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TRAGEDIA COMICA DE UN ALCOHOLICO™ Se acercé turulato a la agencla de loterfas y pregunté por el ntimero ganador: “0346, serie 52”, le dijo el vendedor. Sacé del bolsillo de la camisa una libreta de apuntes htimeda y maloliente por el sudor, anot6 las cifras y siguié libando con sus con- tertulios hasta el atardecer. De regreso a casa las comparé con las del billete que habfa comprado el dia anterior y eran exactamente las mismas. ~ “Esto es para énloquecerse”, exclamé dando un ‘salto brusco de alegrfa que lo derrumbé incon- tinenti de bruces contra el suelo. Indudablemente, lo habfan vencido los estragos entorpecedores del alcohol... ‘A Avelino Doroteo no le cabfa en la cabeza que mil millones de pesos lo sorprendieran, de esa ma- nera, para convertirlo de la noche a la mafiana en el hombre mas rico del pueblo. Beber era su placer. SI no tomaba, sentfa que se le apagaba la vida, y la ansiedad incontrolable lo compelfa a preparar-brebajes fatales que lo de- Jaban a un paso de la muerte. Cuando bebia se transfiguraba y se crefa un superhombre que ca- balgaba sobre el dorso del viento y navegaba por espacids siderales donde habitaban seres fantds- 37 Powered by @ CamScanner ticos y etéreos, que sélo una mente alucinada, co- mo la suya, podia concebir. Su preparaci6n favorita era una mixtura con- centrada de alcohol casero con agua de Iluvia fres- cay una especie de'colorante bermejo, misterloso, que exhalaba un olor extravagante y repelente. Ahora, ya no tenia necesidad de ello, porque cuan- do cundié la noticia de ser el ganador de toda esa fortuna, dondequiera que tba los amigos lo reci- bfan con los brazos extendidos y lo cortejaban con ticores exéticos y finos. Los dfas que siguieron al golpe de suerte fue- ron de celebracién incesante hasta romper el sol, donde no faltaban lisonjas y zalemas de los oferen- tes, a las cuales el homenajeado correspondia en- tre copa y copa, prometiéndoles las cosas més-in- verosimiles del mundo, que ellos tomaban como ciertas, porque sus mentes al igual que la suya, des quiciadas por el Ifquido baquico, edificaban cas- tillos y palacios sobre los cimientos del aire donde s6lo podian vivir ellos, como privilegiados de la tierra. Agotado por los estragos barbaros del jolgo- rio hizo un receso maquinal y se froté los ojos pa ra sasudirse el sopor morboso que dominaba sus sentidos. Entonces, se dio cuenta de que todavia no habfa cobrado el premio que lo declaraba millo- nario, y adn aturdido por las secuelas del amodo- rramiento se incorporé para hacer que la agencla le tramitara el dinero de su suerte, pero el billete ganador fo aparecfa por ninguna parte. jLa alta temperatura del alcohol lo habfa evaporado! 38 Powered by camScanner Avelino Doroteo no se encontraba consigo mismo, y los espejismos lo rondaban. Los parpa- dos le pesaban y la cabeza le :daba vueltas como un brazo de molino loco movido por el viento. De pronto oy6 una voz estridente que le grité desde su interior: despierta; jdespierta! Respiré profun- do el aire puro del ambiente y haciendo un esfuer- zo por recuperar las fuerzas perdidas, que le harian circular de nuevo la sangre por las venas, lanz6 un susplro de alivio que Io puso en contacto con la realidad. Entonces, puso la mente en orden y se acord6, a medias que, por precaucién, habia ocul- tado el billete en algin lugar secreto de! que habia perdido la memoria; le parecfa verlo aqui y alld, pe- ro aquél no aparecfa por ninguna parte. Entre tanto, el tiempo célere corria y el corto plazo que le que- so] eqe{nsyse 9 ‘efoueueB 2) seyposoe eed eqep nervios y le partia de desesperacién el alma. Por primera vez pensé que esos millones po- difan escaparse de sus manos, pero se resistid a creerlo y prosigulé su busqueda afanosa, sin pulso, durante horas y minutos que le parecieron una eter- nidad, hasta cuando una corazonada insdlita, que le retumbé en el pecho, le indicé el camino, hacien- do renacer en él, el brillo de !a esperanza. “Este hallazgo hay que festejarlo”, se dijo y convocé a sus amigos a una velada aguardientera como preludio del gran dgape. Su imaginacién se desbord6 y empezé a delirar. Se sentia poseido de un trono imperial, rodeado de un séquito de vasa- llos obsecuentes, que rendidos ante su opulencia, lo aclamaban con ceremoniosa bienvenida. Se veia magnificado por el espejo magico de la ilusion. Por 89 Powered by @ CamScanner su mente sofiadora, seguramente le pasaban las ocurrencias més disparatadas e improbables que sus contertulios celebraban como palpitante reall- dad. Todos capturados en la encrucijada de sus des- tinos, por la opresién truculenta del alcohol, eran mentes enfermizas que transitaban por érbitas vi- tales de dimensiones nebulosas. Llegado el momento crucial, Avelino Doroteo, radiante de contento y ufano de su estrella, tomé el billete entre sus manos y lo acaricié con ganas; luego, para estar més seguro de su aclerto, volvié a cotejar sus cifras con las que habfa anotado en la libreta de apuntes y no encontré ninguna dife- rencia, Sin ahorrar tiempo se encamind trastabl- lando a la agencia, acompafiado de varios escoltas que, a duras penas, podian dar el paso. Al llegar a la edificacién un conserje los de- tuvo. —Sélo puede pasar el ganador —les dijo—; los demas esperan. Avelino’ Doroteo entré y lo invitaron-a seguir a la oficina de contabilidad para ordenarle el des- cuento de ley. Entregé el billete, para su registro, y se anticipé a decir al empleado que no le giraran a su favor ningéin cheque, ni le abrieran cuenta co- rriente ni de ahorros en los bancos, que querfa to- do en efectivo, y que para ese propdsito se habla hecho acompafiar de escoltas de su confianza pro- vistos de tulas de seguridad. El empleado sonrié sccarronamente y lo invité a tomar asiento mien- tras cumplia su diligencia. 40 Powered by er camScanner Un manto de stidor grueso le inund6 la frente y sus ojos danzarines empezaron a girar inquietos en todas las direcciones. Quién sabe cudntas ilu- siones volvieron a pasar por su mente en esos mo- mentos felices de tensionada espera. £1 empleado no tard6 en Ilamarlo a ventanilla. Avelino Doroteo se incorporé como un resorte y traté de caminar erguido y ostentoso. —Sefior —le dijo— este billete no se puede pagar. —Cémo asf, .qué ha dicho? —Que no se puede pagar porque no es el gana- dor— y le extendié el boletin oficial de! sorteo de la fecha para que verificara lo dicho por percepcién propia. Tomé el boletin y le clavé los ojos en actitud desesperada. Lo ley6 varias veces y no podia creer lo que lefa. jAtn lo doblegaba la somnolencia! S6- lo el pensamiento grave de que seguirfa condena- do a la miseria lo sacudié en forma tan brutal que lo despert6 del letargo habitual en que vivia. Enton- ces, para defenderse de la incertidumbre, sacé su libreta de apuntes, mlré por ultima vez las cifras una por una y se convencié de que definitivamente no eran coincidentes. Sallé de la edificacion con la sangre fria y el espiritu distante, dejando atras a sus escoltas re- yolcados en el alcohol, fundidos en la grama sobre las tulas millonarias. No sabfa qué hacer, ni qué camino tomar. Su mente se remonté, con lucidez momenté- nea, a diez afios atrés cuando su vida era feliz en al Powered by @ CamScanner el campo al ple de la tlerra generosa y Sus cultivos, En la ciudad todo haba sido diferente. Sdlo en- contré tropiezos y-desdichas. No habfa nada re- servado para él; pero aferrado a la lumbre delu- soria, que resplandece en las distancias, quebré sus anhelos y hubo de arrastrar sus pies descalzos y su hambre por las calles; y sin patria ni derrote- ro cay6 en el alcoho! como escape salvatorio para evadir su desgracia. “Terrible vicio que me Ilevaré a la tumba”, jexclamé! Parecié monologar con su conciencia y buscarle una sallda decorosa al em- brollo de su existencia, pero no pudo. Desvencija- das sus fuerzas y su humanidad gastada, al filo de un insondable abismo, era ya un remedo paté- tico de fa muerte. Regres6 al regazo turbulento de sus amigos, que lo esperaban impacientes, y se las ideé para decirles con simulacién maestra: —Mafiana me hacen efectivo el premio; uste- ces tienen la palabra. —Que siga la celebracién —repitieron en coro. Se armé de nuevo la algazara y el jolgorio, y mientras todos brindaban entorpecidos por la sa- lud del millonario, éste que ya habia planeado el exterminio de sus dias para acabar con el deleite embriagador de {a alucinacién, sacé del zurrén, que siempre llevaba consigo, una botella con el me- junje que sabia preparar para casos emergentes. Agité el contenido varias veces hasta cuando el colorante hubo largado toda la esencia; destapond la botella y le acercé la nariz a ras de la boquilla; 42 Se Powered by camScanner luego, le introdujo el fndice de Ja mano deracha a la altura de la segunda falange y se lo Ilevé a la punta de fa lengua, para comprobar que estaba a punto. Enseguida, interrumpié a sus concurrentes para decirles las que serfan sus Ultimas palabras: —Ustedes ya brindaron por mi salud; ahora, déjenme brindar por la de ustedes. Levanté la botella, hizo un gesto brusco y apu- r6 sin respirar, de un envidn Ia mitad de la mixtu- ra, pero el efecto se hizo esperar lo suficiente co- mo para que él, posefdo de los tltimos fantasmas que poblaban su vida, rehiciera sus designios pro- digiosos. Luego, agit6 de nuevo la botella y se tra- g6, con avidez desmesurada, el remanente agres- te del liquido infernal. ~ Caminé unos pasos, puso un pie en el vacfo, perdié el equilibrio y se desplom6 fragorosamente contra el piso. —No lo podemos dejar morir —grit6 una voz anénima. Lo montaron de urgencia en una especie de camilla, que parecfa una parihuela, y le hicieron aplicar los. primeros auxilios. El médico lo miré y tenia el semblante livido. Le ausculté el pecho y no le sintié los latidos del corazén. Le abrié los ojos y miré en su interior con una diminuta lampara de pllas y tenfa la mirada estatica; lo palp6 por todo el cuerpo, y habia perdido toda la vislumbre de sen- sibilidad. Entonces, concluyé que estaba definitiva- mente muerto. 43 Powered by camScanner Los contertullos se miraron defraudados y sin- tieron desvanecerse el enjambre de sus ilusiones. De momento pensaron que a Avelino Doroteo lo habfa matado la ansiedad incontenible de la for- tuna millonaria, pero después habrian de saber que ocurrengias estrafalarias como las suyas sdlo se dicen y se creen cuando se esté poseido del demo- nio calenturierito del alcohol. 44 Powered by @ CamScanner

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