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Ix. Movimiento y accion Estructura psicologica La Psicologia clasica explicaba el movimiento y Ia accién volun- tarios del hombre como manifestaciones de un acto de voluntad y con- sideraba que los mismos eran el resultado, o bien de un “esfuerzo de voluntad”, o de una representacién “ideomotora” que evocaban el mo- vimiento automaticamente. Esta concepcién impedia, como es natural, abordar el estudio de los movimientos voluntarios y hacia que éstos fueran inaccesibles al andlisis cientifico y determinista, Este enfoque idealista, que divorciaba el estudio del movimiento voluntario humano de la ciencia, se vio, por lo tanto, prontamente obligado a dar paso al enfoque opuesto, el cual, aunque por algiin tiempo mostré tendencias progresivas, desembocé en el mismo callején sin salida en el que habia desembocado Ia idea voluntaria de “un acto libre de Ia voluntad” como causa del movimiento voluntario. Este enfoque basicamente mecanicista se basé en Ia idea de que los movimientos voluntarios 0 acciones conscientes son slo aparentes Y que en realidad no son otra cosa que respuestas obligadas ante los estimulos externos. Aunque este punto de vista era considerado légico en el momento en que Sechenov escribié su famoso libro “Reflejos del cerebro” y se justificaba por la reaccin en contra de la aberracién psicol6gica y por quienes sostenian un indeterminismo abierto, tuvo como consecuencias, no obstante, el hecho de que la verdadera inves- tigacién en la actividad voluntaria humana se abandonase por mas de medio siglo. La nocién de que las acciones y el movimiento voluntarios son en origen un reflejo, quit6 a estas causas tan importantes de Ia actividad humana todo Io que tenfan de especifico y reemplaz6 su estudio por enfoques que solamente podian justificarse en relacién 0 bien tinica- mente con programas de comportamiento innatos relativamente sim- ples, accionados por las sefiales més elementales que operaban como 243 los “mecanismos innatos de liberacién” (I R M, “innate releasing mechanisms”) de los etélogos (Lorens, 1950; Tinbergen, 1957), 0 por modelos artificialmente elabcrados tales como ‘reflejos condicionados. A pesar del gran éxito de este esquema, que para toda una generacién de psicélogos (los de la escuela behaviorista, por ejemplo), parecié ser el tinico enfoque cientifico del comportamiento, el concepto de mo- vimiento y accién voluntarios como reflejo innato 0 condicionado no fue adoptado por dos razones. Primero, al aislar todo tipo de movimiento y accién de Ja influen- cia de la experiencia pasada, no vieron aquellos tipos de comporta- miento que se hallan controlades no por el pasado, sino por el futuro, Ios cuales se construyen como la puesta en marcha de intenciones, de planes 0 programas y que, como puede verse claramente, constituyen la mayor parte de todas las formas especificas de actividad humana. Segundo, la visién de que las acciones y movimientos voluntarios son simples componentes eferentes de un arco reflejo era inaceptable por- que, tal y como lo demostré el eminente psicélogo soviético Bernstein, los movimientos humanos son tan variables y poseen tal grado de li- bertad ilimitada que seria imposible encontrar una férmula de Ia cual se pudieran derivar los movimientos voluntarios humanos de impul- sos eferentes tinicamente (Bernstein, 1947). Por lo tanto, ni el con- cepto idealista ni el mecanicista sobre los movimientos voluntarios fue capaz de aportar ningiin progreso significativo sobre las ideas dualis- tas de Descartes, para quien los movimientos de Jos animales eran puramente mecdnicos 0 como un reflejo, mientras que los movimien- tos en el hombre estaban determinados por cierto principio mental o por el libre albedrio, los cuales liberan Jos mismos mecanismos re- flejos. Era necesario hacer un cambio radical en cuanto a estas ideas basicas sobre movimientos y acciones voluntarias a fin de conservar los caracteres distintivos de estas formas de actividad conscientes su- periores, pero al mismo tiempo era necesario hacerlos accesibles al andlisis realmente cientifico y determinista. El primer paso en esta direccién fue dado por Vygotsky (1956, 1960), quien introdujo en Psi- cologia el concepto de que la fuente del movimiento y accién volunta- rios no yace ni dentro del organismo ni en la influencia directa de ex- periencia pasada, sino en la historia social del hombre; en esa activi- dad laboriosa en sociedad que marca el origen de la historia de la hu manidad y en esa comunicacién entre nifio y adulto que fue la base ontogénica del movimiento voluntario de la accién intencionada. Vygotsky consideraba que cualquier intento de buscar “raices bio- 244 légicas” para la accién voluntaria estaba condenado al fracaso. Con- sideraba que su verdadera fuente yacia en el periodo de comunicacién 0 y el adulto en que la “funcién era compartida entre dos personas”; cuando el adulto daba al nifio instrucciones verbales: “jCo- ge la taza!” 0 «Aqui esté la pelota” y el nifio obedecia a las instruccio- nes, cogia el objeto que se mencionaba o fijaba en él su vista. En las siguientes ctapas de desarrollo, el nifio que precisamente habfa obedecido las instrucciones de! adulto, ya habia aprendido z hablar y era capaz él mismo de dar instrucciones verbales (para em- pezar instrucciones externas y detalladas y Iuego en forma interna y abreviada) y empezaba a subordinar su propia conducta a estas ins- trucciones. Es caracteristico que en esta etapa la funcién puramente compar- tida entre dos personas se convirtié en un método para la organizacion de las formas superiores det comportamiento activo, que son de ori- gen social, su estructura depende del lenguaje y son voluntarias en su curso. Esto significaba que los movimientos y Ia accién voluntarios eran independientes de la historia que los habia rodeado tanto en las investigaciones idealistas como en las “positivistas” bioldgicas, y que estas formas especificamente humanas de comportamiento activo po- drian ser objeto real de investigacion cientifica. No me extenderé con mayor detalle en los argumentos tedricos basicos relativos a la génesis de formas conscientes superiores de ac- tividad humana que han sido publicados ya por otros (Vygotsky, 1934, 1956, 1960; Vygotsky y Luria, 1930; Leontiev, 1959), ni en un recuen- to detallado de la dramitica historia de la formacién de Ia actividad voluntaria y de la funcién reguladora del lenguaje, sobre los cuales se ha escrito mucho también (Luria, 1956, 1957, 1958a, 1961, 1966a, 1968a, 1969b, 1970c). Ahora me dedicaré a la segunda fuente de los modernos puntos de vista referentes a la estructura psicofisiolégica del movimiento y accién voluntarios. Aunque los psicélogos modernos, especialmente Vygostky, han for- mulado los principios bésicos del andlisis psicolégico del movimiento y de la accién consciente, ha sido la labor de los psicélogos contempo- réneos y en especial de Bernstein (1947, 1957, 1966, 1967) la que ha hecho posible este enfoque constructivo al estudio de sus mecanismos basicos. Bernstein, después de demostrar Ja “incontrolabilidad intrin- seca de los movimientos por impulsos meramente eferentes”, se vio en Ta necesidad no sélo de hacer un esquema para la construccién de actos motores, sino también una teorfa sobre los niveles de construc- cién de movimiento que, en unién de los sinergismos innatos y elemen- entre el ni 245 tales, incluye también las formas mas complejas y especificas de la actividad humana. El punto de partida de la teoria de Bernstein sobre la estructura del movimiento fue el postulado relativo al papel domi- nante de los sistemas aferentes que se diferencian a cada nivel y que dan lugar a diferentes tipos de movimientos y accién. No trataré con detalle los niveles elementales de movimiento que regulan los procesos fundamentales de la homeostasis ni el nivel de sinergismos innatos que ocupan un lugar primordial en los vertebra- dos inferiores, sino que simplemente mencionaré los caracteres prin- cipales de construccién de las més altas formas de conocimiento y accién especificamente humana. El componente inicial de las acciones y movimientos voluntarios humanos es Ia intencién 0 tarea motora que, en el hombre, casi nunca es una respuesta simple y directa a un estimulo externo (s6lo las for- mas més simples de acciones habituales firmemente establecidas per- tenecen atin a estas categorfas), sino que siempre crea “un modelo de Ia necesidad futura”, un esquema de lo que debera tener ugar y de lo que el sujeto debe alcanzar o, para usar el término de Bernstein, el “Soll - Wert”. Esta tarea motora o modelo de la necesidad futura es constante © invariable y requiere un resultado igualmente constante 0 invaria- ble. Por ejemplo, si la labor motora consiste en ir a un armario y coger un vaso o clavar un clavo, el Hevar a cabo estos actos es el resultado constante ¢ invariable mediante el cual se completa Ia accién. Sin em- bargo, seria un error pensar que la labor motora invariable crea un programa igualmente constante para el completamiento de la accién requerida. Un dato de la mayor importancia es el hecho de que Ja labor motora invariable se leve a cabo no mediante un conjunto de movimientos fijos y constantes, sino por un conjunto de movimientos fijos y constantes, sino por un conjunto de movimientos variables que, sin embargo, desemboca en el efecto constante e invariable. Esta tesis se aplica tanto a los sistemas motores simples como a Jos mas complejos. Como he dicho antes, en el acto de respirar la labor invariable, es decir el llevar el oxigeno a los alvéolos pulmonares, puede hacerse con la ayuda de gran cantidad de métodos diferentes: movimientos de diafragma que regulan la entrada del aire, movimiento de los mtiscu- los intercostales, expansién y contraccién del térax y, si estos métodos resultaran imposibles, mediante movimientos que conlleven Ia inges- tién de aire; el efecto de esta gran cantidad de métodos diferentes es siempre el resultado invariable del problema planteado. Esta misma 246

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