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los trenes de van al purgatorio

Los trenes se van al purgatorio (2000) es un libro precioso y una relectura para mi.
Quise releerlo porque no me acordaba de nada y bien hice porque el libro reúne todo lo
que Rivera Letelier sabe hacer a la perfección. Me doy cuenta que el escritor ama su
sujeto, describe a sus personajes con tanta mansedumbre y humanidad, hasta aquellos
que son « malos ». Acabo de terminar un libro donde hay maldad en los personajes y
puedo comparar con la escritura de Rivera Letelier, tan humana y llena de dulzura.

En este tomo el escritor nos cuenta sobre el Longino como le llamaban al tren
Longitudinal Norte (entre La Calera e Iquique) construido entre 1851-1903 y que dejó de
funcionar como tren de pasajeros a finales del siglo XX; se usó enseguida como
transporte de carga. Este medio de locomoción cambió radicalmente la economía local
entre las numerosas salitreras que funcionaban en el norte de Chile (hasta 200) y el
resto del país.

En el libro, emprendimos viaje con el Longino, 4 días y 4 noches con 1800 Km de


recorrido. Hernán Rivera Letelier nos va presentando sus personajes, todos truculentos,
todos con una historia a cuestas, con diálogos y unas situaciones de lo más enjundiosas
y al mismo tiempo que llenas de ternura. Y es un purgatorio que la travesía del desierto
de Atacama.

No es un viaje de placer, es un viaje de necesidad, con asientos de madera, sin


restaurant y con los baños más apestosos del mundo, pero la gente se va ayudando e
ingeniando a medida que pasan los días. El tren va parando en cada salitrera lo que
permite una bajada a tierra, un poco de marcha y comprar algo para comer o libar.

Los personajes del libro son inolvidables : el enano parlanchín en búsqueda de su circo,
la madre de luto que va a recuperar a su hijo, el músico en pos de su amada, el abuelo
con su desvalida nietecita , los gitanos ladrones, las solteronas deslenguadas, la pitonisa
erotómana con su madre, etc, etc. Todos juegan un rol en el viaje y tienen algo que
contar. Hay momentos terriblemente jocosos y otros más dramáticos, siempre con ese
verbo truculento del autor.

Aparecen personajes que serán recurrentes como el chiflado Cristo de Elqui, el contador
de historias y otros más.

Y donde sobresale el relato es cuando Hernán Rivera Letelier describe la pampa chilena,
la travesía increíble del desierto más yermo del mundo. Yo creo que nadie lo ha hecho
mejor que él hasta ahora.

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