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[sariermma Mannarelli LA DOMESTICACION DE LAS MUJERES Patriarcado y género en la historia peruana sine un tema. Para empezar es un impulso itenci6n expresan la produccién de la cultura invierten esfuerzos todas las sociedades. La ca- entre las personas expresa también la manera se elabora en una sociedad. Esta, y de alguna el género, no es equiparable a otros compo- ades, tales como raza y clase. Es una pulsién la organizacién social. Los enfoques de las interpretaciones sobre las identidades se~ ha sido un tema que no se ha tratado de lado, el control de la libido es también en él conyergen tanto asuntos de orden los relativos a lo espiritual y a lo psiquico. entar la sexualidad es una compleja con- entender los elementos que ea determinada definicion privado y publico. Esto quiere decir que i iT ropiamente o de la experiencia del sujeto prop’ pes configuraciones del mundo doméstico cias que estin mas alld de sus fron- 0 histérico especifico en el que ‘esferas y Sus interrelaciones merece i ee Lamas 1997)- re es interesante el texto de ( 2B una reflexién particular. Puede decirse que la sociedad " isti ‘ Peru, experimentado en distintos momentos de su historia Yoond ana hy énfasis, posibilidades de cambiar hacia configuraciones fi ifeteni para procesos como la aparicién de la individualidac cién de la norma que se vinculan con la forma de experim : sexualidad. La vida de hombres y mujeres adquiere sus Ririna le y sus referentes emocionales y por lo tanto de conducta, de a con las configuraciones de la estructura familiar. Por eso es 7 distinguir tal como hemos indicado en el anterior ensayo, entre i casa que se va cerrando y se convierte en un espacio relativamen propicio para la intimidad, de aquella, mas abierta (Elias 1987), ; Para entender la sexualidad, entonces, también es importante atender a los vinculos que se establecen entre hombres y mujeres en una gran variedad de estructuras familiares, resultado tanto de una combinacién de vertientes culturales diversas como de una je- rarquia social particularmente marcada, que articula sin homoge. nizar. Esto no es ajeno, sino todo lo contrario, a las formas y a los rasgos de la accién estatal que interacttian con los patrones de ¢je:- ‘cicio de la autoridad privada. El término “gobierno de los padres” as, 1998) es un concepto que ayuda a entender la gravit del parentesco en la esfera publica, asi como la sobrevivencia de lidad patriarcal en el comportamiento politico. Significa Heine in ety enden de la légica de las redes de parentesco. Esta pau F jones y regulaciones sexuales especificas. Las dife- del gobierno de los padres suponen una moral sexual nalmente est4 acorde con el grado de necesidad de controlar la reproduccién, y pot Jo tanto : , de las mujeres. A mayor vinculaci®" ica del parentesco, mayor que a la aprobacién de la ley del di- es y esta dramatizacién fue alentada t por una matices.4 Asumieron siempre que el hom- ser lamentable que era la mujer ante sus ojos cién estaba acompafiada por un soterrado El divorcio las exponfa al abandono y ite- lia cra lice d iistica ai ee blicana de encar. Para responder a [a misma presen. ‘Sponsabilidad pa- dan el divorcio muestran que las ‘al divorcio, Los hombres, favorecidos por el rmacién dela doble moral, renian la posibili- SE rror6eis o sexuales paraelss. Si bien es cero se orientaron mucho hacia la recuperacion 1 muchos casos ¢” (Flores-Galindo y que abor 81 estimulaba la desercién masculina. La insistencia compulsiva ha, pensar en que lo que se ocultaba en esa admonicidn era | teens ala opcién femenina por un lado, y el afin de control Por el cee que constituyen dos caras de la misma moneda. La apelacién a Cate tipo de sentimientos —la insistencia en que sin los hombres jag mujeres eran nada y que ellas siempre iban a ser las abandonadas y no lo contrario—, llevaba implicita la concepcién de la inferiog). dad femenina tan propia de la misoginia clerical: victimizacién de \, la mujer que justifica la proteccién y el tutelaje. Otro argumento muy usado contra la ley del divorcio fue que este colocaba en abierta desigualdad y desventaja a la mujer frente al hombre. La ley aparecia como una gran injusticia contra esta. Los clericales, para fortalecer sus posiciones volyieron una y ‘otra vez sobre el significado del matrimonio, sefialando que deja- ba /uellas especialmente en la mujer. La critica al divotcio usaba una imagen especifica de la mujer, de lo femenino —era lo deébil, icado, lo menor, lo inferior—. Asi, lo que necesitaban las _ mujeres era proteccién, y eso daba el matrimonio, pero el indiso- Th I qu lo una institucién garantizaba: la Iglesia catélica. mujer tenia el poder, el cetro del hogar. La ley y la e darle consuelo, que si podia encontrar en los clé- ufrir. De acuerdo con los conservadores, la mujer marido desertor por la Iglesia. En todo caso, rolar el comportamiento masculino, aquel de Dios. En cambio la otra ley, la en yez de protegerlas. gra el sexo y a través de eso, a las mu- las contamina. Casi nada las puede religiosa y sus poderes sacramenta- e trimonio civil y el divorcio : el matrimonio como un mal taron por el celibato, en su prox supuesto. Al perder el matrimonio ce como una aberracion, Y “en la sociedad colonit! pectos patrimoniales de es, dotes, donacions testamentos. No obstante, Pese al caracter secula; regulaciones, las consideraciones a Propésito de la ron un papel importante en los fall audiencias y cabildos. Llevar una ojos de los demas ayudé en muc tencia favorable, en contraste, de este tipo de sexualidad juga- los producidos pot los jueces le vida honesta ¥ tecogida ante | has ocasiones a obtener una sen- cuando las mujeres fueron cuestio- i i Sus aspira- nadas por su presunta incapacidad de Preservar su honra sus aspira ciones de prestigio se vieron mermadas. También, claro esta, lo contratio. Los casos mas flagrantes de transgresién sexual, como | adulterio por ejemplo, se ventilaban en los juzgados del crimen 5 lo cuando el marido afectado hubiese decidido quedarse con la Fis de la esposa adtiltera y no defender su honor terminando con la vida de los ofensivos amantes, accién amparada por la ley de la ths Hubo dos motivos para que la fidelidad conyugal pasara oe justicia secular: monto a ser traspasado de un conyuge a ee ye redefinicién de un derecho patrimonial; en segundo ir, mek Sot i * a ue el adulterio no pusiera en riego la indisolubilidad Tin ba al tribunal eclesidstico, y del sacramento matrimonial, no pe et i maeed fl ion de honor, > pert pees linden como nfs seheeroe tempore bie = términos sociales no apelaban sexualidad y sus transgresiones « inl bh ee individualidad, a la interioridad de la ps } ed ayumazindivi me las instituciones. Podria pensarse, nes estaban referidas al grupo y al no configuraba al individuo, iencia sexu . entonces, que la en se significaba; entonces podemos pensa: discurria en lo externo, Me crnipsiquico, Sie pgenir] ceansformacién tal, i curso y las formas de ‘ i , SU Ta caalneben cxsbon exableces por Tle Se Casctio de Tromo (1545-1563) pusban por dl el Concilio de Trento ( | discurso sobre la sexuali- indnico, Esto significaba que ¢ rohibiciones (una ' radas (unas cuantas) y Bee del catecismo; at nsa) emanaban del pilpito yh “ios. El Estado mas exte! jones, de los papesienas a ee las transgres' > definido por los jel cS ie eddigo de honor definico d sobre la sexuali ms as ormatividad s fe aicokle: in emitido una ni “iblica que la de la p o mas explicita y a cto de negociaciones : fu jones son pro mujeres en al conflicto, los se dio 83 ¥ dichas negociaciones son algo que no ha sido analizado, Fe, una interpretacién mas cuidadosa la presién de las Mujeres a los espacios puiblicos (juzgados civiles, penales, y cabildos) : re \ dilatar las posibilidades extradomeésticas y civilizatorias, m4 En las sociedades coloniales se combinaron Jas Prescripcio, externas del comportamiento sexual y los enunciados Propios i. una organizacién corporativo-estamental. Esta combinacin de id rarquia y culpa religiosa externa no propicié una interiorizacigy de Janorma con respecto a la experiencia de la sexualidad, La autoridad quedaba indefectiblemente fuera de la persona, y esto también debig "tener consecuencias en términos de la estructura de las emociones la medida en que las referencias para elaborar esas experiencias ban fuera de las personas (grupo de parentesco, el principio loria de dios, el fuego eterno del infierno), el impacto ne mayor relevancia como experiencia emocional de| ende de aqui es que la jerarqufa social hacfa que sexualidad se encontrara con dificultades para ur el mundo interno. Esto también signi- proceso de diferenciacién entre el yo y en qué medida la domesticacién de la de propuestas para la educ- 0s politicos post independencia rrollarlas y plasmarlas en insti- individuos. El resultado de jue la organizacidn de los vin~ nos de los poderes privados ‘signada por mandatos 4° in embargo, la Iglesia los caudillos. Por 0° expandid, fendmen® no. Todo parece seat que se estuvo frente a un fortalecimiento de los poderes locales, d joshacendados, y de los poderes familiares, lo mismo enc gee” joridad eclesidstica que se inscribié armoniosa: Firat a configuracion. La esclavitud y el tributo indigena sobreviviria el Pertt hasta mediados del siglo XIX. En sintesis, el Estado x em ca influencia en la vida social de los individuos, a El Estado y, probablemente, buena parte de los sectores domi- nantes no se oponian a la reclusién de las nifias y jovenes mujeres, La justificaban por razones de orden, disciplina y buenas costum- bres. Es probable que la inestabilidad politica, las luchas de los cau- dillos y el permanente tumulto social hicieran que el “orden” fa- miliar correspondiente no fuera el recurso més idéneo para cuidar la pureza y la virtud sexual de las nifias. El entrenamiento social y las pautas de disciplinamiento que las madres debian seguir en la formacién moral de sus hijas no se mantuvieron a la altura de las circunstancias. La reclusién era una garantia para el cuidado de la sexualidad femenina y de la honra familiar. Por otro lado, habria que explorar algunos aspectos de la vida cotidiana de la época como por ejemplo la mortalidad materna. Es probable que la muerte de mujeres en el parto y por enfermedades y complicaciones relacio- nadas con las funciones reproductivas, dejaran sin proteccién a muchas nifias. Hacia la segunda mitad de la centuria aparecfa més elaborada la asociacién entre maternidad y educacién, pero gra- ” Vitaba poderosamente la idea del control privado en la educacién de las nifias y el horror a lo que se desarrollara fuera del ambito 5 eSpecialmente en el caso de las mujeres. Ades la educa- cién femenina se hallaba profundamente dividida de acuerdo a las distinciones sociales y la fundacién de escuelas tenia como sustento la perpetuacién de aquellas distinciones. Este tipo de situaciones va 4 continuar luego de la guerra de 1879 y hasta fines del siglo. mente en esta nueva a La modernidad aristocratica _ y la transformacién de los vinculos Phe. [as aspiraciones modernizantes provenientes de la oe i ; itica expresada en la By dela incipicnre instivucionalidad politica Bee S°AGi6n del Partido Civil se esfumaron patéricamente a raiz de I Pes 65 Guerra del Pacifico (1879-1883). Algunos historiadg, lado los efectos dramaticos de esta catdstrofe nacion, Gellatimentoldeminos Hacidos fuera del matrimon titucién y de la caida de la tasa matrimonial. Precis pésito de la preocupacién por la debacle nacional, | maternidad empiezan a asociarse con las posibilidades de Prog, del pais. La modernidad expresada en la propuesta higie a ; P sta d. médicos y vanguardistas consagré a las mujeres como Organizad, ; ras del mundo de los aectos. Esta idea era al mismo tiempo imposicién desde las exigencias de las nuevas distincione nn lo publico y lo privado, y una ambigua legitimacién de las ie. loradas tareas cotidianas. Por muy esenciales que se Presentaran las habilidades femeninas con que la naturaleza las habia dotado Y que se manifestaban en su configuracién biolégica, las mujeres debian ser educadas para ello. Las madres tenian una tarea “ver. seein: excelsa’ en la formacién de sus hijos: “modelar su r su cardcter, dirigir sus aspiraciones hacia lo bueno, lo e ramente humano. Solo las madres pueden operar que el mejoramiento de la familia y el engran- ria exigen” (Gonzalez de Fanning 1898: 51). een el lugar del aprendizaje moral, que luego of la escuela, La madre, en consecuencia debia es han seg al en érming, 10, de fa Pres, ‘amente a te 4 infancig yh ‘madres de los niftos tendrian que usar 49). A las madres les tocaba velar por ) de sus hijas, dirigirlas en la eleccion idas, y hacerles conocer los deberes del (Gonzalez de Fanning 1898: 22) como Ia funcidn inequivoca de |*s a interioridad femenina. Al co” manera discursiva y explicita en“ mujeres una identidad psiquics esticidad. La educacién fem domésticas, Te i del hogar y especialmente los propi jeres fue presctita como una = ai ltr a ees y Siren se petus emocionales de infantes ‘ 0 Paduae cercania fisica y afectiy: ntae cibida como la indicada para aca i ie Sa ne asi se podrfa llegar a iouceismimiens an > nha 50). Los maestros eran aquellos en los er mudd spore. A finales del siglo XIX e inicios del XX as educadoras trataron de definir la moral como un as rc | on ae el acatamiento de la autoridad Paterna eles — e oe los derechos de los demas. Las acciones de las path : . i at i oe como producto de una caine a. - En contraste, Ja influencia de la religién en lee aus econ contra el compromiso femenino Tee ar. Los curas, lejos de exigir el cumplimiento leberes domésticos, propiciaban su abandono: mientras la madre est4 devotamente arrodillada en el tem- plo o sentada colectando fondos para la fiesta tal, 0 la con- gregacién cual, la casa esté como nave sin timén, girando amerced del capricho de los sirvientes; y los nifos desgre- : fiados y desatendidos, salen tarde de la cama, alborotan y in se atoran de golosinas; esto si no hacen cosas peores. Siem- i pre queda el recurso de mandarlos a la escuela: mientras an son chicos para descansar de ellos; que de més grandes las as ‘mujeres seran encerradas en colegios de monjas, hasta los _ dieciocho o veinte afios, Gonzalez de Fanning 1898: 55. oras y escritoras les jnteresaba dotar a la vida fami- autoridad capaz de desarrollar criterios educativos y que orientaran la formacién de futuros ciudadanos cadoras. La presencia clerical en el seno familiar de- sibilidades: corrompfa la domesticidad femenina itencién de las mujeres en actividades parroquial oridad paterna en el ejercicio del poder familiar ba el de la Iglesia dentro de Ja familia erosiona ponsabil idades paternas, y pot lo tanto atenta- a interiorizacién de la norma publica a través jecucién del mandato paterno, de la ley del a jones anticlericales no fueron el Ennai ia Bs de mujeres liberales. Los anarquistas Participaron de esta sentimientos y criticaron el comportamiento licenciosy ro. La mujer como madre y educadora tenfa un rol im en la definicién fucura de una sociedad mas justa_y confluyey, “ en la importancia de una educacién laica de | y maestros eran los encargados de llevar adelann inde, mas humana, mas trascendental,” (Gonzile, D grupo Slase de del ole POrtante 1898: 55). Muchos médicos compartieron el animo - $, y se apoyaron en el Conocimienty $ preceptos matrimoniales de la Tele. on en algunos casos puiblicamente, aunque de preocupaciones fue la preco- opinion publica habia repara- i de una actividad sexual genital, aparente precocidad sexual iba ; de la sociedad tradicional al admiracién por el des- nemoria y la inclinacién que podian brillaren | de clasificacién social fuera, mds permisiva ion de la familia a por la reflexion sobre proceso contaba con y mujeres, lo que nel mundo familias. contexto de una familia nuclear. Aquellosreemp) racion que hasta ese entonces habian tenido las ‘i exeradomésticas. Las familias extendidas erg et de relaciones sociales que propiciaban ¢] despilfa yocacién por el trabajo y la Productividad, E] el trabajo y la critica a la retérica vacia y eeuber discurso de ciertos grupos dominantes de la épo. El material literario Proporciona relatos re caso. Blanca Sol, el personaje principal de la n Cabello que lleva su nombre, habia sido educada como la mayor re nicene nem cna en aa , idad que la suya, ni mas limites a sus antojos, que su caprichoso querer” (Cabello de Car- bonera, 1889: 3). Dos caracteristicas resaltan: el desconocimiento de la autoridad y la inexistencia de limites. De acuerdo con Mer- cedes Cabello, las diferencias sociales los colegios de monjas eran marcadas. Las religiosas trataban con marcada consideracién a las nifas ricas, y con menosprecio a las pobres (Cabello de Carbone- ra, 1889: 4). De otro lado, los testimonios literarios revelan una sociedad altamente emotiva, que un espacio como el escolar no Ilegaba a contener. La influencia religiosa en la educacién femeni- na se sentia con fuerza, especialmente en el caso de la formacién de maestras. La Escuela Normal de Mujeres permanecié en manos de los Sagrados Corazones, mientras que las Escuelas Notmales de Varones eran reformadas por el civilismo para que estuvieran ala altura de las nuevas expectativas. Supuestamente el gobierno -civilista centré su atencién en los Colegios de Educandas, los que 6 reformar y modernizar. Con mas nitidez que nunca antes, las primeras tres décadas o XX encarnaron en Lima la modernidad. Sin embargo, la la servidumbre gravitaba con fuerza en la vida cotidiana urbanos criollos, En el centro de las transformacio- dad de Lima sobrevivian actitudes profundamente a moral de la servidumbre, y que encontraban un icios intrinsecamente familiares, que asociaron lo ifieras usualmente se or y con lo tutelado. Las nifieras be nes © de los nifos; no era simbolo de prestigi ner las actividades sociales. La maternidad lazarfan la gravi- laciones sociales caldo de cultivo 110 € inhibjan la afin de tevalorar ante fue parte del ca, veladores sobre el ovela de Mercedes 39 encontraba en la moral de la servidumbre setias resisten convertirse en una funcién que encumbrara a las mae dicacién a la crianza no infundia valor social, al ontinte. caba que la familia no tenfa recursos para contratar ie ia de la servidumbre doméstica interferfa el amor ‘entorno intimo, asi como las relaciones entre padres ¢ jj, La inclusién en el espacio familiar de una variada his servidores no solo nos refiere a las relaciones de jerarquia me de sirvientes y sus patrones. La relacién de servidumbre ail los en y tine la atmésfera familiar de relaciones vert le el Jas eventuales desigualdades de los miembros del ao ‘i parentesco sanguineo. Esta situacién emblemética de la fecal ristocr: wuica fue uno de los puntos atacados por la yan aristocratica y jerdrq ce XX, y buena parte de la fuerza de sus b _afan por proponer una crianza diferente, es sno estarian en condiciones de asegurar ni de lencia valores relacionados con la educa- opios de la modernidad. Los sirvientes ara , signif. lentes, | Conyugal les estarian atentando contra la nia el nuevo proyecto. A medida amente, la servidumbre también ‘esponsales, matin 6 que el matrimoni © (Garcia 199°" n_perpetuam nent hombre y la mujer en una soci : mun, concurriendo a la are. ue indisoluble, solo se acababa con | oust . Estas contraian la Bblipscisoldyene, ‘ sus hijos. Se debian reciprocamente fidelids Ademas, el marido debia proteger a la c " La presencia de la Iglesia catélica d ujer y esta obedecerlo, PE tebitaddee del aparato del Esta- la sociedad conyugal. El matrimonio ae 28 de juego que regian tanto, lappotestad civil carecia de Bd eee espiritual, por ca moral que imperaba en el fuero interno Bi ena atanie et Nerdicapandodfcenarclim ee ie Ningun mana. Esta tutela eclesidstica recortaba ta = i‘ posi hu- chos civiles de hombres y mujeres. El Hebert her esse matrimonio civil, que tuvo lugar en las ee a ae a es XX, presionaba los alcances de las Pe ereadtoacs pee ee hdd yalyer adeFinijurisdiecioncs poli RUT tlstiectennedlajusedicion sacl bien el Oncenio desmantelé a una élite Bic Fala oe: 5 del poder a través de alianzas de — ar ps a pas ee su clientela, la Pesca dal nae 10 né la politica del ici i el ejercicio del oes an = =e Ais ae fue reemplazada por el dinero, de alli que se hable del ee ‘a ne a la ends siguié dibujando We iar grupos de poder, y esto puso los limites alas lencias igualitarias que se gestaban para un cambio en la na- turaleza de los vinculos existentes, en particular, de aquellos entre hombres y mujeres. Por eso es importante ver cémo la politica de i rimoniales siguid siendo parte del ejercicio del poder Jas mujeres debian seguir siendo piezas claves en la n de los clanes de parentesco que eran a su vez grupos e comprometidos con Jas dindmicas locales y provin- EI reparto de favores y el sistema de fidelidades io patriarcal y patrimonialista conservaron un relaciones politicas y privadas, lo que proba- estilo especifico de sexualidad femenina. para hacer vida co- specie humana; era le uno de los cényu- alimentar y educar a id, socorro y asistencia. a Las expresiones puiblicas que insistieron en el cara rrante de la ley del divoreio y que defendieron el cardcy i TiloraccietchicieonndeabaugeueblainBelcalezebuiman, «2° plorable y que solo era corregible a través de la prescri tb ‘aoe table del sacramento. El alma humana no estaba pa 4 ed thes de a ley, La insegoidad que provocaba que el mauingn, pudiera disolverse en cualquier momento fue notoria ae Estas imagenes encierran una concepcién negativa y Phin as 10, y de la persona en general, ‘Al fe eeioper idstico como el principal Bi la ae Pte ieccectialascirencae ch ny ss tuales efectos en la vida de las ei ye la palabra divina, los evan, ca Mears dicano hey icy. 1 Ja conducta y las ee tutivos de los seres manos | matrimonio civil recortaba os practicos. El registro mu- i6n laica y civil que era plazo podia debilitar el ma- rida de los cényuges pasaba que se constituyeran los deraciones se entienden que debian desper- Una constante que ialmente entre 1918 y toridades civiles al fin. En n buena medida denoste- ies priblicas. sreceptos religiosos y hs nde, los vinculos ent’ figuraban el univers? an un papel recto! luos. Los efectos de haber sido funes'°* titucional que f” fain eontrol exe? etronde Jos vincw Jos tiende a debilitar los procesos individuales de la incorporacién de j, norma, que son centrales en el desarrollo del ejercicio de dere- Hosen un contexto de cultura piiblica moderna, Para las postutas “ieicales, era inconcebible que se dejara de lado la investidura sa- cerdotal para remitirse solo a la actuacién de una ley. Horrétizaba que el matrimonio bendecido en nombre de Dios pretendiera ser “emplazado por un acto realizado en nombre de “la ley que en el Pert cambia todos los dias como cambian los alcaldes, que no es acatada por lo general y que ha llegado a perder casi por completo su respetabilidad”. El obispo diocesano, a diferencia de un juez de provincia primero, no actuaba en nombre de la ley peruana que “cambia a capricho de los partidos, sino dela Iglesia universal cuya ley es eterna, sus procedimientos fijos, su doctrina invariable, Gepheceieonces Suma, nme e indestructible, como la sublime piedra que le sirve de cimiento” (Herrera 1921: 17). De forma que los conservadores se apoyaron en la precariedad del aparato administrativo del Estado para poner en jaque la ley del divorcio y del matrimonio civil; la logica clerical no aceptaba que los re- presentantes de la ley fueran autoridad en materia conyugal, eran terrenos, falibles y provisionales. El cambio de siglo y la moral sexual A inicios del siglo XX, la aparicién de espacios puiblicos mas 0 me- ‘nos masivos, como los que exigia la instruccién escolar y el mundo laboral extradoméstico, suponia cambios en el equilibrio de poder ¢ los géneros, en las identidades masculinas y femeninas y en de control del cuerpo y de la sexualidad. El acoso, el ar, se produce a través de un determinado tipo quico entre hombres y mujeres. Asi se entiende el padres frente a la educacién de sus hijas, sustentado janza que inspiraban los espacios puilicos en la ciu- amiliar dificilmente podia ser reemplazada por en instituciones, cuyo comportamiento con bidamente fiscalizado, ni sujeto a una auto- autoridades religiosas mereefan la aproba- o con las nifias, y podfan encargarse de velar 93 por la pureza sexual y la conservacién del recato Virginal fer no. Las autoridades publicas laicas no eran capaces de tans” la moral sexual femenina, ni las distancias propias de cada tan, . Abordar la sexualidad masculina en este periodo Pasa 7 considerar por lo menos dos puntos. Uno es el ACCESO sex) F hombres a mujeres de grupos subalternos; el otro es la felacis, entre la critica al comportamiento masculino y la interve, estatal en la conducta sexual. Estos aspectos se vinculan a con la preeminencia de los poderes privados. Cuando el particular supedita al puiblico, las mujeres estén en desventaja ante la dificultad de las instancias publicas para delimitar la vida Priva. da, apaciguar las violencias y domesticar los impulsos, La Iglesia se incliné por resaltar ciertas caracteristicas atribuidas a los hombres, y pese a considerarlos superiores, los presenté buscando siempre la satisfaccién de sus pasiones; por lo menos en el marco del debate sobre el matrimonio civil en el Perti de la época, Al naturalizar asi la sexualidad masculina, lo irrefrenable de sus impulsos, este enunciado no dejaba pasar la oportunidad de mencionat los pro- blemas « los por la eventual conducta disoluta de las mujeres do que los eclesidsticos, aunque consideraban importante la trasgresién sexual masculina, desplazaban el discurso ia las mujeres: era su sexualidad sobre la que re- las mujeres aquellas por las que la Iglesia Eladulterio, sostuvieron en el debate piblico el del hombre era virtualmente inexistente— midades sociales andlogas, no se podia co- de la ley y sus consiguientes castigos, sino tumbres y el agente de esta reforma era ¢l lacién Nib SU vez, orden vigente hasta 1936, establecia que a causal de divorcio para las mujeres: fo era, sino que le daba la quitindole la vida a su esposs jotestad era monopolio masculin? tedaban bajo la utela de! pads modo, No obstante las pre“ ela poblacidn recurtic® sn, los poderes privados y relaciones jerdrquicas se combinaban en Ja solucién del conflicto, Se puede supones, sin embargo, que los cambios en el Denia novecientos y la relativa estabilidad politica que lo caracteriz6 puso sobre el tapete lo inadecuado de ese Cuerpo legal. Asi lo percibieron hombres y mujeres contemporaneos, y las criticas a esta legislacion Ilevaron consigo un cuestionamiento de la doble moral sexual, y por lo tanto Propusieron nuevas formas de control de la sexualidad masculina. Estas observaciones sobre la cultura publica y la regu- lacion de la sexualidad ayudan a entender una queja mds 0 menos consistente a lo largo de estos afios por la ausencia de una norma- tividad escrita, o una legislacion defectuosa, 0 un incumplimiento dela existente. En sintesis hay un reclamo por la regulacién ptiblica del comportamiento privado, la cual no existia, y si existia formal- mente, no entraba en funcionamiento, era ineficaz. Mas alla de los controles privados, de la tutela familiar inspirada en el cédigo de honor no habia casi nada, excepto el poder de la Iglesia, Entre las cosas que se jugaban en la discusién sobre el divorcio durante esos afios estaba el honor masculino y consecuentemente {a pureza femenina, valores importantes en el Peri colonial y re- Publicano. La anulacién del vinculo matrimonial por la ley civil atacaba el honor y la seguridad individual y colectiva. “El marido que quiera deshonrar a su mujer se dard a la vida licenciosa y la ley, al conceder el divorcio, favorecerd al marido licencioso contra el honor de la mujer inocente y la seguridad de los hijos” (El Amigo del Glero, n° 536). Observaciones de este tipo buscaban el despres- tigio de la legalidad civil cuando incidfan en su impotencia para la libido masculina, como si la moral religiosa hubiese conseguido su regulacién. De todas formas quedaria pendiente la capacidad de convencimiento de estos argumentos, sobre todo si se considera que el comportamiento “licencioso” de los varones habia sido parte Constitutiva de la cultura sexual de la ciudad practicamente desde Su fundacién, y la responsable de esa regulacién era la Iglesia. En sus ataques al divorcio, el clero local omé partido por la desigualdad al legitimar la marginacién de los ilegitimos frente a los legitimos: “Es contrario a la justicia manchar el nombre que poe llevar los hijos. Es contrario a la justicia dividir la pc is los his legitimos con los hijos de la concubina” (El Amigo del Clero, 2836), Por otro lado, segiin este enunciado la mujer es quien tha, que a su ver crea la inferioridad. La descend ‘ bina es la oe renee) contra fa unidad iG ta eclesidstica suponia una dob, acion jerarquica de la sociedad Petuang jurante esos aftos cuando mujeres iis elina Acosta exigian abolir las discy;, ijos nacidos fuera del matrimonio, |, undo por las desigualdades. es en la vida conyugal, para las para los odios y la violencia, Ja separacién de cuerpos, pen e no quisieron poner en cuestién cio de su labor sacramental moniales y politicas, por un edades que despierta el sexo también esta intimamente para los poderes privados na autot civil. La ausencia 2, permite la sobrevivencia y Jarga tienen un signi el puilpito y del catecismo. wuias, cuyas regulaciones ivos con los que se sen- de la ciudad. ivilizar el espacio pt- sulinas, la regulacién us prerrogativas duran- a sexualidad tendria | misoginia y todo lo que cciém de las mujeres. 14 tAneamente un ataque licas, lo mismo que fa sy la incapacidad pee ulinos de autocoaccio™ cardcter doméstico ie a (a-veces sin impor ‘administracién péblice El Estado no consis?® el papel que supuestamente le ha dele no le ha llegado a delegar el poder. E autoridad son propios de nuevas lineas diferenciaci6n entre Estado y parentese el Estado no se lo ha requerido. Pensamos que es crucial tarse c6mo ha influido en la orientacién de la vide sexual ee configuracién del aparato psiquico el hecho de ie felt a Fe instituciones tutelares hayan sido la Iglesia cardlicn a jerel a como sostiene Guillermo Nugent. Se trata de creantace; a definicién jerarquicas Y que, también por definicién, se oj Se que Jas mujeres ejerzan el poder. Se puede afirmar que ae res del orden republicano Ilevaron en su seno una misoginiz ee inspité los esfuerzos para excluir a las mujeres del aon iibico, y este rasgo ha sido uno de los principios organizadores de la so, ciedad peruana. Esta tendencia muestra un dngulo més agudo si se agrega la nocién del “gobierno de los padres”, que no solo ayuda a comprender la subordinacién del universo doméstico sino que remite a la naturaleza personal del ejercicio tutelar. Bado el padre. O el padre stos desplazamientos de la trazadas que suponen una 0. Todo parece indicar que Maria Jestis Alvarado y cuestionamiento de la moral sexual Seguin feministas de principios del siglo XX como Maria Jesis Al- varado era una responsabilidad publica la conducta moral de las jévenes que “se despefiaban por los abismos del vicio ante el des- precio de las mujeres y la lascivia de los hombres”, Una educacién apropiada, es decir un deber publico, era la manera de “proteger y moralizar a las golfas desvalidas y arrancarlas del vicio convir- tiéndolas en seres titiles y dignos” (M. J. Alvarado, E/ Comercio, Bde abril de 1915). Alvarado pensaba que instituciones como la ‘escuela que fundara Moral y Trabajo, ademés de tener un efecto 8 jOvenes que recogia, podia impactar en el comportamien- o: “se salyara a centenares de jdvenes y se corregiran costumbres de ciertos hombres, al saber a la mujer ‘por institucién seria”®. La propuesta de una escuela en aria conquistar la confianza y el carifio de las nifas do, El Comercio, 13 de agosto de 1917 7 oso buscaba tener un im, on los métodos mem rando desarrollar un ambi | psicofisica de as educan a Jestis Alvarado encontrab, d del vinculo, agravados he nte en la sociedad limefia de ke ierés y no en el amor. Una Mujer al su mejoramiento econdmico, eferia como marido un admi. pafiero de diversiones, en fin, un io. Por su parte, el hombre se en le cuide, por conveniencia so. rerpretaba Alvarado los senti- PACKO en, Oristicgs, i itimiento amoroso se debfa a jaban el ideal conyugal. \cionalismos y buscaba la nales era “anatemi- etuosa pasién ciega, que La desautorizacién de las imentos refiere a un tipo oderes domésticos.’ © con un patrén de fa cierto nivel de puritanos de Maria cuando se repara ¢ a sexualidad con a también hace lidad masculina co” ada con la patei* Fl cuestionamiento de los vinculos jerérquicos entre hombres y mujeres por un lado, y las nuevas ideas sobre la maternidad yla salud difundidas por la prédica higienista por otro, aumésfera propicia para sensibilidades de esta naturaleza, El re- finamiento emocional, entonces, tendria que convertirse en un valor dominante segtin Maria Jestis Alvarado, Deacuerdo aes, la liberacién femenina era la condicisn para poner en jaque al matrimonio por conveniencia. A diferencia de lo que la mayoria dela opinién publica pensaba, la emancipacién de as mujeres no traeria la disolucién de la familia, Se trataba de cambiar la familiay convertirla en el espacio del amor. Para eso, segiin la postu- ra feminista, era suficiente de odaliscas voluptuosas, de pacientes bes- tias de carga, de hermosas figuras de salén, de simples reproductoras dela especie, La democracia, los principios de libertad e igualdad y e arraigo de la educacién hacian posible, al mismo tiempo que exigian una esposa que debia ser la mejor amiga y compatiera del hombre. Parece que este reclamo lo compartieron disimiles coeténeos. Lo indisoluble del vinculo podia hacer poco cuando el hom- bre, despojado del barniz de la educacién en la confianza domésti- case mostrara “brusco, grosero, imperioso (y) pretende hacer de la mujer solo un objeto de placer i una esclava humilde” (Alvarado: 18). Los hombres dejaban atrds la cortesia en el trato con las mu- jeres'y pasaban a tratarlas como una propiedad. Cuando el esposo ‘ho se convertfa en el amo duro, exigente y despético, ya fuera por su educacién o sentimientos nobles, a un nivel inconscien- te —precisaba Alvarado— la indisolubilidad tendia a reprimir la propia dicha “porque desaparece el deseo de agradar para obtener _ lacorrespondencia y excluye del trato la dulzura i la delicadeza que el amor y embellecen la vida”. Esto tiltimo era alcanzable a en que la mujer no fuera propiedad del hombre (Al 21). Por otro lado, la educacién escolar y universitaria *s laborales, segiin Maria Jestis Alvarado, hacian a igni refinaban sus sentimientos, esto : iene de lo que tenia de nial ). El hombre podia convertirse en una autori- si controlaba sus impulsos, entre ellos los ra el matrimonio laico era una institu domesticar al hombre. creaban una 99 Los comentarios de Maria Jestis Alvarado remiten a [a bilidad emergente de su época, 2 una manera de observar y he tir diferente. Mantener la relacién conyugal sin cualidades ain, era inmoral, era una forma de prostitucién legalizada (Alvarade 1923: 19). El divorcio, contrariamente a lo que sostentan en os mismo momento los opositores a este, era garantia de moralidad no fuente de corrupeién. En igual contraste con los catdlicos aie. nazados por la eventual aprobacién de la ley del divorcio, Pensaba que el matrimonio mal avenido eta el que promovia el adulterio, que era més bien el corolario final de la indisolubilidad del vinculc conyugal. Conclufa que la monogamia era un invento. Moralistas austeros y ardientes fandticos del matrimonio indisoluble debian reconocer que el amor Unico no era mas que una convencién de |, civilizacién, y que incluso la ley tenia dificultades para imponerla Segiin la autora, esta solo respondia a los grandes amores 0 a los castos de algunos. Lo esencial iba més alla de la ley, -remitfa al tipo de vinculo y de sentimiento, “el afecto reciproco”. -Y si habia algo que estaba en franca confrontacién con la moral Cr re era la reciprocidad, sobre todo la sentimental, a estima y los méritos personales. Sus postula- n uno de los cimientos mds afianzados de la y aristocratica; la autonomia femenina pasaba fas de la relacién. Enfatizaba la Sensi. § con sus propios sentimientos. Lo otro instinto suelto, vulgar. Emergian stios de distincién que transforma mientos a cultivar en un vinculo naban a Maria Jestis Alvarado, ridos que forma la cultura bur ituir el arsenal de estrategias qu arla “monétona existencia” de! tnidad, sobre todo esa parte ene Ivarado, en la ley de divorcio s* como la felicidad y la libertad por eso declard “creemos la ley que ha sido sancionad# 4 LA ESCRITURA, EL ESPACIO PUBLICO Y LA EXPERIENCIA FEMENINA the thing that brings self-respect and order to my life! La escritura en el Perti ha funcionado més como medio de dis- tincién y exclusién-jerarquizacién y menos como medio de co- municacién y diferenciacién (Nugent 1998). Esto ha significado entre otras cosas que lo escrito ha tenido serios limites en sus pa- lidos propésitos por enmarcar las transformaciones de la vida de las personas y la colectividad. Hay cierto nivel del control de los impulsos que requiere de una racionalidad escrita; los enunciados orales no alcanzan a regular un rasgo significativo de actitudes y comportamientos, y esta refido con la légica oral. La escritura como medio de comunicacién afecta tanto al desarrollo del Estado como a la constitucién del individuo; tiene una funcién asociada ala configuracion de la subjetividad, al proceso de individuacién que demanda una complejizacién psiquica que incluye, en ciertos sentidos, la autocoaccién. Considero que poner la palabra escrita como centro de interés es relevante porque el acceso a esta explica Parte de los limites y los alcances de la cultura pitblica y la preser- _ vacién de las jerarquias. Ademés, la ausencia de la escritura exige _la presencia fisica de la autoridad en la regulacién de las relaciones as personas; y asi, se retarda la interiorizacién de la norma y el ejercicio privado y personal del poder y del patrimonia~ (Elias 1987). Los procesos de individuaci6n estan mediados en varias circunstancias y es necesaria para adquirir una en Oscar Lewis, chez describiendo la maquina de escribir, aoe Sanchez Family, p. 34, citado en Franco, 103 discursividad publica pasada en configuraciones sociales en ingrediente de la igualdad. El trabajo de oom) es cine. entender la influencia de la Iglesia a an macién de las redes de parentesco ritual y sanguineo. Otra cone bucién de ese mismo autor ¢$ su reflexion sobre el significado 4 r eres a la palabra escrita, a la literatura amoro, cialidad para explorar y transformar de Ta educacién fuera de casa relaja el fate no y privado sobre Jas mujeres y los jovenes en general, fy idio el significado de las bibliotecas Petit (2001) ou. gn entre la lectura y la autonomia personal, donde le distanciarse del mundo familiar y de sustraerse o es clave. La autora destaca cémo la escritura y Ia ,una ni a personal, a la elaboracién de una 4 aot bas que tre la palabra escrita y el “gobierno undo doméstico y sus jerarquias a ‘publicas, més allé del vinculo de sangre 1 ptiblica, en la medida en que de a pacificar las costumbres; pues una relacién con las ario, en sociedades cuya vinculos de parentesco y en la oralidad produce y encauza do frente a los poderes locales ico. Los principios regu- ) NO encuentran otra manera mitidos verbalmente. ios de una sociedad dada “seguimos a Elias, se pueden responden a la coaccién y o las presiones proviene? lad que se ubica por encima oridad es obedecida dada sdad jerdrquica de donde d organiza los vinculos. pulaciones escritas a hs refieren, es la ubicacion © ja jerarquia Ta que inspira el cumplimicnto de la justia, El juego dictas subordinaciones deverminard la calidad de Ia trasgeesion, Si-como la sancion a recibi, la que a su ver tenderd a reforvar el arden jerarquico de la sociedad. Ademis, las regulaciones escritas seein sustentadas en €505 casos, en un cardcter patrimonial del Es. fado, en donde el manejo privado de los bienes, es casi siempre consustancial al “gobierno de los padres”; el orden patrimonial respondea la logica del parentesco que es fandamentalmente mas- culina, y en donde el linaje sujeta y hasta confisca los derechos de las mujeres. En estas configuraciones sociales, lo escrito funciona al lado de la palabra del sefior; tiene poco que ver con la discutsi- vidad publica. Entonces, el ejercicio de la autoridad esta definido por el orden de la sangre, que depende de la voz del sefior, viene la organizacién de la conducta; esta prescinde del orden publico, delas referencias extradomésticas. En el Perti los espacios puiblicos estin impregnados de una légica doméstica, lo que desde cierto punto de vista podria significar que en realidad son virtualmente inexistentes. Alli, las personas tienden a portarse a tono privado y el trato hacia los demés se inspira en una atmésfera de casa. Las presiones ejercidas mutuamente entre las personas que se desen- vuelven en las escuelas, y en los espacios piiblicos en general, res- ponden a una orientacién jerdrquica. La diferenciacién interna del Estado va de la mano con el distanciamiento de los grupos familiares, o los clanes de parentes- co del aparato estatal, que también es central para el ejercicio de derechos de las mujeres. Como sostiene Hanna Arendt (1974), la fundacién de la polis supuso el desmantelamiento de la organi- zacién social basada en la fratria; el despliegue de la democracia ha implicado dejar atrds los vinculos definidos por el mundo del Parentesco. Este purificar la polis de la sangre, tiene vastas conse- Suencias, tanto para la organizacién politica de una sociedad como para la experiencia individual. Ademés, la monopolizacién legal de la violencia y el desarrollo de la fiscalizacién, como atributos del Estado, estan intimamente ligados a la posibilidad de desarro- una burocracia que pueda incidir en la casa y pacificarla. El “pPacio pacificado propio de la polis también supone una auto- Seaceién que es una fuente interna de orientacién de la conduc- '&Y supone a deslegitimacién de aquella jerarquia en la cual el wile E

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