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Monster - KTH & JJK
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(Contenido adulto)
@myokiru
Preludio
Hasta un día.
Era curioso de sí mismo. Muchas veces intentó cometer los mismos actos
que una persona mayor, pero algo en el fondo le decía que no debía volver a
hacerlo. Ante esa loca idea, no podía dejar de provocarle una sensación
inexplicable y una curiosidad enorme.
El agua caía sobre su cuerpo, rozando con cada parte de su figura, incluyendo
su parte baja. La curiosidad comenzó a invadirlo nuevamente y ¿qué tenía
de malo intentar lo que sus padres hacían? Tocó su bulto, que era mucho más
pequeño, y con el chorro de agua que caía sobre él, empezó a estimularlo.
Evitaba soltar jadeos evidentes y gemidos que llamaran la atención, pero era
imposible, la sensación era jodidamente buena.
Era un niño.
Habían pasado dos días desde que su madre estaba en el hospital, Taehyung
no había asistido a clases y se dedicaba a cuidar de su madre junto a su padre,
aunque él actualmente se encontrara ausente.
Lo meció de tal forma que logró detener el llanto, miró cada una de sus
facciones y las grabó en sus recuerdos. No tenían muchos rasgos que los
hacían parecerse, pero aun así llamaba la atención de Taehyung. Esta vez, le
sonrío de verdad. Le entregó su más sincera sonrisa y junto su mano con la
suya. Sintió una extraña conexión, sintió atracción y deseo, e
inconscientemente, depositó un casto beso en su frente para susurrarle:
Se perdió en sus ojos brillosos, en el suave tacto de sus manos contra las
suyas, en la cálida sensación de tenerlo cerca. Tenía ese deseo descrito en los
libros más morbosos, esa pasión de quererlo para sí y no dejarlo nunca más.
Taehyung comenzaba a apropiesarse de él en todos los sentidos, sexuales y
sentimentales. Y eso no era más que un significado de una grieta en sus
represiones. Poco a poco comenzó a despertar, por Jungkook.
Sin embargo, lo que en realidad estaba pensando, era en cuál sería el primer
obstáculo que arrancar.
El castaño tomó el cuaderno después de tantos años al igual que un lápiz del
lapicero, buscó una página en blanco y escribió con una sonrisa en su rostro.
Día 240
—¿Irás a la escuela hoy o planeas quedarte ahí tendido igual que siempre?—
le dijo, serio. Taehyung soltó un largo suspiro y rodó los ojos; lo que menos
necesitaba ahora era el regaño de su padre—¡Responde!
—Eres asqueroso—bramó.
—Como sea... Hoy vendrá una nueva criada, por ello, necesito de tu
colaboración. ¿A qué me refiero? Pues simple, necesito que no salgas de tu
habitación, que no hables cuando no te lo pida y, claramente, que te comas
todo lo que ella venga a entregarte a tu habitación, ¿te queda claro?
El señor Kim bajaba por la escaleras con Jungkook en sus brazos, sonreía y
besaba su frente de vez en cuando para que el niño riera, y así resultaba.
Adoraba demasiado a su pequeño hijo que se olvidaba completamente del
otro. Había desarrollado un odio inigualable hacia Taehyung en estos dos
últimos años, un odio que nació de la noche a la mañana.
Todo comenzó una noche como todas las anteriores, Taehyung despertaba a
medianoche e iba hasta la habitación del infante. Ya había ido un par de
veces a observarlo, descubrió que su pequeño hermano adoraba las aves y
los peces, gran parte de sus juguetes tenían relación con aquellos animales.
Entonces, por la noche caminó sobre la suave alfombra del pasillo hasta
llegar a la habitación del azabache, giró la perilla y con delicadeza abrió la
puerta, cerrándola detrás de sí. El pequeño chilló y se movió entusiasmado,
moviendo torpemente sus brazos y piernas con energía al verlo. Se despertó
y se paró sobre la pequeña cuna, curioso y ansioso por el espectáculo que
haría su hermano para entretenerlo, igual que todas las noches. Sin embargo,
esta vez Taehyung no venía con un espectáculo, más bien venía con algo
material sobre sus manos.
El pequeño de tal solo once años y medio no sabía qué andaba mal, ¿acaso
darle un obsequio a tu hermano era malo? Él creía que no, o así lo pensaba.
Entonces, ¿por qué su padre se enojaba tanto al respecto?
La señora Kim sostenía al niño entre sus brazos, sollozando junto a él. Estaba
asombrada, tan asombrada que le asustaba estarlo, no reconocía a su propio
hijo, por primera vez no era capaz de reconocerlo, y no quería hacerlo.
—Auch. ¿Él...? ¿De verdad dijo eso? Bueno, Taehyung siempre fue un chico
apagado, no veo el cambio.
—No te preocupes por eso, yo le daré todas las instrucciones para cuidar a
un niño de dos años—se burló. La señora Kim sonrió y se dirigió hasta su
habitación.
Cuando los Kim le comentaron sobre una presencia más en la casa y que
ellos catalogaban como peligroso, pensó en una mascota, algo así como un
perro rabioso o alguien postrado, pero no le habían dicho más que simples
datos al azar, donde ella podría fácilmente formar conclusiones.
Por lo que escuchó, creyó que Taehyung era el otro hermano, a pesar de la
escasa información sobre él en el instructivo, pero sabía perfectamente que
no podía dejar que se acercase a Jungkook, así lo decía en las reglas.
—Sé hacer las cosas mucho mejor de lo que usted podría hacerlas. Jungkook
no pasaría ni hambre ni frío a mi lado, así que deje de meter su apestosa nariz
donde no le incumbe.
El anteriormente nombrado se giró, nuevamente sobre sus talones, sonriendo
de lado a lado sin dejar ver los dientes. Dejó a la criada ahí, sorprendida y
con los pelos de punta, preguntándose cómo sería el desenlace de esta
historia.
Avanzó por los pasillos que le recibían y observó atentamente esas paredes;
como un flashback llegó y se esfumó, al igual que las fotografías que estaban
colgadas en los muros, donde aparecía él y su familia, pero sobre todo, donde
estaba él y Jungkook. Deslizó su diestra por el pomo de la puerta y
lentamente abrió la habitación de su hermano.
Pasó la corbata sobre su cuello, abotonó su camisa y se miró una vez más en
el espejo. Quería dar una buena primera impresión a los compañeros de su
clase, pero bueno, al fin y al cabo, quién no querría eso. Se miró una vez
más, apretó los puños y sonrió. Hoy Jungkook empezaba el primer curso.
Tomó su bolso rápidamente y bajó las escaleras lo más rápido que pudo. Ahí
estaban sus dos padres, corriendo por la hora. Se sentó en la mesa, ignorando
como sus padres corrían por toda la casa, buscando sus cosas. El desayuno
estaba servido y rápidamente notó la ausencia de un ser especial, su hermano,
sin embargo, no se atrevió a preguntar.
—Lo que haces está mal, no quiero que mami y papi se separen.
El rubio escuchó los sollozos minutos después que gracias a la ira no había
podido caer en cuenta que su hermano había estado así quizás cuánto tiempo
y él no lo había notado.
Cuando Jungkook entreabrió sus labios para hablar, ya era demasiado tarde,
Taehyung juntó sus labios con los suyos en un beso que no era correspondido
por el menor. Jungkook se halló sorprendido, sin saber qué hacer
exactamente, incluso sus ojos oscuros se posaron sobre los de Taehyung en
busca de respuesta que en este momento no podía entregarle. Pese a ello, el
rubio insistió en presionarlo y capturó su cintura entre sus manos, pegándolo
a su cuerpo.
La lucha contra Taehyung era inútil, el mayor no pensaba soltarlo ni por nada
del mundo. Fue mayor la sorpresa cuando Taehyung lo obligó a abrir la boca,
Jungkook dio un respingo cuando la lengua inquieta del rubio se enredó en
la suya y el aliento frió comprimió en su boca. Intentó seguir los
movimientos de Taehyung de cerca, aun si fallaba en el intento por la
confusión.
—Es solo que... Mmm, v-voy a llegar tarde—afirmó, nervioso. Se soltó del
agarre de Taehyung para salir corriendo, pero la voz gruesa y firme de su
hermano, lo hicieron dudar otra vez.
—Es q-que... Yo no sé dar de esos besos que se dan mami y papi, Tae—
susurró, bajando la mirada y con un ligero sonrojo en sus mejillas—. Te vas
a reír de mí.
—Es un placer también, tía —comenzó a hablar, sin borrar esa sonrisa de
satisfacción—. ¿Seguirás con la misma mentira de siempre? ¿No es eso
repugnante?
—Tienes mucha moral para recriminarme ¿No? —rodó los ojos. Taehyung
resopló, hastiándose. —Si no quieres que hable, tendrás que darme algo a
cambio. Tú y yo hacemos de lo que soy capaz.
Su tía guardó silencio unos minutos hasta que finalmente habló. —¿Qué es
lo que quieres exactamente?
—Me parece bien, pero—La señora Eugenia, dudó, más bien no creyó ser
capaz y ya suponía lo que pasaría si no lo cumplía. Era mucho más
aterrador—¿qué pasa si no aceptan?
—Simple. Yo por mi parte, no tengo nada que perder, pero usted sí. Lo más
probable es que le diga a la señora Kim como su propia hermana se ha estado
acostando con su marido, y bueno, eso sí que sería un espectáculo.
Taehyung colgó la llamada, antes de que su propia tía tratara de hablar otra
vez, oponiéndose a tal idea. Pero tal como había dicho Taehyung, el tiempo
corría. El reloj no se detenía, sus manecillas avanzaban mucho más rápido
de lo que podía creer aquella mujer.
El trayecto a casa se hizo mucho más corto de lo que había pensado, tampoco
era como si Taehyung hubiera estado tan concentrado en el viaje. Se adentró
hasta el estacionamiento del edificio, y llevó su auto donde correspondía su
lugar. Caminó lentamente por el oscuro pasillo que daba hasta el ascensor,
sintiendo la presencia de alguien más. Se giro, furioso, y para su mala suerte,
nada ni nadie lo estaba siguiendo. Debería dejar esa manía de sentirme
observado, pensó. Una vez que llegó hasta su departamento y deslizó la llave
por la cerradura, soportó otra vez las nuevas voces que se encontraban en su
propiedad.
—Ya veo, pero creo que todavía no me dices lo más importante, Yoongi—
El de piel blanquecina se sorprendió, pensando en la respuesta, porque por
más obvia que sea, quería hacerlo enojar con su espera—¿Por qué estás
teniendo sexo en la cocina?
Taehyung asintió, pasándole las prendas del suelo a cada uno. En cuestión
de minutos, la cocina volvió a su normalidad, y toda la casa también. La
chica se había ido en cuanto terminó de vestirse y Yoongi apareció minutos
después, sacando un vaso de uno de los muebles para llenarlo con agua.
La vida era una ruleta, las cosas se devolvían y se pagaban, tal como dijo una
vez.
—¿C-cómo entraste...?
La golpeó, una y otra vez, hasta que sus puños ardieron al igual que el
infierno. Sintió los pies del menor hundirse en su interior, clavando en cada
una de sus costillas, rompiéndolas en dos. El frío la golpeó de un momento
a otro, vio su ropa siendo despojada de su cuerpo, como lentamente se iba
quedando sin un pedazo de tela que fuera capaz de cubrirle.
Antes que un grito se escapara de su boca, fue callada por un miembro, firme
y grueso como el fierro que le estaba hundiendo en su virginidad. Chupó y
chupó hasta cansarse, hasta que sus labios dolieran. Lágrimas cayeron
desesperadamente por sus mejillas, sintiendo el dolor proveniente de su zona
íntima. La sangre se esparció por el suelo, la misma sangre de sus paredes
rompiéndose en dos, de su ano siendo completamente destruido por un
pedazo de metal.
Nadie escuchó los gritos de tortura, nadie escuchó como los hábiles dedos
de Taehyung se introdujeron en la dañada entrada anal y vaginal de la criada.
Tampoco se escuchó cuando el menor quemó una cuchara y la había puesto
en ambos pezones de la mujer, haciéndola gritar hasta el fondo de su alma.
Intentó alejarse, intentó caminar y correr; pero el castaño siempre estuvo a
un paso más adelante que ella. Se encargó de destrozar cada centímetro de
su desnuda piel, dibujó sobre ella cual papel, marcó el filo del cuchillo en
sus piernas, torso y brazos, y como acto final, le tiró una tabla con clavos
sobre su cuerpo.
Día 317, la criada me delató.
Gritó y gritó hasta que sus pulmones se cansaron. Se movió debajo de mí,
creyendo en la errónea idea de escaparse. Pero, por sobretodo, creyó en
una esperanza del perdón. Me hundí en un cuerpo desnudo, lleno de
sangre y cansado de luchar. Se entregó a la muerte tal como me entregó a
mí. Triste por irse, le dije adiós. Si tan solo hubiera tomado el peso de mis
palabras, si tan solo hubiera pensado antes de actuar. Porque la gente
asesina por amor o pasatiempo, y yo era de las que poseían las dos. Las
piezas de ajedrez caen del tablero, una por una, hasta dejarlo vacío.
Era prácticamente una guerra donde correría sangre, ambos estaban tan
concentrados en ganar para no asumir la consecuencia del perdedor. Se
cruzaron miradas de odio, diciéndose tantos improperios con la mirada que
dudaban conocer la mayoría, pero ahí estaban, atentos al movimiento del
otro, completamente concentrados en la cartas del naipe.
No sabían en qué momento había comenzado tal apuesta, todo surgió porque
Taehyung no tenía ganas de cocinar y bueno, Yoongi no iba a tocar la cocina
en su puta vida por el simple hecho de que podría morir, pero olvidando este
hecho, no iba siquiera a comprar la comida porque lo había hecho la semana
pasada. Entonces, eso implicaba un gasto más en su billetera y no se dejaría
vencer tan fácil.
Por otro lado, Taehyung estaba a punto de hacer la cena cuando recordó lo
que hizo Yoongi en su cocina, pensó que no sería mala idea hacerlo sentir
culpable para que comprara la cena, no obstante, ambos eran personas tan
testarudas.
Yoongi bajó sus cartas, dejando ver una escala limpia de corazones que
partía desde el 9 al Q. Sonreía victorioso, estaba de más decir que podría
vivir un día más y que su billetera estaría a salvo del horrible apetito de
Taehyung, sin embargo, era muy pronto para cantar victoria.
Por último, Taehyung bajó sus cartas y podría mandar a pedir una pintura
con la cara de Yoongi en ese momento. El rubio se limitó a sonreír,
cerrándole la boca a su mejor amigo mientras que Yoongi no se concentró
en nada más que la escala de picas de Taehyung que partía desde el As hasta
el 4.
Qué odiosa era la voz de Taehyung, no sabía porqué le resultaba más odiosa
de lo usual.
—Sí, sí, sí. Falta mucho, quizás años o siglos, ahora deja de joder.
—Hey ¿Acaso es mi culpa de que seas un pésimo jugador?—contestó el
rubio, divertido ante la molestia de su mejor amigo.
Yoongi quiso preguntar el trasfondo, pero esta vez decidió no darle más
vuelta al asunto y rendirse con aquello.
Lo peor de todo es que sabía que Yoongi no lo iba a empujar. El idiota era
tan idiota que le temblarían las manos al saber el plan, y es que sí, Yoongi
era así de idiota. Ni siquiera podría empujar al maldito niño sabiendo que
viene algo en su dirección, probablemente se lanzaría él en su lugar. Odiaba
ese lado bueno del castaño porque no lo ayudaba.
—Te recuerdo que nosotros a los trece años nos dimos un beso.
—Estás exagerando.
—A los tres años te pidió un oso de peluche gigante que costaba el triple que
uno normal y se lo compraste—recordó. Taehyung soltó una pequeña risa,
bueno quizás sí lo mimaba, pero era Jungkook, así que lo valía—. Ahora que
lo pienso, no sé de dónde sacaste ese dinero.
—Lo robé.
Para su defensa, nadie podía superar a Jimin. El pelinaranja pasaba todas sus
tardes jugando, la cantidad de veces que jugaba reflejaba cómo es que se
sabía los niveles de memoria. Sus padres decían que su hijo no tenía remedio,
habían intentado todos los métodos posibles para que, además de
concentrarse en la escuela, intentase hacer más amigos en la vida real y jugar
con objetos de la realidad.
Los demás parecían contentos con la idea, todos menos Jungkook. El reloj
casi marcaba las ocho, sabía que no podía quedarse más tiempo, pero las
ganas de probar el estofado de la madre de Jimin eran mucho más grandes
que cumplir con una regla esencial.
—¿Y a ti Jungkook? ¿Qué te parece?—consultó Hoseok. El azabache los
miró, pensando en su decisión final. Después de todo, Taehyung podía
esperar unos minutos.
—E-está bien...
—Me dijo que vendría a las ocho—agregó. El azabache alzó su rostro y miró
fijamente el reloj de pared, percatándose que se había pasado de la hora—Y-
y... Creo que debo irme. Se me hizo tarde...
Taehyung no le dijo nada, no le dijo nada cuando Jungkook cerró con fuerza
la puerta ni tampoco cuando subió el volumen de la radio, solo lo ignoró. El
azabache se quedó sin ideas para hacerlo hablar y sintió que ya lo había
intentado todo. Tenía unas enormes ganas de abalanzarse sobre él y decirle
que lo sentía mucho, pero la penetrante y oscura mirada de Taehyung le hacía
arrepentirse.
Lo hizo sonreír con simples besos, simples caricias y roces que no fueron
más allá de lo insano. Jungkook no podía recordar cuándo fue la última vez
que había sido tan feliz al lado de Taehyung, ya que nunca habían compartido
más de un día juntos, es más, dudaba que ese tiempo fuera más de dos horas.
Pero sabía que sentir sus caricias y sentirse amado por él era mucho mejor
que jugar con sus juguetes.
A pesar del pequeño vínculo que se había creado poco a poco, ninguno de
los dos podían quedarse juntos por un tiempo. Yoongi iría a vivir con su
familia en Osaka por quién sabe cuántos años y Taehyung lo acompañaría
porque surgió un inconveniente para ambos que sería difícil de arrancar. La
decisión no había sido fácil, Taehyung se esforzó para estar cerca de
Jungkook, trabajó para obtener un departamento, sacrificó la mayor parte de
su tiempo por el pequeño que ahora no podía simplemente irse porque algo
no haya funcionado de acuerdo al plan.
No era fácil para Yoongi saber que Taehyung sufriría con la ausencia del
menor y también sabía que estar a fuera, esperándolo en el auto, de la casa
de Jungkook era una mala idea por el simple hecho de que Taehyung saldría
lastimado al despedirse.
—¡No! ¡Yo no quiero que TaeTae se vaya!
Taehyung quería quedarse, claro que quería quedarse, pero también quería
que Jungkook dejara de llorar y gritar porque se le hacía más doloroso para
él que para el menor.
Taehyung alzó su rostro, mirando con súplica a la señora Kim para que los
dejara solos. Ella entendió y sonrió de lado:—Apura, tu padre volverá pronto
y no le gustará la idea de que estés aquí.
—¡No!
—Bebé, esto no es un adiós, ¿sí?—susurró, acariciando su cabello—Yo
volveré a Seúl y te prometo que haremos todas las cosas que tú quieras.
Empezando por ir al parque de diversiones y comer helado.
La señora Min era la ternura hecha persona, siempre ofreciendo una sonrisa
al mundo y además, molestaba a su hijo dándole excesivas muestras de
cariño, haciendo reír a Taehyung. Por otro lado, el señor Min, era el típico
padre trabajador que siempre estaba haciendo reír a su esposa y a su hijo,
pero pasaba poco tiempo en casa y lo recompensaba en los días libres,
dándoles los mejores pasatiempos y beneficios a su familia.
—Mamá creía que yo iba a ser mujer, pero el aparato reproductor con el que
nací era completamente diferente—La señora Min asintió, sonriendo,
mientras les servía los platos de comida.
—Eso explica lo femeninas que son tus piernas—esta vez fue Yoongi el que
le pegó a Taehyung en la cabeza.
Lo comprendió años antes, cuando observó las pocas fotos que continuaban
colgadas en la pared del pasillo y sintió algo lejano; cuando en sus pocos
recuerdos seguía el rostro vivo del moreno, pero ya en menor cantidad; y fue
cuando Jungkook se preguntó si alguna vez volvería a verlo porque ya no era
capaz de recordarlo al cien por ciento.
—Está bien.
Una enfermera vio al menor divagar por los pasillos del hospital, sin una
orientación establecida. Le sostuvo la mirada por un tiempo, preguntándose
cómo un niño de tan solo nueve años andaba por su cuenta y sin un adulto a
su lado. Después de tanto tiempo observándolo, se acercó a él, agachándose
para quedar a la misma altura y asustándolo por la repentina acción.
—¿Perdiste a tu mami, cariño?—El peor error que pudo haber hecho, lo supo
en el momento en que Jungkook comenzó a llorar, explotando en el peor
momento. Sí, ¿hasta cuándo podría fingir?—¡Hey! ¿Qué ocurre?
Taehyung entró al hospital lo más rápido que pudo. Tropezó con personas
desconocidas y casi quiebra el botón del ascensor de tanto apretarlo, pero la
verdad era que a esas alturas solo le importaba el pequeño. Se lo imaginó
llorando, hundiendo su rostro en sus piernas y murmurando palabras que ni
él mismo podía entender. Bastante equivocado estaba.
Al llegar a la sala, no se encontró con nadie más salvo su tía. Se acercó a ella,
furioso, olvidándose de un Yoongi que venía detrás de él. Tomó de su brazo
tal tela y la obligó a que alzara su rostro y dejase de llorar.
—¡Y qué mierda crees que estás haciendo aquí llorando y no cuidándolo!
—Y-y-yo...
—Olvídalo, ya vete, no sirves para nada más, lo buscaré por mi propia cuenta
pero desaparece de mi maldita vista.
Taehyung inhaló profundo, todavía sin creer que los llantos de su bebé eran
los que tenía que consolar y fingir que en realidad no le afectaba. Lo acarició
y escurrió sus dedos para él, suave y cálido con el fin de darle siquiera un
buen recuerdo y no uno donde la mujer que los crió estaba muerta.
Ahora es cuando Jungkook quería saber qué pasaría o, peor, qué es lo que
quiere su madre para él. La abuela estaba con él, agarrando su mano con
fuerza y viendo el juicio de Taehyung y su tía en la corte.
—Taehyung, comprende, por favor. Puedo darle una buena vida a Jungkook,
puedo darle una vivienda, alimentación y educación, le estoy dando todo lo
que necesita. En cambio—recordó, mirándolo con lástima—, ¿qué podrías
darle tú? Solo lo harás pasar hambre, frío y quién sabe que cosas más.
—Eso no es cierto—gruñó.
Sin embargo, ante los datos nombrados en las fichas, el juez habló
claramente.
—La custodia de Kim Jungkook queda a manos del señor Kim Taehyung—
habló, golpeando el maso.
Los siguientes momentos pasaron como un déjà vu, en algún escondido lugar
de su memoria se encontró este instante, donde Taehyung se acercó al
pequeño de cabellos negros y extendió su mano para él, con fuerza y
seguridad. El rubio susurró un "iremos a casa" y Jungkook asintió, poco
convencido.
—Es lo mínimo que puedes hacer después de irte por tres años, estúpido.
Y ahí va, Taehyung creyó ordenarle que no dijera palabras malas, pero
Jungkook nunca lo obedecía. Ya era la séptima vez en la semana que su
hermano menor lo insultaba, sin contar las veces que le golpeaba y escupía
sobre él. Porque sí, Jungkook todavía no quería a Taehyung, cómo hacerlo
después del abandono, claramente no sería de la noche a mañana. El
azabache no era idiota, podría tener nueve años pero eso no lo convertía en
un estúpido. Sabía muchas cosas que no podía saber, era curioso, quizás
demasiado, y eso le daba puntos a su favor.
—Tú ganas.
Yoongi estaba enojado, oh claro que sí, habían quedado en cenar pollo frito,
o por los menos, en eso quedó con Taehyung. Pero ahora resulta que estaba
esperando por una pizza con un Taehyung limpiando a Jungkook con una
servilleta porque se manchó con la bebida. Los odiaba, a cada uno de ellos,
a Taehyung por hacer todo lo que ese demonio ordenaba y a Jungkook por
nacer. Había soportado las palabrotas del menor, sus golpes y todo lo que
implicaba criar a un niño, pero había una línea muy estrecha entre su pollo y
su paciencia. Además, se había ganado la cena porque Taehyung perdió en
el juego de ajedrez, aunque comenzaba a creer que realmente no perdió y
solo lo complació por ser su cumpleaños.
—Taehyung es idiota.
—Eres gruñón.
Antes de que ambos pudieran decir una palabra, algo les golpeó fuertemente
la cabeza. Jungkook frunció el ceño mientras que Yoongi estaba a punto de
golpear al responsable cuando ve que el principal actor era Kim Taehyung.
El rubio los miró furioso, lleno de odio en sus ojos y más aún cuando ve a
ambos causantes apuntándose con el dedo. En ese momento, no sabe cuál es
más estúpido que el otro.
Jungkook estaba estático, con sus ojos sumidos sobre el entorno desconocido
y con un rostro lleno de asombro que intentaba ocultar. Sostenía con fuerza
ambas correas de su mochila a los costado mientras esperó alguna palabra de
Taehyung o Yoongi. Aunque su sorpresa nunca sería contestada debido a
que el mismo Yoongi se encontraba igual de perdido con la situación.
Jungkook rodó los ojos porque era de esperar que ese idiota no supiera en
dónde estaba parado, y lo peor es que él creyó por un loco momento que sí,
que Yoongi sabía y podía contestarle el hecho que su hermano tenga una
vivienda mejor que la de sus difuntos padres.
—No creí que tenías una casa. Es más, ni siquera lo vi como una opción—
confesó después de un rato. Jungkook soltó un bufido; Yoongi tampoco tenía
idea.
Taehyung asintió, Jungkook avanzó por el resto de la sala hasta llegar a las
escaleras y subió en cosa de segundos. El rubio soltó un suspiro prolongado
después de perderlo de vista.
—Bien, Taehyung, debo decir que me sorprendiste—habló de repente
Yoongi, caminando hasta el sillón de la sala principal para descansar.
Taehyung se giró para mirarlo.
—Simplemente es casualidad.
—Estabas tan preparado para todo, siquiera tenía idea que terminaste tus
estudios en Japón o que tenías un trabajo. ¿Sabías que tu familia moriría,
acaso?—soltó. Taehyung negó.
—No, eso me tomó desprevenido. Pero, sabía que ese viejo moriría en cosa
de tiempo—aludió, sentándose a su lado—. Por lo tanto, debía moverme
rápido, Eugenia haría todo para quitarme la custodia de Jungkook y tendría
que sacar otro truco.
—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Yoongi—dijo, soltando una risa—
, y no planeo contártelas. Quizás no ahora.
—¿Vas a ordenarme?
La escena era la misma que años atrás, Taehyung nunca olvidaba algo que
implicase a Jungkook, una de las pocas cosas que realmente valía la pena
recordar. Y por supuesto, nunca olvidará la enorme sonrisa que iluminaba el
rostro del menor cada vez que le cumplía sus caprichos. Era una de las
mejores épocas, donde la palabra hermanos, tenía un valor y un significado
más allá del lenguaje.
—¿Qué deseas para cenar?—Fue lo único que escapó de sus labios dentro
de unos minutos para evadir el tema anterior. Yoongi sonrió satisfecho en
cuanto notó que su misión de molestar a ambos había resultado.
—¿Qué?
Eran unos niños la primera vez que Taehyung habló en la sala de clases,
cuando aún asistía a la escuela. El resto de infantes eran un caos, siempre
gritando y corriendo por los alrededores, pero a Taehyung no parecía
importale o eso notaba desde tres asientos más atrás que el suyo, al contrario,
solo seguía escribiendo en su cuaderno. La situación se volvió complicada
cuando un niño provocó que el lápiz del castaño se resbalara de sus manos
al suelo y lo recogiera, chocando contra el cuerpo débil y delgado de
Taehyung gracias a sus travesuras.
—Eres ruidoso.
Los ojos de su hermano nunca habían sido más oscuros que los suyos, pero
ahora se veía lo contrario. Taehyung era una noche profunda y él un
caminante en un callejón sin salida.
Taehyung subió cada peldaño de la escalera, sonriendo por las distintas pero
llamativas reacciones de Jungkook. Avanzó por los pasillos hasta llegar a la
habitación del ya nombrado, clavó su diestra en el pomo y giró de esta para
luego deslizarla hacia el frente. Observó el lugar con atención, hasta
encontrarse con la cama del azabache. Bajó el cuerpo de Jungkook por el
suave colchón y lo tumbó sobre él mientras que se quedó mirándolo desde
arriba.
Taehyung rió ante la idea, porque eso prácticamente sucedió hace mucho.
—¡En qué maldito país los hermanos se besan de esa forma, idiota!
—Asqueroso—bufó.
Taehyung bajó las escaleras con una gran sonrisa iluminando su rostro,
balbuceó cosas sin sentido y llamó la atención de Yoongi. A pesar de sentir
la extraña mirada de su mejor amigo, siguió su objetivo hasta la cocina para
continuar con lo que estaba haciendo minutos antes.
—¡Taehyung!
—Solo olvídalo.
—¿Así eran los baños con mamá?—la pregunta llena de tristeza lo alertó un
poco. Taehyung detuvo todo lo que estaba haciendo para mirar fijamente al
azabache que en cierta forma parecía melancólico o curioso, sea cual fuera,
ambas eran igual de malas.
—¿A qué te refieres?—preguntó el rubio.
—Me refiero a la hora del baño con ellos. Me pregunto si eras igual de
distraído que yo—rio al solo imaginarselo.
—Si lo hiciste.
—Que no.
—Que si.
Pese a ello, nunca entendió el porqué nadie se lo cuestionó al decir. Era una
noticia difícil de digerir, más en una familia como la de los Kim y aun así
nadie formó mayor espectáculo, incluso parecían aceptarlo a duras penas y
por obligación. Taehyung comentó alguna vez que cuando todos hacían sus
accciones reiteradas veces, se volvía algo normal en el futuro, pero Yoongi
creía que a pesar de esa frase tan ridícula, no podía ser así. ¿O si?
La maestra hizo una señal para que se presente, pero Jungkook negó
rápidamente y le indicó que prosiga ella.
Por otro lado, Taehyung estaba organizando los últimos papeles para su
próxima reunión. Al parecer, otra empresa deseaba un acuerdo entre
contratos para que las ganancias aumenten en ambas compañías, una alianza
que sin duda planeaba aceptar.
Yoongi poseía cualidades increíbles, tenía grandes extremos que podían ser
usados de la mejor forma. Taehyung se preocupó de sacar lo mejor de su
potencial y funcionaba de maravilla. Pero su amigo no tenía más que talento
ordinario, no era gran amenaza, o al menos no estando solo. El hecho de que
Yoongi pudiera traicionarlo, le provoca náuseas.
—Señor Kim, lamento molestarlo tan temprano, pero algo sucedió con
Jungkook.
¿Jungkook?
—Iré enseguida—colgó.
Maldito Jungkook, ¿por qué no pudiste esperar hasta mañana para pelearte
con alguien? ¿Acaso crees que el tiempo me cae del cielo? pensó.
—Puede que a usted no le moleste, señor Kim, pero los padres del niño
vendrán a reclamar si el agresor no recibe un castigo como compensación—
comentó el director.
Por una parte estaba feliz porque tenía la confianza de su hermano, pero
también sentía incomodidad, ya que se sentía extraño que Taehyung
solucionara sus problemas cuando no era su responsabilidad, probablemente
su madre le diría que debía disculparse y dejar ese vocabulario, pero
Taehyung no era ella.
—Lo lamento—murmuró
—¿Nada más?
—Bien.
—¡Ya me disculpe, gran idiota! ¡Qué más tengo que decir para que estés
satisfecho!
—T-Taehyung...—lloriqueó.
—¿Es que acaso planeabas hacerte el héroe? ¿Entonces por qué me haces
salir del trabajo?—Jungkook tragó y sostuvo sus deseos de llorar—Estoy
tolerando tu nueva actitud de un niño con falta de atención, te sigo queriendo
a pesar de lo mal que puedas tratarme, pero colmaste mi maldita paciencia.
Taehyung estaba herido por dentro, sus pedazos eran incontables, pero él no
lo sabía y probablemente no lo hacía con un montón de cosas. Por ejemplo,
¿Qué tan destruido estaba Jungkook? ¿Qué tan herido estaba Jungkook
después de la muerte de mamá? Ahora, Taehyung sabía que siempre ha
estado destruido, que la actitud de su hermano es represión. Su corazón se
rompió, el último pedazo que se mantenía unido, se rompió. Jungkook era su
último pedazo y, si su hermano estaba igual de roto, Taehyung ya no tenía
motivos para mantenerse en pie.
Eight
Cada dos de mayo se volvía una tortura, y Taehyung dejó de pelear consigo
mismo hace ya mucho tiempo como para fingir que el día no le traía
problemas ni recuerdos, memorias no tan frescas pero de igual peso. Pocas
veces necesitó de un medicamento para dormir en la fecha, sin embargo
nunca los descartó y tenía de sobra en su mesa de noche para prevenir.
La primera vez que sucedió fue cruzando los diez años, meses después del
nacimiento del azabache. Taehyung despertó entre jadeos y sudor por la
noche, totalmente ido y aterrorizado de sí mismo. Su cuerpo temblaba y de
sus ojos caían lágrimas mientras luchaba por mantenerse despierto, porque
aún si intentó dormir con pastillas, no lo logró, y no lo hizo después de dos
semanas donde retomó el sueño.
La segunda vez fue igual de intensa, solo que ahora la fecha era diferente y
el calendario marcó el dos de mayo. Ese mismo día, Taehyung había
escapado de su casa y durmió donde Yoongi que lo recibió con los brazos
abiertos al igual que su familia; sin embargo, el castaño de ese entonces
volvió a despertarse por la noche en espasmos y mucho sudor. Taehyung
corrió hasta el baño y vomitó de golpe, se miró al espejo y estaba pálido, y
cuando iba a volver a la habitación, Yoongi estaba viéndolo estupefacto.
Jungkook ya era hermoso de por sí. Ante la vista de Taehyung era alguien
enormemente peligroso a sus ojos y salud mental. Y ahora, gracias a la
maravillosa luz de la luna, se veía más irresistible de lo usual. Sus cabellos
alborotados y brillosos, su piel frágil y suave, y su ropa de dormir con diseño
de oso era algo excitante. Dios, quizás qué cosas podría hacerle justo ahora
con esa prenda. Taehyung estaba profundamente agradecido por haber
realizado esa compra, fue dinero bien gastado.
—No pensé que estabas despierto...—El azabache mordió su labio inferior
al mismo tiempo que terminaba de cerrar la puerta por detrás.
Taehyung lo había escuchado, pero ¿qué tenía de malo jugar un poco con su
hermano?
El azabache había estado pensando en lo mismo una y otra vez desde que
llegó a casa golpeando y corriendo hasta su habitación bañado en lágrimas.
Llegó a la conclusión que Taehyung no tenía la culpa sobre sus acciones
estúpidas e innecesarias. Después de todo, era justo como le había dicho, ya
no era un niño y no debía comportarse como uno.
Taehyung estaba sonriendo entre las sombras y la poca luz que iluminaba la
habitación. Lo miró con un cierto brillo distinto que otras veces, lleno de
alegría o algo más fuerte. La sorpresa y su felicidad le hacían pensar que
quizás podía volver a conocerlo, si tan solo le diera un paso o una señal para
indicarlo que el camino no estaba del todo prohibido.
Jungkook se sorprendió cuando no escuchó todas o comentarios burlescos
hacia él, y pensó que quizás Taehyung se había ido en la oscuridad, sin
embargo cuando avanzó unos cuantos centímetros, encontró su sonrisa por
debajo de la luz de la luna, totalmente claro.
La pupila del menor se expandió al ver la satisfactoria sonrisa del rubio frente
a él, y aún si la luz no estaba a su favor, podía distinguir la felicidad plasmada
en el semblante de Taehyung. El menor sintió una extraña sensación contra
su pecho y prefirió no darle tanta importancia, por lo cual solo le quedó
viendo algo sorprendido cuando sus miradas se encontraron.
Felicidad o algo así, esas podrían ser las palabras aue describirían la
situación. También podría ser melancolía, porque hace mucho que la sonrisa
rubia dejó de estar presente en sus memorias, y verla ahora era algo
totalmente diferente, casi memorable.
—Me alegra saber que viniste a disculparte—le dijo por fin el rubio,
Jungkook resopló—, pero creo que yo debería hacerlo.
El azabache abrió sus ojos como platos y una vez Taehyung terminó de
hablar, se incorporó, quedando frente a él y haciéndolo ver más pequeño de
lo que ya era.
—Síp.
—¿Por qué tienes miedo?
Jungkook infló sus mejillas y apartó la vista en cuanto se dio cuenta de que
no podía pronunciar las palabras que tenía en un su mente. Asumir que no
quieres ser un estorbo para tu hermano era lo mismo que confirmar un
aprecio, y Jungkook no estaba listo para aceptarlo.
A veces pensó que sus padres hacían mucho por él y eso lo hacía sentirse
como un problema, porque inconscientemente veía todo su sacrificio que se
gastaba en lo que él quería y hacía, dejándolos más agotados que lo normal.
Taehyung había perdido la noción del tiempo debido a la extensa charla que
tuvieron, ninguno de los hermanos Kim se había percatado de que cayeron
rendidos en el colchón con un Jungkook sumergido en sueños mientras que
pateaba las sábanas y golpeaba a un Taehyung profundamente dormido.
Cabe decir que el plan había fracasado. En vez de hacer tostadas, solo
consiguió un horrible olor a quemado por toda la cocina. Lo más
problemático no era su fracaso, si no como Taehyung bajaba las escaleras a
una velocidad increíble y unos gritos para morirse. Técnicamente, Yoongi
ya estaba muerto.
Segundos después, Taehyung llegó con un Jungkook dormido en sus brazos,
y digamos que las manos del mayor no estaban detrás de sus rodillas, más
bien se encontraban en el trasero del azabache.
—No intento quemar la casa, gilipollas. Esa cosa está dañada y es un peligro
social—refutó.
Yoongi contuvo las ganas de reírse en su rostro. Taehyung nunca había sido
tan sobreprotector, es más, era el que decía más insultos en la casa.
—Eres un gilipollas, TaeTae—se burló, otra vez, sintiéndose aún más feliz
al ver el rostro de Taehyung ardiendo en furia.
—Maricón—repitió el menor.
Jungkook había visto edificios enormes en sus videojuegos, pero sin duda
este era mucho mejor que observarlo desde una pantalla. Tenían a mucho
personal rondando por cada piso y al parecer todos conocían a su hermano
por señor Kim, lo cual era extraño porque Taehyung no cruzaba los veinte
años. Aun así lo ignoró y siguió recorriendo el enorme lugar tomado de la
mano del rubio.
Jungkook comenzaba a ponerse nervioso por todas las miradas sobre él.
Taehyung sostuvo el agarre con más fuerza y se detuvo frente al ascensor.
Se inclinó hasta quedar frente al menor, enderezó los tirantes de su mochila
con dibujos de Ben 10 y depositó un beso en su frente, susurrando un no
estés enojado, te compraré helado después de salir de la reunión, y
Jungkook no tuvo más opción que asentir, conteniendo sus ganas de besarlo
en la mejilla.
Al paso del día, Jungkook se quedó en la oficina de su hermano que a su
parecer no estaba mal. Tenía un televisor con cable, un sillón cómodo y
espacioso, y un baño. Era el paraíso con todas sus letras.
Pero para un niño no es muy divertido estar encerrado por casi dos horas. No
le importó mucho la orden de Taehyung, el pequeño no podría soportar la
regla de quedarse ahí encerrado todo el día. Es por eso que decidió recorrer
el lugar y conversar con algunos empleados en su transcurso.
—¡Eres la mejor!
—J-Jin—murmuró.
Jungkook recordaba ese nombre, pero nunca había tenido el placer de
conocerlo en persona, pero por alguna razón el hombre si lo conocía a él, no
necesita ser un genio para percatarse que por su mueca y desprecio que le
entregaba, lo hacía.
2. Necesito que tomen atención a los detalles que se nombran. Todos los
capítulos están enlazados con otros.
—SeokJin reconoce tu punto débil con tan solo hacer contacto visual
contigo, es decir, si haces algo que no le agrada, lo usará en tu contra.
Jungkook no lo creía.
—Jin siempre supo conocer al resto. Hay tipos y tipos; algunas personas no
son meticulosas al actuar, se basan en puro instinto; pero hay otras que
podrían armar la guerra con solo un movimiento. Esas son las más difíciles
de leer—dijo el rubio.
—Es bueno que conozcan a Jin, después de todo vivirá con nosotros por un
tiempo.
Yoongi por su parte no lo entendía. ¿Por qué alguien como SeokJin podía
obtener más favoritismo y él, mejor amigo de Kim Taehyung, que besó sus
labios una vez por accidente, no pudo terminar de follar con una chica porque
de seguro el hombre gruñón se enojaría? Está bien, él entendía perfectamente
que la familia iba ante todo, claro que lo hacía, pero ¿Por qué tenía que ser
Jin? Es un idiota con todas sus letras y él, recordemos que mejor amigo, tenía
que prácticamente rogar para obtener un beneficio.
Sí, Jin podría parecer la persona más cruel después de su mismísimo primo,
pero eso no era más que un análisis físico y básico. Lo cierto era que Seok
se define por el concepto de dama, o así es como lo definía Taehyung.
Al día siguiente, Jin entró a la cocina hecho una furia por culpa de alguien
llamado Yoongi. La mano izquierda del rubio había intentado un nuevo reto
con la tostadora, que resultó en un fracaso total y más rápido, provocando
los gritos del primo de su mejor amigo por toda la casa y los futuros sermones
de Taehyung al despertar.
—Lo hiciste porque hace una semana me cancelaste por ese patético hombre.
—No entiendo porqué te molesta tanto, Jin suele ser divertido y amable si lo
conoces bien.
—Te odio—bufó.
—Los herma...
—Tae...—jadeó, dejándose llevar por los besos que el rubio esparcía hasta
su cuello.
Y joder, Taehyung rogó por mantener su cordura porque ese niño era capaz
de ponerlo duro con tan solo una palabra. Quería comerlo y arrancar esa
molesta pijama para penetrarlo incontables veces hasta que se destruyera.
Sin embargo, había una pequeña alarma en el sistema nervioso del rubio que
le indicó parar, y a pesar de no haberla atendido antes, una nueva puerta se
abrió para que obedezca lo correcto y no se deje llevar por la lujuria que
estaba cegándolo, y esa puerta afortunadamente es la que abrió Jin al entrar
a su habitación sin permiso y sin tocar.
—Taehyung—gruñó. Taehyung detuvo los besos esparcidos por el cuello de
Jungkook, dándose cuenta de que había dejado una marca y miró a su primo
que estaba parado en el marco de la puerta con una expresión para morirse—
. ¿Qué estás haciendo?
Antes de que Taehyung pudiera replicar, Jin cerró la puerta una vez que
Jungkook salió de ella.
—¿Y eso qué significa? ¿Qué podrás besarlo con más libertad y enseñarle
cosas que debería estar aprendiendo a los 12 o 13 años?—Taehyung apartó
la vista. Una parte de él estaba de acuerdo con Seok, pero otra no puede evitar
pensar que no le importaba y que seguiría haciendo lo que ha hecho hasta
ahora—Cuando menciaron que tenías otro tipo de afecto hacia Jungkook no
creí que sería este.
—¿Mencionaron?
—Tus padres no eran de guardar más secretos de los que ya guardaban.
Taehyung sabía perfectamente que estaba maly odia a aún más que Jin sea
el que se lo haga saber de una forma más evidente como si fuera un completo
idiota cuando se tratara de Jungkook.
—Solo dale un poco de tiempo para él, déjalo jugar y conocer a sus amigos.
No te estoy ordenando nada, tú decides si hacerlo por su bien o no, pero te
aviso que si sigues tomando este camino, Jungkook podría terminar de la
misma forma que tú.
—No hace falta que te lo diga, solo necesitas ver tus manos para darte cuenta
toda la sangre que haz dejado correr sobre ellas.
Conoció a un chico llamado Baekhyun que resultó ser todo un charlatán con
tema de conversación para todo, también conoció a Minseok y Jongdae, una
pareja de niños que nunca se despegaba de la otra y tenían constantes peleas,
pero siempre estaba Kyungsoo para golpearlos y decirles que se callaran o
los mataría sin dudarlo.
—Ya veo...
Y es así como fueron pasando los días, los meses y los años, dolorosamente
lentos para Taehyung y Jungkook. Los hermanos Kim a penas se dirigían la
palabra, rara vez el mayor se encargaba de darle una que otra caricia, y era
mucho mejor que siguiera de esa forma por un tiempo. Taehyung llegó a su
límite y sintió el apretón que todo humano siente al hacer algo incorrecto,
aunque él no estaba asesinando a nadie ni nada por el estilo, es incluso peor
que eso, después de su charla con SeokJin pudo abrir sus ojos más que de
costumbre y volver a sus alertas de que Jungkook solo era un niño en plana
etapa de desarrollo.
Ya no era un niño, sus cumpleaños iban y venían hasta que llegó el número
trece, el más tentador de todos. No tenía idea de que Jungkook había
reestablecido el contacto con sus viejos amigos de colegio, en especial con
el molesto chico llamado Jimin.
El resto no era de mucho interés, Namjoon resultó ser un niño bastante gentil
y educado, con un pequeño problema de obsesión hacia Jin, llamándolo su
princesa desde que entró a la casa e hicieron contacto visual. Un completo
espectáculo porque Seok no le gusta compartir su espacio personal con nadie,
pero al parecer el molesto niño había logrado la ruptura de este fácilmente.
—No es cierto.
—Lo es—afirmó, sentándose a su lado—. Siempre creí que ese niño te hacía
mal, y lo sigo creyendo. Sin embargo, Jungkook tiene una capacidad
increíble de hacerte feliz y miserable.
—No haz cambiado en nada—bufó. Taehyung alzó sus cejas por su repentina
confesión, ladeando su rostro a un lado ante su obvio análisis. Jin lo observó
y volvió a bufar. ¿Acaso Taehyung podía ser más estúpido?—. Me refiero a
tu forma de ser.
—Soy el mismo sujeto que conociste hace dicisiete años, ¡y por qué no
habría de serlo!—exclamó, con un ligero ánimo desconocido—. Por otro
lado, tú sí has cambiado—Jin se sorprendió—. Pasaste de ser un niño
asustado a uno muy molesto y problemático.
Jin suspiró.
—Ya entiendo, es por eso que confiaban en ella para cuidar a Jungkook—
murmuró para sí mismo. El castaño volvió a mirarlo con susto y
preocupación—. ¿Por qué se abrió el caso?
A la mañana siguiente, Jin despertó con un ligero dolor de cabeza, tal vez no
debió beber demasiado después de su conversación con Taehyung. Observó
su reloj de mesa, y suspiró; había dormido más de la cuenta, otra vez. Se
levantó rápidamente de su cama y salió de su habitación para ir a la cocina,
esperando ese delicioso desayuno de Taehyung cada mañana. Un desayuno
que hoy estaba ausente en esa gran mesa.
—Eres un bastardo—gruñó.
—¿Sucede algo?
—Me preocupa lo que pueda hacer, ya sabes..., con todo esto de Jungkook y
su novia.
Jin no cocinaba al igual que Taehyung, pero podría decirse que estaban a la
par. Debido al trabajo de su padre, sobrevivir se volvió una obligación.
Aprendió a cocinar mirando la televisión, aunque a veces no resultaba como
se mostraba, exactamente. Intentó muchas veces e inventó gran parte de sus
comidas hasta que por fin consiguió hacer un arroz totalmente blanco y sin
quemaduras, y cuando sucedió, se tituló el maestro.
Pero no cocinaba muy amenudo. SeokJin era un ser libre que buscaba
explorar todo el mundo y probar distintas comidas de diferentes ciudades y
países. Por ende, sus días se resumían en constantes viajes y comidas
instantáneas. Sin embargo, Jin no juzga los fideos instantáneos, al contrario,
ese ha sido el mejor invento del hombre, a su parecer.
Jin palideció.
—Cállate—siseó.
—Sí—tragó. Jungkook tomó el vaso entre sus manos y le dio un largo sorbo.
—¿Por qué Taehyung querría verse con esa mujer?—musitó para sí mismo
el castaño.
Jin nunca se entendió con esa mujer, y estaba seguro que nunca lo haría.
Taehyung, al igual que él, tampoco lo hacía. Siempre tuvieron malos
momentos y malentendidos en el pasado que reflejaron su odio. De hecho, el
rubio en más de una ocasión le dijo lo mucho que la odiaba y que sus deseos
de matarla no podían compararse ni con el mismo infierno.
Pero, mierda ¿Por qué le había dicho a Jungkook y no a él? ¿Qué es lo que
planeaba Taehyung para ir a verla? Nunca se llevaron bien y ella es la
principal fuente de deterioro en la familia Kim.
Pasaron años y todavía no era capaz de olvidarlo. Jin había creado
mecanismos de defensa por un largo tiempo y ahora se destruyeron uno por
uno al oír su nombre. El pasado era su condena principal y el odio de
escuchar el maldito nombre de la boca de Jungkook, dolía aun más. Y es que
esa maldita rata se parecía tanto al señor Kim que llegaba a dar asco. Su vista
tan tranquila, sus acciones tan inmaduras y sin sentido, y personalidad tan
falsa, le hacían enojar por sobremanera.
Y es por eso que no lograba entender porqué no tenía algo de decencia. ¿Por
qué nombra a esa mujer en su presencia? ¿Por qué vive sin conocer la
verdad? ¿Y por qué Taehyung le permite vivir de esa forma tan ignorante?
—P-p-pero...
—Sí...
—Mentiroso.
—¡Es la verdad!
—¿Estás tratando de engañarme con ese rostro tan inseguro y esa mirada tan
nerviosa?
Era su fin. Su plan maestro había terminado mucho antes de lo que comenzó.
Y ahora se sentía un gran idiota, incluso más que Yoongi.
—Te odio—abultó sus labios.
—Claro que no, idiota. Jungkook solo quiso darle celos a Taehyung.
Jin se lamentó una y otra vez por haberle dado ese consejo a su primo, pero
no podía negar que no estaba sorprendido. Jungkook nunca buscó herirlo ni
nada, solamente quería el cariño de su hermano porque al fin y al cabo ellos
se tenían al uno con el otro. Y todo eso se debía a que Taehyung pasó
mimándolo y dedicándole caricias gran parte de su vida que, ahora, si no las
tenía, se sentía incompleto. En otras palabras, Taehyung no era el único que
dependía de Jungkook.
Taehyung sabía muy bien la mentira del azabache y Jungkook ahora no tenía
como traerlo de vuelta. Aunque, pensándolo bien, Jungkook es todavía ese
niño inocente que cree poder engañar a su hermano sin ayuda.
¿Qué pasaría si tiene esa ayuda a su lado?
Pero bueno, era obvio ¿no? Jungkook no miraría de esa forma a esa niña. No,
nunca. Lo sabía porque cuando tocaba al menor, los ojos del azabache eran
solo suyos, su vista era para él y el brillo que desprendían también. Si alguien
quería quitar esos detalles, debería superarlo y faltan mil años más para que
suceda.
Jin frunció el ceño, Jungkook apretó los dientes y Yoongi sonrió. Los tres
habían hecho sus apuestas y Yoongi fue el único en acertar que Taehyung
haría lo posible para ganar.
—¿Y bien? ¿No me harán un espacio para comer con ustedes?—dijo con
ironía.
Si Jungkook había dicho que lo hizo porque lo extrañaba, ahora era una
completa mentira.
Taehyung no podía negar que la niña era algo linda. Cabello claro, unos ojos
soñadores, unas mejillas que le hacían parecer adorable y labios rojizos al
igual que las cerezas. Pero ella no es Jungkook. Su hermano le daba mil
patadas en el trasero. Sin embargo, ocultó ese pensamiento mientras se
acercaba a saludarla.
—¿Y bien? ¿No me harán un espacio para comer con ustedes?—se burló.
¿Razones por las cuales Yoongi era su mejor amigo? Pues esa era una de
ellas.
—Yo te acompa...
—A la cocina.
Yoongi frunció el ceño ante la loca idea de Jungkook. Estaba seguro que irá
a cometer una locura y todos sabían que nada bueno salía cuando Taehyung
está celoso; pero por alguna razón, Jin quería romper esa regla y ver arder el
mundo. Pensándolo bien, ese debería ser él. Después de todo, Yoongi quería
ver a todos en el infierno.
Por otro lado, Jin parecía sorprendido y algo aliviado. El plan no había
comenzado todavía y eso podría darles más ventaja de la situación, aunque
Jungkook esté actuando por mero instinto.
—Yo creo que hará una locura—finalizó, sirviéndose del sushi—. Haré
como que no escuché ese insulto, Yoongi. A Taehyung no le gusta que digas
garabatos.
—Mayormente insolente.
Jungkook era lindo ante los ojos de Yoojung, ella solo lo veía como un
grandísimo idiota e infantil. Era su mejor amigo y estaba al tanto de la
situación en la que la metió, y por ende decidió ayudarle y mezclarse en su
papel de falsa novia para engañar a su hermano.
—Sí—murmuró, bajando la vista hasta su vaso.
Ella también sabía que eso es imposible, su mejor amigo era un verdadero
idiota, el maldito siquiera conocía lo que era el amor o algo así. Jungkook
solo tenía tiempo para sus estudios y los malditos videojuegos.
El rubio siempre leía para él antes de dormir, o así fue hasta un tiempo.
Habían días en los cuales Taehyung no tenía permitido salir de su habitación
y él tenía que ir por su propia cuenta, pero a pesar de eso, siempre buscaron
alguna solución para terminar su rutina diaria.
—Se nota que lo conoces bien—sonrió sin mostrar los dientes. Yoojung se
despidió con un movimiento de mano y se fue alejando del rubio, y mientras
la castaña se alejó, Taehyung frunció el ceño y apretó los puños.
—Hablé con él, y estoy segura de que no se traga nada de esto. Eres un
pésimo actor, Jungkook.
—¿Tú estás de mi lado o del enemigo?
—Sí, lo haré. Tienes que aprender a enfrentar tus problemas o lo que sea que
quieras con tu hermano.
Jin le había dicho que debía actuar de lo más acaramelado con su mejor
amiga, eso implicaba besos melosos y un par de caricias algo excesivas para
su gusto, pero se convertía en un gran problema si no eres gran admirador
del romance ni las muestras de afecto.
Jungkook detestaba que Taehyung hiciera eso todo el tiempo. Siempre que
discutían, Taehyung lo miraba fijamente a los ojos porque sabía los nervios
que provocaba en él. Era una especie de punto débil en el cual su hermano
tenía el arma perfecta para destrozarlo.
—¿Tú...?—terminó él.
—Y-yo...—susurró—¡Te odio!
Taehyung parpadeó.
—¿Por qué?
¿Qué se supone que debe responder a eso? Ni siquiera está seguro de porqué
le dijo eso. Quizás Yoojung tenía razón y él si era el mayor idiota después
de Yoongi.
—Jungkook...
—¿Q-q-qué...?
Taehyung está sonriendo, guardando las lágrimas que buscan escaparse por
sus mejillas en su garganta. Su cuerpo se movió casi por instinto y juntó al
más pequeño con el suyo en un abrazo. Su brazo reclamó el cuerpo del
azabache y lo presionó contra su pecho, mezclando de ambas respiraciones.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez y Jungkook controló sus
deseos de querer desvanecerse al recordar cual fue. Estaban igual que ahora,
solo que el motivo es diferente. Aunque ahora también lloró por una pérdida,
pero es con una persona distinta. Sin embargo, al igual que en ese entonces,
su hermano lo alzó entre sus brazos y lo juntó con él. Lo abrazó con fuerza
y murmuró que todo estaría bien, y de alguna forma eso lo tranquilizó. No
es como si no lo supiera, pero le gustaba que Taehyung se lo recordara una
y otra vez.
Estaba caliente, muy caliente, tan caliente que no logró comprender como no
pudo dejar de besarlo o de tocarlo. A su mente llegaron los recuerdos sobre
su hermano; pero los ignoró porque estaba cansado de fingir inocencia
cuando no la tenía.
—T-tae...
—S-sí...
Twelve
Taehyung era algo alto y delgado, mucho más de lo normal, su cabello era
castaño y tenía una sonrisa rectangular bastante linda.
¿Maricas?
Yo asentí ante su orden y lo seguí sin omitir ningún ruido, aunque fue
bastante difícil lograrlo debido al ruido que provocaba el suelo mientras
avanzabamos. Y en cuanto estábamos bajando las escaleras me percaté de
que Taehyung no traía pijama, si no que vestía la misma ropa. Iba a
preguntarle sobre eso, pero la situación no era muy oportuna y solo lograría
lo peor.
—Nadie—soltó.
—¿Ellos?
—Sí.
El armario no estaba del todo cerrado, había una pequeña grieta que permitía
ver todo lo que estaba por detrás. Fue así como observamos entrar al señor
Kim y mi madre.
Hice lo que Taehyung me pidió, otra vez. Ahora todo era negro y solo podía
escuchar unos gritos extraños y palabras bastantes impropias. Taehyung me
murmuraba que no debía preocuparme por mamá, que ella estaba bien y
disfrutaba, por eso eran los gritos.
Creí que dejaría de chillar en unos segundos, pero no fue así. Mi cuerpo y el
de Taehyung se sobresaltaron en cuanto algo se estrelló contra el armario, y
cuando quise abrir mis ojos para comprobar lo que era, solo distinguí una
parte de la espalda desnuda del señor Kim debido a que Taehyung me obligó
a cerrar los ojos nuevamente.
Escuché las teclas de un teléfono y el buzón de voz que por suerte solo
escuchábamos nosotros. Cuando le pregunté a quién estaba llamando, él me
dijo que a mi padre, y no me hizo falta preguntar el porqué, porque ya lo
sabía con claridad.
—E-está bien...—sollocé.
Y fue tal como Taehyung dijo. Ellos ya se habían ido cuando volví a mirar.
Salimos del armario con cuidado y sin palabras que decir, no hacían falta
después de todo. Toda la sala estaba desordenada, los papeles estaban en el
suelo, las sillas en distinta posición y había una prenda interior sobre el
escritorio.
—¿Q-qué es eso?—apunté.
Yo volví a llorar.
—¿Y papi...?
Días después, mis padres se separaron. Me enteré por mi padre que había
recibido un buzón de voz de mi madre "gimiendo" por un número
desconocido, y por supuesto yo sabía de quien era ese número.
—Sí.
—Jin, escucha, no sé que te haya dicho tu padre, pero te prometo que haré lo
posible para que te diviertas. Podemos ir al parque de diversiones, no lo sé,
¿qué opinas?
Mamá nunca estaba en la casa, siempre fuimos mi padre y yo, y no era capaz
de darme cuenta hasta esa noche en el armario donde la realidad es absoluta
y nadie puede hacer nada para cambiarla o camuflarla. No habían risas en mi
familia, simplemente peleas; pero nunca las vi, porque siempre pensé que
todo estaba bien hasta conocer a Taehyung. Mi familia estaba rota y yo era
el único que creía que no.
—Cariño, Tae está ocupado con sus estudios, pero le preguntaré, ¿está
bien?—yo asentí—Ah, sí, pasa.
—Mmmh, lo haré solamente porque me agradas. Anda, ataca con tus mejor
arma.
—Ataca.
—¿C-cómo lo superaste?
No dije nada.
Volví a callar.
—Si algún día te acuerdas de mí, ven a verme. Me gusta estar contigo.
—¿Cómo sabes?—reí.
—Lo haré.
—Sí, conocí a la señora Bora hace muchos años. Tenía lazos con mis padres
por el extranjero y después fue mi niñera, sin embargo se retiró debido a
malestares musculares ¿o me equivoco?
—Oh, por supuesto que no. Espero que sea rápido, tengo una cita con
alguien—le sonrió de vuelta, ocultando su molestia.
—Sí—el oficial alzó sus cejas, sorprendido—. Ese día, estaba más nerviosa
que lo usual. Sé evaluar muy bien a las personas y estoy seguro de que lo
estaba. Una de sus manos temblaba.
—Correcto—anotó todo lo dicho por el rubio. Una vez listo, lo miró con una
sonrisa—. Eso es todo, señor Kim. Gracias por su tiempo.
—No, gracias a usted por el suyo. Si algo más llegara a pasar, no dude en
llamarme.
Y con esto, una nueva pregunta estaba merodeando por su cabeza. Alguien
trató de culparlo.
En cuanto llegó a la cocina, vio a Jin sentado en el balcón que daba al patio
trasero.
—¿Por qué lo defiendes tanto, Taehyung? Ese niño hizo que te pudrieras en
tu habitación muerto de hambre.
—Taehyung, Jungkook siempre te hizo daño. ¡El idiota te culpó toda su vida
por abandonarlo cuando estabas pasando por temas legales!—Jin apretó los
dientes, devolviéndole la mirada dura y fija que Taehyung tenía puesta en
él—Para Jungkook todo siempre fue fácil, claro, su vida era una fantasía pero
él la creía ¿Y qué paso contigo? ¿Mientras Jungkook se quejaba de su
miserable vida tú tenías que huir? No me parece justo.
—Taehyung...
—No busco que lo entiendas, Jin, pero no sería quien soy ahora si no fuera
por él. Es difícil de explicar, ni yo mismo puedo hacerlo. Sin embargo, estoy
seguro de algo: Jungkook me hizo volver a la realidad cuando nadie estaba
ahí para mí.
—Yo...
El sábado llegó a su fin y ahora el gran desafío que enfrentaba la familia Kim
era este día. Al parecer nadie sabía que ambos amigos del azabache los
visitarían en el único día de descanso que tenían.
—¡Ya es tarde!
—Ponte algo de ropa. Nadie quiere verte—le dijo Jin. Taehyung agradeció
para sus adentros.
—¡No es cierto!—el azabache quitó las manos de su hermano sobre sus ojos,
frunciendo el ceño.
—¿Pueden explicar porqué gritan tanto?—preguntó hastiado Jin, cruzándose
de brazos.
—Nam y Jimin.
—¡Ni lo sueñes!—Jin gritó tan fuerte que incluso los vecinos podrían haberle
escuchado—¡No soporto a ese niño! ¡Está todo el día pegado a mí!
—Jin. Haré tres reglas hoy—Taehyung hizo una pausa, observando a los tres
que no entendían a qué quería llegar repentinamente—y tendrán que
obedecer.
Jin aceptó de mala gana, Jungkook hizo caso omiso a sus palabras y Yoongi
no parecía muy interesado en la conversación; pero había algo de lo cual los
tres estaban completamente seguros: es malo cuando Taehyung se enoja.
—No es suficiente. Debes bañarte todos los días como los grandes—
Taehyung frunció el ceño en cuanto logró agarrarlo de la cintura y
posicionarlo entre sus piernas.
—¿B-b-b-bañarme contigo?
—¿¡No!?
—Es obvio que ese niño Namjoon te asusta. Eres bueno leyendo a los demás,
pero también eres demasiado fácil de predecir si se trata de ese niño.
—Él es extraño...
—No es tan malo como crees, solo que eres muy idiota y de seguro es la
primera persona que te mira y no lograste leer.
—¡E-es d-diferente!
Jin sabía exactamente que las palabras del ogro son ciertas. Namjoon era un
niño diferente, tenía cualidades que destacaban de otras y sus intenciones
eran bastante sanas para alguien de su edad. Era transparente, sin mucho
historial pasado y bastante futuro.
—Estás exagerando.
—¡Es la verdad!
Iba a responderle algo, quizás hasta darle un consejo, pero Jin salió de la
habitación tan rápido que ni tuvo tiempo para suspirar.
Seok corría sin pulmón por los pasillos de la casa, bajando las escaleras tan
rápido que llegó a pensar cómo no se cayó en el trayecto. Era comprensible,
después de todo, acaba de revelar su secreto al más molesto de toda la casa.
Llegó a pensar que la vida lo odiaba; primero, estaba siendo un verdadero
idiota por correr porque afirmó su realidad con más fundamentos; segundo,
al llegar al primero piso, chocó con alguien; tercero, ese alguien era ese
maldito niño psicópata.
Jin se paralizó.
—¿Estás bien?—Jin tragó toda la saliva que tenía. Los ojos de Namjoon eran
como camas elásticas donde no podías mantenerte quieto, esos mismos ojos
lo miran con atención y recorrían todo su cuerpo, haciéndolo estremecer—
¿Te encuentras bien, princesa?
Namjoon tenía los cabellos de un tono café oscuro y su altura no era un pro
para Jin, solo eran unos cuantos centímetros de diferencia porque ya estaba
casi por alcanzarlo y superarlo.
—¿Namjoon?
—Creí que te vestirías—Jin agradeció para sus adentros cuando su voz sonó
segura y tranquila—¿Qué haces sin polera?
Jimin se estremeció.
—¿Princesa?
—Soy un hombre.
—Eso es lo que dices tú—respondió Yoongi. El pequeño de cabellos
anaranjados sonrió ante el comentario, y claro que el castaño lo había visto
en el momento justo, provocándole una sonrisa.
—¡Jimin y Nam!
Jungkook corrió hasta llegar donde sus amigos y abrazarlos. Tenía una toalla
cayendo por ambos hombros mientras que sus cabellos negros estaban
mojados.
—Bañándome—respondió serio.
El azabache se giró, observando a los dos restantes: —¿Qué hacen aquí y por
qué Yoongi sigue desnudo?
—Me esperaba algo más, no sé, creí que habías dejado esta etapa hace tres
años—finalizó Namjoon, ayudándolo.
Jungkook volvió a tragar duro. Sí, lo había sentido muchas veces. Siempre
que estaba con Taehyung se sentía nervioso de la nada o que tenía deseos de
besarlo o abrazarlo.
El azabache abrió su boca para responder, sin embargo, justo cuando iba a
aclarar todas sus dudas, alguien había tocado la puerta.
—No tenías porqué hacerlo—y ahí estaban los nervios de estar con
Taehyung. El azabache rogaba para que los demás no lo descubrieran.
—¿Qué? ¡No! Solo...—bajó la vista, jugando con sus dedos. Aunque quisiera
explicarlo, ni él mismo sabía qué eran.
—No es tan trágico como él piensa, quizás tiene miedo de decirnos la verdad
porque cree que es malo.
—Si te besas con una persona es porque sientes algo por ella—agregó
Namjoon, sonriéndole de oreja a oreja—. Yo siento eso por mi princesa.
—Se llama Jin, idiota—le dijo Jimin que segundos después resopló y miró
al azabache—. Volviendo al tema, Jungkook, generalmente las relaciones de
hermanos son juzgadas, pero ya estamos en pleno siglo veintiuno, ya nadie
juzga a nada ni nadie.
—¿Entonces me gusta?
—Yo creo que sí—dijo Jimin—. ¿Tu corazón late rápido estando con él?
—¡Jungkook no es así!
—Creo que soy el que recibe...—murmuró, sin saber muy bien el significado.
Jimin y Namjoon se miraron entre ellos y llegaron a la conclusión de que
Jungkook no era tan sano como se veía.
—¡No me golpees!
—Así, observa—Jimin miró a Jungkook que estaba de pie frente a ellos con
una mirada incómoda—¿Jungkook, Taehyung ya te hizo algo sucio? Ya
sabes. ¿Algo más que besos?
Jungkook no recuerda muchas veces en la que sucedieron cosas así, pero
estaba seguro que fue en más de una ocasión.
Jimin abrió sus ojos lo más que pudo ante su confesión. Namjoon, por su
parte, estaba dudando de conocer a sus amigos, quizás Jimin ya no era virgen
por ambos lados y él no tenía ni idea. Realmente todo era tan confuso.
—P-porque no sé hacerlo...
—Es simple—esta vez habló Jimin—. Solo lo tomas con ambas manos, lo
lames y lo chupas como si fuera una bombilla. No debe ser tan difícil.
—Vi vídeos.
—¿No que eras heterosexual?—volvió a preguntar.
Jimin rio al ver la escena desde el otro lado de la cocina, fue una muy buena
idea ayudar a Taehyung y Jin a cocinar, a pesar de que el segundo ya terminó
su parte.
—Ni lo sueñes, niño. Soy mayor que tú por mucho así que olvídame. Búscate
a una niña de tu edad.
—¿Te dejo para que lo veas solo?—preguntó con una sonrisa, dándose la
vuelta.
—¿El qué?
—Chupártela.
—Está bien. Muéstrame qué aprendiste viendo ese vídeo sin mi permiso—
terminó por decir.
El rubio estaba frente a él, cruzado de brazos y con una sonrisa de lado sin
mostrar los dientes. Jungkook respiró con dificultad, pero después de
acercarse a él y encogerse hasta la altura de su pantalón, la inexperiencia
comenzó a ganarle.
—C-cállate...
—Mételo todo—ordenó.
Jungkook tragó duro. Sus manos temblaron cuando lo tocaron y comenzaron
a moverse de arriba a abajo lentamente. Sus falanges recorrieron la longitud
de Taehyung sin perder fuerza. La velocidad aumentaba a medida que el
menor lograba confianza y seguridad en el trayecto.
Taehyung jaló sus cabellos con rudeza para obligarle a abrir su linda boquita
e introducir toda su longitud dentro de ella. Jungkook obedeció, quejándose
por el dolor e ignorándolo una vez que entraba en su cavidad bucal. El grande
y grueso falo de Taehyung se introdujo con lentitud, haciéndolo toser y llorar
porque lograba tocar su garganta cuando ni siquiera estaba por completo en
su boca.
No era tan difícil como imaginó, el sabor y el olor tampoco era algo que
odiase. Por alguna razón, le gustaba escuchar los jadeos descontrolados del
rubio cuando metía toda su longitud en su boca y sus manos hacían lo posible
para moverse más rápido hacia arriba y abajo.
Pero no le disgustó en absoluto, y es por eso que se golpeó una y otra vez
mentalmente. Dios, ¿qué sucedió? ¿Se la chupó a Taehyung y ahora tendría
que verlo como normalmente lo hacía? Genial, no pensó en aquello.
Solamente estaba tan sumido en esa cálida y excitante atmósfera que ni pensó
en las consecuencias.
Bueno, sí, le gustó. La esencia de Taehyung no sabía tan mal como se veía
en los vídeos; nunca antes sintió algo parecido correr por su garganta, pero
no era un sabor malo. Lo único que podría considerarse como poco
rescatable era la longitud del rubio, principalmente porque era demasiado
grande para una boca tan pequeña como la de Jungkook.
—¿Ah...? Sí, estoy bien. ¿Me estabas hablando, Baek? Perdón, estoy en otro
planeta.
—Creo que debes ir a la enfermería. Tu rostro está rojo—afirmó,
preocupado. Jungkook enrojeció aún más cuando tocó sus mejillas y
comprobó que estaban ardiendo.
Mientras el azabache caminaba por los pasillos de su escuela sin una pizca
de interés, un grito logró hacerlo girar por mera curiosidad y, de no haberlo
hecho, no habría visto al chico, del cual su amigo llevaba enamorado desde
hace años, besándose con una niña de la clase C.
Soltó una risa silenciosa y volvió a girarse. Quizás le diría luego a Baekhyun
que el chico tan simple y amoroso estaba devorándose con otra niña en
período de clases, o quizás no lo haría porque no sabe cómo su amigo podría
enfrentar la situación. Aún diciéndole eso, para Baekhyun, Park Chanyeol
siempre será un santo de pies a cabeza, pero para Jungkook, era otro chico
hormonal sin un pelo de virginidad.
Taehyung firmó el nuevo contrato con una empresa china y luego se despidió
de cada uno de los presentes en la sala de reuniones. Miró por debajo de la
manga su reloj de muñeca mientras avanzaba hasta su oficina y buscar sus
cosas para irse.
Cuando Jungkook vio llegar a su hermano fuera del colegio, pensó en dos
opciones: Taehyung lo regañaría por perderse las clases y fingir estar
enfermo para saltárselas, o podría llevarlo a su trabajo que era aún peor.
Pero, curiosamente, ninguna de esas opciones resultó ser la correcta una vez
que entró al auto y Taehyung lo saludó con un rápido roce de labios.
Taehyung vestía un traje, lo que significaba que estuvo en una reunión por
la mañana, y su tinte de cabello estaba desgastándose, dejando ver sus
cabellos castaños. Estaba...diferente a como solía estar.
Para Jungkook, pasar tiempo con su hermano era algo inexistente. Por alguna
razón, sentía ese vacío al hablar de recuerdos juntos, porque Taehyung nunca
estuvo presente en su vida más que a ratos y siempre terminaban en la misma
situación, su hermano con distintos moretones.
—¡Sí!
Un monstruo.
—Quiero un beso.
Taehyung se tensó.
—¿Por qué?
Taehyung nunca había pensado en eso, no hasta ese momento. Nunca pensó
que podría verse raro porque nunca hizo algo fuera de la casa o con
desconocidos presentes, pero estaba seguro que más de alguno pensaría lo
que tanto ha tratado de disimular.
Pedofilia.
Lo besó.
Lo besó porque, pensándolo bien, a él nunca le importó el resto, ni cuando
sus padres estaban vivos dejó de hacer algo si se trataba de Jungkook,
¿entonces por qué lo haría ahora? No tenía sentido.
El menor sonrió para sus adentros cuando sintió el peso llegar a sus labios.
Correspondió el beso de igual forma, con más intensidad y morbosidad.
Taehyung se sorprendió, pero no le importó, simplemente aprovechó la
situación con un Jungkook rebelde y hambriento si se trataba de su boca.
Ignoró todos esos murmullos y miradas una vez que se separaron. Solo
estaba Jungkook sonriendo para él, solo Jungkook y él, como debió ser desde
un principio.
Han pasado años desde la última vez que estuvo frente a esa puerta con esa
misma inseguridad que solía tener después de regresar de la escuela. Era
miedo, miedo por lo que diría ella al verlo con lágrimas o sus lápices de
colores femeninos, pero ya no era así. La realidad era diferente. Él era
distinto.
Su corazón se paralizó una vez que la vió de nuevo, estaba con ropa de casa,
supuso que cesó el trabajo y había retomado sus vacaciones. La atmósfera
olía comida, la comida que solía prepararle cuando quería llorar y se sentía
débil. Tenía ese rostro, esa misma expresión cuando se fue para siempre.
Melancolía.
—Me alegro.
—Donde Taehyung.
—¿Donde Taehyung...?
—No, gracias. Vine a hablar contigo sobre algo, así que seré directo.
—Estoy segura de que eso puede esperar, ¿qué tal si me lo dices después de
almorzar?—sonrió.
—No, será ahora—ella asintió, decepcionada. Jin resopló y tragó duro para
añadir:—¿Por qué odias a Taehyung?
Ella resopló.
—¿Por qué?
—¿Tengo que decírtelo? Estoy segura de que lo sabes—le dijo.
—No sé a qué te refieres—ella rio ante sus palabras y rodó los ojos.
—Es un mentiroso.
—No lo conoces.
—¿Eso dices? ¿Incluso si fue él quien dijo que tú y su padre tuvieron una
aventura? ¿O me dirás que no es cierto?
—Mientes.
—Es la verdad.
—Estás mintiéndote.
—No tendría porqué hacerlo. Taehyung mintió y tú le creíste.
Jin no quería creer lo que estaba escuchando, siquiera quería creer que aún
seguía afectándole.
Ella se tensó.
—No lo entiendes...
—Basta.
—Basta Jin.
—No te bastó arruinar una familia que también tenías que arruinar la
nuestra—murmuró.
No quería escuchar sus llantos y sus quejas, solo quería seguir la secuela y
descubrir algo, no revivir momentos de su vida que ya estaban olvidados.
—Sí... Taehyung ese día no dijo nada, más bien, solo dijo que guardaría
silencio—confesó. Jin se asombró de pies a cabeza, de alguna forma no se
esperaba esa respuesta y volvía esta situación aun más complicada.
—¿Por qué?
—No lo sé...
—Que es un asesino.
—¿Qué...?
Cada uno escoge el tono para contar su propia historia; quisiera optar por
la claridad durable de una impresión en platino, pero nada en mi destino
posee esa luminosa cualidad. Vivo entre matices, velados misterios,
incertidumbres; el tono para contar mi vida se ajusta más al de un retrato
en sepia...
(*)
Jin se preguntó esa noche un millón de razones por las cuales Taehyung
estaba así; quizás pena, ira o impotencia, pero nunca pensó que aquella razón
estaba estrictamente ligada con un familiar, ni mucho menos con alguien tan
directo como un padre.
Esa noche, se quedó con Taehyung sin decir palabra alguna, simplemente
permaneció frente a él, preguntándose una y otra vez como un idiota qué
sería lo mejor en ese momento para su primo. Optó por limpiarlo, eliminar
esos restos de sangre sobre su semblante o el resto de su cuerpo, pero
mientras más parecía curarlo, solamente empeoraba la situación.
Jin soltó una carcajada y alzó su rostro, mirando el techo del metro. ¿Qué se
supone que sucedía ahora? ¿A qué fue exactamente?
Jin volvió a reír, esta vez más fuerte, y no se concentró en lo que lo rodeaba.
No se percató de las miradas sobre él al momento en que las lágrimas se
deslizaron por sus mejillas o que alguien tocó su hombro constantemente con
la intención de hacerlo volver.
Era él.
Jin reconocía ese tono de voz. Namjoon siempre era alegre y de alguna otra
forma conseguía sacarle una sonrisa por más estúpida que sea su respuesta o
reacción, pero ahora sentí una presión desconocida en su pecho al
escucharlo. Y le molestaba.
—Porque me gustas.
—Sí existe.
Quizás él también quería besarlo y es por eso que trató de devolver el beso y
seguirle el ritmo, sin embargo Namjoon iba a una sincronía más brusca,
salvaje y demandante que costaba seguirle el paso. Jin se sorprendió porque
en cierto modo se equivocó; él parecía la persona sin experiencia cuando le
doblaba la edad.
Cortó el beso en cuanto la lengua de Namjoon se introdujo en su boca con
apuro y las miradas de los pasajeros podría traerle problemas.
Jin lo tomó por la muñeca una vez que el metro avisó estar llegando a una
estación y se bajó con él.
—¿No lo entiendes? Soy mayor que tú, no por dos años ni cinco, por más de
diez. ¿Cómo crees que reaccionaría la gente si me ve besando a un menor?—
dijo.
Taehyung le dijo una vez jugando ajedrez, una frase que Jin no fue capaz de
entender hasta ese momento: Algún día encontrarás a alguien que una cada
uno de tus pedazos rotos y cuando lo hagas, estarás feliz de haber vivido lo
que viviste.
Taehyung nunca se equivoca, pensó.
Jungkook se estremeció.
Jungkook caminó lo más rápido posible al baño, aunque era difícil moverse
cuando un pequeño problema se aproximaba en su entrepierna.
¿Será esto la pubertad? Porque si era lo que Jungkook creía, no quería llegar
a esa etapa donde tenía que correr al baño para masturbarse con urgencia en
una exposición de aves.
Era Taehyung.
—¿Estás seguro?—insistió.
—¡S-sí, ah!—jadeó.
—T-Taehyung...—comenzó a decir.
—T-Tae..., duele...—musitó.
—Si sé, bebé.
—Hum...T-Tae—jadeó el menor.
—T-Tae, tu...
Sin embargo, Taehyung no lo dejó terminar. Siguió masturbándolo hasta que
el azabache terminó por correrse en su mano y su respiración volvía a
regularse con dificultad.
Una vez que se volteó, enredó sus brazos alrededor del cuello de Taehyung
y lamió la comisura de sus labios para después besarlo con intensidad. El
rubio devolvió el beso de igual forma y cargó el cuerpo del azabache,
chocando contra una de las paredes del pequeño espacio. Las piernas de
Jungkook rodearon la cintura del rubio y gimió en su boca al sentir que su
cuerpo estaba siendo presionado por el cuerpo de su hermano y el límite del
lugar.
Jungkook mordió el labio inferior del mayor, tirando de él hasta lastimar del
mismo. Taehyung hundió sus grandes y firmes manos en el trasero del
menor, agarrándolo con fuerza y golpeando estos en respuesta.
—Ups.
—¿Ups?—frunció el ceño.
Y volvió a besarlo.
Cuando Jin llegó a casa, no esperó encontrarse con Jimin y Yoongi. La
atmósfera era incómoda porque, el ahora teñido, estaba ignorándolo y solo
podía concentrarse en la televisión o su celular mientras que Jimin rogaba
por irse lo más rápido posible.
—¡Hola!—exclamó, sonriente.
Jimin rio.
—Está bien...
El castaño se tensó.
—Solo sales para comprar cosas y es obvio que esta vez no lo hiciste—
percató.
Jin se paralizó.
—No—mintió.
—No lo tengo muy claro, pero Taehyung me dijo una vez que no te dejara ir
donde ella.
Seventeen
Jungkook lo lamentó.
—¿Qué hay de ti? ¿Por qué estás tan feliz?—le preguntó Baek. Jongdae los
soltó y llevó ambas manos a sus mejillas, actuando como una colegiala
enamorada.
—Claro que no. Solo que es extraño que Minseok te haya besado—se
encogió de hombros—. Estoy más que seguro que lo drogaste.
Dos semanas han pasado desde entonces, y podría decirse que la tensión en
la residencia Kim aumentaba cada día más.
Yoongi había notado la indiferencia de Jin, una faceta que creyó superada en
todos estos años que llevan conviviendo juntos. También notó la incómoda
atmósfera al momento de desayunar o cenar porque los dos primos dejaron
de dirigirse la palabra de un día para otro, pero le alegraba en cierta forma
que la relación de Taehyung y Jungkook hubiera mejorado a lo largo de las
semanas.
Yoongi le lanzó una vista rápida al menor que contenía sus deseos de
levantarse y encerrarse en su cuarto. Y para la suerte del mismo, Jungkook
no estaba tan atento en la conversación, más bien, el azabache dejó de estarlo
en cuanto Taehyung se levantó de la mesa y agarró a Jin del cuello.
—¡Cállate! ¡Cállate!
Y lamentablemente lo era.
SeokJin cayó seco otra vez, concentrando gran parte del golpe detrás de la
nuca y perdiendo consciencia en cuanto abrió sus párpados y se encontró con
la feroz mirada del rubio. A pesar de la poca visibilidad, notó el potente
cambio de matices y tonalidades en sus ojos con los que Taehyung lo
observaba.
—Eso no es cierto...
—Te advertiré algo Jin y espero que lo mantengas presente—el castaño tragó
duró y gimió ante la inesperada presión sobre sus pómulos—. Nunca vuelvas
a hablarle así a Jungkook y a mí. La única razón por la que puedes respirar
es porque te necesito en un futuro y no es justo que mueras sin saber la
verdad. Tu madre—hizo una pausa y se acercó a su boca antes de terminar—
es una puta y tú también.
Yoongi esperó encontrarse con Jin al desayunar y tener esas mismas peleas
por cosas tan estúpidas que al recordarlas te dejaban una grata sonrisa en el
rostro, sin embargo no sucedió. Seok se había ido, quizás para siempre, y no
tenía un método para contactarlo de todas formas.
Jungkook odió a Jin por muchos motivos que aún podía recordar, pero no
podía negar ese vacío en su pecho al ver una de las sillas solitarias o esas
infaltables peleas mañaneras. Extrañaba a Seok a pesar de no querer hacerlo
y negárselo constantemente. Extrañaba esa sensación de sentirse parte de una
familia, ese sentimiento de pertenencia que no experimentaba hace ya un
tiempo.
No podían decir que no lo intentaron porque más de una vez trataron de saber
qué pasó y porqué, pero la respuesta de Taehyung siempre era la misma Nada
importante.
—Tuvo que irse urgente por una reunión de último minuto—dijo el menor,
terminando su desayuno.
—Ya veo...—susurró.
Yoongi se sirvió unas tostadas que el mismo Jungkook había preparado ya
que él seguía complicándose con la tostadora porque Taehyung compró una
nueva hace unos días y todavía no lograba descubrir su uso.
Cuando Jin llegó a la casa, fue todo más diferente. Acoplarse a una nueva
personalidad era más difícil de lo que Yoongi esperó. Seok era distinto a
cualquier persona que haya conocido por su gran peculiaridad de herir a otros
y por esa barrera tan firme y gruesa que los separaba, pero había algo que
Yoongi podía afirmar a ojos cerrados.
Y sinceramente no lo sabía.
Jungkook se detuvo, alzando ambas cejas. Apretó sus puños por debajo de
la mesa y mordió su labio inferior con desesperación e impotencia porque en
el fondo sabía que lo que decía Yoongi era cierto y no conseguía nada
negándolo.
—Así que Jin fue a verla..—murmuró una vez soltó el humo. Taehyung
sonrió y miró al cielo, cerrando sus ojos—. Quizás yo también deba hacerlo...
La única razón por la que no la había asesinado era por SeokJin, pero si
quería mantenerse con vida o a Jungkook, debía hacerlo. El problema es
cómo. Ahora que Jin se ha ido, probablemente está viviendo con ella y eso
le complicaba más las cosas. Entonces, ¿por dónde debía empezar?
—Yo me bañé.
—Después de una semana—continuó.
Era frustrante tomar el metro solo y con esa consciencia tan sucia después
de conversar con Yoongi de Taehyung. Además, nunca antes había tomado
el metro ya que Taehyung se encargaba de llevarlo a la escuela, pero
lamentable no era así. Y por lo mismo es que estaba tan frustrado porque el
metro es incómodo y no tenía la atención que quería tener de su hermano.
¿Desde cuándo se había vuelto así? ¿Desde que siente algo por Taehyung?
¿O desde antes? Jungkook siempre quisó la atención de su hermano y,
aunque todos digan que ya la tiene, él espera algo más nuevamente. Se volvió
egoísta.
¿Por qué me preocupa tanto? ¿Es por qué me gusta? Entonces...¿qué sucede
conmigo?
Nunca se lo había preguntado a pesar de recordar millones de peleas que
involucraban a Taehyung o cuando llegaba con moretones en el cuerpo y no
lo veía en semanas. Nunca se preguntó qué sucedía con él porque no lo
consideró relevante hasta ayer. Jin confesó que su hermano había asesinado
a alguien y recién ahí, mientras los escuchaba, sintió el peso caer sobre sus
hombros.
Tampoco quiere creerlo, no, no quiere creer que esa es la razón detrás de los
días que no lo veía o en los que Taehyung no salía de su habitación. No
quiere creer las palabras tan colgantes de alguien como Jin porque al fin y al
cabo Taehyung es su hermano y nunca haría algo así. Pero, ¿entonces por
qué está tan preocupado y su corazón se altera al pensar que haría algo así?
Duele. Duele como el infierno. Duele el no saber nada de nada. Otra vez.
Está cansado de lo mismo, de ser solo una pieza poco importante para
muchos y creer lo que está acostumbrado. Él lo vió, no Jin; él vivió como
Taehyung se alejaba, no Yoongi; y él sintió cada vez que Taehyung lo hacía
sentir especial, nada más salvo él, y es frustrante saber que inclusive así,
sabía la misma cantidad que cualquier otra persona.
Sin embargo, ahora no era el único que comenzó a cuestionarse. Jin, estando
frente a una tienda de libros antiguos, estaba seguro que más de alguno
piensa lo mismo que él. Yoongi no podía concentrarse en su clase porque
también lo pensaba. Y finalmente, Jungkook era el último en caer. Taehyung
lo sabía, sabía que los minutos eran escasos y el reloj cambió sus manecillas.
Ahora estaba bajo un hoyo negro del cual no puede escapar. La verdad.
Estoy loco.
He comenzado a aceptarlo.
Nadie puede huir de su propia naturaleza.
Taehyung subió el cierre de su sudadera negra y vió la hora por última vez;
su reloj de muñeca marcaba exactamente las once y media de la noche.
Suspiró y tomó el bolso, se volteó y sonrió débilmente. Se acercó hasta el
durmiente cuerpo del azabache y depositó un beso en su frente antes de irse.
Se miró a través del retrovisor interior y apretó el volante con fuerza mientras
prácticamente superaba el límite de velocidad. Para su suerte, ningún oficial
estaba cerca como para notarlo.
El reloj de su celular llegó hasta las una de la mañana, las luces de la casa
estaban apagadas y el auto de su abuela ya no estaba. Sin embargo, esperó
ahí unos treinta minutos más para asegurarse.
Y finalmente llegó.
Era asqueroso. Taehyung sintió el mismo olor que la primera vez que entró
a un lugar sin avisar, recordó esos malditos momentos de su infancia y lo
que esa mujer había hecho todos estos años. Y no sabe porqué motivo está
tan contento de verla ahí, tan frágil y débil, tan calmada y relajada, y tan
ingenua.
El rubio cerró la puerta con llave y caminó hasta la mesita de noche para
romper el móvil que se encontraba en ella y luego trabar las ventanas con un
fierro de metal. Prendió el televisor de la habitación, se sentó en el suelo
frente a él y fue navegando canal por canal hasta encontrar uno que le
gustase, pero no consiguió hacerlo, así que simplemente introdujo el CD en
el portador y esperó a que el mismo ruido de la película la despertara.
La gruesa voz de Taehyung resonó en los oídos de la mujer como agujas que
rompían lentamente su tímpano. Su fuerte y firme agarre sobre su piel estaba
comenzando a quemarle, pero ningún quejido logró hacer que el rubio
pensara en soltarla.
—¿Le dijiste a Jin que intenté matar a mi padre no es así?—ella no dijo nada,
solo intentó zafarse—¡Te estoy haciendo una maldita pregunta!
—¿Qué más le dijiste? ¿Le dijiste lo que hiciste? ¡Dime!—gruñó muy cerca
de su rostro. Ella negó. Taehyung chasqueó la lengua—Bien, vamos a jugar
un juego. ¿Quieres?—ella volvió a negar, desesperada—Vamos, no seas
aguafiestas. Será divertido. Solo...trata de no morir tan rápido.
Ella abrió sus párpados con sorpresa, sin embargo el dolor en su cabeza era
más fuerte. Taehyung la sostenía del cuello mientras golpeaba su cuerpo
contra la pared una y otra vez, escuchando como sus huesos crujían y viendo
la enorme cantidad de sangre deslizarse por sus manos.
Era una grabación. Eugenia no podía distinguir muy bien a los protagonistas
debido a la baja calidad, pero estaba segura de que se trataba de un hombre
y una mujer. La grabación estaba en otro idioma y eso volvía más difícil su
comprensión.
Eugenia lo hizo, a pesar del frío y del dolor que se concentraba en sus
muñecas y tobillos. Logró distinguir con claridad a las dos personas en
cuanto la grabación avanzó, y estaba en lo correcto, se trataba de un hombre
y una mujer. Mientras los minutos pasaban, más se lamentaba de ver lo que
estaba viendo.
Escuchó los gritos con fuerza como tumores malignos navegando a través de
su cuerpo, las fuertes imágenes se volvían claras, los golpes, las quemaduras,
todo era más evidente mientras más prestaba atención. Era curioso, trató de
apartar la vista más de una vez pero Taehyung siempre tomaba su rostro con
fuerza y la obligaba a verlo. ¿Con qué razón? ¿Por qué? ¿Y por qué
Taehyung parece tan calmado al verlo?
No era solo una grabación, sino varias acopladas al mismo CD. Cada una era
diferente. Cada una era una tortura distinta. Grabación tras grabación. La
primera comenzó por ser una violación, la segunda resultó ser un asesinato
y la última, fue la mezcla de ambas en una niña de no más de diez años.
Intentó gritar más de una vez mientras lo veía, opuso resistencia repetitivas
veces, pero nada bastó para controlar a Taehyung. Porque no importaba
cuantas veces se moviera, el rubio siempre lograba callarla de una forma. Y
así fue hasta que la obligó a sostener un pedazo de tela vieja en su boca.
Cuando los vídeos terminaron, Taehyung la soltó y agarró su pelo entre sus
manos. Eugenia gimió al caer contra sus rodillas.
Ella trató de no creerlo y negó para sí misma una que otra vez mientras lo
escuchaba.
—Eres estúpida—afirmó él. Taehyung quitó el pedazo de tela de su boca y
rozó sus labios contra los de ella, lamiendo de estos una vez que el roce se
intensificó.
Taehyung sonrió.
El rubio calló sus incontrolables gritos con su palma y la penetró aún más
fuerte. Retomó el rostro femenino entre sus manos y la obligó a mirar a un
lado, el mismo lugar el cual Jin dormía. Las incontrolables embestidas
continuaron con salvajismo. Ambas caderas resonaban bruptamente y sin
descaro. Taehyung estaba rompiéndola sin importarle si su primo despertaba,
aunque obviamente no lo haría.
—La primera vez que vi esto, fue en un vídeo. Pero no quise mostrártelo
porque sería como... Arruinar la sorpresa—comenzó a decir, acercándose
con una sonrisa de oreja a oreja—. Ahora que ya estás dilatada, me pregunto
si dolera menos de lo que es habitual. De todas formas, espero que lo
confirmes.
—Tarde.
—Son las cinco de la mañana, idiota. ¡No hay ningún médico atendiendo!
—gritó—¿¡Y qué mierda le hiciste a Jin!?
—Bien...
Taehyung se incorporó, recuperando su poco ánimo y corrió hasta su
habitación en busca de los millones de remedios que tenían. Los llevó todos,
sin excepción, y se los entregó a Yoongi una vez que llegó a la sala principal.
Y ahora... ¿Qué?
¿Así que esto es estar muerto? se preguntó. Pero por la forma en la que
escucha los gritos exteriores o como su cuerpo se sacudía aún estando por
debajo de la marea, sabía que no quería experimentar algo tan humano como
la muerte. Por lo menos, no por el momento.
Existe un deseo que lo mantiene atado a su decisión, y es el irse sabiendo
que Taehyung es libre de un pasado que ya no está ni volverá a estarlo.
Quizás debí pensarlo mejor, pensó, quizás todos debimos ayudarlo, y quizás
todos debimos perdonar nuestros propios errores.
Yoongi sonrió.
—¿Por qué?
—Cuando te conocí, pensé que solamente serías otra persona que llega a
invadir tu territorio. Te declaré enfermo por conocer tu amor hacia tu
hermano y te juzgué basándome en lo que yo hubiera hecho, pero hay algo
que nunca hice: Entenderte—comenzó a decir. Taehyung se sorprendió, sin
alzar su rostro—. Creo que todos hemos tratado de hacerlo, incluso Jungkook
se preocupa por ti y trata de conocer más a su hermano porque eres su única
familia. Sin embargo, es difícil entender a una persona que nunca se abrirá a
otros. Aunque entiendo que no quieras hablar de ti ni de tu pasado, pero si
quieres recuperar a Jin de la mejor forma, tienes que decirle el porqué.
Si hay algo que sé de ti, es que nunca actúas por actuar. Creo que tenías una
razón para asesinarlo y yo, como mejor amigo, te ayudaré a cubrirlo.
Pero quería verlo por última vez si iba a morir ahí. Quería ver su sonrisa de
conejo y oír su voz, ojalá en una canción a pesar de estar perdiendo la mitad
de sus sentidos. Ese era el último deseo y lo último que quería hacer. Ya ni
siquiera le importaba morir o permanecer en una vida como la suya. Al
menos sabría que fue lo mejor.
Escuchaba una sinfonía silenciosa; violines y pianos se camuflaron y unieron
entre sí para crear una marea; veía la playa por detrás del cuerpo sobre su
torso y cerraba los ojos en cuanto la luz del sol impactaba bruscamente contra
sus párpados. Ahí, Taehyung pensó que era lo más cercano a tranquilidad
que alguna vez podría tener, aunque le hubiera gustado que sea con el mismo
niño que conoció a los diez años.
Jin calló.
—¡No! ¡No me iré!—lo calló, furioso. Miró a Jin con el ceño fruncido y
volvió a dirigirse a él—¡Eres un idiota! Taehyung pudo haber muerto por tu
maldita culpa, bastardo. ¿¡En qué estabas pensando!?
—Y-yo no lo sé...
Taehyung soñó despierto todo este tiempo en que Jungkook limpiaba sus
múltiples heridas. El azabache negó para sí mismo y dejó escapar un suspiro
de resignación mientras continuaba su acción.
Su hermano estaba lleno de cicatrices y moretones por todo el cuerpo. Su
cara tenía múltiples heridas y sería un lío total para él si quería mejorar su
apariencia para que volviera a la empresa de la mejor forma, porque era algo
prácticamente posible. Jin se había encargado de dejarle secuelas y marcas
horribles por su cuello.
Taehyung sonrió.
Ahí estaba lo que Taehyung tanto temía. Otra vez los malditos recuerdos
estaban jugándole en contra.
Taehyung tomó la pequeña curva entre sus grandes y firmes manos para
compartir el calor que desprendía de su cuerpo. Cuando Jungkook estuvo
sentado sobre sus piernas y rodeó el cuello del rubio con ambos brazos,
Taehyung terminó por acomodarse y extender sus piernas a lo largo de la
cama. El azabache se mantuvo nervioso y de alguna forma, muy pequeña, se
lamentó de no haber curado todas sus heridas en su torso para cubrirlo con
la camisa, que ahora seguramente estaba tirada en algún lugar de la
habitación de Taehyung.
Jungkook fue el que terminó por hundir sus labios sobre los del rubio para
ahorrarse toda esa charla, porque ahora no la quería escuchar. Taehyung lo
siguió de cerca e introdujo su lengua en la boca del azabache una vez que
este le permitió.
Cuando Yoongi llegó a la casa, no se encontró con Jungkook como
eventualmente lo hacía a la hora de llegar, ni tampoco a Jin recostado sobre
el sofá viendo alguna serie de comida o lugares del mundo. Había silencio,
nada más que silencio. Y eso se sentía como una puñalada en el estómago.
—Ya lo sé.
—¿No es eso lo que quieres? ¿No quieres entregarme? Después de todo soy
un asesino.
El castaño no se inmutó.
—¿Y qué otra forma hay? ¿Qué tal si me voy con Jungkook de la noche a la
mañana? ¿Qué harás Jin?
—Tu madre fue cómplice de maltrato infantil—finalizó. Jin abrió sus ojos
como dos grandes esferas, con dificultad de digerir la información.
—¿M-maltrato infantil?
—Une las piezas, Jin—murmuró—. Sé que puedes pensar con más claridad.
No, el Taehyung que conocía no habría vivido eso nunca en la vida. Pero por
más que trató de negárselo y repetírselo, solo aparecían más pistas tras otras,
y todas refutando las mismas palabras del rubio. Era una pésima broma de
mal gusto.
—Bingo.
Aunque tampoco estaba en sus planes dos mocosos más como Namjoon y
Jimin.
—Los invité—dijo como si fuera lo más obvio del mundo—, ¿no puedo?
—Porque me siento confundido cuando estás junto a mí. Jimin llama a eso
“hormonas”—dijo, presumiendo lo que aprendió.
Y sin más, se fue, junto con la paciencia de Taehyung. Algo le dice, que este
paseo será un infierno. Ahora no solo tiene que soportar a dos cabezas más,
sino que tendrá que soportar los nuevos cambios de humor de su hermano y
su maldito trayecto por la adolescencia.
Twenty one
Jin no había mencionado palabra alguna durante todo el viaje, solo observaba
el paisaje, sin prestar atención a los tres niños de atrás. No estaba con ánimos
de cruzar miradas con su primo por el retrovisor, porque sinceramente aún
no sabía que palabras decirle después de lo ocurrido.
—Es mejor que les des tiempo—le murmuró Yoongi. Jungkook se volteó,
apartando la vista de Taehyung y Jin que no se dirigían la palabra. Yoongi le
sonrió—. Ve a jugar con tus amigos, yo me encargo.
—¿Seguro?—dudó en aceptar.
—Seguro.
Taehyung pensó que sería mejor no estar con la presencia de Jimin y que
realmente no le importaba en lo absoluto, pero al ver que su maldito juego
se descontroló, no tuvo más opción que ayudar con la búsqueda.
Se imaginó muchas cosas estando ahí bajo las fundas, como por ejemplo que
lo estuvieran tocando o enseñándole cosas que su hermano debería estar
haciendo con él y con demostración incluida.
Pero fue una gran sorpresa oír el cierre de la carpa deslizarse hacia abajo y
seguido ver a Jungkook mostrando alegremente sus dientes de conejo
mientras ingresaba y volvía a deslizar el cierre a una dirección distinta que
en el inicio.
—¿Qué haces aquí?—preguntó una vez que el menor estaba frente a él—
Creí que estarías con tus amigos.
—Ven aquí.
Se suponía que Jimin le aclararía todas sus dudas porque, curiosamente, era
el único de los tres al cual no le molestaba decir palabras que Jungkook se
avergonzaría en decir, pero el grandísimo torpe prefirió jugar a las
escondidas y llevar el juego a un nivel donde dejó de ser divertido.
Con respecto a Taehyung, podría decirse que las cosas van bien.
Literalmente no sabía el concepto, pero lo sentía así. Le gustaba, o al menos
eso descubrió hace unos días. Ya no era un niño y sabía que cuando besaba
a Taehyung no era por temas de cariño a hermanos ni nada conectado a un
vínculo familiar, iba más allá. Ahora, de lo que no estaba seguro, son de los
sentimientos de Taehyung hacia él. Quizás el rubio solamente lo veía como
un bebé y nunca lo miraría con otros ojos. Y por solo tenerlo como una loca
idea en su cabeza, no podía evitar sentir ese maldito malestar en su interior.
Se sentía inseguro.
—Idiota—susurró entre dientes, rodando los ojos ante el ego del rubio.
—¿Eso es un no?—insistió.
—Eso no es cierto.
Taehyung lo calló, tomando su mentón entre sus largos dedos para unir su
boca con la de él. Estuvo soportando mucho tiempo sin tocar a Jungkook que
ya no sabía si podía soportar un día más. Taehyung ni siquiera lo estaba
escuchando, solo estaba viendo esos dulces y suaves labios del menor
moviéndose a un compás doloroso para su entrepierna.
—¿Y por qué siempre yo? ¿Acaso tú no estás feliz por Jungkook?
—¿Feliz porque tuvo una erección por su hermano? Eso sería extraño y
repugnante—hizo una mueca de asco. Jimin rodó lo ojos y Jungkook se
avergonzó.
—No necesitas saber eso—respondió. Jimin bufó. Namjoon miró esta vez a
Jungkook y le sonrió—. Pero sí, no necesitas preocuparte. Es algo normal en
esta edad.
—¿Por qué no te tiñes el cabello de color rosa? El rosa es más lindo—le dijo.
Cuando las mini vacaciones terminaron, los primos habían entablado una
conversación, y entre toda esa charla algo absurda y sin sentido, Jin le dijo a
Taehyung que lo quería a pesar de todo. Fue rápido, una frase del montón,
pero que para Taehyung significó mucho. Yoongi lo escuchó y sonrió al ver
el brillo de su mejor amigo plasmado en sus ojos y las ligeras lágrimas que
corrían por el rostro de Jin.
Él lo había perdonado.
Fue así como pasaron los meses, con peleas y momentos divertidos. La casa
creció, ahora no solo estaban los cuatro, sino que también contaban con la
presencia de ambos adolescentes que poco a poco se ganaron un lugar.
Con respecto a los dos hermanos, la relación mejoró. Cuando Jungkook le
dijo la verdad del porqué lo había estado ignorando, Taehyung se largó a reír
y molestó al azabache desde entonces, a lo que Jungkook respondía que no
era divertido porque pensó que podía tratarse de una enfermedad o algo así.
Eran exactamente las ocho de la mañana cuando la vio junto a las demás en
su puerta, recogió el correo pensando que nunca se encontraría con una carta
de la municipalidad ni mucho menos en forma de reclamo, suspiró
pesadamente mientras caminaba hasta el sillón para, quizás, no irse de
espaldas al leerla.
El rubio dio esa casa por abandonada desde el momento en que se fue de las
cuatro paredes de la cual era prisionero, no la visitaba hace mucho tiempo,
incluso cuando se mudaron Taehyung fue discreto con ese tema y se encargó
de hacerlo privado y con personas de confianza para realizar el traslado sin
que Jungkook supiera que la vivienda seguía en pie aún sin sus padres. Sería
todo un espectáculo explicarle las mil y una razones por la cual no entraría
ahí.
—No, Jungkook. Tengo muchas cosas qué hacer, no tengo tiempo para
celebrar la navidad—respondió sin apartar la vista de su laptop.
La semana fue del asco, todos los trabajadores corrían por aquí y allá tratando
de realizar el proyecto de la mejor manera, sin mencionar que debía comprar
un nuevo refrigerador y arreglar todo ese maldito asunto de la casa de sus
padres.
Sí, debía visitar esa construcción vieja antes de navidad o era cuestión de
tiempo para que el plazo expirara, y qué divertido que solo falten cuatro días
para navidad.
Jungkook se sorprendió.
—Oh... Entiendo.
—Lo lamento mucho, tendrán que celebrar la navidad sin mí. Ahora si no te
molesta, retírate, estoy ocupado.
Taehyung pasó los últimos días distante y frío, días en los cuales llegaba a
horarios más tarde que lo usual y dormía en la cama sin darle un beso o
hablándole de cualquier estupidez. Ese maldito proyecto lo tenía atado de
pies a cabeza y nada hacía que el rubio volviese a la normalidad.
Jin y Yoongi rieron al ver a Jungkook hecho una furia salir de la oficina del
rubio. El azabache apretó sus puños a medida que se acercaba a ellos,
frunciendo el ceño y repitiendo grosería tras grosería con una mezcla
bastante extraña de maldiciones hacia su hermano de por medio.
—Oh nada, solo me dijo que esperaba la navidad con ansias y que él quería
poner la preciosa estrella en la punta del árbol—dijo el azabache, sarcástico.
Yoongi puso los ojos en blanco y Jungkook borró la sonrisa falsa de su
rostro—. Pues es obvio que su respuesta fue todo menos eso, idiota. El gran
bastardo no irá para navidad a pesar de que lo obligué, es más, de seguro
ahora se está riendo de mí.
Jin dio un brinco, como si hubiera encontrado una unión entre toda la
información.
Jin sonrió.
—Esa es la razón.
Cuando la tarde avanzó, Taehyung informó a sus trabajadores que debía
atender un asunto con urgencia, a lo cual ninguno se negó porque obviamente
era el jefe y no entendían porqué pedía permiso a alguien más.
El rubio condujo hasta su antiguo hogar, si es que podía llamarlo así, con
dirección en mano. El tráfico por lo menos le sumó veinte minutos extras al
recorrido habitual y ya no podía sonar la bocina porque podría echarla a
perder de tantas veces que ya la había tocado. Aunque por dentro agradecía
que todavía no estaría frente a frente a ese estúpido barrio.
Al llegar se encontró con tres señores vestidos de traje justo frente a la casa
y unos trabajadores esperando impacientemente lo que él creía destruir la
construcción por sus máquinas. Taehyung resopló y se bajó del auto una vez
que se estacionó.
—Señor Kim.
El hombre más alto de todos lo saludó en cuanto cruzó miradas con él. Su
tono era alegre y casi relajado después de una larga espera, aunque eso no
quitaba la seriedad de los demás a su lado.
—¿Eh? ¿No revisará la casa una vez más? Quizás puede encontrar algo.
Taehyung no sabía si quería entrar otra vez.
Un niño.
Sin embargo ¿Por qué está pensando en comprarle algo para navidad? No
era su maldito problema y siquiera debería ser una opción porque no tenía
nada que ver con él. Jin comenzó a pensar que el frío estaría afectando su
cabeza y es por eso que se preocupa por él. Sí, definitivamente era eso.
Jin y Jungkook se giraron hacia Yoongi que sostenía un libro en cada mano;
el primero de portada simple y con hojas gruesas, de esas que la yema de tus
dedos se sentía cómoda al deslizarla, y el otro grueso, de hojas más duras y
tensas.
Tampoco quiso darle tanta importancia al asunto porque ya arregló todo con
Taehyung y asistió al funeral que su propia abuela planeó después de
enterarse que su última hija murió gracias a una fuga de gas. Todo estaba
bien y eso debería importar para calmar su incomodidad o su corazón, pero
no funcionó.
Fue un susurro, de esos que resuenan en tus oídos, pero que sin duda te hacían
estremecer. Jungkook estaba dándole la espalda y él aún así, sin hacer
referencia a nadie en la oración o con la mirada, podía jurar que el azabache
le habló a él y vio a través de esa muralla que tanto se esforzaba en mantener
y construir.
Jin sonrió.
—¿Y tú qué? ¿Qué hay de Yoongi?—esta vez estaba frente a él, con el ceño
fruncido y ambas manos en sus bolsillos.
—No es que piense que está mal, solo lo veo como algo imposible.
—¿Por qué?
—No importa si tú pienses que es amor, importa lo que el resto piense y eso
es lo que vale—dijo.
Namjoon notó algo raro en su amigo. Jimin nunca hablaba de un tema sin
echarse a reír o soltar alguna que otra broma para aliviar la tensión, ahora es
como si él pareciera estar haciendo eso.
—Por eso insisto en aclarar a Jungkook, si él está claro, puede que tenga una
oportunidad.
Al día siguiente, Taehyung recibió más de una caja en su oficina con lo que
quedaba dentro de la casa. Eran simples papeles, fotografías, cds, etcétera;
ya lo revisaría después.
La casa estaba vuelta un caos minutos antes de noche buena, Taehyung llegó
a regañadientes a preparar la cena después de tantas súplicas de su hermano
y Yoongi envolvía los regalos torpemente. Por otra parte, Jin estaba
preparándose para salir de la casa, vistiendo su abrigo y llevando con él un
regalo de navidad.
Tomó aire, tratando de ser fuerte justo como la segunda vez que se presentó
frente a su puerta días antes de que todo terminara. Fingió que su corazón no
se apretaba en cuanto se acercaba hasta el cartel de roca para dejar el regalo
y después alejarse porque no, no estaba listo todavía.
El muro se rompió en mil pedazos de gotas saladas cayendo por sus pómulos
y en los brazos de un niño de tan solo trece años.
Se sintió como antes, donde podía llorar sin sentirse débil, donde podía ser
él sin negarse a sí mismo y donde podía decir que la quería y que siempre lo
hizo, porque sí, nunca dejó de quererla. Dolía, no podía negarlo, siempre
dolió. Trató de negarlo, de decirse que no importaba y tenía que seguir
adelante, y así lo hizo. Se lastimó hasta el último minuto, convenciéndose de
algo que no era, y ya no quería hacerlo más.
Jin llegó a una conclusión en ese momento; Jungkook no era igual a él.
Algún día encontrarás a alguien que una cada uno de tus pedazos rotos y
cuando lo hagas, estarás feliz de haber vivido lo que viviste.
Twenty three
Por alguna extraña razón, Taehyung estaba colaborando más de lo que los
tres tipos esperaban. No dijo ninguna queja y tampoco trató de arruinar la
comida con uno de sus ataques, Jungkook de alguna forma se extrañó al verlo
con ellos un veinticuatro de diciembre, porque todas estas navidades su
hermano trabajó horas extras solo para saltarse este punto.
El pavo nunca fue la comida favorita para Jungkook, pero siempre se comía
en navidad cuando sus padres la celebraban junto al resto de la familia, eso
y las papas de la abuela que cada vez tenían un sabor más delicioso.
—Creí que tenías una mala relación con tu padre y por eso volviste—le dijo
el teñido, sorprendido ante la confesión anterior.
—Para nada. Iba a volver antes, pero me distraje viajando alrededor del
mundo. Hice muchos trabajos, incluso una vez intenté prostituirme pero no
tenía el valor, así que volví al horrible empleo de camarero—dijo, soltando
una risa.
—No recuerdo mucho, pero cuando todas las visitas se iban, mamá y papá
me contaban historias con leche y galletas mientras esperábamos a Santa
bajo el árbol. Siempre abríamos los regalos al despertar y luego jugábamos
en la nieve—contó, sonriendo—. Era divertido.
Taehyung guardó silencio, sin saber qué decir exactamente cuando Jungkook
alzó su rostro y lo miró directamente a los ojos, como si estuviera esperando
la respuesta a su pregunta de porqué nunca estuvo con ellos.
Fue vergonzoso recordar la navidad, porque cuando tenía a penas once años
su padre se burló de él de la forma más patética. Le dejó un regalo a la
mañana siguiente, Taehyung pensó que el señor Kim estaba de buenas y
realmente se molestó en comprarle algo, pero en cuanto abrió la caja supo
que no era un regalo, era una maldita humillación.
Era una paquete de galletas, sus favoritas, sin embargo ese paquete estaba
vacío y él entró a su habitación comiendo una de ellas.
—¿Tae...?
—¿Sí?—murmuró.
—¿Por qué hay uno aquí que dice para Namjoon?—preguntó el azabache,
sosteniendo una caja mediana. Jin enrojeció.
Taehyung resopló y abrió la caja con cuidado, viendo el contenido con ambas
cejas alzadas y una sonrisa que escapó involuntariamente en su semblante.
—Creímos que podría servir más que algo material. Es difícil cuando tu
mejor amigo puede comprarse todo—comentó Yoongi, soltando una risa.
—La tomamos el día que fuimos de campamento... Y así decías que no
necesitábamos una—se quejó el menor.
—He querido comerte de esa forma hace una maldita semana y ahora era el
momento perfecto para hacerlo.
O quizás no tanto.
—Sé que tal vez pienses que soy un niño hormonal y no estoy listo para esto,
pero créeme que sí. ¡Jimin me está enseñando! Aunque... Quizás tú no sientes
lo mismo por mí...—se quebró. Jungkook se asustó con el simple hecho de
pensarlo.
Es cierto. ¿Por qué razón Taehyung comenzó a dudar? Nunca antes había
vacilado con respecto al menor, ¿por qué de pronto la voz de Yoongi y Jin
retumban en sus oídos?
¿Será miedo?
Pero, ¿a qué?
¿A Jungkook?
—Recuéstate en la cama. Yo te enseñaré más de lo que ese niñato puede
enseñarte.
Jin miró a Yoongi por sobre su flequillo, cansado y con bolsas en los ojos.
El teñido se sentó a un lado de su cama, mirándolo a través del contraste de
la lámpara de noche.
—Suéltalo.
Yoongi solo suponía que quizás esa vez donde Taehyung despertó en gritos
en su casa cuando niños, tenía una pequeña parte en común.
El rubio deslizó la toalla más pequeña por su pecho, secando las últimas
gotas de agua mientras que la otra envolvía su parte más baja. Salió del baño
con tan solo el pantalón de pijama cubriéndole, encontrándose con un
azabache bastante concentrado en la pantalla frente a él.
—¿Boku no...?
—¿E-enseñarme? ¿Cómo?
Me vuelve loco.
Quiero tenerlo bajo mío,
gritando mi nombre y
rompiéndome la espalda
hasta hacerla sangrar.
Quiero destruirlo.
Necesito destruirlo.
Taehyung besó sus clavículas y sostuvo sus muñecas con fuerza debido a los
constantes movimientos bruscos del azabache. Deslizó su hábil lengua por
el rosado contorno de la tetilla, delineándola y chupándola hasta endurecer
el pezón. Jungkook se removió bajo su anatomía, arqueando su espalda y
soltando un gemido que rápidamente Taehyung calló y ahogó entre sus
labios.
—¿S-siempre es así?
Y siempre responderá.
Taehyung escuchó las mismas palabras cuando vistió a Jungkook a los seis
años en la noche y ninguno de sus padres se encontraba despierto. Deslizó el
pijama suave en su piel intacta, conteniendo las ganas de besarlo hasta
enrojecer lo blanco, pero Jungkook envolvió sus pequeños brazos alrededor
del cuello moreno segundos antes que Taehyung terminara de unir los
botones, besando sus carnosos labios.
Jungkook sintió sus pulmones apretados, luchando contra sus costillas y sus
fosas. Sus piernas temblaron una vez volvía a alzarse e impactar contra
Taehyung, pero poco le importó. Aguantó el dolor y el escalofrío porque
estaba excitado, más que todas las veces anteriores.
La curiosidad es un arma,
si no sabes utilizarla,
te matará.
Yo te mataré.
—Tu boca es tan pequeña que no entraría un tercer dedo. ¿Y así quieres ser
adulto? Es irónico—se burló. Taehyung aplicó presión contra su boca,
provocando que el azabache tosiera y temblara mientras más se hundía en su
boca—. Crecer no es tan sencillo.
El menor chupó sus dedos cual arte y los envolvió en una abrazadora
atmósfera morbosa. Las falanges largas de Taehyung se hundieron en la
garganta de Jungkook hasta el fondo, restándole importancia a los quejidos
y lágrimas del azabache porque ahora eran solo ellos dos.
Taehyung lo desafió con la mirada, casi diciéndole que este era su maldito
tablero y él no lo consumiría, pero tan pronto como Jungkook entendió y
cruzó vista con el rubio, terminó avanzando hasta el final del juego.
Sus ojos negros, brillosos y llenos de placer, y sus labios rosados e hinchados
correspondieron la fuerza bruta, convirtiéndose así el ganador. Jungkook era
arte, una muestra viva de pasión, deseo y sangre.
Jungkook gime
cuando lo beso,
Inconscientemente.
Su pelvis me responde,
su boca me sigue,
sus manos curiosas me envuelven
y me deleita.
Lo quiero, hoy y siempre.
Es mío, solo mío.
—¿Q-qué haces?
—Te miro—murmuró. Jungkook tragó, la voz de Taehyung era más grave
de lo habitual—. Te ves hermoso; suplicante.
—¿Q-qué di...?
—Sorpresa.
Jungkook tragó duro y ante el largo silencio que Taehyung entregó, asumió
que la compañía rubia no estaría con él en este encuentro.
—Eres tan lindo—dijo el rubio—. Eres tan puro que resultaría imposible
creer que alguien como tú estaría masturbándose frente a mí, tu hermano.
—¡A-ah, T-Tae...!
Jungkook abrió sus ojos, sorprendido por el repentino cambio y, con las
mejillas sonrojas, obedeció, no muy convencido. Se movió entre las fundas
tal cual como había dicho Taehyung, nervioso y avergonzado, con el pulso a
cien y el cuerpo temblando.
—¡Mierda!—exclamó.
—P-pero...
—Hazlo.
—¡A-ah!
—¡N-no quiero!
Todo su cuerpo sintió una corriente eléctrica, pero la evitó. Apretó las fundas
con demanda, sollozó y finalmente volvió a hundir su dedo más profundo.
Lo sacó y metió una y otra vez, obedeciendo a Taehyung.
—A-ah, Tae...—gimió.
Taehyung sonrió, encantado y fascinado por la escena que tenía frente a sus
ojos. Relamió sus labios secos y crujió dos de sus dedos.
Día 207
Siempre pide más,
necesitado.
Quiere buscar algo
que lo complazca.
Yo nací para complacerlo.
El azabache introdució el tercer dedo con más potencia, sin importarle si sus
caderas crujían y se debilitaban ante tal movimiento.
—¡T-Tae!—gimió.
El dedo rozó su zona más sensible y sus ojos se abrieron como dos grandes
esferas negras. El cuerpo más pequeño se estremeció y Jungkook exclamó.
La quemadura le golpeó fuerte y se movió en forma frenética en respuesta.
Su mano soltó las sábanas, que mantenía en un puño, para masturbar su falo
que necesitaba su atención con demanda.
Destrúyete, bebé.
—¡T-Tae!
La reina se movió
y el rey sigue intacto,
los peones desaparecen,
uno por uno,
dejando el tablero vacío.
El juego ha comenzado.
YAAA Ahora, quiero hacer un par de aclaraciones. ¿?
Jin recuerda a Taehyung con daños y sangre en las manos, después descubre
que quiso asesinar a su padre. Ustedes entenderán que la carga emocional
es fuerte para alguien como Jin, de hecho él siempre se queja de no haberlo
ayudado o cosas así, es por eso que se desconecta y pierde los estribos.
Además, Taehyung guarda muchos secretos y para Jin eso siempre es un
problema porque termina involucrándolos a todos en el mismo saco.
Ahí estaba, con la piel de gallina y las manos temblando mientras movía el
lápiz negro sobre las hojas de su libreta, todavía inseguro sobre si era
realmente correcto. Pero en un abrir y cerrar de ojos sus dedos escribieron la
dichosa frase que resultaba graciosa al leerla, y supo que ya no había vuelta
atrás y el borrador no ayudaría mucho para deshacerse de la tinta oscura.
El pequeño de tan solo seis años y medio se concentró en los cuadros blancos
y negros, arrugando el entrecejo y moviendo su torre negra a un lugar
estratégico, sonriendo en cuanto esta quedó a tres espacios a la izquierda
del rey blanco, y también cerca de la reina negra. Dejó caer sus hombros y
exhaló.
—Perdiste.
—Sí.
Taehyung asintió.
La señora no comprendió.
—Tienes razón, pero son las primeras piezas en eliminar. Eso no ayuda
mucho.
—No, no son las primeras piezas en eliminar...—corrigió. La señora frente
a él parecía sorprendida. Taehyung continuó:—son las primeras piezas para
ganar.
—¿No te parece extraño que los grandes jugadores comiencen con el peón?
Sólo un novato arriesgaría su caballo, anque no es mucho lo que logra
hacer. Pero, un peón, puede hacer mucho, comezando porque es la única
pieza del juego que no puede retroceder y puede convertirse en lo que sea—
murmuró, manteniéndose serio, esta vez alzando su vista para encontrarse
con los ojos claros de su abuela y formando una muy, muy, muy sútil
sonrisa—. No soy bueno, solo sé sacar provecho de una pieza tan básica
como un peón. Cuando logras hacer eso, ya ganaste el juego.
El azabache nunca había sido muy fanático de las cosas grandes, pero debía
asumir que las camisas de Taehyung eran sus favoritas y siempre las usaba
en las mañanas porque según él se veía más lindo, aunque el rubio le repitió
tantas veces que no se vistiera con su ropa porque la ensuciaba.
Jin llegó a la sala principal llamando la atención de los dos idiotas que se
encontraban dándole la espalda, vistiendo un abrigo y cargando un regalo no
tan incógnito, porque medio mundo podía suponer para quién se dirigía, en
su mano izquierda. Jungkook y Yoongi se voltearon y miraron entre
sí, suponiendo su destino y la razón por la cual estaba más sensible que de
costumbre.
—Suerte con eso—se limitó a decir el azabache, formando una sonrisa cada
vez más grande—. Mándale mis saludos a Nam.
—No hables—siseó.
—¿Y eso qué tiene que ver? Hablan como si fuera a entregarle un jodido
anillo de bodas.
—Cállense.
Jin salió lo más rápido de la casa para no escuchar todas las bromas que
lanzaron Yoongi y Jungkook sobre su supuesta cita y que le terminaría
quitando un amigo al azabache, cosa que no sucedería porque el castaño solo
iría a entregarle el regalo para no sentirse un jodido hijo de puta con él, sep,
era eso.
Sin embargo, lo quiera asumir o no, Jin era jodidamente egoísta y esa
atención que comenzó a recibir de la nada, le gustaba, en especial si era
Namjoon quien se la entregaba. Y peor se volvía cuando los dos únicos besos
que intercambiaron seguían estando presentes en su memoria cada noche.
El castaño se sintió cada vez más nervioso al acercarse por las calles y llegar
a una humilde vivienda de tonos cafés con el número 4310 marcado
elegantemente en un cuadro de madera colgado a afueras de la casa. Su
corazón latió fuerte cuando dejó de fijarse en las bellas flores del jardín y se
encontró con una silueta familiar sobre la acera.
Namjoon sonreía para los niños que jugaban fútbol frente a él mientras Jin
luchaba internamente por si quedarse estático frente a su casa, dejarle el
regalo en la entrada y marcharse o hacerle compañía. Pero ya no había vuelta
atrás, porque sin pensarlo dos veces escogió la segunda opción y en cinco
segundos ya se encontraba a su lado sin siquiera responder a la mirada
inexplicable que yacía en el niño de catorce años.
—Me aburro en casa—fue lo único que logró decir. Namjoon tragó duro
y apartó la vista para ahora mirar al frente, todavía sorprendido por la
inesperada visita, no era como si la compañía de Jin fuera incómoda, solo
que lo tomó por sorpresa y le resultaba difícil controlar los latidos de su
corazón—. Al menos aquí no me siento tan solo.
—¿No hay nadie en casa? ¿Dónde están tus padres?—Jin lo vio morderse el
labio y pensó que quizás se había entrometido de más, como siempre—L-lo
digo porque es navidad y deberías estar con ellos.
—¿En navidad?
Jin dejó caer su sonrisa lentamente y por primera vez desde que llegó, se
volteó para encontrarse con esos ojos tristes que había visto antes bajo su
flequillo. Namjoon le entregó la misma sonrisa y el castaño se maldijo
porque podía jurar que esa curva estaba llena de emociones deprimentes y él
era el culpable de sacarlas a flote.
—No me mires así—pidió el más pequeño antes de que Jin hablara—, por
favor no me mires como si me tuvieras lástima.
—¿Y cómo querías que te lo dijera? Son cosas comunes, desafortunadas que
en algún momento dolieron, pero ya no, ¿por qué habría de darle
importancia?
—¿Acaso importa?
—Todavía quiero.
Jin vio el brillo en sus ojos y su corazón dió un brinco, sintiéndose algo torpe
sin razón. Le entregó el regalo rápidamente, casi como si no quisiera
mantener ese roce de dedos por mucho tiempo.
El más pequeño abrió el presente, que más bien era una caja delgada y larga,
con la curiosidad reflejada en el rostro, sacando de esta una cadena de plata.
Namjoon le dedicó una mirada llena de reproche y Jin bufó.
—Es una cadena. De plata—el menor remarcó sus palabras. Jin rodó los ojos
porque sabía lo que era y no necesitaba que Namjoon se lo recordara.
—Eso ya lo sé.
—Pero...
—Se ve bien.
—Es un libro.
Murmuró el castaño. Jin deslizó la yema de sus dedos sobre la tapa áspera y
luego lo abrió, encontrándose con una dedicatoria en la primera página que
le hizo sonreír aún más grande.
Para tu pasado,
para tu presente,
y para tu futuro.
Te quiere, Namjoon.
Un segundo click.
Charlotte asintió.
Hace unos días atrás se sintió observado, pero prefirió no brindarle tanta
relevancia porque Jin insistió que se debía al exceso de trabajo y esos ojos
cansados que lo hacían parecer como un zombi. No paró de sentir esa extraña
sensación a sus espaldas días más tarde y ahora es cuando se lamentaba de
no haberla tomado en cuenta.
Eso quería decir que si algún idiota lo siguió durante un tiempo corto,
también sabía su dirección y probablemente el segundo lugar al que
intentaría entrar sería ahí. Y algo tenía que hacer si quería proteger a
Jungkook.
—Soy yo—Yoongi abrió los ojos como platos, sorprendido—. Sé que debí
llamarte al celular, pero prefiere hacerlo desde una vía pública sin
especificación. No preguntes porqué, solo escucha.
—No, escucha. En mi oficina está todo, tengo la idea que quieren algo mío
y como no lo encontraron en mi trabajo irán a la casa. Necesito que tomen
algunas cosas y los iré a recoger en dos horas. Avísale a Jin e inventa una
excusa para Jungkook.
—Tae, espera, no estoy entendiendo. Si fuera así, ¿por qué tenemos que
irnos? ¿No será más fácil que entren de esa forma? Además, no puedes estar
tan seguro, no hay ningún indicio.
—Gracias.
—Confía en mí.
Yoongi apretó los dientes y su mandíbula formó una muy definida línea recta
a medida que asintió y colgó el teléfono. Suspiró y masajeó su cuello
contraído después de saber la desagradable situación.
El teñido subió hasta el cuarto del azabache y entró sin siquiera tocar la
puerta, afortunadamente Jungkook solo estaba jugando videojuegos y le
reclamó cuando entró sin permiso. Yoongi rodó los ojos.
Jungkook se sorprendió.
—¿A dónde?
—No lo sé, solo empaca. Taehyung vendrá por nosotros en dos horas, no hay
tiempos extras.
—¿Y crees que yo sí? Solo haz una maleta y lleva algo con que entretenerte.
Algo me dice que esto llevará un tiempo.
—¿Y si me niego?—amenazó.
Jungkook lo fulminó.
Y finalmente colgó.
Jungkook se quedó inmóvil y esperó unos cuantos segundos hasta que no
escuchó las quejas de Yoongi cerca de su habitación. Esbozó una sonrisa y
tomó su celular. Llamó al único número entre favoritos y su corazón latió
fuerte cuando una voz gruesa y ronca le contestó desde otra línea.
—Sí, lo hizo.
—¿Entonces?
El hombre lo guío hasta una puerta detrás de su oficina, una que nunca
había visto en las pocas veces que ingresó ahí dentro. Su padre introdujo la
llave y le hizo pasar.
Taehyung asintió.
—¿Qué sucede?
Su voz resonó en el cuarto como un eco y se estremeció, trató de voltearse
aún con el cuerpo atado y se percató de la ausencia de su padre. Taehyung
frunció el ceño y miró al frente, controlando su respiración chocante y fría.
Inhaló profundo y continuó la espera.
La segunda voz le ofreció una bebida extraña, que muchas veces había visto
cuando sus padres cenaban y se reían por la noche, y ella aceptó,
ingiriéndola de un sorbo para después abalanzarse sobre el hombre y
plantarle un beso. La cámara cayó y todo se volvió negro.
Taehyung contó.
Una nueva situación se vio frente a sus ojos, la mujer estaba atada y sobre
su boca había una cinta gris, emitía diferentes sonidos ahogados contra el
plástico y se mecía sobre el mismo colchón que Taehyung había visto hace
una escena atrás. Estaba desnuda, con algunos moretones en su pecho y
piernas, su maquillaje corría sobre sus pómulos en manchas oscuras y la
bella sonrisa ya no se encontraba adornando el rostro ahora denigrante.
—¡Papá!—gritó.
Entonces comenzó.
Los brillosos ojos cafés se llenaron de sorpresa cuando el hombre le quitó
la cinta y dejó que los gritos se apoderan del espacio. Taehyung lo vio
sonreír mientras ella se retorcía bajo su potencia y lloraba a medida que él
se acercaba hasta su cuerpo.
Sus ojos se llenaron de las primeras gotas cayentes, su cuerpo tembló y sus
tobillos sangraron por la fricción de la soga. Taehyung jadeó sin control y
aunque intentó cerrar los ojos, no consiguió obtener la calma que él
esperaba.
El hombre pasó sus manos por la tez blanca y masajeó los pezones con una
risa que para el pequeño resultó escalofriante, la mujer gritó profundo y se
calló en cuanto el sujeto introdujo dos de sus dedos en su boca, casi
queriendo ahogarla.
Taehyung pegó un brinco cuando escuchó una estocada y cerró los ojos. Su
pecho subía y bajaba mientras los gritos perdían fuerza y los reemplazaba
uno totalmente diferente, como el que había escuchado en el armario.
—No, no, no, no escucho, no escucho... —repitió desesperado. Apretó sus
párpados de un golpe y negó incontables veces a sí mismo, alejando ese
recuerdo tan tormentoso de su memoria.
—No...—susurró.
Taehyung vio la sangre saltar en la pantalla, escuchó gritos cada vez menos
audibles al llegar a su sentido y sintió un escalofrío recorrer su espina
dorsal. Se quedó sin respuesta fija en su rostro, más bien la imagen
continuaba grabándose en su memoria. Nuevamente el agua salada se
deslizó por su piel morena, pero sus ojos se mostraron en un tono cada vez
más oscuro y su rostro no representó lo que sentía por dentro, ese
sentimiento de ahogo.
El cuchillo más afilado se intersectó en su parte baja una vez la mujer sufrió
lo mismo que la anterior. Ella desgarró su garganta cuando el arma le dejó
un charco de sangre y arqueó su espalda con las cuerdas sosteniendo sus
muñecas y tobillos a cada extremo de la cama.
Fue un silencio total unos minutos más tarde, Taehyung perdió su mirada
en la pantalla color rojo, divagando en un pozo sin fondo adornado de
matices oscuros y con la sangre helada al punto de ya no sentir los cortes
profundos en sus muñecas y las náuseas. Abrió la boca y respiró
agitadamente, de sus carnosos labios pálidos se desprendió un río de saliva
que escurrió por su mentón hasta tocar fondo mientras su corazón
bombeaba cada vez más rápido.
Taehyung vomitó.
Y así continuaron hasta que la niña perdió el color rosa de sus pómulos,
hasta que su cuerpo tembló bajo los más grandes, hasta que su entrada se
destrozó ante las potentes estocadas y hasta que su voz dejó de escucharse
y se ahogó en su propia garganta.
El señor Kim tendió el cuerpo del castaño sobre su cama al cabo de dos días,
buscó entre sus bolsillos el frasco de cristal e hizo una pequeña abertura
para extraerlo hacia la aguja y presionó la punta en las venas del pequeño
que yacía desmayado. El color se extendió rápidamente en las mejillas de
Taehyung, devolviéndolo prácticamente a la vida después de tantas horas
sin comida o agua.
Jungkook se levantó lentamente y caminó hacia él, sobándose los ojos por el
sueño. Una vez cerca se sentó a horcajadas sobre el rubio, aprisionando su
torso con ambas piernas a un lado para luego buscar los carnosos labios con
desesperación. Taehyung se sorprendió, pero de igual forma devolvió el beso
y acarició la piel blanquecina por debajo de su polera blanca mientras el
azabache hundía sus dedos en los cabellos sueltos de su hermano.
Taehyung se separó al escuchar quejidos del más pequeño, con preocupación
tomó su rostro y limpió las lágrimas que caían por los pómulos del azabache.
Lo abrazó rápidamente al mismo tiempo que trataba de calmarlo.
—Pero...
—¿Qué soñaste?
—¿El qué?
—¿Asesinaste a alguien?
—S-sí, entiendo—murmuró.
El rubio soltó un suspiro y apretó los dientes, furioso consigo mismo al ver
la reacción del azabache, tan sumisa y delicada como en la infancia cuando
lograba sacarlo de quicio. Se maldijo una y otra vez, porque él debió
responderle con la verdad y se sentía como un cobarde al no hacerlo.
—Jungkook, yo...
—¡Tae!
Un cuarto click.
Caminó alrededor del cuarto y forzó la mandíbula en una línea recta en sus
labios. Pateó sus pertenencias esparcidas por el suelo, molesto, mientras
recorría el gran desorden. Resopló algo agotado; no estaba listo para esta
sorpresa, aunque sí lo hacía, solo que la pequeña charla con Jungkook lo
estresó un poco y eso justificaba su dolor de cabeza o su estrés. Pensó en la
empresa y que debía volver, pero también recordó que tenía que aclarar todo
este asunto con su mente e ideas.
Una de las tantas cosas que debíamos saber es que nada sucedía porqué sí y
es por eso que la vida era tan divertida, porque cuando algo importante
llegaba a nuestras manos teníamos dos opciones, perderla o guardarla. Y
curiosamente, la mayoría de las personas hacían la primera opción.
La gente cree que caer se vuelve costumbre, que uno mentaliza la derrota
mucho antes de intentarlo, pero Taehyung creía en la rotunda idea de
estrategia, porque a veces uno no caía porque el suelo era cómodo, sino para
encontrar otra forma de levantarse.
El rubio estaba tan preparado para esta nueva función en el circo que no se
molestó siquiera en esconder objetos de valor, sino que su mayor centro de
atención se fijó en la carpeta de archivos que creyó importante y ocultó
dentro del colchón, cabe decir que también los reemplazó por otros
totalmente falsos, suponiendo que ese era el verdadero objetivo en una
corazonada y acertó.
Sí, faltaban mil años para que el destino pudiera burlar a alguien como
Taehyung.
Taehyung resopló.
—Y tampoco eres un adulto—le recordó. Jin vio un brillo en los ojos del
azabache y supuso que lloraría porque su cuerpo también tembló y la mirada
de Taehyung no era precisamente amable—. No te estoy preguntando, es una
orden. Subirás a tu habitación te guste o no y te quedarás ahí hasta que yo
diga que debes hacerlo. ¿Y sabes porqué debes obedecer? Porque esta es mi
jodida casa y vives bajo mi techo.
—Responde—insistió el mayor.
—Sí, yo me encargué de eso. Es por eso que le hice creer el cuento de hadas,
es por eso que le hice vivir una vida normal, sin mí—volvió a confesar—.
Cuando mi padre se enteró, aplicó medidas legales para alejarme de la casa
y no me quedó otra opción más que irme donde Yoongi y salir de Corea. Sin
embargo, no fallé. Jungkook no recordaba nuestra infancia para cuando yo
volví.
—¿Entonces?—dijo Jin.
—Los reemplacé por otros falsos. Supuse que él venía por esa caja.
—Es solo que...todo está conectado entre sí. Ese tipo formó hilos con la
intención de lograrlo una primera vez, ¿y si no funcionó la primera vez y los
hilos se terminaron?
—Tiene que crear unos nuevos—completó el teñido—. Tiene lógica,
viéndolo de esa forma.
—Es por eso que lo voy a esperar—Los dos restantes se giraron hacia
Taehyung con un rostro lleno de asombro. El rubio formó una mirada
absorvente y llena de odio—. Este es mi maldito tablero y ya no hay ataques
sorpresas, solo golpes directos. Si quiere los archivos, tendrá que presentarse
frente a mí, donde pueda matarlo.
Una bola de tristeza era suficiente para describirlo, aún si estaba leyendo los
archivos en la oficina y luchando contra ese pensamiento pesimista donde el
principal personaje era su hermano, no funcionaba. Taehyung necesitaba
hablar con él, sentirlo cerca y si no lo hacía pronto, probablemente explotaría
y quién sabe qué sucedería. La única solución ahora son esos dos niños,
aunque el rubio ya se preparaba mentalmente para una derrota.
Jimin golpeó la cabeza del azabache una vez estuvo frente a él.
Namjoon tomó al azabache de los tobillos mientras que Jimin agarró como
pudo sus muñecas ante la resistencia y llevaron el cuerpo de su amigo fuera
de su habitación a pesar de todo el movimiento que aplicaba el azabache.
Taehyung caminó hasta ellos a la misma hora que prometió estar después del
trabajo y les sonrió en forma de agradecimiento en cuanto estuvo a punto de
ingresar a su habitación, pero la mirada fija del pequeño de cabellos
anaranjados en él le hizo saber que había otra forma de agradecer su
ingenioso plan. El rubio exhaló y sacó su billetera.
Jimin frunció el ceño y terminó por alejarse junto a Namjoon por el final del
pasillo, maldiciendo hasta que llegó al salón principal y Taehyung los perdió
de vista. El rubio dejó escapar una risa y abrió la puerta de su habitación. Su
cuerpo dio un brinco por el susto; no estaba preparado para encontrarse con
el rostro de su hermano tan de cerca y así de enojado.
—Oh, claro, porque darle dinero a mis amigos por traerme aquí contra mi
voluntad no se considera “pagarles”—dijo, sarcástico—. ¿En qué pensabas?
¿No puedes ser normal y simplemente hablarme como cualquier persona?
—E-ese no es el tema...
—Lo es, porque quieras saberlo o no todo esto inició porque se te ocurrió la
loca de idea de crecer y hacer preguntas extrañas—Jungkook sintió un golpe
en su pecho al escucharlo. El rubio tomó aire y volvió a hablar:—Mierda, no
sabía qué hacer ¿sí? No querías verme y te negabas a comer, estaba
preocupado. No pensé que te enojarías por llamar a tus amigos y ofrecerle
una paga.
Taehyung bajó sus palmas al trasero del azabache y alzó su cuerpo, Jungkook
cruzó sus piernas en torno a su cintura y entre sus dientes tomó el labio
inferior del rubio como respuesta mientras Taehyung lo llevaba hasta la
cama, donde finalmente lo tumbó sobre las fundas y posicionó en medio de
ambas piernas.
—Sí—soltó rápidamente.
—Entonces tendrás que ser silencioso, conejito. No queremos que tus amigos
sospechen, ¿o sí?
Jungkook sonrió.
—Sí, es un secreto.
Twenty eight
Día (sin especificar)
Taehyung soltó un bostezo una vez que la grabación terminó, tomó un sorbo
de su refresco y mordió su sándwich. Mostró su típica sonrisa rectangular y
volvió a darle play, esta vez con la intención de apreciar los más mínimos
detalles.
El señor Kim llegó del trabajo con una sonrisa en su rostro junto a su esposa
y un humor mejor que el del día anterior por tener tanto trabajo acumulado.
Ambos padres llamaron al único hijo para que viniera a recibirlos, pero no
se encontró una respuesta por varios minutos. La señora Kim se espantó y
corrió hasta la segunda planta por su hijo, con el miedo constante de no
encontrarlo por ningún lado. Por otro lado, el señor Kim se sintió algo
incómodo y comenzó su busqueda.
Sin embargo, su sorpresa fue tan grande al verlo en el lugar menos esperado
que le causó escalofríos. El sótano estaba con llave, la cual estaba
perfectamente escondida en su oficina y seguía ahí cuando revisó por última
vez, entonces se preguntó cómo es que su hijo había entrado y reproducido
las grabaciones que enterró lejos de casa.
—¿Qué haces, Tae?—su voz tembló al igual que sus pasos mientras se
acercaba a la silla donde se encontraba el castaño.
—Estoy mirando la televisión, papá. ¿Por qué? ¿Quieres ver conmigo?
—Pero, papá...
Y eso bastó para que el señor Kim fingiera una sonrisa y ascendiera al primer
peso, con la incómoda sensación de un Taehyung sosteniendo la mirada a
sus espaldas.
La voz grave del rubio se escuchó solamente para él y Jungkook creyó que
era la melodía más excitante que podría escuchar. Por esa misma razón, guió
ambas manos a la longitud de su hermano y se unió en conjunto con su boca
entre medio de los gemidos bajos de Taehyung. Cerró los ojos y fue más
rápido. Chupó hasta el fondo, incluso si se ahogaba y quisiera llorar, delineó
el glande y deslizó su lengua por el prepucio hasta el cuerpo de la polla del
moreno.
—Sí, TaeTae.
—Bien, bebé.
—¡A-ah!
La voz de Jungkook llegó de tal forma a sus oídos que Taehyung acercó el
trasero azabache con fuerza hacia su boca. Fingió penetraciones profundas y
su lengua se movió dentro de él, en formas circulares que logró hacer jadear
al de piel blanquecina.
El rubio bufó y volvió acercarse a él para tomar su cadera con firmeza hasta
que Jungkook volviera a su posición inicial.
—¡Tae!
—Acéptate, bebé.
Entonces cuando Jungkook abrió sus ojos y juró ver el cielo, se corrió junto
a su hermano y el vibrador se detuvo, dándole la tranquilidad y el placer que
buscó. Sus labios formaron una sonrisa inexplicable para Taehyung que él
correspondió rápidamente. En ese momento, Jungkook observó al rubio con
esos ojos característicos de años atrás, esos luceros que Taehyung llamó
noches hermosas y peligrosas.
—No creo que sea buena idea que esté ahí—Taehyung suspiró y volvió a
encender el auto mientras la mirada de su primo y su mejor amigo se
mantenía sobre él de forma sorpresiva—. Estoy seguro que me ha estado
observando todo este tiempo.
Ninguno de los tres lo notó, pero él estuvo ahí detrás todo el tiempo y sonrió
cuando el recuerdo del señor Kim llegó a su memoria al ver el parecido con
el hijo mayor en la fotografía. Realmente impresionante, Taehyung era la
copia física de su padre.
Al principio Jin soltó una carcajada porque literalmente lo vio como algo
imposible, sin embargo cuando percibió su mirada, entendió que Namjoon
no jugaba y lo que había dicho no era algo que considerase como un sueño
ficticio. Se quedó helado al ver su ambición y por primera vez intuyó lo que
quería decirle a través de sus ojos.
—¿No dirás que es imposible? ¿Que es solo otro típico sueño de niños?
—Eso es cruel.
Jin rió.
—¡Ni lo pienses!
Las sorpresas nunca las leyó y siempre odió a las personas que tenían algo
oculto, pero descifró lo que haría Namjoon en cuanto lo tomó de las mejillas
y juntó sus labios tiernamente, y Jin aún sabiéndolo no se apartó o lo detuvo.
El resto del día fue tranquilo para Jungkook, bueno, algo así. La verdad es
que nada era tranquilo si estás de amigo con Park y Byun, menos si los dos
se hacen amigos entre sí y las cosas se vuelven más complicadas.
—¿¡Qué!?
Jungkook no había querido decírselo, pero tampoco esperaba que Park Jimin
abriera su gran boca tan rápido, aunque no podía negar que era preferible a
una ilusión como la de su amigo Byun.
—No me escuchaste.
Baek bufó.
—¡Traidores!
El horario de salida se adelantó dos horas por ser el primer día, Jungkook le
envió un mensaje rápido a su hermano para avisarle y así tomar el metro por
sí solo junto a sus amigos. Le costó obtener un sí como respuesta, pero
finalmente Taehyung terminó por aceptar y dejarlo libre por un momento,
olvidándose de lo que pasó hace algunos meses.
—¿Abuela?
—Ya veo...—murmuró. El azabache pensó que algo andaba mal porque lucía
confundida y mirando a la nada, pero apartó ese pensamiento en cuanto ella
se mostró nuevamente de forma habitual—. ¿Qué tal todo por allá? ¿Son
buenos contigo?
—Por lo general sí, aunque Yoongi es algo molesto a veces y siempre busca
una razón para molestarme con Jin—frunció el ceño al recordarlo.
—¿Yoongi?
—Lo sé...
Se formó un silencio, Jungkook no sabía si incómodo era la palabra para
describirlo, pero en cierta forma se asemejaba.
—Eso es bueno.
Su pedido llegó unos segundos más tarde y fue suficiente para que el
azabache relamiera sus labios porque lo que pidió su abuela realmente tenía
buen aspecto, demasiado. Jungkook le envió una mirada llena de asombro y
ella sonrió, indicándole que sí podía empezar.
—¿Última vez?
—¿Por qué?
—Problemas pasados.
—¿Como cuáles?
—Yo utilizaría la palabra razón. Detrás de cada mentira hay un motivo y eso
es lo que te permite la curiosidad. Creo que es más como el trasfondo.
Se tomó la tarde libre y llamó a Jungkook con una sonrisa para alardear sobre
su espléndida reunión, pero el adolescente de cabellos oscuros no atendió el
teléfono en la primera llamada ni las que continuaron después de esta. El
rubio se sintió preocupado y llamó a la casa para preguntar si estaba ahí.
—¿Diga? —la voz de su primo fue la primera en escucharse.
—Mierda...—gruñó.
—Ya son más de las seis de la tarde, él debió haber llegado hace una hora.
Yoongi miró extrañado al castaño junto con Namjoon que yacía sentado a
un lado del teñido sobre el sofá. Ambos se miraron entre sí al notar que el
rostro de Jin no indicaba nada bueno.
—¿Jungkook? No. Ese idiota llamado mejor amigo me cambió por alguien
más viejo que yo.
Jin miró a Yoongi con precaución, casi queriéndole decir que su corazón
estaba inquieto a más no poder por una corazonada. El teñido le arrebató el
celular a Namjoon de golpe como respuesta.
—No tengo ni idea, pero se conocían, así que les deje solos porque creí que
necesitaban tiempo a solas.
Jin se sobresaltó y llamó la atención de los dos chicos frente a él. Yoongi
pareció entender la indirecta.
La última vez que los vio parecían llevarse correctamente, pero cuando
regresó a Corea, Taehyung y la abuela ya no se dirigían la palabra. Es más,
todas sus preguntas fueron contestadas cuando su primo evitó que ella lo
golpeara, tomando su muñeca bastante fuerte como para que su abuela
formara una expresión distinta a las que solía usar. Su rostro se llenó de
sorpresa y miedo.
—Jimin dijo que los vio por última vez fuera del instituto. No debieron ir
lejos—avisó el teñido una vez cortó la llamada.
—Hay bastantes locales cerca—agregó Namjoon—. Quizás están en uno de
esos.
La voz del señor Choi retumbó en sus oídos y Taehyung alzó el rostro
inseguro porque se llevaría una paliza después de su charla, sin embargo la
sonrisa de su jefe fue más que evidente para demostrarle lo contrario. Tal y
como lo había pensado, el señor Choi ya tenía todo fríamente calculado.
Taehyung sonrió.
—Estoy aquí gracias a mis trucos sucios, señor Choi, gracias a los míos y los
suyos—gruñó también él—. Usted no juegue conmigo, jefe.
—Sí. Es un desafío.
Él guardó silencio.
Lo que pasó después fue una sorpresa porque Taehyung pudo imaginar que
su jefe podría odiarlo o quizás destituirlo en un futuro cercano, pero a
diferencia de todas las suposiciones en su mente, esta era más irreal que todas
aquellas. El señor Choi le acarició el cabello y su mirada fue muy distinta a
otras durante todo el trayecto juntos. Preocupación.
—Sí, pero...
—¿De qué hablas, Jin? Estoy desesperado, solo dime dónde está Jungkook
y después hablaremos ¿sí?
—Escucha, Tae, tengo una pregunta y no te irás sabiendo dónde está si antes
no me respondes con sinceridad—El rubio resopló y Jin interpretó ese
silencio desde la otra línea como un está bien—. Bien, ¿qué hay entre tú y la
abuela?
—¿De qué mierda estás hablando? ¿Y eso qué tiene de importante ahora?—
gruñó.
—Responde.
—¿Qué tiene que ver eso con encontrar a Jungkook?—sonó molesto.
—Eso significa...
—Eso significa que Jungkook está con ella y algo me dice que tú no estás
precisamente aliviado.
Jin tragó duro y colgó el teléfono sin nad más qué decir o preguntar,
realmente a esas alturas dejó de ser una necesidad. Namjoon y Yoongi no
supieron decifrar su expresión y gracias al cielo no formularon todas las
interrogantes que tenían en mente o terminarían volviendo loco al castaño.
Yoongi rió y evitó la ruidosa conversación a sus espaldas para entrar a lugar
donde se suponía que debía estar el azabache. Buscó a Jungkook
disimuladamente entre tanta gente y formó una sonrisa cuando distinguió el
horrible uniforme que se encontraba dándole la espalda a unas mesas más
adelante.
—No llegaste a casa y tampoco avisaste que vendrías hacia acá. ¿Sabes lo
alterado que está Taehyung?
—Creí que la abuela le había dicho que estaría aquí—se encogió de hombros.
—Pero no lo hizo, ni tú tampoco, así que deja este lugar y vamos a casa—
ordenó, tomándolo de la muñeca.
—No quiero—bramó.
—Oigan ustedes dos—la voz de Jin logró que ambos voltearan a su dirección
y vieran el espectáculo que formaron al notar que todas las miradas estaban
puestas en su conversación. El castaño rodó los ojos y resopló—. Jungkook,
Yoongi tiene razón, Taehyung está demasiado preocupado y a menos que no
llegues a casa con nosotros, se morirá de un infarto.
—Díganle que estoy bien y volveré a casa en cuanto termine de charlar con
la abuela—les dijo y Yoongi rió ante lo ingenuo que podía sonar Jungkook.
—Díganle que iré en cuanto termine—insistió, esta vez con más intensidad.
—Oigan, ¿no creen que deberíamos hablar de esto fuera del local? Mucha
gente no está viendo—susurró Namjoon.
—No me iré de acá sin esta maldita rata—dijo Jin, mirándolo desafiante
mientras el azabache hacía lo mismo.
—Entonces tendrás que irte cuando yo lo haga.
—Más bien, ¿qué problema tienen ustedes dos? ¿Qué hay de malo en querer
pasar un tiempo más con mi abuela?—frunció el ceño.
—Escucha, mocos...
Fue un golpe bajo que Jungkook sintió contra su estómago y las enormes
ganas de defenderse, pero las palabras murieron contra su garganta y solo
tragó duro mientras el teñido desaparecía en sus narices.
—Está bien. ¿Quieres comer algo más? Creo que voy a pedir un pastel.
—Claro—sonrió débilmente.
—Sí, lo hice—soltó.
—Porque soy la prueba viva de lo egoísta que son los Kim—les dijo—.
Porque soy capaz de sacrificar todo lo que tengo por mantener a Jungkook
lejos de todo lo que sucedió, ¿entienden?
—Jungkook es lo único por lo que estoy aquí, si él decide por sí mismo, ¿qué
sería yo?
—Bingo—musitó el rubio.
Thirty
—Ya lo sé, bebé, pero no lo hagas más. No quiero que te metas en problemas.
El castaño dudó.
—No creo que sea buena idea, conejito—susurró. Jungkook alzó ambas
cejas—. Es peligroso, ¿sí?
—¿Poque?
—¿La... Tazón?
—Pero nunca hizo nada en tu contra—soltó Jin—. ¿Por qué lo haría ahora?
—No puedes ocultarlo más, Taehyung. ¿Por qué no querías que Jungkook
recordara?—continuó el castaño.
—Tae—llamó con temor el castaño, esperando que el rubio cruzara sus ojos
con los suyos—, ¿Él te hizo algo cuando Jungkook estuvo ahí?
—El señor Kim disolvía una pastilla en agua cada noche y la dejaba sobre
mi escritorio o simplemente me la inyectaba. No me di cuenta hasta un año
después que Jungkook naciera. Y claro, ese medicamento me hacía olvidar
eventos traumáticos—explicó.
—¿Qué cosa?
Jin asintió.
—La mente de Taehyung a veces es más fuerte que cualquier cosa. Siempre
se caracterizó por ser muy fuerte mentalmente, entonces su propia fuerza a
veces lo hace olvidarse de quién es—explicó—. Cada vez que Jungkook se
revela, Taehyung pierde algo, como si su cordura estuviera atada a él por
alguna razón.
—¿Lo lastimará?
—No, Taehyung nunca haría algo así. Pero por tratar de mantenerlo a salvo,
Taehyung es capaz de lastimar a quién sea. Eso lo incluye a él.
El rostro moreno tenía una línea recta perfectamente dibujada, sin margen de
error, y sus brazos se cruzaban contra su pecho, alineándose con una perfecta
postura frente al cuerpo débil del azabache. Jungkook trató de pronunciar su
nombre, pero Taehyung simplemente se inclinó a él y besó su boca,
tomándolo con firmeza de las muñecas por sobre su cabeza y abriéndose paso
entre sus piernas, presionando su dureza contra la más pequeña.
—¿T-Tae...?—sollozó.
—¿No es injusto, Kook? Yo quería que esto fuera romántico, pero creo que
deberías aprender—le dijo—. La curiosidad logrará matarte.
—¿No te gusta?
Jungkook dejó caer las lágrimas por sus mejillas mientras Taehyung tomaba
sus caderas con firmeza, soltando sus muñecas después de haber dejado
rasguños en ella. El azabache buscó su propio puño y mordió sus dedos, sin
soportar el dolor.
Taehyung penetró duro y seco, casi irritado. Los glúteos pálidos saltaban
para él cada vez que su pene se introducía en el menor con brutalidad y él
gritaba al punto de desgarrar su garganta.
—¡Tae, basta! ¡Duele mucho!
—Mierda...—gimió el rubio.
—Mírame, bebé.
Taehyung le otorgó el segundo tirón y logró hacerlo llorar con más potencia.
La mirada llorosa del azabache se cruzó con la oscura del rubio, en un juego
de peleas. El cuerpo moreno estaba bañado en sudor y sus músculos se
contraían cada vez que se hundía en su interior. Jungkook anhelaba los labios
carnosos del mayor, pero solo recibió una punzada de su parte baja.
—¡Duele!
Una de las palmas libres del rubio se dirigió a la extensión del cuello
azabache, donde forjó el mismo agarre duro mientras su falo se introducía
sin parar a una misma velocidad.
—¡Ah!—exclamó Jungkook.
Jungkook soltó lágrima tras lágrima y trató de pensar que el dolor se iría o
que el placer del que tanto hablaban llegaría a él como una ola de salvación,
pero al contrario, lo único que lo acompañó, fueron los jadeos graves del
rubio a un lado de su rostro mientras lo penetraba. Y aunque eso sonara
excitante, Jungkook lo sintió como una masacre.
—T-Tae... Basta...—jadeó.
—Levántate—ordenó, firme.
—Taehyung...
—Levántate.
—¿TaeHyung...?—logró decir.
—Cada vez que intento mantenerte a salvo...—comenzó a decir. Las largas
falanges del rubio acariciaron el trasero pálido al igual que su orificio
latente—te escapas. ¿Por qué no me obedeces, Jungkook?
—¡Ah, Tae!
—¡Basta!
El tercero y los demás fueron más que el anterior hasta que la silueta de su
palma quedó marcada en la tez clara de Jungkook, junto a gritos agudos
como fondo de presentación.
—Jungkook...
—¡No! ¡Vete!—gritó.
Por primera vez en la noche, Taehyung había visto el río de lágrimas que se
deslizaba por los pómulos de su bebé, y lo hinchados que estaban sus
hermosos ojos oscuros cuando lo miró punzante.
—Basta—bramó.
—Dímelo, Jungkook.
—¿Qué dijiste?
—¡A ti! ¡Te quiero a ti!
—¿Entonces?
—Taehyung...
Jungkook entendió esa noche, cuando Taehyung besó sus labios y después
las marcas del cuerpo que él mismo había dejado minutos atrás y pareciera
haberse olvidado de ello, que estaba demente. El azabache pensó que era
broma, una muy horrible.
Sin embargo, él lo estaba aún más porque sonrió y le devolvió los besos y
las caricias, dejando lo que pasó atrás. Jungkook besó a Taehyung con
desesperación y rasgó su espalda bronceada cuando el rubio se subió sobre
él, en la misma posición de hace un momento.
—Jungkook...
Taehyung miró el sobre de doce pastillas sobre su mano y que ahora solo
tenía cinco, anteriormente seis, y se recordó a sí mismo que era lo mejor para
ambos. Aún si Jungkook terminara odiándolo después.
Cuando el pequeño abrió sus ojos entre medio del sueño y visualizó la
imagen de su hermano sentado sobre su cama, solo atinó a seguir durmiendo,
aunque si no estuviera con los efectos del medicamento, probablemente se
hubiera lanzado sobre él a darle de sus típicas caricias sobreexageradas.
Taehyung solo sonrió tristemente y cogió el bolso que antes de entrar había
dejado a un lado de la cama para finalmente irse, quizás por un buen tiempo.
Taehyung tomó la decisión de enviar al azabache con la abuela al ver que las
salidas se le estaban dificultando. No podía poner la vida de Jungkook en
peligro ni mucho menos preocuparlo, además, solo otra persona en la familia
Kim mantenía ese pensamiento de protección y era la misma mujer que el
rubio tanto odiaba.
Taehyung rodeó su cintura entre sus brazos y de igual forma continuó el beso
lento y a la vez suave, sin apuro o desesperación.
—Realmente lo siento—murmuró el rubio cuando Jungkook se apartó.
—¿Sí?
—¿Solo un poco?
—Bueno—rió—, quizás un poco más.
—No hay vuelta atrás—murmuró—. Además, sé que ella no haría nada para
lastimarlo.
—Pero tú no quieres.
—No puedo darle esa seguridad, Yoongi. Tú más que nadie lo sabe.
—No estoy de acuerdo con esto—le dijo, serio—. Está más seguro aquí que
cualquier otro lugar. Además, ¿es en serio? ¿Enviarlo donde ella después de
lo que contaste?
Por la mente del azabache surgía idea tras otra y junto a ellas mucho miedo
por detrás. Suponía que Taehyung hacía eso porque se sentía culpable
consigo mismo después de lo que pasó, ¿pero llegar a tal punto de enviarlo
lejos? Debía ser algo más que también preocupaba a su hermano.
Jungkook solo quería decirle que eso quedó en el pasado, al igual que muchas
cosas, sin embargo, también compartía con él la sensación de temor que en
él abundó cuando vivió su enojo o la desesperación al no saber qué hacer
para demostrarle lo contrario.
—Sé que es nuevo para ti, pero te sentirás como en tu casa. Lo prometo—la
voz de su abuela lo trajo a tierra y Jungkook solo sonrió a la mujer que
también tenía de una curva en su semblante.
—Gracias, abuela.
El castaño se encontraba sobre uno de los sillones, sonriendo con clara sorna
en sus labios.
—Hola a ti también, Seok—dijo ella con voz suave, tanto que al más alto le
molestó.
—Hola, abuela—gruñó.
—¡Abuela!—gritó el azabache.
Nunca nadie lo había dicho de una forma tan directa, Jungkook por lo menos
no lo había escuchado de esa forma y al ver el rostro de Jin, suponía que
estaba en lo correcto. El castaño lo digerió a duras penas.
—No es cierto—negó.
—No tienes que despedirte, bebé—El rubio se acercó hasta él, inclinándose
hasta cargar su propio cuerpo sobre sus talones y acariciar sus mejillas
pálidas de su hermano—. Estaremos siempre aquí.
—¿Y si pasa?
Jungkook sonrió a pesar de la pena que su corazón cargaba. Sonrió con tal
de no preocuparlo porque sabía que las despedidas no se les daba muy bien
a los hermanos Kim y nunca se acostumbrarían a ellas.
Se forzó aún más cuando Taehyung lo abrazó y rogó por no romperse en ese
pequeño encuentro mientras veía a Jin y Yoongi por sobre el hombro de su
hermano. Simplemente le dolía y no quería irse de los brazos del rubio.
—Sí—musitó.
—Robarle.
En cuanto Taehyung abrió sus ojos se encontró con la mirada oscura del
azabache, observándolo a un lado de la cama totalmente desnudo y con una
sonrisa pícara en sus labios. El rubio también sonrió de vuelta.
—Pero...
—¿En qué?
—En lo que pasó—Taehyung tragó duro y Jungkook soltó una risa que lo
tranquilizó en cierto forma—. No me refiero a lo que nosotros tuvimos, sino
el porqué odias tanto a la abuela.
—Eso no interesa.
—Sí, Tae.
Y como todas las veces, Taehyung siempre tenía todo planeado. Los abrazos,
las lágrimas, la actuación tan acogedora y tierna, solamente fueron
contraataques de su juego de ajedrez desde un principio.
—¿Físicamente?
—¿Sí?
—Ya entiendo...
—Es cierto, mamá dijo que solo estaba el abuelo pero él no era bueno—
recordó.
—Bueno, es cierto. Era un hombre muy ocupado cuando ellas eran unas
niñas.
Taehyung tembló y tragó duro cuando tomó los papeles de la carpeta que
tenía debajo del colchón junto con el resto de cosas que escondió. Ojeó cada
hoja hasta que finalmente su vista se fue directo a un cd que había entremedio
y que antes no se percató de ello.
—¿Qué es eso?—preguntó Jin, frunciendo el ceño.
—Está bien.
Ninguno de los dos aguantó después de la primera escena. Jin gritó que
detuviera la grabación en lágrimas porque ya no soportaba seguir viendo.
Yoongi solo estaba en shock, ninguna reacción adornaba su rostro después
de escuchar y ver lo que, ojalá, fuera solo una película.
—¿Cuántas veces viste esa mierda y por qué la conservaste? Tienes que
quemar esa porquería—gruñó Yoongi.
—¿En serio creen eso?—se rio el rubio—Son solo vídeos al azar acoplados
en un cd. Él era un montón de cosas, pero no era un maldito violador.
—Entonces...—murmuró Yoongi.
—Si esto efectivamente es para alguien, ¿no creen que él lo estaría buscando
a toda costa? —sonrió Taehyung, emocionado ante la idea.
—Me refiero a que el ladrón busca toda esta evidencia—terminó por decir.
—¿¡Es por eso que nos sigue!?—exclamó Jin rápidamente.
—Eso creo. Me hizo ver ese vídeo más de cien veces cada noche, también
me hacía muchas preguntas ahora que lo recuerdo y me hacía contestar
muchos test mientras estaba encerrado—comenzó a decir. Taehyung se le
adelantó a ambos que iban a llenarlo de preguntas por lo que estaba
confesando. Sin embargo, fue más rápido y soltó la verdad de la historia a
medias que les había contado—. Sé que quieren saber porqué no les dije,
pero no es divertido decir que sufriste maltrato psicológico. Tampoco busco
su lástima, solo quiero que unan ciertas piezas si en algún momento olvido
lo que les estoy diciendo.
—Es por eso que tenías marcas en el cuerpo y estabas delgado—musitó Jin,
casi queriendo unir el rompecabezas por sí mismo.
Yoongi tragó duro y miró a su mejor amigo con lástima, sin saber qué decir
exactamente. ¿Qué debía hacer? No habían palabras para expresar el
sentimiento que Taehyung transmitía en su mirada. No había dolor, tristeza
o algo parecido.
—Uniendo todo lo que les estoy diciendo, estoy seguro que el bastardo está
buscando estas investigaciones para ocultar el secreto de mi padre porque
también participó—les dijo, serio—. Entonces, si realmente fui parte de una
investigación no autorizada, ¿no creen que yo podría enviarlo a la cárcel con
esto saliendo a la luz?
—¿Eh?
Estaba en lo correcto, aunque Taehyung tenía la esperanza que Jin estaría tan
ocupado pensando en el vídeo que no analizaría sus palabras con el fin de
usarlas en su contra como ya sabía hacer. Más bien, la sorpresa en ese trabajo
se la entregó su mejor amigo que había leído entre líneas y comprendió que
si realmente la operación fuera tan sencilla como Taehyung decía, ya lo
habría hecho desde que sospechó de los papeles en un inicio. Eso solo
significaba que era una pelea de quién revelaba primero la información del
otro, sin embargo el resultado sería el mismo. Los dos caerían juntos o
ninguno lo haría.
—Al fondo está tu habitación, frente a la mía, ve a dejar tus cosas y te serviré
algo de comer. ¿Está bien?
—Me parece bien o creo que moriré si no como algo ya—rio él.
Jungkook se desesperó, esto iba mucho más de todo lo que había imaginado.
Nunca había hecho tal cosa, la traición no estaba en su lista de deseos antes
de morir ni mucho menos ser parte de algo parecido, y si no fuera por el
enorme deseo que tenía por ayudar a su hermano, no lo habría hecho, después
de todo su abuela no se equivocaba en algo y era que la curiosidad mataba,
estaba comprobado por él.
—Al fin llegas, ¿qué tal tu habitación? ¿Te gusta?—le preguntó en cuanto lo
vio llegar. Jungkook asintió con una sonrisa y se sentó en el puesto indicado
sobre la mesa—Qué bueno, estaba tan nerviosa porque ese cuarto no se usaba
hace mucho tiempo.
—¿Abuela?
—En el armario había un juego de ajedrez y no sabía muy bien qué hacer
con él, así que lo dejé a un lado del escritorio, por si lo necesitas.
Jungkook no era un gran observador, pero todo el tiempo que convivió con
Jin aprendió que todo se basaba en gestos, movimientos e incluso un
parpadeo que determinaba mucho más que unas palabras, y aún siendo
inexperto adivinó que su abuela no tenía idea de aquel juego o no estaría tan
asustada cuando escuchó hablar de él.
—¿Abuela...?—murmuró, confundido.
—¿Eh?
Taehyung, despierta.
La voz de Jin y su madre retumbaron en sus oídos una y otra vez, pero aún
así el pequeño no logró descifrar lo que decían. Taehyung atinó a dejarse
caer en el suelo otra noche fría bajo el sótano, aferrándose al único calor que
podía desprender mientras se refugiaba a sí mismo entre sus rodillas. Pestañó
sonámbulo y siguió durmiendo hasta que la luz del día siguiente penetró sus
párpados de golpe y sin cariño.
Mamá se había ido otra vez a un viaje de negocios por su trabajo y él sabía
que cuando eso sucedía nuevamente los vídeos resonaban en sus tímpanos.
Ya se sabía cada escena al pie de la letra y no entendió cuándo es que dejó
de sentir algo al verlas. Dolor, pena, nada de eso habitaba dentro de él a la
hora de observar el televisor antiguo y con el mismo polvo de siempre.
Taehyung, despierta.
Continuaron los días, uno más rápido que el otro. Taehyung hizo el mismo
recorrido un sinfín de veces, sin siquiera recordarlo. Pronto halló más marcas
aparte de las de su brazo y se sintió asustado. Tembló y tragó duro cuando
perdió la cuenta del día que era y llegó la hora de mirarse al cristal por la
mañana, aunque eso no fue lo más difícil. La complicación apareció en el
momento justo que alzó la vista y no reconoció quién estaba frente a él.
Taehyung, despierta.
Taehyung, despierta.
—¡Cállate!—exclamó.
Tenía el cabello castaño, los ojos rojos como la sangre y unas bolsas debajo
de ellos. Sin duda no se reconoció y quería pretender que el niño frente a él
no era ni tendría ningún parecido con él.
—¿Y si no obedezco?
Fue respuesta suficiente para provocarla, pero nunca antes esperó que ella
reaccionara de la forma en que lo hizo.
La mujer gruñó y tomó la muñeca de Taehyung con tal fuerza que el pequeño
lloriqueó cuando lo hizo. Lo arrastró bruscamente escaleras abajo y la señora
Kim observó atónita la escena donde su único hijo trataba de zafarse del
agarre brusco que su abuela ejercía hasta que finalmente lo empujó en el
armario que estaba en la oficina del señor Kim, la misma donde Taehyung
había estado un dos de mayo y la misma que ahora estaba cerrada con llave
con él ahí dentro.
—Un niño insolente—corrigió ella—, y ese niño debe aprender por las
buenas o las malas.
Su madre se dejó caer fuera de armario entre lágrimas, repitiéndose que era
lo mejor para su hijo aún si él gritaba con el fin de que alguien pudiera
ayudarlo.
—He ganado otras veces, ¿qué te hace pensar que esta vez no?
—Estoy confiada el día de hoy.
—Lo que has oído—dijo él—. Si tú ganas, puedes hacer cualquier cosa con
mi cuerpo, incluso quemarlo, me da igual.
El pequeño de seis años creyó que su abuela tenía miedo por la forma en que
le golpeó la mejilla y lo empujó al suelo donde el hueso bastante descubierto
de su cadera crujió por el impacto. Se alejó muy rápido y cerró la puerta de
golpe, encerrándolo antes de que Taehyung se incorporara, pero el castaño
siguió sonriendo porque abandonar una partida de ajedrez era lo mismo que
perderla.
Unas noches más tarde la mujer preparó el nuevo contenido de clase para su
nieto, incluso si los ojos le pesaban o su espalda dolía cada vez que se
enderazaba después de una larga lectura de informes en su antiguo trabajo
que fueran de utilidad para el aprendizaje del castaño. Entretanto, desvió su
mirada al juego de ajedrez que se alineaba perfectamente sobre una repisa y
formó una mueca, recordando que dejó una partida sin terminar gracias a su
exageración y miedo ridículo, si lo pensaba, es por eso que se disculparía
mañana con una nueva partida.
—El rey sigue siendo el rey y un peón solo vive para sacrificarse por él.
Taehyung, despierta.
—No puedo.
—¡Cállate!
—¡Déjame salir! ¡Taehyung! ¡Abre ya!
Se preguntó si él gritó de esa forma ese día y algo le había dicho que lo hizo
más veces, sin embargo nunca nadie atendió sus súplicas, al contrario, se
encargaron de darle más razones por las cuales quejarse.
La saliva chorreó desde su boca hasta caer en sus dedos más pequeños y
pareció no importarle si la mujer tenía arcadas y lloraba desconsoladamente,
sino que se divertía como nunca antes.
—Mujer insolente—delineó con rabia, quitándole la pieza de la boca de
golpe.
Ella tosió.
—N-no...—balbuceó. Ella apretó los dientes y pateó con furia el tablero aún
estando atada—¡No jodas conmigo!
Rápido, sin titubeos y dudas, incrustó el peón de cerámica en uno de los pies
descalzos de la mujer.
—¡A-ahg!—chilló.
—Mujer insolente.
Bastó una última compresión para que la pieza se destruyera dentro de su
piel y atravesara la extremidad con un charco de sangre deslizándose por
debajo, casi haciéndole una decoración en conjunto. El pequeño solo se burló
de los gritos sofocantes, los llantos interminables y palabras entrecortadas,
pero sin interés.
Ella se asfixió en sus palabras que rogaban por salir y responder, pero el
dolor que se extendía desde la zona afectada hasta su cabeza fueron
cómplices de Taehyung.
Día 109
Estoy recordando algunas cosas.
Aclaración: Taehyung dice que intentó matarla y esta no es esa parte
porque aquí su intención solo es lastimarla, nada más. Esa escena tenemos
pendiente.
El mes pasó y con él también se fueron las esperanzas de volver del azabache.
Perdió el contacto con Taehyung al cabo de dos semanas por más veces que
él le prometió no hacerlo, intentó regresar de la desesperación de no tenerlo
cerca, pero cada vez que quería hacerlo recordaba el principal propósito de
estar ahí y que probablemente su hermano se decepcionaría de él si lo ve
llegar con las manos vacías.
Se volvió loco buscando tales archivos y era más difícil de lo que él pensaba
en un principio, aunque claro, sin referencias o ideas de cómo y dónde podría
estar exactamente era bastante complicado. Sin embargo, nunca se rindió y
se motivó a sí mismo a continuar cuando recordaba las veces en las que
Taehyung se vio envuelto en situaciones para nada amigables, desde el
atrevimiento de Jin hasta los recuerdos de él siendo golpeado. Y en este
momento, el que si sucedió o no, ya no se volvía sustancial para el azabache
ya que su nuevo objetivo era no defraudarlo.
Asistir a clase también fue un nuevo reto y no negó que los primeros días se
volteaba a la salida de autos para ver si la patente del auto de su hermano
estaba ahí esperándolo con él dentro, y entonces seguía una decepción que
no terminaba hasta que finalmente se dormía.
Quería preguntar por él a Jin, Yoongi, e incluso sus propios amigos, pero
ninguno parecía dar una respuesta objetiva de dónde estaba porque
curiosamente Taehyung había desaparecido el día siguiente que Jungkook se
marchó y nunca le dijo, en realidad no le dijo a nadie dónde se iría. Intentó
visitar su trabajo, pero Charlotte le entregó la misma respuesta. Por el
momento, la única información que tenía era que le dejó una nota a Jin donde
decía que estaría bien, pero nada más, no hay límites, direcciones, ni nada,
totalmente despejado del rastro moreno.
Finalmente, cuando comenzó mayo, se resignó a que quizás su volveré por
ti no se refería a una fecha próxima, sino muy lejana. A pesar de la tristeza,
decepción y frustración, cumplió lo que su hermano le indicó desde un
principio, confiando esta vez en las palabras de Taehyung y esperando por
él.
Resultó ser que los supuestos archivos estaban dentro de un libro antiguo y
pesado bajo la alfombra y piso de la habitación de su abuela. Lo encontró
por mera casualidad la sexta vez que entró a escondidas y su pie se dobló
misteriosamente, dándole la vista precisa del mejor escondite dentro de la
casa. Aunque no entendió porqué esos papeles eran tan importantes,
Jungkook solo veía texto en inglés y algunas fotografías sin mucho sentido,
pero que cuando volteó el informe a un ángulo de 60 grados entendió que
aquella fotografía era más tétrica de lo que podía ser sin estar volteada.
—¿Qué es esto...?
La presencia de Namjoon y Jimin se hacía cada vez más frecuente y para Jin
no era relativamente grato tratar con dos adolescentes en una casa donde no
pertenecían y más si ya se había deshecho de uno con rostro de ratón. Para
variar, Yoongi no ayudaba mucho.
—Baja tus pies del sofá—Jin miró con el ceño fruncido al teñido que bufó
en respuesta y los bajó de mala gana. El castaño sonrió y limpió el polvo
mínimo del sillón como estaba acostumbrado a realizar semanalmente.
Jin aspiró toda la sala hasta que finalmente se detuvo cuando escuchó el grito
de dos niños que jugaban frente al televisor con unos controles y que
bloqueaban su área de aseo. El castaño chasqueó la lengua y con una sonrisa
maliciosa apagó la aspiradora y el televisor con el control que estaba a un
lado de Yoongi y que ni pareció darse cuenta que lo había tomado.
—Ups, lo siento.
A veces el frío del sótano resultó más acogedor que un abrazo de su madre o
su padre una noche de navidad, la soledad no fue un problema mayor cuando
al recordar su vida desde atrás se percató que siempre estuvo solo, y estar ahí
dentro, con suspiros y el cuerpo temblando mientras rozaba el suelo, no era
tan malo si veía que nunca conoció un ambiente diferente a uno casi
espeluznante a la salida de su habitación.
Su vida se volvían lapsus y flashbacks, cada vez más pequeños y efímeros.
Poco a poco olvidó cómo era físicamente antes de estar pálido, escuálido y
asustado la mayor parte del tiempo porque no conocía a otro Taehyung que
el que tenía en frente cada vez que se veía al espejo. No podía existir otro
Taehyung antes que el actual, uno sin cortes y moretones en los brazos y
tobillos, uno más esbelto y uno más contento. Y si existía, no estaba listo
para preguntarle cómo es que había llegado a esta instancia.
Taehyung creía conocer esa voz desde algún lugar muy dentro de su
memoria, pero no importase cuánto recordara no conseguía identificar la
dueña de esa melodía tan dolorosa que curiosamente era su madre.
¿Mamá?
Llegó el momento donde Taehyung olvidó cuántos días habían pasado. ¿Un
año? ¿Meses? ¿Días? No recordaba cuánto llevaba encerrado, jugando
ajedrez, memorizado libros y comiendo una manzana por día, o en qué
momento su vida se convirtió en una rutina fácil de memorizar pero que él
no conseguía recordarla.
Cada noche era difícil, veía tantas personas en el sótano, escuchaba gemidos
en sus oídos y sentía roces en su cuerpo que quemaban, sin embargo
comprendió que no era real porque al voltearse en la silla a pesar de las
cuerdas, su padre no veía, escuchaba o sentía lo que él si hacía. Esa vez no
lo dijo, simplemente se volteó y siguió viendo el vídeo que ya sabía de
memoria, no obstante, esta vez intentó algo nuevo porque a la mañana
siguiente no bebió el vaso de agua que su padre siempre lo obligaba hacer.
Taehyung era un convencido que algo tenía esa vaso, sostuvo su idea cuando
lo ingirió con lentitud, saboreándolo, y acertó al percibir un sabor diferente,
añejo. No lo había sentido antes, quizás porque nunca se concentró por la
mañana o porque, como él creía, estaba lo suficientemente adormecido como
para no hacerlo. Rápidamente dejó post-it entre sus ropas, zapatos y libros
para recordarse a sí mismo que debía buscar una forma de inhibirlo o no
beberlo.
Una vez dejó de ingerir la droga, solo fue peor. Taehyung no consiguió
cargar con las imágenes que veía en su mente, imágenes de sí mismo, de
torturas, muertes y sexo. No logró cargar su propio pasado que rápidamente
apareció frente a sus ojos por no tener los efectos de una pastilla disuelta en
un vaso de agua y cuando su padre lo descubrió una noche de investigación
porque Taehyung parecía activo, dominante y atrevido, solo aumentó la dosis
en una inyección.
—No pu-
—Taehyung, destrúyelo.
—No lo ha-
—¡Destrúyelo!
Sereno y con una sonrisa en su rostro, así fue como el señor Kim lo encontró
en cuanto se volteó del escritorio y su semblante se llenó de asombro. Fue
en cosa de segundos que Taehyung ya estaba sobre él, dispuesto a enterrarle
el cuchillo en uno de sus ojos, y si no fuera porque el señor Kim era más
fuerte, probablemente no viviría para contar que su susto más grande fue
tener el filo brillante a milímetros de su cara y su hijo sonriéndole como un
lunático mientras lo presionaba más potente.
Taehyung intentó liberarse e inhalar con el poco aire que acumulaban sus
pulmones, pero fue inútil porque su padre apretó más fuerte su cuello al
punto de dejar una marca si se moría ahí mismo.
Destrúyelo, Taehyung.
Taehyung cerró sus ojos y se quedó ahí recostado en el suelo, con su cuerpo
cubierto de sangre y lleno de rasguños. El pequeño dejó escapar un suspiro
que se ahogó en sus labios partidos por los golpes y una lágrima que recorrió
sus pómulos escuálidos entre tanto se preguntaba porqué todavía no se sentía
bien.
Yoongi le dijo que guarde silencio con un gesto y se asomó a la ventana entre
tanta oscuridad para ver de quién se trataba. Su rostro se llenó de espanto y
rápidamente abrió la puerta.
Él no respondió.
—No puede ser posible...—musitó Jin, casi para sí mismo mientras ocultaba
el rostro lloroso del menor en su hombro y lo abrazaba de igual forma, casi
protegiéndolo.
Yoongi no supo qué hacer, decir o pensar, pero lo único que podía
imaginarse es la situación más horrible que pudo haber pasado. Ella
haciéndole daño y Taehyung enterándose.
Yoongi los observó desde el umbral de la puerta del baño y antes de irse le
dejó a Jin unas toallas para Jungkook y un mensaje bastante obvio, como que
tenía hablar con él. El castaño asintió lentamente, pero ¿cómo lo haría?
—¿El qué...?
—No sabemos.
—Mientes—masculló.
Jungkook guardó silencio, Jin lo vio esconderse de nuevo entre sus piernas
y creyó que lo que pasó debió haberlo asustado de tal forma que prefirió no
contárselo a nadie.
—Jungkook—Jin resopló y bajó la vista—, sea lo que sea que pasó allá, no
fue tu culpa. No tienes porqué tener miedo.
—Tú no lo entiendes—le dijo, todavía escondiéndose y como si estuviera a
punto de romper en llanto.
Fue la primera vez desde que se conocieron que Jin vio su inseguridad, ya la
había visto antes cuando cruzaron miradas, pero esta vez era la misma carga
que tenía Taehyung esa noche, una mirada borrosa, con miedo y como si
alguien hubiera hecho algo tan horrible como para un trauma o peor,
arrebatarle una infancia que todavía no terminaba su ciclo, no
completamente.
—Ella tenía los archivos que Taehyung me pidió encontrar y cuando me vio
con ellos...—Jungkook tragó duro al recordarlo—Enloqueció.
—¿Q-qué?
—¿E-escapar?
—¿Qué...?
Yoongi se apareció de golpe en el baño con una expresión que Jin no quería
ni imaginar de qué podría tratar.
—¿De qué estoy hablando? ¿Acaso debo ser más explícito? ¡La policía viene
para acá, idiota! ¿¡Está buscando a Jungkook y tú haces preguntas como de
qué estás hablando!?
—Iremos con mis padres. Ellos sabrán qué hacer—le dijo, serio.
—Sí.
—Y... ¿Cómo? ¿Dónde estaba?
Taehyung entró lleno de pánico, sus pies le fallaron y respiró con dificultad
mientras más se acercaba hasta el inicio de la escena. Siguió el camino de
sangre que había y temió que perteneciera a Jungkook, pero aun así no logró
imaginárselo, solo continuó con la esperanza de que fuera de alguien más.
Llegó hasta la habitación que él conocía perfectamente, donde muchas veces
había estado ahí y se encontró con lo que para él fue un final totalmente
inesperado.
Su abuela estaba muerta y no habían señales de Jungkook, lo que podría ser
algo bueno.
Taehyung se dejó caer por el suelo, con su mente hecha un lío de emociones
que tendría que soportar hasta que todo esto quede libre de Jungkook. El
rubio se armó de valor y finalmente tomó la navaja que había a un lado del
cuerpo, se encargó de limpiarla y dejar sus propias huellas y sangre en ella,
siguiendo así por toda la escena hasta cubrir algún rastro de Jungkook.
Otra vez.
—Pero yo...
—Escúchame, bebé. Debes hacer lo que te digo una última vez, ¿está bien?
Después de esto, estaremos bien. Tú y yo nos iremos lejos de los problemas.
—Confía en mí.
—No...Yo...
—¿Entonces lo que dicen esos archivos también son mentira, cierto? Mamá
y papá nunca harían algo así... —Jungkook trató de convencerse a sí mismo,
sonreír mientras lo hacía y de igual forma reírse, pero no podía hacerlo si
Taehyung cargaba una expresión triste, dolida y negaba, lentamente como si
la verdad doliera. —¿Qué dices...?
—Tú leíste lo que hay en esos archivos. Tú deberías saberlo, después de todo
viste lo que él hacía.
—Por favor... ¿Crees que soy idiota? ¿Crees que después de leer toda esa
mierda sigo siendo el mismo niño ingenuo de trece años?
—Está bien, está bien, tienes razón. Sé que debí decírtelo, ¿sí? Pero te
equivocas sobre nuestros padres, ya te dije que yo no lo hice, y si te oculté
todo lo anterior fue para-
—No quiero que pases por lo que yo pasé, Jungkook. Todo este maldito
tiempo te estuve protegiendo, Jungkook, de él, de ellos y de la familia de
mierda que teníamos.
—Ya te dije que saldremos de esto, Jungkook, y no se hablará más del tema.
—Nunca quieres hablar de nada conmigo—masculló. Jungkook se volteó
bruscamente y fijó su vista en la ventana a su izquierda. Taehyung calló—.
¿Por qué no me dijiste que Papá te había hecho esas cosas? ¿Mamá lo sabía?
—Jungkook...
—No importa qué tanto quería a nuestros padres, ellos te hicieron cosas
horribles y yo te habría seguido. Siempre me protegiste, Tae, incluso cuando
no estabas cerca. Déjame protegerte ahora.
—Todo comenzó un dos de mayo, cuando vi que el señor Kim tenía una
aventura con nuestra tía en su oficina. Siempre tuve la manía de entrar a
escondidas, tenía cierta curiosidad porque él nunca nos dejó ingresar, ni a
mamá ni a mí, y me escondí en su armario para que no me notara...—
comenzó a decir. Taehyung pasó una mano por su cabello y resopló—y los
vi.
—No me habría creído, además nunca estaba en casa como para prestarme
atención—confesó. Taehyung inhaló profundo y se dejó caer en el asiento
del avión—. Después de eso, él estaba extraño, no paraba de mirarme y
sonreír hasta que entendí porqué estaba tan feliz, digo, no fui capaz de
hacerlo hasta ahora.
—Mi físico se alteró, estaba pálido, escuálido y débil, al punto que un día no
logré recordar quién era. Me asusté de mí mismo y fue cuando perdí el
control.
—La primera vez que te cargué en el hospital, recordé lo que había pasado—
comenzó a decir, Jungkook alzó ambas cejas, sin saber a qué se refería—.
Nunca he hablado esto con nadie, pero fue una sensación extraña. Cuando te
vi, Jungkook, fue como ver un recuento de mi vida en diez segundos. Sentí
cada una de las sensaciones en ese entonces, recordé cosas que no recordaba
y fue gracias a ti. Mamá decía que la gente que más queremos son las que
nos hacen recordar quiénes somos.
—¿Crees que puedan estar juntos? Quiero que toda esta mierda se acabe,
para ambos ¿sí? Realmente se merecen vivir sin ser castigados—dijo Jin,
todavía mirándolos.
—La vida es una mierda, ¿por qué no simplemente puede tirar a su favor una
maldita vez? Ya están lo suficientemente destruídos como para soportar una
paliza más.
—Jungkook—La señor Min juntó ambas manos bajo su mentón, dejando ver
el lujoso anillo que cargaba orgullosamente de su casamiento, y miró al
azabache que alzó su rostro incrédulo hacia el llamado—, ¿qué tal Osaka?
¿Te ha gustado por el momento? Sé que no es mucho lo que haz visto, pero
ya sabes.
—No es muy distinto de Seúl, en realidad, aunque aquí hay más árboles que
donde vivo—le dijo, tímido.
—No, él volverá.
Los besos del moreno lograban tranquilizarlo un poco y cuando la noche dio
a pie, Jungkook atacó su boca con desespero. Despojó a Taehyung de sus
prendas con apuro, necesidad y salvajismo, trepando sobre él una vez lo
tendió en la cama y sonrió. Se ocupó de la erección del rubio y así siguió con
la suya, se grabó todos los jadeos graves que de la boca carnosa salían y
continuó deslizándose con el pene de su hermano dentro de su cavidad bucal.
Son sacrificios por los que amamos, por la familia, Taehyung lo sabía y es
por eso que a la mañana siguiente mientras desayunaba junto a los demás no
se sorprendió cuando tocaron la puerta de la residencia Min.
—¿Se les ofrece algo oficiales?—La señora Min frunció el ceño, aunque en
el fondo ella ya tenía claro a quién buscaban.
Ninguno de los tres lo esperó, salvo Taehyung que sonrió lentamente y les
mostró ambas muñecas para que lo esposaran. Jungkook dejó escapar un
grito y trató de correr hasta él entre lágrimas, pero Jin y Yoongi lo detuvieron
aún si el menor luchaba por zafarse. Fue difícil para los dos mayores
retenerlo porque ni ellos podían creerlo, cómo, cuándo y para qué lo hizo,
¿qué es lo que planeaba Taehyung? Aunque Jin suponía que por su rostro de
resignación, no habían más trucos, salvo sacrificar la reina y proteger al rey.
—¡Haz algo Jin! ¡No dejes que se lo lleven!—exclamó por sexta vez con las
lágrimas cayendo por sus pómulos. Jin no respondió y solo mordió su labio,
su rostro fue una incógnita y no sabía qué más hacer salvo detener a
Jungkook, aun si eso implicaba dejar a Taehyung a su suerte—¡Jin por favor!
¡Jin!
La reina desapareció,
y el rey sigue intacto,
los peones cayeron
uno por uno,
dejando el tablero vacío.
El juego ha terminado.
Epílogo
Día 1
Día 2
Día 50
Día 73
Día 235
Día 238
Taehyung reproduce los vídeos por su cuenta y a menudo se ríe cuando los
ve. Escondí las grabaciones en mi oficina para alejarlo del contenido y
aumenté la dosis del medicamento 36B a 100 ml por esta semana, la
última.
Día 239
—Jungkook no tiene a ningún pariente directo salvo Jin que ante la ley se
encuentra inestable para cumplir el rol que el menor necesita, por lo tanto la
ley está obligada a protegerlo—Taehyung asintió lentamente y ella continuó,
dejando escapar un suspiro antes de volver a leer—. Además tendrás una
orden de alejamiento hacia Jungkook hasta que cumpla la mayoría de edad.
—Temo decirte que no, tienes una orden de restricción y una condena. Si
Jungkook dijera que no fue abuso, no sería válido porque es un menor de
edad y por lo tanto solo empeoraría las cosas. Lo suyo no se podía desde un
principio y tú lo sabías.
No existían límites para los Kim y Jungkook era el hecho clave. Costaría más
de lo esperado y tendría que hacerlo a espaldas de toda la familia que estaba
ayudándolo, incluyendo a Jin, pero el azabache era capaz de muchas cosas
con tal de estar cerca de Taehyung y si lo analizaba mejor, ambos tenían un
parentesco enorme más allá de su lazo familiar y es que ninguno de los dos
perdería una partida.
El castaño guardó silencio, serio. Este bastardo era el que causó todos los
problemas y curiosamente el mismo protagonista de los tres vídeos.
Fin