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Lectura Recomendada
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(p. 17) El desarrollo del estudio de la geología aluvial en el siglo XIX llevó a la
conclusión de que las tierras se depositan en secuencias de niveles o estratos dispuestos
unos sobre otros. Cuando se observaron los huesos de los animales y las herramientas
humanas de diversos tipos a distintas profundidades, se extendió la idea de que los
estratos superiores debieron depositarse con posterioridad a los anteriores y por lo tanto
debían ser más recientes en el tiempo. El concepto de estratificación, según el cual,
cuanto más profundidad se alcanza más antiguos son los materiales que se hallan en los
estratos superpuestos, es la base de toda la Arqueología terrestre y fue probablemente
establecido por Worsaae en Dinamarca en la década de 1880. La idea, sin embargo,
había sido planteada ocasionalmente con anterioridad, especialmente por el polígrafo
Thomas Jefferson en sus Notes on the State of Virginia de 1784.
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La técnica de excavación se basa principalmente en la estratigrafía (...). Los
humanos excavan el suelo para construir cimientos, ocultar cosas, deshacerse de los
residuos, buscar agua etc., y cada una de estas intrusiones puede alcanzar estratos
anteriores más profundos. De aquí que la práctica arqueológica consista en extraer
primero estas intrusiones para no mezclar los materiales de las mismas con los más
antiguos que existen (p. 19) en los rellenos de alrededor. Esto es correcto en principio,
pero difícil también de realizar en la práctica, especialmente cuando se trabaja con
rellenos de tierra y cambios sutiles en consistencia y color. La tierra evidencia sus
propias alteraciones mediante cambios en composición, textura, color, consistencia o
una combinación de todo ello. Los antiguos estratos excavados y utilizados para
posteriormente para rellenar, por ejemplo, se muestran más esponjosos. Un excavador
competente puede apreciar estos cambios gracias a la consistencia y al color del suelo al
tiempo que pica sobre él (...).
(p. 20) Los objetos son hallados a menudo en lo que se conoce como un
“depósito cerrado” o “sellado”, en otras palabras: un depósito no alterado
completamente separado de cualquier posible intrusión. Un ejemplo de depósito
sellado puede ser una urna funeraria que contiene monedas, o un estrato completamente
sellado por un nivel superior impenetrable como un suelo romano de cemento. En este
último caso, todo lo hallado bajo este suelo debe presumiblemente haber sido fabricado
antes que el suelo o al menos no puede ser posterior a él (...). En el ejemplo recién
citado del depósito sellado, un objeto situado bajo el suelo tendrá como terminus ante
quem la fecha del suelo, puesto que no puede haber sido depositado después de que el
suelo sellase el depósito. Ello no dice nada acerca de la fecha absoluta del objeto; puede
haber sido fabricado en cualquier momento antes de que se hiciese el suelo. El
contenido del depósito puede hallarse muy mezclado con un cierto número de objetos
fabricados bastante antes de que el depósito fuera sellado. Dado que la fecha es
proporcionada por el objeto más reciente fechable de un estrato dado, los objetos más
antiguos del nivel no afectan a su cronología, excepto porque pueden dar una cierta
indicación acerca de la duración temporal. En la mayoría de los casos se considera que
los objetos mucho más antiguos que los más recientes que datan el estrato eran ya
antiguos cuando quedaron enterrados y se conocen como materiales “residuales”.
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estricta de las lógicas, se cometerán errores de datación e interpretación con importantes
consecuencias. Las reglas básicas para ello son las que siguen:
Un objeto fechable, como una moneda u otro hallazgo, como una muestra de
radiacarbono procedente de un estrato o una estructura, sólo da la fecha en la que o
después de la que el estrato o la estructura fueron depositados, es decir, el llamado
terminus post quem. De ello se sigue que en cualquier estrato sellado continuo en el que
existen un determinado número de hallazgos con diversas fechas, la fecha del objeto
más reciente es la que proporciona el terminus post quem. Debe tenerse la seguridad de
que el objeto no es intrusivo (...) si hay alguna duda, (...) el objeto debe desecharse
como elemento de datación (...).
(p. 194) La importancia del terminus ante quem se hace evidente cuando
estructuras o estratos son cubiertos o cortados por elementos posteriores. Los elementos
posteriores ofrecen un terminus ante quem (es decir, una fecha antes de la cual los
elementos anteriores deben haberse depositado) para todos aquellos elementos que
puedan mostrarse como anteriores. Por ejemplo, si una serie de estratos está sellada por
un mosaico indudablemente del siglo IV d.C., entonces, todos los estratos bajo él deben
ser del siglo IV o anteriores. Del mismo modo, si un muro puede fecharse por sí mismo,
digamos por las características edilicias, entonces, todos los estratos que han sido
cortados por la cimentación del muro reciben gracias a éste un terminus ante quem. Por
tanto, si puede demostrarse que el muro es de la época normanda, los estratos sean
normandos o anteriores. Pero pueden ser de época sajona o del Paleolítico.
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razones para asignar a grandes rasgos a las cerámicas de esos estratos las fechas de las
monedas halladas en ellos. Por ejemplo, si existió presencia militar en un lugar a lo cual
siguió un desarrollo civil claramente reflejado por la estratificación, y la fase civil
inicial es seguida por un período de demolición y reconstrucción, los grupos cerrados de
cerámicas, monedas y otros hallazgos asociados pueden ser considerados como
contemporáneos a grandes rasgos, aunque crecientemente contaminados por material
residual.
(p. 26) (...) ¿cuáles son los objetivos de otorgar fechas a los hallazgos arqueológicos,
por qué la investigación arqueológica necesita contar un calendario, más o menos
exacto, en el que situar sus hallazgos? A esta pregunta no puede darse una única
respuesta, sino que los diferentes objetivos de la investigación necesitan de ese tiempo
también por diversas razones:
(p. 27)
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interpretada en términos de causa y efecto de la fase anterior o posterior como
ocurre en el enfoque casual.
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- Cronometría intrínseca: la datación marcará la cronometría de uno de los
momentos de existencia del objeto (manufactura, (p. 29) uso o presencia) al
conformarse él mismo como contenedor de información susceptible de ser traducida en
unidades contables del sistema cronométrico empleado.