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ea De ee ee rr in ee Be Ey tie eM eg st y desertadada. es ef perfecto primer acarcamiento a una forma de arte eee bee Be hd ee BE let + fo) et UES ede Mase) a De tee ke ek me ily ae EL HORROR EN EL CINE Y EN LA LITERATURA aidos.com.mx PAIDOS CROMA / 20 Titulos publicados: 1. Marta Torres F a violencia en casa 2. Victor Roura, Cultura, ética y prensa 4. Fatima Ferndns Christlieb, La responsabilidad de los medios de comunicacién 5. Carlos Mondi (coord 6. Rodolfo o, La intuic de narrar 7. S. Her 8. Ma oncepciones de ser hiumano er, la intencion én de indez Padilla, Retratas literarios Forero, Escribir television 9. Sergio de Régules, Las orejas de Saturno 10. Juan Domingo Argiiclles, Qué leen los que no len? 11. Xabier Lizarraga Cruchaga, Una historia sociocultural de ta homosexualidad 12. Marcela Guijosa y Berta Hiriart, Taller de escritura creativa 13. Luis Gonzalez de Alba, La orientacién sexual 14. Rodolfo Castro (coord.), Las otras lecturas ya, Guerra y propaganda 16, Fedro Carlos Guillén, Crénica alfabetica lel nuevo milenio 17. George Pigueron, Encontrar trabajo en tiempos d 18. Adriana Morales Valle, Trabajo y vida en equilibrio 19. Susana Biro, Caja de herramientas para hacer astronomta 20. Norma Lazo, El horror ent el cine y en la literatura Norma LAZO EL HORROR EN EL CINE Y EN LA LITERATURA ACOMPANADO DE UNA CRONICA SOBRE UN MONSTRUO EN EL ARMARIO PAIDOS q) México « Buenos Aires» Barcelona, Cubierta: Joan Batallé I edicién, 2004 A mis hermanos, compaiteros inseparables de la noche: José Manuel, Judith y José Luis. del copyright, en las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total 0 parcial de esta obra por cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos ta afia y cl tratamiento informético, y la distribucién de ejemplares de no publics. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacion escrita de ls tituares | repro, clla mediante alquiler o pré D.R. © de todas las ediciones en castellano, | Editorial Paidés Mexicana, S. Rubén Dario 118, col. Moderna, 03510, México, D. F Tel.: 5579-5922, fax: 5590-4361 epaidos@paidos.com.mx D.R. © Ediciones Paidés Ibérica, S. A. Mariano Cubi 92, 08021, Barcelona ISBN: 968-853-566-4 | Pagina web: www.paidos.com Impreso en México - Printed in Mexico Agradezco las valiosas sugerencias de mis buenos Grajales y Rogelio Villarreal para la escritura de este libro, amigos Jorg ast como a mi querido Marco Bac por su valiosa biblioteca. ientras sea el de los demds. a hay nada como el terror. CLIVE BARKER indice 1. Lo que habita debajo de la cama Dulces para los dulces E] horror tien 4. Eseribir oculta La novela gotica 6. El horror por otros lares Monstruos en el cléset 8, El gran salto a la pantalla 9. El cine de horror en otros paises 10. El retorno del horror 11, Los nuevos amos del horror 12. Las vueltas de tuerca 13. Buscando el ziper en el disfraz del monstruo 14, Perdiéndole el miedo al monstruo 15. Extrafiando la vieja casa il caras Biblioteca de un aficionado al horror Filmografia CAPITULO 1 Lo que habita debajo de la camé CUANDO TENIA SEIS ANO perdimos la tinica casa bonita que recuerdo. Mis padres nos dijeron con falso entusia mo que iramos a vivir en la antigua casona de mi abuela En ese momento supe que algo no habia salido bien; sin embargo, pensé que eran demasiado débiles como par cuestionarles la verdadera raz6n por la cual dejabamos el hogar de mis suerios Mudarnos a la casa de la abuela no fue tan malo. Era un sitio Itigubre; me gustaban sus paredes largas, oscuras y llenas de telarafias. Ella siempre se disculpaba diciendo que estaba muy vieja para aleanzar las esquinas y limpiar- las. En cambio, a mf Jas telaraiias me parecian un detalle de clase, hasta el dia que vi un murciélago arrastrandose por el piso; eso me provocé un sentimiento mezclado de lastima y repulsién La casa era enorme: seis habitaciones gigantes, cos extraiios, escaleras de madera y un tragaluz habitado por palomas. Bueno, en realidad eran murciélagos, pero eso lo descubrimos mas tarde: el especticulo terminé cove- do mi madre mand6 llamar a una agencia exterminadora de plagas. Uno de los recovecos estaba lleno de libros, de 16 El horrar en el cine y en la literatura recortes de revistas y periddicos. Mi madre colocé en ese lugar un. pizarrén, un mapa de Centroamérica y algunas sillas; lo lamamos Ia escuelita y a eso jugabamos. Los li- bros eran una escenograffa necesaria para nuestro juego, pero nadie habia tenido Ja curiosidad de hojearlos. A mi me Ilamaban la atencién las pastas gruesas con letras do- radas y poco a poco los fui extrayendo para leerlos. Lo hacia a escondidas, como si se tratara de un delito. Los autores parecfan ser parte de la ambientaci la casa: Edgar Allan Poe, Las leyenidas de Gustavo Adolfo Bécquer, H. P.L ovecraft, El Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, El retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde, una edicién muy fea de El hombre menguante de Richard Matheson, y algunos otros que me cuesta trabajo recor- dar, También habia dlbumes fotograficos con notas de periddicos. De aquello sdlo recuerdo haber leido el caso de La Dalia Negra, una hermosa mujer que habian en- contrado muerta en California, con el cuerpo seccionado por la mitad. Las notas periodisticas, todas de crimenes, me provocaron una amargura que mis hermanos no asi- milaron y que yo nunca les quise explicar, A partir de aquel hallazgo empecé a escribir Desde nifia mi mente se disloca con facilidad y en pe- riodos ciclicos: a veces confundo la realidad con un pen- samiento, en ocasiones todo puede fusionarse con la fan- tasfa y me salgo del contexto de la realidad sin poder evitarlo, En alguna bifurcacién de ideas confusas realicé un silogismo simple y erréneo: todos los escritores que habfa encontrado en ese sitio eran ingleses, todos los in- gleses toman té, por lo tanto, para escribir como ellos yo también debia tomar té. Afortunadamente mis padres jamds preguntaron qué hacia yo con una toalla amarrada al cuello como si se tratara de la capa de Poe y sirviéndome tazas de té una tras otra frente a la m4quina de escribir. No hubiera sa- nde Lo que habita debajo de la cama bido qué responder. Perd{ el gusto por el té al poco tiem- po de haberme enterado de que Poe y Lovecraft eran es- tadounidenses Segui leyendo los libros que encontramos en ese hue- co. No querfa ser descubierta, Sabia que me prohibirfan su lectura, asi que los extraia a escondidas, uno por uno. Los devoraba para luego dejarlos en su lugar, tomar el siguiente y devorarlo con el mismo impetu. Leer a oscu- ras se hizo costumbre. Esperaba a que todos se hubieran ido a la cama para correr descalza y de puntitas hasta el escritorio de la escuelita. Tomaba la pequefia kimpara de mano y corria asustada de regreso a mi recamara. Siem- pre cref que durante mi carrera algo me persegufa, pero jamas volteé para atrds. Yo era una especie de Perseo rehuyendo la mirada de Medusa, emocionado y bravio ante la hazaiia, pero cauteloso por la amenaza latente Entraba de un brinco en la cama, atin temblando entre la emoci6n y el temor. Encendia la lampara debajo de las sdbanas mientras mi coraz6n parecia salirse de su cavi- dad. Entre mas r4pido era mi ritmo cardiaco, més rapida se hacfa la lectura. Aun debajo de las sabanas pensaba que algo merodeaba a mi alrededor. Podria haber lanz do la colcha de un manotazo ‘a cerciorarme de una vez por todas de que nada me habia perseguido hasta los bordes de la cama, pero nunca lo hice. Estaba convenci- da de que el miedo no lo inspiraba aquello que me ob- servaba alli parado, sino lo que yo imaginaba que me observaba Mis padres descubrieron mi miedo patolégico. «Eres masoquista?», me preguntaban. No les daba respuesta Su interrogatorio se hizo cada vez. més frecuente. Cues- tionaban sin quitar su mirada de la mfa, como queriendo decirme que yo no podria mentirles y que, si lo intentaba, ellos lo sabrian, Pero si les podia mentir, y lo hice durante vatios aiios. «Qué ests viendo en la televisi6n?», inqui- 18 El horror en el cine y en la literat rian con miradas fulminantes. «Qué cosas andas ley do?» Nada, respondia con naturalidad. De nifia era muy callada. Pantera Rosa, me decia mi pap, por flaca y silenciosa. No recuerdo por qué nunca conversaba con él ni con mi madre. Mc hubiera gustado hacerlo para explicarles que el miedo era algo abstracto que no tenia mucho que ver con las cosas que lefa 0 vefa en la televisién; que esos libros s6lo inflamaban una idea que me pertenecia desde que pude hacer uso de mi con- cienciaPque el horror abstracto era mas terrorifico que el horror figurativo, que el horror que tiene garras y dientes s6lo disfraza los temores mis reales y profundos*Pero no les dije nada, porque en ese momento atin no lo sabfz Guardé mis primitivos pensamientos sobre el horror y los rincones de la casa. Todo qued6 oculto hasta afos des- pués, cuando encontré la explicacién en Ia idea del horror arquetipico. ‘Cuando pienso en un arquetipo del horror el primer rostro que viene a mi memoria es el de Lovecraft: la plu- ma del gigantén de Providence retom6 los temores ances- trales, el horror primigenio, cl del primer hombre, el del nativo enfrentado a la naturaleza sin poder formular una explicacién basada en las leyes de la fisica. 1 relato de horror tiene su nacimiento allf, cuando estos hombres y mujeres del pasado tuvieron que explicar los movimien- tos teliricos, las tormentas, las profundidades marinas La nica forma en que consiguieron hacerlo fue poblando de monstruos todo aquello que les resultaba hostil. Na- cieron los mitos y las leyendas El horror arquetipico pertenece a los temores del in- ciente colectivo. La idea del horror arquetipico esté cor tomada de las teorias psicoanaliticas de Carl Gustav Jung, quien a su vez se bas6 en la teoria de las ideas de Platén La creencia en una especie de idea original y perfecta es lo que forma el concepto del arquetipo. Si bien para Freud Lo que habita debajo de la cama 9 la hija de una mala madre sera a su vez una mala madre, para Jung existe la posibilidad de recurrir a la representa cin de la madre ideal, y asegura que esa hija puede to- mar como referencia el arquetipo materno y todo lo que éste significa: dulzura, prote anza. Existe algo asf como una especie de madre original. También hay un horror original, algo que est4 grabado en nuestra memo- ria y que todos poseemos, aun los mas pragmiaticos. Y esos arquetipos, grabados en nosotros como el genoma humano, no tienen que ver con Ia historia de cada indivi- duo: son universales y conforman el amado inconsciente cvlectivo. La sensacién de que algo habita los espacios oscuros las cuevas, los armarios, las alcantarillas ¢ incluso el pe- quefto espacio debajo de nuestra cama, es un temor gene- ralizado. Pongamos un ejemplo para los pragmaticos que pensarfan que se trata de algo tonto: cualquiera que cami- ne solo por la calle evita las zonas oscuras y los callejones; es algo que hace la mayoria de manera instintiva. Por su- puesto, ese miedo instintivo guarda ciertas proporciones segiin la edad del individuo, el lugar donde reside, la épo- ca en que vive y su grado de paranoia. De nifa yo estaba conyencida de que algo viscoso se arrastraba bajo mi le- cho. Anos después lef un cuento en una antologfa de los mejores relatos de Tivilight Zone Magazine: La sabana a los pies de la cama, de Ardath Mayhar, donde descubri que ese miedo infantil no era tnicamente mio. En esa historia una nifia Hamada Barbara se empefiaba en que su madre la arropara en Ia cama estirando Ja s4bana al extremo in- ferior del colchon cubriéndole perfectamente los pies. Su madre la reprendia porque le parecia una costumbre ab- surda. Al casarse, Barbara confes6 a su esposo que desde nina creia que’si sus pies quedaban descubiertos,algo Ia arrastraria | abajo de Ja cama. Jim, su esposo, logré convencerla de que ese miedo infantil obedecfa a su inse- cin, ense! ac nel cine y en la literatura 20 El horror guridad. Alentada por Jim, Barbara por fin se atrevi6 a dormir con los pies descubiertos y, por lo mismo, un poco alidos del colchon. Esa misma noche, ante los aténitos ojos de su escéptico marido, un brazo delgado y grisécec jalé a Barbara hacia un agujero negro debajo de la cama La creencia de que algo malo habita en los espacios oscuros es un clasico del horror arqu encia del temor no cambia con el tiempo, sdlo se va adaptando a las nuevas creencias populares. Quién no sabe que en los drenajes de Nueva York hay cocodrilos, y ratas gigan- tes en los andenes del metro de la ciudad de México. EL temor a la oscuridad es una idea que ha traspasado las culturas y los tiempos, como ha sucedido con la leyend del diluvio 0 con la creencia de que el universo est conte- nido en un espacio reducido, ya sea en el espejo de un mago, ya en el Aleph de Borges. tipico. La e: «Por medio del pensamiento cientifico somos capaces de aleanzar el dominio de la naturaleza, en tanto el mito fra- casa en su objetivo de proporcionar al hombre un mayor poder material sobre el medio. A pesar de todo le brinda la ilusién, extremadamente importante, de que é! puede en- tender el universo y de que, de hecho, él entiende el uni- verso.» CLAUDE LEvESTRAUSS, Mito y significado Lo que habita debajo de la cama En cada cultura existié un hé Ivador de oe arquetipico, s: del Gran Diluvio: Noé para los hebreos, Mand en la India, Hunab Ku para los ma- todo un pueblo durante el cataclisrr yas y Gilgamesh para los acadios De la tradicién gética estadounidense destacan las historias de fantasmas de Henry James (Otr Nathaniel Hawthorne (El retrato de Edward Randolph, 8 ory El huésped ambi y Ambrose Bierce (Un vigilante junto al muerto y Visiones de la noche) vuelta de tuerca), Wakefield, El velo negro del pas CAPITULO 2 Dulces para los dulces THABIA UNA HISTORIA que me aterrorizaba de nina: en las afueras de la ciudad, donde a veces jugabamos, aparecia suspendida en el aire una luz roja en forma de pelota. La brillantez y su movimiento caprichoso atraian a los ninios que se revolcaban en los médanos. Siempre algdn nifto deseaba atrapar esa pelota y corria tras ella, pero cuando casi estaba a punto de atraparla la pelota rebotaba alején- dose més. Cuando el nifio desistfa y daba la vuelta para volver con sus amigos, descubria que estaba en un paraje desconocido. Nadie volvia a saber de él. Esta historia la contaba mi abuela. Cada vez que fbamos a la playa 0 a los médanos nos recordaba la cantidad de nifios que habfan desaparecido asi. Por supuesto, siempre se trataba del nieto de la amiga de una amiga o del hijo del amigo de su pri- ma. La supuesta cercania de los protagonistas le estampa- ba un certificado de veracidad al relato. A mi corta edad no tenia mAs opcin que creer en las historias de mi abuela. Tenia cuatro 0 cinco aitos cuando comenzé a asustarme con sus fabulas. éPor qué a mi més que a mis hermanos? No lo sé. Imagino que yo era un ptiblico mas amable y conocedor: solfa poner cara de es- 24 El horror en el cine y en la literatura panto, brincaba cuando ella hacfa efectos especiales con la boca, me mordfa las uilas mientras se acercaba el cli- max y al final del dia le pedia que me tomara la mano hasta que me durmiera. Mi madre la sermoneaba. Le exi- gia que dejara de contarme «estupideces» que después no me dejarian dormir, Pero siempre nos las arreglamos para continuar con nuestras sesiones macabras. Lo que mi abuela hacia era relatar leyendas, La leyen- da es una mezcla de ficcién y realidad. Su origen est en la tradici6n oral y el folklore. Es anecdética y guarda en si misma ensefanzas y moralejas, al igual que las fabulas, y es parte de la sabiduria popular, Las leyendas son anni- mas y van de boca en boca. No obstante, algunos autores usaron ese estilo popular para construir sus relatos, Gus- tavo Adolfo Bécquer, por ejemplo, me aterrorizaba por- que me hacfa creer que todo lo que contaba era real, tan real como las historias de mi abuela. Bécquer, desde lue g0, usurpaba, por decirlo asi, el estilo ancestral de todos los pueblos «Dulces para los dulces», reza una frase del que quiz sea el cuento més interesante inspirado en las leyendas urbanas, El texto pertenece a Clive Barker y se llama The forbidden, que sirvié de argumento para la pelicula Candy- man, ditigida por Bernard Rose. En el cuento, Helen visi- ta una peligrosa urbanizaci6n para la investigacién de su tesis: «Graffiti, semidtica de la desesperaci6n urbana». En sus pesquisas descubre aterradoras historias de homici- dios y decide averiguar su veracidad. Helen comenta es tos sucesos con su pareja y con amigos de la universidad, todos profesionistas destacados en sus respectivas Areas. Durante la cena se organiza un debate sobre las historias que Helen cuenta sobre lo que acaece en la calle Spector; Purcell, el de més incisivos comentarios, asevera: «Debes reconocer que hasta ahora no has encontrado un solo te: tigo. Esos hechos suelen ocurrir en una fecha indetermi- Dulces para los dulces nada, a personas indeterminadas. Son referidos en situa- ciones variadas. Con suerte, les ocurrieron a los herma- nos de los amigos de unos parientes lejanos», Lo que olvi- daban Helen y sus compaiteros es que las leyendas urbanas tienen una raz6n de ser importante en las sociedades. La premisa de Barker es intrigante: querer desmentir una le- yenda urbana puede alterar algiin tipo de orden, Barker le otorga a la leyenda un lugar de peso en las comunidades. La considera necesaria para la formacién de la sociedad Querer investigarla o trivializarla como un cuento inven tado por un grupo de gente «ignorante» es una falta de respeto tan grande que uno podria ser castigado por su propio escepticismo, ‘Todo se resuelve en un enfrentamie to ultraterrenal entre el pensamiento académico y autosuficiente y el folklore popular Las leyendas son cercanas al sentir de las comunid des rurales. Se mantienen a través de sus tradiciones y algunas todavia se conforman segiin sus propias leyes. Los pueblos echan mano de leyendas y de mitos para crear una conciencia patriarcal. Por esta raz6n los ancianos son sinénimo de sabiduria y autoridad. Guardan desde tiem- pos inmemoriales las verdades de su comunidad Cuando se dice que las leyendas tienen su origen en comunidades rurales parecerfa que los modernos citadinos estamos exentos de la capacidad de fantasear. Pero no es asi. The forbidden ocurre en las afueras de Londres, es una leyenda citadina, Debemos recordar que incluso las gran- des urbes estin conformadas por comunidades que tarde © temprano terminan creando sus propios relatos. Es lo que se conoce como leyenda urbana, Una leyenda urbana, al igual que una rural, va circu- lando de forma espontanea entre un grupo de personas y puede estar basada en algin hecho real y haberse defor- mado con la fantasfa y la imaginacién de sus transmiso- res. Leyendas urbanas son, por ejemplo, la creencia de 26 El horror en ef cine y en la literatura que Elvis Presley, Marilyn Monroe, Jim Morrison 0 Pedro Infante siguen con vida y que fingicron su muerte, hartos de la fama. Leyendas urbanas son las historias conspira- doras estadounidenses que inspiraron el programa televisivo Los expedientes secretos X. Una leyenda urbana famosa en la ciudad de México es la anécdota de unas hermanas que se mataron en un accidente en la carretera a Cuernavaca. Dice la historia que ellas se aparecen justa mente en el sitio del siniestro, en la curva conocida como la pera. Y si prestamos atencidn a leyendas anteriores, al- gunas contadas por los abuelos o los padres, nos daremos cuenta de que las curvas de las carreteras estén llenas de mujeres que visten de blanco o de negro y piden aventén en el mismo sitio donde murieron, Y qué decir del chupacabras, al que hasta un capitulo —muy malo, por cierto— se le dedic6 en Los expedientes éPor qué el ser humano crea relatos o distorsiona he- chos en cualquier medio en el que crece? Quiz4 porque estamos predispuestos a darle una explicacion a todo. Si Jos argumentos de la logica no son suficientes buscaremos las respuestas en nuestra subjetividad, en la imaginacién y en las narraciones informales. Y cuando el avance cien- tifico no esté a la altura de nuestros cuestionamientos, tampoco importard, siempre alguien tendré una explica cidn basada en el inconsciente colectivo. Con el mito sucede de manera diferente. Los mitos 4n relacionados con la creacién del mundo. Obedecen a las preguntas que el ser humano se ha hecho sobre s propio origen y el del universo. Los mitos tienden a ser casi los mismos porque los fenémenos naturales son simi- lares en cualquier parte del planeta: las mismas preguntas pueden arrojar respuestas parecidas. Asi, en todas las ci- vilizaciones antiguas existe un diluvio. Casi todas hablan de una cat4strofe semejante: sumerios, hebreos, indios, mayas, incas, Y aunque los mitos son considerados una Dulces para los dulces 27 tradicién oral alejada de la veracidad histérica, siguen sien do importantes porque hablan de la naturaleza interior del ser humano, del aspecto mistico y espiritual que no se satisface con explicaciones pragmaticas Los mitos no sélo obedecen a las respuestas que el hom- bre intenta dar a los fenémenos inexplicables: también son producto de su capacidad para fantasear y formar im4- genes, son producto de sus temores y su irrefrenable ima- ginacién. No obstante, aunque los mitos puedan muchas veces tomar la forma de destrucciones del mundo, inun- daciones, mesfas iluminados, profetas clarividentes, cas- tigos y recompensas, en otros aspectos sus interpretacio- nes pueden ser diametralmente opuestas Hablabamos del significado amenazador de la oscuri- dad, de cémo las sombras asustan y atraen al mismo tiem- po. Sin embargo, en Oriente la oscuridad es imprescindi- ble para que exista la belleza. Tanizaki Jo analiza en EI elogio de la sonbra, donde desconfia de la luz como bella en si misma y asegura que la belleza s6lo se aprecia a través de la oscitridad y las sombras: «Algunos creeran que la falaz belleza creada por la penumbra no es la belleza au- téntica. No obstante, [...] nosotros los orientales creamos belleza haciendo nacer sombras en lugares que de suyo son insignificantes» Era eso lo que nos hipnotizaba a mi hermano y a mi en la vieja casona. No la oscuridad per se, sino las formas y sombras que se aliaban en los meandros. Las siluetas que nos hacian elaborar nuestros propios mitos. Las pare- des eran tan altas y los rincones tan reducidos que la po- tencia de cada foco nunca era suficiente, apenas una luz amarillenta y fragil rociaba partes de la pintura carcomi- da. Y en aquellas esquinas donde no aleanz4bamos a mi- rar bien, y en aquellos escondrijos donde apenas cabi mos en cuclillas, nosotros fantaseamos universos y seres fantasticos. 28 El horror en ef cine y en la literatura Cuando mi hermano y yo quedébamos absortos en los recovecos oscuros y las esquinas mal alumbradas, sentia- mos temor. No podiamos ponerlo en palabras. Las sensa- ciones que galopaban en nuestros pensamientos nos ate- rrorizaban, pero al tratar de explicarlas no lo conseguia En ese momento era imposible estructurar un argumento concreto sobre el peligro que crefamos correr, Era s6lo Ia sensacién de acecho, La construccién venia después, cuan- do intentabamos recapitular lo sucedido y explicar la ra- z6n por la que salfamos corriendo. Entonces la imagina- cién entraba en funciones y nos ayudaba a crear, sin premeditarlo, todo un relato a partir de una simple im- presion. Mi hermano lo dejaba en Ja tradicién oral. Asus- taba a sus amigos con las figuras y los seres que nos perse- gufan en la casa de la abuela. Yo, por el contrario, pensé que seria més interesante escribir cuentos y, en caso de alguna desaparicin inexplicable, dejar alguna constancia de lo que nos habia ocurrido. En los tiempos sucesivos ocurrieron intensos terremotos € inundaciones, y en un solo dia, en una noche fatal, tod los guerreros que habia en vuestro pais fueron tragados por la tierra que se abr, y la isla Atlantida desaparecié entre las las, éste es el motivo de que todavia hoy dia no pueda recorrerse, sin explorarse este mar, porque la navegacién | encuentra un obstaculo invencible en la cantidad de limo que la isla deposité al sumergirse.» PLATON, Critias No sélo el diluvio ha estado presente en casi todas las cultu: ras antiguas. La creencia de un sexto continente llamado ‘Mu 0 Lemuria es parte de muchas leyendas, antiguas y con- temporéneas, En esta tradicién se ubican la Atlantida y, por supuesto, el Tridngulo de las Bermudas. CAPITULO 3 El horror tiene mil caras INVENTAR UNIV S y sus origenes es casi un ejercicio mitico. Por eso H. P. Lovecraft es considerado el padre del horror césmico en el medio literario. Creé, mediante una mitologia propia, una cosmogonia fantastica y verosimil Todavia hay algunos convencidos de la existencia del Necronomicén y de Abdul Alhazred. De éstos hablaremos més adelante. Al pensar en el horror debemos tomar en cuenta que el miedo es un sentimiento inherente al ser humano y que est relacionado con lo desconocidoy Cuando éramos ni- fios, mi hermano y yo temfamos a la muerte y fantasedba- mos con la posibilidad de ser inmortales, Al final de nues- tras conversaciones acordabamos que le tenfamos mucho miedo a la parca, pero de igual manera a la vida eterna, A esa edad, la idea que ter muchos seres aburridos sentados en las nubes pulsando el arpa. Lo que en realidad nos asustaba era la sensacién de infinito, A pesar de los av: amos de vida eterna era la de nces cientificos y las posturas racionales y materialistas, el cosmos sigue siendo inson- dable En ocasiones subiamos a la azotea y jugabamos a adi- 32 El horror en el cine y en Ia literatura vinar quién de la familia morirfa primero. La respuesta siempre era la misma: mi abuela, Relaciondbamos el oca- ida con la decrepitud del cuerpo. Cuando co: tarnos a muertes de niitos y adoles so de una menzamos a enfre centes, las apuestas empezaron a variar. Si intentara hacer una definicién del horror césmico diria que se caracteriza por introducir nuevos conceptos que no son corunes en los relatos del horror ordinario, y sus personajes, © algunos de ellos, son parte de dimensio nes paralelas 0 desconocidas. Lo que postula el horror césmico es el miedo al vacfo, a la inmensidad desconoci- da, Sus historias pueden estar repletas de nuevos dioses, entidades ignotas y malévolas éPor qué el temor a lo desconocido? He mencionado que es una emoci6n inherente al ser humano, pero si su- puestamente la mayorfa de la poblacién esta segura de la vida después de la muerte y de un ser bueno que «actita de formas misteriosas» y que nos acogera con bondad cuan- do muramos arrepentidos, épor qué persiste el temor? Quiza porque los seres humanos estamos disefiados para recordar con mayor intensidad el dolor que las alegrias, esto produce una sensacion de inseguridad. Solo la fe cie- ga es capaz de coneretar en un hecho la ilusién de un pa- raiso futuro. La bondad, el sacrificio y la piedad, entre otras virtudes, son parte de casi todas las religiones formales EQué otra cosa le quedaba al folklore tradicional sino la oscuridad y lo malético, la parte atemorizante del cosmos? El terror césmico es parte del costumbrismo primiti- vo. Sus ideas sobre la inmensidad han quedado grabadas en cr6nicas y escrituras sagradas. En la Antigtedad la gente no relataba historias s6lo por mérbido placer: crea- ba sus monstruosas cavilaciones y crefa en ellas. Nadie Jo transcribia para ensefarlo a sus amigos. Era una tradi- cién oral respetable. Hay pocos vestigios precisamente porque existen pocas transcripciones. El horror tiene mil caras 33 | horror césmico cobré gran fuerza en el Medievo Fue una que crefa en brujas, duendes y demonios, y con ellos vino el peor de los horror ta Inquisici6n. La Inquisici6n fue creada para perseguir a los herejes, y aunque no fue Justiniano quien la instituy6, en sus decretos del afio 555 se hablaba ya de la persecu- (én de los no cristianos y se sentaban bases juridicas para perseguirlos, La Inquisicién no perseguia propiamente a los judios, sino a los herejes, pues para exterminar a los judios y los infieles ya existian las sangrientas Cruzadas La historia de la Inquisici6n espaiiola se basa en la perse- cucién de moros y judios. En realidad, al cristianismo siem- pre le ha pesado el judafsmo, su hermano mayor, por te- ner éste mas arraigo y antigitedad toda Europa sumida en la ig- ‘poca oscurantista s: la San- La iglesia catélica tenta norancia y en la exacerbacién del sufrimiento como cami- no a la vida eterna, pero los papas vivian plenamente y rodeados de lujos. Segiin san Irineo, los médicos eran un invento de Satands, los enfermos debian curarse por obra de Dios y no utilizando yerbas ni ungtientos demoniacos Sin embargo, hacia el siglo XiII no habia potentado, noble © papa que no tuviera un médico musulmén de cabecera Los inquisidores no eran gente ignorante: basta men- cionar a Gonzalo Jiménez de Cisneros —quien ademas de haber sido fundador de la Universidad de Alcala de Henares fue uno de los hombres més cultos de su época—y a Fernando Valdés Salas —fundador de la Universidad de Oviedo—. Si ambos fungfan como censores de los libros era porque cumplian una funcién para el Estado. Seria una labor interminable relatar todas y cada una de las historias siniestras en que el protagonista cruel fue el tri- bunal del Santo Oficio: tortura, asesinato, impunidad y corrupcién eran ejercicios comunes de los pfos hombres de Dios en aquella época. Otros acontecimientos que labraron las leyendas m: 34 El horror en el cine y en la literatura cabras de Occidente son herencia de los rituales teutones y las historias de sacrificios celtas y de sus sacerdotes, los druidas. En ellas se da cuenta de los aquelarres, asam- bleas donde se reunian brujos y hechiceras. En el folklore occidental se fue legando de generacion en generacion ur extraiio rito de fertilidad que realizaban los campesinos de la Antigtiedad. Estos ritos llegaron hasta nuestros dias como las Noches de Walpurgis, llamados asi porque ese mismo dfa se conmemora a la santa Walpurga, abadesa dela orden benedictina fallecida en Alemania en 777 (aun- que no hay relacién entre esta religiosa y la celebracién de las brujas el 30 de abril). Para los festivales paganos son importantes tanto los equinoccios como los solsticios, y ambas celebraciones se cruzan, La ereencia en esta tradicién cultivé un acervo de le- yendas mégicas comespondlientes al horror cosmico, lo que propicié horrores tan reales como el famoso juicio de las brujas de Salem en los nacientes Estados Unidos El terror psicolégico es diferente, Pongo mi experien- cia como ejemplo. No recuerdo mucho a mi abuelo, pero si que le tenia miedo. Hace algunos meses, revisando un Album fotografico con mi padre, encontré una foto donde mi abuelo presidia una ceremonia masona. Lo que mas me impresion6 fue la capucha blanca que llevaba puesta en la cabeza, Acorralé a mi padre con preguntas. Como algo tan excepcional en mi familia habia estado soterra- do. Algo debimos de percibir de ninos, porque corriamos tan s6lo al escuchar su arribo, Era suficiente su silueta de casi dos metros de altura coronada por un sombrero de vaquero para que sintiéramos una opresion en el est6 go. Odiaba que me obligaran a saludarlo. El terror psicoldgico se basa en temores ocultos en el subconsciente. No tiene necesariamente elementos fan- tAsticos y su aliado principal es el suspenso, Mientras los rincones y escondrijos nos preventan de un mundo para- El horror tiene mil caras 35 Jelo habitado por monstruos, el abuelo nos sometia a una tensién muy parecida al suspenso. Su enorme estatura, su inolvidable sombrero de vaquero y la escopeta que luego regal a mi hermano son imagenes que me persegufan aun cuando él no se encontrara en casa. Nos gustaba espan- tarnos con el abuelo. Tan sélo su sombra reflejada en las paredes era gigante al lado de nuestras pequefias figur El gran ejemplo cinematogréfico del terror psicoldgi es Psicosis, dirigida por Alfred Hitchcock, con Anthony Perkins y basada en la novela de Robert Bloch, quien a su vez. se inspir6 en el asesino més retratado en el cine, Ed Gein. Este homicida, condenado por asesinar a dos muje- res, acostumbraba desenterrar cadiveres, utilizar los cré- neos de los cuerpos como tazones para sopa y curtir la piel para confeccionar mascaras que colgaba en la pared de su recdmara. También inspiradas por Ed Gein son Ma- sacre en cadena, de Tobe Hooper; Locura satdnica, de Jeff Gillen, y algunos personajes de la trilogia narrativa de Thomas Harris que posteriormente seria llevada a la pan- talla: El silencio de los inocentes, de Jonathan Demme; Hannibal, de Ridley Scott, y Dragén rojo, de Brett Ratner, entre otras peliculas recientes. Hablar de géneros y de subgéneros es una tarea con plicada, Una pelicula 0 un libro pueden tener elemente de varios de ellos, lo que hace dificil su definicién. Las lineas en ocasiones son tan delgadas que al decir género hablamos de un sistema codificado que ayuda a identifi- car el filme o la novela en cuestién, pero es el estilo del esctitor o el director lo que acaba por definir la obra, Un caso hibrido podria ser, por ejemplo, El resplandor, ditigi- da por Stanley Kubrick, con Jack Nicholson en una ac- tuacién sobresaliente y basada en la novela homénima de Stephen King. E! resplandor es terror pero también horror psicol6gico; est plagada de elementos fantasticos y al fi- nal permanece la duda de si el personaje encarnado por ra 36 El horror en el cine y en la literatura Nicholson, Jack Torrance, sufria un sindrome de aislamien- to y claustrofobia o habitaba en un hotel maldito, Si siguiéramos en busca de los subgéneros del horror podriamos escribir varios voliimenes sobre la materia, asi que sdlo destacaremos algunos y dedicaremos unos capi- sa los mas notables | horror gético es una suerte de horror clasico, Casi siem- pre hay una historia de amory una lucha entre el bien y el mal, y las historias se desarrollan en castillos ligubres Dracula y los demas vampiros estan relacionados con el estilo gético, y la novela que en 1764 inicié el género es El castillo de Otranto, de Horace Walpole EI suspenso est concebido para crear tensi6n en el es- pectador y se caracteriza por no ser explicito, por eso a Hitchcock se lo considera el amo del suspenso. En sus peliculas aparentemente no pasa nada y, sin embargo, to- dos sabemos que en cualquier momento nos haré saltar de la butaca La traduccion literal de la palabra inglesa gore en el diccionario es sangre derramada o coagulada, Por eso este cine esta plagado de baftos de sangre, y su cometido espe- cial es impresionar al puiblico por medio de artificios ex- plicitos, tal como lo hizo Gordon Lewis en Festén de sangre. padre del gore es Herschell Gordon Lewis. Para ver cine gore se debe tener estémago fuerte, ya que su fin es provo- car asco y repulsi6n. Y si a esto le sumamos el splatter, un subgénero dentro del gore cuya traduccion es salpicadura, también se necesitaran nervios de acero, ya que como su nombre lo indica, te «salpicaran» de mas sangre y visce- ras. El splatter es una auténtica carniceria humana El horror se ha unido a la ciencia ficci6n en algo que algunos llaman ficci6n terrorifica. Prueba de esto es una de las peliculas més aterradoras y asfixiantes, Alien, el octavo pasajero, de Ridley Scott. Aqui hay suspenso, gore, horror y ciencia ficcin, Podriamos seguir con la fantasia oscura, El horror tiene mil caras 37 que mezcla fantasia clasica con elementos terrorificos, como la siniestra version de Blanca Nieves en el bosque 1 gro, de Michael Cohn, con Sigourney Weaver en el papel de madrastra aterradora y diabélica. También esta el hu- mor negro, el cual se funde en algunas peliculas con muy buenos resultados, como en las filmograffas de Wes Craven, Tim Burton y Sam Raimi Una diferencia de género que conviene resaltar es la que existe entre el terror y el horror, porque a veces estas palabras se usan indlistintamente, si bien puede haber una leve diferencia: el horror es definido como“un movimiento interno? es asombro, y est4 mas ligado al suspenso, y el terror, en cambio, es basicamente miedo, espanto de for- ma més elemental. Para que quede mis claro relacione- mos a ambos con los procesos mentales que provocan, El horror produce miedo, un sentimiento que se forma con nuestras propias elucubraciones. Si alguien te dice que tu yecino tiene cara de criminal y a partir de ese comentario empiezas a sentir temor al verlo, estamos hablando de miedo. Pero si, camino a tu casa, ese mismo vecino te asalta de sorpresa con un cuchillo y dejas escapar un ala- rido inevitable, lo que te dieron fue un buen susto. El horror es un proceso mental. El terror es el sobresalto pro- ducido por un hecho particular.® Las subdivisiones podrian continuar, pero clasifi géneros es como querer encerrarlos y coartar el libre albe- drfo del autor, Una pelicula o un libro de horror deben ser leidos ignorando estas descripciones, porque la verdadera magia del horror est4 en dejarse llevar. Si eres alguien de- masiado objetivo nunca llegards a ser un verdadero amante del horror, Para disfrutarlo debes jugar a creértelo todo, a ser un poco niifo, un tanto adolescente. ar los 38 El horror en el cine y en la literatura . ] TEXTOS SELECTOS DE H. P. LOVECRAFT El caso de Charles Dexter Ward, Ciclo de aventuras ontricas de Randolph, El clérigo malvado, El abismo en el tiempo, El morador de las sombras, En las montaftas de la locura, En la cripta, El horror de Dunwich, El que acecha en la oscuri dad, El que susurra en la oscuridad, Los que tiempo, La sombra sobre Innsmouth. Robert Bloch casi siempre es recordado por su novela | Psycho, inspirada en Ed Gein y llevada al cine por Hitchcock. Sin embargo, en su juventud fue uno de los miembros de El __| Circulo Lovecraft y escribié relatos para Los mitos de Cthulhu Su cuento El vampiro estelar es de los mas aterradores. Pue des encontrar sus relatos en antologias como: Diez relatos de terror, El gran libro del terror. Una vez desnuda, dijo: «Seftores, he hecho todo lo que se dice de mi y levanto falsos testimonios contra mi misma, pues no quiero verme en semejante brete; plegue a Dios, no he hecho nada». Le dijeron que no levantase falsos testi- monios contra ella misma, sino que dijera la verdad. Empe- zaron a atarle los brazos; dijo: «He dicho la verdad; gqué tengo que decir?» Le dijeron que dijese la verdad y replicé: «He dicho la verdad y no tengo nada que decir», Le aplica- ron una cuerda a los brazos y la retorcieron y la exhortaron a decir la verdad, pero dijo ella que nada tenfa que decir Luego chillé y dijo: cDecidme lo que queréis, pues no sé qué decire [confesién bajo tortura de Elvira del Campo, Toledo, 1567-1569}. | CECIL ROTH, La Inquisicién espafola El horror tiene mil caras aera de la m: gia nos rodea por donde miremos, fejado de actuar la medicina griega tan libre de supersticio- nes en su época clasica. No se realizan experimentos y s6lo se guardan fendmenos milagrosos. La Naturaleza esta domi- nada por lo sobrenatural y no se le da crédito a nada que no se profun- dizan, y resulta sacrilego saber mas matematicas que las ne- cesarias para computar la fecha de Pascua. Las obr ipécrates, Aristételes y Galeno estan en el destierro, y su esté respaldado por alguna leyenda. Las sombri de legado esté en manos de los 4rabes» [manuscrito del siglo xii, Biblioteca Nacional, Parfs] «Durante casi cinco siglos, la Inquisicién hard reinar el te- rror en la cristiandad, perseguird las mas nimias e impalpa- bles desviaciones del dogma y de las costumbres establec das, llenaré las cérceles, torturara a mansalva y levantara hogueras donde quemara los cuerpos de pobres desdicha- dos para salvacién de sus almas, todo ello en nombre de Dios y de su santa Iglesia» FERNANDO SavateR, Heterodoxias y contracultura FILMOGRAFIA SELECTA SOBRE EL DIABLO El bebé de Rosemary, La profecia, De gunda parte), El exorcista, Los creyentes, Corazén saténico, La brujeria a través de los siglos, Una cita con el diablo, La esposa maldita, Satanic, Una hija para el diablo, El dia de la bestia, Baile con el diablo, La hermandad de Satands, El principe de las tinieblas, Pandemonium, la capital del in- jerno, Carrera contra el diablo, El anticristo, Sangre en la garra de Satan. (La profecta, se- 39 CAPITULO 4 scribir oculta TANTA IMAGINACION y tan profuso material para el ho- rror en la vieja casona inflamaron mis deseos de escribir En un principio fueron cuentos y novelas cortas, pero la intuicion me decia que esos textos no agradarian a mis padres, asf que inventé dos archivos, como los libros de finanzas que Tlevan los contadores para los negocios su- cios. En uno, que era el que mostraba a mis papas, escri- bia fabulas y cuentos relacionados con canciones de Los Beatles; los cuentos se Hamaban Sargento Pimienta, Cebolla de cristal © Rocky el mapache. A mi padre le gustaban mis relatos, aunque detestaba a Los Beatles y me reprendia por escuchar «pendejadas». Yo tenia nueve afios y trataba de convencerlo de lo maravillosos que eran, «Una bola de maricones y mariguanos», me decfa. Yo hufa ofendida a mi cuarto. La segunda carpeta jamas la habia mostrado, alli guardaba todo lo que a ellos no les habria gustado leer. Un dia, al llegar de la escuela, corri como siempre a mi Amara para sentarme frente a la vieja Olivetti. Descu- bri mi ropero con la cerradura rota. Tuve la sensacin de que unas manos frias distendian mi rostro. En ese mo- 42 El horror en el cine y en Ja literatura mento escuché mi segundo nombre en tono de regaitio absoluto. Acudi al Hamado que salié del cuarto de mis padres, Me recibieron sentados en la cama. Mi madre con cara de preocupacién y él con cara de rabia. Creo que él en realidad queria ocultar su miedo, Lanz6 la carpeta so- bre el colchén y me pregunté: «i{Qué madres es esto?!» A esa edad todavia me asustaban sus regaftos; s6lo bajé la mirada y no respondi una sflaba, De todas las historias que leyeron fucron dos las que provocaron su ira: una novelita corta que se Hamaba X, Y y Z, la familia esquizofrénica —supongo que a esa edad no entendia bien qué significaba esa palabreja pero seguramente la lei 0 escuché en algiin lado—, y un cuento titulado Feliz no cum- pleaiios. En la primera, un matrimonio que no se llevaba bien (mis padres mantenian una pésima relacién), con cuatro hijos (nosotros somos cuatro) y que le temia al hijo menor (yo soy la menor) era asesinado por éste con un hacha en un acto desesperado de c6lera, con especial saiia para el padre. El segundo texto era sobre un nifto que vivia recluido en un sanatorio mental y que escondia a todos sus amigos imaginarios en el armario; entre ellos estaba John Lennon. El nifto del cuento detestaba festejar su cumpleafios porque no disfrutaba la compaiia de las personas que asistian a sus fiestas, pero era feliz los res- tantes trescientos sesenta y cuatro dias celebrando su «no cumpleafios» con los amigos que habitaban el armario Entonces me llevaron por primera vez con una psiedlo- ga infantil, La mujer se lamaba Margarita y me trataba muy bien. Imagino que yo era la tnica paciente que le di- vertia y le significaba algtin especie de reto. Después de mi, habja una bola de niitos que no lograban aprobar el aio escolar. Estuve poco tiempo en esa primera terapia: a mis padres les parecié sospechoso que Margarita alentara mis fantasfas. Nunca supe dénde quedaron todos esos cuentos, sien el archivero de la psic6loga o en el cesto de la basura, ef Escribir oculta 3 El culpable directo de que intentara convertirme en una cuentista de horror fue Edgar Allan Poe, un escritor del que se ha dicho casi todo, pero es inevitable mencio- narlo en una crénica sobre el tema. Poe era de tempera- mento melancélico. Sufria grandes depresiones que in- tentaba aminorar con alcohol y drogas. Querfa ser poeta, pero por razones econdmicas le dedicé més tiempo a la prosa. Su vida fue tan estremecedora como sus historias; parecia estar cubierto por un manto trégico que lo llevé a terminar en la calle, como tantos dipsémanos indigentes. Soy enemiga de ver con romanticismo las desgracias o las historias tragicas de los escritores; no obstante, es inevi- table hacer mencién de ellas al momento de abordar sus vidas. Poe, el desventurado Poe, nacié el 19 de enero de 1809 en Boston; quedé huérfano a temprana edad; sus padres vivieron asolados por la tuberculosis. Algunas ami- gas que asistian a las obras de teatro de su madre lo reco gieron, al igual que a sus hermanos. A Edgar le tocé vivir con el acatidalado John Allan, quien se hizo cargo de él sin embargo, nunca pudieron llevar una relacién armo- , por el cardcter rebelde del escritor y las estrictas imposiciones del tutor. Las paginas de Poe estén impregnadas de su temprana vida en el sur de Estados Unidos; vivié cambios sociales que seguramente fueron determinantes en su obra: la es- clavitud, las leyendas de horror que contaban los negros y Ja guerra civil entre el norte y el sur. Gracias a la protec- Gin de Allan vivié y estudi6 una temporada en Escocia € Inglaterra. La fama de bebedor de Poe le viene de la into- erancia que tenia hacia el alcohol, pues bastaban solo unas copas para que cl escritor se convirtiera en Mr, Hyde. A pesar de ser conocido de forma popular por su obra narrativa, existe una parte fundamental dedicada a la poe- sia, género que Poe cultivaba: pueden leerse sus versos en , el escritor estado- Tamerln y El cuervo, Aun en la poes 44 El hortor en el cin e yen la literatura unidense mantenfa el estilo fantastico y opresivo que hizo célebres sus cuentos. Otro trabajo que no podemos pasar por alto es la novela Aventuras de Arthur Gordon Pym, en la que relata un viaje al océano Antértico; en esta obra la realidad termina apabullada por imagenes oniricas que llegan a confundir al lector Edgar Allan Poe debe su fama en gran rraciones extraordinarias, las cuales se publicaron en dos frag- mentos, uno en 1840 y el segundo en 1845. En ellos hay cuentos fantasticos y cuentos de horror, y quizé hasta el antecedente de la novela policiaca en Los erimenes de la calle Morgue. E] primer cuento que lei de Poe fue El corazén delator. Me impresioné la dualidad del personaje que comete el asesinato. Con frases que demuestran la racionalidad y la conciencia del acto que se comete —comparable a las de- claraciones de asesinos seriales del siglo xx—, Poe nos introduce a la pregunta que atin se hacen los especialist respecto de los homicidas: éestén locos 0 no? En El cora- z6n delator el personaje dice: «Es cierto. Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. éPero por qué afirman ustedes que estoy loco?» Recuerda a Ed Kemper, asesino miltiple confeso que en una entrevista hizo una declaracién de corte similar: «Al estar sentado con una cabeza en las manos sabia que estaba enloque- ciendo, y me dije: “Esto es una locura”. Pero luego pensé: ‘No, yo lo estoy diciendo y eso me hace no estar loco. Estoy cuerdo y tengo una cabeza decapitada en mis ma- nos” Ya en el siglo XIX, Poe nos acercaba al mundo del asesi- no racional: «iCon qué cuidado... con qué previsién... con qué disimulo me puse a la obra! Jamas fui mas amable con el viejo que la semana antes de matarlol», escribe en otra parte. Ademas de cuentista excepcional, parecia es- tar ensayando lo que después serfa una profesin en el arte a las Na- fseribir oculia 45 pi, la del profiler, experto que se dedica a realizar el perfil de los asesinos antes de saber quiénes son, y en la mayo- rfa de los casos con gran tino. Una de las caracteristicas de Poe que mis me ac rona él fue su terror a la oscuridad. Me parecié interesan- tehallar a alguien mAs que, a pesar de sentir tanto miedo, se aproximara a las historias de horror. A temprana edad se aficion6 a revistas goticas trimestrales que se editaban en Escocia y en Inglaterra. Asi como mi abuela me asustaba con sus relatos, Poe crecié inmerso entre la imaginacién folklorica de las nodrizas negras y las historias sobre ce: menterios y caddveres que se levantaban de sus tumbas Por si fuera poco, por las noches le pedia a Muddy, su nana, que no le soltara la mano hasta que se quedara dor- mido, tal como yo hacia con mi abuela. Pensé que habia encontrado a mi alma gemela De todos los cuentos de Poe, el mas recurrente y atemorizante es El gato negro, al que una mayorfa avasalla- dora de fans lo eligid como el relato mas fuerte y perverso de las Narraciones extraordinarias. En El gato negro Poe alu- de alos problemas que tenfa con la bebida. Julio Cortazar, en la escueta biografia que hace del autor a manera de prélogo en la traduccién que hizo de sus cuentos, escribe: rea Le bastaba beber un vaso de ron (y Io bebfa de un trago, sin paladearlo) para intoxicarse, Est4 probado que un solo vaso lo hacia entrar en ese estado de hiperlucidez mental que co vierte a su victima en un conversador brillante, en un genui- no «genio» momentineo. El segundo trago lo hundfa en la borrachera mas absoluta, y el despertar era lento, torturan- te, y Poe se arrastraba dias y dias hasta recobrar la normali- dad. culpable Poe, en El gato negro, narra cémo la ginebra e del terrible crimen que comete contra su fiel mascota 46 El horror en el cine y en la literatura Mi alma original pareci6 volar de pronto de mi cuerpo; una malevolencia, mas que diabélica, alimentada por la gi nebra, estremecié cada fibra de mi ser. Saqué del bolsillo det chaleco un cortaplumas, lo abrf, sujet la gar giienza, me abrasc 2 la pobre bestia por ojo! Siento ver- , tiemblo mientras escribo de aquella con- anta y ideliberadamente le saqué u denable atrocidad. Mucho mas habria que decir de Edgar Allan Poe, pero el cometido de esta crénica es hacer un recorrido general del horror en la literatura y el cine. Mi relacién con Howard Phillips Lovecraft fue dife- rente. Me gustaban sus historias, pero cuando empecé a leer sobre él me parecié que podfa ser gran amigo de mi abuelo, En algunas cartas muestra un desprecio total por los judios; odiaba a los extranjeros y a la gente de otras No obstante, al final de sus dias se retracté de sus ideas racistas. En el transcurso de su vida nunca traté mal a nadie por su raza y terminé casandose con una judfa Era un personaje contradictorio, quiz4 incongruente en- tre sus dichos y sus hechos. Por mi parte, no hubo identi- ficacién posible con el grandulén de Providence. Sé aus en algiin momento me alicioné al té por creer que Poe y él ingleses; sin embargo, la anglofilia de Lovecraft me parecia pedante. En realidad no la entendia, era muy jo- ven para sentir simpatfa por alguien como él. Admiraba su genialidad y sus conocimientos, pero no habfa la mis- ma empatfa que con mi amado Poe. La aversién de Lovecraft hacia el alcohol me pareefa ridicula. Yo nact en el seno de una familia donde se bebia con naturalidad, Mi abuela materna no perdonaba su jerez ni su copa de vino en la comida. A mi abuela paterna, la de las historias de horror, le gustaba beber whisky o ron derecho antes de comer. Mi padre nos habfa enseiiado que los pescados y los mariscos se acompaitan con vino blanco 0 cerveza, ya los nueve afos me servian medio vaso de cerveza cuando al razas, gscribir oculta 47 cocinaban delicias marinas. Las aseveraciones de H. P. me parecfan exageradas y exhibicionistas, El afirmaba que las bebidas alcohdlicas embrutecen y degradan al ser huma- no, lo cual me parecfa una contradiccién cuando él mis- mo consideraba al ser humano un género degradado en si. Lovecraft presumfa que durante generaciones en st familia no se probé el alcohol y que le molestaba tan slo ca su aroma Otra cosa que me disgustaba de Lovecraft era la repul- sién que sentfa por la vestimenta de luto. Algunos de sus pidgrafos cuentan que cuando muri6 su abuela, las Phillips yistieron como lo exigia la ceremonia, pero el nino Lovecraft sentia repugnancia y en ocasiones pegaba pape- les de colores en sus ropas para darle algo de vivacidad 2 Ja indumentaria H. P Lovecraft nacié en 1890, ochenta y un afios des- pués que Poe. Fue un nifio precoz de memoria asombrosa que a los siete anos recitaba frases en latin, Su obsesion por lo esquematizado y Ia exactitud fue probada el dia que decidié incendiar un prado vecino. Cuando se le re- prendié por lo que habia hecho afirmé: «No estaba ha- Giendo un gran fuego, queria incendiar s6lo un pie cua- drado» ‘los tres aitos, Lovecraft disfrutaba escuchando cuen- tos fantasticos ¢ historias de hadas y era asiduo a los rela- tos de los hermanos Grimm, que leyé a la edad de cuatro Cuando descubri6 Las mil y una noches le dio por jugar los arabes, y en ese juego alguien le sugirié el nombre de Abdul Alhazred, que utilizaria mas tarde en sus alusiones al Necronomicén. A pesar de ser um escritor criticado por su estilo y el abuso de adjetivos que é mismo terminé asu- miendo, la gran magia de H. P. fue el poder de relatar cualquier cosa con tal verosimilitud que hacia dudar a los lectores (también uno de tantos atributos de Jorge Luis Borges). Asi como algunos se preguntaron si en algiin 48 El horror en el cine y en la literatura momento de la historia de la humanidad existié algdin mado Uqbar, hay quienes en la actualidad asegu- ran la existencia del Necronomicén y de Abdul. De una vez por todas: el libro no existe, es una invencién del padre del horror césmico, una invencién de tal magnitud que ha sido explotada en otras historias, en el cine y por cré- dulos que insisten en la autenticidad del libro. La idea del Necronomicén nacié en un circulo de escrito- res conocido como el Circulo de Lovecraft, del cual H. P. era el eje. Entre todos armaron una bibliograf tia que sustentaba el ciclo mitolégico de Cthulhu. mera mencién fue hecha por Lovecraft en un relato a- mado El lugar Ila EI sabueso (1922), pero también lo menciona de forma velada en La ciudad sin nombre (1921). Y por si toda Ja bibliograffa imaginaria no hubiera sido suficiente, el Circulo de Lovecraft se anoté la gran idea de seguir a tra- vés de la historia el destino del libro escrito en 730. Se- giin sus «investigaciones», en el aio 950 fue traducido por un griego Hamado Theodorus Philiteas y en 1050 hubo una versién en latin realizada por Olaf Wormius. Aparen- temente, estas versiones fueron destruidas, pero se cree que alguna de ellas fue salvada y editada en Toledo en el siglo XVII Asf como Poe es mucho mas que las Narraciones e traordinarias, Lovecraft es atin més que el Necronomicén Su obra no sélo puede abordarse desde los mitos de Cthulhu, sino también desde otras dos etapas diferentes: los cuentos oniricos y los cuentos de Nueva Inglaterra Prueba de ello son El caso de Charles Dexter Ward, En las montaiias de la locura y El que acecha en ta oscuridad, por algunas obras en las que el mito no es mencionado. Se piensa que su gusto por la fantasf clividad ala creaci6n de mitos se debié a su aficién a la mitologia griega y romana, lecturas de su temprana infancia. Como 4 mismo lo dice en una autobiograffa: «Dejé de ser un gscribir oculta 49 frabe y me transformé en romano.» H. P. ejercfa una autocritica implacable, Catalogé como basura sus prime- ros textos fantdsticos y destruy6 todos, a excepcién de dos: La bestia de la cueva y El alquimista Lovecraft no pudo asistir a la universidad dada su fi gil salud. Se apoyé en un tio médico, que era un erudito en ciencias, y aunque lo orienté hacia la medicina, aos después se decidié por Ia literatura. Como escritor, Lovecraft ha sido alabado y también criticado con dure- za. Su legado fantastico est4 lleno de inquietantes y her- mosos relatos. Los lectores imaginativos y avidos de mi- rar el mundo a través de los ojos de la imaginacién lo recordardn no s6lo como un escritor, sino como un crea- universos, un alquimista moderno: indiscutible- padre del horror césmico. dor d mente cl = En la década de los sesenta, Roger Corman les dio un nuevo rostro a los relatos de Edgar Allan Poe. El rey de la serie «By realiz6 varias adaptaciones de las Narraciones extraordina- rias al lado de su actor fetiche Vincent Price. La caida de la casa Usher, El pozo y el péndulo, La tumba de Ligeia y La mascara de la muerte roja son tan s6lo algunos de los tradu- cidos al cine bellamente y de forma casi artesanal. Después de las adaptaciones de Corman se produjeron algunas otras versiones sobre textos de Poe; cabe destacar: El gato negro, de Lucio Fulci; Los ojos del diablo, dos relatos dirigidos por Dario Argento y George Romero; Los crimenes de Usher, de Jess Franco, y El pozo y el péndulo, de Stuart Gordon, 50 El horror en el cine y en fa literatura John Douglas y Robert Ressler son los pioneros de la perfilacién criminal del Fst, En su carrera han trabajado con asesinos como john Wayne Gacy, Ed Kemper y David Berkowitz (El Hijo de Sam). En una entrevista realizada por Amy Goldman, Douglas hace una descripcién de su trabajo en el FBI: «La perfilacién criminal es una reconstruccién del comportamiento de un sujeto desconocido a partir del and lisis de las pruebas de la escena de un crimen, de la autop- | sia, de las fotografias del lugar del crimen y de los informes | preliminares que realiza la policia. También es muy impor- tante el andlisis detallado de la victima. Posteriormente se contrasta toda esa informacién. De esta manera, yo intento hacer un diagnéstico de cada caso particular: jqué es lo que motiva al criminal y qué persona pudo haber cometido ese tipo de crimen?» [entrevista completa en galeon.hispa comlpsicopatasth7-49. htm] Roger Corman es sinénimo de cine exprés y peliculas de serie «Be, Como director y productor se ha involucrado en mas de cuatrocientos filmes, casi todos de bajo presupuesto y realizados a una velocidad todavia inverosimil para otros | cineastas. Corman ha dirigido todo tipo de géneros: histo- rias de motociclistas rebeldes como Los Angeles salvajes, donde actiia Peter Fonda; relatos sobre génsters, como Mama sangrienta, protagonizada por Robert De Niro; cintas de hu- mor negro, como la inolvidable Tiendita de los horrores (rea- lizada en tan s6lo dos dias); melodramas como El intruso, sobre el problema de la integracién racial, y por supuesto las peliculas basadas en las Narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe, Pero el nombre de Roger Corman no s6lo estd ligado a peliculas de bajo presupuesto, sino también a la fuerte tradicién de grandes directores en Hollywood. De la mano de Corman despegaron las carreras de Martin Scorsese, Johnatan Demme, Jack Nicholson, James Cameron, Ron Howard, Joe Dante y Francis Ford Coppola. El legado scribir oculta de Roger Corman a la cinematograffa no queda ahi. Otra de sus preocupaciones ha sido dar a conocer el cine ex tranjero en Estados Unidos. Corman fue el responsable de la entrada a ese pais de cineastas de la talla de Akira Kurosawa e Ingmar Bergman, dato curioso para quien solo lo conozca como el rey del cine basura. CAPITULO 5 La novela gética CUANDO PIENSO EN LO GOTICO recuerdo una entrevista ue le hice a German Robles, el inolvidable Duval (Karol de Lavud) de la pelicula El vampire, ditigida por Fernando Méndez y escrita por Ramén Ob6n, El vampiro es una de mis peliculas favoritas. No obstante, debido a mi inexpe- riencia como entrevistadora, debo decir que entré con el pie izquierdo. Liegué hablando sobre esa pelicula y di- Giéndole que lo queriamos entrevistar para un dossier «g6- tico» que se publicarfa en la revista de la que entonces yo era editora Aun actor de su trayectoria y de notoria erudicién en temas de arquitectura, historia y literatura debié de pare- cerle ofensivo que su entrevistadora se centrara tinicamente en ese aspecto de su trabajo. De la entrevista sali casi re- gatiada. Me increp6 porque a un género literario se le co- nociera de esa forma si nada tenia que ver con los godos, ya que de ahi procede el nombre. Recuerdo que dijo algo ms 0 menos asi: «Si alguien empieza a escribir historias desarrolladas en carnicerias, dirfas que hay un género carni- cero». Quise decirle que yo no bauticé el género con ese nombre y que de hecho jams me habia cuestionado 54 horror en el cine y en fa liters era cor ba frente a cto o no hablar de novela gética, pero como esta- I conde Duval y no frente a German Robles me quedé sin Sali desalentada del infortunado en- cuentro con el vampiro mas cachondo que haya pasado por el cine, més atin que Christopher Lee, Frank Langella y Gary Oldman Para hablar de novela g6tica hay que decir de donde proviene el nombre, aunque para el conde Duval sea una descripcién errénea. Efectivamente, si se busca en el Dic cionario ideolfgico de la lengua espaitola, de Julio Casares, se encuentra Gitico, ca: adj. Perteneciente a los godos, Aplicase a lo escrito © impreso en letras gOticas. Gético flam{gero: Arq. Dicese del estilo caracterizado por adornos ms 0 menos semejantes a Jas ondulaciones de las llamas, Yes por la acepcidn arquitecténica que al género litera- rio se lo llamé de esa forma. La novela gética se desarrolla dentro de una ambientacién oscura iluminada con velas, en castillos sombrios, bosques tenebrosos, escenografias medievales, calabozos, sétanos y criptas poblades por fan- tasmas, demonios y hermosas doncellas en apuro: El castillo de Otranto, de Horace Walpole, publicada en 1765, es considerada la primera novela gética. Al género como tal se lo supone muerto en 1815 con Melmoth, ef errabundo, de Charles Maturin. Pero estos datos corren el riesgo de encasillar el gotico. Haciendo una analogfa con la fisica clisica y la fisica cud encontraremos que mientras la primera se rige por el determinismo y otros postulados inamovibles, los cudnticos han demostrado que hay problemas en Ja fisica que no pueden ser resueltos con los rigidos enunciados de Newton y Maxwell. Eso abrié caminos hacia otra dimensi6n y estimulé mentes como las de Einstein y Bohr. De la misma forma, habria’ La novela gética ue decir que el trabajo gético puede rastrearse hasta la actualidad y que ya no son necesarios los castillos tene- cientes los pasadi- brosos y las criptas htimedas: son su zos mentales y la oscuridad de las almas, aunque éstas no sean escenografias concretas y palpables como las que saban los primeros escritores de novelas goticas Los contenidos sobrenaturales entraron en [a literatu- ra formal de la mano de William Blake, en algunos poe- mas de Keats y en la tragedia Fausto, de Goethe. Estas introducciones les dieron un cardcter serio a los temas fantasmales y demoniacos, pero definitivamente el fun- dador de la novela gética es el irlandés Walpole, quien or cierto residia en un castillo de estilo gético en Straw- berry Hill La comparacién con la fisica sirve para mostrar como la cuadratura y las definiciones suelen entorpecer la evo- lucién de las ideas. Todo lo que se intenta tipificar y defi- nir, a la larga puede convertirse en obstaculo; asi ha suce- dido con la fisica, que es una ciencia exacta, y sin embargo, écuantos retrocesos en la ciencia no han sido provocados por criterios rigidos? Tratemos de hablar de la novela gética sin confinarla solamente al siglo XVIII. La novela gotica es casi siempre simbélica. Hurga en lo més profundo de las mentes y tra- duce a formas sobrenaturales las preocupaciones inheren- tes al ser humano: la soledad, nuestra propia oscuridad, el miedo, la incertidumbre del futuro, la muerte y, por su- puesto, la indagacién sobre la naturaleza humana. El g6- tico casi siempre es roméntico, y como tal desprecia la parte miserable y mezquina de la humanidad. Muchas veces el narrador es un misdntropo encubierto, tan encu bierto que quizé ni él mismo lo sabe. Por eso crea realida- des paralelas, donde encuentra o inventa otro mundo con otras leyes que no son las del hombre. Nos ensefia que a veces son mis sensibles y nobles sus creaciones monstruo- 56 El horror en el cine y en la literatura sas; el moderno Prometeo de Mary Shelley tiene superio- ridad ética sobre el pretencioso doctor Frankenstein, La existencia del diablo y su maldad es una propuesta firme de su contraparte buena y divina. Y todas estas premisas pueden encontrarse atin en escritores actuales, En la cinta Entrevista con el vanpiro, de Neil Jordan, basada en la novela del mismo nombre de Ann Rice —y con guion escrito por ella misma—, hay un vampiro bue- no que a pesar de su naturaleza se niega a matar a los hombres y prefiere alimentarse de ratas, y en casi toda la filmografia de Tim Burton encontraremos que ese otro diferente, alejado de los estdndares sociales, tiene mas sensibilidad que las hordas que deciden destruirlo sélo Por ser distinto; por ejemplo, en El joven manos de tijera. Ya que a los estudiosos les encanta encasillar y definir —basicamente para tener una referencia para sus investi- gaciones y criticas—, podriamos hablar de diferentes tipos de textos géticos. Para algunos existe la moderna novela gética, con Poppy Z. Brite y Ann Rice como expo- nentes. Otros hablan de un gotico futurista. Un ejemplo podria ser Blade Ruwmer, de Ridley Scott, la adaptacién de ¢Suenan los androides con ovejas eléctricas?, el clasico relato de Philip K. Dick. Esta historia es considerada una de las mejores obras de la ciencia ficcién —en especifico del ciberpunk—, pero la adaptacién cinematogréfica bien po- dria ser una suerte de gotico futurista Blade Runner es umbrosa, melancélica y romantica. Ha- bla de la oscuridad del ser humano. Contrapone la cruel- dad del hombre contra la generosidad del replicante. Es una parabola de la soledad y del sentimiento de abando- no de los seres ante sus dioses, siendo el creador de replicantes una alegoria del dios de los catélicos La mxima exponente de la novela gotica es sin lugar a dudas Ann Radcliffe, quien fue duramente criticada por darles una explicacién natural a los espantos que pobla- Lanovela gética pan sus escritos, Radcliffe en cierta forma renové la nove- Ja gética llendndola de terror y suspenso. Alejada de los estilos mAs laboriosos y barrocos, esta escritora apostaba més por baldes de sangre y gemidos inexplicables en sota- nos perdidos. Era la maestra del efectismo para crear vi- siones de horror verdaderamente aterradoras que hacian palidecer a sus antecesores. Pero siempre, al finalizar cada historia, sucumbfa a las explicaciones de los sucesos so- brenaturales, como una especie de Scooby Doo del siglo xvill. Radcliffe escribié seis novelas; la mas famosa de ellas es Los misterios de Udolfo. El éxito de esta escritora convocé a una hilera de imitadores; el mas destacado fue el estadounidense Char- les Brockden Brown. Este hace a un lado los elementos goticos formales y sittia sus historias en los modernos cenarios de la América anglosajona. Su manejo de las d cripciones mentales es superior al de la escritora inglesa, y por fortuna no cayé en la tentacién de darles una expli cacién naturalista a los acontecimientos ultraterrenales. Una obra destacada de Brockden es Wieland o la transfor- macién, en la cual un granjero radicado en Pennsylvania asesina a su esposa y a sus hijos en un estado hipnotico producido por su fanatismo religioso y unas supuestas vo- ces que sélo él escuchaba. Maturin, creador de Melnoth, el errabundo, y con el cual segtin los puristas termina la novela gética, es el colofén de este capitulo porque su novela es un caso especial Balzac comparé a Melmoth con el Fausto de Goethe y el Manfredo de Byron. Consideré esa novela de tal impor- tancia que escribié un cuento titulado Melmoth reconcilia- do. Maturin también fue admirado por Baudelaire, y Oscar Wilde, en su exilio en Paris, usé el sobrenombre de Sebastian Melmoth. Todo esto hace de Melmotit, el errabun- do una novela capaz de romper con las esquemiticas divi- siones de la literatura, El horror en el cine y en Ja literatura novela gotica destacan: Isabella, de E/ castillo de Otranto, de Horace Walpole; Emily, de Los misterios de Udolfo, de Ann Radcliffe, y Antonia, de El monje, de M. G. Lewi xl cine de terror, los éxitos de Stephen King o Peter Straub, los noticieros televisivos, la prensa amarilla, los talk-shows, las telenovelas latinoamericanas, en otras latitudes y en otro formato, son reencarnaciones del gético. En la novela géti- ca, el victimario termina como victima y el orden es resta- blecido, cumpliendo las formas y las normas, luego de transgredirlas. En el gético de los siglos posteriores el orden es perturbado y nunca restablecido, porque el gético ya es parte de nuestro modo de vida. El terror siempre estuvo allt s6lo se trata de aguardar a que surja, o ira buscarlo. El goti- co es el lenguaje del terror, hablado por victimas y victim: rios.» EDUARDO GIORDANINO, Estirpes malditas: victimas y victimarios en la novela gotica [www.otrocampo.com! festivales/pnegra2000lestirpes.html). H. P. Lovecraft, en su libro £! horror sobrenatural en la lite- ratura, hace un recuento y un breve analisis de autores ins- critos en la tradicién del horror en las islas briténicas. Esta es tan sélo parte de su seleccién: Rudyard Kipling, Ef cuento més hermoso de! mundo; Lafcadio Hearn, Historia de Ming Yi; Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray; Matthew Phipps Shiel, La mansién de los ruidos; Richard Marsh, The beetle; William Hope Hodgson, La casa en el confin de la tierra; George Macdonald, Lilith; Arthur Conan Doyle, El horror de Ia alturas, y Clemence Housman, The werewolf. CAPITULO 6 El horror por otros lares TARDE EN DESCUBRIR a otros escritores de horror que no fueran ingleses 0 estadounidenses. Mi lectura estaba cir- cunscrita a buscar el miedo, y en esa encomienda me alejé de muchos autores. Incluso cuando cumpla con las lectu- ras de los talleres literarios, paralelamente siempre lefa algdn libro de horror, Era inevitable que en mi mochila estuviera la nueva novela de Stephen King 0 alguna anto- logia con autores como Peter Straub y Ramsey Campbell. La otra lectura que estaba acaparando mi atenci6n en aquella época era sobre las guerras y sus miserias. A pesar de mi desesperada necesidad de aislarme del mundo con la ayuda de la lectura fantdstica, algo dentro de mi me exigfa conocer la historia belicista del hombre. Comencé las lecturas sobre las Cruzadas, las dos Guerras Mundia- les, la Santa Inquisicién, el militarismo en paises como Chile y Argentina, la matanza de Tlatelolco. Nunca el horror literario me parecié mas ingenuo. El verdadero horror provenia del hombre y las sociedades que inventa- ba. Abandoné mis lecturas de horror sobrenatural por al- gtin tiempo porque me parecié tonto. Busqué otro hobby. A los catorce afios me dio por coleccionar huesos. Al 60 El horror en el cine y en la literatura lado de mi casa vivian unos estudiantes de veterinaria a quienes les pedia que me regalaran los huesos que no ne- cesitaran, Como mi hermana les gustaba, me daban lo que escogia: fémures de caballos y patitas de perros 0 ga- tos. Mi hermana no entend{a mi gusto por los huesos, tampoco por qué en ese entonces mi lectura se limitaba a libros de historia, Ella me molestaba mientras yo leia. Pero era consciente de que al terminar de leer no debia hablar- me. Yo quedaba de pésimo humor y no soportaba la més minima broma. Aunque de adolescentes no nos compren- dimos muy bien, ella aporté dos objetos valiosos a mi colecci6n: una mano y un créneo que consiguié con un amigo de la Facultad de Medicina. Bauticé la calavera con el nombre de Pancracia Un dia, al regresar de un viaje a la ciudad de México, me sorprendi6 descubrir que mis huesos ya no estaban Discuti airadamente con mi padre, reclamandole que esos huesos hubieran ido a dar a la basura al igual que mis primeros cuentos y aquellos libros de horror con tapas duras y letras doradas. El, que habia comenzado a descu- brir en mia una bestia incontrolable, quiz4 por el poster del demonio de Uriah Heep que tenia pegado en la entra- da de mi cuarto con la leyenda «Prohibida la entrada, abominos descansando», traté de suavizar las cosas des- viando la discusién hacia el tema de la santeria e inten- tando convencerme de lo peligroso que era conservar a Pancracia en casa. Se sent6 en el piso para relatarme algunos hechos te- rribles que le habjan acontecido por guardar partes hu- manas. Conforme avanzaba, la historia iba subiendo de tono; hasta llegé a hacer efectos especiales con la boca como lo hacia mi abuela, en las partes donde describia tormentas terribles y vientos incontrolables. Yo sabia que mentfa y que reconstrufa las anéedotas con fragmentos de ideas raras y sus creencias santeras. Decidi no conti- Elhorror por otros lares 61 nuar el pleito por el paradero de Pancracia y escuchar aten- ta el desenlace de su relato, Fue en ese momento, y s6lo entonces, cuando descubri que en realidad no éramos tan diferentes y que ya no le tenia miedo. En los talleres de lectura nunca conversaba. No me gustaba participar: era un bulto. Hubiera podido quedar- me a leer en casa, pero siempre he necesitado algo que me dé el orden y la estructura que me cuesta tener. Mis ideas y pensamientos siempre han sido cadticos. Acostumbra- a apilar al lado de mi cama libros sin terminar porque ya habfa empezado otros. La parte de mf que buscaba orden asistia a talleres literarios. La otra parte, la que no sabia en qué momento cruzaba la calle, ocultaba los libros de Stephen King. Los escondia porque despreciaba ese desor- den mental que por alguna raz6n asociaba con el género del horror. Al hacerlo, desvalorizaba el género ‘Mea culpa. Por algtin prejuicio que en realidad no sé de dénde provino, me avergonzaba todo aquello que segiin yo me hundia en el caos. El horror sobrenatural qued6 confinado a los recuerdos de mi infancia, a una literatura de segunda categoria, Tardé en descubrir mi equivocacion Tal ha sido la importancia del horror y su calidad de he- rramienta para fabular, que existen relatos de miedo en todos los continentes y también en escritores convencio- nales que intentaron introducirse en los pasillos del te- rror fantastico. El topico sobrenatural entré a la literatura durante el romanticismo, Este movimiento literario incluy6 temas que estaban alejados de la literatura gracias al racionalismo del siglo xvull, Pensadores como Rousseau, que celeb ban la individualidad y la libertad del «sentir», sirvieron de inspiracién a los escritores de esta época, La recupera- cin de cuentos antiguos y populares también fue una influencia para el periodo romantico en Europa A principios del siglo XIX surgieron en Inglaterra las 62 El horror en el cine y en la literatura bases del manifiesto romntico en la literatura. Empez6 a darseles importancia al sentimiento y a la imaginacién febril y hubo un alejamiento de las formas literarias con- vencionales. Ahora son mas importantes las emociones que el raciocinio y la légica, y se le da rienda suelta a la imaginacion por encima de la raz6n y la ciencia. En Inglaterra proliferaron las historias de fantasmas. Sus autores conseguian crear atmésferas opresivas que producian angustia en los lectores. Este artificio fue lo- grado con maestria por autores briténicos como M. R. James (autor de los relatos El grabado, Cuando anochece en el parque y El dlbum del candnigo Alberico, incluidos en el volumen ‘rece historias de fantasmas) y Hugh Walpole, des- cendiente de Horace Walpole. También los estadouni- denses Ambrose Bierce, Nathaniel Hawthorne y Henry James, con su inolvidable Otra vuelta de tuerca, consiguie- ron crear una angustia similar con Jo sobrenatural y lo desconocido El relato fantastico francés era mas sutil, pero no por eso menos efectivo. Mencioné ya el Melmoth reconciliado de Honoré de Balzac. La obra de corte fantastico de Balzac s breve; no obstante, pueden encontrarse atisbos fanté ticos en gran parte de sus novelas y cuentos. El personaje de Melmoth, una especie de Fausto que tiene como as a su fayor no haber firmado con sangre y el poder de tentar a otros hombres ambiciosos, es enfrentado por Balzac contra un cajero honesto y responsable, uno de esos «pi- ratas lamados banqueros», como él los describia Otro caso sobresaliente en la literatura fantastica fran- cesa es Guy de Maupassant. Algunos creen que su liter tura fue producto de su estado mental, pero el creador de EI horla siempre estuvo seducido por los mundos imagi- narios, «No crean ustedes que he podido suponer por un instante en esta aventura algo sobrehumano —dice el se- for Bermutier en La mano para demostrar su escepticis- El horror por otros lares 63 mo— pero si en lugar de utilizar la palabra sobrenatural ara EXpresar eso que NO se comprende usaramos el vér- mino inexplicable, sex mucho mejor» En el siglo xix, la supersticion y la fantasi quedado relegadas entre romanticos se encargaron de mantenerlas con vida en la poe sfa. El camino ya estaba abierto gracias.a la novela gética y a las historias sobrenaturales de los roménticos alemanes. E diablo se convirtié en emblema romantico. El angel caido ahora era compadecido y consolado. Baudelaire, en sus dia- rios intimos, afirma: «£1 mas perfecto ejemplo de belleza vi- ril es Satin, a la manera de Milton». Lord Byron decidié en- carnar su esencia maldita e inspiré el vampiro de Polidori Todos sucumbieron ante el hechizo de la noche: Milton, Flaubert, Goethe, Maupassant, Gérard de Nerval, Lord Byron, Baudelaire... parecian haber os campesinos. No obstante, los «Es en el siglo xix (desde el romanticismo, aproximadamen- te) cuando el artista, forzado por una sociedad industrial y burguesa que lo margina mas que nunca, toma conciencia de su propia marginalidad, y la acepta. Y surge el escritor maldito, que se cubre de galas y suntuosidades para mas acentuar su desdén al mundo habitual, su aristocratica disi- | dencia[...]. El ocultismo, por ejemplo, tuvo en esa época un auge extraordinario, Casi todo era simbolo de otra realidad, y las sociedades secretas, con lo que conllevan de misterio en si, mas alla de sus estrictos postulados, unian a muchisi- mos intelectuales y hombres inquietos.» LUIs ANTONIO DE VILLENA, Heterodoxias y contracultura Monstruos en el cléset Vampiros: el erotismo esta en la sangre CUANDO EXT ERMINARON los mutciélagos del palomar le- gué a extranarlos. Si bien me parecfan repulsivos, en cier- to sentido también me agradaban. Eran inofensivos. Me daba pena verlos arrastrarse. En todo caso, jams entendi la relacion entre la majestuosidad de Dracula y su encar- naci6n animal, el murciélago. Lo cierto es que el mito moderno del vampiro, el vam- piro como lo conocemos a través de Bram Stoker, esta alejado de las leyendas originales. El escritor irlandés tuvo la visin de unir un personaje histérico como Vlad Tepes con los cuentos magicos de la sangre y sus devoradores. El mito del vampiro es tan ancestral Como el poder ritual que el hombre antiguo le confirié a la sangre. La sangre es Ja esencia de la vida. Las tribus celtas la utilizaban para cerrar pactos. Los pueblos del continente americano crefan en los sacrificios que ofrendaban a sus dioses, al igual que los antiguos griegos que degollaban animales para obte- ner favores del Olimpo. La idea de la vitalidad de los flui- 66 El horror en el cine y en la literatura Monstruos en el cléset 67 dos corporales no es privativa de la sangre. Para el pueblo des colmillos que se alimentaban de seres humanos. judio, el desperdicio del semen es una falta castigada y tras leyendas de vampiros provienen de la region de conocida como «el pecado de Onan». No obstante, en log Jos Balcanes: all son conocidos como viokoslak 0 murony. ritos siempre result6 mas atractiva la san, Los serbios les Ilaman mulos, siempre visten de blanco y El concepto del vampiro es tan inmemorial como él eambulan de dia y de noche, y no s6lo beben la sangre género humano, aunque no se le conocéa con el mismo ge sus victimas, también acostumbran comérselas. El nombre, La idea central es ésta: son seres que se alimens siieubo (demonio femenino) y el fucubo (demonio masculi- tan de la fuerza vital de otros. Se entiende por fuerza vital no) son la versién del vampiro que se alimenta de la ener: Ja energfa, la sangre, la sexualidad, la juventud. El alimens gfa sexual de sus victimas. Pueden tomar la apariencia del to del vampiro puede variar tanto que, por ejemplo, en la ser amado o deseado, para engaflar a sus presas. antologia Vampiros extraites, preparada por Ricardo Benitez, Ia atracci6n sexual siempre subyace en el mito, No es se encuentran vampiros que no tienen mucho que ver con algo nacido de las caracterizaciones cinematograficas de elestereotipo cinematogrifico: El parasite, de Arthur Conan, Bela Lugosi, Germén Robles o Christopher Lee. En la mi- Doyle, El destino de Madame Cabanel, de Eliza Lynn Linton, tologia griega encontramos a las lamas, bellas fantasmas y Su voluntad, de Vincent O'Sullivan que sediucian a los jovenes para después succionar su sangre. Mitos relacionados con el vampirismo se encuentran En la antigua Roma temjan a los stric 0 strix, llamados en todos los continentes. En el continente africano, por popularmente quebrantahuesos. Estos vampiros eran reen- ejemplo, existen los asanbosam, vampiros que se alimens feamnaciones de personas malévolas o violentas. Ast po- tan mordiendo el dedo pulgar de sus victimas, o los owenga, Bifemos continuar escudrifiando en mitos indios, en le- temidos en gran parte de Guinea por ser espiritus maligs yendas de Asia y Europa, donde practicamente hay un nos de personas vengativas o de brujos fenecidos. Es tan tipo de vampiro por regién: los striguiul en Rumania, el grande el poder ritual que le confieren a la sangre los pues fupirczi en Polonia, el viescey en Rusia, etc. Pero es mas blos primitivos de Africa, que cuentan que durante la dé interesante ver de qué forma se han ido permeando los cada de los cincuenta los mau-mau —sociedad secreta que mitos en la literatura, en la televisi6n y el cine. Por ejem- luchaba por la liberacion de las colonias britanicas— bes plo, en el capitulo Mala sangre de Los expedientes secretos X, bfan la sangre de sus enemigos, elagente Fox Mulder consigue escapar de las garras de un Quiza las leyendas més antiguas sobre vampirismo se vampiro repartidor de pizzas porque cuando va.a atacarlo hayan originado en el continente africano. El pueblo egip= Ielanza al piso una bolsa de semillas de girasol. El vampi- cio era una civilizacion estrechamente ligada a ese mito, Tono tiene otro remedio que detenerse a contar las semi- En la pelicula El ansia, de Tony Scott, el vampiro pring lias, Esta anécdota, que puede parecer tonta, sin duda tie- pal, interpretado por Catherine Deneuve, usa un dije eft Ine su origen en Chi'iang shill, el mito chino del vampiro. forma de jeroglifico egipcio, y diversos flashbacks revelan Este vampiro se forma cuando un gato salta por encima que su vida mds remota proviene de ese antiguo pueblo, de un cadaver, y tiene la peculiaridad de contar semillas Los egipcios temfan a dos diosas que pueden haber ins« Por pura compulsién. Si le arrojan un pufiado de arroz, se pirado a este personaje: Sun y Apop, poseedoras de gran letiene a contar los granos. 68 El horror en el cine y en Ia literatura Cuando hablamos de vampiros, la lista es encabezada por Dricula. En un listado que aparece en el volumen, Clive Barkers’s A-Z of horror, el conde Dracula o los persos jes directamente inspirados en él son ubicados en por Jo menos ciento veinte peliculas. Esto nos demuestra la fuerza del hibrido creado por Bram Stoker La mezcla del personaje hist6rico y los mitos ancestra. les no fue la tinica razén que hizo de Dracula una obra de horror creible; también hay que tomar en cuenta el con- texto histdrico en que fue publicada. La obra se edit6 en el siglo xIx, durante la era victoriana, cuando la sexualidad era considerada sucia y prohibida y las mujeres que la dis- frutaban no eran sino seres perversos que manipulaban y echaban a perder a los hombres. Recordemos que Drécula inocula a sus victimas femeninas su propia lascivia, la que ellas utilizan para tratar de someter a sus hombres. Ast lo hacen Lucy Westenra con el trio de pretendientes y las vampiresas con Jonathan Harker, El significado de esta sexualidad abierta se entendié como un comentario sobre la decadencia de la sociedad del siglo xix; sin embargo, también se convirtié en uno de los atractivos del vampiro, un ser abiertamente sexual y sin prejuicios EI xIX también fue el siglo de Cesare Lombroso y su «modelo criminal». Podemos encontrar las teorfas de Lombroso y de los antropélogos raciales en la descripcién de Stoker sobre el conde: cejas pobladas, «raras y arqueas das fosas nasales», orejas puntiagudas y descripciones por el estilo. Para Lombroso, el criminal nato podia identificarse por sus rasgos fisicos y, por absurdo que parezca, aseguraba que los ladrones eran de nariz negroide; los homicidas tenfan narices rectas y aguilenas, mientras que los falsifi- cadores eran de ojos pequefos y nariz grande. Esta des- cripci6n fisica se convirtié en un referente de la literatura policiaca de aquella época. Monstruos en el closet i En esta escenificacion realista y contemporanea, Stoker ubicé a un personaje histérico, Vlad IV, amo y sefor de Yalaquia en 1448, también conocido como El Empalador. Como suele suceder con la historia, Vlad IV es considera- do un héroe rumano que lo tinico que hizo fue luchar por ja patria. Se omiten referencias sobre su naturaleza s4dica su aficién por empalar a los «infieles» contra los que combatia. Cuentan que al final, mientras estuvo encarce- Jado, continu practicando esa aficién, slo que durante su estancia en prisién empalaba ratones. Vlad III, su pa- dre, era llamado Dracul, dragén en latin, porque era miem- bro de la Orden del Drag6n. De ahi obtuvo Stoker el nom- bre de Dracula para su personaje. La fascinacién por los vampiros se relaciona con su desafio a la muerte. El ser humano, ante la impotencia y frustracion que le provoca su fin ineludible, ha encontra- do en este personaje la ilusin de vencer su propia fatali- dad. Ya hemos hablado del mito como la forma en que el hombre intentaba explicar todo aquello para lo que la ra- z6n no le daba respuesta. La galeria de monstruos miticos es interminable, pero ninguno ofrece lo que el vampiro: inmortalidad, noches eternas, glamour, atractivo sexual, libertad contra los atavismos sociales. Escribe Marfa Josefa Erreguerena en El mito del vampiro que asi como Drécula correspondié a su época, cada ver- si6n filmica fue expresando la propia. Erreguerena esta- blece comparaciones entre cinco directores: Friedrich Wilhelm Murnau, Tod Browning, Terence Fisher, Roman Polanski y Neil Jordan. A partir de ellos analiza la forma en que cada uno aborda el estereotipo del vampiro y los simbolos que lo rodean. En ese andlisis encuentra algunas diferencias sustanciales; por ejemplo, el Nosferatu de Murnau no manifiesta su sexualidad, en tanto que el Dracula de Browning es todo un Don Juan; el de Fisher est4 cargado de homosexualidad e incesto; en el de Polanski

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