lunática. El señor


Kim tragó duro y trató de formar una sonrisa aún si el miedo le causaba un
hormigueo.

—Tae, ¿cómo las encontraste? ¿Podrías decirle a papá? —insistió,


débilmente.

Taehyung siguió sonriéndole, provocando que se sintiera cada vez más


inquieto.

—Papá quiere saber...—continuó.

—Papá no debe saber. Papá no debe preocuparse—le dijo en una sonrisa.

—Pero tengo curiosidad.

El castaño sonrió más grande.

—Papá no debe preocuparse—repitió.

—Pero, papá...

—Papá no debe preocuparse—lo cortó.

Sus palabras retumbaron dentro de su cabeza y cuando lo miró fijamente,


sintió un cosquilleo por todo su cuerpo. Taehyung estaba serio, con un rostro
indescriptible y casi aterrador, sus ojos penetraban a fondo, causándole
golpes al estómago y bombeos agitados.

—Papá no debe preocuparse—delineó cada palabra, marcándola con voz


firme y grave.

Y eso bastó para que el señor Kim fingiera una sonrisa y ascendiera al primer
peso, con la incómoda sensación de un Taehyung sosteniendo la mirada a
sus espaldas.

Jungkook succionó y ahuecó sus mejillas a la extensión morena en su boca,


alzó la vista y se sonrojó cuando se cruzó con la sonrisa rubia. Taehyung
llevó su diestra a la cabeza pelinegra y empujó hacia dentro, provocando que
el más pequeño se atragantara y lagrimeara una vez el pene tocó el fondo de
su garganta. De igual forma, continuó, alejándose de este mismo para llegar
a la cúspide de la pirámide y recorrer la cabeza con su lengua, dejando un
camino de saliva cada vez que volvía a chuparlo.

—Lo haces mejor que la última vez, bebé—jadeó.

La voz grave del rubio se escuchó solamente para él y Jungkook creyó que
era la melodía más excitante que podría escuchar. Por esa misma razón, guió
ambas manos a la longitud de su hermano y se unió en conjunto con su boca
entre medio de los gemidos bajos de Taehyung. Cerró los ojos y fue más
rápido. Chupó hasta el fondo, incluso si se ahogaba y quisiera llorar, delineó
el glande y deslizó su lengua por el prepucio hasta el cuerpo de la polla del
moreno.

—Mierda...—El rubio echó su cabeza hacia atrás con la respiración


completamente agitada y escurrió sus largos dedos por los cabellos oscuros
del pequeño. Se formó una sonrisa en su rostro al comprobar que el azabache
se había vuelto tan bueno en esto y fue inevitable no enseñársela cuando
estaba chupándosela—. Ah...Jungkook...
Jungkook sintió sus mejillas arder al escuchar su nombre, su cuerpo se
estremeció y su erección creció al punto de golpear su vientre y sobresalir de
sus piernas separadas contra el suelo. Taehyung llegó al orgasmo cuando el
menor fue todavía más apresurado y sus dedos se deslizaron al mismo
compás. Se separó de la boca más pequeña y soltó su esencia en el rostro
blanquecino, el semen chorreó por el semblante del azabache que mantenía
sus ojos cerrados y los labios separados para tomarlo una vez llegara cerca,
y así fue. Jungkook lo tragó y Taehyung lo besó.

—Veo que sí te mereces tu regalo, conejito—le dijo una vez se alejó.

—Sí, TaeTae.

—Bien, bebé.

Taehyung lo besó en la frente y le aseguró que no dolería, Jungkook no dudó


en aceptar y asentir. El rubio juntó sus muñecas con fuerza y las enredó en
la misma soga de años atrás con una sonrisa de oreja a oreja. La misma
cuerda se ató con otra al respaldo de la cama y en cuestión de segundos
Jungkook estaba sobre sus rodillas, con el culo alzado a la cadera morena y
palpitante.

—Tae...—llamó jadeante—. Duele, las cuerdas me duelen.

—Te prometo que después no sentirás dolor, bebé—dijo. Jungkook tragó,


asustado.

El rubio se acercó a su entrada anal, al orificio palpitante y rosado que estaba


a su vista. Sonrió de lado y sus palmas separaron ambas mejillas para acercar
su lengua, dándole una lamida rápida. Y su sonrisa fue aún mayor cuando el
azabache soltó un gemido que traspasó las paredes y su cuerpo le entregó el
primer espamo.

—Debes estar más callado, conejito—le advirtió.


—E-está bien...

Taehyung besó su espalda y continuó. Su lengua rozó la entrada llena de


pulsos y la penetró sin vergüenza.

—¡A-ah!

La voz de Jungkook llegó de tal forma a sus oídos que Taehyung acercó el
trasero azabache con fuerza hacia su boca. Fingió penetraciones profundas y
su lengua se movió dentro de él, en formas circulares que logró hacer jadear
al de piel blanquecina.

Jungkook abrió sus ojos totalmente sorprendido cuando su cuerpo sintió la


presencia de algo dentro de él. Taehyung buscó su boca y lo besó antes de
alejarse de la cama y sentarse en la misma silla que noches atrás. El azabache
frunció el ceño sin comprender y sus piernas cesaron la resistencia una vez
algo vibró en su interior.

El rubio bufó y volvió acercarse a él para tomar su cadera con firmeza hasta
que Jungkook volviera a su posición inicial.

—S-saca eso...—rogó con dificultad el azabache.

—¿No te gustó tu regalo, bebé?

—N-no es eso...es que...

Jungkook lo vio apretar un botón antes de debilitarse nuevamente. Su cuerpo


se estremeció de pies a cabeza y el tono rojizo de sus mejillas volvió a
ascender con rapidez. Su erección creció y Jungkook eyaculó sin poder
contener la sensación. El vibrador continuó y Taehyung ahora se encontraba
divertido desde aquella silla, donde podía apreciarlo mejor.
—¿Qué decías?—se burló el rubio.

Jungkook mordió su labio y apretó los puños cuando la vibración se esparció


en su interior y le fue imposible no dejarse llevar por la lujuria. El azabache
arqueó su espalda y dejó más a la exposición su trasero, la vergüenza
desapareció y sus ganas de masturbarse aumentaron al sentir las ondas
esparcirse hasta en las zonas más escondidas de su anatomía.

Taehyung relamió sus labios y aumentó la intensidad del vibrador.

—¡A-ah, Taehyung!—reaccionó rápidamente el menor.

El rubio se incorporó lentamente y abrió las piernas blanquecinas de golpe,


levantando su cuerpo tal papel hasta posicionarse bajo a él. Quitó sus
pantalones, dejándolos caer por sus rodillas y juntó ambas erecciones
mientras el vibrador estaba en el máximo.

Jungkook lo vio a través de la excitación y jadeó cuando su pene rozó el


moreno. Taehyung afirmó su caderas a ambos lados y besó su boca, el
azabache ahogó sus gemidos dentro de la cavidad rubia y se separó una vez
Taehyung masturbó ambos miembros.

—¿Te gusta, bebé? —murmuró cerca de sus labios.

—Sí...Ah...me encanta, T-Tae...

El nudo sobre las muñecas de Jungkook se hizo más duro a medida el


azabache se movía torpemente y forcejeaba contra la cuerda sin intención,
marcando su intacta piel. Jungkook ignoró el dolor porque era soportable,
además, el sufrimiento principal estaba concentrado en su parte baja, que era
muchísimo peor.
El temblor agitó sus paredes y las golpeó cual tambor, Jungkook formó una
curva inigualable en cuanto la agitación predominó más que antes y le fue
inevitable no jadear ni mecerse descaradamente en busca de placer.

Taehyung lo escuchó a centímetros y el calor que impactó contra su oído


cuando el azabache le suplicó desatarlo se esparció en corrientes eléctricas
por todo su cuerpo.

—Tae...—gimió—, no aguanto más...

La palma rubia se acopló a su longitud y entretanto Jungkook sintió las


sacudidas en su entrada anal, también experimentó la masturbación en todo
su esplendor. Taehyung envolvió su largo en un lío de falanges y lo agitó de
arriba a abajo mientras él se estremecía por las emociones borrosas frente a
él.

—Eres hermoso, Jungkook—murmuró el rubio.

El azabache gimió y jaló la cuerda más fuerte.

—Estás encerrado, bebé—Taehyung aumentó el ritmo y agitó más rápido,


desde el fondo hasta la cúspide de ambos miembros y admiró el rostro
lascivo del menor—. Tienes que perder el control, Kook.

—¡Tae!

La cama se zarandeó y Jungkook no detuvo su insistencia, tiró las sogas una


vez más sin importarle las marcas o el dolor que él no sentía, quizás no ahora.
Tiró constantes veces mientras seguía estremeciéndose ante cada roce y
Taehyung lo provocaba.

—Acéptate, bebé.
Entonces cuando Jungkook abrió sus ojos y juró ver el cielo, se corrió junto
a su hermano y el vibrador se detuvo, dándole la tranquilidad y el placer que
buscó. Sus labios formaron una sonrisa inexplicable para Taehyung que él
correspondió rápidamente. En ese momento, Jungkook observó al rubio con
esos ojos característicos de años atrás, esos luceros que Taehyung llamó
noches hermosas y peligrosas.

Sensaciones vivas de estar en lo prohibido sin conocerlo, simplemente


sintiéndolo.

Ese era Kim Jungkook, y Taehyung estaba cautivado por él.

—¿Otro secreto, Tae?—rompió el silencio.

—Sí, bebé. Este es nuestro tablero de secretos.

¿A qué le temes exactamente, Kim Jungkook?

Las vacaciones terminaron en un abrir y cerrar de ojos, dejando a muchos


como Yoongi con dolores de cabeza por no terminar la preparación de su
examen final y alegrando a gente como Jin que solo contó los días para que
los tres mocosos desaparecieran de la casa y se mantuvieran ocupados en el
instituto. Por otro lado, las personas como Taehyung permanecieron alerta
en detalles mínimos pero que podrían llegar a ser importantes, porque
sorpresivamente el sujeto que tanto esperaba él, no llegó.

—Suerte en tu primer día—Taehyung le sonrió desde la ventana antes de


verlo asentir y correr hacia sus amigos en la entrada del instituto.

—¿Cuánto apostamos a que se mete en problemas el primer día?—comentó


Yoongi.

—¿Y si mejor apostamos a cuándo te largas de la casa?—sugirió Jin.


—Eres un bastardo.

—No creo que sea buena idea que esté ahí—Taehyung suspiró y volvió a
encender el auto mientras la mirada de su primo y su mejor amigo se
mantenía sobre él de forma sorpresiva—. Estoy seguro que me ha estado
observando todo este tiempo.

—Si te refieres a lo que pasó, quizás deberíamos olvidarlo. Él o Ella no ha


vuelto a aparecer—dijo Yoongi.

—Es difícil—siguió el castaño—, no es como si lo que pasó fuera algo


común.

—Con mayor razón debería volver—Yoongi resopló—, si lo que buscaba


era muy importante, debió volver, pero no lo hizo y probablemente no lo
hará.

—Tae—dijo Jin—, ¿qué crees?

—Que está observándome muy de cerca.

Ninguno de los tres lo notó, pero él estuvo ahí detrás todo el tiempo y sonrió
cuando el recuerdo del señor Kim llegó a su memoria al ver el parecido con
el hijo mayor en la fotografía. Realmente impresionante, Taehyung era la
copia física de su padre.

A Jin ya se le hacía costumbre ver al niño molesto frente a la puerta después


de volver a casa con las compras del mes, y se le hacía imposible no sonreír
cuando Namjoon dejaba ver sus hoyuelos y cruzaba miradas con él,
esperando el momento justo para preguntarle cualquier tontería.
—¿No fuiste al instituto, mocoso?—le preguntó antes de dejarlo pasar,
Namjoon negó y lo esperó en uno de los sillones de la sala principal mientras
Jin ordenaba las compras en la cocina—. A este paso no serás alguien
poderoso ni rico.

—No quiero nada de eso.

—¿No? ¿Entonces qué planeas hacer?—continuó sin mucho interés.

—Quiero ser compositor.

Al principio Jin soltó una carcajada porque literalmente lo vio como algo
imposible, sin embargo cuando percibió su mirada, entendió que Namjoon
no jugaba y lo que había dicho no era algo que considerase como un sueño
ficticio. Se quedó helado al ver su ambición y por primera vez intuyó lo que
quería decirle a través de sus ojos.

—Suerte con eso entonces—susurró.

—¿No dirás que es imposible? ¿Que es solo otro típico sueño de niños?

—¿Debería?—Namjoon alzó ambas cejas sin comprender y Jin resopló. El


castaño rascó su nuca algo irritado y dejó las bolsas a un lado para sentarse
a un lado del infante—Es tu sueño ¿no? Digo, ¿por qué debería impedirlo?

—Tal vez porque será difícil y soy un...

—¿Algo en esta vida es fácil?—interrumpió de golpe—Y de todas formas es


tu vida, si quieres lanzarte de un edificio, hazlo, después de todo es tu
decisión.

—¿Entonces si puedo lanzarme de un edificio?


—Si quieres, no es de mi importancia.

—Eso es cruel.

Jin rió.

—Como sea, si vas a ser compositor, ¿me harías una canción?

—¿Una canción?—Namjoon sonrió como nunca antes en cuanto Jin le


asintió y dejó ver su sonrisa por la clara emoción plasmada en su rostro—
¡Claro, princesa!

—¿Sabes? Creo que ya me estoy acostumbrando a ese apodo.

—¿Entonces puedo besarte?

—Solo si quieres perder ambos brazos.

—Estoy bien con eso.

—¡Ni lo pienses!

Las sorpresas nunca las leyó y siempre odió a las personas que tenían algo
oculto, pero descifró lo que haría Namjoon en cuanto lo tomó de las mejillas
y juntó sus labios tiernamente, y Jin aún sabiéndolo no se apartó o lo detuvo.

Lamentable, así lo definiría. Costumbre, otro concepto elemental. Sí, quizás


ya era costumbre tenerlo cerca y sentirlo contra su boca.
Yoongi se quedó mirando el tinte por un largo tiempo en la calle,
preguntándose si le vendría bien o no, y si no fuera porque sus ánimos
estaban más altos que lo normal por haber aprobado su examen, no habría
comprado ese tono rosado del que tanto le habló Jimin. De todos modos,
pensaba hacerlo algún día.

El resto del día fue tranquilo para Jungkook, bueno, algo así. La verdad es
que nada era tranquilo si estás de amigo con Park y Byun, menos si los dos
se hacen amigos entre sí y las cosas se vuelven más complicadas.

—¿Hablas de Park?—preguntó el de cabellos rojos y frunció el ceño cuando


Baekhyun asintió—¿No estarás hablando de mí o sí?

—Claro que no, idiota. Me refiero a otro Park.

—Baek se refiere al alto y cara de estúpido—aludió Kyungsoo, hastiado.

—¿El que es mayor que nosotros?-Baek volvió a asentir—Pero él está con


una niña.

—¿¡Qué!?

—No me digas que no sabías.

Jungkook no había querido decírselo, pero tampoco esperaba que Park Jimin
abriera su gran boca tan rápido, aunque no podía negar que era preferible a
una ilusión como la de su amigo Byun.

—Genial, Jimin, otra vez lo arruinaste—se quejó el azabache.

—Espera... ¿¡Tú lo sabías?!—exclamó Baekhyun.


—Bueno...podría decirse que sí...

—¿¡Alguien más sabía de esto!?

—Yo—dijo Kyungsoo, desinteresado y sin apartar la vista de su celular.

—¿Y por qué no me dijiste, gran idiota?

—No me escuchaste.

Baek bufó.

—Perdón, Baek. Pensé que sabías—Baekhyun resopló y se encogió de


hombros, dándole a entender a Jimin que realmente no estaba molesto con él
o con la noticia que sí le afectó y podría matarlo de un infarto. Nada grave.

—No te preocupes, Jiminnie.

—¿Jiminnie?—Jungkook alzó ambas cejas—¿Por qué Jimin tiene un apodo


y yo no?

—Porque él es bueno conmigo a diferencia de todos ustedes, malditos


bastardos.

—No te preocupes, Jungkookie. De seguro pronto tendrás uno—se burló su


amigo.

—¡Traidores!

—No te preocupes, Kook. Los apodos de Baek son horribles—consoló


Kyungsoo, entregándole una sonrisa.
—¡Oye!—se quejó Jimin y Baek al unísono.

Jungkook sonrió aliviado.

El horario de salida se adelantó dos horas por ser el primer día, Jungkook le
envió un mensaje rápido a su hermano para avisarle y así tomar el metro por
sí solo junto a sus amigos. Le costó obtener un sí como respuesta, pero
finalmente Taehyung terminó por aceptar y dejarlo libre por un momento,
olvidándose de lo que pasó hace algunos meses.

—¿Vamos por un helado?—preguntó Jimin con una sonrisa.

—Si tú invitas—rió el azabache.

—Eres un pésimo amigo.

JungKook detuvo todo tipo de carcajadas en cuanto se encontró con un rostro


conocido frente a él, sonriéndole sin mostrar los dientes y acercándose
lentamente hacia él para abrazarlo. Una muestra de afecto que él no tardó en
devolver.

—¿Abuela?

La mujer lo tomó de los hombros y se alejó para observarlo mejor y quitarle


esa expresión de sorpresa que el azabache tenía por dominio, él y también su
amigo.

—Jungkook, es bueno verte. Ha pasado tiempo.


Twenty nine

Por un momento creyó ver un fantasma, uno de cabellos platinos casi


desgastado y de los que vestían los típicos abrigos holgados aún si hacía
calor. Después de tanto tiempo, sintió el contacto cálido llegar a su cuerpo
pálido en cuanto ella lo rodeó con una sonrisa y después se mantuvo frente a
él, como si no pudiera creer lo que veía. Jungkook no la culpaba porque él
tampoco lo hacía del todo; resultaba difícil de creer que su abuela estuviera
delante de sus narices.

El azabache se quedó mudo y le costó digerir el saludo repentino de su


abuela, omitiendo también la llegada por sorpresa. Jimin se golpeó
mentalmente y negó para sus adentros, confirmando la teoría que su mejor
amigo era un idiota con el primer lugar si existiera un torneo y él participase.

De un momento a otro, Jungkook reaccionó y le devolvió la misma sonrisa


llena de intensidad a la mujer al mismo tiempo que olvidó la existencia de su
amigo de cabellos anaranjados detrás. Sin embargo, para Jimin no fue
problema y no fue mucho después que cayó en cuenta que estorbaba y
debería dejar que ellos compartieran a solas, aunque una despedida del
azabache no le hubiera hecho daño cuando se marchó. Probablemente
después se vengaría, probablemente.

Su abuela lo llevó a una cafetería no muy lejos de la escuela y Jungkook


agradeció que ella ordenase porque él no tenía la menor idea, es más, el café
no era ni su principal acompañamiento en la mañana.

—Es bueno verte—comenzó ella una vez el mesero se marchó con su


orden—. Temía que no me reconocieras después de tanto.

—Eso jamás—rió él.


—Tienes razón, es solo que los años comienzan a notarse—le dijo con una
sonrisa que Jungkook imitó poco después—. Y bien...—resopló—¿qué tal la
escuela?

—Normal. No me va muy bien, pero tampoco pésimo.

—¿No destacas?—se extrañó.

—No mucho, no soy bueno estudiando—aclaró—. Tae tampoco es exigente,


solo con pasar para él está bien.

—Ya veo...—murmuró. El azabache pensó que algo andaba mal porque lucía
confundida y mirando a la nada, pero apartó ese pensamiento en cuanto ella
se mostró nuevamente de forma habitual—. ¿Qué tal todo por allá? ¿Son
buenos contigo?

—Por lo general sí, aunque Yoongi es algo molesto a veces y siempre busca
una razón para molestarme con Jin—frunció el ceño al recordarlo.

—¿Yoongi?

—El mejor amigo de Tae. Vive con nosotros.

—Oh...—inhaló profundo—. ¿Y qué tal Jin? Él...¿está bien?

—Sí, pero a veces es duro para él—confesó, bajando la vista—. La extraña,


aún si no lo demuestra. Supongo que es normal.

—Fue duro para todos saber que ella ya no está.

—Lo sé...
Se formó un silencio, Jungkook no sabía si incómodo era la palabra para
describirlo, pero en cierta forma se asemejaba.

—¿Qué hay de Taehyung? ¿Es un buen hermano?—rompió el silencio.

—¿Tae?—alzó ambas cejas. Ella asintió—Lo es. Mucho.

—Eso es bueno.

Su pedido llegó unos segundos más tarde y fue suficiente para que el
azabache relamiera sus labios porque lo que pidió su abuela realmente tenía
buen aspecto, demasiado. Jungkook le envió una mirada llena de asombro y
ella sonrió, indicándole que sí podía empezar.

Unos minutos más tarde, el azabache volvió a hablar.

—¿Qué hay de ti? ¿Por qué de repente has venido a verme?

—¿No puedo?—sonó ofendida y el azabache se apresuró en negar repetitivas


veces.

—Es solo que es extraño...

—¿Extraño?—Jungkook asintió—Por el amor de Dios, Jungkookie, solo


quería ver a mi nieto. Después de tantos eventos desafortunados, creí que me
hacía falta verte por última vez.

—¿Última vez?

—Estoy vieja, cariño. Uno nunca sabe.


—Está bien, pero—hizo una pausa—¿por qué solo a mí? ¿Qué hay de
Taehyung?

—Es complicado—dijo después de un largo minuto de silencio.

—¿Por qué?

—Problemas pasados.

—¿Como cuáles?

—¿Siempre eres así de curioso?—rió ella. Jungkook asintió—Eso es


peligroso. ¿Te lo han dicho?

—Tae me lo repite todo el tiempo—soltó una risa.

—Deberías escucharlo. Tiene razón.

—¿Entonces es mejor vivir en la ignorancia?—su abuela se quedó sin habla


por la pregunta y Jungkook continuó al no obtener respuesta—Si la
curiosidad es peligrosa, ¿tendré que vivir sin saber la verdad?

—Yo utilizaría la palabra razón. Detrás de cada mentira hay un motivo y eso
es lo que te permite la curiosidad. Creo que es más como el trasfondo.

—¿Eso significa qué...?

—Puedes encontrar el porqué; la curiosidad y el dudar es cuestionar la


verdad y mucho cuidado Jungkook, a veces uno encuentra lo que no quiere
saber.
Taehyung se removió inquieto en su silla y miró la pila de papeles por firmar
y revisar con una mueca. Charlotte estaba frente a él, recordándole cada
reunión y la más importante dentro de unos minutos, pero él siguió
concentrado en sus pensamientos que fingió escucharla todo ese tiempo.

El señor Choi conoció a Taehyung cuando él solo era un adolescente lleno


de problemas. Fue a las afueras de un restaurante después de una reunión,
donde casualmente alguien estaba robándole y si no fuera por el rubio, el
habría perdido su anillo de bodas que tenía un largo valor sentimental. Desde
entonces se hicieron buenos amigos y el señor Choi llamó a Taehyung como
el hijo que jamás tuvo.

Cuando el señor Choi se vio en problemas de salud y corría peligro, solo


pensó en Taehyung como primera opción al cargo, y aunque no sabía
exactamente el paradero del rubio, solo bastó con ordenar su búsqueda a su
gente más confiable para encontrarlo. Las habilidades del adolescente las
tenías claras desde el primer momento que cruzaron palabras y a causa de
ello, la idea de asignarle una gran responsabilidad como el bienestar de su
empresa, no se le hacía difícil si hablábamos de él.

—Él vendra dentro de poco, señor—recordó. Taehyung alzó la vista y asintió


decidido, mentalmente preparado para volver a verlo. —Estaré afuera por si
necesita algo.

—Está bien, gracias.

La reunión más importante comenzó minutos después, y para su suerte


resultó más amigable de lo que esperaba. El señor Choi aún conservaba su
sentido del humor que le ayudó bastante a decirle lo que debía hacer ahora.

Se tomó la tarde libre y llamó a Jungkook con una sonrisa para alardear sobre
su espléndida reunión, pero el adolescente de cabellos oscuros no atendió el
teléfono en la primera llamada ni las que continuaron después de esta. El
rubio se sintió preocupado y llamó a la casa para preguntar si estaba ahí.
—¿Diga? —la voz de su primo fue la primera en escucharse.

—¿Está Jungkook contigo?

—No. ¿Por qué?

—Mierda...—gruñó.

—¿Qué sucede? ¿No está en la escuela?

—No atiende el celular.

—Quizás está en clases.

—Ya son más de las seis de la tarde, él debió haber llegado hace una hora.

—Le preguntaré a Jimin y te llamaré dentro de diez minutos, ¿está bien?

—Bien...—murmuró antes de colgar.

Yoongi miró extrañado al castaño junto con Namjoon que yacía sentado a
un lado del teñido sobre el sofá. Ambos se miraron entre sí al notar que el
rostro de Jin no indicaba nada bueno.

—¿Qué pasó?—se apresuró en preguntar Yoongi.

—Jungkook no atiende las llamadas de Taehyung y ya debió haber llegado


a casa—resumió, serio.
—Quizás se distrajo con Jimin—comentó Namjoon. —Lo llamaré.

Namjoon marcó al de cabellos naranjas en cosa de segundos mientras que


Jin y Yoongi esperaban por el amor de dios que la respuesta sea sí.

—Más te vale que sea importante porque pausé mi partida, idiota—escuchó.


Namjoon rodó los ojos.

—¿Está Jungkook contigo? Dime que sí, porfavor.

—¿Jungkook? No. Ese idiota llamado mejor amigo me cambió por alguien
más viejo que yo.

Jin miró a Yoongi con precaución, casi queriéndole decir que su corazón
estaba inquieto a más no poder por una corazonada. El teñido le arrebató el
celular a Namjoon de golpe como respuesta.

—¡Hey!—se quejó el adolescente.

—Jimin soy yo, Yoongi, dime con quién se fue Jungkook.

—¿Y qué me das a cambio?—Namjoon negó y puso los ojos en blanco


porque su amigo no podía ser más estúpido. Yoongi por su parte frunció el
ceño; todo esto estaba colmando su paciencia.

—Lo que sea, pero necesito que me digas, por favor—suplicó.

—Uhm... ¡Bien!—exclamó. Yoongi soltó un suspiro, aliviado. —Jungkook


se fue con una vieja, a decir verdad.

Yoongi miró a Jin que lucía confundido y prosiguió.


—¿Una vieja? ¿Quién era?

—No tengo ni idea, pero se conocían, así que les deje solos porque creí que
necesitaban tiempo a solas.

—Eso no ayuda mucho.

—Creo que Jungkook le dijo abuela, no recuerdo muy bien.

Jin se sobresaltó y llamó la atención de los dos chicos frente a él. Yoongi
pareció entender la indirecta.

—¿Dónde fue la última vez que lo viste, Jimin?

Jin y la abuela no eran precisamente enemigos, de hecho nunca habían


cruzado palabras más allá de lo típico porque ella era muy reservada. Su
familiar era profesora de Lengua, Historia Universal y Cálculo, y quizás es
por eso que solía verse muy madura para tratar con niños. No era muy
afectiva, más bien, al único que trató de forma diferente fue a Taehyung,
hasta hace algún tiempo.

La última vez que los vio parecían llevarse correctamente, pero cuando
regresó a Corea, Taehyung y la abuela ya no se dirigían la palabra. Es más,
todas sus preguntas fueron contestadas cuando su primo evitó que ella lo
golpeara, tomando su muñeca bastante fuerte como para que su abuela
formara una expresión distinta a las que solía usar. Su rostro se llenó de
sorpresa y miedo.

—Jimin dijo que los vio por última vez fuera del instituto. No debieron ir
lejos—avisó el teñido una vez cortó la llamada.
—Hay bastantes locales cerca—agregó Namjoon—. Quizás están en uno de
esos.

—Una cafetería—la voz de Jin logró que ambos se voltearan a su dirección.

—¿Cómo estás tan seguro?—preguntó Yoongi.

—Es fanática de los libros, además le gusta mucho el silencio. No me


sorprendería que estuviera en una cafetería si el principal amigo de los libros
es el café.

—Ahora que recuerdo...—dijo Namjoon—hay una cafetería cerca.

Probablemente lo único que podría consolar al rubio en estos momentos


donde un hombre solo es capaz de sufrir a grito alzado en su auto sin ninguna
crítica, era una llamada que le indicara que su hermano estaba bien, pero
desafortunadamente el destino estaba cobrándole todas aquellas jugadas
tramposas. Taehyung dejó caer su rostro sobre el volante y se imaginó a
Jungkook en manos seguras, ya que quizás solo así podría calmarse un poco.

—Estás en problemas, ¿no?

La voz del señor Choi retumbó en sus oídos y Taehyung alzó el rostro
inseguro porque se llevaría una paliza después de su charla, sin embargo la
sonrisa de su jefe fue más que evidente para demostrarle lo contrario. Tal y
como lo había pensado, el señor Choi ya tenía todo fríamente calculado.

—Sé lo de tu casa, muchacho, y sé también lo de mi propia empresa—


continuó—. Por lo tanto, no me interesa lo que ese malnacido esté buscando,
pero si esto llega a relacionarse con mi empresa y mis trabajadores, me veré
obligado a deshacerme de ti, ¿lo sabes, no?

—Claro que sí, señor Choi.


—Entonces, ¿qué es lo que necesitas?

—Necesito un abogado con años de experiencia y muchos juicios ganados.

El señor Choi parpadeó, asombrado.

—¿En qué estás envuelto, muchacho?—murmuró después de segundos de


silencios.

Taehyung sonrió.

—No es nada relacionado a la empresa, señor. No hay de qué preocuparse.

—¿Y para qué es el abogado?

—Asuntos personales, señor.

—¿Sabes que esto puede llamar la atención, verdad?—le advirtió. El rubio


asintió, bastante seguro—¿Aún así quieres un abogado?

—No es cualquier abogado, señor Choi. Necesito uno de los mejores y sé


que usted puede conseguirlos—le dijo. El hombre lo miró duro y no ablandó
su expresión hasta que Taehyung continuó:—. Están metiéndose con mi
familia, señor. Necesito un salvavidas.

—Taehyung—llamó seco, deteniéndose un poco a observarlo antes de lanzar


su pregunta—, ¿qué hiciste?

—Lo necesario para cubrir mi espalda.


El señor Choi frunció el ceño y golpeó el escritorio frente a él y con
Taehyung del otro lado. Sostuvo la mirada hacia el rubio con furia y apretó
los dientes en cuanto Taehyung lo miró a los ojos como desafío.

—No juegues conmigo, Kim Taehyung—advirtió, gruñendo—. Yo soy la


razón por la cual estás sentado aquí y no en la cárcel. Te lo advertí,
Taehyung. Un truco sucio más y serías despedido.

—Estoy aquí gracias a mis trucos sucios, señor Choi, gracias a los míos y los
suyos—gruñó también él—. Usted no juegue conmigo, jefe.

—¿Me estás desafiando?

—Sí. Es un desafío.

—Piénsalo bien, Kim. Tengo igual de influencia que tú.

—¿Está seguro? Yo tengo más experiencia que usted.

Él guardó silencio.

—Si quiere evitar que ambos terminemos en la cárcel, quiero un maldito


abogado y sé que usted lo tiene—dijo el rubio.

—¿Me estás amenazando?

—No pude haberlo dicho mejor—Taehyung formó una sonrisa—. Es todo o


nada, señor Choi. Usted decide. Si yo entro a prisión, viene conmigo.

Años atrás Taehyung habría mantenido la distancia y no tendría valor para


decir lo que estaba diciendo ahora, sin embargo, cuando su vida está en juego
y la de su familia, uno tenía que correr ciertos riesgos, incluso si uno de ellos
era desafiar al mismo hombre que lo disciplinó.

El hombre al mando suspiró derrotado y finalmente terminó entregándole


una tarjeta de presentación que se escondía en un bolsillo de su billetera. El
rubio la aceptó gustoso, aún si el señor Choi no tenía la misma expresión.

Lo que pasó después fue una sorpresa porque Taehyung pudo imaginar que
su jefe podría odiarlo o quizás destituirlo en un futuro cercano, pero a
diferencia de todas las suposiciones en su mente, esta era más irreal que todas
aquellas. El señor Choi le acarició el cabello y su mirada fue muy distinta a
otras durante todo el trayecto juntos. Preocupación.

—Mucho cuidado, Taehyung—murmuró una vez se incorporó frente a él y


le revolvió los mechones rubios—. Ella tiene mi confianza absoluta, pero
cuando de juegos se trata, no querrás jugar con ella. Sea lo que sea que
escondas muchacho, ella podrá ayudarte, pero todo tiene un costo.

—¿A qué se refiere...?

—Solo recuérdalo y estarás bien.

Taehyung tragó duro y asintió.

—Gracias señor Choi—terminó por decir—, y perdón por amenazarlo, no


era mi...

—Está bien, muchacho. Aprendiste bien—interrumpió—. Tienes toda mi


confianza, no la malgastes.

—Sí, señor. No lo haré.


Perdió la cuenta de cuantos minutos se mantuvo ahí dentro, observando la
tarjeta inseguro y memorizándose el nombre femenino que en ella aparecía
como primer plano. Era demasiado apresurado tal vez, quizás no debía tomar
decisiones en ese estado de desesperación por Jungkook y cometer un
movimiento que pagaría más tarde, pero si de ayuda se trataba, Kim
Taehyung era capaz de jugar chueco con cualquiera con tal de alcanzar sus
objetivos.

Sea suerte o no, la llamada de SeokJin fue la primera en aparecer.

—¿Lo encontraste?—la desesperación del rubio al atender fue más que


suficiente para dejarle en claro al castaño que su primo estaba al borde de la
locura.

—Sí, pero...

—¿Y bien? Dime dónde está e iré a recogerlo—interrumpió Taehyung, ya


encendiendo el auto.

—No, Taehyung, escucha lo que tengo que decir primero—dijo el castaño,


parándolo en seco.

—¿De qué hablas, Jin? Estoy desesperado, solo dime dónde está Jungkook
y después hablaremos ¿sí?

—Escucha, Tae, tengo una pregunta y no te irás sabiendo dónde está si antes
no me respondes con sinceridad—El rubio resopló y Jin interpretó ese
silencio desde la otra línea como un está bien—. Bien, ¿qué hay entre tú y la
abuela?

—¿De qué mierda estás hablando? ¿Y eso qué tiene de importante ahora?—
gruñó.

—Responde.
—¿Qué tiene que ver eso con encontrar a Jungkook?—sonó molesto.

—Ella lo visitó. Jimin los vio juntos.

Taehyung guardó silencio como si alguien estuviera asfixiándolo y tragó


duro una vez que retomó la compostura.

—Eso significa...

—Eso significa que Jungkook está con ella y algo me dice que tú no estás
precisamente aliviado.

—Mierda...—suspiró el rubio—, ¿por qué justo ahora? Yo creí que...

—¿Qué? ¿Qué ocurre?

Taehyung frunció el ceño.

—Se supone que ella debería estar muerta—confesó.

Jin tragó duro y colgó el teléfono sin nad más qué decir o preguntar,
realmente a esas alturas dejó de ser una necesidad. Namjoon y Yoongi no
supieron decifrar su expresión y gracias al cielo no formularon todas las
interrogantes que tenían en mente o terminarían volviendo loco al castaño.

Namjoon tomó aire y cogió la mano de Jin con la finalidad de hacerlo


despertar del trance. El castaño pegó un brinco y rápidamente se sonrojó al
notar sus dedos entrelazados con el mocoso cuando bajó la mirada.
—¡Qué crees que haces!—exclamó Jin lo suficientemente fuerte como para
asustar a Yoongi que caminaba frente a ellos hacia la cafetería.

—Solo tomaba tu mano.

—¡N-no tienes que hacer eso!

—Es que estabas raro—se excusó.

Yoongi rió y evitó la ruidosa conversación a sus espaldas para entrar a lugar
donde se suponía que debía estar el azabache. Buscó a Jungkook
disimuladamente entre tanta gente y formó una sonrisa cuando distinguió el
horrible uniforme que se encontraba dándole la espalda a unas mesas más
adelante.

—Jungkook—pronunció una vez se cruzaron de frente. El azabache formó


una mueca, indicándole que su presencia no le era de mucho gusto.

—¿Qué haces aquí?

—No llegaste a casa y tampoco avisaste que vendrías hacia acá. ¿Sabes lo
alterado que está Taehyung?

—Creí que la abuela le había dicho que estaría aquí—se encogió de hombros.

—Pero no lo hizo, ni tú tampoco, así que deja este lugar y vamos a casa—
ordenó, tomándolo de la muñeca.

—¿¡Qué crees que haces?!—el azabache se soltó del agarre rápidamente y


empujó el cuerpo más grande a un lado—¿Te volviste loco? Iré a casa en
cuanto termine mi conversación con la abuela. Estaré bien, no necesitas
preocuparte por mi hermano.
—No te estoy preguntando, mocoso—gruñó—. Me importa una mierda su
maldita reunión familar. Tú vienes conmigo.

—No quiero—bramó.

—No me hagas enojar, Jungkook. Yo no soy Taehyung para complacer tus


malditos caprichos—murmuró entre dientes.

—Y yo no soy tu maldito perro para seguir tus órdenes—contraatacó—. He


dicho que no quiero y no lo volveré a repetir.

—Oigan ustedes dos—la voz de Jin logró que ambos voltearan a su dirección
y vieran el espectáculo que formaron al notar que todas las miradas estaban
puestas en su conversación. El castaño rodó los ojos y resopló—. Jungkook,
Yoongi tiene razón, Taehyung está demasiado preocupado y a menos que no
llegues a casa con nosotros, se morirá de un infarto.

—Díganle que estoy bien y volveré a casa en cuanto termine de charlar con
la abuela—les dijo y Yoongi rió ante lo ingenuo que podía sonar Jungkook.

—Jungkook, no lo entiendes—murmuró el castaño—. Taehyung quiere


verte allá. Ahora.

—Díganle que iré en cuanto termine—insistió, esta vez con más intensidad.

—Oigan, ¿no creen que deberíamos hablar de esto fuera del local? Mucha
gente no está viendo—susurró Namjoon.

—No me iré de acá sin esta maldita rata—dijo Jin, mirándolo desafiante
mientras el azabache hacía lo mismo.
—Entonces tendrás que irte cuando yo lo haga.

—¿Cuál es tu maldito problema? ¿Ahora eres rebelde porque no somos como


tu hermano?—gruñó el castaño.

—Más bien, ¿qué problema tienen ustedes dos? ¿Qué hay de malo en querer
pasar un tiempo más con mi abuela?—frunció el ceño.

—Escucha, mocos...

—Jin—interrumpió el teñido de golpe—. JungKook tiene razón. Es su


abuela y ya es alguien independiente.

—Pero Taehyung dijo...

—Y Taehyung tendrá que entender—calló al castaño—. Anda, vámonos.


Namjoon tiene razón, estamos formando un espectáculo.

Antes de salir, Yoongi se mantuvo inmóvil frente al azabache y esperó que


todos los clientes se concentraran en lo suyo para dejar la última respuesta
en sus manos.

—Solo no te preocupes por Taehyung más tarde—advirtió—. Tú en realidad


no puedes llamarte su hermano.

Fue un golpe bajo que Jungkook sintió contra su estómago y las enormes
ganas de defenderse, pero las palabras murieron contra su garganta y solo
tragó duro mientras el teñido desaparecía en sus narices.

—Eso estuvo intenso—murmuró la mujer. El azabache se volteó y se


encontró con su sonrisa sin mostrar los dientes, como si estuviera apenada—
. Creo que no les caigo bien.
—Solo obedecen las órdenes de Tae. Él a menudo es muy sobreprotector,
perdón por eso—volvió a sentarse al igual que ella.

—Está bien. ¿Quieres comer algo más? Creo que voy a pedir un pastel.

—Claro—sonrió débilmente.

No había sensación más cruel que la culpa y el azabache lo sabía, pero


también quería creer que esto era la correcto. Ya no podía seguir
dependiendo de su hermano y debía volverse alguien más maduro,
inteligente e independiente. Pequeñas acciones podían definir grandes
resultados.

Sin embargo, la secuencia de hechos no lograron el mismo efecto en el rubio,


ya que esa misma noche, Taehyung se desequilibró al recibir lo que su bebé
había dicho, o peor, lo que ella le convenció decir.

—¿Qué?—dijo, frunciendo el ceño.

—Eso pasó. Ese maldito mocoso no nos obedeceó—gruñó Yoongi,


dejándose caer sobre el sofá.

—Estaba muy convencido—comentó Jin—. Jungkook estaba muy


convencido de crecer.

—A la mierda, ¿desde cuándo esto se volvió un maldito circo de opiniones?


Dije que lo quería aquí, con o sin su voluntad.

—¿Te estás escuchando?—soltó el teñido—Jungkook ya no es un bebé.


Sabíamos que esto iba a pasar y es normal. ¿Por qué estás tan sorprendido?
No podía seguir bajo tu sombra durante mucho tiempo.
—¿Tú también? ¿Ahora eres su defensor?—gruñó.

—Soy realista. Es parte de lo que hace todo adolescente, ¿por qué te


sorprende tanto?

—Porque es ella—interrumpió Jin, serio—. Taehyung está asustado de lo


que ella pueda decirle en su contra, ¿o no?

—Te equivocas—bramó el rubio.

—¿Qué tiene ella de malo?—se unió Yoongi.

—Se suponía que ella estaba muerta—dijo—. Se suponía que Taehyung la


asesinó y no nos había dicho.

—¿Es cierto?—preguntó su mejor amigo. Taehyung tragó duro, otra vez—


¿Lo hiciste?

—Aveces tienes que sacrificar...—comenzó a decir.

—No, no me vengas con esa mierda—gruñó ahora el castaño—. Hemos


tenido suficiente con estos secretos, será mejor que hables ahora.

—Sí, lo hice—soltó.

—¿Por qué...?—musitó el castaño.

—Porque debía hacerlo, por mí y Jungkook.

—¡No jodas!—exclamó Jin—¡Estás asesinando a toda esta maldita familia!


—¿Familia? Creí que había quedado en claro que no lo éramos y nunca lo
fuimos. La supuesta familia Kim es tan egocéntrica que nunca pensó en nadie
más que sí mismos—dijo entre dientes.

—¿Entonces por qué haces todo esto?

—Porque soy la prueba viva de lo egoísta que son los Kim—les dijo—.
Porque soy capaz de sacrificar todo lo que tengo por mantener a Jungkook
lejos de todo lo que sucedió, ¿entienden?

—¿Qué tiene que ver eso con...?—comenzó a decir el teñido.

—Jungkook es lo único por lo que estoy aquí, si él decide por sí mismo, ¿qué
sería yo?

—Eso es estúpido. —murmuró Jin.

—Todos en el tablero tienen la responsabilidad de seguir al rey. La reina


sacrifica todo a su poder con tal de mantenerlo a salvo. Entonces, ¿quién
sería el rey en este tablero?

Yoongi y Jin sabían la respuesta, solo que pronunciarla provocaba


escalofríos. Y era aún más tenebroso como Taehyung asociaba la vida como
un maldito tablero de ajedrez, lleno de acciones pensadas y planificadas
desde mucho antes con el fin de ganar el juego del cual ninguno de los dos
sabía que formarían parte.

—Bingo—musitó el rubio.
Thirty

Este capítulo contiene lenguaje vulgar y escenas explícitas. Leer con


precaución.

—Jungkook, no deberías estar aquí.

El azabache formó una sonrisa y sin importar la mirada que le entregó su


hermano desde arriba casi advirtiéndole, él le entregó la llave que traía
consigo en su puño junto a una traviesa sonrisa de conejo que volvía loco al
castaño de ese entonces.

—¿Tú... La conseguiste?—fue lo único que logró salir de los labios del


castaño. Jungkook asintió—Demonios, conejito, no debes entrar a esa
habitación ¿bien? TaeTae puede escapar por su cuenta.

—Pero yo quielo ayudar...—puchereó.

—Ya lo sé, bebé, pero no lo hagas más. No quiero que te metas en problemas.

—Kookie es muy listo. Kookie no se mete en problemas, TaeTae—dijo.

—Tienes razón—asintió—. Kookie es muy inteligente. Ahora ve a tu


habitación, ya casi amanece.

—¿P-puedo quedarme aquí?

El castaño dudó.
—No creo que sea buena idea, conejito—susurró. Jungkook alzó ambas
cejas—. Es peligroso, ¿sí?

—¿Poque?

—Porque...—tomó aire—. En las noches TaeTae pierde la razón.

—¿La... Tazón?

Tae sonrió y tomó aire.

—¿Quieres a papá, Kookie?

El pequeño negó rápidamente y a diferencia de lo que Taehyung pensó que


sería su reacción, la que se presentó a continuación fue mucho mejor que
cualquiera que se hubiese imaginado. El azabache tenía unos ojos muy, pero
muy negros.

—¿TaeTae, quieres un secreto?—el suave tono y el poco lenguaje a su edad


llamaron su atención junto a esa mirada tan profunda que Taehyung asintió
y seguido se inclinó hasta quedar a la misma altura. Jungkook se acercó a
un lado del buen perfil moreno y murmuró:—Papá va a matarte.

No surgió nada, ni siquiera una emoción tan humana como el miedo.


Taehyung más bien se vio atrapado en su hermano que parecía contento por
contarle tal noticia, y en vez de preguntarse cómo es el que pequeño
Jungkook se había enterado de un tema tan secreto y turbio, su pregunta
más bien se enfocó en un ¿por qué está sonriendo tanto?

En pocos segundos se percató del enorme error que cometió. Taehyung


también sonreía. Era un lunático, loco y demente, y más de alguna carcajada
se escapó de sus labios llegando a tal punto de asustar al azabache. Sin
embargo, cuando el chiste ya no hizo gracia, Taehyung besó los labios del
infante.
—TaeTae...—susurró Jungkook una vez Taehyung se apartó de su boca.

—Debes ir a dormir, conejito.

Jin suspiró, al igual que Yoongi.

—¿Hace cuánto?—preguntó de repente el castaño, llamando la atención de


ambos. Jin rodó los ojos—¿Hace cuánto intentaste asesinarla?

El rubio resopló y revolvió sus cabellos rubios, totalmente rendido.

—Un tiempo después de lo que pasó con...—temió decir el nombre, pero su


primo entendió rápidamente y asintió.

—¿Por qué?—logró decir.

—Aparte de mí, ella es la única que sabe el resto—comenzó a decir—. Todo


comenzó cuando la abuela me enseñó desde los cuatro años porque según el
señor Kim yo era alguien superdotado, entonces creyó que no había mejor
maestra que su madre. Con más de tres títulos, la consideró como su primera
opción.

—¿Entonces no mentías cuando decías que estudiabas horas y horas?—se


sorprendió el castaño. Taehyung negó—¿Eso es moralmente correcto?

—No, Jin—le dijo—. No lo es, pero a ella no le importaba. Podía dejarme


sin comer, sin dormir o ver la luz del día con tal de leer tres libros al día o
memorizar cien páginas. Todo porque su hijo lo pidió. A ella en realidad no
le importaba nada que tuviera que ver conmigo.

—¿Es por eso que...?—dijo ahora el teñido.


—No—respondió el rubio—. Mi razón es otra. Verán, este maldito ladrón
quiere unos papeles y esos documentos me tienen a mí tras las rejas con su
contenido. Ella es la otra fuente de información aparte de esos papeles, lo
que significa que si estaba viva, yo no podía estar aquí por mucho tiempo.

—Pero nunca hizo nada en tu contra—soltó Jin—. ¿Por qué lo haría ahora?

—Porque Jungkook está recordando. Solo Jungkook sabe lo que realmente


pasó aparte de mí y ella quiere borrar eso. Porque para la familia Kim, yo
soy el peligro. No el resto.

—Mierda... Pero si Jungkook no te ve a ti como un peligro, ¿por qué sellaste


sus recuerdos?—preguntó el teñido. Taehyung tragó duro.

—No puedes ocultarlo más, Taehyung. ¿Por qué no querías que Jungkook
recordara?—continuó el castaño.

—No quería que él se volviera como yo—les dijo, débilmente.

—¿Como tú? ¿En qué sentido?—Yoongi frunció el ceño.

—No quiero que Jungkook se sienta destruído. Si él recordara todo lo que


vio y escuchó, terminaría igual de roto que yo...—finalizó el rubio.

—Tae—llamó con temor el castaño, esperando que el rubio cruzara sus ojos
con los suyos—, ¿Él te hizo algo cuando Jungkook estuvo ahí?

A Yoongi se le heló la sangre y buscó con desesperación la expresión de su


mejor amigo. Taehyung formó una media sonrisa y asintió.
—Él no sabía—confesó—. Él no sabía que Jungkook era inquieto y que vivía
escondiéndose dentro de la casa. Nunca planeó que su hijo menor estuviera
viéndolo y se convirtiera en espectador.

Cuando Jin iba a hablar, Taehyung se adelantó.

—El señor Kim disolvía una pastilla en agua cada noche y la dejaba sobre
mi escritorio o simplemente me la inyectaba. No me di cuenta hasta un año
después que Jungkook naciera. Y claro, ese medicamento me hacía olvidar
eventos traumáticos—explicó.

—Tú...—musitó el teñido, sorprendido.

—Después del primer suceso frente a Jungkook, vinieron más y siempre se


escondía en un lugar diferente, por lo tanto, la pastilla comencé a dársela a
él—Taehyung inhaló profundo y se revolvió la cara para nuevamente
hablar:—. El señor Kim creía que hacía efecto en mí cuando en realidad lo
hacía en Jungkook. Además, la mente por sí sola te cumple el favor de
hacerte olvidar situaciones traumáticas. No fue difícil.

El castaño se incorporó del sillón con la intención de despejar su mente de


las preguntas que tanto él como el teñido estaban tragándose. Sin embargo,
antes que pudiese continuar el interrogatorio, el principal actor de cabellos
negros y dientes de conejo entró a la casa igual de relajado que siempre.

—¿Qué les pasa? ¿Estuvieron peleando en mi ausencia?—se burló el


azabache al verlos con expresiones afligidas.

—¿Te divertiste?—gruñó el rubio.

—Escucha, lo siento ¿sí? No debí irme sin avisar—se disculpó, ignorando la


respuesta anterior de Taehyung.

—Te hice una pregunta—dijo, serio. Jungkook bufó.


—Sí, lo hice.

Taehyung chasqueó la lengua.

Yoongi se mantuvo inmóvil cuando Taehyung se incorporó de golpe y tomó


al azabache de la muñeca al punto de asustarlo. Jin tampoco se opuso a que
el rubio lo arrastrara contra su voluntad por todo el primer piso hasta el
segundo, donde estaba su habitación. Ninguno de los dos dijo nada aún
después de oír el portazo proveniente de arriba.

—¿Tú crees que...?—Yoongi rompió el silencio, volteándose al castaño que


se mantenía serio.

—¿Qué cosa?

—¿Crees que Jungkook sea el rey?

Jin asintió.

—Creo que Jungkook controla a Taehyung, pero solo unas partes.

—¿A qué te refieres?

—La mente de Taehyung a veces es más fuerte que cualquier cosa. Siempre
se caracterizó por ser muy fuerte mentalmente, entonces su propia fuerza a
veces lo hace olvidarse de quién es—explicó—. Cada vez que Jungkook se
revela, Taehyung pierde algo, como si su cordura estuviera atada a él por
alguna razón.

—¿Lo lastimará?
—No, Taehyung nunca haría algo así. Pero por tratar de mantenerlo a salvo,
Taehyung es capaz de lastimar a quién sea. Eso lo incluye a él.

El azabache cayó seco al suelo de la habitación del rubio. Su rodilla impactó


contra la dura madera, al igual que sus costillas. Jungkook inhaló profundo
y observó a su hermano por debajo del flequillo y la poca iluminación de las
cuatro paredes.

El rostro moreno tenía una línea recta perfectamente dibujada, sin margen de
error, y sus brazos se cruzaban contra su pecho, alineándose con una perfecta
postura frente al cuerpo débil del azabache. Jungkook trató de pronunciar su
nombre, pero Taehyung simplemente se inclinó a él y besó su boca,
tomándolo con firmeza de las muñecas por sobre su cabeza y abriéndose paso
entre sus piernas, presionando su dureza contra la más pequeña.

—Estoy cansado de repetirte lo mismo todo el tiempo, bebé—gruñó contra


su boca—. Me estás haciendo enojar, Jungkook.

—Taehyung... Apártate, me estás lastimando...—murmuró.

El rubio no contestó. Taehyung volteó el cuerpo blanquecino de golpe,


dejándolo sobre sus rodillas mientras temblaba y se oponía. Las ágiles manos
morenas se desplazaron por el broche del pantalón, logrando zafarse de él y
despegarlo de los muslos con brutalidad, importándole muy poco si la prenda
se destruía.

—¿T-Tae...?—sollozó.

El pequeño cuerpo pálido se volvió un bulto a merced. Taehyung siguió el


mismo procedimiento con la prenda superior y una vez ya apartada sobre el
cuerpo del azabache, esparció un camino de besos en la columna vertebral
del menor, todavía ejerciendo el duro agarre de muñecas contra el suelo. Una
de sus manos se desprendió y dirigió hasta la pelvis más clara, alzándola a
su dirección como un trofeo mientras su pantalón caía por sus rodillas y los
botones de la camisa se soltaban gracias al movimiento brusco.
—A veces odio ser así contigo, bebé...—comenzó a decir, al mismo tiempo
que su diestra desplazaba la longitud al orificio latente frente a él.

—T-Tae... Duele... Esto ya no es divertido...—volvió a sollozar.

—¿No es injusto, Kook? Yo quería que esto fuera romántico, pero creo que
deberías aprender—le dijo—. La curiosidad logrará matarte.

—¿A qué te...?

Fueron segundos los que Jungkook sintió como un cuchillo clavándose en su


pecho. Un dolor agudo lo sucumbió y su cuerpo delgado se inclinó al suelo
por la debildad. El falo del rubio se metió completamente en él, sin aviso ni
preparación previa.

—¡Duele!—exclamó, al borde de las lágrimas.

—¿No te gusta?

—¡Tae! ¡Duele! ¡No quiero!

—¿No querías crecer, bebé?

Jungkook dejó caer las lágrimas por sus mejillas mientras Taehyung tomaba
sus caderas con firmeza, soltando sus muñecas después de haber dejado
rasguños en ella. El azabache buscó su propio puño y mordió sus dedos, sin
soportar el dolor.

Taehyung penetró duro y seco, casi irritado. Los glúteos pálidos saltaban
para él cada vez que su pene se introducía en el menor con brutalidad y él
gritaba al punto de desgarrar su garganta.
—¡Tae, basta! ¡Duele mucho!

—¿Y si algo pudo haberte pasado, Kookie? ¿Y si ella te hubiera hecho


daño?—deliró.

—¡A-ahg!—gritó más fuerte.

Taehyung no cesó. Sus penetraciones se hicieron más duras, la presión de su


palma contra la espalda blanquecina se hizo más fuerte y gimió como un
animal cuando el cuerpo pequeño del azabache se estremeció bajo el suyo.

Se clavó en su interior, gimiendo cuando las paredes de Jungkook se


contraían y moldeaban su pene. El azabache mordió su labio inferior y soltó
un grito desgarrador cuando su hermano tomó sin cuidados sus cabellos entre
sus dedos y los tiró a su dirección. Su espalda formó un arco convexo una
vez el primer tirón se hizo presente, acompañado de una penetración que
tocó su punto y lo rompió.

—Mierda...—gimió el rubio.

Jungkook se mantuvo fuerte.

—Mírame, bebé.

Taehyung le otorgó el segundo tirón y logró hacerlo llorar con más potencia.
La mirada llorosa del azabache se cruzó con la oscura del rubio, en un juego
de peleas. El cuerpo moreno estaba bañado en sudor y sus músculos se
contraían cada vez que se hundía en su interior. Jungkook anhelaba los labios
carnosos del mayor, pero solo recibió una punzada de su parte baja.

—¡Duele!
Una de las palmas libres del rubio se dirigió a la extensión del cuello
azabache, donde forjó el mismo agarre duro mientras su falo se introducía
sin parar a una misma velocidad.

—¡Ah!—exclamó Jungkook.

Jungkook soltó lágrima tras lágrima y trató de pensar que el dolor se iría o
que el placer del que tanto hablaban llegaría a él como una ola de salvación,
pero al contrario, lo único que lo acompañó, fueron los jadeos graves del
rubio a un lado de su rostro mientras lo penetraba. Y aunque eso sonara
excitante, Jungkook lo sintió como una masacre.

—T-Tae... Basta...—jadeó.

La anatomía de Jungkook dio un brinco y el azabache lloró más fuerte porque


dolía como el infierno. El líquido transparente salpicó en su pecho y aún si
estaba cansado y sus piernas temblaban por mantenerlo en pie, no fue
suficiente para Taehyung que formó una expresión de enojo cuando el más
pequeño cayó al suelo y golpeó sus caderas.

—Levántate—ordenó, firme.

—Taehyung...

—Levántate.

El de cabellos negros obedeció y alzó los glúteos nuevamente para el mayor,


esperando con miedo lo que sería otra serie de estocadas. Sin embargo, nunca
llegaron. Al contrario, cuando Jungkook volteó su rostro y su parte baja
ardió, solo distinguió a su hermano subiéndose los pantalones.

—¿TaeHyung...?—logró decir.
—Cada vez que intento mantenerte a salvo...—comenzó a decir. Las largas
falanges del rubio acariciaron el trasero pálido al igual que su orificio
latente—te escapas. ¿Por qué no me obedeces, Jungkook?

Su palma derecha impactó rápidamente en uno de los glúteos del menor.

—¡Ah, Tae!

—Responde. ¿Por qué haces eso?

El segundo golpe se escuchó más fuerte.

—¡Basta!

—Estoy tratando de protegerte.

El tercero y los demás fueron más que el anterior hasta que la silueta de su
palma quedó marcada en la tez clara de Jungkook, junto a gritos agudos
como fondo de presentación.

—Supongo que con esto es suficiente—resopló el rubio, incorporándose


lentamente y dejando al azabache tendido en el suelo. Taehyung formó una
sonrisa mientras unía cada botón de su camisa—. ¿Todavía quieres ser un
adulto, bebé?

Jungkook no respondió y solo trató de levantarse, pero su cuerpo no


respondió y volvió a caer.

Taehyung chasqueó la lengua y revolvió sus cabellos para después tomar el


cuerpo débil de Jungkook entre sus brazos y recostarlo sobre su cama. Cubrió
su piel desnuda con las fundas y bufó cuando el azabache se giró entre
maldiciones, dándole la espalda.
—¿Esto es lo que querías de mí, Jungkook?—dijo—Felicidades, estás
consiguiendo ser un adulto.

—¡Cállate!—se volteó de golpe—¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!

—Jungkook...

—¡No! ¡Vete!—gritó.

Por primera vez en la noche, Taehyung había visto el río de lágrimas que se
deslizaba por los pómulos de su bebé, y lo hinchados que estaban sus
hermosos ojos oscuros cuando lo miró punzante.

—¿Sabes, Jungkook? Yo siempre intento protegerte, siempre. Y si hago esto


es porque te cumpliré tus caprichos, cada uno de ellos. Si quieres crecer, aquí
está tu prueba.

—Basta—bramó.

—Ya eres un adulto, Jungkook. ¿Qué más quieres?

Jungkook contuvo las lágrimas y bajó la vista.

—Dímelo, Jungkook.

—A ti...—musitó entre dientes.

—¿Qué dijiste?
—¡A ti! ¡Te quiero a ti!

—¿Entonces?

—Pero no de esta forma, Tae. No así...

—Bebé, yo soy tuyo.

—Taehyung...

—Puedes hacer lo que quieras conmigo, conejito.

Jungkook entendió esa noche, cuando Taehyung besó sus labios y después
las marcas del cuerpo que él mismo había dejado minutos atrás y pareciera
haberse olvidado de ello, que estaba demente. El azabache pensó que era
broma, una muy horrible.

Taehyung estaba loco.

Sin embargo, él lo estaba aún más porque sonrió y le devolvió los besos y
las caricias, dejando lo que pasó atrás. Jungkook besó a Taehyung con
desesperación y rasgó su espalda bronceada cuando el rubio se subió sobre
él, en la misma posición de hace un momento.

—Este es nuestro secreto, TaeTae—murmuró el azabache mientras


acariciaba los cabellos del rubio una vez se durmió sobre su pecho.

Este tablero es mío.


Yo soy la certeza.
Yo siempre gano.
Yo voy a sacrificar
cada pieza
con tal de satisfacer al rey.
Yo nací para satisfacerlo.
Thirty one

—Jungkook...

El castaño se quedó helado, shockeado y sin saber qué hacer exactamente.


Taehyung lo miró por sobre el flequillo y el dolor en su cuerpo. Observó al
pequeño infante de solo tres años con preocupación y tragó duro.

Se analizó de piez a cabeza; su cabello estaba desaliñado, habían muchos


rasguños en su rostro, principalmente el lado derecho y su nariz sangraba.
Tenía el corazón acelerado y le costó respirar cuando descubrió a Jungkook
detrás del mueble.

—¿Desde cuándo estás ahí?—murmuró, casi para sí mismo. Sabía que


Jungkook no le contestaría, pero quería ver la reacción pura en su rostro.

El azabache solo evitó su mirada y lentamente se mostró fuera del escondite.


Taehyung lo siguió de cerca y notó que su cuerpo tembló hasta que
finalmente cayó desmayado en los brazos de su hermano.

Esa fue la primera vez.

Taehyung acarició su cabello gentilmente mientras el pequeño de tan solo


cinco años dormía en su habitación como si no hubiera un mañana. Parecía
divertido como la extraña tradición de visitarlo por las noches la había
comenzado él y Jungkook terminó por continuarla.

Taehyung miró el sobre de doce pastillas sobre su mano y que ahora solo
tenía cinco, anteriormente seis, y se recordó a sí mismo que era lo mejor para
ambos. Aún si Jungkook terminara odiándolo después.
Cuando el pequeño abrió sus ojos entre medio del sueño y visualizó la
imagen de su hermano sentado sobre su cama, solo atinó a seguir durmiendo,
aunque si no estuviera con los efectos del medicamento, probablemente se
hubiera lanzado sobre él a darle de sus típicas caricias sobreexageradas.

Taehyung solo sonrió tristemente y cogió el bolso que antes de entrar había
dejado a un lado de la cama para finalmente irse, quizás por un buen tiempo.

Al cabo de una semana, Taehyung insistió en la idea de sentirse observado y


a diferencia de la primera vez, Jin le creyó porque él también se sentía así,
incluso Yoongi lo hacía y contó que hace unos días, un auto intentó seguirlo
por al menos tres cuadras.

Taehyung tomó la decisión de enviar al azabache con la abuela al ver que las
salidas se le estaban dificultando. No podía poner la vida de Jungkook en
peligro ni mucho menos preocuparlo, además, solo otra persona en la familia
Kim mantenía ese pensamiento de protección y era la misma mujer que el
rubio tanto odiaba.

—¿Me enviarás donde la abuela por lo que pasó?—el azabache se escuchó


algo triste, pero no había rabia en sus palabras. Taehyung bajó la vista y
resopló. El rubio caminó hasta él, abrazándolo por detrás mientras el
azabache ordenaba sus pertenencias.

—Lo siento—susurró—. Perdí la cabeza ese... Ya sabes.

—No te preocupes. No te culpo, sé que nunca harías nada para lastimarme.

Jungkook se volteó hasta quedar frente a su pecho y se rió por la estúpida


diferencia de altura que se le interponía a la hora de acercarse a su boca. Sin
embargo, no fue un obstáculo y cargó su propio cuerpo en puntillas para
besar los carnosos labios del rubio.

Taehyung rodeó su cintura entre sus brazos y de igual forma continuó el beso
lento y a la vez suave, sin apuro o desesperación.
—Realmente lo siento—murmuró el rubio cuando Jungkook se apartó.

—Ya cállate, ya lo sé—rió, acariciando sus mejillas—. Te dije que lo


entendía.

—Está bien, pero todavía lo siento.

Jungkook sonrió débilmente.

—¿Tae?—dijo después de unos segundos, apartando la mirada.

—¿Sí?

—¿Volverás por mí?

Taehyung se sorprendió y depositó un casto beso en la frente del más pálido


una vez Jungkook buscó su mirada con necesidad, como si la respuesta
estuviera ahí.

—Claro que sí—le dijo—. Siempre vuelvo por ti.

—Ya lo sé, pero... ¿Qué tal si no vuelves en una semana o un mes?

—Entonces tendrás que esperarme, conejito—comenzó a decir—, pero


recuerda que no importa si pasa un mes o un año, yo siempre volveré por ti.

—Supongo que eso me tranquiliza un poco—terminó por decir.

—¿Solo un poco?
—Bueno—rió—, quizás un poco más.

Taehyung sonrió y segundos después entró Yoongi a la habitación,


informándole a ambos que la dichosa mujer se encontraba en el primer piso
y el ambiente no era muy sano con Jin compartiendo su mismo aire. El rubio
soltó una carcajada y le hizo una señal al menor para que se adelantara.
Cuando el azabache abandonó la habitación y Taehyung cargó el bolso
dispuesto a bajar, Yoongi habló.

—¿Estás seguro de esto?—le preguntó a sus espaldas.

—No hay vuelta atrás—murmuró—. Además, sé que ella no haría nada para
lastimarlo.

—Pero tú no quieres.

—No puedo darle esa seguridad, Yoongi. Tú más que nadie lo sabe.

—No estoy de acuerdo con esto—le dijo, serio—. Está más seguro aquí que
cualquier otro lugar. Además, ¿es en serio? ¿Enviarlo donde ella después de
lo que contaste?

—Ella y yo compartimos algo en común y es que ninguno dañaría a


Jungkook. Es lo único por lo cual lo hago.

—¿Estás seguro, Kim Taehyung? ¿No será por algo más?

A Taehyung se le pasó por su mente contar la verdad, una de tantas, pero


también sabía que solo preocuparía a Yoongi y los secretos no se mantenían
bien atados como debía ser.
—Será mejor que bajemos. Jungkook está por irse—terminó por decir el
rubio.

Por la mente del azabache surgía idea tras otra y junto a ellas mucho miedo
por detrás. Suponía que Taehyung hacía eso porque se sentía culpable
consigo mismo después de lo que pasó, ¿pero llegar a tal punto de enviarlo
lejos? Debía ser algo más que también preocupaba a su hermano.

Jungkook solo quería decirle que eso quedó en el pasado, al igual que muchas
cosas, sin embargo, también compartía con él la sensación de temor que en
él abundó cuando vivió su enojo o la desesperación al no saber qué hacer
para demostrarle lo contrario.

—Sé que es nuevo para ti, pero te sentirás como en tu casa. Lo prometo—la
voz de su abuela lo trajo a tierra y Jungkook solo sonrió a la mujer que
también tenía de una curva en su semblante.

—Gracias, abuela.

Por otro lado, Jin estaba asqueado.

—Qué conmovedor, por un momento creí que era real—soltó.

El castaño se encontraba sobre uno de los sillones, sonriendo con clara sorna
en sus labios.

—Hola a ti también, Seok—dijo ella con voz suave, tanto que al más alto le
molestó.

—Hola, abuela—gruñó.

—¿Qué tal tu vida? Hace mucho no nos vemos.


—Desde que me fui de Seúl—continuó él en una sonrisa.

Jungkook se sintió algo incómodo.

—Y desde que Eugenia murió—dijo ella, manteniendo la calma.

—¡Abuela!—gritó el azabache.

Nunca nadie lo había dicho de una forma tan directa, Jungkook por lo menos
no lo había escuchado de esa forma y al ver el rostro de Jin, suponía que
estaba en lo correcto. El castaño lo digerió a duras penas.

—Deberías aprender a respetar a los mayores, Jin—la voz de Yoongi resonó


en los oídos del castaño que había sido dominado por la rabia ante aquellas
palabras, sin embargo, fueron suficientes para tranquilizarlo.

Taehyung solo se mantuvo al pendiente del azabache que compartían el


mismo sentimiento con el otro al tenerse frente a frente, a una distancia como
dos completos desconocidos y con Jungkook sosteniendo un bolso con ropa
hasta para dos meses.

La situación se les hacía familiar.

—Creo que ya es hora de irnos—comenzó a decir. La mujer de cabellos


claros cargó el bolso del azabache y esperó a Jungkook en el auto mientras
él se despedía.

—No nos mires de esa forma—rió Yoongi—. Tómalo como unas


vacaciones.

—¿Quién dijo que los voy a extrañar?—dijo el azabache.


—Nos miras como si estuvieras a punto de llorar, rata—agregó Jin, sonriente
y con el mismo humor que de costumbre.

—No es cierto—negó.

—Yoongi tiene razón—comenzó a decir el rubio—. Nos verás dentro de


poco y todo esto serán como unas vacaciones.

—Sí, Jungkook, exageras demasiado—Yoongi esbozó una sonrisa—. La


familia siempre se vuelve a reencontrar.

—Lamentablemente somos familias y estamos destinos a estar siempre


juntos, qué horror—dijo Jin.

Jungkook soltó una risa.

—No tienes que despedirte, bebé—El rubio se acercó hasta él, inclinándose
hasta cargar su propio cuerpo sobre sus talones y acariciar sus mejillas
pálidas de su hermano—. Estaremos siempre aquí.

—¿Y si te sucede algo mientras yo no estoy? ¿Qué tal si te marchas y no


vuelves por mí?

—Eso no va a pasar—rió el rubio.

—¿Y si pasa?

—Buscaré una forma de ir por ti, ya te lo dije.

—Lo sé, pero...


—Pero nada. Te prometo que todo esto se solucionará.

Jungkook sonrió a pesar de la pena que su corazón cargaba. Sonrió con tal
de no preocuparlo porque sabía que las despedidas no se les daba muy bien
a los hermanos Kim y nunca se acostumbrarían a ellas.

Se forzó aún más cuando Taehyung lo abrazó y rogó por no romperse en ese
pequeño encuentro mientras veía a Jin y Yoongi por sobre el hombro de su
hermano. Simplemente le dolía y no quería irse de los brazos del rubio.

—Jungkook—el pequeño dio un respingo en cuanto su hermano susurró en


su oído mientras lo abrazaba—, ¿recuerdas lo que tienes que hacer?

—Sí—musitó.

—¿Qué tienes que hacer?—le recordó.

—Robarle.

En cuanto Taehyung abrió sus ojos se encontró con la mirada oscura del
azabache, observándolo a un lado de la cama totalmente desnudo y con una
sonrisa pícara en sus labios. El rubio también sonrió de vuelta.

—¿Todavía no amanece?—dijo en un bostezo.

—Falta una hora.

—¿No dormiste en toda la noche?—Taehyung se acomodó sobre el colchón


y atrajó el cuerpo blanquecino a sus brazos, abrazándolo por la cintura
mientras Jungkook descansaba en su pecho—Escucha, Jungkook, lamento
lo que hi...
—Ya lo sé—se le adelantó de golpe. Jungkook se volteó a verlo y esta vez
hablar más claro y firme—. Y no hay problema con ello. Estoy bien.

—Te lastimé, Kook. No está bien.

—No me lastimaste—dijo, serio—. No lo repitas más, yo te entiendo.

—Pero...

—Hablo en serio, Tae. Estoy bien.

—Bien—dijo el rubio—, ¿entonces no dormiste por toda la noche?

—No podía—abultó sus labios—. Estuve pensando.

—¿En qué?

—En lo que pasó—Taehyung tragó duro y Jungkook soltó una risa que lo
tranquilizó en cierto forma—. No me refiero a lo que nosotros tuvimos, sino
el porqué odias tanto a la abuela.

—Eso no interesa.

—Creo que sí—continuó el azabache—. ¿Acaso ella te hizo daño?

—Jungkook, no tienes que interesarte por eso. Estás pensando demasiaso,


¿está bien?—Taehyung se levantó de la cama, buscando su bóxer en el suelo
dispuesto a darse una ducha y acabar con el tema, pero Jungkook fue más
rápido y lo frenó, dándole un abrazo por la espalda.
—¿Sabes que puedo ayudarte en lo que sea, cierto?

No había una explicación más que un recuerdo. Taehyung creyó que


Jungkook recordó algo mientras lo veía dormir y que probablemente la
involucrara a ella, y a diferencia de otras veces estaba tranquilo y confiado
en sus palabras, lo cual era preferible antes que verlo atemorizado y curioso.

El rubio aprovechó la situación y la manejó a su favor. Besó la boca del


azabache con fuerza hasta tumbarlo sobre la cama nuevamente y apartarse
unos centímetros de su rostro para mirarlo fijamente a sus ojos.

—Jungkook, ¿harías cualquier cosa por mí?

—Sí, Tae.

Y como todas las veces, Taehyung siempre tenía todo planeado. Los abrazos,
las lágrimas, la actuación tan acogedora y tierna, solamente fueron
contraataques de su juego de ajedrez desde un principio.

Jungkook temblaba en el asiento del copiloto mientras su abuela conducía.


¿Qué sucedería ahora? Fue quizás la pregunta que más se repitió en su mente
y con ella otras más, pero aunque quisiera saberlo, no estaba listo tampoco
para lo que sea que su hermano le había dicho.

Taehyung estaba loco, ya lo había comprendido. Él también lo estaba, y eso


era aún peor. No había una salida visible en los Kim, solo pequeños huecos
que indicaban una, lo que significaba que estarían condenados al mismo
ciclo.

La instrucción fue clara, Taehyung le había dicho que necesitaba diez


papeles en total. Le describió la casa de la abuela porque él había estado ahí
muchas veces y sabía dónde escondía las cosas importantes. Por más extraño
que fuese, Jungkook nunca había entrado a la casa de la mujer y ahora que
lo piensa, no estaba del todo seguro hacerlo.
—¿Todavía nervioso?—Jungkook negó con una sonrisa, pero lo estaba. Ella
soltó una risa—¿Sabes? Te pareces a tu padre.

—¿Físicamente?

—También, pero en sus reacciones son totalmente iguales. Aunque yo diría


que él mentía mucho mejor—El azabache no tardó en reír también; lo había
descubierto tan fácilmente—. ¿Ves? Eres un pésimo mentiroso.

—Jin dice lo mismo—le dijo.

—Tiene razón, entonces.

Jungkook asintió mientras jugaba torpemente con sus manos.

—¿Abuela?—preguntó después de unos minutos.

—¿Sí?

—¿Cómo conociste a Jin?

Jungkook notó que la pregunta le había resultado extraña en un principio y


que de cierta forma su abuela no se la esperaba, pero terminó relajándose
después.

—Me refiero a que como él no es tu nieto de sangre—agregó rápidamente al


verla inquieta.
—Claro, claro, entiendo—comenzó a decir—. Bueno.., Eugenia y tu padre
siempre fueron buenos amigos cuando pequeños, sin embargo, él terminó
casándose con tu madre que era muy hermosa e inteligente.

—No me sorprende—rió Jungkook.

—A mí tampoco—le sonrió—. Sin embargo, Eugenia fue más apegada a


nosotros que tu madre, aún cuando ella estaba casada con tu padre. Es por
eso que cuando Jin nació, lo consideré más como mi nieto que alguno de sus
abuelos de sangre.

—Ya entiendo...

—Él también carecía de una abuela porque ambas estaban ausentes.

—Es cierto, mamá dijo que solo estaba el abuelo pero él no era bueno—
recordó.

—Bueno, es cierto. Era un hombre muy ocupado cuando ellas eran unas
niñas.

—Creo que ya comprendí...

—¿A qué va todo esto?

—No lo sé. Preguntas curiosas.

Taehyung tembló y tragó duro cuando tomó los papeles de la carpeta que
tenía debajo del colchón junto con el resto de cosas que escondió. Ojeó cada
hoja hasta que finalmente su vista se fue directo a un cd que había entremedio
y que antes no se percató de ello.
—¿Qué es eso?—preguntó Jin, frunciendo el ceño.

—Yoongi—habló firme el rubio.sin voltearse a su dirección—. Tráeme mi


computadora, está detrás de mi chaqueta.

—Está bien—Yoongi caminó rápidamente hasta la chaqueta de cuero que


estaba colgada entre las tantas más y cuando encontró la computadora, se la
entregó—. Ten.

Taehyung se mantuvo en silencio dentro de su habitación con la mirada fija


y curiosa del resto de espectadores todavía confusos de qué hacían ahí
reunidos. El rubio encendió la computadora una vez la tuvo sobre sus rodillas
y introdujo el cd en el reproductor.

—Escuchen, pueden oponerse a mirar esto. La primera vez es difícil de


digerir—avisó, todavía evitando las miradas a sus espaldas.

—No exageres. Solo hazlo—Jin rodó los ojos.

—Opino lo mismo—dijo el teñido.

—Está bien.

Jin se cruzó de brazos mientras observaba la pantalla a oscuras y sin


contenido. Formó una mueca al tener que esperar tanto junto con Yoongi que
ya estaba hastiado por tanto entretenimiento. Y justo cuando el vídeo
comenzó, todo cambió en sus rostros al cabo de unos minutos.

Era una maldita violación.


Thirty two

Este capítulo contiene lenguaje vulgar, violencia y maltrato psicólogo.


Leer bajo precaución.

Ninguno de los dos aguantó después de la primera escena. Jin gritó que
detuviera la grabación en lágrimas porque ya no soportaba seguir viendo.
Yoongi solo estaba en shock, ninguna reacción adornaba su rostro después
de escuchar y ver lo que, ojalá, fuera solo una película.

—Las grabaciones son reales—el rubio fue el primero en romper el silencio.


Jin negó con los ojos llenos de lágrimas mientras dejaba caer su cuerpo
lentamente en el suelo, totalmente fuera de sí mismo—. Yo les advertí que
sería difícil de digerir.

—¿De dónde sacaste eso...?—murmuró débilmente Yoongi,


recomponiéndose.

—Estaba en los archivos de mi padre.

—¿Tú lo viste...?—temió decir el castaño.

—Sí, hace mucho tiempo—respondió el rubio.

—¿Cuántas veces viste esa mierda y por qué la conservaste? Tienes que
quemar esa porquería—gruñó Yoongi.

—Créanme, la he visto muchas veces—dijo, mirándolos a ambos—. Y no


puedo quemarlos. Odiaba a mi padre, pero si él tenía esto escondido y lejos
de mí es porque era parte de algo. Esto es evidencia que no puedo
simplemente ignorar.
—No entiendo cómo eso es evidencia...—susurró Jin. El castaño se dignó a
alzar el rostro lleno de tristeza para mirar fijamente a su primo que no
comorendía cómo es que no tenía siquiera una expresión de lástima al ver la
escena—. Para mí, eso es solo evidencia de que ese bastardo era un maldito
demente.

—Concuerdo con él—comentó seguido el teñido—. Que tú tengas eso en tus


manos te hace cómplice. ¿Qué tal si la mujer de ese vídeo fue víctima de tu
padre?

—¿En serio creen eso?—se rio el rubio—Son solo vídeos al azar acoplados
en un cd. Él era un montón de cosas, pero no era un maldito violador.

Jin y Yoongi solo guardaron silencio.

—Cuando vi estos vídeos, pensé en muchas cosas, pero nunca se me cruzó


la idea de que él tuviera que ver con esto. Y lo dudo, ahora que lo dicen—
dijo Taehyung ante su reacción estupefacta—. Busqué el nombre de cada
una de las víctimas y estos vídeos solo están sacados de internet.

—¿Pero por qué él tendría eso?—preguntó Yoongi, frunciendo el ceño.

—Eso es lo que no sé, y a eso voy de que si lo conservó y lo escondió es


porque este vídeo es importante para algo y alguien.

—Entonces...—murmuró Yoongi.

—Si esto efectivamente es para alguien, ¿no creen que él lo estaría buscando
a toda costa? —sonrió Taehyung, emocionado ante la idea.

—Te refieres a...—trató de completar el castaño.

—Me refiero a que el ladrón busca toda esta evidencia—terminó por decir.
—¿¡Es por eso que nos sigue!?—exclamó Jin rápidamente.

—Yo diría que sí.

—¿Cómo es que estás tan seguro?—gruñó Yoongi, ya cansado.

—Pues...—Taehyung alborotó sus cabellos rubios y resopló, dejándose caer


en la cama—. Leí cada papel que había ahí y como ya dije, todos tratan de
mí. Mi padre era científico y algo realizó conmigo, haciéndome más de una
prueba para seguir una secuencia de reacciones que validaran su
investigación.

—¿Investigación?—preguntó Jin—¿Te refieres a que él te hizo cosas para


investigarte?

—Eso creo. Me hizo ver ese vídeo más de cien veces cada noche, también
me hacía muchas preguntas ahora que lo recuerdo y me hacía contestar
muchos test mientras estaba encerrado—comenzó a decir. Taehyung se le
adelantó a ambos que iban a llenarlo de preguntas por lo que estaba
confesando. Sin embargo, fue más rápido y soltó la verdad de la historia a
medias que les había contado—. Sé que quieren saber porqué no les dije,
pero no es divertido decir que sufriste maltrato psicológico. Tampoco busco
su lástima, solo quiero que unan ciertas piezas si en algún momento olvido
lo que les estoy diciendo.

—Espera. ¿Cómo que olvidar?—se preocupó su primo que se incorporó de


golpe después de oírlo, dejando atrás las lágrimas.

—El medicamento que yo le di a Jungkook lo tuve mucho tiempo en mi


cuerpo, por lo tanto las secuelas son más de las que Jungkook tiene—
explicó—. Simplemente pierdo el conocimiento después de un tiempo y
reinicio, son algunos de las efectos por consumirlo repetitivas veces.
—Entonces- —comentó Yoongi.

—Todavía falta—interrumpió el rubio. Taehyung inhaló profundo—. El dos


de mayo es el día exacto en que descubrí que mi padre era infiel y al día
siguiente él me mostró ese vídeo, obligándome a verlo en el sótano por
algunos días de corrido. Recuerdo que no dormí ni comí durante el transcurso
y después de eso perdí la memoria. Solo tengo pequeños momentos como un
flashback, pero nada más.

—Es por eso que tenías marcas en el cuerpo y estabas delgado—musitó Jin,
casi queriendo unir el rompecabezas por sí mismo.

—Tengo marcas en mis tobillos y muñecas por el roce de las cuerdas, no


desaparecieron aún si hice todo por ocultarlas—agregó.

Yoongi tragó duro y miró a su mejor amigo con lástima, sin saber qué decir
exactamente. ¿Qué debía hacer? No habían palabras para expresar el
sentimiento que Taehyung transmitía en su mirada. No había dolor, tristeza
o algo parecido.

—Uniendo todo lo que les estoy diciendo, estoy seguro que el bastardo está
buscando estas investigaciones para ocultar el secreto de mi padre porque
también participó—les dijo, serio—. Entonces, si realmente fui parte de una
investigación no autorizada, ¿no creen que yo podría enviarlo a la cárcel con
esto saliendo a la luz?

—Ya entiendo—murmuró Jin, serio—. Tiene miedo de lo que puedas hacer


con esos archivos.

—Exacto—completó Taehyung, sonriéndole a su primo.

—Algo no está bien—dijo Yoongi, de repente. El teñido sonrió como


respuesta a su análisis y se sentía orgullo de sí mismo al comprender cuando
Taehyung hablaba entre líneas—, ¿cierto, Taehyung?
Y su mejor amigo le devolvió la sonrisa en su cruce de miradas.

—¿De qué hablas?—Jin miró a Yoongi vertiginosamente y después al


rubio—¿De qué está hablando?

—Jin—llamó el teñido, capturando su atención pero sin apartar la vista de


su mejor amigo frente a él—. ¿No crees que si fuera así de fácil, él ya lo
habría hecho?

—¿Eh?

—Es una guerra de quién cae más pronto.

Estaba en lo correcto, aunque Taehyung tenía la esperanza que Jin estaría tan
ocupado pensando en el vídeo que no analizaría sus palabras con el fin de
usarlas en su contra como ya sabía hacer. Más bien, la sorpresa en ese trabajo
se la entregó su mejor amigo que había leído entre líneas y comprendió que
si realmente la operación fuera tan sencilla como Taehyung decía, ya lo
habría hecho desde que sospechó de los papeles en un inicio. Eso solo
significaba que era una pelea de quién revelaba primero la información del
otro, sin embargo el resultado sería el mismo. Los dos caerían juntos o
ninguno lo haría.

El rostro desconcertado del castaño se formó una vez se volteó a su primo


que no negó lo que Yoongi decía, sino que lo asumió como verdad con una
sonrisa de oreja a oreja.

Jungkook pensó que la casa de la abuela era acogedora, más de lo que él


creía en un inicio. Para su sorpresa resultó ser acogedora, bastante en
realidad, de esas típicas viviendas en las películas que las abuelas tenían,
llenas de tejidos, álbumes de familiares del otro siglo y con cierto aroma
peculiar de la comida. El azabache sonrió porque después de todo, su abuela
seguía siendo la misma que siempre.
Le llamó la atención la cantidad de libros en la repisa y en distintas partes de
la casa. Su abuela leía mucho, demasiado para su gusto que hasta podría
considerarla maniática por los libros medievales o de filosofía, que eran
precisamente los que más se esparcían en sus lugares más visitados como el
sillón o la mesa principal con un computador encendido y ensayos a su
alrededor. Eso quería decir que Taehyung la conocía de pies a cabeza y la
casa que veía ahora por dentro era justo como él se la explicó la noche
anterior.

—Perdona el desorden—ella dejó su abrigo en el perchero y le indicó que él


hiciera lo mismo antes de sacarse los zapatos con un gesto—, pero cuando
Taehyung me llamó estaba tan emocionada que no tuve tiempo de, ya sabes,
ordenar.

—No te preocupes, abuela—dijo con una sonrisa mientras imitaba su


acción.

—Al fondo está tu habitación, frente a la mía, ve a dejar tus cosas y te serviré
algo de comer. ¿Está bien?

—Me parece bien o creo que moriré si no como algo ya—rio él.

—Bien, iré a cocinar—soltó una risa antes de irse.

Jungkook avanzó hasta lo que sería su habitación y abrió lentamente la


puerta, molestándole un poco el ruido oxidado que hacía, pero lo ignoró
después y sonrió por la hermosa vista que tenía su dormitorio, agradeciendo
el balcón que dejaba ver el delicado cuidado que su abuela poseía por su
jardín.

Tenía lo justo y necesario, una cama bien cuidada, mesita de noche, un


armario y un escritorio lleno de libros y lápices. Parecía como si alguien más
hubiera vivido con ella hace poco, porque a decir verdad la habitación no
estaba sucia ni mucho menos tenía algún olor del insuficiente uso, lo que era
aún más extraño. Jungkook resopló y se ocupó de guardar sus cosas dentro
del armario, donde al abrirlo encontró un juego de ajedrez lleno de polvo que
además le faltaba una pieza. No era del todo idiota para saber que un peón
negro no estaba, lo que era una lástima porque el juego se veía costoso por
su calidad.

Los libros en el escritorio eran una mezcla de géneros, comenzando por


acción y terminando en investigaciones de personas muertas que a Jungkook
no le llamaban mucho la atención, pero agradecía que su abuela tuviera algo
más que solo indagaciones.

No obstante, la habitación de su abuela era el enfoque principal junto a las


repisas dentro de la casa. Taehyung le dijo que probablemente su dormitorio
estaría bajo llave y no se equivocó, también le dijo que trataría de confundirlo
con muchos libros, lo que no podría ayudarlo a la hora de buscar los papeles
que él necesitaba. Solo debía tener claro que hay dos rumbos, buscar los
archivos en su cuarto o dentro de algún libro, lo cual el rubio explicó que la
mujer era muy inteligente y no se arriesgaría a esconder una información tan
valiosa fácilmente, así que probablemente lo tendría oculto en algunos de los
miles de libros que habían.

Jungkook se desesperó, esto iba mucho más de todo lo que había imaginado.
Nunca había hecho tal cosa, la traición no estaba en su lista de deseos antes
de morir ni mucho menos ser parte de algo parecido, y si no fuera por el
enorme deseo que tenía por ayudar a su hermano, no lo habría hecho, después
de todo su abuela no se equivocaba en algo y era que la curiosidad mataba,
estaba comprobado por él.

—Al fin llegas, ¿qué tal tu habitación? ¿Te gusta?—le preguntó en cuanto lo
vio llegar. Jungkook asintió con una sonrisa y se sentó en el puesto indicado
sobre la mesa—Qué bueno, estaba tan nerviosa porque ese cuarto no se usaba
hace mucho tiempo.

—No parecía. Estaba muy limpio, más que el mío—se rio.

—Me alegro—dijo, antes de aparecerse frente a él con un plato de


bibimbap—. Ten.
—Gracias, abuela—ella sonrió y finalmente se retiró para dejarlo comer.

El azabache se sintió inquieto antes de probar el plato y habló para


tranquilizar su interrogante.

—¿Abuela?

—¿Sí?—respondió ella desde la cocina.

—En el armario había un juego de ajedrez y no sabía muy bien qué hacer
con él, así que lo dejé a un lado del escritorio, por si lo necesitas.

Jungkook no era un gran observador, pero todo el tiempo que convivió con
Jin aprendió que todo se basaba en gestos, movimientos e incluso un
parpadeo que determinaba mucho más que unas palabras, y aún siendo
inexperto adivinó que su abuela no tenía idea de aquel juego o no estaría tan
asustada cuando escuchó hablar de él.

—¿Abuela...?—murmuró, confundido.

—¿Ah? Sí, sí, ya recuerdo—masculló, recomponiéndose de golpe, muy


extraño para el gusto del azabache—. Era de tu padre, qué alivio, creí que lo
había perdido.

—Falta una pieza—agregó Jungkook.

—¿Eh?

—Al juego le falta una pieza.


—Claro, sí, tienes razón—balbuceó—. Creo...que me desharé de él.

—¿Estás segura? El juego debió costar mucho.

—No te preocupes, Jungkook—susurró—. Solo me trae malos recuerdos.

Taehyung, despierta.

La voz de Jin y su madre retumbaron en sus oídos una y otra vez, pero aún
así el pequeño no logró descifrar lo que decían. Taehyung atinó a dejarse
caer en el suelo otra noche fría bajo el sótano, aferrándose al único calor que
podía desprender mientras se refugiaba a sí mismo entre sus rodillas. Pestañó
sonámbulo y siguió durmiendo hasta que la luz del día siguiente penetró sus
párpados de golpe y sin cariño.

Mamá se había ido otra vez a un viaje de negocios por su trabajo y él sabía
que cuando eso sucedía nuevamente los vídeos resonaban en sus tímpanos.
Ya se sabía cada escena al pie de la letra y no entendió cuándo es que dejó
de sentir algo al verlas. Dolor, pena, nada de eso habitaba dentro de él a la
hora de observar el televisor antiguo y con el mismo polvo de siempre.

Taehyung, despierta.

Una mañana se observó en el espejo y sollozó cuando examinó la cantidad


de moretones que tenía su brazo izquierdo. Si él fuera el causante de dichas
heridas, lo recordaría, pero no recapituló ningún recuerdo en ese entonces ni
mucho menos después.

Al día siguiente, Taehyung se levantó temprano y fue al baño entre bostezos,


se miró al espejo y se percató de las marcas que tenía su brazo izquierdo.
Frunció el ceño, si él fuera el causante de dichas heridas, lo recordaría.

El día después de ese, Taehyung se despertó en la madruga y caminó hasta


el baño que tenía cerca de la habitación, se observó en el espejo y descubrió
la hinchazón en su brazo izquierdo. El pequeño gruñó, si él fuera el causante
de dichas heridas, lo recordaría.

Taehyung, ¿lo recordarías?

Continuaron los días, uno más rápido que el otro. Taehyung hizo el mismo
recorrido un sinfín de veces, sin siquiera recordarlo. Pronto halló más marcas
aparte de las de su brazo y se sintió asustado. Tembló y tragó duro cuando
perdió la cuenta del día que era y llegó la hora de mirarse al cristal por la
mañana, aunque eso no fue lo más difícil. La complicación apareció en el
momento justo que alzó la vista y no reconoció quién estaba frente a él.

Taehyung, despierta.

—Cállate—bramó frente al espejo.

El pequeño de seis años frunció el ceño y apretó los puños.

Taehyung, despierta.

—¡Cállate!—exclamó.

Tenía el cabello castaño, los ojos rojos como la sangre y unas bolsas debajo
de ellos. Sin duda no se reconoció y quería pretender que el niño frente a él
no era ni tendría ningún parecido con él.

La abuela llegó a los minutos después y la voz de su madre diciéndole que


se vistiera porque debía estudiar lo aturdió un poco. Taehyung ignoró al
sujeto que tenía frente a él y le restó importancia, simplemente se vistió y
esperó a la abuela en su cuarto, sentado y con la atención puesta en los libros
sobre el escritorio, acción que la mujer alabó una vez se encontraron cara a
cara.
—¿Leíste el libro que te dejé ayer?—era su forma de saludar. Taehyung negó
y pareció no gustarle mucho la respuesta porque frunció el ceño—¿Por qué?
Te dije que debías hacerlo.

—No recuerdo muy bien si lo hice—murmuró.

—Entonces te daré treinta minutos para releerlo ahora, si realmente quieres


ir a la universidad y llegar lejos, debes aprenderte esto.

—¿Treinta minutos? Es muy poco.

—Es una orden, Taehyung, y las órdenes se obedecen.

Taehyung pensaba que era divertido hacerla enojar.

—¿Y si no obedezco?

Fue respuesta suficiente para provocarla, pero nunca antes esperó que ella
reaccionara de la forma en que lo hizo.

La mujer gruñó y tomó la muñeca de Taehyung con tal fuerza que el pequeño
lloriqueó cuando lo hizo. Lo arrastró bruscamente escaleras abajo y la señora
Kim observó atónita la escena donde su único hijo trataba de zafarse del
agarre brusco que su abuela ejercía hasta que finalmente lo empujó en el
armario que estaba en la oficina del señor Kim, la misma donde Taehyung
había estado un dos de mayo y la misma que ahora estaba cerrada con llave
con él ahí dentro.

—¡Abuela! ¡Mamá!—gritó con fuerza, golpeando desenfrenadamente las


paredes—¡Mamá, sácame de aquí!

Cuando la señora Kim intentó acercarse a la oficina y tratar de abrir el


armario, la mujer la bloqueó, deteniéndola en seco.
—Déjalo. Él debe aprender—le dijo, seria.

—¿¡Estás loca!? ¡Es un niño!—exclamó.

—Un niño insolente—corrigió ella—, y ese niño debe aprender por las
buenas o las malas.

—¡Esa no es una forma de aprender!—gritó, intentando liberarse.

—Lorraine, ¿realmente quieres que tu hijo crezca insolente y sin modales?


Esto no es lo que James querría.

No, pensó ella, eso no es lo que su marido querría.

El pecho de Taehyung lo ahogó y de pronto se sintió mareado. Las manos


femeninas se sintieron reales y de pronto tocaron cada parte de su cuerpo,
esparciendo ese sentimiento de lujuria hasta las puntas de su pies. Se forzó a
no cerrar los ojos porque sabía que si lo hacía, los vería a ellos frente a él,
pero el llanto y quizás la desesperación de estar en el lugar donde todo
comenzó, no fueron de mucha ayuda para ese objetivo.

Taehyung se estremeció ante cada estocada y jadeó cuando el golpe de los


testículos de su padre chocaron contra las paredes anales de la mujer. Negó
y cubrió sus oídos, sin embargo, la penetración fue tan profunda, los besos
esparcidos en esa piel se hicieron presentes y por un momento pensó que él
estaba ahí otra vez, escuchando los gemidos de ambos clavarse dentro suyo.

Las grabaciones fueron lo siguiente y la niña violada apareció frente a sus


ojos hasta que finalmente Taehyung gritó otra vez, importándole muy poco
si el clamor quemaba su garganta.

Tú la mataste, Kim, tú la violaste.


—¡Cállate!

Eres un asesino, Taehyung, un maldito violador.

—¡No es cierto! ¡Cállate!

Su madre se dejó caer fuera de armario entre lágrimas, repitiéndose que era
lo mejor para su hijo aún si él gritaba con el fin de que alguien pudiera
ayudarlo.

Taehyung cayó desmayado y al cabo de una semana el recuerdo apareció en


su mente mientras la abuela leía para él un libro de historia universal. El
pequeño frunció el ceño y pensó que la mujer era mala, muy mala.

—Abuela—llamó él, interrumpiéndola con una sonrisa y captando su


atención—, ¿quieres jugar ajedrez?

—¿Huh? ¿Qué tiene eso que ver con historia?

—Cada vez que ganes, me harás preguntas y avanzaremos más rápido.

—Me parece bien—respondió. La mujer sonrió y dejó el libro a un lado.

—¿No te interesa saber que obtendré yo?

—No—dijo—, porque no ganarás.

—He ganado otras veces, ¿qué te hace pensar que esta vez no?
—Estoy confiada el día de hoy.

—Entonces... ¿Deberíamos apostar algo más?—sonrió Taehyung.

—¿Algo como qué?

—Que te parece...—hizo una pausa y la miró directamente a los ojos—. La


vida del otro.

—¿Qué?—musitó después de unos segundos, casi ahogándose.

—Lo que has oído—dijo él—. Si tú ganas, puedes hacer cualquier cosa con
mi cuerpo, incluso quemarlo, me da igual.

—¿Q-qué cosas estás diciendo?—entró en pánico.

—Si yo gano—inhaló profundo y le sonrió—, te mataré.

El pequeño de seis años creyó que su abuela tenía miedo por la forma en que
le golpeó la mejilla y lo empujó al suelo donde el hueso bastante descubierto
de su cadera crujió por el impacto. Se alejó muy rápido y cerró la puerta de
golpe, encerrándolo antes de que Taehyung se incorporara, pero el castaño
siguió sonriendo porque abandonar una partida de ajedrez era lo mismo que
perderla.

Taehyung esbozó una sonrisa.

Unas noches más tarde la mujer preparó el nuevo contenido de clase para su
nieto, incluso si los ojos le pesaban o su espalda dolía cada vez que se
enderazaba después de una larga lectura de informes en su antiguo trabajo
que fueran de utilidad para el aprendizaje del castaño. Entretanto, desvió su
mirada al juego de ajedrez que se alineaba perfectamente sobre una repisa y
formó una mueca, recordando que dejó una partida sin terminar gracias a su
exageración y miedo ridículo, si lo pensaba, es por eso que se disculparía
mañana con una nueva partida.

Un ruido sordo se escuchó a los lejos desde su habitación y se levantó con el


ceño fruncido, dispuesta a descubrir el causante, pero resultó que el
estruendo se causó por el gato de su vecina que saltó a su jardín y nuevamente
la visitó aún si ella le había prohibido el ingreso, sin embargo no se armó
más lío y simplemente resopló, restándole importancia. Cuando volvió a la
sala principal a regañadientes casi se paralizó a pocos centímetros de ella
donde divisó a un niño familiar que sostenía las piezas del ajedrez, sonriente
y entretenido, con un claro desinterés por la persona a sus espaldas y además
dueña de casa.

—¿T-Taehyung?—pronunció con dificultad—¿Qué haces aquí? ¿Cómo


entraste?

—Lindo juego—ignoró él sus preguntas, solamente concentrándose en la


pieza que tenía en sus manos—. ¿Vale mucho?

—Fue un regalo, en realidad, pero supongo que sí—dijo, sonando algo


tímida.

—¿Recuerdas nuestra partida de ajedrez?—preguntó rápidamente, sin


voltearse.

—No entiendo a qué te refieres...

—Ya sabes... Cuando dije que el peón es mi pieza favorita. ¿Recuerdas?—


ella asintió débilmente y Taehyung sonrió—Bueno, hay algo que se me
olvidó decirte.

—¿Qué cosa?—alzó ambas cejas.


—A veces...—comenzó a decir. Taehyung miró la pieza del peón con un
destelló en su mirada, casi fascinado—los peones se mueven hasta el final
del tablero para convertirse en algo que no son y así ganar el juego, pero no
importa cuánto se esfuercen, abuela.

—¿Qué intentas decir...?

—El rey sigue siendo el rey y un peón solo vive para sacrificarse por él.

Fue como un déjà vu bastante irónico en el cual ella se enfrentó a las


aterradoras puertas de un armario, recordándole que hace algunos días atrás
fue ella la que lo encerró a él, y comprendió lo que Taehyung sintió ahí
dentro, ahogo, terror y cobardía.

Taehyung, despierta.

—Estoy despierto, más despierto que nunca—musitó.

—¡Taehyung! ¡Abre la puerta ya!—gritó mientras golpeaba las puertas que


el pequeño cerró con llave.

—No puedo.

—¡Taehyung! ¡Ya basta! ¡No es divertido!

—Cállate, no puedo pensar bien—frunció el ceño, enfadándose consigo


mismo.

—¡Abre la puerta! ¡Maldición!

—¡Cállate!
—¡Déjame salir! ¡Taehyung! ¡Abre ya!

El pequeño no podía concentrarse y no recordaba porqué estaba ahí, con un


río de lágrimas deslizándose por sus pómulos o sus muñecas tan adoloridas
mientras se aferraban a un peón negro que había entre ellas. Los gritos solo
aumentaron sus emociones y él pensó que realmente los odiaba, los sonidos
eran horribles cuando te traían tantos recuerdos que oprimían con fuerza.

Se preguntó si él gritó de esa forma ese día y algo le había dicho que lo hizo
más veces, sin embargo nunca nadie atendió sus súplicas, al contrario, se
encargaron de darle más razones por las cuales quejarse.

Los gritos femeninos continuaron, el ruido sacudió su cuerpo y luchó por


mantenerse indiferente a ellos. El pequeño resopló y se dejó caer fuera del
armario, se subió ambas mangas hasta el hombro y observó los mismos
hematomas que la mañana. Taehyung gruñó, si él fuera el causante de dichas
heridas, lo recordaría.

—¡Taehyung!—gritó por octava vez.

Hastiado, abrió finalmente el armario y aunque ella intentó escapar, la detuvo


mucho antes de hacerlo, sonriéndole mientras dejaba ver las cuerdas antes
ocultas en sus bolsillos. La resistencia de su abuela no fue difícil, aunque
obtuvo un golpe o dos, pero definitivamente ya estaba acostumbrado a ellos
de su parte. Ató sus muñecas, tobillos y como acto final le encajó la pieza
del peón por la boca, presionándola contra la cavidad hasta ahogarla.

—Realmente me enfermas—gruñó y oprimió más fuerte, provocándole


algunas lágrimas.

La saliva chorreó desde su boca hasta caer en sus dedos más pequeños y
pareció no importarle si la mujer tenía arcadas y lloraba desconsoladamente,
sino que se divertía como nunca antes.
—Mujer insolente—delineó con rabia, quitándole la pieza de la boca de
golpe.

Ella tosió.

Taehyung se levantó y caminó hasta la sala principal, desapareciendo de su


vista hasta unos segundos más tarde donde volvió cargando el juego hecho
de cerámica con una sonrisa espeluznante. La mujer quedó atónita cuando el
de piel bronceada se sentó frente a ella y situó las piezas en su lugar dentro
del tablero sin problema alguno por la situación frente a sus ojos.

—Tenemos una partida pendiente—sonrió él, animado y relajado, con un


tono de voz suave.

—N-no...—balbuceó. Ella apretó los dientes y pateó con furia el tablero aún
estando atada—¡No jodas conmigo!

Taehyung no dejó de sonreír.

Rápido, sin titubeos y dudas, incrustó el peón de cerámica en uno de los pies
descalzos de la mujer.

—¡Ahg!—exclamó, ahogándose y llena de dolor entre tanto veía la herida


con su cuerpo temblando producto del impacto.

El castaño presionó más fuerte el peón, mirándola fijamente.

—¡A-ahg!—chilló.

—Mujer insolente.
Bastó una última compresión para que la pieza se destruyera dentro de su
piel y atravesara la extremidad con un charco de sangre deslizándose por
debajo, casi haciéndole una decoración en conjunto. El pequeño solo se burló
de los gritos sofocantes, los llantos interminables y palabras entrecortadas,
pero sin interés.

—No eres nadie—bramó, capturando su atención—. El peón solo se sacrifica


por rey o el mismo rey lo entrega a la muerte.

Ella se asfixió en sus palabras que rogaban por salir y responder, pero el
dolor que se extendía desde la zona afectada hasta su cabeza fueron
cómplices de Taehyung.

—Realmente me enfermas...—murmuró con repulsión antes de incorporarse


lentamente y darle la espalda.

—T-Taehyung... ¿¡A dónde vas!?—exclamó cuando él se alejó


paulatinamente.

Cuando el pequeño regresó y ella creyó que la liberaría, estaba equivocada,


Taehyung solo impactó un libro de sus favoritos en su rostro hasta dejarla
inconsciente sobre su propia sangre.

—Duerme, gran peón.

Día 109
Estoy recordando algunas cosas.
Aclaración: Taehyung dice que intentó matarla y esta no es esa parte
porque aquí su intención solo es lastimarla, nada más. Esa escena tenemos
pendiente.

Aclarar también que el padre NO abusó de Jungkook, ni nada parecido.


Jungkook solo lo vio, pero no se aplicó con él.
Thirty three

Este capítulo contiene lenguaje vulgar y violencia. Leer bajo precaución.

El mes pasó y con él también se fueron las esperanzas de volver del azabache.
Perdió el contacto con Taehyung al cabo de dos semanas por más veces que
él le prometió no hacerlo, intentó regresar de la desesperación de no tenerlo
cerca, pero cada vez que quería hacerlo recordaba el principal propósito de
estar ahí y que probablemente su hermano se decepcionaría de él si lo ve
llegar con las manos vacías.

Se volvió loco buscando tales archivos y era más difícil de lo que él pensaba
en un principio, aunque claro, sin referencias o ideas de cómo y dónde podría
estar exactamente era bastante complicado. Sin embargo, nunca se rindió y
se motivó a sí mismo a continuar cuando recordaba las veces en las que
Taehyung se vio envuelto en situaciones para nada amigables, desde el
atrevimiento de Jin hasta los recuerdos de él siendo golpeado. Y en este
momento, el que si sucedió o no, ya no se volvía sustancial para el azabache
ya que su nuevo objetivo era no defraudarlo.

Asistir a clase también fue un nuevo reto y no negó que los primeros días se
volteaba a la salida de autos para ver si la patente del auto de su hermano
estaba ahí esperándolo con él dentro, y entonces seguía una decepción que
no terminaba hasta que finalmente se dormía.

Quería preguntar por él a Jin, Yoongi, e incluso sus propios amigos, pero
ninguno parecía dar una respuesta objetiva de dónde estaba porque
curiosamente Taehyung había desaparecido el día siguiente que Jungkook se
marchó y nunca le dijo, en realidad no le dijo a nadie dónde se iría. Intentó
visitar su trabajo, pero Charlotte le entregó la misma respuesta. Por el
momento, la única información que tenía era que le dejó una nota a Jin donde
decía que estaría bien, pero nada más, no hay límites, direcciones, ni nada,
totalmente despejado del rastro moreno.
Finalmente, cuando comenzó mayo, se resignó a que quizás su volveré por
ti no se refería a una fecha próxima, sino muy lejana. A pesar de la tristeza,
decepción y frustración, cumplió lo que su hermano le indicó desde un
principio, confiando esta vez en las palabras de Taehyung y esperando por
él.

Resultó ser que los supuestos archivos estaban dentro de un libro antiguo y
pesado bajo la alfombra y piso de la habitación de su abuela. Lo encontró
por mera casualidad la sexta vez que entró a escondidas y su pie se dobló
misteriosamente, dándole la vista precisa del mejor escondite dentro de la
casa. Aunque no entendió porqué esos papeles eran tan importantes,
Jungkook solo veía texto en inglés y algunas fotografías sin mucho sentido,
pero que cuando volteó el informe a un ángulo de 60 grados entendió que
aquella fotografía era más tétrica de lo que podía ser sin estar volteada.

—¿Qué es esto...?

La presencia de Namjoon y Jimin se hacía cada vez más frecuente y para Jin
no era relativamente grato tratar con dos adolescentes en una casa donde no
pertenecían y más si ya se había deshecho de uno con rostro de ratón. Para
variar, Yoongi no ayudaba mucho.

—Baja tus pies del sofá—Jin miró con el ceño fruncido al teñido que bufó
en respuesta y los bajó de mala gana. El castaño sonrió y limpió el polvo
mínimo del sillón como estaba acostumbrado a realizar semanalmente.

—¿Es necesario? Si te vuelves tan adicto a la limpieza, te volverás loco—


Yoongi resopló.

—A diferencia de ti, yo no viviría en la suciedad—se burló. Yoongi rodó los


ojos y pegó nuevamente la vista a su celular.

Jin aspiró toda la sala hasta que finalmente se detuvo cuando escuchó el grito
de dos niños que jugaban frente al televisor con unos controles y que
bloqueaban su área de aseo. El castaño chasqueó la lengua y con una sonrisa
maliciosa apagó la aspiradora y el televisor con el control que estaba a un
lado de Yoongi y que ni pareció darse cuenta que lo había tomado.

—¡Oye!—Jimin y Namjoon se giraron molestos a su dirección,


molestándose aun más cuando se cruzaron con la sonrisa egocéntrica del
castaño frente a ellos.

—Ups, lo siento.

—¡Estaba ganando!—se quejó el de cabellos anaranjados.

—No me interesa—dijo, serio—. Ahora levántense. Estoy ordenando.

—¿Tienes que hacerlo mientras jugamos?—Namjoon lo miró con molestia.

—¿Disculpa?—el castaño alzó una ceja con claro enojo y se cruzó de


brazos—¿Tienen que jugar mientras yo ordeno?

—¡Eso no es justo!—exclamó Jimin mientras fruncía el ceño—¡Yoongi dile


algo!

—A mí no me involucres—respondió el teñido, totalmente indiferente a la


conversación y sin apartar la vista de su celular.

—Ya escucharon. Ahora levántense si no quieren que los eche de aquí—


bramó.

Ambos aceptaron de mala gana y se incorporaron a regañadientes para


apartarse de la zona de limpieza del castaño que encendió la aspiradora una
vez se alejaron y continuó limpiando como si no les hubiera cortado una
partida de su videojuego.
Jin detuvo la aspiradora después de unos segundos, casi de golpe.

—Namjoon—dijo, volteándose donde él—, me falta un ingrediente para el


almuerzo. ¿Puedes ir a la tienda por él?

—Ah... Sí—susurró, algo aturdido por la petición repentina.

Jimin formó una expresión de asombro y luego rio cuando Namjoon


obedeció la orden de Jin sin replicar, como un perro. Iba a continuar con su
juego a pesar de que el castaño se lo había negado minutos antes, pero su
atención se desvió hasta la brillosa pantalla del celular de Yoongi que lo hizo
sonreír en cuanto visualizó a lo lejos qué es lo que hacía en él.

—¿Vas a teñirte de nuevo?—Jimin se acercó de golpe al respaldo del sillón


con sus ojos llenos de curiosidad, logrando que Yoongi pegara un brinco y
soltara un gruñido, seguido de un golpe en su cabeza—¡Auch!

—Casi me matas de un infarto, mocoso—le dijo. Yoongi resopló—. Y no


deberías espiar.

—¿Pero vas a teñirte de rosa como te dije?—su rostro se iluminó.

—No se me vería bien, pero ya compré el tinte y no sé qué hacer con...—


Yoongi se detuvo al tener una brillante idea y miró a Jimin rápidamente con
una sonrisa maliciosa que él no supo interpretar, pero no indicaba nada
bueno—. ¿Quieres teñirte?

A veces el frío del sótano resultó más acogedor que un abrazo de su madre o
su padre una noche de navidad, la soledad no fue un problema mayor cuando
al recordar su vida desde atrás se percató que siempre estuvo solo, y estar ahí
dentro, con suspiros y el cuerpo temblando mientras rozaba el suelo, no era
tan malo si veía que nunca conoció un ambiente diferente a uno casi
espeluznante a la salida de su habitación.
Su vida se volvían lapsus y flashbacks, cada vez más pequeños y efímeros.
Poco a poco olvidó cómo era físicamente antes de estar pálido, escuálido y
asustado la mayor parte del tiempo porque no conocía a otro Taehyung que
el que tenía en frente cada vez que se veía al espejo. No podía existir otro
Taehyung antes que el actual, uno sin cortes y moretones en los brazos y
tobillos, uno más esbelto y uno más contento. Y si existía, no estaba listo
para preguntarle cómo es que había llegado a esta instancia.

Muchas veces temió verse en el espejo del baño porque probablemente no


recordaría lo que pasó, lo que se hizo o lo que le hicieron, pero siempre
terminaba haciéndolo y el resultado era el mismo, decepcionante, triste y
horrible.

Exactamente a las siete cuarenta su padre lo despertaba y arrastraba hasta al


baño donde tenía exactamente veinte minutos antes que sean las ocho de la
mañana para asearse y volver al cuarto hasta el día siguiente, si se excedía
de los veinte minutos, su padre no lo dejaba salir del baño donde la
calefacción disminuía en la noche y no comía.

Un día en el que se encontró débil tardó veinticinco minutos y cuando intentó


salir la puerta no se abrió por más veces que forzó la cerradura. Entendió ahí
que debía cumplir los horarios establecidos o moriría de frío, hambre y
demencia por verse a sí mismo en el reflejo del espejo por la noche.

—Taehyung—escuchó desde afuera de su habitación. El pequeño de pelo


castaño se cubrió los oídos al oír su voz y presionó sus párpados, asustado.
Ella suspiró, deprimida—. Bebé, te traje algo de comer antes de irme al
trabajo. ¿Me dejarías entrar?

Taehyung creía conocer esa voz desde algún lugar muy dentro de su
memoria, pero no importase cuánto recordara no conseguía identificar la
dueña de esa melodía tan dolorosa que curiosamente era su madre.

Ella bajó la vista e intentó de nuevo.


—Tae, debes comer algo, hijo...—susurró débilmente, sin oír respuesta—.
Mamá preparó tu plato favorito...

El pequeño guardó silencio y se quedó observando fijamente a la mujer


frente a él que se acercaba peligrosamente con una sonrisa, estaba desnuda y
cuando consiguió inclinarse donde él, tocó su rostro moreno con la yema fría
de sus dedos. Olía a vino y su maquillaje estaba corrido, reseco.

Taehyung la identificó como la primera mujer del vídeo.

Sin embargo, en la habitación no había nadie más que él.

—Destrúyelo, Taehyung—musitó ella en su oído. Taehyung tragó duro y


parpadeó, desconcertado.

—Taehyung, dejaré la bandeja aquí por si te da hambre, ¿está bien?

¿Mamá?

Llegó el momento donde Taehyung olvidó cuántos días habían pasado. ¿Un
año? ¿Meses? ¿Días? No recordaba cuánto llevaba encerrado, jugando
ajedrez, memorizado libros y comiendo una manzana por día, o en qué
momento su vida se convirtió en una rutina fácil de memorizar pero que él
no conseguía recordarla.

Cada noche era difícil, veía tantas personas en el sótano, escuchaba gemidos
en sus oídos y sentía roces en su cuerpo que quemaban, sin embargo
comprendió que no era real porque al voltearse en la silla a pesar de las
cuerdas, su padre no veía, escuchaba o sentía lo que él si hacía. Esa vez no
lo dijo, simplemente se volteó y siguió viendo el vídeo que ya sabía de
memoria, no obstante, esta vez intentó algo nuevo porque a la mañana
siguiente no bebió el vaso de agua que su padre siempre lo obligaba hacer.
Taehyung era un convencido que algo tenía esa vaso, sostuvo su idea cuando
lo ingirió con lentitud, saboreándolo, y acertó al percibir un sabor diferente,
añejo. No lo había sentido antes, quizás porque nunca se concentró por la
mañana o porque, como él creía, estaba lo suficientemente adormecido como
para no hacerlo. Rápidamente dejó post-it entre sus ropas, zapatos y libros
para recordarse a sí mismo que debía buscar una forma de inhibirlo o no
beberlo.

Una vez dejó de ingerir la droga, solo fue peor. Taehyung no consiguió
cargar con las imágenes que veía en su mente, imágenes de sí mismo, de
torturas, muertes y sexo. No logró cargar su propio pasado que rápidamente
apareció frente a sus ojos por no tener los efectos de una pastilla disuelta en
un vaso de agua y cuando su padre lo descubrió una noche de investigación
porque Taehyung parecía activo, dominante y atrevido, solo aumentó la dosis
en una inyección.

Ninguno de los dos recordó que aumentarle la dosis a un niño directamente


podría traerles consecuencias, como la muerte o algo peor, se volvería loco.

Fue un efecto contrario, totalmente arriesgado, pero sucedió.

Taehyung no consiguió dormir en noches enteras ni mucho menos comer,


sumándole que la presencia de su abuela no era de mucha ayuda. Su mente
iba a explotar, un millón de voces resonaban en su cabeza y él no podía
concentrarse en la realidad o en el tablero de ajedrez que tenía frente a él.
Sin embargo, llegó un punto donde finalmente se enfocó y visualizó la
perfecta línea de peones blancos en el tablero, sonrió y movió la reina negra
a su dirección, eliminando uno por uno a cada peón con su abuela atónita
detrás.

Una noche no fue capaz de soportarlo más, Taehyung se retorció en la cama


y sudó por los sueños, las voces y las imágenes que no lo dejaban en paz. No
supo cómo ni cuándo dejó de actuar con la razón y se levantó la casa,
dispuesto a ir al baño. La casa estaba fría y solitaria, y si no fuera por la
pequeña luz que provenía de la habitación de su padre, también habría estado
a oscuras. Cuando llegó, se mojó la cara y se miró directamente en el espejo,
evaluándose a sí mismo a pesar de la poca luz, bajó su vista a sus cicatrices
en los brazos, sus pies descalzos con rasguños en los tobillos y luego se
concentró en su rostro, piel morena bronceada, ojos cafés y labios resecos,
lamentable.

—Taehyung—el pequeño no se volteó a su izquierda de donde provenía la


voz, hizo caso omiso y siguió mojándose la cara—. Taehyung, escúchame.

Se secó el rostro con la toalla a su derecha.

—Mátalo, Taehyung—Taehyung negó y cerró los ojos—. Mátalo.

—No pu-

—Taehyung, destrúyelo.

—No lo ha-

—¡Destrúyelo!

De pronto recordó el armario, los vídeos que su padre le mostró al siguiente


y los que siguió mostrándole después, los golpes, rasguños y maltrato que
sufrió por cada uno de ellos. Fue capaz de procesarlo, delinear el recuerdo
con total perfección y por último consumirse a sí mismo de ira, rabia y
frustración.

Tal fue la impotencia que Taehyung no pensó en los instantes siguientes, se


dejó guiar por toda esa acumulación de sentimientos que no se dio cuenta
que después de unos minutos caminaba rumbo a la habitación de su padre
cargando un objeto filoso en sus manos.

Sereno y con una sonrisa en su rostro, así fue como el señor Kim lo encontró
en cuanto se volteó del escritorio y su semblante se llenó de asombro. Fue
en cosa de segundos que Taehyung ya estaba sobre él, dispuesto a enterrarle
el cuchillo en uno de sus ojos, y si no fuera porque el señor Kim era más
fuerte, probablemente no viviría para contar que su susto más grande fue
tener el filo brillante a milímetros de su cara y su hijo sonriéndole como un
lunático mientras lo presionaba más potente.

Taehyung había visto a jugadores correr y flaquear en las partidas, y no era


distinto ahora con una de sus encuentros pasados en el ajedrez. Su padre era
rápido, pero no era muy inteligente, porque si lo fuera, no se habría
escondido en el lugar que más conocía Taehyung y que curiosamente fue
dónde todo comenzó.

El pequeño de cabellos claros sonrió más grande y soltó una risa lo


suficientemente fuerte como para que resonara en la habitación. Y es que ver
al señor Kim hecho un ovillo en el armario, le trajo tantos recuerdos que le
provocó algo de melancolía sarcástica, si se podría decir.

—Es malo espiar, Taehyung—repitió las mismas palabras que él le había


dicho ese día. El señor Kim tembló y alzó lentamente su rostro,
encontrándose con la mirada fría de su hijo—. La curiosidad es un arma,
Taehyung, si no sabes utilizarla, te matará.

—Estás loco...—salió de sus labios.

Taehyung apuntó el corazón, sin embargo terminó clavando el cuchillo a un


lado del torso debido a que su padre se movió con tal de hacerlo fallar,
aunque el pequeñó aprendió que siempre debía tener otro consigo para un
segundo ataque, así había visto en los vídeos que su padre le mostró. La
segunda navaja incrustó su muslo y el señor Kim gritó más fuerte y con la
poca energía que le restaba pateó a Taehyung, dándole directamente en el
rostro con sangre salpicada hasta hacerlo caer y aprovechar la oportunidad
de tenerlo distraído para escapar.

Aún con las cuchillas enterradas, pateó el cuerpo débil y desorientado de


Taehyung hasta que no dio más y se abalanzó sobre él con ambas manos en
su cuello mientras Taehyung pateaba al aire con tal de liberarse.
—Solo traes problemas, Taehyung—gruñó, casi escupiéndole. —Pude
hacerte más astuto y decidiste irte en mi contra ¿eh? Tú realmente no
entiendes nada.

Taehyung intentó liberarse e inhalar con el poco aire que acumulaban sus
pulmones, pero fue inútil porque su padre apretó más fuerte su cuello al
punto de dejar una marca si se moría ahí mismo.

Destrúyelo, Taehyung.

Como un click en una partida, su mano desenterró la cuchilla en el muslo de


su padre rápidamente y la clavó en su pecho, esta vez más arriba. El señor
Kim se retorció de golpe y cayó a un lado, inconsciente, mientras Taehyung
se incorporaba lentamente entre tambaleos con el aire ahogado.

Lo siguiente fue un golpe a su espalda que lo hizo impactar contra el armario


y caer secó al suelo. En cuanto logró abrir sus ojos para ver quién había
entrado, se halló con su tía que lloraba y temblaba frente al cuerpo de su
padre, y finalmente se marchó con él a rastras, dejándolo totalmente solo en
una casa que lo hacía sentir más miserable.

Taehyung cerró sus ojos y se quedó ahí recostado en el suelo, con su cuerpo
cubierto de sangre y lleno de rasguños. El pequeño dejó escapar un suspiro
que se ahogó en sus labios partidos por los golpes y una lágrima que recorrió
sus pómulos escuálidos entre tanto se preguntaba porqué todavía no se sentía
bien.

Segundos, minutos o horas, fue un tiempo indeterminado donde despertó y


vio a un Jin preocupado y lleno de lágrimas que se aferraba a su cuerpo
adolorido. Taehyung quiso sonreír, pero no lo logró.

—Llegaste demasiado tarde, Jin—musitó.


Thirty four

Jungkook estaba pálido, perdido entre todos sus recuerdos, sintió


impotencia, pero por sobre todo sintió tristeza, porque al leer cada contenido
recordó que después de la niñez siguieron los maltratos y él estuvo presente
en cada uno de ellos, y no fue capaz de entenderlo hasta esta instancia donde
ya no valía la pena interesarse por algo perdido.

Sin embargo, después de su catarsis, se preguntó algo más.

—¿Por qué la abuela tiene esto?

Unas horas más tarde, cuando se oscureció, se escuchó unos fuertes e


insistentes golpes en la puerta principal, por un momento Jin pensó que
podría ser Taehyung que hasta ahora no había rastro de él y comenzaba a
preocuparse, pero también pensó que podría ser ese mismo hombre que
estaba buscándolo y que de seguro estaba ligado con la desaparición del
rubio.

Yoongi le dijo que guarde silencio con un gesto y se asomó a la ventana entre
tanta oscuridad para ver de quién se trataba. Su rostro se llenó de espanto y
rápidamente abrió la puerta.

—¿Jungkook...?—logró decir a pesar de la sorpresa una vez se lo encontró


cara a cara y no en las condiciones que él esperaba.

Jin se aproximó igual de curioso y en cuanto vio al azabache con una


expresión de pánico y el cuerpo temblando, palideció. Como un instinto, lo
tomó de la muñeca y lo hizo entrar de golpe.

Yoongi cerró la puerta y tragó duro.


—¿Jungkook, estás bien? ¿Qué ocurrió? ¿Por qué estás aquí? ¡Porqué mierda
tienes sangre!—se desesperó. Jin lo sostuvo entre sus brazos y buscó alguna
herida que pudiera tener, aunque lo único que veía él, era la completa
confusión que el azabache tenía—¡Jungkook! ¡Reacciona! ¿Alguien te hizo
daño? ¡Jungkook, por dios!

—Jin él...—Yoongi respiró con dificultad—. Él está... En shock.

—¿¡De qué mierda estás hablando!?

—Está como en blanco...—terminó por decir. Jin cayó en cuenta que no lo


había notado, es decir, lo primero que vio fue la sangre seca en sus manos o
sus ropas y su rostro de susto, pero hasta este momento no había visto que el
cuerpo de Jungkook estaba inmóvil, pálido y frío. No decía, expresaba o
sentía algo, solo estaba quieto mientras miraba un punto fijo. Perdido.

—Jungkook—Jin lo llamó suavemente, hincándose hasta quedar a su altura


mientras tomaba sus manos entre las suyas—, ¿alguien te hizo daño? Puedes
decirnos lo que sea...

Él no respondió.

—Jungkook—esta vez lo llamó Yoongi, temeroso por preguntar lo que él


creía que podría ser una opción—, ¿qué pasó con tu abuela? ¿Por qué no
estás con ella?

El azabache tembló y de pronto, su rostro se llenó de lágrimas. Jin sintió


como un balde de agua fría le caía por arriba y lo empujaba, porque de todas
las reacciones no esperó ver el rostro y la sensación potente del miedo en
Jungkook, o al menos no estallando en gritos, llanto y en sus brazos,
aferrándose a Jin como si fuera Taehyung.

—No puede ser posible...—musitó Jin, casi para sí mismo mientras ocultaba
el rostro lloroso del menor en su hombro y lo abrazaba de igual forma, casi
protegiéndolo.
Yoongi no supo qué hacer, decir o pensar, pero lo único que podía
imaginarse es la situación más horrible que pudo haber pasado. Ella
haciéndole daño y Taehyung enterándose.

Jin repitió el mismo ejercicio de esa noche, se preocupó por la lamentable


coincidencia en la que los hermanos Kim tendían a estar, aunque también se
preocupó por su lamentable coincidencia de siempre llegar tarde cuando más
lo necesitaban.

Yoongi los observó desde el umbral de la puerta del baño y antes de irse le
dejó a Jin unas toallas para Jungkook y un mensaje bastante obvio, como que
tenía hablar con él. El castaño asintió lentamente, pero ¿cómo lo haría?

—Ella me atacó...—la voz de Jungkook llamó su atención y rápidamente se


fijó en él. Estaba ocultándose entre sus piernas con moretones y el agua a un
lado de él sobre la tina que se adornaba de color rojizo. Sonó débil y asustado,
distinto a cómo lo hizo Taehyung esa vez—. Yo... Vi todo... Vi lo que ella
le hizo a Tae, lo que le hicieron.

—¿A qué te refieres...?—Jin pasó el jabón por su espalda mientras lo


escuchaba atentamente y atónito, si era lo que él creía, entonces Jungkook
ya se había enterado.

—¿Tú ya lo sabías, no?

—¿El qué...?

—No te hagas el idiota—murmuró con impotencia—. Tú sabías lo que le


habían hecho. El único que no lo sabía era yo.

—Jungkook, no es como tú crees. Es más difícil que eso.


—¿Dónde está?—esta vez Jungkook lo miró fijamente y decidido. Jin alzó
ambas cejas y el azabache habló esta vez más claro—¿Dónde está
Taehyung?

—No sabemos.

—Mientes—masculló.

—Es verdad—afirmó, serio—. No sabemos nada de él desde que te fuíste.

—No... ¿Saben?—murmuró débilmente—¿Cómo que no saben? ¡Deben


saber! ¿¡Dónde está!?

—Jungkook, tranquilízate, él está bien. Ahora preocúpate por ti, estás


cubierto de sangre y llegaste temblando, tienes que decirme lo que pasó para
ayudarte ¿Sí?

Ver a Jungkook despojado de sus ropas, lleno de miedo y temblando


mientras limpiaba los restos de sangre de su piel en un baño, le trajo
recuerdos, de esos que dolían. Pena, lástima, melancolía, sea lo que sea que
explicara el porqué, Jin entendió que debía ser una familia esa noche, cumplir
lo que no hizo hace más de diez años y apoyar al único que podría terminar
toda esta pesadilla.

Jungkook guardó silencio, Jin lo vio esconderse de nuevo entre sus piernas
y creyó que lo que pasó debió haberlo asustado de tal forma que prefirió no
contárselo a nadie.

El castaño intentó una vez más.

—Jungkook—Jin resopló y bajó la vista—, sea lo que sea que pasó allá, no
fue tu culpa. No tienes porqué tener miedo.
—Tú no lo entiendes—le dijo, todavía escondiéndose y como si estuviera a
punto de romper en llanto.

—Jungkook—Jin levantó el rostro y volvió a intentar—, escúchame, no estás


solo en esto. No trates de cargar todo tú solo, nosotros estamos contigo.

Jungkook cerró los ojos con fuerza, intentando olvidarlo.

—Jungkook, por favor...—suplicó—¿Qué fue lo que pasó? Ella... ¿Te hizo


daño?

Fue la primera vez desde que se conocieron que Jin vio su inseguridad, ya la
había visto antes cuando cruzaron miradas, pero esta vez era la misma carga
que tenía Taehyung esa noche, una mirada borrosa, con miedo y como si
alguien hubiera hecho algo tan horrible como para un trauma o peor,
arrebatarle una infancia que todavía no terminaba su ciclo, no
completamente.

—¿Jungkook...?—dejó escapar de sus labios cuando el azabache se mostró


lentamente.

—Me golpeó—comenzó a decir. Jungkook bajó la vista y miró el agua


llena de sangre a su alrededor, es escéptico—. En un principio... No quiso
hacerlo, pero después fue como ver a otra persona.

—¿Por qué te golpeó?

—Ella tenía los archivos que Taehyung me pidió encontrar y cuando me vio
con ellos...—Jungkook tragó duro al recordarlo—Enloqueció.

—¿Qué más pasó...?

—Me llamó Taehyung.


A Jin se le heló la sangre.

—¿Q-qué?

—Cada vez que me golpeaba... Me llamaba Taehyung.

—¿Ella te golpeó pensando que eras Taehyung?

—No lo sé... Yo... Fue como ver a otra persona.

—¿Y cómo escapaste?

—¿E-escapar?

—¿O ella te dejó salir?

—No... Yo... No...

—¿Jungkook cómo escapaste? ¿Qué fue lo que pasó exactamente?

—Jin...—Jungkook dejó escapar unas lágrimas antes de tragar duro y soltar


la verdad que hasta lo hacía temblar del miedo—, ella está muerta. Yo la
maté, Jin, la maté...

Lamentablemente coincidencia de los hermanos Kim.

—¿Qué...?
Yoongi se apareció de golpe en el baño con una expresión que Jin no quería
ni imaginar de qué podría tratar.

—Debemos irnos. Ahora—ordenó entre su respiración agitada.

—¿De qué estás hablando?—Jin frunció el ceño.

—¿De qué estoy hablando? ¿Acaso debo ser más explícito? ¡La policía viene
para acá, idiota! ¿¡Está buscando a Jungkook y tú haces preguntas como de
qué estás hablando!?

Jin se giró bruscamente a Jungkook que rápidamente se sobresaltó al oír las


palabras que nunca antes se imaginó escuchar. El castaño solo chasqueó la
lengua y se levantó rápidamente, tomando a Jungkook entre sus brazos sin
siquiera preguntarle para envolverlo entre las toallas y finalmente irse lo más
rápido que podían.

—¿A dónde mierda iremos?—fue lo primero que cruzó su mente mientras


caminaba junto a Yoongi hasta la habitación de Jungkook con él en sus
brazos.

—Iremos con mis padres. Ellos sabrán qué hacer—le dijo, serio.

—¿Estás loco? ¡Cómo mierda tomaremos un avión si están buscando a


Jungkook!

—No te preocupes por eso—Yoongi sonrió—. Taehyung se encargó de todo,


tenía los vuelos comprados hace más de un mes, los encontré porque el muy
imbécil acaba de llamarme diciéndome que viene por nosotros.

—Espera... ¿Taehyung viene?—Jungkook pareció volver a la vida.

—Sí.
—Y... ¿Cómo? ¿Dónde estaba?

—Estaba con mis padres.

—Espera...—Jin frunció el ceño—¿Estaba con tus padres?

—No, Taehyung estaba resolviendo asuntos legales con un abogado que su


jefe le recomendó—explicó—, solo que ese abogado es mi madre.

—¿Tu madre es abogada?—Jin alzó ambas cejas.

—Retirada, pero sí.

—¿Entonces tendré que ir a juicio?—Jungkook temió la respuesta—¿Cómo


le diré a Taehyung lo que hice? ¿Iré a prisión?

Yoongi se detuvo en seco.

—Escucha Jungkook, tú no hiciste nada malo, ¿bien? Nada de esto pasó.


Buscaremos la forma de librarnos de esto. Ahora muevan el culo que nos
vamos en diez minutos al aeropuerto antes que lleguen estos hijos de puta.

Taehyung entró lleno de pánico, sus pies le fallaron y respiró con dificultad
mientras más se acercaba hasta el inicio de la escena. Siguió el camino de
sangre que había y temió que perteneciera a Jungkook, pero aun así no logró
imaginárselo, solo continuó con la esperanza de que fuera de alguien más.
Llegó hasta la habitación que él conocía perfectamente, donde muchas veces
había estado ahí y se encontró con lo que para él fue un final totalmente
inesperado.
Su abuela estaba muerta y no habían señales de Jungkook, lo que podría ser
algo bueno.

Taehyung se dejó caer por el suelo, con su mente hecha un lío de emociones
que tendría que soportar hasta que todo esto quede libre de Jungkook. El
rubio se armó de valor y finalmente tomó la navaja que había a un lado del
cuerpo, se encargó de limpiarla y dejar sus propias huellas y sangre en ella,
siguiendo así por toda la escena hasta cubrir algún rastro de Jungkook.

Dejó muestras de su cabello en cada parte de la casa y aplicó sus huellas en


todos los lugares que Jungkook pudo haber tocado, entre ellos el cuerpo.
Cuando creyó que bastaría con distraerlos, se marchó, no sin antes ser lo
suficientemente ruidoso como para que un vecino llamara a la policía. En
cuanto notó que una señora lo descubrió, se marchó.

Un gusto amargo quedó en su boca después de haber visto el desenlace de


algo tan trágico y que su hermano protagonizaba por su culpa. En primer
lugar, nunca imaginó que esto sucedería, no a Jungkook, de haberlo sabido,
no lo habría enviado allá para conseguirle unos papeles de los cuales él no
tenía que enterarse; primer error fundamental. El segundo error fue confiar
en la mujer y eso incluía que Jungkook estaría a salvo con ella. Y el tercer
error, quizás él más doloroso, fue haberlo dejado solo en esto, nunca debió
distraerse con otros asuntos sino que debió estar al tanto de la situación día
y noche para que Jungkook no llegara a un punto tan extremo, donde viera o
sintiera el terror vivo, la humillación e inseguridad, pero lo hizo y él no logró
protegerlo.

Otra vez.

Solo tenían diez minutos y contando para ir al aeropuerto, el rubio miró el


reloj de muñeca y después su propia casa donde esperaba al resto. Se bajó
del auto en cuanto visualizó a un niño de cabello negro con el rostro temeroso
saliendo de la casa junto a Jin y cruzó miradas con él, sonriéndole de oreja a
oreja. Jungkook formó una sonrisa y rápidamente corrió hasta él, lo envolvió
en sus brazos y Taehyung lo alzó una vez ambos compartieron el calor de
sus cuerpos y se fundieron en un abrazo, necesitándose.
Cuando se separaron, Jungkook comenzó a llorar.

—Yo no quería, Tae... Ella me...

—Jungkook, no debes decirle nada de esto a nadie, ¿está bien? Tú no hiciste


nada—interrumpió seco.

—Pero yo la maté, Taehyung. ¡Está muerta!

—Jungkook, cállate. Tú no hiciste nada.

—¿Y quién lo hizo? ¿¡Cómo se supone que vamos a cubrir esto!?

—Jungkook—llamó más firme, tomando su rostro entre sus manos para


mirarlo fijamente—, yo me encargaré de esto, ¿bien? Pero debes prometerme
que no le dirás nada a nadie. Solo a mí.

—Pero yo...

—Jungkook, debes prometérmelo

El azabache desvío la mirada.

—Escúchame, bebé. Debes hacer lo que te digo una última vez, ¿está bien?
Después de esto, estaremos bien. Tú y yo nos iremos lejos de los problemas.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?—murmuró entre dientes.

—Confía en mí.
—No...Yo...

—Jungkook, solo una vez más ¿bien? Confía en mí.

El azabache terminó asintiendo, aun si en el fondo no estaba muy seguro de


hacerlo.

—Será mejor que nos marchemos o nos tomarán a todos—Yoongi subió


rápidamente los bolsos a la parte trasera junto a Jin. Taehyung asintió y al
igual que Jungkook se subieron al auto.

Jin dejó escapar un suspiro cuando el motor encendió y el auto se puso en


marcha, miró desde el retrovisor y se dejó caer en el respaldo de la silla del
copiloto, agobiado.

—¿Cómo lo sabías?—fue lo primero que preguntó.

—No lo sabía—confesó, mirando al frente—. No pensé que esto sucedería,


maldita sea.

—¿Por qué no me dijiste donde irías?—Jungkook se pegó a la ventanilla y


bajó la vista, comentando de repente y haciéndolo suspirar—No volviste por
mí.

—No pensé que ella...—masculló. Taehyung apretó el volante de


impotencia—Olvídalo. No importa ya.

—Estamos jodidos—se unió Yoongi—. Mi madre va a matarme.

—¿¡Nos está persiguiendo la policía y a ti te importa lo que dirá tu madre!?—


Jin se volteó desde el asiento para encararlo.
—Claro, hijo de puta. ¡Prefiero irme a prisión!

—Cállense ya—ordenó el rubio—. Ahora solo hay que proteger a Jungkook.

—¿Al menos tienes los archivos?—preguntó Yoongi, ahora al azabache. Jin


rodó los ojos.

—¿Cómo puedes preocuparte de eso en esta situación?—sonó hastiado.

—¡Bueno entonces significa que nos persiguen por nada!

Jungkook prefirió guardar silencio el resto del viaje, sintiendo la mirada de


Taehyung sobre él por el retrovisor y después a su lado en el asiento del
avión.

El rubio tomó de su mano cuando el avión despegó y de alguna forma


Jungkook se tranquilizó, pero no quitaba el hecho que tenía más de una
pregunta para él sobre lo que decían esos informes y lo que Taehyung hacía
o decía en ellos. Si realmente su hermano había sido víctima de algo así, él
debía saberlo.

A su mente llegaron todos los recuerdos del pasado, su padre golpeándolo,


su madre ignorándolo y él ocultándose siempre en un lugar diferente.
Jungkook miró a Taehyung a su derecha y sonrió débilmente mientras él se
cuestionaba porqué de pronto el pelinegro estaba tan melancólico, quizás
seguía afectado por lo que pasó y estaría algo aturdido unos días más.
Taehyung resopló.

—¿Te ocurre algo? Ya te he dicho que no debes preocuparte sobre lo de la


abuela, yo lo arreglaré y te explicaré to-

—¿Tú los mataste, no?


Taehyung sintió como su corazón se detenía de golpe, como en sus oídos
retumbaba una voz tan suave y a la vez extraña, junto con una mirada tan
penetrante que le trajo recuerdos de una noche en que un niño de cabellera
negra se escabulló hasta su habitación a decirle que su padre lo mataría.

—Responde—insistió, mirándolo fijamente—. ¿Tú mataste a nuestros


padres?
Capítulo final

—Responde, Taehyung. Necesito saber lo que sucedió realmente.

Siempre fue bueno manejando los apuros, las situaciones incómodas e


incluso las mentiras, pero era muy diferente estar frente a personas que no
confiaba que estar mirando fijamente a su hermano menor y la persona que
más amaba en el mundo. Taehyung no estaba listo para decirle toda la
verdad, los secretos que él escondió todos estos años para que él viviera de
forma normal, libre y lleno de lujos, y por supuesto las consecuencias que
traería hacerlo.

—Taehyung, por favor...—era la cuarta vez que el menor suplicaba con un


Taehyung inmóvil, pálido y asustado frente a él. Todavía sin obtener
respuesta o hasta que el rubio inhaló profundo.

—Yo no lo hice—fue lo único que logró decir.

—¿Entonces lo que dicen esos archivos también son mentira, cierto? Mamá
y papá nunca harían algo así... —Jungkook trató de convencerse a sí mismo,
sonreír mientras lo hacía y de igual forma reírse, pero no podía hacerlo si
Taehyung cargaba una expresión triste, dolida y negaba, lentamente como si
la verdad doliera. —¿Qué dices...?

—Tú leíste lo que hay en esos archivos. Tú deberías saberlo, después de todo
viste lo que él hacía.

—¿A qué te refieres...?

—Jungkook, no me hagas decírtelo, por favor.


—¿El qué? ¿Que papá te golpeaba? ¿O que asesinaste a nuestra tía o la criada
aun cuando te pregunté si lo habías hecho? ¿O el que todo este tiempo me
mentiste sobre la muerte de nuestros padres y nuestra familia en general?

—¿Quién te dijo que yo maté a...?—susurró, sorprendido.

—Por favor... ¿Crees que soy idiota? ¿Crees que después de leer toda esa
mierda sigo siendo el mismo niño ingenuo de trece años?

—Está bien, está bien, tienes razón. Sé que debí decírtelo, ¿sí? Pero te
equivocas sobre nuestros padres, ya te dije que yo no lo hice, y si te oculté
todo lo anterior fue para-

—Para protegerme, sí. Siempre dices esa mierda—Jungkook rio, al borde de


las lágrimas—. ¿Qué más hiciste para protegerme? ¿Hacerme vivir en una
burbuja de fantasía? ¿Jugar con mis sentimientos? ¿Dejarme solo en una
maldita casa que no conocía? O...¿Violarme?

—Cállate Jungkook—gruñó el rubio—. Hablaremos después de esto, no en


un maldito avión.

—¿Por qué? ¿Porque no quieres contarme lo que pasó? ¿O no quieres


decirme para protegerme?—dijo lo último con sarcasmo.

—No quiero que pases por lo que yo pasé, Jungkook. Todo este maldito
tiempo te estuve protegiendo, Jungkook, de él, de ellos y de la familia de
mierda que teníamos.

—Y mira qué bien lo hiciste, Taehyung—dijo—. Lo hiciste tan bien que


asesiné a mi propia abuela. Lo hiciste tan bien que ahora estamos en esta
situación.

—Ya te dije que saldremos de esto, Jungkook, y no se hablará más del tema.
—Nunca quieres hablar de nada conmigo—masculló. Jungkook se volteó
bruscamente y fijó su vista en la ventana a su izquierda. Taehyung calló—.
¿Por qué no me dijiste que Papá te había hecho esas cosas? ¿Mamá lo sabía?

—Lo supo mucho después—confesó—, y nunca te dije porque no quería que


te preocuparas. No quería hacerte parte de esto, Kook.

—Eres mi hermano, Tae, se supone que no hay secretos entre nosotros.

—¿Me ibas a creer si te decía que nuestro padre, el hombre al que tú


extrañabas tanto, me había hecho la vida una mierda? ¿Cómo habrías
reaccionado?

—Te habría cre-

—¿Creerme?—lo interrumpió de golpe—No ibas a hacerlo, Jungkook. Es de


tus padres de los que estamos hablando, obviamente iba a ser duro.

—Pero tú eres mi hermano, Tae—Jungkook se giró rápidamente a verlo, casi


encarándolo con la mirada—. No solo eres mi hermano, eres a quien amo.
Te amo, Kim Taehyung, y no te habría dejado solo en esto.

—Jungkook...

—No importa qué tanto quería a nuestros padres, ellos te hicieron cosas
horribles y yo te habría seguido. Siempre me protegiste, Tae, incluso cuando
no estabas cerca. Déjame protegerte ahora.

Taehyung guardó silencio y a diferencia de otras veces, sabía exactamente


lo que debía decirle. Entendió cuando miró a Jungkook a los ojos que ya no
podía ocultarle la verdad, de todas formas lo sabría tarde o temprano.
La curiosidad terminó matando al gato.

—Todo comenzó un dos de mayo, cuando vi que el señor Kim tenía una
aventura con nuestra tía en su oficina. Siempre tuve la manía de entrar a
escondidas, tenía cierta curiosidad porque él nunca nos dejó ingresar, ni a
mamá ni a mí, y me escondí en su armario para que no me notara...—
comenzó a decir. Taehyung pasó una mano por su cabello y resopló—y los
vi.

Jungkook tragó duro.

—Cuando terminaron y ella se fue, hablé con él y le dije que guardaría el


secreto.

—¿Por qué hiciste eso? Debiste haberle dicho a mamá.

—No me habría creído, además nunca estaba en casa como para prestarme
atención—confesó. Taehyung inhaló profundo y se dejó caer en el asiento
del avión—. Después de eso, él estaba extraño, no paraba de mirarme y
sonreír hasta que entendí porqué estaba tan feliz, digo, no fui capaz de
hacerlo hasta ahora.

—¿Qué significa eso?

—La noche siguiente me mostró unos vídeos en el sótano de la casa, una


violación, asesinato, y las dos juntas en una niña—el rostro de Jungkook se
desencajó al escucharlo y Taehyung solo trató de recordar esa noche sin
melancolía—. Los vi una y otra vez, cada noche por tres días sin pestañar o
comer, él me dejó encerrado por unos días. No entendía porqué lo hizo hasta
que leí que mi reacción no fue la de un niño normal, me refiero a que el 80%
de las reacciones son inocentes y solo guardarían silencio con temor, pero yo
hablé con él y le dije que guardaría su secreto, como si yo supiera lo que
estaban haciendo.

—Eso quiere decir...


—Me usó como a una rata de laboratorio, grabó cada una de mis reacciones
para probar que un niño de seis años podía saber los actos criminales como
un adulto y no sentir miedo si lo veía tantas veces.

El rostro de Jungkook fue una mezcla de emociones punzastes, difíciles de


creer y asimilar.

—¿Qué pasó después?—insistió aun si le resultaba doloroso escuchar.

—Lo siguiente fue educarme con la abuela, darme pastillas o inyectarme un


calmante que me hiciera olvidar lo que veía cada noche. Despertaba cada
mañana, tenía cierto tiempo para asearme y después volver al cuarto, en ese
tiempo me veía al espejo y tenía cicatrices por todo el cuerpo, cortes,
hinchazón, rasguños, moretones, era horrible.

El azabache bajó la vista, moribundo.

—Mi físico se alteró, estaba pálido, escuálido y débil, al punto que un día no
logré recordar quién era. Me asusté de mí mismo y fue cuando perdí el
control.

—¿Cómo? ¿Te hiciste daño...?—Jungkook alzó su rostro de golpe, no


queriendo oír lo que él pensaba.

—Intenté matarlo, Jungkook—Taehyung lo miró fijo, pidiendo disculpas o


simplemente serio, frío y sin culpa por lo que decía, a diferencia del menor
que estaba estupefacto—. No recuerdo lo que pasó después, mi mente se
volvió un vacío negro en ese momento.

El azabache tragó duro.


—Lamento si es difícil para ti, nunca planee que te enteraras—agregó el
rubio.

—No...Es solo que...—tropezó, alzando su rostro después de la confesión.


—Todo esto es...Tengo que procesar todo lo que me estás diciendo, es muy
distinto que tú me lo digas a leerlo ¿sabes?

—De todas formas lo lamento.

—No tienes que preocuparte de eso—Taehyung sonrió débilmente y


Jungkook negó, casi diciéndole que no se preocupara mientras acariciaba su
mejilla con la yema de sus dedos.

—La primera vez que te cargué en el hospital, recordé lo que había pasado—
comenzó a decir, Jungkook alzó ambas cejas, sin saber a qué se refería—.
Nunca he hablado esto con nadie, pero fue una sensación extraña. Cuando te
vi, Jungkook, fue como ver un recuento de mi vida en diez segundos. Sentí
cada una de las sensaciones en ese entonces, recordé cosas que no recordaba
y fue gracias a ti. Mamá decía que la gente que más queremos son las que
nos hacen recordar quiénes somos.

Habían muchas cosas que explicar y pensar, aunque Jungkook realmente


creía que ya no era necesario a estas alturas. Los mechones rubios de
Taehyung cayeron por su rostro, cubriéndole los ojos cafés y llorosos con los
que lo miraba, sus labios carnosos temblaron y el azabache solo sonrió para
sus adentros, tomó un impulso y unió firmemente sus labios contra los de su
hermano.

Se aferró a su cuello, a su cuerpo cálido y fuerte que sostuvo su cadera con


desesperación en cuanto lo besó, rebuscando por ahí. Ninguno de los dos fue
capaz de separarse hasta que se encontraron sin aire y fue el momento de
terminar en un ligero abrazo donde finalmente Jungkook cayó dormido en
su hombro durante lo que restaba del viaje.
A espaldas de Taehyung y Jungkook se vieron dos sonrisas más, para el
teñido y el castaño se les hizo imposible no mirar la escena y sentir
tranquilidad ante ella. Después de todo lo que había pasado, los dos
hermanos Kim se pertenecían el uno al otro y sin importar el obstáculo,
Taehyung seguiría sosteniendo la mano de Jungkook, aun si ambos dormían
sobre el otro.

—¿Crees que puedan estar juntos? Quiero que toda esta mierda se acabe,
para ambos ¿sí? Realmente se merecen vivir sin ser castigados—dijo Jin,
todavía mirándolos.

—Yo espero lo mismo—musitó Yoongi a su lado—, pero en los juegos de


ajedrez la reina nunca termina junto al rey.

—La vida es una mierda, ¿por qué no simplemente puede tirar a su favor una
maldita vez? Ya están lo suficientemente destruídos como para soportar una
paliza más.

—Qué extraño—Yoongi soltó una risa—. Creí que no tolerabas a Jungkook


o su relación en general.

—Es diferente—lo fulminó con la mirada—. No soy capaz de entender su


relación porque no sé lo que se siente luchar por alguien o amar tanto a una
persona como para sacrificar todo lo que tienes por ella. Sin embargo,
Taehyung sí y creo que es justo que la maldita vida de mierda apueste una
vez a su favor y los haga ganar.

—Se te olvidó algo, Jin.

—¿Qué cosa?—se volteó a su dirección con el ceño fruncido.

—Nosotros ya estamos sacrificando mucho por ellos.

—¿A qué te refieres con eso?


—Que también los amamos a ambos como para sacrificar todo lo que
tenemos.

La señora Min pareció tomarle un cariño enorme al azabache en cuanto lo


vio cruzar su puerta y no dudó en acercarse a él para abrazarlo y decirle lo
adorable que se veía. Yoongi rodó los ojos e ignoró la escena adentrándose
a la casa; de seguro su madre creía que Jungkook tenía ocho años y no que
estaba a punto de cumplir catorce. Fuera de eso, la señora Min estaba feliz
con la visita de los cuatro y los recibió con un pueden quedarse el tiempo
que quieran a lo que Yoongi respondió que se iría en cuanto tuviera la
oportunidad. Resultó ser que el padre de Yoongi también estaba contento de
tener más gente en su casa, incluyendo a su hijo que no veía hace algunos
años ya que, siendo sinceros, estar solo él y su esposa en una casa enorme no
era muy grato a decir verdad.

—Jungkook—La señor Min juntó ambas manos bajo su mentón, dejando ver
el lujoso anillo que cargaba orgullosamente de su casamiento, y miró al
azabache que alzó su rostro incrédulo hacia el llamado—, ¿qué tal Osaka?
¿Te ha gustado por el momento? Sé que no es mucho lo que haz visto, pero
ya sabes.

—No es muy distinto de Seúl, en realidad, aunque aquí hay más árboles que
donde vivo—le dijo, tímido.

—A mis padres siempre le gustó más el entorno rural—agregó Yoongi,


sirviéndose algo de jugo.

—Creo que es más tranquilo—confesó la señora Min—. ¿Qué hay de ti Jin?


Yoongi nos contó que viviste en Estados Unidos un tiempo.

—Bueno...Mi padre se trasladó a Estados Unidos un tiempo y yo me fui con


él hasta que crecí y regresé a Seúl, pero en realidad no planeaba quedarme
mucho tiempo—dijo.
—¿Te gusta viajar Jin?—se unió el señor Min.

—Sí, aunque en realidad no es viajar, sino conocer—sonrió.

—¿Hay algo más que te guste hacer?—preguntó el señor Min, distraído.

Jin dudó unos segundos hasta que finalmente habló:—Escribir.

Jimin quería ocultar su tristeza al ver la residencia Kim vacía, como si ya


nadie viviera ahí o peor, como si nunca lo hubieran hecho. El pequeño de
cabello anaranjado bufó y miró a su amigo que lucía igual e incluso peor que
él. Si bien era cierto, Namjoon no podía procesarlo todavía, no recibió
ningún mensaje, llamada o alguna nota de Jin y aunque el mayor no tenía la
obligación de decirle, él esperó que en todo este tiempo algo cambiara entre
ellos, pero fue solamente una ilusión adolescente de la cual se arrepentía.

Jungkook llegó a sus mentes segundos después y fue extraño que ni el


azabache soltara palabra alguna con respecto a esta sorpresa porque por lo
general no habían secretos entre los tres o al menos eso creían. El de cabello
anaranjado borró el número que tenía agendado en su celular con una mueca,
esperando olvidar que algún día recibiría un mensaje de explicación por Min
Yoongi y cayendo en cuenta que no volverían.

—¿Estás bien?—se atrevió a preguntar a su amigo, sabiendo la respuesta


perfectamente. Namjoon negó sin decir nada más y Jimin entendió
perfectamente que esto le afectó más que a él—Lo siento.

—¿Por qué te disculpas?—murmuró.

—No lo sé...Yo...—Jimin resopló—Sentí que querías escucharlo.

—No de ti, exactamente—Namjoon dejó escapar una risa sarcástica, cargada


de tristeza y un sinfín de emociones melancólicos—. De todas formas, ¿no
deberías estar triste también? Yoongi no está.
—Bueno...—sonrió débilmente—, no es como si alguna vez hubiera tenido
oportunidad, después de todo solo soy un niño.

—¿Debería olvidarlo, no?—Jimin conocía a Namjoon desde la primaria y


nunca, nunca en su vida lo había visto tan destruído, no por amor. La idea de
que alguien pudiera causar eso en ti, comenzó a asustarle y las ganas de decir
que sí eran su única solución. Sin embargo, también lo vio sonreír, reír y
estar plenamente maravillado cuando Jin cocinaba y a él le brillaban los ojos
cuando lo veía, entendía también que emociones como esa no se conseguían
tan fácilmente y debía luchar por ellas, incluso si le asustaba.

—No, él volverá.

Y Jimin no sabía si respondió para Namjoon o para sí mismo.

La noche cayó más rápido de lo esperado en Osaka, la familia Min se


mantuvo de plática en plática durante toda la tarde con algunas bromas y
anécdotas de las cuales Yoongi extrañaba en su familia. Jin se sintió más
cómodo que de costumbre gracias a que el señor Min compartía esa pasión
por viajar y conocer lugares diferentes y la señora Min por escribir cuentos
cortos, historias tradicionales o simples garabatos que llegaban a su mente
cuando ya oscurecía. El azabache por su parte recorrió el bosque alrededor
de la residencia con Taehyung, aprovechando el momento para unir algunos
clavos sueltos y distraerse de lo que había sucedido en Seúl.

Es cosa de tiempo, pensó Jungkook, para encontrar un culpable y a pesar de


que Taehyung insistía con que no sucedería nada, él no la creyó en ningún
momento. No siempre estaría Taehyung para ayudarlo o encubrirlo, además
esta vez, había pisado terreno desconocido que le jugó una mala pasada.

Los besos del moreno lograban tranquilizarlo un poco y cuando la noche dio
a pie, Jungkook atacó su boca con desespero. Despojó a Taehyung de sus
prendas con apuro, necesidad y salvajismo, trepando sobre él una vez lo
tendió en la cama y sonrió. Se ocupó de la erección del rubio y así siguió con
la suya, se grabó todos los jadeos graves que de la boca carnosa salían y
continuó deslizándose con el pene de su hermano dentro de su cavidad bucal.

Taehyung lo desnudó en cuestión de segundos, acariciando la piel lechosa y


pura que tenía a su vista. A diferencia de la primera vez, esta fue suave, el
rubio lo penetró de tal forma que Jungkook disfrutó y ya no tenía el rostro
bañado en lágrimas como lo fue en un principio. Se unió con el azabache en
uno, para siempre y ya estaba más que claro que ambos cuerpos se
correspondían el uno con el otro, dejándolo en evidencia con los incontables
rasguños en la espalda morena y los chupones que adornaban el cuello de
Jungkook.

Se abrazaron durante la noche, Taehyung se encargó de protegerlo mientras


Jungkook dormía desnudo entre las fundas. Se distrajo jugando con sus
mechones oscuros, contando los lunares que tenía alrededor del cuello y
grabándose el color rojizo de sus labios entreabiertos porque probablemente
sería la última vez que los vería ya que Jungkook tenía razón, era cosa de
tiempo para encontrar un culpable.

—Gracias, Kookie—Taehyung dejó un casto beso en su frente y sonrió—.


Gracias por todo.

Pero no puedo quedarme.

Son sacrificios por los que amamos, por la familia, Taehyung lo sabía y es
por eso que a la mañana siguiente mientras desayunaba junto a los demás no
se sorprendió cuando tocaron la puerta de la residencia Min.

—¿Se les ofrece algo oficiales?—La señora Min frunció el ceño, aunque en
el fondo ella ya tenía claro a quién buscaban.

El rostro de sorpresa de los tres restantes se hizo notar, Yoongi, Jin y


Jungkook no ocultaron su nerviosismo y como respuesta a la mirada seria
que Taehyung le dedicó a Jin, el castaño entendió que debía correr hacia
Jungkook para protegerlo y ocultarlo, procurando también que no dijera nada
sobre lo que pasó. El rubio caminó hasta la puerta principal casi dispuesto a
asumir el maldito destino, aún si el resto no sabía porqué lo hacía.

—Kim Taehyung queda arrestado por la muerte de Chul Da-Yung.

Ninguno de los tres lo esperó, salvo Taehyung que sonrió lentamente y les
mostró ambas muñecas para que lo esposaran. Jungkook dejó escapar un
grito y trató de correr hasta él entre lágrimas, pero Jin y Yoongi lo detuvieron
aún si el menor luchaba por zafarse. Fue difícil para los dos mayores
retenerlo porque ni ellos podían creerlo, cómo, cuándo y para qué lo hizo,
¿qué es lo que planeaba Taehyung? Aunque Jin suponía que por su rostro de
resignación, no habían más trucos, salvo sacrificar la reina y proteger al rey.

Jungkook no podía perderlo, no quería dejarlo ir otra vez, no quería que lo


abandonara, no esta vez. Gritó e intentó con todas sus fuerzas tratar de llegar
a él de alguna forma para que lo mirase y viera que cometía un error, que
podían salir de esto juntos, pero Taehyung en ningún momento se volteó a
su dirección como de costumbre, solo se entregó, como nunca antes lo había
hecho, sin trucos, cartas bajo la mesa o esperanza.

—¡Haz algo Jin! ¡No dejes que se lo lleven!—exclamó por sexta vez con las
lágrimas cayendo por sus pómulos. Jin no respondió y solo mordió su labio,
su rostro fue una incógnita y no sabía qué más hacer salvo detener a
Jungkook, aun si eso implicaba dejar a Taehyung a su suerte—¡Jin por favor!
¡Jin!

—Lo siento, Jungkook...—musitó, apartando la mirada—No puedo hacerlo.

Yoongi caminó lentamente hasta su madre en la entrada, con la imagen


andando de Taehyung acompañado por policías y patrullas fuera de la casa.
Negó lentamente, no podía estar pasando, no ahora, y por qué exactamente,
qué es lo que había hecho para este punto.

Estaba escrito en la estrategia de Taehyung desde un principio. No hay dos


ganadores en el ajedrez, ni dos piezas en pie, solo el rey salía intacto y eso
hizo desde que cargó a Jungkook en la sala del hospital. Cuando ya todas las
piezas del tablero cayeron y solo quedó la reina y el rey, era el momento, la
reina tenía que sacrificarse para proteger al rey.

La reina desapareció,
y el rey sigue intacto,
los peones cayeron
uno por uno,
dejando el tablero vacío.
El juego ha terminado.
Epílogo

Experimento 360K: Cognición Sexual.

Sujeto a evaluar: Kim Taehyung.


Edad: 6 años.
Origen: Corea del Sur.
Tipo de Sangre: AB.
Área de evaluación: Sistema nervioso y Conducta.

Observaciones: El paciente presenta conocimiento del origen sexual


adelantado, también una extraña calma a la hora de, igualando su actitud a la
de un adulto incluso superior. Toma de decisiones maduras.

Evaluaremos sus reacciones a tipos de encuentros sexuales, estudiaremos sus


gestos día a día a fin de concluir la hipótesis principal: El niño se adapta a la
toma de decisiones sexuales mientras más tiene referencias de ella.

Día 1

Taehyung presentó miedo, confusión y pánico. Se encuentra perdido y no


ha dejado de gritar. Está llorando, temblando y se ha hecho heridas por
todo el cuerpo. No escapa de lo previsto, típica reacción inicial.

Día 2

Después de la primera noche se encuentra normal, no ha caído desmayado


como se creyó y solo vomitó una vez; su cuerpo soportó la primera
impresión. Dejó de gritar y llorar, al parecer ya lo está procesando.
Día 3

Fueron alrededor de cien repeticiones y a la segunda ya se acostumbró. La


falta de sueño le fue ganando poco después, al igual que el ayuno, por lo
que he decidido sacarlo y hacerlo descansar. Usé el recipiente número 36°
para comprobar si la pérdida de memoria es efectiva.

Día 50

Su progresión en el ajedrez es fantástica, es capaz de analizar el juego a tal


punto de estudiar minuciosamente los gestos físicos y recordar patrones de
movimientos ya antes vistos en los vídeos. Sus observaciones son buenas y
mayormente asertivas; Taehyung desarrolló la ventaja número tres en
menos de un mes.

Día 73

El estudio avanzado aplica a sus aptitudes, logra comprender los textos


universitarios y formar un estudio conciso en base a ellos. Todo va de
acuerdo a lo estimado, incluso mejor; Taehyung es un arma de
conocimiento.

Día 235

Taehyung confunde la realidad con su imaginación, a menudo grita por las


noches inconscientemente y amanece escondido dentro de su armario. Su
análisis del ajedrez escapó de mis manos a tal punto que asocia todo a base
de estadística y proporciones que se requiere al jugar.

Día 238

Taehyung reproduce los vídeos por su cuenta y a menudo se ríe cuando los
ve. Escondí las grabaciones en mi oficina para alejarlo del contenido y
aumenté la dosis del medicamento 36B a 100 ml por esta semana, la
última.

Día 239

Suspención del experimento y medicamento número 36B. Ha escapado


de nuestro control.

La señora Min se mostró seria cuando el prisionero teñido de rubio se sentó


frente a ella con una expresión parecida a la suya. La mujer tragó duro y de
su cartera sacó los archivos que Jungkook le entregó minutos después que se
llevaran a su hermano, Taehyung observó atentamente y guardó silencio
hasta que ella comenzar a hablar.

—Bien... Esta es tu situación:—la señora Min se cruzo de brazos en la mesa


con sus lentes relucientes sobre su nariz mientras leía la información
recaudada y lo que sucedería según el código penal de Corea—Perderás la
custodia de Jungkook, lo más probable es que termine en un orfanato.

Taehyung tragó duro.

—Jungkook no tiene a ningún pariente directo salvo Jin que ante la ley se
encuentra inestable para cumplir el rol que el menor necesita, por lo tanto la
ley está obligada a protegerlo—Taehyung asintió lentamente y ella continuó,
dejando escapar un suspiro antes de volver a leer—. Además tendrás una
orden de alejamiento hacia Jungkook hasta que cumpla la mayoría de edad.

—¿Qué?—soltó rápidamente, frunciendo el ceño. —¿Por qué? No me habías


dicho eso.

—Eso es porque nunca me dijiste que mantenías relaciones sexuales con un


menor. —bramó. Taehyung se sorprendió de pies a cabeza; se suponía que
eso no estaba dentro de sus planes—. Cuando cometes un crímen de tal
magnitud como el tuyo, analizan a toda tu familia directa y Jungkook
presentó señales de abuso. Lo que quiero decir es que además del crímen
tienes un cargo por violación de un menor.

—Debe ser una maldita broma—rió sarcástico. Taehyung chasqueó la


lengua—. Mierda. ¿Y ahora qué?

—Reduciré tu condena, además presentaré una contraparte según los


archivos que tiene Jungkook a tu favor. Diré que fue en defensa personal
después de años de abuso de los cuales tu abuela tenía conocimiento y así
quizás logre salvarte de ese cargo, pero con respecto a Jungkook solo puedo
garantizar que trataré de obtener su custodia.

—Eso no me ayuda—gruñó—. ¿Qué sucederá? ¿No podré verlo nunca más


mientras esté aquí?

—Temo decirte que no, tienes una orden de restricción y una condena. Si
Jungkook dijera que no fue abuso, no sería válido porque es un menor de
edad y por lo tanto solo empeoraría las cosas. Lo suyo no se podía desde un
principio y tú lo sabías.

Taehyung inhaló profundo, alborotó sus mechones rubios ya desgastados y


mordió su labio; estaba jodido de pies a cabeza y lo peor no era el maldito
ambiente en la prisión sino que no volvería a verlo y aunque se lo esperaba
la noche anterior, no pensó que resultaría tan mal.

—Bien—terminó por decir, todavía cabizbajo—. Haz lo que tengas que


hacer.

—Otra cosa más—Taehyung alzó su rostro confundido y miró fijamente a


su abogada que ahora también estaba fijando su vista en él—. Estarás en una
clínica psiquiátrica. Los archivos demuestran que no estás apto para una
condena habitual.
Kim apartó la vista y asintió. Había perdido la partida de ajedrez contra el
destino y se sentía como un sabor amargo en la boca, distinto, nuevo y
asqueroso.

El caso se volví todo un tema, Jin y Yoongi estuvieron al tanto de lo que


sucedía mientras que Jungkook no tenía ánimos de hablar después de la
orden de restricción. Se negó a dejarse analizar y responder lo que la policía
le preguntaba, Jin no lo culpó y aunque constantemente trataba de
tranquilizar su sueño durante la noche haciéndole compañía, no lo logró por
el simple hecho de no ser Taehyung.

Finalmente la custodia del menor quedó en manos de ambos abogados como


reemplazo temporal por más que el estado luchó por la negación, sin
embargo, eso no bastó para el azabache.

No existían límites para los Kim y Jungkook era el hecho clave. Costaría más
de lo esperado y tendría que hacerlo a espaldas de toda la familia que estaba
ayudándolo, incluyendo a Jin, pero el azabache era capaz de muchas cosas
con tal de estar cerca de Taehyung y si lo analizaba mejor, ambos tenían un
parentesco enorme más allá de su lazo familiar y es que ninguno de los dos
perdería una partida.

Los hermanos Kim se apoyaron desde un principio y costara lo que costara,


Jungkook le devolvería el favor a su hermano, incluso si eso lo ponía en
peligro. La decisión había llegado a tal punto que al día siguiente, Jungkook
se mostró como nuevo y dispuesto a colaborar, asistiendo a clase y yendo a
las típicas terapias porque no importaba lo difícil que fuera, él volvería a
verlo y ambos estarían muy lejos de todos aquellos que quisieran separarlos.

Taehyung fue trasladado a una clínica psiquiátrica dentro de una prisión al


sur de Corea y de máxima seguridad, sin la posibilidad de ver a una cara
familiar. A los pocos días descubrió que exactamente no era una clínica
psiquiátrica, él lo llamaría más como un basural para la ganancia
farmacéutica porque si de algo no fallaba Kim Taehyung era en su memoria,
su análisis y estaba seguro que el tipo de los vídeos que vio siendo un niño
era el mismo que ahora se hacía llamar su psicólogo.
—No te esperaba aquí en realidad, o al menos no tan pronto. —le sonrió a
su paciente, sentándose en la silla que tenía frente al sillón donde se
encontraba el ahora castaño. Taehyung apretó la mandíbula—. Burlaste la
justicia por más de quince años, debo admitir que eres un experto, incluso
me costó obtener esos archivos.

El castaño guardó silencio, serio. Este bastardo era el que causó todos los
problemas y curiosamente el mismo protagonista de los tres vídeos.

—Pero—Taehyung alzó ambas cejas y él sonrió divertido—, eso te costó la


custodia de Jungkook.

—Cierra la maldita boca—gruñó de golpe.

—Tu padre tenía razón, tienes tu genio—rio.

Taehyung frunció el ceño ante su sonrisa y comentario.

—Ya es momento de presentarnos como corresponde, ¿no lo crees?—le dijo,


arreglándose la bata antes de estirar su mano hacia al frente con la misma
sonrisa de hace un momento atrás, esa burlesca expresión que hizo a
Taehyung apretar la mandíbula—. Soy el Psicólogo y Doctor Dong-hee.
¿Qué te parece una partida de ajedrez?

Fin

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